miércoles, 15 de febrero de 2023

Royal Navy: Aprendizaje y aplicación de la experiencia de Malvinas en el despliegue de poder aeronaval

¿Listos para despegar? La próxima generación de poder aéreo marítimo del Reino Unido



El HMS Queen Elizabeth regresa a Portsmouth después de su despliegue operativo inaugural en Portsmouth, Reino Unido, el 9 de diciembre de 2021

Foto de PO Jenkins/Royal Navy/ Licencia de Gobierno Abierto


RAND


El 22 de mayo de 2021, el Carrier Strike Group (CSG) del Reino Unido zarpó de Portsmouth y se embarcó en su despliegue operativo inaugural (CSG 21) dirigido por el HMS Queen Elizabeth , que con 65.000 toneladas y 280 metros de eslora, es el buque de guerra más grande jamás construido. para la Royal Navy (RN).

Escoltando este nuevo buque insignia estaban dos destructores de guerra aérea Tipo 45, dos fragatas Tipo 23, el destructor estadounidense USS The Sullivans , el barco holandés HNLMS Evertsen , dos barcos de apoyo auxiliares de la flota real y un submarino de ataque nuclear de clase Astute. Entre ellos, transportaron a 3.700 efectivos, incluidos Royal Marines de 42 Commando, mientras se dirigían a un despliegue de 28 semanas que los llevaría a 40 países y las aguas del Mediterráneo, el Mar Rojo, el Mar Arábigo, el Océano Índico, el Mar de Filipinas, y Mar de China Meridional.

Como lo aclamó el secretario de Defensa, Ben Wallace MP, esta fue la "mayor concentración de poder marítimo y aéreo que abandonó el Reino Unido en una generación". Durante los próximos seis meses, la cabina de vuelo del portaaviones de £3,200 millones (37,000 millones de coronas noruegas) sería el hogar de una pequeña colección de aviones de una combinación de escuadrones, servicios y naciones. Esto incluyó 18 cazas F-35B Lightning II, 8 del Escuadrón 617 de la Royal Air Force, 10 del Escuadrón VMFA-211 del Cuerpo de Marines de EE. UU., junto con 4 helicópteros de ataque marítimo Wildcat del 815 Naval Air Squadron, 7 Merlin Mk2 antisubmarinos y helicópteros aerotransportados de alerta temprana del 820 Naval Air Squadron, y 3 Merlin Mk4 del 845 Naval Air Squadron (parte de Commando Helicopter Force, que apoya a los Royal Marines). A estos se unieron sistemas no tripulados y drones objetivo,

Si bien el Reino Unido continúa invirtiendo en nuevas capacidades, incluida la adquisición de más F-35B, y desarrolla aún más sus conceptos operativos, tanto para plataformas individuales como para el CSG en general, este despliegue representó la culminación de años de adquisición, prueba y preparación. . La fanfarria también celebró el regreso a las operaciones de los portaaviones del Reino Unido después de una "vacación de capacidad" de una década: el RN se vio obligado a desechar sus portaaviones ligeros de clase Invincible y los aviones de salto Harrier en 2011 en medio de fuertes recortes en el gasto de defensa en los años de austeridad que siguió a la crisis financiera de 2008.

La reconstrucción de esta capacidad ha consumido una gran parte del ancho de banda y los recursos de la RN. Tampoco ha estado exento de controversia. Esto incluye dudas sobre la asequibilidad, especialmente en un momento en que el Reino Unido también está recapitalizando gran parte de su flota de superficie, aviones militares y disuasión nuclear. También se han formulado preguntas sobre la capacidad de supervivencia de plataformas grandes y "exquisitas", como los portaaviones, en un entorno de amenazas que cambia rápidamente. De manera similar, se han planteado preocupaciones sobre las cargas que un CSG impone a la Marina en general, lo que afecta la capacidad del Reino Unido para generar suficiente disponibilidad de tripulación y plataforma para otras tareas dada su flota limitada de barcos y submarinos.

Entonces, ¿por qué el Reino Unido ha apostado fuerte por portaaviones de ataque? ¿Y qué significa su regreso después de una década de brechas de capacidad para el futuro del poderío aéreo marítimo, no solo para el Reino Unido, sino también para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aliados clave como Noruega?

Rol y significado de los portaaviones de ataque

Dadas las presiones descritas anteriormente y las persistentes rivalidades entre servicios, hay muchos dentro del Reino Unido, y algunos incluso dentro de la Marina, que abogan por gastar dinero en otras áreas de capacidad. Se han presentado varias propuestas alternativas: renunciar a los portaaviones a favor de comprar más fragatas, destructores y submarinos; revertir los recortes al tamaño del ejército británico; o gastar dinero en nuevos cazas para la Royal Air Force (RAF) sin las restricciones de operar una flota con capacidad de portaaviones. La última opción habría permitido al Reino Unido comprar el F-35A, que es más asequible, menos complejo, más fácil de mantener y más capaz en términos de alcance, cañón y carga útil que la variante de despegue corto y aterrizaje vertical. , el F-35B, requerido para las operaciones de los portaaviones de la RN (que carecen del '

Otros han argumentado que los recursos deberían redirigirse hacia tecnologías nuevas y emergentes, como la inteligencia artificial, los sistemas no tripulados o la hipersónica. Algunos se preguntan si la idea misma de las operaciones de portaaviones puede parecer obsoleta, incluso pintoresca, dadas las últimas tendencias en áreas complejas como las operaciones espaciales, cibernéticas y de información, o el creciente enfoque en el turbio mundo de la "guerra híbrida" y el subumbral. competencia en la 'zona gris'.

El Ministerio de Defensa del Reino Unido considera que el ataque con portaaviones tiene una relevancia táctica, operativa y estratégica duradera en el siglo XXI.

El Ministerio de Defensa del Reino Unido (MOD), si bien reconoce estas otras amenazas y prioridades contrapuestas, considera que el ataque de portaaviones tiene una relevancia táctica, operativa y estratégica duradera en el siglo XXI. Entonces, ¿cómo está evolucionando su papel, y el del poderío aéreo marítimo en general?

Sobre todo, el regreso a las operaciones de portaaviones del Reino Unido debe entenderse en el contexto de un cambio más amplio en el enfoque de la estrategia de defensa, la política, la capacidad y las prioridades de desarrollo de la fuerza y ​​​​la postura general del Reino Unido. En marzo de 2021, el gobierno del Reino Unido publicó su largamente esperada Revisión integrada de seguridad, defensa, desarrollo y política exterior, titulada "Gran Bretaña global en una era competitiva". Este documento establece un plan de alto nivel para las ambiciones y las palancas de influencia del Reino Unido en un mundo posterior al Brexit marcado por una competencia cada vez mayor entre las grandes potencias, sobre todo con Rusia y China.

Dentro de este contexto, la capacidad de desplegar un CSG y el poderío aéreo marítimo asociado se entiende como una contribución a una visión de “Gran Bretaña Global”, es decir, una potencia media orientada globalmente con ambiciones de proyectar poder e influencia no solo en su territorio euroatlántico. patio trasero, sino también más allá, para defender los valores democráticos, apoyar a los aliados y socios, y establecer las condiciones para la prosperidad económica. Esto imbuye a los portaaviones HMS Queen Elizabeth y HMS Prince of Walescon valor tanto simbólico como práctico; una declaración política de la ambición del Reino Unido de seguir siendo una potencia militar de "primer nivel" y apoyar una "inclinación hacia el Indo-Pacífico", proyectando no solo fuerza sino también influencia diplomática y económica, como se muestra en el uso de CSG 21 para promover el apoyo a los acuerdos comerciales posteriores al Brexit.

Centrándose más estrechamente en el papel militar de la nueva capacidad de ataque de portaaviones del Reino Unido, el CSG y su contingente de aeronaves de ala fija y giratoria están pensados ​​como componentes clave en una modernización más amplia del poder marítimo y aéreo del Reino Unido. Cada vez hay más conciencia de las amenazas que plantean los activos navales y aéreos rusos (y cada vez más chinos) a las líneas de comunicación marítima (SLOC), que son vitales para la seguridad y la prosperidad de una nación insular como el Reino Unido. El ejército del Reino Unido también tiene la obligación de garantizar su capacidad para generar y desplegar fuerzas más allá de la región del Atlántico Norte en caso de contingencia, por ejemplo, para proteger las Islas Malvinas u otros territorios de ultramar en todo el mundo.

