El combate por Top Malo House
Los Comandos argentinos despertaron muy temprano, aún oscuro.
¡ Estaban nuevamente sin frío después de haber dormido secos, recuperados físicamente; y mientras desayunaban con chocolate caliente y galletitas, comentaron lo que hubieran sufrido de haber permanecido en Monte Simons.
Concluido el refrigerio todos comenzaron a alistar sus equipos, ya con buen ánimo para soportar otra jornada de marcha.
Eran las ocho y empezaba a clarear
En ese momento oyeron ruido de helicóptero.
Algunos especularon en un rescate anticipado: no estaban muy lejos de la capital era el día señalado el tercero de su misión- para ser recuperados, y la zona era la probable. No era creíble que se tratara de un aparato británico; pero alguien acotó que los argentinos no volaban sin luz.
Paso cerca, a unos cuatrocientos metros, y el sargento primero Pedrozo observó:
-Me pareció ver que no tiene la franja amarilla.
A causa de la bruma poco se distinguía, ni aun recurriendo a los visores nocturnos, y sólo se oían los motores · que al rato cesaron.
Reinaba incertidumbre, pero se aceleraron los preparativos para abandonar el edificio.
El capitán Vercesi, ya con su correaje colocado aunque sin la mochila puesta, se hallaba en la cocina, y echando rodilla en tierra, intentó comunicarse por radio.
En el segundo piso el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamo:
-¡me parece que hay gente que viene avanzando!
No, mi teniente - opinó el sargento primero Helguero-, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.
Un lúgubre presentimiento dominó a Vercesi.
A su lado se hallaba el Sargento primero Sbert, a quien mucho apreciaba por haber compartido varios destinos anteriores, y ante la extrañeza de este, le tendió la mano:
-¡Suerte, Turco!
Los elementos del M. and A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Artico) descendieron del helicóptero a mil metros de la posición argentina.
El capitán Boswell colocó a los siete hombres de su grupo de apoyo comandado por el teniente Murray a ciento cincuenta metros de la casa, mientras con los doce del grupo de asalto la contorneó hacia el sur-este, protegido por una elevación. "Como son tropas especiales'', pensaba, seguramente tienen centinelas afuera''.
El Sargento McLean, del grupo de apoyo, se aproximó a Boswell para transmitirle una sugerencia del teniente Murray: con pedazos de turba habían moteado sus uniformes para avanzar más disimulados, por cuanto estos oscuros sobre la nieve, los anunciarían a un centinela alerta.
El capitán era consciente que el suelo por donde se movían estaba dominado por una ventana del piso superior, como un ojo que los vigilara''.
Cuando Rod Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de "calar bayonetas''.
El sargento Stone musitó:
-Es un engaño: no hay nadie allí.
Ante el anuncio del teniente Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera: efectivamente distinguió bultos, pero sin precisar su naturaleza, pese a que ya se había levantado el sol y la claridad permitía distinguir mejor el campo.
De pronto un haz de luz resplandeció sobre una de las presuntas ovejas: un soldado británico reflejaba el sol en el anteojo de campaña con el cual quiso observar mejor la casa.
-¡Ingleses! Ahí vienen!
- fueron los instantáneos gritos que resonaron dentro.
Automáticamente el teniente primero Gatti, el radiooperador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó.
Todos se pusieron en movimiento para salir, Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera.
-¡Vamos mi teniente!
este le replicó:
- ¡No, yo me quedo! De acá tengo más campo de tiro!
en el mismo instante que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. y comenzaron los disparos de ambas partes.
Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 mm. Vibraba la estructura de la casa por los impactos sobre sus chapas exteriores, y cantidad de balas atravesaban las endebles paredes de madera.
Los Comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para luchar mejor desde el exterior. El capitán José A. Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, allí tomó posición de pie - no atiné a tirarme al suelo- y comenzó a hacer fuego y a recibirlo.
Salimos entre los dos, yo te apoyo - avisó el sargento primero Omar Medina al teniente Martinez.
Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse.
El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared.
Pero también pudo salir y quedó contra un ángulo exterior, al lado de una ventana, oyendo los disparos y gritos.
El sargento primero Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera.
El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo quiso abandonar el edificio Helguero. pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedrozo, que venia atrás.
Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa.
El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada. el ruido y la sensación de vacío que produjo conmocionó a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes.
La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo.
Sin pensarlo saltó por medio de él.
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente.
Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente tomó su decisión: se zambulló a través del traga luz.
A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido.
A merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza toda se sumó que no veía bien: ; Dios mío perdí un ojo!, Pensé en el acto, aunque la falta de visión habrá sido producida por la pólvora que le quemó la cara, o la sangre que le caía en la frente.
Los Comandos argentinos habían logrado en su mayoría abandonar Top Malo House.
La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso, y la reacción de aquellos de salir para combatir sorprendiendo a la tropa británica, habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla.
En forma descuidada disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura, sin cubrirse, los ingleses posiblemente no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos.
Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles.
Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas.
El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe, De pronto vio venir derecho hacia él una granada: en forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza.
La granada explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Brun sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que divisaba, pero a los pocos disparos se le trabó , tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida se olvidó de quitarle el seguro.
En esos momentos un tiro hizo impacto en su pantorrilla derecha.
El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada doscientos metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo.
Cerca del capitán Vercesi , Gatti disparaba arrodillado. mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor.
El teniente primero Horacio Losito estaba herido:
al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porch para alcanzar el arroyo, una granada había reventado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimado en la cabeza.
Un golpe quemante, un ardor fuerte, pero seguía dueño de sus movimientos. La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla , un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron accionando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención.
Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático: un soldado cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra.
El oficial argentino emprendió carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos; esperaba a cada instante un tiro en la espalda.
Era intención de Losito cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente - la casa estaba ubicada en una hondonada-, pero unos cuatro metros antes de alcanzar el "Malo" , encontró la zanja decidió y ocuparla.
