jueves, 23 de junio de 2016

Owen Crippa recuerda su inolvidable 21 de Mayo

Malvinas: el otro vuelo de un halcón


Autor de una maniobra en combate única. Estuvo en la región y habló sobre la “desmalvinización”

Federico Aríngoli
federico@rionegro.com.ar
Río Negro





“Fui a dar una charla a un colegio y me dijeron: ‘No vaya a hacer una apología de la guerra’. Estamos locos si alguien que estuvo en la guerra va a venir a hacer una apología de la guerra. Nadie mejor que el que la sufrió para decir: muchachos si la podemos solucionar de otra manera, mejor”.

La reflexión sale de Owen Crippa quien tiene (entre otras condecoraciones) la Cruz al Heroico Valor en Combate por realizar, con un avión liviano (AerMacchi MB339), un ataque aéreo que se estudia en todo el mundo y que sirvió para que Argentina pueda repeler el desembarco de la flota inglesa en la bahía de San Carlos, el 21 de mayo de 1982.

Hace unos días estuvo en la región contando sobre lo que fue Malvinas pero, fundamentalmente, buscando dejar un mensaje “para que nos volvamos a encontrar los argentinos”.

P- ¿Cómo fue el pos-Malvinas?

R- Para los veteranos fue espantoso. Un desentendimiento total no solamente de las organizaciones militares y las políticas, sino de la sociedad en general. Toda la prensa, buenos periodistas y buenas personas, se dejaron llevar por la propaganda inglesa y hasta hoy escucho que hay periodistas que utilizan los tips que dejó la publicidad inglesa.

P- Qué es la “publicidad inglesa”.

R- Cuando (Winston) Churchill (nieto) dice: “Hay que revolcarlos en el barro de la humillación”. Los ingleses no son improvisados. Tienen bien claro que fue una guerra de interés geopolítico para la OTAN. A tal punto que un historiador llama a la guerra de Malvinas como la última batalla de la Segunda Guerra Mundial, porque si hacés un análisis global rápido te das cuenta de que en esa época hay cambios en el orden mundial.

P- ¿Fue el mensaje de los chicos con hambre y frío?

R- Entró ese mensaje. Los pobres chicos que no tenían nada. Los soldaditos explotados por la dictadura. Y hubo de todo. Hubo comportamientos excelsos y hubo basuras, pero la guerra es así.

P-: ¿Pero cómo llegaron?

R- Los pilotos llegamos bien. Estábamos a nivel de cualquier piloto de cualquier país del mundo.

P- ¿Y en tecnología?

R- Los (aviones) Super Etendard no los tenía nadie en el mundo. Tenían un sistema de misil inteligente que nunca se había aprobado en el mundo. Lo habíamos pagado a Francia pero los técnicos no bien empezó la guerra se vuelven a su país. Cuando empieza la guerra los ingleses le preguntan a los franceses, esto nos lo cuentan ellos: ¿Ustedes les habilitaron los sistemas de armas de los Super Etendard? No. ¿Ustedes piensan que los van a poder poner en funcionamiento? No. Cuando se produce el hundimiento del Sheffield, tuvieron conciencia de que los argentinos no somos tan incapaces.

P- ¿Hubo algunos cambios en estos años?

R- Sí, gracias al trabajo de los veteranos, que se fueron organizando pese a todos los contratiempos. También a la gente que nos acompaña y nos apoya. Todavía hay algunos gobernantes que vienen a sacarse la foto el 2 de abril y después desaparecen.

P- ¿Se superó lo que llaman desmalvinización?

R- El tema de la desmalvinización, donde se busca mezclar todo, es que no nos damos cuenta de que los últimos 60 años a esta parte los hemos gastado en peleas internas y discusiones estériles. Peleándonos entre nosotros y dejándonos llevar por esta publicidad inglesa que viene desde el inicio de nuestro país. Como veteranos nos planteamos varios objetivos y uno de ellos es tratar de llevar un mensaje para que nos volvamos a encontrar los argentinos. Yo jamás hablé de desmalvinización, yo hablé de desargentinización.


P- Contabas que tienen relación con veteranos ingleses. Cómo surge.

R- Las primeras entrevistas que a mí me hicieron después de la guerra, ya estando retirado, no me las hicieron periodistas argentinos, vinieron periodistas ingleses. Eso te da la pauta de la importancia que le daban en el extranjero.

P- ¿Y cómo ven la guerra?