Contribuyendo a la OTAN

El Reino Unido considera que su inversión en poderío aéreo marítimo es una parte importante de sus contribuciones a la Alianza de la OTAN. En 2020, comprometió al CSG con la Iniciativa de Preparación de la OTAN, junto con otros aportes, como el liderazgo del Ejército Británico de la Presencia Avanzada Mejorada de la OTAN en Estonia. Como reflejo de sus áreas históricas de fortaleza, el Reino Unido también alberga el Comando Marítimo Aliado (MARCOM) en Northwood, Inglaterra, y el RN contribuye regularmente a los Grupos Marítimos Permanentes de la OTAN y los Grupos de Contramedidas Marítimas Permanentes de la OTAN. La RAF es igualmente activa en el apoyo a los ejercicios de la OTAN y las misiones de vigilancia aérea.

La reconstrucción de la capacidad para desplegar un CSG con F-35B embarcados y una combinación de helicópteros presenta no solo al Reino Unido, sino también a la OTAN, con una nueva gama de opciones tácticas. Esto incluye la flexibilidad operativa adicional que viene con una mayor capacidad (o 'masa') y nuevas formas de reforzar la postura convencional de disuasión y defensa de la Alianza de la OTAN.

El Reino Unido considera que su inversión en poderío aéreo marítimo es una parte importante de sus contribuciones a la Alianza de la OTAN.

Esta mejora en las contribuciones de los aliados europeos de la OTAN al poderío aéreo marítimo de la OTAN, junto con los portaaviones más pequeños y más antiguos operados por Francia, Italia y España, llega en un momento en que la propia flota de portaaviones de la Marina de los EE. UU. (mucho más grande) enfrenta demandas crecientes de otros teatros. En particular, el ejército de los EE. UU. tiene que hacer cada vez más malabarismos con su presencia y sus compromisos en Europa con los esfuerzos para disuadir al Ejército Popular de Liberación, la Armada y la Fuerza Aérea de China en rápido crecimiento en el Pacífico Occidental. Por lo tanto, el regreso a las operaciones de portaaviones del Reino Unido presenta oportunidades para que la RN y la RAF "tomen algo de la holgura" de sus contrapartes estadounidenses, ya sea desplegando el CSG dentro de Europa o tomando una estación en otro lugar, por ejemplo, en aguas del Medio Este—para ayudar a liberar EE.UU.

También se produce cuando Rusia continúa desarrollando y desplegando capacidades destinadas a negar el acceso de la OTAN a las aguas y el espacio aéreo frente a Noruega en caso de conflicto (el llamado 'anti-acceso, negación de área'), asegurando el bastión y los accesos del norte de Rusia y haciendo cualquier refuerzo aliado de Noruega una empresa más complicada y arriesgada. Las fuerzas navales y aéreas de Rusia también esperan disputar el acceso y control de la OTAN hasta la brecha entre Groenlandia, Islandia y el Reino Unido, amenazando directamente a los SLOC del Atlántico Norte que se encuentran más allá. Estas aguas son vitales para la estrategia y la resiliencia más amplias de la OTAN, ya que permiten el movimiento seguro y oportuno de tropas y material desde América del Norte para reforzar el teatro europeo en caso de una crisis o un conflicto en toda regla.

Asimismo, la OTAN tiene requisitos duraderos para la proyección de fuerzas aéreas y marítimas más allá de la vecindad inmediata del Reino Unido, incluso para apoyar operaciones expedicionarias en otras regiones. Invertir en la aviación de portaaviones ofrece nuevas opciones para llevar a cabo misiones de ataque, así como de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), sin depender de la base terrestre. En relación con esto, el Reino Unido está desarrollando un papel para sus nuevos portaaviones en el apoyo a las operaciones anfibias y litorales, un área prioritaria para el Simposio Expedicionario de Líderes Aliados de la OTAN, que busca revitalizar las capacidades y la preparación de la Alianza en este sentido, así como para individuos. naciones como Estados Unidos u Holanda.

El RN y los Royal Marines están desarrollando actualmente conceptos para Littoral Strike, complementando el nuevo CSG con Littoral Response Groups (LRG) que reúnen diferentes activos anfibios. Uno (LRG North) se centrará en la región euroatlántica y, según se informa, otro (LRG South) se ubicará en el Medio Oriente y pasará tiempo en lugares tan lejanos como el Pacífico. Los portaaviones del Reino Unido tendrán un papel importante que desempeñar, por ejemplo, desplegando el CSG junto con el LRG (Norte) en caso de operaciones anfibias de la OTAN en el Alto Norte y habilitando misiones aéreas en apoyo de las fuerzas desplegadas en tierra. En junio de 2021, el Reino Unido realizó pruebas con helicópteros de ataque Apache y Chinooks de la RAF del Escuadrón 656 del Cuerpo Aéreo del Ejército que operaban desde la cubierta del HMS Prince of Wales .. Esto presenta nuevas opciones para desplegar activos de ala giratoria en apoyo de las operaciones de la OTAN en entornos litorales, como a través del reabastecimiento o el ataque terrestre.

Finalmente, el Reino Unido también prevé que el poderío aéreo marítimo tenga un papel importante que desempeñar para proporcionar un conjunto más flexible y ágil de opciones de respuesta para disuadir o enfrentar las amenazas a la OTAN que caen por debajo del umbral de desencadenar una respuesta completa del Artículo 5. El Reino Unido lidera la Fuerza Expedicionaria Conjunta (JEF), actuando como nación marco para una combinación de naciones aliadas (Dinamarca, Estonia, Islandia, Letonia, Lituania, los Países Bajos y Noruega) y socios de oportunidades mejoradas de la OTAN (Finlandia y Suecia) con un interés común en la seguridad y la estabilidad de la región nórdico-báltica.

El JEF tiene como objetivo proporcionar un marco flexible y voluntario a través del cual las naciones con ideas afines puedan desplegar fuerzas conjuntas y tomar medidas colectivas para disuadir y reducir rápidamente una crisis regional, brindando la "ventaja del primer movimiento" y permitiendo una respuesta militar antes de que se logre el consenso político entre todos. 30 aliados de la OTAN para activar la acción en virtud del artículo 5. Los nuevos portaaviones de la RN y sus F-35B y helicópteros están previstos, junto con LRG (Norte) y otros activos aéreos y marítimos del Reino Unido, como componentes clave potenciales de cualquier despliegue futuro de JEF. .

Implicaciones para Noruega

En el contexto de estas importantes inversiones del Reino Unido, existen oportunidades concretas para una mayor cooperación con Noruega. El CSG y el LRG (Norte) tienen una relevancia directa para la seguridad noruega en caso de conflicto, dada la geografía y los lazos políticos y militares entre Londres y Oslo. Noruega podría potencialmente proporcionar escoltas a estos grupos de trabajo y continuar participando activamente en el JEF y en los ejercicios aéreos y marítimos conjuntos, así como en iniciativas como albergar el entrenamiento en clima frío de los Royal Marines en el Ártico de Noruega.

Con ambas naciones operando los aviones de patrulla marítima F-35 y P-8, existe la posibilidad de profundizar la cooperación entre el Reino Unido y Noruega en tácticas, entrenamiento, simulación y conceptos de operación para ambos aviones, así como trilateralmente con los Estados Unidos. . De manera similar, existe un fuerte incentivo para trabajar juntos, ya través de la OTAN, sobre la mejor manera de integrar los llamados aviones de cuarta y quinta generación, dado que es probable que las fuerzas aéreas de la Alianza involucren una combinación de ambos en las próximas décadas. La llegada de sistemas no tripulados de varios tipos, ya sea en el aire, por encima o por debajo de las olas, o en tierra en áreas costeras, también presenta un área de posible colaboración futura.

