sábado, 10 de mayo de 2025

El Himno que sonó en el Canberra

"¡De pie soldados, están tocando el Himno!": el héroe y pianista de Malvinas que, prisionero de los ingleses, ejecutó la canción patria para sus compañeros

La guerra había terminado. Doscientos combatientes regresaban al continente como prisioneros en el buque británico Canberra. Y fue cuando ocurrió: de pronto sonaron los acordes del Himno Nacional. La historia de los héroes que, aun derrotados, nunca se dieron por vencidos

Por Adrián Pignatelli || Infobae



La capitulación: luego de 74 días, llegó el final de la guerra de 1982. Los soldados argentinos fueron tomados como prisioneros y enviados al continente en buques de la Armada Real británica

Elías Risman había sufrido en carne propia los rigores de los progroms zaristas, en su Ucrania natal. Su vocación siempre había sido la música, tocaba el clarinete cuando podía porque hasta eso era mal visto. Por eso, años después, ya establecido en la Argentina, cuando vio que su nieto Sergio tenía un talento innato, le regaló un piano.

De esta forma, Sergio Ariel Vainroj, de entonces 14 años, nacido y criado en Castelar, ingresó al Conservatorio de Música Alberto Ginastera de Morón, donde llegó a estudiar piano con el maestro Néstor Zulueta.

Tenía un instrumento con el que practicar: era un Crown, un modelo fabricado en Estados Unidos, pero no muy popular en nuestro país, al que habían llegado muy pocos. Deseaba ser pianista y organista.

Nunca imaginó que una guerra iba a transformar esa vocación en un momento único, en la emoción de 200 soldados que regresaban como prisioneros en un buque enemigo.

Con la música a la guerra

Vainroj se había incorporado al servicio militar en 1981, que lo cumpliría en el Regimiento de Infantería 3, que entonces tenía sus cuarteles en La Tablada. "Intenté acercarme a la banda del Regimiento, pero ya todos los puestos estaban ocupados", explicó cuando Infobae le preguntó si había tenido la posibilidad de seguir como músico en el año que pasó bajo bandera. Fue designado apuntador de FAP en la Compañía C "Ituzaingó".

"Cuando se produjo la movilización al sur, no sabíamos a dónde íbamos. Nos lo dijeron cuando el avión estaba aterrizando en las Islas Malvinas". Integró el grupo de Logística del Regimiento, dentro de la Compañía Comando y Servicios, junto a dos soldados, que terminarían siendo amigos inseparables: Carlos Alberto Sabin y Claudio Alejandro Szpin.

Sergio estuvo en las islas cerca de Puerto Argentino. Primero, en las inmediaciones del aeropuerto -blanco de los bombardeos británicos- y luego a escasos metros de donde funcionaba un radar de la Fuerza Aérea, pieza muy buscada por los ingleses

En las islas, siempre estuvo en Puerto Argentino, en distintos puntos. Primero, en una posición cercana al aeropuerto, luego cerca de la casa del gobernador y por último, ocupaban un galpón a escasos metros de donde funcionaba el radar de la Fuerza Aérea, un blanco muy buscado por los aviones británicos.

Vainroj recuerda cuando el radar fue destruido. "Fue a las 5 o 6 de la mañana del 3 de junio, cuando apareció fuera del alcance del radar un avión Vulcan, dejó caer dos bombas: una impactó en una casa y la otra cercana al radar. Nosotros estábamos dentro del galpón, fue como un terremoto".

El joven soldado había llevado una flauta dulce, que tenía desde que había sido incorporado. Uno de sus compañeros, Carlos Sabin (que fallecería en un accidente de tránsito en 2003) siempre le pedía que tocase la canción de la banda de sonido de la película La última nieve de primavera. "No importaba dónde estábamos, una vez me pidió que la tocara mientras nos cubríamos de las explosiones dentro del pozo de zorro", contó.

La partitura

Vainroj llevó la música a las islas. En una oportunidad, estando de guardia, había comenzado a escribir en hojas pentagramadas la Suite Inglesa N° 3 de Juan Sebastián Bach, de quien es admirador. "Es que los músicos llevamos la música en la cabeza -explica- y estando absorto en el trabajo, dibujando las líneas del pentagrama, ayudándome con un cargador, me sorprendió el teniente José Luis Dobroevic, de la Compañía A del Regimiento 3″.

-¿Qué tiene ahí, soldado? -preguntó el oficial.

