miércoles, 23 de octubre de 2019

Reseña del conflicto

Guerra de las Malvinas


Военное оружие и армии Мира


En la primavera de 1982, la atención de la comunidad mundial se concentró en los fragmentos de tierra perdidos en el Atlántico Sur, las Islas Malvinas (Falkland Islands), por cuyo control estalló una guerra entre Argentina y Gran Bretaña.

El gobierno militar del general L. Galtieri, quien llegó al poder en Argentina a fines de 1981, decidió entrar en conflicto con Gran Bretaña en un esfuerzo por fortalecer su posición política interna a través de una "pequeña guerra victoriosa". El 2 de abril de 1982, el desembarco argentino estableció el control de las Malvinas. La pequeña guarnición británica no mostró resistencia.




El imperio responde

La reacción del gobierno británico, dirigido por dama de hierro M. Thatcher, fue inmediata. La Operación Corporate comenzó a restaurar la soberanía sobre el archipiélago. La situación se complicó por el hecho de que la base británica más cercana estaba cerca. La ascensión separó miles de kilómetros de las Malvinas. Por lo tanto, la flota tuvo que desempeñar un papel clave en la operación. El complejo británico, reunido y enviado al Atlántico Sur en el menor tiempo posible, totalizó 127 banderines: 43 buques de guerra, 22 buques auxiliares y 62 buques civiles movilizados. La columna vertebral fue el portaaviones "Invencible" y "Hermes" con 42 aviones de despegue vertical "Harrier" y "Sea Harrier". Los barcos tomaron a bordo la tercera brigada de comando, reforzada por dos batallones de paracaídas, así como la quinta brigada, tanques ligeros de escorpión, obuses, morteros y otras armas. Además de la aviación basada en transportistas, los británicos utilizaron dos bombarderos estratégicos "Volcano", comprometidos con. Ascensión de varias incursiones en las Malvinas (los bombarderos con varios reabastecimientos de combustible en el aire superaron unos 15,000 km en un despegue).



TÁCTICAS DE LAS PARTES

Los británicos llevaron a cabo, de hecho, una operación de desembarco naval. El comando argentino trató de contrarrestar las fuerzas de la flota y los aviones. El cálculo se basó en infligir las mayores pérdidas posibles en buques de guerra y personas, lo que obligó al gobierno británico a abandonar sus intenciones. Pero después del 2 de mayo de 1982, el submarino nuclear británico Conkeror hundió el crucero General Belgrano, a bordo del cual murieron 321 marineros (este fue el primer uso de submarinos nucleares en combate), los barcos argentinos fueron retirados a sus bases. Toda la carga de oponerse al enemigo cayó sobre los hombros de la aviación.

AERONAVE CONTRA BUQUES

Argentina tenía alrededor de 120 aviones de combate a reacción operativos, pero la mayoría pertenecían a tipos obsoletos (A-4 Skyhawk, Mirage III, Dagger). Solo cinco de los aviones de combate basados ​​en portaaviones Super Ethandar armados con misiles antibuque (ASM) Exozet se destacaron de sus antecedentes. Estos aviones estaban destinados al portaaviones Bentisinko de Mayo, pero él no estaba involucrado en operaciones de combate, y los Super Etandars operaban desde aeródromos costeros.

Se suponía que los portaaviones británicos eran los objetivos principales de los Súper Estándares, pero no podían ser alcanzados, aunque los misiles antibuque Exoset fueron hundidos por el destructor Sheffield (4 de mayo) y el buque portacontenedores Atlantic Conveyor (25 de mayo). Otros aviones con bombas convencionales hundieron otro destructor, dos fragatas y un barco de desembarco. Por esto tuve que pagar un alto precio: durante el conflicto, Argentina perdió alrededor de 100 aviones y helicópteros. Las pérdidas de la aviación británica ascendieron a 10 aviones y 24 helicópteros.

DESCONEXIÓN

En la noche del 21 de mayo de 1982, comenzó el desembarco británico en San Carlos. Los barcos británicos fueron sometidos a intensas incursiones de aviones enemigos, pero no pudieron evitar el aterrizaje. A pesar de la superioridad numérica, las fuerzas terrestres argentinas siguen adelante. Malvinas Este no pudo resistir. Hacia el final de la primera década de junio, dos brigadas británicas bloquearon a los argentinos en el área de Port Stanley (el centro administrativo del archipiélago, renombrado a los argentinos como Puerto Argentino) y estaban listos para asaltar las defensas del enemigo. Como Port Stanley fue asediado sin ninguna esperanza de liberación, el comando argentino no tuvo más remedio que rendirse, lo que ocurrió el 14 de junio. La pérdida de los británicos (a excepción de los buques y aviones indicados) ascendió a 258 personas. (incluidos 3 civiles de las Malvinas). Los argentinos perdieron 649 muertos, más de 11 mil personas. capturado Además del crucero, se hundieron el submarino Santa Fe, 4 vehículos y 2 lanchas patrulleras.

ACCIONES MILITARES EN LAS ISLAS

Las batallas en el mar y en el aire que tuvieron lugar en las Malvinas a partir del 1 de mayo de 1982, fueron solo un preludio de la operación de desembarco naval, diseñada para restaurar la soberanía británica sobre el archipiélago.

Los argentinos desplegaron fuerzas significativas en las Malvinas: la 3.a y 10.a Brigadas de Infantería Motorizada (BMS), reforzadas por unidades de los 9. ° Bombardeos, dos divisiones de artillería, una división antiaérea, ingeniería y otras unidades, así como el 5. ° Batallón del Cuerpo de Marines. La mayoría de las fuerzas se concentraron en el p. East Falkland, en West Falkland, solo dos regimientos de infantería estaban estacionados (el regimiento argentino era consistente en organización y fuerza con un batallón, con aproximadamente 800 personas).

La guarnición de las islas tenía un número limitado de vehículos blindados (12 vehículos blindados Panar con cañones de 90 mm). Había 36 obuses de 105 mm y 21 de 55 mm, un número significativo de morteros y pistolas sin retroceso. La defensa aérea fue presentada por un sistema de defensa aérea Roland, siete sistemas de defensa aérea Tigerkat y más de 50 cañones antiaéreos de calibre 20, 30 y 35 mm.

En el lado británico, el primer escalón del aterrizaje fue la tercera brigada de comando, reforzada por dos batallones de paracaidistas, un escuadrón de reconocimiento (4 tanques ligeros "Scorpion", 4 BRM "Simiter") y un sistema de misiles de defensa aérea "Rapira", el segundo - la quinta brigada de infantería, también con batería antiaérea adjunta.

En total, los británicos tenían 24 obuses de 105 mm, 20 sistemas de defensa aérea Rapira, morteros, lanzagranadas y otras armas. A cada brigada se le asignó un escuadrón de helicópteros ligeros "Gazelle" y "Scout", destinados a reconocimiento y comunicaciones.

