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jueves, 20 de noviembre de 2025

Malvinas: El motín de 1832 que causó la muerte del comandante Mestivier

Malvinas, 1832. El sargento mayor Juan Francisco Mestivier es designado comandante y muere asesinado en las mismas islas en un amotinamiento

La Voz del Chubut




Nació en Blois (Francia), el 11 de noviembre de 1780 y fue bautizado como Etienne Joseph François. De muy joven se desempeñó en el ejército de su patria. Ingresó a nuestro país, el 30 de setiembre de 1827, previa estada en la Banda Oriental, ya que no pudo hacerlo directamente a causa de la guerra con el Brasil. El 20 de octubre del mismo año, fue nombrado teniente 1º de Infantería, revistando en el Parque de Artillería.

A comienzos de 1828, por pedido del coronel Ramón Estomba se lo trasladó al regimiento Nº 7 de Caballería de Línea, cuyo mando ejercía, y con el cual emprendió la campaña que culminó con la erección del fuerte “La Esperanza”. Al ser disuelto aquel cuerpo montado al año siguiente, Mestivier prestó servicios en el Batallón de Artillería de Buenos Aires.

Ascendido al grado de capitán, actuó con esa jerarquía en la fortaleza “Protectora Argentina” (actual ciudad de Bahía Blanca). El 28 de diciembre de 1829, se hizo acreedor a los galones sargento mayor graduado.

En 1830, contrajo matrimonio con Gertrudis Sánchez en la Iglesia del Pilar. El 10 de setiembre de 1832, el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, lo nombró interinamente comandante político y militar de las Islas Malvinas. Cuatro días después, Rosas le dio las instrucciones por las cuales debía ceñirse al ejercicio de sus funciones.

Las instrucciones de Rosas a Mestivier fueron muy precisas: “Tomará las medidas conducentes y pondrá todo esmero en que los habitantes se dediquen a la siembra de maíz, papas, porotos y otros vegetales que se dan en aquel clima (…) En el caso impensado de ser atacado el punto que manda, hará la resistencia que se espera de su honor y conocimientos para dejar bien puesto el honor de la República (…) Se encarga con especial recomendación al comandante todo el esfuerzo posible para que se mantengan la moral y decentes costumbres, tanto en la tropa como en los demás pobladores, cuidando de promover la Religión Católica del Estado por medio de prácticas piadosas, como hacer rezar el Rosario de la Santísima Virgen en todas las noches y en los domingos y días de fiesta destinar dos horas a la enseñanza de la doctrina cristiana por el Catecismo del Padre Astete que se usa en esta Provincia, instruyendo de ese modo al pueblo en los dogmas y preceptos de nuestra Religión”.

La designación de Mestivier en la gobernación de Malvinas fue consecuencia de dos hechos anteriores: la llegada de Vernet con toda su familia a Buenos Aires en el mes de noviembre de 1831; y, el feroz pillaje norteamericano del poblado argentino de Puerto Soledad cometido el 31 de diciembre de 1831. Estos dos hechos, la segunda en represalia a la decisión del Gobernador Vernet de apresar a tres barcos norteamericanos infractores de normas respecto de la explotación de la pesca y de anfibios en el archipiélago malvinero, dejaron las islas transitoriamente sin autoridades oficialmente reconocidas por el Gobierno Central en la Capital porteña.

Embarcado con su mujer en la goleta de guerra “Sarandí”, al mando del teniente coronel José María Pinedo, partió de la rada el 22 de setiembre, acompañados de los miembros del destacamento que habría de permanecer de guarnición en el puerto de la Soledad, con sus respectivas familias. También lo hicieron varios hombres del establecimiento particular de Vernet, junto con Metcalf, el encargado de su administración.

Rosas también envió una fuerza militar a cargo del teniente coronel Pinedo, a quien dio las siguientes instrucciones: “Luego que esté desembarcado el Comandante (Mestivier) y su guarnición reunirá el Comandante de la Sarandí los oficiales del Buque de su mando y le dará posesión del Establecimiento, comprendiendo la isla de Soledad y las demás adyacentes hasta el Cabo de Hornos, enarbolando a bordo y en tierra el pabellón de la República y haciendo una salva de veintiún cañonazos. De esta posesión y del pormenor de las formalidades con que haya sido dada, firmará el teniente Coronel Don José María Pinedo una acta por triplicado (…). Se pondrá de acuerdo con el expresado Comandante para facilitarle los auxilios que necesite para hacer respetar su destino y la comisión de que ve encargado suministrándole los víveres necesarios para el mantenimiento de su guarnición”.

La travesía de la “Sarandí” resultó penosa, y aunque llegaron a destino el 6 de octubre, no pudieron desembarcar por las lluvias y nieves de tres días seguidos. El 10 de octubre tuvo lugar la ceremonia de toma de posesión de la Comandancia de las islas por parte del gobernador Mestivier, con la consiguiente reafirmación de nuestro dominio sobre ese pedazo de suelo patrio.

Una vez instalado, la goleta “Sarandí” abandonó el fondeadero del puerto de la Soledad, para efectuar un crucero de inspección por el litoral sur del archipiélago en busca de barcos extranjeros dedicados a la pesca en aguas argentinas. Luego de sorprender en infracción a dos de ellos, se dirigió al Estrecho de Magallanes en persecución de un bergantín oriental y otro de bandera norteamericana.

En el interín, parte de la guarnición de la Soledad se sublevó, al mando del sargento, Manuel Sáenz Valiente. En efecto, el 30 de noviembre, en horas de la noche, una sublevación de parte de la guarnición no pudo ser reprimida por el Comandante. Sorprendido éste en sus propias habitaciones, fue atacado y, antes de que pudiera defenderse, ultimado a tiros y bayonetazos. Desde esa fecha, los habitantes (todos) y parte de la guarnición no complicada en estos indignos sucesos vivieron presa del terror y expuestos a los desmanes de los amotinados

Las causas de la sublevación pueden encontrarse en la rígida disciplina de Mestivier, quien “no consentía ninguna falta a sus subordinados y demostraba poseer mano dura para aplicar castigos”, según Fitte. Estas medidas crearon una actitud de hostilidad entre sus hombres, que obedecían al ayudante Gomila, a quien veían como su verdadero jefe.

Dijo Luis Vernet: “…el hecho fue protagonizado solamente por integrantes de la guarnición militar…..la guarnición se sublevó y asesinó al mayor Mestivier. Los peones de mi establecimiento, ayudados por la tripulación de un ballenero francés prontamente agarraron a los amotinados y los trajeron presos”.

Después de haber sido tomados presos los culpables y remitidos a Buenos Aires, fueron sometidos a un Consejo de Guerra, reunido en febrero de 1833, que sentenció: por inacción a Gomila fue separado del Ejército durante un año, acusado de no haber encarcelado a los culpables. De los soldados imputados nueve fueron colgados en la Plaza Mayor y a otros dos se los apaleó y les dieron ocho años de recarga en el servicio. Las ejecuciones se llevaron a cabo el 8 de febrero de 1933. De los pobladores, en cambio, ninguno fue remitido a Buenos Aires en calidad de detenido por su participación.

