sábado, 19 de octubre de 2013

Pictorial: Fotos argentinas y británicas

Pictorial variado de fotos argentinas e inglesas


Prisioneros argentinos bajando de un helicóptero británico en uno de sus fragatas para ser interrogado se puede observar al primero que es un oficial.

Soldados cavando un pozo de zorro

Soldados británicos despojan a un piloto argentino capturado de sus insignias

Foto de Evans, un soldado que obtuvo muchas fotografías del conflicto.

El Scout derribado en Fanning Head

Imagen nocturna de tropas argentinas

Tropas circulan hacia Puerto Argentino

Comandos argentinos

Foto de reconocimiento de un Harrier de las posiciones argentinas. Noten la identificación de los vehículos ligeros argentinos

Impactos sobre el Chinook argentino

Noten la mira intensificadora de luz estelar del soldado británico

Aquí se aprecia los visores nocturnos empleados por las tropas especiales de Gendarmería argentinas

Desembarco en San Carlos

El Sea King abatido por el Tucu Cervera

viernes, 18 de octubre de 2013

Georgias: El Puma del EA

El Puma abandonado en Georgias

Muchos habrán visto las fotos del helicóptero Puma del EA que quedara en Georgias, los británicos ponen
hasta hoy imágenes del aparato dado vuelta lleno de balazos y destruido como para darle a la gente una imagen de un gran derribo... pero es todo falso.

La realidad marca que el aparato fue alcanzado por fuego de armas livianas de los Royal Marines que minutos después se rendirían a los infantes Argentinos, en esta acción pierden la vida nuestros héroes Almonacid y Águila, el Puma recibió impactos en el sistema hidráulico y fuselaje , por ello y como era imposible evacuar el aparato el personal Argentino procedió a sacar sus partes mas importantes como repuestos, en la foto se lo ve entero, sin mayores daños...tiempo después cuando los Británicos regresan lo usan como tiro al blanco jugando con su estructura, allí lo vuelven a fotografiar para dar esa imagen de derribo. La verdad está a la vista.



Página de Sapucay Malvinas 

jueves, 17 de octubre de 2013

Preguerra: Margaret Thatcher ya pedía al Foreign Office no dejar sus colonias

Revelan una discusión de Margaret Thatcher con su canciller por Malvinas en 1979

"Nos acusó en el Foreing Office de querer regalar posesiones británicas", dijo en una biografía sobre la líder un ex canciller, que había propuesto devolver el archipiélago a la Argentina


Un nuevo libro sobre la polémica ex primera ministra británica Margaret Thatcher revela nuevos detalles de la opinión de la líder conservadora respecto del conflicto en Malvinas con la Argentina desde que asumió al poder, el 4 de mayo de 1979.

En el año de la muerte de la líder conservadora, el ex secretario del gobierno de la "Dama de Hierro" Jonathan Aitken escribió Margaret Thatcher: Power and Personality (Margaret Thatcher: Poder y personalidad), que será publicado en ese país el próximo 24 de octubre, donde cuenta una pelea de la primera ministra con su canciller, que le ofreció un plan para entregar la soberanía de las Islas Malvinas a la Argentina, similar al que Gran Bretaña había pautado con China por el enclave colonial de Hong Kong.

Aitken cuenta que tres semanas después de haber asumido, Thatcher, por entonces de 54 años, se reunió en su residencia oficial de Chequers, al norte de Londres, con funcionarios del Foreign Office, entre ellos el ministro de Exteriores Peter Carrington y el diplomático Willie Whitelaw.

Según el autor de la biografía, el ministro británico reiteró que estaba a favor de un plan de entrega de la soberanía de las Malvinas a la Argentina, del mismo modo que Londres negociaba con China la soberanía de Hong Kong.



"Thatcher reaccionó furiosa a la propuesta, acusando a los diplomáticos de ser todos blandos", describió Aitken, que fue parlamentario conservador durante 24 años.

Carrington, que renunció como canciller luego del desembarco argentino a las Malvinas en abril de 1982, reveló a Aitken que Thatcher "bloqueó" todos los esfuerzos del diplomático y de su segundo, Nicholas Ridley, para llegar a un acuerdo con Buenos Aires.

"Ella tomó la palabra y no dejó de hablar, acusándonos en el Foreing Office de querer regalar posesiones británicas", contó el ex canciller en una entrevista con Aitken.

Siempre según esa versión, el esposo de la mandataria, Dennis Thatcher, "enfrió la situación", al decirle a su esposa: "Creo que estás siendo algo extravagante, querida".

Sin embargo y a pesar de las acusaciones de Thatcher, Carrington persistió en sus esfuerzos por hallar una solución, y le escribió oficialmente días después a la "Dama de Hierro" reiterándole que la mejor solución era "una forma de subarrendo" de las Malvinas a la Argentina.

El hecho ocurrió tres años antes de la Guerra de Malvinas, de 1982, cuando la Argentina y Gran Bretaña se enfrentaron en un conflicto bélico de 74 días por la soberanía del archipiélago del Atlántico Sur, que tuvo como saldo la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.

martes, 15 de octubre de 2013

FAA: El Pucará en la Guerra


BAM Malvinas, el 2 de abril de 1982 a las 16:00 hs arribaron los primeros cuatro IA-58 Pucará.

El Pucará en la guerra
Relatos del personal del Escuadrón Operativo Aeromóvil IA-58 Pucará destacado en las Islas Malvinas.

por R. Ruiz Quiroga

Alistamiento

Com. (R) Navarro —El 31 Mar '82 el Comando de Operaciones ordenó a la III Brigada Aérea alistar una escuadrilla de IA-58 con destino a la BAM Malvinas, antes de las 17:00 del 2 Abr '82. En la reunión en el puesto comando, participando los oficiales superiores y presidida por el Jefe de Brigada, efectué la exposición del despliegue de la escuadrilla y arengué a todos los participantes. Destaqué la importancia que revestía el hecho y que nuestro posible enemigo era precisamente una de las potencias más adelantadas del mundo y que tendrían, además el apoyo de la OTAN sin ninguna restricción.

S. Ay. Guastalla —Cada vez que se requiere el despliegue de unidades toda la brigada toma participación. En esa época había dos escuadrones aeromóviles: uno operativo y otro de instrucción. Sólo tardamos un par de días en alistar el escuadrón operativo.

S. Ay. Marcori —Fuimos convocados para alistar el grupo aeromóvil para un despliegue inmediato. Si bien había una convulsión general en todo el país por la recuperación de las islas, nosotros éramos profesionales y teníamos muy buena experiencia en alistamiento y despliegues, debido a continuos ejercicios, lo que permitió ejecutar las tareas en los plazos exigidos.

Teniendo en cuenta las características rigurosas del clima de las Malvinas en esa época del año efectuamos en el Centro de Supervivencia un curso para asimilarlo, el cual incluyó el manejo del equipamiento básico.

Despliegue primera escuadrilla

Com. (R) Navarro —El 1° Abr a las 12:35 se produjo el despegue desde la III Brigada Aérea de la primera escuadrilla del SArm IA-58 Pucará al sur. Después se enviaron tripulaciones de relevo: Cap. Benítez; Ten. Jukic; 1er Ten. Navarro y Ten. Calderón.

Com. Vila —El 1º Abr, por orden del Jefe de Brigada desplegué una escuadrilla a la BAM Río Gallegos efectuando una escala técnica en la BAM Tandil. El plan original establecía pernoctar y concluir la operación al día siguiente; imprevistamente recibí en la BAM Tandil una llamada del Com. Carbo ordenando proseguir el vuelo a destino esa misma noche.
La meteorología era pésima; teníamos sobre la base un fuerte temporal pero había que cumplir la orden. Resolviendo previamente un desperfecto en uno de los aviones, despegamos a las 23:30 y atravesamos el frente de tormenta rumbo a destino.