OPERACIÓN SUTTON

En la noche del 21 de mayo de 1982, el desembarco inglés en el p. Malvinas Este - Operación Sutton. La bahía de Ajax (cerca del pueblo de San Carlos) en el estrecho que separa las islas más grandes del archipiélago fue elegida para su implementación. No había grandes partes de las fuerzas terrestres enemigas, pero los barcos de desembarco se vieron obligados a maniobrar en un espacio bastante estrecho. Esto los hizo vulnerables a la aviación argentina, que, con la llegada de la mañana, intentó por todos los medios interrumpir el aterrizaje. Los marineros ingleses apodaron la bahía Alley of Bombs (Bomb Alley).

En el primer escalón, los comandos 40 y 45, así como los batallones segundo y tercero del regimiento de paracaidistas, aterrizaron desde barcos de desembarco. El comando 42 estaba en reserva a bordo del transatlántico Canberra.

Una pequeña unidad del 25º Batallón argentino intentó evitar el aterrizaje disparando morteros y engranajes sin retroceso, pero se derrumbó rápidamente. El aterrizaje, dirigido por el comodoro Michael Klapp, fue exitoso: los británicos solo perdieron 3 personas. Se establecieron en la cabeza del puente, que se convirtió en la base para las operaciones posteriores.



sábado, 19 de octubre de 2019

Fotos del conflicto

Guerra de Malvinas



Guerra de Malvinas o Guerra de Malvinas 1982 (Guerra de Malvinas, español: Guerra de las Malvinas): la guerra entre Gran Bretaña y Argentina por el control de las Islas Malvinas (en Argentina se les llama Malvinas). Ni Argentina ni Gran Bretaña se declararon formalmente la guerra el uno al otro; Desde el punto de vista de ambas partes, las operaciones militares representaron la restauración del control sobre su territorio legal. La guerra terminó con la victoria de Gran Bretaña, que controla las islas hasta el día de hoy.

La lucha entre Gran Bretaña y Argentina por las Islas Malvinas duró 74 días. Durante los combates, 649 soldados argentinos fueron asesinados, 1.188 personas resultaron heridas. La pérdida de los británicos ascendió a 258 muertos, 777 heridos.

Kykyryzo



 

jueves, 17 de octubre de 2019

Amigos y enemigos se encuentran por un casco

“Bendito sea Dios que me permitió encontrarte”: el marine inglés que buscó al soldado argentino que había sido su prisionero en Malvinas

En 1982 los dos tenían 18 años. Cuando Héctor Pereyra estuvo prisionero, Andy Damstag le prestó su casco en medio de los bombardeos. El cabo tuvo que entregar el suyo. Al final de la guerra el argentino herido alcanzó a devolvérselo, pero el suyo quedó en poder de su custodio. Cuatro décadas después la historia tuvo un final de redención y amistad
Por Adrián Pignatelli ||  Infobae


 
Dos soldados que intercambiaron sus cascos, Héctor Pereyra y Andy Damstag, son otra vez protagonistas de una conmovedora historia de redención a cuatro décadas de la guerra de Malvinas


Durante el 9 y 10 de junio, los ataques ingleses sobre las posiciones argentinas habían recrudecido. El 11 de junio el fuego británico barría la ladera del Monte Harriet, defendido por 390 hombres, la mayoría del Regimiento de Infantería 4. El enemigo disponía de una superioridad de cuatro a uno.


Parapetado en una de las rocas estaba el cabo enfermero Héctor Pereyra, de 18 años. Unos meses antes el joven cursaba en la Escuela de Suboficiales General Lemos los estudios de su especialidad. Una vez conocida la recuperación de las islas, el 2 de abril de 1982, le dieron las jinetas de cabo y lo asignaron a la Compañía Comando y Servicio perteneciente a la III Brigada de Infantería. El 25 de abril ya estaba en Malvinas.

Durante cinco días, permaneció junto a su unidad en el aeropuerto. Luego, hasta el 11 de mayo, ocupó posiciones en un viejo puerto. Los tremendos bombardeos que los ingleses efectuaron el 1 de mayo, lo enfrentó por primera vez a la sangre que se derrama en una guerra: tuvo que asistir a sus compañeros heridos.

 
El cabo Héctor Pereyra en 1982, Malvinas

Hoy, 37 años después y desde Gualeguaychú, donde reside, Héctor recuerda aquellos días frente a Infobae: “El 11 de mayo dividieron a la compañía en dos: una parte iría a Puerto Howard y la otra a Monte Kent".

Las batallas ya eran cruentas, y luego de la caída de Pradera del Ganso, Pereyra revela que "quedamos un poco solos, ya que todos se replegaban en dirección a Puerto Argentino. Nosotros lo hicimos hacia Monte Harriet”.

Y es donde comenzó esta historia.

Ataque al Monte Harriet

El 12 de junio, Monte Harriet era un verdadero infierno. Los ingleses avanzaban en el terreno escarpado de la ladera, tenazmente defendida por los argentinos. En una de las trincheras, se encontraba Héctor Pereyra.

Uno de los británicos que participaba del ataque era Andy Damstag. “Encontramos una feroz resistencia de las posiciones argentinas; sus ametralladoras de 50 mm no dejaban de disparar con mucha puntería. Nuestro avance se vio obstaculizado aún más por el fuego de armas de menor calibre”, relata a Infobae desde su casa en Bolton, Reino Unido.


 
Andy Damstag, tenía 18 años y pertenecía al 42 Commando de los Royal Marines

Damstag, con sus 18 años, se había enlistado en los Royal Marines ni bien terminó sus estudios secundarios, a los 16. Fue a la guerra como uno de los miembros del equipo de armas anti tanque. Integraba la Compañía Lima de los 42º Commando de los Royals Marines. Sólo tenía una vaga idea de dónde quedaban las islas, y cuando desembarcó el paisaje le hizo recordar a Dartmoor, una localidad en Devon, donde su unidad tenía su base y dónde se había entrenado.

A dos horas de iniciada la batalla, las secciones de avanzada británicas estaban inmovilizadas a pocos metros de las trincheras argentinas. Damstag remarca que “estábamos lo suficientemente cerca como para que ambos bandos pudiésemos lanzar granadas”.

Los británicos decidieron neutralizar la resistencia argentina disparando un proyectil anti tanque contra las trincheras que tenían enfrente, a escasos 30 metros.

Un explosivo cayó en la posición que Pereyra ocupaba con el cabo Carlos López. Pereyra fue gravemente herido: fractura de tibia y peroné, heridas en la mano y hasta el duvet se le estaba incendió. Comenzó a perder sangre.

Los argentinos iniciaron el repliegue. No habían advertido que dejaban en el campo a dos cabos heridos. Entonces, el soldado Clemente Bravo volvió sobre sus pasos. En medio del fuego enemigo, tomó a Pereyra y comenzó a subirlo. Alcanzó a llevarlo unos metros, cuando se percataron que tenían a los ingleses demasiado cerca.

El inglés precisó que “vi por el rabillo del ojo a dos soldados argentinos desplomados contra la pared de la trinchera a solo un metro de distancia con las manos en alto. Tomé mi fusil y me lancé al suelo, apunté con mi arma hacia ellos, con el dedo en el gatillo y comencé a gritarles que no se movieran”.

