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viernes, 25 de julio de 2025

Cancillería Argentina: Luis María Kreckler sería el futuro embajador en Gran Bretaña

El Gobierno evalúa designar a Luis María Klecker como nuevo embajador ante el Reino Unido


El diplomático, que tuvo pasos anteriores en las embajadas de Brasil, China, Suiza y Alemania, podría reemplazar a Mariana Edith Plaza como representante argentino en suelo británico

Luis María Kreckler será el próximo embajador en Inglaterra (Télam)

El Gobierno evalúa designar a Luis María Klecker como nuevo embajador argentino en Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en lugar de la actual representante de los intereses nacionales en suelo británico, Mariana Edith Plaza.

La definición está siendo analizada por la Casa Rosada y podría definirse en los próximos días, según pudo confirmar Infobae de fuentes oficiales.

Klecker tiene una extensa carrera en el plano diplomático, con paso por las embajadas de Brasil, China, Suiza y Alemania. Actualmente, se desempeña como cónsul en San Pablo y es un funcionario clave en el Ministerio de Relaciones Exteriores, que encabeza Gerardo Werthein.

El Reino Unido es uno de los destinos de mayor importancia para la Argentina, debido a la cuestión Malvinas y a las relaciones económicas y diplomáticas con Europa. El gobierno de Javier Milei mantiene el reclamo por la soberanía en las Islas del Atlántico Sur y el territorio marítimo adyacente y logró en las últimas semanas un contundente respaldo internacional para que se retomen las negociaciones bilaterales, tanto en la ONU como en la OEA.

De todos modos, el gobierno argentino firmó el año pasado un acuerdo con el Reino Unido para retomar la identificación de los soldados caídos en la guerra de 1982, como así también para reanudar los vuelos directos del continente a las islas.

En caso de ser finalmente designado, Kreckler tendrá el desafío de continuar con el rumbo trazado por Milei y ejecutado por el canciller Werthein de sostener los reclamos por Malvinas y, a la vez, atender los intereses de la Argentina de mayor inversión y desarrollo económico.

El canciller Gerardo Werthein y el presidente Javier Milei

Perfil de Luis María Kreckler

El diplomático ocupó diversos puestos de alta responsabilidad. Se formó como sociólogo y se desarrolló en la carrera del Servicio Exterior de la Nación, especializándose en asuntos económicos y representación internacional de la Argentina. Desempeñó funciones como secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, y previamente ocupó la subsecretaría de Comercio Internacional desde el año 2005.

De extensa trayectoria, estuvo a cargo de la organización de numerosas misiones comerciales en el exterior, promoviendo exportaciones argentinas y participando en negociaciones estratégicas. Durante esa etapa, su perfil fue considerado clave para fortalecer la presencia argentina ante mercados del exterior y organismos multilaterales.

En el ámbito internacional, Kreckler encabezó la embajada argentina en Brasil desde 2011, por decisión del gobierno de Cristina Kirchner. Antes de esa misión, desempeñó distintos roles en la estructura de la Cancillería y figuró como posible representante en el Reino Unido y eventual vicecanciller.

Mientras que durante el gobierno de Mauricio Macri, cumplió funciones primero en la embajada de Alemania, donde fue enviado a la sede argentina en Suiza, tras un pedido que solicitó en aquel entonces el ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.

Luis María Kreckler podría ser designado embajador de la Argentina ante el Reino Unido

Sobre el final de la gestión macrista, fue reubicado en la embajada de China y continuó en ese puesto bajo parte de la gestión de Alberto Fernández. Sucedió al embajador Diego Guelar en un contexto marcado por negociaciones bilaterales, cooperación económica y la gestión de la pandemia de COVID-19.

De ese cargo, que ejerció en medio de las tensiones internas que atravesaron toda la gestión del último gobierno peronista, fue reemplazado por Sabino Vaca Narvaja, un dirigente político que es hijo del líder montonero Fernando Vaca Narvaja.

Recientemente, durante el gobierno de Javier Milei, Kreckler se encargó de cumplir funciones como cónsul general en San Pablo, enfocando su labor en el impulso de los vínculos comerciales y consulares en una de las principales ciudades económicas del país vecino.

De hecho, tuvo una importante participación en uno de los viajes que realizó el ministro de Economía, Luis Caputo, para promover ante empresarios los beneficios fiscales y cambiarios del RIGI en diciembre del año pasado.

Fue de esta manera que la relación con Werthein se afianzó. Incluso, en los últimos meses, estuvo dentro del equipo encargado de analizar el caso del gendarme argentino secuestrado en Venezuela, Nahuel Gallo.

Integró la mesa cercana al canciller para buscar una salida para que el régimen chavista permita la liberación del efectivo que está con paradero desconocido y sin las mínimas garantías desde el 8 de diciembre pasado.

Así, durante este periodo cultivó una articulación directa y productiva con el actual ministro de Relaciones Exteriores, lo que incrementó la confianza en su perfil y derivó en la decisión de trasladarlo a la embajada en Londres para fortalecer el diálogo bilateral y la representación argentina en suelo británico.

 

martes, 17 de marzo de 2020

Las negociaciones por un leasing de las islas hasta Febrero de 1982

¿Gran Bretaña pudo haber evitado la guerra de Malvinas con su propuesta de “leaseback”? 
En 1979 el Foreign Office pensó en impulsar un acuerdo con Argentina: devolver la soberanía de las islas a cambio de un arrendamiento de 99 años. Hubo negociaciones secretas, se habló con la Cámara de los Comunes y con los isleños, y la última reunión sucedió a sólo dos meses del 2 de abril de 1982 

Por Gabriela Esquivada || Infobae



Hundimiento del Sheffield durante la guerra de Malvinas el 4 de mayo 1982

Grace Livingstone, profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge, realizó una investigación que incluyó documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico que acaban de ser abiertos, además de numerosas entrevistas originales, para analizar qué causó que Margaret Thatcher, luego de haber mantenido relaciones buenas y estrechas con la dictadura, se despertara casi de sorpresa con la operación militar argentina de reclamo de las islas Malvinas el 2 de abril de 1982.

Entre los materiales que encontró en los Archivos Nacionales, que dieron origen a su libro Gran Bretaña y las dictaduras de Argentina y Chile, 1973-1982, Livingstone halló pruebas de las buenas relaciones comerciales entre los países, que entre otras cosas pertrecharon a las fuerzas armadas de la dictadura con las armas que se usarían contra los ingleses en el Atlántico Sur: luego de Estados Unidos, el Reino Unido fue el segundo mayor proveedor de material bélico.

Pero también encontró que “la victoria de Margaret Thatcher en la guerra de Malvinas eclipsó los errores de las políticas que precedieron a la invasión”. El mayor de los cuales, cree, fue el fracaso de la propuesta de leaseback: la cesión de la soberanía de las islas a Argentina a cambio del arrendamiento a la corona por 99 años.

El libro analiza los intereses económicos y estratégicos de Gran Bretaña en las islas para evaluar si afectaron la posición del país en las negociaciones con Argentina previas a la guerra. Los estudios británicos anteriores desestimaron esa idea, mientras que los argentinos la subrayaron.

“Los materiales de archivo muestran que mientras las empresas petroleras favorecieron un acuerdo con Argentina durante los ‘70s, el Departamento de Energía aconsejó precaución durante los años de Thatcher, al preocuparse porque la posibilidad de un leaseback podría no dar a las compañías petroleras británicas o al erario público una cantidad suficiente de la riqueza petrolera”, explicó. “Mientras que la preocupación de los parlamentarios por el destino de los isleños fue la razón principal por la cual los políticos se resistieron a ceder la soberanía de las islas, no habría que descartar los intereses económicos y estratégicos británicos al analizar los hechos que condujeron al conflicto de las Malvinas”.

El peso de los intereses petroleros

En muchas ocasiones los historiadores sugirieron que el cuerpo de diplomáticos de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores (Foreign Office, FCO) impulsó, inclusive a espaldas de los políticos elegidos, un tratado con Argentina; inclusive Thatcher llegó a criticar la ”flexibilidad de principios”, recordó Livingstone. Sin embargo, su investigación mostró que “Thatcher y sus ministros aprobaron el leaseback, aunque no sin resistirse”.