Muerto Mestivier quedó José María Pinedo al mando del buque y del destacamento. Comandada por el capitán John James Onslow, el 20 de diciembre de 1832 arriba a Malvinas la corbeta de guerra británica Clío, presentándose el 2 de enero de Malvinas del Oeste. Ese mismo día Oslow se apersonó a Pinedo para decirle que traía instrucciones de “tomar posesión de las Islas Malvinas, las que son de Su Majestad Británica”, y que antes de 24 horas tenía órdenes terminantes de poner el pabellón inglés. Este es el comienzo de la usurpación británica de nuestras Islas.

La esposa de Mestivier dio a luz a su único hijo en Puerto Soledad, siendo uno de los varios malvinenses argentinos que nacieron antes de 1833, incluyendo a la hija de Luis Vernet: Matilde Vernet y Sáez.

 

Fuente: revisionistas

martes, 23 de septiembre de 2025

Las dudas británicas sobre su derecho sobre las islas

Cuando los ingleses dudaron de sus derechos

Juan Archibaldo Lanús

Fuente



Fue en el año de la celebración del primer Centenario de la Revolución de Mayo cuando un experto de la Secretaría de Asuntos Extranjeros del Reino Unido produjo un documento que ponía en duda la solidez de los derechos de ese país sobre las Malvinas y las demás islas del Atlántico Sur. Nuestro deber es rastrear todos los antecedentes que permitan reforzar la legitimidad del reclamo de soberanía sobre las islas que la Argentina ha repetido desde 1832.

"El gobierno de Su Majestad no tiene dudas de sus derechos soberanos sobre las..." era la frase ritual que todos los representantes del Reino Unido pronunciaban como réplica a cualquier reclamo argentino sobre las Islas Malvinas.

Sin embargo, no fue siempre así. Hace casi cien años, un estudio histórico del Foreign Office puso en duda los derechos aducidos por los sucesivos gobiernos británicos. Un estudio producido por Gaston de Bernhardt fue el documento básico que el Foreign Office (Secretaría de Asuntos Exteriores) utilizó para definir la política inglesa.

Años más tarde, la opinión de otro experto de la Secretaría de Asuntos Exteriores suscitó una tensa controversia en el Royal Institute of International Affairs. En mi libro Aquel apogeo. Política internacional argentina 1910-1939, hago referencia a estos dos documentos, cuyo valor radica en constituir la opinión de dos especialistas ingleses.

El informe de Gaston de Bernhardt

El primer documento interno del Foreign Office, donde se hace la historia del conflicto y se resumen los principales títulos y argumentos que asisten a Gran Bretaña y a la Argentina, fue producido por Gaston de Bernhardt el 7 de diciembre de 1910.

El informe evoca el descubrimiento de las islas, la ocupación francesa en Puerto Luis en 1764, la ocupación española a partir de 1771, el "acuerdo secreto" entre España y Gran Bretaña y, finalmente, el abandono inglés y la permanencia de los españoles sin que "ninguna objeción parece haber sido hecha por parte de Gran Bretaña en ningún momento a la posesión de la Isla Soledad por los españoles, quienes continuaron en ejercicio pacífico de todos los derechos de la soberanía, no sólo sobre las Islas Falkland (Malvinas), sino sobre todo el grupo", según el informe secreto de Bernhardt.

Gaston de Bernhardt, más que un jurista, era un historiador, pero sus puntos de vista tuvieron la virtud de ser el primer estudio estructurado que durante mucho tiempo sirvió como documento base para la reflexión en el Foreign Office. Este documento fue retirado del Public Record Office luego de la guerra de las Malvinas y ya no está accesible.

Poco tiempo después, en 1911, el Secretario de Estado asistente, Ronald Campbell, retomó el estudio de Bernhardt y señaló los "puntos débiles" de la posición británica. Luego de repasar el traspaso de Gran Bretaña a España, los acuerdos y declaraciones sucesivas, Campbell afirmó que la evacuación británica —a pesar de la indignación que provocó entre los ingleses— fue considerada "un abandono para siempre de nuestros derechos al grupo".

Señala, además, que las islas fueron ocupadas "por las Provincias Unidas de Buenos Aires como sucesoras del título de España, de quien la colonia acababa de ganar la independencia".

El debate sobre los títulos y derechos ya estaba instalado en el Foreign Office, donde otros documentos internos evaluaban las debilidades y fortalezas de los argumentos ingleses. En uno de esos documentos, producido en 1936 por el jurista G. Fitzmaurice, quien luego sería juez de la Corte Internacional de Justicia, se lee de su propia mano:

"Nuestro caso tiene ciertas flaquezas".

Dudas en el Foreign Office

Un documento interno "muy confidencial" de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Reino Unido, del 8 de diciembre de 1927, reconoce:

"Durante más de un siglo, la Argentina ha reclamado que las Islas Falkland (Malvinas) constituyen territorio argentino..."

Más adelante, el documento menciona que "la Argentina también presenta reclamos sobre las Orcadas del Sur y Georgias del Sur".

Hacia 1927, los británicos estaban preocupados por la posibilidad de que el Gobierno argentino planteara el conflicto de soberanía ante la Unión Panamericana, lo cual representaba para ellos una perspectiva inquietante. Se trataba de una posible presentación en la Conferencia Interamericana que tendría lugar en La Habana.

Por otro lado, el embajador británico Howard había confirmado que el Departamento de Estado en Washington estaba al corriente de la cuestión.

La estrategia británica ante la disputa

La preocupación británica no se limitaba a la hipótesis de hostilidades diplomáticas por parte de la Argentina, sino al hecho de que "la historia inicial de la ocupación británica de las Islas Falkland (Malvinas) ha sido en cierto sentido confusa", como expresa un memorándum "muy confidencial" del Foreign Office firmado por C. J. W. Torr.

Sir Malcolm Robertson, quien había sido embajador británico en Buenos Aires, manifestó en repetidas oportunidades una opinión negativa sobre el presidente argentino Marcelo T. de Alvear, a quien consideraba "débil" e incapaz de defender los intereses nacionales. En contraste, tenía esperanzas en Hipólito Yrigoyen, de quien creía que tenía una actitud más amistosa hacia Gran Bretaña.

En un informe de 1928, Robertson escribió:

"Con relación a las Islas Falkland, he considerado siempre, desde la lectura del memorándum Bernhardt de 1910, que nuestro reclamo sobre las islas era, ciertamente, muy débil. Se parte de la base de un hecho de fuerza y nada más."

El embajador británico concluía que la ocupación de las islas era más fuerte que cualquier cantidad de comunicaciones diplomáticas, y que cualquier insistencia en el tema por parte de Argentina podía empujar el conflicto hacia la Corte Internacional de Justicia en La Haya.

