miércoles, 28 de diciembre de 2022

El valor de la artillería paracaidista en Sapper Hill

 “Vamos a morir juntos”: los artilleros que juraron no entregar el último cañón y combatieron hasta el final

En Sapper Hill, durante la batalla final, 22 artilleros al mando del subteniente Suárez, del Grupo de Artillería Aerotransportada 4 de Córdoba, soportaron el terrible bombardeo inglés hasta quedarse sin municiones, dispuestos a no rendir su cañón ni la bandera argentina que los cobijaba: “Antes, los ingleses tenían que matarnos a todos”, dicen los héroes

Artillería argentina durante la guerra de las Malvinas en 1982

En el combate final, cuando ya la infantería argentina había retrocedido, un solo cañón Oto Melara de 105 milímetros, del Grupo de Artillería Aerotransportada 4 de Córdoba, quedó en primera línea frente al infernal bombardeo inglés, ya que todos los demás obuses de esa unidad habían quedado inutilizados. A pesar de que sólo hacen falta seis hombres para servir a un cañón, alrededor de este último obús se agruparon veintidós artilleros, al mando del subteniente Juan Gabino Suárez, dispuestos a no rendir la última pieza.

La posición de Gabino, ubicada en Sapper Hill, al oeste de Puerto Argentino, estaba siendo cañoneada permanentemente, sus refugios volaban en pedazos y ardían.

Sin embargo los artilleros argentinos no cesaban de contestar. No importaba si el proyectil enemigo caía a escasos metros, nadie pensaba en su seguridad personal.

Los soldados Juan Carlos Ortiz y Julio Malanfant hacían fuego con puntería directa, mientras que el conscripto Armando Maidana seguía graduando la espoleta y cargando el obús. Otro conscripto, Walter Moyano, no paraba de alentar al jefe de la pieza: “Tirá, Mulita, tirá, la p... que los parió, que los estamos c... a bombazos!” Más de una vez los impactos dieron en el escudo del cañón, tras el cual se guarecían Ortiz y Malanfant. El subteniente Gabino Suárez, en cambio, no se protegió en ningún momento. Parado desafiante a un costado y delante de la última pieza, no se cubría, pese a los ruegos en tal sentido de sus soldados.

–¡Tiren, carajo, tiren! –rugía Gabino–. ¡Tiren, que estos no pasan, tiren!

–¡Resistiremos, mi subteniente! –le contesta el conscripto Walter Rubíes.

El Grupo de Artillería Aerotransportado 4, el día que partió desde Córdoba hacia Malvinas

En dos o tres oportunidades llegó un camión volcador y arrojó decenas de cajones de municiones cerca de la batería, sin cuidado alguno, como si fuera arena.

En la madrugada del 14 de junio los artilleros ven una figura con dos cilindros corriendo hacia ellos, sólo iluminada por las explosiones alrededor suyo. Era el suboficial Rubén Quiroga, trayendo el mate cocido con leche, caliente y dulce, que empezaron a tomar entre ráfaga y ráfaga.

A medida que se iban quedando fuera de servicio los cañones argentinos, los hombres de la pieza inutilizada pasaban a alguna que estuviese en funcionamiento. Casi llegado el amanecer, hubo una suerte de alto el fuego y los soldados Rubíes, Moyano, Viglione y Maidana se metieron en el refugio, que estaba prendiéndose fuego, pero igual se acostaron al estilo de los nobles romanos alrededor de un cajón de pasas de uvas y las comían, tranquilísimos.

De pronto, entra un capitán llorando y les dice que deben retroceder. Lo sacan vendiendo almanaques y salen del refugio. Ya había un grupo alrededor de lo que sería la gloriosa última pieza. El Negro Moyano le dice a Rubíes “Walter, andate, me quedo yo”. “No, Negro –le responde– si vivimos la guerra juntos, vamos a morir juntos”. El Negro lo agarra de un hombro: “Entonces vamos, Walter, a morir. Lástima… ¡Qué lindo hubiese sido ganar y desfilar por mi barrio!”. Ahí nomás Gabino le asignó una función a cada uno y ordenó que tiraran con todo lo que tenían.

El cañón habla sin descanso. El humo prueba su trabajo a destajo. El artillero abre la cámara para eyectar la cápsula servida; otros dos, alcanzan nueva munición; un cuarto, fija la posición de tiro y el último, simplemente muestra los efectos del bombazo tapándose los oídos (Foto: Eduardo Farré)

Veían a los ingleses a unos setecientos metros de distancia y avanzando dificultosamente. El soldado Maidana iba ajustando las espoletas para setecientos, seiscientos cincuenta, seiscientos metros y así sucesivamente. Cada proyectil tenía escrita la distancia de tiro. Apuntaban prácticamente “a ojo”. El enemigo tardó bastante en llegar hasta los cuatrocientos metros, donde debió detener su avance.

Aparece un teniente con una radio y se la pasa a Gabino. Desde el otro lado de la conexión un oficial le ruega: “Negro, rompé el cañón, porque de lo contrario no podemos replegarnos y nos van a matar a todos”. Pero el subteniente simula no haberlo oído, y le dice a quien trajo la radio, que va a aguantar hasta el final.

El cabo primero Carlos Dáttoli había cubierto el escudo del obús con la bandera argentina y desafiaba a los ingleses gritándoles todos los improperios imaginables. Los soldados argentinos se enardecían ante esta actitud y recobraban fuerzas.

En 1982, un oficial por radio le ordenó a Gabino Suárez: “Negro, rompé el cañón, porque de lo contrario no podemos replegarnos y nos van a matar a todos”. Pero el subteniente simula no haberlo oído, y le dice a quien trajo la radio, que va a aguantar hasta el final

Nos juramentamos que antes de que los ingleses se llevaran esa bandera, tenían que matarnos a todos –me relató Rubíes–. Y no se la llevaron. Se la llevó Dattoli escondida al continente. Esa bandera, cuando estábamos en las últimas y el obús largaba aceite por atrás, se cayó encima del bloque de cierre del cañón, como bendiciéndolo y dándole las gracias por lo que había hecho por ella. Y se manchó, en parte con aceite y en parte con turba malvinera. Hoy, esas manchas siguen embelleciendo nuestro manto sagrado, nuestra bandera”.

Al final, ya todos se turnaban para hacer fuego. Hasta el cabo cocinero Quiroga, quien acarreó munición, cargó el obús y disparó.

En medio de la lluvia de plomo, el soldado Félix Zapata prepara un café con leche para todos dentro de su casco: “Es mejor morir con el estómago caliente”, sonreía.

Se produce una pausa en el fuego y Gabino advierte que ya no quedaba nada, ni refugio, ni otros cañones disparando. Sólo podía ver a sus veintidós hombres y más allá, al enemigo.

Reanudaron el fuego los ingleses, con cañones, morteros, cohetes y fusiles; centenares de luces se acercaban a la posición.