“Después de un par de minutos de un completo pandemonio, recuperamos el control de nosotros mismos y avanzamos para buscar a los dos soldados; descubrimos que ambos estaban heridos, llamamos al médico que vino rápidamente”.

Revisaron a los heridos. Les quitan el correaje, la pistola reglamentaria. Y el casco.

“Quedé desprotegido sin el casco”, remarcó Pereyra. Alguien de sanidad inglés, no sabe si fue un médico o un enfermero le cortó la hemorragia, y lo dejaron junto a otro herido bajo custodia de dos británicos. Uno de ellos era el propio Andy Damstag. Era de noche y había comenzado a nevar.



 
Héctor Pereyra tenía 18 años y era cabo enfermero durante la guerra

Como se seguía combatiendo y continuaba disparando la artillería argentina, el propio Damstag arrastró a Pereyra hasta detrás de una roca grande para protegerlo y le dio su casco, que lo llevaba enganchado en su correaje. Ese día los británicos pelearon con sus boinas verdes para reconocerse entre ellos.

“Con mucho esfuerzo, comenzamos a hablar –cuenta hoy Andy-. Dialogamos sobre la guerra, de fútbol y la familia, mientras fumábamos e intercambiábamos dulces por cigarrillos y compartíamos agua de nuestras cantimploras”.

El soldado inglés quiso llevarse un recuerdo. Tomó el caso del argentino y lo enganchó en su correaje.

Fue en ese momento en que se produjo una gran explosión proveniente de la artillería argentina, y soldados de ambos bandos se zambulleron al piso. Andy quedó debajo de un grupo de argentinos. Una intensa lluvia de tierra y metralla los cubrió.

Dos horas más tarde, el combate había finalizado y los ingleses bajaban de la cima del cerro con más argentinos prisioneros. Se improvisaron camillas. En una de ellas, colocaron a Pereyra quien, antes que se lo llevaran, se quitó el casco y se lo devolvió a su dueño. Damstag acotó que “cuando nos despedimos, nos dimos la mano, fue un momento emocionante”.

Nunca más se verían.

La vida continuó

Pereyra fue trasladado a un hospital de campaña en Fitz Roy y de ahí a Darwin, donde le extrajeron una esquirla. Finalmente, en el buque Uganda lo operaron de la doble fractura. Junto con otros 200 heridos, fue trasbordado al Bahía Paraíso.

En 1985 Pereyra, que había nacido en San Isidro y se había criado en Pilar, se casó y formó una familia en Gualeguaychú. Cuatro hijos –dos varones y dos mujeres- y ocho nietos. “Llevo una vida tranquila, con una gran compañera”, afirma.

 
Héctor junto a su familia en Gualeguaychú

Hace un par de años se retiró como Suboficial Principal Enfermero y además de la jubilación, cobra la pensión de veterano de guerra. Su esposa aporta a la economía familiar con un negocio de artículos de librería.

Mate en mano, le cuenta a Infobae: "No soy un activo malvinero; fui convocado para la guerra, y era mi obligación hacerlo”.

El llamado

Pero esos sentimientos le dieron un vuelco la noche del domingo 1 de septiembre pasado, cuando recibió el siguiente Whatsapp:

“Hola, Héctor, mi nombre es Andy cuando era un joven Royal Marine, te conocí a ti y a tu amigo durante la batalla del Monte Harriet en las Malvinas, si recuerdas, intercambiamos cascos (porque quería un recuerdo de nuestra reunión) cuando vinieron a despegar la montaña, me devolviste el casco, ahora me gustaría devolverte el casco. Un amigo mío dice que son valiosos para los coleccionistas, pero te lo presté hace treinta y siete años. Así que ahora quiero que lo recuperes”.

Acompañaba el mensaje con una fotografía del casco.

 
Andy con el casco de Héctor. Pudo encontrarlo ya que el cabo argentino había anotado su nombre en el interior del mismo


Inmediatamente, Héctor le respondió:

“Gracias por contactarme, amigo. Estoy muy feliz de verte lucir bien, han pasado más de treinta y siete años desde la última vez que nos vimos y me alegra poder hablar como amigos (a pesar de que hablamos diferentes idiomas), por favor manténgase en contacto, así puede devolverme el casco que me dejaste la primera noche que nos conocimos… es increíble verte y hablar contigo”.

Se contaron de sus vidas como viejos camaradas, de los años de servicio y de estos años en que eligieron la calma y la paz. “Bendito sea Dios que me permitió encontrarte y tenerte como amigo. Serviste bien a tu país y ahora merecés una vida pacífica”, cerró Andy. Y hubo lágrimas de los dos lados les océano.

“El casco vuelve a casa”

Durante los años que Damstag sirvió en el ejército en distintos puntos del mundo, llevó consigo el casco argentino. Le confiesa a Infobae una duda que lo persiguió durante casi cuatro décadas: “Durante años me pregunté que habrá sido de aquel joven soldado, si había sobrevivido, si tenía familia, qué había sido de su vida... y un montón de interrogantes que creía nunca tendría respuestas”.


 
Damstag junto a Adriám Venis y el capitán Moretto, funcionarios de la embajada argentina en Londres, el día que entregó el casco

Damstag dejó el ejército y hace años trabaja en el departamento de reciclaje en el ayuntamiento de Bolton, la ciudad donde nació, en el noroeste de Gran Bretaña. Con su esposa Liz tuvieron tres hijos –dos varones y una mujer- y ya es abuelo de cuatro nietos.

La historia que Héctor desconocía es que Marta Ransanz, que se define como “malvinera por pasión” es una abuela, ya viuda, que abrazó la causa de Malvinas y despliega una vasta actividad en redes sociales. Un inglés, Rick Strange, amigo de Andy, le pidió que lo ayudase a ubicar a un tal Pereyra. Ella pudo conseguir los datos para que ambos veteranos se contactasen. “Es un trabajo que tengo orgullo de llevar adelante”, aclaró sobre su pasión por Malvinas.

Finalmente, el día llegó. Damstag, acompañado por su esposa Liz, concurrió a la embajada argentina en Londres. “Fui atendido por Adrián Vernis y el capitán Moretto y en un sencillo acto devolví el casco. Fue un momento emocionante”, recordó.

 
El último adiós. Andy Damstag se despide del casco argentino que guardó durante 37 años.

Antes de despedirse de aquella pieza de guerra, que fue trofeo y amuleto, Andy besó el casco. Y sorprendió a los funcionarios argentinos. El marine lo explica así: “Cuando llegó el momento de irme, besé el casco por última vez porque sabía que era la última vez que lo vería, lo había atesorado durante treinta y siete años, pero ahora finalmente se iba a casa”.

Héctor ya tiene planes para cuando en los próximos días se lo entreguen. Lo colocará en una suerte de pecera de vidrio, junto con su chapa de identificación, para que todos puedan apreciarlo: “La guerra fue horrible, pero es bueno que se conozcan estas cosas”.

martes, 15 de octubre de 2019

Otra jueza que rompe las pelotas con el pasado

Militares deberán responder si en Malvinas enterraron y estaquearon soldados

Diario Uno




La jueza federal de la ciudad de Río Grande, Mariel Borruto, indagará entre el 5 y 6 de diciembre a cuatro ex militares, por hechos que incluyen haber ordenado o ejecutado el enterramiento y estaqueamiento de un grupo de soldados que habían carneado una oveja para soportar la situación de hambruna y frío que a las que fueron sometidos durante la Guerra de Malvinas.

