sábado, 5 de julio de 2025

Becerra, el soldado que murió protegiendo una retirada

La historia del soldado que murió en Malvinas para que sus compañeros pudieran replegarse y el homenaje que demoró cuarenta años

El soldado Walter Becerra combatió y murió en el conflicto bélico del Atlántico Sur. Su papel en la guerra contra las fuerzas británicas y por qué la burocracia y la ignorancia demoraron más de una década en imponerle su nombre a su escuela, para que fuera recordado

Por Adrián Pignatelli || Infobae



Walter Becerra soldado, luciendo el uniforme de salida (Flia Becerra)

Era ya avanzada la noche cuando Mónica se sobresaltó por los golpes que alguien le daba al vidrio de la ventana en su casa de la calle Río Amazonas al 300 del Barrio Zarza, en Moreno. Recién abrió la puerta cuando vio que era su cuñado Walter Ignacio Becerra, 19 años, que se había escapado del cuartel del regimiento 6 donde estaba haciendo el servicio militar. Había ido al barrio con tres amigos para despedirse de su novia Mirta y de paso de su familia, porque se iba a la guerra.

Adelante vivía su hermano Carlos y en la casa de atrás los padres Andrés Ignacio y Julia Díaz. Cuando lo vio, la madre no pudo de la alegría. Enseguida preparó su plato preferido: milanesas con bombas de papa rellenas con paté y recubiertas con mayonesa. Esa noche fue la última vez que lo verían.

Marcado en el círculo, junto a sus compañeros del regimiento 6 de Mercedes

Walter Ignacio Becerra nació en el Hospital Castex, en General San Martín el 5 de mayo de 1962. Al tiempo el padre compró dos lotes en Moreno, cuando todo era campo, y no se fueron más del barrio. Walter, como toda la familia, era hincha de Boca y cada tanto se daba una vuelta por el gimnasio a hacer pesas y a pegarle unas piñas a la bolsa. Según su hermano Carlos, siete años mayor, era querible y cariñoso, al punto tal que sus amigos del barrio, en la medida que formaban familia, a sus hijos varones les pusieron Walter o Ignacio.

Le gustaba bailar el rock, escuchar a los Bee Gees y tomar vermouth. A pesar de su juventud, era un padrino muy presente de su sobrina Julieta, quien recuerda que la llevaba a la calesita del barrio.

Junto a sus compañeros del Regimiento de Infantería Mecanizada 6 de Mercedes partió el 12 de abril de 1982 a Malvinas. A la noche llegaron a El Palomar y al día siguiente estaban en las islas.

Héctor Guanes, otro de los caídos del 6 (Comisión de familiares de caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur)

Con los soldados que estaban por irse de baja se formó la Compañía B. Becerra integraba el primer grupo de la tercera seccion de infanteria, a cargo del Cabo 1ro Zapata. De ese grupo murieron en combate Becerra y Jorge Luis Bordon, cuyos restos fueron identificados en 2018. Miguel Luis Todde y Néstor Brilz fueron heridos en combate, Segovia murió en la posguerra, y el grupo era completado con Polizzo, Roldan, Arrua y Benitez,

Todos concuerdan que el “cabezón” era un tipo bueno, sin maldad y recuerdan entre risas cuando en una noche de niebla, que no se veía nada, salieron con el único visor nocturno que disponían a buscar comida en un galpón y se terminaron perdiendo y que en lugar de comida volvieron con sus bolsos portaequipos, a los que consideradan extraviados.

Los primeros días en Malvinas fueron de expectativa, pendientes de las negociaciones políticas y de la intervención del Papa. Sin embargo, los bombardeos del primero de mayo avisaron que la guerra había llegado, y más aún cuando se enteraron del hundimiento del Crucero General Belgrano.

Su hermano Carlos, emocionado, luego de descubrir la placa

Ya casi al final de la guerra Walter, ese muchacho querendón, divertido, gracioso y atorrante, debió luchar con sus bajones anímicos que el joven jefe Lamadrid intentaba levantar en las largas esperas en las trincheras frías y húmedas.

Becerra cayó en la madrugada del 14 de junio, combatiendo contra el Segundo Batallón de Guardias Escoceses, en el sector este del Monte Tumbledown. Los soldados de la sección de Vilgré Lamadrid, a pesar de los días de cansancio y de mal comer, mantuvieron a raya el avance enemigo la noche del 13, hasta que las municiones comenzaron a escasear y los ingleses a multiplicarse.

Cuando fue alcanzado el soldado Juan Domingo Horisberger, apuntador de la ametralladora Mag, quien había dejado de disparar porque se le había trabado, fue Becerra quien con su fusil automático pesado -un arma parecida al Fal pero con caño reforzado para poder disparar más ráfagas sin que se dilatase el cañón y que además llevaba un trípode en su extremo- abría fuego a la par que cambiaba de posición, desorientando a los británicos -”peleaban como verdaderos demonios”, dirían después- que no lograban dar con él.

Misión cumplida. A la izquierda Pichi Contardi y a la derecha Víctor Hugo Iópolo, uno de los que trabajó para que la escuela llevase el nombre del compañero muerto

Aún sabiendo que se había transformado en el principal blanco enemigo, Becerra se negó a replegarse porque quería cubrir a sus compañeros. Una hora estuvo disparando en esas condiciones hasta que lo abatieron con un lanza cohetes.

En la familia estaban pendientes de los contingentes de soldados que regresaban y ante la misma pregunta que se repetía una y otra vez, la respuesta era que a Becerra no lo habían visto, búsqueda que finalizó cuando estacionó un jeep del Ejército frente a la casa y dos oficiales les llevaron la noticia que nunca imaginaron escuchar.

Desde 1983 sus restos descansan identificados en la tumba 15, de la fila 1 del sector B del cementerio argentino en Darwin.

El papá falleció de un infarto dos años después, y su médico lo atribuyó a la tristeza. Su mamá, sumida en la desesperación, solía salir de su casa de madrugada para ir a buscar a su hijo, quien sabe dónde.

Veteranos posan junto a la directora del establecimiento

El recuerdo del Negro Guanes

Víctor Hugo Iópolo es para todo el mundo “el colorado”, un veterano del regimiento 6, corpulento, de emoción fácil, que el pasado noviembre cumplió 64 años. Era clase 60 pero había pedido prórroga para terminar sus estudios de maestro mayor de obra. La vida quiso que a diez días de irse de baja, le tocase ir a Malvinas.

Nació y vive en Moreno, y su obsesión fue que había que hacer algo por Becerra y Guanes, los dos veteranos caídos del 6 que eran de Moreno, porque como le confesó a Infobae, “de estos muchachos nadie se va a acordar”.

