s谩bado, 11 de octubre de 2025

El accionar de los Canberras (2/2)

饾悅anberras detectados por la Flota (饾惄饾悮饾惈饾惌饾悶 饾煇)

饾槞饾槮饾槶饾槩饾樀饾槩饾槸: 饾槉饾槩饾槺饾槳饾樀谩饾槸 饾槍饾槬饾樁饾槩饾槼饾槬饾槹 饾槑饾槩饾槼饾槫铆饾槩 饾槜饾樁饾槮饾槪饾槶饾槩 (饾槺饾槳饾槶饾槹饾樀饾槹). 饾槢饾槮饾槸饾槳饾槮饾槸饾樀饾槮 饾槕饾槹饾槼饾槰饾槮 饾槡饾槮饾槰饾槩饾樀 (饾槙饾槩饾樂饾槮饾槰饾槩饾槬饾槹饾槼)





No s茅 que mecanismo o sentido me alert贸, pero lo hice. Del vientre de una nube apareci贸 un peque帽o filete blanquecino con pasmosa velocidad. Se dirig铆a paralelo a mi rumbo, hacia el No 1. Cuando esa imagen se graba en mi retina ya estaba gritando con todas las fuerzas:
— ¡ P谩jaro, abrite, un misil ! — ¡Ruptura!
Simult谩neamente accion茅 violentamente los aceleradores a su tope m谩ximo, todo el volante y pedal a la izquierda y atr谩s.
— ¡ Jorge, lanza bengalas y chaff, cada 15 segundos !
Pas茅 rozando el agua con mi ala izquierda, que se extiende a 10 metros de la cabina; pero sin sacar la vista del misil. El No 1 giraba r谩pidamente hacia la derecha, lo que quiz谩s provoc贸 que el Sidewinder cal贸rico, enganchara la estela caliente del numeral 2, sumado a que 茅ste iba m谩s alto y que su trayectoria era a煤n lineal. Con desesperaci贸n grit茅:
— ¡ Guarda el 2 ! ¡¡¡Guarda el 2 !!!!
— ¡Vire carajo!.
— ¡ Dios !....
Ya era tarde… no tuvo tiempo de evadirlo. Vi el misil entrar en su motor derecho lo que no provoc贸 ninguna explosi贸n violenta como el lector podr铆a imaginar, pero si provoco la destrucci贸n progresiva del motor. En este instante perd铆amos de vista la acci贸n por el brusco cambio de rumbo. Pero el Capit谩n Baigorr铆 por estar virando hacia ese lado pudo ver la eyecci贸n y los dos hongos de los paraca铆das, como as铆 la ca铆da del avi贸n al agua con fuego en el motor derecho.
Nuestro pecho se conmovi贸 instintivamente, si es que eso era posible, dadas las circunstancias que corr铆an, al pensar que nuestros amigos no ten铆an salvaci贸n en la inmensidad del mar abierto.
Realizando la mencionada maniobra el n煤mero 1 alcanz贸 a divisar la silueta oscura de un Sea
Harrier, que seguramente nos perdi贸 en el radar y se lanz贸 a nuestra caza en forma visual. Por accidente la diferencia tecnol贸gica moment谩neamente se hab铆a achicado. Entraban en juego otros factores, habilidad, experiencia y, por qu茅 no, providencia. En eso Jorge me dijo:
— ¡Eyect谩 los tanques de puntera loco!  Efectivamente con tanques nuestras posibilidades de evasi贸n eran m铆nimas, ya que no podr铆amos superar los 700 Kms. por hora, con riesgo de desprenderse uno de ellos, provocando un impacto inevitable de la aeronave contra el agua al haber resistencia diferente en cada ala . Estir茅 la mano hacia el panel derecho para eyectarlos; pero la violencia de la maniobra increment贸 el peso de mi brazo al punto de escaparle dos veces al bot贸n 1-. En el tercer intento, y por el exceso de velocidad vimos salir catapultados hacia atr谩s sendos "tips". El avi贸n cruji贸 y se aceler贸 en forma brusca como si lo hubiesen soltado de golpe. En ese instante, coincidente con el lanzamiento de bengalas, sent铆 otro golpe o estremecimiento en la cola. Afiebradamente comprob茅 los comandos y le dije a Jorge:
— Pens茅 que nos hab铆an dado pero anda todo bien.
— ¿ P谩jaro ? — lo llam茅 porque deb铆a consultarlo ya que era el jefe de esa unidad de combate, la escuadrilla ”Rifle” — ¿ qu茅 hacemos ?
— "Volvemos individual". (Cada uno por su cuenta).
— "Ojo que nos andan buscando".
— "Eyectamos bombas de planos".
Realmente no ten铆a sentido seguir hacia el objetivo, detectados por los radares de la flota, con dos Harrier arriba y 300 Kmts. que a煤n nos separaban de la isla. Con gran congoja, por ser nuestro elemento ofensivo, lanzamos las bombas exteriores para poder acelerar a煤n m谩s.