Al darse vuelta para hacer nuevos disparos, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto:
-¡Cristina. no voy a poder volver! -exclamó en voz alta.
El sargento primero Medina estaba resguardado en una esquina del edificio, cuando por encima dejas explosiones, oyó que arriba de él se rompían vidrios y vio tirarse a un hombre: era Brun. Un soldado inglés se aproximaba gritando; le hizo fuego y lo abatió.
El suboficial enfermero Pedrozo y el sargento primero Helguero pudieron zafarse de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos, mas luego echaron a correr.
A los quince metros Helguero se desplomó herido en el pecho. Omar Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco.
Con la protección que le brindaba el fuego que el sargento primero Sbert hacia, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados, y arrodillándose comenzó a disparar:
Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto, De repente Medina sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor al tiempo que una granada reventaba tras de si matando a Sbert.
Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo.
Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada.
Es indudable que la posición argentina pudo haber sido eliminada sin correrse riesgo atacándola con cohetes y bombas desde el aire.
Quizá el M. and A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirían y que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar rodeada por completo -comenzaron a hacerle fuego desde un flanco mientras avanzaban- los militares argentinos opusieron una enérgica resistencia que ocasionó varias bajas al equipo de Boswell.
Una "fiera y breve batalla'', la califican Hastings y Jenkins.
Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera sección de la Compañía 602 no tenia escapatoria. Ignoraban quienes calculaban poder replegarse cruzando el arroyo, que detrás de éste ocultos en la elevación que lo dominaba, permanecía al acecho la patrulla del Teniente Haddow que diera aviso de la presencia de los Comandos.
El teniente Daniel Martinez había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua · en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él, disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, Martinez notó que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque.
Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martinez le abrió con una ráfaga de FAL y cayó a tres metros de distancia.
El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas.
El teniente primero Losito, caído sobre el extremo de lo precaria "trinchera" , había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al ser éste muerto por el estallido de una granada; y sabiendo que él también iba a sucumbir, reinicio sus disparos medio agazapado como estaba, dificultosamente.
A veinte metros por la derecha avanzaban dos ingleses con sus boinas verdes, a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras Sterling: Losito derribó a uno de ellos, un hombre grande y rubio que recibió el impacto en el estomago y cayó hacia atrás.
En la otra punta de la línea, el capitán Vercesi vio llegar a donde estaba al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado.
Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa el enfermero, sargento primero Pedrozo arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí habia un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun "con sus heridas espectaculares" y le dijo:
-Esto no va más...
El oficial le hizo eco:
-No, no va más.
Entonces el Capitán levantó su fusil ordenando cesar la lucha. con un setenta por ciento de bajas, no tenia sentido proseguir la briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedrozo.
El teniente primero Gatti lo imitó:
-¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!.
Miguel Angel Castillo no se conformó, e instaba:
-¡Todavía no se entregue, mi capitán!
No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero. Posiblemente porque algunos ingleses no se habían percatado del gesto, y gritó desesperado:
-¡Gatti, cúbrase; no se rindan carajo !!!, porque nos van a matar!
-Mi teniente primero -le contestaba aquél-, no tire más que estamos totalmente rodeado
Horacio Losito no cejó.
Dispuesto a morir peleando , se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercara, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas al pozo. Plenamente consciente todavía, pudo ver que el enemigo, un hombre bajo, morocho de bigotes, se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora. Un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido.
Volvió a levantar los ojos y el ingles le intimó:
-¡Upyour hand!, ¡upyour hand! (Arriba las manos).
Losito estaba muy débil y el inglés lo notó: dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, del fondo, con palabras de aliento.
-No problem. no problem, is the war (No hay cuidado, es la guerra)
Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina de una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una M en la mejilla.
Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos.
El sargento primero Omar Medina, sordo por las explosiones y atento sólo a su frente , mantenia el fuego, y Gatti le grito:
-¡Medina, Gordo. dejá de tirar que nos matan a todos: no ves que nos rendimos ???!
Cuando el suboficial levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada: una herida impresionante, muy grande.
Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo y fue también alcanzado, cayendo al suelo.
El fuego cesó brúscamente, por ambos lados.
Miguel Angel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", me relato, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado".
Hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''.
Todos los británicos avanzaron para tomarlos.
Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje.
Se oían quejidos.
-Finish the war, (Terminen la guerra) -repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria alguna medida más.
A distancia. Top Malo House concluía de arder .
Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció la otra patrulla británica, gritando, que abrazó los vencedores: 1a patrulla de Haddow, que había observado toda la batalla, avanzó corriendo, agitando una bandera británica como una señal para ser reconocido.
No quisieron correr el riesgo de ser tiroteados por su propio bando en la excitación, con la adrenalina aún fluyendo'', indica el brigadier Thompson.
Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos. indicándoles que recogieran a sus heridos y muertos.
Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correaje de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos, El capitán Rod Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. Éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento usado: 5 muertos y ocho heridos, Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera el segundo jefe del M. and A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos en mejor estado fueron a alzar a sus compañeros.
Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, de bigote fino, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando:
-Friends. friends. (Amigos).
Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el Teniente Daniel Martinez fue interrogado para saber si había sido tocado:
-No problem -contestó, ignorante del balazo que habla recibido en un pie.
En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado Losito: se acercó Pedrozo quien se había hecho reconocer como enfermero- con su brazalete ostentando la Cruz Roja colgado de la mano. acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, y dijo:
-Quedate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.
Al suboficial lo había vendado un inglés.
Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento.
Recuperado a poco, fue el teniente Martinez para cargarlo:
-Cómo pesás! A mi no me pasó nada- le explicó,
desconociendo aún haber sido también herido . Pero ni al llegar al lugar de reunión, Martinez, sintió un dolor como una torcedura''; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que salían borbotones de sangre'' según relata.
Se quitó el borceguí y la media , comprobó que había alcanzado en el talón por una bala de fusil M-l6, sin orificio de salida, uno de los militares británicos comenzó a hablarle, Pedrozo le tradujo:
-Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler.