Dudas en el Royal Institute of International Affairs

En 1936, cuando el Royal Institute of International Affairs preparaba un estudio sobre América del Sur, consultó al Foreign Office sobre cómo abordar el tema de las Islas Malvinas.

El director del proyecto, Martin Wright, envió un primer borrador que afirmaba:

"Gran Bretaña anexó las Islas Falkland de la Argentina en 1833 y siempre desde entonces estuvieron bajo su dominio, no obstante frecuentes reivindicaciones de la Argentina."

Sin embargo, en reuniones internas del Foreign Office, surgieron fuertes dudas sobre la legitimidad histórica de la ocupación. En una minuta fechada el 14 de octubre de 1936, se lee:

"No es fácil explicar nuestra posición sin mostrarnos a nosotros mismos como bandidos internacionales."

Finalmente, después de largas discusiones, se modificó el texto para reflejar una versión más diplomática y menos comprometida.

El embajador británico Henderson concluyó en 1937 que:

"La legitimidad de la pretensión británica sobre las Islas Falkland (Malvinas) no parecía, en el momento actual, una cuestión insuperable."

La estrategia británica, en consecuencia, era clara: mantener la ocupación y minimizar el debate.

La documentación histórica demuestra que incluso dentro del propio Foreign Office, existían dudas sobre la legitimidad del reclamo británico sobre las Islas Malvinas. Sin embargo, la política británica fue persistente: consolidar la ocupación y evitar cualquier discusión que pudiera debilitar su posición ante la comunidad internacional.


Notas al pie

1 Memorándum de Gaston de Bernhardt del 7 de diciembre de 1910 (F.O. 881/9755). Fuente: Ferrer Vieyra, Enrique. “Notas sobre documentos del Foreign Office referentes al conflicto Malvinas”. En: La política internacional, el derecho y el territorio nacional, Córdoba, El Copista, 1999.
2 Memorándum de R. Campbell, Secretario de Estado Asistente, 1911. (F.O. 371/1288). Fuente: ídem nota anterior.
3 Memorándum de John W. Field del 29 de febrero de 1928 (F.O. 37/12735/13336). Memorándum de A. F. Orchard del 3 de diciembre de 1928 (F.O. 371/12736/136168). Memorándum de G. Fitzmaurice del 6 de febrero de 1936 (F.O. 371/19763). Fuente: FerrerVieyra, Enrique, ídem nota 4.
4 Memorándum “Muy Confidencial” de C. J. W. Torr al gabinete del Secretario de Relaciones Exteriores Británico, Foreign Office, 8 de diciembre de 1927. P.R.O. / F.O. 371/11959. Informe Anual 1927 de Robertson a Chamberlain del 27 de enero de 1928. P.R.O. / F.O. (A 1312/1312/2).
5 Memorándum confidencial suscrito por (Sd) H. H. del 24 de octubre de 1927. P.R.O. / Informe Anual 1927 de Robertson a Chamberlain citado en nota 7.
6 Telegrama secreto Nº 6 Memorándum citado en Nota 7.
7 Nota de sir Malcolm Robertson a The Right Hon. sir R. C. Lindsay del Foreign Office del 3 de noviembre de 1928. P.R.O. / F.O. 371/12737.
8 Informe Anual 1927 citado en nota 7.
9 Informe Anual 1934 de Chilton a sir John Simon del 22 de enero de 1935 (punto 38). P.R.O. / F.O. 371/18636 (A 1989/1989/2).
10 Informe Anual 1936 enviado por el embajador Henderson a sir Anthony Eden el 26 de enero de 1937. P.R.O. / F.O. 371/20508 (A 1665/1665/2).
11 Ídem nota anterior.
12 Nota Confidencial de sir Anthony Eden al embajador Henderson del 28 de agosto de 1936. P.R.O. / F.O. 371/10763 (A 6461/889/2). La nota de referencia contiene además de los párrafos citados las siguientes consideraciones:

“En primer lugar, cien años de posesión, bajo disputa o no, constituye dentro de la ley internacional, título suficiente de soberanía sobre las islas de tal manera que por esta vía se correría mucho menor riesgo en caso de que la legitimidad del título no sea reconocida por la Corte Internacional Permanente de Justicia o por un tribunal internacional. Mientras tanto, el paso de los años, circunstancia a la que se agrega la celebración del centenario de la ocupación inglesa, consolida a su favor la causa del Gobierno de Su Majestad. Al mismo tiempo, existe razón para dudar si, verdaderamente, la Argentina ha mantenido siempre con algún fundamento el reclamo de las islas. Durante los intercambios diplomáticos del año 1833 el caso parecía haber sido fundado sobre la base de erróneos antecedentes de ambas partes. Parecería que los sucesos en el siglo XVIII fueron irrelevantes dado que las islas estaban totalmente desocupadas en 1811, lo cual otorgaba en aquella época fundamento para considerárselas res nullius, o sea, abierta a la posibilidad de ocupación por parte de cualquier estado. Además, a menos que la ocupación del corsario Vernet, a quien el Gobierno argentino trató de investir sin éxito bajo su autoridad, permite nuevamente llegar a la conclusión que las islas eran res nullius al momento de la nueva ocupación inglesa en el año 1832”.

13 Carta de The Royal Institute of International Affairs, Chatham House, del 8 de septiembre de 1936. P.R.O. / F.O. 371/10763.
14 Minutas del 14, 16 y 17 de octubre de 1936 “Reclamo Argentino”. P.R.O. / F.O. 371/10763 (A 8083/889/2).
15 Carta de sir Stephen Gaselee a Martin Wright, del Royal Institute of International Affairs, del 22 de octubre de 1936. P.R.O. / F.O. 371/10763 (A 8083/889/2).
16 Informe Anual 1936 de Henderson a Eden, enviado por nota del 26 de enero de 1937.
P.R.O. / F.O. (A 1665/1665/2).
17 Informe Anual 1934 citado en nota 13.
“Llamadas por los franceses Malouines y por los españoles Malvinas fueron descubiertas por John Davis en el buque “Desiré” el 14 de agosto de 1592. Fueron vistas por Sir Richard Hawkins el 2 de febrero de 1594 y visitadas por varios holandeses... El Capitán Strong a bordo del “Welfare” navegó a través de las islas principales y llamó al pasaje... Falkland Sound en memoria de los conocidos realistas Lucios Cary, Lord Falkland, muerto en la batalla de Newbury en 1643. De allí las islas tomaron luego ese nombre.
Aún como no lo fue antes de 1745”.
“El primer asentamiento en las islas fue establecido en 1761 por Bougainville en nombre del Rey de Francia...” Al año siguiente el Capitán Byron tomó posesión de la Isla Falkland del oeste y dejó una pequeña guarnición en Puerto Egmont en la Isla Sounders…”. Los españoles celosos de las interferencias de otras marinas en las Orcadas del Sur, compraron a los franceses el asentamiento en Puerto Luis, que rebautizaron por Soledad en 1766 y en 1770 por la fuerza, de Puerto Egmont expulsaron a los británicos.
“La acción española llevó a otros países al borde de la guerra. El establecimiento fue restituido, no obstante, a Gran Bretaña en 1771, pero... en 1771 fue abandonado voluntariamente... Las islas aparentemente quedaron sin una ocupación permanente y sin solicitantes hasta que en 1820, Luis Vernet gozando de la protección del Gobierno de la República de Buenos Aires, instaló una colonia en Puerto Luis. “... Finalmente, en 1833, Gran Bretaña que nunca había renunciado a su reclamo de soberanía sobre  las islas Falkland, expulsó a los citados argentinos y colonizadores que aún quedaban en Puerto Luis y reasumió la ocupación, que se ha mantenido sin interrupción hasta el presente”.