Trabajó muchos años en la gráfica hasta que el médico le indicó que debía parar y se empleó como auxiliar en una escuela de Moreno. Dice sentir un profundo dolor mientras se señala el corazón cuando, diez días después de haber regresado de la guerra, la mamá del Negro Guanes, que lo había tenido de soltera, fue a su casa porque no tenía noticias de su hijo. Iópolo sabía que Guanes, muchacho introvertido que era más de mirar que de hablar, había sido gravemente herido en las piernas por una bomba en las últimas horas de la guerra; que el soldado Goñi, desentendiéndose del intenso fuego enemigo y de la tierra que no dejaba de temblar por las explosiones, le aplicó morfina mientras se desangraba y perdía el conocimiento; y que sus compañeros, cuyos rostros exhaustos por el combate se iluminaban intermitentemente con las bengalas, lo rodeaban y atinaron a rezarle a la virgencita paraguaya de Caacupé, del que su amigo al que la vida se la iba era devoto; y que como no podían llevarlo con ellos, lo dejaron cubierto por una sábana blanca, que indicaba que era un soldado herido.

Terminadas las acciones se enteraron de que había fallecido, pero Iópolo no tuvo el valor de enfrentar a la mujer y contarles los detalles de los últimos minutos de su hijo e hizo salir al padre. Ella entendió, dio las gracias y no la vio nunca más. Iópolo iría a terapia por veinte años, porque en el fondo, él hubiera querido que, de haber muerto en Malvinas, su madre supiera la verdad.

Con banda militar y todo. El acto fue una revolución en el barrio, del que participaron los vecinos

La puja con el Che Guevara

Con los años se empleó como portero en la Escuela de Educación Secundaria N° 30 de Moreno, ubicada en el barrio 2000, a pocas cuadras del Acceso Oeste, zona insegura pero que, en el universo de la delincuencia que domina al conurbano, él define que ahora está más tranquilo.

No como cuando el año en que entró a trabajar, cuando manos cobardes la quemaron. Junto a otros veteranos se desvivieron para reconstruirla, tarea que les llevó un año. Van chicos de primero a sexto año, en dos turnos, mañana y tarde.

Unos doce años atrás Iópolo vio un pequeño cartelito, medio escondido, donde se invitaba a los profesores a sugerir nombres para bautizarla. Iópolo, quien además presidía la cooperadora y era famoso por publicar los balances, increpó al director de entonces. Que la escuela era del barrio, que todos los vecinos tenían el derecho de votar, y que el cartel debía ponerlo en la entrada para que fuera visible para todos. “Yo sabía que con vos iba a tener problemas”, se quejó el director.

El apuntó el nombre de Walter Becerra, pero también hubo otros que apoyaban la candidatura de Ernesto Che Guevara, y hubo quienes optaron por Leonardo Da Vinci y otros que su memoria ya borró. Para la selección final, el trámite se le complicó, ya que cada postulante debía presentar un video con la justificación de por qué lo proponía. Para los otros postulantes, fue sencillo: recurrieron a videos publicados en youtube, pero él no sabía qué hacer. Se le ocurrió grabarlo a Fernando Pichi Contardi, gran amigo de Becerra, y luego viajó a Buenos Aires donde lo filmó a Esteban Vilgré Lamadrid, que había sido su jefe. Cada uno relató quién había sido el soldado muerto en Tumbledown.

La escuela 30 ahora tiene nuevo logo y homenajea a un caído en Malvinas

Durante una semana los alumnos tuvieron la oportunidad de ver todos los videos y Becerra ganó con el 99% de los votos. El resultado fue asentado en el libro de actas del colegio y el directivo, contrariado por el resultado, cajoneó el trámite.

Ese director se fue, y vino una seguidilla de una interina, un profesor, luego otra directora, y todos se desentendieron del tema. Iópolo no se acuerda bien de ninguno de ellos.

El veterano estaba cansado. Era mucho el desgaste de tantos años porque además era la cabeza de la cooperadora, y a comienzos de este año renunció, si hacía cuatro o cinco que se había jubilado. Está separado y tiene tres hijas.

En agosto, una llamada lo volvió a la vida. El vice director Pablo Roncio le dijo que la provincia había aprobado la imposición del nombre. Solo había que buscar una fecha para hacerlo realidad.

Por los compromisos de los funcionarios municipales, se eligió el 21 de noviembre, para hacerlo coincidir, casi con el día de la soberanía, que es el 20.

El acto fue un tremendo alboroto de los buenos en el barrio. Se consiguió que fuera la banda de música del Grupo 1 de Artillería “Tomás de Iriarte”, que tiene asiento en Campo de Mayo, y el modesto patio de la escuela se llenó de vecinos, funcionarios municipales, provinciales y veteranos.

Iópolo, que ese día fue abanderado, agradeció quebrado por la emoción a los veteranos que participaron de este reconocimiento, como a Alberto “Culata” Curieses, que trabajaba en el Consejo Escolar de Moreno y ayudó mucho cuando la escuela se quemó. También estaba el coronel Mario Albérico Moyano -teniente primero en la guerra- “el papá de todos los veteranos”, y muchos compañeros del 6, que siempre se mueven como en una suerte de inquebrantable hermandad guerrera.

Estaban los Becerra, a quien se les obsequió una bandera, y su hermano Carlos participó del descubrimiento de la placa. El jefe del regimiento 6, coronel Sebastián Marincovich, envió un diploma para la escuela.

“Lo que hicimos en el colegio fue dejar una familia a nuestros compañeros”, aseguró Iópolo. Porque en 2017 también se había cumplido con el otro caído, cuando a la Escuela de Educación Secundaria N° 42 de Paso del Rey pasó a llamarse Héctor Guanes.

En la familia están más que contentos que, después de tantos años, se hayan acordado de Walter. A la vuelta de la casa, en una placita un monolito tiene su nombre y también hay otro en la plaza principal de Moreno, frente a la municipalidad. Hace tiempo hubo un intento de un concejal de ponerle el nombre a la calle donde vive la familia, pero el edil falleció y todo quedó en la nada.