-Hojas de música, mi teniente -respondió Vainroj.

La partitura que Sergio Ariel Vainroj dibujó en Malvinas

El oficial, luego de echarle un vistazo a los papeles, le dijo: "Muy bien, siga nomás". Hace tres años, en un asado que se reunieron miembros de la Compañía C, alguien invitó a Dobroevic, y Vainroj le preguntó si recordaba esa situación vivida durante la guerra. "Claro que me acuerdo; ¿sabe por qué no lo castigué? Porque me había hecho acordar a mi hermana, que también estudiaba piano". Hoy, el entonces conscripto conserva esa partitura, debidamente enmarcada.

"¡De pie! ¡Están tocando el himno!"

La guerra había terminado. Las cruentas batallas finales habían dejado los campos de combate cubiertos de cuerpos y sangre. Los argentinos habían luchado con fiereza. Pero llegó el final. El 14 de junio de 1982 el general Mario Benjamín Menéndez firmó la capitulación ante el general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas británicas.

Imagen de la rendición de Malvinas: los soldados fueron despojados de sus armas y sus pertenencias. la guerra dejó 649 muertos argentinos, 255 soldados británicos y 3 isleños

Los soldados fueron tomados prisioneros. Antes de subir a los lanchones que los llevarían a los barcos para trasladarlos al continente, los marines ingleses los revisaron. Los despojaron de sus armas, los elementos cortantes, cordones y hasta cigarrillos. A Vainroj quisieron quitarle la flauta que llevaba en el bolsillo de su pantalón. En su inglés básico, pidió "this is a flute, no, please". Y así pudo conservarla.

Junto a cientos de soldados fue embarcado en la mañana del 17 de junio, en el Canberra, un transatlántico adaptado para el transporte de tropas. En un primer momento, Vainroj fue uno de los 200 argentinos a los que ubicaron en el salón "Meridian".

"Recuerdo que estábamos todos en silencio, relajados, un poco gracias a la tibia calefacción. Después del frío que tuvimos que soportar, eso fue un bálsamo". Le dieron de comer un café con leche, un pan, una feta de salchichón con arroz y una galleta de maizena.

El buque Canberra, un trasatlántico acondicionado para llevar tropas durante la guerra de Malvinas

En un momento, uno de sus compañeros le advirtió. "Che, mirá, ahí hay un piano". Estaba contra la pared del salón, Vainroj no puede recordar la marca.

"Andá a tocarlo", lo alentaron. "Imposible, somos prisioneros de los ingleses. Pero qué ganas que tengo…". "Dale, andá, andá", le insistieron.

Y fue. Se acercó al soldado paracaidista que estaba apoyado en el instrumento y le dijo en un inglés rudimentario "I play the piano", a lo que el inglés le respondió "ok", y levantó la tapa que cubría el teclado.

En el libro A very strange way to go to war: the Canberra in the Falklands (Una forma muy extraña de ir a la guerra: el Canberra en Malvinas), de Andrew Vine, se describe ese momento único e inesperado. El inglés, que autorizó el pedido, reparó en el prisionero sucio que olía a turba, cuyo nerviosismo había desaparecido al ver el piano. Vainroj se sentó en la banqueta, se frotó las manos y flexionó sus dedos, haciéndolos sonar.

Vainroj interpretando la canción patria para un grupo de veteranos de guerra

"Recuerdo que interpreté obras de Bach, también Adiós Nonino y hasta Let it be, de Los Beatles, provocando que los ingleses comenzaran a tararearla en voz baja". Los argentinos rodeaban en silencio al pianista y los marines de la Royal Army sonreían y hasta se mostraban complacidos.

Hasta que su amigo Claudio Szpin le sugirió: "¡Tocate el Himno!". Enseguida otros se sumaron con el mismo pedido.

Cuando había comenzado a ejecutar la introducción de la canción patria, un oficial argentino gritó:

-Soldados, de pie, ¿no escuchan el Himno?

Como si hubiesen sido un solo hombre, los 200 se pararon. "Los ingleses no comprendían qué era lo que estaba pasando, y nosotros no sabíamos si habían reconocido al Himno". El clima en el Canberra cambió. Los británicos habían sentido el impacto de ver a los soldados de pie y erguidos en sus uniformes manchados de tierra, sudor y guerra.

