PERROS HÉROES de la guerra de Malvinas
Durante la guerra de Malvinas se destinaron al conflicto 18 perros de guerra los cuales fueron considerados los mejores sistemas de alertas previos a los bombardeos de los ingleses , con sus ladridos y aullidos daban las alertas antes que los radares de tierra , salían corriendo hacia las posiciones de defensa en tierra y alertaban a los que estaban en trincheras sin cobertura de defensa. Estos perros salvaron muchas vidas.
■ Keni .-
Uno de los perros mas combativos del grupo , unos días previos a la finalización del conflicto bélico Keni fue destinado a la primera linea de combate junto a su regimiento, en uno de los tantos encuentros de combates cuerpo a cuerpo Keni cae abatido por la metralla del enemigo defendiendo a 2 soldados argentinos que se habían quedado sin municiones.
■ Xuavia .-
Por su condición de guarda e instinto protector ella quedo en la zona de defensa de Puerto Argentino participo de varias misiones destacándose que volviendo a la base se separo de su pelotón y corrió aproximadamente 2km , para luego ladrar y aullar llamando de los miembros de su regimiento , siendo una situación nocturna no se la pudo ir a buscar , a la mañana siguiente un destacamento se dirigió a la zona guiado por sus ladridos , encontraron a Xuavia acostada arriba del cuerpo de un soldado argentino dándole calor ya que el soldado estaba herido y gracias a Xuavia pudo sobrevivir esa noche helada. Por esa acción Xuavia fue condecorada por el congreso argentino.
■ Vogel .-
Sobrevivió al conflicto , participo de varios misiones nocturnas , entro en combate con los comandos del BIM5 en reiteradas oportunidades .Vogel marcho junto al BIM5 - Batallo de Infantería de Marina 5 - el único batallón que no se rindió ante los ingleses en ingresó marchando a Puerto Argentino sin entregar sus armas y distintivos . A Vogel los ingleses no pudieron sacarle su collar.
Vogel fue el primer perro de guerra de Argentina en recibir una condecoración por su accionar en combate.
■ Mortero .-
Fue perro guía y alerta , participaba de expediciones y patrullas. gracias a su instinto y entrenamiento dio aviso de varias patrullas enemigas y también de bombardeos.
Mortero volvió con sus camaradas del regimiento , fue embarcado en el navío ingles Norland , cuentan que apenas subió al buque Mortero les orino la alfombra , por tal motivo los ingleses lo quisieron tirar al agua , pero no pudieron por la ferocidad de Mortero y porque los soldado Argentino formaron una barrera humana que no los dejaron que toquen a Mortero.
Mortero quedo registrado como el primer prisionero de guerra canino de la historia.
■ Tom .-
Según se supo, tiempo después, los perros tácticos no fueron los únicos que viajaron a las Islas Malvinas, sino que hubo otro, llevado por el Cabo Primero Omar Alberto Liborio,
al que llamo “TOM” (por Teatro de Operaciones Malvinas), el perro artillero. Al poco tiempo Tom, se transformó en el ser más mimado y querido por los soldados, quienes lo ocultaban de los superiores.
En Malvinas, Tom se comportó como un bravo artillero, él se paraba delante de los cañones del Grupo de Artillería 101, y ladraba. Cuando había alerta roja de bombardeo naval, era el primero en salir del refugio para buscar a los soldados más alejados, y el último en cubrirse.
Compartía con los soldados la comida, el abrigo, y jugaba dándoles ánimos a sus amigos combatientes.
El 12 de junio, en horas de la mañana, dos aviones se lanzaron sobre los soldados y Tom falleció dando el alerta del ataque , gracias a su heroico accionar salvaron sus vidas 12 soldados argentinos”.
sábado, 22 de abril de 2017
jueves, 20 de abril de 2017
Basta de mentiras: El apoyo popular a la guerra
Basta de mentir sobre Malvinas
– Por Nicolás Márquez - Prensa Republicana
Con calculada insistencia, voceros de diferentes tendencias, intelectuales, políticos, oficialistas y opositores, utilizan la gloriosa fecha del 2 de abril no sólo para disfrutar del feriado turístico sino, lo que es más grave, para manifestarse en cuanta ocasión puedan a fin de lamentar “los chicos que murieron” en Malvinas, agregar que aquello “fue una guerra promovida por un borracho trasnochado” y finalmente, abrevar una y otra vez en la consabida demonización del Proceso de Reorganización Nacional.
Sin embargo, vale desnudar una vez más la hipocresía en la que incurren nuestros habituales recolectores de votos, al bastardear una gesta que fuera oportunamente apoyada con sumo fervor por los mismos partidos políticos que hoy cargan tintas demonizando todo aquello, sin advertir que la mentada “borrachera” no fue un fenómeno personal sino colectivo, puesto que la población virtualmente unánime aplaudió y respaldó la guerra con sonoro espíritu triunfalista. Tanto es así que hubo numerosos y multitudinarios actos de apoyo en los que el Presidente Leopoldo Fortunato Galtieri se vio obligado a saludar desde los balcones de la Casa de Gobierno ante el insistente clamor de la multitud que lo vivaba.
Efectivamente, omiten mencionar nuestros escribidores de historietas, que por entonces un arrasante fervor popular apoyó al gobierno de facto y se manifestó a favor de la guerra, al igual que lo hicieron numerosos dirigentes políticos que salieron de inmediato a dar su incondicional respaldo. Tanto es así que el 7 de abril “dirigentes gremiales como Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini y políticos destacados como los peronistas Antonio Cafiero y Deolindo Bitel, el radical Carlos Contín (Presidente del Comité Central del Partido), el populista Oscar Alende y Jorge Abelardo Ramos, de la izquierda nacional, viajaron a las Islas Malvinas para la asunción del efímero gobernador general Menéndez. El 10 de abril se congregaron en Plaza de Mayo cien mil personas con banderas, entre las que se destacaba un cartel con el lema ‘CGT presente, soberanía o muerte’”. Al mismo tiempo, el procesista Ernesto Sábato hacía declaraciones para la radio española alegando: “no es la dictadura la que está luchando, es el pueblo entero”[1]. Desde Comodoro Rivadavia, en declaraciones radiales Deolindo F. Bittel (ex candidato a Vicepresidente de Luder en 1983 por el P.J.) espetó: “entendemos que la justicia y la reivindicación contenidos en este acto de gobierno merecen que la decisión sea compartida por todos los habitantes de la República Argentina”[2]. En esa misma ocasión, Antonio Cafiero dijo que “la afirmación de nuestra soberanía, el mejoramiento de la imagen exterior y la consolidación de la unidad nacional son tres de los principales réditos que el enfrentamiento armado está en condiciones de dejar. Por otra parte, el gasto que demanda es infinitamente menor que el déficit provocado por la política de despilfarro aplicada en épocas de paz” y seguidamente agregó: “A medida que las acciones resultan más dramáticas se va diluyendo nuestro objetivo partidista, y por esa causa nos propusimos dejar de hacer todo aquello que pudiera dividir la opinión de la comunidad, decidiendo entonces entrevistar a los jefes de las guarniciones patagónicas”.
Políticos de todas las ideologías se reunieron con el Ministro del Interior, Gral. Harguindeguy (amigo íntimo del futuro Presidente Raúl Alfonsín) el 2 de mayo. Al salir de la tertulia, el izquierdista Oscar Allende expresó: “Estamos gozosos de poder asistir a un hecho trascendental. Es un acto de decisión y arrojo que hace honor al gobierno y a las fuerzas armadas argentinas” y en igual circunstancia el relevante dirigente justicialista Torcuato Fino ratificó “la solidaridad del justicialismo con esta actitud del gobierno”; en representación del radicalismo, Francisco Rabanal manifestó: “El episodio de hoy fue anhelado por varias generaciones de argentinos”. Lleno de júbilo, dos días después el ex Presidente Arturo Frondizi declaraba que “La acción de las fuerzas armadas, tendientes a poner fin a la usurpación de Inglaterra en Las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur, merece todo nuestro apoyo”. El gobernador de la Provincia de Bs.As., Gral. Saint Jean, también se reunió con los representantes de los partidos Intransigente, Demócrata Cristiano, U.C.R, M.I.D, P.J, y Demócrata Progresista y al salir, hizo mención al apoyo brindado por los dirigentes y afirmó haber recibido expresiones que “fueron conmovedoras”[3]. Una encuesta de la época efectuada por Gallup señalaba que el 90% de la población adhería a la guerra, y sólo el 8% se oponía. Los más entusiastas en apoyarla eran los sectores de izquierda (quienes se alistaban como voluntarios para ser llamados al frente de combate).
Otra acusación en torno a lo acontecido nos dice que el conflicto fue desatado por las FF.AA. para obtener rédito político y “perpetuarse en el poder”, sin embargo, hasta la mismísima justicia alfonsinista, cuando enjuició al Gral. Galtieri, determinó que “El fallo de la Cámara no implica críticas de manera alguna a la gesta de Malvinas […] La Decisión de la Junta Militar de ocupar las islas respondió a la necesidad de reaccionar frente a una añeja, pertinaz y ultimamente intolerable ofensa a la soberanía argentina […] esas circunstancias a modo de abanico fueron concentrándose hasta conformar una agresión, que no solo justificaba, sino que imponía una oportuna defensa en aras de proteger nuestros intereses superiores de la Nación”[4]. Tanto es así, que Galtieri ni siquiera fue condenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y los cargos que se le imputaron no tenían relación con la ocupación de Malvinas y la guerra contra Inglaterra, sino con haber mantenido el “combate una vez conocida la magnitud de la reacción inglesa, a las fuerzas propias en inferioridad de condiciones”, categórica resolución jurídica (y política) que pulveriza los aforismos predilectos del elenco estable de papanatas que suelen atribuirle a la legítima recuperación de las Islas Malvinas propósitos tan sórdidos como ficcionarios.
Tampoco es cierto el rutinario embuste que nos dice que los soldados argentinos fueron un vacilante tropel de “chicos asustados”, puesto que, a pesar de las notables desigualdades tecnológicas, éstos pelearon palmo a palmo contra una de las potencias militares más importantes del mundo, hecho que fuera reconocido por los mismos militares y personalidades norteamericanas e inglesas, empezando por la mismísima Primer Ministro Margaret Thatcher, quien cuenta que varios años después de la guerra “un general ruso me dijo que los soviéticos habían estado absolutamente convencidos de que no lucharíamos por las Malvinas, y que de hacerlo, perderíamos”, episodio que obviamente no se dio, pero que no era impensado, puesto que al decir de la propia Thatcher “Sin los Harriers, con su gran capacidad de maniobra, piloteados con enorme destreza y valor, y empleando la última versión del misil Sidewinder aire-aire proporcionado por Caspar Weinberger, no hubiéramos podido recuperar las Malvinas”[5].
Asimismo, en momentos decisivos, el día 13 de junio de 1982 (un día antes de la rendición de las tropas argentinas), el Almirante británico Sandy Woodward (Comandante de la Fuerza de Tareas Expedicionaria Británica) elevó un dramático informe al Comando de las Fuerzas de Tierra, en el cual, tras relatar las profusas averías y el desmantelamiento que estaban padeciendo las tropas británicas concluyó: “Francamente, si los argentinos pudieran sólo respirar sobre nosotros, ¡nos caeríamos!. Tal vez ellos están igual. Solo cabe esperar que así sea, de otra manera estamos listos para la carnicería”. Lo cierto es que oficialmente (y sin contabilizar las bajas padecidas por las tropas de apoyo de los “Gurkas” y las escocesas) Inglaterra declaró que “en los 45 días de guerra, proporcionalmente, perdió más hombres que en la Segunda Guerra Mundial: 255 muertos y 777 heridos”, dato al que cabe agregar que en Inglaterra se suicidaron más veteranos de Falklands, que los veteranos de Malvinas y que de los 616 muertos argentinos, casi la mitad lo fueron a causa del hundimiento del Crucero Gral. Belgrano [6] (fuera de la zona de exclusión).
