














En su momento, el periódico británico The Guardian hizo público una denuncia en un editorial titulado "Veinte años después", señalando que el público británico solo pudo acceder a información que se les negó hace dos décadas hasta el año 2002. Después de este largo período de silencio, el almirante Sir John Woodward, comandante de la Fuerza de Tarea enviada por Margaret Thatcher para recuperar las Islas Malvinas, reveló a los periodistas de The Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos: "Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas estaban aumentando y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si hubieran resistido una semana más, la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".
Woodward también recordó haber enviado un mensaje desesperado a las fuerzas de tierra el 6 de junio de 1982, advirtiéndoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba "exhausto". Estas revelaciones coinciden con las afirmaciones de otros altos mandos militares británicos, quienes sostienen que la guerra de Malvinas distó mucho de ser el "paseo" que ciertos propagandistas del tatcherismo pretendían. En una entrevista realizada en 1996 en Londres, uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de Paracaidistas (2 Para) respaldó esta tesis, señalando que si el alto mando argentino hubiera resistido una semana más, las tropas británicas hubieran enfrentado un colapso logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward son especialmente relevantes al conocerse ahora lo que escribió en su diario durante esos días de junio: "Estamos al borde del abismo: si los argentinos nos soplan en la nuca, nos mandan al fondo. A lo mejor les pasa lo mismo: espero que así sea porque de otra manera nos espera una carnicería".
Julián Thompson, líder de los Royal Marines durante la guerra, expresó: "Si hubieran esperado un poco más, seguramente no hubiéramos podido responder de la misma manera". En efecto, a finales de 1981, debido a una crisis interna, Gran Bretaña había decidido vender sus dos portaaviones y retirar del servicio sus grandes buques de desembarco, lo que la dejaría sin capacidad para realizar operaciones anfibias a gran escala. La Royal Navy se reduciría a una fuerza de defensa costera.
El general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas en Malvinas, afirmó que sin los portaaviones y los grandes barcos anfibios, no habrían podido enfrentar a la Fuerza Aérea Argentina ni llevar a cabo un desembarco terrestre de manera profesional con sus tropas. Además, en mayo de 1982, Argentina estaba programada para recibir una entrega de veinte misiles Exocet de Francia (a pesar de su caos económico, el gasto militar era alto), pero en abril, durante la ocupación de las islas, solo contaban con cuatro. El misil Exocet y el avión Super Etendard formaban un sistema ofensivo diseñado para atacar buques, una tecnología avanzada en ese momento y que aún se mantiene operativa en la actualidad.
Nos podemos hacer la pregunta de qué faltó hacer en tierra para devolver a los soldados británicos a sus barcos. Como general argentino estacionado en las Islas Malvinas con suministros limitados y enfrentando ataques terrestres a posiciones fijas propias, la situación ciertamente presentaría desafíos importantes. A continuación se presentan algunas estrategias que potencialmente podrían cambiar la dirección de la guerra en estas circunstancias:
Fortificación y defensa
se debió priorizar la fortificación de posiciones defensivas para
resistir los ataques terrestres enemigos. Mejorar los sistemas de
trincheras, búnkeres y fortificaciones para brindar cobertura y
protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería
enemigas. Implementar tácticas de defensa en capas para crear obstáculos
y perímetros defensivos que obliguen al enemigo a exponerse al fuego
defensivo.
Movilidad y flexibilidad
Mantener la movilidad y la flexibilidad en las operaciones
defensivas para evitar que el enemigo se afiance o explote las
debilidades en las posiciones defensivas. Se debió utilizar reservas y
unidades de respuesta rápida (comandos e infantes de marina) para
contrarrestar los intentos de avance del enemigo y reforzar los sectores
críticos bajo ataque. Realizar retiradas tácticas cuando sea necesario
para consolidar las líneas defensivas y preservar la mano de obra. Algo
que fue recalcado en acción los por los comandos del EA y por el mismo
Capitán Robacio que solicitó que las tropas que estaban en el capital se
movilizaran a las trincheras para combatir.
Contraataques y emboscadas
Se pudo aprovechar el conocimiento local del terreno para lanzar contraataques y
emboscadas contra las fuerzas enemigas. Identificar líneas de
suministro enemigas vulnerables, rutas de comunicación y áreas de
retaguardia para ataques selectivos que interrumpan las operaciones y la
moral del enemigo. Utilizar tácticas de ataque y fuga para infligir
bajas y desmoralizar a las tropas enemigas mientras conserva sus propios
recursos.
Reabastecimiento y refuerzo
Establecer rutas de suministro alternativas y redes de apoyo logístico
para garantizar el flujo continuo de suministros esenciales, municiones y
refuerzos a las posiciones de primera línea. Se pudo utilizar
lanzamientos aéreos desde helicópteros o aviones desde el continente,
misiones clandestinas de reabastecimiento y logística encubierta
nocturna para evitar los bloqueos enemigos y mantener la preparación
operativa.
Coordinación con activos navales y aéreos
Se pudo coordinar estrechamente la labor con activos navales y aéreos argentinos para
proporcionar capacidades de apoyo de fuego, reconocimiento e
interdicción en apoyo de las operaciones terrestres. Utilizar fuego y
ataques aéreos y tácticas de bloqueo aeronaval para interrumpir los
movimientos del enemigo (tal como se intentó en sus casos extremos con
los Hercules bombarderos y los Pucará torpederos), reforzar las
posiciones defensivas y mantener el control de las vías marítimas de
aproximación críticas.
Mantener la moral y la disciplina
En todo momento se debe fomentar un sentido de camaradería, moral y
disciplina entre las tropas para mantener la resiliencia y la
determinación frente a la adversidad. Proporcionar servicios adecuados
de descanso, recreación y apoyo para mantener la moral y la eficacia en
el combate. Implementar una disciplina y un liderazgo estrictos para
garantizar la cohesión y la unidad de esfuerzo en la defensa contra los
ataques enemigos. Asimismo, se debía acceder a pleno a los recursos
alimenticios civiles de la población kelper (sobretodo, el abundante
ganado ovino presente en el territorio).
Tácticas de guerra urbana
Finalmente, si el avance británico se tornaba indetenible, entonces
enfrentar la posibilidad del combate urbano en Puerto Argentino. Si se
defiende áreas urbanas o
urbanizadas, se debe emplear tácticas de guerra urbana para maximizar la
ventaja
defensiva. Utilizar edificios, calles y otras características urbanas
para crear obstáculos y puntos de emboscada para las fuerzas enemigas.
Llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo y combates callejeros para negar
al enemigo el control de infraestructuras y áreas urbanas clave. La
infraestructura mayormente hecha de madera no brindaba un buen escenario
para la creación de escombros y estructuras de cobertura y protección,
pero es una alternativa que podía ser explorada.
Guerra psicológica
También se pudo explotar y aprovechar las tácticas de guerra psicológica para socavar la moral y la resolución del enemigo. Utilizar propaganda, desinformación y engaño para sembrar dudas y confusión entre las filas enemigas. Explotar factores culturales, lingüísticos y psicológicos para crear divisiones y disidencia dentro de las fuerzas enemigas.
En conclusión, se debía enfrentar dificultades abrumadoras en una situación defensiva en las Islas Malvinas lo cual requeriría una combinación de ingenio táctico, resiliencia y determinación para resistir los ataques enemigos mientras se buscan oportunidades para recuperar la iniciativa y cambiar la dirección de la guerra.