Conclusión

El reciente despliegue de un Carrier Strike Group representa un cambio marcado en las ambiciones y capacidades del Reino Unido para la proyección de poder en los dominios marítimo y aéreo. Mirando hacia el futuro, el Reino Unido espera trabajar en estrecha colaboración con los aliados de la OTAN, como Noruega, para mejorar la capacidad colectiva de la Alianza para desplegar el poderío aéreo marítimo, ya sea operando desde tierra o desde las cubiertas de vuelo de los portaaviones, como parte de una postura flexible que puede disuadir y responder. a las amenazas tanto cerca de casa como lejos. El advenimiento de nuevas tecnologías, en particular los sistemas autónomos, presenta desafíos, como en torno a la integración, pero también ofrece oportunidades para la innovación, la reducción de costos y el aumento de la masa. A medida que la Fuerza de Aviación Marítima del Futuro del Reino Unido comienza a tomar forma provisional,



domingo, 12 de febrero de 2023

ARA Belgrano: El 12 de febrero de 1982 zarpaba para mantenimiento en la BNPB

ARA General Belgrano (C-4)


El 12 de febrero de 1982 zarpó hacia la Base Naval Puerto Belgrano para el mantenimiento que cada año se daba al crucero. Aunque se habían añadido tecnologías de radar y misiles, el barco estaba en malas condiciones  de turbinas y no podía alcanzar más de 18 nudos. Por entonces, su comandante era el capitán de navío Héctor Bonzo.
Durante esta puesta a punto recibió la noticia de las crecientes tensiones con el gobierno del Reino Unido con respecto a la soberanía de las islas Malvinas, se lo nombró El ARA Belgrano. Así los trabajos tuvieron que detenerse debido a la necesidad de emplear a los obreros en la disposición de las demás unidades. El 2 de abril toda la tripulación del crucero fue avisada de la operación anfibia que las restantes unidades de la escuadra realizaron para tomar las Islas Malvinas.
El barco recibió el resto de la tripulación para tiempos de guerra, completando 1091 tripulantes y dos civiles que trabajaban en la cantina y que se rehusaron dejar el barco, aunque sabían que ahora zarparía en misión de guerra (de hecho ellos fueron de los primeros en morir, pues el primer torpedo dio en la zona de la cantina).
El gobierno británico, por su parte, tras enviar a tres submarinos nucleares a la zona y preparar el envío de un contingente más importante después, estipuló la creación de una zona de exclusión que comprendería una circunferencia de 200 millas náuticas (370 km), centrado en latitud 51° 40' Sur y longitud 59° 30' Oeste (el centro geográfico de las Islas Malvinas).

viernes, 10 de febrero de 2023

Condecoración: Subteniente Ernesto Peluffo (RI 12)

SUBTENIENTE ERNESTO PELUFFO - RI 12 - EA




Luchar con valor y decisión durante los combate en Darwin y Prado del Ganso, siendo permanente ejemplo para sus subordinados.
Al ser puesto fuera de combate, el apuntador de un FAP que formaba parte de las avanzadas de combate, se hizo cargo del arma y repelió el ataque de fracciones enemigas, produciéndole bajas. Con personal de los servicios organizó una fracción de combate para bloquear una penetración enemiga. Pese a resultar herido seriamente, continuar alentando a su tropa e infundiéndole serenidad con el estímulo de su voz y actitud personal.




Coronel (RE) Ernesto Peluffo

lunes, 6 de febrero de 2023

Ayuda civil: Las 24 horas de las Malvinas

La noche negra de Cacho Fontana y Pinky: “Las 24 horas de las Malvinas”, donaciones millonarias y lingotes de oro

El sábado 8 de mayo de 1982 se puso en marcha un programa especial para juntar donaciones para el Fondo Patriótico Malvinas. Gente anónima y todos los famosos -desde Maradona, Mirtha Legrand a Moria y Olmedo- dejaron autos de alta gama, cheques, pinturas y joyas para ayudar en la guerra. La “lista negra” en la que entraron los conductores y las sospechas del destino de lo recaudado

Presentación de "Las 24 horas de Malvinas", por Pinky y Cacho Fontana

En los días de los enfrentamientos por las islas Malvinas con el Reino Unido, en la Argentina se dieron tres hechos que manifestaron el solidario respaldo de amplios sectores de la sociedad en favor del gobierno de facto de la Junta Militar. El primero lo marcó la abigarrada concurrencia a la Plaza de Mayo, el 10 de abril de 1982. El segundo fue cuando un importante sector de la clase política, gremial y empresaria salió al exterior a trazar un panegírico acerca de las supuestas intenciones argentinas en la recuperación de las disputadas islas. El tercero resultó “Las 24 horas de las Malvinas” para el Fondo Patriótico Argentino, en donde el estudio mayor de ATC resultó empequeñecido por la notable concurrencia que se presentó a colaborar económicamente con las Fuerzas Armadas.

Aceptando un marco de disenso con el relato, los hechos se dieron de la siguiente manera:

Lidia Elsa “Pinky” Satragno era en 1982, a pesar de su mediana edad, una suerte de Reina Madre de la televisión argentina. Para mayo de ese año llevaba varios lustros en el aire. Era tan emblemática como el Negro Brizuela Méndez, Héctor Coire o Pipo Mancera. Pero muy poca gente conocía que estaba atravesando una terrible enfermedad que le afectaba la piel, desde la barbilla a los talones. El tratamiento era importado y muy riguroso porque la enfermedad era poco común. “Un día, mientras permanecía internada y a oscuras por los fuertes dolores de cabeza que me provocaban los remedios, se abrió la puerta de mi habitación y apareció Jorge “Cacho” Fontana, me recordó muchos años más tarde. Lo habían dejado pasar porque era Fontana, “sino no entraba.” Esto ocurrió:

Fontana: —Pinky, me tenés que ayudar. Me piden que transmita un programa durante 24 horas para levantarle el alma a la sociedad.

Pinky: —¿No ves cómo estoy? No tengo fuerzas.

Fontana: —Si vos no me acompañas yo solo no puedo, te necesito a mi lado.

Pinky estaba internada cuando Cacho Fontana llegó para contarle del programa y decirle "te necesito". Ella pidió una junta médica para que la autorizaran a ir y poder acompañarlo

Ese “te necesito” no era el pedido de un simple amigo sino de alguien más que un amigo, si se tiene en cuenta la columna de chimentos de la televisión que publicó la contratapa de Crónica del 26 de mayo de 1982. Héctor Ricardo García sabía de qué hablaba cuando publicó que “se viene hablando de íntima amistad” entre Pinky y Fontana, “el enfático”, y que “el tiempo explicitará todo”. La conversación no duro demasiado, lo imponía el ambiente y la situación de la paciente. Cuando “Cacho” Fontana se retiro, a los pocos minutos aparecieron Leonardo y Gastón, los hijos de Satragno con Raúl Lavié.

—Mamá ¿qué te piden?, pregunto uno de sus hijos.

—Que haga un programa de 24 horas para los chicos que están en las Malvinas. Contesté que no puedo.

—Mamá: ¿Lo vamos a dejar solo a Mariano? No te olvides que está en las Islas.

Mariano era un gran amigo de Leonardo que había sido destinado con su unidad militar a la zona de guerra. Leonardo Lavié –de la misma promoción—no fue incorporado porque un accidente en su mano derecha, que le afecto los tendones, lo dejo inhabilitado para utilizar armas.

Cuando estaba en el aire, Pinky recién se enteró que el programa tenía la intención de juntar donaciones para el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas

Después de esta conversación, Pinky llamó a su médico de cabecera y este formó una junta de médicos. En principio todos se negaron a que participara, pero como la vieron tan entusiasmada aceptaron. Tres días antes de ir al canal le suspendieron todos los remedios. “Tomalo como una licencia”, le dijo el médico jefe. “Te vamos a poner una sala de cuidados en un lugar cercano al estudio de televisión”. Ella lució ropa que tapaban sus brazos y polleras largas. A las 20.30 horas del sábado 8 de mayo se puso en marcha “Las 24 horas de las Malvinas” y duró hasta las 20.30 del domingo, justo en las horas en que el Reino Unido ampliaba la zona de bloqueo alrededor de las islas, con la consecuente protesta argentina en las Naciones Unidas.

Cacho y Pinky abrieron el programa en la calle y desde allí se dirigieron, seguidos por las cámaras, al estudio mayor de Argentina Televisora Color (ATC). Cuando estaba en el aire, Pinky recién se enteró que el programa tenía la intención de juntar donaciones para el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas. Junto con los conductores y todos los que se acercaron, el programa se mantuvo durante todo un día y en algunos momentos se transmitió al exterior. Todos colaboraron. Varios fueron los productores: desde Santo Biasatti a Marta Tedeschi, entre tantos.

"Las 24 horas de Malvinas", donaciones anónimas y presentaciones de Susana Giménez, Andrea del Boca

En esas 24 horas, de buena fe, la gente se agolpó en la avenida Figueroa Alcorta y Tagle para donar dinero en efectivo, cheques, oro de todo tipo para ser fundido, obras de arte, piezas históricas (la copa bautismal de Jorge Newbery), joyas y hasta un Mercedes Benz dorado regalado por la rutilante Moria Casán.

