lunes, 20 de junio de 2016

Entregan cuaderno a un VGM en Neuquén

Le trajo a un veterano el cuaderno que un inglés encontró en Malvinas
Un neuquino figuraba en una bitácora de guerra.



Florencia Figar viajó a Neuquén para entregarle a Gustavo Vera el cuaderno que escribió su jefe en la guerra y que fue encontrado por un soldado inglés.

Pablo Montanaro
montanarop@lmneuquen.com.ar
Lmneuquén

NEUQUÉN
Durante más de dos años, Florencia Figar, una joven de 20 años que vive en Berazategui, provincia de Buenos Aires, llevó consigo una obsesión: encontrar a una de las personas que aparecían mencionadas en un cuaderno de bitácora que durante la Guerra de Malvinas perteneció a un integrante del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea 601 de Mar del Plata. Ayer, finalmente, Florencia pudo entregar ese "legado" a Gustavo Vera, un veterano neuquino que combatió en la guerra de Malvinas. Vera es una de las personas que aparecen citadas en el cuaderno que perteneció al subteniente Carlos Barri.

 El cuaderno quedará en el Museo Malvinas, ubicado en el Espacio para la Memoria en la ex Esma.

Cuando a mediados de 2013 Florencia viajó a Londres para un intercambio escolar, no se imaginó que iba a encontrarse con una parte de la historia de aquella contienda bélica que dejó marcada a una joven generación argentina.

Alojada en Kent, un pueblo al sureste de Londres, una noche después de la cena el padre de la familia que la albergó, Martin Bradford, le comentó a la joven que había pertenecido a Royal Marines (infantes de marina del Reino Unido) y que había estado en la Guerra de Malvinas.

"En un momento de la charla, Martin se dirigió a su biblioteca y trajo un cuaderno Laprida y me lo entrega con la condición de que encuentre a su dueño", cuenta Florencia a LM Neuquén.

El cuaderno lo había encontrado Bradford muy cerca del lugar donde esta fuerza británica de operaciones anfibias había desembarcado tras la rendición argentina el 14 de junio de 1982. "Me dijo que lo encontró tirado cerca del puerto aéreo", en la misma zona donde aquel joven combatiente Gustavo Vera esperaba junto a otros miles el regreso al continente.

Al volver de Londres, Florencia inició la intensa tarea de hallar a Barri, pero sin éxito. Entonces, decidió contactarse con veteranos de diversas localidades. "Los veteranos de Quilmes me dijeron que una de las personas citadas en el cuaderno vivía en Neuquén. Me pasaron el celular de Gustavo y un día lo llamé. Al marcar su número me temblaba la mano, tenía miedo de cómo podía reaccionar. Hablé con él y me di cuenta de que era una persona cálida y noble, y quedé en viajar a Neuquén para darle el cuaderno", relató la joven, quien el sábado participará del acto por el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas en el Cenotafio del Parque Central.

"Encontrarme con este cuaderno es revivir esos difíciles momentos que pasé, incluso las broncas por aquellas sanciones que nos ponía Barri", cuenta Vera, quien llegó a Malvinas el 7 de abril de 1982.

Para Florencia, la entrega del cuaderno "es como seguir el legado de los excombatientes por más que no hayamos vivido esa experiencia traumática". Por eso sostiene que es importante que la juventud "siga apoyando a estas personas que fueron a una guerra con la edad que hoy tenemos nosotros". Y afirma: "La sociedad argentina estuvo mal en no recibir a los soldados cuando volvieron".

Huellas

Una pisada en el campo de batalla

"Demuestra falta de atención dejando bombardear a dos aviones Sea Harrier sin abrir fuego con su pieza demostrando negligencia. 10 días de arresto", dice una de las entradas referidas a Gustavo Vera del cuaderno que hasta tiene la huella de una pisada de un borceguí. "Los Sea Harrier pasaban a 20 mil metros de altura, cómo le iba a tirar", dice Vera con una sonrisa.

sábado, 18 de junio de 2016

Acuerdo para identificar a soldados NN

Malvinas: hay un principio de acuerdo para identificar a los soldados NN
Con el aval de la Argentina y el Reino Unido, una misión de la Cruz Roja iría a fin de mes al cementerio de Darwin para evaluar las tareas a realizar; de las 230 tumbas, hay 123 que no pudieron ser identificadas
Nicolás Balinotti - LA NACION



Con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) como mediador, la Argentina y el Reino Unido llegaron a un principio de acuerdo para que un grupo de expertos avance en el corto plazo en el proceso de identificación forense de los soldados argentinos sin nombre (NN) que están sepultados en el cementerio de Darwin, en las islas Malvinas. Así lo reconoció hoy a LA NACION una alta fuente oficial que sigue de cerca la negociación entre Buenos Aires y Londres.

"Antes de fin de mes, el Comité Internacional de la Cruz Roja enviará una misión para evaluar los trabajos a realizar. El gobierno argentino, por un lado, y el Reino Unido, por el otro, autorizaron la misión, que tiene fines estrictamente humanitarios. La Argentina reafirma su derecho de soberanía", informó el funcionario argentino.

Desde su llegada a la Cancillería, Susana Malcorra privilegió esta misión para identificar a los soldados NN que combatieron en la guerra de 1982. Luis Fondebrider, presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense, participaría del reconocimiento de los cuerpos.

El cementerio de Darwin está situado a casi 90 kilómetros de Puerto Argentino. Entre praderas y colinas, hay 230 cruces de madera custodiadas por una más grande que sobresale en una geografía patagónica. Es un enorme territorio sin nada alrededor. De las 230 tumbas, 123 no pudieron ser identificadas.

El año pasado, durante la gestión kirchnerista, el gobierno de Malvinas exigió participar en la identificación de los soldados NN. Con este principio de acuerdo entre el Reino Unido y la Argentina, y con la Cruz Roja como mediador, se descarta que los isleños aceptarían este paso adelante, asumieron fuentes oficiales.

jueves, 16 de junio de 2016

Mayor Maiorano: El defensor antiaéreo de Puerto Argentino

La historia del héroe rosarino que lideró la defensa antiaérea de Puerto Argentino
La Capital

Hugo Maiorano tiene hoy 74 años y recuerda el conflicto bélico 34 años después. Valora la camaradería de sus hombres y admite que nunca se planteó regresar a las islas Malvinas.



Reflexivo. Maiorano comandó un grupo de 62 personas, todos regresaron con vida del conflicto.

Una tarde de 1959 Hugo fue al cine Radar a ver una película de acción. Tenía 17 años, terminaba el secundario en el Nacional 1 y su padre soñaba que comenzara una carrera universitaria. Pero él sabía que, como empleado de comercio, su papá no iba a poder costear la educación superior de tres hijos y, tal vez por eso, esa misma tarde comenzó a delinear otro futuro. Cuando terminó la película, dos oficiales de la Fuerza Aérea hablaron al público y ofrecieron, a quien quisiera, formarse en la Escuela de Aviación Militar de Córdoba de manera gratuita. En 1982, con 40 años, Hugo ya era el Mayor Maiorano, especialista en "defensa antiaérea". Cuando se tomaron las islas Malvinas, una unidad a su cargo fue asignada a ese territorio. "Usted se queda, Maiorano", le dijeron sus superiores. Pero el 5 de abril él estaba en Puerto Argentino, en la costa este de la isla Soledad, organizando la defensa por pedido propio.

"Eramos un grupo de gente que trataba de sobrevivir. No estaba el hombre riguroso que daba las órdenes a los soldados. Tratábamos de alentarnos unos a otros y taparnos el miedo. Porque el miedo existe. El que diga que no lo tuvo está mintiendo", recuerda Hugo, quien tras la guerra estuvo prisionero de los ingleses por un mes y ahora, con 74 años, dice no haberse planteado nunca regresar a Malvinas. "Para mí es un recuerdo doloroso".

El 2 de abril de 1982 —casi 150 años después de la ocupación británica de 1833— las fuerzas militares argentinas desembarcaron en las islas Malvinas. Poco tiempo antes Hugo Maiorano había sido asignado a la base aérea de Mar del Plata y allí le dijeron que una de las tres unidades a su cargo iría a Puerto Argentino (o Stanley, según la denominación británica), el principal puerto y la única ciudad de las islas Malvinas. En ese lugar había una pista de aterrizaje de mil metros de largo, un hangar y una torre de control. Era el único medio de contacto con el continente que serviría para la evacuación de heridos y el aprovisionamiento de alimentos y medios logísticos. Su misión era defenderlo.