 
Margaret Thatcher en 1983 (Mandatory Credit: Photo by Ponopresse/Shutterstock)

La situación económica no era sencilla. El “costo prohibitivo de defender las islas contra una potencial agresión económica o militar argentina” era la razón principal por la cual la primera ministra y su equipo no querían escuchar hablar sobre el tema. “Un memo del secretario de Asuntos Exteriores, Lord Carrington, de finales de 1979, advirtió que si Gran Bretaña se negaba a negociar las islas podrían sufrir un bloqueo o incluso ser invadidas. Pero también argumentó que si no se lograba un acuerdo con Argentina las islas podrían caer en la decadencia económica, el comercio británico con Argentina se vería afectado y sería imposible explotar los recursos económicos (principalmente petróleo y pesca) del Atlántico Sur”.

El tema se podía extender también a la pérdida de contratos de defensa y nucleares. Por ejemplo, citó, Lord Nelson, a cargo de GEC, se reunió en julio de 1979 con el titular de la fuerza aérea argentina y recibió más sinceridad de la que esperaba: “Gran Bretaña nunca ganará contratos grandes en Argentina excepto que se hagan avances sobre las islas Malvinas”.

Pero el petróleo no alcanzaba para resolver la cuestión con los argentinos: el viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Cavandoli, rechazó la propuesta del FCO de una exploración conjunta: sólo la consideraría como parte de un acuerdo de soberanía.

Así Thatcher y los miembros del Comité de Defensa y Política Exterior (DOP) de su gabinete aceptaron, en julio de 1980, que se comenzarían “discusiones exploratorias de una solución que podría incluir ‘la cesión de la soberanía y arreglos simultáneos de un leaseback’”.

Leaseback: meses de negociación secreta

En septiembre de 1979, Lord Carrington había recomendado la cesión de soberanía seguida del arrendamiento como “la mejor opción”; en enero de 1980, el DOP del gabinete de Thatcher había acordado buscar “el acuerdo de los isleños para comenzar conversaciones con Argentina”. Con ese aval, en abril de 1980 Nicholas Ridley había mantenido conversaciones exploratorias con los isleños y con los argentinos.

Para entonces el interés en la explotación del petróleo en las islas, que había sido enorme durante los ‘70s, había disminuido. Tanto BP como Shell y Esso estimaban que las mayores reservas estaban cerca de la costa argentina; para explotar el resto habría que esperar entre 10 y 15 años a que estuviera disponible la tecnología que lo hiciera viable. En el Departamento de Energía pensaban que retener la soberanía era, por lo tanto, mejor idea. “Tenemos que ser muy cuidados sobre adoptar un curso que podría hacer que las empresas petroleras británica perdieran una posición favorable que de otro modo habrían tenido”, escribió su titular, David Howell.

 
(Archivo DEF)

Y si bien “al comienzo Thatcher estaba preocupada por el principio político de transferir la soberanía a Argentina, y escribió notas irritadas al borrador de Carrington, rechazando la idea”, meses más tarde “se convenció del caso” y gestionó la autorización del gabinete para que Nicholas Ridley mantuviera conversaciones secretas con Cavandoli.

Así fue como “en septiembre le propuso la idea de transferir la soberanía de las islas y una zona de exclusión de 200 millas a Argentina, que le serían rentadas a Gran Bretaña”. El argentino aceptó la idea pero propuso un límite de 24 años al arrendamiento, bastante menos que los 250 que le había propuesto Ridley pensando en negociar hasta 99.

Robin Fearn, titular del Departamento de América del Sur del FCO, estableció los objetivos que debería plantearse el acuerdo: “Nos dan el máximo tratamiento preferencial posible para las empresas británicas a la hora de emitir licencias; se usan equipos británicos tanto como sea posible; una parte del petróleo es para el Reino Unido; el gobierno de las islas Falklands obtiene una porción adecuada del producto consistente con sus necesidades de desarrollo y su capacidad de absorción; se debería reducir al mínimo el impacto que el desarrollo vinculado al petróleo pueda tener en el estilo de vida tradicional de los isleños; los argentinos no se deberían beneficiar en mayor medida que nuestra parte”.

Rebelión de la Cámara de los Comunes

Al Departamento de Energía británico no lo convenció ese planteo: ¿quedaba el lecho continental de las islas comprendido en el leaseback? “Semejante cesión de soberanía sin dudas haría más difícil un régimen petrolero que asegure el control del gobierno de su majestad sobre esos derechos”. En consonancia, las grandes petroleras “se convirtieron en un freno suave para el proceso”.

Pero lo más grave sucedió cuando el 2 de diciembre, al presentar la opción ante la Cámara de los Comunes, cuando el gobierno de Thatcher enfrentó una oposición total, tanto de laboristas como de conservadores: “Los miembros del Parlamento (MP) de todos los partidos reaccionaron con horror”, escribió Livingstone.

Para entonces Thatcher veía el arrendamiento como “probablemente la única manera de salir del impasse presente”, según dijo en una reunión del DOP. “Si no fuera por el poder de Argentina para perturbar la vida en las Falklands” y “por la dificultad y los costos de mantener una defensa efectiva y sostener el desarrollo económico de las islas” el gobierno “no estaría justificado a ceder la soberanía”. Pero esos factores existían.

 
Secuelas de la guerra: la costa de Malvinas y un cartel que advierte de la posible presencia de minas antipersona

“Parecería probable que, al fin de cuentas, dado lo sombrío de su situación actual, la mayoría de los isleños estaría preparada para apoyar las negociaciones con Argentina en las líneas propuestas, reconociendo que, mientras que el gobierno no daría marcha atrás en su compromiso de defenderlos, no tiene la posibilidad de ofrecer formas alternativas de mejorar su posición”, citó Livingstone a la primera ministra.

Sin embargo, ningún argumento evitó que los MP “asesinaran” —como dijo Thatcher— el leaseback.

Ya estaban acordadas las conversaciones entre Ridley, dos representantes de las islas y funcionarios argentinos, así que se realizaron, casi sin consecuencia, en febrero de 1981 en Nueva York. Stuart Wallace, concejal de las islas, no se dejó impresionar por las ventajas que los argentinos ofrecieron en caso de que se transfiriera la soberanía: los isleños, argumentó, “están principalmente preocupados por la estructura de su modo de vida: eso va antes de cualquier beneficio económico”. Esa sería otra línea que reforzaría el fracaso del gobierno: algunos políticos tomaron esas palabras para denunciar a Thatcher por la “entrega” de los isleños.

El valor estratégico durante la Guerra Fría

“Alguna vez las islas Malvinas pueden haber tenido valor militar estratégico para Gran Bretaña, cuando era un poder global, pero luego de 1945 el país aceptó que el Atlántico Sur era parte de la esfera de influencia de los Estados Unidos”, recordó Livingstone. “Los líderes militares británicos argumentaron que no había intereses británicos de defensa separados en el Atlántico sur, y que las fuerzas del Reino Unido debían concentrarse en el área de responsabilidad de la [Organización del Tratado del Atlántico Norte] OTAN”.

El gobierno de Ronald Reagan llegó a considerar “la creación de una Organización del Tratado del Atlántico Sur”, una OTAS que incluyera las dictaduras de Argentina, Brasil y Uruguay además de Sudáfrica, para contrarrestar la influencia soviética

Pero cuando en la década del 70 la OTAN comenzó “a preocuparse cada vez más por la creciente presencia soviética en el Atlántico Sur, a medida que aumentaban los buques navales y pesqueros soviéticos y la Unión Soviética fortalecía sus lazos económicos con Argentina, Brasil y otros países del Cono Sur”, la situación cambió. Pero, de nuevo, era territorio americano: la respuesta quedó en manos de los Estados Unidos, “que trató de construir una alianza anti comunista con las dictaduras de Argentina, Brasil y Chile”. El gobierno de Ronald Reagan, agregó el libro, llegó a considerar “la creación de una Organización del Tratado del Atlántico Sur”, una OTAS que incluyera las dictaduras de Argentina, Brasil y Uruguay además de Sudáfrica. “Gran Bretaña aceptó que construir una alianza antisoviética en el Atlántico Sur era una necesidad”.

 
Más allá de su retórica anticomunista, la dictadura argentina mantuvo excelentes relaciones con Moscú, La Habana y todo el bloque soviético (FOTO NA)

En ese contexto algunos críticos del leaseback argumentaron que ceder la soberanía iba en contra de los esfuerzos de un socio de la OTAN, pues las islas tenían valor estratégico. Sin embargo, el FCO rechazó la idea: “De manera comprobada, la Marina Real no valora mucho las islas, de lo contrario en la actualidad estarían usando instalaciones allí”, escribió un oficial.

