viernes, 21 de febrero de 2014

Gibraltar, Trafalgar y por qué el peñón nunca será español


Cementerio de Trafalgar: por qué Gibraltar nunca será español
por Esteban Villarejo

“Algunos de los que murieron por las heridas de la Batalla de Trafalgar yacen aquí. Una ceremonia tiene lugar cada año, en el Día de Trafalgar, para conmemorar la victoria de Nelson”.

Así presentan las autoridades gibraltareñas, en el mapa turístico que reparten nada más cruzar la Verja, el cementerio de Trafalgar, uno de los tantos puntos emblemáticos, si al lector le apasiona la Historia Militar, que el Peñón ofrece a los visitantes.

Otros de esos puntos cardinales de la geografía histórica-militar son los túneles del Gran Asedio (1779-1783),  los túneles de la II Guerra Mundial -acogieron al general Dwight D. Eisenhower al mando de la Operación Torch-, el centro de patrimonio militar, el Castillo Moro construido en 1160 o el Nelson’s Anchorage, el punto exacto de Gibraltar donde fue trasladado el cuerpo sin vida del almirante Horatio Nelson tras arribar a puerto su buque insignia HMS “Victory” (cuenta la leyenda que su cadáver fue “embalsamado” en un barril de coñac).




Entrada del cementerio de la Batalla de Trafalgar en Gibraltar / NONO RICO


Precisamente fue en la Batalla de Trafalgar, de la que se ocupa el cementerio de nuestra visita, donde perdió la vida el “Almirante de Almirantes de la Pérfida Albión” (vaya esto con cariño a los habitantes de la querida Union Jack). Y aunque el cuerpo del insigne almirante recalase en estas disputadas tierras, el lector tendría que dirigirse a la cripta de la londinense Catedral de San Pablo si quiere curiosear su lápida. Allí está Nelson.

Pero estamos en Gibraltar. En un camposanto sobrecogedor, lejos del ruido de la tan manida Verja y situado a escasos metros de ese mítico lugar donde fue a parar el cuerpo de Nelson y, también, por qué no decirlo, del teleférico que nos lleva a ver a los monos.

De funesto verdín, plomizo ambiente y petrificado rictus… leemos, grabado por siglos que desvanecieron algún marmol: ”Teniente WILLIAM FORSTER. Difunto del Barco de Su Majestad “Colofsus”. Muerto por heridas que recibió en la gloriosa Batalla de Trafalgar, el día 21 de octubre de 1805. A los 20 años de edad”.



Otra de las tumbas del cementerio de la Batalla de Trafalgar / NONO RICO


…Y así hasta unos 175 nombres propios con sus apellidos que si bien no todos son identificados en las tumbas, sí que hallamos una lista detallada de tan ilustres moradores.

El pequeño espacio que ocupa este cementerio militar fue utilizado por los miembros de las Fuerzas Armadas de Su Majestad y familiares entre 1708 y 1835, explican los llanitos en una de las inscripciones. Además de los fallecidos en Trafalgar, esta necrópolis que escupe salitre y pólvora a doquier esconde los restos de fallecidos en la Batalla de Algeciras (6 de julio de 1801), el Sitio de Cádiz (23 de noviembre de 1810) y la Batalla de Málaga (29 de abril de 1812), en estas dos últimas contiendas con  sajones y españoles, hombro con hombro, batallando contra las huestes napoleónicas.

Otro de los secretos que guarda el sacramental de Trafalgar es un ancla de un navío que participó en la Batalla de Trafalgar, lid que enfrentó a británicos por un lado y a franceses y españoles en el otro (sí, España vivía tiempos difíciles de alianzas cambiantes… 1805 aliados de franceses contra ingleses y 1810 con los ingleses como compañeros de armas frente a franceses).




Inscripción con el extracto de la carta de Collingwood anunciando la victoria en Trafalgar / NONO RICO


En la piedra en que se apoya el ancla hay una inscripción: el breve comunicado que el almirante Cuthbert Collingwood envió al general Henry Edward Fox, exgobernador militar de Menorca y en ese momento  máximo responsable militar de las fuerzas británicas en Gibraltar.

 Unas letras solemnes que dicen así:

“EURYALUS, en el Mar, 22 de Octubre de 1805.

                   A su Excelencia el Muy Honorable General H. E. Fox

Señor,

Ayer una Batalla fue librada por la Flota de Su Majestad, y una Victoria fue obtenida, que se recordará como una de las más brillantes y decisivas que jamás distinguieron a la Royal Navy. Nuestras pérdidas han sido cuantiosas en hombres, pero lo que es irreparable y la causa de un Lamento Universal es la muerte del Noble Comandante en Jefe en los brazos de la Victoria: no tengo más informes de los Navíos.

Tengo que felicitarle por el Gran Acontecimiento, con el honor de servirle. Su obediente servidor,

                                                                               Firmado, C. Collingwood.”

Valgan unos momentos de silencio en este cementerio para captar la impresión del momento. Ese instante en que el general Fox leyó para sí el breve comunicado. Esos heridos: británicos, españoles o franceses yaciendo en hospitales de acogida. Esos muertos en combate de Mar: astilla, cañón y Océano. Trafalgar fue, Gibraltar conoció.

De los británicos solemos decir (no sin cierto recurso tópico) que siempre fueron engreídos, soberbios, piratas, ladrones, “pérfidosalbiones” y tramposos. Algunas lecciones de Derecho Internacional se saltaron en Gibraltar, por ejemplo.

Pero si hay algo que envidio y admiro de los británicos es su memoria por aquellos que un día derramaron su sangre por su patria. Aunque solo lo hicieran por salvar su pellejo, o el de al lado. Su capacidad para honrar en un ínfimo espacio de tierra a los que un día dieron su vida por la Union Jack. Sí, esa también es la Pérfida Albión.  Quizás por ello Gibraltar nunca será español.




Cementerio de la Batalla de Trafalgar, en Gibraltar / NONO RICO

Por Tierra, Mar y Aire

jueves, 20 de febrero de 2014

El rescate del Oto Melara hundido


Malvinas: historia de un cañón rescatado del mar

Fue cerca de Darwin. Los ingleses hundieron un guardacostas que llevaba dos cañones. Pero dos oficiales volvieron para rescatar las piezas de uno, lo rearmaron y lo usaron en el final de la guerra.

No conocía el mar. Y aún hoy, veintiún años después, cuando recuerda la zambullida en las aguas heladas que rodean las islas, la memoria no le acerca el cuchillo glacial de las aguas, ni siquiera el otro filo, el del miedo, sino el olor inhóspito del yodo y el sabor urgente de la sal.
A las ocho y media de la mañana del 20 de mayo de 1982, en plena guerra, el flamante subteniente José Eduardo Navarro, un correntino de 21 años nacido en Monte Caseros, egresado del Colegio Militar apenas cinco meses antes de la guerra, que no imaginaba una inmensidad tal de agua que no fuese dulce, braceaba por su vida para alcanzar la franja de tierra gomosa de un islote cercano a Darwin. Viajaba en el guardacostas "Río Iguazú" de la Prefectura Naval, que había sido herido de muerte por dos aviones Harrier ingleses.


Suboficial Ibañez, de PNA, que derribó un Sea Harrier

-Nos habían ordenado llevar dos cañones Otto Melara a Darwin para dar apoyo a la fuerza de tareas que integraban el Regimiento de Infantería 12 y la Compañía C del Regimiento 25. Cuando fuimos a cargar los dos cañones en el guardacostas 'Río Iguazú' nos dimos cuenta de que no entraban. Junto a dos suboficiales y a los soldados de mi batería de tiro, tuvimos que desarmarlos y cargarlos por piezas en el buque. La partida, prevista para las doce de la noche, se demoró cuatro horas.
La demora fue fatal. El hoy teniente coronel Navarro, que entonces era oficial del Grupo de Artillería de Aerotransportado 4, recuerda que el capitán del guardacostas le anticipó la pesadilla con la fidelidad de un oráculo: demorarían ocho horas, navegarían buena parte del viaje de día; los ingleses disparaban contra todo lo que se movía de día.

 -A las nueve de la mañana sonó la alarma de ataque aéreo en el barco y diez minutos después hubo una explosión tremenda, se apagaron las luces y el puente de mando se llenó de humo. Dieron la orden de abandonar el barco y yo caminé hacia la proa, miré a mi alrededor y vi que la mayor parte de los hombres nadaban hacia la costa, que estaría a unos treinta metros. Lo otro que vi fue que uno de los Harrier volvía para hacer una segunda pasada y para ametrallar el buque a lo ancho: me tiré al agua con el resto de mis hombres y llegamos a tierra firme, que no era tan firme, era un islote de no más de tres mil metros de diámetro.