"Los 62 hombres que integraban ese grupo que yo conducía volvieron vivos". Ese es uno de los mayores orgullos del Maiorano que volvió de la guerra. El mismo que, cuando el 14 de junio de 1982 las fuerzas argentinas capitularon ante las tropas inglesas, quedó detenido por el ejército inglés junto a otros oficiales. Y el que se sintió abandonado por el gobierno argentino —la dictadura cívico-militar que en ese momento estaba en manos de Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo y Jorge Isaac Anaya— que decidió no formalizar la rendición ni negociar la repatriación de los presos. "Estaban especulando con los prisioneros de guerra. No se preocuparon en lo más mínimo por irnos a buscar", dijo.

El primer ataque que sufrió la unidad dirigida por Maiorano fue el 1º de mayo de 1982. "Primero nos bombardearon dos aviones Vulcan que descargaron 21 bombas de 500 kilos. Les podríamos haber tirado, pero teníamos miedo de que fuera un avión propio", recordó. El objetivo del ataque había sido destruir la pista de aterrizaje en manos de Argentina, pero no lo consiguieron. "A las 8 vinieron con aviones Harrier, que son más chicos. Ahí nos dimos el festejo, porque nuestra capacidad era para aviones que atacan a baja altura".

Entre las bombas. Las diez semanas que transcurrieron desde el desembarco de la unidad hasta el regreso de los soldados tras el cese de hostilidades se sucedieron entre bombardeos, guarecidos en refugios subterráneos que elaboraron durante los primeros días en la isla. "La cosa se ponía cada vez peor. Teníamos mucha desventaja. Ellos tenían misiles y nosotros cañones. Además contaban con misiles antirradares, que localizaban los radares con los que nosotros pretendíamos rastrearlos a ellos y los hacían volar. Con su tecnología veían tanto de día como de noche con anteojos de visión nocturna. Nosotros teníamos uno cada 20 personas", detalló Maiorano. "El 14 de junio a mí me dijeron que se había terminado la guerra y, la verdad, estaba un poquito contento de que se hubiera acabado todo", confesó.

Pero ese no sería el fin de su estadía en Malvinas. Pasó otro mes hasta que se reunió con su mujer y sus tres hijas. "Se dieron cuenta de que yo era un cuadro y no me dejaron subir al barco que devolvía a los soldados al continente. Me llevaron hasta un frigorífico abandonado donde me reencontré con algunos compañeros", entre ellos el capitán Ugarte, a quien Maiorano había enviado tiempo atrás en una misión y, como nunca había regresado, lo dieron por muerto: había sido capturado por los ingleses. "Es muy fuerte enfrentarte a una emoción así", admitió.

Tras Malvinas, volvió a Rosario y fue subdirector del Liceo Aeronáutico Militar por seis años. Luego se desempeñó como agregado aeronáutico en Washington, fue jefe de la base aérea militar de Mar del Plata y, ya jubilado, se hizo cargo de la obra social de la Fuerza Aérea en Rosario.

En los 34 años que lo separan de Malvinas, nunca se planteó volver. "Hay muchos que lo hicieron. Yo no quiero. Tengo un mal recuerdo de lo que viví. Uno doloroso", admitió.

martes, 14 de junio de 2016

13 de Junio: Tumbledown

Tumbledown




El 13 de junio, la lucha no era ni naval ni aérea: era por tierra. El 2do Batallón de Guardias Escoceses asumió la misión de tomar el monte Tumbledown junto al Primer Batallón de Fusileros “Gurkas”, el cual no participó del combate ya que rodeó el monte en dirección a Sapper Hill como parte de la estrategia británica de rodear y capturar las alturas que circundan Puerto Argentino para obligar la capitulación.
En la noche del 13, los escoceses lanzaron el ataque sobre Tumbledown donde se toparon con una resistencia feroz y violentísima del Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) conformado en un setenta y cinco por ciento por conscriptos. En total, eran 800 marinos y 200 del Ejército, entre estos últimos había hombres de los regimientos de Infantería 4 y Mecanizado 7 y de la Compañía de Ingenieros Mecanizada 10, que se habían replegado junto a los del Regimiento de Infantería Mecanizado 6 desde Monte Dos Hermanas.

A continuación, les compartimos un testimonio del coronel "VGM" Augusto Esteban Vilgré Lamadrid

Ejército Argentino

domingo, 12 de junio de 2016

FAA: Inventario histórico de A-4 Skyhawk

Las adquisiciones de la FAA del A-4 Skyhawk

1966: Argentina A-4B Skyhawk (Denominación Douglas A-4P).
1966 - 1996: Douglas A-4C Skyhawk.
1994: A-4AR (USMC equivalente A-4M) Fightinghawk.
199.. : OA-4AR (equivalente USMC OA-4M) Fightinghawk.
Los aviones fueron distribuidos entre las unidades con la utilización de un sistema de asignación tipo Poule.

Compras de A/C: En 1965, la Argentina compró 50 A-4B Skyhawk excedentes de Marina de los EE.UU. para la Fuerza Aérea Argentina (FAA).
Después las aeronaves fueron modificadas en las instalaciones de Douglas en Tulsa, OK, se redesignó A-4P "Caza" (Hunter), de Douglas. Veinticinco A-4B/A-4Ps fueron entregados a la FAA en 1966 y otro 25 (A-4B/A-4P) fueron entregados en 1970. La Argentina también compró cuatro A-4B (BuNos 144894, 144932, 145017, 145053 y) de la FAA no operacionales utilizándolos como fuentes de piezas de repuesto. Los aviadores argentinos simplemente los llamaron "Bravos".


 
A-4B Skyhawk 



En 1975, Argentina compró otros 25 A-4C Skyhawk de la FAA.
A-4B FAA números de serie = USN BuNos
C-201 = 142 799, C-202 = 142 171, C-203 = 142 421, C-204 = 142 136,
C-205 = 142 694, C-206 = 142 762, C-207 = 142 688, C-208 = 142 139,
C-209 = 142 684, C-210 = 142 128, C-211 = 142701, C-212 = 142 773,
C-213 = 142 129, C-214 = 142 109, C-215 = 142 102, C-216 = 142 098,
C-217 = 142 747, C-218 = 142 099, C-219 = 142 416, C-220 = 142.796;
C-221 = 142 108, C-222 = 142 752, C-223 = 142 110, C-224 = 142 119,
C-225 = 142 803, C-226 = 142 090, C-227 = 142 104, C-228 = 142 728,
C-229 = 142 734, C-230 = 142 736, C-231 = 142 748, C-232 = 142.749;
C-233 = 142 757, C-234 = 142 760, C-235 = 142 765, C-236 = 142.784;
C-237 = 142 788, C-238 = 142 830, C-239 = 142 838, C-240 = 142.855;
C-241 = 142 859, C-242 = 142 862, C-243 = 142 866, C-244 = 142.883;
C-245 = 142 893, C-246 = 142.901; C-247 = 142 902, C-248 = 142.910;
C-249 = 142 911, C-250 = 142 914.