Esa noche, la de las milanesas con bombas de papa, su cuñada Mónica les preguntó si tenían miedo, y ellos respondieron que no, que los “iban a hacer pelota a los ingleses”. En la puerta de calle fue la despedida, y la última vez que lo vieron fue cuando cruzó la calle para tomar el colectivo 57. En un momento los cuatro muchachos que iban a la guerra se dieron vuelta y saludaron, pensando tal vez en un hasta luego, pero que duraría para toda la vida.


jueves, 3 de julio de 2025

GA 4: La experiencia del joven Subteniente Jorge Zanela

𝐑elato de un joven subteniente



 

Jorge Zanela, que entonces era un subteniente de 23 años, jefe de la sección piezas del GA 4
A partir del 24 de mayo, la batería de tiro A, compuesta de cuatro piezas, ocupó una posición en la zona de Darwin, agregándose a la fuerza de tareas “Mercedes”. Les harían frente con fuego de hostigamiento a los británicos que se desplazaban hacia ese punto luego de haber desembarcado en la bahía de San Carlos.
Dos piezas fueron enviadas por mar con el Río Iguazú. Luego de ser atacado por la aviación británica, en un complicado rescate que demoró más de un día de las piezas que se buscaron al tanteo en la bodega inundada del buque, llegaron a Darwin. Otros dos Oto Melara fueron llevados con un helicóptero Chinook el 26 de mayo por la tarde.
Ese día fue las piezas comenzaron a ser accionadas. Apuntaron además a una fragata inglesa a la que, luego de 16 disparos, la hicieron retroceder.
El 28 de mayo fue un día de combate intenso. Zanela recuerda que todo se resumía en cargar y tirar. Cada obús estaba a cargo de un suboficial y era asistida por cinco soldados. Calcula que se dispararon entonces 2400 proyectiles, “todo lo que había”, describió.
La mayoría de la actividad era de noche. De día iban a reconocer el terreno y a llevar la munición. Era un ir y venir con los cajones.



Los Oto Melara tenían un alcance de diez kilómetros y no llegaban a hacer daño a las posiciones enemigas. Tiene un tiro más corto que había que hacerlo con mayor ángulo. De todas maneras, el suelo blando de la turba hacía que tanto los proyectiles argentinos como los británicos se hundiesen demasiado, y las explosiones no fueran suficientemente efectivas.
Fueron dos días de combate sin descanso. A algunos le salían sangre por los oídos, debido a los tímpanos que no soportaban el continuo estruendo de las piezas. Muchos quedaron temporalmente sordos y los soldados terminaron con sus puños hinchados de tanto hacer fuerza para empujar el proyectil dentro de la pieza. No contábamos con observador adelantado, ni centro de dirección del tiro por lo que se Usó cartografía kelper muy precisa y la información de la infantería adelantada
El 29 de mayo a las dos de la mañana se produjo el cese del combate en Darwin. Los artilleros no tuvieron bajas, sino heridos leves por esquirlas y un suboficial con un brazo lastimado cuando fue golpeado por el retroceso del cañón.
Se inutilizaron los cañones: se les quitó el block de cierre, los anteojos de puntería y, junto a otras piezas, se las tiró al mar. A un jeep Mercedes Benz, que solo tenía un rodaje de 80 kilómetros, se le quitó el aceite y se lo dejó en marcha para que se fundiera. Como el motor resistió, se rompieron partes del motor a golpes de maza.

martes, 1 de julio de 2025

Reino Hundido: La 77a Brigada realiza inteligencia en Internet

Dentro de la maquinaria secreta de guerra de información del Ejército Británico

Son soldados, pero la 77.ª Brigada edita videos, graba podcasts y escribe publicaciones virales. Bienvenidos a la era de la guerra de información.



Future Publishing/Getty Images/WIRED
Wired


Una valla de alambre de púas se extendía a ambos lados. Una bandera de la Unión ondeaba con una ráfaga de viento, y los soldados entraban y salían de una caseta de guardia en medio de la carretera. Atravesando la caseta, y bajo una hilera de focos, caminé hacia una larga hilera de edificios de ladrillo, sombríos y bajos. Era verano de 2017, y en esta base militar enclavada entre las colinas de Berkshire, visitaba una parte del Ejército Británico sin igual. La llaman la 77.ª Brigada. Son las tropas que luchan en las guerras de información de Gran Bretaña.

"Si todos piensan igual, entonces alguien no está pensando", se leía en letras de treinta centímetros de alto en una pizarra blanca en uno de los atrios principales de la base. A un lado, había una sala llena de grandes cuadernos de dibujo electrónicos y ordenadores multipantalla con software de edición digital. Los hombres y mujeres del 77.º Regimiento sabían configurar cámaras, grabar sonido y editar vídeos. Procedentes de diversas esferas del ejército, eran expertos en diseño gráfico, publicidad en redes sociales y análisis de datos. Algunos podrían haber cursado el curso de Operaciones de Medios de Defensa del ejército, y casi la mitad eran reservistas de la calle, con trabajos a tiempo completo en marketing o investigación de consumidores.

De oficina en oficina, encontré una parte diferente de la Brigada ocupada trabajando. Una sala se centraba en comprender al público: la composición, la demografía y los hábitos de las personas a las que querían llegar. Otra era más analítica, centrada en generar "conciencia de actitud y sentimiento" a partir de grandes conjuntos de datos de redes sociales. Otra estaba llena de oficiales produciendo contenido de vídeo y audio. En otro lugar, equipos de especialistas en inteligencia analizaban minuciosamente cómo se recibían los mensajes y debatían cómo hacerlos más resonantes.

Al explicar su trabajo, los soldados usaron frases que había escuchado innumerables veces de los especialistas en marketing digital: "influencers clave", "alcance", "tracción". Normalmente se escuchan estas palabras en estudios de publicidad viral y laboratorios de investigación digital. Pero los vaqueros ajustados y los bigotes de cera fueron reemplazados por las camisas recién planchadas y el camuflaje ligero estampado del Ejército Británico. El entorno era igualmente incongruente: el cuartel general del 77.º era una mezcla de suelo de linóleo, largos pasillos y puertas cortafuegos batientes. Más Grange Hill que Menlo Park. Junto a un estudio de diseño digital, los soldados tomaban un té, con un paquete de galletas digestivas abierto sobre una caja de munición metálica verde. Otro cartel en la pared decía: "El cambio de comportamiento es nuestra USP [argumento único de venta]". ¿Qué estaba pasando?

"Si rastreas dónde está desplegado el personal británico, puedes hacerte una idea clara de dónde ocurre este tipo de actividad de 'influencia'", me dijo más tarde un oficial de guerra de información (no afiliado al 77.º) bajo condición de anonimato. "El Ministerio de Defensa emitirá un documento con directrices generales y temas a seguir". Explica que cada campaña militar ahora también tiene, o mejor dicho, es, una campaña de marketing.

Desde el despliegue de tropas de la OTAN en el Báltico en 2017, también se ha desplegado propaganda rusa, alegando que los soldados de la OTAN allí son violadores, saqueadores, poco diferentes de una ocupación hostil. Uno de los objetivos de la guerra de información de la OTAN era contrarrestar este tipo de amenaza: refutando con firmeza los rumores dañinos y produciendo vídeos de tropas de la OTAN trabajando con entusiasmo con los anfitriones del Báltico.

