La acción de los Charlie de la FAA
Los 12 vetustos Canberras de la Fuerza Aérea Argentina fueron el único sistema de armas importante de origen británico usado en contra de los británicos durante la guerra de 1982. Siguiendo viejas costumbres del código naval de señales, en la jerga aeronáutica cualquier avión cuyo nombre empieza con "C" es un "Charlie".
La pérdida del primer Charlie, el B-110, tripulado por los tenientes Gonzáles y De Ibáñez, sucedió el primer día de "guerra en serio", el 1ro de Mayo. El avión fue misileado por una patrulla de 2 Harrier a sólo 25 millas del portaaviones HMS Invincible, y su tripulación, aunque logró eyectarse, no pudo ser rescatada.
Ese incidente y otro Charlie (que aquella tarde logró volver a duras penas al continente con un ala averiada por un misil mar-aire) hicieron que los mandos de la Fuerza Aérea pensara que los Canberras eran, después de todo, demasiado viejos e inermes como para causar daño real. Pero otros oficiales, en desacuerdo, arguyeron que el nivel de entrenamiento de las tripulaciones era altísimo, y a partir del 26 de ese mes los Charlies iban y venían, noche a noche, para hostigar a ciegas -los aviones no tenían radar propio- a las tropas británicas ya desembarcadas, a pesar de la pésima meteorología y las fallas técnicas constantes causadas por la edad de los aviones. Aún así, y sólo en ocasiones pudiendo usar su carga completa de 3,6 toneladas de bombas, los Charlies aparecían a cualquier altura (rasante, media y estratosférica) y la soldadesca británica los empezó a llamar "los vampiros".
El asunto obligó al Almirante Woodward a iniciar la operación "Canbelow". Todas las noches destacaba a 100 kilómetros al NO del cuerpo central de la flota un portaviones (el Invincible) y una fuerza formada por la fragata HMS Brilliant y el destructor HMS Exeter para atrapar el ir y venir de Charlies. No agarraron ninguno, y cuando lograron alguna intercepción, los vampiros -pese a su escasa maniobrabilidad- lograban escapar misteriosamente a misiles de reputación siniestra, como el AIM9-L Sidewinder aire-aire, o el Sea Dart mar-aire de largo alcance. Woodward invirtió y arriesgó activos valiosos hasta el fin de la campaña, a cambio de cero ganancias.
Entrada ya la noche del 13 de Julio, a pocas horas de celebrar la victoria inglesa, dos Charlies lograron bombardearle el cuartel al estado mayor del General Jeremy Moore siguiendo instrucciones del solitario radar argentino en el aeródromo. Desde más de 13.000 le erraron por 150 metros. Es el equivalente de hacer neurocirugía vendado, y siguiendo por teléfono las instrucciones de un observador lejano con binoculares.
Como los Canberra son tan visibles al radar como un hangar con alas, la defensa antiaérea creyó hasta último momento que aquella era una maniobra de diversión y que el ataque real vendría por otro lado. Reaccionaron cuando empezó a explotar todo, porque por primera vez la Fuerza Aérea estaba usando bombas de racimo, como lo hizo el Reino Unido durante todo el conflicto.
Los dos aviones atacantes, de suyo muy poco maniobrables, empezaron a "bailar la misilera" con más de 5 Sea Dart en persecución, uno de los cuales falló a su blanco y estuvo a punto de impactar la fragata HMS Penelope. Pero otro explotó ante la nariz del B-108, tripulado por los capitanes Pastrán y Casado, que cayó en tirabuzón. El primero logró eyectarse a 7000 metros y fue rescatado por los ingleses, pero Casado se estrelló con el avión contra el mar. El avión restante, pilotado por los tenientes primeros Rivollier y Aninno, escapó sin daños.
Durante toda su actuación en guerra, los Canberra argentinos sembraron bastante miedo, obligaron a gastos carísimos, y de los doce aviones que actuaron sólo dos se perdieron en combate. Además del nivel de entrenamiento de las tripulaciones, lo que explicó la increíble supervivencia de esta flota de chatarra voladora residió en un grupo de adolescentes argentinos, otro de científicos y tecnólogos en armas... y una fábrica de pastas.
La historia completa se podrá leer en capítulos en esta página bajo el título de "Charlies y la fábrica de pastas"... si me dan un minuto para terminarla.
Para leer mas sobre 'Aquella guerrita olvidada’ cliquea aquí: http://bit.ly/1gREwPE
No hay comentarios:
Publicar un comentario