Las pérdidas conocidas:
Varias bajas (aprox. 20) antes de la Guerra de 1982, el C-205 perdió en EE.UU. el 10 de Nov de 1967.
10 perdidos durante la guerra 1982
C-204: Capitán Danilo Rubén Bolzan (KIA), 08 de junio 1982
C-206: Primer Teniente Mario Víctor Nivoli (KIA), 12 de mayo 1982
C-208: Primer Teniente Jorge Rubén Ibarlucea (KIA), 12 de mayo 1982
C-215: Teniente Velasco (recuperado) 27 de mayo 1982
C-226: Primer Teniente Juan José Arraras (KIA), 08 de junio 1982
C-228: Teniente Alfredo Jorge Alberto Vázquez (KIA), 08 de junio 1982
C-242: Capitán Luciano Gudagnini (KIA> 23 de mayo 1982
C-244: Mayor Hugo Angel Palaver (KIA), 25 de mayo 1982
C-246: Capitán Manuel Oscar Bustos (KIA), 12 de mayo 1982
C-248: Capitán Fausto Gavazzi (KIA> 12 de mayo 1982


 
A-4C Skyhawk 



4 perdieron después de la guerra de 1982. Uno el 12 NOV 1982, C-235 de 13 de julio 1983, C-234 de 31 de octubre 1984, y uno de 19 de noviembre 1984
6 en la exhibición en la Argentina son C-212, C 222, C 231, C-232, C 233, C-240
C-232 - 142749 BuNo
Grupo Técnico 5to, Gp, San Luis, Argentina

A-4C FAA números de serie = USN BuNos
C-301 = 147 714, C-302 = 148 438, C-303 = 149 526, C-304 = 149 618,
C-305 = 148 562, C-306 = 148 435, C-307 = 148 452, C-308 = 148 612,
C-309 = 147 747, C-310 = 148 450, C-311 = 148 517, C-312 = 147 765,
C-313 = 150 595, C-314 = 149 564, C-315 = 148.531, C-316 = 147 806,
C-317 = 147 830, C-318 = 148 556, C-319 = 148 533, C-320 = 149 642,
C-321 = 147,741, C-322 = 149 514, C-323 = 148 467, C-324 = 148 559,
C-325 = 149 585

Las pérdidas conocidas:
Uno probable, seis perdidos antes de la guerra de 1982.
Nueve perdidos durante la guerra de 1982.
C-301: Capitán José Daniel Vázquez (KIA), 30 de mayo 1982
C-303: Primer Teniente Jorge Ricardo Farias (KIA), 09 de mayo 1982
C-304: Mayor Jorge Osvaldo García (KIA), 25 de mayo 1982
C-305: Primer Teniente Jorge Alberto Bono (KIA), 24 de mayo 1982
C-309: Primer Teniente Néstor Edgardo López (KIA), 21 de mayo 1982
C-310: Capitán Omar Jesús Castillo (KIA) 30 de mayo de 1982
C-313: Primer Teniente Jorge Eduardo Casco (KIA), 09 de mayo 1982
C-319: Teniente Tom Lucero (recuperados) 25 de mayo 1982
C-325: Capitán Daniel Fernando Manzotti (KIA), 21 de mayo 1982
03 en la exhibición en la Argentina son C-302, C-314, C322

En 1994, la Argentina compró 36 A-4M Skyhawk excedentes, para incluir reformas del motor, cableado, y las actualizaciones de aviónica. La entrega de los aviones reformados, redesignados A-4AR Fightinghawks, comenzaron en 1997.

A-4AR FAA (A-4M) BuNos
C-905 = 159 472, C-906 = 158 161, C-907 = 158 167, C-908 = 158 178
C-909 = 158 419, C-910 = 158 193, C-911 = 158 429, C-912 = 159471
C-913 = 159 493, C-914 = 159 778, C-915 = 159 780, C-916 = 160 029
C-917 = 158 165, C-918 = 158 423, C-919 = 158 171, C-920 = 158 426
C-921 = 159 475, C-922 = 160 045, C-923 = 159 470, C-924 = 160 025
C-925 = 158 413, C-926 = 160 032, C-927 = 160 035, C-928 = 160 039
C-929 = 160 040, C-930 = 160 042, C-931 = 160 043, C-932 = 159 478
C-933 = 159 483, C-934 = 159 486, C-935 = 159 487, C-936 = 159 783
C-937 = 154 173 (ex A-4F; no operacional)


 
A-4AR Fightinghawk


Entregas después de la modernización en Palmdale, California, EE.UU.:
A-4AR - C-906-158161 - 18 de diciembre de 1987 - I Brigada Aérea
Transferido a la V Brigada Aérea (Villa Reynolds, San Luis)
A-4AR - C-908 hasta 158178 - 18 de diciembre de 1987 - I Brigada Aérea
Transferido a la V Brigada Aérea (Villa Reynolds, San Luis)
A-4AR - C-917 a 158.165 - 18 de diciembre de 1987 - I Brigada Aérea
Transferido a la V Brigada Aérea (Villa Reynolds, San Luis)
A-4AR - C-918 a 158423 - 18 de diciembre de 1987 - I Brigada Aérea
Transferido a la V Brigada Aérea (Villa Reynolds, San Luis)

A-4AR - C-920-158426 - Marzo 1999
A-4AR - C-919 a 158171 - Marzo 1999
A-4AR - C-923 a 159470 - Marzo 1999
A-4AR - C-936 a 159783 - Marzo 1999

Las pérdidas conocidas:
C-906 a 158.161 - 06 de julio 2005
Cerca de Daract, San Luis - Perdido, en un vuelo de entrenamiento
Piloto 1er Tte. Flores Martin pereció
C-936 a 159.783 - 24 de agosto 2005
Durante un vuelo de mantenimiento - piloto rescatado

TA-4AR FAA (TA-4J) BuNos

C-901 = 154 328
C-902 = 153,531
C-903 = 154651
C-904 = 154 294


 
OA-4AR Fightinghawk
 

Entregas después de la modernización en Palmdale, California, EE.UU.:

OA-4AR - C-903-154651 - 18 de diciembre de 1987 - I Brigada Aérea
Transferido a la V Brigada Aérea (Villa Reynolds, San Luis)

Fuente

viernes, 10 de junio de 2016

FAA: El ataque de los A-4s en San Carlos



Guerra de las Malvinas: Los locos ataques a bajo nivel de los A-4 Skyhawk argentinos

Por David Cenciotti - The Aviationist
En su 30 aniversario, la Guerra de las Malvinas (Falkland para los argentinos) ofrece varios "estudios de casos" interesantes: ataques de largo alcance, atrevidas misiones de combate y ataque de locura baja altitud se ejecuta.

Para asegurarse de que los ataques de bajo nivel, llevadas a cabo por los argentinos A-4 que tratan de escapar de patrullas de combate aéreo del Sea Harrier siguen siendo una de las características distintivas de la guerra en el sur del Océano Atlántico.

En este vídeo, se puede ver algunos de los repetidos ataques aéreos por aviones de bajo vuelo argentinos durante el desembarco anfibio en las playas cerca de San Carlos.

En la era de los misiles stand-off, PGM y cazas furtivos, tales escenas son un poco anacrónicas. Pero interesantes.


jueves, 9 de junio de 2016

La Guerra de los Submarinos

Guerra de Malvinas: La batalla de los submarinos
Palhiue Digital




Las Marinas modernas del mundo fortalecen su sistema subacuático para defensa y protección de sus territorios. Nuestro país, lamentablemente se quedó en el tiempo y tardará mucho tiempo en recuperarse.

Mar del Plata, era el otoño de 1982, turistas buscando cocinas en el puerto y café con tortas en el Torreón del Monje o excursiones a la Sierra de los Padres tratando de llegar a la “Gruta de los Pañuelos”, para venerar a la virgen agradeciendo promesas cumplidas.

Nadie imaginaba que lejos de allí, en las profundidades del mar austral tendría lugar un capítulo de la guerra submarina con Gran Bretaña. Los argentinos, estuvimos cerca de comprometer el desarrollo de la operación inglesa en el Atlántico Sur. Pero la precariedad instrumental nos jugó en contra.

La Base de Submarinos está en “Cabo Corrientes”, donde el 30 de octubre de 1826 el almirante Guillermo Brown reunió a su escuadra y navegó junto a Tomás Espora y Leonardo Rosales, hacia el Río Uruguay y frente a la Isla del Juncal el 8 de febrero de 1827 venció a los brasileños.

Nuestra Fuerza de Submarinos” (COFUERSUB) a fines de la década del setenta estaba integrada por cuatro unidades, dos de origen norteamericano, el “Santa Fe”, clase Guppy II y el “Santiago del Estero”, clase Guppy I y dos más de origen alemán, el “Salta” y el “San Luis”.

Con la llegada de los Guppy en 1971, nuestro país dio un paso fundamental en el fortalecimiento de su fuerza. Por primera vez se contó con submarinos y no sumergibles, se incorporó el snorkel, que es básicamente un tubo que permite tomar aire de la superficie para así poder conectar los motores diesel bajo el agua y recargar las baterías sin salir a la vulnerabilidad de la superficie.