Vcom. Cimbaro —No se nos había informado el objeto de la misión. Despegamos pasado el mediodía al mando del Cap. Vila. Completamos el grupo el Ten. Furios, el Ten. Giménez y yo, el más moderno de los tres.
Hicimos una escala en la VI Br. Aé. (Tandil) para repostar combustible, ya caída la noche; cenamos con la idea de pernoctar y continuar el vuelo al día siguiente, pero ordenaron seguir hasta Río Gallegos esa misma noche. Hicimos el vuelo en cinco horas en el nivel de 15 000 pies a 220 nudos; encontramos bastante nubosidad; mala meteorología. Y llegamos en la madrugada del 2 Abr. Habíamos volado más de nueve horas sobre un trayecto de 3 000 kilómetros. Cuando me levanto al mediodía y llego al casino de oficiales me entero de la recuperación de las Malvinas.

S. P. Piaggi —En 1982 yo era cabo principal y me desempeñaba como Inspector de Armamento en la III Brigada. El 1º Abr '82 desplegué al sur en el avión del Cap. Vila, uno de los aviones de la escuadrilla de Pucará que partió ese día.

Com. Vila —En la BAM Río Gallegos, en tanto las tripulaciones se retiraron a descansar, el Com. Rodoni me informó que la escuadrilla despegaría hacia las Islas Malvinas. La orden no me sorprendió porque, el contenido de las emisiones en VHF, me llevó a pensar que "algo" estaba por suceder. Después juntos preparamos la navegación necesaria. Al día siguiente, a las 16:00, pocas horas después de concluir la Operación Rosario, guiados por el C-130 TC-70, llegamos a la BAM Malvinas. Tuvimos el orgullo de que el Pucará fuera el primer avión de combate arribado a las islas.



Vuelo al Sur

Com. (R) Navarro —La orden del Comando de Operaciones Aéreas consistía en completar un Escuadrón Aeromóvil compuesto por doce IA-58 Pucará. El 08 Abr a las 14:40 se produce el despegue de ocho aviones desde la III Brigada Aérea con destino a la IX Brigada Aérea en C. Rivadavia, arribando a las 20:00 horas.
El vuelo se realizó directo, desde Reconquista a C. Rivadavia, después de efectuar, próximo a Tandil un chequeo de combustible de todos los aviones; era posible llegar hasta C. Rivadavia volando sobre el mar, la ruta directa. A 80 millas náuticas de nuestro destino volábamos a 6 000 m, descendimos por meteorología a 2 700 m. Esto provocó un aumento en el consumo de combustible.

Vcom. Cruzado —Llegamos muy cortos de combustible porque en el tramo desde Espora a C. Rivadavia el viento nos afectó los cálculos de navegación. En el medio del Golfo San Jorge se me plantó un motor. Me desprendí de la formación asistido por el May. Navarro, Jefe de Escuadrón. Al finalizar el aterrizaje el otro motor también se plantó. Tuvieron que remolcarme para arribar a plataforma; más tarde el Grupo Técnico detectó una falla en los indicadores de combustible. Permanecimos unos días en C. Rivadavia hasta que llegó la orden de cruzar a las islas.

Misiones sobre el mar

Com. Micheloud —Desde Santa Cruz participé en misiones de exploración y reconocimiento al NO de Malvinas de varias horas de vuelo. Se instalaba en la estación central del avión un tanque suplementario de 1000 litros que daba una autonomía de más de cuatro horas, a velocidad de crucero, en el orden de los 210 nudos. El armamento en esas misiones eran dos coheteras por plano, cañones y ametralladoras.
Creo que la guerra, o situaciones límite como ésta, lo llevan a uno, por ejemplo, a percibir detalles minúsculos que normalmente no registra; el sonido de los motores, observar, barriendo visualmente todo el espacio circundante, usar señales visuales con el numeral, estar atento a todo. En las misiones de guerra todo funcionaba óptimamente; existía una gran concentración en el trabajo desde el momento que despegabamos. Era una actitud de máxima concentración y hacer todo a conciencia.

Primer cruce a Malvinas

Com. (R) Navarro —El 2 Abr en Río Gallegos despegaron a las 14:00 cuatro aviones con destino a Malvinas, guiados por el F-27. A las 15:45 se produjo el primer sobrevuelo de aviones de combate sobre las islas. La escuadrilla aterrizó a las 16:00.

S. P. Piaggi —Con el relevo de pilotos para la escuadrilla, cruzamos a Malvinas. En ese cruce volé con el Cap. Benítez y llegamos a la BAM MLV aproximadamente a las 16:00. Las islas nos recibieron con un frío intenso y mucho viento. El clima era muy cambiante pero el paisaje me resultó parecido a nuestro sur. Fuimos los primeros miembros del GT 3 que llegamos. Nos quedamos en la pista sin saber dónde se localizaría nuestro lugar de alojamiento pero finalmente debimos pernoctar en un galpón.

Com. Micheloud —En los cruces del continente a las islas teníamos previsiones de rescate y de emergencia muy escasas. Durante el conflicto no tuvimos traje anti-exposición; llegaron prácticamente al fin de la contienda. Teníamos que arreglarnos solamente con los chalecos salvavidas, la clásica "bananita", y con el bote salvavidas incorporado al equipo de supervivencia del asiento eyectable.

Nuestra única posibilidad de ser rescatados residía en que otro piloto de la formación pudiera marcar la posición aproximada de la caída al mar y trasmitirla a los pesqueros que estaban en la zona. Naturalmente sabíamos que esa ayuda estaba condicionada a muchos factores y lo único asegurado resultaba nuestro bote de supervivencia.

Cruzar a las Malvinas implicaba adoptar cotas bajas a mitad de camino. En la escuadrilla que integré el 14 May, nuestro guía fue un Mitsubishi biturbohélice civil del Escuadrón Fénix. A mitad de camino descendimos a 150 m y cuando hicimos 3/4 de nuestro recorrido ya estábamos volando a 15 m sobre el mar. Al llegar a su punto de retorno el Mitsubishi Fénix rompió el silencio de radio y nos transmitió: —Diez minutos al frente, las islas... Eran las primeras de la Gran Malvina al SO. El biturbohélice volvió al continente y seguimos nuestra navegación a menos de diez metros sobre el nivel del mar. Llegar a la BAM Malvinas fue una extraordinaria alegría. Las islas hasta ese momento eran para mí algo misterioso; creo que las vi mucho más hermosas de lo que las concebía, por su relieve, su paisaje, sus colores...


El GT 3 a Malvinas

S. Ay. Marquez —Desplegamos en un Hercules C-130 aterrizando en la BAM Malvinas a las 04:00 del día siguiente. Me llamó la atención la gran actividad que se desarrollaba en ese momento: mucho material, mucho movimiento de aviones de la Fuerza Aérea, de las aerolíneas comerciales argentinas y de la Armada. A la hora que llegamos estaba muy oscuro y se pedía guardar silencio. Uno de los rasgos que más me quedan en el recuerdo fue que el espíritu de equipo se demostró una vez más en las operaciones en Malvinas. El hecho de estar predispuestos a trabajar en conjunto nos hacía cuidarnos unos a otros; todo esto en el contexto del hecho de que la Fuerza Aérea se preocupó por su personal.

S. Ay. Guastalla —Cuando llegamos a la BAM Malvinas era un día gris. Mi primera impresión fue la incertidumbre; incertidumbre en el sentido de cuál sería el entorno de circunstancias en que deberíamos trabajar. Todas esas preguntas que uno tenía se fueron contestando a través del conflicto. La primer noche pernoctamos en nuestras bolsas de dormir en el piso del improvisado depósito de materiales del escuadrón; la fuerza de una tormenta sucedida la noche anterior había derribado las carpas que se habían instalado.

S. Ay. Marcori —Nosotros llegamos a la madrugada, aproximadamente a las 03:30 y lloviznaba muchísimo. El Hercules abrió la rampa y empezó a girar tomando su posición de estacionamiento. A través de la rampa se veía todo oscuro; de pronto, debido al movimiento de giro del avión, apareció un cartel iluminado que decía: NO SMOKING. En medio de las preocupaciones que teníamos, porque sabíamos dónde estábamos y para qué estábamos allí, uno de nuestros camaradas hizo una broma: —Estamos en la isla No Smoking...