Una vez más, una fecha que debería invitarnos a la sana reflexión y al merecido reconocimiento de héroes y patriotas, lo que ha quedado instalado tras tantos años del infame relato kirchnerista (convalidado por el resto de los centristas bienpensantes) manosea una noble causa para tapar noticias incómodas a la vez que distorsiona y disfraza, por milésima vez, nuestro pasado reciente mancillando la memoria de nuestros prohombres y enalteciendo la de los rufianes, que para desdicha nuestra siempre abundaron.
– Por Nicolás Márquez - Prensa Republicana
Con calculada insistencia, voceros de diferentes tendencias, intelectuales, políticos, oficialistas y opositores, utilizan la gloriosa fecha del 2 de abril no sólo para disfrutar del feriado turístico sino, lo que es más grave, para manifestarse en cuanta ocasión puedan a fin de lamentar “los chicos que murieron” en Malvinas, agregar que aquello “fue una guerra promovida por un borracho trasnochado” y finalmente, abrevar una y otra vez en la consabida demonización del Proceso de Reorganización Nacional.
Sin embargo, vale desnudar una vez más la hipocresía en la que incurren nuestros habituales recolectores de votos, al bastardear una gesta que fuera oportunamente apoyada con sumo fervor por los mismos partidos políticos que hoy cargan tintas demonizando todo aquello, sin advertir que la mentada “borrachera” no fue un fenómeno personal sino colectivo, puesto que la población virtualmente unánime aplaudió y respaldó la guerra con sonoro espíritu triunfalista. Tanto es así que hubo numerosos y multitudinarios actos de apoyo en los que el Presidente Leopoldo Fortunato Galtieri se vio obligado a saludar desde los balcones de la Casa de Gobierno ante el insistente clamor de la multitud que lo vivaba.
Efectivamente, omiten mencionar nuestros escribidores de historietas, que por entonces un arrasante fervor popular apoyó al gobierno de facto y se manifestó a favor de la guerra, al igual que lo hicieron numerosos dirigentes políticos que salieron de inmediato a dar su incondicional respaldo. Tanto es así que el 7 de abril “dirigentes gremiales como Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini y políticos destacados como los peronistas Antonio Cafiero y Deolindo Bitel, el radical Carlos Contín (Presidente del Comité Central del Partido), el populista Oscar Alende y Jorge Abelardo Ramos, de la izquierda nacional, viajaron a las Islas Malvinas para la asunción del efímero gobernador general Menéndez. El 10 de abril se congregaron en Plaza de Mayo cien mil personas con banderas, entre las que se destacaba un cartel con el lema ‘CGT presente, soberanía o muerte’”. Al mismo tiempo, el procesista Ernesto Sábato hacía declaraciones para la radio española alegando: “no es la dictadura la que está luchando, es el pueblo entero”[1]. Desde Comodoro Rivadavia, en declaraciones radiales Deolindo F. Bittel (ex candidato a Vicepresidente de Luder en 1983 por el P.J.) espetó: “entendemos que la justicia y la reivindicación contenidos en este acto de gobierno merecen que la decisión sea compartida por todos los habitantes de la República Argentina”[2]. En esa misma ocasión, Antonio Cafiero dijo que “la afirmación de nuestra soberanía, el mejoramiento de la imagen exterior y la consolidación de la unidad nacional son tres de los principales réditos que el enfrentamiento armado está en condiciones de dejar. Por otra parte, el gasto que demanda es infinitamente menor que el déficit provocado por la política de despilfarro aplicada en épocas de paz” y seguidamente agregó: “A medida que las acciones resultan más dramáticas se va diluyendo nuestro objetivo partidista, y por esa causa nos propusimos dejar de hacer todo aquello que pudiera dividir la opinión de la comunidad, decidiendo entonces entrevistar a los jefes de las guarniciones patagónicas”.
Políticos de todas las ideologías se reunieron con el Ministro del Interior, Gral. Harguindeguy (amigo íntimo del futuro Presidente Raúl Alfonsín) el 2 de mayo. Al salir de la tertulia, el izquierdista Oscar Allende expresó: “Estamos gozosos de poder asistir a un hecho trascendental. Es un acto de decisión y arrojo que hace honor al gobierno y a las fuerzas armadas argentinas” y en igual circunstancia el relevante dirigente justicialista Torcuato Fino ratificó “la solidaridad del justicialismo con esta actitud del gobierno”; en representación del radicalismo, Francisco Rabanal manifestó: “El episodio de hoy fue anhelado por varias generaciones de argentinos”. Lleno de júbilo, dos días después el ex Presidente Arturo Frondizi declaraba que “La acción de las fuerzas armadas, tendientes a poner fin a la usurpación de Inglaterra en Las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur, merece todo nuestro apoyo”. El gobernador de la Provincia de Bs.As., Gral. Saint Jean, también se reunió con los representantes de los partidos Intransigente, Demócrata Cristiano, U.C.R, M.I.D, P.J, y Demócrata Progresista y al salir, hizo mención al apoyo brindado por los dirigentes y afirmó haber recibido expresiones que “fueron conmovedoras”[3]. Una encuesta de la época efectuada por Gallup señalaba que el 90% de la población adhería a la guerra, y sólo el 8% se oponía. Los más entusiastas en apoyarla eran los sectores de izquierda (quienes se alistaban como voluntarios para ser llamados al frente de combate).
Otra acusación en torno a lo acontecido nos dice que el conflicto fue desatado por las FF.AA. para obtener rédito político y “perpetuarse en el poder”, sin embargo, hasta la mismísima justicia alfonsinista, cuando enjuició al Gral. Galtieri, determinó que “El fallo de la Cámara no implica críticas de manera alguna a la gesta de Malvinas […] La Decisión de la Junta Militar de ocupar las islas respondió a la necesidad de reaccionar frente a una añeja, pertinaz y ultimamente intolerable ofensa a la soberanía argentina […] esas circunstancias a modo de abanico fueron concentrándose hasta conformar una agresión, que no solo justificaba, sino que imponía una oportuna defensa en aras de proteger nuestros intereses superiores de la Nación”[4]. Tanto es así, que Galtieri ni siquiera fue condenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y los cargos que se le imputaron no tenían relación con la ocupación de Malvinas y la guerra contra Inglaterra, sino con haber mantenido el “combate una vez conocida la magnitud de la reacción inglesa, a las fuerzas propias en inferioridad de condiciones”, categórica resolución jurídica (y política) que pulveriza los aforismos predilectos del elenco estable de papanatas que suelen atribuirle a la legítima recuperación de las Islas Malvinas propósitos tan sórdidos como ficcionarios.
Tampoco es cierto el rutinario embuste que nos dice que los soldados argentinos fueron un vacilante tropel de “chicos asustados”, puesto que, a pesar de las notables desigualdades tecnológicas, éstos pelearon palmo a palmo contra una de las potencias militares más importantes del mundo, hecho que fuera reconocido por los mismos militares y personalidades norteamericanas e inglesas, empezando por la mismísima Primer Ministro Margaret Thatcher, quien cuenta que varios años después de la guerra “un general ruso me dijo que los soviéticos habían estado absolutamente convencidos de que no lucharíamos por las Malvinas, y que de hacerlo, perderíamos”, episodio que obviamente no se dio, pero que no era impensado, puesto que al decir de la propia Thatcher “Sin los Harriers, con su gran capacidad de maniobra, piloteados con enorme destreza y valor, y empleando la última versión del misil Sidewinder aire-aire proporcionado por Caspar Weinberger, no hubiéramos podido recuperar las Malvinas”[5].
Asimismo, en momentos decisivos, el día 13 de junio de 1982 (un día antes de la rendición de las tropas argentinas), el Almirante británico Sandy Woodward (Comandante de la Fuerza de Tareas Expedicionaria Británica) elevó un dramático informe al Comando de las Fuerzas de Tierra, en el cual, tras relatar las profusas averías y el desmantelamiento que estaban padeciendo las tropas británicas concluyó: “Francamente, si los argentinos pudieran sólo respirar sobre nosotros, ¡nos caeríamos!. Tal vez ellos están igual. Solo cabe esperar que así sea, de otra manera estamos listos para la carnicería”. Lo cierto es que oficialmente (y sin contabilizar las bajas padecidas por las tropas de apoyo de los “Gurkas” y las escocesas) Inglaterra declaró que “en los 45 días de guerra, proporcionalmente, perdió más hombres que en la Segunda Guerra Mundial: 255 muertos y 777 heridos”, dato al que cabe agregar que en Inglaterra se suicidaron más veteranos de Falklands, que los veteranos de Malvinas y que de los 616 muertos argentinos, casi la mitad lo fueron a causa del hundimiento del Crucero Gral. Belgrano [6] (fuera de la zona de exclusión).
Una vez más, una fecha que debería invitarnos a la sana reflexión y al merecido reconocimiento de héroes y patriotas, lo que ha quedado instalado tras tantos años del infame relato kirchnerista (convalidado por el resto de los centristas bienpensantes) manosea una noble causa para tapar noticias incómodas a la vez que distorsiona y disfraza, por milésima vez, nuestro pasado reciente mancillando la memoria de nuestros prohombres y enalteciendo la de los rufianes, que para desdicha nuestra siempre abundaron.
martes, 18 de abril de 2017
Harvey y Withington, dos británicos en el lado correcto de la contienda
Cambio de frente: cuando dos ingleses pelearon por Argentina
Harvey y Withington, que habían combatido para Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial, estuvieron en el bando opuesto en 1982
Teresa Sofía Buscaglia | LA NACION
"Si me encuentro con otro inglés, lo invito a tomar una copa", bromeaba Jimmy Harvey entre sus camaradas argentinos del Escuadrón Fénix, mientras estaban en la base San Julián, preparando el despegue de sus aviones para distraer a los radares ingleses.
La Guerra de Malvinas no sólo convocó a militares y conscriptos, sino también a muchos civiles que se ofrecieron como voluntarios. "El origen del escuadrón data de 1978, cuando un grupo de aviadores civiles fuimos convocados para recibir instrucciones por un posible conflicto con Chile", explica Aldo Pignato, presidente de la organización.
El piloto Jimmy Harvey combatió para la Argentina en la Guerra de Malvinas. Foto: Crédito
Jimmy Harvey y Allan Withington eran parte de ese escuadrón. Nacidos en la Argentina, pero con familia, cultura y educación británicas, los dos veteranos pilotos habían participado de la Segunda Guerra Mundial, como voluntarios en la Royal Air Force (RAF), en su juventud. "Jimmy no quería hablar de la Guerra Mundial. Había sido muy doloroso para él ver tanta destrucción y muerte", recuerda hoy Lillian Harvey, su viuda.
Tito Withington tampoco hablaba de sus años en la RAF, donde tuvo misiones muy audaces. "Le tocó sobrevolar la casa de vacaciones de Hitler y distraer los radares alemanes con papelitos metálicos que los confundían y les hacían perder precisión", cuenta Claudio Meunier, investigador y autor de los libros Alas de trueno y Nacidos con honor, que documentan esta historia.