Estos buques fueron el paso intermedio entre el submarino diesel eléctrico convencional y el nuclear. Este sistema lejos de ser “chatarra” como muchos lo quisieron calificar estaba en servicio en la mayoría de las armadas del mundo, empezando por los EE.UU y siguiendo por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y tenían capacidad para el trasporte de tropas, tubos lanzatorpedos en proa y popa, torpedos convencionales de corrida recta y buscadores, un sistema muy ingenioso llamado “Prairie Masker” que enmascaraba el ruido del buque fundamentalmente cuando se utilizaba propulsión diesel y carga de baterías al mismo tiempo y sobre todo una cadena logística de repuestos muy sencilla con motores General Motors de 12 cilindros en línea.

Si bien se montaron sobre cascos de submarinos de la clase “Balao”, se les introdujo toda la tecnología que le habían copiado a los U alemanes, eran unos verdaderos fierros irrompibles confiables y seguros.

Los ataques por sorpresa, por ejemplo del submarino “Conqueror” al Crucero “Belgrano” se hacen siempre a plano de periscopio, buscando confirmación del blanco y con frecuencia la maniobra de recuperación del peso perdido no es lo suficientemente rápida y ocasiona el afloramiento de la proa del sumergible, con el consiguiente peligro de ser visto por los destructores de escolta. La respuesta antisubmarina quedaría en principio a cargo de los sumergibles “San Luis” y “Salta”, incorporados ocho años antes del enfrentamiento con el Reino Unido.

El “Salta”, estaba en reparaciones y salio de las mismas con problemas, que para nada fueron mayores que los del “Santa Fe” y el “San Luis”. Su comandante adujo que se había comprobado una inusual generación de ruido, circunstancia que lo hacía fácilmente detectable a los sonares enemigos. La Armada aceptó la especie y lamentablemente lo desafecto del operativo. Con su actuación, otro habría sido el resultado de la batalla subacuática.

De esta manera, sólo quedaron a flote el “San Luis”, y el veterano, “Santa Fe”, para enfrentarse con la poderosa flota británica. El “San Luis”, construido en 1969 en el Astillero Howaldtswerke – Deutsche Werft de Alemania, y se incorporó a la Fuerza en 1974, y por su actuación en la Guerra de Malvinas, fue distinguido con la medalla al “Valor en Combate”, ya que logró burlar el bloqueo de la flota británica.

El “Santa Fe”, de origen americano, sirvió en la Armada Argentina entre 1971 y 1982. Pertenecía a la Clase Balao y había estado en la marina estadounidenense entre 1945 y 1971.

No es cierto que el “Santa Fe”, estaba por ser radiado del servicio activo y su misión de “transportar de tropas”, la cumplió con creces. Si bien el desempeño del “San Luis” fue más lucido, la tarea del “Santa Fe” fue más épica y desigual en comparación con los medios que enfrento del enemigo, al punto que capturado por fuerzas británicas en las costas de las Islas Georgias del Sur.

Luego de la Guerra, a principios de 1985, cuando era remolcado hacia el Reino Unido como “trofeo de guerra”, resultó hundido en medio de un violento temporal. El “Santa Fe” estuvo en combate desde el primer día de la guerra, condujo Comandos Anfibios y Buzos tácticos para el Operativo “Virgen del Rosario”.

Después, la nave regresó a Mar del Plata y retornó con más tropa a las Georgias del Sur. Allí es atacado con bombas de profundidad y misiles lanzados desde un helicóptero enemigo, había fragatas y un submarino nuclear esperándolo. Todos contra el viejo “Santa Fe”. Con el buque escorado, inundado y con varios heridos abordo, se desembarca toda la dotación y se procede a inutilizar el buque destruir las claves e impedir que nada cayera en manos inglesas.

Días después siendo prisionero de guerra muere asesinado el suboficial Félix Artuso. En la vela se encontraban de guardia Feldman y Muraciole, estos tripulantes junto con Ghiglione, Mareco, Macias, Silva y Bustamante se armaron voluntariamente con los fusiles FAL de dotación y comenzaron a repeler el ataque. Esta acción les negó a los helicópteros la vertical del buque y sólo les permitió disparar con sus armas livianas de abordo.

De pronto, una de las naves enemigas lanzó un misil, que debe haber sido un AS-ll o un AS- 12 que impactó y atravezó la vela. El cabo Segundo Alberto Macias, perdió una pierna y es parte de los héroes olvidados como el capitán de fragata Horacio Biscaín, un caballero y su segundo jefe lamentablemente, fallecido de un infarto, el capitán de corbeta Horacio Michelllis.

Un dato interesante: En 1978, la empresa “Varta Argentina”, de la ciudad de Merlo, provincia de Buenos Aires, con el asesoramiento naval reprodujo una batería del glorioso “Santa Fe” y se llevó a cabo su reposición en los diques de Puerto Belgrano. Se seccionó y se soldó el casco con mayor calidad y resistencia que el que poseían los submarinos americanos y sin aplicar restricciones al plano de profundidad. Conclusión no solo se reparó el “Santa Fe”, sino que se obtuvo una licitación internacional y se reparó al submarino Venezolano “Picua”. Esta situación no fue para nada digerida por los norteamericanos, que empezaron a presionar a nuestro país por todos lados.

El “Santa Fe” zarpó el 27 de marzo de 1982 y trasladaba a trece buzos tácticos. Cumplió con su misión de desembarco en Malvinas y fue de los primeros en llegar. Los Comandos debían capturar el Faro “San Felipe” en cabo Pembroke, en Malvinas y demarcar la playa para el desembarco de los vehículos anfibios.

La Fuerza de Submarinos tenía la tarea de destruir a los buques enemigos. Técnicamente estas naves, cuentan con tanques de inmersión, a ambos lados del casco que una vez inundados le dan el peso necesario para poder subir y bajar o navegar entre dos aguas.

El 12 de abril, el “San Luis” navegaba hacia el norte de las islas, pero fuera de la Zona de Exclusión y el “Santa Fe” se alistaba para una patrulla de sesenta días.

Su sistema de tiro no era computarizado pero si efectivo. Al ser hundido tenía abordo 10 torpedos Mk 14 y 3 Mk 37 de proximidad. Su distancia de lanzamiento no estaba condicionada a 2000 yardas. En ese momento llevaba a bordo once infantes de refuerzo, provisiones, armas y municiones. Además, transportaba a veinte soldados para reforzar la guarnición en Georgias del Sur.

Los portaaviones “Hermes” e “Invencible”, entraron en alerta, debido al avistamiento de periscopios. Cundió el nerviosismo y el “Santa Fe”, debía atacar la línea de reabastecimiento británica entre Ascensión y Malvinas, pero los helicópteros de la fragata “HMS Antrim” le dispararon un torpedo, cargas de profundidad, misiles y tiros de ametralladoras. Su tripulación respondió con fuego de fusilería. Un misil le atravesó el vertical de forma horizontal.

Ya sin posibilidades de acción, los tripulantes del submarino abrieron disimuladamente válvulas y escotillas de la nave, provocando su hundimiento. El “Santa Fe”, manteniendo su gloria, quedó inutilizable.

Los hechos impactaron en las autoridades de la Armada. El “Santiago del Estero”, una virtual chatarra, fue secretamente sacado a remolque de la Base de Mar del Plata y trasladado hacia Puerto Belgrano. La maniobra buscaba confundir a la Inteligencia británica, que lo creería en operaciones. Y, efectivamente, aunque el viejo submarino no podía moverse, los británicos creyeron que estaba operando en patrulla en alta mar, lo cual los obligó a mantener constante vigilancia y desvío de recursos.

La Guerra Antisubmarina es fundamentalmente una contramedida, una reacción planeada y deliberada. La ventaja más importante del submarino sobre el buque de superficie en su capacidad para eludir la detección. Esta capacidad por si sola es tan importante, especialmente en la era de los radares, aviones patrulleros y satélites, muchos expertos piensan que el submarino es un arma dominante en cualquier conflicto.

Pero la pérdida del “Santa Fe” dejó una sola una unidad operativa: el “San Luis”, que el 29 de abril recibió la noticia de que se habían modificado las reglas de enfrentamiento. Quedaba autorizado a disparar libremente sus torpedos en las zonas de patrulla al norte de las Islas.