Actividad inicial en las islas

Vcom. Cimbaro —Con el correr de los días continuaron llegando nuestros Pucará. Arribaron inicialmente diez aviones, los que constituyeron el Escuadrón Aeromóvil Pucará. Empezamos a cumplir las órdenes fragmentarias que llegaban; consistían en ROF (Reconocimientos Ofensivos) para familiarizarnos con la geografía y topografía de las islas. El armamento era completo: cañones, ametralladoras y coheteras. Las velocidades y alturas en los ROF estaban estandarizados con el menor riesgo posible: nivel de 15 metros a potencia máxima continua a 220 nudos.

Vcom. Cruzado —Las islas tienen una meteorología muy particular. Yo recuerdo haber volado con tiempo bueno, totalmente claro, pocas veces; la mayoría con restricciones de techo y visibilidad... y normalmente nublado. Permanecíamos en alerta; había veces que hacíamos alertas a 10 minutos.

Vcom. Cimbaro —La meteorología obligó a abortar muchos vuelos: Hubo días que no podían volar los reactores pero, por el tipo de avión que es el Pucará nosotros podíamos hacerlo; es un avión más lento que permite hacer un vuelo marginal con visibilidad baja y techos de nubes reducidos. Los vuelos eran rasantes para patrullar las costas en todo su perímetro, previendo posibles avistajes de naves y desembarcos de comandos.

Relevamiento de pistas

Com. (R) Navarro —El 12 Abr el Com. Destri me impartió directivas para el reconocimiento de pistas aptas para la operación del IA-58 Pucará. Se procedió en primer lugar a aterrizar en Bahía Fox en un avión Islander. Fueron evaluadas las pistas de Bahía Fox, San Carlos y Establecimiento San Carlos, resultando que ninguna estaba operable para nuestro avión. Posteriormente se evaluó Bahía Elefante, descartándola por ser demasiado blando el suelo y no soportar el peso del IA-58. En horas de la tarde aterrizamos en Darwin con el Cap. Vila en el Islander, observando que era la única pista operable y semiapta de todas las que se encuentran en las islas, previa marcación de las cabeceras, ya que el lugar era prácticamente un cuadrado de campo que se utilizaba para el aterrizaje de aviones tipo C-182.

Com. Vila —Para seleccionar una base de redespliegue aterrizamos en todas las pistas de las islas. La primera que elegí fue la de San Carlos, aunque era muy corta, pero fue desechada porque estaría muy expuesta al bombardeo naval. Después de un ejercicio de tiro con cohetes realicé el primer aterrizaje con un Pucará en la BAM Cóndor, en Darwin, a las 16:00 del 24 Abr.

Despliegue a Darwin

S. P. Piaggi —Después de unos días en la BAM Malvinas nos trasladamos a Darwin a preparar una pista de alternativa, que luego pasó a ser la pista principal. Ahí ya habían desplegado elementos del RI 25 del Ejército y habían denominado el lugar Helipuerto Santiago; cuando llegó nuestro escuadrón eso se transformó en la BAM Cóndor.

10 de Mayo. El ataque a la BAM Cóndor

Com. (R) Navarro —A las 01:30 el Brig. Castellanos nos comunicó por radio que buques de la Fuerza de Tareas Británica se encontraban a menos de 150 NM y que podíamos ser atacados en cualquier momento.

Vcom. Sassone —A las 04:00 nos levantaron; los ingleses habían atacado la BAM Malvinas y se suponía que el segundo intento sería allí. Era lógico; los ingleses atacaron Puerto Argentino para destruir la pista pero también buscando destruir los Pucará. Estábamos seguros de que ellos sabían que estaban ahí.

Vcom. Cruzado —El terreno no ofrecía ninguna posibilidad de ocultar los aviones; la única forma de protegerlos era la movilidad: cambiarlos de lugar constantemente.

S. P. Piaggi —De pronto vimos en rasante sobre nosotros a los Harrier; ya habían soltado las bombas. Después la confusión: las explosiones, los gritos, el fuego, el humo. Y de pronto me encuentro en medio de incendios. El A-527, alcanzado por las beluga, estaba en llamas; estallaban los cohetes, se eyectaron solos los asientos y la munición se disparaba. Yo estaba herido; me arrastré como pude fuera de los incendios; al cabo de media hora fui rescatado por un grupo de soldados al mando del Ten. Rozas. Me llevaron a un sector en donde habían reunido a todos los heridos. Poco después aterrizó un Chinook para evacuarnos al hospital de Puerto Argentino, donde me extrajeron de la espalda y ambas piernas, cincuenta y tres esquirlas de beluga. Permanecí ocho días allí y después me evacuaron al hospital reubicable en C. Rivadavia.

Vcom. Cruzado —Yo estaba en medio de la pista con un compañero cuando alguien gritó ¡Harrier!... y ya estuvieron encima nuestro. Nos tiramos cuerpo a tierra. Fue una sorpresa total; la artillería no tuvo tiempo de reaccionar, pese a que unos minutos antes habían hecho prácticas de fuego. Yo estaba a menos de cuarenta metros del avión del Ten. Jukic cuando fue alcanzado por una beluga. Un golpe muy duro para el escuadrón. Después uno se preguntaba: ¡La pucha!... Si así empieza esto... ¿Cómo va a terminar?

S. Ay. Guastalla —El ataque fue a las 08:23. Esa es una referencia muy exacta porque el reloj de uno de los suboficiales que falleció quedó detenido a esa hora. Al escuchar reactores me doy vuelta y veo a dos Sea Harrier soltando las bombas. Me quedé "helado" unos instantes, durante las explosiones reaccioné cuando me empezaron a llover escombros y me tiré bajo un tractor. Después comenzamos a atacar con extinguidores un foco de incendio en el lugar donde se almacenaban las espoletas de las bombas. Ese día fue el más largo de mi vida; pareció no terminar nunca.

Com. Vilas —Al avión de Grunert se le rompió la rueda de nariz en la carrera de despegue y quedó clavado en el eje de la pista. salgo corriendo hacia el avión; es compañero mío; íntimos amigos... como un hermano; un hombre con el que estuvimos toda la vida juntos. Cuando llego al avión lo veo inclinado hacia adelante, atontado. Cuando un piloto tiene un accidente de esas características corre el riesgo de golpear con la frente en la mira y morir; cuando empiezo a sacarlo de la cabina Grunert reacciona. Es en ese momento que aparecen los Harrier; nos estamos alejando del avión cuando vemos que se desprenden las bombas; nos echamos cuerpo a tierra. Las bombas cayeron atrás y adelante pero salimos ilesos.

S. Ay. Rodríguez —Ingresábamos a una de las carpas que teníamos en la pista para retirar auriculares con mi encargado, el S.P. Carrizo. En ese momento nos atacaron. No vi los aviones pero de pronto cayeron las bombas y las esquirlas de las belugas, las bombas que tiraron los Harrier, barrieron la carpa. Quedamos heridas cuatro personas; salí de la carpa, sin darme cuenta de que estaba herido, y empecé a ayudar a los otros. Los fui dejando en un pozo de zorro donde estaban suministrando primeros auxilios. Encontré otro herido, el cabo Izaguirre, compañero mío. Estaba al lado del fuego muy próximo a un termo de oxígeno en medio de las llamas. Además de la munición que explotaba en el avión incendiado, empezó a estallar una carga de cohetes que se encontraba en un carretón. El bombardeo de los últimos dos Harrier sobre la pista cayó entre el avión del Ten. Jukic y las carpas, donde estaba la mayoría del personal, que en ese preciso momento procedían a cargar el armamento de los Pucará que debían despegar.

S. Ay. Marquez —Ese día había recibido la orden del Jefe de Servicios de retirar elementos del depósito. Y es en ese momento en que se produce el ataque de Sea Harrier a la BAM Cóndor. Cuando nos acercamos después del bombardeo vimos que todo era un caos. Los medios que empleamos para combatir el incendio fueron improvisados: por ejemplo la onda expansiva había reventado las cuatro cubiertas de un vehículo que pudimos haber empleado para evacuar los materiales inflamables y explosivos.