Campañas de información como estas son "blancas": abierta y declaradamente la voz del ejército británico. Pero para un público más restringido, en situaciones de conflicto, y cuando se entendía que era proporcionado y necesario hacerlo, las campañas de comunicación podían volverse, según el oficial, "grises" y "negras" también. "Contrapiratería, contrainsurgencia y contraterrorismo", explicó. En ese caso, la comunicación no tiene por qué parecer procedente del ejército ni decir necesariamente la verdad.

No vi ninguna prueba de que el 77.º Regimiento realizara este tipo de operaciones, pero este uso más agresivo de la información no es nada nuevo. El Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ), por ejemplo, también cuenta con una unidad dedicada a combatir guerras con información. Se llama "Grupo Conjunto de Inteligencia para la Investigación de Amenazas" (JTRIG), un nombre nada revelador, ya que es común en el mundo de la inteligencia. Casi todo lo que sabemos sobre él, proviene de una serie de diapositivas filtradas por el denunciante de la NSA, Edward Snowden, en 2013. Estos documentos nos dan una idea de cómo podrían ser este tipo de campañas de información encubierta.

Según las diapositivas, el JTRIG se dedicaba a desacreditar empresas, pasando "información confidencial a la prensa a través de blogs, etc.", y publicando información negativa en foros de internet. Podían modificar las fotos de las redes sociales de alguien ("pueden llevar la 'paranoia' a un nivel completamente nuevo", decía una diapositiva). Podían usar técnicas de enmascaramiento, es decir, colocar información "secreta" en un ordenador comprometido. Podían bombardear el teléfono de alguien con mensajes de texto o llamadas.

El JTRIG también contaba con un arsenal de 200 armas de información, desde las que estaban en desarrollo hasta las que estaban completamente operativas. Una herramienta llamada "Badger" permitía el envío masivo de correos electrónicos. Otra, llamada "Burlesque", falsificaba mensajes SMS. "Clean Sweep" suplantaba publicaciones en el muro de Facebook de individuos o países enteros. "Gateway" permitía "aumentar artificialmente el tráfico a un sitio web". "Underpass" era una forma de alterar los resultados de las encuestas en línea.

Tenían objetivos operativos en todo el mundo: Irán, África, Corea del Norte, Rusia y el Reino Unido. A veces, las operaciones se centraban en individuos y grupos específicos, a veces en regímenes más amplios o incluso en la población en general. La Operación Quito fue una campaña, en marcha después de 2009, para evitar que Argentina se apoderara de las Islas Malvinas. Una diapositiva explicaba que "con suerte, esto conducirá a una operación de efectos a largo plazo, a gran escala y pionera". Otra operación, en marcha desde marzo de 2011, buscaba un cambio de régimen en Zimbabue desacreditando al partido ZANU PF.

Al recorrer la sede del 77.º, se hizo evidente la extraña y nueva realidad de la guerra. Todos hemos oído hablar mucho de la "ciberguerra": cómo los estados podían atacar a sus enemigos a través de redes informáticas, dañando su infraestructura o robando sus secretos. Pero eso no era lo que estaba sucediendo. En la 77.ª Brigada, surgió una guerra de guiones gráficos y narrativas, vídeos y redes sociales. Ahora, el enfrentamiento no solo ocurre en el campo de batalla, sino también en los medios y en línea. La victoria se gana tanto a ojos del público como entre ejércitos opuestos en el campo de batalla. La guerra en la era de la información es una guerra por la información misma.

Hace más de una década, y a un mundo de distancia de la 77.ª Brigada, había gente que ya sabía que internet era una nueva y potente herramienta de influencia. No llamaban a lo que hacían "guerra de la información", ni operaciones mediáticas, ni actividades de influencia, ni acción en línea, ni ninguna de las expresiones militares en las que se convertiría. Los miembros de las subculturas digitales latentes que se agrupaban en torno a foros de hackers, en IRC y en foros de imágenes como 4chan, podrían haberlo llamado "hackeo de atención". O simplemente, risas.

En 2008, Oprah Winfrey advirtió a sus millones de espectadores que una conocida red de pedofilia "tiene más de 9000 penes y todos violan niños". Se trataba de una broma interna de 4chan con temática de Dragon Ball que alguien había publicado en el foro del programa. Un año después, la revista Time realizó una encuesta en línea para que sus lectores votaran por las 100 personas más influyentes del mundo, y 4chan utilizó scripts para manipular la votación y que su fundador, Christopher Poole, de 21 años por aquel entonces, conocido como "moot", saliera primero. Crearon bots y "sockpuppets" (cuentas falsas en redes sociales para que los temas se convirtieran en tendencia y parecieran más populares de lo que eran) y se unieron para abrumar a sus objetivos. Empezaron a usar computadoras para cambiar lo que la gente veía, e incluso lo que pensaba. Celebraron cada victoria con una avalancha de memes.

Los memes fueron rápidamente aprovechados por otros para ganar dinero. A lo largo de la década del 2000, pequeñas empresas de relaciones públicas, consultoras de comunicación política y mercados de la darknet comenzaron a difundir las tácticas y técnicas pioneras de 4chan. "Los comerciantes expertos en medios digitales están utilizando su conocimiento de los servicios comerciales de manipulación en redes sociales como arma", me cuenta bajo condición de anonimato un investigador de ciberseguridad que rastrea este tipo de actividad comercial ilícita.

"Es como una cadena de montaje", continúa. "Preparan la campaña, se infiltran en el público objetivo, mantienen la operación y luego se desvinculan estratégicamente. Esto solo va a crecer".

Diversos sitios web comenzaron a vender cuentas falsas, descritas, categorizadas y con precios casi como el vino: desde vino barato hasta añadas maduras. El "ENORME MEGA BOT PACK", disponible por solo 3 dólares en la darknet, permitía construir tu propio ejército de bots en cientos de plataformas de redes sociales. Existían servicios para manipular los resultados de los motores de búsqueda. Se podían comprar ediciones de Wikipedia. Se podían alquilar direcciones IP falsas para que pareciera que tus cuentas provenían de todo el mundo. Y en la cima del mercado estaban las "granjas de leyendas", empresas que gestionaban decenas de miles de identidades únicas, cada una con múltiples cuentas en las redes sociales, una dirección IP única, su propia dirección de internet, incluso su propia personalidad, intereses y estilo de escritura. El lulz se había transformado en un modelo de negocio.

Dentro de la base del 77.º Regimiento, todo estaba en marcha. Se colocaba el suelo, se instalaban las unidades de trabajo; los escritorios, vacíos de pertenencias, formaban filas ordenadas en oficinas aún cubiertas de plástico, cinta adhesiva y serrín. La unidad se formó apresuradamente en 2015 a partir de varias secciones antiguas del Ejército Británico: un Grupo de Operaciones de Medios, un Grupo de Apoyo a la Estabilización Militar y un Grupo de Operaciones Psicológicas. Desde entonces, se ha expandido rápidamente.