Daniel Martinez volvió a calzarse, ató bien su borceguí y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor: "y pasé a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación: sin elementos, trató de contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas.
"Yo empecé a temblar con chuchos por la pérdida de mucha sangre y estar muy mojado''. Me refería el teniente primero Losito. "y él sacó al sargento primero Sbert que estaba muerto, su gabán de douvet y se lo colocó : se sentó en la nieve y me puso sobre su regazo, abrazándome para darme un poco de calor", Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina.
Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que helicópteros vinieran a llevarlos,
El capitán Vercesi se detuvo al lado del cadáver del sargento primero Sbert, muy conmovido:
-¡Qué me has hecho. Turco!
Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien lo alentó:
-Tranquilo. Cachorro, no más. -
El médico británico revisó a todos, marcando con una M sobre la frente a los inyectados: con morfina, La pierna de Medina, desgarrada y con su fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad.
Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el teniente Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil.
Conmovía a todos la suerte del abnegado oficial, el joven alegre siempre hablando de sus hijitas. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuro:
-Espinosa está ahi adentro...
La morfina y la atención los calmaron, y comenzaron a observar a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes.
Cruz al Heroico Valor en Combate:
Teniente ERNESTO EMILIO ESPINOSA - Ca Cdos 602 (Post Mortem) - Por cubrir desde la planta alta de la granja de Top Malo House la salida y despliegue de sus compañeros, mientras eran rodeados y atacados por fuerzas especiales británicas, cayendo en combate por dicha acción bajo fuego de fusiles, granadas y cohetes enemigos.
Sargento Primero MATEO SBERT - Ca Cdos 602 (Post Mortem) - Por su valentía y heroísmo presentado en la batalla de Top Malo House frente a fuerzas especiales británicas, combatiendo aún gravemente herido, cayendo en combate bajo fuego de fusiles y granadas enemigas.
Después de la batalla comentario del capitán Boswell al Comandante argentino fue:
"Nunca en una casa. .. "
La versión británica llama a este combate como "La escaramuza de la Casa de Top Malo House " , no admiten ninguna baja y solo reconocen tres heridos .
fotos : Comandos argentinos ya prisioneros y con la cabeza cubierta , son trasladados a un punto para permanecer en cautiverio fuertemente vigilados .
Comandos argentinos en la isla "Remolinos" , la imagen es una referencia para demostrar el equipo y armamento que poseían , uno de ellos excibe un fusil "tipo francotirador" como el que usara el Tte. Espinosa en el combate por la casa de Top Malo.
Un comando argentino es custodiado por un centinela británico , se le cubre la cabeza para mantenerlo inmovilizado , también se le quitan los cordones , cinturón y demás elementos por su propia seguridad y del bando enemigo.
Fotografía histórica de la casa de Top Malo aún humeante luego del violento combate . Los británicos habían sido informados por la Inteligencia que los comandos poseían lanzamisiles , es por ello que las fuerzas atacantes utilizaron un nutrido poder de fuego de lanzacohetes y es por ello que la casa fue desintegrada por los impactos de alto calibre y granadas.
Efemérides : Guerra de Malvinas
31 de mayo
Grupo de Facebook : Fotos de la Guerra de Malvinas
lunes, 1 de junio de 2015
Combate de Top Malo House el 31 de Mayo
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domingo, 31 de mayo de 2015
sábado, 30 de mayo de 2015
viernes, 29 de mayo de 2015
jueves, 28 de mayo de 2015
Biografía: Tom Lucero (FAA)
miércoles, 27 de mayo de 2015
Recuperar la identidad de Malvinas en la ciudadanía
Recuperar identidades, la otra gran misión en las Islas Malvinas
Héroe corriente, filme que se presentó anoche en la UNS, plantea si el dolor puede transformarse en creatividad. Los enfoques del director y del protagonista, un excombatiente que lucha por reconocer a 123 compañeros. Ricardo Aure / haure@lanueva.com
La Nueva Provincia
Julio Aro y Miguel Monforte, ayer por la tarde, en el espacio que evoca a los bahienses caídos durante la guerra en las Islas Malvinas. (Fotos: Juan Corral-LaNueva.)
Por un futuro sin las agobiantes cargas del pasado y donde prime la convicción de que ningún conflicto vuelva a dirimirse por la violencia aboga Héroe corriente, el documental del marplatense Miguel Monforte que anoche se proyectó en el salón de actos del Rectorado de la Universidad Nacional del Sur.
El cineasta llegó a la ciudad junto a Julio Aro, excombatiente de Malvinas, quien asume el rol central del filme que produjo la Fundación No me Olvides, entidad no gubernamental que lidera Aro y que está compuesta por veteranos de esa guerra, madres y padres de caídos.
Héroe corriente conmueve con testimonios en primera persona e insta a reflexionar sobre los sentimientos contradictorios que el tema Malvinas sigue generando. También sobre el valor que las palabras patria, bandera o nación tienen en diferentes contextos de nuestro país, la legitimidad de un reclamo soberano contra la ilegitimidad del uso de la fuerza para intentar hacerlo valer, y la capacidad para transformar el dolor en creatividad.
¿Qué les quedará de Malvinas a las venideras generaciones?
Monforte advierte una evolutiva “malvinización” que, aunque por momentos politizada, deja atrás silencios y discriminaciones del primer periodo de la posguerra para empezar a reconocer y homenajear a los que volvieron y a los familiares de los que quedaron en las islas.
“La clave es no repetir esa historia. En esta recorrida por el país exhibiendo el documental noto miradas distintas. Más allá de lo impulsado desde el Estado hay maestros y profesores nuevos que van alivianando y limpiando la pesada mochila del ayer”, indicó el director.
Monforte tenía 14 años en 1982 y recuerda que en épocas de un gobierno militar que impuso “muchos condicionamientos y cargas emotivas sobre Malvinas, los que pensaron que no era una guerra justa no tuvieron posibilidades de expresarlo públicamente”.
