lunes, 31 de marzo de 2014

Los Pichiciegos, de Fogwill


La novela de la guerra de Malvinas
Por: Federico Ferroggiaro

Desde La Ilíada en adelante, para atrás no sabemos, la guerra es uno de los temas dilectos o ineludibles de la literatura. Ni hablar del cine, pero ese es otro terreno. Las bibliotecas, todas, hasta la de los pacificistas, atesoran libros que tienen como ambiente, causa, efecto o marco a la guerra, a las guerras. Las que ocurrieron y que la historia registra, y las otras, imaginarias, que transcurren en el futuro o en el espacio o en el tiempo indefinido de los mundos paralelos, maravillosos. Tácticas y estrategias, consejos para generales y guerreros, narraciones o poemas que exaltan el valor en el combate, diarios y testimonios, el sufrimiento de las víctimas o el decorado horroroso frente al que transcurre un relato que dialoga con ella. En la literatura, amor y guerra, habilitan una escritura múltiple y heterogénea, infinita.En Argentina, la guerra de Malvinas, entre otras consecuencias, produjo ─y todavía, como coletazos, produce─ un aluvión de discursos que la tuvieron y tienen como tema. La gran mayoría, un corpus importante, fueron escritos que contaban las proezas bélicas de los militares argentinos. Después, empezaron a llegar las versiones desde la mirada de los ingleses. Sin embargo, antes, anterior a los libros y contemporánea a la prédica desahuciada de los medios de comunicación, ya se había creado una novela sobre la guerra de Malvinas. Mejor dicho, LA novela sobre Malvinas, la que abría una serie de relatos ficcionales y, a la vez, fundaba una mirada antiheroica sobre la misma. Una mirada crítica, demoledora, tal vez, una de las pocas posibles para pensar seriamente la locura de una dictadura genocida.



Me refiero a Los Pichiciegos, de Rodolfo Enrique Fogwill, escritor argentino nacido en 1941 y fallecido en 2010. En nuestro país, la novela se publicó por primera vez en 1983, tras el retorno de la democracia, por editorial De La Flor y, desde entonces, ha sido reeditada por varios sellos. Elijo no ensayar una síntesis del argumento. Sí me gustaría señalar cómo, en la figura de los personajes, los pichis, los conscriptos que están apostados en el campo de batalla, puede verse el reflejo de una sociedad fragmentaria, cobarde y destruida por una coyuntura particular. Ocultos en un refugio subterráneo, de espaldas a la guerra, los pichis se limitan a luchar por sobrevivir y ese aprendizaje, el de la supervivencia, les permitirá ser invulnerables en el futuro, cuando vuelvan al continente para habitar el orden criminal de la dictadura.

Más allá de la “leyenda” sobre cómo Fogwill escribió la novela: durante el transcurso de la guerra, del 11 al 17 de junio de 1982, en San Pablo, Brasil, encerrado en su labor y ajeno al devenir de los sucesos, me interesa destacar la importancia de la novela. Porque, como si fuera la obra de un visionario, o producto de una epifanía, el autor logró poner en escena, de manera verosímil, la contracara, el doblez, la verdad antiheroica y antiépica de la guerra. A su vez, en esa operación, refutar el discurso oficial que exaltaba el valor y el patriotismo.



En una lectura canónica sobre Los Pichiciegos, Beatriz Sarlo señala que esta novela no quiere demostrar nada y sus personajes no están en condiciones para reflexionar sobre lo que les sucede, sobre lo que hacen. También, el mismo Fogwill, en la contratapa de la edición de Interzona, afirma que “estaba escribiendo sólo acerca de mí, de la revolución, la contrarrevolución, el amor, el comercio, la democracia que sobrevendría”. Parece, entonces, que la novela sería apenas una obra escrita con el correr de la pluma, una ficción aislada, independiente del mundo. No me lo creo.


Es más, leída hoy, desde el presente, Los Pichiciegos puede ayudarnos a pensar que no existe heroísmo en la violencia. Sin hipótesis de guerra en ciernes, pero en el seno de una sociedad fracturada, donde el desprecio al otro nos atraviesa a todos y nos empuja a un enfrentamiento permanente, la figura de los pichis tratando de sobrevivir a cualquier precio, muestran lo peor del individualismo, del sálvese quien pueda. También, el trágico final de aquellos pichis, salvo el de Quiquito, demuestra que con la supervivencia no alcanza: que no nos vuelve invulnerables, que a veces hay que probar con otras estrategias, más humanistas, más solidarias.

Infobae

domingo, 30 de marzo de 2014

La emboscada de Top Malo House



Top Malo House 



(restos de la casa)

La batalla de Top Malo House figura en casi todos los libros británicos que tratan sobre el conflicto y en todas las cifras se manejan con total inexactitud: fueron 19 ingleses contra 16 argentinos y solamente los sargentos Doyle, Groves y Stone fueron heridos en el combate (No Picnic, pags. 110 y 112). Confirma esta versión la nota del sargento Derek Wilson, quien estuvo en Top Malo, que apareció en el fascículo editado por Marshall Cavendish Publications, The Falklands War (Ed. 1985) que expresa: "Fueron 19 contra 16, así que fue ¡casi una pelea mano a mano!. El suboficial describe como salieron de la casa los Comandos haciendo fuego y que parecia que estaban "very well prepared" y que en ese momento "we had three guys hit" (tuvimos tres muchachos tocados).



El brigadier Thompson corrige sin saber la cantidad de Comandos que intervinieron en el combate y detalla: "Cinco argentinos fueron muertos y siete heridos, los restantes cinco fueron tomados prisioneros", es decir diecisiete. (No picnic, pág. 110).



La sección de Comandos tuvo dos muertos, seis heridos y cuatro prisioneros. Eran solo doce.

Compañía de Comandos 601

Sargento 1° Juan Carlos HELGUERO. Herido y Prisionero.

Compañía de Comandos 602

Capitán D. José Arnobio VERCESI. Prisionero. Mención.

Teniente 1° D. Luis Alberto BRUN. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación". (Cita: Integrar una patrulla infiltrada, combatir con denuedo en inferioridad numérica, siendo herido de consideración.)

Teniente 1° D. Juan José GATTI. Prisionero. Mención.



Teniente 1° D. Horacio LOSITO. Herido y Prisionero. Medalla "Al Mérito Militar" (Cita: Integrando una patrulla de Comandos de la cual era 2do Jefe, durante una operación de alto riesgo en terreno controlado por el enemigo, reaccionar con decisión ante el ataque sorpresivo de fuerzas notoriamente superiores y combatir con singular valentía ocasionando bajas al enemigo. Pese a resultar herido en dos oportunidades durante el combate, continuar la acción hasta el limite de sus fuerzas, constituyendo un verdadero ejemplo para sus subordinados).

Teniente D. Ernesto Emilio ESPINOSA. Muerto. (Teniente 1° Post Mortem). Medalla PM "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Cita: Voluntariamente proteger el repliegue de sus camaradas, cuando integraba una patrulla de exploración adelantada, y ante un ataque notoriamente superior en efectivos y material, combatir hasta lograr, merced del sacrifico de su vida, el cumplimiento de su misión.

Teniente D. Humberto Daniel MARTINEZ. Herido y Prisionero.
Sargento 1° Miguel Angel CASTILLO. Prisionero. Mención.
Sargento 1° Humberto Omar MEDINA. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación".
Sargento 1° Faustino Rogelio PEDROZO. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación".
Sargento 1° Mateo Antonio SBERT. Muerto. (Sargento Ayudante Post Mortem)

Medalla PM "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Cita: Voluntariamente proteger el repliegue de sus camaradas, cuando integraba una patrulla de exploración adelantada, y ante un ataque notoriamente superior en efectivos y material, combatir hasta lograr, merced del sacrifico de su vida, el cumplimiento de su misión.



Cabo Raúl Roberto VALDIVIESO. Herido y Prisionero.