En 2014, un año antes de la fundación del 77.º Regimiento, un memorando titulado "Guerra en la Era de la Información" circuló por el ejército británico. "Estamos ahora en las primeras etapas de la Era de la Información", anunciaba el memorando. Argumentaba que el Ejército Británico necesitaba librar un nuevo tipo de guerra, una que "tendrá la información como su núcleo". El Ejército necesitaba estar presente en redes sociales, internet y la prensa, comprometido, como decía el memorando, "en la tarea recíproca y en tiempo real de ser los primeros en dar la verdad, refutar las narrativas de otros y, si es necesario, manipular la opinión de miles de personas simultáneamente en apoyo de las operaciones de combate".

Entonces, el negocio del lulz se transformó en geopolítica. En todo el mundo, los ejércitos habían llegado a la misma conclusión que los británicos, y a menudo con mayor rapidez. "Hay una mayor dependencia y un mayor deseo de información", comenzaba la Doctrina Conjunta Aliada para Operaciones de Información de la OTAN, publicada en 2009. Y llegaba a la misma conclusión que el memorando militar británico: las guerras necesitaban una "mayor atención a las Operaciones de Información". En pocas palabras, las operaciones de información debían utilizarse para atacar la voluntad del enemigo. “Por ejemplo, al cuestionar la legitimidad del liderazgo y la causa, las actividades de información pueden socavar su base de poder moral, separando al liderazgo de sus partidarios, políticos, militares y públicos, debilitando así su deseo de continuar y afectando sus acciones”, explica el documento.

Rusia también participó en la acción. La Primavera Árabe, las revoluciones en varios estados postsoviéticos, la ampliación de la OTAN: cada uno de estos factores había socavado el deteriorado edificio del poder ruso. Rusia contaba con un gran ejército convencional, pero eso parecía importar menos que en el pasado. El Jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerasimov, comenzó a replantearse las funciones de un ejército. La guerra, argumentó en un artículo para Voyenno-Promyshlennyy Kurier (La Revista de la Industria Militar), era ahora “híbrida”, difuminando las fronteras entre guerra y paz, entre lo civil y lo militar, entre lo estatal y lo no estatal. Y había otra difuminación también: entre la fuerza y ​​las ideas. La “lucha moral, psicológica, cognitiva e informativa”, como la expresó Gerasimov, se convirtió en el eje central de la lucha contra los conflictos.

Ahora conocemos cómo es la guerra de información rusa. Moscú ha construido un aparato que abarca desde los grandes medios de comunicación hasta los rincones más remotos de la blogosfera, desde el presidente de la Federación Rusa hasta el humilde bot. Al igual que los primeros hackers que buscaban atención, sus técnicas son una mezcla de lo muy visible y lo muy secreto, pero a una escala mucho mayor.

Mucho menos visible para Occidente, sin embargo, fue el estallido de otros escenarios de guerra de información fuera del ámbito anglosajón. Gerasimov tenía razón: cada uno era un caso de límites difusos. Era guerra de información, pero no siempre llevada a cabo solo por militares. Provenía del Estado, pero a veces también incluía a numerosos actores no estatales. Principalmente, era llevada a cabo por autocracias y, a menudo, se dirigía internamente, contra los propios habitantes del país.

Un artículo de Harvard publicado en 2017 estimó que el gobierno chino emplea a dos millones de personas para escribir 448 millones de publicaciones en redes sociales al año. Su objetivo principal es mantener las discusiones en línea alejadas de temas políticos delicados. Marc Owen Jones, investigador del Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Exeter, expuso miles de cuentas falsas de Twitter en Arabia Saudita, que "ensalzaban al gobierno saudí o a la política exterior saudí". En Baréin, surgió evidencia de operaciones similares al spam, cuyo objetivo era impedir que los disidentes se encontraran o debatieran temas políticamente peligrosos en línea. En México, se estima que existen 75,000 cuentas automatizadas, conocidas localmente como Peñabots, en honor al presidente Enrique Peña Nieto, que inundan las etiquetas de protesta con ruido irrelevante y molesto, ocultando cualquier información útil.

La desinformación y el engaño han formado parte de la guerra durante miles de años, pero en todo el mundo, algo nuevo estaba comenzando a suceder. La información se ha utilizado durante mucho tiempo para apoyar las operaciones de combate, pero ahora se consideraba que el combate se desarrollaba principalmente, a veces exclusivamente, a través de ella. De ser una herramienta de guerra, cada ejército comenzó a comprender que la lucha con, por y a través de la información era la esencia misma de la guerra. Y no se limitaba a Rusia, China o cualquier otro país. Ha estallado una guerra informativa global. Decenas de países ya lo están haciendo, y estas son solo las campañas que conocemos.

Sobre sus hombros, los soldados de la 77.ª Brigada llevan un pequeño parche azul redondo que rodea a una criatura dorada y gruñona que parece un león. Llamada A Chinthe, es una bestia mítica birmana que usaron por primera vez los Chindits, una fuerza guerrillera británica e india creada durante la Segunda Guerra Mundial para proteger a Birmania del avance del ejército japonés. Un ejército irregular, los Chindits se infiltraron profundamente tras las líneas enemigas en incursiones impredecibles, destruyendo depósitos de suministros y cortando las conexiones de transporte, con el objetivo de sembrar la confusión tanto como la destrucción.

No es casualidad que la 77.ª lleve el Chinthe sobre sus hombros. Al igual que los Chindits, son un nuevo tipo de fuerza. Una poco ortodoxa, pero a ojos del ejército británico también una innovación necesaria. Simplemente refleja el mundo en el que vivimos y el nuevo tipo de guerra que se desata en él.

Esta nueva guerra plantea un problema que ni la 77.ª Brigada, ni las fuerzas armadas, ni ningún estado democrático han logrado resolver aún. Es fácil descubrir cómo engañar al público extranjero, pero mucho más difícil saber cómo proteger al nuestro. Ya sea la participación de Rusia en las elecciones estadounidenses, el Brexit, el envenenamiento con novichok o las docenas de otros casos que ya conocemos, los casos se acumulan. En la guerra de la información, la ofensiva supera a la defensa casi por diseño. Es mucho más fácil difundir mentiras que convencer a todos de que son mentiras. La desinformación es barata; desacreditarla es caro y difícil.

Peor aún, este tipo de guerra beneficia más a los estados autoritarios que a los democráticos liberales. Para los estados y las fuerzas armadas, manipular internet es trivialmente barato y fácil de hacer. El factor limitante no es técnico, sino legal. Y, a pesar de los excesos de la inteligencia occidental, sigue operando en entornos legales que tienden a restringir considerablemente dónde y con qué amplitud se puede desplegar la guerra de la información. China y Rusia no tienen tales obstáculos legales.