Nacidos en la década del 20, la formación de estos dos angloargentinos había sido similar, pero en lugares muy diferentes. Harvey pasó su escolaridad pupilo entre Londres y Buenos Aires, y Withington vivió su infancia en el campo. La Guerra Mundial los igualó y les dejó las mismas heridas. Ambos regresaron a la Argentina y comenzaron a trabajar como pilotos civiles. Formaron parte del nacimiento de Aerolíneas Argentinas y Austral, donde fueron maestros de pilotos hasta su jubilación. Al retirarse, en los años 70, se dedicaron a la aviación privada.
El año 1982 los volvió a reunir. Nuevamente una guerra. Aviadores veteranos y muy conocedores de la mentalidad británica, los dos acudieron al llamado de las Fuerzas Armadas, sabiendo que las chances de ganar eran utópicas.
"Ellos quisieron participar de Malvinas, aunque les ofrecí eximirlos de esa obligación. Recuerdo muy bien que al elegir el avión Lear Jet LR 24 que volaba Jimmy, lo llamé por teléfono y le sugerí que podía «bajarlo» de ese compromiso, pero pidió que me olvidara de eso y que lo convocara. Me dijo: «Yo soy argentino, Jorge, y las islas son argentinas. Esa vieja Thatcher está loca, y quiero participar»", recuerda Jorge Páez, capitán retirado de la Fuerza Aérea y fundador del Escuadrón Fénix.
"Los Lear Jet no tenían armamentos ni asientos eyectables. En caso de ser detectados por los ingleses, los pilotos no podían hacer nada. Su salvación quedaba en manos de su destreza y las maniobras evasivas que pudieran realizar", agrega el autor Meunier.
Si bien se sentían argentinos, Tito y Jimmy no podían despegarse de su origen británico, y todos sabían que su heroísmo era doblemente valioso, porque lideraban misiones casi suicidas para enfrentar a un enemigo, por el cual habían arriesgado sus vidas cuatro décadas atrás. "No podemos ganar, pero tampoco podemos dejar que mueran todos tan impunemente, nos dijo a sus siete hijos antes de partir a Malvinas", recuerda Cecilia Withington, su hija.
Tanto Harvey como él sabían que esta guerra era una decisión alocada de una dictadura en decadencia, pero comenzado el conflicto sintieron que su obligación era acompañar y aportar su experiencia a todos esos hombres que habían ido a combatir por una causa que sentían en su corazón como justa y digna.
"Si los ingleses pisan las islas, perdemos la guerra", le dijo Jimmy a sus superiores. No lo escucharon, y llegó la derrota. Los dos la sufrieron mucho, pero aún más les dolió la indiferencia de una sociedad que no pudo separar a los que dieron su vida en Malvinas con los que formaron parte de la dictadura. "Cuando regresó, Jimmy no era el mismo. Estaba callado, muy cansado, nunca quiso hablar de Malvinas. No le gustaba ir a los homenajes ni a las reuniones. La derrota lo había entristecido", relata Lillian Harvey, su viuda. Su esposo murió en 2003.
Tito Withington, que murió en 2009, sí participaba activamente en las reuniones y los actos del Escuadrón Fénix, en cada aniversario de Malvinas. De parte del Estado argentino recibió sólo dos medallas conmemorativas por su participación. "Irónicamente, 20 años después de Malvinas, en Inglaterra fue condecorado por su voluntariosa participación en la Segunda Guerra Mundial. Se hizo una ceremonia muy emotiva y se rindió homenaje a los voluntarios argentinos que se habían alistado y habían participado en ella", revela Cecilia, al recordar a su padre.
Harvey y Withington, que habían combatido para Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial, estuvieron en el bando opuesto en 1982
Teresa Sofía Buscaglia | LA NACION
"Si me encuentro con otro inglés, lo invito a tomar una copa", bromeaba Jimmy Harvey entre sus camaradas argentinos del Escuadrón Fénix, mientras estaban en la base San Julián, preparando el despegue de sus aviones para distraer a los radares ingleses.
La Guerra de Malvinas no sólo convocó a militares y conscriptos, sino también a muchos civiles que se ofrecieron como voluntarios. "El origen del escuadrón data de 1978, cuando un grupo de aviadores civiles fuimos convocados para recibir instrucciones por un posible conflicto con Chile", explica Aldo Pignato, presidente de la organización.
El piloto Jimmy Harvey combatió para la Argentina en la Guerra de Malvinas. Foto: Crédito
Jimmy Harvey y Allan Withington eran parte de ese escuadrón. Nacidos en la Argentina, pero con familia, cultura y educación británicas, los dos veteranos pilotos habían participado de la Segunda Guerra Mundial, como voluntarios en la Royal Air Force (RAF), en su juventud. "Jimmy no quería hablar de la Guerra Mundial. Había sido muy doloroso para él ver tanta destrucción y muerte", recuerda hoy Lillian Harvey, su viuda.
Tito Withington tampoco hablaba de sus años en la RAF, donde tuvo misiones muy audaces. "Le tocó sobrevolar la casa de vacaciones de Hitler y distraer los radares alemanes con papelitos metálicos que los confundían y les hacían perder precisión", cuenta Claudio Meunier, investigador y autor de los libros Alas de trueno y Nacidos con honor, que documentan esta historia.
Nacidos en la década del 20, la formación de estos dos angloargentinos había sido similar, pero en lugares muy diferentes. Harvey pasó su escolaridad pupilo entre Londres y Buenos Aires, y Withington vivió su infancia en el campo. La Guerra Mundial los igualó y les dejó las mismas heridas. Ambos regresaron a la Argentina y comenzaron a trabajar como pilotos civiles. Formaron parte del nacimiento de Aerolíneas Argentinas y Austral, donde fueron maestros de pilotos hasta su jubilación. Al retirarse, en los años 70, se dedicaron a la aviación privada.
El año 1982 los volvió a reunir. Nuevamente una guerra. Aviadores veteranos y muy conocedores de la mentalidad británica, los dos acudieron al llamado de las Fuerzas Armadas, sabiendo que las chances de ganar eran utópicas.
"Ellos quisieron participar de Malvinas, aunque les ofrecí eximirlos de esa obligación. Recuerdo muy bien que al elegir el avión Lear Jet LR 24 que volaba Jimmy, lo llamé por teléfono y le sugerí que podía «bajarlo» de ese compromiso, pero pidió que me olvidara de eso y que lo convocara. Me dijo: «Yo soy argentino, Jorge, y las islas son argentinas. Esa vieja Thatcher está loca, y quiero participar»", recuerda Jorge Páez, capitán retirado de la Fuerza Aérea y fundador del Escuadrón Fénix.
Tarea de distracción
Este grupo de aviadores civiles recibía un grado militar y tenía varias tareas: retransmisión en vuelo, exploración y reconocimiento, búsqueda y salvamento, guiado de escuadrillas y, las más arriesgadas de todas, las "maniobras de diversión". En la jerga aeronáutica significaba que los aviones podían adquirir tanta velocidad que lograban semejarse a aeronaves de combate y confundir a los radares ingleses. Así los mantenían en alarma permanente y los desgastaban. Mientras tanto, las fuerzas argentinas aprovechaban a incursionar en el área de combate y derribar objetivos enemigos."Los Lear Jet no tenían armamentos ni asientos eyectables. En caso de ser detectados por los ingleses, los pilotos no podían hacer nada. Su salvación quedaba en manos de su destreza y las maniobras evasivas que pudieran realizar", agrega el autor Meunier.
Si bien se sentían argentinos, Tito y Jimmy no podían despegarse de su origen británico, y todos sabían que su heroísmo era doblemente valioso, porque lideraban misiones casi suicidas para enfrentar a un enemigo, por el cual habían arriesgado sus vidas cuatro décadas atrás. "No podemos ganar, pero tampoco podemos dejar que mueran todos tan impunemente, nos dijo a sus siete hijos antes de partir a Malvinas", recuerda Cecilia Withington, su hija.
Tanto Harvey como él sabían que esta guerra era una decisión alocada de una dictadura en decadencia, pero comenzado el conflicto sintieron que su obligación era acompañar y aportar su experiencia a todos esos hombres que habían ido a combatir por una causa que sentían en su corazón como justa y digna.
"Si los ingleses pisan las islas, perdemos la guerra", le dijo Jimmy a sus superiores. No lo escucharon, y llegó la derrota. Los dos la sufrieron mucho, pero aún más les dolió la indiferencia de una sociedad que no pudo separar a los que dieron su vida en Malvinas con los que formaron parte de la dictadura. "Cuando regresó, Jimmy no era el mismo. Estaba callado, muy cansado, nunca quiso hablar de Malvinas. No le gustaba ir a los homenajes ni a las reuniones. La derrota lo había entristecido", relata Lillian Harvey, su viuda. Su esposo murió en 2003.
Tito Withington, que murió en 2009, sí participaba activamente en las reuniones y los actos del Escuadrón Fénix, en cada aniversario de Malvinas. De parte del Estado argentino recibió sólo dos medallas conmemorativas por su participación. "Irónicamente, 20 años después de Malvinas, en Inglaterra fue condecorado por su voluntariosa participación en la Segunda Guerra Mundial. Se hizo una ceremonia muy emotiva y se rindió homenaje a los voluntarios argentinos que se habían alistado y habían participado en ella", revela Cecilia, al recordar a su padre.
domingo, 16 de abril de 2017
Cachón y Weston, dos historias y una amistad
La historia de la amistad entre el soldado británico y el argentino que bombardeó su buque
Weston, conocido y admirado en todo el Reino Unido tras su posterior recuperación por el extenso trabajo de caridad que realiza día a día, forjó una amistad con el teniente primero Carlos Cachón.
Perfil
Simon Wetson, veterano inglés de la guerra de Malvinas. Foto:Télam
El soldado galés Simon Weston, uno de los pocos supervivientes del bombardeo argentino contra el barco británico Sir Galahad en 1982, cerca de Bahía Agradable, en las islas Malvinas durante la Guerra con Gran Bretaña, dijo que continúan siendo "muy buenos amigos" con piloto que bombardeó su buque.
Convertido en un héroe nacional, Weston sufrió graves quemaduras y tuvo que someterse a más de setenta operaciones para que le reconstruyeran su rostro calcinado, tras el ataque el ataque con misiles argentinos al barco británico donde murieron 22 personas.
Weston, forjó una amistad con el militar argentino que bombardeó su nave, el teniente primero Carlos Cachón, de quien dijo sigue siendo muy amigo.
El soldado llegó a ser conocido y admirado en todo el Reino Unido tras su posterior recuperación por el extenso trabajo de caridad que realiza día a día. También ha escrito varios libros y ha presentado un programa de radio.
Afirmó que no siente "ningún odio por el piloto que los bombardeó, que ha estado con él desde entonces y siguen siendo muy buenos amigos.
"Compartimos una fracción de segundo en el tiempo. Nuestros países estaban en guerra y depués de haber hablado con él, me dijo que no sabía que había tanta gente en el barco. Este chico llevaba el uniforme de su país y era muy bueno en su trabajo", contó el soldado británico a la revista local Radio Times.
"No deberíamos haber estado en el Sir Galahad cuando fue bombardeado. Hubo una lista de desastres, pero eso es la guerra. El Teniente Coronel Rickett, comandante del barco, vive con tristeza lo sucedido, porque eran sus chicos", recordó.
Agregó que estaba desesperado por sacarnos, pero las cosas fueron mal, "he hablado con él sobre eso un par de veces y es difícil ver a un hombre adulto que respeto con lágrimas en los ojos", contó Weston.
Relató que él comandante del barco estaba perdido y que en realidad no tenía ningún control de la situación.
Weston recordó que el Sir Galahad estaba amarrado, preparado ya para descargar su carga, pero antes de que pudiera comenzar esta operación fue atacado.