Recibieron además: (según corresponda)
Medalla del Congreso de la Nación Argentina a los Combatientes.
Medalla “Al muerto en Combate”.
Medalla “Al herido en Combate”.
Distinción de “Prisionero de Guerra”.


sábado, 29 de marzo de 2014

Homenajeando al soldado Horisberger



Soldado Juan Domingo Horisberger, “Héroe de Guerra” 


El Honorable Concejo Deliberante de Tigre, solicitó al Congreso de la Nación otorgue la condecoración, en homenaje por su entrega, valor y patriotismo en la recuperación de las Islas Malvinas.

Durante la Reunión 24º y 15º Sesión Ordinaria del Cuerpo Legislativo de Tigre, se formalizó el requerimiento a fin de que el Soldado Horisberger sea condecorado con la medalla “El Pueblo Argentino al Valor en Combate”. Los Concejales de todos los Bloques políticos apoyaron la iniciativa impulsada por un grupo de vecinos y apoyada por el Honorable Concejo Deliberante (HCD).

El presidente del HCD Dr. Julio Zamora, subrayó: “Es un honor realizarle este homenaje al Soldado Juan Domingo Horisberger, quien luchó hasta la muerte en defensa de nuestra Patria. En el marco de la conmemoración por el Día de la Soberanía Nacional, rendimos homenaje a un vecino de Tigre que dio la vida por las Islas Malvinas”. Y Agregó: “En su figura reconocemos a todos los ex combatientes y reivindicamos el reclamo permanente de soberanía sobre las Islas Malvinas”.

Cabe mencionar que en abril del corriente año, el Intendente Sergio Massa, encabezó un acto donde se descubrió una Placa Homenaje, instalada frente a la casa del Soldado en la Localidad de Ricardo Rojas. Su accionar ha sido reconocido por varias Instituciones como el Ejército Argentino, el Congreso de la Nación, el Municipio de Mercedes, autores argentinos y extranjeros han puesto de manifiesto su entrega y coraje.

El Soldado Juan Domingo Horisberger vivenció su niñez y adolescencia en el barrio La Paloma de la Localidad de El Talar. Cursó sus estudios en las Escuelas Nº 35 y 15. El 17 de marzo de 1981 fue convocado al Servicio Militar Obligatorio y se incorporó en el Regimiento de Infantería Mecanizada 6º “Gral. Viamonte”. Por su destreza se transformó en un tirador destacado dentro de su tropa. Como miembro de la sección 6º se enfrentó al ejército inglés y sus aliados, en defensa de las Islas Malvinas.

Durante una de las batallas más cruentas en defensa de Puerto Argentino, en el Monte Tamblendown, perdió su vida en combate heroicamente.

Cabe destacar el trabajo de la “Unión de ex Combatientes de las Islas Malvinas de la República Argentina” que acompañó tal iniciativa.


Su Historia

Juan Domingo Horisberger, nació en Tigre, en abril del año 1.982 su regimiento, el viejo 6 de línea, se alistaba para partir hacia las Islas, donde una vez mas sus soldados darían testimonio de su profundo amor a la Patria, valor y arrojo ante el enemigo. En los combates finales del mes de junio, este valiente soldado junto al Sold OSCAR ISMAEL POLTRONIERI, logran frenar el avance de toda una compañía británica. Los ingleses, dicen que esas dos ametralladoras, eran dos verdaderos demonios, cada vez que levantaban la cabeza los hacia bajar una nueva ráfaga proveniente de un lugar inesperado, combinando de esta manera, entre ambas ametralladoras, el fuego y movimiento de manera sincronizada. Esto permitió el repliegue del resto de su sección. En uno de los saltos, su ametralladora se interrumpe, debido a que el aceite para armas usado en esa época, se ponía espeso a temperaturas por debajo de cero grado, provocando el mal funcionamiento de los mecanismos. Luego de solucionar dicho problema, se incorpora al combate y una ráfaga de ametralladora británica lo hiere de muerte. Al ver que no disparaba, su jefe de sección, el Subt VILGRE LA MADRID, lo toca en la espalda y este cae en sus brazos, muriendo en silencio. Es de destacar que, entre el 2 de abril y el 12 (fecha de partida del regimiento), a raíz de la preocupación por lo que significaba la guerra, fallece el abuelo del Soldado. Finalizado el conflicto, una comisión integrada por efectivos del Ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se presentan en su domicilio para informarle del deceso de su hijo, su madre, que se encontraba pasos atrás del marido, y al escuchar esta noticia, se descompensa, y dos días mas tarde, muere también.

Es por todo eso, y el valor demostrado de este héroe, que nos juntaremos a rendirle homenaje, y darle nuestra muestra de agradecimiento a su padre y familiares vivos, por tal honrosa colaboración a la Patria.


viernes, 28 de marzo de 2014

Operación Aerolíneas: 30 años de silencio

Las razones que los llevaron a romper un silencio de 30 años 


Héroes que dejan el anonimato. Reunidos por Clarín, los comandantes Cuniberti, Bresciani, Ardalla, Prelooker y Bernard posan para la foto. 

20/02/12 
El 2 de abril de 1990, los hombres que protagonizaron esta saga de viajes fueron reconocidos como veteranos de guerra por el Estado Nacional. El acta que recibieron Gezio Bresciani, Juan Carlos Ardalla, Jorge Prelooker, Ramón Arce, Mario Bernard, Luis Cuniberti y Leopoldo Arias, entre otros que también participaron, lleva la firma del vicepresidente de aquel entonces, Eduardo Duhalde, y dice: “El honorable Congreso de la Nación (...) por su intervención en la lucha armada por la reivindicación territorial de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. 2 de abril de 1982 - 14 de junio de 1982”. 

Hubo aplausos y más condecoraciones para a estos hombres del aire. Pero los hechos protagonizados, aquella odisea de espionajes y secretos a través de los cielos, siguieron conservando su carácter confidencial. No tienen ellos una respuesta ensayada para las razones de ese silencio perpetuado tres décadas. Creen, más bien, que la discreción pedida en aquel momento en que fueron reclutados se consolidó de tal modo que así continuó, inalterable, una vez terminada la guerra. “Desde los altos mandos –recuerda Prelooker– se nos pidió que dada la sensibilidad diplomática del caso había que hacer silencio . No se podía decir qué países estaban ayudando a la Argentina. Hicimos caso y si existió un pacto, no fue decidido, sino natural y espontáneo ”. 

“Uno tiene más o menos un plan de vida: un trabajo normal, una casa, los hijos, el colegio, el auto. Un día te piden esta colaboración. No lo pensás. Y decís que sí. También comprendés que no hay que hablar porque son cuestiones que te exceden y que involucran a tu país, y eso es un poco lo que nos pasó”, reflexiona Juan Carlos Ardalla. 

Pasó, además, el tiempo. En las caras de los comandantes se adivinan huellas de aquella juventud congelada en fotos, y la vida, casi entera, detrás. “Quizás sea eso –dice Bresciani– cierta idea de que 30 años después es un buen momento para contar aquellos hechos vividos. Nosotros sentimos que fuimos parte de un pequeño hecho patriótico , a pesar de la locura de la guerra, y también que ese hecho tenía que ser conocido por los argentinos”. “Fue, digamos, nuestro pequeño grano de arena. Algo increíble y trascendente para mi vida. Si hoy me lo pidieran, lo volvería a hacer. Nos alegra, de alguna manera, poder contarlo”, asegura Luis Cuniberti. 

Huecos en la conformación de la Historia. La odisea de los pilotos aparece para llenar los baches de un suceso que todavía se intenta comprender. “Fue una historia de valor y coraje -concluye Ramón Arce-, una odisea al servicio de la Patria”. 

Clarín

jueves, 27 de marzo de 2014

La vida en las Malvinas bajo ocupación


Islas Falkland o Malvinas. ¿Cómo es vivir en el fin del mundo?