S. Ay. Marcori —Cuando llega el ataque yo estaba detrás del segundo avión; escuché el sonido de reactores que se aproximaban. Para nosotros ese fue el inicio de la guerra. Lo único que alcancé a hacer fue echarme a tierra... pero no llegué al suelo; por las ondas expansivas de las explosiones de las bombas la tierra se movía de tal forma que uno rebotaba en el piso. Fue un ataque impresionante; alcancé a ver una bomba que partió al avión del Ten. Jukic y el combustible inflamado que subía en forma de hongo. A uno le quedan para siempre esas imágenes. A lo largo de diecisiete años ya ha aprendido a convivir con ellas, a respetar todo lo que ha pasado, a asumirlas para poder, por ejemplo, sostener este reportaje que tal vez en otro momento no hubiera sido posible. Yo tenía las dos piernas quebradas por las esquirlas; llegó un enfermero que me aplicó morfina, me vendó las heridas y me cargó al hombro para sacarme del lugar. Después, a los heridos más graves, nos evacuaron en helicópteros a un puesto sanitario en la BAM Malvinas. Allí, desde una de las ventanas, pude ver el derribo de un Harrier con un misil; ví cuando ascendía buscando al avión hasta que lo alcanzó, derribándolo. Después, el 9 May, nos evacuaron al continente.

Vcom. Cimbaro —Despegué de la BAM Cóndor como numeral del Ten. Russo antes del ataque de los Sea Harrier. A los dos minutos mi Jefe de Sección me ordenó: —Dos. Mire hacia la pista... Cuando miro hacia la pista veo humo y explosiones en la base. Entonces pregunté al Ten. Russo: —¿Qué es eso? —Están atacando nuestra base... me contestó. En ese momento descubrí a los Sea Harrier que estaban saliendo del ataque en rasante. Pensé que nos atacarían pero no ocurrió; posiblemente no nos descubrieron porque ya habíamos ganado altura.

Vcom. Sassone —El bombardeo inglés planteó un cambio violento pero una de las cosas que me sorprendió fue que no quedamos bloqueados bajo un shock; ver a camaradas, con los que habíamos volado el día anterior y habíamos cenado juntos... y de golpe... verlos ahí... muertos. Empezaron a salir fuerzas de adentro; vi muchos actos heroicos increíbles, tratando de salvarles la vida a quienes estaban muy malheridos. El S.Ay. Dome retiró un tubo de oxígeno que amenazaba explotar entre las llamas. Nos sobrepusimos muy rápido; la mente humana reacciona por reflejo de una vida "cómoda" a semejante desastre. Al próximo día podríamos morir, porque los Harrier seguían atacando. Y uno lo tomaba pensando que, precisamente, para eso estábamos. En realidad agradeciamos estar ahí; todos teníamos un orgullo muy fuerte de estar en las islas en ese momento. Y algo que es aún más significativo: uno no quería alejarse de ese lugar. Todo lo contrario: quería quedarse para colaborar.

Com. Vilas —El ataque afectó profundamente la capacidad del GT 3 debido a que arrojó un saldo de siete suboficiales fallecidos y nueve heridos; eso nos dejó con un solo mecánico armero, el actual S.P. Tolosa. La colaboración de todos, agregados los oficiales del GT 3, los tenientes Lombardi y Santini, permitió contrarrestar el efecto de las bajas.



Emergencia

Vcom. Brest —El 1º May despegué con Giménez y efectuamos un reconocimiento en las costas: después fuimos a Puerto Argentino. Estábamos a unas 30 millas norte. Yo sabía que la artillería del Ejército ahí nos podía tirar a nosotros.

De pronto se me plantó un motor produciendo una explosión, no giraba más; se había clavado; creí que me habían tirado y pensé en eyectarme, pero Giménez que venía atrás mío, me transmitió: —Tenés el otro motor funcionando...

En la BAM Malvinas había alerta roja y nos ordenaron hacer espera hasta tanto los aviones enemigos se alejaran de la zona. Giménez, detrás mío, me iba preguntando si estaba todo normal; después le ordenaron regresar a Darwin y yo fui al aterrizaje con un motor plantado.
La torre me advirtió que en la pista había un impacto de bomba y aterricé sobre un costado sin ningún problema. También el control me había indicado que abandonase lo antes posible el avión. Dejé el avión a un costado de la pista y me tiré de la cabina. Ahi empecé a escuchar los gritos de gente que estaba metida en los refugios; me gritaban que corriera porque estábamos en alerta roja.

S. Ay. Dome —Debido a las bajas el grupo se había reducido y realizábamos todas las tareas fuera de nuestra especialidad individual. Cambiar un motor, que insume todo un día de trabajo, en una zona tan castigada como la BAM Malvinas era poco menos que imposible; muy pocas veces estuvimos bajo alerta blanca; eran celestes o rojas y uno tenía que tener un ojo en el trabajo y el otro vigilando el cielo. Continuamente los Harrier efectuaban bombardeos en altura sin precisión; pegaban en cualquier parte pero nos mantenían en tensión.

Ataque en la isla de Borbon

S. Ay. Marquez —Fuimos a la BAM Calderón de la Armada, en la Isla de Borbon, porque uno de los Pucará había tenido una falla en el tren de aterrizaje; éramos un grupo integrado por motoristas y especialistas en hidráulica y montaje. La noche del ataque de los comandos ingleses, el 15 May, la oscuridad era total y el tiempo estaba malo. En los días anteriores había llovido copiosamente; los pozos de zorro, que ocupaban los infantes de marina que vigilaban la pista, se habían anegado lo cual determinó el repliegue de esos efectivos. La pista también había quedado inoperable por las lluvias y nuestros Pucará estaban inmovilizados. Los comandos ingleses atacaron a las 04:00 con un nutrido fuego naval; después aterrizó un helicóptero con comandos que se dedicaron a dañar los aviones. A los Pucará les destrozaron las cubiertas, a los Turbo Mentor de la Armada les destruyeron el panel de instrumentos y al Skyvan de Prefectura lo volaron completamente con explosivos; también dispararon ráfagas de ametralladora contra los aviones.

Com. Vila —Instalaron una carga explosiva en una turbina de cada avión. Fue un golpe de mano perfecto. Efectivos de la Armada hicieron estallar las cargas instaladas para destruir la pista lo cual produjo muchas bajas entre los comandos; de inmediato se replegaron en dos Sea King abandonando armamentos y equipos.

Repliegue a la BAM Malvinas

Vcom. Cruzado —El día 21, cuando empieza el desembarco inglés en San Carlos, comenzamos a recibir fuego de artillería naval sobre nuestra pista desde temprano. Los aviones ya peligraban allí y a última hora nos ordenaron trasladarlos a la BAM Malvinas; con el Ten. Giménez despegamos con los dos últimos Pucará.

Caza de helicópteros

Vcom. Cimbaro —Fue la segunda misión que hice el 28 May. A las 11:30 como numeral del Ten. Giménez, despegué desde la BAM Malvinas. Poco después avistamos un par de helicópteros enemigos; eran dos Scout con rumbo convergente a nuestra sección respecto a nuestro propio rumbo 020. De inmediato Giménez consultó a la BAM Cóndor si circulaban helicópteros propios en ese sector. El operador le contestó a los gritos: —¡Negativo! ¡Negativo! ¡Derríbenlos!

Nos fuimos acercando a los blancos; cuando nos descubrieron se separaron; uno rompió hacia el este y el otro hacia el oeste. Yo ataco el que escapa hacia el oeste. Giménez es el que primero obtiene posición de tiro y abre fuego; cuando estaba maniobrando en procura de mi objetivo vi de reojo explosiones y humo; inmediatamente después escuché a Giménez que gritaba muy exaltado: —¡Lo derribé!... ¡Lo derribé!
A todo esto yo continuaba combatiendo; tres veces el Scout efectuó maniobras evasivas violentas que me complicaron la puntería. A la tercera vez, a pesar de que me cambió el viraje, decidí dispararle cohetes; no podía pasarme todo el día persiguiéndolo. Le apunté un poco más adelante y disparé; como el helicóptero volaba rasante la onda expansiva de la explosión de los cohetes contra el suelo lo desestabilizó, cayó a tierra y quedó volcado. Cuando lo sobrevuelo en escape veo que algunos sobrevivientes lo abandonaban.