viernes, 22 de agosto de 2025

Otro verso sobre Darwin en Malvinas

Darwin en Malvinas


Aunque los muchachos de @FalklandsinUK me tengan bloqueado, no voy a dejar pasar sus medias verdades. Esto es lo que decía Darwin al arribar a las Islas Malvinas en marzo de 1833 (a solo dos meses de la usurpación británica):

"Llegamos aquí en (...) el principio de este mes (...) Encontramos para nuestra gran sorpresa la bandera inglesa izada. Supongo que la ocupación de este lugar acaba de aparecer en los periódicos ingleses, pero hemos oído que toda la parte sur de América está en ebullición. Por el espantoso lenguaje de Buenos Ayres, uno supondría que esta gran república quería declarar la guerra a Inglaterra!".


🇬🇧 "We arrived here in (...) the beginning of this month (...)  We found to our great surprise the English flag hoisted. I suppose the occupation of this place, has only just been noticed in the English paper; but we hear all the Southern part of America is in a ferment about. By the aweful language of Buenos Ayres one would suppose this great republic meant to declare war against England!"


Las palabras del celebre Darwin demuestran dos hechos fundamentales: 1) Quien se encontraba viajando en su segunda expedición por el mundo, y ahora por toda América del Sur, no tenía idea de la pretensión britanica sobre #Malvinas y 2) Destaca el humor social y de la opinión pública argentina (y del continente en su conjunto) respecto al acto de fuerza británico.


sábado, 4 de enero de 2025

2 de enero de 1833: La ocupación británica de las Malvinas

El día que los ingleses se apoderaron de las Islas Malvinas: un gobernador indeciso y un operativo de apenas quince minutos

Fue el 2 de enero de 1833. José María Pinedo no supo qué hacer ante el avance británico. Sin disparar un tiro ni poner en práctica la defensa que había planeado, vieron cómo arriaban la bandera argentina en un abrir y cerrar de ojos.


Por Adrián Pignatelli || Infobae

Puerto Luis, en la época de la usurpación británica. Hasta 1845 funcionó como el principal poblado hasta que en esa fecha el puerto se trasladó a lo que hoy es Puerto Argentino

El teniente coronel de la marina José María Pinedo, de 38 años, era un veterano de las guerras de la independencia y de la del Brasil. Desde octubre de 1829 era el comandante de la goleta Sarandí y había llegado a las islas Malvinas en 1832. En la embarcación llevó al gobernador interino, el francés José Francisco Mestivier, ya que Luis Vernet se hallaba en Buenos Aires. El 30 de noviembre, luego de un motín, Mestivier sería asesinado y Pinedo quedaría como gobernador interino.

Hasta 1845 Port Louis, a unos 26 kilómetros al noroeste de Puerto Argentino, sería algo así como la capital de las islas. Tenía un puerto y allí se alojaba el gobernador, y las únicas visitas eran los buques pesqueros y balleneros de diversas nacionalidades que pululaban por esas aguas depredando la fauna.

La goleta Sarandí, en la que José María Pinedo había llegado a las islas Malvinas

El miércoles 2 de enero de 1833 por la mañana había aparecido frente a sus costas el buque de guerra Clio, de bandera británica.

Lo primero que atinó a preguntar Pinedo al capitán inglés John James Onslow es si había guerra entre Buenos Aires e Inglaterra. En definitiva, vivir en las islas lo había sometido a un alto grado de aislamiento en el que las noticias llegaban con meses de retraso.

La pregunta de Pinedo fue formulada luego que Onslow le informase que llegaba con órdenes superiores de tomar posesión del archipiélago, y que lo hacía en nombre del rey Guillermo IV.

Onslow obedecía órdenes de la estación naval de su país, asentada en Brasil. Allí había llegado el mensaje de Inglaterra de que el monarca vería con agrado el envío de un buque a las islas y que ejerciese la soberanía y su custodia. Sus instrucciones incluían la construcción de un fuerte, y que tal vez podría usarse los restos de la fortificación española de 1774. En caso de encontrarse con habitantes ingleses, debía censarlos.

La Clio, la nave inglesa al mando del capitán Onslow que apenas llegó a las islas comunicó que se apropiaba de ellas en nombre del monarca de su país

Con sus órdenes precisas, Onslow partió de Rio de Janeiro el 29 de noviembre. El 20 de diciembre ingresó a Puerto Egmont. En las ruinas que allí encontró, el 23 izó la bandera con una inscripción en la que anunciaba la presencia del buque Clio con el propósito de ejercer la soberanía.

Fue recorriendo la costa sin hallar pobladores y así el 2 llegó a la altura de Puerto Luis, y ancló en la bahía.

El inglés le confirmó al sorprendido Pinedo que no había guerra y lo intimó a arriar la bandera argentina. También le pidió retirar las fuerzas militares y que abandonar las islas. En caso de encontrar resistencia, tenía la orden de actuar con la violencia necesaria.

Ante el ultimátum, Pinedo reunió a sus oficiales, la mayoría eran ingleses, salvo cuatro marineros y seis hombres “capaces de nada”, según declaró en Buenos Aires. El teniente graduado Roberto Elliot lo desmintió en parte al afirmar que todos eran estadounidenses salvo el piloto práctico, que sí era británico.

Por 1833, solo vivían algunos colonos y, desconectados durante meses del continente, su puerto era frecuentado por barcos pesqueros y balleneros

A las cuatro de la tarde, Pinedo los reunió a todos. Propuso resistir por diez días. Su objetivo era esperar la llegada de refuerzos desde Buenos Aires. Todos estuvieron de acuerdo menos Breman, el piloto práctico, que cumpliría con su tarea pero sin disparar contra sus connacionales.

Se ordenó zafarrancho de combate, y con el mayor de los sigilos se cargó la artillería con bala y metralla. Se repartieron armas y municiones a la tropa de tierra y a los colonos. Hasta se armó a los detenidos por el crimen de Mestivier. Elliot diría que “no hubo uno solo que no haya ido gustoso a desempeñar la parte que le tocaba”.

