Petroleras frenaron sus planes para nuevas exploraciones en Malvinas
Tres empresas con inversiones en las Islas resolvieron detener la investigación de nuevos pozos. Su decisión se dio cuatro días después de la denuncia argentina. Alegan que se debió a la caída de los precios internacionales del barril
Infobae
Las firmas Noble Energy, Falkland Oil and Gas (FOGL) y Edison International anunciaron su decisión de frenar los planes de exploración que tenían para trabajar en un segundo pozo petrolero al sur y al este de las Islas Malvinas.
"Creemos que una administración de capital disciplinada es crucial en el ambiente actual de precios del petróleo y esta decisión deja a FOGL en una posición financiera más enérgica", explicó este lunes el CEO de la empresa, Tim Bushell.
Las compañías aseguraron que el freno a las inversiones fue decidido por los bajos precios internacionales a los que cotiza el barril de crudo desde los últimos meses. Casualidad o no, el anuncio se produjo apenas cuatro días después de que el gobierno argentino presentara una denuncia penal contra esas tres empresas, además de Rockhopper Exploration y Premier Oil por "llevar adelante actividades de exploración de hidrocarburos en la plataforma continental argentina sin autorización".
Las tres firmas aseguraron que seguirán con sus perforaciones en otras regiones de las Islas. Incluso mostraron su esperanza de poder retomar en un futuro cercano las operaciones suspendidas esta semana. "Noble, Edison y FOGL siguen plenamente determinados en favor de la exploración en la cuenca sur y este", señalaron a través de un comunicado citado por la agencia internacional de noticias Reuters.
Según la firma de inversores Stifel, la noticia será tomada de manera positiva por los mercados: el segundo pozo que la empresa FOGL pensaba realizar en Malvinas era una de las operaciones más caras de la firma. Su cotización en bolsa parece haber confirmado esa lectura, ya que el lunes sus acciones abrieron con un alza de 4,3 por ciento.
La tensión diplomática entre Argentina y Gran Bretaña llegó a un nuevo nivel la semana pasada, cuando el gobierno argentino decidió citar al embajador británico luego de que Alicia Castro, su representante ante Londres, hubiese sido convocada apenas horas antes para reclamar por los dichos de Cristina Kirchner en su discurso del 2 de abril en homenaje a los ex combatientes de la Guerra de Malvinas.
martes, 21 de abril de 2015
lunes, 20 de abril de 2015
La vida civil en la Patagonia durante el conflicto
Malvinas desde cerca
Los civiles que vivían en las ciudades patagónicas convertidas en bases militares aún mantienen vivo el recuerdo de aquellos dos meses en los que, a diferencia del resto del país, tuvieron a la guerra en la puerta de su casa.
MALVINAS, DESDE CERCA. (Ilustración de Oscar Roldán)
Por María del Mar - La Voz
A 33 años de la Guerra de Malvinas, son muchas las heridas que aún no cicatrizan de ese nefasto enfrentamiento armado. No sólo a los excombatientes y sus familiares cada 2 de abril les trae aparejado una mezcla de sentimientos, sino también a los habitantes sureños que vivieron durante 72 días bajo amenaza de un bombardeo en sus ciudades.
Siempre pensé que por el hecho de ser oriunda de Río Gallegos (provincia de Santa Cruz) el 2 de abril tomaba una relevancia especial. Recuerdo más la Marcha de Malvinas que cantábamos en los colegios con un sentimiento similar al del Himno Nacional, que por ejemplo el Himno a Sarmiento, que todo estudiante recuerda a la perfección.
Es que para las comunidades de las ciudades como Río Gallegos, Río Grande (Tierra del Fuego) o Comodoro Rivadavia (Chubut), la Guerra de Malvinas se sintió mucho más cerca que en otros puntos del país. Esas ciudades formaron parte del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (Toas). Por su ubicación geográfica, eran centros de abastecimiento de combustible, alimentos y de armamentos y también de las operaciones militares. Desde allí salían y llegaban los aviones y helicópteros afectados a las acciones en las Islas. Río Gallegos está ubicado a sólo 543 kilómetros de la isla San Rafael y a 793 kilómetros de Puerto Argentino (el nombre que el dictador Leopoldo Galtieri le puso a la localidad históricamente llamada Stanley). Córdoba, en cambio, está a más de 2.300 kilómetros de la capital de las Islas, mientras que Buenos Aires queda a poco más de 1.898 kilómetros.
En 1982, la capital santacruceña tenía una tercera parte de los habitantes actuales; un poco más de 43 mil ciudadanos vivían en esta ciudad inhóspita y de inviernos crudos, muy similar al de las Islas Malvinas.
Durante esa década, la ciudad sumó nuevos habitantes que llegaban del centro y norte del país atraídos por oportunidades laborales en una época en la que los índices de desempleo crecían.
Sin embargo, ni los pobladores originarios del sur ni los nuevos vecinos se habían imaginado lo que les tocaría vivir durante dos meses y 12 días en 1982, tras declararse la Guerra de Malvinas. Fueron días que marcarían el resto de sus vidas en una medida muy diferente a la de sus compatriotas del centro y norte del país.
Había que tapar las ventanas con frazadas, circular sin luces, no salir después de las 5 de la tarde y reaccionar rápido ante la alerta para resguardarse de una posible caída de una bomba. Los ingleses amenazaban constantemente con atacar la ciudad.
Para este artículo le pedí a mi mamá que volviera a contarme sus recuerdos sobre aquellos días pero en forma más ordenada. Inmediatamente me envió algunas fotografías que tomó en aquella época.
Patricia Fogliatti, así se llama mi madre, había llegado de Córdoba a vivir a Río Gallegos apenas ocho meses antes de que estallara la Guerra de Malvinas.
“El 2 de abril de 1982, estaba con mi bebé de 1 año y medio en Córdoba, visitando a mi mamá. Ella me pidió que nos quedáramos, pero yo decidí volverme con mi hijo al sur, donde nos esperaba mi esposo. Todo el país estaba eufórico con la guerra, como si fuera un partido de fútbol; salían todos a festejar a las plazas con banderas”, recuerda Patricia.
En los meses de abril, mayo y junio, en esas latitudes el día es corto. Los habitantes recuerdan que amanecía alrededor de las 9.30 de la mañana y oscurecía a las 5 de la tarde. El clima era impiadoso; había mucha nieve. Una vez comenzada la guerra, para los riogalleguenses el día pasó a ser más corto aún.
“Lo primero que tuvimos que aprender fue a hacer el oscurecimiento, que consistía en poner las frazadas más gruesas que tuviéramos en las ventanas. Tenían que ser grandes, para que taparan bien las aberturas. A las ópticas de los coches se les ponía cinta aisladora negra: sólo se podía dejar libre una franja horizontal de un centímetro”, cuenta.
Había un jefe de manzana que se encargaba de supervisar y hacer cumplir el oscurecimiento de la zona. Además, a los habitantes se les pedía que desde las 5 de la tarde trataran de no salir de las casas ni transitaran por la calle.
Mónica era maestra de primer grado en una escuela pública, y cree que sus alumnos de aquel entonces no deben recordar lo que fue aquello, pero ella sí, y con detalles.
“Cada escuela tenía un encargado de organizarnos ante cualquier alarma. Si sonaba, los niños tenían que esconderse debajo de los asientos. Mis alumnos eran pequeños y por eso, durante los simulacros intentábamos que sintieran que era un juego”, sostiene la maestra, que asegura que si bien nunca debió pasar por una alarma real, eran frecuentes los simulacros.
El estado de alerta no terminaba en el colegio. En los hogares, las familias también se preparaban por si sonaba una sirena o había una alerta del jefe de cuadra.
“En casa tenía preparadas unas canastas por si teníamos que ir al campo, porque cada familia ya sabía que tenía que tener viandas o artículos no perecederos para ir al campo si empezaban los bombardeos”, recuerda Mónica entre lágrimas, que dejan entrever cómo el paso de los años no pudo borrar la angustia que ocasionó vivir la guerra.
María de la Concepción Alonso Mata hacía 30 años que había llegado de España. Antes del ’82, la única referencia que tuvo sobre un enfrentamiento bélico provenía de sus padres, que habían vivido la Guerra Civil Española y le habían contado las miserias de esa experiencia. Nunca imaginó que le tocaría vivirlo en primera persona.
“Una vez estábamos en la casa de unos amigos y nos avisan que se había una alerta naranja, salimos como locos a buscar a nuestro hijo mayor y a meternos en nuestra casa”, narra Mary, quien en ese momento tenía dos hijos, uno de 11 años y otro de 7.
“Mis amigos tenían en el garaje una fosa donde ellos guardaban alimentos y se metían allí ante cualquier alerta. Nosotros agarramos a nuestros chicos y nos metimos en la casa, cerramos las persianas y nos quedamos quietitos hasta que pasara la alerta; por suerte, no pasó nada”, cuenta. También recuerda que era común ver pasar tanques de guerra frente a su casa de noche. “Iban para la ría (costanera)”, supone.
“Me acuerdo de haber espiado cuando escuchábamos que bajaban los helicópteros en la cancha de fútbol de la esquina de casa. Era de noche, tarde, bajaban bolsas que no sabíamos qué tenían adentro, si eran provisiones o cadáveres o qué. Todo era zona militarizada así que no nos podíamos acercar a los galpones donde los llevaban y no se sabía mucho”, recuerda Patricia.
“Cuando comenzaron los combates, escuchábamos pasar los aviones y los contábamos. Lo mismo cuando llegaban. Sabíamos que salían cinco y volvían cuatro; otra vez volvían tres, y así…”, recuerda Mónica.
Cristina Piñán vivía hacía ocho años en Río Gallegos con su esposo; tenía un hijo de apenas 1 año y medio y estaba embarazada de su segunda hija. Trabajaba en un banco y recuerda los simulacros de alarma que se realizaban en la ciudad, sin saber que no eran reales. Pero uno de sus recuerdos imborrables fue aquella jornada en la que visitaron a un grupo de jóvenes combatientes que fueron a Malvinas, y que nunca volvieron: “Recuerdo un sábado a la tarde que fuimos con unas compañeras del banco a visitar a un grupo de soldados que habían llegado desde Corrientes. Eran unos chicos muy jóvenes, pasados de frío, que creo no entendían muy bien qué estaban haciendo ahí. Les llevamos tortas, compartimos mates, algunos tocaban la guitarra, otros se animaban a bailar un chamamé. Seguro extrañaban a sus familias... Hicimos lo que pudimos por acompañarlos y hacerles menos cruel la situación, pero llegó el momento en que partieron hacia Malvinas. Lamentablemente ese grupo cayó en las Islas y ninguno volvió”.
Muchos voluntarios se acercaban a los soldados que llegaban o volvían de las Islas intentando ayudar o asistirlos de alguna manera.
“Yo estaba con un grupo de mujeres que ayudaban a los soldados que volvían de las Islas. Íbamos a Cáritas, pedíamos ropa y cosas para llevarles. Los recuerdo a ellos esperando en los pasillos del hospital, llenos de piojos, flacos, muy callados y que lo único que decían era que tenían mucho frío…”, se le corta la voz a Patricia al recordar ese momento y entre lágrimas alcanza a agregar: “No supimos qué destino tenían. Era muy duro ir”.
Noticias
Uno de los reclamos recurrentes entre las entrevistadas fue la diferencia entre la información que les llegaba por televisión, radio o revistas de Buenos Aires y lo que realmente ocurría.
“Estábamos recontra indignados porque en el resto del país se tomaba a la guerra como un gran partido de fútbol y acá se jugaban la vida”, sostiene Patricia.
Mary recuerda el día que se anunció el inicio de la guerra.
“Nos juntamos en Roca y San Martín (centro de la ciudad) y saltábamos al grito de “El que no salta es un inglés”, creíamos que íbamos a ganar la guerra, eso nos decían los medios de comunicación. Cuando nos enteramos de todo lo que pasó, me pareció espantoso haber hecho eso, haber llevado a esos chicos, que pasaron tanto frío y nunca les llegó nada de lo que enviábamos, fue horrible”, asegura Mary.
Mónica cuenta: “Lo primero que hacíamos era detestar lo que estábamos viendo. Eso yo lo sentí, cuando se declara la guerra. Las personas adultas que no estábamos envalentonadas por la propaganda dijimos que era una locura. Eran muy pocos los que creían en una victoria. Desde el momento que se declaró la guerra, hubo tristeza”.
“A nuestra familia que vivía en Buenos Aires creo que le pasaba lo que a todos los de allá. No tenían demasiada información y nosotros tampoco queríamos angustiarlos. Poco podían hacer; poco podíamos hacer los demás”, asegura Cristina y agrega: “La cuestión exitista que se vivió en Buenos Aires, con los mensajes que bajaban los militares (“Que vengan, los estamos esperando”, “Vamos ganando”), era lo que ellos recibían. Creo que lo que se vivió en Río Gallegos, lo mismo que en Tierra del Fuego, hace que Malvinas haya sido más real aquí que en otros lugares del país”.
Al buscar testimonios para este artículo, me sorprendió el nivel de sensibilidad que los habitantes de mi ciudad natal que vivieron allí durante la guerra aún tenían a flor de piel. Incluso hubo personas que, entre lágrimas, se excusaron por no querer hablar del tema. “Es algo muy difícil para mí, aún no lo superé”, dijo una vecina.
“Creo que todavía sentimos que la guerra no terminó porque algún otro puede seguir con esto; la sensación de inseguridad quedó ahí”, concluyó Patricia.
Muchos años después de la Guerra de Malvinas, la sirena que sonaba ante un inminente ataque durante el conflicto bélico volvió a sonar; esta vez fue un 19 de diciembre, aniversario de la fundación de la ciudad. Los más chicos saltábamos de alegría por ese sonido fuerte que daba inicio a los fuegos artificiales por el cumpleaños de Río Gallegos.
“Esa vez miré a los viejos y estaban llorando. No entendía por qué. Miro alrededor y veo que toda la gente grande tenía los ojos llorosos. Ahí entendí lo que Malvinas y esa sirena habían significado para los habitantes de Río Gallegos”, recordó mi hermano sobre esta guerra que para muchos aún no termina.
Los civiles que vivían en las ciudades patagónicas convertidas en bases militares aún mantienen vivo el recuerdo de aquellos dos meses en los que, a diferencia del resto del país, tuvieron a la guerra en la puerta de su casa.
MALVINAS, DESDE CERCA. (Ilustración de Oscar Roldán)
Por María del Mar - La Voz
A 33 años de la Guerra de Malvinas, son muchas las heridas que aún no cicatrizan de ese nefasto enfrentamiento armado. No sólo a los excombatientes y sus familiares cada 2 de abril les trae aparejado una mezcla de sentimientos, sino también a los habitantes sureños que vivieron durante 72 días bajo amenaza de un bombardeo en sus ciudades.
Siempre pensé que por el hecho de ser oriunda de Río Gallegos (provincia de Santa Cruz) el 2 de abril tomaba una relevancia especial. Recuerdo más la Marcha de Malvinas que cantábamos en los colegios con un sentimiento similar al del Himno Nacional, que por ejemplo el Himno a Sarmiento, que todo estudiante recuerda a la perfección.