Posteriormente, en 1986, el Ten. Giménez y los restos de su avión fueron encontrados en las Alturas Rivadavia. El avión no fue derribado; fuentes británicas consignaron que la densa nubosidad limitó la visibilidad del piloto y chocó contra los cerros.

Blancos terrestres

Com. Micheloud —El 28 May fue el día que más misiones se ordenaron para Pucará. Ya se había producido el desembarco británico en San Carlos, y Darwin estaba asediada por el avance de los paracaidistas ingleses. Esa tarde se ordenaron dos salidas. Despegamos cuatro aviones desde Puerto Argentino: dos Pucará y dos AerMacchi de la Armada; mi numeral era el Ten. Cruzado y nuestro objetivo fue concretamente tropas.
Conocíamos muy bien la zona, las referencias y la situación. El Vcom. Pedrozo dirigiría el ataque por radio. En el atardecer alcanzábamos a ver el combate que se estaba librando; pudimos fijar las posiciones de tropas que estaban recortadas contra el horizonte, donde se veían las concentraciones más significativas.

Estaba armado con bombas, cañones, y ametralladora; el Ten. Cruzado, con cohetes. "Levanté" para entrar con un ángulo de 100. Para empezar a cubrir mi entrada comencé a barrer con cañones y ametralladoras a las tropas, hasta que se trabaron los cañones; continué el fuego con ametralladoras y "entro" para bombardeo rasante sobre las posiciones; recibía fuego de armas portátiles; sentí los impactos en mi avión. Arrojé las bombas y efectué maniobras evasivas; el Vcom. Pedrozo me transmitió: —Muy buenas bombas...




Vcom. Cruzado —Entramos al ataque volando muy bajito. El guía tiró sus bombas y después entré yo; "levanté" un poco para adquirir ángulo de tiro a los cohetes y disparé la primera salva. Desde la base nos indicaron que continuáramos el fuego sobre esa zona. Cuando "levanto" el avión otra vez, primero empiezo a sentir los impactos de armas livianas, después una fuerte vibración y me quedé sin comandos. Estaba a quince metros del suelo. Mucho más tarde la gente de la base me refirió que me habían disparado dos misiles: uno pasó sin explotar y el otro estalló cerca de la cola del avión. Me eyecté. No tuve la sensación de haber estado colgado del paracaídas; toqué el suelo en seguida. El asiento debe haber llegado a un pico máximo de setenta metros. En la eyección tengo retenida la imagen de mi avión abajo que sigue recibiendo impactos de trazadoras. Apenas toco tierra me pongo de pie y ya estoy rodeado por ingleses y me tomaron prisionero. Un soldado estaba muy tenso; la situación era terminal; les habíamos estado "tirando con todo".

Defendiendo la BAM Cóndor

S. Ay. Mansilla —Entre el 27 y el 28 May, en esos dos días, entablamos combate con los ingleses defendiendo la BAM Cóndor. La idea de fabricar una "misilera" surgió un día que se fisuró el revestimiento de una cohetera IA-238 y quedaron los tubos sueltos. Entonces alguien sugirió que los tubos podrían ser útiles para algo. ¿Por qué no? El Ten. Lombardi dirigió la construcción. Sacamos todos los tubos; utilizando tres, un cajón de manzana, dos perfiles de hierro, alambre y algún otro elemento. El sistema de puntería para graduar el alcance por ángulo de tiro también se improvisó y fue efectivo.
Durante el ataque inglés yo tiraba los cohetes FAR del Pucará que habían quedado, con la "misilera" improvisada; el Vcom. Costa dirigía el reglaje del tiro. Apuntábamos a las tropas inglesas que avanzaban y allí pegaban los cohetes. Nuestra posición estaba cerca de la costa; muy próxima, a un costado, había una casa de dos pisos.
Cuando los ingleses nos tiran el primer misil estábamos Argüello, Olea y yo. Vi el misil que venía en vuelo y le dije a Argüello: —Mirá. Parece una gaviota. —No. Es un misil... me contestó. Era un punto negro que venía moviéndose lateralmente y en altura, largando una cola de humo "celestón". Nos resguardamos a un costado de la cohetera porque no había otro lugar para hacerlo. El misil pegó un par de metros abajo, en el faldeo del barranco, y la onda expansiva nos afectó muy poco. Siguieron tirando cuatro misiles más, pero nosotros continuamos disparando nuestra "misilera".

S. Ay. Marquez —Cerca de la pista, a unos cien metros del caserío de Darwin, había un galpón en donde los habitantes del pueblo tenían materiales y herramientas para reparar vehículos; allí se había almacenado el armamento del Pucará. Con anterioridad al ataque el personal de la especialidad armamento había alistado los cohetes FAR para que estuvieran dispuestos para su carga en las coheteras. A medida que Mansilla y los demás disparaban los cohetes en la "misilera" yo trasladaba más cohetes desde el depósito hasta la posición de la misilera cargados en un carretón enganchado a un tractor.

Vcom. Sassone —En una trinchera, con varios FAL que habíamos conseguido, resistimos el ataque inglés con el Alf. Lema, el S.P. Olea y dos soldados, que oficiaban de abastecedores, acarreando cajas de munición 7,62 mm de los Pucará.
Estuvimos los tres días del combate dentro de la trinchera, sin comer ni dormir, disparando los FAL. La artillería antiaérea de Ejército, bitubos de 35 mm tirando tierra-tierra, también hizo estragos; uno veía como barrían las filas inglesas. Esto no me lo contaron; lo vi yo mismo. Aunque los ingleses no reconocen muchas bajas, más tarde, después de la acción, nuestros médicos fueron a asistir a los heridos ingleses y nos dijeron que ese día tenían más de 250 bajas.

S. Ay. Mansilla —Después de agotar los cohetes comenzamos el fuego con una ametralladora 12,70 mm que había dejado la tripulación de un Chinook para reforzar nuestro armamento. Esa ametralladora tenía un desperfecto en el selenoide; la regulé para disparar ráfagas de doce o catorce disparos.

Rendición

El 29 May, por orden del Jefe del Regimiento de Infantería 11 del Ejército, las tropas argentinas en Darwin-Goose Green se rinden. Los efectivos de Fuerza Aérea, haciendo constar su desacuerdo, acatan la decisión. Cuando las tropas británicas ocupan la posición, inmediatamente comienzan a indagar y buscar el emplazamiento del lanzador de misiles superficie-superficie. Han recibido fuego de misiles y por lo tanto es razonable que busquen el "mortífero lanzador".

S. Ay. Mansilla —Cuando los ingleses vieron el "lanzador de misiles SS" literalmente "se querían morir". No-lo-podían-creer... Nunca se imaginaron que habíamos improvisado una "misilera" con tres tubos de la cohetera de Pucará. Alcanzamos a disparar más de ciento setenta cohetes sobre las tropas inglesas.

Vcom. Sassone —Después sucedió la rendición en la madrugada del 29. Llegó el amanecer y fue como en las películas del oeste: las carretas formadas en círculo y en las colinas de alrededor están miles de indios listos para atacar. Era igual: teníamos ingleses en los 3600 y sus helicópteros constantemente sobrevolando alrededor.
Se convino el "alto el fuego". Nos reunimos en una especie de cancha de fútbol. Empezamos a salir del pueblito y nos cruzamos con los ingleses de frente; ellos cantando, contentos; se los veía muy cansados. Alguien propuso cantar el himno; más que cantar fue un llanto; estábamos muy mal, muy mal; era como que el peso de todo lo que habíamos llevado, de la pena por los compañeros caídos, de no comer, de no dormir, se vino de golpe todo encima.