Después de 33 años, el director sostiene que la violencia ya no debe ser el camino ante los diferendos y, tal como lo indica en la reflexión final de la película, cree que sin el diálogo franco y el encuentro cara a cara se corre el serio peligro de repetir equivocaciones.
***
Tres meses después de haber recibido una baja especial por ser sostén de familia de bajos recursos, Julio Aro era el mozo del Bar Pepe en su Mercedes natal. El 4 de abril de 1982 le notificaron su reincorporación al Regimiento 6 de Infantería de esa ciudad y una semana después emprendió la marcha hacia Río Gallegos. Destinado desde la mañana del 12 de abril en Puerto Argentino, vio morir de cerca a muchos mercedinos, de los cuales a algunos, como a los suboficiales Eusebio Aguilar y Néstor Ochoa, tuvo que darles sepultura en Puerto Argentino.
Tras la rendición, fue evacuado en el buque Bahía Paraíso. Río Gallegos-El Palomar-Mercedes y la posguerra.
“No había calma para mi ansiedad. No encontraba un lugar donde se podía escuchar lo que padecimos en la guerra. En el país, por miedo o por indiferencia, no se quería dimensionar lo sucedido en Malvinas. Y si bien pude completar mi carrera de técnico electromecánico en el Colegio Industrial de Mercedes, me puse a trabajar de viajante con mi hermano. Irme me hizo sentir mejor”.
Decidido a seguir Educación Física, Aro se radicó en Mar del Plata, donde se casó y tuvo a sus dos hijas. Trabajó y estudió. Dejó la carrera, la retomó en 2000 y se graduó en 2004.
En 2008, intensamente impulsado por una necesidad interior, pudo reunir el dinero y se pagó el pasaje a Malvinas. Fue solo, soportando “una mochila de mil kilos”, la que pudo ir vaciando al volver al campo de batalla, al hambre, al frío, a la desinformación y a las escenas de coraje.
“Después de 26 años logré reencontrar al Julio que había quedado en la guerra. Al arrodillarme frente a la enorme cruz del cementerio de Darwin sentí el compromiso de devolverle la identidad a los 123 argentinos que yacen bajo lápidas que sólo y fríamente dicen Soldado argentino solo conocido por Dios”.
Con la columna derecha, la cabeza más clara y sin rencores, Aro proyectó intercambios entre sus alumnos de Educación Física y chicos de Malvinas. Mantuvo contactos por correo electrónico pero en octubre de ese mismo 2008, previas gestiones de una periodista de “Clarín”, viajó a Londres para entrevistarse con Tony Davis, veterano inglés de varias guerras que perdió una pierna en las Islas.
“Comprobé cómo allá son asistidos los excombatientes y sus familiares mientras acá solamente los recordamos el 2 de abril. También surgió la idea de darle vida a una fundación y al recibir documentos que hacen posible identificar a los sepultados en Darwin, de vuelta en el país asumí mi misión más ambiciosa”.
Aro llegó hasta el Papa y la presidenta de la Nación. Logró, entre varios avances, el banco de ADN de los padres de los caídos y ahora le falta que esta tarea sea designada como humanitaria. Reconfortado con el sentido que ha tomado su vida, dice que aún faltan ablandar algunos corazones y pide no olvidar que hay madres y padres que hace 33 años esperan al hijo que se llevaron a la guerra.
Héroe corriente, filme que se presentó anoche en la UNS, plantea si el dolor puede transformarse en creatividad. Los enfoques del director y del protagonista, un excombatiente que lucha por reconocer a 123 compañeros. Ricardo Aure / haure@lanueva.com
La Nueva Provincia
Julio Aro y Miguel Monforte, ayer por la tarde, en el espacio que evoca a los bahienses caídos durante la guerra en las Islas Malvinas. (Fotos: Juan Corral-LaNueva.)
Por un futuro sin las agobiantes cargas del pasado y donde prime la convicción de que ningún conflicto vuelva a dirimirse por la violencia aboga Héroe corriente, el documental del marplatense Miguel Monforte que anoche se proyectó en el salón de actos del Rectorado de la Universidad Nacional del Sur.
El cineasta llegó a la ciudad junto a Julio Aro, excombatiente de Malvinas, quien asume el rol central del filme que produjo la Fundación No me Olvides, entidad no gubernamental que lidera Aro y que está compuesta por veteranos de esa guerra, madres y padres de caídos.
Héroe corriente conmueve con testimonios en primera persona e insta a reflexionar sobre los sentimientos contradictorios que el tema Malvinas sigue generando. También sobre el valor que las palabras patria, bandera o nación tienen en diferentes contextos de nuestro país, la legitimidad de un reclamo soberano contra la ilegitimidad del uso de la fuerza para intentar hacerlo valer, y la capacidad para transformar el dolor en creatividad.
¿Qué les quedará de Malvinas a las venideras generaciones?
Monforte advierte una evolutiva “malvinización” que, aunque por momentos politizada, deja atrás silencios y discriminaciones del primer periodo de la posguerra para empezar a reconocer y homenajear a los que volvieron y a los familiares de los que quedaron en las islas.
“La clave es no repetir esa historia. En esta recorrida por el país exhibiendo el documental noto miradas distintas. Más allá de lo impulsado desde el Estado hay maestros y profesores nuevos que van alivianando y limpiando la pesada mochila del ayer”, indicó el director.
Monforte tenía 14 años en 1982 y recuerda que en épocas de un gobierno militar que impuso “muchos condicionamientos y cargas emotivas sobre Malvinas, los que pensaron que no era una guerra justa no tuvieron posibilidades de expresarlo públicamente”.
Después de 33 años, el director sostiene que la violencia ya no debe ser el camino ante los diferendos y, tal como lo indica en la reflexión final de la película, cree que sin el diálogo franco y el encuentro cara a cara se corre el serio peligro de repetir equivocaciones.