Quizás la única solución verdadera al problema sea dotarnos a todos de las habilidades necesarias para protegernos de la guerra de la información. Pero lleva tiempo. Lo que se pudiera enseñar nunca estaría a la altura de lo que se puede hacer. Las posibilidades tecnológicas, tal como están las cosas, superan fácilmente la comprensión pública.

El Chinthe se construía a menudo en las entradas de pagodas, templos y otros lugares sagrados para protegerlos de las amenazas y peligros que acechaban en el exterior. Hoy en día, ese lugar sagrado es el propio internet. Las amenazas contra él están mucho mejor financiadas y son más potentes, desde el lulz hasta el spam y la guerra de la información. La era de la guerra de la información apenas comienza.

Carl Miller es director de investigación del Centro para el Análisis de las Redes Sociales y autor de La Muerte de los Dioses: La Nueva Toma de Poder Global.

domingo, 29 de junio de 2025

Georgias del Sur: Intervención británica


Fuerza de Operaciones Especiales Británica en el Conflicto Anglo-Argentino (1982)



Serguéi Kozlov || Revista Militar



 


Según los propios británicos, ellos desembarcaron por primera vez en las Islas Malvinas en 1690. Administrativamente, las islas se consideran parte de la Corona británica desde 1833. En 1982, la población de las islas ascendía a 2.000 personas. Todos hablaban inglés, aunque con un ligero acento isleño, bebían cerveza ale, conducían coches con el volante a la derecha y se consideraban británicos, a pesar de la considerable distancia (13.000 km) de la metrópoli.


El conflicto con la vecina Argentina comenzó debido a sus antiguas reivindicaciones sobre las islas, a las que los argentinos incluso llamaban a su manera: Las Malvinas. El 19 de marzo de 1982, un grupo de argentinos bajo la apariencia de recolectores de chatarra desembarcó en la isla Georgia del Sur, que administrativamente pertenecía a las Islas Malvinas, a pesar de su considerable distancia de ellas. En ese momento, solo se encontraban en la isla un equipo de investigación antártica británico y dos camarógrafos. Los argentinos se apoderaron rápidamente de la abandonada estación ballenera de Leith y, sin entrar en negociaciones con los británicos de la isla, izaron la bandera argentina. Se produjo, pues, un incidente diplomático.


Buque oceanográfico británico "Endurance"


El 31 de marzo, un escuadrón de veintidós infantes de marina reales que patrullaban en la zona atlántica a bordo de los Endurans fue enviado a la isla para realizar una presencia militar británica en Georgia del Sur, proteger a los exploradores británicos y vigilar a los argentinos.

Al mismo tiempo, a 1.100 kilómetros al noroeste, en las Malvinas Orientales, una pequeña guarnición británica de unas cuarenta personas fue puesta en alerta. El 1 de abril, el mayor noruego real Norman, que esperaba el desembarco de la fuerza de desembarco argentina, desplegó sus modestas fuerzas para proteger los puntos clave de las Tierras Populares Orientales. Sabía muy bien que durante mucho tiempo no podría hacer frente a un gran grupo de desembarco. El hecho de que los argentinos desembarcarían allí sin dudarlo lo comprendían incluso los lugareños.

Los argentinos se embarcaron a primera hora del 2 de abril en el desembarco, convocando la operación de invasión de Rosario. Las fuerzas eran demasiado desiguales, pero los británicos resistieron al enemigo durante tres horas. A las 8.30, el gobernador de las islas, Sr. Rex Hunt, para salvar las vidas de los marines y defensores civiles de las islas, ordenó que cesara la resistencia.


Reconociendo las sombrías noticias de los informes de la Fuerza Aérea, el comandante del regimiento SAS 22, el teniente coronel Michael Rose, puso inmediatamente al escuadrón D en alerta máxima. A pesar de que la información sobre la crisis en el Atlántico Sur llegó el viernes, cuando la mayor parte del personal estaba en despido y lo estaba pasando bien, al mediodía del sábado ya se había recibido de los almacenes ropa y equipo de abrigo, equipo especial, armas y municiones. El domingo por la mañana, todo el personal ya estaba en el RPM y recibió la tarea, y el grupo de avanzada voló para organizar un puesto en la isla Ascensión, ubicada cerca del ecuador. Al día siguiente, siguió el resto, así como todo el personal y los especialistas necesarios de otros escuadrones.

CAÍDA EN GEORGIA DEL SUR

Después de desembarcar el 3 de abril en Georgia del Sur, los argentinos intentaron convencer al teniente Miles y su pequeño destacamento de que se rindieran, pero fue en vano. Luego, dos grupos de marines desembarcaron desde helicópteros desde diferentes lados en las afueras del puerto de Gritviken y abrieron fuego contra las posiciones de los marines británicos en King Edward Point. A pesar de la desigualdad de fuerzas, los británicos lograron derribar uno de los dos helicópteros de transporte, así como dañar el helicóptero de reconocimiento. Y cuando la fragata enemiga intentó acercarse a la costa, los británicos abrieron fuego contra ella con lanzagranadas antitanque. Como resultado de los disparos de ametralladoras, el barco se inclinó.


Puerto de Gritviken en Georgia del Sur


Tras cumplir su misión y darse cuenta de que ya no podían influir en el resultado de los acontecimientos, los marines se rindieron.

En Ascensión se formó un grupo táctico bajo el mando del mayor Guy Sheridan del Cuerpo de Marines Reales. Incluía la compañía M42 de la división de comandos, la segunda sección del SBS y el escuadrón D del 22º regimiento SAS. El grupo se dirigió hacia el sur en los buques de la flota real Fort Austin y Tidespring, acompañados por los destructores Antrim y Plymouth. En el "Antrim" se encontraba el puesto de mando de la operación, que recibió el nombre en clave "Parakuet". Incluso antes del desembarco, el grupo debía encontrarse en el mar con el buque hidrográfico "Endurance" y el submarino nuclear "Conkeror". Se suponía que los helicópteros proporcionarían apoyo aéreo y de apoyo a la operación. Helicópteros Wessex y Links, así como el helicóptero Wasp del buque oceanográfico Endurance.

La ubicación solitaria de Georgia del Sur en el Atlántico crea vientos tales que su clima es comparable al clima del norte de Islandia. Las condiciones de vida en la isla están lejos de ser cómodas. Varios asentamientos se aferran a los acantilados de los fiordos. En la segunda quincena de abril, comienza a soplar uno de los vientos antárticos más penetrantes, y el día se reduce a solo unas pocas horas. Todas estas circunstancias hicieron pensar a los argentinos que los británicos en ningún caso se decidirían a realizar un desembarco. Por lo tanto, su vigilancia se redujo.