Osvaldo Ardiles, Diego Maradona se presentaron ante las cámaras y Daniel Passarella (anunció una donación por parte de la selección de 100 millones de pesos nuevos, un partido y su recaudación). Además, el representante de Maradona, Jorge Cyterszpiler, también entregó otro cheque por 100 millones. La histórica Pierina Dealessi, la actriz que había hecho reír a todo un pueblo (en Fúlmine, por ejemplo), se sacó los aros de su madre y entrego un tapado delante las cámaras.

En esas 24 horas, de buena fe, la gente se agolpó en la avenida Figueroa Alcorta y Tagle para donar dinero en efectivo, cheques, oro de todo tipo para ser fundido, obras de arte, piezas históricas y joyas

Concurrieron desde los más humildes e ignorados a los más conocidos: Mirta Legrand, Amalia Lacroze de Fortabat, Susana Giménez, Edmundo Rivero, Norma Aleandro, Mariano Mores y su hijo Nito, Libertad Lamarque (un prendedor de oro), Carlos Alberto Reutemann, Tito Lectoure, Alberto Olmedo, Carlos Monzón, Graciela Dufau, Amelia Bence, Lolita Torres, Edmundo Sanders, Silvio Soldán (llevó el LP de oro de Carlos Torres Vila), Luis Tasca, Liliana López Foresi, Andrea Del Boca, Jorge Porcel, Santiago Gómez Cou, Tato Bores, Aldo Cammarota, Haydeé “la Chona” Padilla, etc, etc.

Al mismo tiempo, un centenar de telefonistas (muchos actores se ofrecieron para atender) recibían llamados desde el interior ofreciendo donaciones. Anunciado con anticipación, en un momento una banda militar ejecutó el Himno Nacional y se dijo que en las rutas los camineros dejaron de manejar para entonarlo, bajar del vehículo o escucharlo y la gente se agolpó en las plazas. Se podría decir que “el país entero” se detuvo unos minutos.

Cuando el programa terminó, Pinky fue nuevamente internada y se mantuvo tres días sin dormir

Luego, mientras tocaba la Marcha de las Malvinas la fanfarria del Regimiento de Granaderos, y llevaban 13 horas en el aire, el canciller Nicanor Costa Méndez hizo una entrada triunfal en el estudio mayor de ATC, secundado por algunos diplomáticos (Erhart del Campo y Gustavo Figueroa entre otros). Como si las tropas argentinas estuvieran cerca de la victoria: el gran público no sabía realmente lo que ocurría en las Malvinas.

Cuando el programa terminó, Pinky fue nuevamente internada y se mantuvo tres días sin dormir. Por esa experiencia ella pasó meses más tarde (diciembre de 1983) a integrar una suerte de “index” (lista negra) en los canales de televisión. Y tardo varios años más en curar su enfermedad.

Con respecto al Fondo Patriótico, La Nación del 9 de junio de 1982 (página 7), informó que se habían realizado más de 75.000 contribuciones en el Banco de la Nación Argentina sobrepasando los 500.000 millones de pesos, incluidas las contribuciones en joyas y monedas.

El 8 de mayo de 1982, Satragno y Fontana realizaron 24 horas por Malvinas, un programa que buscaba juntar fondos para ayudar a los combatientes. “Fue idea mía, no del gobierno”, aseguró Fontana

El Secretario de Hacienda, Manuel Solanet, hizo un primer informe: hasta ese día se realizaron transferencias por 338.206,3 millones, de los cuales 4.000 millones fueron a la gobernación de las islas Malvinas y 111.402,1 millones de pesos a cada una de las fuerzas armadas.

El 14 de junio, a las 14 horas, mientras se realizaban los últimos enfrentamientos armados en Puerto Argentino, en el salón de remates del Banco Ciudad de Buenos Aires, comenzó el remate de 300 lotes “que incluían objetos de las más variadas especies: ropa, libros, alhajas, pieles, electrodomésticos, platería, juguetes, antigüedades, cuadros, artefactos electrónicos, etc”, relató La Nación del día siguiente en su página 6. Las subastas continuaron todos los días hábiles hasta el 25 de junio y los martilleros fueron Del Río, Herrero, Marano y Vaini. La institución no cobró comisión por las ventas ni percibió el impuesto al valor agregado. Lo más llamativo que se remató esa jornada fue el óleo “Actividad en el puerto” de Benito Quinquela Martín.

Una vez que los cañones se silenciaron en las Islas Malvinas, algunos medios comenzaron a preguntar en voz alta qué destino había tenido todo lo recaudado en el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas. Los militares por lo general no sabían explicar nada, dando pie a que muchos se imaginaran que algún general, almirante o brigadier se lo hubiera llevado a su casa. No fue así.

Párrafo final del acta de constatación y recibo de los bienes donados

Una de las actas (hay otras) daba a conocer el destino de las donaciones.

BANCO DE LA NACIÓN ARGENTINA: ACTA DE CONSTATACIÓN Y DE RECIBO DE DINERO.

“En la Ciudad de Buenos Aires Capital de la República Argentina, siendo las 10 horas 45 minutos del día cinco de noviembre de 1982. Yo Teófilo Guillermo Viana Escribano Jefe del Departamento Notarial del Banco de la Nación Argentina me constituí en la Casa de la Moneda sita en la calle Avenida Antártida Argentina Nº 1385 acompañado de los Funcionarios del Banco de la Nación Argentina, señores Alfredo Ángel LOPEZ, (C.I. Nº 2.771.282 P.F.) Sr. Rodolfo PEREZ, (C.I. Nº 2.795.728 P.F.) Sr. Arturo Ángel PAZ (C. I. Nº 3.756.075 P. F.) y Sr. Pedro José GRANDI (c. i. 4.411.964 P. F.) a los efectos de pesar y recibir el oro fundido y refinado proveniente de Donaciones para el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas. En dicha Institución somos recibidos por Funcionarios de Casa de la Moneda señores Carlos Oscar ROCO L. E. 4.018.503; Sr. Raúl Armando BARGIOLA (L. E. 4.084.618); Sr. Pedro Simón ANDRADA (L.E. 6.942.964), Sr. Bernabe ASCON (D.N.I. 4.040.757), todos los comparecientes son de estado civil casados de nacionalidad Argentinos mayores y de mi conocimiento. A continuación en sector Laboratorio Químico sito en el segundo piso de dicho edificio se procede al recuento y pesaje del oro que se entrega, operación que se realiza con la presencia de visación de todos los comparecientes y del suscripto y arroja el siguiente resultado: 118 lingotes y una lámina con un peso total de ciento trece kilogramos, novecientos veinticuatro gramos, ocho décimas (118 Kgs. 924 grs., coma décimas) que son recibidos por los señores Alfredo Ángel López, Rodolfo Pérez, Arturo Ángel Paz y Pedro José Grandi, quienes en este acto en nombre y representación del Banco de la Nación Argentina otorgan el mas suficiente recibo procediendo a su embolso y traslado al Departamento del Tesoro de dicho Banco. Se deja constancia que (sigue al dorso). El oro entregado y recibido de denomina “Oro título 999. No siendo para mas dejo levantada esta acta siendo las 17 horas, la que previa lectura que le di firman los comparecientes al igual que el detalle del pesaje que se formaliza por acto separado, de conformidad, acta que se desarrolla en un solo e ininterrumpido acto en el lugar y fecha indicados ut supra.”

El ex Secretario de Hacienda Manuel Solanet dirá en su libro Notas sobre la guerra de Malvinas que hasta el 30 de julio de 1982 el Fondo recolectó 767.483 millones de pesos, equivalentes a 54 millones de dólares. Y observó: “Es mucho si se considera que provino de donaciones privadas. Es poco si se tiene en cuenta que apenas hubiera alcanzado para comprar sólo un avión Mirage con su equipamiento”.



      

sábado, 4 de febrero de 2023

El explorador Charles Barnard en el Puerto Coffin

Una aventura en Malvinas: un motín, un naufragio, gauchos armados y cinco hombres abandonados durante 534 días

Mientras en nuestro país tenía lugar la revolución de Mayo, las islas del Atlántico Sur se convirtieron en tierra de cazadores de lobos marinos y balleneros. En el medio, la guerra entre Estados Unidos y Gran Bretaña desató una historia apasionante, que incluyó hambre, traiciones y el primer nacimiento en este territorio

Grabado que muestra las actividades de recorrida de los cinco hombres durante los largos meses de permanencia en las islas. Se destaca en el fondo el refugio que construyeron para su larga estada, hecho de turba y piedras y las vestimentas que se confeccionaron con pieles de lobos marinos.