A las diez de la noche, Pinedo envió al buque inglés al teniente primero Mason y al propio Breman para comunicarle a Onslow que resistirían. Pero el mensaje no pudo ser entregado, ya que el capitán estaba durmiendo y no se lo podía molestar.

Pinedo repartió las municiones entre sus 44 hombres. La única nave de la que disponía era la goleta Sarandí, imposible hacerle frente a un buque de guerra, que la triplicaba en número de cañones y de hombres.

Decidió ir él a la Clío, y tampoco fue recibido. Hizo cuentas: con 44 hombres, debía defender su posición en tierra y combatir contra un buque que tenía el triple de artillería que la suya. Comprendió que todo era inútil.

El puntapié inicial de décadas de reclamos: portada del primer reclamo de la diplomacia argentina a Gran Bretaña

El jueves 3 por la mañana embarcó a la tropa. Dejó en tierra al capataz Juan Simón al cuidado de la bandera argentina, que aún flameaba en el mástil. A las 9 aparecieron tres botes con ingleses. Se dirigieron al caserío, instalaron un nuevo mástil e izaron la bandera británica. Luego, Pinedo desde su barco vio como un oficial, acompañado por un soldado, arriaba la argentina y se la alcanzaba al buque.

El 4 de enero, a las cuatro de la tarde, sin haber disparado un solo tiro, Pinedo dejó las islas. Ese atardecer divisó por última vez las costas de Malvinas.

El 14 Onslow también partió rumbo al Río de la Plata. Dejó encomendado al despensero irlandés William Dickson -el súbdito más respetable que encontró y que originariamente había sido contratado por Vernet- para que todos los domingos izara la bandera. También debía hacerlo ante la presencia de algún buque.

El 15 de enero la Sarandí recaló en el puerto de Buenos Aires. “¡Viva la Fuerza!” tituló la Gaceta Mercantil, comentando que la ocupación había sido hecha “por el derecho del más fuerte” y que Pinedo había tenido que ceder ante “la razón de los cañones”.

Pinedo sería sometido a una corte marcial. Se defendió argumentando que no tenía instrucciones sobre cómo proceder en caso de ser atacado. Entre fusilarlo y expulsarlo, se decidió por lo último, pero por irregularidades en el proceso, el fallo fue anulado y meses después se integró al ejército. Murió en 1885.

Manuel Vicente Maza instruyó a Manuel Moreno, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Gran Bretaña a “refirmar la protesta presentada oportunamente en Buenos Aires”. Moreno presentó el primer alegato de defensa de los derechos argentinos (“una memoria de protesta”) el 17 de junio de 1833 al vizconde Palmerston. Fue un documento muy importante por el número de detallados antecedentes que reafirmaban la soberanía argentina. Al día siguiente hizo publicar en el Times un comunicado del gobierno argentino, y mandó traducir la protesta al inglés y al francés.

Fueron unos fatídicos quince minutos, que es lo que duró el cambio de banderas, con redobles de tambores incluidos en ese humilde caserío de Port Louis donde en sus tierras se crían ovejas entre ranchos y construcciones convertidas en ruinas.


martes, 18 de junio de 2024

Port Louis: 1833 - 2023

Port Louis en 1833



En 1833 así se veía Port Louis en la isla Soledad según la pintura de Conrad Martens embarcado en el Beagle de la expedición de Charles Darwin.
Y en 2023 se veía así, durante la expedición de Victor Rault replicando el viaje de Darwin a las islas.
@MalvinasData ( Hernan) Agradecidos. Equipo de OM.


domingo, 24 de marzo de 2024

El motín y abusos en la colonia argentina antes de 1833

Abusos, el crimen de un comandante y un motín: la historia de las Malvinas antes de la usurpación

El miércoles 2 de enero de 1833 a las nueve de la mañana ingresó al puerto la corbeta Clio. Pero antes de que Inglaterra se apoderara de las islas, en el archipiélago se desarrollaron un sinfín de acontecimientos. Desde la pesca sin control de barcos extranjeros hasta el fusilamiento de rebeldes peones acusados de matar a un severo capitán

Por Adrián Pignatelli  ||  Infobae


Puerto Luis, sitio donde se estableció la sede de la Comandancia de Vernet y las viviendas de los colonos.



Cuando la Clio llegó, en el archipiélago habían pasado algunas cosas. Antes de que el miércoles 2 de enero de 1833 a las nueve de la mañana ingresara al puerto la nave de guerra inglesa, se había desatado el descontrol: pesca irrestricta de barcos extranjeros, escasez de alimentos, el crimen del comandante militar y político de la isla frente a su esposa y a su hijo recién nacido y un motín. La historia de las Islas Malvinas antes de la usurpación británica comienza ocho años antes, en 1825.

Ese año, la goleta estadounidense Grace Ann era descartada en Baltimore. Había sido concebida para el comercio de esclavos. El gobierno argentino la adquirió al año siguiente para incorporarla a la modesta flota que combatía en la guerra contra el Brasil. De 32 metros de eslora estaba armada con ocho cañones y el almirante Guillermo Brown elogiaba de ella su rapidez. La bautizaron la Sarandí.

Su comandante, desde octubre de 1829, fue José María Pinedo, un teniente coronel de 37 años que había ingresado a la marina en 1816, había sido corsario y había peleado en las guerras de la independencia y contra el Brasil. El 14 de septiembre de 1832 el gobierno de Buenos Aires le dio instrucciones: como Luis María Vernet se hallaba en Buenos Aires llevando un cargamento incautado a barcos norteamericanos al sorprenderlos pescando sin permiso, Pinedo debía tomar posesión del archipiélago, comprendiendo la isla de Soledad y las demás adyacentes hasta el Cabo de Hornos, enarbolando abordo y en tierra el Pabellón de la República y haciendo una salva de 21 cañonazos.

José María Pinedo ingresó a la marina en 1816 y prestó diversos servicios al país. Falleció en 1885.

En La Sarandí llevaría al nuevo comandante civil y militar interino, el sargento mayor Esteban José Francisco Mestivier. El flamante funcionario iba acompañado de su esposa Gertrudis Sánchez. El barco tenía 42 tripulantes y 25 soldados con un único oficial, el ayudante de caballería José Antonio Gomila. Algunos de los tripulantes iban también con sus familias.

La misión de Pinedo era la de patrullar 150 millas del litoral desde la isla Soledad hasta la Isla Nueva y controlar los buques que se dedicaban a la pesca. Tenía órdenes de no agredirlos, aunque debería responder en caso de ser “atropellado violentamente”. Y “nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia”.

La Sarandí zarpó el 23 de septiembre. Fueron quince días de navegación agitada, en la que la nave fue azotada por violentos temporales. Al entrar a la bahía en Puerto Luis -a 45 kilómetros al norte de Puerto Argentino- lo hizo con fuertes vientos y nieve. Contempló el desembarco un reducido grupo de pobladores, temerosos, que miraban con recelo la bandera del barco.