Realizó una campaña de 40 días, llevó a cabo tres ataques al enemigo, no obstante haber operado con solo tres de sus cuatro motores diesel y haber tenido la computadora del sistema de armas fuera de servicio. Su capacidad de lanzamiento de torpedos era limitada a las condiciones de emergencia. El 1 de mayo lanzó un proyectil SST- 4 sobre un blanco a distancia, clasificado como un destructor o una fragata y sin poder apreciar su efecto. A continuación fue hostigado casi un día entero por buques y helicópteros, por lo que debió asentarse en el lecho del mar para evitar sufrir consecuencias.

El ocho de mayo efectuó un nuevo ataque sobre un blanco apreciado como submarino, con fuerte explosión en el azimut del lanzamiento, sin poder dilucidar los efectos. Finalmente el 10 de mayo efectúa un tercer ataque con dos SST-4 sobre un blanco, también clasificado como destructor o fragata, pero sin sufrir un posterior contraataque. El 11 de mayo recibió la orden de regreso a su base de operaciones, que cumplió sin novedad. El 19 de mayo ingresó a la Base Naval de Puerto Belgrano, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión.

Veinticinco años después de la guerra, Sir Tim McClement, desveló la “contribución vital” que hicieron esos submarinos en la victoria contra Argentina.

Esa misión de los submarinos nunca fue descubierta por Argentina, reveló el alto oficial naval británico, Sir Tim McClement, segundo en el mando del “HMS Conqueror”, el mismo que hundió al crucero General Belgrano. Reconocen intento de incursionar en territorio nacional para destruir la base de aviones de Río Grande. McClement escribió un artículo con esa información para una publicación especial de la Marina Real, titulada “Royal Navy, A Global Force.

El militar afirma que los cinco submarinos nucleares estaban alineados, sumergidos, a orillas del límite territorial de 12 millas de Argentina, para dar la alerta de ataques aéreos lanzados contra las fuerzas británicas.

Los submarinos podían captar los lanzamientos de Skyhawks y otros aparatos aéreos de la base principal en Río Grande, señalando el tipo de aviones y su número y dando así la alerta 45 minutos antes de un ataque, indicó.

La amenaza de los bombarderos argentinos Skyhawk, armados con bombas de 1.500 libras y 2.000 libras, y sus Super Etendarts, con misiles Exocet, planteaban el mayor peligro para la marina británica, principalmente porque la Royal Navy carecía de sistemas apropiados de advertencia temprana.

Los dos buques portaviones de la Royal Navy, el “HMS Invincible” y el “HMS Hermes”, estaban al este de las islas y fuera de alcance de los bombarderos argentinos, había buques de guerra que estaban más cerca de Argentina y que eran altamente vulnerables, señaló.

Las tropas británicas que aterrizaban en las islas eran vulnerables a los ataques de los bombarderos, notó el militar.

La presencia de los cinco submarinos nucleares, “HMS Conqueror”, “HMS Splendid”, “HMS Spartan”, “HMS Courageous” y “HMS Valiant” y uno convencional, el “HMS Onyx”, fue la solución, tras el fracaso de un plan para atacar una de las principales bases aéreas de Argentina y destruir los Skyhawks.

Después de que abortó ese plan secreto, un grupo de soldados británicos tuvo que refugiarse en Chile. McClement, señaló que al comienzo del conflicto, una mayoría de esos submarinos estaban comprometidos en otras misiones.

El “HMS Conqueror” estaba siguiendo al crucero argentino “General Belgrano”, contra el que disparó ocho torpedos, el 2 de mayo, hundiendo al barco y causando la muerte de 323 hombres.

Los “HMS Splendid” y “HMS Spartan” estaban buscando al portaviones “25 de Mayo”, que se sospechaba se preparaba para atacar las fuerzas británicas, y el “HMS Onyx” desarrollaba operaciones ultra secretas de las fuerzas especiales, precisó.

Sin embargo, los cinco submarinos nucleares tomaron posición en el límite de 12 millas de Argentina para dar la alerta, lo que permitió la destrucción de varios bombarderos argentinos y obligó a otros a regresar a sus bases, lo que fue clave para la derrota de las fuerzas argentinas, concluyó el vicealmirante.

Nadie duda de Gran Bretaña y Estados Unidos para encarar acciones militares. En la Guerra de Malvinas Margaret Thatcher estuvo dispuesta a usar armas nucleares contra el territorio argentino, según reveló en un libro sobre el ex presidente francés Francois Mitterrand.

La intención de Thatcher de usar cargas nucleares para definir la guerra, fue abortada por la decisión de Mitterrand de colaborar con la “Dama de Hierro” y proporcionarle información sobre las armas que Francia le había vendido a Argentina. Es decir, se estuvo muy cerca de la locura.

Con el arma Submarina, cualquier país en serio, crea situaciones muy favorables, para que la fuerza de superficie o los componentes aéreos puedan realizar misiones con mayor éxito. “Los oídos debajo del mar”, alcanzan a detectar 60 – 70 u 80 veces más lejos de lo que pueden hacer los ojos del vigía de un buque y aún las ondas del radar, desarrollando así una labor importante de disuasión.

Material de consulta y fuentes: Archivos personales. Relatos del Capitán de Corbeta, Horacio Bicain, comandante del submarino “Santa Fe” en 1982.

Poder Naval. Revisión de un artículo del colega Alberto Amato, diario ”Clarín”. Nota periodística al actual Almirante Alejandro Maegli, durante el conflicto oficial subalterno del “San Luis”. Grupo de Investigaciones de Defensa. Publicación: “Submarinos de la Armada Argentina (1933-2000)” – Ricardo Burzaco – Eugenio B Ediciones. Libro: “Submarinos Argentinos” por Martín Ignacio Otero. Comunidad Submarinística Latinoamericana. Artículo Submarinos y Recursos. Submarinos nucleares en primera línea de la defensa británica en Malvinas. AFP, Londres, Reino Unido. Asesoramiento, Capitán de Fragata (RE) Osvaldo Goñi.

martes, 7 de junio de 2016

Pipi Sánchez recuerda el raid sobre Bahía Agradable

Pipi Sanchez recuerda el 8 de Junio

El 7 de junio, sabíamos que al otro día, íbamos a operar los dos Escuadrones A4 B en forma conjunta contra el desembarco inglés en Bahía Agradable. Ese día disfrutamos cada minuto, como lo hacíamos siempre. Todos juntos, haciéndonos bromas, tratando de divertirnos y no pensar en el mañana.
El 8 por la mañana, se encontraban listas, dos escuadrillas de tres aviones por Escuadrón. Temprano dieron la orden de partida, pero sólo a los aviones del primer Escuadrón y nos dejaron en espera al resto, hasta tener resultados del primer ataque.
Todos los pilotos que quedamos en tierra (incluidos nuestros jefes), insistimos para salir juntos para no perder el factor de la sorpresa inicial; pero la orden fue mantenernos en espera.
A las 15 hs. aproximadamente, nos asignaron los blancos y ordenaron el despegue. De los seis aviones, dos volvieron por fallas técnicas; por lo cual formamos una sola escuadrilla de cuatro aviones A4 B. A pesar de la desventaja de no contar con el factor sorpresa, de las terribles condiciones climáticas reinante en la zona de operaciones para llegar al blanco y la información que nuestros "hermanos" le pasaban al enemigo, fuimos a cumplir con nuestras obligaciones.
Rindo mi homenaje y reconocimiento a los queridos "Ruso" Bolzan, "Turco" Arraras y Jorge Vázquez. Cayeron peleando como leones contra el enemigo, haciéndoles pagar caro la osadía. Pocas veces vi tremendo coraje y valor para enfrentar todas las defensas que el enemigo tenía disponible en ese momento. Serán siempre ejemplo para nosotros de lo que significa el compromiso con la patria, de defenderla aún a costa de la propia vida. No hay día que nos olvidemos de ustedes y los extrañaremos siempre! Nunca pedimos tregua... ni le dimos tregua al enemigo. Tampoco nos rendimos, sino que como soldados profesionales, tuvimos que cumplir la orden de no volar más! Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de haberlos conocido.
El 8 de junio de 1982, es conocido por los ingleses como "el día más negro de la flota".
Gloria a nuestros héroes caídos en combate, por la causa justa que es Malvinas!