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Tres meses después de haber recibido una baja especial por ser sostén de familia de bajos recursos, Julio Aro era el mozo del Bar Pepe en su Mercedes natal. El 4 de abril de 1982 le notificaron su reincorporación al Regimiento 6 de Infantería de esa ciudad y una semana después emprendió la marcha hacia Río Gallegos. Destinado desde la mañana del 12 de abril en Puerto Argentino, vio morir de cerca a muchos mercedinos, de los cuales a algunos, como a los suboficiales Eusebio Aguilar y Néstor Ochoa, tuvo que darles sepultura en Puerto Argentino.
Tras la rendición, fue evacuado en el buque Bahía Paraíso. Río Gallegos-El Palomar-Mercedes y la posguerra.
“No había calma para mi ansiedad. No encontraba un lugar donde se podía escuchar lo que padecimos en la guerra. En el país, por miedo o por indiferencia, no se quería dimensionar lo sucedido en Malvinas. Y si bien pude completar mi carrera de técnico electromecánico en el Colegio Industrial de Mercedes, me puse a trabajar de viajante con mi hermano. Irme me hizo sentir mejor”.
Decidido a seguir Educación Física, Aro se radicó en Mar del Plata, donde se casó y tuvo a sus dos hijas. Trabajó y estudió. Dejó la carrera, la retomó en 2000 y se graduó en 2004.
En 2008, intensamente impulsado por una necesidad interior, pudo reunir el dinero y se pagó el pasaje a Malvinas. Fue solo, soportando “una mochila de mil kilos”, la que pudo ir vaciando al volver al campo de batalla, al hambre, al frío, a la desinformación y a las escenas de coraje.
“Después de 26 años logré reencontrar al Julio que había quedado en la guerra. Al arrodillarme frente a la enorme cruz del cementerio de Darwin sentí el compromiso de devolverle la identidad a los 123 argentinos que yacen bajo lápidas que sólo y fríamente dicen Soldado argentino solo conocido por Dios”.
Con la columna derecha, la cabeza más clara y sin rencores, Aro proyectó intercambios entre sus alumnos de Educación Física y chicos de Malvinas. Mantuvo contactos por correo electrónico pero en octubre de ese mismo 2008, previas gestiones de una periodista de “Clarín”, viajó a Londres para entrevistarse con Tony Davis, veterano inglés de varias guerras que perdió una pierna en las Islas.
“Comprobé cómo allá son asistidos los excombatientes y sus familiares mientras acá solamente los recordamos el 2 de abril. También surgió la idea de darle vida a una fundación y al recibir documentos que hacen posible identificar a los sepultados en Darwin, de vuelta en el país asumí mi misión más ambiciosa”.
Aro llegó hasta el Papa y la presidenta de la Nación. Logró, entre varios avances, el banco de ADN de los padres de los caídos y ahora le falta que esta tarea sea designada como humanitaria. Reconfortado con el sentido que ha tomado su vida, dice que aún faltan ablandar algunos corazones y pide no olvidar que hay madres y padres que hace 33 años esperan al hijo que se llevaron a la guerra.
martes, 26 de mayo de 2015
Sanidad militar: Sigue el síndrome post-traumático de Malvinas
Hoy continúa la jornada “Síndrome post guerra de Malvinas”
En al Auditorio del Centro Cultural se realizó ayer una jornada con familiares de excombatientes quienes, a través del dr. Rubén Lescano, se convirtieron en protagonistas de una charla, con soporte audiovisual e interactivo, direccionado al tratamiento del estrés post traumático.
El médico psiquiatra realizará hoy un nuevo encuentro en el mismo auditorio, desde las 9 de la mañana, con veteranos de guerra, con quienes se abundará en la consecuencia de un trauma, lo que fue definido por el profesional como “una situación inaceptable en la que no se quería estar”.
Durante el encuentro con los familiares y apoyado por videos y un estricto encuadre profesional respecto a lo que significa un trauma y sus eventuales consecuencias psicológicas, el profesional destacó que “ante un choque o impresión emocional muy intenso -por un hecho o acontecimiento negativo- se provoca en el subconsciente de una persona una huella duradera que no puede o tarda en superar”.
Luego de ello se conversó, con interactuación de los presentes sobre las maneras en que se presenta un trauma y la/s maneras de tratar, tanto profesional como de manera doméstica, en el intento de que la persona afectada pueda superar o minimizar las consecuencias de la situación que lo ha llevado a expresar los efectos traumáticos.
Cabe destacar que tanto el encuentro de ayer con los familiares, como el que se realizará hoy con los veteranos de guerra, fue organizado por la Unión de Excombatientes y el Centro de Veteranos de Malvinas, que presiden Roberto Barrientos y Juan Pérez, respectivamente, con el apoyo de SEROS.
Crónica
En al Auditorio del Centro Cultural se realizó ayer una jornada con familiares de excombatientes quienes, a través del dr. Rubén Lescano, se convirtieron en protagonistas de una charla, con soporte audiovisual e interactivo, direccionado al tratamiento del estrés post traumático.
El médico psiquiatra realizará hoy un nuevo encuentro en el mismo auditorio, desde las 9 de la mañana, con veteranos de guerra, con quienes se abundará en la consecuencia de un trauma, lo que fue definido por el profesional como “una situación inaceptable en la que no se quería estar”.
Durante el encuentro con los familiares y apoyado por videos y un estricto encuadre profesional respecto a lo que significa un trauma y sus eventuales consecuencias psicológicas, el profesional destacó que “ante un choque o impresión emocional muy intenso -por un hecho o acontecimiento negativo- se provoca en el subconsciente de una persona una huella duradera que no puede o tarda en superar”.
Luego de ello se conversó, con interactuación de los presentes sobre las maneras en que se presenta un trauma y la/s maneras de tratar, tanto profesional como de manera doméstica, en el intento de que la persona afectada pueda superar o minimizar las consecuencias de la situación que lo ha llevado a expresar los efectos traumáticos.