EXPLORACIÓN FALLIDA

El 21 de abril, menos de tres semanas después de la invasión argentina, dieciséis especialistas en entrenamiento de montaña del SAS aterrizaron en la costa helada a seis mil kilómetros de la base británica más cercana. Una tormenta de nieve azotó la isla. Los pilotos de los helicópteros necesitaron mucho trabajo para levantar los helicópteros de la cubierta, pero aún más trabajo: en la oscuridad y con fuertes vientos para aterrizarlos en la plataforma no preparada del glaciar Fortuna.


A pesar del alto nivel de preparación de los soldados, en cinco horas lograron desplazarse a no más de un kilómetro del lugar de aterrizaje. Además de la tormenta de nieve, la situación se complicó por la carga de los soldados. Cada equipo pesaba unos treinta y cinco kilogramos. Además, arrastraban cuatro trineos, cada uno de los cuales también pesaba hasta noventa kilogramos. Empezó a amanecer. Para al menos esconderse de alguna manera del viento, las fuerzas especiales intentaron montar dos tiendas de campaña árticas. Pero una ráfaga de viento hizo volar una de ellas y en la otra se rompieron los postes de instalación. La mayoría de los soldados sufrieron congelación.

En tales condiciones, no se podía hablar de un desempeño efectivo de la misión de combate. Era necesario evacuar al grupo al barco lo antes posible. Debido a las difíciles condiciones meteorológicas durante la evacuación, dos helicópteros se estrellaron.

Al día siguiente se decidió realizar una exploración de Leith y otros asentamientos en el área de Stromness Bay por parte de las fuerzas de la segunda sección de SBS. Los nadadores de combate, que iban en cinco botes inflables con tres personas en cada uno, debían desembarcar en la isla. Pero el viernes por la mañana temprano, cuando aún no había amanecido, a pesar del precalentamiento de los motores, tres de los cinco se negaron a despegar. Como resultado, los tres restantes fueron remolcados por dos botes. En la oscuridad y debido a una fuerte ráfaga de viento cruzado, dos botes remolcados se perdieron. Afortunadamente, más tarde el equipo de uno de ellos logró encontrar el helicóptero de la Marina Real. La tripulación del segundo bote rastrilló el cabo de la isla, desde donde durante varios días salió a pie, escondiéndose del enemigo. El resto llegó con éxito a la orilla y organizó la observación de los objetos planificados. Pero ellos mismos no pudieron regresar al barco, ya que los botes estaban muy helados. Los nadadores de combate fueron sacados de la isla por un helicóptero Wessex en la mañana del 25 de abril.


Submarino argentino "Santa Fe"


Todos los intentos posteriores de desembarcar tropas en la isla se pospusieron temporalmente debido a la aparición en la región de Georgia del Sur del submarino argentino "Santa Fe".

Fue avistado en la superficie del océano por el piloto de un helicóptero Wessex que estaba evacuando a uno de los equipos del SBS. Atacó el barco y lanzó cargas de profundidad, causando daños. Y los helicópteros Lynx y Wasp que llamó atacaron el barco con disparos y misiles. Incapaz de sumergirse, el barco se vio obligado a navegar hacia Grytviken por sus propios medios.

Los británicos decidieron no perder la iniciativa, por lo que realizaron un asalto de emergencia. Era imposible esperar hasta que se acercaran las fuerzas principales de los marines reales. Por lo tanto, habiendo reunido todas las fuerzas disponibles de SAS, SBS y marines, que sumaban unas setenta personas, los británicos decidieron desembarcar en Georgia del Sur. Se enfrentaron a ellos al menos el doble de la guarnición más grande del enemigo. Según la doctrina militar, para el éxito de una ofensiva, los atacantes deben ser tres veces más defensivos. Pero las fuerzas especiales y los marines británicos han ignorado este hecho.

CAPTURA DE GEORGIA DEL SUR

Al amparo de la artillería de fuego del barco , los primeros equipos del SAS de Plymouth y Antrim aterrizaron en un trozo de terreno desnudo a dos kilómetros del pueblo y se atrincheraron. El resto llegó pronto en helicóptero y se reunió en la cresta, desde donde ahora podían observar Grytviken. Mientras tanto, uno de los equipos del SAS se dirigió al pueblo. Allí encontraron sábanas blancas colgando de las ventanas y argentinos ansiosos por rendirse.

La bandera nacional argentina fue retirada del asta y la Union Jack fue devuelta a su lugar habitual.


Al día siguiente, dos equipos SAS y un equipo SBS volaron en helicóptero a Leith. Y aquí un escuadrón de dieciséis argentinos de las Fuerzas Especiales británicas no ofreció resistencia seria. En total, el grupo de desembarco capturó a 156 soldados y oficiales enemigos, así como a 38 civiles argentinos en cautiverio.

El dominio argentino sobre Georgia del Sur, que duró 23 días, había terminado. Fue la primera victoria británica en el estallido de la Guerra de las Islas Malvinas.

Al día siguiente, el Escuadrón D estaba nuevamente en los barcos que se dirigían a Malvinas. Las fuerzas principales se movían en la misma dirección, entre las que se encontraba el Escuadrón S, el G, así como el cuartel general del 22º regimiento SAS dirigido por el teniente coronel Michael Rose.

viernes, 27 de junio de 2025

El controvertido hundimiento del ARA Gral Belgrano





El hundimiento del General Belgrano: un capítulo polémico en la historia naval

El 2 de mayo de 1982, el submarino británico HMS Conqueror hundió al crucero argentino ARA General Belgrano. Se trata de uno de los incidentes más controvertidos de la historia naval.

El suceso, que provocó la pérdida de más de 300 vidas, desató acalorados debates sobre la legalidad y proporcionalidad del ataque.


Las Malvinas

La Guerra de las Malvinas estalló en 1982 cuando Argentina, bajo la junta militar encabezada por el general Leopoldo Galtieri, invadió las Islas Malvinas, un territorio británico de ultramar. El conflicto se desarrolló en un contexto de disputas históricas y ambiciones políticas. Argentina había reclamado durante mucho tiempo la soberanía sobre las Malvinas, basándose en precedentes históricos y la proximidad geográfica. Los británicos, por otro lado, mantuvieron su soberanía sobre las islas y han estado presentes allí desde el siglo XIX.

ARA General Belgrano.

Históricamente, las Islas Malvinas han sido objeto de reclamos territoriales en pugna entre Argentina y el Reino Unido. Las islas están ubicadas en el Océano Atlántico Sur, aproximadamente a 300 millas (480 kilómetros) de la costa de América del Sur. Constan de dos islas principales, Malvina Oriental y Malvina Occidental, junto con numerosas islas más pequeñas.