Esa perspectiva cambió el 2 de abril de 1982: Thatcher dijo en una conversación con Reagan que las islas eran “de importancia estratégica”. Livingstone citó las notas sobre la llamada: “Si se cerrase el Canal de Panamá, sería importante que Puerto Stanley y las Georgias del Sur estuvieran en posesión de una potencia amiga. Esto ha sido muy importante en las últimas dos guerras mundiales. Argentina se estaba acercando mucho a la Unión Soviética. Lo último que queremos ver es a los Rusos tanto en Cuba como en las Falklands”.

El tiro de gracia al acuerdo: los isleños

“Hay relatos contradictorios sobre la posición de los isleños antes del debate parlamentario con Ridley, unos sostienen que la población siempre estuvo totalmente opuesta al leaseback”, señaló la autora. Pero según algunos de los nuevos documentos abiertos del FCO hubo “una respuesta más mixta: funcionarios de la embajada británica en Buenos Aires informaron que cuatro concejales de las islas estarían preparados para explorar el leaseback, cuatro no habían tomado una decisión y dos estaban en contra”.

Rex Hunt, el gobernador, creía que era difícil juzgar los ánimos, pero dijo: “Muchos consideran seriamente todas las posibilidades para el futuro de las islas, incluido un acuerdo de leaseback”.

Pero el grupo que prevaleció, en particular luego del asesinato de la propuesta en la Cámara de los Comunes, fue el de los firmes opositores, que habían además organizado protestas con el eslogan “Mantengan las islas británicas”.


La última negociación por el leaseback tuvo lugar en febrero de 1982, a semanas de la guerra

Se llegó así a una última negociación, en febrero de 1982, “con una Argentina cada vez más impaciente —luego de 16 años de conversaciones— sin algo sustancial para ofrecer, mientras que las islas quedaron vulnerables al ataque”. Ni siquiera fue viable una campaña de promoción del acuerdo, “a pesar de que nuevos documentos abiertos del FCO hoy confirman que muchos de los críticos más expresivos del gobierno, en privado, manifestaban apoyo al leaseback”: el gobierno creía que la opinión pública británica limitaba sus acciones, y lo aceptó.

“Una política alternativa —tal vez ‘ética’— hubiera sido negarse a hablar con Argentina mientras hubiera un gobierno militar, pero los ministros decidieron que sería demasiado costoso defender las islas si la junta respondiera agresivamente”, agregó Livingstone. Y sin embargo, como se comprendería en cuestión de meses, no haber jugado esa carta para ganar tiempo no impidió que Galtieri iniciara las operaciones militares el 2 de abril.

¿Gran Bretaña no interpretó las señales previas?

La investigación oficial sobre las causas del conflicto detalló “la incapacidad de reunir toda la inteligencia, la equivocación al interpretar las intenciones argentinas y, de manera crucial, el envío de una serie de señales que dieron a la Argentina la impresión de que Gran Bretaña no pensaría en defender las Malvinas: de ellas, la más importante durante los años de Thatcher fue el retiro del único buque naval británico en el Atlántico Sur, HMS Endurance”, escribió Livingstone.

Tampoco ayudaron “la Ley de Nacionalidad Británica de 1981, que quitó a los isleños la ciudadanía británica automática” (esa ley se cambiaría luego de la guerra: en 1983, una nueva normativa la volvió a otorgar) y “la resistencia a invertir en la infraestructura de Malvinas”. Eso, según la autora, habría hecho pensar a los argentinos, y en particular al dictador Leopoldo Galtieri, quien enfrentaba una difícil situación interna, “que los isleños tenían baja prioridad en el gobierno británico”

El informe concluyó que “hubiera sido imposible haber previsto que la invasión iba a suceder el 2 de abril de 1982, pero si bien es cierto que la fecha exacta hubiera sido difícil de identificar —sin dudas porque el general Galtieri anticipó el plan— los informes de inteligencia habían señalado durante décadas que una invasión era una posibilidad”. Y si bien los diplomáticos británicos se trataban socialmente con los militares, nada tuvo la menor utilidad a la hora de vislumbrar las intenciones. Así Thatcher se enfrentó con un desafío poco pensado: “La política de fortalecer los lazos comerciales con la Junta y silenciar las críticas a sus violaciones a los derechos humanos no hizo nada por impedir la invasión”.
 

miércoles, 15 de enero de 2020

Las negociaciones durante la administración Menem

Malvinas: las negociaciones reservadas y los intentos de Argentina y Reino Unido por llegar a un acuerdo 

Después de la guerra, hubo distintos momentos en los que se buscó una solución diplomática al conflicto. El rol de Carlos Menem y las conversaciones confidenciales de su gobierno en las tratativas con los británicos

Por Juan Bautista "Tata" Yofre || Infobae


El ex presidente Carlos Menem

Las negociaciones argentino-británicas por la soberanía de las Islas Malvinas llevan muchas décadas. En algunos momentos se congelaron por la negativa a tratar cuestiones centrales y en otros se vieron paralizadas por cuestiones internas en alguno de los dos países.

Hubo un momento en este largo devenir, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 2025, que obligó a las partes a negociar la cuestión de soberanía históricamente reclamada por la Argentina. Después de 1983 el gobierno democrático de Raúl Alfonsín intentó llegar a una solución diplomática.

En julio de 1984, en Suiza, las delegaciones de ambos países se encontraron frente a frente pero al pronunciarse la palabra “soberanía” los diplomáticos británicos se retiraron. De allí a la asunción de Carlos Menem, en 1989, “la cuestión” solo era tratada en Naciones Unidas en el Comité de Descolonización donde los representantes hablaban pero no se escuchaban. En este sentido la gestión del canciller Dante Mario Caputo fue un fracaso.

En 1988, durante su gira por Europa Occidental como candidato a presidente, Menem escuchó de cada uno de los líderes con quienes se encontró el consejo de restablecer las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, como una forma de establecer una relación armónica y sustentable con todos los países de la Comunidad Económica Europea.

En este sentido, el entonces canciller Domingo Felipe Cavallo supo levantar las barreras que atenazaban las relaciones de ambos países. La Argentina declaró el “cese de hostilidades” y el Reino Unido terminó con el anillo de “la zona de exclusión” alrededor de las islas. No se hablaba en ese momento de “soberanía”, aunque lentamente la Argentina se dirigía en esa dirección con pasos calculados. El objetivo inicial fue reconstruir la situación previa a abril de 1982, aunque no había espacio para hablar de “retroarriendo” (lease back) porque ningún político británico podía firmar algo parecido.


Domingo Cavallo, ex canciller

Menem pensó en esa fórmula: 90 años de alquiler, pero desde el primer día el Reino Unido reconocería la soberanía argentina. No era otra cosa que el documento que Nicholas Ridley le había presentado al canciller militar Carlos Washington Pastor en 1980. El 2º punto de la propuesta británica establecía “una continua administración Británica de las Islas y su zona marítima, con miras a garantizar a los Isleños y sus descendientes el ininterrumpido goce de su forma de vida conforme a las instituciones, leyes y costumbres Inglesas sería asegurada simultáneamente mediante un arrendamiento al Reino Unido por un período de 99 años. Los términos de dicho arriendo estarían sujetos a revisión periódica, mediante acuerdo de las dos partes.”

Esa propuesta se hundió con violencia porque los kelpers (habitantes de las islas) se negaron de manera terminante a aceptarla. En esos años, Londres parecía tener una regla: llevarse bien con las Naciones Unidas y la Argentina y no con los kelpers.

Según contó Sir Malcolm Rifkind en sus memorias –Poder y Pragmatismo— su primer encuentro con Guido Di Tella en las Cataratas del Iguazú y la conversación tuvo momentos de gran interés para el británico. Tanto es así que invito a su colega argentino a reunirse nuevamente.


Malcolm Rifkind

Tras muchos encuentros y diálogos secretos los cancilleres Malcolm Rifkind y Di Tella se juntaron en Chevening House, la casa privada del titular del Foreign Office.

Tanto Menem como Di Tella buscaban un shock de retroarriendo, algo semejante a la solución que el Reino Unido alcanzó con Hong Kong. Para Di Tella, era coronar su larga gestión al frente del Palacio San Martín. Para Menem la “picardía” de intentar sugerir una re-re en 1999.