Es que para las comunidades de las ciudades como Río Gallegos, Río Grande (Tierra del Fuego) o Comodoro Rivadavia (Chubut), la Guerra de Malvinas se sintió mucho más cerca que en otros puntos del país. Esas ciudades formaron parte del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (Toas). Por su ubicación geográfica, eran centros de abastecimiento de combustible, alimentos y de armamentos y también de las operaciones militares. Desde allí salían y llegaban los aviones y helicópteros afectados a las acciones en las Islas. Río Gallegos está ubicado a sólo 543 kilómetros de la isla San Rafael y a 793 kilómetros de Puerto Argentino (el nombre que el dictador Leopoldo Galtieri le puso a la localidad históricamente llamada Stanley). Córdoba, en cambio, está a más de 2.300 kilómetros de la capital de las Islas, mientras que Buenos Aires queda a poco más de 1.898 kilómetros.
En 1982, la capital santacruceña tenía una tercera parte de los habitantes actuales; un poco más de 43 mil ciudadanos vivían en esta ciudad inhóspita y de inviernos crudos, muy similar al de las Islas Malvinas.
Durante esa década, la ciudad sumó nuevos habitantes que llegaban del centro y norte del país atraídos por oportunidades laborales en una época en la que los índices de desempleo crecían.
Sin embargo, ni los pobladores originarios del sur ni los nuevos vecinos se habían imaginado lo que les tocaría vivir durante dos meses y 12 días en 1982, tras declararse la Guerra de Malvinas. Fueron días que marcarían el resto de sus vidas en una medida muy diferente a la de sus compatriotas del centro y norte del país.
Estado de sitio
Lo primero que supe sobre la Guerra de Malvinas no lo aprendí en el colegio ni lo leí en ningún libro, sino que fueron los relatos que de a poco me iba contando mi mamá.Había que tapar las ventanas con frazadas, circular sin luces, no salir después de las 5 de la tarde y reaccionar rápido ante la alerta para resguardarse de una posible caída de una bomba. Los ingleses amenazaban constantemente con atacar la ciudad.
Para este artículo le pedí a mi mamá que volviera a contarme sus recuerdos sobre aquellos días pero en forma más ordenada. Inmediatamente me envió algunas fotografías que tomó en aquella época.
Patricia Fogliatti, así se llama mi madre, había llegado de Córdoba a vivir a Río Gallegos apenas ocho meses antes de que estallara la Guerra de Malvinas.
“El 2 de abril de 1982, estaba con mi bebé de 1 año y medio en Córdoba, visitando a mi mamá. Ella me pidió que nos quedáramos, pero yo decidí volverme con mi hijo al sur, donde nos esperaba mi esposo. Todo el país estaba eufórico con la guerra, como si fuera un partido de fútbol; salían todos a festejar a las plazas con banderas”, recuerda Patricia.
En los meses de abril, mayo y junio, en esas latitudes el día es corto. Los habitantes recuerdan que amanecía alrededor de las 9.30 de la mañana y oscurecía a las 5 de la tarde. El clima era impiadoso; había mucha nieve. Una vez comenzada la guerra, para los riogalleguenses el día pasó a ser más corto aún.
“Lo primero que tuvimos que aprender fue a hacer el oscurecimiento, que consistía en poner las frazadas más gruesas que tuviéramos en las ventanas. Tenían que ser grandes, para que taparan bien las aberturas. A las ópticas de los coches se les ponía cinta aisladora negra: sólo se podía dejar libre una franja horizontal de un centímetro”, cuenta.
Había un jefe de manzana que se encargaba de supervisar y hacer cumplir el oscurecimiento de la zona. Además, a los habitantes se les pedía que desde las 5 de la tarde trataran de no salir de las casas ni transitaran por la calle.
Simulacro
Mónica Núñez llegó a vivir a Río Gallegos en 1980. Tenía 29 años, era de Capital Federal y llegaba con su esposo médico y una niña de 2 años. Cuando se desata la guerra, asegura su familia, les pidió que se volvieran a Buenos Aires, pero ella sentía que debía quedarse en el sur.Mónica era maestra de primer grado en una escuela pública, y cree que sus alumnos de aquel entonces no deben recordar lo que fue aquello, pero ella sí, y con detalles.
“Cada escuela tenía un encargado de organizarnos ante cualquier alarma. Si sonaba, los niños tenían que esconderse debajo de los asientos. Mis alumnos eran pequeños y por eso, durante los simulacros intentábamos que sintieran que era un juego”, sostiene la maestra, que asegura que si bien nunca debió pasar por una alarma real, eran frecuentes los simulacros.
El estado de alerta no terminaba en el colegio. En los hogares, las familias también se preparaban por si sonaba una sirena o había una alerta del jefe de cuadra.
“En casa tenía preparadas unas canastas por si teníamos que ir al campo, porque cada familia ya sabía que tenía que tener viandas o artículos no perecederos para ir al campo si empezaban los bombardeos”, recuerda Mónica entre lágrimas, que dejan entrever cómo el paso de los años no pudo borrar la angustia que ocasionó vivir la guerra.
Alertas
Muchos ciudadanos recuerdan las alertas que solían emitir los jefes de cuadra. Había tres códigos de color: amarillo, naranja y rojo. Más intenso el color, más serio el peligro.María de la Concepción Alonso Mata hacía 30 años que había llegado de España. Antes del ’82, la única referencia que tuvo sobre un enfrentamiento bélico provenía de sus padres, que habían vivido la Guerra Civil Española y le habían contado las miserias de esa experiencia. Nunca imaginó que le tocaría vivirlo en primera persona.
“Una vez estábamos en la casa de unos amigos y nos avisan que se había una alerta naranja, salimos como locos a buscar a nuestro hijo mayor y a meternos en nuestra casa”, narra Mary, quien en ese momento tenía dos hijos, uno de 11 años y otro de 7.
“Mis amigos tenían en el garaje una fosa donde ellos guardaban alimentos y se metían allí ante cualquier alerta. Nosotros agarramos a nuestros chicos y nos metimos en la casa, cerramos las persianas y nos quedamos quietitos hasta que pasara la alerta; por suerte, no pasó nada”, cuenta. También recuerda que era común ver pasar tanques de guerra frente a su casa de noche. “Iban para la ría (costanera)”, supone.
“Contábamos los aviones”
En la esquina de la casa de mis padres había un descampado, que los chicos utilizaban como canchita de fútbol. Sin embargo, durante la guerra ese espacio 2 tuvo otra función.“Me acuerdo de haber espiado cuando escuchábamos que bajaban los helicópteros en la cancha de fútbol de la esquina de casa. Era de noche, tarde, bajaban bolsas que no sabíamos qué tenían adentro, si eran provisiones o cadáveres o qué. Todo era zona militarizada así que no nos podíamos acercar a los galpones donde los llevaban y no se sabía mucho”, recuerda Patricia.
“Cuando comenzaron los combates, escuchábamos pasar los aviones y los contábamos. Lo mismo cuando llegaban. Sabíamos que salían cinco y volvían cuatro; otra vez volvían tres, y así…”, recuerda Mónica.
“Soldaditos”
Los momentos más difíciles, y que peor impactaron anímicamente en muchos civiles fueron las partidas y regresos de los combatientes. “Soldaditos”, lejos de un término peyorativo, era la forma de referirse a ellos o describirlos por su característica más llamativa: su corta edad. Estrujaba el corazón verlos llegar del norte para ir a la guerra, y mucho más cuando volvían de ella.Cristina Piñán vivía hacía ocho años en Río Gallegos con su esposo; tenía un hijo de apenas 1 año y medio y estaba embarazada de su segunda hija. Trabajaba en un banco y recuerda los simulacros de alarma que se realizaban en la ciudad, sin saber que no eran reales. Pero uno de sus recuerdos imborrables fue aquella jornada en la que visitaron a un grupo de jóvenes combatientes que fueron a Malvinas, y que nunca volvieron: “Recuerdo un sábado a la tarde que fuimos con unas compañeras del banco a visitar a un grupo de soldados que habían llegado desde Corrientes. Eran unos chicos muy jóvenes, pasados de frío, que creo no entendían muy bien qué estaban haciendo ahí. Les llevamos tortas, compartimos mates, algunos tocaban la guitarra, otros se animaban a bailar un chamamé. Seguro extrañaban a sus familias... Hicimos lo que pudimos por acompañarlos y hacerles menos cruel la situación, pero llegó el momento en que partieron hacia Malvinas. Lamentablemente ese grupo cayó en las Islas y ninguno volvió”.
Muchos voluntarios se acercaban a los soldados que llegaban o volvían de las Islas intentando ayudar o asistirlos de alguna manera.
“Yo estaba con un grupo de mujeres que ayudaban a los soldados que volvían de las Islas. Íbamos a Cáritas, pedíamos ropa y cosas para llevarles. Los recuerdo a ellos esperando en los pasillos del hospital, llenos de piojos, flacos, muy callados y que lo único que decían era que tenían mucho frío…”, se le corta la voz a Patricia al recordar ese momento y entre lágrimas alcanza a agregar: “No supimos qué destino tenían. Era muy duro ir”.
Noticias
Uno de los reclamos recurrentes entre las entrevistadas fue la diferencia entre la información que les llegaba por televisión, radio o revistas de Buenos Aires y lo que realmente ocurría.
“Estábamos recontra indignados porque en el resto del país se tomaba a la guerra como un gran partido de fútbol y acá se jugaban la vida”, sostiene Patricia.
Mary recuerda el día que se anunció el inicio de la guerra.
“Nos juntamos en Roca y San Martín (centro de la ciudad) y saltábamos al grito de “El que no salta es un inglés”, creíamos que íbamos a ganar la guerra, eso nos decían los medios de comunicación. Cuando nos enteramos de todo lo que pasó, me pareció espantoso haber hecho eso, haber llevado a esos chicos, que pasaron tanto frío y nunca les llegó nada de lo que enviábamos, fue horrible”, asegura Mary.
Mónica cuenta: “Lo primero que hacíamos era detestar lo que estábamos viendo. Eso yo lo sentí, cuando se declara la guerra. Las personas adultas que no estábamos envalentonadas por la propaganda dijimos que era una locura. Eran muy pocos los que creían en una victoria. Desde el momento que se declaró la guerra, hubo tristeza”.
“A nuestra familia que vivía en Buenos Aires creo que le pasaba lo que a todos los de allá. No tenían demasiada información y nosotros tampoco queríamos angustiarlos. Poco podían hacer; poco podíamos hacer los demás”, asegura Cristina y agrega: “La cuestión exitista que se vivió en Buenos Aires, con los mensajes que bajaban los militares (“Que vengan, los estamos esperando”, “Vamos ganando”), era lo que ellos recibían. Creo que lo que se vivió en Río Gallegos, lo mismo que en Tierra del Fuego, hace que Malvinas haya sido más real aquí que en otros lugares del país”.
Una guerra que no termina
Si bien el conflicto bélico finalizó el 14 de junio de 1982 con la rendición de las Fuerzas Armadas argentinas, para muchos argentinos la guerra no terminó, sigue ahí en recuerdos, pesadillas, ausencias y temor.Al buscar testimonios para este artículo, me sorprendió el nivel de sensibilidad que los habitantes de mi ciudad natal que vivieron allí durante la guerra aún tenían a flor de piel. Incluso hubo personas que, entre lágrimas, se excusaron por no querer hablar del tema. “Es algo muy difícil para mí, aún no lo superé”, dijo una vecina.
“Creo que todavía sentimos que la guerra no terminó porque algún otro puede seguir con esto; la sensación de inseguridad quedó ahí”, concluyó Patricia.
Muchos años después de la Guerra de Malvinas, la sirena que sonaba ante un inminente ataque durante el conflicto bélico volvió a sonar; esta vez fue un 19 de diciembre, aniversario de la fundación de la ciudad. Los más chicos saltábamos de alegría por ese sonido fuerte que daba inicio a los fuegos artificiales por el cumpleaños de Río Gallegos.
“Esa vez miré a los viejos y estaban llorando. No entendía por qué. Miro alrededor y veo que toda la gente grande tenía los ojos llorosos. Ahí entendí lo que Malvinas y esa sirena habían significado para los habitantes de Río Gallegos”, recordó mi hermano sobre esta guerra que para muchos aún no termina.
domingo, 19 de abril de 2015
La disposición del ITB
La disposición del ITB
Gráficos realizados por Don Carlos Ríes Centeno un héroe que esta con nosotros y no deja de aportar a la Causa Malvinas..Don Carlos participó de los lanzamientos de los misiles Exocet desde tierra uno de los cuales impactara en el HMS Glamorgan dejándolo fuera de servicio.
Gracias Sapucay de Malvinas
Gráficos realizados por Don Carlos Ríes Centeno un héroe que esta con nosotros y no deja de aportar a la Causa Malvinas..Don Carlos participó de los lanzamientos de los misiles Exocet desde tierra uno de los cuales impactara en el HMS Glamorgan dejándolo fuera de servicio.
sábado, 18 de abril de 2015
Perú iba a ir a la guerra con Chile si éste invadía Argentina
Perú estuvo listo para atacar a Chile si éste agredía a Argentina durante la guerra de las Malvinas
Página Popular
La participación peruana en la guerra de las Malvinas no solo se concretó a entregarle 10 Mirage V con su parque de misiles Exocet, obuses, bombas de 500 kilos y el concurso eventual de pilotos peruanos en determinadas acciones de bombardeo de unidades navales ingleses, sino que fue más extensa porque el Perú montó un dispositivo bélico para involucrarse en la guerra que contemplaba la participación de la Marina de Guerra, Ejército y FAP contra Chile, en caso éste, que públicamente apoyaba a Inglaterra, decidiera atacar a traición, por la espalda, a Argentina.
Los entretelones de este acuerdo fueron discutidos y aprobados en un encuentro realizado en Lima entre el presidente Belaunde con el contralmirante Roberto Nolla y el general Héctor Iglesias, representantes de las Fuerzas Armadas Argentinas y del jefe del gobierno militar argentino, Leopoldo Galtieri, y con presencia del embajador argentino en el Perú, Luis Sánchez Moreno.
La reunión se realizó el dos de mayo de 1982, el mismo día que el crucero argentino “Belgrano” fue hundido en el mar de las Malvinas, por torpedos del submarino atómico británico HMS “Conqueror”, fuera del área de exclusión de 370 kms2 impuestos por Inglaterra, en un hecho que fue condenado mundialmente, porque no se trataba de un destructor, sino de una de transporte cargada con 1,029 conscriptos, de los cuales murieron 323 y el ataque se había producido fuera del área de exclusión.
El hundimiento del “Belgrano” marcó el comienzo del enfrentamiento bélico abierto entre los dos países. A partir del dos de mayo se produciría una feroz respuesta argentina con los Mirage y Exocet que habían sido puestos en forma inmediata a su disposición. Los mortíferos “Exocet” disparados por la aviación peruana, con los colores argentinos, hundieron sucesivamente al destructor “Sheffield”, a los portacontenedores “Atlantic Conveyor” y Glamorgan” y dañaron gravemente al portaaviones “Hermes” y destructores “Glasgow” y “Exeter”, y con otro tipo de misiles mandaron a pique al destructor “Coventry”, fragatas “Antelope” y “Ardent” y los buques de desembarco “Sir Galahad” y “Sir Tristam”.