"Escuché el rugir de los motores y como los aviones pasaron. Hubo un estallido en la sala de máquinas, y el comienzo de mi propia Hiroshima personal', expresó.
Las llamas envolvieron rápidamente al soldado así como a muchos de sus camaradas y amigos. Weston relató que lo que continuó fue una de las escenas más dolorosas y desgarradoras que vivió y recuerda haber visto también a soldados que fueron mutilados.
"El barco ardía en llamas, un asfixiante humo negro envolvió la zona, y escuché las voces de los soldados que conocía, eran amigos que estaban llorando en busca de ayuda y murieron en un dolor inimaginable", se lamentó.
Weston sufrió que quemaduras de tercer grado en un 40% de su cuerpo, logró escapar de las llamas corriendo por el barco hasta llegar a una marina que lo dirigió a una cubierta superior, donde fue rescatado por un helicóptero que lo levantó y lo llevó a un centro médico improvisado a cinco minutos de Bahía Ayax, un establecimiento de las islas Malvinas, situado en proximidades del cerro Campito, frente al asentamiento de San Carlos.
Weston, quien está presentando un documental de la BBC sobre el Museo Imperial de la Guerra, dijo a la revista que él no quería ser "conocido" por la guerra, sino por lo que hacía con su vida después.
"Me paso mucho tiempo dando charlas motivacionales. Entiendo todo lo que hay que saber acerca de la duda. Durante mucho tiempo estuve deprimido y sufriendo terriblemente el trastorno de estrés postraumático. "Pero me di cuenta que lo mejor que uno puede hacer en la vida es creer en lo que eres y tener confianza. Mientras haces las cosas bien y tratas de vivir la vida de la manera correcta, tienes una oportunidad", consideró.
Weston, fue elegido además por los espectadores del programa "The One Show" de la BBC, como el británico más merecedor de tener un retrato colgado en la National Portrait Gallery, uno de los museos más famosos de Londres.
Weston, conocido y admirado en todo el Reino Unido tras su posterior recuperación por el extenso trabajo de caridad que realiza día a día, forjó una amistad con el teniente primero Carlos Cachón.
Perfil
Simon Wetson, veterano inglés de la guerra de Malvinas. Foto:Télam
El soldado galés Simon Weston, uno de los pocos supervivientes del bombardeo argentino contra el barco británico Sir Galahad en 1982, cerca de Bahía Agradable, en las islas Malvinas durante la Guerra con Gran Bretaña, dijo que continúan siendo "muy buenos amigos" con piloto que bombardeó su buque.
Convertido en un héroe nacional, Weston sufrió graves quemaduras y tuvo que someterse a más de setenta operaciones para que le reconstruyeran su rostro calcinado, tras el ataque el ataque con misiles argentinos al barco británico donde murieron 22 personas.
Weston, forjó una amistad con el militar argentino que bombardeó su nave, el teniente primero Carlos Cachón, de quien dijo sigue siendo muy amigo.
El soldado llegó a ser conocido y admirado en todo el Reino Unido tras su posterior recuperación por el extenso trabajo de caridad que realiza día a día. También ha escrito varios libros y ha presentado un programa de radio.
Afirmó que no siente "ningún odio por el piloto que los bombardeó, que ha estado con él desde entonces y siguen siendo muy buenos amigos.
"Compartimos una fracción de segundo en el tiempo. Nuestros países estaban en guerra y depués de haber hablado con él, me dijo que no sabía que había tanta gente en el barco. Este chico llevaba el uniforme de su país y era muy bueno en su trabajo", contó el soldado británico a la revista local Radio Times.
"No deberíamos haber estado en el Sir Galahad cuando fue bombardeado. Hubo una lista de desastres, pero eso es la guerra. El Teniente Coronel Rickett, comandante del barco, vive con tristeza lo sucedido, porque eran sus chicos", recordó.
Agregó que estaba desesperado por sacarnos, pero las cosas fueron mal, "he hablado con él sobre eso un par de veces y es difícil ver a un hombre adulto que respeto con lágrimas en los ojos", contó Weston.
Relató que él comandante del barco estaba perdido y que en realidad no tenía ningún control de la situación.
Weston recordó que el Sir Galahad estaba amarrado, preparado ya para descargar su carga, pero antes de que pudiera comenzar esta operación fue atacado.
"Escuché el rugir de los motores y como los aviones pasaron. Hubo un estallido en la sala de máquinas, y el comienzo de mi propia Hiroshima personal', expresó.
Las llamas envolvieron rápidamente al soldado así como a muchos de sus camaradas y amigos. Weston relató que lo que continuó fue una de las escenas más dolorosas y desgarradoras que vivió y recuerda haber visto también a soldados que fueron mutilados.
"El barco ardía en llamas, un asfixiante humo negro envolvió la zona, y escuché las voces de los soldados que conocía, eran amigos que estaban llorando en busca de ayuda y murieron en un dolor inimaginable", se lamentó.
Weston sufrió que quemaduras de tercer grado en un 40% de su cuerpo, logró escapar de las llamas corriendo por el barco hasta llegar a una marina que lo dirigió a una cubierta superior, donde fue rescatado por un helicóptero que lo levantó y lo llevó a un centro médico improvisado a cinco minutos de Bahía Ayax, un establecimiento de las islas Malvinas, situado en proximidades del cerro Campito, frente al asentamiento de San Carlos.
Weston, quien está presentando un documental de la BBC sobre el Museo Imperial de la Guerra, dijo a la revista que él no quería ser "conocido" por la guerra, sino por lo que hacía con su vida después.
"Me paso mucho tiempo dando charlas motivacionales. Entiendo todo lo que hay que saber acerca de la duda. Durante mucho tiempo estuve deprimido y sufriendo terriblemente el trastorno de estrés postraumático. "Pero me di cuenta que lo mejor que uno puede hacer en la vida es creer en lo que eres y tener confianza. Mientras haces las cosas bien y tratas de vivir la vida de la manera correcta, tienes una oportunidad", consideró.
Weston, fue elegido además por los espectadores del programa "The One Show" de la BBC, como el británico más merecedor de tener un retrato colgado en la National Portrait Gallery, uno de los museos más famosos de Londres.
viernes, 14 de abril de 2017
Las llamadas a Malvinas se tienen que cobrar como nacionales
Malvinas: condenan a Telecom por cobrar "llamada internacional" a las Islas
La Justicia falló a favor de un abogado que denunció que la empresa no reconocía como argentinas a las Malvinas, luego de llamar a un amigo tres veces en 2012.
Perfil
Las Islas Malvinas estuvieron a un paso de entrar en los planes de política exterior de Estados Unidos.
La justicia jujeña condenó a la empresa Telecom por facturar como internacional una llamada desde la localidad de San Pedro hacia las Islas Malvinas y obligó a la compañía a aclarar en los diarios de mayor circulación locales y nacionales que "la conexión con el archipiélago se cobra como local interurbana", informaron fuentes judiciales.
La demanda contra la empresa Telecom fue ganada por el abogado Juan Giusti, quien en diciembre de 2012 llamó desde el teléfono fijo de su casa tres veces a un amigo en las Malvinas y luego recibió la factura donde le cobraban la tarifa internacional.
Por ello, la Cámara en lo Civil y Comercial del Centro Judicial de San Pedro condenó el viernes a la multinacional a "emitir una nueva factura corrigiendo el error y a publicar en los dos diarios locales de mayor circulación (El Tribuno de Jujuy y Diario Pregón) y en los diarios nacionales Clarín y La Nación una aclaración sobre la soberanía del archipiélago", advirtiéndole que "de lo contrario se le cobrará 50.000 pesos por día como multa".
"El fallo es impecable", aseguró Giusti a Télam, quien destacó que "lo importante es que Telecom es una empresa concesionaria de un servicio público y al haber facturado como internacional la llamada es como si el Estado argentino reconociera que las Malvinas no son argentinas".
El tribunal aseguró en el fallo que la empresa "ha violado la ley de defensa del consumidor al calificar la llamada efectuada por el actor como internacional".
"Me hirvió la sangre al ver la factura", relató el abogado, quien comentó que demandó a la telefónica por "no admitir la soberanía argentina sobre el archipiélago, reconocida en la cláusula transitoria primera de la Constitución Nacional y por violar la resolución de la Comisión Nacional de Comunicaciones, que establece que 'las comunicaciones a las Islas Malvinas se facturarán como clave 12 interurbana con un descuento del 50 por ciento'".
"No lo hice por la plata, porque en ese momento no eran más de tres pesos, pero me indignó que no se reconozca a las Islas como argentinas, no se puede convalidar eso", afirmó Giusti y contó que, de percibir dinero por las multas, las donará a entidades de bien público de San Pedro.
Al rechazar la demanda, Telecom argumentó que "el usuario tendría que haber reclamado dentro de los 60 días y que nunca hizo el reclamo administrativo ante Defensa del Consumidor".
Sin embargo, la justicia jujeña obligó a la compañía a facturar de nuevo la tarifa de diciembre de 2012 y a publicar en los medios a partir "de un día domingo y por cinco días consecutivos" el siguiente texto: "Telecom Argentina S.A., por orden judicial, rectifica toda facturación o comunicado en el cual tratara las llamadas telefónicas realizadas a las Islas Malvinas como internacionales, aclarando que las llamadas a las Islas Malvinas son locales interurbanas y el costo de dicha llamada se encuentra reducido en un 50 por ciento'".
Asimismo, la Sala IV de esa Cámara exhortó al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y a la Comisión Nacional de ex Combatientes de Malvinas a que "controlen la publicación".
Por último, los jueces descartaron que se haya incurrido en un "daño moral" sobre Giusti porque entendieron que el reclamo por la soberanía de las Malvinas es de todo el pueblo y no una "reserva individual".
"Un error en la facturación, como se dijo en los apartados anteriores implica la violación de normas reglamentarias, el desconocimiento de normas territoriales, más no tiene entidad suficiente para afligir el espíritu del accionado al grado tal que pueda llegar a constituir un daño moral", arguyeron.
"Consentir sin consecuencia alguna el desconocimiento de las Malvinas como parte del territorio nacional, implica incumplir el mandato permanente e irrenunciable del pueblo argentino respecto de la recuperación y ejercicio pleno de la imprescriptible soberanía que la Nación Argentina tiene sobre las Islas Malvinas", concluyó la Cámara.
La Justicia falló a favor de un abogado que denunció que la empresa no reconocía como argentinas a las Malvinas, luego de llamar a un amigo tres veces en 2012.
Perfil
Las Islas Malvinas estuvieron a un paso de entrar en los planes de política exterior de Estados Unidos.
La justicia jujeña condenó a la empresa Telecom por facturar como internacional una llamada desde la localidad de San Pedro hacia las Islas Malvinas y obligó a la compañía a aclarar en los diarios de mayor circulación locales y nacionales que "la conexión con el archipiélago se cobra como local interurbana", informaron fuentes judiciales.
La demanda contra la empresa Telecom fue ganada por el abogado Juan Giusti, quien en diciembre de 2012 llamó desde el teléfono fijo de su casa tres veces a un amigo en las Malvinas y luego recibió la factura donde le cobraban la tarifa internacional.
Por ello, la Cámara en lo Civil y Comercial del Centro Judicial de San Pedro condenó el viernes a la multinacional a "emitir una nueva factura corrigiendo el error y a publicar en los dos diarios locales de mayor circulación (El Tribuno de Jujuy y Diario Pregón) y en los diarios nacionales Clarín y La Nación una aclaración sobre la soberanía del archipiélago", advirtiéndole que "de lo contrario se le cobrará 50.000 pesos por día como multa".