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Los primeros cuatro ex integrantes de las Fuerzas Armadas que fueron citados a declarar (de un total de 18 imputados) son Miguel Ángel Garde, Belisario Gustavo Affranchino Rumi, Eduardo Luis Gassino y Gustavo Adolfo Calderini.

Según testimonios que obran en el expediente, el ex mayor Garde y el ex subteniente Gassino aparecen vinculados a un episodio ocurrido "aproximadamente el 1 de mayo de 1982", cuando "comenzó a evidenciarse (en las tropas argentinas) la falta de armamento, vestimenta adecuada y alimentación", lo que hizo que "muchos soldados bajaran de peso y que incluso algunos sufrieran desnutrición".

En ese contexto, un grupo de seis conscriptos ingresó a la propiedad de un habitante de la isla y se llevó una oveja a la que después carnearon y se la comieron.

"Los primeros días recibíamos comida, pero después dejaron de traernos. Incluso no teníamos agua. Empezamos a pasar hambre", describió uno de los conscriptos denunciantes.

Ese mismo soldado contó que cuando la sustracción de la oveja fue conocida por oficiales argentinos, dispusieron un castigo.

domingo, 13 de octubre de 2019

El hijo de Martel ubica a cada baja argentina en donde murió

Es hijo de un héroe de Malvinas y armó el primer mapa que ubica dónde murieron su papá y los otros 648 argentinos en la guerra 

Ezequiel Martel Barcia trabajó durante siete años para ubicar en el mapa de las islas el lugar donde cayeron los combatientes argentinos
Por Fernando Soriano || Infobae
fsoriano@infobae.com


 
Ezequiel Martel Barcia, con uno de los mapas de su autoría detrás (Fotos: Nicolas Stulberg)

Ezequiel Martel Barcia perdió a su papá en la guerra de Malvinas cuando era apenas un bebé. Sus recuerdos son vagos, atravesados por las fotos de la época y la ausencia, un peso específico sostenido en la frase que escuchó toda su vida, como un consuelo: "Los héroes de Malvinas murieron por Dios y por la Patria".

Pero para él esa idea nunca fue suficiente reparo. Siempre necesitó materializar la falta de Rubén Héctor Martel, piloto de un Hércules derribado el 1º de junio de 1982, pisar las islas, buscar rastros, llenar el vacío con acción. Y un día de 2012, sentado frente a un mapa de las islas, empezó a marcar en el papel, casi sin pensarlo, como un juego inventado durante una sumersión al ocio, los datos que tenía en su memoria sobre dónde fue que murieron su papá y los otros 54 miembros de la Fuerza Aérea caídos en combate.

Pronto el juego se transformó en un motor cuya tracción a sangre es la búsqueda de la identidad; la de Ezequiel y la del resto de los hijos de los 649 muertos en combate. "Para 2011 o 2012, estaba en mi oficina, tenía un viejo mapa de Malvinas y me puse a sacar la posición donde cae papá y así empecé con el resto. Cuando me descuidé tenía las 55 posiciones donde habían muerto todos de Fuerza Aérea. Lo fui chequeando con información de los libros y pensé qué puedo hacer".

 


Podía hacer más. Y no sólo con los 55 caídos de la Fuerza Aérea. Entonces consiguió imágenes digitales de Malvinas y empezó a trabajar sobre estas con los datos del resto de las fuerzas: Ejército, Prefectura, Gendarmería, Marina Mercante y Armada.

"El fin es histórico y didáctico. Para muchos de nosotros, que perdimos a nuestros viejos, esto también es un alivio. Sé que mi viejo se quedó allá. Si el día de mañana tengo un hijo y me pregunta dónde se quedó el abuelo tener un mapa puedo mostrarle donde está haciendo guardia", comenta Ezequiel en los pasillos de la sede Medrano de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que exhibe los mapas, donde él cursa la tecnicatura en Gestión Aeronáutica.

Martel Barcia (38) hizo un mapa para cada fuerza. Consultó con ex combatientes de cada una para conocer dónde murieron sus soldados. "Lo armé con la idea de conservar el rigor histórico. Yo tenía la zona, me juntaba con los ex combatientes y terminábamos de corregir", detalla.

 

Nadie antes en 37 años que pasaron del último disparo de la guerra, pensó en diseñar estos mapas. Excepto Ezequiel. "Nunca se hizo. Es extraño, pero cada uno es bueno en algo o tiene diferentes inquietudes. Y a mí me surgió, tenía algo que me generaba hacerlo y tuve el apoyo de todos. Me siento reconfortado cuando veo el trabajo en el rostro de los demás y sé que les gusta", se enorgullece Martel Barcia, que trabaja como personal civil en la Fuerza Aérea.

Para el caso de los aviadores, el trabajo fue ubicar tentativamente el lugar donde cayeron. "No podés poner la coordenada, como en el caso del avión de papá, que es aproximada. Porque desde el impacto hasta que el avión cae, más el movimiento del mar, puede variar mucho, son los puntos en las zonas", detalla.

En el caso del Ejército la complejidad fue otra. Ezequiel no podía plasmar a todos los que murieron en el mapa, porque fueron muchos: 16 oficiales, 35 suboficiales y 143 soldados conscriptos. "Entonces puse las zonas donde peleó cada regimiento y a los caídos los puse a los laterales del mapa. Es un trabajo que se hizo con mucho respeto hacia todos los héroes, y traté de buscar la forma en que fuera lo más visible y educativo para todos, sobre todo para las generaciones que vienen, para que vean que en ese lugar hubo argentinos peleando. Están enterrados en el cementerio, pero el lugar donde pasaron a ser guardia eterna fue en ese punto del mapa", explica.

 

A Martel Barcia le llamó mucho la atención "la entrega que tuvo cada fuerza". Cuando tuvo confeccionados todos los mapas superpuso como si fueran capas cada uno y se dio cuenta la enorme distribución en un territorio que, explica porque estuvo dos veces, es inmenso. "Te hace generar conciencia: empezaba a ver los puntos y después de la vez que viajé en 2017, te deja la duda: cómo pudieron haber hecho lo que hicieron contra uno de los tres ejércitos más importantes del planeta, peleando en lugares muy jodidos, pensás en la logística, el despliegue y el accionar", dice con asombro.

El agujero de Malvinas ocupa una gran parte del corazón de Ezequiel. No es lo primero que activa sobre la Guerra. Dos veces fue para surfear en las playas cercanas a donde el Hércules que piloteaba su papá fue derribado. Y también consolidó una amistad con el oficial inglés que tiró abajo el avión de su padre. Contra todo lo que pueda creerse, Martel Barcia entabló muy buenas relaciones con los isleños, que lo recibieron con respeto y afecto.