R- El piloto al que yo no le tiro, le apunto y después decido ir por un buque, cuando lo vi por primera vez me dice: “Tomaste una muy buena decisión (risas)”. Él me decía que estaba en el Mar del Norte y de imprevisto lo llevan a Inglaterra y de ahí a Malvinas. Me dice que no sabía dónde estaba. Pero contaban el apoyo de la OTAN.

P- ¿Volviste a Malvinas?

R- No quiero ir porque no quiero que firmen un pasaporte como si entrara a un país extranjero. No quiero que jamás un inglés diga: “Sí, usted reconoció que las Malvinas son inglesas”. No quiero. Los ingleses son muy taimados. Son hábiles. Piensan a 100 años y sus organizaciones y estrategias están pensadas a 100 años.

La actualidad de los veteranos

P- Decís que hay discriminación para los veteranos, por qué.

R- Por ley discriminan. Estos días que yo estuve acá y que siempre aprovecho para reunirme con veteranos. Analizo la ley de Río Negro y digo pucha, están discriminando a los oficiales y a los suboficiales. Y es terrible. No se dan cuenta que Río Negro la mayoría de sus muertos son oficiales y suboficiales. Y que, por ejemplo, tienen uno de los pilotos de combate más destacado de la Argentina que nació en Bariloche: Carlos Carvallo.

Por eso te digo hay que trabajar, hay que cambiar la manera de pensar. Por ejemplo en Santa Fe conseguimos una atención de trabajo para que puedan desarrollarse. Se logró que todos los veteranos de Santa Fe tengan, por lo menos, asistencia médica. En la provincia no tuvimos ningún suicidado post Malvinas y tiene 800 veteranos.

Una maniobra única


P- Cómo fue aquel 21 de mayo.

R- Yo salí ese día a atacar. Yo sabía que me iba a encontrar con buques, los que me mandan me dicen que no me iba a encontrar con buques. Pero una maniobra de desembarco anfibio implica un apoyo logístico importante. No se puede hacer esa maniobra sin barcos. Es una maniobra muy compleja y muy grande.

A tal punto que no me dejan armarme completo. Yo tenía cañones y cohetes. Lindo poder de fuego, pero no son para hundir un buque. Son para hacer daños menores, dejarlo fuera de servicio. Si con bombas, pero no me dejan que yo saque mis coheteras y ponga bombas. No me dejan.

Y me dicen que le tire a lanchones y helicópteros.

De hecho ni bien despego veo adelante un combate con un helicóptero quemándose y otro huyendo. Sospecho que eran propios y no les tiro, gracias a dios, porque eran propios.

P- ¿Es normal que salieras solo?

R- No, es anti doctrinario. Nunca se concibe la operación de un avión de combate en solitario. Siempre, mínimo son dos.

Qué pasa, nosotros (en ese sector) teníamos solamente dos aviones y uno había quedado sin servicio la tarde anterior porque cuando venían aterrizando y los Harriers nos venían persiguiendo, ametrallan y uno se va de pista con un impacto con una cubierta.

Es noche, el 20, nos quedamos trabajando en el medio de la nada, en el barro y entre las pierdas. Llovizna, viento, con linternas, pocas herramientas, un equipo de cuatro personas.

Terminamos como a las 12 de la noche y teníamos que caminar entre medio de las trincheras cuatro o cinco kilómetros.

Cuando llegamos al refugio y entramos sin santo y seña, nos podría haber matado nuestra propia infantería, nos encontramos con la noticia de que Esteban, que lo había mandado (Mohamed Alí) Saineldin, como observador de la zona de San Carlos, avisaba que veían entrar buques ingleses. Entrada la madrugada avisa que entra en combate con helicópteros ingleses y que se empieza a replegar. Después se perdió comunicación. Había que salir urgente.

Primero nos piden que les demos apoyo aéreo cercano, les explico que era imposible porque yo corría riesgo de matar a mi propia gente. Era mi especialidad, yo era especialista en ese tipo de ataque. Sabía que en esas condiciones no se podía hacer.

Me opongo. Me dicen que salga para ver qué pasaba y que tire solamente a lanchones y helicópteros. Pero que era prioritaria la información.

Salgo. Cuando quiero entrar a la bahía me encuentro con niebla. No puedo entrar, giro hacia el norte, pensando que me iba encontrar con los barcos mar afuera.

Salgo mar afuera y no encuentro ningún buque y pienso que era raro si hacían un desembarco, que no se vieran. Me confunde una roca que está en mar, que se llama roca Punta Remolinos, una piedra muy filosa que de lejos parece el perfil de un barco. Primero me confunde, voy volando y me doy cuenta que es una piedra, empiezo a entrar por el estrecho.