El "Río Iguazú" no había muerto sin pelear. Sus artilleros dispararon contra los Harrier. Uno de ellos murió al pie de su ametralladora y un maquinista apartó el cadáver de su camarada, empuñó el arma y derribó a uno de los dos aviones ingleses. En tierra, Navarro y sus hombres empezaban a creer en milagros.

-A mis soldados no les había pasado nada. Pero teníamos dos heridos graves de Prefectura. Uno de mis hombres, el soldado Roberto González, se me acercó para decirme que le dolía la garganta. Le miro el cuello y veo que tenía un agujero del que salía sangre. Intenté abrirle la campera pero no pude: una esquirla de cuatro centímetros había quedado frenada por el cierre metálico y apenas lo había lastimado: unos centímetros más... Cuando conté a mis hombres noté que faltaba uno. Era el soldado Rodolfo Sulín: se había tirado otra vez al agua, nadó hasta el buque, lanzó desde la parte superior dos balsas salvavidas, las cargó con alimentos, ropa seca y remedios y volvió al islote. Eso hizo que nuestra gente no muriera de frío.


Un helicóptero los rescató a las cinco de la tarde y los llevó a Darwin. Pero al día siguiente Navarro volvió al "Río Iguazú". No iba solo. Lo acompañó su camarada, el subteniente Juan José Gómez Centurión. Se habían propuesto un imposible: rescatar al menos uno de los cañones desarmados, llevarlo a Darwin, armarlo... y que funcionara. Había una dificultad y una ventaja: las piezas de artillería estaban semihundidas en la bodega del "Río Iguazú". Pero Gómez Centurión era buzo.

Nos pasamos todo el día en el agua. Gómez Centurión se sumergía y me alcanzaba las piezas que encontraba y que cargábamos en un bote. Cuando terminamos dijimos: 'Que Dios nos ayude' Un helicóptero nos recogió y nos llevó a Darwin. Cuando descubrimos que teníamos un Otto Melara completo no lo podíamos creer.

Cuando el ataque inglés a Darwin y a Pradera del Ganso, el cañón rescatado del mar y hasta las coheteras de los inutilizados aviones Pucará que fueron montadas en un tractor requisado, se usaron para re trasar el avance británico, hasta la rendición del 29 de mayo. Navarro fue prisionero y en un buque inglés se enteró de la rendición de Puerto Argentino, el 14 de junio. Fue devuelto a las islas, también prisionero, con un grupo de camaradas que se llamó a sí mismo "Los doce del patíbulo". Pero esa es otra historia.

Clarín

martes, 18 de febrero de 2014

La URSS en Malvinas

Soviéticos en Malvinas 

Por Daniel Mesa

“…me gustaría que ellos (los soviéticos) dejen de entrometerse en el conflicto Malvinas”
Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, 14 de abril de 1982 




La guerra fría puede entenderse como un conflicto cierto entre las dos superpotencias (la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Estados Unidos de América) que se exteriorizaba en campos de batalla secundarios, o como la eterna preparación para la gran conflagración la cual, felizmente, jamás se produjo.

En todos los casos, la bipolaridad del mundo imponía una constante diligencia en la vigilancia de las actividades del enemigo, cuyo obtenido podía acercarse a los aliados / satélites o, como sucedía en la mayor parte de los casos, ser asimilado como enseñanza para un conflicto bélico futuro.

Siguiendo esta lógica, la movilización de la flota británica y, ulteriormente la guerra aeronaval que se suscitó en el Atlántico Sur de abril a junio de 1982 dio una imperdible oportunidad a la Unión Soviética para tratar de entender como peleaban las fuerzas armadas de la Gran Bretaña y, por extensión, todas las adscriptas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)

Así las cosas, la Unión Soviética movilizó diversos medios de espionaje aéreo, naval y espacial, los cuales, además de los beneficios esperados, le permitieron tener un seguimiento casi en tiempo real de los acontecimientos en Malvinas.

Veamos en detalle cual fue la participación de los medios soviéticos en Malvinas, y dejaremos para otro momento el tratar de establecer si la información colectada fue pasada de alguna forma a las fuerzas argentinas.


La Aviación Naval Soviética. Los Tu-95 “Bear D”.

Desde el año 1977, el 392º Regimiento Aéreo Independiente de Reconocimiento a Larga Distancia de la Armada Soviética, desplegaba una sección de aviones TU-95RTs (Código OTAN “Bear D”) al aeropuerto de Luanda, Angola.


TU-95RT en el aeropuerto de Luanda, Angola – año 1978 (autor desconocido)

Estos grandes aviones cuatrimotores, derivaciones de reconocimiento marítimo de un modelo ya vetusto de bombardeo estratégico, contaban con excelentes radares y equipos electrónicos. Sus tripulaciones, asimismo, estaban acostumbradas a interactuar con buques de superficie y submarinos, en tanto uno de sus propósitos era el de buscar blancos para los misiles anti-navío de largo alcance que estos portaban.

Su misión desde Angola era meramente la de establecer presencia soviética en el Atlántico Sur, así como monitorear el tráfico mercante que, habiendo pasado por el Cabo de Buena Esperanza, se dirigía al hemisferio norte. Encontrándose fuera del área habitual de operaciones de las marinas occidentales, las tripulaciones tenían una vida relativamente apacible, volando menos de 200 horas anuales.

El conflicto Malvinas hizo que el destacamento, que operaba a 10.950 km de su base habitual en el aeródromo de Fedotovo (norte de Rusia) se volviera especialmente activo. Específicamente, se le ordenó seguir la evolución de la flota británica, ver su composición y formación, tomar fotografías de los buques y recoger inteligencia electrónica.

Los cuatrimotores “Bear” volaron más de 100 horas solo en abril, en misiones que duraban hasta 15 horas, sin aeródromos de alternativa y muchas veces habiendo perdido la comunicación radial con su base, que terminaban usualmente a mil pies o menos casi sobre la vertical de cualquiera de los dos portaaviones británicos.

Como recuerda uno de los comandantes de las aeronaves:

Se nos ordenó que siguiéramos a los británicos hasta el Atlántico Sur desde la Bahía de Vizcaya, tan pronto como la armada zarpó rumbo a las Malvinas. Volando desde Angola los seguimos todo el camino. Podíamos ver claramente colocados sobre cubierta de los portaaviones los cazas “Harrier.”
Más tarde, una vez que regresaron, otra vez fue necesario examinar al Hermes, ya que las comunicaciones interceptadas mencionaban que el portaviones había sido dañado por misiles argentinos y era probable que tuviese que sufrir reparaciones extensas. (Coronel Gueorguiy Bul’bénkov, Aviación Naval de la Armada Soviética)

Es interesante comentar que el vuelo de observación del portaaviones británico HMS Hermes que menciona el Coronel Bul’bénkov, ocurrido el día 11 de julio, fue interceptado por un avión Phantom FRG.2 del Escuadrón 29 de la RAF, que despegó desde el aeropuerto Wideawake, en la isla de Ascensión.




HMS Hermes y RFA Tidespring desde el TU-95 del Coronel Bul’bénkov. El avión en la fotografía es el Phantom XV484, al comando del Sqdn Ldr Morle (foto Armada Soviética)

Estas interceptaciones no dejaban de ser habituales pero, lejos de lo que muestran las películas, los aviones no se apuntaban sus armas unos a otros (el “Bear D” posee armamento en su cola) ni se acercaban en demasía.

Finalizada la contienda, los “Osos” volvieron a sus tareas habituales y, años después, dejaron de volar desde Angola.


Buques espía. 

La presencia de buques espías de la Unión Soviética fue común en cada despliegue militar de la OTAN en la guerra fría. Con ellos, la Armada Roja mitigaba la ausencia de estaciones terrestres que pudieran captar información electrónica de los buques enemigos.

Estos buques fueron, en un comienzo, pesqueros de arrastre convertidos pero, a la largo de los años y a medida que el uso del espectro electromagnético se fue haciendo más asiduo y complicado, nacieron diversos tipos especializados, con sofisticados equipos de guerra electrónica, interceptación de comunicaciones, descifrado de datos y otros similares.