Dos banderas

Vcom. Sassone —Quiero rescatar algo; no hablo de mí; hablo de los mecánicos y del resto del Escuadrón Pucará; la vida fue una vida horrible. No teníamos donde bañarnos, no teníamos donde dormir, y además de todo eso había que volar, y además de todo eso nos tiraban bombas, cohetes y producían acción psicológica. A veces las ovejas explotaban cuando pisaban una mina; agarrábamos un pedazo, lo cuereábamos y lo tirábamos en una olla con papas. Eso era la comida.
Realmente eso fue la vida del Escuadrón, que pocos la conocen porque poco se escribió. Creo que la culpa la tuvimos nosotros. Pero lo importante es que nunca cayó el espíritu; jamás se dejó de hacer una misión. Ahí en Darwin quedan dos banderas argentinas escondidas. Nunca revelaré donde están; además hay una pistola y una carta náutica. Algún día, cuando vuelva allá, las voy a ir a buscar; estoy seguro que aún están; nunca las podrán encontrar.

Se cumplieron

Com. Vila —No obstante el hecho de encontrarse en el campo de combate propiamente dicho, operando en una pista desastrosa, con buena o mala meteorología, hostilizado por comandos, patrullas de Harrier y bombardeo naval, con los aviones acribillados a balazos, el Escuadrón en ningún momento interrumpió las operaciones; las misiones, con distintos objetivos se cumplieron.

Las alertas eran tan apremiantes que finalmente terminábamos por despegar completamente desatados del asiento y proceder a hacerlo ya despegados. Durante el conflicto, en esas condiciones de operación extremadamente adversas, el Escuadrón realizó ciento sesenta salidas cumpliendo un total de trescientas siete horas de vuelo. Es un orgullo para todo aquel que transitó sus años de joven oficial en un sistema de armas como éste, operativo mil por mil, y le tocó vivir las épocas más gloriosas de la FAA. No todos tuvieron la experiencia de vivir una guerra y a mí me tocó en este sistema de armas. Y creo que su apogeo fue en el Conflicto del Atlántico Sur.

Revista Aeroespacio 538

domingo, 13 de octubre de 2013

Batallas: Monte Harriet


Batalla del monte Harriet

La batalla del monte Harriet fue un enfrentamiento militar que tuvo lugar durante la guerra de las Malvinas en la noche del 11 al 12 de junio de 1982.


Fuerzas

Las tropas británicas que se usaron fueron el comando 42º (42 CDO), de los marines reales al mando del teniente coronel Nick Vaux (que más tarde se convirtió en general) con el apoyo de artillería de una batería de regimiento 29º de artillería real; el 1er batallón de la guardia galesa (1WG) y dos compañías del comando 40º estaban en reserva. También el buque HMS Yarmouth apoyó a las fuerzas británicas con su artillería.

La defensa argentina se componía del «regimiento de infantería 4 del teniente coronel Diego Soria» (RI 4).

Antecedentes

En la noche del 30 de mayo la compañía K del 42 CDO avanzó desde San Carlos para asegurar la alturas dominante, el monte Kent, que con sus 458 metros es la cumbre más alta alrededor de Puerto Stanley, donde el escuadrón D de tropas SAS ya había establecido una fuerte presencia. Sin embargo, cuando llegaron a la zona de aterrizaje, a unos 3 kilómetros detrás de la cresta de la montaña, los marines se sorprendieron al ver los destellos de las líneas de munición trazadora iluminando la noche. Tras una feroz lucha cuerpo a cuerpo, la patrulla argentina (la 2ª sección de asalto del capitán Tomás Fernández, de la compañía de comandos 602) se retiraron confundiéndose entre las rocas, matorrales la hierba. A finales de mayo el escuadrón D del mayor Cedric Delves había conquistado el monte Kent, y el cuartel general táctico comenzó a patrullar el pico de bahía Agradable, con un coste de dos heridos.1

El ataque se produjo tras por muchos días de observación y noches de la patrulla. Algunas patrullas de combate nocturno, eran parte de un plan de engaño para convencer a los argentinos de que el ataque vendría del oeste. Otras patrullas, más encubiertas, eran para encontrar una ruta a través del campo de minas que rodeaba por el sur el monte Harriet. Se usaban francotiradores y artillería naval para hostigar a los defensores y molestar su descanso.

El 3 de junio la tropa de reconocimiento del el teniente Chris Marwood 42 CDO, acomopañada del el equipo de la brigada comando para el control aéreo 3 al mando del teniente de aviación Dennis Marshall-Hasdell, encontró una patrulla de combate RI 4 (el 3er pelotón del teniente Lautaro Jiménez Corbalán de la compañía B del monte Harriet).2 La tropa de Recce abrió fuego y dos reclutas murieron en el acto (Celso Páez y Roberto Ledesma), y un suboficial (cabo Nicolas Odorcic) cayó herido por un disparo en la cabeza de uno de los francotiradores de los marines mientras se resguardaba entre las rocas.3

Esta acción llamó la atención hacia su expuesta posición frontal, y se unieron los refuerzos argentinos a la acción con un contraataque general. El principal encargado del control aéreo el teniente de aviación Dennis Marshal-Hasdell recuerda que:
Nos separamos de nuestras pesadas mochilas con las radios y todo nuestro equipo. La patrulla se dispersó por un área bastante grande, con un montón de gritos, el ruido y fuego en curso. La infantería de marina abandonó todo su equipo, y aunque nadie nos lo dijo, quedó claro que íbamos a retirarnos. Sin información, y probablemente teniendo que luchar en nuestro camino de salida, Dave Greedus y yo decidimos abandonar nuestro equipo, destruyéndolo lo más que pudimos. Fue suficiente con los dos aparatos de radio (HF y UHF ), ¡pero la unidad de marcación láser de objetivos HAZE fue diseñada para soportar el peso de un tanque!

El indicador láser de objetivos recuperado en el enfrentamiento desveló que los marines reales estaban intentando destruir los búnkeres argentinos en el monte Harriet, con bombas guiadas por láser. Al día siguiente las la tropa 10 volvió a ocupar el puesto de observación del monte Wall sin ninguna oposición.4

Preludio

En la noche del 8-9 de junio, la acción se amplió en la zona de defensa exterior, cuando un teniente Mark Townsend de Tropa (Compañía K, de 42 CDO) inspeccionó el monte Harriet, matando a dos argentinos (el cabo Hipólito Gónzalez y el soldado Martiniano Gómez).5 Al mismo tiempo, dos patrullas del tamaño de un pelotón de combate pertenecientes al comando 45 intentaron lo mismo en el monte Dos Hermanas, pero el radar de vigilancia terrestre argentino situado en el monte Longdon detectó a los pelotones del comando 45, y el fuego de artillería dispersó a la tropa.

Hacia el crepúsculo del 9 de junio los hombres de Soria detectaron la presencia de tropas británicas que habían tomado posiciones elevadas en una casa cerca del sur del monte Harriet. El pelotón de reconocimiento del regimiento 4º al mando del subteniente Jorge Pasolli recibió instrucciones de desplazarse avanzar y despejar de británicos la casa del puerto Harriet House y el pelotón de reconocimiento de guardias escoceses que se había trasladado a la zona fue forzado a evacuar el edificio bajo el fuego de mortero de los argentinos desde el monte Harriet. Los guardias escoceses se vieron obligados a dispersarse y retirarse a la cuenca norte bajo un fuerte fuego de armas ligeras y mortero que hirió a tres hombres, incluido el sargento Ian Allum.

Durante una semana el regimiento 4º defendió el sector de los montes Harriet-Dos Hermanas de los ataques del 5º de marines reales. Cada vez que los comandos de marines reales se internaban las tropas argentinas contratacaban y despejaban la zona con sus rifles.

En la mañana del 11 de junio, Vaux dio orden de ataca al 42 CDO. La compañía K recibió la orden de atacar el extremo oriental de la montaña, mientras que la compañía L atacaría el lado sur de una hora más tarde. Desde donde se trasladaría, si el monte Harriet estaba asegurado, hasta los montes de la Cabra. La compañía J lanzaría un ataque de distracción (con nombre en clave Vesubio) en el extremo occidental del monte Harriet.

