domingo, 20 de abril de 2025

COAN: Los SuE argentinos

Los Super Etendard argentinos


Super Étendard: El as en la manga de la Aviación Naval Argentina

Mientras el Reino Unido celebraba su rápida victoria en Georgia del Sur, en el continente sudamericano, Argentina se preparaba para una nueva fase del conflicto: la lucha aérea y marítima. En ese escenario, una pieza clave del ajedrez estratégico argentino era el AMD/BA Super Étendard, el caza-bombardero más avanzado de la Armada Argentina al momento de la guerra.

Este avión, nacido del desarrollo del francés Étendard IV, representaba un salto tecnológico significativo. Incorporaba sistemas modernos de navegación y ataque, y era capaz de portar misiles aire-mar del tipo Exocet AM39, una verdadera amenaza para cualquier buque enemigo. En los informes soviéticos y europeos de la época, se le conocía con variaciones fonéticas como "Super Ethander" o "Super Standard", reflejando su origen galo y su prestigio internacional.

Vínculos históricos con Francia: Una tradición de cooperación aérea

La relación entre Argentina y la industria aeronáutica francesa no era nueva. Se remontaba a 1929, cuando la Armada Argentina incorporó los primeros Dewoitine D-21c, cazas monoplaza que marcaron el inicio de una cooperación tecnológica duradera. Más adelante, durante los años de posguerra, llegaron otros modelos galos, como el T-28 Fennec —una adaptación francesa del T-28A "Trojan" estadounidense— modificada por Sud Aviation para cumplir funciones de entrenamiento y ataque ligero.

La flota aérea de la Armada fue evolucionando, pero el salto cualitativo más grande se dio a partir de los años setenta, cuando el Grupo Aeronaval Embarcado (GAE) comenzó a reorganizarse para enfrentar los desafíos de un posible conflicto de mayor escala.

Del Skyhawk al Super Étendard: Un cambio necesario

Durante la primera mitad de la década, el GAE estaba compuesto principalmente por los McDonnell Douglas A-4Q Skyhawk, aeronaves versátiles y probadas, pero ya entradas en años. La necesidad de modernización era urgente. Hacia 1976, la Armada Argentina comenzó a explorar opciones para reemplazar su flota de Skyhawks, en vista de su obsolescencia frente a los estándares de combate contemporáneos.

El primer intento de adquisición fue fallido: un lote de A-4C ofrecido por Lockheed no satisfacía las necesidades ni los requerimientos operativos. El estado mayor naval comenzó entonces a considerar alternativas de mayor potencia y tecnología. Entre los modelos en evaluación estaban el A-4F y el moderno A-4M, recientemente retirado del servicio activo en la aviación naval de Estados Unidos.

Pero la decisión final tomó un rumbo diferente. Francia ofrecía no solo un avión más moderno, sino también un sistema de armas completo: el Super Étendard, equipado con el temido misil Exocet. Esta combinación, pensada para operaciones de ataque naval a larga distancia, se adaptaba perfectamente a las necesidades defensivas y ofensivas de la Armada argentina en un escenario marítimo como el del Atlántico Sur.

La 2º Escuadrilla Aeronaval: Guardián del poder aéreo en Alta Mar

La 2º Escuadrilla de Caza y Ataque Naval fue la unidad elegida para operar los nuevos Super Étendard. Su capacitación se realizó en Francia, con pilotos argentinos que entrenaron durante meses para dominar no solo la aeronave, sino también la integración táctica con el misil Exocet.

Este escuadrón se convertiría pronto en una de las unidades más temidas del conflicto, y sus misiones marcarían un antes y un después en la historia de la guerra naval moderna. Su capacidad de atacar desde distancias seguras, con precisión quirúrgica, pondría a prueba a la mismísima Royal Navy.

La guerra aérea y marítima por las Malvinas se aproximaba a su punto de ebullición. Y en ella, el Super Étendard era el arma secreta con la que Argentina esperaba equilibrar la balanza ante un adversario poderoso y decidido.

De acuerdo con los requerimientos técnicos establecidos, la aviación naval argentina necesitaba un avión de combate a reacción capaz de operar desde la cubierta del portaaviones ligero ARA (V-2) 25 de Mayo (léase “Veinticinco de Mayo”). Este buque tenía una trayectoria particular: fue construido en 1945 en Inglaterra bajo el nombre HMS Venerable —término que significa “venerable”— y posteriormente transferido a los Países Bajos, que lo revenderían más tarde a la Argentina. El nuevo avión debía estar capacitado para lanzar misiles contra buques enemigos, además de poder ejecutar misiones de ataque sobre objetivos terrestres y marítimos. Asimismo, debía contar con capacidad para portar misiles aire-aire AIM-9B Sidewinder. Luego de que el gobierno de los Estados Unidos prohibiera la venta del A-4M Skyhawk a Argentina, la Armada dirigió su interés hacia el Super Étendard ofrecido por la industria francesa.


3-A-203 durante la presentación oficial del 7 de diciembre de 1981 de Argentina

La propuesta inicial contemplaba la entrega de un lote de 16 Super Étendard. Se preveía que diez de estos aviones fueran entregados en 1981, cuatro en 1983 y los dos restantes en 1984. A diferencia de los Estados Unidos, Francia ofrecía aeronaves completamente equipadas y armadas. El contrato para la adquisición de los aviones y sus repuestos fue firmado en 1979. En el marco de este acuerdo, participaron varias empresas clave: Matra se encargó de la fabricación de 500 misiles aire-aire Magic 500, Aerospatiale produjo los misiles antibuque AM-39 Exocet, y Thomson-CSF desarrolló los simuladores de vuelo específicos para el entrenamiento en el Super Étendard.


3-A-208 con cuatro bombas Matra de 250 kilogramos (Matra SAMP)

En noviembre de 1980, el personal técnico de vuelo argentino arribó a Francia e inició de inmediato su entrenamiento bajo un programa especialmente diseñado, conocido como programa SUE (sigla con la que se identificaron todos los Super Étendard argentinos). El contingente estaba compuesto por 10 pilotos, un oficial del servicio de ingeniería y 37 suboficiales técnicos, todos bajo el mando general del capitán de fragata Ítalo Lavezzo. Este último no solo comandaba la delegación, sino que también se desempeñaba como piloto de pruebas de las aeronaves destinadas a la Argentina.