El presidente Fernando Belaunde Terry ordenó a la Marina movilizarse a la frontera con Chile y alistarse, en coordinación con el Ejército y la FAP, a atacar los enclaves militar chilenos en caso este país resolviera agredir militarmente a Argentina. La Marina cumplió con mover su flota al sur y emplazarse en alta mar en línea recta a Arica y Antofagasta.
¿De qué manera se movilizaron las otras armas peruanas en este dispositivo bélico? Es algo que no se conoce aún porque se mantiene en secreto.
El temor de una agresión chilena estaba determinado por la reclamación de este país de una porción de la Patagonia argentina que la reclamaba como suya. Ante la posibilidad de que se produzca, el gobierno militar de Leopoldo Galtieri, resolvió destacar gran parte de su ejército profesional a las líneas de frontera y mandar a las Malvinas un regimiento compuesto mayoritariamente por conscriptos, que no tenían formación militar de combate. A pesar de su inexperiencia, pelearon como los mejores y sucumbieron ante el mayor poder bélico inglés.
Dobry revela que hubo otra operación de triangulación de compra de armas en Israel para Argentina, consistente en 23 aviones Mirage 3-C, fabricados en la década del ‘70 y que habían peleado en la “Guerra de los Seis Días”. Las naves fueron pintadas con insignias peruanas para que no se piense que iban para Argentina y los barcos argentinos que los recogieron también fueron pintados con banderas peruanas. Las naves no llegaron a usarse por falta de equipos.
“Se les dio lo que se podía. Pidieron aviones Mirage, Sukhoi, submarinos, buques, misiles, entre otras armas, y no se les envió los Sukhoi, pues el Perú era el único que los tenía en la región, e iba a quedar en evidencia que estaba ayudando a Argentina”, ha narrado en una entrevista periodística a un medio local el congresista Víctor Andrés García Belaunde, quien en 1982 se desempeñaba como secretario general del despacho del presidente Belaunde.
Mitterand no cedió porque en ese momento a Argentina solo le quedaba un Exocet y los que posteriormente usó eran peruanos y no argentinos y esto no lo sabía Francia.
La devastadora respuesta argentina al hundir siete naves británicas y dañar gravemente a otro tanto, incluido el portaaviones “Hermes”, agotó su parque de “Exocet” y otros misiles, por lo cual movilizó a su diplomacia y contrainteligencia para conseguirlos preferentemente en Francia, país que le había congelado la entrega de un lote de nueve “Exocet” en el marco de un contrato de venta de 14, de los cuales solo llegó a entregarle cuatro antes de la guerra.
La única alternativa que quedaba era obtener un lote de “Exocet” que Francia tenía pendiente de entregar al Perú y que éste al recibirlos, en una encubierta negociación de triangulación, debía enviarlos a Argentina. Pero la operación fracasó por la infidencia de un agregado militar argentino en Francia que tuvo la absurda y estúpida ocurrencia de preguntar a uno de los fabricantes franceses: “¿Cómo va lo de los Exocet para el Perú?” Los fabricantes congelaron el suministro de estos misiles al Perú.
Por la razones expuestas no es aventurado sostener que Argentina estuvo a punto de hacerse de la victoria, que le fue negada por la falta de parque aéreo y misilístico.
Página Popular
La participación peruana en la guerra de las Malvinas no solo se concretó a entregarle 10 Mirage V con su parque de misiles Exocet, obuses, bombas de 500 kilos y el concurso eventual de pilotos peruanos en determinadas acciones de bombardeo de unidades navales ingleses, sino que fue más extensa porque el Perú montó un dispositivo bélico para involucrarse en la guerra que contemplaba la participación de la Marina de Guerra, Ejército y FAP contra Chile, en caso éste, que públicamente apoyaba a Inglaterra, decidiera atacar a traición, por la espalda, a Argentina.
Los entretelones de este acuerdo fueron discutidos y aprobados en un encuentro realizado en Lima entre el presidente Belaunde con el contralmirante Roberto Nolla y el general Héctor Iglesias, representantes de las Fuerzas Armadas Argentinas y del jefe del gobierno militar argentino, Leopoldo Galtieri, y con presencia del embajador argentino en el Perú, Luis Sánchez Moreno.
La reunión se realizó el dos de mayo de 1982, el mismo día que el crucero argentino “Belgrano” fue hundido en el mar de las Malvinas, por torpedos del submarino atómico británico HMS “Conqueror”, fuera del área de exclusión de 370 kms2 impuestos por Inglaterra, en un hecho que fue condenado mundialmente, porque no se trataba de un destructor, sino de una de transporte cargada con 1,029 conscriptos, de los cuales murieron 323 y el ataque se había producido fuera del área de exclusión.
El hundimiento del “Belgrano” marcó el comienzo del enfrentamiento bélico abierto entre los dos países. A partir del dos de mayo se produciría una feroz respuesta argentina con los Mirage y Exocet que habían sido puestos en forma inmediata a su disposición. Los mortíferos “Exocet” disparados por la aviación peruana, con los colores argentinos, hundieron sucesivamente al destructor “Sheffield”, a los portacontenedores “Atlantic Conveyor” y Glamorgan” y dañaron gravemente al portaaviones “Hermes” y destructores “Glasgow” y “Exeter”, y con otro tipo de misiles mandaron a pique al destructor “Coventry”, fragatas “Antelope” y “Ardent” y los buques de desembarco “Sir Galahad” y “Sir Tristam”.
ACUERDO SECRETO
Paralelamente al viaje de los Mirage peruanos a Argentina, lo que ocurrió a fines de abril de 1982, a solo semanas de haberse registrado la ocupación argentina de las Malvinas y el país rioplatense soportaba una descomunal presión bélica inglesa, Perú procedió a ejecutar el acuerdo secreto para vigilar y actuar contra las fuerzas armadas chilenas, país entonces gobernado por el general Augusto Pinochet.El presidente Fernando Belaunde Terry ordenó a la Marina movilizarse a la frontera con Chile y alistarse, en coordinación con el Ejército y la FAP, a atacar los enclaves militar chilenos en caso este país resolviera agredir militarmente a Argentina. La Marina cumplió con mover su flota al sur y emplazarse en alta mar en línea recta a Arica y Antofagasta.
¿De qué manera se movilizaron las otras armas peruanas en este dispositivo bélico? Es algo que no se conoce aún porque se mantiene en secreto.
El temor de una agresión chilena estaba determinado por la reclamación de este país de una porción de la Patagonia argentina que la reclamaba como suya. Ante la posibilidad de que se produzca, el gobierno militar de Leopoldo Galtieri, resolvió destacar gran parte de su ejército profesional a las líneas de frontera y mandar a las Malvinas un regimiento compuesto mayoritariamente por conscriptos, que no tenían formación militar de combate. A pesar de su inexperiencia, pelearon como los mejores y sucumbieron ante el mayor poder bélico inglés.
HISTORIA JAMÁS CONTADA DE LA GUERRA DE LAS MALVINAS (V PARTE)
TRIANGULACIÓN
El apoyo peruano a favor de la justa causa argentina llegó a niveles nunca antes registrados en el mundo, porque conforme lo han divulgado historiadores argentinos, uno de ellos Hernán Dobry, en su libro “Los rabinos de las Malvinas”, Perú firmó órdenes en blanco de compra de armamento para que Argentina adquiera en Israel las armas en las cantidades que necesitase. Este país, en una inteligente transacción aprobada por el primer ministro Menajem Begin e igualmente en clara adhesión a Argentina, satisfizo los pedidos entregando armamento en barcos pintados con los colores peruanos, para enviarlos al teatro de operaciones, previa escala en Perú.Dobry revela que hubo otra operación de triangulación de compra de armas en Israel para Argentina, consistente en 23 aviones Mirage 3-C, fabricados en la década del ‘70 y que habían peleado en la “Guerra de los Seis Días”. Las naves fueron pintadas con insignias peruanas para que no se piense que iban para Argentina y los barcos argentinos que los recogieron también fueron pintados con banderas peruanas. Las naves no llegaron a usarse por falta de equipos.
“Se les dio lo que se podía. Pidieron aviones Mirage, Sukhoi, submarinos, buques, misiles, entre otras armas, y no se les envió los Sukhoi, pues el Perú era el único que los tenía en la región, e iba a quedar en evidencia que estaba ayudando a Argentina”, ha narrado en una entrevista periodística a un medio local el congresista Víctor Andrés García Belaunde, quien en 1982 se desempeñaba como secretario general del despacho del presidente Belaunde.
EN BUSCA DE EXOCET
La primera ministro británica, Margaret Thatcher, al borde de un ataque de nervios, ante la devastación que causaban a su Armada los Mirage V y Exocet peruanos, que en ese momento no se conocían sus verdaderas procedencias, presionó al primer ministro de Francia, Francois Mitterand, cuyo país era el fabricante de estas mortíferas armas, para que le entregue las claves de los Exocet, con el fin de inutilizarlos electrónicamente, bajo la amenaza de lanzar una bomba atómica sobre la ciudad argentina de Córdoba.Mitterand no cedió porque en ese momento a Argentina solo le quedaba un Exocet y los que posteriormente usó eran peruanos y no argentinos y esto no lo sabía Francia.
La devastadora respuesta argentina al hundir siete naves británicas y dañar gravemente a otro tanto, incluido el portaaviones “Hermes”, agotó su parque de “Exocet” y otros misiles, por lo cual movilizó a su diplomacia y contrainteligencia para conseguirlos preferentemente en Francia, país que le había congelado la entrega de un lote de nueve “Exocet” en el marco de un contrato de venta de 14, de los cuales solo llegó a entregarle cuatro antes de la guerra.
La única alternativa que quedaba era obtener un lote de “Exocet” que Francia tenía pendiente de entregar al Perú y que éste al recibirlos, en una encubierta negociación de triangulación, debía enviarlos a Argentina. Pero la operación fracasó por la infidencia de un agregado militar argentino en Francia que tuvo la absurda y estúpida ocurrencia de preguntar a uno de los fabricantes franceses: “¿Cómo va lo de los Exocet para el Perú?” Los fabricantes congelaron el suministro de estos misiles al Perú.
Por la razones expuestas no es aventurado sostener que Argentina estuvo a punto de hacerse de la victoria, que le fue negada por la falta de parque aéreo y misilístico.
viernes, 17 de abril de 2015
Los kelpers se afanan nuestra pesca
La pesca representa el 34% del PBI de las Malvinas
Nuestro Mar
Medida con respecto al PIB, la pesca es la industria más importante de las Islas Malvinas y en 2012 contribuyó con el 34% del PIB, según el informe del Estado de la Economía de las Malvinas. Sin embargo, su importancia no se traduce en niveles similares de empleo en tierra firme. Casi todas las tripulaciones de los buques de envío provienen de otros países, y en 2012 sólo 58 residentes de las Islas Malvinas consideraban a la Pesca como su empleo primario.
De acuerdo con una nota de la agencia Mercopress, la flota de pesca de las Islas Malvinas es propiedad en su mayoría por empresas mixtas entre empresas de las Islas Malvinas y propietarios extranjeros. Los buques de propiedad totalmente extranjera, en particular los poteros, también operan en aguas de las Islas Malvinas. Por lo tanto, una parte considerable de los beneficios de la pesca va a actores fuera de las Islas.
Sin embargo, las islas también se benefician de la pesca de muchas maneras. Los derechos de las licencias de pesca suelen ser la mayor fuente de ingresos del gobierno ilegal de las Islas Malvinas, además de los ingresos del impuesto de sociedades no regulares relacionadas con negocios de hidrocarburos.
Las licencias han generado entre 10 y 30 millones de libras esterlinas por año desde 1987. Las empresas pesqueras son también contribuyentes importantes a los ingresos del impuesto de sociedades, aproximadamente 1 a 4 millones de libras al año, lo que normalmente significa 30-45 por ciento del total del impuesto de sociedades recaudado. Además de estos beneficios hay otros indirectos para la economía en tierra a través de los bienes y servicios que las flotas que faenan adquieren localmente.
El calamar, consistente en la especie Loligo (Calamareti) e Illex Argentinus compone la mayor parte de las pesquerías de captura en volumen y valor. El Illex, que es pescado en su mayoría por los poteros de Corea del Sur y Taiwán, ha tenido grandes variaciones en la captura anual de prácticamente ninguna a más de 100 mil toneladas en los últimos años. El Loligo, que normalmente se envía a España, es mucho más estable en el precio que el Illex.
Aparte de calamar, diversas especies de pescado también es atrapado, el bacalao de roca, la merluza hoki, merluza de cola, merluza negra y el más importante en términos de valor. La merluza negra, aunque atrapado en volúmenes relativamente pequeños en comparación con el calamar es de gran valor y su precio de mercado mundial ha aumentado rápidamente en los últimos diez años.
La merluza negra y el clamar Loligo son los únicos productos de exportación, donde las Islas Malvinas tienen una participación considerable en el mercado mundial. La cuota de mercado de las Malvinas Según datos de la FAO 'en 2011 fue del 8% de la merluza negra y 13% de Loligo en volumen comercializado a nivel mundial en 2012 (FAO, 2014). Cuotas de mercado Loligo han ido disminuyendo después de estar más de un 40% en 2003.
La acuicultura tiene un gran potencial en las islas, pero ha sido a pequeña escala hasta ahora. Financiado por una subvención del gobierno de las Malvinas, (Mercopress- Adaptado al español por NUESTROMAR)
07/04/15
Nuestro Mar
Medida con respecto al PIB, la pesca es la industria más importante de las Islas Malvinas y en 2012 contribuyó con el 34% del PIB, según el informe del Estado de la Economía de las Malvinas. Sin embargo, su importancia no se traduce en niveles similares de empleo en tierra firme. Casi todas las tripulaciones de los buques de envío provienen de otros países, y en 2012 sólo 58 residentes de las Islas Malvinas consideraban a la Pesca como su empleo primario.
De acuerdo con una nota de la agencia Mercopress, la flota de pesca de las Islas Malvinas es propiedad en su mayoría por empresas mixtas entre empresas de las Islas Malvinas y propietarios extranjeros. Los buques de propiedad totalmente extranjera, en particular los poteros, también operan en aguas de las Islas Malvinas. Por lo tanto, una parte considerable de los beneficios de la pesca va a actores fuera de las Islas.
Sin embargo, las islas también se benefician de la pesca de muchas maneras. Los derechos de las licencias de pesca suelen ser la mayor fuente de ingresos del gobierno ilegal de las Islas Malvinas, además de los ingresos del impuesto de sociedades no regulares relacionadas con negocios de hidrocarburos.
Las licencias han generado entre 10 y 30 millones de libras esterlinas por año desde 1987. Las empresas pesqueras son también contribuyentes importantes a los ingresos del impuesto de sociedades, aproximadamente 1 a 4 millones de libras al año, lo que normalmente significa 30-45 por ciento del total del impuesto de sociedades recaudado. Además de estos beneficios hay otros indirectos para la economía en tierra a través de los bienes y servicios que las flotas que faenan adquieren localmente.