"El fallo es impecable", aseguró Giusti a Télam, quien destacó que "lo importante es que Telecom es una empresa concesionaria de un servicio público y al haber facturado como internacional la llamada es como si el Estado argentino reconociera que las Malvinas no son argentinas".
El tribunal aseguró en el fallo que la empresa "ha violado la ley de defensa del consumidor al calificar la llamada efectuada por el actor como internacional".
"Me hirvió la sangre al ver la factura", relató el abogado, quien comentó que demandó a la telefónica por "no admitir la soberanía argentina sobre el archipiélago, reconocida en la cláusula transitoria primera de la Constitución Nacional y por violar la resolución de la Comisión Nacional de Comunicaciones, que establece que 'las comunicaciones a las Islas Malvinas se facturarán como clave 12 interurbana con un descuento del 50 por ciento'".
"No lo hice por la plata, porque en ese momento no eran más de tres pesos, pero me indignó que no se reconozca a las Islas como argentinas, no se puede convalidar eso", afirmó Giusti y contó que, de percibir dinero por las multas, las donará a entidades de bien público de San Pedro.
Al rechazar la demanda, Telecom argumentó que "el usuario tendría que haber reclamado dentro de los 60 días y que nunca hizo el reclamo administrativo ante Defensa del Consumidor".
Sin embargo, la justicia jujeña obligó a la compañía a facturar de nuevo la tarifa de diciembre de 2012 y a publicar en los medios a partir "de un día domingo y por cinco días consecutivos" el siguiente texto: "Telecom Argentina S.A., por orden judicial, rectifica toda facturación o comunicado en el cual tratara las llamadas telefónicas realizadas a las Islas Malvinas como internacionales, aclarando que las llamadas a las Islas Malvinas son locales interurbanas y el costo de dicha llamada se encuentra reducido en un 50 por ciento'".
Asimismo, la Sala IV de esa Cámara exhortó al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y a la Comisión Nacional de ex Combatientes de Malvinas a que "controlen la publicación".
Por último, los jueces descartaron que se haya incurrido en un "daño moral" sobre Giusti porque entendieron que el reclamo por la soberanía de las Malvinas es de todo el pueblo y no una "reserva individual".
"Un error en la facturación, como se dijo en los apartados anteriores implica la violación de normas reglamentarias, el desconocimiento de normas territoriales, más no tiene entidad suficiente para afligir el espíritu del accionado al grado tal que pueda llegar a constituir un daño moral", arguyeron.
"Consentir sin consecuencia alguna el desconocimiento de las Malvinas como parte del territorio nacional, implica incumplir el mandato permanente e irrenunciable del pueblo argentino respecto de la recuperación y ejercicio pleno de la imprescriptible soberanía que la Nación Argentina tiene sobre las Islas Malvinas", concluyó la Cámara.
jueves, 13 de abril de 2017
Ibañez derriba un Sea Harrier de la Río Iguazú
La misión imposible del guardacostas argentino que enfrentó olas de nueve metros y derribó un avión enemigo
Eran naves de río pero tenían que llegar a Malvinas con soldados y armas. Se lanzaron al océano, enfrentaron olas monstruosas y soportaron el ataque de los Sea Harrier. Se hundieron con honor. Fue la primera batalla aeronaval de la historia patria. Y el cabo Ibáñez, su gran héroe
Por Alfredo Serra | Especial para Infobae
Producción y entrevistas: Fernando Morales
Abril 2, año 1982: Guerra.
La Prefectura Naval Argentina recibe una orden: "Poner en marcha la Operación Cormorán". Parten hacia las lejanas hermanas los guardacostas Islas Malvinas y Río Iguazú, dos aviones Short Skyvan PA 50 y el helicóptero Puma PA 12.
Esa partida ya es una hazaña. Porque los guardacostas sólo son aptos para funciones de policía en las costas de los ríos.
Su tamaño es cinco o más veces menor que los guerreros del mar: acorazados, fragatas, cruceros…
Largo (eslora): 27 metros. Ancho (manga): un poco menos de 6 metros. Peso: 79 toneladas. Dos motores. Combustible a full: 11 mil litros (diesel). Arma: una ametralladora Browning calibre 12.7… de la Segunda Guerra Mundial. Tripulantes: 15.
Pero el 13 de abril, cinco minutos antes de las dos de la madrugada, azotados por olas de hasta nueve metros, y evadiendo el bloqueo británico… ¡entran en aguas de Malvinas!
Como dos pequeños peces entre ballenas y tiburones…
¿La misión? Llevar a tierra dos cañones de 105 milímetros.
Peso: entre 1.500 y 1.700 kilos cada uno. Sólo era posible llevarlos en partes, porque enteros hubieran hundido a los guardacostas.
Además del enemigo, las olas los amenazan con dos formas de naufragio: vuelta de campana o hundimiento de proa.
El cabo José Raúl Ibáñez, a cargo de la sala de máquinas –ya averiada e inundada– empuña la ametralladora y derriba a uno de los Sea Harrier
Muchos días después, ya caído Puerto Argentino y prisioneros algunos tripulantes, los ingleses –históricamente, reyes de los mares– se resisten. No creen. No comprenden que esas "cáscaras de nuez" –definición de un oficial inglés– hayan roto la barrera río–mar, y sin ningún apoyo, llegaran a esas islas golpeadas eternamente por el salvaje Atlántico Sur…
Interrogando a los prisioneros, desconfían.
"¿No tuvieron protección aérea?"
"¿No tuvieron una nave–madre que los guiara?".
Y la respuesta siempre es "¡no!"
Con un hito grabado en el bronce. Porque el 22 de mayo, mientras el Río Iguazú navega por la bahía Button llevando tropas y material bélico, además de partes de los cañones, lo atacan tres Sea Harriers.
¡Primer combate aeronaval de la historia patria!
“Después, nuestro guardacostas encalló. Caminamos más de mil metros con los heridos y el finado envuelto en una frazada, hasta que un avión argentino nos rescató”, cuenta Ibáñez
El único artillero, cabo Julio Omar Benítez, cae muerto bajo la metralla enemiga. El guardacostas queda inerme.
Entonces es la hora de la desesperación, o del heroísmo.
El cabo José Raúl Ibáñez, a cargo de la sala de máquinas –ya averiada e inundada– empuña la ametralladora, derriba a uno de los Sea Harrier, y los otros dos se baten en retirada.
Hasta ese instante, el maquinista Ibáñez jamás había disparado una ametralladora. Correntino, de 24 años ese día, soltero, cuenta hoy…
"Es cierto, nunca disparé. Sólo la conocía de mirar a Benítez y a otros artilleros en distintos viajes, de puro curioso, mientras tomábamos mate… Pero después del primer ataque, que averió e inundó mi sala de máquinas, subí a la cubierta, vi a Baccaro herido y arrastrándose, y a Benítez moribundo, y ni siquiera lo pensé. Abrí fuego contra el avión inglés, que largó una columna de humo, perdió altura, y cayó al mar".
"Después, nuestro guardacostas encalló. Caminamos más de mil metros con los heridos y el finado envuelto en una frazada, hasta que un avión argentino nos rescató".
"Hoy tengo mujer, dos hijos, y además de recibir algunas medallas de la Prefectura, me han nombrado Hijo Dilecto de Corrientes".
“Después del primer ataque, que averió e inundó mi sala de máquinas, subí a la cubierta, vi a Baccaro herido y arrastrándose, y a Benítez moribundo, y ni siquiera lo pensé. Abrí fuego contra el avión inglés”, recuerda hoy Ibáñez
Pero más allá de la hazaña de Ibáñez, la expedición de los guardacostas pagó otros diezmos…
Juan Baccaro, ayudante mayor, apenas pasadas las ocho de la mañana y alcanzado por la metralla, se desangraba. Su cuerpo estaba lacerado por 72 esquirlas, de las que le quedarían 61 para siempre…
Pedro Mele, que también llegó a prefecto, ese 22 de mayo tenía esposa, dos hijos, y apenas 22 años. Era copiloto de un helicóptero Puma.
En una entrevista recordó que "teníamos miedo, pero ese miedo sano que nos mantiene alerta. Después de cumplir varias misiones –unas 25 salidas y 60 horas de vuelo–, un bombardeo naval enemigo dañó nuestros sistemas de transmisión e hidráulico, y allí terminó todo. Doble dolor, porque muy poco antes, el 15 de marzo, había muerto mi primer hijo, y mi esposa, Elisa, y mi madre, sufrieron mucho cuando partí" .
Osvaldo Aguirre, que alcanzó el grado de prefecto mayor, tenía entonces 26 años y era primer oficial del guardacostas Islas Malvinas. Averiada su nave y a punto de hundirse luego de ese primer ataque, cayó prisionero. Durante 30 días fue el preso número 607. Volvió al continente el 14 de julio
Este es su testimonio: "El rol de la Prefectura Naval Argentina en las islas Malvinas fue cumplir con las funciones como autoridad marítima de policía sobre navegación y seguridad de los puertos. Estuve a cargo del guardacostas 82 Islas Malvinas. En la primera etapa conocí, patrullé, ¡y nos encontramos con la guerra! Mi guardacostas entró en combate el 1° de mayo de 1982 con un helicóptero de exploración inglés Sea King, a las tres de la tarde. En la contienda cayó herido el cabo segundo Grigolatto, maquinista, con una herida en el abdomen, pero acertando seis impactos contra el helicóptero Sea King inglés. Terminada la guerra estuve prisionero de los ingleses durante treinta días. ¿Mi reflexión? El rol que cumplió la Prefectura logró que los ingleses nos respetaran. Eso me reconforta".
Aguirre contó, además, que los ingleses le pagaron las 8 libras de sueldo que en ese momento exigía la Convención de Ginebra. Que no sufrió violencia, pero sí vejación moral: sacarse la ropa, y después ser interrogado en medio de un campo, mientras un soldado lo apuntaba con su fusil.
Y en ese interrogatorio, otra vez el asombro. Porque lo que realmente querían saber… "era cómo habíamos podido cruzar el Atlántico… ¡con esos barquitos que sólo sirven para navegar por el río!".
El secreto: un combustible esencial, y por lo tanto, "invisible a los ojos" según el escritor y aviador Antoine de Saint Éxupery (1900-1944) en su libro "Le Petit Prince".
Sí. "El Principito". Un best seller eterno y para la eternidad.
¿El combustible?
El alma.
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Prefectura Naval Argentina
miércoles, 12 de abril de 2017
Brasil da explicaciones sobre los vuelos de Hercules británicos
Brasil dio explicaciones sobre un vuelo proveniente de las Islas Malvinas
Un Hércules de la Fuerza Aérea británica aterrizó el sábado en Porto Alegre proveniente del archipiélago
Por Martín Dinatale | Infobae
El gobierno de Brasil informó a la Argentina que el vuelo que partió de las Islas y aterrizó el sábado en Porto Alegre se trató de un viaje de "búsqueda de rescate" enmarcado en una situación de "ayuda humanitaria".
Según confiaron a Infobae fuentes calificadas de la Cancillería argentina y de la diplomacia brasileña, Itamaraty comunicó a las autoridades argentinas que el avión Hércules de la Royal Air Force británica que fue fotografiado por el diario Zero Hora el sábado pasado en el aeropuerto Salgado Filho de Porto Alegre y proveniente de las Malvinas sólo respondía a "tareas relacionadas con búsqueda y rescate de buques en altamar".
La diplomacia de Brasil aclaró que no se trató de un avión con fines militares y que por un requerimiento técnico de abastecimiento de combustible el Hércules tuvo que aterrizar en Porto Alegre ya que la escala más cercana relacionada con la Fuerza Aérea británica se encontraba en la isla Acsención.