En las últimas horas del 11 de junio las compañías K y L se trasladaron de su área de reunión en el monte Challenger (que se encontraba al oeste de Monte Harriet) y se dirigieron al sur, en torno a su objetivo, a través del campo minado, hacia sus respectivas líneas de salida. La compañía J rodeó el objetivo en la oscuridad para lanzar su ataque de distracción desde el oeste.


La batalla

La batalla por el monte Harriet comenzó la noche del 11 de junio con un bombardeo naval que mató a dos soldados argentinos e hirió a veinticinco. Posteriormente John Witheroe, uno de los corresponsales de guerra británicos, relató lo siguiente sobre el fuego de debilitamiento de la resistencia:



Estábamos involucrados en un ataque de una noche en el monte Harriet, cuando las guardias galeses venían como refuerzo. Esto supuso una marcha de varias horas durante una noche muy oscura, a través de un campo de minas. Fuego de artillería esporádicos ralentizaba nuestro progreso tremendamente. Finalmente llegamos a la base del monte Harriet, que era blanco un increíble bombardeo desde una fragata en la costa. La montaña entera parecía estar a punto de estallar en llamas. Parecía imposible que alguien pudiera sobrevivir a un ataque así. Esto se prolongó por más de una hora, proyectil tras proyectil, silbando sobre nuestras cabezas y golpeando la montaña. Finalmente se cesó y los infantes de marina avanzaron. Para nuestra sorpresa, parecía haber una cantidad increíble de lucha en marcha. Había un montón de fuego de trazadoras. La noche entera estaba iluminada por resplandores, que cubrían con un manto mortal e irreal a toda la escena.[6]

Los argentinos contraatacaron y el oficial artillero de observación en el monte Kent, el capitán Tomás Fox, dirigió andanadas de artillería que cayeron entre los hombres de la compañía B del 7º de gurkhas del Duque de Edinburgo en el área de bahía Agradable, hiriendo seriamente a tres gurkhas, incluido el cabo de lanceros Gyanendra Rai que casi se desangra. Rai, que fue condecorado con la medalla del Atlántico Sur, describió los momentos en los que estaba herido así: «Estaba absolutamente convencido de que moriría. Tenía un dolor intenso. Era como si alguien me hubiera dado con un mazo de dos kilos en el costado.»[7]

El capitán Peter Babbington de la compañía K cruzó su línea de salida el primero y procedió a subir la montaña sin ser detectados, acuchillando a dos centinelas en su camino. Seguían sin ser detectados hasta que se hasta que se acercaron a las posiciones del pelotón de morteros del subteniente Mario Juárez y decidieron enfrentarse a ellos. Fueron asistidos en su avance por el buque HMS Yarmouth, con artillería y morteros. Durante el enfrentamiento el cabo Laurence G Watts resultó muerto.



A unos 150 metros del cuartel general de Soria, el cabo Steve Newland rodeó por detrás a un grupo de argentinos (al mando del teniente Jorge Alejandro Echeverría, oficial 4º regimiento de inteligencia) que estaban emboscados. Aunque estaban colocados media docena de argentinos y una ametralladora para enfrentarse a cualquiera que se acercara, Newland se colocó fuera del alcance de la ametralladora enemiga para atacar la posición. Lanzó granadas a dos soldados argentinos pero recibió disparos en ambas piernas intentando llegar a la parte trasera de la posición de la ametralladora. Con la ametralladora enemiga fuera de servicio, los cabos Mick Eccles y Ward Sharky fueron capaces de despejar la posición con la ayuda del marine Lingard. Por esta acción los tres cabos fueron condecorados. Un número creciente de soldados argentinos empezaron a rendirse, principalmente reclutas del pelotón de Recce del RI 4, pero el oficial al mando y el oficial de inteligencia y varios suboficiales todavía siguieron luchando, según sus órdenes. Los equipos de artillería pesada, en general, también seguían en sus posiciones combatiendo.

La compañía L cruzó su línea de salida poco después de la compañía K y casi de inmediato se enfrentaron al fuego de ametralladora del pelotón del sub-teniente Pablo Oliva que defendía las laderas más bajas del sur. Estas armas no serían silenciadas hasta ser alcanzadas por varios misiles antitanque MILAN y seis piezas de artillería de 105 mm lanzados desde el monte Challenger. Les llevó a los infantes de marina de la compañía L seis horas avanzar 600 metros por la fuerte resistencia, siendo disparados por al menos ametralladoras, que hirieron a cinco hombres, incluidos el segundo al mando de la compañía en el segundo al mando y un señalizador. Hugh Bicheno relató que todos los visores nocturnos del 4º regimiento estaban en la compañía B.
Los ingleses usaron intensivamente el ATGM Milan

Antes del amanecer el teniente Jerry Burnell del batallón 5 de la Compañía L se dirigió hacia un afloramiento de rocas de los montes de la Cabra. El pelotón de marines reales avanzaba bajo el fuego de de un escuadrón del regimiento de Granaderos a Caballo del General San Martín que cubría la retirada argentina y fue obligado a ponerse a cubierto por ametralladoras ubicadas detrás de ellos y en la colina. El batallón sufrió una baja en esta acción. La compañía L respondió a los argentinos con fuego, y avanzó de nuevo. 

Rendición de un soldado argentino

Tomaron tres prisioneros, aunque la mayoría de los granaderos se habían retirado, junto con dos pelotones de fusileros. A lo largo de la mañana del 12 de junio se produjeron nuevos combates, incluido uno con un decidido recluta, situado en una posición justo por debajo de la cumbre, que detuvo a la compañía L con disparos precisos hasta que cayó a causa de un disparo de obús antitanque disparado a corta distancia. En algún momento de la madrugada, mientras el 3er pelotón del subteniente Jiménez Corbalán se dirigía a nuevas posiciones en el monte William, el oficial quedó cegado temporalmente al accionar una bomba trampa cuando dirigía a hombres a través de un campo de minas.

Consecuencias

La batalla fue un ejemplo clásico de buena planificación y del uso de la distracción y la sorpresa, en su avance hacia su objetivo principal Puerto Stanley. Dos infantes de marina británicos (el cabo Laurence G Watts y el cabo en funciones Jeremy Smith G Watts) resultaron muertos, y veinte y seis fueron heridos. Otros seis guardias escoceses y gurkhas fueron heridos por la artillería argentina del monte Harriet. Dieciocho soldados argentinos resultaron muertos defendiendo el monte Harriet, incluidos los caídos de las patrullas del principio y por el bombardeo. Algunos periodistas británicos describieron a los soldados argentinos como reclutas adolescentes inexpertos que se rindieron tras los primeros disparos, pero el brigada del los marines reales John Cartledge, que sirvió en la compañía L ​​durante la batalla, los desmintió diciendo que los argentinos eran buenos soldados que habían luchado con corrección:


Monte Harriet hoy, con un campo minado

Ellos usaron las tácticas que les había enseñado sobre la marcha muy bien, estaban bastante preparados para un ataque. Opusieron una fuerte lucha de principio a fin. Además estaban mejor equipados que nosotros. Teníamos visores nocturnos de primera generación, que eran grandes piezas de equipo pesado, mientras que los argentinos tenían visores nocturnos de la segunda generación americanos que eran compactos y mucho mejores que los que teníamos nosotros. La deficiencia que expusimos es que tenían planeado un ataque por el un extremo occidental de la montaña y por lo tanto, no se había molestado en ampliar sus posiciones defensivas hasta el extremo oriental, donde finalmente atacamos.

Un general británico achacó su éxito a la habilidad de su infantería de marina y a su profesionalidad:

Lo que se necesitaba era velocidad, pero sin ser un maldito estúpido. Los israelíes lo habría hecho mucho más rápido, pero con muchas más bajas.

El Comando 42 capturó 300 prisioneros en el monte Harriet, y por la valentía mostrada en el ataque, la unidad fue condecorada con una Orden del Servicio Distinguido, una cruz de guerra, cuatro medallas militares y ocho hombres recibieron menciones en los despachos.