En esa parte, al norte el estrecho tiene 3 o 4 kilómetros, ni bien entro al estrecho veo sobre la otra costa veo un barco inglés, sigo y veo otro, pero de repente aparece un helicóptero en vuelo estacionario en la boca de la bahía. Yo no veía adentro de la bahía. Volaba pegado para que no me detecten los ingleses, entonces me preparo para atacar ese helicóptero. Apunto. Era como tirarle al blanco y cuando me desprendo de la loma ya veo muchos busques. Pero como ya estaba yendo en ascenso para tirarle al helicóptero, pienso que era más redituable dejar fuera de servicio un buque que derribar un helicóptero.

Pensá que yo estaba a 300 metros del helicóptero y volando a 600 km por hora. Asique entre que miro, tomo la decisión y giro, el avión mío avanzó mucho y la inercia me llevo a pocos metros del helicóptero. Ya con mi avión a 90 grados, veo el gesto del piloto que me ve, te lo juro. Hasta me sonrió y pienso “Dios no quiso que sea tu día”. Termino la maniobra y me enfrasco en atacar al primer buque.

Como nuestros aviones son convencionales, viste que a veces se escucha decir “eran suicidas los pilotos argentinos porque pasaban rozando arriba de los buques”. No hay otra forma de atacar con un avión convencional. Así ataques un buque, un tanque o un puente, tenés que pasar por arriba. No hay otra forma. Son bombas por gravedad, no guiadas.

Asi que le empiezo a tirar a un cañón. Vuela el cañón. Después de años me entero que ahí hubo dos ingleses heridos. Y ya empiezo a tirar a lo que nosotros llamamos arboladura, que son las antenas de radar, radios, equipos y la zona del puente de comando donde está el comándate con su equipo. Tiro y me encuentro que tengo que recuperar para no chocar las antenas. Ahí veo que está lleno de barcos adelante.

Que pienso, si yo ataco y después giro, quedo a merced del ataque de los otros buques. Un festival. Me bajaban como una palomita. Entonces se me ocurre meterme entre todos ellos.

La pensé ahí, pero no es una cuestión de valentía, es una cuestión supervivencia. Yo lo hice porque dije es la única forma de que yo salga de este infierno. Si hubiese hecho lo otro en vez de 623 muertos, hoy había 624. Y Dios quiso que saliera bien.

Fui escapando entre los barcos y yo sabía que cuando pasara el último me iban a tirar con todo, pero había un istmo que separaba a otra bahía. Y digo, listo cuando llego acá van a ser unos minutos que me van a tirar con todo, pero yo salto al otro lado y por lo menos pongo entre el avión y los barcos, un pedazo de tierra.

En esa última parte yo iba volando con mi mano en el bastón y con la otra en el accionador del asiento eyectable. Yo sabía que si me impactaban ahí yo no iba a tener tiempo para hacer otra cosa.

Cuando toco tierra, veo que el Fairline me tira un misil. Hago la maniobra de desenganche de misil tradicional. Vuelvo y salto al otro lado. Cuando llego al otro lado, que era la bahía de Ruiz Puente, me encuentro con más buques ingleses. Ya para esto la tierra abajo mío hervía de tiros.

Y fue saltando así y Dios quiso que no me toque ni una esquirla. Y antes de volver pienso, si vuelvo y digo que había muchos buques me van a decir “está bien Owen eran cuatro o cinco”. Y era lógico que lo piensen así porque si me hubiesen dicho a mí que ahí había más de cuatro o cinco buques yo les decía que estaban locos.

Asique gire, volví a otra posición mas arriba, y dibuje en mi anotador de rodilla la costa y fui posicionando los buques como estaban. Posicioné 13, en realidad había más, pero con eso volví a Puerto Argentino. Y atrás mío se largó todo el ataque que fue terrible, la tierra temblaba a kilómetros.

P- ¿Volviste a salir?

R- No me dejaron salir.

“Cuando llego al otro lado, que era la bahía de Ruiz Puente, me encuentro con más buques ingleses. Ya para esto la tierra abajo mío hervía de tiros”.
Crippa salió en solitario a hacer un relevamiento y se encontró con un desembarco. Atacó, escapó entre fuego enemigo y regresó con información.

Perfil de un aviador

Del campo a los cielos
Nació en 1951 en Colonia San Rafael, al norte de Santa Fe.
En 1969 entró a la Escuela Naval y 1975 fue trasladado a Trelew.
Fue el único que pasó de “exploración y guerra antisubmarinas” a “caza y combate”.
Estuvo 15 años en servicio y ahora vive en Sunchales.

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