"De mi parte me sentí muy a gusto con los kelpers. Si me decís con qué me vine del viaje, te voy a decir que me trataron muy bien. Yo fui a buscar que me trataran bien. Me puse a disposición de ellos. Yo quería que me acompañaran. Fui con esa postura. Y ellos sabían y me sorprendieron todos los gestos que tuvieron conmigo", relata.

 

El trabajo que hizo sobre los mapas no se lo guardó. El mapa con los 55 caídos de Fuerza Aérea lo presentó formalmente en 2014 en una jornada de puertas abiertas en la Base de Morón. Al año siguiente entregó a Gendarmería en un acto de bautismo de fuego, el mapa con los siete caídos de esta fuerza. "Cuando pasé al frente me presenté y le dije 'soy hijo de un caído de otra fuerza pero el orgullo es el mismo' y hoy vengo a entregarle la lámina y estaba el hijo de un caído de Gendarmería y nos emocionamos juntos", cuenta.

El año pasado hizo lo mismo con el mapa que localiza los dos caídos de Prefectura Naval y este año entregará los propios a Ejército, Armada (375 muertos) y Marina Mercante (18).

Para Ezequiel Martel Barcia haber terminado de ubicar a los 649 héroes de Malvinas es una satisfacción, casi un sueño cumplido. Pero no el único al respecto. Su tarea no se termina con la exhibición. Cada mes ahorra dinero extra y manda a imprimir las láminas de Fuerza Aérea con un fin: "Quiero que en cada unidad de la fuerza esté el mapa. Ya lo hice en tres unidades: Tandil, Villa Reynolds y Palomar y me falta el resto. La idea es que el mapa esté en cada brigada. También en los institutos de formación".

 
El piloto Rubén Martel, caído el 1º de junio de 1982, cuando Ezequiel tenía 10 meses de edad

Días atrás le pidieron copias de cada uno para exponer en Aeroparque, lo que lo enorgullece. Pero su objetivo máximo es otro: "El sueño más grande sería que pudieran estar en todas las escuelas, que haya un lugar en cada escuela que muestre dónde se quedaron para siempre nuestros héroes. Y que sea un motivo de orgullo. Ahora sabemos dónde está cada uno. Sabemos que en esa parte de ese mapa tan grande quedó nuestro ADN".

jueves, 10 de octubre de 2019

La presencia militar británica en Malvinas

La preocupante presencia militar británica en Malvinas



Por Roberto García Moritán || Infobae
@RGarciaMoritan



Michael Gove

La pesca es una cuestión candente que desnuda agresiones intolerables. El diario The Guardian informó que un euro diputado del Reino Unido aconseja hundir a los buques pesqueros extranjeros que faenen en aguas británicas como se hiciera con el ARA Belgrano en la que murieron 323 marinos argentinos. Si bien se trata de una reprochable manifestación individual, el irresponsable desatino adquiere relevancia ante referencias de que Londres defenderá la pesca con un considerable aumento de presencia naval, tanto en Gran Sol como en Malvinas.

El Ministro Michael Gove, responsable de pesca en el gobierno de la señora May, ha señalado que una vez que se consuma el divorcio con la Unión Europea fletará una armada, compuesta por cinco buques de guerra y dotados de helicópteros y drones, para el control de la pesca en dichas aguas. De acuerdo a informaciones públicas, el buque HMS Forth, con 90 metros de eslora, cañones automáticos de 30 milímetros y 24 nudos de velocidad crucero, se destinaría a Malvinas.

El tema es desilusionante por cuanto Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur no enfrentan un problema significativo de pesca ilegal. De hecho no se ha producido una situación conocida de depredación de estas características en las últimas décadas que justifique la necesidad de una reacción comparable a la que enfrenta la Argentina en la milla 201. Menos aún de pesqueros argentinos. Consecuentemente, la protección pesquera anunciada por el Ministro Gove sería claramente excesiva en el Atlántico Sur.

No es la primera vez que el Reino Unido utiliza medios militares desproporcionados en lo que hace a la pesca. Ya existió un episodio criminal con el hundimiento por parte de la fuerza aérea británica de un barco pesquero argentino desarmado en Malvinas, en mayo de 1982. Falleció un pescador y doce resultaron heridos.

La pesca ilegal, no declarada y no registrada (INDNR) en las aguas circundantes a Malvinas es muy distinta a la milla 201 por las características del caladero. Tampoco tiene la amenaza de una masiva presencia pesquera extranjera. El hecho lo prueba el énfasis de las decisiones de las autoridades ilegitimas del archipiélago al haber negado licencias de pesca a buques chinos por no ajustarse con normas sustentables y no por pesca ilegal pese a reconocer que China no cumple con los estándares internacionales en la materia.

Tampoco Malvinas es una zona marítima con una situación de competencia pesquera similar o comprable a Gran Sol en el Atlántico norte. En este contexto y existiendo una dilatada y sensible disputa de soberanía por resolver en el marco de las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, es hora que el Reino Unido adopte un enfoque de mayor contención y prudencia y evite caer en medidas irritables, como las anunciadas por el Ministro Gove, que poco tienen que ver con la protección de intereses exclusivamente pesqueros.

martes, 8 de octubre de 2019

Homenaje en Casa Rosada a VGM

Homenaje a los combatientes de Malvinas en la Casa Rosada 

Se realizó en el Patio Malvinas, donde se descubrió una placa. Estuvieron Pinedo, Avruj, Pérez, Del Valle Sosa y el titular de la Comisión de Ex Combatientes
Infobae



 
En un acto en la Casa Rosada se colocó una placa de homenaje a los caídos en las Islas Malvinas

En el Patio Malvinas que está en la planta baja de la Casa Rosada se realizó esta mañana un homenaje a los veteranos y caídos en la guerra y se descubrió una placa conmemorativa como parte del recuerdo permanente del Estado argentino a quienes entregaron su vida por la Patria.

“En homenaje a quienes en nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur cumplieron con el sagrado juramento de defender la Patria y si fuera necesario hasta perder la vida”, dice la placa que se colocó en el Patio Malvinas, que lleva la firma de la Comisión Nacional de Ex Combatientes, y la fecha de hoy, 27 de septiembre de 2019.

Del evento participaron, además de los miembros de la Comisión de Ex Combatientes, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Bari del Valle Sosa, el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, y el secretario de Asuntos Institucionales del Ministerio del Interior, Adrián Pérez.

El acto se realizó hoy aprovechando la reunión nacional que realiza en Buenos Aires la Comisión de Ex Combatientes, a donde vinieron integrantes y miembros de todo el país, también para realizar distintos reclamos, como un reconocimiento de parte del ANSES de aportes anteriores a su reconocimiento como veteranos, para el cual ayer se realizó una movilización que recorrió el centro de la Ciudad de Buenos Aires con el objetivo de que su juicio sea trasladado a la Corte Suprema.


 
La placa de homenaje descubierta en la Casa Rosada

En el homenaje, Pérez destacó que “por primera vez tenemos una comisión elegida democráticamente y ya no hay vuelta atrás”. Y aseguró que “nuestra sociedad se unifica en el cariño y respeto a los ex combatientes, que son héroes de nuestra Patria”. “Acá no hay grieta”, dijo.