Cabe destacar que tanto el encuentro de ayer con los familiares, como el que se realizará hoy con los veteranos de guerra, fue organizado por la Unión de Excombatientes y el Centro de Veteranos de Malvinas, que presiden Roberto Barrientos y Juan Pérez, respectivamente, con el apoyo de SEROS.
Crónica
lunes, 25 de mayo de 2015
El Sea King 231 del COAN
La historia del "231": el primero en Malvinas
Con la conmemoración de la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de Abril de 1982, siempre se recuerda la operación Rosario y todo el despliegue realizado por las fuerzas argentinas para recuperar las Islas; sin embargo muy pocos saben ó recuerdan que ése mismo día se llevó a cabo un helidesembarco que tuvo la particularidad de registrar la primera operación de un helicóptero argentino en las Malvinas. Para seguir conociendo muchas de las historias que aun deben ser contadas y a modo de reconocimiento de éste singular hecho, les dejo ésta historia.
La Operación Rosario, dentro de las distintas acciones militares que tenía previsto para la recuperación de las islas, incluía un helidesembarco desde el rompehielos Almirante Irizar de personal perteneciente a la Infantería de Marina y del Regimiento de Infantería RI25. El Irizar era por entonces junto al Bahía Paraíso, la única unidad naval con plataforma de aterrizaje y hangar para dos helicópteros medios. Por tal motivo se decidió utilizar ésta capacidad para realizar un movimiento de tropas que acompañaría el despliegue de las unidades anfibias. Debido a la reducida disponibilidad de los helicópteros Sea King, se decidió embarcar en el Irizar un solo ejemplar de éste modelo que seria acompañado por un SA330L Puma del Ejército. Los otros dos Sea King disponibles operarían desde el portaaviones 25 de Mayo. Una vez determinadas las responsabilidades de cada unidad, se determinó que éste helidesembarco tendría como función apoyar al Batallón de Infantería de Marina 2 (BIM2) en la toma del aeropuerto y el control de sus accesos a modo de permitir la operación de los Hércules y Fokker F-28 que integrarían el asalto aéreo (Aries 82) durante ése primer día de operaciones.
El 28 de Marzo zarpó desde la base naval de Puerto Belgrano la fuerza de tareas 40 (FT40) integrada por los transportes Isla de los Estados, Cabo San Antonio e Irizar junto con el grupo escolta con los destructores Hércules, Santísima Trinidad y las corbetas Drumond y Grandville. Al segundo día de navegación la situación climática desmejoró considerablemente generándose un temporal con vientos de hasta 85 km y oleaje que llegaba a superar los 10 metros. Esta situación provocó una considerable demora en la formación por cuanto el Irizar es un rompehielos y su casco no es apto para éstas condiciones del mar, sufriendo un problema similar el Cabo San Antonio, una unidad con un casco diseñado para operaciones de desembarco. Aunque a la tarde hubo una mejora transitoria, una nueva zona de baja presión se hizo presente desatando un nuevo temporal de mayor intensidad el cual llegó a registrar ráfagas de viento del orden de los 90 nudos (167 km/h) tal como reflejó el anemómetro del Irizar.
El viento sumado al enorme oleaje literalmente azotó a todas las unidades navales, pero en especial al Cabo San Antonio y al Irizar por las razones ya mencionadas. Ambas tripulaciones adoptaron todas las medidas necesarias para asegurar la enorme cantidad de vehículos y equipamiento que transportaban -buena parte en sus cubiertas- para que los mismos no sufrieran daños ante semejantes condiciones del mar. Aún así en el hangar del Irizar la situación se complicó. El Sea King dispone de 24 puntos de fijación que le permitieron mantenerse inmune a los constantes rolidos y cabeceos del Irizar, sin embargo el Puma por diseño, no dispone de tantos puntos de fijación y el permanente movimiento del barco ocasionó que uno de los tensores (una cadena de acero) se había cortado provocando el colapso del tren de aterrizaje, daños en las palas del rotor principal y rotura del tanque de combustible. Sin posibilidad alguna de reparación todo el peso de las misiones previstas recaería en el Sea King 2-H-231.
El 2 de Abril, a las 7:00 horas el Irizar se posicionó al Sur del Faro San Felipe y dio inicio a misión. El “231” embarcó infantes de marina y despegó desde la cubierta a las 7:27 hs. Tras unos 7 minutos de vuelo, aterrizó en la cabecera oeste del aeropuerto a las 7:34 hrs. convirtiéndose así en el primer helicóptero argentino en aterrizar en las Islas Malvinas. Al mando de la aeronave se encontraba el capitán de corbeta Barros secundado por el Teniente de Navío Iglesias. Tras desembarcar las tropas regresó al Irizar para volver a embarcar efectivos, realizando el segundo vuelo también al aeropuerto pero en ésta oportunidad por el Este. Aunque no ha podido ser confirmado, el “231” recibió fuego por parte de tropas inglesas pero sin alcanzarlo.
Ese especial día, el “231” realizaría nada menos que 18 vuelos entre el Irizar y la zona del aeropuerto, sumando 8 horas de vuelo y transportando 197 efectivos, 8 tambores de combustible JP1 y una evacuación médica. A la tripulación mencionada se alternó en los mandos del helicóptero el teniente de corbeta Macaroni y el teniente de fragata Bradeburgo. Al día siguiente existió una pausa en las operaciones ya que el Irizar se desplazó hacia la bahía Groussac pero el 3 de Abril se reiniciaron las operaciones de helidesembarco con 17 salidas transportando carga y 174 efectivos hacia Puerto Argentino. El 4 de Abril el “231” trasladó hasta Darwin a 15 efectivos del Ejército para luego regresar a las misiones de reaprovisionamiento trasladando desde el Irizar hasta el aeropuerto 182 tambores de combustible en 20 salidas.