El conocimiento que brindaban estos buques para el alto mando servía para entender que pretendían las marinas enemigas y, sobre todo, para saber como deberían enfrentarlas en el mar.

En el conflicto Malvinas intervino un solo buque del tipo llamado por los soviéticos “SSV” (“Sudno Svyazyy”, que se puede traducir como “Buque de Comunicaciones”), pero otros, pesqueros o buques factoría, también estuvieron realizando inteligencia en las aguas de Atlántico Sur.

Se debe tener en cuenta, especialmente, que la flota mercante y pesquera de la URSS era controlada por el estado (como todo en un régimen comunista), y que muchas veces embarcaba en sus buques personal militar. No era de extrañar, por ello, que muchas veces se suscitaran “problemas”, que hacían que tuvieran que atracar en un puerto no tan amigo, saliendo su tripulación a tomar fotografías “turísticas” de instalaciones de interés militar.

Dentro de la primera categoría, cabe considerar al Zaporozhye (CER-501), el cual, a fines de marzo de 1982, se encontraba registrando electrónicamente cierta actividad antisubmarina de la OTAN en el Mar de las Hébridas, al noroeste de Escocia. El buque según constancias de la época, operaba conjuntamente con un submarino tipo Proyecto 671 (Código OTAN, Victor): mientras el submarino testeaba las defensas, el buque espía constataba las reacciones.


Cazador Cazado. El Zaporozhye (CER-501), desde la cámara de un avión de la US Navy (foto US NAVY)

El 501 era un buque de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase Primorye (Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera Clase P. Zyryanov. Un buque relativamente moderno, pero de diseño viejo (sus primos eran buques factoría), con una tripulación bien entrenada para las tensiones de la guerra fría en el mar.

La presencia del buque en la zona no dejaba de ser habitual, en tanto la existencia de diversas bases de la Royal Navy y de la US Navy, pero resulta (visto retrospectivamente) una indudable coincidencia con los eventos que sucederían días después en el Atlántico Sur, teniendo en cuenta que desde allí podría monitorear la partida de submarinos nucleares hacia las zonas de conflicto.

Una vez recuperadas las Islas Malvinas, el 501 se mantuvo en su estación y, desplegada la flota británica hacia el sur, comenzó a seguir su derrotero hasta alcanzar la Isla de Ascensión.


Isla de Ascensión desde el CER-501. El buque de la foto posiblemente sea el CS Iris (foto Armada Soviética)

La flota británica se detuvo en ese importantísimo punto logístico, quedando el buque espía a una distancia entre 3 y 15 millas de la isla, donde podría tanto realizar observaciones al tráfico mercante y aéreo, como dedicarse a su función de inteligencia electrónica específica.

El Zaporozhye era constantemente observado por aviones de patrulla “Nimrod”, así como los “Phantom” FRG.2 y “Harrier” Gr.3 de la RAF estacionados en la isla practicaban ataques aeronavales contra el mismo.

Como recuerda un radiooperador del buque:
Escuchamos por la radio “- Blanco primario, distancia tanto dirección otro tanto”. Nos quedamos pensando “¿Qué es eso del blanco primario?” Entonces, de vuelta “Distancia 500”, luego “300” , por último “estoy sobre el blanco” e inmediatamente notamos un sonido de un jet sobre el buque” 
No eran estos los únicos favores de la guarnición de la isla, en tanto se programaron muchos vuelos de helicópteros “Chinook” los cuales intentaron provocar un daño “accidental” a antenas y mástiles del buque espía, utilizando como arma el feroz tornado que provocaban sus rotores. Ninguno de ellos tuvo, hasta lo que se sabe, el resultado esperado y tampoco provocó reacciones de las defensas antiaéreas del 501.


Un Chinook demasiado cerca, tomada desde el CER-501. (Autor desconocido)

Es bueno recordar que en plena guerra fría los contendientes eran sutiles en sus acciones y reacciones, ambos teniendo en claro que cualquier incidente aún menor podía tener consecuencias inimaginables.

El Zaporozhye estuvo finalmente 153 días totales en el mar, navegando 19.000 millas náuticas sin mayores complicaciones.

Mucho más al sur, otros buques soviéticos cumplían, encubiertos, su rol de inteligencia. Uno de ellos habría sido el Akademik Knipovich, un buque de investigación antártica soviético que el día 15 de abril de 1982 entró al puerto de Ushuaia. Otro habría sido un buque factoría, que navegaba disimulado entre 25 pesqueros polacos y soviéticos, el cual sería confundido electrónicamente por un avión S-2E “Tracker” (se creyó que era una fragata británica) el día 2 de mayo.

Es dudoso si el pesquero soviético Belokamensk, quien participó (previa autorización expresa del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS) del rescate de tres cadáveres del Crucero ARA General Belgrano, estuvo realizando tareas de espionaje.

Lo cierto es que el buque abandonó sus faenas y se encaminó a realizar tareas de salvataje, aún sin muchas esperanzas de poder encontrar sobrevivientes.

Un ingeniero del buque el Dr. Vasili Terentyev, recuerda:
"No teníamos esperanza, ya que la temperatura del agua no sube de los 7º C, nadie puede sobrevivir a la demora en el rescate. Se pudo rescatar a tres argentinos en sus salvavidas naranjas, todos sin signos de vida. Los cuerpos habían sido atacados por las gaviotas. Se dejaron en el freezer y se siguió buscando, pero llegó la orden de Moscú de frenar la búsqueda y dirigirse al puerto más cercano en Argentina, donde se ordenó no desembarcar” 
Los cuerpos fueron cargados en un bote que se acercó al buque y los tripulantes miraron por sus binoculares mientras en el puerto estaban muchos de los habitantes de Río Gallegos.




El Akademik Knipovich en las Georgias del Sur, año 1974 (foto Michael Telnov) y el Belokamensk, también en las Georgias, año 1980 (foto Natalya Sydorenko)

Vale aquí agregar que la presencia de buques soviéticos en el rescate de náufragos del Belgrano generó, luego de la guerra, rumores que personas en el buque fallecidas se encontraban viviendo en la Unión Soviética. Inclusive, dichos comentarios fueron ventilados en el parlamento británico, sin llegarse a nada concreto.

La Flota de Mar Soviética.

Los navíos de guerra de la orgullosa Armada Roja tuvieron una participación secundaria en la recolección de inteligencia del conflicto Malvinas, algo que resulta lógico, teniendo en cuenta que no resultan plataformas especializadas, así como su presencia resulta lo suficientemente amedrentadora como para hacer que cesen las operaciones habituales de las fuerzas en pugna.

A mediados de abril, existían solamente cinco buques de guerra soviéticos en el Atlántico Sur, entre ellos un grupo de batalla centrado en el crucero porta helicópteros Moskva (Proyecto 1123).

Este buque, especializado en guerra antisubmarina, poseía un grupo aéreo embarcado de 14 helicópteros Ka-25 (en versiones OTAN “Hormone-A” y “Hormone-B”) y, conjuntamente con su escolta y un buque logístico, tocó los puertos de Africa Occidental de Lagos (Nigeria), Luanda (Angola) y Point Noire (Congo).


Crucero código OTAN Kresta II y porta-helicópteros soviético (autor desconocido)

Este grupo de superficie se habría mantenido en aguas africanas, realizando posiblemente tareas de escucha, aún cuando ciertas versiones que circulan en páginas de Internet rusas, indican que se tenía planeado que pasara a la “caza” de submarinos británicos en caso que se lanzara un ataque nuclear contra la Argentina. Dicho trascendido indica que la inteligencia soviética había detectado a un submarino de bombardeo estratégico posicionándose para atacar la Argentina y, por tanto, se habrían tomado medidas para prevenir o sancionar su actividad.
Amén de estos rumores inconfirmados (ya que posiblemente el grupo de tareas soviético estaba haciendo tareas habituales de “mostrar de la bandera” cuando estalló la guerra), vale señalar que el otro buque soviético que tuvo alguna actividad durante el conflicto Malvinas, fue el crucero Mariscal Timoshenko (Proyecto 1134A, Kresta II), que se acercó al HMS Hermes entre la Isla Ascensión y las Azores el día 16 de julio, habiendo desplegado un día antes un helicóptero para investigarlo de muy cerca.

Sin embargo, como queda dicho, la actividad de la Flota de Mar Soviética fue puramente circunstancial en el conflicto.


Submarinos.

El submarino es quizá el mejor medio para realizar inteligencia, y por eso no es de extrañar la presencia de submarinos soviéticos en las aguas de operaciones.