El calamar, consistente en la especie Loligo (Calamareti) e Illex Argentinus compone la mayor parte de las pesquerías de captura en volumen y valor. El Illex, que es pescado en su mayoría por los poteros de Corea del Sur y Taiwán, ha tenido grandes variaciones en la captura anual de prácticamente ninguna a más de 100 mil toneladas en los últimos años. El Loligo, que normalmente se envía a España, es mucho más estable en el precio que el Illex.
Aparte de calamar, diversas especies de pescado también es atrapado, el bacalao de roca, la merluza hoki, merluza de cola, merluza negra y el más importante en términos de valor. La merluza negra, aunque atrapado en volúmenes relativamente pequeños en comparación con el calamar es de gran valor y su precio de mercado mundial ha aumentado rápidamente en los últimos diez años.
La merluza negra y el clamar Loligo son los únicos productos de exportación, donde las Islas Malvinas tienen una participación considerable en el mercado mundial. La cuota de mercado de las Malvinas Según datos de la FAO 'en 2011 fue del 8% de la merluza negra y 13% de Loligo en volumen comercializado a nivel mundial en 2012 (FAO, 2014). Cuotas de mercado Loligo han ido disminuyendo después de estar más de un 40% en 2003.
La acuicultura tiene un gran potencial en las islas, pero ha sido a pequeña escala hasta ahora. Financiado por una subvención del gobierno de las Malvinas, (Mercopress- Adaptado al español por NUESTROMAR)
07/04/15
jueves, 16 de abril de 2015
Revelan datos secretos de la BAM Mt Pleasant
Revelan por error información de una base militar de Gran Bretaña en Malvinas
El documento describe la colocación exacta de campos de vuelo, defensas físicas y depósitos de municiones.
Perfil
Se publicaron datos militares sensibles por error. | Foto: AFP
El ministerio de Defensa británico publicó por un error de información un archivo secreto con información sensible de la base militar en el archipiélago del Atlántico Sur de las Islas Malvinas.
La información, publicada por el diario británico Daily Mirror, describe la colocación exacta de los campos de vuelo, la consistencia del cemento de las defensas físicas y coordenadas GPS de cuarteles y depósitos de municiones.
"Se trata de errores que no podemos permitirnos", dijo el ex ministro de Defensa Liam Fox, sobre la falla y negó que la misma haya sido publicada en Internet.
Espionaje.El Gobierno nacional aún no emitió una reacción oficial por la filtración de documentos que muestran un plan sistemático de ciberespionaje del Reino Unido contra la Argentina por Malvinas, revelados por el ex agente de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana Edward Snowden, a través del portal The Intercept y el canal TN.
El documento describe la colocación exacta de campos de vuelo, defensas físicas y depósitos de municiones.
Perfil
Se publicaron datos militares sensibles por error. | Foto: AFP
El ministerio de Defensa británico publicó por un error de información un archivo secreto con información sensible de la base militar en el archipiélago del Atlántico Sur de las Islas Malvinas.
La información, publicada por el diario británico Daily Mirror, describe la colocación exacta de los campos de vuelo, la consistencia del cemento de las defensas físicas y coordenadas GPS de cuarteles y depósitos de municiones.
"Se trata de errores que no podemos permitirnos", dijo el ex ministro de Defensa Liam Fox, sobre la falla y negó que la misma haya sido publicada en Internet.
Espionaje.El Gobierno nacional aún no emitió una reacción oficial por la filtración de documentos que muestran un plan sistemático de ciberespionaje del Reino Unido contra la Argentina por Malvinas, revelados por el ex agente de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana Edward Snowden, a través del portal The Intercept y el canal TN.
miércoles, 15 de abril de 2015
Encuentra una carta enviada a Malvinas en 1982 en un museo
La carta que escribió en el ‘82 a Malvinas apareció en un museo
Una tarea escolar que se transformó en pieza de colección. Néstor Valiente la hizo a pedido de la maestra y la envió por correo. Un fotógrafo la encontró exhibida en las Islas.
María Belén Etchenique - Clarín
Por las calles de Luján. Néstor trabaja como repartidor de agua envasada en su ciudad natal. Lucía Merle
Una caligrafía redonda e infantil formó hace 33 años un mensaje. Era 1982. Había una escuela, un aula, un grupo de alumnos de segundo grado y, entre ellos, un chico de pelo negro y ojos de búho. Vestía un guardapolvo blanco, una camisa abotonada hasta el cuello y un pantalón de casimir. Sentado en una silla de madera, escribía: “Para el soldado de mi patria. El amor de tus hermanitos te acompaña. ¡Viva la patria! Néstor Daniel Valiente”. Tres oraciones y una firma que hoy se exhiben junto a cigarrillos, chocolates, cajas de fósforos y jabones en el Falkland Islands Museum and National Trust, en las Islas Malvinas.
Eran tiempos de guerra y enviarles cartas a los soldados argentinos que combatían en el Atlántico Sur se había transformado en una actividad habitual en las escuelas. La Primaria N° 10, en Luján, a 68 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, siguió el fervor patriótico del momento. Y Néstor, el más aplicado de la clase, cumplió con la tarea encomendada. “Era muy chico, pero recuerdo que la maestra hablaba de darles ánimo a los soldados, a ‘nuestros hermanitos’, como dice la carta. Aún escucho sus palabras y veo su mirada fija en mí”, reconstruye Néstor a Clarín.
Aquel nene de siete años que se sentaba en la primera fila de pupitres se convirtió en un adulto alto, macizo, de rasgos duros y nariz angulosa. Sigue en Luján, ya no en el barrio Parque Lasa de su infancia sino en la zona céntrica, a dos cuadras de la Basílica. En una casa de dos pisos y un patio al fondo, convive con su esposa, Laura, y sus hijos Benjamín, de 15 años, y Simón, de 11.
La carta que escribió hace más de tres décadas y envió con inocencia a través del buzón en plena guerra reapareció en su vida hace 15 días. Se le presentó amarilla, rodeada de otros objetos y como parte de una imagen. “El fotógrafo César Daneri viajó a las Islas Malvinas para hacer un libro. En un museo encontró mi mensaje y empezó a buscarme. Me ubicó a través del padrón. Natalia Salonia, una colaboradora de él, me contactó. Al principio le dije que no era yo, pero al ver el texto reconocí mi letra, mi firma, mi ve corta mayúscula, y los recuerdos volvieron como flashes”, rememora.
En una ruta en las afueras de Luján, una de las tantas que Néstor Valiente transita mientras realiza su trabajo de repartidor de agua envasada, el pasado se le puso enfrente. “Quedé shockeado. Fue una noticia inesperada. Llamé a mi mujer, a mis padres y lo comenté con mis compañeros. Algunos se emocionaron. También lo hablé con mis hijos, se sorprendieron con las palabras ‘carta’ y ‘guerra’”, cuenta. Esa noche no pudo dormir, desvelado por la duda: “¿Formaría parte de las pertenencias de un soldado argentino o estaría archivada dentro de un cajón?”, se repetía en la oscuridad.
El Falkland Islands Museum and National Trust, también conocido como Britannia House, es un museo pequeño y antiguo ubicado en Puerto Argentino, la capital de las Malvinas a la que los ingleses llamaron Puerto Stanley. Ahí, entre espacios que difunden la identidad kelper, hay una sala dedicada al conflicto armado de 1982. Dispuestos en vitrinas o amurados a las paredes se pueden ver titulares de los diarios británicos, medallas de honor, aparatos de comunicación, maquetas de barcos y aviones utilizados durante la guerra, el armamento de los soldados británicos, fotografías de la rendición y una reproducción de una trinchera argentina, entre muchísimos elementos recolectados.
"Me gustaría viajar a las Islas Malvinas para ver la carta. Quiero saber el lugar exacto en el que la encontraron y si hay información sobre quién la tenía”, se ilusiona Néstor. Cree que esas respuestas llenarán los huecos de sentido que el hallazgo del mensaje provocó en su mente. Sin embargo, a pesar de la confusión, tiene una certeza. “La guerra fue absurda. Muchos chicos fueron enviados a perder la vida. Mi hijo Benjamín tiene unos años menos que aquellos soldados. Fue una locura sin sentido que sólo trajo muerte y tristeza".
Una tarea escolar que se transformó en pieza de colección. Néstor Valiente la hizo a pedido de la maestra y la envió por correo. Un fotógrafo la encontró exhibida en las Islas.
María Belén Etchenique - Clarín
Por las calles de Luján. Néstor trabaja como repartidor de agua envasada en su ciudad natal. Lucía Merle
Una caligrafía redonda e infantil formó hace 33 años un mensaje. Era 1982. Había una escuela, un aula, un grupo de alumnos de segundo grado y, entre ellos, un chico de pelo negro y ojos de búho. Vestía un guardapolvo blanco, una camisa abotonada hasta el cuello y un pantalón de casimir. Sentado en una silla de madera, escribía: “Para el soldado de mi patria. El amor de tus hermanitos te acompaña. ¡Viva la patria! Néstor Daniel Valiente”. Tres oraciones y una firma que hoy se exhiben junto a cigarrillos, chocolates, cajas de fósforos y jabones en el Falkland Islands Museum and National Trust, en las Islas Malvinas.
Eran tiempos de guerra y enviarles cartas a los soldados argentinos que combatían en el Atlántico Sur se había transformado en una actividad habitual en las escuelas. La Primaria N° 10, en Luján, a 68 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, siguió el fervor patriótico del momento. Y Néstor, el más aplicado de la clase, cumplió con la tarea encomendada. “Era muy chico, pero recuerdo que la maestra hablaba de darles ánimo a los soldados, a ‘nuestros hermanitos’, como dice la carta. Aún escucho sus palabras y veo su mirada fija en mí”, reconstruye Néstor a Clarín.
Aquel nene de siete años que se sentaba en la primera fila de pupitres se convirtió en un adulto alto, macizo, de rasgos duros y nariz angulosa. Sigue en Luján, ya no en el barrio Parque Lasa de su infancia sino en la zona céntrica, a dos cuadras de la Basílica. En una casa de dos pisos y un patio al fondo, convive con su esposa, Laura, y sus hijos Benjamín, de 15 años, y Simón, de 11.
La carta que escribió hace más de tres décadas y envió con inocencia a través del buzón en plena guerra reapareció en su vida hace 15 días. Se le presentó amarilla, rodeada de otros objetos y como parte de una imagen. “El fotógrafo César Daneri viajó a las Islas Malvinas para hacer un libro. En un museo encontró mi mensaje y empezó a buscarme. Me ubicó a través del padrón. Natalia Salonia, una colaboradora de él, me contactó. Al principio le dije que no era yo, pero al ver el texto reconocí mi letra, mi firma, mi ve corta mayúscula, y los recuerdos volvieron como flashes”, rememora.
En una ruta en las afueras de Luján, una de las tantas que Néstor Valiente transita mientras realiza su trabajo de repartidor de agua envasada, el pasado se le puso enfrente. “Quedé shockeado. Fue una noticia inesperada. Llamé a mi mujer, a mis padres y lo comenté con mis compañeros. Algunos se emocionaron. También lo hablé con mis hijos, se sorprendieron con las palabras ‘carta’ y ‘guerra’”, cuenta. Esa noche no pudo dormir, desvelado por la duda: “¿Formaría parte de las pertenencias de un soldado argentino o estaría archivada dentro de un cajón?”, se repetía en la oscuridad.
El Falkland Islands Museum and National Trust, también conocido como Britannia House, es un museo pequeño y antiguo ubicado en Puerto Argentino, la capital de las Malvinas a la que los ingleses llamaron Puerto Stanley. Ahí, entre espacios que difunden la identidad kelper, hay una sala dedicada al conflicto armado de 1982. Dispuestos en vitrinas o amurados a las paredes se pueden ver titulares de los diarios británicos, medallas de honor, aparatos de comunicación, maquetas de barcos y aviones utilizados durante la guerra, el armamento de los soldados británicos, fotografías de la rendición y una reproducción de una trinchera argentina, entre muchísimos elementos recolectados.
"Me gustaría viajar a las Islas Malvinas para ver la carta. Quiero saber el lugar exacto en el que la encontraron y si hay información sobre quién la tenía”, se ilusiona Néstor. Cree que esas respuestas llenarán los huecos de sentido que el hallazgo del mensaje provocó en su mente. Sin embargo, a pesar de la confusión, tiene una certeza. “La guerra fue absurda. Muchos chicos fueron enviados a perder la vida. Mi hijo Benjamín tiene unos años menos que aquellos soldados. Fue una locura sin sentido que sólo trajo muerte y tristeza".
martes, 14 de abril de 2015
Héroes yendo a su última morada
lunes, 13 de abril de 2015
Invasión a Tierra del Fuego: La tradicional gallardía chilena en el conflicto
Malvinas: el día en que Gran Bretaña pensó invadir Tierra del Fuego
Contemplaba un ataque desde el territorio chileno. La colaboración de Pinochet con Gran Bretaña duró toda la guerra. Lo revela una investigación oficial encargada por el gobierno británico y publicada esta semana.
Clarín
El libro del historiador inglés Lawrence Freedman sobre la guerra de Malvinas, basado en documentos secretos de Londres y que acaba de publicarse en Gran Bretaña, contiene información detallada sobre la sostenida colaboración del régimen de Augusto Pinochet con las fuerzas británicas, que llegó al punto de hacer pensar a los militares británicos en la posibilidad de invadir el territorio argentino de Tierra del Fuego desde el lado chileno de la isla.
El plan, que fue desechado por cuestiones operativas, echa luz sobre otro hecho polémico del que sí se tuvo noticia: la misteriosa caída de un helicóptero inglés a 18 kilómetros de la ciudad chilena de Punta Arenas, el 20 de mayo de 1982. En aquel momento, sus tres tripulantes —Alan Benett, Richard Outching y Blain Imrie— fueron "devueltos" a Londres. Pero Freedman revela ahora que en el helicóptero había otros ocho tripulantes, que fueron sacados de Chile en silencio (ver página 37). Según el historiador, eran oficiales de las Fuerzas Especiales Británicas que debían destruir una base argentina en Tierra del Fuego. A continuación, un extracto del capítulo dedicado al apoyo chileno.
La lógica de la cooperación era clara. Ambos países mantenían disputas territoriales con Argentina y en ambos casos Argentina se comportaba de una manera inaceptable, ignorando los intentos de arbitraje en el caso del Canal de Beagle del mismo modo que había recurrido a las Fuerzas Armadas en el caso de las Malvinas. El principal obstáculo a la cooperación abierta era la renuencia chilena a contradecir la solidaridad hemisférica y la preocupación británica respecto de la tensión entre su reivindicación de que estaba actuando en nombre de la democracia y los funestos antecedentes de Chile en el área de derechos humanos. Chile también debía reflexionar sobre la fuerza militar superior de Argentina al evaluar los riesgos de apoyar una intensificación de fuerzas militares británicas. Por eso era inevitable que cualquier cooperación fuera secreta.