El 5 de Abril el Irizar apoyado por la corbeta Guerrico realizó un helidesembarco con el “231” en Bahía Fox (Estrecho de San Carlos) desembarcando 15 miembros del Ejército. Al día siguiente el Irizar abandonó la zona con rumbo a Puerto Madryn donde arribó el 7 de Abril, desembarcando el “231” para dirigirse a su base natural de operaciones, la base Comandante Espora. De éste modo concluía la participación del “231” en la Operación Rosario, realizando en total 56 salidas que sumaron más de 20 horas de vuelo y transportando 401 efectivos y gran cantidad de carga.
Pero el “231” seguiría en acción. Entre el 17 y 25 de Abril estuvo embarcado en el portaaviones 25 de Mayo conjuntamente con el 2-H-234, regresando al mismo el 28 de Abril y participando en las misiones de rescate de los náufragos del crucero General Belgrano y el Aviso Sobral, para participar el 5 de Mayo en misiones antisubmarinas. COn posterioridad fue asignado a Viedma para realizar operaciones antisubmarinas diurnas y nocturnas armado con dos torpedos Mk44, mereciéndose destacarse la acción del 27 de Mayo, cuando el “231” en condiciones nocturnas obtuvo un contacto sonar que se mantuvo firme aunque luego se perdió, siendo posteriormente confirmada la detección. El 8 de Junio se embarcó nuevamente en el Almirante Irizar el cual se dirigió a las Malvinas como buque hospital. El 18 de Junio con el arribo del Irizar a Comodoro Rivadavia finaliza la actividad del “231”.
Con posterioridad al conflicto no existen muchos registros de la actividad del “231” el cual realiza su último vuelo el 22 de Agosto de 1986, registrando para entonces un total de 2.686 horas de vuelo. La aeronave es parcialmente canibalizada hasta que en el año 2007 y con buen criterio considerando su historia, el Comando de Aviación Naval ordena su entrega al Museo de Aviación Naval para su restauración, la cual insumió casi 2 años de trabajo siendo finalmente presentado al público el 16 de Mayo de 2009, luciendo los colores utilizados durante el conflicto.
De ahora en más cuando vean al “231” en el museo o en una foto, podrán tomar conciencia que están frente a una aeronave que hizo historia, y que su casi anónima participación en el conflicto por Malvinas fue en varios casos, determinante.
Interdefensa Militar
Con la conmemoración de la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de Abril de 1982, siempre se recuerda la operación Rosario y todo el despliegue realizado por las fuerzas argentinas para recuperar las Islas; sin embargo muy pocos saben ó recuerdan que ése mismo día se llevó a cabo un helidesembarco que tuvo la particularidad de registrar la primera operación de un helicóptero argentino en las Malvinas. Para seguir conociendo muchas de las historias que aun deben ser contadas y a modo de reconocimiento de éste singular hecho, les dejo ésta historia.
La Operación Rosario, dentro de las distintas acciones militares que tenía previsto para la recuperación de las islas, incluía un helidesembarco desde el rompehielos Almirante Irizar de personal perteneciente a la Infantería de Marina y del Regimiento de Infantería RI25. El Irizar era por entonces junto al Bahía Paraíso, la única unidad naval con plataforma de aterrizaje y hangar para dos helicópteros medios. Por tal motivo se decidió utilizar ésta capacidad para realizar un movimiento de tropas que acompañaría el despliegue de las unidades anfibias. Debido a la reducida disponibilidad de los helicópteros Sea King, se decidió embarcar en el Irizar un solo ejemplar de éste modelo que seria acompañado por un SA330L Puma del Ejército. Los otros dos Sea King disponibles operarían desde el portaaviones 25 de Mayo. Una vez determinadas las responsabilidades de cada unidad, se determinó que éste helidesembarco tendría como función apoyar al Batallón de Infantería de Marina 2 (BIM2) en la toma del aeropuerto y el control de sus accesos a modo de permitir la operación de los Hércules y Fokker F-28 que integrarían el asalto aéreo (Aries 82) durante ése primer día de operaciones.
El 28 de Marzo zarpó desde la base naval de Puerto Belgrano la fuerza de tareas 40 (FT40) integrada por los transportes Isla de los Estados, Cabo San Antonio e Irizar junto con el grupo escolta con los destructores Hércules, Santísima Trinidad y las corbetas Drumond y Grandville. Al segundo día de navegación la situación climática desmejoró considerablemente generándose un temporal con vientos de hasta 85 km y oleaje que llegaba a superar los 10 metros. Esta situación provocó una considerable demora en la formación por cuanto el Irizar es un rompehielos y su casco no es apto para éstas condiciones del mar, sufriendo un problema similar el Cabo San Antonio, una unidad con un casco diseñado para operaciones de desembarco. Aunque a la tarde hubo una mejora transitoria, una nueva zona de baja presión se hizo presente desatando un nuevo temporal de mayor intensidad el cual llegó a registrar ráfagas de viento del orden de los 90 nudos (167 km/h) tal como reflejó el anemómetro del Irizar.
El viento sumado al enorme oleaje literalmente azotó a todas las unidades navales, pero en especial al Cabo San Antonio y al Irizar por las razones ya mencionadas. Ambas tripulaciones adoptaron todas las medidas necesarias para asegurar la enorme cantidad de vehículos y equipamiento que transportaban -buena parte en sus cubiertas- para que los mismos no sufrieran daños ante semejantes condiciones del mar. Aún así en el hangar del Irizar la situación se complicó. El Sea King dispone de 24 puntos de fijación que le permitieron mantenerse inmune a los constantes rolidos y cabeceos del Irizar, sin embargo el Puma por diseño, no dispone de tantos puntos de fijación y el permanente movimiento del barco ocasionó que uno de los tensores (una cadena de acero) se había cortado provocando el colapso del tren de aterrizaje, daños en las palas del rotor principal y rotura del tanque de combustible. Sin posibilidad alguna de reparación todo el peso de las misiones previstas recaería en el Sea King 2-H-231.