En Malvinas, el cabo primero Carlos Dáttoli (remera negra)había cubierto el escudo del obús con la bandera argentina y desafiaba a los ingleses gritándoles todos los improperios imaginables con remera negra

Los hombres de Gabino cargaron el obús para disparar el último proyectil que les quedaba, pero este se atascó. El cabo primero Dattoli toma el baquetón y trata de destrabar el obús, pero no lo consigue. Entonces el cabo cocinero Quiroga comienza a pegarle al proyectil con todas sus fuerzas. Gabino le advierte: “Es peligroso, puede estallar”. Y Quiroga responde: “Total, ya estamos muertos”. Y continúa aporreando.

Sólo ahí, cuando la pieza quedó inservible, los artilleros comenzaron a replegarse. Sorteando explosiones, recorrieron los doscientos metros más largos de sus vidas.

Pero al llegar al lugar de reunión, faltaba un conscripto. El cabo primero Dattoli exclama: “Es mío”. Da media vuelta y regresa al mismísimo infierno, se lo ve corriendo entre los escombros, los estallidos y los disparos buscando a su soldado. También se escuchan las ráfagas del Grupo de Artillería 3, que sigue combatiendo. Pero mientras Dattoli lo busca bajo el fuego enemigo, el conscripto aparece por el lado sur, sano y salvo.

Negro Moyano con hijo Cristian

De pronto se hace un silencio total y pasa un jeep con una bandera blanca. El combate ha finalizado. En el campo del honor quedan los soldados Pizarro, Vallejos y Romero.

A cuarenta años del hecho, el conscripto Rubíes no puede evocarlo sin emocionarse profundamente: “El último tiro quedó en el obús, nuestra noble última pieza calló para siempre. Habíamos mirado por todos lados y no quedaba ni un proyectil de 105. Eso significaba muchísimo. Significaba que no nos rendimos, sino que agotamos las municiones. Nos replegamos hasta la casa verde, los ingleses nos tiraron con todo lo que tenían, la retirada fue tremenda. ¡Todavía fantaseábamos con que en algún momento aparecerían tropas para el contraataque! Lo que apareció en cambio fue una bandera blanca. Todo había terminado. Encontramos al resto de nuestros camaradas, nos miraban como a locos, todos embarrados, lastimados, llorando. ¡Y cómo llorábamos! Como llora el alma en silencio y sin lágrimas”.

El Negro Moyano le dice a Rubíes 8en la foto): “Walter, andate, me quedo yo”. “No, Negro –le responde– si vivimos la guerra juntos, vamos a morir juntos”

El soldado Rubíes es la personificación más acabada del mentís a esa figura estereotipada conocida como “el chico de la guerra”, tan sólo digno de lástima: “Yo soy clase 63 y sin embargo todo los de mi unidad éramos soldados hechos y derechos. Mi instrucción era la siguiente. Curso de paracaidismo militar, completo y aprobado, con calificaciones altas. Curso de artillería, completo y aprobado con las mismas calificaciones. Curso de infantería básico completo, aprobado. Dentro del curso de infantería llegamos a desarmar y armar el fusil con los ojos vendados, entre otras cosas. Con esta instrucción fuimos los ‘pibes’ de la clase 63 a Malvinas. Pudo haber excepciones, claro. Pero nosotros nos fuimos de la posición sólo porque ya no teníamos municiones, por eso dejamos de reventarlos a tiros a los ingleses. Además en mi unidad fuimos todos como voluntarios. Igual como yo iría hoy de nuevo, ¡por mi patria!”.

Juan Carlos "Mulita" Ortiz dice del subteniente Juan Gabino Suárez: Se paraba a la par del obús, y cuando le pedíamos que se corra y tome cubierta, no nos hacía caso. Es un padre para mí"

“El pueblo argentino debe despertar”, me dice Gabino, enfáticamente. “Y debe llamar las cosas por su nombre. Estos soldados son héroes, me consta. Yo los vi pelear y los vi morir. Estos son los mejores hijos de la Nación, fueron muy bravos y no hemos sabido reconocerlo”.

En sus soldados, el sentimiento es recíproco. “El subteniente Juan Gabino Suárez es para mi un padre, que nos guió hasta el último momento del combate, cuando no quedaba ningún oficial de alto rango, todos se habían replegado –me comenta el “Mulita” Ortiz–. Se paraba a la par del obús, y cuando le pedíamos que se corra y tome cubierta, no nos hacía caso. Respondía: ‘Vamos, carajo, que los tenemos’, como una forma de despreciar el peligro y honrar el combate. Le agradezco que hiciera de mí un soldado, instruyéndonos militar y mentalmente para pelear. Él me enseño los valores de la vida, tanto en la paz como en la guerra. No fue un militar del montón, creo que el general San Martín está orgulloso de él”.

Cuando después de la guerra el conscripto Rubíes fue licenciado, el cabo primero Dattoli le escribió en su boina: “Hermano de guerra, mi sangre es la tuya”. Esa hermandad subsiste en el grupo de artilleros de “la última pieza” al día de hoy.


lunes, 26 de diciembre de 2022

Foto de A-4, indicativo Jaguar

Ataque del 24 de mayo de 1982, indicativo "Jaguar"



24 de Mayo de 1982
Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Jaguar". Despegaron de San Julián a las 10:00 hs. Tripulación: 1er Teniente José Vázquez (C-324), Alférez Guillermo Martínez (C-318) y Teniente Jorge Bono (C-305).
Llegaron a la zona del blanco aproximadamente a las 11:30 hs, sin ser interceptados. Se dirigieron a la Bahía San Carlos con rumbo 190/220, lanzaron seis bombas sobre la fragata Arrow. Un numeral vio una llamarada en la estructura. Estimaron ocho/diez buques en el estrecho. Uno fue identificado como el Canberra. Recibieron mucho fuego antiaérea de los buques y tierra. Al salir comprobaron que los tres aviones perdían combustible abundantemente.
Eyectaron tanques y volaron con rumbo 210º durante tres minutos. El jefe de escuadrilla ordenó la eyección al Nº 3, pero este informó que aún tenía 3.000 lb.
Colocaron rumbo 260º en ascenso, sobre estrecho de San Carlos. Vieron un buque y descendieron nuevamente. Al terminar de cruzar el estrecho (5 MN al norte de Bahía Fox) ascendieron y chequearon combustible, Nº 1: 1.500 lb, Nº 2: 2.280 lb y Nº 3: 2.500 lb.
Cruzaron la Gran Malvina en ascenso, pero al entrar al mar, al norte de la isla San Jorge, observaron al Nº 3 (Teniente Bono) iniciar suave viraje descendente e impactar en el mar.
Existen dudas sobre su eyección pero, de todas maneras, cayó al mar helado. Solicitaron al Hercules KC-130 "Madrid 2", que los guiara; lo hallaron en el nivel de vuelo 100 y se acoplaron (el Nº 1 tenía 200 lb y el Nº 2 tenía 1.200 lb). Así acoplados al Hércules llegaron al continente, hasta 30 MN de San Julián donde desacoplaron, y aterrizaron a las 13:00 hs. El Hércules KC-130 trasvasó al Nº 1, 39.000 LB y, para auxiliar a los "Jaguar", tuvo que acercarse hasta 60 MN al oeste de la Gran Malvina.
Esta salida se inscribirá en la historia mundial de la aviación por el arrojo sin límite de sus pilotos. El Teniente Jorge Bono, que podía haberse eyectado y descendido blandamente con su paracaídas, ofrendó su vida. Pocos días más tarde, el 30 de mayo, en el ataque al portaaviones Invincible lo seguiría el 1er Teniente José Vázquez.
Honor y gloria a los Héroes de Malvinas!!