Además de la cuestión central, Menem insistía que la bandera argentina ondeara, por lo menos, en el cementerio militar. Y no era un imposible ya que había una tradición británica que permitía el izamiento de banderas extranjeras en cementerios británicos de la Segunda Guerra Mundial. Di Tella también pensó en un Plan B: todo lo mismo pero en 10 años y repetir la fórmula Ridley: "3º. Las banderas Británica y Argentina flamearían lado a lado en los edificios públicos de las Islas.”

Durante la cumbre los argentinos intentaron repetir las formulas Hong Kong y los efímeros adelantos de la época de Juan Domingo Perón (1974) y Jorge Rafael Videla (con Ridley), tras la formula “retroarriendo + soberanía”. Los ingleses respondieron: “Lo mismo pero sin soberanía”. Admitían una administración compartida, la bandera en el cementerio, una Casa Argentina en Puerto Argentino (Stanley) y no reclamo de soberanía por 90 años. Guido Di Tella dudó, pero uno de sus funcionarios se negó a firmar y mantuvo una fuerte discusión con su jefe. La reunión se terminó reconociendo ambas partes que había una disputa de soberanía y se convino en volverse a encontrar.

Tras el fracaso de la segunda cumbre, a las 16.20 del 27 de enero de 1997, William Mardsen (quien llegaría a ser embajador británico en la Argentina, entre 1997-2000) llamó a Suiza y se comunicó con el embajador argentino Guillermo González. El inicio del diálogo bien se parece a una conversación entre tahúres:

WM: Te estoy llamando sin ninguna razón especial. Acabo de recibir una postal de un amigo de Suiza y pensé que sería una buena idea conversar contigo ya que no tuvimos oportunidad de evaluar Chevening.

GG: En realidad, estaba a punto de llamarte con el mismo propósito. Dispara primero.

WM: Esta es una iniciativa puramente personal y no la consulte con el Secretario de Relaciones Exteriores… pero antes de rendirnos quiero saber si se puede hacer algo más. Tú ministro, antes de irse (de Chevening), habló sobre la presentación de un documento sobre otra alternativa que, en su opinión podría ser más factible.

GG: Se refería a la posibilidad de un congelamiento (freeze) por un período de tiempo. En cierto modo está volviendo a lo básico… revisa tus apuntes de nuestra conversación en París y encontrarás allí algunos elementos básicos para tratar de llegar a un acuerdo práctico.

WM: ¿Deberíamos esperar un documento sobre el congelamiento?

GG: No lo sé, tú eres el que dijo que no tiene ninguna posibilidad (…) sobre esta base no hay espacio para más conversaciones. No veo el uso de un nuevo documento. No estás ayudando a tus amigos y no estás sirviendo bien a los intereses de tu país.

WM: ¿Ha sido sacudido Guido Di Tella por la falta de resultados en Chevening?

GG: Bueno, él no es eterno y ciertamente no estás ayudando. Necesita un logro, algo que podamos llamar un éxito, su éxito personal. Piensa ir a las islas (con su pasaporte italiano). Esta listo para limitar su piadosa presencia en el cementerio argentino o, si se le permite, podría continuar su peregrinación a Stanley e incluso al Consejo para explicar en vivo la posición argentina.

WM: Es un momento difícil. No lo veo posible. Recomiendo encarecidamente que no lo haga.

Tras un corto tiempo de conversación, los dos se despiden y el funcionario británico sugiere un encuentro y dice: “Mira sería más fácil si tu jefe se contactara con el mío por teléfono y deciden si nuestra reunión puede ser útil, ya sea en el tema congelamiento u otra idea que pueda acomodarse a nuestros principios básicos. ¿Me llamarás?

GG: Estamos en contacto.

Al día siguiente, 28 de enero, siendo las 19.35 en Berna, Guillermo González recibió una llamada de Guido Di Tella, que estaba en Punta del Este. Conversaron sobre el diálogo con Mardsen del día anterior. Ambos llegaron a la conclusión de que el diplomático británico “no puede haber actuado totalmente por las suyas y que algún tipo de autorización debe haber tenido”. Tras otras consideraciones, quedaron en volver a conversar y así lo hicieron el 30 de enero por la tarde.

En esta oportunidad el canciller argentino le contó que había hablado telefónicamente con Malcolm Rifkind y que de la conversación había surgido "la conveniencia de una reunión confidencial entre ambos”. El canciller británico preguntó a Di Tella en qué nuevas ideas estaba pensando y la respuesta fue que sería una “variación del freeze, diseñado para que dure para siempre”. Ambos ministros acuerdan que González y Madsen vuelvan a conversar personalmente.

A las 11.40 del 4 de febrero de 1997, Mardsen y el embajador Gonzalez mantuvieron un diálogo telefónico y, sin mayores rodeos, el funcionario británico dijo que le parecía útil una revisión informal de todo lo sucedido hasta ese momento. Respecto al freeze adelantado por Di Tella a su ministro, estimó que quizá el Secretario de Relaciones (Rifkind) haya tenido unas respuestas “extremadamente corteses”, pero que eran las de un hombre que “no ha estado totalmente involucrado en lo que sucedió en los últimos dos años”.

Los dos funcionarios quedaron en verse el 6 de febrero y volvieron a comunicarse telefónicamente el 27 de marzo. Lo cierto es que en estos dos contactos no se alcanzo nada definitivo y Mardsen salió del sistema de consultas porque viajo a su destino en Buenos Aires como embajador. Antes de marcharse dejó un mensaje:

“Estoy convencido de que no podremos tener éxito si cada parte mantiene inflexiblemente posiciones extremas y no está lista para arriesgarse a contemplar intereses comunes a largo plazo. Creo que hemos hecho nuestra parte. Esperemos que nuestros sucesores puedan completar lo que tuvimos el privilegio de comenzar”.

Después de varios meses, tras Mardsen llegó el Embajador Sir Peter Westmacott, director del Departamento Américas del Foreign Office. El nuevo Primer Ministro era el laborista Tony Blair y su canciller Robin Cook.


Peter Westmacott

El primer encuentro entre los dos embajadores se realizó en la primera quincena de octubre de 1997 en el parisino La Ferme Saint-Simon, un restó ubicado en el 6 Rue Saint-Simon, a pasos de la cancillería francesa. Tras una larga conversación Westmacott entró en tema y, sonriendo, dijo: “Si fuéramos a hacer un relato de la historia de los hechos deberíamos comenzar cuando Di Tella sugirió que estaba dispuesto a considerar una solución que incluyera el cese del reclamo argentino y el reconocimiento de la soberanía”.

González lo interrumpió y también con otra sonrisa dijo que ese era “un lenguaje obsceno y crudo, impropio de caballeros”. “Particularly of those who want to keep their heads on their shoulders” (”particularmente de aquellos que desean mantener la cabeza sobre sus hombros"). Luego, tras algunas aclaraciones sobre algunos dichos de Di Tella, comenzaron a trabajar sobre un borrador dejado por Mardsen.

El diplomático argentino sostuvo: “La Argentina tiene dos objetivos de mínima en este ejercicio. El primero es el de mejorar nuestra situación relativa, no el de empeorarla como usted está sugiriendo al mencionar ‘algún tipo de reconocimiento’. El segundo objetivo de mínima es asegurarnos que en una fecha cierta y acordada entre las partes tendrá lugar una revisión completa del nuevo estado con la clara posibilidad de revisarlo”.

PW: Dentro de esos lineamientos no veo claro cuáles son los beneficios para el Reino Unido. Le gente se preguntará “que hay para nosotros".

GG: Dijo que la nueva administración laborista buscaba actuar sobre una base ética y que ésta era una gran oportunidad para demostrar que Gran Bretaña sigue siendo un gran ejemplo moral y ético.

PW: ¿Qué dificultad tienen ustedes en que los isleños mantengan su lealtad a la Reina?

GG: Ninguna, respetaremos la decisión que individualmente tome cada uno […] tienen derecho a la doble ciudadanía. Nunca hemos cuestionado a un hispano-argentino que quiera reconocer a Juan Carlos como su Rey.

PW:
Por favor, explíqueme este tema de las banderas a las que ustedes son tan afectos y la estatua de San Martín. Pareciera fuera de lugar en las islas.

GG: Repitió el valor cultural y simbólico de las banderas que constituían un elemento fundamental del Acuerdo. Mientras más banderas argentinas, más posibilidades de apoyo de la opinión pública. Respecto a la estatua de San Martín, señaló que para los argentinos era importante y no podía entender en que se convirtiera en un obstáculo. Pongamos también una de Canning, a nosotros no nos molesta ni afecta negativamente.