César García, por su lado, titular de la Comisión de Ex Combatientes, dijo: “Somos parte de la historia y de la sociedad de los argentinos. Hoy, gracias a la lucha que llevamos adelante, tenemos una comisión federal, en la que estamos todos incluidos y todas las provincias representadas”.

Y Avruj ratificó “el compromiso permanente del Estado argentino con la memoria y el homenaje a nuestros caídos y ex combatientes”.

También habló el diputado nacional Lucas Incicco, quien dijo que “este homenaje busca visibilizar la gesta de Malvinas y a quienes participaron en ella como nuestros héroes”.

Y, finalmente, cerró el senador Pinedo, quien puntualizó que “Malvinas es la señal más viva de la unidad nacional, que permite que nos demos cuenta de que tenemos algo en común”.

 
Federico Pinedo, uno de los legisladores oficialistas más "malvineros", habló en el homenaje a los soldados caídos en la Guerra del Atlántico Sur

La Comisión Nacional de Ex Combatientes funciona en el ámbito de la Secretaría de Asuntos Institucionales de Interior y fue creada en 1994 para canalizar y resolver las complejas problemáticas de los veteranos de la guerra. Su integración era designada por el Poder Ejecutivo, pero desde el 2017, en cambio, se impulsó a través de los decretos 148/17 y 741/17 la democratización, y ahora sus miembros son elegidos de manera democrática por los ex combatientes y según un criterio federal, tal como fue establecido en la reglamentación.

domingo, 6 de octubre de 2019

Malvinas: La muerte del Perro Cisnero y el milagro de Vizoso Posse

La muerte del legendario "Perro" Cisnero y el milagro que le salvó la vida a su camarada y héroe de Malvinas 

“Yo no me rendí ante los ingleses”, le dijo a Infobae el mayor (RE) Jorge Vizoso Posse al narrar la cruenta emboscada de la Compañía de Comandos 602 donde cayó su compañero. La misma en la que él logró preservar su vida y por la que fue condecorado con la Medalla al Heroico Valor en Combate. Este es su testimonio
Por Loreley Gaffoglio || Infobae


  En la Casa histórica de San Miguel de Tucumán, el teniente del Ejército Argentino, Jorge Vizoso Posse, fue designado abanderado un 9 de julio de 1975. Años después se convertiría en un destacado comando y combatiría en la Guerra de Malvinas

Vestido de combate, su fusil al hombro y con su rosario al cuello abordó un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas. Iba de Neuquén a Buenos Aires. Los pasajeros lo observaban con una mezcla de conmiseración y perplejidad. Era el 24 de mayo y el estrépito de la guerra se atizaba en cada escondrijo del archipiélago austral.

El teniente hacía un año que le rezaba a la Virgen en un ámbito lleno de misticismo. Trepaba al trote hasta la cima del Cerro Negro y allí le ofrendaba el esfuerzo de su adiestramiento en su curso de comando. Quería honrarla y que le concediera una petición: deseaba ser reconocido por su valentía en combate cuando todavía no se había precipitado la conflagración. No lo había logrado durante los tres años (1975-1977) que peleó contra la subversión en la selva tucumana y cargaba con esa frustración.

A Jorge Vizoso Posse sus camaradas de entrada lo apodaron Sun Tzu por su estudio minucioso de la estrategia militar que aún pasados los años continuaba releyendo en El arte de la guerra. Más tarde lo llamaban irónicamente El Yanqui por su enemistad con los norteamericanos y sus insalvables dificultades con el inglés.

   
24 de mayo de 1982, la CC 602 antes de subir al Hércules que los trasladaría a Malvinas

Rezagada su presencia en el conflicto, el teniente se sumaba, finalmente, a una nueva compañía de comandos: la 602 (CC602), creada especialmente en Malvinas y liderada por el mayor Aldo Rico. El conjunto debía repeler, mediante operaciones especiales minuciosamente planificadas, distintos núcleos en la avanzada británica.

Ni bien aterrizó en las islas, apenas pudo acomodarse en "la Halconera"—un gimnasio requisado a los kelpers en Puerto Argentino—, cuando se sucedieron con vértigo las misiones comando. El conjunto se movía entre las estribaciones de los montes Wall, Kent y Dos Hermanas.

   
Mayo de 1982: los comandos reunidos en la Halconera, como bautizaron al gimnasio de Puerto Argentino requisado a los kelpers y convertido en el cuartel de los comandos del 601

Las penetraciones en el terreno, casi siempre nocturnas, a través de patrullas de observación formaban parte de la faena diaria. Salvo por una noche de descanso y fastidio en la que se sintió degradado al tener que custodiar la casa del gobernador. Esa no era tarea para un comando táctico, se irritaba. Nada debía hacer allí un soldado de elite, paracaidista, montañista y buzo. Pero el tedio de aquella noche obtuvo su recompensa: una barrita de chocolate Águila, entregada en la cocina de la gobernación, que El Yanqui guardó como un tesoro.

Ahora el CC602, golpeado por numerosas bajas, planificaba el montaje de una emboscada cerca del río Murrell, entre los montes Kent y Dos Hermanas.

Los ingleses habían sido divisados: pasaban camuflados, apoyados por su tecnología, frecuentemente por allí en sus incursiones. Cumplían el propósito de exterminar de forma metódica y veloz a los observadores argentinos, para así ahorrarse el derramamiento de sangre británica.

Al Yanqui le habían asignado la ametralladora MAG como apuntador y a un catamarqueño brioso, con fama de eximio solado, como abastecedor de la munición. Vizoso Posse conoció allí al sargento Mario Antonio Cisnero. Apodado El Perro, por la lealtad a su principios y camaradas, era querido y respetado como uno de los cuadros más sobresalientes dentro de la fuerza. Pero también se le encomiaba su conducta moral y solidaria.

Se lo conocía, además, por su frase de cabecera que alguna vez transcribió en su libreta: "No sé rendirme, después de muerto hablaremos".

El sargento compartía con el oficial la devoción católica y los orígenes. También coincidían en un mismo sentir: no existía afrenta más grave —repetían— que la ocupación de un territorio soberano por parte de un país extranjero. Ambos estaban dispuestos a morir para expeler al invasor. Pero ambos también aspiraban a morir con gloria.

   
El legendario sargento y comando Mario Antonio Cisnero

Las buenas migas entre ambos enfrentaron de golpe una fisura. Solapada. Contenida. Indescifrable. Mientras El Yanqui limpiaba en silencio la MAG, sentía la mirada "irritante y distante" del sargento. Al notarlo, el teniente desvió con mansedumbre su vista, en un intento por diluir la fricción, hasta que el sargento no pudo contener sus ansias y le propuso algo inusual a su superior.

—Mi teniente, hasta ahora tuve a mi cargo la ametralladora. La conozco bien y soy buen tirador. ¿Por qué no me permite que siga siendo el apuntador?

El oficial respondió con evasivas hasta que la insistencia del Perro por tercera vez lo convenció. Después de todo—se dijo—, no dejaba de ser un punto a favor la familiaridad del subordinado con el arma, la novia del soldado.

—Gracias, mi teniente, le prometo que nunca olvidará este gesto—cerró, mucho más extrovertido, y con una amplia sonrisa que le ensanchaba el bigote.

