miércoles, 23 de enero de 2019

Diplomacia: El embajador británico en Argentina

Sangre, dinosaurios y mate: quién es Mark Kent, el embajador británico que apuesta a una nueva diplomacia



El funcionario mantiene una actividad intensa en las redes y busca darle un tono distendido a su gestión 

Alan Soria Guadalupe| La Nación


La sangre le corría por la nariz, los labios y el mentón. Algunas gotas quizás le mancharon la remera. Antes de limpiarse, Mark Kent tomó su celular, abrió la cámara delantera y se sacó una selfie. Lejos de la sobriedad, de los trajes y de los comunicados solemnes, el embajador del Reino Unido en la Argentina optó por no ser tan diplomático y subió la foto a Twitter. "Me caí corriendo en el parque", escribió.

Kent explicará mucho tiempo después que todo se trata de generar empatía con la ciudadanía. Que las dosis de informalidad inmiscuyéndose en la seriedad que le demanda su cargo lo hace más humano. Y eso, dice, es la clave de una diplomacia aggiornada a los nuevos tiempos.


La foto tiene dos personajes. Atrás se ve un dinosaurio con cara de pocos amigos, en actitud ofensiva y mostrando los dientes. En primer plano está el embajador, que también tiene la boca abierta pero no para comer a nadie, sino para emanar un grito de horror en plena huida simulada. "Ay, dinosaurios!", escribió.

Kent maneja su propia cuenta de Twitter (@KentArgentina), que usa como una ventana a su actividad al frente de la embajada, pero también a su vida privada, sus gustos, viajes y experiencias inesperadas, como cuando subió una foto del momento en el que tuvo que tomarse un colectivo para escaparse de un chaparrón. Es uno de los pocos embajadores en nuestro país que mantiene un nivel tan alto de actividad en las redes y probablemente el único que la usa también para divertirse.


"Un diplomático demasiado formal no está haciendo bien su trabajo. Hoy, la emoción en la política es muy importante. Se debe tener más vínculo con las personas y generar empatía. Algunos se esconden detrás de la seriedad por miedo a abrirse y el miedo al diferente es un error de la diplomacia", resume Kent en diálogo con LA NACION.

El giro que el funcionario del gobierno de Theresa May le fue dando al perfil de su misión en nuestro país generó un impacto palpable en las redes. Esta semana fue su cumpleaños y Kent recibió más de 4000 saludos. Sorprendido, lamentó no poder contestarle a todos, por lo que resumió el agradecimiento en un tuit lleno de emojis y signos de exclamación.

El contacto fluido que mantiene con sus más de 34.700 seguidores en Twitter -bastante más que sus pares de Estados Unidos, Francia, Alemania o Rusia, por ejemplo- hasta le valió la creación de un club de fans. "No sé cómo pasó. Pensé que era un colega haciéndome un chiste", bromea Kent, quien conoció a la dueña de la cuenta poco después, luego de que fuera verificada su identidad.


La cuenta (@FandomKent) se identifica como el primer club de fans de un embajador y como amante de "su sentido del humor tan británico", al tiempo que pide que el funcionario se quede en nuestro país "muchos años más".

Quienes le escriben suelen tener una respuesta. Ya sea una frase corta, un mensaje admitiendo su parecido con Jeff Bezos , una foto de él en ese momento, una invitación a un evento de Harry Potter, un GIF o hasta una foto que sirva como prueba de que en la embajada tiene "más de 20 gatos".

¿Pero cuál es el límite? Representar a un país en el extranjero requiere de contactos políticos al más alto nivel, capacidad para resolver tensiones y conflictos y generar nuevos acuerdos comerciales, científicos, educativos y en otras áreas. La sobriedad con la que se relaciona a la diplomacia tradicional no es casualidad.

"La informalidad es importante, pero hay que mantener las formas y no usar palabras violentas. No se puede pasar todo el día hablando con la gente. Hay que encontrar un equilibrio", señala Kent, que advierte en las redes sociales el riesgo de que sus mensajes se puedan malinterpretar aunque, asegura, hasta ahora no ocurrió.



Es por eso que parte de esa cercanía con los ciudadanos se dan en un marco de extrema seriedad, como el contacto que mantuvo con los familiares de los caídos en la Guerra de Malvinas cuando se desarrollaban las tareas de identificación en el cementerio de Darwin de las Islas Malvinas. "Con la historia que hemos tenido, con el conflicto, vale la pena explicar las historias del pasado y la colaboración [que pueden tener] ambos países", destaca el embajador.

Kent asegura que pese a tener un estilo distinto a los demás diplomáticos en las redes -que comenzó a cultivarlo en su misión en Tailandia años atrás-, no recibió comentarios ni de la cancillería británica ni de sus colegas. Sí, en cambio, detectó un "fenómeno muy interesante": otros embajadores están siguiendo el mismo camino.

Noriteru Fukushima, el embajador japonés en la Argentina, por ejemplo, contestó una encuesta que hizo Kent sobre la preferencia de los argentinos entre el whisky, el gin tonic, el martini seco o el pimms (ganó el gin tonic), aconsejándole que pruebe el whisky japonés. Por su parte, el embajador argentino en China, Diego Guelar, lo saludó por su cumpleaños y le dijo que él ya trata de no llevar la cuenta de cuántos años tiene. Kent le respondió que él también.


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