"Hay obligaciones de carácter internacional que ante una situación humanitaria un país no se puede negar al abastecimiento de una aeronave", expresó a Infobae una fuente de la diplomacia de Itamaraty.
De esta manera, Brasil respondió al reclamo que había hecho la Argentina ante un nuevo episodio de un avión británico proveniente de Malvinas que hizo escala en Brasil. El anterior caso se registró el 12 de marzo cuando un Airbus 330 de la Fuerza Aérea británica que partió de las Islas Malvinas rumbo a San Pablo y regresó desde ese mismo destino a las islas del Atlántico Sur tres días después.
El gobierno argentino presentó sus quejas por ese hecho. El vuelo del Airbus 330 de la Fuerza Aérea del Reino Unido salió el domingo 12 a las 22:44 de la base militar de Mount Pleasant en las Malvinas, arribó a San Pablo el 13 a las 2:47 y regresó a las islas el 14 a las 23:47.
"Sabemos que fue un viaje de abastecimiento militar como todos los otros viajes que se hicieron con antelación desde las islas a Brasil", se limitó a informar un destacado funcionario del gobierno. Pero la cancillería de Brasil negó, al igual que el vuelo del sábado pasado, que se tratase de vuelos de abastecimiento militar.
Las fuentes diplomáticas de Itamaraty consultadas se preocuparon en informar que "no hay una decisión de Brasil de abastecer a aviones militares británicos" y que los vuelos de pasajeros que Gran Bretaña tiene previsto restablecer entre Malvinas y el continente sólo se habilitarán a Brasil con el visto bueno de la Argentina.
Según informó la canciller Susana Malcorra, en 2016 se detectaron al menos seis vuelos de las islas Malvinas a Brasil mientras que en 2015, bajo la administración de Cristina Kirchner, hubo 12 vuelos con esa ruta. Ante las quejas diplomáticas que elevó la Argentina se anunció que Brasil abrió una investigación entre varios órganos militares sobre los vuelos realizados por aviones de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña entre aeropuertos de Brasil y las Islas Malvinas.
Un Hércules de la Fuerza Aérea británica aterrizó el sábado en Porto Alegre proveniente del archipiélago
Por Martín Dinatale | Infobae
El gobierno de Brasil informó a la Argentina que el vuelo que partió de las Islas y aterrizó el sábado en Porto Alegre se trató de un viaje de "búsqueda de rescate" enmarcado en una situación de "ayuda humanitaria".
Según confiaron a Infobae fuentes calificadas de la Cancillería argentina y de la diplomacia brasileña, Itamaraty comunicó a las autoridades argentinas que el avión Hércules de la Royal Air Force británica que fue fotografiado por el diario Zero Hora el sábado pasado en el aeropuerto Salgado Filho de Porto Alegre y proveniente de las Malvinas sólo respondía a "tareas relacionadas con búsqueda y rescate de buques en altamar".
La diplomacia de Brasil aclaró que no se trató de un avión con fines militares y que por un requerimiento técnico de abastecimiento de combustible el Hércules tuvo que aterrizar en Porto Alegre ya que la escala más cercana relacionada con la Fuerza Aérea británica se encontraba en la isla Acsención.
"Hay obligaciones de carácter internacional que ante una situación humanitaria un país no se puede negar al abastecimiento de una aeronave", expresó a Infobae una fuente de la diplomacia de Itamaraty.
De esta manera, Brasil respondió al reclamo que había hecho la Argentina ante un nuevo episodio de un avión británico proveniente de Malvinas que hizo escala en Brasil. El anterior caso se registró el 12 de marzo cuando un Airbus 330 de la Fuerza Aérea británica que partió de las Islas Malvinas rumbo a San Pablo y regresó desde ese mismo destino a las islas del Atlántico Sur tres días después.
El gobierno argentino presentó sus quejas por ese hecho. El vuelo del Airbus 330 de la Fuerza Aérea del Reino Unido salió el domingo 12 a las 22:44 de la base militar de Mount Pleasant en las Malvinas, arribó a San Pablo el 13 a las 2:47 y regresó a las islas el 14 a las 23:47.
"Sabemos que fue un viaje de abastecimiento militar como todos los otros viajes que se hicieron con antelación desde las islas a Brasil", se limitó a informar un destacado funcionario del gobierno. Pero la cancillería de Brasil negó, al igual que el vuelo del sábado pasado, que se tratase de vuelos de abastecimiento militar.
Las fuentes diplomáticas de Itamaraty consultadas se preocuparon en informar que "no hay una decisión de Brasil de abastecer a aviones militares británicos" y que los vuelos de pasajeros que Gran Bretaña tiene previsto restablecer entre Malvinas y el continente sólo se habilitarán a Brasil con el visto bueno de la Argentina.
Según informó la canciller Susana Malcorra, en 2016 se detectaron al menos seis vuelos de las islas Malvinas a Brasil mientras que en 2015, bajo la administración de Cristina Kirchner, hubo 12 vuelos con esa ruta. Ante las quejas diplomáticas que elevó la Argentina se anunció que Brasil abrió una investigación entre varios órganos militares sobre los vuelos realizados por aviones de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña entre aeropuertos de Brasil y las Islas Malvinas.
martes, 11 de abril de 2017
Ministro de defensa opina sobre Malvinas
"Este es el primer gobierno que hizo desfilar a los veteranos de guerra"
El ministro de Defensa, Julio Martínez, dice que se están atendiendo los reclamos pendientes de quienes combatieron en Malvinas, y que en adelante la única acción posible en pro de la soberanía de las islas es la vía diplomática
Por Fernando Morales | Infobae
El ingeniero Julio Martínez recibió a Infobae para hablar de un tema excluyente en estos días: Malvinas.
–¿Qué diferencia hay en este aniversario de la guerra respecto de otros años?
–Algo fundamental. Nuestro gobierno ha sido el primero en llamar a los veteranos para que desfilaran. Y la bienvenida que la gente les ha dado después de 35 años fue muy impactante.
–¿Qué decisión se tomará en el caso de los reclamos pendientes de los veteranos de guerra?
–Reconozco que hay una serie de reclamos sin resolver. Se está haciendo todo lo posible por satisfacerlos, pero con los límites que impone el presupuesto que tenemos.
–Hace pocos días marcharon hacia su ministerio, y luego a otras dependencias, más de tres mil veteranos con una larga lista de reclamos. Es evidente la urgencia…
–En este momento, una comitiva de veteranos es recibida por el director de Legales del Ministerio para ocuparse concretamente del tema.
–Otro tema esencial es la cuestión de la soberanía. ¿De qué modo podrán ser recuperadas las islas?
–Desde ahora y en adelante, de un único modo. Seguir el reclamo por la vía diplomática, ante los foros internacionales que correspondan, y en un todo de acuerdo con la Constitución nacional.
El ministro de Defensa, Julio Martínez, dice que se están atendiendo los reclamos pendientes de quienes combatieron en Malvinas, y que en adelante la única acción posible en pro de la soberanía de las islas es la vía diplomática
Por Fernando Morales | Infobae
El ingeniero Julio Martínez recibió a Infobae para hablar de un tema excluyente en estos días: Malvinas.
–¿Qué diferencia hay en este aniversario de la guerra respecto de otros años?
–Algo fundamental. Nuestro gobierno ha sido el primero en llamar a los veteranos para que desfilaran. Y la bienvenida que la gente les ha dado después de 35 años fue muy impactante.
–¿Qué decisión se tomará en el caso de los reclamos pendientes de los veteranos de guerra?
–Reconozco que hay una serie de reclamos sin resolver. Se está haciendo todo lo posible por satisfacerlos, pero con los límites que impone el presupuesto que tenemos.
–Hace pocos días marcharon hacia su ministerio, y luego a otras dependencias, más de tres mil veteranos con una larga lista de reclamos. Es evidente la urgencia…
–En este momento, una comitiva de veteranos es recibida por el director de Legales del Ministerio para ocuparse concretamente del tema.
–Otro tema esencial es la cuestión de la soberanía. ¿De qué modo podrán ser recuperadas las islas?
–Desde ahora y en adelante, de un único modo. Seguir el reclamo por la vía diplomática, ante los foros internacionales que correspondan, y en un todo de acuerdo con la Constitución nacional.
domingo, 9 de abril de 2017
UK ofreció dos veces devolver las islas y Argentina la cagó
Andrés Cisneros: "Gran Bretaña nos ofreció dos veces devolver las Malvinas y Argentina lo frustró"
Una de ellas fue Margaret Thatcher, aseguró el ex vicecanciller de Carlos Menem
A 35 años de la Guerra del Atlántico Sur, el ex vicecanciller Andrés Cisneros recordó que el conflicto bélico por las Islas Malvinas se pudo evitar, al afirmar que en dos oportunidades el Reino Unido realizó ofertas a la Argentina para entregar la soberanía del archipiélago en disputa.
"Dos veces Gran Bretaña nos ofreció devolver la soberanía y desde la Argentina se frustraron las ofertas", contó el ex funcionario del gobierno de Carlos Menem. La primera de ellas fue en 1974 durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón, cuando el entonces embajador británico en Buenos Aires, Sir Donald Hopson, presentó al canciller argentino Alberto Vignes "una oferta de retroarriendo, en la cual ellos nos reconocían la soberanía en ese instante, pero se hacía efectiva 100 años después".
"La segunda oferta fue muy parecida", sostuvo Cisneros. El encargado de encabezar esa misión desde 1979 fue el ex viceministro de Relaciones Exteriores, Nicholas Ridley. "Gobernaba la Junta Militar, que le dijo que no a la oferta de la siguiente manera: si, cómo no, aceptamos la devolución de la soberanía, pero no en 100 años, sino a fin de ese año. Era una manera de decir que no", prosiguió el ex funcionario, quien remató: "¿Sabe cuál era el nombre del primer ministro británico que mandó esa oferta? Margaret Thatcher".
Tras esas negociaciones frustradas, Cisneros planteó que la guerra encabezada por el dictador Leopoldo Galtieri y la primera ministra Margaret Thatcher tuvo un "daño incalculable", pero que pese a ello, "hay que seguir con el reclamo".
"No sé si llegaremos algún día a la devolución de las Islas, me parece muy poco probable, pero sí un acuerdo honorable que represente los intereses de ambas partes", afirmó.
Sobre la posibilidad de éxito de los planteos argentinos, Cisneros advirtió que el panorama internacional "se está poniendo complicado" desde el punto de vista que el país está reclamando "derechos territoriales que son evidentes", pero que en el mundo están disminuyendo la importancia de estos derechos, mientras van ocupando una prioridad mayor los derechos de las personas, lo que afecta directamente al reclamo de los kelpers, quienes rechazan la ciudadanía argentina.
"Creo que hay buenas expectativas y, que este tema bien trabajado se va a solucionar dentro de 50 años", indicó.
Acerca de la postura actual de la Argentina en torno a la disputa, Cisneros aseguró que "reclamar la soberanía hoy y quererla ahora no sirve para nada", ya que los ingleses mantendrían una postura cerrada en torno a la cuestión. Por lo tanto, consideró: "Hay que establecer una relación de cooperación, de entendimiento, sin declinar la soberanía".
Infobae
Una de ellas fue Margaret Thatcher, aseguró el ex vicecanciller de Carlos Menem
A 35 años de la Guerra del Atlántico Sur, el ex vicecanciller Andrés Cisneros recordó que el conflicto bélico por las Islas Malvinas se pudo evitar, al afirmar que en dos oportunidades el Reino Unido realizó ofertas a la Argentina para entregar la soberanía del archipiélago en disputa.