El 2 de Abril, a las 7:00 horas el Irizar se posicionó al Sur del Faro San Felipe y dio inicio a misión. El “231” embarcó infantes de marina y despegó desde la cubierta a las 7:27 hs. Tras unos 7 minutos de vuelo, aterrizó en la cabecera oeste del aeropuerto a las 7:34 hrs. convirtiéndose así en el primer helicóptero argentino en aterrizar en las Islas Malvinas. Al mando de la aeronave se encontraba el capitán de corbeta Barros secundado por el Teniente de Navío Iglesias. Tras desembarcar las tropas regresó al Irizar para volver a embarcar efectivos, realizando el segundo vuelo también al aeropuerto pero en ésta oportunidad por el Este. Aunque no ha podido ser confirmado, el “231” recibió fuego por parte de tropas inglesas pero sin alcanzarlo.
Ese especial día, el “231” realizaría nada menos que 18 vuelos entre el Irizar y la zona del aeropuerto, sumando 8 horas de vuelo y transportando 197 efectivos, 8 tambores de combustible JP1 y una evacuación médica. A la tripulación mencionada se alternó en los mandos del helicóptero el teniente de corbeta Macaroni y el teniente de fragata Bradeburgo. Al día siguiente existió una pausa en las operaciones ya que el Irizar se desplazó hacia la bahía Groussac pero el 3 de Abril se reiniciaron las operaciones de helidesembarco con 17 salidas transportando carga y 174 efectivos hacia Puerto Argentino. El 4 de Abril el “231” trasladó hasta Darwin a 15 efectivos del Ejército para luego regresar a las misiones de reaprovisionamiento trasladando desde el Irizar hasta el aeropuerto 182 tambores de combustible en 20 salidas.
El 5 de Abril el Irizar apoyado por la corbeta Guerrico realizó un helidesembarco con el “231” en Bahía Fox (Estrecho de San Carlos) desembarcando 15 miembros del Ejército. Al día siguiente el Irizar abandonó la zona con rumbo a Puerto Madryn donde arribó el 7 de Abril, desembarcando el “231” para dirigirse a su base natural de operaciones, la base Comandante Espora. De éste modo concluía la participación del “231” en la Operación Rosario, realizando en total 56 salidas que sumaron más de 20 horas de vuelo y transportando 401 efectivos y gran cantidad de carga.
Pero el “231” seguiría en acción. Entre el 17 y 25 de Abril estuvo embarcado en el portaaviones 25 de Mayo conjuntamente con el 2-H-234, regresando al mismo el 28 de Abril y participando en las misiones de rescate de los náufragos del crucero General Belgrano y el Aviso Sobral, para participar el 5 de Mayo en misiones antisubmarinas. COn posterioridad fue asignado a Viedma para realizar operaciones antisubmarinas diurnas y nocturnas armado con dos torpedos Mk44, mereciéndose destacarse la acción del 27 de Mayo, cuando el “231” en condiciones nocturnas obtuvo un contacto sonar que se mantuvo firme aunque luego se perdió, siendo posteriormente confirmada la detección. El 8 de Junio se embarcó nuevamente en el Almirante Irizar el cual se dirigió a las Malvinas como buque hospital. El 18 de Junio con el arribo del Irizar a Comodoro Rivadavia finaliza la actividad del “231”.
Con posterioridad al conflicto no existen muchos registros de la actividad del “231” el cual realiza su último vuelo el 22 de Agosto de 1986, registrando para entonces un total de 2.686 horas de vuelo. La aeronave es parcialmente canibalizada hasta que en el año 2007 y con buen criterio considerando su historia, el Comando de Aviación Naval ordena su entrega al Museo de Aviación Naval para su restauración, la cual insumió casi 2 años de trabajo siendo finalmente presentado al público el 16 de Mayo de 2009, luciendo los colores utilizados durante el conflicto.
De ahora en más cuando vean al “231” en el museo o en una foto, podrán tomar conciencia que están frente a una aeronave que hizo historia, y que su casi anónima participación en el conflicto por Malvinas fue en varios casos, determinante.
Interdefensa Militar
domingo, 24 de mayo de 2015
VGM putearon a Milani
Veteranos de Malvinas abuchearon a Milani
El jefe del Ejército fue duramente criticado cuando llegaba al Cabildo, en el marco de las celebraciones por la semana de mayo.
TN
ABUCHEO. Veteranos de Malvinas protestaron contra Milani.
Veteranos de Malvinas que acampan en Plaza de Mayo abuchearon al jefe del Ejército, César Milani, cuando el militar llegó al Cabildo, junto al ministro de Defensa, Agustín Rossi, para encabezar la tradicional ceremonia de cambio de guardia anual del Regimiento Patricios.
Los manifestantes fueron cercados por efectivos de las fuerzas de seguridad, que volvieron a actuar a la retirada de Milani, para evitar que se acercaran al auto que lo trasladaba.
El cambio anual de guardia se realiza durante la semana de mayo, en conmemoración del inicio de los acontecimientos que signaron la Revolución de Mayo de 1810.
El jefe del Ejército fue duramente criticado cuando llegaba al Cabildo, en el marco de las celebraciones por la semana de mayo.
TN
ABUCHEO. Veteranos de Malvinas protestaron contra Milani.
Veteranos de Malvinas que acampan en Plaza de Mayo abuchearon al jefe del Ejército, César Milani, cuando el militar llegó al Cabildo, junto al ministro de Defensa, Agustín Rossi, para encabezar la tradicional ceremonia de cambio de guardia anual del Regimiento Patricios.
Los manifestantes fueron cercados por efectivos de las fuerzas de seguridad, que volvieron a actuar a la retirada de Milani, para evitar que se acercaran al auto que lo trasladaba.
El cambio anual de guardia se realiza durante la semana de mayo, en conmemoración del inicio de los acontecimientos que signaron la Revolución de Mayo de 1810.
sábado, 23 de mayo de 2015
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