Foto tomada por personal del Regimiento 2 Para Inglés apostado en el Monte Sussex, se cree que se trata de la escuadrilla Jaguar realizando su escape luego de haber atacado a la HMS Arrow - creditos a quien corresponda.

sábado, 24 de diciembre de 2022

SGM: La planificación de Rattenbach del potencial desembarco de 1941

A 80 años del plan secreto para recuperar las Malvinas: “Lo difícil será la tentativa de reconquista de los ingleses”

El capitán de fragata Ernesto Villanueva realizo en 1941 un trabajo de 35 carillas donde analizaba desde el lugar del desembarco a las fuerzas terrestres que debían permanecer en las islas, que fue debatido en secreto en la Escuela de Guerra Naval. La crítica de Rattembach, el mismo militar que juzgó con su informe a los responsables de la guerra de 1982
Tropas argentina en Malvinas tras el desembarco de 1982 Télam

No sería la primera vez y mucho menos la última pero el 26 de septiembre de 1941 oficiales navales argentinos planificaron la recuperación de las Islas Malvinas, teniendo en cuenta que “la guerra actual ha hecho evolucionar la política internacional en tal forma, que es de temer la transferencia de las islas a otra nación, ya sea de la América del Sur o del Norte. La República Argentina debería preparar secretamente un golpe de mano en forma de apoderarse de las mismas antes de que cambien de dueño y crear así una situación de hecho a su favor”.

El trabajo de 35 carillas y un anexo (mapa inglés de 1936 sobre el que se trabajó), firmado por capitán de fragata Ernesto R. Villanueva, fue presentado y debatido en la mayor reserva dentro de la Escuela de Guerra Naval.

Era lo que podría llamarse un trabajo de “mesa de arena”, una hipótesis, que solo se haría realidad si se concretaba. Contemplaba, bajo el título de “Cooperación entre el Ejército y Armada”, lo que más tarde se denominaría “conjuntez”. Es decir, la combinación armada de las dos fuerzas bajo un mando único y tras un objetivo común. El planeamiento guardaba la noble misión de “restituir al país un archipiélago que le pertenece, cuya situación estratégica es de vital importancia para la defensa marítima de la nación” y su territorio “constituye un índice de riqueza importante restado al patrimonio nacional”.

La mirada del autor del plan establecía que “el carácter del teatro de operaciones y la probabilidad de que la operación no exigirá vastas operaciones militares en tierra, la definen como de acción casi exclusivamente naval; dado el carácter de reintegración al país y las posibilidades de que después de entrar en posesión deben defenderse las islas contra fuerzas organizadas que intenten reconquistarlas o posesionarse de ellas, habrá conveniencia en hacer intervenir fuerzas del Ejército”. Argumentos similares a los que se escribieron en 1982.

Luego, en varias carillas, se hace un relevamiento del clima, el suelo, la flora, la fauna, la población y el aspecto físico del archipiélago donde se desarrollaría la acción armada. Seguidamente se analizan varios puntos para un desembarco y fondeadero para la escuadra cercano a Puerto Stanley (Puerto Argentino). En este sentido el área de Berkeley Sound (Bahía Anunciación) “con tres excelentes fondeaderos (Puerto Johnson, Stag y Puerto Louis) aptos para fondeaderos de hidroaviones” constituye una zona de gran ventaja porque “las fuerzas allí desembarcadas se encontrarían a sólo 20 Km. de Puerto Stanley”. Además Berkeley “constituye un excelente fondeadero para toda la Escuadra, una vez asegurada su limpieza de campos minados”.

La Operación Rosario de recuperación de las Malvinas en marcha en 1982. Vehículos anfibios sobre un buque de transporte

Al margen de analizar otras zonas para el desembarco, el trabajo pone la lupa sobre Puerto Stanley y sus puntos principales (oficinas administrativas, zonas de aduana, arsenal del Almirantazgo, abastecimiento, residencia del gobernador). Con las fotografías realizadas para el estudio señalan que en esos días se encontraba fondeado el crucero HMS Ajax que había tomado parte en la Batalla del Río de la Plata contra el panzerschiff Admiral Graf Spee (1939).

“Hemos establecido que la principal riqueza de las Malvinas la constituye la cría de ovinos; ésta aseguraría la provisión de carne a las tropas de desembarco; por otra parte, infinidad de chorrillos de agua cristalina, provenientes de los morros y colinas, aseguran la provisión de agua”.

Nada se dice de la industria pesquera ni de la explotación petrolera porque son fenómenos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Luego se observa que “dadas las condiciones climáticas, constituyen factores de importancia la cantidad y tipo de equipo, así como la clase, cantidad y calidad de los alimentos para las tropas”.

En cuanto a las fuerzas de defensa británicas observaron que “la única fuerza existente que podría organizarse la constituye un grupo de 200 voluntarios que se estiman bien equipados con armas modernas pero con escasa preparación militar. Si se reforzara con personal desembarcado de algún crucero que se encuentra en Puerto Stanley…no pasaría de 300 hombres, por lo que cabe apreciar que como máximo la defensa local no estaría formada por más de 500 hombres”.

Teniendo en cuenta esos posibles efectivos "la Escuadra activa (argentina) podría transportar, sin mayor inconveniente, un batallón de Infantería de Marina en pie de guerra".

Ese batallón de 1000 hombres sería repartido en 2 acorazados, cruceros pesados, un crucero ligero, 12 torpederos, un buque tanque y 9 rastreadores. El millar de efectivos "estarían organizados" en "3 compañías de fusileros con ametralladoras de 7,65; una compañía de ametralladoras pesadas con 3 morteros de 81mn y 3 ametralladoras de 20mn; 1 batería de artillería con 4 cañones de 75mn y una sección de comunicaciones, con un transmisor portátil combinado de onda corta e intermedia y 2 receptores, uno para cada tipo de onda".

Los efectivos del Ejército (750) serían movilizados en 2 buques de transporte tipo ARA Chaco. “Es decir que la fuerza expedicionaria se compondría de un total de 1.750 hombres. Si la Escuadra no se viera precisada a operar contra fuerzas navales, estaría en condiciones de desembarcar un contingente de 500 marineros como refuerzo en caso necesario, es decir que en total la operación puede ser realizada con 2.250 hombres”.

Como sucedió en 1982, el plan de Villanueva entendía que "el menor costo de la operación está basado en la sorpresa". Si la operación es descubierta y si el objetivo estratégico inmediato fuera Puerto Stanley, al adversario "no le quedaría otra solución que reunir y concentrar sus fuerzas en Puerto Stanley para resistir allí a la invasión o bien iniciar desde las colinas una resistencia de guerrillas".