Tras un largo intercambio de ideas sobre el documento dejado por Mardsen, el embajador británico preguntó: “¿La visita del Presidente Menem al Reino Unido debería ser parte del paquete que estamos tratando?”

GG: No. La visita a Londres (en 1998) tiene que ser valorada por sus propios méritos. Por alguna razón ésta se ha convertido en una prioridad de política exterior.

El 21 de noviembre de 1997 volvieron a encontrarse en París, en un domicilio particular de la Rue Leonard da Vinci 9 que comenzó a las 10 de la mañana. Cuando Sir Peter preguntó sobre las reacciones en la Argentina sobre el anuncio de una visita de Menem a Londres en octubre de 1998, González respondió que había caído bien entre la gente y que el Presidente había reaccionado sin euforia y con declaraciones medidas. Sobre los dirigentes de la oposición, de la Alianza y particularmente Raúl Alfonsín, ellos se habían expresado contrarios al viaje sólo si se hiciera la mención al diferendo sobre Malvinas, como precondición para la invitación.

PW: Volvió a preguntar si creía posible alcanzar un acuerdo.

González respondió que según su juicio era posible si se actuaba con racionalidad y ninguna de las dos partes exigía lo que el otro no podía dar. Y Westmacott, alzando la voz, señaló: “El secretario Robin Cook había reiterado dos premisas básicas para el Reino Unido: que la soberanía no era negociable y que el acuerdo debía ser aceptable para los isleños”.

González, sin perder la calma, opinó que entendía la primera afirmación como que no están dispuestos a considerar un traspaso de soberanía y le recordó que él había utilizado la expresión “there is no mood for more hand overs” (no hay humor para más excusas). “Nuestro objetivo es el de alcanzar un acuerdo que tenga características de soberanía compartida”.

Westmacott preguntó quién sería el Jefe de Estado dentro del esquema argentino y González contestó que no veía necesidad de definirlo ya, en todo caso podía tener dos o no tener ninguno. Podría tener solo un Jefe de Gobierno elegido por los propios isleños. La contraparte británica dijo que eso no era posible y que todo territorio, autónomo o dependiente, debía tener un Jefe de Estado…

Tras dos horas de conversación, Peter aclaró que no se había perdido el tiempo aunque no habíamos avanzado y que “nos merecíamos un buen almuerzo y nos mudamos a una habitación más pequeña con una mesa y dos sillones. Agradable aunque un poco oscura”. En la ocasión, ambos abrieron sus carpetas con recomendaciones e instrucciones y comenzó el diálogo formal, aunque ambos dijeron que informarían sobre el diálogo previo.


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Entrando en el proyecto de Acuerdo, entre los tantos textos circulantes, el non paper británico dejado por Mardsen, González leyó: “El Reino Unido otorgará a las Islas Malvinas un nuevo estatus. Los isleños tendrán poderes ampliados reflejados en sus instituciones, proporcionando un gobierno interno completo. Argentina tendrá una nueva relación con las islas. Todo lo que no se modifique mediante la aplicación de este acuerdo permanecerá en su forma actual.”

Frente a este texto, propuso: “El Acuerdo tendrá la forma de un tratado bilateral entre el Reino Unido y Argentina con anexos y acuerdos específicos sobre asuntos de interés común. A los efectos de este Acuerdo y mientras esté en vigor, ambas Partes acuerdan: las Islas adquirirán un nuevo estado. Los isleños tendrán poderes ampliados reflejados en sus instituciones, proporcionando un gobierno interno completo. Todo lo que no haya cambiado a través de la aplicación de este acuerdo permanecerá en su forma actual.”

Sir Westmacott se negó a tomar nota del nuevo texto y dijo que está totalmente alejado de la posición de mínima del Reino Unido y que no tiene sentido discutirla. Luego el diálogo se deslizó sobre cuestiones propias de lo que debería ser la gestación de un Estado o territorio nuevo: sus autoridades, el Consejo de las Islas, bandera, nombre, entre otras cosas.

En algunos pasajes se acordaba y en otros se mantenían las diferencias. En el intrincado lenguaje diplomático todo se convertía en una “ambigüedad constructiva” pero el objetivo central no se alcanzaba. Años más tarde, Westmacott dijo que el esfuerzo diplomático había sido muy amplio y había permitido acuerdos en temas importantes: "Estuvimos cerca de un progreso real sobre la cuestión de soberanía a mantener el tema entre paréntesis por 30 años pero los poderes que están en Londres no quisieron arriesgarlo”.

El canciller Sir Malcolm Rifkind confesó que si bien Malvinas podían ser, según la Argentina, “independientes”, la propuesta argentina de nombrar un vicegobernador argentino manifestaba instituir una “soberanía compartida” y las conversaciones no prosperaron.

En octubre de 1998, Menem llegó a Londres encabezando una numerosa delegación de “lovely” argentinos. Tuvo un tratamiento de Estado pero no pudo lograr lo que fue a buscar.

En el 10 de Downing Street almorzó con el entonces Primer Ministro Tony Blair. Durante el servicio de salmón con terrina de espinacas, roast breast of partidge (pechuga asada de perdiz) y duraznos con crema de vainilla no se habló de Malvinas.

Horas más tarde, Blair aclaró en el Parlamento: “Las islas no cambiarán de estatuto a menos que sus habitantes expresen ellos mismos ese deseo”. Menem, en un exceso de optimismo, había declarado a un diario porteño que se podría dialogar sobre soberanía en los próximos tres años.

martes, 7 de enero de 2020

Kirchnerismo pide negociaciones con UK...

El Gobierno reafirmó el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y pidió al Reino Unido reanudar las negociaciones 

La Cancillería emitió un comunicado para ratificar la postura oficial de reclamo, al cumplirse 187 años de la “ocupación ilegal por parte del Reino Unido”
Infobae



Centro de Malvinas: el gobierno argentino comunicó que continuará con los reclamos "conforme el derecho internacional y respetando el modo de vida de sus habitantes" (foto archivo: Infobae)

El Gobierno reafirmó este viernes la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur al cumplirse 187 años de la “ocupación ilegal por parte del Reino Unido”, así como también instó a Londres a “reanudar el proceso negociador bilateral” para hallar “una solución pacífica y definitiva a la disputa”.

Ante un nuevo aniversario del desalojo de la población y las autoridades argentinas establecidas legítimamente en el lugar, la Cancillería emitió un comunicado para ratificar la postura oficial de reclamo.

“La República Argentina protestó inmediatamente ese acto de fuerza ilegítimo y nunca lo consintió. Mantuvo ininterrumpidamente, durante los 187 años en los que se sostiene la usurpación, el firme reclamo de ejercer su soberanía efectiva sobre los archipiélagos y los espacios marítimos del Atlántico Sur ocupados hasta hoy por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”, sostuvo la cartera diplomática.

Asimismo, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto destacó que la Argentina “ha rechazado ininterrumpidamente las actividades unilaterales de exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables en espacios marítimos argentinos ilegalmente ocupados que, sumadas a la continuada presencia militar británica en el Atlántico Sur, violan Resoluciones de Naciones Unidas”.

“La República Argentina reafirma una vez más los imprescriptibles derechos de soberanía que posee sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes y que son parte integrante de su territorio nacional”, remarcó el Gobierno.

En ese sentido, afirmó que la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre el archipiélago “constituye un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino” y aclaró que se continuará con los reclamos “conforme el derecho internacional y respetando el modo de vida de sus habitantes”.

“A poco tiempo de rememorar el bicentenario del primer izamiento de la bandera Nacional en las Islas Malvinas ocurrido el 6 de noviembre de 1820, la Argentina reitera su predisposición a retomar las negociaciones con el Reino Unido con el mismo espíritu constructivo que animó a ambos países por casi dos décadas, luego de 1966, y que los llevó a conversar sobre diversas fórmulas de solución”, planteó la cartera conducida por Felipe Solá.

Y concluyó: “El Gobierno y el Pueblo argentino reiteran su permanente y sincera disposición a reanudar el proceso negociador bilateral con el Reino Unido, tal como lo reclama la comunidad internacional, para hallar una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía”.