La posibilidad de cooperar con Chile se planteó desde el inicio de la crisis. (...) Cuando el 2 de abril de 1982 se realizaron las primeras evaluaciones de probables respuestas sudamericanas a la invasión argentina, enseguida se señaló la importancia de Chile. Empezaron a plantearse dudas en cuanto a si Gran Bretaña podía solicitar instalaciones y cómo reaccionar si Chile las ofrecía. Un primer indicio de la actitud chilena positiva fue un ofrecimiento de postergar la entrega del buque HMS Norfolk a la Marina chilena, que debía realizarse el 6 de abril. Esto no fue considerado muy útil debido a la pequeña magnitud de la tripulación de la Marina Real, sus malas comunicaciones y falta de armas. Por otro lado, el buque auxiliar de la Armada Real Tidepool, un buque tanque que también debía ser entregado el 7 de abril, estaba totalmente tripulado y si se podía comprar una carga plena de combustible, resolvería problemas de reabastecimiento para la Fuerza de Tareas. Los chilenos lo aceptaron. Zarpó el 14 de abril hacia la cita con la Fuerza de Tareas y tuvo un papel clave en la toma de Georgia del Sur.
Existía una posibilidad seductora de acción militar directa que dependía de la cooperación con Chile. Tierra del Fuego, una isla en el extremo sur de Argentina, estaba dividida en las provincias del oeste chilena y la del este argentina. La provincia argentina estaba escasamente poblada pero incluía un yacimiento de petróleo que producía 24.000 barriles por día y dos campos de aterrizaje, en Río Grande y Ushuaia. Si podía ser capturada, sería una bofetada al orgullo nacional argentino; ofrecería un elemento de regateo en cualquier negociación permitiendo a la vez aprovechar instalaciones militares útiles que de lo contrario podían ser usadas en contra de las fuerzas británicas. A los comandantes, la isla les pareció a primera vista un objetivo militar más fácil para la Fuerza de Tareas que las Malvinas. Estaría peor defendida y se adaptaba más a un ataque por tierra desde Chile que a un ataque británico por mar. Habría un riesgo menor de víctimas civiles y un mayor elemento de sorpresa. No obstante, un aterrizaje exitoso exigiría primero operaciones intensivas contra la Marina argentina y los aviones de combate con base en tierra. Y por lo tanto, aunque pudiera establecerse una fuerza británica en la isla, ésta sería vulnerable al ataque de aviones argentinos que operaran desde campos de aterrizaje en territorio continental. Esto justificaba, pues, operaciones secretas de fuerzas especiales para inhibir los ataques aéreos argentinos. Por lo tanto, aunque los riesgos a corto plazo parecían manejables, los problemas a más largo plazo eran mayores. También la política era problemática. La colusión entre los dos países, indispensable para que la operación funcionara, causaría una tormenta.
Todas las instalaciones portuarias y de campos de aterrizaje podían acelerar el avance de las fuerzas británicas, aliviar los problemas de apoyo y reabastecimiento de combustible y mitigar la ventaja geográfica argentina. En contra estaba el riesgo de llegar a depender demasiado de su ayuda, con el temor de que fuera retirada si las presiones regionales sobre Chile se volvían irresistibles. Las propuestas de cooperación se concentraron en la obtención de inteligencia. En particular, a los comandantes les interesaba analizar la posibilidad de apostar el avión Nimrod de la Patrulla Marítima en el sur de Chile. La información sobre blancos desde el Nimrod aumentaría considerablemente la eficacia de los submarinos, que llegarían pronto al Atlántico Sur. Internacionalmente se lo podía describir como avión de reconocimiento, pero no tenía capacidad ofensiva contra aviones de combate transportados por barco o en tierra. Su radar Seachwater le permitiría permanecer fuera de la zona de batalla.
Una cuestión delicada era establecer cuál era la mejor manera de enfocar la cooperación. El embajador británico en Santiago entendía que debía hablar directamente con los militares chilenos. Se suponía que sería necesario un quid pro quo. Las ideas se volcaron primero a la venta de aviones Hunter, en los cuales los chilenos tenían interés. A la vez, los chilenos tenían un interés estratégico en un éxito británico rápido contra Argentina, ya que les preocupaba que de lo contrario los atacaran "en tres semanas" y ya estaban disponiendo aprestos militares para responder a esa contingencia. (...)
Si bien el Comité Conjunto de Inteligencia opinaba que Chile estaría de acuerdo en que un avión Nimrod de reconocimiento aéreo no armado operara desde los campos de aterrizaje chilenos, el embajador era más cauto. Por ejemplo, era poco probable que se pusiera a disposición un campo de aterrizaje del sur. Uno que había sido mencionado —en la isla de San Félix— estaba a 3.000 kilómetros de la zona de operaciones, a menos que el Nimrod sobrevolara Argentina. Solo sería útil como base de operaciones si las pistas de aterrizaje más al sur pudieran ofrecer reabastecimiento de combustible.
Los ministros no sabían bien hasta qué punto llevar los vínculos con Chile. (...) También había cautela del lado chileno, lo cual reflejaba una conciencia cada vez mayor de que lo más conveniente para los intereses continentales chilenos más generales era "no alargar demasiado el cuello". Los medios en general se mostraban favorables a Gran Bretaña, aunque la opinión pública estaba dividida entre la satisfacción de que la arrogante y agresiva Argentina por fin recibiera su merecido y la angustia por un derramamiento de sangre latinoamericana. En Santiago todavía había miedo de que si Argentina podía salir adelante con su agresión con un bajo costo, después se volvería en contra de Chile. (...)
Al mismo tiempo, los chilenos estaban angustiados ante la perspectiva de que las hostilidades entre Gran Bretaña y Argentina se desbordaran sobre su larga y expuesta frontera. Si había evidencias de confabulación en la obtención de inteligencia británica, Argentina podría de pronto volverse contra Chile. Había más tropas argentinas concentradas en Río Gallegos y Comodoro Rivadavia de las que podían necesitarse para las Islas Malvinas. Para no llevar la situación más allá de lo prudente, el embajador John Heath optó por solicitudes cuidadosamente redactadas, evitando pedir algo que permitiera demostrar que aviones ingleses o chilenos volaban sobre el espacio aéreo argentino desde Chile. (...)
Los comandantes fueron cautelosos por otra razón. ¿Serían respetados los ofrecimientos de asistencia? Heath confiaba en que sí. Muy pocos conocían los considerables y secretos esfuerzos que se habían hecho para que la Cancillería no se enterara, pero Pinochet aparentemente apoyaba la cooperación. Había un deseo de apoyar la resolución británica, pero en privado. En público la posición sería neutral. Si circulaban rumores de cooperación chilena con Gran Bretaña, se negarían de inmediato. (...)
A cambio de la ayuda, Chile quería transferencias de armas. (...) Después de la invasión, se realizó una propuesta por la cual uno o más aviones Canberra serían vendidos y volarían a Chile con tripulaciones británicas que entrenarían a las chilenas realizando reconocimiento fotográfico desde una base aérea en el sur de Chile. (...) Esto prosperó hasta el punto de seleccionar los aviones y las tripulaciones y dejarlos en reserva, pero Chile rechazó este proyecto ya que estaba seguro de que los aviones serían identificados y era posible que fueran derribados.
Se consideró entonces la posibilidad de proveer aviones Canberra a un precio más atractivo. El 16 de abril, se acordó que se enviarían en préstamo o para compra algunos aviones Canberra y Hércules de apoyo, todos con marcaciones chilenas. Los Hércules se podían describir como comprados por Chile para su propia fuerza de transporte aunque Gran Bretaña podía recuperarlos después de la guerra. No era posible enviar los Nimrod ya que resultaría increíble que Chile estuviera comprándolos. Se permitiría no obstante que los Nimrod volaran sobre el espacio aéreo chileno y para aterrizar en una emergencia. También se tomaría un radar. Por último, se pondrían a disposición detalles de movimientos de superficie de la flota para su transmisión.
El 18 de abril, Lewin informó a Nott sobre el avance. Su prioridad era la inteligencia sobre las fuerzas argentinas. (...) El uso de un campo de aterrizaje chileno adecuado daría a Gran Bretaña una capacidad nueva e indispensable. Debido a la urgencia de este requerimiento, había muy poco tiempo que perder. (...)
Tripulaciones de la RAF (Real Fuerza Aérea) operarían dos Canberra en el Atlántico Sur durante un período de traspaso. Se desplegaría un avión de apoyo Hércules tripulado hasta un campo de aterrizaje chileno. Los chilenos querían anunciar su contrato de compra de aviones Canberra, pero Londres prefirió mantener toda la colaboración secreta, para garantizar que cualquier reconocimiento inicial de Malvinas se mantuviera en secreto. Inicialmente la operación avanzó según lo planeado, y para el 26 de abril habían llegado a Santiago disimulados dos aviones Hércules. Ahora se esperaba que los Canberra llegaran a Chile después del 30 de abril. (...)
Los chilenos también estaban poniéndose ansiosos en cuanto al posible impacto que recibirían si Argentina decidía que el juego por Malvinas había terminado y se volcaban a Chile para "recuperar el honor nacional". (...) Se observó, luego de la captura de Georgia del Sur, que la satisfacción por la frustración de Argentina tenía como contrapeso la aprensión de que Chile se viera arrastrado al conflicto. Pinochet dijo a la prensa que estaba "preocupado" por los hechos en el Atlántico Sur, y el canciller comentó ambiguamente "lamentamos sinceramente que los llamados de paz hayan sido desoídos".
La votación en la OEA era inminente. El canciller chileno había propuesto una postura cautelosa, que habría sido denegada por Pinochet. Chile se abstendría el 27 de abril, aunque esto sería visto como un acto "inamistoso". Esto reflejó una mayor convicción de que Galtieri y su gobierno no sobrevivirían al conflicto y que la crisis interna sería un preludio de un ataque contra Chile.
El 28 de abril, justo después de la votación de la OEA, Reuters informó lo que fue calificado como una declaración oficial del vocero del Ministerio de Defensa en Londres, en el sentido de que Chile había dado su permiso para desviar el Tidepont con el fin de que fuera a unirse a la Fuerza de Tareas británica en Malvinas. Posteriormente, pudo saberse que el tema había aparecido en una conferencia de prensa en la cual se había declarado, en respuesta a algunas preguntas, que no se sabía "si cambió de manos dinero" pero se sabía "que la venta seguía adelante pero la entrega había sido pospuesta con el acuerdo de los chilenos". (...) Chile quiso una desmentida inmediata (...). El punto de vista del Foreign Office era que sería poco prudente arriesgar una desmentida formal ya que podría simplemente generar más interés. Para entonces, el Gobierno chileno ya había publicado su propia desmentida. Chile consideraba que la pregunta había sido planteada a través de un periodista francés como una manera de ejercer presión sobre Chile después de su abstención en la OEA, ya que aparentemente Argentina conocía la situación del barco desde hacía cierto tiempo.
Los chilenos entonces advirtieron que en cuanto las operaciones de los Canberra fueran detectadas por Argentina o por la prensa, los hombres de la RAF (18 oficiales y 24 suboficiales) que habían llegado antes que el avión tendrían que abandonar Chile de inmediato. El 27 de abril, el (diario inglés) Daily Star informó que: "La semana pasada, aviones caza Phantom volaron en secreto al sur de Chile, vía isla de la Ascensión, desde una base de la RAF en Suffolk. (...) Gran Bretaña ha pagado bajo cuerda a los chilenos por permitir que nuestros aviones utilicen su base vital de Punta Arenas. El precio: ocho aviones Hunter Hawker. Los aviones sin marcación abandonaron Brize Norton de la RAF el domingo a bordo de un Boeing 747 civil estadounidense".
(...)Los detalles de la historia eran tan falsos que Heath se preguntó si no sería desinformación argentina deliberada. (...) Chile también negó como "totalmente sin fundamento" informes según los cuales aviones Phantom de la RAF serían autorizados a aterrizar y recargar combustible en Punta Arenas. El 29 de abril fue emitida una declaración británica. Heath advertía que Argentina estaba tratando de desacreditar la neutralidad de Chile en el tema Malvinas con preguntas hechas por medio de periodistas amistosos, y propuso los repudios más cuidadosamente redactados.
En la tarde del 29 de abril, los Canberra todavía no habían recibido el visto bueno de Chile. Había aparecido otro informe de prensa, esta vez de Reuters, diciendo que Gran Bretaña tenía permiso para utilizar las instalaciones de aviación en el sur de Chile. Esta mayor postergación hizo que el entusiasmo del Ministerio de Defensa por la operación comenzara a disminuir, y se hicieron planes para retirar un Hércules. Cuando finalmente se recibió el visto bueno para que llegaran los Canberra el 3 de mayo, el curso de acción prudente parecía ser una primera misión de los Hércules mientras los Canberra se entregaban con más lentitud a Chile. A los chilenos les habría gustado quedarse con los Hércules y estaban ansiosos por los dos Canberra.
De modo que a comienzos de mayo se estaban entregando los primeros seis Hunter y se estaban seleccionando otros dos, pero no se había tomado ninguna decisión respecto de otros (y al parecer había pedidos 20 más). Dos Canberra y repuestos estaban en oferta para Chile. (...) Chile había expresado interés en un radar que se instalaría cerca de la frontera argentina. La oferta era a un precio rebajado con apoyo en su operación y mantenimiento. A mediados de mayo, se había enviado el borrador de una carta de intención relativa a la venta de los dos Canberra, junto con una cantidad de repuestos y equipo de apoyo terrestre, y habían concluido las negociaciones en relación con los otros dos Hunter adicionales. (...)
En una entrevista realizada en 1999 pero publicada en 2002, el general Fernando Matthei, comandante en Jefe de la Fuerza Aérea chilena en 1982, describió cómo acordó con un "agente secreto" la entrega de inteligencia a Gran Bretaña a cambio de pertrechos militares, sobre todo aviones de combate Hawker Hunter, un potente radar y aviones Canberra. Matthei recordó que después de la guerra "conservamos los aviones, el radar, los misiles. Ellos recibieron información puntual y todos estábamos contentos". También afirmó que Pinochet no había sido plenamente informado del acuerdo, "de tal manera que si la operación era descubierta, pudiera afirmar que no sabía nada". Describió la creación de un centro de mando subterráneo bien protegido en Punta Arenas, desde donde se enviaba la información sobre los movimientos aéreos de Argentina desde todas las fuentes a Northwood usando un sistema de comunicaciones por satélite. La hija de Matthei, de hecho, ya había informado parte de esto en una carta a The Sunday Times cuando la controversia por Pinochet estaba en su punto culminante, señalando correctamente que el principal contacto de su padre había sido un comandante de brigada de la RAF (y no un agente secreto), y poniendo de relieve la importancia del control chileno de la actividad aérea argentina, con información transmitida mediante una conexión satelital a la Fuerza de Tareas. Por ese medio, se advertía a la flota del Atlántico Sur cualquier ataque inminente.