Cuando Vernet partió, había dejado instrucciones al capataz y a los peones como la de recoger a los caballos que no habían sido domados y formar una nueva caballada. Pero nada hicieron. El capataz, al no haber quien lo controlase, se sentía cómodo. Cuando llegó la Sarandí recién aceptó la autoridad de Pinedo al ver que estaba al frente de cincuenta soldados.

Luis María Vernet llevó adelante un ambicioso plan de poblamiento de las islas y se ocupó del control de la actividad de los barcos balleneros en las aguas del Atlántico Sur.

El floreciente poblado que había dejado Vernet había desaparecido y graves hechos ocurrieron durante su ausencia. El 28 de diciembre de 1831 apareció en Puerto Luis lo que en un principio era un barco de bandera francesa. Pero en realidad era la Lexington, norteamericana, al mando del capitán Silas Duncan, que no reconoció autoridad alguna.

Hizo desembarcar a sus hombres en tres botes y cometieron todos los abusos posibles. Mataron una decena de caballos, además de ovejas y chanchos. Los pobladores huyeron con lo puesto al interior de la isla mientras los marineros entraban a las casas, robaban lo que podían y destruían a su antojo. Amenazaron a los gauchos con armas de fuego, exigiendo comida, y en caso contrario quemarían todo. Luego destruyeron los cañones e inutilizaron la pólvora. Tomaron prisioneros que fueron llevados encadenados a Montevideo.

Duncan no registró en su bitácora este grave incidente.

Los desmanes cometidos por la tripulación de la Lexington había dejado el caserío en pésimas condiciones. El poblado ejemplar que había organizado Vernet se había transformado en casas de piedra semiarruinadas, un par de huertas, algunas ovejas y cabras, puercos de patas largas. Los hombres del capitán Duncan se habían encargado de destruir todo.

El 10 de octubre se desarrolló la ceremonia en la que el francés Mestivier quedó oficialmente a cargo de la comandancia militar y política. Hubo formación de tropa y marinería, tres vivas al gobierno, izamiento de la bandera argentina, tres cargas de fusilería y una salva de 21 cañonazos de la goleta.

El 21 de noviembre la Sarandí comenzó las tareas de patrullaje. Al zarpar, no imaginarían los graves sucesos que ocurrirían durante su ausencia.

Un exceso de severidad de Mestivier hacia el trato con los peones desató lo impensado. Al parecer, el comandante solía usar azotes para imponer castigos. Media docena de hombres, encabezados por el sargento Manuel Sáenz Valiente entraron a su casa y fueron a increparlo. Él dejó a su esposa y a su hijo recién nacido en su habitación y quiso llevarlos hacia afuera. Pero fue asesinado a tiros y a bayonetazos, a pesar de los gritos desesperados de su esposa. Dejaron el cadáver tirado en una zanja con un trozo de carne en su boca. Y escaparon hacia el interior de la isla.

Cuando Pinedo regresó, se enteró que en el pueblo había estallado un motín y por boca de la esposa del asesinado y de otros pobladores supo cómo habían sido los hechos. Con la colaboración de la tripulación de la fragata ballenera Jean Jacques, los asesinos fueron capturados.

El militar armó un proceso para castigar a los culpables, los llevó arrestados a bordo, recogió todo el armamento y dejó en tierra a un sargento con dos cabos para mantener el orden y la disciplina.

La goleta Sarandí estuvo en la guerra contra el Brasil, recorrió las costas patagónicas y tuvo un rol protagónico en la historia de Malvinas

Pinedo asumió interinamente el cargo de comandante militar y político. Cuando todo parecía volver a la normalidad, el miércoles 2 de enero de 1833 a las 9 de la mañana entró al puerto una nave de guerra inglesa. Era la Clio. Comenzaba la usurpación.

Los culpables fueron remitidos a Buenos Aires en la Sarandí. Luego de ser encontrados culpables por un Consejo de Guerra, fueron fusilados y sus cuerpos colgados en la horca en los cuarteles del Retiro el 8 de febrero de 1833. A Sáenz Valiente le cortaron la mano derecha antes de ajusticiarlo. Gomila, acusado de haber hecho la vista gorda ante el asesinato, fue condenado a un año de destierro, a pesar de las protestas de la viuda de Mestivier. Así se castigó un crimen cometido en una tierra que hacía un mes y una semana que había sido usurpada. Y otra historia comenzaría.

martes, 2 de enero de 2024

2 de enero de 1833: El inicio de la usurpación

La usurpación inglesa de Malvinas: sin disparar un solo tiro y en apenas 15 minutos

Hace 190 años Gran Bretaña ocupó las islas. Una fragata de guerra inglesa impuso su poderío sobre una guarnición mínima. Fueron obligados a arriar la bandera argentina


Con la goleta Sarandí, el comandante Pinedo había llegado a las islas. Las circunstancias lo llevarían a ser la autoridad máxima en el archipiélago

Ese miércoles 2 de enero de 1833 por la mañana había aparecido en Port Louis -45 kilómetros al norte de Puerto Argentino- el buque de guerra Clio, de bandera británica.

Lo primero que atinó a preguntar el gobernador interino José María Pinedo al capitán inglés John James Onslow es si había guerra entre Buenos Aires e Inglaterra. En definitiva, vivir en las islas lo había sometido a un alto grado de aislamiento en el que las noticias llegaban con meses de retraso, cuando llegaban.

La pregunta de Pinedo fue formulada luego que Onslow le informase que llegaba con órdenes superiores de tomar posesión del archipiélago, y que lo hacía en nombre del rey Guillermo IV.

Onslow obedecía órdenes de la estación naval de su país, asentada en Brasil. Allí había llegado el mensaje de Inglaterra de que el monarca vería con agrado el envío de un buque a las islas y que ejerciese la soberanía y su custodia. Sus instrucciones incluían la construcción de un fuerte, y que tal vez podría usarse los restos de la fortificación española de 1774. En caso de encontrarse con habitantes ingleses, debía censarlos.

Solo un caserío. Así se veían las islas Malvinas en los tiempos de la usurpación

Con sus órdenes precisas, Onslow partió de Rio de Janeiro el 29 de noviembre. El 20 de diciembre ingresó a Puerto Egmont. En las ruinas que allí encontró, el 23 izó la bandera con una inscripción en la que anunciaba la presencia del buque Clio con el propósito de ejercer la soberanía.

Fue recorriendo la costa sin hallar pobladores y así el 2 llegó a la altura de Puerto Luis, y ancló en la bahía.

La fragata británica Clío, que inició la usurpación del archipiélago en 1833

El inglés le confirmó al sorprendido Pinedo que no había guerra y lo intimó a que arriase la bandera argentina, que retirase sus fuerzas y que abandonase las tierras. En caso de encontrar resistencia, tenía la orden de actuar con la violencia necesaria.