¿Cómo es vivir en el fin del mundo?Seguramente es una pregunta que muchos nos hemos hecho; al menos en mi caso, ha pasado por mi mente en repetidas ocasiones, de ahí que cuando surgió la oportunidad de conocer un lugar que no es tan fácil de imaginar, no dudé en subirme al avión y comenzar esta larga expedición.De entrada, debo aclarar que cuando digo que las Islas Falkland son un territorio que resulta difícil de imaginar, lo digo con toda honestidad y es que, desde que tengo uso de razón, lo único que sabemos (y que los medios nos han mostrado) de estas islas es el enredado conflicto geopolítico que las rodea, a tal grado, que resulta complicado referirnos a ellas por su nombre, sin que alguien asuma que tomamos partido.Personalmente les llamo Islas Falkland y no Malvinas, no porque esté más a favor de un país que del otro, sino por que así les llaman las personas que viven aquí. De hecho, este era una de los temas que más curiosidad me causaba y es que todos estos años, cada vez que escuchamos del conflicto de las islas, sólo nos llegan las posturas oficiales, lo que dicen los políticos y sus gobiernos, pero nunca podemos saber lo que siente la gente real, lo que dicen esos 2,950 habitantes que, a final de cuentas, son los que viven, sufren y disfrutan de todas esas decisiones que, hasta hace unos años, se tomaban a cientos de kilómetros de sus vidas.Sí, leyeron bien: 2,950 habitantes.  En términos prácticos, podemos decir que hay más gente en un lleno del Teatro Metropólitan, que en el sorprendente archipiélago.Llegar a las Falkland no es nada sencillo, al menos por la vía aérea, donde sólo un avión comercial entra y sale de las islas cada fin de semana.  Así, para llegar aquí desde la Ciudad de México uno debe tomar un avión rumbo a Santiago, pernoctar  en la capital chilena y madrugar al día siguiente para continuar la misión en un nuevo vuelo que hará otra escala en Punta Arenas, pasar migración y finalmente dirigirse a Mount Pleasant, el modesto aeropuerto  militar donde aterrizan todos los vuelos que llegan a estas islas, además, de ahí todavía habrá que hacer un recorrido por tierra antes de llegar a Stanley, la capital de las Falklands, un pequeño poblado donde vive la mayor parte de la población de este territorio (dos mil de los 2,950 habitantes) y donde también se encuentra la principal infraestructura de las islas:  dos escuelas, un hospital,  un supermercado y por supuesto, la asamblea legislativa y  la casa de gobierno desde donde se gobierna a las islas de manera autónoma desde el 2009.



Es mi primera noche en “el fin del mundo”, y una de las primeras cosas más impactantes cuando se llega a las Islas es la facilidad que uno tiene para disfrutar del paisaje y perderse en el horizonte.  Parece una tarea sencilla y cursi hasta cierto punto,  pero en una época en donde las grandes construcciones y los rascacielos se multiplican por doquier, encontrarme en un lugar en donde no hay ni edificios ni árboles que estorben la panorámica, resulta tan encantador como sorprendente.  Hay pastos, musgos, arbustos y flores, ¡pero no árboles! según cuentan los locales, se debe a que el viento no lo permite.Pero  ¿cómo es vivir en el fin del mundo?  Cómo viven los pescadores, cocineros, deportistas y comerciantes.  En los próximos días, espero no sólo descubrirlo, sino también poder compartirlo con ustedes.Cambio y fuera desde el fin del mundo.



Sopitas

martes, 25 de marzo de 2014

Combate terrestre: Trincheras

Trincheras
 

 

Hacer una trinchera puede ser un excelente refugio de emergencia en algunas situaciones, si te encuentras en plena naturaleza o necesitas pasar desapercibido. Los militares tienen amplia experiencia en realizar trincheras y asentamientos de larga duración utilizando lo mínimos materiales. 

Una trinchera de tirador para 1 ó 2 personas puede ser excavada en menos de 8 horas con herramientas manuales (pico y pala) en un terreno semiduro. En sucesivas jornadas de trabajo se puede mejorar el refugio, ofrecerá mayor comodidad que una tienda de campaña y más eficaz a las inclemencias del tiempo, como la nieve o el viento. ¡¡¡Y siempre la puedas hacer más grande!!! 

Así si tienes ubicada una zona de seguridad en el monte, una buena solución es: ¡!!Prepararte la trinchera durante varios fines de semana!!! Si está bien realizada, quedara oculta y dispuesta para el día que la necesites. ¡¡¡Y es gratis!! 

Puedes mejorarla con sacos de tela o plástico duro, que son ligeros de transportar cuando están vacios y también algunas lonas para impermeabilizar el refugio. Las palas, picos, cubos y azadas puedes ocultarlas y en las cercanías y estar disponibles en caso de necesidad. 

El método de trincheras puede combinarse con otros materiales. En la foto inferior tenéis un container protegido y enterrado con sacos de tierra; y una trinchera utilizando bidones metálicos, sacos y chapa para el techo. 

Si ya tienes un terreno realizar una trinchera es seguramente el refugio más barato posible. Puedes reforzarlo con sacos, aplicando las técnicas del superadobe e improvisar un techo con chapa metálica, reforzados con puntales de obra. 

En el manual de Supervivencia y refugios militares tenéis una amplia documentación de trincheras para colectivos, vehículos, contra armas nucleares, etc, también en otros manuales de francotiradores o infantería se dan buenas indicaciones de cómo hacer una trinchera. 

Si eres un buen suvirvalista deberías conocer las ventajas que te ofrece una buena trinchera. 





domingo, 23 de marzo de 2014

Recordando la experiencia del San Luis

"Viaje al fondo de los Mares del Sur"

El relato de la experiencia del comandante del San Luis. Magnificamente relatado por Jorge Fernández Díaz.
Sentimientos encontrados



Jorge Fernandez Diaz contó una nueva historia en Sentimientos Encontrados. Escuchá el relato aquí.
Haga clic para escuhar el relato "Viaje al fondo de los Mares del Sur":


sábado, 22 de marzo de 2014

Los uruguayos quieren acercarse a las Malvinas bajo ocupación británica


La política sobre las islas Malvinas
La reciente publicación de los datos de una encuesta sobre la opinión de los uruguayos en torno a la cuestión de las islas Malvinas debió sorprender a nuestro gobierno.
El País

Según esa encuesta, la mayoría del país -un 80%- disiente con la política oficial y propicia un acercamiento a las islas y un aumento de las relaciones comerciales con los isleños. Esa misma mayoría discrepa con la decisión gubernamental de cerrar el acceso al puerto de Montevideo a los barcos de las Malvinas y a las naves militares de Gran Bretaña, una opinión que, dato sugestivo, comparten no sólo blancos y colorados sino el 57% de los frenteamplistas.

Esa es la postura dominante pese a que la encuesta ratifica la solidaridad uruguaya con el reclamo argentino por la soberanía de las islas. Al mismo tiempo, curiosamente, una mayoría sustancial reconoce que la decisión final sobre el tema debe quedar en manos de los malvinenses. Al respecto, el 81% de los consultados aplaudió el viaje que los diputados nacionalistas Jaime Trobo y José Carlos Cardoso hicieron el año pasado a Puerto Stanley para actuar como observadores en la consulta que confirmó prácticamente por unanimidad la presencia británica en el archipiélago.

Estos resultados de la muestra realizada por la consultora Factum a fines del 2013 se conocen poco después que una misión parlamentaria integrada por nacionalistas, colorados e independientes visitó las islas para conversar con los dirigentes locales sobre las posibilidades de intensificar el intercambio entre las Malvinas y Uruguay. Un diputado frenteamplista que se disponía a viajar renunció a hacerlo a último momento presionado por su partido. Un veto de la izquierda no bien visto, pues a la luz de esta investigación se infiere que la opinión pública aprobó esta misión que buscó romper el distanciamiento con los malvinenses, acentuado bajo la administración de José Mujica.

Los números crudos de este sondeo de opinión revelan que la política del gobierno hacia las Malvinas opera en medio de un rechazo generalizado. Tan generalizado que haría bien la Cancillería en revisar hasta dónde es conveniente para el interés nacional, perder la posibilidad de comerciar directamente con las islas y de poner a Montevideo en condiciones de servir -como lo hizo durante largo tiempo en el pasado- de puerto de escala para las conexiones entre las islas y el mundo, incluida Gran Bretaña.