"Dos veces Gran Bretaña nos ofreció devolver la soberanía y desde la Argentina se frustraron las ofertas", contó el ex funcionario del gobierno de Carlos Menem. La primera de ellas fue en 1974 durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón, cuando el entonces embajador británico en Buenos Aires, Sir Donald Hopson, presentó al canciller argentino Alberto Vignes "una oferta de retroarriendo, en la cual ellos nos reconocían la soberanía en ese instante, pero se hacía efectiva 100 años después".
"La segunda oferta fue muy parecida", sostuvo Cisneros. El encargado de encabezar esa misión desde 1979 fue el ex viceministro de Relaciones Exteriores, Nicholas Ridley. "Gobernaba la Junta Militar, que le dijo que no a la oferta de la siguiente manera: si, cómo no, aceptamos la devolución de la soberanía, pero no en 100 años, sino a fin de ese año. Era una manera de decir que no", prosiguió el ex funcionario, quien remató: "¿Sabe cuál era el nombre del primer ministro británico que mandó esa oferta? Margaret Thatcher".
Tras esas negociaciones frustradas, Cisneros planteó que la guerra encabezada por el dictador Leopoldo Galtieri y la primera ministra Margaret Thatcher tuvo un "daño incalculable", pero que pese a ello, "hay que seguir con el reclamo".
"No sé si llegaremos algún día a la devolución de las Islas, me parece muy poco probable, pero sí un acuerdo honorable que represente los intereses de ambas partes", afirmó.
Sobre la posibilidad de éxito de los planteos argentinos, Cisneros advirtió que el panorama internacional "se está poniendo complicado" desde el punto de vista que el país está reclamando "derechos territoriales que son evidentes", pero que en el mundo están disminuyendo la importancia de estos derechos, mientras van ocupando una prioridad mayor los derechos de las personas, lo que afecta directamente al reclamo de los kelpers, quienes rechazan la ciudadanía argentina.
"Creo que hay buenas expectativas y, que este tema bien trabajado se va a solucionar dentro de 50 años", indicó.
Acerca de la postura actual de la Argentina en torno a la disputa, Cisneros aseguró que "reclamar la soberanía hoy y quererla ahora no sirve para nada", ya que los ingleses mantendrían una postura cerrada en torno a la cuestión. Por lo tanto, consideró: "Hay que establecer una relación de cooperación, de entendimiento, sin declinar la soberanía".
Infobae
sábado, 8 de abril de 2017
Omar de Felippe y su paso por la guerra
Omar De Felippe, el futbolista de las fotos de la guerra
El actual entrenador de Vélez recuerda sus dramáticos días en la guerra. El constante asedio de la muerte, sus compañeros caídos, el frío implacable y la preparación para matar al enemigo
Por Rodrigo Tamagni
rtamagni@infobae.com
Infobae
Omar De Felippe contó su paso por la Guerra de Malvinas (Nicolás Aboaf)
Son las 4:40 de la mañana del 1° de mayo de 1982 en las Islas Malvinas. La temperatura bajo cero hace doler los huesos en medio del descampado. Una pequeña bola de fuego hecha con ramas agrupa a seis soldados. Entre ellos hay un pibito que en el futuro destacará en los campos de juego más como técnico que como jugador. El mate para paliar el frío empieza a rodar entre las manos temblorosas. Nadie espera lo que va a pasar en otra de esas noches cerradas que viven desde hace menos de un mes. La hélice de un helicóptero se escucha a lo lejos y una bomba explota en el aeropuerto, a 12 kilómetros. Ellos se desesperan como si hubiese caído a 12 metros, apagan el fuego acelerados y se lanzan cuerpo a tierra. Empezó la guerra.
Omar De Felippe le cuenta a Infobae el "día que empezó la guerra" con una precisión tecnológica. No realizó una investigación para recordar lo que le tocó vivir, simplemente es "inolvidable". Como cada vez que se acerca un 2 de abril, su nombre aparece en escena. La reiteración de sus conceptos no disimula el asombro que produce su relato y colabora notablemente para reafirmar la tarea de los Veteranos.
"Hace muchos años, había decidido que era la última vez que iba a hacer una nota sobre Malvinas. Ahí me llamó la atención que el camarógrafo, que era un pibe joven, me dijo: 'La historia la tienen que contar los que estuvieron, no los que no estuvieron'. Y creo que tiene razón. Es una forma de homenajear a los 649 que no están", rememora.
El sol golpea con fuerza en Ituzaingó, donde Vélez tiene una hermosa Villa Olímpica. Los 30° grados sólo pueden esquivarse con el aire acondicionado. Ya pasaron 35 años de los "30° grados bajo cero" que asegura haber vivido en Malvinas, aunque las estadísticas marcan que el promedio de la mínima oscila cerca de los 11° bajo cero. ¿Quién puede discutirle esa sensación térmica que él sintió en la guerra? "Yo estoy viviendo gratis", lanza sin vacilar un segundo De Felippe, que al momento del conflicto bélico soñaba con subir a la Primera de Huracán.
"¡Tenés que ser agradecido de la vida! Teniendo en cuenta lo que nos tocó vivir ahí, a los 15 mil, y estar vivo haciendo lo que me gusta, en un lugar así –mientras señala los verdes campos de juego del club–. No todos han tenido esa suerte", justifica.
Los laberintos de su memoria nunca diluyen los detalles de toda esa aventura. Desde la madrugada en que llegó la carta de citación que su madre, Rosa, recibió llorando, hasta el regreso en el Canberra. Omar cierra los ojos con los ojos abiertos. Mira un punto fijo, como si no estuviera mirando. Y escupe su vivencia casi sin necesidad de ser interpelado: "Luego de salir de baja de la colimba, todas las noche me fui a dormir sabiendo que me iban a llamar en cualquier momento. Y tal es así que el 9 de abril, a eso de las 4:30 de la mañana, tocaron el timbre en la casa de mi vieja y dejaron una cédula de presentación. Mi vieja me despertó y me la dio llorando". Durante una hora de charla, el entrenador pronunciará cada anécdota con exactitud suiza.
“Todas las noche me fue a dormir sabiendo que me iban a llamar para ir a la guerra” (Nicolás Aboaf)
En los últimos meses, Mel Gibson estrenó la película bélica Hacksaw Ridge ("Hasta el último hombre", en español). Allí se muestra la guerra de la manera más cruda. El temor traspasa la pantalla. Perturba. Según diferentes críticos, la película -con cinco nominaciones al Oscar- es la que mejor expone lo que se vive en esas circunstancias. A Omar nadie le tiene que mostrar ninguna película para entender la crudeza de vivir bajo fuego.
Como aquel día en que la muerte, esa vecina constante durante los dos meses en la Isla, sopló fuerte en su espalda: "En el ataque final hay un bombardeo muy intenso sobre la noche –sufríamos muchos bombardeos durante la noche y te costaba dormir– y el capitán me llamó a mí, por ser el encargado de la ametralladora, y al Negro Leal, que era el encargado de las municiones. Le digo 'dale, vamos' y ni bien hacemos 20 metros explotó una bomba que la onda expansiva nos tiró de cabeza. Fuimos a ver el refugio que habíamos armado y tenía 6 agujeros de entrada y 10 millones de salida. Nos salvamos".
También recuerda cómo se aferró a la vida en aquella montaña cuando el ataque de morteros los sorprendió: "Nos quedamos quietos y las piedras nos pegaban en la espalda".
Como si el frío, el hambre y el temor no fuesen suficientes, las bombas durante la madrugada se convirtieron en una espeluznante banda de sonido. El precario refugio de chapa que debieron construir cuando el pozo de zorro se inundó reflejaba en sus paredes el asedio psicológico y físico. Las bombas hacían temblar todo e interrumpían el sueño: "Teníamos la costumbre de sentarnos, prender un cigarillo y esperar que el bombardeo pasara. Te sentás y rezás para que no caiga ahí, no tenes otra forma. Los nervios se habían endurecido".
El camino de la comunicación casi no se alterará. El transmisor y el receptor trocarán sus roles en breves momentos. Omar habla. Nosotros escuchamos. El training durante casi tres décadas ante la prensa transformó a ese novato soldado en un hábil narrador de sus experiencias. Casi que no necesita preguntas para hablar.
Sin embargo, su firme postura por un momento trastabilla: "Hay cosas que nos han tocado… Ver morir gente… Fueron cosas difíciles, pero a veces ya no vale la pena contarlas".
–Queda la sensación de que ya tenés muy pensado lo que querés contar y lo que no…
-Sí. Hay cosas que en realidad vale la pena que la gente se entere y otras no. Yo conté la experiencia de cómo vi morir a un compañero y vino la familia a pedirme que le cuente en detalle cómo había muerto su familiar. Es muy doloroso tener que ser el que los enfrente con esa verdad. Yo se los conté, pero a veces volver a traer todo es muy doloroso.
“A veces volver a traer todo es un muy doloroso”, confesó (Nicolás Aboaf)
Aquel soldado, que luego se transformó en una pieza fundamental del fútbol local y sudamericano en su rol de entrenador, sigue narrando su historia. Su apariencia de hombre severo y serio no le impide tener un trato ameno, de hacer una entrevista atrapante. Tampoco escapa a la sinceridad de la reflexión: "Hoy lo hablo y parece algo muy loco, pero uno se preparó para matar. Después de tantos años te ponés a pensar en esas cosas y decís: '¡Pucha, era capaz de matar!'. En ese estado y en ese lugar, era capaz de matar, era lo que tenía que hacer. A veces para poder vivir hay alguien que tiene que morir. Lamentablemente es así".
La aguja del reloj ya dio una vuelta entera y las tres personas dentro de esa sala están atrapadas por el relato de Omar. A nadie le interesa si la pelota entra o no. A nadie le importa si por la puerta de la sala de conferencia pasa caminando alguna de las figuras de plantel del Fortín. Sólo es trascendente lo que cuenta este héroe, que cerrará la charla negando serlo: "A mí me cueste verme como héroe. Héroes son los que están allá. Ellos dejaron la vida".
De Felippe posa con los retratos de su estadía en las Islas Malvinas (Nicolás Aboaf)
Al final de la extensa entrevista, Infobae le propuso a De Felippe un ejercicio de memoria con dos fotos suyas durante la guerra de Malvinas. "Cuando las veo no me pasa nada. En el momento ya está, ahora van a ser 35 años. Son dos vidas, no una", explica con un cierto desapego que desaparecerá a medida que empezará a describir las imágenes.
De Felippe (el del círculo) en uno de sus últimos días en Malvinas
La primera que logra llamarle la atención es aquella que lo muestra extremadamente delgado dentro de un camión –"No sé si pesaba 60 kilos", afirma–. Escapa del relato premoldeado que lo mantuvo enfocado a lo largo de 50 minutos de conversación. Omar se mostró difícil de franquear. Apegado a lo que él quería contar, como bien reconoció. El momento de las fotos le pusieron un brillo inesperado a su rostro.
"Hay anécdotas en todos lados", comenta con la mirada perdida en esos recuerdos que parecen volverse un presente fugaz. "En esta –mientras señala la del camión– fue cuando nos mandaron al frente, horas después de la explosión de refugio", subraya en coincidencia con el acontecimiento que relató con anterioridad.
"Íbamos al frente de batalla. Recuerdo que estos camiones estaban arriba de la montaña todos encolumnados preparados para llevarnos. El frío, la nevada y la helada eran tremendos. Estos camiones son tremendamente grandes. Nos cargaron a todos y cuando dobla para querer bajar la montaña empieza a deslizarse de costado con todos nosotros arriba. ¡No sabés la desesperación, nos tirábamos del camión! Por suerte se trabó en los cordones y quedó ahí, pero fue un momento desesperante", narra.