Alterados, los oficiales comenzaron a gritar: "Sit down, sit down!". Y llamaron refuerzos, que fueron llegando de distintos pasillos del barco. "El inglés que me había abierto la tapa del piano, me tomó de uno de mis brazos y me hizo volar por los aires y terminé cayendo sobre mis compañeros", contó Sergio.

"Luego, nos distribuyeron en distintos camarotes. Sólo salíamos una vez por día a caminar por cubierta y así se repitió la rutina hasta llegar a Puerto Madryn. Durante el viaje, no volví a cruzarme con el piano".

El veterano se emociona, 37 años después de aquel instante único: "Nunca olvidaré la emoción que sentí al tocar el Himno como prisionero en el buque inglés".

Un piano para los veteranos

Con esfuerzo, y con las mismas dificultades que enfrentaron tantos veteranos para encontrar su lugar en la sociedad, Vainroj continuó estudiando música. En 1989 recibió una beca para estudiar Composición y Dirección Orquestal en Jerusalem y posteriormente continuó sus estudios en el Departamento de Artes Musicales y Sonoras del IUNA. Desde 1987 se desempeña como docente y está en pareja.

A partir de aquella tarde en el Canberra, elaboró un interesante trabajo sobre la interpretación musical del Himno Nacional Argentino en la escuela secundaria básica y su posible conversión en herramienta didáctica. Según Vainroj, es una resignificación del Himno como símbolo patrio sustentada en el conflicto bélico del Atlántico Sur.

Vainroj en la actualidad: “Nunca olvidaré aquel día en que toqué unas estrofas del Himno Nacional como prisionero de los ingleses”, se emociona

Tiempo atrás se había impuesto otro mandato: conseguir un piano para instalarlo en el Centro de Veteranos de Morón, al que concurre habitualmente. La búsqueda del instrumento no fue fácil, especialmente por el presupuesto con el que contaba. Hasta que "el milagro" ocurrió. Una señora, que debía desocupar su casa, vendía el mismo modelo de piano que su abuelo le había regalado a los 14 años, y que la familia por apremios económicos había tenido que desprenderse.

El dato se lo dio un afinador, que resultó ser el mismo hombre que le había vendido el piano a su abuelo. El destino una vez más unía las piezas, como si un hilo invisible guiara su historia. Así, logró lo que había buscado durante tanto tiempo y el Centro de Veteranos finalmente tendrá su piano.

Allí, seguramente, Vainroj volverá a interpretar los acordes del Himno Nacional. Con la misma emoción que lo hizo en el Canberra aquella tarde como prisionero. Y que le sirvió para demostrar que, si bien en la guerra habían sido derrotados, ellos no estaban vencidos.




domingo, 4 de mayo de 2025

Kosovo se une a las fuerzas del Mal

Hora de empezar a pedir en la ONU que Kosovo vuelva a ser parte de Serbia

Kosovo enviará tropas a las Malvinas como parte de un acuerdo con el Reino Unido





📌 La Asamblea Legislativa de Kosovo aprobó por unanimidad un acuerdo de defensa que permitirá a su Fuerza de Seguridad (KSF) integrarse a la compañía de infantería británica desplegada en las Islas Malvinas.

🪖 Actualmente, las islas cuentan con presencia del 2° Regimiento de Fusileros Reales Gurkha, recientemente partícipes del ejercicio “Cabo Kukri”. Con este nuevo acuerdo, Londres incorpora personal kosovar a su rotación militar en el Atlántico Sur.

⚠️ El pacto refuerza la estrategia del Reino Unido de consolidar su ocupación en las Malvinas mediante alianzas militares con países alineados a la OTAN, en contradicción con el reclamo argentino de soberanía y las resoluciones de la ONU sobre descolonización.

✍️ Argentina continúa reclamando por vías diplomáticas la recuperación de las islas, en defensa de su integridad territorial.

viernes, 2 de mayo de 2025

Operación Fingent: Reino Unido "vende" radar a Chile para espiar los vuelos argentinos

Operación Fingent: el radar que los británicos vendieron a Chile para espiar los movimientos argentinos en la Guerra de Malvinas

Gran Bretaña, a las apuradas, diseñó planes para poder detectar a los aviones que despegaban de las bases aéreas continentales argentinas

Por Mariano P. Sciaroni || Infobae





Al partir la flota británica con rumbo a Malvinas, el alto mando británico sabía que tendría un grave problema si se enfrentaba con la Fuerza Aérea y la Aviación Naval de Argentina. La Marina Real estaba pensada, en ese momento, para operar en el Atlántico Norte bajo una cobertura aérea y de alerta temprana que sería proporcionada tanto por la fuerza aérea británica (la RAF, por sus siglas en inglés) como por la armada de los Estados Unidos.