Entones comenzaron a producirse avances en todas las áreas. Se acordó que se aceptaría un avión de reconocimiento Nimrod en el campo de aterrizaje de San Félix, una isla remota frente a la costa de Chile. Desde San Félix, el avión podría hacer varias misiones muy valiosas, recargando combustible de noche en la base aérea chilena de Concepción en la costa continental, y luego volar en el espacio aéreo chileno en dirección al Atlántico Sur. El avión podría recoger información útil fuera del alcance del radar argentino y transmitirla a la Fuerza de Tareas. El Nimrod sería apoyado por un VC10. La primera misión tuvo lugar temprano en la mañana del domingo 9 de mayo, una segunda el 15 de mayo y una tercera dos días más tarde. Se obtuvo información limitada pero significativa. El 18 de mayo existía preocupación de que fuera demasiado arriesgado continuar con los vuelos, ya que probablemente esto llevaría a arruinar toda la operación y a afectar operaciones futuras. Woodward quiso que el avión volara las noches del 19-21 de mayo solo por si el Grupo de Transporte argentino estaba en el mar durante esos días cruciales, pero el deseo chileno de ver concluida esa misión era firme. (...)
Mientras tanto, la conexión chilena estaba empezando a generar atención en Gran Bretaña. El 24 de mayo, la primera ministra y otros ministros superiores recibieron cartas idénticas de miembros del Parlamento conectados con la Comisión de Derechos Humanos en Chile. (...) Gran Bretaña no quería avalar la política de derechos humanos chilena y a la vez quería asegurarse de no verse implicado en una acción chilena directa contra Argentina.
Durante el curso de la guerra, la presencia de una sólida fuerza chilena en la frontera había ayudado a Gran Bretaña aunque más no fuera por el hecho de que tenía amarradas a dos de las brigadas de Infantería de Marina superiores de Argentina: Chile no había dejado de golpe de ser percibido como una amenaza por Argentina. A medida que la guerra se acercaba a su conclusión, surgió preocupación de que Chile pudiera querer aprovechar las dificultades de Argentina. Pareció organizarse con cierta prisa una operación importante con 10.000 hombres que se iniciaría a comienzos de junio. Heath sugirió dar instrucciones de convocar en privado a algunas altas figuras chilenas para aclarar que Gran Bretaña no tenía intención de ser parte de ningún "incidente fronterizo" entre Chile y Argentina. Si bien el Foreign and Commonwealth Office seguía pensando que era poco probable una acción chilena precipitada, Heath recibió autorización de establecer contacto para averiguar qué estaba pasando, siempre y cuando no expresara ninguna opinión sobre la cuestión. Heath informó acerca de la visión chilena de que los refuerzos en el Sur se habían considerado necesarios debido a la incertidumbre acerca de las intenciones argentinas, especialmente si mantenían lejos a Gran Bretaña, pero que teniendo en cuenta que ahora esto era poco probable y que Gran Bretaña regresaría a Malvinas, se sentían más tranquilos y estaban retirando algunas unidades.
TRADUCCION: Cristina Sardoy
Contemplaba un ataque desde el territorio chileno. La colaboración de Pinochet con Gran Bretaña duró toda la guerra. Lo revela una investigación oficial encargada por el gobierno británico y publicada esta semana.
Clarín
El libro del historiador inglés Lawrence Freedman sobre la guerra de Malvinas, basado en documentos secretos de Londres y que acaba de publicarse en Gran Bretaña, contiene información detallada sobre la sostenida colaboración del régimen de Augusto Pinochet con las fuerzas británicas, que llegó al punto de hacer pensar a los militares británicos en la posibilidad de invadir el territorio argentino de Tierra del Fuego desde el lado chileno de la isla.
El plan, que fue desechado por cuestiones operativas, echa luz sobre otro hecho polémico del que sí se tuvo noticia: la misteriosa caída de un helicóptero inglés a 18 kilómetros de la ciudad chilena de Punta Arenas, el 20 de mayo de 1982. En aquel momento, sus tres tripulantes —Alan Benett, Richard Outching y Blain Imrie— fueron "devueltos" a Londres. Pero Freedman revela ahora que en el helicóptero había otros ocho tripulantes, que fueron sacados de Chile en silencio (ver página 37). Según el historiador, eran oficiales de las Fuerzas Especiales Británicas que debían destruir una base argentina en Tierra del Fuego. A continuación, un extracto del capítulo dedicado al apoyo chileno.
La colaboración de Chile con Londres
Una de las cuestiones más controvertidas en lo referido a la campaña por Malvinas fue en qué medida Gran Bretaña gozó del beneficio de una cooperación estrecha con Chile. Esta cuestión fue particularmente dominante en 1999, cuando el general Augusto Pinochet fue arrestado en Londres a causa de un pedido de extradición de España para enfrentar un juicio por crímenes contra la humanidad. La baronesa Thatcher se mostró enérgica en su defensa, entre otras cosas en razón de su apoyo a Gran Bretaña en 1982. El propio Pinochet habló de cómo "cuando las fuerzas argentinas ocuparon las Malvinas en 1982, di instrucciones a mi gobierno para que ofreciera, dentro del contexto de nuestra neutralidad, cualquier asistencia que pudiéramos a nuestro amigo y aliado. Lo consideré una cuestión de honor nacional de Chile".La lógica de la cooperación era clara. Ambos países mantenían disputas territoriales con Argentina y en ambos casos Argentina se comportaba de una manera inaceptable, ignorando los intentos de arbitraje en el caso del Canal de Beagle del mismo modo que había recurrido a las Fuerzas Armadas en el caso de las Malvinas. El principal obstáculo a la cooperación abierta era la renuencia chilena a contradecir la solidaridad hemisférica y la preocupación británica respecto de la tensión entre su reivindicación de que estaba actuando en nombre de la democracia y los funestos antecedentes de Chile en el área de derechos humanos. Chile también debía reflexionar sobre la fuerza militar superior de Argentina al evaluar los riesgos de apoyar una intensificación de fuerzas militares británicas. Por eso era inevitable que cualquier cooperación fuera secreta.
La posibilidad de cooperar con Chile se planteó desde el inicio de la crisis. (...) Cuando el 2 de abril de 1982 se realizaron las primeras evaluaciones de probables respuestas sudamericanas a la invasión argentina, enseguida se señaló la importancia de Chile. Empezaron a plantearse dudas en cuanto a si Gran Bretaña podía solicitar instalaciones y cómo reaccionar si Chile las ofrecía. Un primer indicio de la actitud chilena positiva fue un ofrecimiento de postergar la entrega del buque HMS Norfolk a la Marina chilena, que debía realizarse el 6 de abril. Esto no fue considerado muy útil debido a la pequeña magnitud de la tripulación de la Marina Real, sus malas comunicaciones y falta de armas. Por otro lado, el buque auxiliar de la Armada Real Tidepool, un buque tanque que también debía ser entregado el 7 de abril, estaba totalmente tripulado y si se podía comprar una carga plena de combustible, resolvería problemas de reabastecimiento para la Fuerza de Tareas. Los chilenos lo aceptaron. Zarpó el 14 de abril hacia la cita con la Fuerza de Tareas y tuvo un papel clave en la toma de Georgia del Sur.
Existía una posibilidad seductora de acción militar directa que dependía de la cooperación con Chile. Tierra del Fuego, una isla en el extremo sur de Argentina, estaba dividida en las provincias del oeste chilena y la del este argentina. La provincia argentina estaba escasamente poblada pero incluía un yacimiento de petróleo que producía 24.000 barriles por día y dos campos de aterrizaje, en Río Grande y Ushuaia. Si podía ser capturada, sería una bofetada al orgullo nacional argentino; ofrecería un elemento de regateo en cualquier negociación permitiendo a la vez aprovechar instalaciones militares útiles que de lo contrario podían ser usadas en contra de las fuerzas británicas. A los comandantes, la isla les pareció a primera vista un objetivo militar más fácil para la Fuerza de Tareas que las Malvinas. Estaría peor defendida y se adaptaba más a un ataque por tierra desde Chile que a un ataque británico por mar. Habría un riesgo menor de víctimas civiles y un mayor elemento de sorpresa. No obstante, un aterrizaje exitoso exigiría primero operaciones intensivas contra la Marina argentina y los aviones de combate con base en tierra. Y por lo tanto, aunque pudiera establecerse una fuerza británica en la isla, ésta sería vulnerable al ataque de aviones argentinos que operaran desde campos de aterrizaje en territorio continental. Esto justificaba, pues, operaciones secretas de fuerzas especiales para inhibir los ataques aéreos argentinos. Por lo tanto, aunque los riesgos a corto plazo parecían manejables, los problemas a más largo plazo eran mayores. También la política era problemática. La colusión entre los dos países, indispensable para que la operación funcionara, causaría una tormenta.
Todas las instalaciones portuarias y de campos de aterrizaje podían acelerar el avance de las fuerzas británicas, aliviar los problemas de apoyo y reabastecimiento de combustible y mitigar la ventaja geográfica argentina. En contra estaba el riesgo de llegar a depender demasiado de su ayuda, con el temor de que fuera retirada si las presiones regionales sobre Chile se volvían irresistibles. Las propuestas de cooperación se concentraron en la obtención de inteligencia. En particular, a los comandantes les interesaba analizar la posibilidad de apostar el avión Nimrod de la Patrulla Marítima en el sur de Chile. La información sobre blancos desde el Nimrod aumentaría considerablemente la eficacia de los submarinos, que llegarían pronto al Atlántico Sur. Internacionalmente se lo podía describir como avión de reconocimiento, pero no tenía capacidad ofensiva contra aviones de combate transportados por barco o en tierra. Su radar Seachwater le permitiría permanecer fuera de la zona de batalla.
Una cuestión delicada era establecer cuál era la mejor manera de enfocar la cooperación. El embajador británico en Santiago entendía que debía hablar directamente con los militares chilenos. Se suponía que sería necesario un quid pro quo. Las ideas se volcaron primero a la venta de aviones Hunter, en los cuales los chilenos tenían interés. A la vez, los chilenos tenían un interés estratégico en un éxito británico rápido contra Argentina, ya que les preocupaba que de lo contrario los atacaran "en tres semanas" y ya estaban disponiendo aprestos militares para responder a esa contingencia. (...)
Si bien el Comité Conjunto de Inteligencia opinaba que Chile estaría de acuerdo en que un avión Nimrod de reconocimiento aéreo no armado operara desde los campos de aterrizaje chilenos, el embajador era más cauto. Por ejemplo, era poco probable que se pusiera a disposición un campo de aterrizaje del sur. Uno que había sido mencionado —en la isla de San Félix— estaba a 3.000 kilómetros de la zona de operaciones, a menos que el Nimrod sobrevolara Argentina. Solo sería útil como base de operaciones si las pistas de aterrizaje más al sur pudieran ofrecer reabastecimiento de combustible.
Los ministros no sabían bien hasta qué punto llevar los vínculos con Chile. (...) También había cautela del lado chileno, lo cual reflejaba una conciencia cada vez mayor de que lo más conveniente para los intereses continentales chilenos más generales era "no alargar demasiado el cuello". Los medios en general se mostraban favorables a Gran Bretaña, aunque la opinión pública estaba dividida entre la satisfacción de que la arrogante y agresiva Argentina por fin recibiera su merecido y la angustia por un derramamiento de sangre latinoamericana. En Santiago todavía había miedo de que si Argentina podía salir adelante con su agresión con un bajo costo, después se volvería en contra de Chile. (...)
Al mismo tiempo, los chilenos estaban angustiados ante la perspectiva de que las hostilidades entre Gran Bretaña y Argentina se desbordaran sobre su larga y expuesta frontera. Si había evidencias de confabulación en la obtención de inteligencia británica, Argentina podría de pronto volverse contra Chile. Había más tropas argentinas concentradas en Río Gallegos y Comodoro Rivadavia de las que podían necesitarse para las Islas Malvinas. Para no llevar la situación más allá de lo prudente, el embajador John Heath optó por solicitudes cuidadosamente redactadas, evitando pedir algo que permitiera demostrar que aviones ingleses o chilenos volaban sobre el espacio aéreo argentino desde Chile. (...)
Los comandantes fueron cautelosos por otra razón. ¿Serían respetados los ofrecimientos de asistencia? Heath confiaba en que sí. Muy pocos conocían los considerables y secretos esfuerzos que se habían hecho para que la Cancillería no se enterara, pero Pinochet aparentemente apoyaba la cooperación. Había un deseo de apoyar la resolución británica, pero en privado. En público la posición sería neutral. Si circulaban rumores de cooperación chilena con Gran Bretaña, se negarían de inmediato. (...)
A cambio de la ayuda, Chile quería transferencias de armas. (...) Después de la invasión, se realizó una propuesta por la cual uno o más aviones Canberra serían vendidos y volarían a Chile con tripulaciones británicas que entrenarían a las chilenas realizando reconocimiento fotográfico desde una base aérea en el sur de Chile. (...) Esto prosperó hasta el punto de seleccionar los aviones y las tripulaciones y dejarlos en reserva, pero Chile rechazó este proyecto ya que estaba seguro de que los aviones serían identificados y era posible que fueran derribados.
Se consideró entonces la posibilidad de proveer aviones Canberra a un precio más atractivo. El 16 de abril, se acordó que se enviarían en préstamo o para compra algunos aviones Canberra y Hércules de apoyo, todos con marcaciones chilenas. Los Hércules se podían describir como comprados por Chile para su propia fuerza de transporte aunque Gran Bretaña podía recuperarlos después de la guerra. No era posible enviar los Nimrod ya que resultaría increíble que Chile estuviera comprándolos. Se permitiría no obstante que los Nimrod volaran sobre el espacio aéreo chileno y para aterrizar en una emergencia. También se tomaría un radar. Por último, se pondrían a disposición detalles de movimientos de superficie de la flota para su transmisión.
El 18 de abril, Lewin informó a Nott sobre el avance. Su prioridad era la inteligencia sobre las fuerzas argentinas. (...) El uso de un campo de aterrizaje chileno adecuado daría a Gran Bretaña una capacidad nueva e indispensable. Debido a la urgencia de este requerimiento, había muy poco tiempo que perder. (...)
Tripulaciones de la RAF (Real Fuerza Aérea) operarían dos Canberra en el Atlántico Sur durante un período de traspaso. Se desplegaría un avión de apoyo Hércules tripulado hasta un campo de aterrizaje chileno. Los chilenos querían anunciar su contrato de compra de aviones Canberra, pero Londres prefirió mantener toda la colaboración secreta, para garantizar que cualquier reconocimiento inicial de Malvinas se mantuviera en secreto. Inicialmente la operación avanzó según lo planeado, y para el 26 de abril habían llegado a Santiago disimulados dos aviones Hércules. Ahora se esperaba que los Canberra llegaran a Chile después del 30 de abril. (...)
Los chilenos también estaban poniéndose ansiosos en cuanto al posible impacto que recibirían si Argentina decidía que el juego por Malvinas había terminado y se volcaban a Chile para "recuperar el honor nacional". (...) Se observó, luego de la captura de Georgia del Sur, que la satisfacción por la frustración de Argentina tenía como contrapeso la aprensión de que Chile se viera arrastrado al conflicto. Pinochet dijo a la prensa que estaba "preocupado" por los hechos en el Atlántico Sur, y el canciller comentó ambiguamente "lamentamos sinceramente que los llamados de paz hayan sido desoídos".