La Cancillería reiteró su permanente y sincera disposición a reanudar el proceso negociador bilateral con el Reino Unido

La ONU reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre los gobiernos argentino y del Reino Unido sobre las Islas Malvinas y estableció el mandato de reanudar las negociaciones bilaterales a fin de encontrar una solución pacífica, teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las Islas.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Nuevo gobierno K y las relaciones con UK dentro del Brexit

Argentina vs Reino Unido: el nuevo mapa político en torno a las Islas Malvinas

Fundación Nuestro Mar




Ya en su discurso inaugural, el nuevo presidente argentino Alberto Fernández anunció un plan para relanzar el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas. Mientras, los británicos eligen nuevo Gobierno entre el malestar de los isleños por el Brexit y la posibilidad de abrir un diálogo con los argentinos.

El reclamo por la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas no estuvo ausente en el discurso inaugural de Alberto Fernández como presidente del país. El nuevo mandatario fue tajante al decir que “no hay más lugar para el colonialismo en el siglo XXI” y anunció que Argentina mantendría firme el reclamo sobre las Malvinas, algo que según organizaciones de excombatientes había sido una falencia del Gobierno de Mauricio Macri.

Fernández anunció que convocará a un consejo “donde tengan participación todas las fuerzas políticas, la provincia de Tierra del Fuego [que según Argentina tiene jurisdicción sobre las islas], representantes del mundo académico y excombatientes”.

El presidente argentino explicó que el nuevo consejo tendrá por objetivo “forjar un consenso nacional para diseñar y llevar adelante las estrategias que permitan conducir con éxito el reclamo, más allá de los calendarios electorales”.

“Defenderemos todas y todos, sin distinción de partidos, nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas, la plataforma continental, la Antártida argentina y los recursos naturales que estas extensiones poseen, porque pertenecen al pueblo argentino”, enfatizó el mandatario, despertando aplausos de los presentes en la sede del Congreso.

Fernández intenta así relanzar el reclamo por la soberanía de las islas ocupadas por el Reino Unido desde 1833 y que en 1982 motivara el inicio de una guerra entre argentinos y británicos. Si bien Macri mantuvo formalmente el reclamo, fue cuestionado por ensayar un acercamiento con el Gobierno británico y haber firmado el acuerdo conocido como Foradori-Duncan.

La postura del nuevo presidente argentino despierta preocupaciones en el Reino Unido, donde la cuestión Malvinas también fue parte del debate en la campaña electoral de cara a las elecciones generales de este 12 de diciembre.

Al día siguiente de la victoria de Fernández en las elecciones del 27 de octubre, el primer ministro británico, Boris Johnson, saludó al mandatario electo argentino y, en un mensaje a través de Twitter, expresó su voluntad de “trabajar con su nuevo Gobierno para continuar fortaleciendo las relaciones entre el Reino Unido y Argentina”.

Fernández respondió por la misma vía y, tras agradecer el saludo, puso el tema Malvinas sobre la mesa: “Sin renunciar a nuestro reclamo de soberanía, debemos trabajar juntos para afianzar los lazos entre el pueblo argentino y el británico, que comparten mucho más de lo que imaginamos”.

Johnson no ha sido esquivo a la cuestión Malvinas. Mientras era secretario de Asuntos Exteriores (2013-2016), se convirtió en el primer jerarca británico de esa categoría en visitar Argentina en 25 años. Durante su estadía, sorprendió al visitar el Monumento a los Caídos en la Guerra de las Malvinas.

La postura de Johnson de un posible diálogo con Argentina molesta a los isleños, que también ven el Brexit con preocupación. La salida del bloque europeo provocará que las islas pierdan los beneficios comerciales con los que contaba.

Del otro lado estuvo Jeremy Corbyn, actual líder del Partido Laborista. Desde 1982 marcó una férrea discrepancia con que el Reino Unido hubiera iniciado una guerra con Argentina por las Islas Malvinas. En la actualidad, mantiene una postura de mayor diálogo y defiende la posibilidad de que los dos países alcancen un acuerdo por la administración de las islas.

En 2016, luego de que Corbyn fuera reelecto como líder laborista, la expresidenta y actual vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, lo saludó públicamente, destacando que se trata de “un buen amigo de Latinoamérica” que “siempre se ha manifestado a favor de la paz”. (SPUTNIK NEWS) #NUESTROMAR

lunes, 31 de diciembre de 2018

¿Rosas quiso entregar Malvinas a cambio de saldar la deuda con los Barings?

¿Intentó Juan Manuel de Rosas cancelar la deuda externa a cambio de las Islas Malvinas? 

De acuerdo a documentación que se guarda en archivos locales como de Gran Bretaña, Rosas puso en la mesa de negociaciones la cuestión Malvinas y la posibilidad de cancelar la deuda con los tenedores a cambio de entregarles las islas a los ingleses ¿Fue estrategia política para forzar el reconocimiento de la soberanía o existió la voluntad de hacer un canje?

Por Adrián Pignatelli |  Infobae


 
Bono de la Baring Brothers

La magnitud del proyecto justificaba solicitar el préstamo. Era fines de 1822 y el gobierno de Martín Rodríguez con su poderoso ministro Bernardino Rivadavia tenía pensado construir un nuevo puerto, instalar un sistema de aguas corrientes y promover la colonización de la campaña a través de la fundación de pueblos, tanto en el interior como en la costa que va de Buenos Aires a Patagones, donde se proyectaban tres nuevas ciudades.

Para ello, en noviembre de ese año la Sala de Representantes aprobó una ley autorizando al gobernador de la provincia de Buenos Aires a contratar un empréstito al exterior. Las tratativas tuvieron lugar en 1824 y se eligió a la Baring Brothers, una casa de banqueros ingleses a los que se les solicitó la suma de 5.000.000 pesos fuertes que equivalían a 1.000.000 de libras esterlinas. Se presentaron tierras públicas como garantía.

El empréstito se colocó al 85% y se recibió el 70%. La diferencia quedó en los bolsillos de los intermediarios. Y además la Baring retuvo una garantía adicional de 120 mil libras correspondiente a dos años de intereses y 10 mil libras por gastos y comisiones. Del millón de libras acordados, sólo llegarían 560 mil. Y como era dificultoso el envío de dinero, se hizo a través de letras de cambio girada contra casas comerciales en Buenos Aires, algunas de las cuales pertenecían a la propia Baring Brothers.

El capital recibido fue gastado en la guerra con el Brasil. Las dificultades para hacer frente a los intereses llevó al ministro de Hacienda, en 1828, a vender las fragatas Asia y Congreso para cubrir los dividendos vencidos. El proyecto del puerto y los pueblos ya eran un viejo recuerdo.

"El gobierno nunca olvida el pago de la deuda"

El 3 de enero de 1833 los ingleses usurparon las Malvinas con el ataque de la corbeta de la marina británica HMS Clio al mando del capitán Onslow.

Le cupo a Manuel Moreno, ministro plenipotenciario, elaborar lo que sería el primer alegato en defensa de la soberanía argentina. Moreno era el hermano menor de Mariano, el secretario de la Primera Junta. Era político, médico graduado en la Universidad de Maryland y docente de Química en la Universidad de Buenos Aires. En 1828 fue nombrado embajador en Gran Bretaña; en 1835 cumplió idénticas funciones en Estados Unidos y volvió como embajador en las islas británicas de 1838 hasta la caída de Rosas.

Él fue el responsable de la primera protesta argentina contra la usurpación. Fue elaborada el 17 de junio de ese mismo año y su destinatario fue el vizconde Palmerston, Secretario Principal de Estado para los Asuntos Extranjeros.

 
Juan Manuel de Rosas

En 1835 Juan Manuel de Rosas asumió su segundo período como gobernador y responsable de las relaciones exteriores del país. Era apoyado por el sector terrateniente y estanciero al que pertenecía, poseía un gran predicamento en las clases populares y gobernó con mano dura y orden en un sistema sin Constitución.

A través de la Ley de Aduanas, que comenzó a aplicar en 1836, protegía tantos las manufacturas locales y la materia prima y gravaba aquellos que venían del exterior. Esto permitió engrosar las arcas de la aduana, manejada por Buenos Aires y también girar fondos a las provincias.

Al comienzo de su segundo mandato, Rosas debió enfrentar la presión de los tenedores de bonos por cobrar sus dividendos. En el mensaje a la Sala de Representantes de 1835 aclaró que "el gobierno nunca olvida el pago de la deuda extranjera, pero es bien manifiesto que al presente nada se puede hacer por ella".