Pinedo, de 38 años, teniente coronel de la marina, era un veterano de las guerras de la independencia y de la del Brasil. Desde octubre de 1829, como comandante de la Sarandí había llegado a las islas en 1832 llevando al gobernador interino, el francés José Francisco Mestivier, ya que Luis Vernet se hallaba en Buenos Aires. El 30 de noviembre, luego de un motín, Mestivier sería asesinado y Pinedo quedaría como gobernador interino.

Pintura que recrea lo que era Puerto Luis en la época de Vernet y Pinedo

El comandante inglés ordenó arriar la bandera argentina y que las fuerzas se retirasen. Ante el ultimátum, Pinedo reunió a sus oficiales, la mayoría eran ingleses, salvo cuatro marineros y seis muchachos “capaces de nada”, según declaró en Buenos Aires; de sus 14 soldados, había tres ingleses, según remarcaría más tarde. El teniente graduado Roberto Elliot lo desmintió en parte al afirmar que todos eran norteamericanos salvo el piloto práctico, que sí era británico.

A las cuatro de la tarde, Pinedo los reunió a todos. Propuso resistir, aunque sea por diez días, se produjese un milagro y llegasen refuerzos de Buenos Aires. Todos estuvieron de acuerdo menos Breman, el piloto práctico, que cumpliría con su tarea pero sin disparar contra sus connacionales.

Se ordenó zafarrancho de combate, y con el mayor de los sigilos se cargó la artillería con bala y con metralla. Se repartieron armas y municiones a la tropa de tierra y a los colonos. Hasta se armó a los detenidos por el crimen de Mestivier. Elliot diría que “no hubo uno solo que no concurriese gustoso a desempeñar la parte que le tocaba”.

Decidió ganar tiempo. A las diez de la noche envió al buque inglés al teniente primero Mason y al propio Breman para comunicarle a Onslow que resistirían. Pero el mensaje no pudo ser entregado, ya que el capitán estaba durmiendo y no se lo podía molestar.

Portada del primer reclamo de la diplomacia argentina a Gran Bretaña

Pinedo repartió las municiones entre sus 44 hombres. La única nave de la que disponía era la goleta Sarandí, imposible hacerle frente a un buque de guerra, que la triplicaba en número de cañones y de hombres.

Decidió ir él a la Clío, y tampoco fue recibido. Comprendió que cualquier tipo de resistencia sería inútil.

El jueves 3 por la mañana embarcó a la tropa. Dejó en tierra al capataz Juan Simón al cuidado de la bandera argentina, que aún flameaba en el mástil. A las 9 aparecieron tres botes con ingleses. Se dirigieron al caserío, instalaron un nuevo mástil e izaron la bandera británica. Luego, Pinedo desde su barco vio como un oficial, acompañado por un soldado, arriaba la argentina y se la alcanzaba al buque.

El 4 de enero, a las cuatro de la tarde, sin haber disparado un solo tiro, Pinedo dejó las islas. Ese atardecer divisó por última vez las costas de Malvinas.

El 14 Onslow también partió rumbo al Río de la Plata. Dejó encomendado al despensero irlandés William Dickson -el súbdito más respetable que encontró y que originariamente había sido contratado por Vernet- que todos los domingos izase la bandera o bien lo hiciese en presencia de algún buque.

El 15 de enero la Sarandí recaló en el puerto de Buenos Aires. “¡Viva la Fuerza!” tituló la Gaceta Mercantil, comentando que la ocupación había sido hecha “por el derecho del más fuerte” y que Pinedo había tenido que ceder ante “la razón de los cañones”.

Pinedo sería sometido a una corte marcial. Se defendió argumentando que no tenía instrucciones sobre cómo proceder en caso de ser atacado. Entre fusilarlo y expulsarlo, se decidió por lo último, pero por irregularidades en el proceso, el fallo fue anulado y meses después reincorporado pero en el ejército. Fallecería en 1885.

Manuel Vicente Maza instruyó a Manuel Moreno, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Gran Bretaña a “refirmar la protesta presentada oportunamente en Buenos Aires”. El primer alegato de defensa de los derechos argentinos Moreno –”una memoria de protesta”- lo presentó el 17 de junio de 1833 al vizconde Palmerston. Fue un documento muy importante por el número de detallados antecedentes que reafirmaban la soberanía argentina. Al día siguiente hizo publicar en el Times un comunicado del gobierno argentino, y mandó traducir la protesta al inglés y al francés.

Fueron unos fatídicos quince minutos, que es lo que duró el cambio de banderas, con redobles de tambores incluidos. Se dice que el comandante inglés ni siquiera habría pisado tierra malvinera. Aprovechó el viento favorable y dejó las islas. De esos quince minutos pasaron 190 años.

lunes, 25 de septiembre de 2023

Malvinas colonial: Su participación en la guerra contra Portugal

La batalla de Santa Catarina, 1777

Weapons and Warfare
  





Barco de línea portugués de dos pisos a finales del siglo XVIII.





Las tensiones luso-españolas de larga data sobre el área del Uruguay moderno (en particular, la base portuguesa en Sacramento) llevaron a una importante expedición naval española que atacó la isla de Santa Catarina. El mapa muestra esta expedición, con los barcos, que incluían transportes de tropas, marcados en rojo. Los buques de guerra portugueses fueron apartados y las posiciones portuguesas fueron tomadas rápidamente. El acuerdo posterior dejó a Sacramento como español pero no a Santa Catarina. Los españoles también habían tomado Puerto Egmont, la base británica en las Islas Malvinas, en 1770, pero la presión naval británica llevó a los españoles a restaurar Puerto Egmont.

6-7 DE FEBRERO DE 1777.

Una expedición española de 116 barcos y 19.000 hombres sale de Brasil, encabezada por la flota del Vicealmirante Francisco Javier Everardo Tilly y Paredes, Marqués de Casa Tilly y Caballero de la Orden de Santiago, compuesta por el Poderoso de 74 cañones de la el capitán de bandera Juan de Langara, San Dámaso de Francisco de Borja, Santiago la América de Antonio Asorio y Herreras, San José de José Bauzes y Monarca de Antonio Osorio y Funco; el Septentrion de 64 cañones; las fragatas Santa Ana, Santa Clara, Santa Florentina, Santa Teresa, Santa Margarita, Santa Rosa y Liebre; el Chambequín Andaluz; los bombarderos Santa Casilda y Santa Eulalia; más tres consortes menores. Interceptan un trío de buques mercantes portugueses que se dirigían desde Río de Janeiro hacia Europa, aunque el propósito real de la formación española es tomar represalias a una escala mucho mayor por los recientes enfrentamientos en América del Sur. Unos 8.600 soldados de infantería, 640 dragones y 150 artilleros de 10 regimientos diferentes se encuentran a bordo de 96 transportes al mando del veterano teniente general Pedro de Cevallos, Caballero de las Órdenes de Santiago y San Genaro y ahora también designado virrey para Buenos Aires.