Debo aquí decir que, en lo que respecta a fuentes confirmadas, ya he tratado el tema en “Tras los Submarinos Ingleses” (Instituto de Publicaciones Navales, 2010). Entraré aquí en un terreno resbaladizo, cual es el de opinar acerca de operaciones de submarinos recurriendo a fuentes periodísticas y otros.

Adelanto que mi opinión no ha cambiado respecto de lo que indiqué en el libro precitado (que es probable la existencia de un submarino soviético, pero a la fecha no ha sido confirmada)

Ahora bien, la bibliografía disponible hace mención a diversos tipos de submarinos soviéticos involucrados, a saber:


Submarino nuclear clase Víctor. 

(fuente de la Foto: http://fdra.blogspot.com/2011/02/ssn-clase-victor-i-urss.html

El mismo habría operado en Ascensión con el mismo patrón que se utilizó para el CCB-501 en el Mar de las Hébridas. La idea que subyace esta tesis es que el buque espía no viajó solo, sino que fue acompañado, en forma subrepticia, por este submarino.


  • Submarino nuclear clase Echo II, re-desplegado desde el Océano Indico. 

Se intenta con ello “mantener el honor” de los comandos antisubmarinos de la US Navy y Royal Navy, quienes indicaban que ningún submarino se había perdido en el Atlántico Norte y, por otra parte, justificar muchos avistamientos en el Atlántico Sur (y con ello, “mantener el honor” de los capitanes de los buques como la HMS Yarmouthque indicaban que habían atacado submarinos desconocidos)

  • Submarino convencional clase Kilo, desde Kola. 
Siendo improbable que un submarino convencional pueda seguir a la flota, teniendo en cuenta su alta velocidad de tránsito. El origen de la versión me es desconocido.
  • Submarino nuclear clase Oscar I, numeral K-525 Arcángel (Comandante en Abril de 1982, AP Ilyushkin) 
Es el presente un caso interesante. Un personaje relacionado con el mundillo submarinista ruso, me indicó que existe información acerca que este submarino siguió a la flota británica desde el 5 de abril al 21 de mayo de 1982.
La historia oficial del submarino indica que estaba haciendo tests de torpedos de 650 / 533 mm y de misiles Granit / SS-N-19 (normal, ya que fue comisionado el 21 de enero de 1981), pero realmente –se comentó- se habría orientado hacia el Atlántico Sur, con instrucciones (aún hoy secretas) de hundir a ambos portaaviones británicos si le fuera ordenado.
Nuevamente, la Unión Soviética temía la utilización de armas nucleares sobre Argentina, siendo (según esta versión) este submarino su reaseguro. Por tanto, abortó su misión cuando se entendió que las mismas no serían lanzadas.

Durante su patrulla, la misma fuente informa, habría sido atacado por fuerzas argentinas, que no habrían logrado un impacto.

Si bien es la versión que parece más descabellada, dos datos en particular dejan flotando en el aire una idea de realidad.

El primero es que el entonces Presidente Leonaldo F. Galtieri informó al General Haig (el “mediador” estadounidense) que los soviéticos le habían ofrecido hundir a un portaaviones y que la Argentina tome el crédito; por lo que puede entenderse que existía un submarino con esa misión. Obviamente, pudo tratarse de una estratagema del argentino o, cuando no y como se dice, de una conversación en una noche con copas de más.

El segundo tiene relación con el sistema de armas que utilizaba el submarino, consistente en los misiles antibuque de largo alcance SS-N-19. Dichos misiles, en lo que hace a su adquisición de blancos, se encuentra asociado a la constelación de satélites “Leyenda”. Debe señalarse que dichos satélites se utilizaron por primera vez para observar las maniobras de Malvinas, ufanándose el Ministerio de Defensa Soviético que “permitió establecer con antelación lugar y fecha del desembarco británico” (en San Carlos, el 21 de Mayo). Si se piensa en la asociación submarino-satélite como un sistema para favorecer a los misiles, sería ilógico pensar que uno pudo ser utilizado sin el otro.


Submarino nuclear código OTAN Oscar I (Foto Armada Soviética)


  • Submarino convencional clase Foxtrot, operando desde Angola.

Este es el único submarino cuya presencia fue confirmada por la US Navy, aún cuando es desconocido cuanto se acercó al área Malvinas o a la de tránsito de la flota británica.

Por último, vale señalar que la mayoría de las fuentes coinciden en que fueron no más de dos los submarinos soviéticos afectados a las operaciones de Malvinas aún, como hice ver, no se ponen de acuerdo en cual de ellos se trataba.

En suma, posiblemente haya existido algún submarino soviético rondando las aguas del Atlántico Sur. A la fecha, sin embargo, no existen certezas y solo transcendidos y comentarios algunos, como dije, más que interesantes.

Satélites.

De los 101 lanzamientos al espacio durante 1982, la Unión Soviética, sin embargo, aplicó solo un número limitado de satélites al conflicto del Atlántico Sur.

Cabe señalar que la inmensa mayoría de los ingenios especiales soviéticos de reconocimiento espacial de ese momento implicaban el uso de cámaras fotográficas con film, el cual era lanzado una vez que el satélite pasaba por territorio continental soviético. Ello hacía que no fueran aptos para seguir los movimientos de un teatro aeronaval, amén que no eran ayudados por la siempre nubosa meteorología malvinense.

Asimismo, los satélites soviéticos poseían una duración en el espacio increíblemente limitada, en algunos casos de solo unas semanas, por lo que no podía contarse con elementos en órbita para obtener ya información.

Puede entenderse los satélites Kosmos-1368 (de reconocimiento fotográfico, que pasó a 240 km de altura sobre Malvinas todos los días de mayo y junio a las 11:00 am), Kosmos-1455, de inteligencia electrónica y Kosmos 1365 y 1372, de reconocimiento radar, fueron los que aportaron la información más importante acerca de lo que estaba sucediendo en las islas y sus alrededores.


Cápsula de reentrada de satélites Kosmos (Foto Maryanna Resina)

Asimismo, como se indicó más arriba, se utilizaron otros sistemas satelitales, como el “Leyenda” de búsqueda de adquisición de blancos para misiles crucero.


Conclusión.

La Unión Soviética se benefició enormemente con la información obtenida durante la Guerra de Malvinas, tanto por los medios antes reseñados como por otros (espías, inteligencia realizada en otros teatros y demases)

Por ejemplo, los ejercicios de la flota soviética durante los años 1983 y 1984 reflejan la preocupación con que observaron las debilidades de la Royal Navy en lo que hace a defensas antimisil, debilidades que se replicaban también en la armada soviética.

Asimismo, fueron motivo de estudio las formaciones de la flota, la ubicación de piquetes radar y antisubmarino, la seguridad en las comunicaciones y otros tópicos, capitalizando la experiencia ajena.
Vale agregar que lo sucedido en el año 1982 otorgó un crédito muy importante a las fuerzas armadas argentinas, el que se sigue manteniendo a la fecha, según lo que puede leerse de la bibliografía rusa actual.

Como se dijo, la Unión Soviética obtuvo mucha información en una guerra que fue bisagra para el conflicto aeronaval, la cual utilizó en su provecho. En otro momento analizaremos cuanto de ello llegó o podría haber llegado a la Argentina. Por ahora, solo concluyamos que poseyeron información oportuna y más que interesante para compartir.

Mariano Sciaroni.

ElSnorkel.com

lunes, 17 de febrero de 2014

Closterman recuerda a los pilotos argentinos


Pierre Clostermann

Pierre Clostermann.