3-A-213 dentro del hangar número seis

El programa de instrucción se extendió durante todo el primer semestre de 1981. Cada piloto argentino acumuló al menos 48 horas de vuelo en el Super Étendard. Paralelamente, en la Argentina, comenzó la construcción del hangar N.º 6 en la base aeronaval “Comandante Espora”, destinado al Segundo Escuadrón de Caza y Ataque Naval, una unidad reconstruida tras su disolución en 1976, cuando aún operaba con aviones Fennec.

El primer lote de cinco Super Étendard (designados SUE en Argentina), con matrículas comprendidas entre 0751/3-A-201 y 0755/3-A-205 —donde el número 3 indica el Escuadrón Aeronaval de Ataque, el 2 identifica al segundo escuadrón, y los dos últimos dígitos corresponden al número táctico del avión— fue oficialmente incorporado el 7 de diciembre de 1981 durante una ceremonia realizada en la base “Comandante Espora”, con la presencia del Presidente de la Nación. A pesar del receso estival (diciembre corresponde al verano en el hemisferio sur), la actividad del escuadrón no se interrumpió en ningún momento. La llegada del material y del personal entrenado en Francia se cumplió rigurosamente según lo previsto.


Tres "Super Etendar" en el cielo sobre la base aérea "Comandante Espora"

Los diez pilotos formados en Francia se incorporaron al escuadrón y comenzaron sus actividades operativas con regularidad. Sin embargo, esta rutina se vio abruptamente interrumpida el 31 de marzo de 1982, cuando el capitán Colombo recibió la orden del alto mando de alistar los Super Étendard para operar con misiles Exocet en un plazo máximo de treinta días. Apenas dos jornadas después, el 2 de abril, llegó la instrucción de avanzar hacia las Islas Malvinas. En ese momento, quedó claro para todos que el conflicto era inminente y que el derramamiento de sangre era ya una certeza en el horizonte.


Alineación de SUE basada en Comandante Espora, agosto de 1992

En esa etapa, el entrenamiento se concentró en maniobras de navegación, perfiles de ataque y el empleo operativo de los misiles AM-39 Exocet. Es importante destacar que Francia no ofreció asistencia técnica alguna en ese momento, por lo que los argentinos debieron resolver por cuenta propia todos los aspectos del adiestramiento, completándolo en un plazo récord de apenas dos semanas.

Simultáneamente, se llevaron a cabo vuelos intensivos y constantes en la zona de Puerto Belgrano. Tanto buques mercantes como unidades navales fueron utilizados como blancos simulados en más de una docena de ataques, con el objetivo de adquirir experiencia en el uso del radar de abordo y en el vuelo a muy baja altitud.

La consigna principal de estos ejercicios era perfeccionar ataques contra blancos navales situados a una distancia de 400 a 500 millas náuticas de la costa, lo cual exigía la ejecución precisa de reabastecimientos en vuelo. Se ensayaron ataques sobre destructores clase Hércules de la propia Armada Argentina, que compartían diseño con los británicos clase Sheffield. La tarea consistía en estudiar sus vulnerabilidades y definir los puntos más efectivos para un ataque con misiles.

Vista de la cola 3-A-201

Una vez finalizado el entrenamiento y completado el alistamiento de los sistemas, la unidad fue declarada operativa para el combate. Estaba integrada por apenas cuatro Super Étendard, ya que el quinto aparato debió ser canibalizado como fuente de repuestos, debido al embargo comercial impuesto tras el estallido de la guerra. La escuadrilla quedó bajo el mando del capitán de fragata Jorge Colombo. Se organizaron cinco binomios de pilotos —diez en total— con el fin de garantizar una rotación constante en las misiones.

Como no se había realizado ningún adiestramiento a bordo del portaaviones ARA (V-2) 25 de Mayo, se resolvió operar directamente desde tierra, utilizando como base la instalación aeronaval de Río Grande, en Tierra del Fuego. En aquel momento, esta base era empleada por aviones de ataque MB-326GB, MB-339A y A-4Q Skyhawk. Los Super Étendard fueron trasladados desde la base “Comandante Espora” a Río Grande el 19 de abril. Las extremas e impredecibles condiciones meteorológicas de la zona obligaron a las tripulaciones a realizar vuelos de aclimatación y adaptación.

Si bien Río Grande también alojaba unidades de la Fuerza Aérea Argentina, como los IAI Dagger, se decidió mantener operaciones separadas, ya que las configuraciones y perfiles de vuelo de los Super Étendard eran completamente distintos a los de las aeronaves de la Fuerza Aérea.

Arriba - Nariz 3-A-205, agosto de 1984. Se puede notar una marca en el ataque del barco británico.
Abajo - Dos cohetes 550 Magic (Matra 550 Magic) están suspendidos debajo de 3-?-203 en la pista del “Comandante Espora”.

El primer vuelo de combate se realizó el 1 de mayo a las 16.03. El objeto era un objetivo no identificado que maniobraba activamente al sur del estrecho de San Carlos. En la etapa final, esta operación se suspendió porque el comandante de la pareja que realizaba la tarea sufrió una fuga de combustible.


Sobre el rodaje antes del vuelo de entrenamiento

El 4 de mayo, a las 09:45, despegaron los Super Étendard 3-A-202 y 3-A-203 con la misión de atacar una formación naval británica que estaba siendo monitoreada por un avión de patrulla SP-2H (matrícula 2-P-112). A las 11:04, y desde una distancia aproximada de 30 millas náuticas, ambos aviones lanzaron misiles AM-39 Exocet contra el blanco identificado. Como resultado del ataque, fue alcanzado y posteriormente destruido el destructor británico HMS Sheffield, marcando así el primer impacto exitoso de un misil antibuque lanzado desde un avión en el conflicto del Atlántico Sur.

Marcación claramente visible de los ataques a los barcos británicos.

El 23 de mayo, la salida operativa resultó infructuosa: los pilotos regresaron a la base aeronaval de Río Grande sin haber detectado ningún blanco en la zona de búsqueda asignada. A partir de entonces, la efectividad de la aviación naval se vio seriamente afectada por la imposibilidad de continuar utilizando el SP-2H Neptune —el veterano avión de patrulla, literalmente, comenzó a desintegrarse en pleno vuelo—. Como consecuencia, el flujo de información crítica sobre las posiciones y movimientos de los buques enemigos se redujo drásticamente.