 
Decreto por el pago de la deuda

Rosas dejó pasar dos años para volver a explicar, con igual tenor, que "tantas y tan múltiples atenciones pesa sobre el gobierno la dificultad de sus compromisos en el empréstito de Inglaterra… el gobierno desea con vehemencia arribar a una transacción, que en si misma presente la posibilidad de su exacto cumplimiento. Para conseguirlo no omitirá ninguno de los medios que se le sugieran su razón y prudencia".

 
El pago de 5 mil pesos metálicos mensuales por la deuda con Londres

En 1838 Rosas, con la excusa de las arcas públicas vacías, había aumentado los derechos de importación de productos que hubieran sido transbordados en Montevideo. Esta medida perjudicaba a Francia, que tenía al puerto oriental como un punto central de su comercio en esta región. El gobierno francés protestó. El vicecónsul francés Aimé Roger buscó el pretexto para presionar con las armas. Aduciendo que Rosas se negaba a exceptuar a los súbditos franceses del servicio militar y del encarcelamiento de ciudadanos de ese país acusados de espías, una flota francesa al mando del almirante Luis Francisco Le Blanc bloqueó el Río de la Plata.

Nuevamente, Rosas fundamentó que no tenía medios para pagar porque el bloqueo perjudicaba económicamente a la Confederación y propuso el arbitraje de Inglaterra para solucionar el conflicto. Dividir para reinar.

Explorar con sagacidad

Y en este punto los historiadores no se ponen de acuerdo. De acuerdo a documentación que se guarda en archivos locales como de Gran Bretaña, Rosas puso en la mesa de negociaciones la cuestión Malvinas y la posibilidad de cancelar la deuda con los tenedores a cambio de entregarles las islas a los ingleses.

El 21 de noviembre de 1838, el embajador Manuel Moreno recibió la siguiente instrucción del todopoderoso gobernador bonaerense. "Insistir así que se le presente la ocasión en el reclamo respecto de la ocupación de las Islas Malvinas, y entonces explotará con sagacidad sin que se pueda trascender ser idea de este gobierno, si habría disposición en el de S.M.B.A hacer lugar a una transacción pecuniaria, que sería cancelar la deuda pendiente del empréstito argentino". Y que les aclare a los tenedores de bonos que hasta que no se levante el bloqueo francés, no iba a poder pagarles.

 
Manuel Moreno, embajador y figura clave en las negociaciones

¿Qué buscaba en realidad Rosas? Nunca lo aclaró. Si los ingleses aceptaban este suerte de canje, estarían reconociendo tácitamente la soberanía argentina sobre el archipiélago. Y el gobernador tendría los argumentos para fundamentar aún más el reclamo. O posiblemente sus intenciones eran las de dejarlas como parte de pago. Eran épocas donde algunas posesiones territoriales se definían con dinero y no por la boca de los cañones: Estados Unidos había comprado Louisiana en 1803, una parte de La Florida en 1819 y Oregón, en 1846.

Pero los ingleses no dieron el brazo a torcer. En marzo de 1842 el secretario para asuntos exteriores inglés, Lord Aberdeen, negó al gobierno argentino derecho a indemnización alguna. "…como definitiva la declaración con que el infrascripto concluyó su nota al señor Moreno de 15 del próximo anterior, repitiendo la determinación del gobierno de S. M. De no permitir que sean infringidos los indultados derechos de la Gran Bretaña sobre las islas".

Falconnet, el enviado

Paralelamente a estas negociaciones, llegó a Buenos Aires un súbdito inglés, napolitano de nacimiento, Francisco de Palacieu Falconnet, enviado por la Baring. Sus instrucciones eran indagar cúal era la voluntad, la capacidad y los recursos del actual gobierno para hacer frente a la deuda y cuáles serían los modos de asegurar su cobro. Tamaña tarea le aguardaba. "Buenos Aires tiene la vergonzosa distinción de no haber hecho nada y no haber propuesto nada en los últimos catorce años, conducente al pago de los dividendos y a la restauración de su crédito", escribió.

En los dos años que Falconnet permaneció en Buenos Aires, estuvo en contacto directo con Manuel Insiarte, ministro de Hacienda a fin de encontrar una forma que el gobierno argentino se pusiese al día con la deuda.

Fue a comienzos de 1843 cuando Felipe Arana, ministro de Relaciones Exteriores de Rosas, instruyó a Moreno y al cónsul argentino en Londres, Jorge Federico Dickson a "demandar al gobierno de S.M.B. una indemnización por el derecho de las Islas Malvinas, y que entre en esta el empréstito y sus rentas vencidas y por vencer bajo el concepto de que en tales arreglos debe intervenir el acomodamiento de los interesados, y que cuanto convenirse y estipularse sobre esto será aquí ratificado con previa autorización de la Sala de Representantes…"

Moreno y Dickson ya venían padeciendo hace tiempo este tipo de negociaciones que no encontraban ningún eco en el gobierno inglés. Terminaron respondiendo que "hallamos tantas dificultades que en verdad nos hacen pensar que aunque la idea de esta transacción es absolutamente justa y razonable en su fondo, no hay al presente ninguna probabilidad de hacerla practicable…".

En esa misma comunicación, Moreno explicaba que el gobierno inglés negaba el reconocimiento argentino de la soberanía y que el volumen de la deuda, con intereses, ascendía a 1.900.000 libras esterlinas. En caso de llegar a un acuerdo, no se haría por esa cifra.

 
Felipe Arana, ministros de Relaciones Exteriores de Rosas

Moreno no se sentía cómodo representando al gobierno de Rosas. En 1841 le escribía a su sobrino: "Los que empezaron la Revolución creyendo generosamente en los destinos de la Patria, nunca se pudieron imaginar, entre los grandes riesgos que tan heroicamente arrostraron, que habían de llegar tiempos de esta especie".

En el mismo sentido Dickson, en una carta a Felipe Arana del 5 de abril de 1843 confirmaba que "no son el tiempo y la circunstancia oportunas para entretener este asunto. En todo caso se verá ser muy difícil convencer a este gobierno del derecho que tiene la República a reclamar indemnización alguna para la cesión de a propiedad que alega en nuestro territorio de las Islas Malvinas…"

Claro que no todos los ingleses eran de la misma opinión. En la Cámara de los Comunes, el diputado Malesworth, a la hora de discutir el presupuesto para las colonias, había dicho: "Vuelven estas miserables islas Falklands donde no se da trigo, donde no crecen árboles, islas batidas por los vientos polares que desde 1841 nos han costado sin beneficio alguno nada menos que 45 mil libras; decididamente soy del parecer que esta inútil posesión se devuelva al gobierno de Buenos Aires".

A comienzos de 1844 Insiarte reiteró ante Falconnet el ofrecimiento de las Islas Malvinas como moneda de canje. Recalcó la soberanía argentina y advertía que su cesión a los prestamistas ingleses era el medio más seguro para cobrar lo adeudado.

Al fin, un cansado Falconnet halló una forma de salir del atolladero. Como la Confederación Argentina le estaba abonando a Francia un monto mensual en concepto de reparaciones de guerra, pidió lo mismo. En carta del 14 de febrero de 1844 se lo propuso al ministro Insiarte: "Para mí será imposible permanecer por más tiempo en esta expectación que nada justifica a los ojos de los que me han honrado con su confianza…", comenzaba la carta; así le fue aprobado el pago de una suma mensual de 5000 pesos fuertes a cuenta de la deuda. Algunos interpretan que así Rosas disminuiría la presión británica.


 
El Bloqueo anglo-francés al Río de la Plata tuvo lugar entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850. Durante el mismo, las de ambos países cerraron al comercio todos los puertos de la Confederación Argentina

Los pagos comenzaron en mayo de 1845 pero se suspendieron cuando Gran Bretaña comenzó con el bloqueo, junto con los franceses, del Río de la Plata. Vendría el combate de la Vuelta de Obligado y el pragmatismo inglés de resolver el pleito en la mesa de negociaciones. Los pagos se reanudarían en 1849.

En el mensaje a la Sala de Representantes de 1849, Rosas ofreció a la Baring y accionistas del empréstito "a comprar de este gobierno por quince años, como privilegio exclusivo, el derecho de disponer del guano, y explotarlo de todas las islas y costas patagónicas; también el salitre, otras sales, barbilla, yeso, metales y la pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonasen al Gobierno, en cuanta de pago del empréstito de Inglaterra, y siendo obligación de los empresarios a hacer respetar a nombre del gobierno de la Confederación, el usufructo que por el término que se estipulase les concediera. Debía extenderse la extensión del territorio para ese objeto desde la Bahía Nueva, en los cuarenta y tres grados, hasta el Estrecho de Magallanes, en los cincuenta y tres".