Un cambio de política en la materia, no significaría declinar el apoyo que se le brinda a Argentina en el plano diplomático y en los foros internacionales en su histórico reclamo por la soberanía de las Malvinas. Uruguay se ha colocado siempre al lado del vecino país cada vez que en la ONU, en la OEA o en otras organizaciones multilaterales, se ha planteado el tema. Sin embargo, llevar las cosas al extremo de incomunicar a la capital uruguaya con las Malvinas es un exceso de celo, algo que, como decía Talleyrand, es uno de los errores más graves que puede exponer una estrategia diplomática.

Inflamado por la vieja retórica de la fraternidad latinoamericana, la Patria Grande y la lucha anticolonialista, al gobierno del Frente Amplio le cuesta desprenderse de preconceptos y resolver el rumbo de su política exterior de manera pragmática. Esta actitud cargada de ideología y de prejuicios lo ha llevado a equivocarse en el manejo de las relaciones con la Argentina de los Kirchner, cuyo gobierno -como es evidente- ha sabido aprovechar esa debilidad de la izquierda uruguaya por reverenciar los dogmas sin atender a las realidades.

Y las realidades indican que ni en Casa Rosada ni el Palacio San Martín, sede de la Cancillería argentina, se valoran los sucesivos gestos de buena voluntad emanados de las autoridades uruguayas, incluido el pacto de información tributaria así como la excesiva tolerancia del gobierno de Mujica ante la irrupción de la Justicia argentina en una zona franca uruguaya, ante las dilatorias en relación al dragado del canal Martín García y ante la negativa a publicar los datos de las mediciones sobre la presunta contaminación ambiental provocada por la planta de celulosa en el río Uruguay.

Ninguno de esos gestos fue correspondido, como tampoco lo fue la política solidaria aplicada por Uruguay en el asunto de las Malvinas. Una política que -sin abandonar el apoyo genérico a la causa argentina- debería revisarse de inmediato.

viernes, 21 de marzo de 2014

No hubo chicos de la guerra sino hombres con todas las letras

Walter Rubies: "Nos dijeron chicos de la guerra, pero eramos hombres, con todas las letras"


Walter es el segundo, a la izquierda, en la última fila, portando un fusil.

El Grupo de Artillería Aerotransportado 4, de la Calera, provincia de Córdoba, partió el 22 de abril hacia las Islas, transportando 358 hombres, 18 Obuses, 6 vehículos livianos y 70 toneladas de munición.El espíritu de cuerpo se manifestó, en los combates de Puerto Argentino y Darwin; y en los años posteriores al Conflicto, porque cada año vuelven a reunirse, junto a sus familias.

El soldado voluntario clase 1962, Walter Rubies, fue artillero de la Batería de Tiro B,en Sapper Hill, aproximadamente a 8 kilómetros de Puerto Argentino, lo conocí, el 7 de junio de 2007, cuando acompañé a los integrantes de ese Grupo, en unos de los tantos reencuentros, donde el amor a la Patria es el invitado principal.

Parte de la entrevista que realicé.

"... En un momento me tocó traer municiones del montón que estaba a un costado de la posición,cerca del camino, cuando llegamos a la pieza, en medio del bombardeo ingés,teníamos que abrir los cajones y los tubos donde venían los proyectiles,de última los cajones los tirábamos contra una piedra y se despedazaban. Otros seguían trayendo munición mientras yo cargaba el obús. Todos hacíamos de todo. En medio del bombardeo inglés, nadie se protegió en los refugios, seguíamos preparando y cargando. En esos momentos el enemigo estaba muy cerca, más o menos a 600 metros, por lo cual a las vainas debíamos sacarles 6 de los 7 sacos de pólvora para poder hacer puntería directa sobre las tropas enemigas, lo recuerdo al soldado Maidana trabajando sobre las espoletas de tiempo, a las órdenes de de los suboficiales.
No tengo ni idea si pasaron horas o minutos, pero fue muy intenso, era todo un movimiento coordinado por el subteniente Gabino Suarez,también recuerdo con mucho respeto al cabo 1º Carlos Dattoli, otro grande, dándonos fuerzas y cuidando a cada uno de los soldados. Había mucha actividad en esos metros cuadrados de la pieza, era una locura, teníamos que patear las vainas servidas para no chocarnos con ellas, ya que eran tantas que casi no había lugar para moverse, el ruido que hacia el nuestro obús era hueco, y no había explosión fuerte, pero cada uno de los proyectiles tenía un poder de destrucción, además iba con toda la bronca y las ganas de que no pasaran los ingleses. Estábamos dispuestos a dejar la vida, pensando que no pasarían si quedaba uno de nosotros vivos. 
Alguna vez nos dijeron "los chicos de la guerra", NO, fuimos hombres con todas las letras, solo el que estuvo en ese lugar , en esos momentos sabe cuan hombres eramos todos, no se puede entender de otra manera, que un tipo como el petiso Heredia , que creo que pesaba menos que una caja de municiones, pudiera traerla, corriendo desde el lugar donde estaba la pieza, o ver a Salas, abriendo las cajas contra las piedras, sin importar le que pasara algo, sólo pensábamos en tirarle al enemigo y hacerlos mierda"....


Historia de las Malvinas

jueves, 20 de marzo de 2014

Operación Cóndor: Rumbo Uno-cero-cinco

El vuelo de los cóndores


Por Roberto Bardini

 

...esas olvidadas islitas del sur,
en una fría mañana del Onganiato,
se incendiaron al paso de aquellos nacionales.
[Jorge Falcone, Un dardo clavado en el sur] 


Un día de primavera, 38 años atrás, dieciocho muchachos peronistas desviaron un avión de pasajeros en pleno vuelo, aterrizaron en las Islas Malvinas e hicieron flamear banderas argentinas en el lejano territorio usurpado. Fue uno de los primeros secuestros aéreos del siglo XX. La excluyente y selectiva historia oficial argentina -liberal antes, neoliberal hoy, conservadora siempre- continúa ignorando esa pequeña gran gesta patriótica. 

El 28 de septiembre de 1966 cayó miércoles. En Buenos Aires fue un día soleado. Hacía tres meses que el general Juan Carlos Onganía, alias La Morsa, estaba el poder en nombre de una autodenominada revolución argentina. Noventa días antes, un pelotón de la Guardia de Infantería de la Policía Federal había desalojado de la Casa Rosada al presidente Arturo Umberto Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), quien había llegado al gobierno con poco más del 20 por ciento de los votos y con el peronismo proscrito. 

Illia era un apacible médico originario de Cruz del Eje (Córdoba), con hábitos provincianos. Acostumbraba a dormir la siesta después de comer y cruzaba a la Plaza de Mayo sin custodia para darle de comer a las palomas o sentarse en un banco a leer el diario. La gran prensa de la época -tan antipopular como la de ahora- lo ridiculizaba constantemente. La revista Tía Vicenta, dirigida por el dibujante Juan Carlos Colombres (Landrú) lo caricaturizaba como La tortuga. 

Un príncipe en la corte del general de ganadería 

Onganía, a quien sus compañeros de promocióny apodaban El Caño -recto y duro por fuera, hueco por dentro- no dormía siesta y detestaba a las palomas. Era un mediocre führer autóctono que aspiraba a un( módico Reich de alrededor de 20 años, tiempo suficiente para acabar con el incorregible peronismo. Con esa brillantez teórica propia de algunos oficiales de caballería -a quienes, según el periodista Rogelio García Lupo, se debería denominar generales de ganadería- el militar había proclamado sin ruborizarse que la Revolución Argentina tiene objetivos pero no tiene plazos. Dos periodistas habían aportado su intelecto para desplazar a Illia e instaurar a Onganía: Jacobo Timmerman, desde la revista Confirmado, y Mariano Grondona, en Primera Plana. El primero hoy está considerado casi como un héroe del cuarto poder; el segundo, es un lamentable neodemócrata que da lástima por televisión. 

 
Familia Cabo: De izquierda a derecha: Dardo, Armando y Susy (padres), en el centro Vicky 

Como ocurre casi siempre que los hombres de uniforme suplantan a los ciudadanos de civil, se anunció que un Estatuto de la Revolución Argentina -aprobado por los tres comandantes en jefe del ejército, la marina y la fuerza aérea- reemplazaría a la Constitución Nacional. Para servir mejor a la patria, se prohibieron los partidos políticos y la actividad sindical, se impuso una estricta censura de prensa y se persiguió a estudiantes, intelectuales y artistas. 