A este problema se sumaba otro: cuando los Super Étendard armados con misiles Exocet lograban ingresar al área de operaciones, los pilotos debían recurrir a auténticos prodigios de precisión para localizar y fijar blancos sin apoyo de radar externo. Ante esa situación, se tomó la decisión de trasladar de urgencia todos los misiles aire-mar a la base aeronaval Comandante Espora para una revisión completa. Allí fueron sometidos a una meticulosa auditoría y recalibración, y al día siguiente ya estaban de regreso en Río Grande, habiendo recorrido en cuestión de horas varios miles de kilómetros a bordo de un avión Fokker F-28.


3-A-211 con marca incorrecta en la cola. 0761 es Mackey MW-339AA

El 25 de mayo de 1982, en el Día de la Patria, los Super Étendard 3-A-203 y 3-A-204 llevaron a cabo un ataque decisivo contra el Atlantic Conveyor, un buque logístico británico localizado a unas 100 millas náuticas al noreste de Puerto Argentino. Los aviones argentinos despegaron a las 14:26, cada uno armado con un misil Exocet. El blanco fue alcanzado exitosamente, y el impacto provocó el hundimiento del buque, que transportaba un valioso cargamento de helicópteros Lynx, Wessex y Chinook, esenciales para las operaciones británicas en las islas.

Debido a la gran distancia del objetivo —un total de 1.620 millas náuticas ida y vuelta—, la misión requirió dos reabastecimientos en vuelo, los cuales fueron realizados con precisión por un avión tanque RC-130H de la Fuerza Aérea Argentina. Esta operación combinada fue un hito de coordinación interfuerzas y un duro golpe para la logística británica en el teatro de operaciones.

El 3-A-207 se prepara para el vuelo de entrenamiento

El último ataque realizado por la aviación naval argentina tuvo lugar el 30 de mayo de 1982 y tuvo como blanco a uno de los portaaviones de la Royal Navy. La misión representaba un desafío monumental: los argentinos disponían de un solo misil Exocet operativo. Se estimaba que para hundir un portaaviones de esa clase se requerían al menos cuatro impactos directos, por lo que se diseñó una operación combinada. La Fuerza Aérea Argentina contribuyó con dos A-4 Skyhawk, cada uno armado con dos bombas de 500 libras, que acompañarían a los Super Étendard en el ataque.

El Super Étendard 3-A-202 portaba el último Exocet disponible, mientras que el 3-A-205 llevaba tres tanques suplementarios de combustible para asegurar el alcance de la misión. A las 12:31, desde una distancia de 24 millas náuticas, se efectuó el lanzamiento del misil contra el HMS Invincible. Sin embargo, el Reino Unido nunca reconoció oficialmente haber recibido dicho impacto.

Ese disparo marcó el último vuelo de combate de los Super Étendard durante la Guerra por las Malvinas. Posteriormente, se contemplaron diversas opciones para emplearlos como bombarderos convencionales, pero con el fin de las hostilidades, tales planes nunca pasaron del papel.

3-A-209 y 3-A-211 se aproximaron al KC-130 para probar el reabastecimiento en vuelo

El desempeño en combate del Segundo Escuadrón Aeronaval de Caza y Ataque fue verdaderamente sobresaliente. Con apenas cuatro Super Étendard operativos, la unidad llevó a cabo cinco misiones de ataque, acumulando un total de 29 horas de incursiones en zona de combate. Sus resultados fueron contundentes: logró el hundimiento de dos buques enemigos —entre ellos el HMS Sheffield, que funcionaba como centro de comando de la aviación británica— y la destrucción de al menos diez helicópteros, golpeando duramente la capacidad logística y operativa del adversario.

A todo ello se suma un dato no menor: fue la única unidad argentina en el conflicto que no sufrió ninguna baja, ni de personal ni de material, lo que subraya no solo su eficacia táctica, sino también el altísimo nivel de preparación y profesionalismo alcanzado por sus pilotos y equipos técnicos.

El 3-A-201 se encuentra en la cubierta del portaaviones "Lincoln" (USS CVN-72 "Lincoln") durante el ejercicio "Gringo-Gaucho II" (Gringo-Gaucho II) en octubre de 1990.

Tras el fin de la guerra, el embargo internacional fue finalmente levantado, lo que permitió al escuadrón recuperar y completar su flota de aeronaves y sistemas de armamento. En diciembre de 1982, llegaron al país los nueve *Super Étendard* restantes, acompañados de misiles, repuestos y equipamiento técnico. Esta entrega no solo fortaleció la capacidad operativa del escuadrón, sino que además posibilitó la reparación del 3-A-201, que había quedado fuera de servicio durante el conflicto, permitiendo su reincorporación plena a las operaciones gracias a las piezas recibidas.


201, 208 y 210 después de la práctica de lanzamiento de misiles

Uno de los hitos más significativos en la historia de posguerra de los Super Étendard fue el vuelo realizado a mediados de abril junto a los A-4Q Skyhawk del Tercer Escuadrón de Cazabombarderos, con destino al portaaviones ARA (V-2) 25 de Mayo. Esta operación marcó la plena integración de ambas unidades embarcadas en el contexto del adiestramiento aeronaval conjunto.

Durante el período en que el portaaviones ingresó a reparaciones programadas, los Super Étendard mantuvieron una actividad operativa constante desde bases terrestres, operando intensamente desde Mar del Plata, Trelew, Río Grande y Ushuaia, lo que aseguró la continuidad de su entrenamiento y preparación para misiones de ataque y proyección naval.

SUE en Ushuaia (Ushuaia) - la base más austral del hemisferio sur

Las capacidades de combate de los Super Étendard se potenciaron significativamente al operar en conjunto con el Lockheed L-188MR Electron, una versión modificada del Electra adaptada para tareas de patrullaje marítimo y guerra electrónica. Esta combinación permitió mejorar notablemente la detección de blancos navales, la coordinación táctica y la capacidad de supervivencia de los aviones de ataque, al integrar sensores de largo alcance y apoyo electrónico en tiempo real.


