Guerra de las Malvinas: la confrontación aeronaval en gráficos
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La Guerra de las Malvinas, que tuvo lugar en 1982 entre Argentina e Inglaterra, ha puesto de relieve la importancia y la interdependencia del poder naval y fuerza aérea.
Se ha demostrado que los buques de guerra y aviones de ataque tienen ventajas y desventajas en el cumplimiento de sus misiones, los buques que navegan a 500 millas por día y de aviones de ataque a 500 millas por hora, pero mientras la aeronave sólo podría cumplir sus misiones en período de horas, barcos y submarinos permanecieron en la zona de conflicto por semanas.
La superioridad naval de Inglaterra se mantuvo casi en jaque por la fuerza aérea argentina, pero la compañía de aviación británica aseguró la superioridad aérea, incluso con aviones de combate subsónicos (Sea Harrier) frente a los aviones supersónicos (Mirage Dagger). Una vez más, el portaaviones jugado un papel decisivo en la historia y poco, el argentino portaaviones 25 de Mayo, no para atacar el cuerpo principal de la Fuerza de Tareas británica.
El mejor entrenamiento de los pilotos británicos y sus armas (misiles aire-aire AIM-9L Sidewinder) permitió 21 derribos en combate aéreo.
Los submarinos nucleares de la Marina Real, a su vez, se aseguraron la zona de exclusión alrededor de las Islas Malvinas y de la Armada Argentina vio obligado a refugiarse en los puertos, después del hundimiento del crucero General Belgrano.
El único barco argentino a operar hasta el final del conflicto fue el submarino IKL-209 ARA San Luis, que fue perseguido sistemáticamente por los buques y aviones de patrulla británicos, pero sin éxito.
El misil antibuque AM39 Exocet resultó un activo determinante en el conflicto, y si los argentinos tenían más misiles disponibles, el conflicto podría haber tomado un rumbo diferente.
ARTE: Planeman
Poder Naval
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