Si operaba fuera de esa zona con un limitado número de aviones embarcados en los portaaviones Invincible y Hermes, carecería del preaviso necesario para poder preparar los misiles y ubicar a los interceptores que harían frente a la amenaza aérea.

Sin esa anticipación, cada ataque argentino sería entonces una sorpresa que sería detectado a escasas millas de su objetivo. Algo que los británicos no podían permitirse.
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Por tanto, a las apuradas, se diseñaron planes para poder detectar a los aviones que despegaban de las bases aéreas continentales argentinas. La idea detrás de esto era que ningún avión podría despegar desde Argentina sin que pudiera ser visto y, entonces, la flota británica tendría 45 minutos de preaviso de un ataque aéreo. Tiempo suficiente para dar la "Alerta Amarilla" de aviones en el aire y prepararse para las bombas o misiles.

En primer lugar, se desplegarían tropas especiales en el continente (posiblemente del afamado Special Air Service), para reportar movimientos en las bases de Río Grande, Río Gallegos y Comodoro Rivadavia (en el marco de la llamada "Operación Shutter"; los comandos estuvieron apenas desde fines de mayo a principios de junio y es una incógnita cómo llegaron hasta allí o cómo salieron, en tanto la información sobre el asunto sigue siendo secreta).



Base Aeronaval “Almirante Hermes Quijada” en Río Grande, Tierra del Fuego, durante la guerra

También, se pensó, submarinos nucleares se acercarían a las costas argentinas, para reportar movimientos aéreos, que detectarían con su periscopio o sus equipos de vigilancia electrónica.

Por último, se coordinó con la amigable Fuerza Aérea de Chile que su radar Thomson-CSF, que se encontraba ubicado en las cercanías de Punta Arenas, daría alertas por despegues desde Ushuaia, Río Grande y Río Gallegos.
Sin embargo, quedaba una gran zona sin poder ser vigilada por radar: toda la provincia de Chubut y la base de Comodoro Rivadavia. Eso era un problema.

Por suerte para los británicos, el Wing Commander Sidney Edwards, el delegado de la fuerza aérea británica en Chile, ya había obtenido del General Fernando Matthei, el comandante de la Fuerza Aérea de Chile, "carta blanca" para avanzar en la solución de ese tipo de inconvenientes.

Pero los chilenos no tenían un radar allí, ni disponían de un radar móvil.

Así que, para superar el problema los ingleses tenían que venderles un radar en forma urgente. Rápidamente se convino la operación: el precio fue inferior a una libra esterlina (y, por el mismo precio se llevaron también seis aviones de caza Hawker Hunter, tres bombarderos Canberra y misiles antiaéreos). Toda una fuerza aérea por menos de 60 pesos al cambio actual.

Con la autorización política, llegaron los movimientos militares. La llamada "Operación Fingent", entonces, se diseñaba y tomaba forma. Se decidió que el radar a transferir (o, mejor dicho, vender) sería un equipo transportable Marconi S259, que pertenecía a la Reserva Móvil de la fuerza aérea británica.


Un radar S259 operando en la base RAF Saxa Vord en los años 70 en las islas Shetland, al Norte de Escocia. Posiblemente este mismo radar haya sido el vendido a Chile en 1982

El mismo iría acompañado por un "equipo de ventas" que no sería otra cosa que militares británicos de la Real Fuerza Aérea vestidos de civil, los cuales operarían el radar y entrenarían a los supuestos nuevos "dueños".

Este "equipo de ventas" estaría compuesto de cuatro oficiales y siete suboficiales, los cuales no portarían armas y, formalmente, estarían trabajando para las fuerzas armadas chilenas. Se les recomendó que compraran ropa de calle abrigada y que tuvieran sus pasaportes en regla. Asimismo, se les informó que su misión era absolutamente secreta y que debían comportarse todo el tiempo como contratistas civiles.

No podían hablar de este tema con absolutamente nadie, ni en Gran Bretaña ni en Chile.

El lugar de emplazamiento, finalmente, lo decidió el General Matthei: estaría en Balmaceda, a la altura de Comodoro Rivadavia y sería protegido por el Ejército de Chile. Un buen lugar para poder controlar a los movimientos argentinos.