Mis ojos escudri帽aban cada nube y cada chubasco y giraban de un lado a otro como el haz del radar. Sent铆a como la velocidad aumentaba y aparec铆an fuertes vibraciones en los comandos.
L贸gicamente el resto de atenci贸n que me quedaba estaba afectado a no embestir la cresta de las olas. Pero Segat que no ve铆a tanto hacia afuera, colaboraba con los instrumentos.
— ¡ Viejo ! ¡ Guarda la velocidad, que nos desarmamos !
Ten铆amos m谩s de 950 km. por hora siendo la m谩xima, por l铆mites estructurales 850 kmts por hora. Reduje aceleradores y me pegu茅 m谩s a la superficie del agua.
A continuaci贸n de algunas maniobras colocamos rumbo general 330° a Trelew, mientras sac谩bamos c谩lculos de consumo, por no saber si lleg谩bamos con el alto gasto que ocasionaban la poca altura y velocidad de nuestro vuelo.
Era dif铆cil de entender pero est谩bamos enfrentados inteligencia contra inteligencia, los segundos corr铆an y el golpe no llegaba.
— Che, parece que nos perdi贸. ¿ C贸mo le ir谩 al "P谩jaro" ?
— P谩jaro - Cobra - (mi indicativo normal) -¿ C贸mo andas ?
— “¡ Bien loco ! No me enganch贸”
— ¡ A m铆 tampoco Pich贸n !
En la penumbra del avanzado atardecer, me pareci贸 ver buques con reflectores gris谩ceos. -
¡Est谩bamos rodeados por la flota !. Se me apret贸 el coraz贸n.
— ¡ Estamos rodeados, veo fragatas por todos lados, no tengo por donde pasar !
Aunque no hab铆a forma de distinguirlos estaban demasiado cerca del continente por lo que dedujimos eran de la Armada Argentina. Dada la forma de nuestra aparici贸n eso no era ninguna garant铆a de supervivencia si no alcanz谩bamos a avisarles, pues con toda seguridad en sus pantallas ve铆an acercarse aun agresor. — ¡Jorge, ¡urgente!, con la clave, llama en la frecuencia de los "Navis", que son nuestros. Yo por las dudas miro afuera para tratar de esquivar si nos tiran algo.