Pipi Sanchez

lunes, 6 de junio de 2016

El bautismo de fuego del 3 de Oro

EL 3 DE ORO ENTRÓ EN COMBATE
Por el Tcnl (R) VGM Víctor Hugo Rodríguez *


El contraataque del 3 de Oro.


13 de Junio de 1982, 22:00 hs, cerro Tumbledown mirando al valle del arroyo de Moody Brook ,a la izquierda el Longdon; enfrente el Regimiento 7 de Infantería de La Plata estaba recibiendo fuego intensivo desde hacía dos días el 11 y el 12 de Junio, era un infierno, estábamos unos cien metros en altura más arriba que ellos y allá a 5 Kms de distancia; día y noche el enemigo inglés no dejaba un centímetro sin castigar con fuego naval, artillería y morteros; estaba claro que preparaba el ataque sobre las alturas del Regimiento, de vez en cuando nos atendían a nosotros como para avisarnos que se vendrían luego hacia el Tumbledown.

Debajo del Longdon el capitán Soloaga, héroe en la guerra que supo trasladar sus valores sanmartinianos a la paz, “se aferraba como una ostra” a las rocas; ellos ya estaban en combate resistiendo el cañoneo infernal al que eran sometidos día y noche; veíamos como espectadores privilegiados y azorados su resistencia, algunas patrullas se desprendían...; pero para sacar sus muertos y depositarlos en una ambulancia abandonada y empantanada en el medio del Valle y volvían al combate! El solo verlos marchar nuevamente a esa ducha de artillería, conmovía.

Eran las 22 hs del 13 de junio, me llama el Capitán Zunino, jefe de la Compañía A Tacuarí del 3 de Oro, un capitanazo de aquellos para tenerlo de jefe en la guerra; nos convoca al Tte. Dobrovevic Jefe del grupo apoyo, al Tte. Mones Ruiz jefe de la 2da sección de tiradores, al Subte. Aristegui jefe de 3ra sección y al suscripto.

“Debemos ir a apoyar al Regimiento 7 que está siendo atacado en aquella altura”.
No conocíamos el terreno sino por las vistas, nunca habíamos hecho un reconocimiento, ya que nuestro arribo era del  día anterior, no estaba previsto nuestro empleo en esa dirección, nos estábamos preparando para sostener nuestra posición contra el ataque que sería al otro día, sobre nuestras posiciones que no eran otras que unas pocas piedras bajas, ya que las palas Tempex que llevamos se rompieron antes de cumplir una semana; eran de aluminio roscado y la presión de la greda las hacía polvo, no teníamos con qué hacer pozos.



Equipo.... manta y paño de carpa terciado, solo tres cargadores.
Infrarrojo... uno solo, el del Capitán.
Radios, ninguna, sin pilas, sin comunicación con el jefe de compañía ni entre nosotros; en Malvinas la infantería de la 1ra guerra, presente.

Sí, porque solo teníamos tres cargadores, entonces ordené llevar munición dentro de medias que uníamos y nos las poníamos sobre el cuello...
Hablamos con Aristegui, era un cadete de 4to año “comisionado  subteniente” para Malvinas, de la misma edad  que sus soldados, no obstante siempre un ejemplo.

“Aristegui, formemos en cadena Ud. a la derecha yo a la izquierda, salgamos cuanto antes del valle, vamos a atravesarlo a paso firme para llegar a las alturas cuanto antes”.

El campo de combate era un infierno, todo rugía, todo era incandescente, el Longdon , el valle, Wirelles Ridge donde estaba el R I 7, Puerto Argentino, el Williams, las trazantes, los lanzacohetes, toda la guerra a pleno, el asalto final a full. Hacha y tiza de los dos lados.

Cruzamos el arroyo donde nos mojamos hasta la cintura, nevaba..., frío... no me acuerdo, la adrenalina a mil calentaba nuestros cuerpos.

De pronto observamos desde el valle, que donde debía estar el Regimiento 7 esperándonos, había ingleses allá arriba que estaban tirando con fuego de fusil y de cohetes sobre los ex cuarteles de los Royal Marines; nada entendíamos, sin comunicaciones solo podíamos resolver sin esperar órdenes de nadie.

“Aristegui, arriba está el enemigo tratemos de sorprenderlo, no siga derecho para no chocar, gire a su derecha y ganémosle la altura” luego de esa conversación de combate el joven oficial camina cinco  metros y me gritan... "¡el subteniente cayó herido en el cuello!". Corrí hasta el lugar y  luego de tocar su cuello ensangrentado escucho que uno de sus hombres le dice... golpeándolo en la mejilla con su palma de la mano... “Vos te portaste muy bien con nosotros pendejo, nosotros te vamos a sacar de acá”  y rápidamente se lo llevaron para abajo.

Hoy es un ejemplar oficial malvinero, el “Nono” Aristegui, que supo ganarse el respeto de sus soldados con solo 19 años, el disparo le atravesó el cuello detrás de la columna vertebral.

El enemigo nos detecta y nos ilumina con bengalas aéreas, todavía estábamos en el valle, con cuarenta hombres de Aristegui y cuarenta  míos; advirtiendo que harían fuego de eficacia mandé el asalto sobre sus posiciones que estaban unos cien metros arriba del cerro, en la alturas de Wirelles Ridge.

Segundos después caía sobre el lugar donde estábamos  antes  una barrera de fuego de artillería de aquellas...

No me entraba en la cabeza que mis hombres iban a contraatacar en el medio de esas bombas que conocimos esa misma noche, explotaban cincuenta  metros arriba de nuestras cabezas y caían las esquirlas con una ducha encendida para destruir todo lo que tocaban.

¡Al asalto!.... ordené; no había opción para llegar arriba y apoyar al R I 7, que alegría, que emoción ver mis soldados y los de Aristegui con todos los suboficiales a la carrera que llegaban arriba, era increíble verlos al “Cata” Carballo mi estafeta veloz, al “Mono” Paz mi radiooperador sin radio, Aumasane, Izaguirre, “Bombón Díaz”, Juan Fernández hoy dirigente de la Federación, todos soldados porteños impulsados por el amor a la Patria pechando desde el valle la pulseada con los ingleses por ése pedazo de tierra malvinera. Y tenían solo 18 años y hambre y frío y sin comunicaciones, pensar que la prensa amarilla los Llamó “chicos de la guerra”; que saben los giles...

Esto dijeron los británicos del 2do Batallón de paracaidistas que actuaron apoyados por dos naves de guerra, dos baterías de artillería, dieciséis morteros de 81 milímetros y 4 tanques livianos que dispararon más de 6000 proyectiles en 48 horas sobre el Regimiento 7 y después sobre nosotros  de ése choque...

“El primer pelotón del Teniente Primero Víctor Hugo Rodríguez entra en acción. Los hombres avanzan por saltos individuales, entre los componentes del segundo pelotón, tratando de encontrar cubiertas donde podían; en su avance abrieron fuego intenso y el pelotón 12 de la Compañía B del Teniente Jonathan Page y los paracaidistas del Batallón 2 no parecían retroceder, la cosa se tornó como en el lejano oeste; cada uno debía arreglarse de manera individual en forma conjunta con los paras”
.
La sección mía no alcanza a girar a la derecha y el extremo izquierdo choca contra el enemigo que se sorprende y comienza a replegarse quedando esa porción del cerro en nuestro poder; estábamos mezclados con ellos y por lo tanto el fuego de artillería y naval británico mermó.

Allí cayó Villegas... un sargento conductor motorista, el mejor jefe de grupo que tenía; quedó seriamente herido por tiro de fusil en el estómago, al caer intentó continuar el combate o al menos tomar su fusil y un preciso disparo le pegó en la mano que se dirigía a su arma en el suelo, un francotirador con mira telescópica nocturna lo vigilaba desde menos de 30 metros

Villegas queda a merced del enemigo del otro lado de unas rocas grandes, sus soldados lo quieren ayudar pero no pueden , el combate es intenso, “el Gorila” pide que le peguen un tiro porque se ve gravemente herido. Pero faltaba  un criollo de ley, el soldado Esteban Tries de 20 años se desnuda el torso, sin armamento y con las manos levantadas se muestra ante los ingleses y con señas informa que buscará a su jefe, qué coraje, que ganas de morir por su jefe, qué entereza moral, cuanto amor...