Pierre Clostermann (Curitiba, Brasil, 28 de febrero de 1921 – Montesquieu-des-Albères, Francia, 22 de marzo de 2006) fue un piloto de aviación militar francés, as de la Segunda Guerra Mundial, escritor, ingeniero y político.
Nacido en la ciudad de Curitiba en Brasil y graduado del Colegio Ryan de Los Ángeles, California, Clostermann se alistó en la Fuerza Aérea Libre Francesa en 1942. Logró sus primeros dos derribos el 27 de julio de 1943, al abatir a dos Focke-Wulf Fw 190 sobre los cielos de Francia, a los mandos de un Supermarine Spitfire del escuadrón Nº 341 "Alsace". Un mes después, Clostermann tuvo algunos problemas con sus compañeros de escuadrón debido a su implicación en la muerte del líder de escuadrón, y uno de los aviadores más famosos de las fuerzas gaullistas, René Mouchotte por lo que pidió y obtuvo su transferencia al escuadrón Nº 602.
En octubre de 1943, Clostermann es reasignado al escuadrón Nº 602 de la RAF donde comenzó su exitosa carrera de as. En ese escuadrón voló numerosas misiones que incluyeron intercepciones aéreas, escolta de bombarderos, intercepción a gran altura sobre la base naval de la Marina Británica en Scapa Flow, ametrallamiento o bombardeo de los sitios de lanzamiento de las V-1. Pierre Clostermann participó en el Día D y fue uno de los primeros pilotos aterrizar sobre suelo francés liberado, el 18 de junio de 1944, exactamente 4 años después de que Charles de Gaulle pronunciase su famoso discurso por la radio instando a los franceses a proseguir la lucha. Un tiempo después, Clostermann fue condecorado con la Distinguished Flying Cross (DFC) y luego reasignado al Cuartel General de la Fuerza Aérea Francesa.
En el mes de diciembre de 1944, extrañando la acción, Clostermann retornó a los escuadrones de primera línea ignorando las órdenes formales de Charles de Gaulle, que quería preservarlo como un modelo viviente de la nueva Francia. Voló el nuevo Hawker Tempest Mk. V con el escuadrón Nº 274 de la RAF en misiones de caza y ataque. El 24 de marzo de 1945, Clostermann resultó herido en la pierna alcanzado por el fuego de un flak alemán y fue hospitalizado por una semana tras su aterrizaje forzoso. A partir del 8 de abril de ese mismo año se convirtió en el líder del escuadrón Nº 3 de la RAF, y el 27 de ese mismo mes en el comandante provisorio del Ala Nº 122 de la RAF. El 27 de julio de 1945, Clostermann se retiró de la RAF.
En 432 salidas, Pierre Clostermann derribó 23 aviones enemigos, en su mayoría cazas, y 5 más probables. Además, él dice haber destruido 225 camiones, 72 locomotoras o vagones, 5 tanques y 2 buques torpederos. Muchas referencias le acreditan entre 29 y 33 victorias aéreas. Estos, probablemente incluyan sus “victorias en tierra” (aviones destruidos en los aeródromos, no en vuelo) que no eran reconocidos por la RAF. Sin embargo, recientes análisis más detallados de sus reportes de combate y de los registros de su escuadrón indican que su verdadero record era de 11 destruidos y 7 probables, lo que da un total de entre 15 y 18 (ver "Aces High" Christopher Shores & Clive Williams, Grub Street 1994)
Luego de la guerra, Clostermann continuó su carrera como ingeniero, participando en la creación de la empresa francesa Reims-Aviation, actuando como representante de Cessna y trabajando para Renault. Paralelamente, Clostermann tuvo una exitosa carrera política, siendo elegido para la Asamblea Nacional Francesa durante 8 periodos entre 1946 y 1969. También se re-enlistó nuevamente en la Armée de l'Air (Fuerza Aérea Francesa) en 1956-57 para volar misiones de ataque al suelo durante la Guerra de Algeria.
 Clostermann escribió Le Grand Cirque (El Gran Circo), un relato de sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial, y según William Faulkner, el mejor libro de aviación sobre el conflicto. Otro libro menos conocido de Pierre Clostermann es Feu du Ciel (Fuego en el Cielo) que fue editado en 1957 e incluye una colección de relatos sobre combates aéreos tanto de los aliados como del eje.

Clostermann asegura que durante uno de sus viajes se accidento y regreso en un bote pero cuando llego a la orilla había una mordida de tiburón de 2 metros de diámetro el aseguraba que su bote había sufrido un ataque de un megalodon.

Carta a los pilotos argentinos

En el año 1982, Clostermann, ante el valor demostrado por los pilotos argentinos durante la Guerra de Malvinas, escribió:
A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hicisteis frente con éxito. A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros «Mirage», vuestros «Etendard», vuestros «A-4», vuestros «Pucará» con escarapelas azules y blancas. A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y del los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los «AWACS» y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.

Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.

Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.

Honores

Medallas


  • Coronel (reserva) de la Fuerza Aérea Francesa
  • Gran Cruz de la Legión de Honor Francesa
  • Compagnon de la Libération (Compañero de la Liberación)
  • Médaille Militaire (Medalla Militar)
  • Croix de guerre con 19 palmas (la mayor cantidad posible) (Cruz de Guerra 1939-45)
  • Croix de la Valeur Militaire con 2 citaciones (Cruz al Valor Militar)
  • Distinguished Flying Cross de la RAF (Cruz de Vuelo Distinguido)
  • Silver Star (Estrella de Plata)
  • Air Medal (Medalla Aérea)