El 29 de julio de 1966, Onganía decretó la intervención de las universidades nacionales. El jefe de la Policía Federal, general Mario Fonseca, ordenó a la Guardia de Infantería expulsar violentamente de los recintos universitarios a estudiantes y profesores. Sáquenlos a tiros si es necesario, exhortó a sus huestes. La destrucción alcanzó a los laboratorios y bibliotecas de las casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para la época: una computadora. Ese recio aporte castrense a la cultura se conoce hasta hoy como La noche de los bastones largos. Muchos profesores e investigadores partieron al exilio y fueron contratados por universidades de América Latina, Estados Unidos, Canadá y Europa. 

Esa mañana del 28 de septiembre de 1966 una de las mayores preocupaciones del general Juan Carlos Onganía era la preparación del partido de polo que jugaría con Felipe de Edimburgo, el príncipe consorte inglés, quien se hallaba de visita en Buenos Aires. 

Los kelpers 

Ese mismo miércoles amaneció nublado en Puerto Stanley, capital de las Islas Malvinas. El día anterior había llovido. En esa época habitaban las islas poco más de mil personas, a los que ya se denominaba kelpers. Kelp es un alga marrón que se reproduce las frías aguas del Atlántico sur. Kelper quiere decir recolector de algas. La mayoría de ellos vivía en Puerto Stanley y un centenar en Puerto Darwin. El resto estaba distribuido en el campo, en grupos de 20 o 30 personas. Trabajaban en los settlements, establecimientos rurales dedicados a la cría de ovejas. Un explorador inglés visitó las Malvinas en 1914 y describió a Puerto Stanley como -una calle que costea la bahía, con un matadero a un extremo y un cementerio al otro. 

El poblado conoció el pavimento recién en 1920. El archipiélago tiene una superficie de alrededor de 12 mil kilómetros cuadrados, lo que equivale a la mitad de la provincia de Tucumán. El conjunto de las islas es más grandes que Hawai, Puerto Rico y Jamaica. 

Ese día de septiembre, hace 38 años, había 554 mujeres y 520 hombres en el archipiélago. Asistían a la escuela 321 alumnos (146 varones y 175 chicas) y desconocían el origen de los actuales pobladores de la isla. Los malvinenses carecían de enseñanza superior y dependían de becas para enviar a los muchachos a estudiar a Gran Bretaña. Accedían a estas becas los ocho mejores promedios. 

Un 10 por ciento de las tierras correspondía a la Corona Británica y un 20 por ciento a propietarios independientes. El 70 por ciento restante pertenecía a la Falkland Islands Company (FIC), la única empresa del archipiélago, que poseía 630 mil ovejas. La compañía, además, era dueña del muelle, los almacenes y los depósitos. Existía una sola máquina expendedora de golosinas en toda la isla, que por seis chelines en la ranura surtía a los niños de caramelos y chocolates ingleses. La máquina también era de la FIC. 

La avenida costanera de Puerto Stanley, llamada Road Ross, tenía aproximadamente 12 cuadras. Iba desde el muelle -que era, por supuesto, de La Compañía- hasta el Battle Memorial. Este monumento se levantó en homenaje a un combate naval durante la Primera Guerra Mundial (1914-18) entre alemanes y británicos en las inmediaciones de las islas. 

Una pequeña emisora de radio, instalada en 1942, transmitía entre cinco y siete horas diarias, y divulgaba programas de la BBC de Londres. También existían muchos radioaficionados que se comunicaban con los settlements, otras islas y el exterior. Cumplían una labor importante durante las emergencias. 

Tedio, alcohol y sexo 

Entonces, como hoy, anochecía temprano, y los malvinenses tenían dos opciones: ir a dormir a la casa o a beber a los pubs. Había cinco cantinas: Rose, Globe, Pictroly, Ship y la de los militares. En todas se escuchaba música y se organizaban torneos de dardos. En alguna, se aceptaba la presencia femenina. 

Los puritanos del lugar aseguraban que esa apertura convertía a Puerto Stanley en la capital de la infidelidad. No andaban muy errados. Los habitantes se entretenían practicando equitación, tiro al blanco, pesca deportiva y rugby. Pero había otra forma de esparcimiento que no figuraba en las estadísticas oficiales: las relaciones extramatrimoniales. Las Malvinas poseían el más alto índice de divorcios en el mundo. 

Las islas también tenían el récord mundial de consumo de alcohol per capita. En 1963 se habían vendido 80 mil litros de whisky, gin y cerveza. El horario de los pubs se cumplía rigurosamente, al estilo británico: de 8 a 12 y de 17 a 22. A las 10 de la noche, la radio transmitía el Himno Real y cesaban las actividades. Los domingos, las cantinas sólo abrían una hora, después del oficio religioso. 

El Darwin era el único barco que una vez al mes vinculaba al archipiélago con el continente, desde Montevideo. Tras cinco días de navegación, el buque descargaba ropa, víveres, combustible, vehículos, materiales de construcción, muebles y artefactos electrodomésticos. El local comercial que ostentaba mayor surtido de mercaderías pertenecía, por supuesto, a la Falkland Islands Company. El Darwin también traía correspondencia, algunas revistas de Buenos Aires y el Times, de Londres. Desde Argentina -el tercer importador de productos- llegaban alimentos, especialmente manzanas. Hacia Gran Bretaña salía medio millón de kilos en lanas y cueros. 

Un jefe de policía, un inspector, un sargento y cuatro aburridos agentes mantenían la ley y el orden. La delincuencia casi no existía y los uniformados actuaban generalmente en riñas de ebrios. Ni siquiera se generaban problemas de tránsito: había 77 camiones, 159 automóviles, 239 jeeps Land Rover y ocho motonetas, pero la mayoría de los vehículos estaba en el campo. 

No había ministerio de Trabajo y existía un solo sindicato: el Falkland Islands General Employee Union. Richard Goss era el secretario general. Goss también ostentaba el grado de capitán de la Fuerza de Defensores Voluntarios, una milicia de reservistas. Seis ex comandos ingleses que participaron de la Segunda Guerra Mundial entrenaban una o dos veces por año a los voluntarios. En el arsenal local, cada uno de los habitantes que integraba la milicia poseía su fusil, la provisión de municiones y el equipo militar; algunos, incluso, guardaban el arma en la propia casa. 

Veinte soldados constituían la fuerza militar del Reino Unido. Se cree que muchos de ellos eran mercenarios belgas que combatieron el ex Congo en los primeros años de la década del 60. 

La primicia de un radioaficionado 

En septiembre de 1966 residían sólo cuatro argentinos en las islas. Uno de ellos, Cecil Bertrand, había llegado en 1928 a la búsqueda de aventuras. Se dedicó a la pesca de ballenas y en 1963 le compró a un irlandés las islas Carcass en 10 mil libras esterlinas. En ese momento poseía una estancia. -Si alguna vez las Malvinas son argentinas, espero que no nos toque la misma suerte que a los tucumanos ni que estas islas sean poblados por chilenos como la Patagonia, declaró a enviados de la revista Panorama, de Buenos Aires. 

Sir Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard era el gobernador de la isla, pero ese 28 de septiembre de 1966 no se encontraba en el archipiélago. Lo suplantaba el vicegobernador Albert Clifton; apodado Pinocho a causa de su prominente nariz, era uno de los personajes más populares de la isla. Había estudiado administración de empresas en Argentina. Como no consiguió trabajo en las islas, compró 30 vacas y se convirtió en lechero. Envasaba la leche en botellas de whisky vacías; gracias a los hábitos locales, no le costaba mucho trabajo conseguirlas. Clifton fue uno de los primeros malvinenses que aquel nublado miércoles 28 de septiembre de 1966 divisó un avión de Aerolíneas Argentinas que daba vueltas, sobrevolando el poblado. Pensó que la nave tenía un desperfecto mecánico. 