La votación en la OEA era inminente. El canciller chileno había propuesto una postura cautelosa, que habría sido denegada por Pinochet. Chile se abstendría el 27 de abril, aunque esto sería visto como un acto "inamistoso". Esto reflejó una mayor convicción de que Galtieri y su gobierno no sobrevivirían al conflicto y que la crisis interna sería un preludio de un ataque contra Chile.
El 28 de abril, justo después de la votación de la OEA, Reuters informó lo que fue calificado como una declaración oficial del vocero del Ministerio de Defensa en Londres, en el sentido de que Chile había dado su permiso para desviar el Tidepont con el fin de que fuera a unirse a la Fuerza de Tareas británica en Malvinas. Posteriormente, pudo saberse que el tema había aparecido en una conferencia de prensa en la cual se había declarado, en respuesta a algunas preguntas, que no se sabía "si cambió de manos dinero" pero se sabía "que la venta seguía adelante pero la entrega había sido pospuesta con el acuerdo de los chilenos". (...) Chile quiso una desmentida inmediata (...). El punto de vista del Foreign Office era que sería poco prudente arriesgar una desmentida formal ya que podría simplemente generar más interés. Para entonces, el Gobierno chileno ya había publicado su propia desmentida. Chile consideraba que la pregunta había sido planteada a través de un periodista francés como una manera de ejercer presión sobre Chile después de su abstención en la OEA, ya que aparentemente Argentina conocía la situación del barco desde hacía cierto tiempo.
Los chilenos entonces advirtieron que en cuanto las operaciones de los Canberra fueran detectadas por Argentina o por la prensa, los hombres de la RAF (18 oficiales y 24 suboficiales) que habían llegado antes que el avión tendrían que abandonar Chile de inmediato. El 27 de abril, el (diario inglés) Daily Star informó que: "La semana pasada, aviones caza Phantom volaron en secreto al sur de Chile, vía isla de la Ascensión, desde una base de la RAF en Suffolk. (...) Gran Bretaña ha pagado bajo cuerda a los chilenos por permitir que nuestros aviones utilicen su base vital de Punta Arenas. El precio: ocho aviones Hunter Hawker. Los aviones sin marcación abandonaron Brize Norton de la RAF el domingo a bordo de un Boeing 747 civil estadounidense".
(...)Los detalles de la historia eran tan falsos que Heath se preguntó si no sería desinformación argentina deliberada. (...) Chile también negó como "totalmente sin fundamento" informes según los cuales aviones Phantom de la RAF serían autorizados a aterrizar y recargar combustible en Punta Arenas. El 29 de abril fue emitida una declaración británica. Heath advertía que Argentina estaba tratando de desacreditar la neutralidad de Chile en el tema Malvinas con preguntas hechas por medio de periodistas amistosos, y propuso los repudios más cuidadosamente redactados.
En la tarde del 29 de abril, los Canberra todavía no habían recibido el visto bueno de Chile. Había aparecido otro informe de prensa, esta vez de Reuters, diciendo que Gran Bretaña tenía permiso para utilizar las instalaciones de aviación en el sur de Chile. Esta mayor postergación hizo que el entusiasmo del Ministerio de Defensa por la operación comenzara a disminuir, y se hicieron planes para retirar un Hércules. Cuando finalmente se recibió el visto bueno para que llegaran los Canberra el 3 de mayo, el curso de acción prudente parecía ser una primera misión de los Hércules mientras los Canberra se entregaban con más lentitud a Chile. A los chilenos les habría gustado quedarse con los Hércules y estaban ansiosos por los dos Canberra.
De modo que a comienzos de mayo se estaban entregando los primeros seis Hunter y se estaban seleccionando otros dos, pero no se había tomado ninguna decisión respecto de otros (y al parecer había pedidos 20 más). Dos Canberra y repuestos estaban en oferta para Chile. (...) Chile había expresado interés en un radar que se instalaría cerca de la frontera argentina. La oferta era a un precio rebajado con apoyo en su operación y mantenimiento. A mediados de mayo, se había enviado el borrador de una carta de intención relativa a la venta de los dos Canberra, junto con una cantidad de repuestos y equipo de apoyo terrestre, y habían concluido las negociaciones en relación con los otros dos Hunter adicionales. (...)
En una entrevista realizada en 1999 pero publicada en 2002, el general Fernando Matthei, comandante en Jefe de la Fuerza Aérea chilena en 1982, describió cómo acordó con un "agente secreto" la entrega de inteligencia a Gran Bretaña a cambio de pertrechos militares, sobre todo aviones de combate Hawker Hunter, un potente radar y aviones Canberra. Matthei recordó que después de la guerra "conservamos los aviones, el radar, los misiles. Ellos recibieron información puntual y todos estábamos contentos". También afirmó que Pinochet no había sido plenamente informado del acuerdo, "de tal manera que si la operación era descubierta, pudiera afirmar que no sabía nada". Describió la creación de un centro de mando subterráneo bien protegido en Punta Arenas, desde donde se enviaba la información sobre los movimientos aéreos de Argentina desde todas las fuentes a Northwood usando un sistema de comunicaciones por satélite. La hija de Matthei, de hecho, ya había informado parte de esto en una carta a The Sunday Times cuando la controversia por Pinochet estaba en su punto culminante, señalando correctamente que el principal contacto de su padre había sido un comandante de brigada de la RAF (y no un agente secreto), y poniendo de relieve la importancia del control chileno de la actividad aérea argentina, con información transmitida mediante una conexión satelital a la Fuerza de Tareas. Por ese medio, se advertía a la flota del Atlántico Sur cualquier ataque inminente.
Entones comenzaron a producirse avances en todas las áreas. Se acordó que se aceptaría un avión de reconocimiento Nimrod en el campo de aterrizaje de San Félix, una isla remota frente a la costa de Chile. Desde San Félix, el avión podría hacer varias misiones muy valiosas, recargando combustible de noche en la base aérea chilena de Concepción en la costa continental, y luego volar en el espacio aéreo chileno en dirección al Atlántico Sur. El avión podría recoger información útil fuera del alcance del radar argentino y transmitirla a la Fuerza de Tareas. El Nimrod sería apoyado por un VC10. La primera misión tuvo lugar temprano en la mañana del domingo 9 de mayo, una segunda el 15 de mayo y una tercera dos días más tarde. Se obtuvo información limitada pero significativa. El 18 de mayo existía preocupación de que fuera demasiado arriesgado continuar con los vuelos, ya que probablemente esto llevaría a arruinar toda la operación y a afectar operaciones futuras. Woodward quiso que el avión volara las noches del 19-21 de mayo solo por si el Grupo de Transporte argentino estaba en el mar durante esos días cruciales, pero el deseo chileno de ver concluida esa misión era firme. (...)
Mientras tanto, la conexión chilena estaba empezando a generar atención en Gran Bretaña. El 24 de mayo, la primera ministra y otros ministros superiores recibieron cartas idénticas de miembros del Parlamento conectados con la Comisión de Derechos Humanos en Chile. (...) Gran Bretaña no quería avalar la política de derechos humanos chilena y a la vez quería asegurarse de no verse implicado en una acción chilena directa contra Argentina.
Durante el curso de la guerra, la presencia de una sólida fuerza chilena en la frontera había ayudado a Gran Bretaña aunque más no fuera por el hecho de que tenía amarradas a dos de las brigadas de Infantería de Marina superiores de Argentina: Chile no había dejado de golpe de ser percibido como una amenaza por Argentina. A medida que la guerra se acercaba a su conclusión, surgió preocupación de que Chile pudiera querer aprovechar las dificultades de Argentina. Pareció organizarse con cierta prisa una operación importante con 10.000 hombres que se iniciaría a comienzos de junio. Heath sugirió dar instrucciones de convocar en privado a algunas altas figuras chilenas para aclarar que Gran Bretaña no tenía intención de ser parte de ningún "incidente fronterizo" entre Chile y Argentina. Si bien el Foreign and Commonwealth Office seguía pensando que era poco probable una acción chilena precipitada, Heath recibió autorización de establecer contacto para averiguar qué estaba pasando, siempre y cuando no expresara ninguna opinión sobre la cuestión. Heath informó acerca de la visión chilena de que los refuerzos en el Sur se habían considerado necesarios debido a la incertidumbre acerca de las intenciones argentinas, especialmente si mantenían lejos a Gran Bretaña, pero que teniendo en cuenta que ahora esto era poco probable y que Gran Bretaña regresaría a Malvinas, se sentían más tranquilos y estaban retirando algunas unidades.
TRADUCCION: Cristina Sardoy
domingo, 12 de abril de 2015
Los archivos a desclasificar
Malvinas: los secretos que revelará la desclasificación de archivos
Tras el rechazo de la Corte a investigar los delitos cometidos en la guerra, los ex combatientes de La Plata elevarán un recurso ante la CIDH. Los documentos que presenta de manera exclusiva Tiempo Argentino son apenas algunos ejemplos de esas vejaciones.
Info News
La decisión del gobierno nacional de crear del Archivo Oral de las Memorias de Malvinas y la desclasificación de los documentos secretos sobre el conflicto bélico apuntan en una dirección: visibilizar "el error y el horror" de la guerra. Entre las aberraciones cometidas en el archipiélago austral se destacan las torturas, los vejámenes y asesinatos que la jefatura militar aplicó sobre su propia tropa en plena disputa armada y cuya investigación fue clausurada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en una decisión sumamente polémica, el 19 de febrero pasado.
Tiempo Argentino tuvo acceso a algunas de las actas secretas que los conscriptos firmaron en junio de 1982 ante sus superiores, al regreso de las Islas, en las que reflejaron los maltratos denunciados: se trata de testimonios escondidos por las Fuerzas Armadas durante décadas y que podrían utilizarse para exigir la reapertura de la pesquisa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las víctimas esperan que la decisión que tomó la presidenta Cristina Fernández, en el marco del 33º aniversario del inicio de la guerra con el Reino Unido, favorezca la aparición de archivos similares.
Las torturas fueron sistemáticas. Eso se refleja en los diversos Regimientos en los que se registraron denuncias. Por caso, en la Compañía B del Regimiento de Infantería 3, un soldado (los nombres no se pondrán para preservar las identidades) escribió de puño y letra: "Una vez cazaron un cordero los suboficiales y a unos soldados les ordenaron cocinarlo. Uno de ellos fue y me dio un trozo de hígado. Y al enterarse de esto el subteniente Flores me estaqueó. Porque el cordero era para el personal de cuadros, sólo lo que sobraba era para los soldados. En otras ocasiones, nos pegaba y castigaba poniendo los pies en charcos de agua por espacio de una hora o una hora y media. Uno de ellos fue el cabo 1º Cancino quien también una vez me orinó en la espalda después de pegarme." Y resaltó lo que sufrió al padecer lo que se conoce como "pie de trinchera" (se trata de un edema doloroso en el pie que en algunos casos deriva en la amputación de las extremidades): "Cuando me comienzan a doler los pies se lo informé a mi jefe de grupo cabo 1º Fiochi y al jefe de sección subteniente Flores. Quienes me dijeron que era un mañoso y no me permitieron ir a la enfermería, pese a que cuando por las noches me quitaba los borceguíes a la mañana siguiente no me los podía poner. Me dijeron que no quitara el calzado así no tenía problemas para colocármelo. Recién el viernes 11 de junio del '82 por la temperatura que tenía me autorizó el subteniente Flores a concurrir a la enfermería cuando ya casi no podía caminar."
Otro integrante de la misma compañía también cargó contra Flores: "Cuando sentí las manos y pies congelados hablé con el subteniente Flores y le expliqué lo que ocurría, quien me dijo: 'Soldadito de la Patria, si vos con tus pies y manos que tenés congelados querés ir a la enfermería, los demás heridos qué hacen.' Luego del acto dijo que hiciera lo que quiera. Luego volví a mi posición." En un apartado del interrogatorio agregó: "En una oportunidad faltaron raciones de combate. Preguntó quién las había tomado. Y no salió nadie. A raíz de esto nos hizo descalzar y meter los pies en el agua unos cinco minutos. Por otra cuestión nos obligó a pasar cinco días sin usar gorra u otros abrigos en la cabeza. A algunos compañeros los estaqueaba durante horas con el piso mojado. Durante diez días nos dejó sin postre ni galletitas a pesar de que la comida no era suficiente."
Documentos - En las actas, los ex soldados revelaron los abusos cometidos por algunos de sus superiores durante la guerra.
En la Compañía B del Regimiento de Infantería 5 no corrieron mejor suerte. Un conscripto correntino fue internado por desnutrición. Al ser consultado en un interrogatorio básico sobre sus experiencias negativas, afirmó: "Estuve 15 días sin comer. Sólo un mate cocido amargo por las mañanas. El sargento Vega me ordenó que me levantara a tomar la sopa y por no poder hacerlo por mi debilidad me pegó una trompada." En la causa que la Corte desechó, y que había sido impulsada en primera y segunda instancia por la justicia federal, una de las 120 denuncias es por una muerte que se produjo por inanición. Es conocida la historia de los soldados que robaban comida de los depósitos donde los superiores tenían incautados los víveres que administraban según su antojo. Eso quedó reflejado en el expediente que se había abierto en 2007 en el juzgado federal de Río Grande (Tierra del Fuego), donde se habían individualizado 80 imputados.
Las denuncian que revelan estas actas son variopintas: "Me fueron disparados a menos de 150 metros tres disparos con pistola 9 mm. A mí y a mis compañeros. Posteriormente la misma persona me tomó del cuello, me derribó y comenzó a propinarme gran cantidad de trompadas, puntapiés e insultos rebajantes e irreproducibles."
Otro ex conscripto, del Regimiento 1 Patricios, denunció a la hora de escribir sus experiencias negativas: "El trato con oficiales y suboficiales era malísimo. Tanto el cabo 1º Schitane y el teniente Ferrer me pegaron tanto a mí como a mis compañeros. Me hicieron hacer cuerpo a tierra en el agua. Los fusiles NATO no estaban en buenas condiciones. A pesar de tener tres comidas diarias (desayuno, almuerzo y cena) era escasa y no satisfacía. Nos estaquearon y encima de eso nos cargaron e insultaron."
Las actas de recepción, algunas de las cuales Tiempo revela en este número, fueron escritas por los ex combatientes al regreso del conflicto bélico en Campo de Mayo adonde les impusieron el silencio: nada de lo vivido en el archipiélago debía trascender públicamente, les espetaron sus superiores. Según recuerdan protagonistas de aquellos sucesos, los formularios fueron entregados por oficiales de inteligencia.
El presidente de la Comisión Nacional de ex Combatientes e integrante del CECIM, Ernesto Alonso, afirmó a este diario: "Con la desclasificación de los archivos va a aparecer un sinnúmero de denuncias semejantes, una infinidad de pruebas que van a fundamentar aún más las denuncias que presentamos ante la justicia y que la Corte Suprema no analizó, reivindicando la doctrina de Punto Final." "Hubo un ocultamiento de pruebas. No se investigó en dictadura ni posteriormente", añadió.
Tras recibir la espalda por parte de la justicia argentina, el coordinador del equipo jurídico del CECIM-La Plata, Jerónimo Guerrero Iraola, explicó que elevarán un recurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que el material desclasificado es sumamente importante. El letrado dijo que harán el planteo "en el menor plazo posible", aunque resaltó que tienen seis meses desde que fueron notificados (el 20 de abril) para acudir a la CIDH.