Wikipedia

domingo, 16 de febrero de 2014

Un nudo en la garganta: Rescatando al Sargento Villegas

Rescatando al sargento Villegas







Los aviones ingleses bombardeaban a toda hora o pasaban a baja altura y ametrallaban las posiciones. Los combates cuerpo a cuerpo se habían desatado a pocos kilómetros del vivac y llegaban noticias de que las refriegas eran sangrientas en San Carlos y en Darwin.
Todos los días había "alerta roja", explotaban los misiles tierra-aire y la lluvia constante inundaba los pozos de zorro y los obligaba a levantar chozas con palos y chapas, enmascaradas con pasto.
Así y todo, hasta al horror de la guerra se acostumbra el hombre: la Compañía A del 3 de Oro dejó al soldado Esteban Tríes de cuartelero y marchó alegremente a bañarse.
El cuartelero recorría el campamento vacío cuando, de repente, oyó que alguien tiraba de la corredera de una 9 milímetros reglamentaria. Dentro de un pozo de zorro, un compañero tenía apoyado el cañón de su pistola en la sien.
Tríes había cumplido el servicio militar obligatorio en esa compañía del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 de La Tablada. Antiguamente, sus oficiales llevaban una pechera amarilla y por eso es que todavía lo llamaban, con orgullo, "el 3 de Oro". Y cuando Tríes ya estaba trabajando afuera y estudiando ingeniería, el 8 de abril de 1982 recibió, en su casa de Villa Ballester, un aviso de reincorporación.
Un negrazo valiente que vivía en González Catán y que había instruido a Tríes lo quería a su lado en la guerra: el sargento Manuel Villegas, conocido por su extrema dureza y, a la vez, por su extraña sensibilidad de hombre bueno.
Sesenta días después, Tríes ya no era un simple conscripto que intentaba disuadir a un soldado de que no se volara la tapa de los sesos. Era un guerrero de Villegas con la responsabilidad de que no se perdiera ni un hombre ni una bala. Estuvo una hora entera tratando de que el soldado dejara la depresión, creyera que saldrían vivos de aquella guerra, soltara la pistola y saliera del pozo de zorro. Al final lo logró, y cuando Villegas regresó con el resto de la compañía no se dio cuenta de lo que había ocurrido. El soldado que había querido suicidarse en Malvinas entró luego en combate y fue herido, pero regresó entero a su casa. Y Tríes calló aquel pequeño pero grave incidente a pesar de que le debía lealtad total a su jefe, a quien había insultado por lo bajo durante la instrucción a raíz del rigor y fiereza con que Villegas los preparaba para la lucha. Pero con quien luego estableció una relación de respeto y afecto, y con el tiempo de amistad profunda. Villegas era duro pero jamás cruel ni arbitrario. Un líder nato seguido por una soldadesca capaz de acompañarlo hasta el mismísimo infierno.
La Compañía "A" acampaba en medio de la nada, a varios kilómetros de Puerto Argentino. Nevisca, frío, hambre y tristeza. Y las detonaciones de las baterías enemigas cada vez más cerca. Villegas se parecía a aquellos sargentos de los westerns de John Ford: hombres con más corazón que odio. Su debilidad era otro soldado débil a quien todos llamaban Lupin, un huérfano total apellidado Serrezuela, que desde los siete años había vivido en el campo sin familia y sin destino, y a quien nadie jamás le había enviado una carta. A Villegas le daba lástima esa carencia. Así que le ordenó a un conscripto del grupo que le pidiera a su novia un favor: debía buscar a una amiga para que ésta escribiera de su puño letra una misiva dirigida a Lupin. Cuando se hacían los corros para recibir la correspondencia, Lupin se quedaba atrás descansando o cumpliendo tareas. Sabía que en ese rito deseado no había nada para él. Pero un día el encargado del correo voceó por primera vez su apellido: "¡Serrezuela!". Y entonces Villegas vio que Lupin ni siquiera se mosqueaba. Como si no lo hubiera oído. "¡Serrezuela!", repitieron varias veces. Y nada. Lupin miraba distraídamente el horizonte. Villegas lo enfrentó: "Che, boludo, ¿usted no es Serrezuela?". Lupin pareció regresar del más allá: "Sí, pero yo no recibo cartas, mi sargento. Debe ser un Serrezuela de otra compañía". Villegas tomó el sobre y se lo entregó. La cara de Lupin se transformó como si hubiera descubierto un tesoro. Abrió lenta y cuidadosamente el sobre, leyó esas pocas líneas dirigidas a él y a nadie más, y después arrugó la carta contra el pecho y caminó mirando al cielo: "Gracias, Dios míos, gracias, gracias".
Eso no impidió que el sargento lo castigara con dureza por maltratar a su fusil, un pecado mortal en tiempos de batalla. El fusil es como la novia, soldado: se lo cuida, se lo mima y se lo lleva siempre consigo. No hacerlo equivale a poner en peligro a todos. Y Serrezuela no lo limpiaba y se lo olvidaba en cualquier rincón. Villegas no tenía forma de saber que Serrezuela le salvaría la vida cuando le impuso una tarea extenuante: vaciar de agua todos los días de la semana aquellos pozos de zorro. Una noche Lupin se acercó a la tienda de su jefe y pidió cruzar unas palabras con el sargento. Villegas salió al frío de mala gana, y entonces Serrezuela le dijo, en voz muy baja: "Máteme, mi sargento, yo no sirvo para esto, soy un estorbo. Pégueme un tiro; acá nadie se va a enterar que fue usted y nadie me va a extrañar". Villegas le pegó un abrazo de oso y le dijo: "Pedazo de hijo de puta, no digas eso". Se lo dijo con los dientes apretados y conteniendo las lágrimas.
No le gustaba a Villegas mostrar los sentimientos. Ni las flaquezas. A nadie había contado que cuando eran atacados el 1° de mayo por las ráfagas inglesas el sargento más bravo había empezado a temblar como una hoja. Por suerte, su tropa no lo había visto en esos renuncios, pero a partir de esa vergüenza íntima el sargento cargaba su propio calvario. Le rezaba todas las noches a Dios para que le diera temple en el combate y para que pudiera llevarse de este mundo a cuatro o cinco enemigos antes de morir. No rezaba para salvarse. Rezaba para irse al otro barrio con los honores que siempre había soñado.
A las dos de la madrugada del 14 de junio, el 3 de Oro recibió la orden de cargar armamento y municiones y avanzar sobre el cerro Tumbledown, vadeando el arroyo de Moody Brook. Se combatía en todas partes, y ese riacho no era muy ancho pero resultaba profundo y traicionero. Había luna llena y el cielo estaba lleno de rumores, bengalas, luces de misiles y toda clase de fuegos artificiales cuando Villegas y sus hombres se metieron en el agua y cruzaron dificultosamente con los fusiles en alto. Llegaron con frío y sin fuerzas a la otra orilla, pero escucharon la orden "¡A lo gaucho, carrera march! ¡Viva la Patria, carajo!". Y se pusieron de pie y empezaron a escalar el monte lleno de rocas. Villegas, contra lo aconsejable, iba delante de todos trepando por esa ladera escarpada, cuando desde arriba los haces de luz de dos fusiles M16 con mira infrarroja le resbalaron por el cuerpo. Saltó en un segundo hacia el costado y evitó un proyectil, pero el segundo le entró por el abdomen y le estalló en el hueso de la cadera.
Villegas se tomó la panza y vio que le salía sangre a borbotones y que comenzaba a arderle como si le hubieran arrojado encima dos paladas de brasas de carbón. "Tiren -les gritó a sus soldados-. Tiren que están escondidos detrás de esas rocas." Tríes no podía disparar sin correr el riesgo de balear a su propio sargento. "Córrase, que le voy a pegar", le gritó entre las piedras. "Tire igual que yo ya estoy listo." Como Tríes y Serrezuela no le hacían caso, Villegas se estiró para agarrar el fusil y entonces el francotirador le atravesó una mano de otro balazo. El inglés podía eliminarlo, pero prefería dejarlo fuera de combate. No tanto quizá por razones humanitarias sino por cuestiones estrictamente operativas: el manual indica que un herido ocupa a dos o tres soldados, y que hace más daño eso que matar lisa y llanamente a un enemigo.
Tríes le dijo a Serrezuela: "Vamos a buscarlo". El sargento se empezó a sacar el correaje y le gritó: "Tríes, quedate porque te va matar". Tríes y Serrezuela se miraron en la oscuridad. Luego se incorporaron, arrojaron ostensiblemente los fusiles al suelo y levantaron las manos. Subieron en esa posición audaz quince metros hasta su jefe, lo tomaron de los brazos y lo bajaron hasta el lugar donde se habían parapetado. El inglés que los tenía en la mira dejó que hicieran todo eso sin apretar el gatillo. Villegas pedía desesperadamente agua. Tríes le dio una botellita de whisky y le llenó la boca con trozos de nieve. Había que retroceder ya mismo. "Tríes -lo llamó Villegas-. No creas que me pongo en héroe, pero quiero que le avises a mi familia que me quedo acá. Contales de la forma que les duela lo menos posible, ¿sabés? A mí mujer decile que lamento no haberme casado con ella y a mi nena de tres años decile que, decile." En ese momento se fue en llanto. Pero se contuvo. Lo agarró a Tríes de la solapa y le dijo, en un hilo de voz: "Meteme un tiro. Son ocho kilómetros hasta el pueblo. Yo ya estoy listo. Meteme un tiro, no me dejés sufriendo".
El soldado parpadeaba, anonadado por la orden. De pronto se rehizo y le dijo: "De ninguna manera, usted me debe un asado". Y entonces Lupin y Tríes agarraron al sargento, que pegaba alaridos de bronca y se resistía, le hicieron sillita de oro y lo pasaron por un pequeño puente sin que ningún inglés les disparara, mientras el combate seguía atrás y se tornaba cada vez más virulento. La marcha de esos dos soldados llevando al sargento herido en la noche de luna llena fue penosa. Caminaron y caminaron, y Villegas perdió sangre y conciencia, y al final lograron encontrar una ambulancia. Subieron los tres y el chofer trató de llevarlos hasta el hospital de campaña, pero había demasiado hielo, resbalaron y volcaron en una cuneta. Salieron como pudieron de entre los hierros y siguieron adelante. Llegaron con el último aliento a ese hospital lleno de amputados y heridos, y le entregaron el cuerpo maltrecho de Villegas a los cirujanos. El sargento escuchó a uno de ellos que decía: "Le queda poco". Villegas alcanzó a decirles que no lo amputaran, que lo durmieran para siempre. Al despertarse, varias horas después, vio a varios ingleses con fusiles en la mano. "No entiendo nada", susurró. Un enfermero le respondió: "No te preocupes, ya se arregló todo". Villegas seguía sin comprender. "Nos rendimos, macho -le aclararon-. Nos rendimos." Y Villegas se echó a llorar.
Tríes y Serrezuela ayudaron a los heridos y se acoplaron a otras tropas. Tríes recuerda que iban corriendo por Puerto Argentino y que las casas explotaban a su lado. También que algunos soldados comentaban los maltratos y las defecciones y cobardías de algunos jefes. Regresaron a casa en el Camberra y se separaron para siempre en El Palomar. Eran fruto de una causa amada y luego aborrecida, venían derrotados y su karma era la marginalidad y el olvido.
El sargento regresó en un buque hospital. Tríes hizo lo que los superiores de su sargento no hicieron: lo visitó en el hospital de Campo de Mayo, donde Villegas estuvo un año y medio internado. Pero lo vio tan amargado y tan mal, que no quiso volver. Tampoco quiso hablar de Malvinas. Estuvo veinte años vendiendo autos, haciendo negocios en el nefasto sube y baja económico del país y eludiendo prolijamente las anécdotas del pasado. Un día hizo un clic y lloró por primera vez, y comenzó a reencontrarse con los veteranos y a buscar a Villegas, que después de la kinesiología y de años y años de asistencia psiquiátrica, le decretaron un 45% de incapacidad y lo borraron de la carrera. El viejo sargento estaba resentido con el Ejército: se fue a trabajar de chofer de colectivos y de remisero. Tuvo hijos y nietos. Y ya de grande quiso reencontrase con Tríes. Lo buscó por Castelar y finalmente lo encontró. Poco después los sacaron a los dos por la radio y hablaron por primera vez de lo que habían vivido en el cerro Tumbledown, en el arroyo de Moody Brook y luego en aquel monte siniestro donde los francotiradores ingleses estuvieron a punto de borrarlos del mapa.
Desde ese cruce se hicieron íntimos amigos. Asistieron juntos a escuelas a dar charlas, ayudaron a los veteranos más desvalidos, presentaron a sus familias, y comieron muchos asados. Hay un afecto especial entre ellos. Esa clase de sentimiento entre hermanos que florece solamente en la trinchera y en la solidaridad del dolor.
Un día, sin embargo, Villegas le dijo a Tríes que tenía una asignatura pendiente: encontrar a Serrezuela y explicarle por qué lo había castigado tan duramente en aquellas vísperas. Le debía esa explicación además de deberle la vida. Lo rastrearon a Lupin por toda la provincia de Buenos Aires, y sólo tuvieron una pista firme en el velatorio de un ex soldado. "Tenemos a un Serrezuela en Olivos -les dijo un veterano-. Pero apúrense porque tiene cáncer de pulmón y se está muriendo."
Hacía quince días que no se levantaba de la cama ni se afeitaba. Tríes le avisó a su esposa que él y Villegas lo visitarían esa tarde. La cita era a las dos, y Lupin hizo un terrible esfuerzo para levantarse, bañarse y pegarse una afeitada. Estuvo sentado en una silla esperándolos a los dos, que se atrasaron y recién pudieron llegar a las cuatro de la tarde. Les caían las lágrimas a los tres. Lupin lo llamaba "mi sargento", a pesar de que Villegas ya no tenía cargos ni ganas de tenerlos. "Usted va a ser siempre mi sargento -le dijo aquel huérfano congénito-. Usted ha sido mi papá." Villegas tragó saliva y le respondió: "Yo vengo a pedirte disculpas, Lupin, y a explicarte por qué te castigué aquella vez". No hacía ninguna falta, pero se quedaron hablando horas y horas de aquellos tiempos en los que fueron gloriosamente vencidos.
El viernes de la semana siguiente repitieron la visita, pero esta vez Lupin no pudo levantarse de la cama. "Esta noche me voy", les dijo, y lo sacaron carpiendo. Al día siguiente, cuando Villegas cruzaba un peaje, sonó su celular. Era la mujer de Serrezuela: acababa de morir. Dio la vuelta, llamó a Tríes y llegaron cuando el cadáver todavía estaba tibio. En el velatorio, los veteranos de la zona pedían hablar con Villegas y abrazarlo como si fuera el sargento Cabral. Lupin les había hablado durante veinte años de aquel héroe personal que los había guiado durante sesenta días de sangre y fuego.
Acaban de filmar un documental con las odiseas calladas de este puñado de hombres. Su título es significativo: "14 de junio: lo que nunca se perdió".
En noviembre la esposa de Villegas lo llamó a Tríes para decirle que el viejo sargento había sufrido un golpe de presión y que no podía hablar bien. El viejo soldado sacó el auto y condujo a gran velocidad por el conurbano hasta encontrar a Villegas. Lo subió de apuro y apretó el acelerador por la autopista en busca del Hospital Militar. "Otra vez llevándote a un hospital, sargento -le dijo Tríes-. La puta madre, ya me estoy cansado de andar salvándote la vida." Comenzaron a reírse.
Todavía se están riendo.