El gobierno británico, a 12.800 kilómetros de distancia, bajo el mando de la primera ministra Margaret Thatcher, respondió rápidamente a la invasión argentina. Se envió una fuerza de tareas militares, compuesta por buques de guerra, tropas y apoyo aéreo, para recuperar las islas. El conflicto marcó el primer enfrentamiento militar importante entre dos potencias modernas desde la Segunda Guerra Mundial.

El contexto histórico y político que rodeó la Guerra de las Malvinas proporciona un marco para comprender las circunstancias que llevaron al hundimiento del Belgrano.

El General Belgrano

La Armada Argentina jugó un papel importante en la Guerra de las Malvinas, siendo el crucero General Belgrano uno de sus activos clave. El Belgrano, originalmente un buque de la Armada de los Estados Unidos llamado USS Phoenix, fue adquirido por Argentina en 1951 y sirvió como un orgulloso símbolo del poder naval del país.


El USS Phoenix en Pearl Harbor, 1941.

Como buque de guerra de la Segunda Guerra Mundial, el General Belgrano poseía una considerable potencia de fuego y capacidades. Era un crucero armado con quince cañones de 6 pulgadas, torpedos y defensas antiaéreas. El barco tenía una larga y distinguida historia, incluida su participación en la Batalla del Río de la Plata durante la Segunda Guerra Mundial.

El hundimiento del Belgrano

A fines de abril, la fuerza de tareas británica llegó a las Islas Malvinas e implementó una Zona de Exclusión Total (TEZ). En virtud de esta medida, la Marina Real designó un área que abarca 200 millas náuticas (230 millas, 370 km) desde el centro de las Malvinas como parte de la zona de conflicto activo. Se comunicó un mensaje claro a todos los barcos y aeronaves, independientemente de su nacionalidad, de que ingresar a la TEZ implicaba el riesgo de ser atacado sin previo aviso.

Un mapa de las Malvinas, que muestra la Zona de Exclusión Total.

En la tarde del 2 de mayo de 1982, el submarino británico HMS Conqueror, bajo el mando del capitán Christopher Wreford-Brown, había estado siguiendo al crucero argentino durante algún tiempo, monitoreando sus movimientos y evaluando las posibles amenazas a las fuerzas navales británicas. El Belgrano estaba acompañado por dos destructores. Los tres buques estaban fuera de la ZTE y se dirigían hacia el oeste, alejándose de las Malvinas.

Alrededor de las 15:00 horas, el HMS Conqueror disparó tres torpedos Mark VIII hacia el crucero argentino. Dos de los torpedos impactaron con éxito al Belgrano, causándole graves daños.

El HMS Conqueror regresa de las Malvinas.

Como consecuencia de los impactos de los torpedos, el Belgrano comenzó a hacer agua rápidamente. Los esfuerzos por controlar la inundación y estabilizar el buque se vieron obstaculizados por la magnitud de los daños sufridos. El crucero se inclinó hacia babor y a las 16:24 horas, el capitán del Belgrano dio la orden de abandonar el buque.

Los dos barcos que estaban con el Belgrano no supieron qué había pasado con el buque y continuaron su rumbo hacia el oeste.

Durante los dos días siguientes se realizó un esfuerzo de rescate para salvar a los sobrevivientes: barcos argentinos y chilenos sacaron del mar a 772 hombres.

El número exacto de víctimas del naufragio del Belgrano es tema de debate. Las cifras oficiales indican que 323 marinos argentinos perdieron la vida en el incidente.

Controversia

El hundimiento del General Belgrano ha sido objeto de mucho debate y controversia, incluidas discusiones sobre la legalidad y la clasificación del ataque como crimen de guerra.

Desde la perspectiva británica, el hundimiento del Belgrano se consideró una acción militar legal. El gobierno británico justificó el ataque basándose en la amenaza potencial que el crucero representaba para sus fuerzas navales. Argumentaron que el Belgrano era un objetivo militar legítimo y que su hundimiento era una respuesta proporcionada para garantizar la seguridad de sus propias fuerzas.

Por otra parte, los críticos de la acción británica sostienen que el hundimiento del General Belgrano constituyó un crimen de guerra. Sostienen que el ataque violó el principio de proporcionalidad, ya que la pérdida de vidas resultante del hundimiento superó la amenaza potencial que representaba el crucero en el momento del ataque. Argumentan que el barco se estaba alejando de la zona de conflicto y, por lo tanto, no representaba una amenaza inmediata para las fuerzas británicas.

La clasificación de un acto como crimen de guerra suele quedar dentro del ámbito de aplicación de los marcos jurídicos internacionales, como las Convenciones de Ginebra y el derecho internacional consuetudinario. Estos marcos establecen directrices y principios para la conducción de los conflictos armados y definen los crímenes de guerra como violaciones graves de esas normas.

El ARA General Belgrano se hunde tras el ataque.

En el caso específico del hundimiento del Belgrano, ningún tribunal internacional se ha pronunciado formalmente sobre si constituyó un crimen de guerra. Por lo tanto, la cuestión de si el hundimiento puede considerarse un crimen de guerra sigue siendo objeto de interpretación y debate jurídicos.

Es esencial reconocer que existen diferentes perspectivas e interpretaciones sobre la legalidad y la moralidad del ataque. Estos debates ponen de relieve las complejidades que rodean la aplicación del derecho internacional humanitario en los conflictos armados y los desafíos que plantea determinar la legalidad de las acciones militares, especialmente en situaciones dinámicas y de alta presión como las de guerra.


Conclusión

El conflicto de las Malvinas finalizó oficialmente el 14 de junio de 1982, con la rendición de las fuerzas argentinas. El conflicto duró un total de 74 días, del 2 de abril al 14 de junio de 1982. Después de una serie de enfrentamientos militares, que incluyeron batallas terrestres, enfrentamientos navales y ataques aéreos, las fuerzas británicas recuperaron con éxito las Islas Malvinas, poniendo fin de manera efectiva a las hostilidades. La junta militar argentina, al mando del general Leopoldo Galtieri, anunció la decisión de rendirse y las fuerzas británicas tomaron el control de las islas.

En el contexto de la historia naval, el hundimiento del General Belgrano es un triste testimonio del poder destructivo de la guerra moderna y del profundo costo humano que puede generar. Su legado perdura en forma de debates actuales sobre la ética militar, las reglas de enfrentamiento y el camino hacia la resolución de conflictos.

 

lunes, 23 de junio de 2025

La lista de armas provistas por USA a UK



Lista de armas provistas por USA a UK



Lista de armas y equipos entregados por Estados Unidos a Gran Bretaña por la guerra de Malvinas. Como detalle: los 200 torpedos Mk46 fueron pedidos pero no fueron entregados en su totalidad, los estadounidenses señalaron que el pedido excedía la necesidad militar.