Puerto Stanley carecía de pista de aterrizaje. Aquel día, el radioaficionado Anthony Hardy fue el primero en divulgar una noticia que conmovió a millones de argentinos: a las 9:57 de la mañana, informó que un avión Douglas DC-4 había descendido a las 8:42 en la embarrada pista de carreras cuadreras, de 800 metros. Su emisión se captó en Trelew, Punta Arenas y Río Gallegos. Y de esas ciudades se retransmitió a Buenos Aires. Habían transcurrido 133 años desde la última presencia oficial argentina en las Islas Malvinas. 

Rumbo Uno-cero-cinco 

En el Museo Marítimo de Ushuaia (Tierra del Fuego) se exhiben nueve armas cortas y largas. Hay tres revólveres: un Colt 45, un Tanque 38 y un Smith & Wesson 38. También se muestran tres pistolas: una Destroyer 7.65 y dos Mauser con culatín de madera desmontable. Completan la colección un rifle Winchester 44 y una carabina Pietro Beretta calibre 9 mm. Esas piezas -y algunas otras que no figuran en la exhibición- fueron parte del heterogéneo armamento utilizado en las Malvinas hace 37 años por un grupo comando de 18 jóvenes argentinos, entre los que había una mujer. Las armas permanecieron tres días en el territorio usurpado por Gran Bretaña en 1833. Una pistola Lüger se quedó de recuerdo en Puerto Stanley. Ninguna de ellas causó víctimas, porque no fueron disparadas. 

Alrededor de las seis de la mañana de aquel miércoles 28 de septiembre, los muchachos tomaron el control del vuelo 648 que había despegado del aeroparque Jorge Newberry hacia Río Gallegos. Fue el inicio de una pequeña gran gesta patriótica, conocida como Operativo Cóndor. 

-Rumbo uno cero cinco- ordenó Dardo Cabo, alias Lito, un joven alto y delgado de 25 años, periodista y afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica, jefe del comando juvenil. Lo secundaba Alejandro Giovenco, de 21 años, de baja estatura pero fornido, apodado El chicato a causa del grueso aumento de sus lentes. El comandante Ernesto Fernández García obedeció la orden y enfiló la nave, con 35 pasajeros a bordo, rumbo a las Malvinas. 

Querido Dardo Cabo:

Te escribo porque los compañeros han decidido acordarse en público de vos. Todos nos hemos venido acordando de vos íntimamente desde hace años. Pero, que te voy a explicar, no siempre se dan las condiciones políticas como para acordarse en público de los buenos compañeros que, como vos, tuvieron un amor tan grande por la Patria y por el Pueblo que se ahogaron en un mar de altruismo. Además, hace 30 años ya que tenemos que recordarte.

Los que creen que la política es un camino para "llegar" (a los puestos donde se obtienen privilegios personales) pensarán que te ahogaste porque no supiste nadar en el océano de los "vivos". Los que creemos que la política es un camino de la historia para la realización de proyectos de transformación social, sabemos que moriste para que la Patria viva.

Te diré que los pibes jóvenes no saben qué es la política. Ellos se criaron en una Argentina en la que el doble discurso se fue convirtiendo en "lo normal". En la perversión del discurso, ser militante se convirtió en sinónimo de "vivir del curro de la política". Hacer una alianza ya no fue negociar un acuerdo programático o un plan de acción; empezaron a llamarle alianza política al verticalismo con el que reparte "los recursos".

Vos, Dardo, te formaste en un hogar obrero peronista militante, con la guía de un viejo sindicalista luchador. Te formaste en un peronismo en el que ser nacionalista y reformador social eran sinónimos; en un peronismo en el que hablar de un "proyecto" era hablar del Segundo Plan Quinquenal y la América Latina del año 2000 cuando faltaban 50 años.

No es extraño que hayas osado desembarcar "de prepo" en las Islas Malvinas con un puñado de militantes para reclamar la soberanía nacional ante el Imperio Británico. Navegando con esos vientos, no es extraño que te hayas convertido en militante montonero jugándote la vida hasta morir como un patriota. ¡Pensar que vos te jugabas la vida escribiendo los editoriales de El Descamisado y hoy más de uno no se anima a opinar para no perder los favores del verticalismo! Pero en aquel tiempo no te dejaban afuera de un reparto sino que te mataban.

Tu vida es una historia de política en serio. Viviste en serio, fuiste militante político en serio, te encarcelaron en serio y te asesinaron en serio. Por eso hoy te homenajeamos en serio.

Querido Dardo, seguro que a veces sentís vergüenza ajena por las inconductas de algunos ex montoneros. También por eso venimos a homenajearte hoy, para desagraviar en tu persona a todos los compañeros que murieron luchando de frente o asesinados por la espalda, como vos, o desaparecidos. Tu muerte no fue una parodia irrespetuosa de no sé qué manejos electoralistas. Tu muerte fue en serio. Nunca hemos jugado con el dolor y menos con la muerte. Te prometo que seguiremos honrando el sacrificio militante con la dignidad que se merece.

Mario Eduardo Firmenich, 7 de enero de 2007
 
Fuente: www.uniondeargentinosencatalunya.com 

La periodista y dramaturga María Cristina Verrier, de 27 años, era la tercera al mando del grupo. Su padre, César Verrier, había sido juez de la Suprema Corte de Justicia y funcionario del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1961). Un tío, Roberto Verrier, fue ministro de Economía durante tres meses de 1957, en tiempos de la revolución libertadora. 

Los otros integrantes del Comando Cóndor eran Ricardo Ahe, de 20 años de edad, empleado; Norberto Karasiewicz, 20 años, metalúrgico; Andres Castillo, 23 años, bancario (*); Aldo Omar Ramírez, 18 años, estudiante; Juan Carlos Bovo, 21 años, metalúrgico; Pedro Tursi, 29 años, empleado; Ramón Sánchez, 20 años, obrero; Juan Carlos Rodríguez, 31 años, empleado; Luis Caprara, 20 años, estudiante; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, 27 años, empleado; Fernando José Aguirre, 20 años, empleado; Fernando Lisardo, 20 años, empleado; Pedro Bernardini, 28 años, metalúrgico; Edgardo Salcedo, 24 años, estudiante; y Víctor Chazarreta, 32 años, metalúrgico. La edad promedio del grupo era de 22 años. Todos eran peronistas. 

-Fui a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía. 

Cuando el DC-4 logró aterrizar, los muchachos descendieron y desplegaron siete banderas argentinas. El Operativo Cóndor tenía previsto tomar la residencia del gobernador británico y ocupar el arsenal de la isla, mientras se divulgaba una proclama radial que debería ser escuchada en Argentina. El objetivo no se pudo cumplir porque el avión, de 35 mil kilos, se enterró en la pista de carreras y quedó muy alejado de la casa de sir Cosmo Haskard. La nave, además, fue rodeada por varias camionetas y más de cien isleños, entre soldados, milicianos de la Fuerza de Defensa y nativos armados. 

Bajo la persistente lluvia y encandilados por potentes reflectores, los comandos bautizaron el lugar como Aeropuerto Antonio Rivero. El sacerdote católico de la isla, Rodolfo Roel, intermedió para que los restantes pasajeros -entre los que se encontraba Héctor Ricardo García, director del diario Crónica y de la revista Así- se alojaran en casas de kelpers, mientras los cóndores permanecían en el avión. Al anochecer, Dardo Cabo le solicitó al padre Roel que celebrara una misa en la nave y después los 18 jóvenes cantaron el Himno Nacional. Al día siguiente, luego de formarse frente a un mástil con una bandera argentina y entonar nuevamente el himno, el grupo entregó las armas al comandante aviador Fernández García, única autoridad que reconocieron. Los muchachos fueron detenidos bajo una fuerte custodia inglesa durante 48 horas en la parroquia católica. 

El sábado a mediodía, el buque argentino Bahía Buen Suceso embarcó a los 18 comandos, la tripulación del avión y los pasajeros rumbo al sur argentino, adonde llegaron el lunes de madrugada. Los jóvenes peronistas fueron detenidos en las jefaturas de la Policía Federal de Ushuaia y Río Grande, en el territorio nacional de Tierra del Fuego. Interrogados por un juez, se limitaron a responder: -Fui a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía. Quince de ellos fueron dejados en libertad luego de nueve meses de prisión. Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes político-policiales como militantes de la Juventud Peronista. 