LOS PERSONAJES

Datos personales: Villegas es padre de tres hijos y abuelo de dos nietos. Tríes es padre de dos hijos. El primero trabajó de colectivero y remisero. El segundo es comerciante y tiene un programa de FM dedicado a los ex combatientes.
Dónde lucharon: cerca de Puerto Argentino. Pertenecían a la Compañía A Tacuarí del Regimiento Mecanizado 3 de La Tablada. También llamado "el 3 de Oro". Cruzaron el arroyo de Moody Brook y combatieron en Wireless Right.
Qué pasó: el sargento cayó herido y le pidió al soldado que lo matara. Pero éste, con ayuda de otro conscripto, lo sacó de esa situación y le salvó la vida. Se hicieron íntimos amigos. Dicen que el 14 de junio de 1982 se perdió una guerra, pero no el coraje ni los ideales ni el honor. .
MANUEL VILLEGAS Y ESTEBAN TRIES Veteranos de la guerra de Malvinas





sábado, 15 de febrero de 2014

Los diputados uruguayos en Malvinas y su repudio local

Malvinas: un nuevo traspié con Argentina
Por más empeño que le pongan los presidentes José Mujica y Cristina Fernández, la relación entre Uruguay y Argentina parece signada por los choques políticos. Ahora desde el congreso argentino se pide un repudio oficial al Uruguay.





El episodio más reciente es de este fin de semana cuando un reclamo que un diputado argentino hizo a la Cancillería de su país para que se repudie oficialmente el viaje de una delegación de representantes nacionales uruguayos a las islas Malvinas, respondiendo a una invitación de la Asamblea Legislativa del archipiélago austral.

El diputado argentino Alberto Asseff, del Frente Renovador de Sergio Massa, calificó como "traición" la visita de los legisladores uruguayos a las Islas Malvinas, que se viene cumpliendo desde el viernes a última hora. Además, Asseff presentó un proyecto de repudio formal a la Cancillería señalando que se pretende "complicarle el gobierno" a Mujica y que ese viaje se condice con "cierta histórica tendencia anglófila que desgraciadamente persiste" en Uruguay.

A fines de enero, en la cumbre de la Celac, en Cuba, los presidentes José Mujica y Cristina Fernández acordaron implementar un ámbito de diálogo para tratar de reencauzar las deterioradas relaciones bilaterales. Sin embargo, el jueves 6, el canciller Luis Almagro no se mostró tan contemplativo con Argentina cuando tuvo un duro cierre en la interpelación en el Senado contra la política del gobierno de Fernández respecto al Uruguay, afirmando, entre otros, conceptos que el gobierno tiene la convicción de que las medidas argentinas que afectan el funcionamiento de los puertos de Montevideo y Nueva Palmira son la consecuencia de la autorización dada por Uruguay para el aumento de la producción de la planta de UPM.

Unos días atrás, Almagro había reconocido que tras la autorización dada por el gobierno a UPM "se pudrió todo" en la relación con Argentina, después de lo cual recién en la cumbre de la Celac, Mujica y Fernández se encontraron y fijaron una agenda de "prioridades" para mejorar la relación bilateral.

Horas después y por decisión de su sector para no incomodar al gobierno argentino, el diputado frenteamplista Jorge Pozzi fue bajado del avión a Malvinas que tomaron los diputados nacionalista Jaime Trobo y Daniel Mañana, el colorado Fitzgerald Cantero y el del Partido Independiente Daniel Radío.

Ayer domingo Asseff manifestó su rechazo, en primera instancia, a través de su cuenta de Twitter, en la que expresó: "Repudio a los diputados uruguayos que irán a Malvinas. Hay una vieja palabra castellana que los identifica: traición".

Más tarde, y en el sitio web de su partido Asseff publicó el "proyecto de declaración de repudio de viaje a Malvinas de diputados uruguayos".

En la fundamentación del pedido, el diputado recuerda las estrategias utilizadas por el Reino Unido en el conflicto con Argentina y asegura que "no podemos quedarnos callados y consentir una `invitación` como la realizada a legisladores uruguayos".

Los diputados uruguayos que viajaron a Port Stanley han tenido relación con colegas del archipiélago desde tiempo atrás y por eso fueron invitados por una nota firmada por la presidenta de la Asamblea Legislativa, Jan Cheek.

En el archipiélago, los diputados uruguayos comenzaron este fin de semana con sus actividades. Particularmente el interés es la operativa portuaria y el comercio, uno de los temas que los legisladores van a discutir con empresarios malvinenses y legisladores locales.

El gobierno ha tenido algunas señales amistosas hacia la administración de la presidenta Fernández en relación con las Malvinas. Por ejemplo, en todos los foros internacionales se ha manifestado claramente la posición de Uruguay a favor de la reivindicación que se hace sobre el archipiélago. Y más recientemente se puede recordar que el Poder Ejecutivo aprobó una prohibición para que operen en puertos uruguayos pesqueros de bandera de la Gran Bretaña registrados en las Falklands/Malvinas, a pesar de los perjuicios económicos al puerto de Montevideo.