A pesar de la drástica reducción del presupuesto de defensa —especiamente en lo referido al entrenamiento—, los costos asociados a la formación de tripulaciones para los Super Étendard se mantuvieron sin alteraciones, lo que permitió preservar un alto estándar operativo. Con el paso del tiempo, la especialización principal de estos aviones se consolidó en el ataque a objetivos desde muy baja altitud, una capacidad que exige gran precisión y destreza.

El nivel de instrucción de los pilotos del escuadrón es considerado de excelencia, como lo prueba el hecho de que, a lo largo de todo su historial operativo, solo se hayan registrado dos incidentes significativos. El primero ocurrió el 1 de agosto de 1989, cuando el 3-A-210 impactó contra las crestas del mar durante un vuelo de entrenamiento a baja altura, provocando la pérdida de la aeronave y el fallecimiento del piloto. El segundo tuvo lugar el 11 de diciembre del mismo año: el SUE 0772 / 3-A-212 sufrió una falla en su motor Atar 08C durante el vuelo, pero en esa ocasión el piloto logró eyectarse con éxito.

El escuadrón cuenta, además, con una vasta experiencia en reabastecimiento en vuelo y ha participado en numerosas maniobras combinadas, incluyendo ejercicios con la aviación naval de Brasil y con unidades de la Marina Real Británica.


domingo, 6 de abril de 2025

ARA: El desempeño hasta el 4 de Mayo


El desempeño de la Armada de la República Argentina



La Fuerza de Tareas 79, más conocida como la Fuerza de Tareas del Atlántico Sur (FLOMAR) de la Armada Argentina, jugó un papel crucial durante el conflicto de las Islas Malvinas en 1982. La FLOMAR, integrada principalmente por buques de la Flota de Mar de la Armada Argentina, fue una pieza central en la estrategia argentina para recuperar y mantener el control de las islas frente a la respuesta militar británica. A continuación, se presenta un informe detallado sobre el desempeño de la FLOMAR hasta el 4 de mayo de 1982.

Contexto Operacional

La FLOMAR, en su núcleo, estaba diseñada para operaciones de alta mar y protección de la soberanía marítima argentina. Para el conflicto de Malvinas, la Armada Argentina desplegó una flota diversa que incluía destructores, fragatas, corbetas, submarinos y un portaaviones, el ARA Veinticinco de Mayo. La misión principal de la FLOMAR era proporcionar apoyo naval a las fuerzas terrestres argentinas desplegadas en las islas y, al mismo tiempo, enfrentar y neutralizar la Task Force británica enviada para recuperar las Malvinas.

Composición de la FLOMAR

A comienzos de abril de 1982, la FLOMAR estaba compuesta por varias unidades clave:

  1. ARA Veinticinco de Mayo: Portaaviones clase Colossus modificado, que era el buque insignia de la Armada. Su capacidad para operar aviones de combate A-4Q Skyhawk y S-2 Tracker era crucial para las operaciones de ataque y reconocimiento.

  2. Destructores Clase Type 42: Como el ARA Hércules y el ARA Santísima Trinidad, equipados con misiles superficie-aire Sea Dart, diseñados para la defensa aérea de la flota.

  3. Destructores Clase Fletcher y Gearing: Como el ARA Piedra Buena y el ARA Bouchard, con roles de escolta y defensa antiaérea.

  4. Corbetas Clase A69: Como el ARA Drummond, destinadas a tareas de patrullaje y guerra antisubmarina.

  5. Submarinos Clase Balao y Tipo 209: Como el ARA Santa Fe y el ARA San Luis, que realizaron operaciones de reconocimiento y ataque.


 

Operaciones Iniciales

El 2 de abril de 1982, Argentina recuperó las Islas Malvinas mediante la Operación Rosario. Posteriormente, la FLOMAR se movilizó para asegurar el control del área marítima alrededor de las islas y preparar la defensa ante la inminente respuesta británica. El ARA Veinticinco de Mayo desplegó aviones para misiones de patrullaje y reconocimiento en el Atlántico Sur.

La FLOMAR operó principalmente en dos áreas:

  1. Área de Operaciones de la Fuerza de Tareas 79.1: Comandada por el Contralmirante Gualter Allara, esta fuerza incluía al ARA Veinticinco de Mayo y varios destructores. Sus misiones se centraron en establecer una presencia naval disuasoria y estar lista para interceptar cualquier incursión británica.

  2. Área de Operaciones de la Fuerza de Tareas 79.3: Incluía submarinos como el ARA San Luis y unidades de superficie encargadas de tareas de patrullaje y protección de las islas.

Enfrentamiento con la Task Force Británica

A mediados de abril, la FLOMAR comenzó a enfrentar la realidad de la Task Force británica, liderada por los portaaviones HMS Hermes y HMS Invincible. La FLOMAR intentó utilizar su ventaja inicial en términos de proximidad y familiaridad con las aguas del Atlántico Sur.

Operación Algeciras: Una operación de comandos en Gibraltar, destinada a atacar unidades navales británicas, fue cancelada antes de su ejecución, privando a la FLOMAR de un golpe estratégico significativo.

Patrullas de Submarinos: El ARA San Luis desempeñó un papel crucial en las operaciones de guerra submarina. Sin embargo, los problemas técnicos y la falta de coordinación en los ataques con torpedos limitaron su efectividad.

El 1° de Mayo de 1982: Primeros Combates Directos

El 1 de mayo marcó el primer enfrentamiento directo entre las fuerzas argentinas y británicas. La FLOMAR fue parte de una operación más amplia para hostigar a la Task Force británica, intentando atacar sus posiciones.

Ataques Aéreos: Los aviones del ARA Veinticinco de Mayo realizaron salidas para identificar y atacar unidades británicas. Sin embargo, las condiciones meteorológicas y la eficiencia de las defensas británicas complicaron estas misiones.

Intento de Ataque con el ARA Veinticinco de Mayo: El portaaviones argentino intentó lanzar un ataque aéreo con sus A-4Q Skyhawk. A pesar de las dificultades logísticas y tácticas, la misión fue abortada cuando se confirmó que los portaaviones británicos se encontraban fuera del alcance efectivo.

Pérdida del ARA General Belgrano

El 2 de mayo de 1982, la FLOMAR sufrió una de sus pérdidas más significativas. El crucero ARA General Belgrano, que formaba parte de la Fuerza de Tareas 79.3, fue torpedeado y hundido por el submarino nuclear británico HMS Conqueror. Esta acción marcó un punto de inflexión en la guerra naval. El hundimiento del General Belgrano resultó en la muerte de 323 marinos, representando casi la mitad de las bajas argentinas en el conflicto.