Originalmente dirigido a asaltar el puesto avanzado portugués de Colonia do Sacramento (Uruguay), de Cevallos decide asaltar la isla brasileña de Santa Catarina de pasada, a pesar de las objeciones de su homólogo naval, el almirante de Tilly. Mientras navega hacia el suroeste hacia este destino, la enorme flota española hace a un lado a los cuatro barcos de línea, cuatro fragatas y cuatro auxiliares portugueses de MacDouall, que encuentra anclados en Garupas el 17 de febrero.

20 DE FEBRERO DE 1777.

Santa Catarina. De Cevallos y el almirante de Tilly se materializan fuera de esta base brasileña y se lanzan a la bahía de Canavieiras en el extremo norte de la isla para buscar un lugar de aterrizaje. Las entradas a ambos lados de la isla Ratones están cubiertas por los fuertes Sao José y Santa Cruz, por lo que los atacantes desembarcan en la cercana playa de Sao Francisco la noche del 22 al 23 de febrero, sin oposición.

El objetivo de de Cevallos es tomar el Fuerte Sao José por la retaguardia, mientras simultáneamente lo bombardea desde el mar con su barco de 60 cañones de la línea Septentrion, el Liebre, y dos barcos bomba; pero los 2.900 defensores portugueses no preparados al mando del general Antonio Carlos Furtado de Mendoça abandonan todas sus ciudadelas sin luchar, la mayoría se retira a tierra firme en barco y luego deserta en masa al marchar para reforzar Río Grande. Por lo tanto, ambos fuertes de Santa Catarina caen en manos españolas el 25 de febrero, junto con 195 piezas de artillería, después de lo cual 3.816 soldados y residentes portugueses sobrevivientes se entregan gradualmente antes del 5 de marzo en lugar de enfrentar el hambre en la selva.

28 DE MARZO DE 1777.

Después de instalar una guarnición en la isla de Santa Catarina bajo el mando del coronel de origen irlandés William Vaughan del Regimiento Hibernia, de Ceval los navega hacia el sur con la mayor parte de sus fuerzas, con la intención de desembarcar en Lagoa dos Patos, nuevamente, a pesar de las protestas del almirante de Tilly, y atacar la concentración portuguesa en Río Grande junto con un movimiento hacia el noreste fuera de Uruguay por parte de un ejército español al mando de Vértiz. En cambio, su expedición se encuentra con un clima tan adverso que de Cevallos se ve obligado a tambalearse hacia Maldonado el 18 de abril, sin ver acción. Luego separa sus barcos más pesados ​​​​de la línea el 10 de mayo para navegar en busca del escuadrón portugués de Mac Douall, mientras conserva su barco más ligero para conducir su ejército hacia Sacramento. 9 DE ABRIL DE 1777. Antonio Barreto, recién designado gobernador del “Alto Orinoco”, ” parte de Santo Tomé de Guayana (Venezuela) con 50 soldados a bordo de nueve pequeñas embarcaciones para navegar río arriba. Reúne a 50 soldados adicionales tierra adentro y luego investiga las defensas portuguesas a lo largo del río Negro.

21 DE ABRIL DE 1777.

El buque de línea español de 74 cañones San Agustín del capitán José N. Zapiain y el auxiliar más pequeño Santa Ana (habiendo llegado demasiado tarde de Europa para adelantar a la expedición de Cevallos y de Tilly, además de separarse de sus 74 cañones consorte Serio y la fragata Magdalena) son capturadas cerca de la desembocadura del Río de la Plata por la escuadra portuguesa de Mac Douall.

22 DE MAYO DE 1777.

Sacramento. El mariscal de campo Victorio de Navia Osorio desembarca la vanguardia de las 4.500 tropas de de Cevallos en El Molino (a tres millas de este puesto avanzado portugués) y al día siguiente se le une el comandante en jefe, a pesar de las fuertes lluvias. Esta expedición se refuerza aún más desde Buenos Aires, luego comienza a excavar sus primeras obras de asedio el 30 de mayo, compuestas por una batería de morteros, otra batería de ocho libras para disparar perdigones calientes, más un par de piezas pesadas y otras más livianas para proteger la flancos Los sorprendidos 700 soldados portugueses y 300 marineros bajo el mando del coronel Francisco José de Rocha, que ya estaban medio muertos de hambre debido a un prolongado bloqueo español, demandan rápidamente los términos y se rinden en la tarde del 4 de junio. El botín de los españoles incluye 700 prisioneros, 141 piezas de artillería y 2.300 mosquetes.

De Cevallos pasa los siguientes dos meses demoliendo con explosivos las fortificaciones de Sacramento y las baterías gemelas en la isla adyacente de San Gabriel, antes de finalmente hundir los barcos para cerrar la entrada del puerto. Luego vuelve a embarcar a sus tropas para navegar hacia el este hacia Maldonado el 4 de agosto. Tiene la intención de lanzar otra ofensiva contra Río Grande, pero esto se cancela cuando le llega la noticia el 27 de agosto del restablecimiento de las relaciones entre Madrid y Lisboa en Europa.

9 DE JULIO DE 1777.

De Tilly zarpa de la isla de Santa Catarina con siete barcos de línea y cinco fragatas, rumbo a Río Grande. Sin embargo, el mal tiempo obstaculiza su progreso, obligándolo a pararse en el Río de la Plata el 26 de julio. Mientras se acerca al puerto después del anochecer, su fragata Santa Clara naufraga en el Banco Inglés y se hunde con 120 manos. La muerte de José I de Portugal el 23 de febrero de 1777 ha producido un vuelco en la política de Lisboa, ya que le sucede su reina de origen español, María Victoria, que pone fin a estas disputas mediante un tratado preliminar firmado en San Ildefonso el 1 de octubre. Los portugueses renuncian a todos los reclamos sobre Sacramento y Uruguay, y además acuerdan devolver el barco San Agustín a España. Este último devuelve la isla de Santa Catarina y acepta reconocer a Río Grande como parte del territorio brasileño.

viernes, 4 de agosto de 2023

Imperio español: Mapa de las Malvinas durante la gobernación de Ruiz Puente

La BNE le está peleando palo a palo al Archivo de Indias quien tiene los mejores documentos sobre Malvinas. Excelsa carta de las islas de la época del gobernador Ruiz Puente, muestra la presencia furtiva de los británicos y la derrota de una goleta hacia la "Malvina Grande".




La toponimia es fantástica, con lo rudimentario de una carta de Malvinas del siglo XVIII se puede vislumbrar el asentamiento britón al norte de Gran Malvina, en cercanías de la isla de Borbón.




Un mapa actual de Malvinas para complementar el mapa anterior con las distintas toponimias del norte de Gran Malvina.