Entre Uruguay y Malvinas, a nivel privado, hay una corriente comercial que se busca potenciar.

"Se nota tendencia anglófila"

El diputado argentino Alberto Asseff consideró que "es evidente" que el viaje a las islas Malvinas tiene dos motivaciones: "Complicarle el gobierno" al presidente José Mujica y "cierta histórica tendencia anglófila que desgraciadamente persiste desde el génesis del país rioplatense hermano". Dijo que le sorprendió la presencia de diputados nacionalistas, recordando la "imborrable raigambre federal y rioplatense" de ese partido. "Esta conducta echa por la borda esa bicentenaria historia".

El País

viernes, 14 de febrero de 2014

Traidores orientales

Diputados de Uruguay viajaron a Malvinas para buscar acuerdos comerciales con los kelpers
Según publica el diario El País, los legisladores intentan ofrecer mano de obra uruguaya en la islas y cerrar negocios vinculados a la pesca, el petróleo, el turismo y hasta un vuelo directo
La Nación


Cuatro diputados uruguayos tuvieron ayer una reunión con los ocho miembros de la Asamblea Legislativa de Malvinas, para acordar temas comerciales. Foto: Archivo

Según publica hoy el diario El País, de Uruguay, miembros de la Asamblea Legislativa de Malvinas -el órgano político de las islas- expresaron a una delegación del Parlamento uruguayo su "alto interés" por poder contar con la presencia de trabajadores uruguayos para desempeñarse en distintas actividades del archipiélago, como así también su deseo de profundizar las relaciones comerciales, culturales, turísticas y sociales.

El informe señala que desde la la isla se trasmitió el interés por la mejora de los negocios en áreas de creciente explotación como las actividades petrolera y pesquera, y la intención de explorar la posibilidad de implementar un vuelo directo con Montevideo para mejorar la conectividad con el continente.

Una delegación de los partidos de la oposición formada por los diputados nacionalistas Jaime Trobo y Daniel Mañana, el colorado Fitzgerald Cantero e Iván Posada del Partido Independiente se encuentra en la capital de Malvinas.

Sin embargo, el diputado del Frente Amplio Jorge Pozzi había sido invitado a Malvinas. Pero una decisión de último momento del Nuevo Espacio, su sector, lo hizo bajarse del avión. Los argumentos de la izquierda para no autorizar a Pozzi a viajar fueron la intención de preservar el ámbito de diálogo que se intenta restablecer con Argentina a partir del encuentro en La Habana de los presidentes José Mujica y Cristina Kirchner.

Los cuatro diputados uruguayos tuvieron ayer una reunión con los ocho miembros de la Asamblea Legislativa de Malvinas. Se trata del ámbito político de la conducción en las islas. En la conversación con los diputados mostraron su "alto interés" por fortalecer los lazos comerciales, sociales y culturales con Uruguay, dijo Trobo a El País.

"Ellos saben que hay un problema político, pero sin perjuicio de ello quieren fortalecer esa relación", agregó. En el encuentro se les informó que hay unos 300 trabajadores chilenos en el archipiélago y que "les gustaría que hubiera algunos cientos de uruguayos en áreas como la industria de extracción de petróleo y gas, las inversiones en infraestructura, los servicios logísticos a la pesca y la actividad de los cruceros de pasajeros, muchos de los cuales recalan también en Montevideo", indicó Trobo al matutino uruguayo.

Además le hicieron saber a los diputados que quisieran tener una línea aérea regular entre Montevideo y Stanley, en una travesía de dos horas y media. Hoy para llegar a Stanley los diputados debieron hacerlo a través de Santiago de Chile y Punta Arenas en el país trasandino, cruzando a Malvinas previa escala en la ciudad argentina de Río Gallegos.

SERVICIOS MÉDICOS

La intención de los legisladores "kelpers" es de aumentar los contactos con Uruguay en materia de salud y educación. Hasta no hace poco, los hijos de las familias de las Malvinas completaban su bachillerato en el colegio British School de Montevideo, pero ahora los tienen que enviar a Gran Bretaña. Ese aspecto se busca corregir a través de la mejora de la relación con nuestro país.

También la sociedad del archipiélago tiene muchos gastos para enviar a los pacientes con necesidades médicas de alta complejidad al exterior. Según explicaron, preferirían enviarlos a Montevideo para atenderse en el Hospital Británico. En la isla, de unos 3000 habitantes, tienen una atención médica básica.

"Uruguay tiene un gran potencial para venderle servicios en las aéreas de la salud y la educación", sostuvo Trobo. "Podemos ser buenos vecinos, cooperar con ellos, sin meternos en cuestiones de soberanía", insistió el diputado blanco.

Luego de una recorrida con los otros visitantes, el diputado Trobo indicó que toda la flota de pesca de esta zona del Atlántico sur "tiene mucha afinidad con el puerto de Montevideo por su cercanía, sus costos, y hasta por la posibilidad del trasbordo de mercadería".

Los cuatro diputados permanecerán en Stanley el resto de la semana cumpliendo con otras reuniones.

jueves, 13 de febrero de 2014

Una emocionante anécdota de Tumbledown

Un posición de combate del RI 3


Posición de combate de la Compañía A del Regimiento de Infantería 3, delante portando su armamento al Soldado JULIO SEGURA quien cayera en cercanías del Monte Tumbledown.
¡¡Que imagen !! sobre todo la expresión de Julio con una mirada especial y su crucifijo en el pecho !!
Uno de sus camaradas llamado solamente "Don Sureño" nos cuenta lo que sucedió ese día con Julito Segura
"... el 11 de Junio se nos indica ocupar posiciones en Monte Tumbledown entre las posiciones del Regimiento 6 en Monte Dos Hermanas y el BIM 5... es donde en el cruento bombardeo del 13 de junio Muere en el Cumplimiento del Deber Militar y por su Patria el Soldado/62 JULIO CESAR SEGURA primer Héroe de Nuestra Compañía ......en ese momento por mis conocimientos de Bombero Voluntario y echo el curso de Paramedico el Jefe de Compañía me ordena cumplir la dura misión de asistir a los heridos orden que cumplo ...... Julio es llevado hasta la posición del BIM 5 lo subimos en una Dodge que mas adelante es alcanzada por un proyectil y al no poder seguir al Negro Segura lo trasladamos en los Hombros con otro Soldado del BIM 5 quien no se su Apellido y Nombre si lee esto por favor conectarse conmigo llegando al Hospital el Negro sin vida todo esto bajo intenso fuego naval y de Artillería solo me queda Hoy pedir perdón NEGRITO SEGURA no te pude salvar la Vida Hermano pero me queda el color y el olor de tu Sangre derramada para toda mi vida....."
Gracias Sureño...Gracias gfs1979



Original de Christian Papavero

miércoles, 12 de febrero de 2014

A la población implantada le duele el celeste y blanco


La odisea de dos hinchas de Racing en las Islas Malvinas

Querían tener un recuerdo con la bandera de la "Academia" que tiene los mismos colores que la argentina. La Oficina de Turismo y la Polícia les prohibió sacarse una foto pero terminaron cumpliendo su objetivo



Dos hinchas en Racing arriesgaron su libertad y fueron en contra de las normas en las Falklands Islands, como llaman los Kelpers a las Islas Malvinas. Grabaron un video con el backstage del momento en que tomaron la foto y las maniobras que hicieron para que no los descubrieran.

Ariel Cabrejos y Greta Guastavino siempre suelen posar con una bandera de la "Academia" de la Filial España. Según cuentan lo hacen en cada lugar a donde se van de viaje. Pero el último destino tenía una traba que impedía tomar la foto. La bandera de Racing tiene los mismos colores que la argentina.

Ambos preguntaron a la Oficina de Turismo, a la policía del lugar y a los kelpers para ver si podía tomar solo esa foto sin causar problemas. Pero la respuesta que encontraron siempre fue negativa.

No es la primera vez que los argentinos que visitan las islas quieren sacarse fotos con la bandera nacional y la prohibición es estricta, al límite de que aquellos que lo hicieron fueron detenidos y deportados por incumplir las normas.

Pese a todas las prohibiciones, los dos hinchas de Racing lograron sacarse la foto con la bandera después de esperar más de una hora para que nadie los vea. Una locura por los colores de la "Academia" que, finalmente, llegó a las Islas Malvinas.

Infobae