La historia muchas veces atesora acontecimientos extraordinarios bajo un halo de penumbra. Estos hechos, desconocidos por la mayoría de argentinos e ingleses, son un claro ejemplo de esto. Una vez más, aquí la realidad supera a la ficción.

Malvinas y el éxodo español

Corría el mes de Febrero de 1811 cuando la guarnición militar española destacada en Malvinas y dependiente del Apostadero Naval de Montevideo (a cuyo mando se encontraba Pablo Guillén Martínez), es llamada por el gobernador Gaspar de Vigodet, para participar en las luchas contra los revolucionarios de Buenos Aires que buscaban la independencia.

Desde el 2 de Abril (ironías de la historia) de 1767 los españoles se hallaban instalados en Puerto Luis (rebautizado luego como Puerto de Nuestra Señora de la Soledad), habiendo administrado los recursos de las islas y alejado a los intrusos extranjeros que permanentemente intentaban depredar lobos marinos y ballenas. Pero había llegado la hora del éxodo. Antes de partir, se cerraron los edificios y se colocó una placa de plomo en el torreón de la iglesia que decía: “Esta isla, con sus puertos, edificios, dependencias y cuanto contiene pertenece a la soberanía del señor don Fernando VII, rey de España y sus Indias, Soledad de Malvinas, 7 de febrero de 1811, siendo gobernador Pablo Guillén”. Finalmente se soltó el ganado doméstico presente en el asentamiento, que no tardó en reunirse con las más de 5000 cabezas que ya vagaban por los campos.

Miles de lobos y elefantes marinos fueron perseguidos y cazados de a miles por ingleses y norteamericanos durante los siglos XVIII, XIX y bien entrado el siglo XX. Fotos: Marcelo Beccaceci.

Tras la salida de los españoles, las isIas se convirtieron en dominio de balleneros y cazadores de lobos y elefante marinos provenientes, en su mayoría, de Estados Unidos e Inglaterra.

Cabe destacar, sin embargo, que ya el 25 de mayo de 1810 comenzaba la embrionaria existencia de nuestro país y las Malvinas, como el resto de nuestro territorio, serían gobernadas en adelante por las Provincias Unidas del Río de la Plata. De hecho su primer gobierno, la Primera Junta, atendió los reclamos administrativos del hasta entonces penúltimo comandante militar español en Malvinas, Gerardo Bordas: El 30 de mayo de 1810 la Primera Junta de la Revolución de Mayo respondió la petición para que le erogaran sus sueldos con una resolución firmada por Cornelio Saavedra y Juan José Paso: “…que para los gastos y pagamentos se considere en adelante el establecimiento de Malvinas como un buque navegando y todos los empleados de destino como dependientes del mismo buque…”.

Acontecimientos extraordinarios

Año 1812. Puerto de Nueva York. Charles H. Barnard, un experimentado lobero a pesar de contar con sólo 30 años de edad, recibe un magnífico bergantín de 132 toneladas, el Nanina, para una nueva misión a Malvinas. Los propietarios de la nave le piden que se dirija a la zona para obtener unos cientos de cueros de lobos marinos, los que luego serían embarcados hacia Canton, China, en otro buque más grande, el cual sería enviado más tarde.

Las Islas Malvinas desde el espacio

Al finalizar la temporada de caza, Barnard enviaría a Nueva York a su padre Valentine al mando del Nanina y se quedaría esperando la llegada del carguero junto a un grupo de hombres custodiando los cueros.

Era una de las tantas operaciones comerciales que se realizaban en esos años en la costa este de los Estados Unidos y que enriquecían tanto a armadores navales como a hombres de negocios y capitanes a expensas de la irracional explotación de la fauna silvestre de las islas.

El día 7 de Septiembre de 1812 llega la expedición a la costa de New Island, en el oeste del archipiélago. En pocos días arman una chalupa para salir a explorar los islotes cercanos y obtener la mayor cantidad de cueros posible. Apenas habían transcurrido unos días cuando Barnard se reúne con el capitán de un barco norteamericano, quien le manifiesta que había estallado una guerra entre Estados Unidos e Inglaterra hacía tres meses.

Portada de “El naufragio del Isabella” por David Miller. Apasionante y minuciosa obra sobre los avatares de todos los involucrados en los acontecimientos. Año 1995.

Sucedió que, aprovechando un conflicto armado entre este último país y la Francia napoleónica, los estadounidenses había aprovechado para invadir los territorios canadienses pertenecientes al Imperio Británico. Entre otras causas de la guerra, se sumaban las restricciones al comercio impuestas por el Reino Unido debido a la guerra que mantenía en Europa contra Francia, el reclutamiento forzado de marineros mercantes estadounidenses para servir en la Marina Real Británica y el apoyo británico a los pueblos indígenas de Norteamérica que se oponían a la expansión de Estados Unidos.

Ante este giro en los acontecimientos, y a pesar de que su compatriota le entregara cartas de sus patrones donde le pedían que regresara a Estados Unido cuanto antes, Barnard decide finalmente ocultarse por un tiempo en el sector más occidental del archipiélago, con el fin de evitar los barcos balleneros ingleses que pululaban por las islas.

Zorro Malvinero. Especie ya extinguida de las islas Malvinas.

Sin embargo, en el mes de Abril de 1813 los marineros de la chalupa divisaron una columna de humo proveniente de una de las islas cercanas llamada Eagle (hoy Speedwell). Al regresar al buque se reunieron con el capitán y luego de evaluar los hechos decidieron que un grupo comandado por Barnard se acercara al lugar con la embarcación más chica y dejando el buque a resguardo, aún a costa de encontrarse con ingleses e incluso con españoles ya que algunos presumían que aún estaban en la zona aunque se habían ido marchado hacía ya dos años.

Lo cierto es que el 8 de febrero, el Isabella, un barco británico de 193 toneladas en ruta de Port Jackson, Australia a Londres, había encallado frente a la costa de la isla Eagle. Entre los 52 pasajeros y la tripulación del barco, todos los cuales sobrevivieron al naufragio, se encontraban ex presidiarios, delincuentes varios, mujeres de avería, militares de mala reputación y sin escrúpulos y un capitán que estaba ebrio la mayor parte del tiempo y causante del desastre de la nave. Todos ellos lograron llegar a la costa sanos y salvos.

El general José Rondeau fue quien le manifestó que podría facilitarle a Lundin y su grupo llegar a Montevideo bajo una bandera de tregua, pero le advirtió que un buque británico zarparía de Buenos Aires

También a bordo estaba Joanna Durie, esposa de un militar, quien el 20 de febrero había dado a luz, en la playa y con la ayuda de dos mujeres, a la primera persona nacida en las islas, una niña llamada Eliza Providence Durie, en una cabaña improvisada y construida con restos de la nave.

Al día siguiente de este acontecimiento, tuvo lugar la despedida de una canoa de 6 metros de largo (construida con los restos de la Isabella), con los seis hombres que se habían ofrecido como voluntarios para buscar ayuda en cualquier puesto de avanzada español que pudieran encontrar. La idea era llegar al menos hasta Puerto Soledad situado al noreste. Por ese entonces ninguno de ellos sabía que el mismo había sido abandonado hacía un tiempo.

La canoa, construida por un carpintero, estaba provista de un pequeño mástil, una vela y un sobretecho y fue bautizada como Faith and Hope (Fe y Esperanza).

Dos semanas más tarde llegaron al lugar y sólo encontraron manadas de ganado salvaje deambulando entre los restos del asentamiento compuesto por chozas derruídas y una capilla. Fue un duro golpe para estos hombres pero así y todo tomaron la desesperada decisión de cruzar al continente desafiando al temible Atlántico Sur con su pequeña canoa y a lo largo de cientos de kilómetros. Pondrían rumbo a Montevideo, evitando en lo posible las desoladas costas patagónicas, con la presunción de que los portugueses de la zona serían más amigables con ellos que los españoles de Buenos Aires.

Carta náutica confeccionada por el capitán Charles Barnard e incluida en su libro de 1829.

Antes de dejar Malvinas cazaron cerdos salvajes y cauquenes y subieron a bordo algunos repollos encontrados en una huerta abandonada por los españoles.