Todo ocurr铆a tan vertiginosamente que los sentidos parec铆an lentos y torpes.
— ¡ “Lobo – Matienzo” ! (Llamada en clave).Prontamente arreciaron las llamadas de distintos buques pidiendo autenticaci贸n. (Confirmaci贸n por medio de c贸digos especiales). Lo que quer铆a decir que estaban a punto de tirarnos con todo. Con un poco de alivio hicimos enlace con unaa fragata que nos recibi贸 el informe adelantado y pedido de auxilio:
— Escuadrilla Rifle, tres Canberras, fuimos interceptados por aviones Harrier a 150 millas n谩uticas por el radial 330 de Malvinas. Un Canberra derribado por misil aire-aire, dos tripulantes eyectados.
— Recibido, enviamos el informe y para el rescate informamos al Aviso "Alf茅rez Sobral" (Que en esta empresa fuera atacado).
Regresamos de noche junto con el "Palito" Nogueira, que por aver铆a o falla de sus equipos de navegaci贸n, sumada a la falta de su puntera izquierda, ven铆a casi sin combustible al aterrizaje.
Toda la gente, Oficiales, Suboficiales y Civiles nos esperaba al bajar. Nos abrazaron y sufrieron silenciosamente por la ca铆da de nuestros camaradas el 1eer.Teniente "Coquena" Mario Gonz谩lez y el Teniente "Pituso" De Ib谩帽ez .
De ah铆 me fui a la capilla de la Base. Entr茅, estaba a oscuras. Rec茅 por los camaradas ca铆dos.
Y a medida que me acostumbraba a la penumbra me encontr茅 con muchas siluetas que me acompa帽aban. Est谩bamos todos all铆. Asumimos nuestra p茅rdida, "Levantamos el guante" y comenzamos la espera con la "vela de las armas" para asestar nuestro "golpe de maza" (s铆mbolo de nuestro escudo de combate).
Luego de este traspi茅 la F.A.S.2 -nos dej贸 varios d铆as inactivos por considerar que nuestra lentitud con tanque de puntera colocados y la falta de repuestos para eyectarnos en todas las misiones, agregadas a las condiciones moment谩neas de la batalla hac铆an excesivamente riesgosa nuestra operaci贸n.
Est谩bamos "tascando el freno", cada camarada que ca铆a era una espina clavada en el alma y un multiplicador de nuestra impotencia.
Lleg贸 el desembarco de San Carlos. Mientras se realizaban los primeros ataques de escuadrillas argentinas a la flota en la Bah铆a, organiz谩bamos una salida de ocho Canberras con ocho bombas de 1.000 Ibs cada uno, con una escolta de Mirage III, previamente coordinada.
El Mayor Chevallier, a cargo del Escuadr贸n en ese momento, expuso la misi贸n a la F.A.S. El bombardeo ser铆a de zona desde 15.000 mts. de altura, cubriendo un pa帽o de terreno de 2.000
Mts. por 2.000 mts., con 64.000 Ibs. de bombas (32.000 Kgs.) para destruir o desmembrar la cabeza de playa. El sistema de punter铆a ser铆a visual y/o con el apoyo del "amado radar de Puerto
Argentino". Este sistema se utiliz贸 en varias ocasiones logrando batir objetivos, consistiendo b谩sicamente en calcular interpolando los vientos existentes desde el terreno hasta la altura de lanzamiento, compatibilizados con la trayectoria bal铆stica de la bomba y de esta forma obtener un punto de lanzamiento y a 贸rdenes del radar todos descargar sus bombas. Las posibilidades de retorno eran estimadas en el 40% pero la importancia del blanco hizo que la mayor铆a nos ofreci茅ramos como voluntarios. La iniciativa fue bien recibida por la F.A.S. La orden lleg贸. Alcanzaron a despegar tres aviones y nos ordenaron regresar al aterrizaje. Quiz谩s por haberse desperdigado la cabeza de playa, o por la alta posibilidad de derribo o por otras razones de comando que no llegaron a nuestro conocimiento. L谩stima, era una misi贸n a nuestra justa medida.