Memorial del batalla indicando el movimiento de las tropas británicas

sábado, 12 de octubre de 2013

Malvinas: Un Varig interceptado

Revelan que Londres amenazó a un avión de Varig en plena guerra de Malvinas
Un caza británico lo confundió con una aeronave espía de Aerolíneas Argentinas y estuvo cerca de derribarlo
 

Un avión Sea Harrier lanzando un AIM-9L en combate aéreo en Malvinas. Foto: RN

BRASILIA (ANSA).- A poco de recordarse el 30º aniversario del inicio de la guerra de Malvinas, la prensa brasileña reveló que un caza bombardero británico amenazó con atacar un avión de pasajeros de la compañía brasileña Varig durante el conflicto bélico, en 1982, al confundirlo con una aeronave espía de Aerolíneas Argentinas. 



Un caza Harrier se acercó amenazadoramente junto al ala izquierda y luego se posicionó sobre el fuselaje del DC-10 de Varig, cuando la aeronave realizaba el trayecto Johannesburgo-Rio de Janeiro, el 23 de abril de 1982, publicó el diario O Globo. 
DC-10 de Varig

El jefe opositor a la dictadura brasileña, Leonel Brizola, que viajaba en la aeronave, confirmó que hubo riesgo de ataque al declarar que el avión de guerra estuvo tan próximo que "se podía ver el perfil del piloto" británico. "Los británicos confundieron al avión de Varig con otro de Aerolíneas Argentinas y casi lo abaten, con 188 personas a bordo", señaló el medio local, que se basó en documentos militares y archivos propios. 

Ayer, el matutino carioca reveló documentos secretos según los cuales Brasil colaboró con el tráfico de armas que involucró a la Unión Soviética, Cuba, Libia y Angola para abastecer a la Argentina durante el conflicto por las Malvinas. 

El diario publicó hoy que el 22 de abril, un día antes del incidente que casi derriba al avión de Varig, el gobierno de la premier Margaret Thatcher había concedido autorización al comandante John Forster Woodward para atacar aviones de Aerolíneas Argentinas que los sobrevolaban para reportar la posición de la Armada Real. 

La Nación

viernes, 11 de octubre de 2013

UK: Uniformes y equipos británicos

Soldados ingleses en la guerra por las islas Malvinas 

La Operación Corporate (Operation Corporate) fue el nombre en código que el Reino Unido dio al conjunto de sus acciones militares en la Guerra de las Malvinas en 1982. Su objetivo era la apropiación para la Corona Británica de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, recuperadas por la Argentina en abril de ese año. Se extendió desde el 2 de abril de 1982 hasta el final de la guerra, el 14 de junio de ese año. Estuvo al mando del Almirante Sir John Fieldhouse. 

 
Soldado, 3er. Batallón, Regimiento Paracaidista, Islas Malvinas, 1982. 

Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las islas Georgias del Sur. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño punto de apoyo terrestre a la flota británica, pero sobre todo tendría un efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la británica y la internacional. Los comandos del SAS y el SBS al llegar a Grytviken encontraron banderas blancas colgando de los edificios. El capitán de corbeta Luis Lagos, al cargo de las islas Georgias del Sur, había decidido no luchar ante fuerzas tan enormes. En la mañana del 26 de abril, Lagos firmó la rendición. Alfredo Astiz, responsable de los quince buzos tácticos en Puerto Leith, no aceptó al principio este hecho. Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la rendición a bordo del HMS Plymouth. 

 
Royal Marines, SBS Special Boat Service,  Islas Malvinas, Junio 1982. 

Durante la noche del 20 de mayo la Operación Sutton, dirigida por el contraalmirante Woodward y el comodoro Clapp, se puso en marcha. A la 01:00 del 21 de mayo los primeros comandos británicos llegaban a tierra en la bahía de San Carlos, al extremo occidental de Isla Soledad (donde se halla la capital Puerto Argentino). Sin encontrar resistencia, establecieron rápidamente tres cabezas de playa y avanzaron hacia la localidad de San Carlos, donde se producirían las primeras refriegas. Woodward y Clapp esperaban alguna clase de reacción argentina, pero para lo que no estaban preparados, según demostraron los acontecimientos, fue para las furiosas oleadas de ataques aéreos durante las siguientes cinco horas. 

 
Soldado, 5º Reg. Infantería, 2º Batallón Guardia Escocesa,  Islas Malvinas, 1982. 

Mientras tanto, los buques de desembarco dentro de la bahía de San Carlos siguieron llevando unidades a tierra. Desembarcan los carros de combate de The Blues & the Royals y las cuatro baterías de 105 mm del 29º Comando y del 4º Regimiento. El desembarco ha sido un éxito. Pero a un precio elevadísimo. Durante los días 22 y 23 las tropas inglesas aseguraron numerosos puntos tácticos esenciales y acumularon grandes cantidades de armas y suministros. El general Thompson, responsable de las fuerzas terrestres, también tenía sus propios motivos para no perder la moral. Frente a él, 12.000 hombres del Ejército y la Marina argentinos, aislados excepto por el par de contenedores que los transportes Hércules acertaban a transportar cada noche desde el continente. 

 
Marine, 40 Commando, Islas Malvinas, Mayo de 1982. 

El brigadier Thompson decidió que era imprescindible cerrar la bolsa en que yacía el enemigo lo antes posible, confinándolo a los alrededores de Puerto Argentino, atrapándolo entre sus propias fuerzas y el mar dominado por la Royal Navy. El primer punto de ataque resultaba, pues, evidente; y ya durante las primeras inserciones lo tuvieron en cuenta. El lugar sería Goose Green (Pradera del Ganso). Si las fuerzas del 2º Batallón de Paracaidistas, comandado por H. Jones insertadas en Darwin lograban tomar esta posición, las fuerzas argentinas quedarían rodeadas en la mitad norte de la Isla Soledad, al otro lado de las montañas, y él tendría acceso a un corredor costero hacia el océano. La primera batalla terrestre de la Guerra de las Malvinas sólo podía ocurrir en la Pradera del Ganso. 

 
Soldado Gurka, 7º de Gurkas,  Islas Malvinas, 1982. 

Poco después de la medianoche del 28 de mayo de 1982 el 2º Batallón Paracaidista, partió del lado occidental del extremo norte del istmo que divide la Isla Soledad en dos. Las Compañías B y D penetraron en el istmo, mientras que la A se situó al este. La compañía A iniciaría el ataque desde allí, tomando Burntside House sin hallar presencia argentina. A las 03:30, las compañías B y D se dirigieron a la posición Colina Boca (Boca Hill). De pronto, recibieron densas ráfagas de fuego enemigo. La batalla de Pradera del Ganso había comenzado. Mientras tanto, la compañía A del mayor Dair Farrar-Hockley siguió su camino hacia el sur para encontrarse con una sección del 25º Regimiento de Infantería en la colina Darwin. Los argentinos detuvieron el avance de la compañía A pese a sufrir severas pérdidas que incluyeron a su comandante, el teniente Roberto Nestor Estévez, aunque combatió con un valor temerario que lo hizo famoso entre los soldados. El ataque británico había sido detenido. 

 
Tripulante tanque Blue and Royal,  Islas Malvinas, Mayo de 1982. 

jueves, 10 de octubre de 2013

Pictorial: Banderas

Banderas

Pictorial de banderas capturadas y nacionales en las Malvinas.


Infantes del EA con la Union Jack


Infantes del EA capturan un bandera británica

Izamiento de la Bandera Argentina antes de la rendición el 2 de Abril

Bandera capturada por la IMARA
 
Fuerzas del GOES de la FAA posan con una bandera capturada
 
Infantes argentinos en Goose Green con la bandera argentina
 
Izamiento de la bandera en Abril de 1982
 
Bandera capturada por la IMARA
 
Bandera de las Falklands Islands Defense Force
 
Prontos a izar la bandera el 2 de Abril
 
Nuevamente el 2 de Abril
 
Soldado argentino con un metralleta Halcón desenvuelve la bandera capturada
 
El 2 de Abril
 
Operadores de la APBT muestran la bandera capturada en la recuperación
 
Infante muestra orgulloso su trofeo
 
Bandera capturada por la IMARA en el museo
 
La tripulación del TC-63 muestra la enseña británica capturada

Izamiento el 2 de Abril, apenas recuperadas las islas