Habrían de llegar a la boca del Río de la Plata 34 días después de su partida. Mientras tanto sus compañeros dejados en tierra no albergaban ya muchas esperanzas de ser rescatados…

A pesar de que alcanzaban a divisar muy a lo lejos el cerro de Montevideo, la canoa fue empujada por los fuertes vientos hacia la costa bonaerense. Lograron hacer pie en una playa y salieron a su encuentro varios gauchos armados. El líder de ese grupo exigió a uno de los tripulantes llamado Lundin, arriar la bandera británica que este había izado minutos antes en el mástil. Así se hizo. Luego Lundin, en español preguntó si los ingleses eran considerados allí amigos o enemigos.

¡Enemigos! fue la respuesta del líder de la partida. Mientras los gauchos se acercaban a ellos en forma amenazante, Lundin recordó que tenía su uniforme de granadero guardado en la bodega de la embarcación. No perdió tiempo y se lo puso. El colorido uniforme escarlata y las brillantes charreteras de plata impresionaron a los gauchos. De inmediato, apareció en escena un grupo de soldados, cuyo capitán, llamado Antonio, les comunicó que habían llegado en medio de una guerra ya que el ejército de Buenos Aires estaba atacando a las fuerzas realistas de Montevideo.

Cauquenes de Malvinas. Fuente de alimentación para los navegantes que circulaban por las islas. Foto: Marcelo Beccaceci.

Lundin, siempre luciendo su uniforme, fue llevado ante la presencia de diferentes oficiales hasta que al día siguiente compareció ante el General José Artigas. Este último se enteró de la increíble travesía que había tenido origen en Malvinas y le dijo a Lundin que debería entrevistarse con el General Rondeau, cuyo campamento se encontraba cerca de allí, ya que él no podía decidir de que manera ayudarlo. Luego de escuchar los hechos, Rondeau manifestó que podría facilitarle a Lundin y su grupo llegar a Montevideo bajo una bandera de tregua pero le comentó que en el puerto de Buenos Aires había un buque de guerra británico que tal vez pudiera ayudarlos. Fue entonces que los británicos volvieron a su bote y se dirigieron hacia allí encotrándose finalmente con el Capitán Heywood a bordo del Nereus quien rápidamente dispuso que el oficial William P. D’Aranda al comando de la nave Nancy partiera el 17 de Abril al rescate de quienes esperaban en Malvinas.

Pero volvamos a Barnard y sus hombres. Esta es la descripción del capitán al aproximarse a la isla y divisar un grupo de personas en su costa (incluida en su obra A Narrative of the Sufferings and Adventures of Capt Charles H. Barnard.1829): “Inspeccionando a los hombres vi con placer que uno o dos de ellos tenían uniformes de marinos británicos, y por lo tanto no eran los temidos españoles. A pesar que eran enemigos de mi país no sentí peligro o pérdida por aliviarlos de su peligrosa situación ya que sentí la seguridad que, al prestarles ayuda, se unirían conmigo con los más fuertes lazos de gratitud. Desafortunadamente, era imposible para mi sospechar las dificultades y los sufrimientos en los que me involucraría por cerca de cuatros largos y miserables años, casi dos de ellos pasados en una inclemente, desolada e inhabitada isla”.

Además de los cerdos salvajes, introducidos por el hombre en las islas, la carne y los huevos de las aves marinas como los albatros y pingüinos fueron imprescindibles para la supervivencia de Barnard y sus hombres. Fotos: Marcelo Beccaceci.

Durante su encuentro con los náufragos Barnard manifestó su interés en ayudarlos y rescatarlos de la terrible condición en la que se encontraban, a pesar de que, con los restos del naufragio, los sobrevivientes habían construido pequeñas chozas y contaban con numerosas provisiones que habían sido trasladadas desde la Isabella hasta la isla.

El capitán Barnard iría en busca de Nanina con la chalupa y varios británicos, para acondicionarlo y luego llegaría al sitio del naufragio para transportarlos hasta el continente, aunque eso significara un gran atraso en sus planes de cacería de lobos marinos.

Es en esa oportunidad cuando el norteamericano comete el error de comunicarles que Estados Unidos se hallaba en guerra con el Reino Unido, algo que desconocían los tripulantes de la Isabella al tiempo de partir de Australia. Desde ese momento, entre los súbditos británicos más inescrupulosos comenzaron a germinar conspiraciones para apoderarse del Nanina.

Una vez que Barnard tomó nuevamente posesión de su nave, comenzó con los preparativos para zarpar hacia la isla Eagle y rescatar a los que aguardaban. Sin embargo. el mal tiempo impidió que esto se concretara de inmediato y ese fue el detonante para que los marinos británicos, en mayor número que los americanos, intentaran presionar al capitán para que saliera en busca de sus connacionales. Barnard comenzó a sospechar que un motín estallaría en cualquier momento y logró sofocar a duras penas algunos cuestionamientos. La espera se fue haciendo más larga ya que las malas condiciones climáticas impedían que el Nanina pudiera navegar con seguridad entre los islotes del archipiélago. Barnard no iba a arriesgar la única nave en condiciones de sacarlos a todos de allí.

El día 11 de Junio, el americano decidió que era imperioso reforzar las provisiones a bordo ya que había que alimentar a un gran número de personas durante la travesía al continente por lo que decidió visitar una isla cercana llamada Beaver en busca de las mismas. Se trataba de una partida de caza para obtener cauquenes, patos, conejos e incluso cerdos salvajes para complementar las bodegas del barco. Fue así que convocó a voluntarios para acompañarlo en la excursión que harían con un pequeño bote, la cual no duraría mucho tiempo. Se presentó de inmediato Jacob Green de su tripulación y tres marineros británicos de la Isabella: Joseph Albrook, Samuel Ansell y Joseph Louder.

El grupo, junto con el perro de Barnard llamado Cent, partió temprano a la mañana siguiente.

Las recorridas de Barnard y sus hombres entre canales, islotes, islas y a campo traviesa.

Quedaban en el barco sólo tres americanos, incluyendo al padre del capitán y un importante número de británicos quienes comenzaron nuevamente a presionar a Valentine Barnard para mover el barco y rescatar a sus compatriotas a lo que el viejo marinero respondió que había que esperar que regresara su hijo con los demás. Sin embargo, los británicos empezaron a organizar los preparativos del viaje y tomaron posesión de la nave. A la mañana siguiente, se decidió que se pararía unas horas en la isla Beaver en busca de Charles Barnard y los demás ya que quedaba en el camino a la isla Eagle. Al llegar al lugar se dispararon dos cañonazos y se envió un bote a la playa pero los cazadores se hallaban lejos de ese sector por lo que no escucharon los disparos.

Fue entonces que los amotinados decidieron marcharse de allí e ir a buscar a los náufragos, abandonando para siempre al grupo de cinco hombres quienes desconocían por completo lo que estaba sucediendo.

Cuando se aproximaban a su destino, divisaron un buque de guerra de bandera británica llamado Nancy, al tiempo que dos botes se acercaban al Nanina. Grande fue la sorpresa de los pocos americanos a bordo cuando vieron que decenas de británicos armados hasta los dientes y profiriendo gritos subieron a la nave para capturarla.

Portada original del libro del capitán Charles Barnard.

Mientras tanto Charles Barnard y sus hombres, luego de una exitosa cacería de cerdos salvajes y con el bote lleno de provisiones, remaron, bien entrada la noche, hacia New Island con el objetivo de regresar al Nanina y preparar el buque para buscar a los náufragos. Lo primero que les sorprendió fue que no podían ver las luces del barco, el cual se suponía estaba anclado en las cercanías. Por lo tanto, se resignaron a pasar una segunda noche acampando en la playa cercana aunque nadie habría de dormir tranquilo.

Al despuntar el día siguiente, realizaron una minuciosa exploración de la costa en busca de alguna botella con un mensaje para ellos, como era costumbre entre marineros cuando tenía lugar alguna contingencia de último momento. Sin embargo, ante la falta del mismo, una sensación de bronca y sorpresa comenzó a instalarse entre ellos. Aún no imaginaban que habían sido abandonados.

Barnard les dijo a sus dirigidos que seguramente Nanina había partido a la Isla Beaver a buscarlos a ellos y que era una buena idea regresar allí para encontrarlos. Trató de levantar el ánimo del grupo diciéndoles que era imposible que hubieran sido abandonados a los horrores y sufrimientos a de esa tierra desolada y hostil. Entonces con el ánimo un poco más optimista decidieron remar nuevamente a la isla Beaver. Grande fue la desilusión cuando al llegar a sus playas, no encontraron rastro alguno de la presencia del buque en la zona. Fue entonces cuando, con un último dejo de ánimo, decidieron navegar hasta la isla Eagle, donde suponían que el Nanina había ido a buscar a los náufragos. Pensaban que seguramente se encontrarían allí con todos ellos.