Esas palabras, así proferidas, de alguna manera intranquilizaron al Yanqui.

La patrulla de 18 comandos encabezada por Rico se escindió aquel 10 de junio en cuatro grupos estratégicos. Los había de apoyo, de asalto, de seguridad y de recibimiento. Los grupos se desplegaron con sigilo en diferentes alturas dispersas en un radio amplio de la turba. Solo el equipo de seguridad contaba con los visores nocturnos. Pero eso se transformaba en una desventaja al momento del tiro por la gran luminosidad en una noche diáfana.

La luna llena resplandecía y salvo por las piedras en las elevaciones, proyectando sus sombras, el campo aparecía despejado como una mesa de billar. El frío seco, punzante, corroía los huesos y en el tedio de la espera para emboscar al enemigo, los cuerpos ateridos bregaban por calor.

La dupla de apoyo integrada por El Yanqui y Cisnero se ocultaba en otra loma al amparo de un filón de piedra. Se acomodaron espalda contra espalda persiguiendo el calor. El teniente sacó su barrita de chocolate; la partió equitativamente por la mitad y se la extendió al Perro. Ambos escudriñaban cada uno su flanco, anticipando la irrupción enemiga.

 
 Los comandos con sus emblemáticas boinas en el regreso de día tras una de sus incursiones nocturnas en Malvinas

Monótona, la espera se estiró un par de horas. El Perro aferrado a la MAG y el teniente a su Fal. Ambos inmóviles, como petrificados. Cada uno con una visión de 180° que se complementaba con los centinelas de las otras posiciones de observación.

De improviso, cerca de la 1 de la madrugada, el Yanqui sintió un estremecimiento; la contracción violenta del cuerpo del Perro. Su espalda enhiesta, súbitamente tensa como un tablón, anunció la alerta.

Una patrulla, de unos 8 marines, había logrado penetrar por la derecha de la roca mientras que el resto del pelotón enemigo esperaba el resultado de la exploración.

Al ver a los ingleses, Cisnero disparó inmediatamente una ráfaga de fuego. La respuesta fue un cohete Law de 66mm que le pegó de lleno, abriéndole un buraco en el medio del tórax. La onda expansiva revoleó por el aire a Vizoso Posse y cayó sobre las rocas a metros de él.

—¿Cómo estás, hermano? —inquirió. Lo tomó con ambas manos, giró el cuerpo con impotencia y comprobó que el Perro estaba muerto. Los ojos abiertos, la cara perfecta, sin ningún rasguño; el torso musculoso, ultrajado por la pólvora y el acero.

Aturdido, El Yanqui se arrastró en posición larvada y buscó la MAG. Pero la pieza más grande era apenas un retazo de la culata. El cohete también había destripado el arma.

A través del murmullo nervioso que se aproximaba hacia él, cuyas palabras no lograba comprender, tomó conciencia de la situación en la que se hallaba.

—Este es el final—pensó—, pero rendirme, jamás. Antes prefiero estar muerto.


   
Un soldado argentino, el capitan de IMARA Dante Camiletti, cae prisionero de los ingleses

En un segundo de lucidez, se dejó caer sobre la piedra y se acomodó de costado, acercando su nariz al cuerpo todavía tibio del Perro. En esa posición extraña, simuló estar muerto. La sangre de su camarada le humedecía el rostro. Pero no podía olerla siquiera. La potencia de la explosión, con su constelación de pólvora, le había anulado tanto el gusto como el olfato.

Lentamente y de forma agazapada, los agresores —seis ú ocho— se aproximaban. Pero el trauma acústico le impedía escuchar o medir sus pasos.

El mundo se había detenido en ese instante. Aunque en el campo de combate arreciaba una tempestad de gritos y fuego cruzado. La patrulla inglesa había logrado penetrar en lo que en la guerra se conoce como "la zona de muerte".

Al llegar a la elevación donde se hallaban, "uno de los ingleses se paró frente al Perro, mientras su compañero se ubicó detrás de mí. Sin emitir palabra, sin siquiera inspeccionar el estado en que se encontraba Cisnero, el primero aligeró su munición, descargándole una innecesaria ráfaga con su fusil. El cuerpo del Perro, otra vez mancillado, se sacudió como electrificado por la potencia de los impactos".

El otro inglés esperó su turno de disparo. Y en un claro afán por rematar al enemigo, en automático acribilló a quemarropa al teniente. Luego volteó con una violenta patada la anatomía del comando. Buscó cerciorarse de que su presa ya no respiraba. Emulando la última imagen del Perro, el oficial contuvo la respiración y mantuvo —sin parpadear— los ojos abiertos.

Las esquirlas de las piedras le habían lacerado el rostro. Pero Vizoso Posse, milagrosamente, aún respiraba. Los ingleses ya habían roto la emboscada. Aunque, contrariando la estrategia militar, en vez de continuar a la vanguardia, descendieron por el mismo lugar por donde habían venido. Buscaban socorrer a su tropa, que combatía con denuedo contra los comandos de Rico.

   
Vizoso Posse (arriba, a la izquierda) y sus camaradas del CC601, con una de las motos de enduro Kawasaki con las que se movilizaban en las operaciones especiales

Aturdido, con alguna dificultad para respirar e incrédulo por estar vivo, Vizoso Posse buscó su fusil y agotó un primer cargador hacia sus verdugos en retirada. Extrajo otro más del chaleco del caído y también lo vació con furia. Recién en ese instante un hilo de sangre le advirtió que estaba herido.

La contraofensiva permaneció acallada desde aquel sector. Si bien no pudo corroborar con sus ojos la efectividad de sus disparos, por la ausencia de fuego pensó que había acabado, o al menos magullado, a algunos de ellos.

Sin cobertura, aferrado a su Fal, El Yanqui trotó hasta donde estaba su jefe. Le comunicó que su sargento dilecto yacía muerto, que él estaba herido y que debía cambiar de posición.

Necesitaba que el médico de los comandos, el mayor Hugo Ranieri, frenara la hemorragia con un apósito.

Su desplazamiento atrajo como un imán más fuego británico. El paredón de piedra con el que se cubría el médico, no alcanzaba para resguardar a los dos hombres.

—Eh, me trajiste el fuego para acá—se quejó espontáneamente Ranieri.

—¡Estoy herido! —lo atajó.

Ranieri le tanteó con su mano la espalda.

—Tenés una herida grande, pero si llegaste hasta acá, estás bien. Podés seguí combatiendo—lo tranquilizó.

El Yanqui volvió a asomar su cabeza y ahora a distancia de tiro observó dos siluetas británicas. Bajó uno y después al otro. Esta vez las muertes enemigas las atestiguaron su camarada y el resto de los comandos.

El combate se extendió unos 30 minutos hasta que cesó la resistencia enemiga. Del pelotón argentino, además del Perro, sucumbió el sargento Ramón Gumersindo Acosta y una esquirla lesionó al gendarme Pablo Daniel Parada, del grupo Alacrán.