Este evento tuvo consecuencias estratégicas y operativas inmediatas. La Armada Argentina retiró el ARA Veinticinco de Mayo y otras unidades principales hacia aguas más seguras, cerca de la costa argentina, para evitar nuevas pérdidas. Este repliegue limitó las opciones ofensivas de la FLOMAR y permitió a la Task Force británica operar con mayor libertad en la zona de exclusión alrededor de las Malvinas.

Operaciones hasta el 4 de Mayo

Después del hundimiento del General Belgrano, la FLOMAR adoptó una postura más defensiva. La flota argentina se concentró en proteger los accesos al continente y en evitar un enfrentamiento directo con la Task Force británica, que contaba con superioridad tecnológica y de alcance, especialmente con sus submarinos nucleares y aeronaves embarcadas.

Submarino ARA San Luis: Continuó sus operaciones, pero sin éxito significativo debido a fallas en sus sistemas de armamento, como torpedos que no impactaron a pesar de detectar blancos enemigos.

Protección del ARA Veinticinco de Mayo: Con el portaaviones alejado de la zona de conflicto directo, su capacidad ofensiva quedó severamente restringida, limitando el alcance de las operaciones aéreas argentinas.

Conclusiones hasta el 4 de Mayo

Hasta el 4 de mayo de 1982, la FLOMAR enfrentó un entorno extremadamente desafiante. La combinación de la tecnología avanzada de la Task Force británica, junto con la superioridad en inteligencia y logística, puso a la Armada Argentina en una situación difícil. La pérdida del ARA General Belgrano y las limitaciones operativas del ARA Veinticinco de Mayo obligaron a la FLOMAR a revaluar su estrategia, enfocándose más en la defensa que en la ofensiva.

El desempeño de la FLOMAR hasta esta fecha muestra tanto la valentía como las limitaciones técnicas y estratégicas de la Armada Argentina en un conflicto moderno contra una potencia naval como el Reino Unido. La guerra de las Malvinas se convirtió en un conflicto asimétrico, donde la FLOMAR intentó maximizar sus recursos en un escenario adverso, enfrentando desafíos significativos que finalmente influyeron en el curso de la guerra.



viernes, 4 de abril de 2025

2 de Abril: El primer argentino en desembarcar en las islas

El primer argentino que desembarcó en las islas


𝘌𝘯 1982 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘣𝘰 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘪𝘱𝘢𝘭 𝘊𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘊𝘦𝘲𝘶𝘦𝘪𝘳𝘢, 𝘥𝘦 27 𝘢ñ𝘰𝘴, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘌𝘴𝘤𝘶𝘦𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘐𝘯𝘧𝘢𝘯𝘵𝘦𝘳í𝘢 𝘥𝘦 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘯𝘢,  𝘋𝘦𝘴𝘱𝘶é𝘴 𝘥𝘦 𝘔𝘢𝘭𝘷𝘪𝘯𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘻ó 𝘱𝘰𝘴𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘳𝘴𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘴𝘤𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘢𝘭 𝘤𝘶𝘢𝘥𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘖𝘧𝘪𝘤𝘪𝘢𝘭𝘦𝘴




La mayoría los Comandos Anfibios, tropas especiales de la Infantería de Marina, fueron convocados alrededor del 21 de marzo de 1982 a la unidad con base en Mar del Plata y luego destinados a la Operación Rosario de recuperación de las Malvinas. La Agrupación de Comandos Anfibios de la Armada Argentina estaba
ubicada en Mar del Plata y desde allí fueron trasladados a Puerto Belgrano para luego embarcar en la Santísima Trinidad, que llevaba aproximadamente 90 Comandos y Buzos Tácticos de la Armada, los cuales constituirían la fuerza de avanzada de la operación anfibia de recuperación de las Islas.



“Teníamos una orden preparatoria general y sabíamos lo que teníamos que preparar por equipo para la operación. Nos habían informado que íbamos a desembarcar de un buque de superficie y que íbamos a tomar un cuartel y una casa de Gobierno, pero no sabíamos dónde”, recuerda Carlos Cequeira.
Durante la travesía se hizo prueba del armamento y recién cuando navegaban al lugar se enteraron que el destino era las Islas Malvinas.
El 1° de abril a la noche, a las 20:00 hs, llegaron cerca de Malvinas y a las 21:00 hs se fueron ocupando las embarcaciones menores (botes de goma y kayaks) para aproximarse a la playa.
Cequeira, junto al jefe de la sección denominada “Cachiyuyo” para la operación, el Teniente de Corbeta de Infantería de Marina Bernardo Schweizer fueron los primeros en llegar en un kayak a las costas de Malvinas en Puerto Enriqueta.
La misión de “cachiyuyo” era desembarcar adelantado a las unidades de tareas y asegurar la playa para permitir el desembarco seguro del resto de los botes de goma que llevaban a los Comandos y Buzos Tácticos.
Cequeira recuerda que “nos desplazamos en un bote y luego en la primera enredada con los cachiyuyos (algas que crecen en el mas del sur) que abundaban en ese sector de playa, perdimos un poco la paciencia, subimos al kayak y empezamos a remar, para llegar a una pequeña ría, sobre la desembocadura del margen derecho. El Teniente Schweizer iba con un visor nocturno y atrás estaba yo, con el compás, mantenía la dirección de avance; él me dice que se ve una luz en la costa. Me presta el visor, veo que había alguien en la costa, supusimos que estaban los ingleses”. Por tal motivo, decidimos ir a una playa alternativa que teníamos dentro del plan, “la otra playa quedaba a 500 metros de la playa principal, hicimos una exploración, fundamentalmente por escucha de ruidos producidos por la presencia de personas en la nueva playa, y luego nos juntamos en el lugar. Al no tener novedades, el Teniente marcó el avance con una señal a los cinco botes de seguridad, los cuales se aproximaron y se estableció la cabeza de playa”.
Cequeira  señala que aquel 1° de abril “el mar estaba calmo, había una sola línea de rompiente y había una luna que nos encandilaba y cuando llegamos a la playa la luna ya se había puesto. Cuando hicimos la marcha de aproximación estaba oscuro y había muchos obstáculos naturales y artificiales, porque había turba, alambrados y el terreno era muy irregular. La costa era similar a la de Río Grande, en nuestra Tierra del Fuego”, contó que había realizado muchas prácticas en la costa patagónica con climas más inhóspitos
Alrededor de las 23:00 hs llegó a la playa el grueso de los efectivos especiales de la Armada y su marcha de aproximación a los objetivos se inició alrededor de la 01:00 del 2 de abril , “a las 6 de mañana, del 2 de abril, teníamos que tomar el cuartel de los Royal Marines en Moody Brook y la Casa de Gobierno ubicada en la localidad”, por ese motivo se dividieron en dos fracciones.
Una se dirigió al cuartel e iba al mando del capitán Sánchez Sabarots y la otra estaba a cargo del capitán Pedro Edgardo Giachino. 