Imagen del “refugio Barnard”, restaurado hace algunas décadas. New Island.

Una vez más subieron al bote, ya que la alternativa de quedarse a esperar no era una opción. Comenzaron entonces con la larga remada hasta el lugar. Barnard creía que, incluso si el buque había recogido a los náufragos, aún estaría en las inmediaciones o al menos habrían dejado no solamente un mensaje, sino también provisiones suficientes para los cinco hombres.

La ruta que eligieron era la más segura ya que evitaba en parte las costas rocosas del sur permanentemente azotadas por los vientos. Para aligerar la carga, guardaron cuatro cerdos que suponían sería suficiente para mantenerlos hasta llegar a su destino y tiraron por la borda otros cuatro. Algo de lo que se arrepentirían amargamente más adelante.

La navegación resultó muy dura. Además del intenso frío, las olas se abatían sobre ellos sin piedad y los vientos no daban tregua. Ateridos y hambrientos, comían una vez cada 24 horas y remaban sin cesar. Al llegar a un islote decidieron cortar camino por tierra hasta otra extensión de mar que se veía a lo lejos. Para ello tuvieron que desarmar el mástil, las velas y otros elementos del bote y llevarlos a cuestas junto con este a campo traviesa.

Estaban ya muy débiles y agotados para caminar pero los movía la sensación de que algo malo había sucedido con el buque aunque todavía mantenían la esperanza de encontrarse con gente al llegar a destino. Al estar nuevamente en el agua se dieron cuenta que las olas los llevaban mar adentro. Sin mapas, cartas náuticas ni compás, remaban casi a ciegas y dependían de la memoria de Barnard, quien estaba familiarizado con la región aunque incluso él comenzó a tener dudas y terminaron desviando el rumbo.

El sitio del “refugio Barnard” en la actualidad. BARNARD MEMORIAL MUSEUM. Coffin´s Harbour, New Island.

Estuvieron perdidos algunos días. Pasaban las noches en playas inhóspitas, a veces bajo intensas nevadas, utilizando una sola manta para los cinco. Los cuatro marineros estaban sin zapatos por lo que usaban esta para calentar sus pies evitando que se congelaran. Intentaban dormir algunas horas bajo el bote y las fogatas se mantenían gracias al “combustible” provisto por la grasa de lobos marinos que ellos mismos cazaban. Incluso dieron cuenta de algunos zorros malvineros para alimentarse. Lo cierto es que no tenían casi alimentos y comenzaron a cazar aves marinas como skúas y gaviotas con piedras y hasta con sus manos. Hubo días en que sólo comían grasa de lobos marinos o raíces y tallos de tussock grass.

Habían pasado ya 22 días desde que abandonaron al Nanina cuando el marinero Ansell se “quebró” y confesó que el había formado parte de la conspiración para apoderarse del buque y que lamentaba haberse ofrecido de voluntario para integrar la partida de caza ya que se daba cuenta ahora que sus ex compañeros lo habían abandonado. Barnard manifestó su bronca ante esta confesión pero no quiso perder mucho tiempo con enojarse y decidió cambiar el rumbo de la navegación una vez más ya que sentía que el bote era muy frágil ante el embate de las olas en ciertas zonas por lo que procuró pasar cerca del reparo de algunos acantilados.

Regresaron entonces por algunos lugares donde ya habían estado y se dirigieron con prisa a su destino. Gracias al perro Cent, gran cazador, pudieron obtener algunos cerdos cuando estaban a punto de desfallecer por inanición.

Luego de 52 días signados por el crudo invierno malvinense y completamente agotados llegaron finalmente a su destino. Lo que no supieron en ese momento es que el Nanina y el Nancy habían zarpado hacia el continente cuatro días antes. Pero lo que ni siquiera imaginaban es que estarían aún 482 días en Malvinas viviendo aventuras increíbles de supervivencia extrema que pasaron a la historia gracias al libro que años más tarde publicaría el extraordinario capitán Charles Barnard.

Serían rescatados recién en Noviembre de 1814 por dos balleneros ingleses, el Indispensible y el Asp. Para ese entonces la guerra entre Estados Unidos e Inglaterra estaba llegando a su fin.

Marcelo Beccaceci es escritor y autor del libro Gauchos de Malvinas



jueves, 2 de febrero de 2023

Libros sobre la guerra desde Argentina

 

Guerra de Malvinas, crisis del 2001 y una nueva literatura: tragedias vistas con otros ojos

“La limpieza” de Carlos Godoy y “Allá, arriba, la ciudad” de Ramón Tarruella, dos novelas modelo 2022, proponen nuevas perspectivas sobre hechos conmocionantes de la reciente historia argentina

Carlos Godoy (Foto: Jaime Alonso) y Ramón D. Tarruella (Foto: Alejandra López)

Durante siglos, el infierno fue un de lugar en llamas. En el Evangelio de Mateo, escrito en el siglo I según eruditos, la referencia al fuego es recurrente; también en el Apocalipsis de San Juan. Durante toda la Edad Media existió la creencia de que los pecadores se quemarán en el infierno, “arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre”. En el siglo XIV, Dante Alighieri revirtió el símbolo bíblico cuando escribió el Infierno de su Divina Comedia. Ahí, en esos cantos de tercetos encadenados, el averno ya no es un lugar abrasador; por el contrario, está congelado. En la ficción, Dante ve seres “helados”, “pecadores en el hielo”, algunos “sin orejas por el frío”. Son siglos y siglos de atemorizándose con un infierno rojo, hasta que un poeta ve la imagen con otros ojos: el frío puede ser incluso peor.

Aunque lo parezca, las posibilidades que brinda el lenguaje —sus sentidos, sus significados, sus reinterpretaciones— no son infinitas: están siempre acotadas por su época y por su geografía. La potencialidad creativa de cada individuo parece arrolladora, sin embargo, y visto desde una distancia considerable, se puede concluir con que siempre existe una corriente, un estilo, una moda que hace que los artistas de su época hagan más o menos lo mismo, que miren el mundo y lo representen más o menos de la misma forma. En ese más o menos hay una clave: la planicie narrativa siempre cuenta con grietas por las que puede escaparse una rebeldía, una diminuta pero novedosa porción de verdad. Los ejemplos sobran en la historia última. Incluso ahora, en nuestro presente inmediato.

Malvinas esotéricas

En el año 2014, el escritor cordobés Carlos Godoy publicó por la ya extinta editorial Momofucu La construcción: un novela extraña, ambigua, abierta, que metía un poco de ficción y misterio en las Islas Malvinas. El subtítulo del libro es “Metales radioactivos en las islas del Atlántico Sur”. Desde entonces ya lo sabía: sería una trilogía y esa era la primera entrega. Ahí se presenta la geografía, la escenografía: las manchas. Como un test de Rorschach, las dos islas antes estaban unidas, ahora están enfrentadas (”forman parte de algo”), pronto se independizarán completamente. Ahí viven los geólogo, los kelps, el maestro Chen Chin Wen, un hombre que predice el tiempo. Algunos dicen que hay “un portal a un mundo subterráneo donde habitan seres antropomorfos”.

“La construcción” (17 grises), de Carlos Godoy

La referencia a las Malvinas es clara, sin embargo, de a momentos, desaparece. ¿Qué son aquellas islas sin la guerra, sin soldados disparando, barcos hundiéndose, lápidas nuevas, tragedia, recuerdos? Puro territorio natural. Godoy se aferra a este escenario de naturaleza hostil y le coloca misterio. “Nadie dice que no se puede salir de las manchas. Sólo se sale por un movimiento elaborado por la casualidad o por la guerra o por una emergencia”. Un día, alguien encuentra un libro. No tiene fecha ni nombre, nada. Dice cosas como: “Lo insignificante que sería el mundo sin nosotros moviéndonos de un lado al otro, construyendo cosas, durmiendo en las madrugadas bajo el denso olor a oscuridad”. También: “Lo importante, como civilización, es superar el concepto de guerra”.

Este año apareció la segunda parte de esta trilogía. Publicada por el sello 17 grises, el título de la novela es La limpieza. Si La construcción estaba dedicada “al marinero Fowgill”, ahora La limpieza es “al lobizón Busqued”. Manteniendo la estructura fragmentaria, el libro apoya todo el misticismo en un grupo militar lleno de anormales. No son sujetos experimentados ni tienen el entrenamiento indicado, son seres trastornados, la mayoría débiles criaturas que por algún azaroso rasgo espiritual pueden lidiar con, otra vez, la hostilidad climática y geográfica. Santo parece comandarlo, un chico perturbado que todos dieron por muerto en un accidente aéreo y que apareció, como si nada, entre la nieve, con ropa fabricada con cueros de animales y un perro fantasmagórico al que llama Astillero.