Vehículos anfibios sobre el ARA Cabo San Antonio en su desembarco en Malvinas en 1982

Una vez detectada la maniobra “las autoridades locales utilizarán de inmediato la R.T. (radio-telégrafo) para solicitar protección a las fuerzas navales inglesas o norteamericanas que se encuentren en el mar. Por tal razón, uno de los primeros objetivos de la aviación embarcada sería destruir con bombas la estación R.T. de Stanley… una operación similar habría que realizar con la estación R.T. de bahía Fox. No se podría evitar que la noticia fuera transmitida por cable a Montevideo a menos que se cortara el cable, empresa difícil por desconocerse su punto de salida y la orientación que lleva, a no ser que se corte en el punto de llegada, mediante un oportuno sabotaje en Montevideo”. Como se observa, la operación entrevé la posibilidad de circunscribir no solamente a los británicos en el conflicto sino también sumar a los estadounidenses y los uruguayos.

A continuación los planificadores del ataque analizan nuevamente la conveniencia de decidir la zona de desembarco. Se estima que Puerto William (Puerto Groussac) se encuentre minado y con menor probabilidad lo mismo suceda en el seno de Berkeley (Bahía Anunciación). Luego de otros considerandos se estima como más conveniente la playa de 2.700 metros de extensión en la bahía Uranie (o Urania) al sur de la Bahía Berkeley (Anunciación).

"Asegurado el desembarco en la playa Uranie y tanteada la reacción de la defensa, se procederá de inmediato al desembarco de las fuerzas restantes en la misma playa […] con el fin de asegurar la sorpresa, el desembarco se iniciará en las primeras luces del día".

¿Cómo se estableció la combinación del mando de las fuerzas o la “conjuntez”? El plan, en su página 22, dice que la tarea de desembarco “es una operación de carácter esencialmente naval” y que por lo tanto se estima que en dichas las operaciones la unidad de comando debe ser otorgado al Jefe de la Escuadra con un Estado Mayor combinado.

Una vez en tierra –y en dirección a Puerto Stanley—”el máximo interés pasa a ser privativo del Ejército, en consecuencia el Jefe de la Escuadra delegará en el Jefe del Ejército de mayor graduación la dirección y responsabilidad de la operación en tierra”.

Por el contexto mundial, el autor pensó que Gran Bretaña estaba demasiado ocupada en otros lugares del mundo como para atender la suerte de unas pequeñas islas coloniales.

El Coronel Benjamín Rattenbach se encargó de analizar el plan naval de 1941. Fue el mismo militar que, con el grado de Teniente General (RE), analizó y juzgó a los responsables de la Guerra de las Malvinas en 1982

Al final del trabajo se encuentra el análisis o la crítica de la planificación. La tarea la realizó el Teniente Coronel Benjamín Rattembach, el mismo militar que, con el grado de Teniente General (RE), analizó y juzgó a los responsables de la Guerra de las Malvinas en 1982.

El observador sostiene que “las Malvinas hasta ayer representaban un objetivo más bien lejano de nuestras posibilidades estratégicas. Hoy han pasado a un plano de mayor realidad, por lo cual estamos obligados a ocuparnos de ellas”. Estima que “el cursante” aporta con su trabajo “una valiosa fuente de información” y “en lo que atañe al golpe de mano que sirve de tema a este trabajo, mi opinión es que no ofrecerá mayores dificultades, ni siquiera en caso de haber sido reforzado el personal de tierra con alguna tropa de desembarco de la Escuadra del Atlántico Sur. Lo difícil será más bien lo posterior: el mantenimiento de las islas frente a una tentativa de reconquista de los ingleses”.

El Capitán de Fragata Ernesto R. Villanueva no era para la Armada un desconocido para esa época. Hasta un año antes se había desempeñado como Agregado Naval de la Embajada Argentina en Brasil y años más tarde trabajaría en el área de Personal y llegaría a sumergirse posteriormente en la “contrainteligencia”.

El mundo que rodeaba a Villanueva el 26 de septiembre del 41, cuando firmó el plan de invasión a las Malvinas, atravesaba una conflagración mundial y, justamente, ese día todo parecía dirigirse hacia una victoria militar de la Alemania nazi. Ese mismo 26 de septiembre las tropas alemanas terminaban de ocupar la industrializada ciudad de Kiev, durante su avance arrollador en la Unión Soviética; Gran Bretaña se debatía en soledad en todos los frentes de guerra y los Estados Unidos todavía no habían sido atacados por Japón. Recién entraría en la guerra el 7 de diciembre de 1941.

La Argentina mientras tanto, presidida por el conservador Ramón Castillo, observaba en silencio bajo el paraguas de la “neutralidad” y luego la “no beligerancia”.

En ese mismo tiempo el ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear observó que la situación exterior era muy grave: “¿Y nosotros? ¡En el mejor de los mundos! Una conmoción universal pone en peligro los ideales, los principios, las doctrinas que son esencia de nuestra nacionalidad, y nosotros, en tanto, estamos entreteniéndonos en los atrios para que salgan elegidos Juan, Pedro o Diego”.

Vehículos anfibios en Puerto Argentino durante la Operación Rosario en 1982

Luego profetizo: “Yo, como viejo argentino, a quien por la ley de la vida, queda ya poco tiempo para estar en su país, me permito llamar la atención a mis compatriotas y decirles: Señores, mucho cuidado; estáis jugando el destino de la patria. En vuestras manos se halla la solución que requiere con urgencia y patriotismo la República. Haced de las luchas cívicas una cuestión secundaria, para que prevalezcan los intereses permanentes de la Nación como cuestión primordial”.

Durante 1940, lo más importante que se puede encontrar de los trabajos de Ernesto Villanueva en Río de Janeiro son sus observaciones sobre el acercamiento de Brasil con los Estados Unidos de Norteamérica. Los informes de jefe naval parece que no fueron tomados en cuenta, cuando dice: "El Brasil construirá una cadena de Bases Navales a que se refiere el Ministro de marina en su discurso reciente con técnicos, material y dinero de los EE.UU. y los pondrá a disposición de estos; se proseguirá con el programa de defensa de costas, con la construcción de Bases Aéreas ya construidas por la Panair y el Ejército aumentará su material y sus efectivos".

También informó de la posibilidad de un viaje del presidente de Brasil a Washington que finalmente no se concretó. Todas esas gestiones culminarían más tarde, el jueves 28 de enero de 1943, con el encuentro secreto en la ciudad brasileña de Natal entre Getulio Vargas y Franklin Roosevelt.

El presidente norteamericano venía de su encuentro con Winston Churchill y los generales franceses Henri Giraud y Charles De Gaulle en Casablanca, Marruecos, donde acordaron: Planes para la invasión de Sicilia (Italia); la decisión de invadir Francia en 1944 (Normandía); demandar al Eje la “Rendición Incondicional” y endurecer las acciones contra Japón.