Cequeira recuerda que empezaron a marchar y llegaron en el horario indicado a los objetivos. “Teníamos una imposición muy particular, si uno mira las historias de las operaciones tipo comando vemos que son cruentas con muchos muertos en las fuerzas propias y en la de los enemigos. En este caso, nos imponían no causar bajas enemigas, con el propósito de llegar bien posicionados para una negociación. No teníamos que matar ni herir a los ingleses y nos condicionaron muchísimo y lo hicimos así, a costa de Heridos y muertos nuestros.
El capitán Giacchino, el Teniente García Quiroga y el cabo Urbina, fueron nuestras primeras bajas”, el 2 de abril de 1982.
Al llegar a los objetivos adoptamos el dispositivo que teníamos planeado, cada uno tenía una responsabilidad. Dentro de la patrulla se constituyen escalones con tareas específicas para cada uno. La misión del escalón de seguridad es evitar que lleguen refuerzos al objetivo, para lo cual en la zona donde había un puente nos instalamos los de seguridad, para evitar que lleguen soldados ingleses a reforzar lo que era el cuartel”.
Cequeira recuerda que “hubo una resistencia muy débil” por parte de los Royal Marines, “había diez hombres defendiendo el cuartel, quienes tiraron, tiraron y tiraron durante diez minutos y en un determinado momento cesó el fuego”.
Ingresamos a lo que era el cuartel y no encontramos a nadie, en ese momento, arriamos la bandera inglesa que estaba en el mástil, y se izó la bandera argentina a las 7.15, en el cuartel de los Royal Marines”. El izamiento de la celeste y blanca estuvo a cargo del comandante de la Agrupación de Comandos Anfibios, capitán Sánchez Sabarots y el suboficial encargado de la Agrupación Guillermo Rodríguez.
“Fue enorme la alegría de ver flamear nuestro pabellón en Malvinas..  Seguidamente, los argentinos escucharon tiroteos que provenían desde la casa del entonces Gobernador de las Islas, a 6 km., donde estaba el capitán Giachino. Rápidamente un grupo de comandos se dirigió a la ciudad para reforzar al grupo del capitán Giachino, pero antes de llegar a la casa del Gobernador, apareció alguien de civil, que era un argentino de la aviación civil, que no había sido capturado la noche del 1° (todos los argentinos en Puerto Argentino, que realizaban distintas tareas, habían sido recluidos por las autoridades británicas) y nos indicó que detrás de la casa del Gobernador, a 400 metros, había unos veinte ingleses, por lo que nos adelantamos listos para entrar en combate y estos no ofrecieron resistencia. Nosotros nos desplazamos con mucha precaución y aplicamos una técnica que se realiza para esos casos, como teníamos la consigna de no producir bajas en el enemigo, avanzamos para achicar las distancias y nos levantamos los doce hombres en forma simultánea con las armas listas para disparar apuntando y cuando empezamos a marchar vemos que con una bandera blanca en una antena de radio se rinden, sin combate”,
Desde allí se lanzaron hacia la Casa del Gobernador, donde escucharon disparos de armas automáticas “fuimos a reforzar al capitán Giachino y vemos que en ese momento llegaban los vehículos anfibios argentinos con el Batallón de IM N°2 que constituía la fuerza principal de la operación anfibia y en ese momento se rindieron los británicos.

miércoles, 2 de abril de 2025

La gesta de Malvinas para nunca más ignorar nuestra historia

 

Gesta de Malvinas: ¿Cinismo o ignorancia?

No pasa una semana sin que uno tenga que asombrarse de la liviandad con que funcionarios y políticos argentinos, de toda laya, afiliación y jerarquía, actuan en temas referidos a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas. ¿Cinismo o ignorancia? Siendo benévolos y pensando en la segunda variante ¿será que se cumple aquella máxima de que uno no puede amar lo que no conoce? ¿Y que dichos funcionarios y políticos necesitan un breve curso sobre lo que fue nuestra noble y justa guerra del 82? ¿Algo así, quizá, los pueda conmover y empuje a reconsiderar?

LA RECUPERACION

La recuperación de las Islas Malvinas se llevó a cabo de manera incruenta para las tropas británicas en el llamado Operativo Rosario, aunque la misma le costó la vida al capitán Pedro Giachino, el primer héroe de la Gesta, quien a pesar de estar mortalmente herido hizo rendir al gobernador Rex Hunt.

A todas luces la Junta Militar había caído en la trampa, tendida por Gran Bretaña con ayuda del Pentágono, de que podía hacer una suerte de “toco y me voy” para después sentarse a negociar. Lejos de eso, la intención de la primera ministra Margaret Thatcher era provocar a la Argentina para tener un “casus belli” que sirviera de justificación a una nueva invasión británica y al establecimiento de la Fortaleza Falklands en el archipiélago.

Hay que recordar que en 1982 la OTAN ya no tenía ninguna base militar en el Atlántico Sur, que pudiera servir de contrapeso a la creciente presencia de la flota soviética en esas aguas, y necesitaba asegurarse a futuro la explotación de petróleo en la zona, el control del cruce interoceánico y sobre todo la proyección a la Antártida, último gran reservorio de minerales y agua dulce del planeta.