La casi aristocrática María Cristina Verrier, hija de un juez, y el medio plebeyo Dardo Cabo, hijo de un legendario dirigente gremial, se casaron en la cárcel. El resultado de esa unión en cautiverio fue una niña llamada María. 

El 22 de noviembre de 1966, los integrantes del comando fueron enjuiciados en Bahía Blanca. Como el secuestro de aviones aún no estaba penalizado en Argentina, los cargos de la fiscalía fueron privación de la libertad, tenencia de armas de guerra, delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación, asociación ilícita, intimidación pública, robo calificado en despoblado y piratería. Así trató la dictadura militar del general Onganía al grupo de jóvenes patriotas, a quienes definió como facciosos. Y casi cuatro décadas después, ningún libro de historia o manual escolar recuerda la gesta. 

La encrucijada de los años de plomo 

La vorágine de los años 70, efímera y feroz, provocó que los miembros del grupo comando tomaran diversos rumbos políticos. Cuatro después del Operativo Cóndor, unos lucharon por la patria socialista y otros por la patria peronista. 

El 20 de junio de 1973, cuando el general Juan Domingo Perón regresó definitivamente a Argentina y lo que debió ser una histórica fiesta popular se transformó en una orgía de pólvora y sangre, una parte de ellos estuvo arriba del palco de Ezeiza y el resto permaneció abajo, cuerpo a tierra. 

Aquellos jóvenes idealistas que en la primavera de 1966 se convirtieron en hombres de acción y se jugaron la vida en las Islas Malvinas unidos por el amor a esa porción de patria desmembrada, fueron desunidos por recíprocas acusaciones de infiltrados. Unos terminaron como guardaespaldas en sindicatos del peronismo ortodoxo; otros, ingresaron a organizaciones guerrilleras. En cierta ocasión el escritor Osvaldo Soriano resumió este desencuentro con pocas palabras : ¡Viva Perón!, gritaba el que disparaba su arma de fuego. ¡Viva Perón!, exclamaba el que moría. 

Hoy sobreviven 11 cóndores. De los siete que ya no están, sólo dos fallecieron de muerte natural o enfermedad. Los cinco restantes, de un lado y de otro, murieron en forma violenta. Hoy, a la distancia, quizá sea cierto lo que escribió el brasileño Jorge Amado en Los viejos marineros: -Cuando un hombre muere, se reintegra a su respetabilidad más auténtica, aunque se haya pasado la vida haciendo locuras: la muerte apaga, con mano de ausencia, las manchas del pasado, y la memoria del muerto fulge como un diamante. 

Misiones silenciosas 

A fines de 1996, un periodista amigo me propuso que escribiéramos un libro sobre el Operativo Cóndor, y en eso estamos. En mi caso, deseo que los nombres de aquellos 18 muchachos figuren con letras destacadas en la historia argentina del siglo XX, sin importar los senderos por los que se bifurcaron sus vidas. Entre febrero de 1997 y marzo de 2000 entrevistamos a los sobrevivientes, a familiares y amigos de los muertos, a militantes de la época, a periodistas. El resultado se titulará Vuelo de cóndores. Y llevará un subtítulo: El día que los muchachos peronistas hicieron flamear banderas argentinas en las Islas Malvinas. En esos tres años de investigación nos enteramos que hubo otros jóvenes nacionalistas tras bambalinas que suministraron apoyo desde Buenos Aires al operativo en Puerto Stanley. En este momento quiero mencionar sólo a tres: Américo Rial, Emilio Abras y Rodolfo Pfaffendorf. 

Los periodistas Rial y Abras, militantes del Movimiento Nueva Argentina (MNA), trabajaban en Crónica. Junto con Dardo Cabo, entonces también miembro del MNA, convencieron antes del Operativo Cóndor a Héctor Ricardo García, director del diario, de viajar en el DC-4 de Aerolíneas Argentinas. Después, aprovecharon su ausencia para convertir al periódico en el principal medio propagandístico de la hazaña. 

En la quinta edición de la tarde de aquel 28 de septiembre Crónica tituló a ocho columnas: Secuestran un avión en vuelo y ocupan las islas Malvinas.Y abajo se lee: -Reeditando la hazaña del gaucho Rivero (...) un puñado de jóvenes argentinos, tras una audaz operación de comando (la denominaron Cóndor) cumplida a bordo de un DC-4 de Aerolíneas Argentinas en viaje a Río Gallegos, hicieron desviar la máquina hacia Puerto Stanley (desde ahora Puerto Rivero), ocuparon la isla, emitieron un comunicado y dieron a conocer una proclama. La noticia causó sensación en todo el ámbito nacional y a nivel mundial. 

Los compañeros de los cóndores en Buenos Aires querían publicar también en La Razón, un importante diario de la tarde. En la noche del 27 de septiembre, Rial hizo una gestión para que Félix Laíño, el famoso editor del vespertino, recibiera a Pfaffendorf, otro militante del MNA. Pfaffendorf le llevó una carpeta con comunicados, fotos de los 18 integrantes del comando y sus datos biográficos. Laíño dudó en publicar algo sobre un hecho que aún no había sucedido. 

-Dijo que no podía jugar el diario en algo que no estaba seguro, me relató Pfaffendorf una tarde en 1997. -¡Y yo le di mi cédula de identidad como garantía! Me creyó. Nuestros comunicados salieron en la tapa de la quinta edición de La Razón. Para no comprometerme, Laíño me describe como un joven de 27 años, padre de dos hijos. 

-Si en medio del combate cayeras, compañero 

El 28 de septiembre de 1966 me faltaban un mes y 10 días para cumplir 18 años. Al atardecer de aquella jornada, enterado de las noticias, salí espontáneamente a la calle. En el centro de la ciudad me uní a otros jóvenes que no conocía. Llegamos a la Plaza San Martín, donde está la sede de la cancillería argentina, gritando consignas nacionalistas. A la noche, cinco o seis muchachos terminamos presos en una comisaría del elegante Barrio Norte. Todos éramos menores y los policías nos trataron bien. O mejor dicho: no nos trataron mal. Tomaron nuestros datos y nos permitieron salir. Creo que hasta los canas estaban un poco eufóricos aquella noche. Mientras caminaba hacia mi casa, yo no podía imaginar que más de 30 años más tarde me convertiría en amigo de Américo Rial y Rudy Pfaffendorf. 

Fueron ellos quienes me contaron que aquella misma noche tres militantes del Movimiento Nueva Argentina se subieron a un destartalado Citröen y decidieron pasar frente al consulado inglés. Los hoy muertos Jorge Money y Miguel Angel Castrofini, junto con un tercero que aún vive y que estuvo fugazmente vinculado a la guerrilla de los Uturuncos, llevaban una ametralladora PAM que había pertenecido a la Resistencia Peronista. Al pasar frente a la delegación diplomática, vieron luz en una ventana y dispararon una ráfaga. Al día siguiente leyeron en los diarios que cinco balas se habían incrustado en la pared de un salón. Y que diez minutos antes el príncipe Felipe de Edimburgo había estado parado exactamente ahí. Seguramente charlaba sobre su partido de polo con Juan Carlos Onganía. 

Años después, se cumpliría -una vez más- el doloroso paradigma que enfrentó a ex camaradas de una misma generación, separados por ideología, unidos por vocación de patria y pueblo. El 8 de marzo de 1974, Titi Castrofini fue ultimado a tiros en la puerta de su casa por un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo 22 de Agosto (ERP-22). El 18 de mayo de 1975, el periodista y poeta Jorge Money fue asesinado por la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Money trabajaba en el diario La Opinión, de Jacobo Timmerman, y era simpatizante del ERP-22. 

En los años 70, el ERP imprimió algunos pequeños afiches con el siguiente poema: 

Al pie de nuestros muertos
una flor crece.
Nuestra mano la recoge,
nuestro fusil la protege. 


Una década antes, el MNA había hecho suyas estas otras estrofas: 

Si en medio del combate
cayeras, camarada,
con el azul y blanco
tu cuerpo cubriré,
y besada por luna
de montes y de pampas,
en la tierra que descansas
florecerá el laurel. 