El presidente de Brasil Getulio Vargas cuando recibió a su par norteamericano Franklin Roosevelt

Ese jueves 28, el presidente Vargas salió de Río de Janeiro dejando a su hijo Getulinho hospitalizado, víctima de poliomielitis, para encontrase con una persona que la padecía. Los dos mandatarios tuvieron dos largos encuentros. Uno en un barco de guerra de los EE.UU. atracado en el puerto de Natal, en la costa del Río Potengi (de ahí el nombre de la cumbre presidencial). Luego visitaron la Rampa de hidroaviones y pasearon a bordo de un jeep mientras dialogaban.

En un momento, cuentan los historiadores, conversaron a solas porque ambos hablaban francés. En esos dos días que pasaron en Natal los dos acordaron:

1) EE.UU, aceptó firmar acuerdos de asistencia militar y la creación de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB), constituida por infantes, marinos y aviadores militares.

2) EE.UU prometió acelerar la construcción de “Volta Redonda”, la madre de la industria siderúrgica de Brasil (Roosevelt sugirió 5 años y Vargas la consiguió en tres).

3) Brasil aceptó la permanencia de la base estratégica en Natal para que los aviones de los EE.UU. abastezcan a sus tropas en África, Oriente Medio y Asia.

4) Brasil aceleró las entregas de caucho, considerado “oro blanco” (para los neumáticos y demás usos), micas, tungsteno, monacita y otros minerales.

5) El control y la seguridad del Atlántico Sur también fue analizado. Alemania ya había hundido cargueros brasileños.

En Buenos Aires el encuentro fue muy mal visto, aunque el canciller Enrique Ruiz Guiñazú lo consideró “lógico y natural”. A diferencia de la Argentina, en Brasil, con más realismo, consideraban a los EE.UU. como una potencia y analizaban la posibilidad de ubicarse como una “potencia asociada”.

El 2 de agosto de 1944 Winston Churchill dijo en la Cámara de los Comunes: “Sentimos profunda pena y gran angustia, como amigos de Argentina, que en estos tiempos de prueba para las naciones ella no ha considerado oportuno tomar su lugar sin reserva o calificación del lado de la libertad, y ha elegido aliarse con el mal, y no solo con el mal, sino con el lado perdedor. Confío en que mis comentarios serán tenidos en cuenta, porque esta es una guerra muy seria”.

La Argentina recién romperá relaciones con Alemania y Japón el 26 de enero de 1944 y les declara la guerra el 27 de marzo de 1945, a escasas semanas del suicidio de Adolf Hitler (30 de abril de 1945) y la caída de Berlín.

 

domingo, 18 de diciembre de 2022

Georgias del Sur: Emotiva visita a la tumba del Suboficial Principal Félix Artuso

Un adiós que esperó 40 años: la emocionante visita de los hijos de Artuso a la tumba de su papá en las Islas Georgias

Félix Artuso era un maquinista del Submarino Santa Fe, que llevó refuerzos a las islas Georgias en los primeros días de la guerra de Malvinas. En un confuso incidente, fue muerto a tiros por un británico cuando consideró que intentaba sabotear el submarino. Sus hijos debieron esperar 40 años para poder visitar la tumba de su padre
Visita de los hijos de Artuso a la tumba de su papá en las Islas Georgias

El 25 de abril de 1982 los británicos tomaron el control de las Georgias. Al día siguiente John Coward, capitán del destructor HMS Brilliant, le indicó al capitán de fragata Horacio Bicain, comandante del Submarino Santa Fe, que quitase la nave del muelle porque dificultaba las operaciones de los buques ingleses. Estaba inclinado a babor y con la proa levantada y representaba un peligro latente por los explosivos que llevaba.

Félix Artuso era maquinista en el submarino Santa Fe, que participó en la guerra de Malvinas. Tuvo una incomprensible muerte.

Se designaron a media docena de argentinos a que lo llevasen fuera del muelle. Uno de ellos era Félix Oscar Artuso, un suboficial primero maquinista de 36 años que, cuando fue convocado, se despidió de la familia con la convicción de que no iría a regresar. Con los argentinos abordaron la nave británicos, que tenían la orden de evitar cualquier maniobra que llevase al sumergible al fondo del mar para siempre.

El Santa Fe no estaba en sus mejores condiciones. Había zarpado de Mar del Plata el 16 de abril, llevaba 23 torpedos y durante la travesía tuvo fallos en sus sistemas. Había llegado a las Georgias a la medianoche del 24 de abril. Averiado por helicópteros británicos, su torreta había sido perforada por un misil, que provocó que el cabo Alberto Macías perdiera su pierna. La nave presentaba varios impactos de metralla.

Un homenaje que esperó 40 años. Cristian, que tenía 8 años cuando su papá fue a la guerra, por fin visita donde fue enterrado. (Gentileza Familia Artuso/Sergio Fernández)

Desde el puente de mando, el comandante argentino, acompañado por un británico, daba instrucciones al personal. Cuando el submarino de pronto se escoró, Artuso hizo rápidos movimientos claves para estabilizarlo, pero fueron interpretados por un británico como un intento de sabotaje y lo mató de varios disparos.

Fue un crimen de guerra que los ingleses interpretan como un lamentable error.

Karina Artuso, la hija del medio, decían que era la más compinche del padre. (Gentileza Familia Artuso /Sergio Fernández).

Artuso fue sepultado en Grytviken con honores militares. Y desde entonces sus hijos Cristian, Karina y Carolina, que al momento de la guerra tenían 8, 6 y dos años respectivamente, se propusieron lo imposible: viajar a esas islas perdidas en el Atlántico Sur, a 1300 kilómetros al sudeste de las Malvinas, a visitar la tumba. Alicia, la esposa de Artuso falleció hace unos años, y tiene dos hermanas, que no estaban en condiciones de viajar. Una tercera, Josefina, que también murió, hizo innumerables viajes a Buenos Aires para lograr la tan ansiada visita.

En conmemoración de su muerte, el 26 de abril fue instituido como el Día del Maquinista de la Armada Argentina. Artuso fue condecorado con la medalla “La Nación Argentina al muerto en combate” y declarado, por ley, héroe nacional.

En el 2001 quedó constituida la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas, presidida actualmente por el general de brigada retirado Sergio Fernández, que durante el conflicto fue, como teniente primero, jefe de una sección de la Compañía Comando 601. Decididos a reactivar asuntos pendientes, esta asociación se propuso en el 2013 encontrar una solución para viajar a la tumba del único caído en tierra que aún no había podido ser visitada.

Carolina Artuso, la hija más chica.

Primero, las gestiones fueron informales y en 2017 fueron recibidos por Mark Kent, por entonces embajador británico en nuestro país. Ambas partes sabían que el viaje no sería sencillo porque es un destino que no es habitualmente visitado o que esté dentro de rutas comerciales habituales. La postura de los miembros de la asociación fue la de no viajar en un buque de bandera inglesa.

Fueron innumerables reuniones, donde se despejaron dudas y se buscaron consensos. Se interesó, además, al Ministro de Defensa y al Secretario de Malvinas de la cancillería argentina.

El entierro de Artuso en abril de 1982. El féretro no está cubierto por la bandera argentina.