   
El sargento Ramón Gumersindo Acosta, comando de la Gendarmeria Nacional, caído en acción el 10 de junio de 1982

El ministro de defensa británico reconoció oficialmente 4 bajas británicas y tres heridos. Aunque la versión argentina arriesga que fueron más.

La herida

El Yanqui solo entregó su fusil tras alcanzar la primera línea argentina. Allí le practicaron las primeras curaciones.

Durante seis horas de caminata, sentía acrecentársele el dolor punzante en la espalda. En el hospital de campaña de Puerto Argentino, el médico al desvestirlo halló, enredado entre sus ropas, el rosario que portaba, desprendido de su nuca. Ninguno reparó en ese momento que le faltaba una cuenta.

   
El rosario hallado entre sus ropas

Al revisarlo, el médico, sin otro instrumental que su mano, le extrajo cerca de la clavícula un proyectil de 2cm de largo. Como la munición era trazante al ingresar por el omóplato derecho fue cauterizando la carne en un recorrido ascendente y oblicuo hasta quedar alojada a la altura del cuello, del lado izquierdo. Fue ahí, cuando al observar el proyectil, el médico habló, literalmente, de un milagro.

La munición había impactado primero en una de las cuentas plásticas del rosario y se mantenía todavía fundida y adosada al acero. Ese obstáculo, a corta distancia, no solo amortiguó el impacto; también ralentizó y desvió el recorrido. El rosario—aseguraron los médicos—le salvó la vida o, al menos, de quedar cuadripléjico.

 
El proyectil con la cuenta de plástico fundida al acero

Vizoso Posse fue evacuado de Malvinas hacia el continente en el último Hércules el 13 de junio, un día antes de la caída de Puerto Argentino. Por eso asegura que él nunca se rindió ante los ingleses.

 
 “Yo no me rendí ante los ingleses” dice a Infobae el mayor (RE) Jorge Vizoso Posse

jueves, 3 de octubre de 2019

Malvinas cuando habían pasado 30 años del conflicto

Malvinas: 30 años después ...


Revista Militar
Original en ruso




Recientemente, han aparecido más y más materiales en los medios y en Internet sobre el conflicto de Malvinas, su historia y la situación actual en torno a las islas. Este interés en el tema se debe al inicio de un nuevo período difícil en las relaciones entre Gran Bretaña y Argentina. Según algunos expertos, el comienzo de la confrontación militar sobre el archipiélago de Malvinas (Falkland) es cada vez más probable. Desde 1982, las contradicciones entre Gran Bretaña y Argentina sobre el tema de las islas no han alcanzado tanta agudeza. La causa del conflicto, si no es tan antigua como el mundo, nos es familiar a todos: testigos de la creación de la historia moderna de la humanidad. El caso es que la plataforma del archipiélago de Malvinas es rica en petróleo y gas, cuyas reservas son tan importantes como las reservas del Mar del Norte.



De la historia del conflicto

Argentina considera a las Islas Malvinas (así se les llama a las Malvinas en Argentina) como una parte integral de su territorio desde la independencia a principios del siglo XIX. En la ciencia histórica argentina, el concepto de un acto de robo colonial es fijo, lo que implica la toma del archipiélago por el Imperio Británico en 1833. Desde entonces, el tema malviniano ha sido central en la política exterior argentina.



El problema de la soberanía de las islas alcanzó su punto máximo a principios de los años ochenta. En septiembre de 1981, los partidarios de recuperar el control de las Islas Malvinas a través de la lucha armada llegaron al poder en Argentina. En la primavera de 1982, las fuerzas armadas de Argentina desembarcaron en las islas. El ingenuo cálculo de los argentinos se basó en el hecho de que Estados Unidos, según la inteligencia de la junta argentina, permanecerá neutral y no brindará ningún apoyo a Londres.

La inteligencia resultó ser falsa. Desde el comienzo del conflicto, el presidente de los Estados Unidos, Reagan, se puso del lado del aliado tradicional de Estados Unidos, proporcionando a Gran Bretaña asistencia política y militar integral.

Londres envió un escuadrón de más de cien barcos a las costas argentinas: tres submarinos nucleares, dos portaaviones y barcos de desembarco.
La guerra fue fugaz: la lucha duró 74 días y terminó por completo a fines de junio. En las batallas por las islas, murieron 258 británicos y 649 argentinos.

Las relaciones diplomáticas entre los dos países se interrumpieron durante 8 años, solo se restablecieron en 1990. Se dedicaron otros cinco años a la conclusión de acuerdos sobre la delimitación de la plataforma y el desarrollo de campos de petróleo y gas en ella. Cabe señalar que desde entonces las partes no han podido establecer relaciones en materia de producción de hidrocarburos.

El estado actual del problema.

Los primeros signos de otra complicación de la situación alrededor de las islas aparecieron en abril de 2007, cuando Argentina anunció la suspensión de la cooperación con Gran Bretaña en la producción de hidrocarburos en el área de las islas. Y exactamente hace un año, se aprobó una ley en Argentina que prescribía un procedimiento permisivo para encontrar y transitar embarcaciones extranjeras dentro de la zona costera de 500 kilómetros del país. Por lo tanto, los barcos británicos ubicados en el área de las Islas Malvinas deben pedir permiso a las autoridades argentinas para estar en el mar.
La adopción de la ley de una manera "sorprendente" coincidió con la apertura de la primera plataforma de perforación erigida por la compañía británica Desire Petroleum en la región de las islas.

Las autoridades argentinas no se limitaron a la adopción de medidas legislativas declarativas y comenzaron a proporcionar todo tipo de resistencia al movimiento de carga británica relacionada con la exploración geológica y el proceso minero.

Argentina está haciendo mucho trabajo para contrarrestar la política de las islas británicas, incluso en la ONU. La carta de triunfo de Argentina es el apoyo de organizaciones internacionales latinoamericanas, como, por ejemplo, la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América Latina.
Venezuela y personalmente Hugo Chávez brindan un apoyo significativo a Argentina. La apelación de Chávez a la reina Isabel II parecía muy original y desafiante. Chávez se volvió hacia la cabeza del trono británico en "usted": "¡Dejen en paz a las Islas Malvinas, pretendan poseerlas, mantengan sus manos lejos de la República Argentina!" para realizar entrenamiento de aviación. Este paso de la monarquía británica es una vívida demostración de la posición de Londres: "Malvinas: el territorio de Gran Bretaña, que simplemente no renunciaremos".

En cuanto a los Estados Unidos, ellos, como 30 años, en la etapa inicial del conflicto se adhieren a una posición fuertemente neutral. Sin embargo, la verdadera posición de Estados Unidos sobre el tema de las Malvinas ya se ha manifestado en el hecho de que la compañía de petróleo y gas de Texas Anadarko Petroleum Corporation ha comenzado a perforar pozos en la plataforma de la isla.


Entonces, los desacuerdos sobre la propiedad de las Malvinas / Malvinas, y lo más importante, los campos petroleros que rodean completamente las islas, no se detienen y solo ganan fuerza. Sin embargo, es demasiado pronto para sacar conclusiones y pronósticos de gran alcance con respecto al desarrollo de eventos en la región. Cuán seriamente mostrará el agravamiento esbozado de las relaciones británico-argentinas.