"Denunciamos torturas y asesinatos. Entendemos que son crímenes de lesa humanidad. Allí plantearemos que el Estado argentino, a través del Poder Judicial, especialmente, la Corte Suprema de Justicia, nos impidió avanzar en la investigación. Simplemente pediremos que nos dejen investigar" indicó Guerrero Iraola. "Hoy tenemos 120 denuncias, pero sabemos que en la medida en que esto tome estado público van a ser muchas más. Hubo una práctica generalizada y sistemática", concluyó el abogado.
En este sentido, la titular de la Cámara de Casación Penal, María Laura Garrigós de Rébori, cuestionó ayer el fallo de la Corte que rechazó avanzar en la pesquisa: “Existieron enterramientos hasta la cabeza, paso de corriente eléctrica, falta de alimento como forma de castigo, que configuran múltiples vejámenes realizados a la intemperie y en medio de los bombardeos", explicó.
Por su parte, Antonela Di Vruno, directora nacional de gestión de fondos documentales del Archivo Nacional de la Memoria, quien trabajó en el archivo oral de Malvinas, afirmó a Tiempo: "Este archivo es una oportunidad y fortalece el relato de los ex combatientes que denuncian las torturas. La desclasificación de los documentos y el archivo son elementos que el estado pone a disposición para que la verdad salga a la luz y sea utilizada por la población y sirva para futuras presentaciones jurídicas. Acompañamos la voluntad de ir a la CIDH de los ex combatientes", señaló. Y dijo respecto del proyecto que esta apuntalando –y que cruza a seis ministerios–: "Generamos un lugar de escucha para que esta historia se mantenga viva. Este archivo busca romper el silencio que se impuso por años."
Cuando se desclasificó el “Informe Rattenbach” también se incorporaron los archivos desclasificados del Reino Unido referidos a cómo se gestó la guerra. Ese archivo contiene unos 3500 documentos que incluyen testimonios de la entonces primera ministra inglesa, Margaret Thatcher, y todas las comunicaciones del Foreign Office, del Ministerio de Defensa y del Almirantazgo, además del Reporte Frank, el equivalente británico del Rattenbach.
Poco después del acto, realizado en Ushuaia, Cristina Fernández dijo que había instruido al canciller Héctor Timerman para que realice el pedido al gobierno inglés. No será la primera vez y por ello volverán las gestiones diplomáticas para conseguir la identificación de los soldados argentinos que se encuentran enterrados en un cementerio ubicado en las cercanías de Puerto Darwin de la isla Soledad. Se trata de 237 tumbas pero se desconoce la identidad de los que allí se encuentran desde 1982.
Tras el rechazo de la Corte a investigar los delitos cometidos en la guerra, los ex combatientes de La Plata elevarán un recurso ante la CIDH. Los documentos que presenta de manera exclusiva Tiempo Argentino son apenas algunos ejemplos de esas vejaciones.
Info News
La decisión del gobierno nacional de crear del Archivo Oral de las Memorias de Malvinas y la desclasificación de los documentos secretos sobre el conflicto bélico apuntan en una dirección: visibilizar "el error y el horror" de la guerra. Entre las aberraciones cometidas en el archipiélago austral se destacan las torturas, los vejámenes y asesinatos que la jefatura militar aplicó sobre su propia tropa en plena disputa armada y cuya investigación fue clausurada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en una decisión sumamente polémica, el 19 de febrero pasado.
Tiempo Argentino tuvo acceso a algunas de las actas secretas que los conscriptos firmaron en junio de 1982 ante sus superiores, al regreso de las Islas, en las que reflejaron los maltratos denunciados: se trata de testimonios escondidos por las Fuerzas Armadas durante décadas y que podrían utilizarse para exigir la reapertura de la pesquisa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las víctimas esperan que la decisión que tomó la presidenta Cristina Fernández, en el marco del 33º aniversario del inicio de la guerra con el Reino Unido, favorezca la aparición de archivos similares.
Las torturas fueron sistemáticas. Eso se refleja en los diversos Regimientos en los que se registraron denuncias. Por caso, en la Compañía B del Regimiento de Infantería 3, un soldado (los nombres no se pondrán para preservar las identidades) escribió de puño y letra: "Una vez cazaron un cordero los suboficiales y a unos soldados les ordenaron cocinarlo. Uno de ellos fue y me dio un trozo de hígado. Y al enterarse de esto el subteniente Flores me estaqueó. Porque el cordero era para el personal de cuadros, sólo lo que sobraba era para los soldados. En otras ocasiones, nos pegaba y castigaba poniendo los pies en charcos de agua por espacio de una hora o una hora y media. Uno de ellos fue el cabo 1º Cancino quien también una vez me orinó en la espalda después de pegarme." Y resaltó lo que sufrió al padecer lo que se conoce como "pie de trinchera" (se trata de un edema doloroso en el pie que en algunos casos deriva en la amputación de las extremidades): "Cuando me comienzan a doler los pies se lo informé a mi jefe de grupo cabo 1º Fiochi y al jefe de sección subteniente Flores. Quienes me dijeron que era un mañoso y no me permitieron ir a la enfermería, pese a que cuando por las noches me quitaba los borceguíes a la mañana siguiente no me los podía poner. Me dijeron que no quitara el calzado así no tenía problemas para colocármelo. Recién el viernes 11 de junio del '82 por la temperatura que tenía me autorizó el subteniente Flores a concurrir a la enfermería cuando ya casi no podía caminar."
Otro integrante de la misma compañía también cargó contra Flores: "Cuando sentí las manos y pies congelados hablé con el subteniente Flores y le expliqué lo que ocurría, quien me dijo: 'Soldadito de la Patria, si vos con tus pies y manos que tenés congelados querés ir a la enfermería, los demás heridos qué hacen.' Luego del acto dijo que hiciera lo que quiera. Luego volví a mi posición." En un apartado del interrogatorio agregó: "En una oportunidad faltaron raciones de combate. Preguntó quién las había tomado. Y no salió nadie. A raíz de esto nos hizo descalzar y meter los pies en el agua unos cinco minutos. Por otra cuestión nos obligó a pasar cinco días sin usar gorra u otros abrigos en la cabeza. A algunos compañeros los estaqueaba durante horas con el piso mojado. Durante diez días nos dejó sin postre ni galletitas a pesar de que la comida no era suficiente."
Documentos - En las actas, los ex soldados revelaron los abusos cometidos por algunos de sus superiores durante la guerra.
En la Compañía B del Regimiento de Infantería 5 no corrieron mejor suerte. Un conscripto correntino fue internado por desnutrición. Al ser consultado en un interrogatorio básico sobre sus experiencias negativas, afirmó: "Estuve 15 días sin comer. Sólo un mate cocido amargo por las mañanas. El sargento Vega me ordenó que me levantara a tomar la sopa y por no poder hacerlo por mi debilidad me pegó una trompada." En la causa que la Corte desechó, y que había sido impulsada en primera y segunda instancia por la justicia federal, una de las 120 denuncias es por una muerte que se produjo por inanición. Es conocida la historia de los soldados que robaban comida de los depósitos donde los superiores tenían incautados los víveres que administraban según su antojo. Eso quedó reflejado en el expediente que se había abierto en 2007 en el juzgado federal de Río Grande (Tierra del Fuego), donde se habían individualizado 80 imputados.
Las denuncian que revelan estas actas son variopintas: "Me fueron disparados a menos de 150 metros tres disparos con pistola 9 mm. A mí y a mis compañeros. Posteriormente la misma persona me tomó del cuello, me derribó y comenzó a propinarme gran cantidad de trompadas, puntapiés e insultos rebajantes e irreproducibles."
Otro ex conscripto, del Regimiento 1 Patricios, denunció a la hora de escribir sus experiencias negativas: "El trato con oficiales y suboficiales era malísimo. Tanto el cabo 1º Schitane y el teniente Ferrer me pegaron tanto a mí como a mis compañeros. Me hicieron hacer cuerpo a tierra en el agua. Los fusiles NATO no estaban en buenas condiciones. A pesar de tener tres comidas diarias (desayuno, almuerzo y cena) era escasa y no satisfacía. Nos estaquearon y encima de eso nos cargaron e insultaron."
Las actas de recepción, algunas de las cuales Tiempo revela en este número, fueron escritas por los ex combatientes al regreso del conflicto bélico en Campo de Mayo adonde les impusieron el silencio: nada de lo vivido en el archipiélago debía trascender públicamente, les espetaron sus superiores. Según recuerdan protagonistas de aquellos sucesos, los formularios fueron entregados por oficiales de inteligencia.
El presidente de la Comisión Nacional de ex Combatientes e integrante del CECIM, Ernesto Alonso, afirmó a este diario: "Con la desclasificación de los archivos va a aparecer un sinnúmero de denuncias semejantes, una infinidad de pruebas que van a fundamentar aún más las denuncias que presentamos ante la justicia y que la Corte Suprema no analizó, reivindicando la doctrina de Punto Final." "Hubo un ocultamiento de pruebas. No se investigó en dictadura ni posteriormente", añadió.
Tras recibir la espalda por parte de la justicia argentina, el coordinador del equipo jurídico del CECIM-La Plata, Jerónimo Guerrero Iraola, explicó que elevarán un recurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que el material desclasificado es sumamente importante. El letrado dijo que harán el planteo "en el menor plazo posible", aunque resaltó que tienen seis meses desde que fueron notificados (el 20 de abril) para acudir a la CIDH.
"Denunciamos torturas y asesinatos. Entendemos que son crímenes de lesa humanidad. Allí plantearemos que el Estado argentino, a través del Poder Judicial, especialmente, la Corte Suprema de Justicia, nos impidió avanzar en la investigación. Simplemente pediremos que nos dejen investigar" indicó Guerrero Iraola. "Hoy tenemos 120 denuncias, pero sabemos que en la medida en que esto tome estado público van a ser muchas más. Hubo una práctica generalizada y sistemática", concluyó el abogado.
En este sentido, la titular de la Cámara de Casación Penal, María Laura Garrigós de Rébori, cuestionó ayer el fallo de la Corte que rechazó avanzar en la pesquisa: “Existieron enterramientos hasta la cabeza, paso de corriente eléctrica, falta de alimento como forma de castigo, que configuran múltiples vejámenes realizados a la intemperie y en medio de los bombardeos", explicó.
Por su parte, Antonela Di Vruno, directora nacional de gestión de fondos documentales del Archivo Nacional de la Memoria, quien trabajó en el archivo oral de Malvinas, afirmó a Tiempo: "Este archivo es una oportunidad y fortalece el relato de los ex combatientes que denuncian las torturas. La desclasificación de los documentos y el archivo son elementos que el estado pone a disposición para que la verdad salga a la luz y sea utilizada por la población y sirva para futuras presentaciones jurídicas. Acompañamos la voluntad de ir a la CIDH de los ex combatientes", señaló. Y dijo respecto del proyecto que esta apuntalando –y que cruza a seis ministerios–: "Generamos un lugar de escucha para que esta historia se mantenga viva. Este archivo busca romper el silencio que se impuso por años."
Conmemoración en Bolivia del día del veterano
La Embajada de la República Argentina ante el Estado Plurinacional de Bolivia conmemoró el "Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas" mediante un acto de Colocación de Ofrendas Florales que se llevó a cabo en la Plaza San Martín de la ciudad de La Paz, Bolivia. Participaron el presidente de la Cámara de Senadores de Bolivia, José Alberto Gonzales, representaciones diplomáticas y embajadores de Uruguay, Rusia, China, Venezuela, Cuba, Paraguay, Perú y Panamá, el Grupo Boliviano de Apoyo a la Cuestión de las Islas Malvinas, funcionarios del gobierno boliviano y altos mandos de las fuerzas armadas de este país. El embajador argentino Ariel Basteiro agradeció a las autoridades y a la comunidad argentina y boliviana por su permanente solidaridad a favor de la Cuestión de las Islas Malvinas.Anuncios por la verdad y la memoria
Archivo oral de las memorias de Malvinas
Durante el acto que la presidenta Cristina Fernández encabezó en Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, anunció la creación de un Archivo Oral de las Memorias de Malvinas. El trabajo consistirá –afirmó la mandataria– en una minuciosa búsqueda, recopilación y mejoramiento de todos los "testimonios y las memorias" de quienes participaron de una u otra forma de la guerra de Malvinas, en 1982. La presidenta sostuvo que incluirá a "todo aquel que de alguna manera tuvo que ver con ese pedazo de historia, con la historia completa, con los horrores y los héroes, con los cobardes y los mártires, porque siempre hay de todo". Según confirmó CFK, la creación del archivo, la recopilación y su organización correrá por cuenta del Museo Nacional de Malvinas que funciona en el predio de la ex Esma, que conduce el ex diputado Jorge Giles y que depende del Ministerio de Cultura. La presidenta firmará en los próximos días el decreto que dispone la creación de este archivo y que contendrá los testimonios de los ex combatientes, sus familiares y de periodistas y camarógrafos, entre otros.Desclasificarán todos los archivos no públicos
"Relévese de la clasificación de seguridad a toda aquella documentación de carácter no público vinculada al desarrollo del conflicto bélico del Atlántico Sur." Así reza el decreto que firmó la presidenta Cristina Kirchner y que anunció durante el homenaje que se realizó el jueves en Ushuaia al cumplirse 33 años de aquella guerra. El decreto presidencial se suma al que en 2012 instruyó la desclasificación completa de lo que se conoció como “Informe Rattenbach” y que se centró en el desempeño de los militares cuando el conflicto en las Islas Malvinas. Esta nueva decisión convertirá en pública toda la información que existe sobre el conflicto.Cuando se desclasificó el “Informe Rattenbach” también se incorporaron los archivos desclasificados del Reino Unido referidos a cómo se gestó la guerra. Ese archivo contiene unos 3500 documentos que incluyen testimonios de la entonces primera ministra inglesa, Margaret Thatcher, y todas las comunicaciones del Foreign Office, del Ministerio de Defensa y del Almirantazgo, además del Reporte Frank, el equivalente británico del Rattenbach.
Nuevo reclamo por los cuerpos no identificados
Para la presidenta, una de las deudas pendientes que dejó la guerra de las Malvinas es la identificación de los restos de los soldados argentinos muertos durante el conflicto. El jueves, durante el acto por los 33 años de aquella guerra, la mandataria dijo que su gobierno volverá a reclamarle a Gran Bretaña la "identificación de los muertos" a partir de la comparación de las muestras de ADN de los familiares de los caídos. "No sabemos quiénes fueron los que murieron por nosotros, así que es muy importante", indicó.Poco después del acto, realizado en Ushuaia, Cristina Fernández dijo que había instruido al canciller Héctor Timerman para que realice el pedido al gobierno inglés. No será la primera vez y por ello volverán las gestiones diplomáticas para conseguir la identificación de los soldados argentinos que se encuentran enterrados en un cementerio ubicado en las cercanías de Puerto Darwin de la isla Soledad. Se trata de 237 tumbas pero se desconoce la identidad de los que allí se encuentran desde 1982.
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