El pequeño grupo militar de trastornados —en él se encontraba la Bruja, una anciana con poderes sobrenaturales, y el Sordo, un sádico absoluto— sale y se encuentra con una bestia, un monstruo de tintes mitológicos, el Kumimanu. Cazar o ser cazados. Ahora son dos amenazas: el terreno —”si los agarraba la madrugada a la intemperie, podían morir congelados”— y el monstruo, ¿o son lo mismo? Luego llegará el informe militar y su burocracia asfixiante. En el fondo, toda esa experiencia de lectura no abandona la referencia a las islas Malvinas, a la guerra, a la tragedia. Hay una operación fascinante en cómo esta ficción alucinógena y esotérica toma de las solapas a nuestra historia, los hechos, lo fáctico, y la sacude hasta arrancarle sentidos nuevos, chispazos de un magnetismo dormido.

2001 en el refugio

“El primer estruendo, breve y seco, permanecía latente en el sótano, como un eco que persistía, resistiendo, se desplazaba de un rincón a otro, de una esquina a otra, para volver a rebotar y repetirse, deshilachándose recién en un infinito”. Así empieza Allá, afuera, la ciudad, de Ramón D. Tarruella, novela que en el año 2008 obtuvo el segundo premio en el concurso Luis José de Tejeda pero que recién este año, gracias al sello Los Lápices, se publica en forma de libro. Desde el principio hay un adentro y un afuera, y todo se dibuja de a poco, lentamente, en una prosa que flota, casi beckettiana. Afuera, entonces, se escuchan estruendos, ruidos de caballos, policías, gente, disturbios. Es diciembre de 2001. Adentro, en el sótano de un teatro, tres trabajadores de mantenimiento. Ahí se quedan. Deciden esperar.

“Allá, afuera, la ciudad” (Los Lápices), de Ramón D. Tarruella

“Ellos, los tres, Julián, Roberto y Silvana, evitaron hablarse, interrumpieron su trabajo sin importarles el compromiso ni las horas que restaban para abandonar el teatro, y en silencio conjeturaron sobre los estruendos, la ciudad, la urbe, la metrópoli, sobre ese mundo que se movía allá arriba, distante, muy distante de aquel lugar que supo ser el depósito de una fábrica de galletitas de propiedad de una familia italiana que inauguraron a los años de llegar a esta parte del mundo, hastiados de labrar la tierra lejos de las ciudades, bellos hombres y mujeres que se emponcharon bien para cruzar el océano e inventar todo de nuevo, la madurez que les pasó por encima, una familia que se amplió en este otro país, en esta otra ciudad, ahora azotada por los estruendos”, se lee en las primeras páginas.

Cuando deciden cortar con el trabajo, detenerse, estar atentos a lo que pasa afuera, alguien saca un tema: recuerda una obra que ahí mismo se montó, en ese teatro, La importancia de llamarse Ernesto, el clásico de Oscar Wilde que se estrenó el 14 de febrero de 1895 en el St. James’ Theatre de Londres, tres meses antes de la condena por “indecencia grave”: su homosexualidad. Los trabajadores recuerdan los personajes y se mimetizan, hay un ir y venir, son anécdotas de una historia que ya tiene cien años pero que de alguna manera los salpica, que pueden ser suyas. Mientras tanto, los ruidos, afuera, arriba, la policía reprimiendo, buscando “exponer al país y al mundo que todo continuaba como entonces, podrido pero con los semáforos en regla”.

Ese costumbrismo detenido, congelado, capturado, dice algo que aún no se ha dicho. En “la tarde del hecatombe”, tres trabajadores, personal de mantenimiento del teatro, son “testigos de un principio de milenio azotado e incierto”. Mientras, “la ciudad se dividía en rincones y esquinas donde se debatían los hombres del orden y los otros hombres y mujeres tumultuosos, huyendo, refugiándose o resistiendo, que en esos momentos resultaba casi lo mismo”. Las postales que tantas veces vimos, las imágenes que se repiten, lo gases lacrimógenos, las balas, la desesperación popular, los muertos, todo adquiere otro color cuando la literatura, en este caso Tarruella, pone la mirada en un rincón oscuro, en un escondite, donde la incertidumbre marca un pulso a la vez resignado y trepidante.

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¿Qué puede hacer la literatura frente a lo ya dicho, frente a lo ya narrado hasta el hartazgo? Cuando lo mediático satura la realidad, cuando la cierra y la estereotipa, cuando la vuelva una representación fosilizada, ahí siempre aparece algún poeta, algún narrador, para filtrar su imaginación en una de las pocas grietas que permanecen abiertas, para dejar escapar una diminuta pero novedosa porción de verdad. Para volver a contar, pero de otro modo, desde otro ángulo. La Guerra de Malvinas y las jornadas de diciembre de 2001 quizás sean nuestras grandes últimas marcas trágicas, los episodios donde la Argentina se volvió una nación golpeada, estafada, humillada, las postales dolorosas de nuestra identidad. Hay que volver a contar todo. Quizás el infierno no queme, quizás esté horriblemente congelado.



  

martes, 31 de enero de 2023

El líder guaraní que comandó en Malvinas antes de la invasión británica


El indio guaraní que fue comandante militar en las islas Malvinas



Su historia fue olvidada y hoy es prácticamente desconocida. Se llamaba Pablo Areguatí, era guaraní y había nacido en la aldea San Miguel Arcángel, fundada en tiempos del Virreinato del Río de la Plata por misioneros jesuitas en territorio que ahora pertenece a Río Grande do Sul, en Brasil.
En 1824 fue el comandante militar de las Islas Malvinas durante seis meses.
El año anterior, el gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, le había otorgado a Jorge Pacheco, un capitán de caballería retirado, derechos sobre 30 leguas de tierra para criar ganado y cazar lobos marinos, a cambio de reparar las instalaciones de Puerto Soledad.
Pero el ex militar, que tiene 52 años y vive de la explotación de un saladero, carece de dinero para iniciar la empresa.
Se asocia entonces con el comerciante Luis María Vernet, nacido en Hamburgo (Alemania), de ascendencia francesa.
Vernet, de 31 años, se beneficia con la mitad de la concesión en la isla y se hace cargo de la administración.
Por sugerencia de Pacheco, en enero 1824 es designado comandante militar de las Malvinas un soldado de la Independencia, Pablo Areguatí, ex capitán de milicias en Entre Ríos.
Educado primero por jesuitas en la provincia de Misiones y a partir de 1783 en Buenos Aires, el guaraní había estudiado en el Real Colegio de San Carlos.
Esta institución –por cuyas aulas pasaron Manuel Belgrano, Juan José Paso, Juan José Castelli, Mariano Moreno, Manuel Dorrego, Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pueyrredón y Martín Güemes, entre muchos otros nombres de los primeros años de vida argentina– con el correr del tiempo se convertirá en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1811, Areguatí fue nombrado por Manuel Belgrano como primer alcalde de la población entrerriana de Mandisoví, de 650 habitantes, fundada en 1777 por Juan de San Martín, padre del general José de San Martín.
En 1814, Gervasio Posadas, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo asciende a capitán de milicias.
El oficial retirado, que pensaba entrenar algunos peones en las Islas Malvinas para formar una compañía de cívicos, con cabos y sargentos, ha aceptado no cobrar sueldo del gobierno; a cambio, podrá criar su propio ganado.
Sin embargo, por desinteligencias con Pacheco y Vernet renuncia en agosto de 1824.
Seis años después es funcionario en la Aduana de Buenos Aires y, posteriormente, oficial de Justicia.
Uno de sus hermanos, Pedro Antonio, fue sargento en la expedición de los 33 Orientales, encabezada en 1825 por el general Juan Antonio Lavalleja para liberar la Provincia Oriental –que abarcaba lo que hoy es Uruguay y parte de Río Grande do Sul– entonces en poder de Brasil.
Una tataranieta del comandante militar guaraní de las Islas Malvinas, Evangelina Areguati, actualmente es maestra en la escuela Nº 74 Juan José Valle, de Concordia (Entre Ríos).
Fraternalmente en Cristo
Fernando Javier Liébanes