El año pasado los argentinos propusieron a los ingleses que los hijos de Artuso viajasen en el rompehielos Almirante Irízar, para la campaña de verano que el buque emprendería a la Antártida.

La respuesta fue negativa.

La cuestión había llegado a un punto muerto. Sergio Fernández hablaba habitualmente con Karina Artuso, la más compinche de su papá. La mujer se mostró en un principio descreída e incrédula, a tal punto que no le reveló a sus hermanos que estaba conversando sobre la posibilidad de viajar. Lo hizo casi a último momento.

Cuando no pareció haber una solución, Marcelo De Bernardis, reconocido maratonista, lo llamó a Fernández y le adelantó su intención de ir a las Georgias a rendir homenaje. “A ustedes los manda Dios”, le respondió.

Irían con Quark, una empresa de cruceros canadiense, que con el buque Ocean Diamond, saldrían de Ushuaia, harían Georgias y la Península Antártica. La empresa destaca de ese archipiélago la vida silvestre, los glaciares, los fiordos, los pingüinos monarcas de Salisbury Plain y los elefantes marinos, y las promociona como “las Galápagos del polo sur”.

Un merecido homenaje: en el centro De Bernardis, a su lado el almirante Martin, Alberto Macías y Cobos Porta. (Gentileza Marcelo de Bernardis).

La nueva dificultad era afrontar los costos de los pasajes: cada uno valía 14.500 dólares (a precio de junio), una verdadera fortuna para una asociación de veteranos que se mantiene con una cuota mínima de sus socios. Cuando ya todas las puertas se habían cerrado en la búsqueda de financiamiento o donaciones, la empresa les dijo que llevaría a los tres hermanos sin cargo.

Personal de la Armada los acercó a Buenos Aires. De ahí el 3 de diciembre volaron a Ushuaia, donde embarcaron. “Cristian, Karina y Carolina lo vivieron con mucha emoción, fue un momento único en sus vidas”.

Finalmente ayer domingo fue la visita a la tumba. Luego de desembarcar, pasaron por la planicie de Salisbury y de ahí a Gritviken y su cementerio, donde también está enterrado el explorador irlandés Ernest Shackleton.

Los hijos pusieron una única condición: estar un momento a solas ellos tres.

Llevaron dos placas, una con sus nombres y otra una foto de su papá en acrílico. Es lo que se permite por disposiciones vigentes, más que nada por cuidado del medio ambiente.

Luego de la visita privada, rindieron homenaje cinco argentinos: Marcelo de Bernardis, oficial de reserva del Ejército y tres veteranos de guerra: el almirante Daniel Martin, el cabo Alberto Macías, los dos del submarino Santa Fe, y Daniel Cobos Porta, de la corbeta Guerrico. Completó el contingente el hijo del almirante Martin.

Sobre la tumba desplegaron una bandera argentina, que tuvo un profundo sentido: cuando los ingleses lo enterraron, no cubrieron el féretro con ninguna bandera argentina, a pesar de que se disponía la que llevaba el submarino.

Con una grabación, un clarín tocó a silencio.

A última hora de la tarde, embarcaron y partieron hacia la Antártida. Los tres hermanos cumplieron un anhelo que llevaba ya cuarenta años: el de decirle adiós a su papá.





Familiares visitan por primera vez  la tumba del Suboficial Principal Félix Artuso



La Comisión de Familiares de Caidos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, se alegra profundamente de saber que Cristian, Carolina y Karina Artuso llegaron a Georgias después de 40 años para visitar la tumba de su padre, el Suboficial Principal Félix.
Gracias Aveguema por la tarea silenciosa que llevaron adelante para que finalmente el encuentro se lleve a cabo.
¡Viva la Patria y los Héroes de Malvinas!





viernes, 16 de diciembre de 2022

Libro Blanco de Defensa de 1981 de Gran Bretaña

Malvinas: El reporte Nott





El Libro Blanco de Defensa de 1981 (titulado "El Programa de Defensa del Reino Unido: El camino a seguir" Cmnd 8288) fue una revisión importante de la política de defensa del Reino Unido realizada por el gobierno conservador bajo la Primera Ministra Margaret Thatcher. El autor principal fue el entonces Secretario de Estado de Defensa, John Nott . El objetivo de la revisión era reducir los gastos durante la recesión de principios de la década de 1980 y centrarse en apoyar a la OTAN en lugar de operaciones fuera del área. Finalmente fue juzgado sin embargo, haber sido extremadamente perjudicial para la Defensa del Reino, siendo, entre otras cosas, ampliamente considerado como uno de los factores que contribuyeron al estallido de la Guerra de las Malvinas.

Marina Real

Esta revisión propuso amplios recortes en la flota de superficie de la Royal Navy, incluida la venta del nuevo portaaviones Invincible a Australia, reduciendo así la flota de portaaviones a solo dos buques. Según la revisión, la Royal Navy se centró principalmente en la guerra antisubmarina bajo los auspicios de la OTAN. Cualquier operación anfibia fuera del área se consideró poco probable. Toda la fuerza anfibia de la Royal Marine estaba en peligro de ser disuelta y la revisión anunció la intención de eliminar gradualmente ambos barcos de asalto, Intrepid y Fearless, para 1984. Aunque una fragata Tipo 22 adicionalse confirmó ordenado, Nott declaró que nueve de los 59 escoltas de la marina serían dados de baja, principalmente de las clases County, Leander y Rothesay. Esta decisión se atribuyó al costo creciente de reacondicionamiento y mantenimiento de buques de guerra más antiguos. Varios de los destructores y fragatas más antiguos se colocarían en modo de espera/reserva. Junto con los recortes propuestos en el casco, Nott reveló que la Marina incurriría en una reducción de mano de obra de entre 8.000 y 10.000 personas.

Nott anunció la intención de ordenar cinco submarinos de ataque de propulsión nuclear adicionales, aumentando eventualmente el total a 17 y poniendo mayor énfasis en las fuerzas subterráneas de la flota. También se ordenaría una nueva clase de submarinos de ataque de propulsión convencional (el Tipo 2400). El programa de construcción existente de la Royal Navy de 20 buques de guerra de superficie no se vería afectado por los recortes, aunque la flota de superficie se reduciría a medida que los barcos fueran retirados del servicio a un ritmo más rápido que el que entraron en servicio sus reemplazos. El Libro Blanco también confirmó que la adquisición por parte de la Marina del misil balístico Trident lanzado desde un submarino avanzaría como parte del plan del Gobierno para modernizar la disuasión nuclear británica. 

El patrullero de hielo Endurance también debía ser retirado del Atlántico Sur. Esto fue interpretado como una muestra de debilidad por parte del Gobierno argentino, alentando la invasión de las Islas Malvinas. Chatham Dockyard también se cerraría como base de operaciones. También se cancelaron los estudios de viabilidad de los destructores Tipo 43 y Tipo 44, junto con el misil tierra-aire Sea Dart MkII.