Bambu Press, 2003 


martes, 18 de marzo de 2014

Operación Aerolíneas: La realpolitik de la Junta Militar

entrevista: Hernán Dobry, autor de "Operación Israel" 
"Un negocio fundado en la realpolitik" 
01:01 20/02/2012 Con profesionalidad, durante cuatro años, Hernán Dobry investigó el mundo de decisiones que implicó para el país la compra de armamentos en dos instancias críticas de su existencia: el conflicto del Beagle con Chile y la Guerra de Malvinas. 



A la hora de armar su libro, creo que se convirtió en el argentino que tuvo el privilegio que hasta hoy sólo había tenido un americano, Robert Potash: escribir sobre el poder militar argentino en acción política y que los militares fueran la fuente principal del relato. ¿Es así? 

- Bueno... cuando Daniel Santoro de "Clarín" –que investigó el famoso contrabando de armas argentinas a Ecuador, Croacia, etc.– presentó mi libro, me dijo que me envidiaba porque él jamás había logrado un "on" por parte de militares. Sucede que yo trabajé un tema más lejano, de más de 30 años. Él había investigado un delito. Por eso el silencio militar. Yo en cambio trabajé sobre operaciones legales a las que había que echar luz. Busqué determinar su magnitud. Yo no venía a enjuiciar a los militares, a polemizar sobre si es o no ético vender y comprar armas… Y los militares con los que hablé –generales, almirantes, brigadieres, y de ahí para abajo en el campo de los rangos– estaban orgullosos de cómo decidieron y manejaron esas compras… y es cierto: lo hicieron bien. Y pagaron todo. 

- Del libro se puede inferir que una cuestión son las fuentes militares que tomaron las decisiones políticas de comprar a Israel y otra, no contradictoria a esos fines, son las fuentes militares técnicas que usted consultó, las que tuvieron que asimilar los sistemas de armas que se adquirían. ¿Cómo les reflexionaron ellas esos procesos? 

- Es una pregunta que enlaza muchas respuestas. Estas fuentes, ingenieros, técnicos navales, de Aeronáutica, Ejército... pilotos, marinos... estuvieron en algunos casos mucho tiempo en Israel en contacto diario con sus pares israelíes, una experiencia que querían contar. Pero no era una experiencia más, era en Israel. 

- ¿Lo dice por la eficiencia del poder bélico israelí? 

- Eso hace, digamos, a mucho de la centralidad de mi libro. Yo trabajo el proceso de rearme argentino ´76-´78. En ese período, Argentina tiene –primero–- cortado el suministro de armas por parte de los EE. UU. debido a las violaciones de derechos humanos. Pero a su vez, con Malvinas, Europa también corta. No podemos olvidar que cuatro años antes, Inglaterra había fabricado la fragata "Hércules" del Tipo 42 y aquí, con licencia inglesa, se fabricó otra: "Santísima Trinidad". Ante la necesidad de armas, Argentina busca a Israel. Podía haber buscado a la entonces URSS, como hicieron los peruanos a partir de finales de los ´60, pero era muy complejo desde lo político y desde lo técnico porque había que aprender el funcionamiento de sistemas totalmente ajenos a los que tenía Argentina. No para el caso Israel: ellos tenían Mirage en sus distintas versiones, de los cuales habían derivado el Neyer, Khafir. Nosotros teníamos Mirage. Tenían Skyhawk, nosotros también. Pero además pesaron otras dos cuestiones. Una: la eficiencia el poder bélico de Israel "probado en combate" desde su nacimiento como Estado, en el ´48. "Probado en combate" no es una circunstancia menor en la venta de armas. Me lo dicen claramente los brigadieres retirados Horacio Rodríguez y Antonio Rodríguez, en coincidencia con otras fuentes. El primero, dice: "La experiencia de guerra no te la vende nadie. Vos podes vender cualquier verdura, pero a la hora de los fierros uno esta probado en combate y lo otro es muy lindo, pero está por verse". El segundo me señala: "El arma más segura es la israelí. Allá son todos técnicos y están comprometidos con la vida o la muerte". A esto se suma, al menos en armas, que es seguro y rápido para cumplir con sus ventas. 

- ¿Esto se demuestra en el caso de las compras por el conflicto del Beagle? 

- En gran parte sí. En agosto del ´78 la dictadura ya planea la guerra para diciembre. Pero se da cuenta que no tiene munición en cantidad. Tampoco Argentina se da cuenta de que no tiene buenos equipos de comunicación y le faltan aviones, y etc, etc. ¿Quién podía en esos cuatro meses entregar todo esto? Israel. Que además –y esta es otra de las características de cómo maneja su negocio de armas–, entregaba material que estaba en actividad. En este marco se da la compra de los Neyer, que es una variante israelí del Mirage V. Israel los tenía en uso. No estaban abandonados en un galpón. Pero tenía decidido cambiarlo por otra variante suya del Mirage V: el Khafir. Argentina dijo: "los queremos ya" y en diciembre, antes de la hora crítica con Chile, estaban en nuestro país. La tapa de mi libro es la foto del transporte de esos Neyer, que acá llamamos Dagger. Se compraron 26. En el ´80, 13; y en el ´82, 14 Mirage III C. Esas tres compras para la Fuerza Aérea tuvieron un costo de 350 millones de dólares, en términos redondos… Estas compras tenían más sentido para un conflicto con Chile que para lo que pasó luego con Gran Bretaña en Malvinas. 

- ¿Por qué? 

- Porque la táctica de la FAA en la Guerra con Chile pivoteaba en una pelea de "perro a perro", es decir combate aire-aire. O sea combate aéreo facilitado por el hecho de tener las bases aéreas muy cerca de la frontera, con lo cual se incrementaba la autonomía de vuelo de los Mirage. Cuestión que no se dio en Malvinas, que por razones de distancia determinaban que los Mirage que llegaban a las islas tuvieran muy pocos minutos para operar… 

- Isrex, la empresa israelí que formó parte de las ventas de Israel, ¿sigue existiendo? 

- Por supuesto. También su filial argentina: Isrex Argentina SACIF. Es una "trading". No produce nada, pero representa a las compañías más importantes de Israel, entre otras las militares. Organiza ventas, desde… desde rabanitos, por así decir ligeramente, hasta sistemas de riego por aspersión, que fue una de sus primeras actividades en el país; o puede vender misiles, tanques, lanchas de patrulla o aviones de combate. Se creó en 1968… 

- ¿Cómo fue hablar de todo este tema con Israel Lotersztain, uno de los negociadores por parte de Isrex? 

- Bien. Claro. Seguro, sin duda, de la legalidad de todo en lo que participó. Igual que otra gente que trabajo con él. Vive en Buenos Aires. Queda claro que no es un contrabandista de armas… 

- En una biografía de Ned Temko sobre Menachem Begin –"Ganar o morir"– queda claro que Begin odiaba a los británicos, contra los que había pelado durante la ocupación inglesa de Palestina. Pero parece un poco fuera de razón que, como usted lo señala en su investigación, al momento de Malvinas Begin siga odiando a Gran Bretaña en los mismos términos. ¿Qué opina? 

- Es una realidad. En mi libro, cuando en pleno proceso de Malvinas es informado de que Argentina busca armas israelíes, él dice: "Si es para matar ingleses, adelante". Pero ordena hacerlo bien, es decir cuidando todas las formas. Después de Malvinas, Israel sigue vendiendo Mirage a la Argentina, pero en los papeles Perú figura como comprador. Y por ahí se triangulan los aviones, aun a sabiendas de Gran Bretaña. Como también es cierto que durante la guerra, en las islas hubo dos técnicos israelíes poniendo a punto equipos vendidos a Argentina. Eran Ioran Guidot e Ika, pertenecientes al complejo militar industrial israelí. Ika salió semanas antes del final, y Guidot unos días... Es decir, si hay dinero, siempre hay armas. Lo dijo Dayan: "Teniendo dinero, no hay ningún inconveniente para comprar armas en cualquier lugar del mundo y para cualquier fin". En fin, unos y otros fundaron su negocio en la realpolitik. 

CARLOS TORRENGO Carlostorrengo@Hotmail.Com 

Rio Negro