Hoy Villegas trabaja en mi empresa, dos veces cruzó la cordillera con sus hijos con nuestra Asociación Cultural Sanmartiniana, Cuna de la Bandera de Rosario, www.crucedelosandes.com.ar



A Tries lo llevé dos veces a cruzar los Andes en mula porque el solo hecho de verlo me hace feliz y disfruto de su leal amistad, aparte brinda exposiciones de los combates durante la marcha.

Los ingleses se quedaron en las más cortas distancias ya que las grandes rocas y piedras del cerro permitían esconderse y combatir. Les vimos las espaldas, se replegaron creyendo que era un contraataque importante.

Pero qué hacíamos combatiendo con Ingleses si la orden había sido avanzar para apoyar al 7...
Es que el Jefe del Regimiento 7 informó que se replegaba dos horas antes y a mí ni a Aristegui nadie nos pudo avisar, no solo porque no teníamos radios sino porque nos mandaron cuatro estafetas y ninguno nos pudo localizar en el campo de combate.

La orden que dio el General Jofré, Comandante de la Xma Brigada,  fue de abortar el apoyo al R I 7, nosotros jamás nos enteramos, por eso nos metimos dentro de las fracciones del 2do Batallón de Paracaidistas británicos.

Nuestra compañía pudo recuperar la sección apoyo y la 2da sección, pero la velocidad de  marcha por llegar a las alturas no permitió que nos encontraran.

Por eso cuando subimos combatiendo estábamos solos, sin apoyo de artillería ni de morteros, ni de nadie, es más solamente nuestro Capitán sabía que allí estábamos.
Los ingleses continúan describiendo ese combate de la siguiente manera. “Estábamos en una zona descampada y sin apoyo, parecía como si diez pelotones de fusileros nos estuvieran tirando. Varios conscriptos del Teniente Primero Rodríguez sin ser vistos tomaron posiciones en las rocas donde la compañía "D" perteneciente al Mayor británico Neame había estado anteriormente. Le preguntamos al Mayor, a fin de volver y retomar nuestra posición. Efectuó unos tumbos fuera de la posición sin importarle los proyectiles que caía a su alrededor. (Hugh Mc Manners, "The Scars of the War", pág 186).
“Aún al amanecer la compañía D permanecía bajo presión.”

Continuamos nuestro avance “tratando de encontrar al R I 7” y el enemigo nos iluminaba con sus bengalas y ordenaba fuego de artillería y naval, no nos hizo daño ya que sus proyectiles caían 50 metros a la derecha  pero en distancia, exacto. Las piedras permitían una cobertura importante.

El 7 debe estar por aquí me decía yo mismo y nuestros hombres continuaban el avance, combatiendo y cayendo; así le toca al Juanjo, el Sargento Vallejos, que no pertenecía a mi sección, se me presentó en la salida del otro lado del valle y me dijo... “Perdí mi sección me voy con Ud., tengo mi grupo completo” fue gravemente herido en una pierna, que hoy patrulla sola el valle de Moody Brook, combatió cómo un héroe en el medio de la neblina y la primera nevada del año, lo rescata en un acto heroico su compañero y amigo el Sargento Domínguez, otro soldado del 3 de Oro.

Mi estafeta el Cata Carballo, un soldado de solo 18 años que le saqué al Sargento Villegas, no sin reproches del “Gorila”, por ser el más hábil y rápido, fue el encargado de sacarme una esquirla muy chica que se me incrustó en la mandíbula durante el fuego de artillería inglés. Me dieron Cata, le gritaba mientras pretendía saber qué tenía que me quemaba, al día de hoy todavía debo soportar sus cargadas por mi susto hasta ver que solo fue la esquirla más chica de toda la guerra, la que me pegó en el rostro, hoy es mi orgullo y mi suerte.

El combate continuaba en el mayor de los desórdenes en todas direcciones, con cohetes asediaban a nuestro Grupo de Artillería 4 de Córdoba disparando desde el otro lado de la ría muy cerca nuestro; al frente el enemigo avanzaba con toda la unidad, a la izquierda y al intentar recuperar dos grupos míos recibo fuego de un grupo de tiradores ingleses; ya no cabían dudas, el R I 7 no estaba, encontramos sus morteros 81 milímetros sin afustes.

Estábamos prácticamente rodeados, por derecha, por izquierda y por el frente, solo manteníamos bajo control nuestras espaldas.

De pronto escuchamos el sonido de nuestros cañones de artillería y al segundo el estallido de las municiones cerca nuestro, no sabían que estábamos allí, solo nuestro capitán Zunino, quien ordenó el alto el fuego, hacíamos señales con linternas que jamás podrían ver; los artilleros bajaron los cañones y hacían tiro directo sobre Wirelles Ridge, pensar que dirigía el fuego mi vecino en Báez el Capitán “Turco” Perandone.

Yo no quería que el amanecer nos sorprendiera arriba porque el repliegue sería imposible, ya que no había cubiertas contra las vistas. Llamé a los jefes de grupo y ordené preparar fuego en todas las direcciones a fin de desaferrarnos del enemigo, luego bajamos hacia el río a gran velocidad amparados por la neblina y el incipiente amanecer.

En el puente de Moody Brook me junté con el Capitán Zunino, quien me impuso de la real situación, cuando nosotros subíamos él recibía la orden de replegar todas la secciones.

Así combatió en Malvinas la Compañía "A" “Tacuarí” del Regimiento 3 de Infantería “General Manuel Belgrano”, como dijo el General Don José de San Martín: “en pelota como nuestros paisanos los indios” pero con todo el espíritu de los infantes del glorioso 3 de Oro que comandó el entonces Teniente Coronel David Comini.

Testigos de la fiereza de nuestros soldados, los integrantes del 2do Batallón de Paracaidistas Británicos.

sábado, 4 de junio de 2016

El ataque de los Halcones, en un libro

“Experiencia de Halcón”: los ataques de la Guerra de Malvinas que complicaron a los ingleses
Investigación

Entre mayo y junio de 1982, un grupo de argentinos a bordo de cazabombarderos de 20 años de antigüedad puso en aprietos a las fuerzas británicas. Más allá de la épica, la antropóloga Rosana Guber reconstruyó sus vivencias. 


Cincuenta años de la V Brigada Aérea (1999), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (Foto: E. Martínez) 


Juan Brodersen - Clarín
Nos concentramos en nuestra puntería. El buque protegido por esa pared de doscientos metros de altura (la costa de la Isla Soledad) estaba en mi mira y lancé una de las bombas que serían la causa de su destrucción. Ejercí presión hacia atrás con mi palanca de mandos en viraje ascendente hacia la derecha, tratando de pasar el acantilado. En ese momento percibí un fuerte golpe debajo de mi avión. Había impactado contra una de las antenas de la fragata con uno de los tanques suplementarios de combustible [...]. El cono de cola del tanque se desprendió quedando la antena totalmente doblada.
Primer Teniente Alberto Filippini, sobre el 21 de mayo de 1982, ataque a HMS Argonaut

Entrar a la zona enemiga y "poner la bomba con la mano". Con este eufemismo se refieren hoy algunos de los integrantes de los dos escuadrones que lograron complicar a las fuerzas británicas durante la Guerra de Malvinas en diversos ataques entre mayo y junio de 1982, con 10 embarcaciones afectadas y cuatro buques ingleses hundidos. Lo hicieron a bordo de cazabombarderos A-4B Skyhawk (areonaves monoplaza, subsónicas y de 20 años de antigüedad) sin experiencia en este tipo de guerra pero con una convicción: que avión y piloto eran una comunión indivisa que los haría pasar a la historia como "halcones".

En efecto, lo que sucedió allí trascendió a la táctica de guerra y al contexto de la política institucional de las Fuerzas Armadas en tiempos de Leopoldo Galtieri. El desempeño de los oficiales fue algo extraordinario, ya que tenían entrenamiento aeroterrestere pero no aeronaval. Y se enfrentaron a aviones y misiles de última generación. La sinergia con los A-4B fue total: “Fueron esos mismos oficiales quienes me advirtieron de muchas maneras que el avión y el ave (el halcón) eran partes de ellos”, explica Rosana Guber, antropóloga social investigadora del Conicet especialista en la Guerra de Malvinas.