La Junta Militar nunca había pensado en ir a una guerra contra la OTAN pero, como intento de disuasión, ante la zarpada de una poderosa flota británica, comenzó a enviar tropas a las islas -con armamento incompleto- a la espera de que las Naciones Unidas pararan el conflicto bélico. Durante todo el mes de abril se montó un impresionante puente aéreo entre el continente y el archipiélago, que se ha llegado a comparar por su magnitud con el puente aéreo de los Aliados a Berlín, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

EL 1° DE MAYO

Tras establecer un cerco en torno a las islas, la aviación británica atacó la Base Aérea Malvinas, bombardeándola con bombas de mil libras y bombas de fragmentación tipo Beluga en la madrugada del 1° de mayo, con aviones Vulcan y Sea Harrier. La eficaz respuesta de la artillería antiaérea consiguió derribar varias de esas máquinas, evitando así que quedara fuera de servicio el aeropuerto. De hecho, a pesar de que la pista fue el blanco principal de los británicos, que durante todo el conflicto estuvieron bombardeándola hasta tres y cuatro veces por día, nunca lograron su objetivo. Siguió operativa hasta el último día del conflicto, permitiendo que aterrizaran en ella los aviones Hércules de la Fuerza Aérea y los Fokker de la Armada, trayendo abastecimiento y armamento y evacuando heridos.

Ese día 1° de mayo la Fuerza Aérea atacó a las fragatas británicas, causándoles daños y también se enfrascó en las llamadas “peleas de perro” con los aviones Harrier británicos, muy superiores en tecnología y armamento, ya que los Estados Unidos los habían provisto con los misiles Sidewinder L, de última generación. A propósito, el entonces Secretario de Marina de los Estados Unidos, John Lehman declaró que sin esos misiles el Reino Unido habría perdido la guerra.

La Argentina contaba con cinco aviones ultramodernos, los Super Etendard, con sus respectivos misiles Exocet, pero la mayoría de los aviones de la Fuerza Aérea eran de la década del 50, los Skyhawk A4. Sin embargo, sus pilotos, conocidos como los Halcones, suplieron esos 30 años de diferencia en tecnología con pericia, coraje y mística religiosa, diezmando a la flota del Reino Unido. Sorprendido, el jefe de la Task Force, almirante Sandy Woodward, anotaba en su diario (que luego fue editado como libro bajo el título ‘Los cien días’): “Si me preguntan quienes están ganando la guerra, nosotros ciertamente no somos”. Y en otro pasaje comenta que le quedan solamente tres buques operativos (había zarpado de Gran Bretaña con más de cien unidades, entre buques de guerra y logísticos).

Finalmente, el día 13 de junio, después de enumerar todas las bajas que los Halcones le habían causado a la flota, escribe: “Si los argentinos pudieran soplarnos, nos caemos”. Y justamente el 13 de junio el general Menéndez, jefe de la Guarnición Malvinas y gobernador militar, decide rendirse, tras mostrar durante todo el conflicto una asombrosa pasividad. Lo hace cuando a los británicos ya se les estaban acabando los pertrechos, por cuanto un avión Super Etendard de la Armada Argentina les había hundido el portacontenedores militar Atlantic Conveyor.

Después de la guerra se publicó un “paper” de la Inteligencia británica donde se habla del “factor Genta” en la guerra de Malvinas. Allí se explica que los cadetes de la Escuela de Aviación Militar habían sido formados en las enseñanzas de este filósofo nacionalista católico, asesinado por la guerrilla marxista en 1974, que los había imbuido de la mística que les permitió tener un desempeño tan eficaz en el conflicto.

HUNDIMIENTO DEL BELGRANO

La embajadora de los EE.UU. en la ONU, Jeanne Kirkpatrick, estaba haciendo denodados esfuerzos en conjunto con el presidente del Perú y el Secretario General de la entidad, para detener la guerra, y prácticamente se estaba por acordar un cese de fuego, pero a fin de frustrarlo y continuar con la guerra, Margaret Thatcher ordenó hundir el crucero General Belgrano, que estaba navegando de regreso al continente. Ya no habría marcha atrás.

Tras el hundimiento del Belgrano, la Armada retiró a la flota de mar del teatro de operaciones, a tal punto que el único de sus navíos que en Malvinas entró en combate, fue el pequeño aviso Sobral, que audazmente ingresó en aguas dominadas por los británicos para tratar de rescatar a dos pilotos derribados de la Fuerza Aérea.

Atacado por helicópteros artillados, presentó combate a pesar de la inferioridad de su armamento y sufrió numerosas bajas comenzando por su comandante, el capitán Gómez Roca, pero no se entregó y logró arribar al continente (en las Georgias había llegado a entrar en combate la corbeta Guerrico). De esta manera quienes salvaron el honor de la Armada en Malvinas fueron los aviadores navales, algunas fracciones de la Infantería de Marina, el submarino San Luis y las tripulaciones de ciertos buques mercantes.

Dos días después del hundimiento del Belgrano llegó el contragolpe de la Aviación Naval. Aviones Super Etendard atacaron y hundieron al Sheffield, el buque más moderno y sofisticado de la flota británica.

De ahí en adelante se sucedieron ataques de aviones de la Fuerza Aérea que salían del continente y que debían volar a ras del agua, para no ser captados demasiado temprano por los radares del enemigo, luego atravesar el erizo de fuego defensivo de las fragatas, descargar las bombas en el puente de las mismas y hacer el escape con una cantidad mínima de combustible, perseguidos además por los Harrier con su armamento tan superior.

DESEMBARCO BRITANICO

Recién el 21 de mayo los británicos se animaron a desembarcar y lo hicieron en San Carlos, lugar que oficiales de Inteligencia argentinos habían identificado como probable. Sin embargo, el general Menéndez solo había mandado 60 hombres a la zona. Encabezados por el teniente primero Carlos Daniel Esteban, estos soldados enfrentaron el desembarco de unos 2500 británicos y derribaron tres helicópteros antes de replegarse hacia Puerto Argentino.

Alertados por el teniente de navío Owen Crippa, que en la mañana del 21 de mayo atacó con su avión de entrenamiento AerMacchi a toda la flota británica en el estrecho de San Carlos, averiando a la fragata Argonaut, desde el continente comenzaron a llegar oleadas de cazabombarderos de La Fuerza Aérea y la Aviación Naval que sometieron a un feroz castigo a la flota británica, hundiendo varios buques y averiando a otros.