Con la misión en mente, partía el 5 de mayo de 1982, cargado con el radar y los hombres un avión Boeing 747 de la aerolínea Flying Tigers desde la base RAF Brize Norton (no tan lejos de Londres), hacia Santiago de Chile. El trayecto sería vía San Juan de Puerto Rico, por lo que fue un largo vuelo.

Apenas aterrizado, hizo su aparición un avión militar de transporte del modelo Hércules C-130, que los llevaría finalmente hasta su destino. El problema es que este avión llevaba un camuflaje muy parecido a los aviones británicos y en su fuselaje estaba pintado FUERZA AREA (no AÉREA) DE CHILE. Es decir, era un avión británico.

Un avión británico, llevando militares británicos y un radar británico a pocos kilómetros de la frontera argentina.


Un C-130 Hércules de Chile y otro de la fuerza aérea británica (la RAF, por sus siglas en inglés) esperan en plataforma, fotografiados desde un VC.10 también de la RAF. La foto fue tomada el 24 de abril de 1982 en la Isla de Pascua (Chile)

Poco después, el radar llegaba a su destino final y era rápidamente instalado. Los británicos le dieron buen uso, mientras que las tropas chilenas custodiaban la zona para evitar cualquier problema.

La información que obtenía el radar se enviaba por medios seguros al cuartel general del servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile. Desde allí, un equipo especial británico que operaba un equipo de comunicación vía satélite lo enviaba a su flota.

Un sistema aceitado que terminó funcionando muy bien y que, como se explicó antes, también era integrado por reportes de comandos en tierra, otro radar y, por último, los submarinos nucleares cerca de la costa (por ejemplo, solo el submarino HMS Valiant, operando cerca de Río Grande, dio 300 alertas de aviones en el aire).

Cuando todo terminó, según explicaba el General Matthei, "nos quedamos con los radares, los misiles y los aviones, y ellos quedaron satisfechos por haber recibido a tiempo la información que necesitaban. Se acabó el negocio y a Sidney Edwards lo despidieron al día siguiente".

"Argentina tiene las espaldas bien cubiertas", decía poco tiempo antes Sergio Onofre Jarpa, embajador chileno en Buenos Aires. Una definición particular, teniendo en cuenta que, justamente en la mitad de la espalda argentina operaba un radar británico.

miércoles, 30 de abril de 2025

RN: Patrullajes de SSN británicos en las costas argentinas

Patrullajes británicos en Aguas Argentinas



 

Desde 1983 en adelante, la Marina Real británica llevó a cabo una serie de patrullas encubiertas de inteligencia submarina y vigilancia costera frente a Argentina, rastreando buques de guerra y monitoreando aeronaves. Después de que terminó la Guerra de las Malvinas, un submarino nuclear de la Marina Real (SSN) fue asignado como recurso a los comandantes del Reino Unido. En enero de 1983, este era el HMS VALIANT. La inteligencia indicaba que la amenaza estaba creciendo, y se envió al HMS OSIRIS para monitorear la costa y, si era posible, rastrear los submarinos argentinos Tipo 209 (SSK). El HMS OSIRIS se desplegó hacia el sur, entrando en el teatro de operaciones el 27 de febrero y realizando operaciones para monitorear el tráfico marítimo, construir un patrón de vida y rastrear la actividad marítima y aérea, mientras estaba entre 12 y 40 millas de la costa argentina. Se mantuvo ocupada y en alerta en todo momento. Operando frente a Mar del Plata, una base naval clave de Argentina, el OSIRIS operaba a la vista de la tierra, utilizando la costa argentina como referencia de navegación y teniendo a la vista edificios importantes.