Armada real británica

El ejército regular quedaría reducido a 135.000 hombres, con una pérdida de 7.000, que se compensaría en parte con la progresiva ampliación del Ejército Territorial en una cifra de 16.000 (de 70.000 a 86.000). En Alemania, el compromiso terrestre de la OTAN de Gran Bretaña se reduciría en unos 2.000, dando un total de 55.000. Esto se lograría mediante la retirada de un cuartel general de división.

En el comunicado de Nott, se anunció que cuatro regimientos blindados estarían equipados con el tanque Challenger, mientras que habría un aumento en el pedido del misil antitanque MILAN


Fuerza Aérea Real

Las pérdidas de mano de obra para la Royal Air Force ascenderían a 2500, pero el libro blanco se comprometió a retener todos los proyectos de la RAF y confirmó la adquisición del AV-8B Harrier en colaboración con los Estados Unidos. Se iban a retener dos escuadrones de F-4 Phantom para la misión de defensa aérea en el Reino Unido (junto con dos escuadrones Phantom adicionales desplegados en Alemania) en lugar de eliminarse gradualmente con la introducción del Panavia Tornado ADV , mientras que el número de Nimrod Mk reacondicionados Los aviones de patrulla marítima II se incrementarían en tres hasta 34. 

Como reflejo del énfasis del libro blanco en la defensa aérea, el número de entrenadores Hawk equipados con el misil aire-aire AIM-9 Sidewinder se duplicaría a 72 con la intención de aumentar los escuadrones de combate de primera línea de la Royal Air Force.


Controversia

En una entrevista en vivo de 1982 sobre el Libro Blanco para el programa de televisión Newsnight de la BBC 2, durante la entrevista de la emisora ​​​​Robin Day, se ofendió por un insulto percibido cuando Day hizo el comentario en las líneas de que el público podría cuestionar el juicio de un "aquí". "político de hoy, mañana desaparecido" sobre los mejores intereses de defensa a largo plazo del país, Nott se puso de pie, se quitó el micrófono y abandonó la entrevista.


Impacto de la Guerra de las Malvinas: Libro Blanco de diciembre de 1982

Después de la Guerra de las Malvinas, se revisaron muchas de las suposiciones inherentes a la revisión de la defensa de 1981. El Libro Blanco de Defensa de diciembre de 1982 introdujo una serie de iniciativas "para aumentar la movilidad y flexibilidad de nuestras Fuerzas Armadas para futuras operaciones en el área de la OTAN y en otros lugares". Estas iniciativas incorporaron varias medidas para fortalecer la Royal Navy, entre ellas:

  • Confirmación de que tres portaaviones se mantendrían en servicio, normalmente dos portaaviones activos con el tercero en reparación o en espera;
  • Confirmación de que se mantendrían los barcos de asalto, Fearless e Intrepid (decisión ya anunciada antes del inicio de la Guerra de las Malvinas);
  • Sustitución del Landing Ship RFA Sir Galahad, perdido en la guerra, y la reparación del RFA Sir Tristram , dañado en la guerra;
  • Orden de dos fragatas adicionales del Lote II y dos del Lote III Tipo 22 para reemplazar a los destructores y fragatas perdidos en la Guerra;
  • La intención de mantener 55 destructores y fragatas en la flota activa y ninguno en stand-by hasta mediados de la década de 1980 (modificando significativamente la decisión de la revisión de 1981 que pretendía reducir la flota de destructores y fragatas a 50 barcos, con un número de estos - hasta ocho - en stand-by/inactivos);
  • Incorporación de capacidades mejoradas de defensa aérea puntual en los portaaviones, barcos de asalto, destructores de clase Tipo 82 y destructores de clase Tipo 42 ;
  • Suministro de una capacidad orgánica de alerta temprana aerotransportada, basada en el radar Searchwater , para cada uno de los portaaviones operativos;
  • Reemplazo de todos los aviones navales perdidos en la guerra más el pedido de siete cazas Sea Harrier adicionales y seis helicópteros Sea King adicionales ;
  • Orden de dos buques de contramedidas de minas clase Hunt adicionales ;
  • Retención del patrullero de hielo, HMS Endurance, en el Atlántico Sur.

Se emprendieron más iniciativas para mejorar también las capacidades "fuera del área" del Ejército y la Royal Air Force, que incluyen:

  • Fortalecimiento de la 5ª Brigada para futuras operaciones fuera del área y equipamiento de equipo de mantenimiento de posición en varios aviones de transporte Hércules para proporcionar a la brigada una capacidad de asalto en paracaídas para 1985;
  • Adquisición de seis aviones Tristar para su conversión en aviones cisterna/transportes estratégicos;
  • Reemplazo de los helicópteros de carga pesada RAF Harriers y Chinook perdidos en el conflicto, más la compra de cinco Chinook adicionales;
  • Compra de al menos 12 cazas F-4 Phantom adicionales de los Estados Unidos para reemplazar los Phantoms que ya están en servicio en la RAF ahora asignados a la defensa aérea de las Islas Malvinas. Estos aviones Phantom F4J (Reino Unido) adicionales se aseguraron de que no hubiera una brecha en la defensa aérea del Reino Unido continental;
  • Compra de 24 lanzadores de misiles tierra-aire Rapier adicionales para el Ejército y el Regimiento de la RAF;
  • Mejora, mediante una inversión de al menos 10 millones de libras esterlinas, del número y la variedad de elementos de las existencias de guerra destinados específicamente al apoyo de operaciones fuera del área de la OTAN. [7]







 

sábado, 10 de diciembre de 2022

Embajador cubano promete "mandar un submarino y hundir un barco"

 

Malvinas, el audio secreto de la propuesta del enviado de Fidel Castro a Galtieri: “Enviamos un submarino y hundimos un barco”

Los cuatro hechos que marcaron la jornada del 10 de abril de 1982 en la Casa de Gobierno que definieron el rumbo de la guerra. La conversación confidencial del presidente de facto con el secretario norteamericano Alexander Haig: “Yo no puedo retroceder, los muertos no son ingleses”. Y el sorprendente diálogo con el embajador cubano: “Cuba va a hacer lo que ustedes quieran”

El encuentro de Galtieri con el embajador cubano Emilio Aragonés Navarro

El 10 de abril de 1982, la Casa de Gobierno fue sede y testigo de cuatro acontecimientos que definirían el rumbo del conflicto de las Islas Malvinas. Cerca del mediodía, tras lograr pasar los cordones de seguridad en la zona de Plaza de Mayo, Alexander Haig junto al general Vernon Walters mantuvieron un encuentro privado con el prsidente de facto Leopoldo Galtieri, el canciller Nicanor Costa Méndez y el almirante Benito Moya. Al mejor estilo del Salón Oval de la Casa Blanca, funcionaba dentro del despacho de Galtieri un “sistema” de grabación instalado por funcionarios de la SIDE, en el que colaboró Jaime Stiuso (ya llevaba 10 años en el organismo).