Si bien no pudimos llevarla a cabo a partir de all铆 comenzamos a operar en las famosas (entre las tropas enemigas) misiones nocturnas que nos gan贸 el apodo de "Murci茅lagos". En sus dos variantes: las rasantes, donde luch谩bamos contra la poca visibilidad, la meteorolog铆a, la tortuosa navegaci贸n, la temida proximidad al agua y obst谩culos y la dificultad de encontrar el blanco. Naturalmente tambi茅n contra las defensas del enemigo. Con la ventaja de ser sorpresiva y evitar los sistemas defensivos de gran alcance. Y las nocturnas de altura que nos facilitaba mucho la navegaci贸n pero est谩bamos m谩s expuestos a los misiles de fragatas. As铆 regresamos, penetramos las defensas del enemigo, a veces a velocidades irrisorias para cuidar el combustible y los tanques y los golpeamos muy duro. Vale el testimonio del Teniente Lucero, que todos vimos en la filmaci贸n de la Fuerza A茅rea al ser rescatado del agua por los ingleses. Por aquellos d铆as se hallaba internado en un hospital de campa帽a en San Carlos, cuando a la media noche uno de nuestros ataques hizo temblar con sus bombas toda la zona lo que ocasion贸 su evacuaci贸n inmediata para recibir, seg煤n le manifestaban M茅dicos Ingleses, gran cantidad de heridos y muertos (Quiz谩 m谩s de los que reconocieron en toda la guerra). Un ingl茅s le dijo:  -"Hubo mucha sangre hoy aqui" . Otro testimonio es el recogido por corresponsales extranjeros que indican que los bombardeos al Monte Kent (algunos relatados anteriormente) produjeron la destrucci贸n de un vivac con tropas y gran cantidad de pertrechos b茅licos, acopiados para la irrupci贸n final a Puerto Argentino. La que aparentemente debi贸 postergarse y deriv贸 en el desembarco de Bah铆a Agradable, que como sabemos fue muy "desagradable" para ellos. Coincidentemente el Capit谩n Pastr谩n, piloto derribado de Canberra, fue interrogado insistentemente por la inteligencia enemiga sobre el sistema que utilizamos para apuntar con precisi贸n y sin visibilidad, ya que en dos ocasiones batimos el puesto de comando. De las declaraciones recogidas informalmente de ex-prisioneros se corrobor贸 el temor permanente de las tropas invasoras a los bombardeos nocturnos. Pasado el tiempo lleg贸 a mis manos una revista Air-Pictorial, donde se publica un art铆culo de George Baldwin, titulado: (Operaciones de Sea Harrier en las Falklands", donde entre otras cosas enuncia: (lo encerrado entre par茅ntesis es de mi pluma con fines esclarecedores) "Al atardecer (1° de mayo) tres Canberras argentinos fueron avistados cerca de la flota (escuadrilla del Capit谩n  Nogueira) con los radares de abordo y luego perdidos, pero el rumbo del alejamiento fue tomado por un piquete (helic贸ptero con radar asociado al de una fragata) y pasado a una PAC (patrulla a茅rea de combate dos Harrier vistos por la escuadrilla “Ruta”). Prontamente salieron en su busca los Harrier, que poco despu茅s hicieron contacto con los Canberras argentinos con sus radares



Blue Fox (persiguiendo a la escuadrilla ”Ruta”). (Casualmente dieron con nosotros que ven铆amos en trayectoria opuesta). Los Canberras volaban a 50 pies (error de apreciaci贸n ya que vol谩bamos a mucho menor altura) y eyectaron sus bombas (incorrecto ya que eyectamos solamente los tanques de puntera y luego del derribo). El Teniente Al Curtis, que despu茅s muri贸, dispar贸 su Sidewinder y vio su blanco explotar (esto ocurri贸 antes de lo relatado en el p谩rrafo anterior y el blanco no explot贸); presto busc贸 el 煤ltimo Canberra da帽ado por otro Sidewinder disparado por el Teniente Comandante Mike Brodwater. (No nos derrib贸 porque vol谩bamos a dos metros del agua, por la ruptura oportuna y por el lanzamiento de bengalas; aunque evidentemente deton贸 bajo la panza de nuestro avi贸n). Este avi贸n escap贸 lo mismo que el otro Canberra . Pero se calcula que fue da帽ado e improbable que haya regresado a la base (en carta dirigida a los nombrados destinatarios con todas las consideraciones antes escritas agrego que doy fe de que ¡ s铆 regresamos a nuestra base y que lanzamos con posterioridad varias toneladas de bombas sobre sus tropas

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