En una ocasión, el OSIRIS rastreó activamente al rompehielos argentino Almirante Irízar (que aún está en servicio hoy en día), monitoreando su paso de forma encubierta y realizando operaciones de recolección de inteligencia. En otra ocasión, rastrearon a la corbeta A69 GUERRICO, con el barco en estado de alerta máxima cuando la pequeña fragata se acercó peligrosamente al OSIRIS, que la monitoreó y rastreó de manera encubierta. ¡Operar a la vista de buques de guerra argentinos era una jugada audaz! Se realizó una amplia vigilancia por radar aéreo, detectando aviones S2 Trackers y Skyhawks, lo que permitió a la Marina Real construir un sólido panorama de la actividad aérea argentina. El OSIRIS se dirigió hacia el sur y se unió al HMS VALIANT para realizar operaciones de vigilancia frente al sur de Argentina, aunque parece que había más objetivos de interés cerca de Mar del Plata. Los argentinos eran ajenos a los submarinos de la Marina Real espiando frente a su costa. Lamentablemente, los submarinos Tipo 209 no salieron al mar hasta que fue demasiado tarde, cuando el OSIRIS estaba a 250 millas de distancia, lo que indica una sólida capacidad de inteligencia ya en funcionamiento para monitorear los movimientos navales argentinos. Volvió nuevamente con un sonar remolcado para otra revisión. Estas patrullas continuaron hasta que quedó claro que no había amenaza, aunque los ministros decidieron mantener al OSIRIS en la zona durante los ejercicios argentinos en abril como una buena oportunidad de inteligencia. También surgió que en el aniversario del hundimiento del BELGRANO, había dos SSN en servicio. La Marina Real continuó realizando operaciones submarinas al menos el 50% del año frente a las Malvinas hasta la década de 1990, cuando el nivel de amenaza cambió y se redujeron los despliegues. El SSN estaba en estado de alerta con 14 días de antelación, pero las patrullas incluían "detección planificada" para mostrar presencia. El fin de la Guerra Fría marcó el fin de la presencia significativa de submarinos nucleares y convencionales de la Marina Real en la región, aunque es probable que algunos despliegues y visitas hayan ocurrido desde entonces. Afortunadamente, las mejores relaciones significan que la amenaza ahora es insignificante. Texto de Sir Humphrey, Traducio para Argentina At War. Fuente: Archivos Secretos de la Royal Navy.

lunes, 28 de abril de 2025

Dos lecciones de políticas y diplomáticas de Thatcher

Lecciones políticas y diplomáticas de la guerra de las Malvinas


Political and Diplomatic Lessons of the Falklands War (haga clic)
Ken Kotani



El documento que has proporcionado formula dos preguntas clave en la introducción que sirven de marco para su análisis. La primera pregunta es: "¿Hasta qué punto la administración de Margaret Thatcher estaba al tanto de la situación antes de la guerra?" y la segunda, "¿Cómo se llevó a cabo la diplomacia exterior y la conducción de la guerra por parte del gobierno de Thatcher?"

En cuanto a la primera cuestión, el documento aborda los debates sobre si la administración de Thatcher fue lo suficientemente consciente de la creciente crisis en las Malvinas antes del estallido del conflicto. Se hace una comparación entre las acciones de la administración de Thatcher en 1982 y la respuesta del gobierno de James Callaghan en 1977. En ese momento, Callaghan había enviado una flota británica en respuesta a la amenaza argentina sobre las Islas Sandwich del Sur, lo que marcó una notable diferencia en términos de prevención y anticipación. En cambio, el documento sugiere que la administración de Thatcher no mostró el mismo nivel de urgencia, permitiendo que la crisis escalara, culminando con la invasión argentina de las Malvinas. La investigación del Comité de las Islas Falkland, también conocido como Comité Franks, concluyó que no hubo negligencia por parte del gobierno de Thatcher, pero se reconoce que la inteligencia británica no previó la invasión argentina hasta que fue demasiado tarde​.

La segunda pregunta se centra en cómo el gobierno británico gestionó la crisis una vez que comenzó la guerra. El manejo de la diplomacia exterior fue decisivo para ganar apoyo internacional, particularmente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde la Resolución 502 fue aprobada dos días después de la invasión, exigiendo la retirada argentina. Este éxito diplomático se debió en gran parte a la habilidad de los diplomáticos británicos, como Anthony Parsons, quien trabajó incansablemente para consolidar el apoyo internacional a la causa británica. También fue crucial mantener buenas relaciones con Estados Unidos, que en ese momento era aliado de Argentina en la lucha contra el comunismo en América Latina, pero que finalmente brindó apoyo logístico a Gran Bretaña durante la guerra​​.

En términos de la conducción militar, se estableció un "Gabinete de Guerra" el 6 de abril de 1982, que asumió un papel central en la toma de decisiones rápidas y eficaces durante el conflicto. Este gabinete, aunque pequeño, estaba altamente influenciado por las preferencias de Thatcher. Durante los tres meses que duró la guerra, este cuerpo se reunió 67 veces, permitiendo una rápida toma de decisiones. Una de las decisiones más importantes fue la de imponer un bloqueo completo alrededor de las Malvinas el 30 de abril de 1982, una medida que implicaba un conflicto armado directo con Argentina. Posteriormente, se decidió realizar una operación anfibia para retomar las islas, que finalmente se ejecutó el 20 de mayo de ese año​.