Los ingleses no se hicieron eco de esta propuesta.

A fines de 1849, se firmó el tratado Southern-Arana, que ponía fin a la disputa entre nuestro país y Gran Bretaña. Se llamó "Convención para restablecer las perfectas relaciones de amistad entre la Confederación Argentina y su Majestad Británica". Los ingleses reconocieron la soberanía argentina de los ríos interiores; instaba a nuestro país a solucionar pacíficamente nuestros diferendo con Uruguay y se nos devolvía la flota capturada. Lo curioso es que ese tratado también consignaba la devolución de la isla Martín García, pero ni una palabra sobre las Malvinas. Aunque algunos sospechan de una cláusula secreta, por la que Rosas desistía de continuar reclamando la soberanía.

¿Qué pasó con el famoso empréstito? Se cancelaría 80 años después, en 1904. Haciendo cuentas, el país había pagado 23.700.000 de pesos fuertes de los cinco millones originales.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Negociaciones por Gibraltar por el Brexit


España acusa a May de cambiar el acuerdo del Brexit con “nocturnidad y alevosía”






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El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, dice que el Gobierno no permitirá la “situación colonial” de Gibraltar

Imagen de archivo del aeropuerto de Gibraltar (Marcos Moreno / AP)



El Gobierno español ha admitido este jueves que versiones anteriores de la declaración política que establecerá el marco de la relación futura entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) tras el Brexit recogía la posición española sobre la cuestión de Gibraltar, pero que a última hora se modificó “con nocturnidad y alevosía” a petición de la primera ministra británica, Theresa May.

Así lo ha reconocido el secretario de Estado para la UE, Luis Marco Aguiriano, en declaraciones a los medios de comunicación antes de comparecer ante la Comisión Mixta que componen diputados y senadores para explicarles el acuerdo del Brexit.

Con la redacción actual se podría interpretar que Gibraltar queda incluido en la relación futura que Reino Unido negocie con la UE


En esa comparecencia, Marco Aguiriano ha informado de las reservas que el Ejecutivo tiene acerca de ese acuerdo de Retirada y del borrador de declaración política que establece el marco de la relación futura entre el Reino Unido y la UE.

Las reservas tienen que ver con que los textos, tal y como están redactados en la actualidad, no dejan claro sin ningún género de dudas que todas las cuestiones relativas a cómo esa relación futura se aplicará en Gibraltar debe ser independiente de la negociación general y además deberá contar siempre con el visto previo de España.

Dicho con otras palabras, con la redacción actual se podría interpretar que Gibraltar queda incluido en la relación futura que Reino Unido negocie directamente con la UE, como advierte la Abogacía del Estado y la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, una interpretación que es inaceptable para España.

Bajo el punto de vista español, las negociaciones sobre ambos textos siguen abiertas y la situación cambia “cada media hora”. Marco Aguiriano ha pedido el apoyo de los grupos políticos a las gestiones del Gobierno español en aras de reforzar la posición de España ante sus socios europeos.

El ministro de Fomento advierte que España “no va a permitir” la “situación colonial” de Gibraltar

Sobre Gibraltar, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, ha dicho que el Gobierno asume que “Reino Unido ejerza la representación”, pero advierte que no lo considera parte del país y que “es una situación colonial que España no va a permitir”. Y ha añadido: “No vamos a aceptar que la Comisión Europea nos imponga ningún marco de relación con esta colonia”.

“Sentimos que no ha habido la sensibilidad en un tema como éste. Se trata de un hecho muy excepcional en Europa y pese que ha estado asumido no deja de ser una cosa extraña que en nuestro país tengamos una colonia británica”, ha concluido.

El ministro principal de Gibraltar afirma que hay acuerdo sobre el Brexit pero España lo desmiente

La Vanguardia


El secretario de Estado para la Unión Europea, Luis Margo Aguiriano, niega que se haya hecho ningún avance con Londres sobre la cuestión del Peñón


Una mujer camina a través de la frontera entre Gibraltar y España (Daniel Ochoa De Olza / AP)


El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, aseguró este viernes que ha alcanzado un acuerdo con el Gobierno de España en torno al papel del Peñón en el pacto de Retirada de Reino Unido de la Unión Europea durante una reunión celebrada este viernes en Madrid con las autoridades españolas.

Fabian Picardo añadió que cualquier revisión de la situación del enclave en el Brexit supondría reabrir la renegociación del acuerdo completo. “Hemos trabajado muy duro y de hecho alcanzamos un acuerdo con los colegas españoles respecto al papel de Gibraltar en el proceso de retirada... en buena fe hemos trabajado duro y hemos conseguido algo”, explicó Picardo a BBC Radio sin entrar en detalles.

Hemos trabajado muy duro y de hecho alcanzamos un acuerdo con los colegas españoles respecto al papel de Gibraltar” Fabian Picardo Ministro principal de Gibraltar

Picardo añadió que España no necesita hacer uso de un “veto” para llevar a Gibraltar a la mesa de negociaciones. “Si (el acuerdo de retirada) se abre aunque sea para una coma o un punto sobre Gibraltar, tendría que abrirse para el resto de temas”, señaló.

No obstante, el secretario de Estado para la UE, Luis Margo Aguiriano, desmintió las palabras de Picardo: “Yo no sé a qué se refiere con cuando habla de acuerdo, no me consta que haya habido ninguna modificación”, apuntó en declaraciones al programa Espejo Público. Además, aseguró que sigue sin haber un entendimiento sobre Gibraltar e insistió en que, de no alcanzarse, España votará que ‘no’ al acuerdo del Brexit que Londres ha sellado con Bruselas el próximo domingo 25 .

Yo no sé a qué se refiere con cuando habla de acuerdo, no me consta que haya habido ninguna modificación”


España insiste en su veto al Brexit si no logra las garantías suficientes sobre Gibraltar 

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sigue desde La Habana la evolución de las negociaciones. Fuentes españolas aseguraron que en la reunión de hoy en Bruselas para intentar llegar a un acuerdo, éste no fue posible
Infobae

 
Pedro Sánchez (Reuters)

El Gobierno de España mantiene su veto a un acuerdo sobre el "brexit" porque sigue sin tener las garantías suficientes en relación con Gibraltar, indicaron fuentes españolas.

El presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, sigue desde La Habana la evolución de las negociaciones sobre el "brexit" y fuentes españolas aseguraron que en la reunión de hoy en Bruselas para intentar llegar a un acuerdo, éste no fue posible.

Explicaron que España sigue sin tener las garantías suficientes y, por tanto, el acuerdo no existe.

El Gobierno de Sánchez considera "impensable" que haya un acuerdo del que no forme parte España y reitera que mientras no tenga todas las garantías, no dará su respaldo, según las fuentes.

"Tenemos que estar seguros de que no va a haber un acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido que no sea un acuerdo previamente discutido entre el Reino Unido y España", subrayaron.

Ante la posibilidad de que España decidiera no acudir al Consejo Europeo que se celebrará el próximo domingo, las fuentes subrayaron que el Gobierno ni siquiera está ahora en eso.


Pedro Sánchez y Theresa May (AP)

Pero insistieron en su convencimiento de que no habrá un acuerdo del que no forme parte España.

"No creo que vaya a haber un Consejo Europeo a 26. Es impensable. No estamos en si ir o no, si ir este domingo o el miércoles. Lo importante es tener el acuerdo con todas las garantías que nosotros queremos", recalcaron.

El Gobierno español asegura que los socios comunitarios entienden que debe defender sus intereses y, por tanto, comprenden su posición.

Por otra parte, las mismas fuentes indicaron que consideran que el anterior Ejecutivo, presidido por Mariano Rajoy (PP, centroderecha) no fue "suficientemente ambicioso" en la negociación del "brexit" en relación con Gibraltar.

Frente a ello explicaron que el Gobierno de Sánchez exige ahora unas garantías que aseguren que todo lo que ocurra sobre Gibraltar será siempre con acuerdo de España.

"El Gobierno anterior no llevó la ambición hasta donde nosotros consideramos que hay que llevarla en relación con Gibraltar", resaltaron las fuentes.

El Peñón de Gibraltar fue cedido a Londres por el Tratado de Utrecht en 1713 y desde entonces es colonia británica.