El Secretario de Estado agradeció en nombre del presidente Ronald Reagan la “cooperación argentino norteamericana”. Sin identificar esa cooperación, está claro que se refería al grupo militar que asesoraba desde Honduras a los “contras” que peleaban al régimen sandinista. Galtieri aprovecho para contarle que había llegado a la Argentina Emilio Aragonés Navarro, el embajador de Cuba, pero que todavía no había conversado con él. Haig respondió que el interés cubano por el caso Malvinas “aumentaba la tragedia del conflicto” de las Malvinas.

En este encuentro Galtieri adelantó una advertencia: “Le diré sólo una vez y luego no volveré a repetirlo. En cuanto a la Argentina concierne, no existe ninguna duda con respecto a nuestra soberanía en las islas. Estamos dispuestos a negociar sobre cualquier otro punto”. La grabación también contiene otra observación: “Señor General, hablando como militar le digo que es conveniente que no nos cerquen. Como profesional usted sabe que si es cercado deberá romper el cerco”. Y Haig respondió: “Pero yo sé que eso significaría hacer algo de lo que usted no participa ideológicamente”. Luego del encuentro, Haig y su delegación se reunieron con los negociadores argentinos.

Alexander Haig, Vernon Walters y el contralmirante Moya en el despacho de Galtieri

Cuando Leopoldo Fortunato Galtieri salió al balcón, el 10 de abril, después de su primer encuentro con Haig, un mar de gente agitó sus banderas argentinas, y de otros países. Muchos habían llegado desde el interior, los más del Gran Buenos Aires, en colectivos gratis. Estaban en el acto los personajes del momento. Del pasado y el presente argentino. En un momento parte de la multitud comenzó a corear: “A gritar, a gritar, si quieren las Malvinas que las vengan a buscar” y frente a las exigencias de la multitud, Galtieri atizó el conflicto: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla. En esto tenemos la solidaridad de varios pueblos americanos que están decididos a dar batalla con los argentinos.”

Mientras el presidente de facto le hablaba a la multitud entró a la Casa Rosada el embajador Aragonés Navarro. “Tembo”, como le decían, era el representante de Fidel Castro desde mayo de 1973 y cargaba tras de sí innumerables gestiones para la diplomacia cubana. Entre las más importantes estuvo la de cerrar, junto con Ernesto “Che” Guevara, el acuerdo de instalación de los misiles soviéticos en la Isla. Desde 1973 hasta 1982 el régimen castrista siempre tuvo un doble juego con la Argentina: en la superficie “diplomacia y negocios”; en la clandestinidad Cuba seguía siendo un campo de entrenamiento para la guerrilla y sus diplomáticos en Buenos Aires mantenían contactos con las jefaturas de las organizaciones armadas. Diplomáticos cubanos (con el conocimiento de Aragonés) llegaron a participar en reuniones del Buró Político del PRT-ERP. Gran parte de los dólares que se pagaron de rescate por el secuestro de los hermanos Born (1974) salió en las valijas diplomáticas de la Embajada de Cuba rumbo a La Habana. Durante 1975, mientras la Argentina se hallaba sumergida en la violencia, la Embajada de Cuba mantenía frecuentes contactos en Buenos Aires con los terroristas que pugnaban por defenestrar al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.

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En Moscú, Nikita Khrushchev abraza a Aragonés Navarro mientras Fidel Castro sonríe

Tras del discurso a la ciudadanía, a las 13:45 “Tembo” entró al despacho personal del Presidente. Ese día, Galtieri había estrenado su sistema de grabación a cinta abierta. A pesar del ruido ambiental y de las bocinas de los automóviles (afuera se encontraba gran parte de la muchedumbre en la Plaza de Mayo) se puede escuchar:

Embajador: -He venido a decirle que Cuba va a hacer lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a llegar Cuba…

Galtieri: -Dígale a Castro que más allá de las diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco éste sentimiento y SOLIDARIDAD americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos diferencias…

Embajador: -Todos tenemos diferencias.

Galtieri (elevando la voz): -COMO VENEZUELA, COLOMBIA, PERÚ, CHILE, ARGENTINA, PARAGUAY, somos comunidades latinas pero con distintas raíces.

Embajador: -Somos integrantes de una misma familia, pero un país diferente.

Galtieri: -Tenemos diferencias pero son todas discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina no lo va a olvidar.

Embajador: -Pero éste gesto se puede convertir en hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una proposición muy cuidadosa pero detrás de esto está la voluntad de hacer lo que haya que hacer… enviarle un submarino y hundirle un barco… cualquier cosa…

Galtieri: -Argentina no lo olvida, ni lo va a olvidar por muchos años.

Embajador: -Me gusta porque eso obliga… aunque sea privado nomás…

Galtieri: -Yo le digo embajador no obstante que cualquier cosa que reclamar… porque esto está muy acelerado, muy acelerado, se nos van a ir de las manos ciertas cosas, se nos van a ir de las manos… eso es lo que yo le estoy diciendo al Señor Haig, acá ¿eh? estamos corriendo contra el tiempo ¿eh? Y esto es un problema que puede traer consecuencias internacionales, no de Gran Bretaña y Argentina, MUNDIALES. Se le va a ir de las manos a Estados Unidos, a Rusia… a todos. Usted es consciente, yo le agradezco acá, dígale a Castro que le agradezco que además Argentina no va a olvidar. Y a usted, personalmente, le agradezco también éste gesto, señor embajador. Personal, más allá de lo que usted me dice, como dicen los diplomáticos… yo no sé cómo dicen los diplomáticos, vuelvo a repetir, tenemos diferencias… Usted sabe que…

Aragonés Navarro con un alto funcionario cubano durante un encuentro con Videla

Embajador: -Son salvables, además las diferencias pueden ser mayores o menores. Se pueden agrandar o se pueden disminuir también, pero Señor Presidente.

Galtieri: -Pero que usted tome el cepillo de dientes y el calzoncillo para venir a Argentina usted, que es así señor embajador, discúlpeme los términos con que hablo. Desde La Habana a Buenos Aires es un gesto de Cuba que la Argentina no lo olvida. Yo sé que usted tomó apenas los elementos de aseo para venir para acá.

Embajador: -Mire Señor Presidente yo creo que independientemente de la urgencia con que usted vea esta cosa del apoyo concreto de Cuba, hay otra cosa que sí es un poco más urgente porque el apoyo de Cuba está seguro cuando usted es dueño… usted puede decir en media hora ”me hace falta que ustedes me den esto”, bueno ahí va a estar esto. Pero hay cosas que el tiempo no puede jugar a favor nuestro y es lo de los No Alineados, es una cosa tan compleja donde hay tantos países distintos, con tantas posiciones distintas, y ahí sí los minutos cuentan. Usted debería decirme qué quiere, rápidamente, para nosotros escribirle una carta a cada jefe de estado y explicando, pidiendo lo que pidan…

Galtieri: -Me quedan 24, 48 horas más…

Embajador: -Yo creo que cuando más pronto lo haga usted sería mejor porque esto es aberrante, además una fuerza tremenda no sé ahora…

Galtieri: -Por otra parte no se qué hicieron en el Consejo de Seguridad ¿eh?

Embajador: -¿Nosotros?

Galtieri: -No usted no, Cuba no… tres o cuatro países que estaban ahí…