En resumen, el documento destaca cómo la administración de Thatcher tuvo que reaccionar ante una situación que, en muchos aspectos, no había anticipado adecuadamente. Sin embargo, una vez iniciada la crisis, la administración manejó la guerra y la diplomacia con un enfoque decisivo y organizado, asegurando tanto el éxito militar como el apoyo internacional necesario para la recuperación de las Islas Malvinas.

 



sábado, 26 de abril de 2025

Historia alternativa: Cómo sería Gran Bretaña si no hubiese disputado la guerra

¿Cómo sería Gran Bretaña hoy si hubiéramos elegido seguir los caminos que no tomamos?


Martin Kettle || The Guardian



Una exposición en Berlín explora 14 historias alternativas para Alemania. Qué pena que no hagamos lo mismo

¿Qué podría haber pasado si Gran Bretaña hubiera… Pero, ¿adónde va ese pensamiento? Especialmente en tiempos tan sombríos como estos. Si tan solo hubiéramos votado en contra del Brexit, tal vez. O si hubiéramos estado mejor preparados para el Covid. Si hubiéramos enfrentado la crisis climática con más crueldad. La lista de momentos perdidos y de lo que podría haber sido en nuestro pasado reciente es abrumadoramente larga.

Pero recuerde siempre esto: los que podrían haber sido no siempre son opciones más benignas. Las oportunidades perdidas pueden parecer muy diferentes de la lista que complace al lector del Guardian que aparece arriba. Si tan solo Gran Bretaña… No se hubiera unido a la UE en primer lugar. No hubiera impuesto un confinamiento por el Covid en absoluto. Si hubiera enviado de vuelta a la generación Windrush. Si hubiera seguido extrayendo carbón para alimentar las centrales eléctricas.

Quienes ven una mano divina en los asuntos humanos no piensan mucho en una pregunta como: “¿Qué hubiera pasado si los acontecimientos hubieran sido diferentes?”. Los marxistas que ven la historia como el desarrollo de las leyes de hierro del materialismo dialéctico a veces piensan lo mismo. EP Thompson, el autor de The Making of the English Working Class, una vez descartó tales especulaciones como “mierda ahistórica”.

Thompson tenía razón, gloriosamente, en muchas cosas. Pero se equivocó en eso. La historia fue el futuro una vez. Su formación siempre es contingente, a veces por accidente, a veces por elecciones conscientes. Como dijo un amigo esta semana, es por eso que los diarios son tan esclarecedores para los historiadores, y ahora para los directores de investigación de Covid. Quienes los escriben no saben qué viene después. Están conduciendo sin luces hacia la oscuridad.

Es por eso que los ejercicios contrafácticos de “¿Qué hubiera pasado si…?” no son irrelevantes para la historia. Al contrario. Los contrafácticos son más que un juego. También pueden profundizar la historia. El historiador holandés Johan Huizinga lo expresó así: “El historiador debe situarse constantemente en un punto del pasado en el que los factores conocidos parezcan permitir resultados diferentes”. Lo mismo debe hacer el columnista de periódico.

Este verano, Berlín está organizando una exposición absorbente sobre este tema. Caminos no tomados, que se exhibe en el Museo de Historia Alemana hasta noviembre, ofrece una mirada sutil a algunos de los momentos cruciales que dieron forma a la historia alemana durante los últimos dos siglos. Se llega a cada etapa de la exposición sabiendo lo que realmente sucedió. Pero en cada caso, la exposición también invita a reflexionar sobre lo que podría haber sucedido en lugar de eso, pero no sucedió: los caminos no tomados.

Es una muestra enormemente imaginativa. Toma 14 momentos que importaron para Alemania, comenzando con el año en que cayó el Muro de Berlín, 1989, y luego avanza hacia atrás en una serie de episodios. Finalmente, llega al año revolucionario de 1848-9, cuando el parlamento de Frankfurt, elegido por los votantes varones en lo que entonces eran múltiples estados y reinos alemanes, intentó sin éxito crear una monarquía constitucional unificada con una carta de derechos fundamentales.