En “Experiencia de halcón”, Guber reconstruye cómo los oficiales del Grupo 5 de Caza de la V Brigada Aérea lograron sumar experiencia en sucesivas misiones, comola del 8 de junio, que terminó con dos buques logísticos, un lanchón de desembarco, numerosas guardias galeses, tripulación de origen chino, y también con la vida de tres halcones.

Se trata, como la autora dice en el libro, de “un itinerario de seis capítulos y un epílogo que comienza en la mañana del 2 de abril de 1982 y concluye con un ser ni totalmente humano ni totalmente mecánico, que decidieron llamar halcón”.

- ¿Qué fue el Grupo 5 de Caza de la V Brigada de la Fuerza Aérea Argentina?

- Los oficiales pertenecían al Grupo 5 de Caza de la Brigada Aeronáutica de la Fuerza Armada que está ubicada, todavía hoy, en Villa Reynolds, a pocos kilómetros de Villa Mercedes, en San Luis. Fue el grupo operativo que forma y entrena a sus oficiales del llamado “escalafón aire” en el avión de combate que esté en ese momento en la Brigada. Primero fue el Avro Lincoln, después fue el A-4B Skyhawk, y finalmente el A4-AR Fightinghawk.


Monumento al A-4B, V Brigada Aérea, Villa Reynolds, San Luis (G. Pavlovcic)

- ¿Cómo fue el asalto sobre buques ingleses? ¿Cómo se preparó?

- El asalto a los buques británicos se fue imaginando en abril y reinventando con cada misión. La FAA carecía de ejercicios conjuntos con la Armada Argentina, parte de cuya flota era muy similar a la británica. Fue en abril y ante la inminencia de los acontecimientos, que los aviones de la VI Brigada ensayaron el ataque sobre un buque de la Armada argentina. En la despedida volaron rasantes sobre el mar y saltaron sobre la fragata en forma de saludo. El radar del buque no detectó a los pilotos hasta que estuvieron encima. Fue este sistema de aproximación al objetivo el que desarrollaron en todo el conflicto: los radares de la flota no detectaban a sus atacantes hasta que era tarde y los aviones argentinos les arrojaban las bombas, como dicen los oficiales, “con la mano”.

- ¿Fueron mejores militarmente que los ingleses? En este sentido, ¿fueron los únicos que lograron realmente poner en jaque a la flota inglesa?

- No sé si se puede decir que “fueron mejores” y que “fueron los únicos”. En una guerra hay muchos actores de cada lado, equipados con muy distintos medios y experiencias. La flota fue atacada desde el aire (aviación de la FAA y aeronaval), desde tierra (artillería) y también desde el mar (submarinos). Pese a sus enormes e inesperadas pérdidas, los británicos lograron prevalecer. Sin embargo, no esperaban semejantes dificultades, y el ataque a buques misilísticos y logísticos, incluyendo probablemente el ataque a uno de sus dos portaaviones, aún no reconocido por Gran Bretaña, retrasó notablemente la reconquista de las Islas. El jefe de las fuerzas terrestres británicas Julian Thompson escribió un libro que tituló No Picnic.

"El ataque conllevó profesionalismo, imaginación e improvisación en el mejor sentido de la palabra. No improvisa quien quiere sino quien puede".

 
- ¿Qué aeronaves piloteaban estos oficiales y cómo habían entrenado para llevar a cabo el ataque? ¿Qué particularidad tienen los A-4B Skyhawk?

- El A-4B fue un avión diseñado por la empresa McDonell Doglas para la Marina de los EE.UU. para ser empleado en la Guerra de Corea, a fines de los años 1950. Como ese episodio bélico terminó, fue utilizado en la Guerra de Vietnam. Su diseño respondía a las necesidades operativas de los portaaviones. El A-4 era un avión aeronaval, lo cual queda claro en un gancho que lleva bajo la cola y que sirve para “anclarlo” en la cubierta del buque. Pero la Argentina, a mediados de los años 1960 compró A-4s no sólo para la Armada (llamados A-4Q) sino también para la Fuerza Aérea (los A-4B primero y los A-4C después). El A-4B era un cazabombardero liviano, monoplaza (con sólo un tripulante), subsónico (vuela por debajo de la velocidad del sonido) y, muy importante, puede reabastecer combustible en vuelo. Es muy maniobrable, es decir, puede hacer muchas maniobras en el aire.


C-130 abasteciendo a A-4B con pérdida de combustible (1982), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (E. Martínez)

"Pienso que los pilotos argentinos están mostrando mucho valor", aseguró el Secretario de Defensa Británico John Nott (1982)

Ahora bien: los oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), quiero decir, no sólo de A-4B, tenían un entrenamiento sistemático, consistente y continuo, pero en el espacio aeroterrestre. El aeromarítimo estaba reservado para el arma aeronaval de la Armada (como se llama a la Marina Argentina). Esta disposición política, primero en los hechos y desde enero de 1969 en la letra de la ley, establecía jurisdicciones tajantes: la FAA iría a un escenario aeromarítimo como asistente de la Fuerza dueña de los mares y las islas, la Armada, e iría “con lo puesto”—sin armamento específico para atacar objetivos navales—y “con lo sabido”—sin entrenamiento específico para combatir sobre el mar. Hoy sabemos que el primer teatro bélico internacional tuvo lugar sobre el mar, y que los pilotos de la FAA tuvieron un gran desempeño, pese a carecer de experiencia (en ejercicios y prácticas, como suelen hacer los militares).


El suboficial mayor Sergio Olmedo camina hacia el carguero escocés Marjory Glen, encallado en Punta Loyola tras incendiarse en 1911 frente a Río Gallegos (R. Guber)

- En el libro hace una diferencia entre quienes habían elegido la profesión militar y los conscriptos que fueron enviados a pelear. ¿Me explicaría un poco eso acá?

- Esa diferencia es sólo para contrastar a quienes teniendo distintos grados de instrucción, no pertenecían a la organización militar y no tenían, necesariamente, un horizonte militar para sus vidas. Sin embargo, me parece una simplificación penosa reducir el desempeño de los conscriptos a un grupo informe de jóvenes llevados al matadero sin armamento ni instrucción. Mucho dependía de los jefes y de sus suboficiales y, por qué no, de ellos mismos. ¡No olvidemos que los conscriptos del 82 fueron quienes cumplieron la razón por la cual se creó el Servicio Militar Obligatorio, y masculino, en 1901! Fue por eso, y no sólo por la causa de Malvinas, que el pueblo apoyó sus partidas al sur. Con los oficiales es un poco distinto: 4 años de Escuela, más uno o dos de formación como pilotos de caza, más el privilegio y la responsabilidad de manejar un avión de muchos miles de dólares.
"Los ataques casi suicidas de los argentinos, los daños a los buques de superficie, los muchos actos de heroísmo y valor son de conocimiento público" (jefe de la Fuerza de Tareas Británica, almirante Sandy Woodward)
- Hay una dicotomía entre verlos como “carne de cañón” o “héroes”. ¿Cómo sugiere verlos, entonces?

- No hay ni una cosa ni la otra ni un promedio. Los oficiales del Grupo 5 de Caza eran profesionales y expertos, sabían perfectamente lo que hacían y también a qué se exponían. Y lo hicieron por profesionalismo militar. Quiere decir que aún en pleno régimen de facto conducido por las FF.AA., había una excelente formación técnica y profesional. Así que cuando tuvieron que hacer su trabajo específico quienes estaban en el nivel táctico, “en el terreno” en este caso aéreo, lo hicieron bien, muy bien, asombrosamente bien. ¿No es esto lo que la comunidad le pide a los militares?


Brigadier mayor Mario “Arpón” Roca, teniente del Escuadrón 2 del G5C en 1982, posando con un Halcón Peregrino (foto: P. Cersósimo, cedida por M. Roca, 2012)

Y una última cuestión: esos militares eran argentinos. No lo digo con sesgo nacionalista, como que somos los mejores del mundo. Lo digo, más bien, como hijos de las mismas circunstancias, y la misma historia que atravesaron sus connacionales. Cierto que desde otra posición, pero ellos apelaron a un profesionalismo ingenioso como al que apelan muchos argentinos en sus otras profesiones. Los oficiales de A-4B que pude conocer gracias a la invitación del Tony Zelaya (el entonces Capitán que me propuso que escribiera sobre su experiencia), me mostraron un espejo extraordinario en que los argentinos podemos mirarnos.