De Felippe (el primer con el arma en el hombro) junto al cabo José Torresin y Fernández
"Esta es de un fotógrafo profesional –dice al tomar la otra postal–. El fotógrafo vino unos días y se fue antes de que empiece el bombardeo. Ellos ya sabían", explica.
El fotógrafo pertenecía al regimiento y tenía un local en Laferrere: "Muchos pibes fueron y empezaron a recuperarlas y las mandaban por mail. El tipo iba pasando por las posiciones y sacaba fotos. Ahí todavía no habían llegado los ingleses".
"Estas no las tengo", advierte sobre las fotos mientras abandona la sala de conferencias en la que nos recibió. "¿Para qué las quiero si ya sé que estuve ahí?", nos afirma con un cordial saludo.
Sabe que en unas horas, tal vez después de leer esta entrevista, su pequeña hija Bianca de 9 años tome nuevamente aquel libro guardado con imágenes de su padre en la guerra, mire las fotos y comience hacerle preguntas como cada vez que esta fecha le recuerda que para muchos él también es un héroe. Aunque por momentos intente dejar en el pasado a ese soldado de las fotos.
El actual entrenador de Vélez recuerda sus dramáticos días en la guerra. El constante asedio de la muerte, sus compañeros caídos, el frío implacable y la preparación para matar al enemigo
Por Rodrigo Tamagni
rtamagni@infobae.com
Infobae
Omar De Felippe contó su paso por la Guerra de Malvinas (Nicolás Aboaf)
Son las 4:40 de la mañana del 1° de mayo de 1982 en las Islas Malvinas. La temperatura bajo cero hace doler los huesos en medio del descampado. Una pequeña bola de fuego hecha con ramas agrupa a seis soldados. Entre ellos hay un pibito que en el futuro destacará en los campos de juego más como técnico que como jugador. El mate para paliar el frío empieza a rodar entre las manos temblorosas. Nadie espera lo que va a pasar en otra de esas noches cerradas que viven desde hace menos de un mes. La hélice de un helicóptero se escucha a lo lejos y una bomba explota en el aeropuerto, a 12 kilómetros. Ellos se desesperan como si hubiese caído a 12 metros, apagan el fuego acelerados y se lanzan cuerpo a tierra. Empezó la guerra.
Omar De Felippe le cuenta a Infobae el "día que empezó la guerra" con una precisión tecnológica. No realizó una investigación para recordar lo que le tocó vivir, simplemente es "inolvidable". Como cada vez que se acerca un 2 de abril, su nombre aparece en escena. La reiteración de sus conceptos no disimula el asombro que produce su relato y colabora notablemente para reafirmar la tarea de los Veteranos.
"Hace muchos años, había decidido que era la última vez que iba a hacer una nota sobre Malvinas. Ahí me llamó la atención que el camarógrafo, que era un pibe joven, me dijo: 'La historia la tienen que contar los que estuvieron, no los que no estuvieron'. Y creo que tiene razón. Es una forma de homenajear a los 649 que no están", rememora.
El sol golpea con fuerza en Ituzaingó, donde Vélez tiene una hermosa Villa Olímpica. Los 30° grados sólo pueden esquivarse con el aire acondicionado. Ya pasaron 35 años de los "30° grados bajo cero" que asegura haber vivido en Malvinas, aunque las estadísticas marcan que el promedio de la mínima oscila cerca de los 11° bajo cero. ¿Quién puede discutirle esa sensación térmica que él sintió en la guerra? "Yo estoy viviendo gratis", lanza sin vacilar un segundo De Felippe, que al momento del conflicto bélico soñaba con subir a la Primera de Huracán.
"¡Tenés que ser agradecido de la vida! Teniendo en cuenta lo que nos tocó vivir ahí, a los 15 mil, y estar vivo haciendo lo que me gusta, en un lugar así –mientras señala los verdes campos de juego del club–. No todos han tenido esa suerte", justifica.
Los laberintos de su memoria nunca diluyen los detalles de toda esa aventura. Desde la madrugada en que llegó la carta de citación que su madre, Rosa, recibió llorando, hasta el regreso en el Canberra. Omar cierra los ojos con los ojos abiertos. Mira un punto fijo, como si no estuviera mirando. Y escupe su vivencia casi sin necesidad de ser interpelado: "Luego de salir de baja de la colimba, todas las noche me fui a dormir sabiendo que me iban a llamar en cualquier momento. Y tal es así que el 9 de abril, a eso de las 4:30 de la mañana, tocaron el timbre en la casa de mi vieja y dejaron una cédula de presentación. Mi vieja me despertó y me la dio llorando". Durante una hora de charla, el entrenador pronunciará cada anécdota con exactitud suiza.
“Todas las noche me fue a dormir sabiendo que me iban a llamar para ir a la guerra” (Nicolás Aboaf)
En los últimos meses, Mel Gibson estrenó la película bélica Hacksaw Ridge ("Hasta el último hombre", en español). Allí se muestra la guerra de la manera más cruda. El temor traspasa la pantalla. Perturba. Según diferentes críticos, la película -con cinco nominaciones al Oscar- es la que mejor expone lo que se vive en esas circunstancias. A Omar nadie le tiene que mostrar ninguna película para entender la crudeza de vivir bajo fuego.
Como aquel día en que la muerte, esa vecina constante durante los dos meses en la Isla, sopló fuerte en su espalda: "En el ataque final hay un bombardeo muy intenso sobre la noche –sufríamos muchos bombardeos durante la noche y te costaba dormir– y el capitán me llamó a mí, por ser el encargado de la ametralladora, y al Negro Leal, que era el encargado de las municiones. Le digo 'dale, vamos' y ni bien hacemos 20 metros explotó una bomba que la onda expansiva nos tiró de cabeza. Fuimos a ver el refugio que habíamos armado y tenía 6 agujeros de entrada y 10 millones de salida. Nos salvamos".
También recuerda cómo se aferró a la vida en aquella montaña cuando el ataque de morteros los sorprendió: "Nos quedamos quietos y las piedras nos pegaban en la espalda".
Como si el frío, el hambre y el temor no fuesen suficientes, las bombas durante la madrugada se convirtieron en una espeluznante banda de sonido. El precario refugio de chapa que debieron construir cuando el pozo de zorro se inundó reflejaba en sus paredes el asedio psicológico y físico. Las bombas hacían temblar todo e interrumpían el sueño: "Teníamos la costumbre de sentarnos, prender un cigarillo y esperar que el bombardeo pasara. Te sentás y rezás para que no caiga ahí, no tenes otra forma. Los nervios se habían endurecido".
El camino de la comunicación casi no se alterará. El transmisor y el receptor trocarán sus roles en breves momentos. Omar habla. Nosotros escuchamos. El training durante casi tres décadas ante la prensa transformó a ese novato soldado en un hábil narrador de sus experiencias. Casi que no necesita preguntas para hablar.
Sin embargo, su firme postura por un momento trastabilla: "Hay cosas que nos han tocado… Ver morir gente… Fueron cosas difíciles, pero a veces ya no vale la pena contarlas".
–Queda la sensación de que ya tenés muy pensado lo que querés contar y lo que no…
-Sí. Hay cosas que en realidad vale la pena que la gente se entere y otras no. Yo conté la experiencia de cómo vi morir a un compañero y vino la familia a pedirme que le cuente en detalle cómo había muerto su familiar. Es muy doloroso tener que ser el que los enfrente con esa verdad. Yo se los conté, pero a veces volver a traer todo es muy doloroso.
“A veces volver a traer todo es un muy doloroso”, confesó (Nicolás Aboaf)
Aquel soldado, que luego se transformó en una pieza fundamental del fútbol local y sudamericano en su rol de entrenador, sigue narrando su historia. Su apariencia de hombre severo y serio no le impide tener un trato ameno, de hacer una entrevista atrapante. Tampoco escapa a la sinceridad de la reflexión: "Hoy lo hablo y parece algo muy loco, pero uno se preparó para matar. Después de tantos años te ponés a pensar en esas cosas y decís: '¡Pucha, era capaz de matar!'. En ese estado y en ese lugar, era capaz de matar, era lo que tenía que hacer. A veces para poder vivir hay alguien que tiene que morir. Lamentablemente es así".
La aguja del reloj ya dio una vuelta entera y las tres personas dentro de esa sala están atrapadas por el relato de Omar. A nadie le interesa si la pelota entra o no. A nadie le importa si por la puerta de la sala de conferencia pasa caminando alguna de las figuras de plantel del Fortín. Sólo es trascendente lo que cuenta este héroe, que cerrará la charla negando serlo: "A mí me cueste verme como héroe. Héroes son los que están allá. Ellos dejaron la vida".
EL SOLDADO DE LAS FOTOS
De Felippe posa con los retratos de su estadía en las Islas Malvinas (Nicolás Aboaf)
Al final de la extensa entrevista, Infobae le propuso a De Felippe un ejercicio de memoria con dos fotos suyas durante la guerra de Malvinas. "Cuando las veo no me pasa nada. En el momento ya está, ahora van a ser 35 años. Son dos vidas, no una", explica con un cierto desapego que desaparecerá a medida que empezará a describir las imágenes.
De Felippe (el del círculo) en uno de sus últimos días en Malvinas
La primera que logra llamarle la atención es aquella que lo muestra extremadamente delgado dentro de un camión –"No sé si pesaba 60 kilos", afirma–. Escapa del relato premoldeado que lo mantuvo enfocado a lo largo de 50 minutos de conversación. Omar se mostró difícil de franquear. Apegado a lo que él quería contar, como bien reconoció. El momento de las fotos le pusieron un brillo inesperado a su rostro.
"Hay anécdotas en todos lados", comenta con la mirada perdida en esos recuerdos que parecen volverse un presente fugaz. "En esta –mientras señala la del camión– fue cuando nos mandaron al frente, horas después de la explosión de refugio", subraya en coincidencia con el acontecimiento que relató con anterioridad.
"Íbamos al frente de batalla. Recuerdo que estos camiones estaban arriba de la montaña todos encolumnados preparados para llevarnos. El frío, la nevada y la helada eran tremendos. Estos camiones son tremendamente grandes. Nos cargaron a todos y cuando dobla para querer bajar la montaña empieza a deslizarse de costado con todos nosotros arriba. ¡No sabés la desesperación, nos tirábamos del camión! Por suerte se trabó en los cordones y quedó ahí, pero fue un momento desesperante", narra.
De Felippe (el primer con el arma en el hombro) junto al cabo José Torresin y Fernández
"Esta es de un fotógrafo profesional –dice al tomar la otra postal–. El fotógrafo vino unos días y se fue antes de que empiece el bombardeo. Ellos ya sabían", explica.
El fotógrafo pertenecía al regimiento y tenía un local en Laferrere: "Muchos pibes fueron y empezaron a recuperarlas y las mandaban por mail. El tipo iba pasando por las posiciones y sacaba fotos. Ahí todavía no habían llegado los ingleses".
"Estas no las tengo", advierte sobre las fotos mientras abandona la sala de conferencias en la que nos recibió. "¿Para qué las quiero si ya sé que estuve ahí?", nos afirma con un cordial saludo.
Sabe que en unas horas, tal vez después de leer esta entrevista, su pequeña hija Bianca de 9 años tome nuevamente aquel libro guardado con imágenes de su padre en la guerra, mire las fotos y comience hacerle preguntas como cada vez que esta fecha le recuerda que para muchos él también es un héroe. Aunque por momentos intente dejar en el pasado a ese soldado de las fotos.
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