Para subrayar que siempre son posibles otros resultados, el tratamiento de 1989 es deliberadamente desinflante. Supongamos, pregunta, que los alemanes orientales hubieran decidido emular la represión de China del levantamiento de la Plaza de Tiananmen en el verano de 1989 y hubieran reprimido sus propias y florecientes protestas por la democracia. El líder de Alemania Oriental, Egon Krenz, fue a Pekín ese otoño para felicitar a los líderes chinos. La represión era una opción genuina cuando regresó. Casi sucedió.

Lo mismo sucedió con el intento de los años 1970 de derrocar la distensión diplomática de Willy Brandt con los vecinos orientales de Alemania Occidental. La exposición retrocede a través de la tentadora propuesta de Joseph Stalin de una Alemania reunificada pero neutral en 1952, a través de la posibilidad real de que la primera bomba nuclear no se lanzara sobre Hiroshima sino sobre Ludwigshafen en 1945, a través del fracaso del asesinato de Hitler, a través del ascenso de los nazis, las luchas de la República de Weimar y el fracaso del movimiento por la paz en 1914. Al final, se pregunta qué podría haber sucedido en 1849 si el parlamento de Frankfurt hubiera creado realmente la Alemania democrática, federal y constitucional que resultó tan esquiva durante el siglo y medio siguiente. Históricamente, ese podría haber sido el mayor de todos los "podría haber sido".

Imaginemos una exposición dedicada en cambio a la historia británica. No hemos tenido la misma historia traumática que Alemania, pero hemos tenido grandes puntos de inflexión. ¿Cuáles son algunos de los caminos que Gran Bretaña no ha tomado?

Un punto de partida obvio sería el Brexit, pero sabemos más o menos cómo habría sido el camino que no se hubiera tomado allí. Habría sido una continuación del europeísmo cauteloso, condicional y asediado internamente de los años anteriores a 2016. Tal vez sea más interesante imaginar qué habría sucedido si Gran Bretaña se hubiera unido a la eurozona en 1999. Podría haber sucedido. Casi sucedió.

Viajando hacia atrás, ¿adónde seguir? Tal vez inicialmente a la guerra de las Malvinas de 1982 y el hundimiento, muy posible, de un buque insignia británico que podría haber detenido la guerra en el Atlántico Sur y quizás acelerado el fin de la habitual arrogancia militar del país. O, si nos fijamos en la política interna, el camino que no se tomó después del informe Bullock de 1977, que recomendaba la introducción, que cambiaría la cultura, de una codecisión al estilo alemán entre trabajadores y dirección en las empresas británicas.

Una generación antes, ¿qué decir del serio debate interno del Partido Conservador sobre si desmantelar el servicio nacionalizado de salud en 1951? ¿O el nombramiento, casi decidido, de Lord Halifax como sucesor de Neville Chamberlain en 1940, cuando la Wehrmacht invadió Francia? ¿O la decisión que el pronazi Eduardo VIII podría haber tomado en 1936 de hacer un matrimonio morganático que podría haberlo llevado al trono al mismo tiempo, decidido a pedir la paz con Hitler? No todos los caminos que no se tomaron serían soleados.

Si nos remontamos más atrás, habría secciones sobre Irlanda y el imperio, tal vez en el contexto de los proyectos de ley de autonomía de William Gladstone de 1886 y 1893. Las secciones sobre la política imperial británica podrían incluir el intento de Joseph Chamberlain de rechazar el libre comercio en favor del imperio como bloque comercial, o los primeros pero raros esfuerzos internos británicos, de Keir Hardie y otros, por la independencia de la India. La exposición podría terminar con el rechazo del parlamento al voto femenino en 1867.

Esto solo esboza algunas opciones. Sería una exposición formidable si algo así ocurriera alguna vez. Sin embargo, un equivalente británico del museo de Berlín o su reflexiva exposición –la última de muchas que ha organizado– sigue siendo inconcebible. A diferencia de Alemania, que ha tenido que empezar de nuevo con su historia nacional, nunca hemos hecho el generoso reinicio sobre nuestro pasado que necesitamos. Como resultado, nuestro enfoque de nuestra historia sigue estancado en la política contemporánea, el partidismo y la polarización. Puede que hayamos compartido estas islas entre nosotros durante siglos, pero todavía luchamos por compartir nuestra problemática historia. Y entonces no sabemos hacia dónde ir a continuación.

jueves, 24 de abril de 2025

EA: Cabo Adolfo Eduardo Silva del RIMec 6

Cabo Adolfo Eduardo Silva, del Regimiento de Infantería 6. Foto tomada durante la guerra; Más tarde luchó en Monte Dos Hermanas.