Desde San Carlos, los británicos emprendieron la marcha hacia la localidad de Darwin-Pradera del Ganso, donde funcionaba la Base Cóndor de la Fuerza Aérea y estaba desplegado el Regimiento 12 de Infantería y fracciones de los Regimientos 8 y 25, está última al mando del teniente Roberto Estévez.

A todo esto, los Halcones seguían asediando a la flota británica, causándole ingentes daños. Así, por ejemplo, el 25 de mayo el primer teniente Mariano Velasco hundió al destructor Coventry y los pilotos Pablo Carballo y Carlos Rinke pusieron fuera de combate a la fragata Broadsword. El general Menéndez, en cambio, persistía en su actitud pasiva. Había enterrado a unos 8.000 soldados alrededor de Puerto Argentino, en pozos de zorro inundados y con insuficiente alimentación, ya que había prohibido que se carnearan las centenares de miles de ovejas que había en las islas. Tampoco había cambiado de dirección la cuña defensiva que apuntaba hacia el mar, cuando los británicos avanzaban por tierra. Solamente salían a buscar al enemigo las compañías de comandos. Fueron las únicas unidades que tomaron prisioneros, y que capturaron una enseña británica. Además fueron las fracciones que proporcionalmente más bajas tuvieron.

El dia 27 de mayo los británicos comenzaron a atacar las posiciones argentinas en Darwin-Pradera del Ganso. Se habían jactado que a las 5 de la tarde ya estarían tomando el té de la victoria, pero los combates finalizaron recién el 29. En los mismos se destacó la Sección del teniente Roberto Estévez, que contraatacó y detuvo a las fuerzas británicas – superiores en número – durante cinco horas. Aún herido, Estévez siguió comandando, combatiendo y cuidando a sus soldados conscriptos hasta que cayó muerto. También se distinguió en las acciones el subteniente Juan José Gómez Centurión, quien abatió a un teniente de paracaidistas y rescató, internándose detrás de las líneas enemigas, a un suboficial herido.

Uno de los hombres de Estévez, el conscripto Oscar Ledesma, de 18 años, abatió en un mano a mano al jefe de los paracaidistas británicos, el teniente coronel Herbert Jones. Su accionar, como el de muchos otros soldados conscriptos, echa por tierra el mito de los “chicos de la guerra”, mote infamante endilgado a nuestros soldados a fin de sugerir que no eran aptos para el combate y solamente dignos de lástima.

Asimismo se destacó en el combate el subteniente Claudio Braghini, que amén de haber derribado aviones Harrier, utilizó los cañones bitubo de su batería antiaérea para arrasar a la infantería enemiga.

El teniente coronel Italo Piaggi rindió la guarnición el 29 de mayo, pero los británicos nunca más volvieron a atacar a la luz del día, como lo habían hecho en esta oportunidad, por la cantidad de bajas que sufrieron.

Al tiempo que continuaba la batalla aeronaval, los británicos marchaban por tierra hacia Puerto Argentino, pero el 8 de junio intentaron realizar un desembarco de tropas en Bahía Agradable. Una escuadrilla de la Fuerza Aérea comandada por Carlos Cachón atacó al enemigo en el momento justo del desembarco, causando estragos entre los buques y los soldados, a tal punto que los propios ingleses calificaron ese 8 de junio como “El día más negro de la flota británica”. El general Menéndez, que aún disponía de 12 helicópteros en condiciones de transportar tropa, no hizo nada para rematar el desembarco, a pesar de la corta distancia entre Puerto Argentino y Bahía Agradable.

A partir del 9 de junio se intensificaron los combates en los montes aledaños a Puerto Argentino. En el monte Dos Hermanas se destacó por su valentía y eficacia la fracción encabezada por el subteniente Marcelo Llambías, y en el monte Harriet, el teniente primero Jorge Echeverría, un oficial de Inteligencia sin mando de tropa, organizo la resistencia e incluso realizó un contraataque, antes de caer herido por cinco impactos.

La superioridad numérica del enemigo hizo imposible retener esos montes, aunque en las cercanías había varios regimientos argentinos –el 3, el 25, el 6 – que prácticamente nunca entraron en combate (salvo algunas de sus fracciones pequeñas). El general Menéndez, haciendo gala de su sempiterna pasividad no los movilizó.

La batalla clave se produjo en la noche del 11 al 12 de junio por el control del Monte Longdon, defendido por el Regimiento de Infantería 7 y pequeñas fracciones de otras unidades. El encarnizado combate duró once horas, destacándose el contraataque realizado por la Sección del teniente Raúl Castañeda, que estuvo a punto de desalojar a los británicos. Pero al no recibir apoyo por parte de otros efectivos, el Monte Longdon quedó en manos enemigas.

A partir de ahí fue central el accionar de la artillería argentina para contener el avance británico. Como ejemplo cabe citar que la Batería A del Grupo de Artillería 3, comandada por el teniente primero Luis Caballero, disparó sus cañones Oto Melara de 105 mm durante 60 horas seguidas, hasta agotar munición.

El 13 de junio una escuadrilla de la Fuerza Aérea, encabezada por el capitán Carlos Varela atacó audazmente el puesto comando británico en tierra, causando numerosas bajas y obligando al máximo jefe enemigo, general Jeremy Moore, a tirarse en una zanja para salvar su vida.

Esa misma noche se produjo el contraataque en Wireless Ridge del teniente primero Víctor Hugo Rodríguez, al mando de dos Secciones del Regimiento 3. Y en el monte Tumbledown resistió durante diez horas el embate de fuerzas inglesas superiores en número en una relación de uno a diez, la Cuarta Sección de la Compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina 5, al mando del teniente de corbeta Carlos Daniel Vázquez. El grueso de esa unidad nunca fue empeñado en combate de infantería por su jefe, el capitán Carlos Robacio. Sólo lo hicieron pequeñas fracciones como la de Vázquez y del guardiamarina Alejandro Koch en el Monte Sapper.

El 14 de junio a la mañana el general Menéndez se rendía, sin haber dado nunca una orden de ataque o contraataque. El cese de fuego tuvo lugar a las 10 de la mañana. La guerra había terminado, a pesar de que la Fuerza Aérea quería seguir combatiendo.

Los 632 soldados argentinos caídos en el conflicto son los centinelas garantes de que el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas nunca será abandonado por la Nación. ¿Entenderán finalmente los funcionarios y políticos argentinos que la sangre derramada no se negocia?