viernes, 10 de junio de 2016
FAA: El ataque de los A-4s en San Carlos
Guerra de las Malvinas: Los locos ataques a bajo nivel de los A-4 Skyhawk argentinos
Por David Cenciotti - The Aviationist
En su 30 aniversario, la Guerra de las Malvinas (Falkland para los argentinos) ofrece varios "estudios de casos" interesantes: ataques de largo alcance, atrevidas misiones de combate y ataque de locura baja altitud se ejecuta.
Para asegurarse de que los ataques de bajo nivel, llevadas a cabo por los argentinos A-4 que tratan de escapar de patrullas de combate aéreo del Sea Harrier siguen siendo una de las características distintivas de la guerra en el sur del Océano Atlántico.
En este vídeo, se puede ver algunos de los repetidos ataques aéreos por aviones de bajo vuelo argentinos durante el desembarco anfibio en las playas cerca de San Carlos.
En la era de los misiles stand-off, PGM y cazas furtivos, tales escenas son un poco anacrónicas. Pero interesantes.
jueves, 9 de junio de 2016
La Guerra de los Submarinos
Guerra de Malvinas: La batalla de los submarinos
Palhiue Digital
Las Marinas modernas del mundo fortalecen su sistema subacuático para defensa y protección de sus territorios. Nuestro país, lamentablemente se quedó en el tiempo y tardará mucho tiempo en recuperarse.
Mar del Plata, era el otoño de 1982, turistas buscando cocinas en el puerto y café con tortas en el Torreón del Monje o excursiones a la Sierra de los Padres tratando de llegar a la “Gruta de los Pañuelos”, para venerar a la virgen agradeciendo promesas cumplidas.
Nadie imaginaba que lejos de allí, en las profundidades del mar austral tendría lugar un capítulo de la guerra submarina con Gran Bretaña. Los argentinos, estuvimos cerca de comprometer el desarrollo de la operación inglesa en el Atlántico Sur. Pero la precariedad instrumental nos jugó en contra.
La Base de Submarinos está en “Cabo Corrientes”, donde el 30 de octubre de 1826 el almirante Guillermo Brown reunió a su escuadra y navegó junto a Tomás Espora y Leonardo Rosales, hacia el Río Uruguay y frente a la Isla del Juncal el 8 de febrero de 1827 venció a los brasileños.
Nuestra Fuerza de Submarinos” (COFUERSUB) a fines de la década del setenta estaba integrada por cuatro unidades, dos de origen norteamericano, el “Santa Fe”, clase Guppy II y el “Santiago del Estero”, clase Guppy I y dos más de origen alemán, el “Salta” y el “San Luis”.
Con la llegada de los Guppy en 1971, nuestro país dio un paso fundamental en el fortalecimiento de su fuerza. Por primera vez se contó con submarinos y no sumergibles, se incorporó el snorkel, que es básicamente un tubo que permite tomar aire de la superficie para así poder conectar los motores diesel bajo el agua y recargar las baterías sin salir a la vulnerabilidad de la superficie.
Estos buques fueron el paso intermedio entre el submarino diesel eléctrico convencional y el nuclear. Este sistema lejos de ser “chatarra” como muchos lo quisieron calificar estaba en servicio en la mayoría de las armadas del mundo, empezando por los EE.UU y siguiendo por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y tenían capacidad para el trasporte de tropas, tubos lanzatorpedos en proa y popa, torpedos convencionales de corrida recta y buscadores, un sistema muy ingenioso llamado “Prairie Masker” que enmascaraba el ruido del buque fundamentalmente cuando se utilizaba propulsión diesel y carga de baterías al mismo tiempo y sobre todo una cadena logística de repuestos muy sencilla con motores General Motors de 12 cilindros en línea.
Si bien se montaron sobre cascos de submarinos de la clase “Balao”, se les introdujo toda la tecnología que le habían copiado a los U alemanes, eran unos verdaderos fierros irrompibles confiables y seguros.
Los ataques por sorpresa, por ejemplo del submarino “Conqueror” al Crucero “Belgrano” se hacen siempre a plano de periscopio, buscando confirmación del blanco y con frecuencia la maniobra de recuperación del peso perdido no es lo suficientemente rápida y ocasiona el afloramiento de la proa del sumergible, con el consiguiente peligro de ser visto por los destructores de escolta. La respuesta antisubmarina quedaría en principio a cargo de los sumergibles “San Luis” y “Salta”, incorporados ocho años antes del enfrentamiento con el Reino Unido.
El “Salta”, estaba en reparaciones y salio de las mismas con problemas, que para nada fueron mayores que los del “Santa Fe” y el “San Luis”. Su comandante adujo que se había comprobado una inusual generación de ruido, circunstancia que lo hacía fácilmente detectable a los sonares enemigos. La Armada aceptó la especie y lamentablemente lo desafecto del operativo. Con su actuación, otro habría sido el resultado de la batalla subacuática.
De esta manera, sólo quedaron a flote el “San Luis”, y el veterano, “Santa Fe”, para enfrentarse con la poderosa flota británica. El “San Luis”, construido en 1969 en el Astillero Howaldtswerke – Deutsche Werft de Alemania, y se incorporó a la Fuerza en 1974, y por su actuación en la Guerra de Malvinas, fue distinguido con la medalla al “Valor en Combate”, ya que logró burlar el bloqueo de la flota británica.
El “Santa Fe”, de origen americano, sirvió en la Armada Argentina entre 1971 y 1982. Pertenecía a la Clase Balao y había estado en la marina estadounidenense entre 1945 y 1971.
No es cierto que el “Santa Fe”, estaba por ser radiado del servicio activo y su misión de “transportar de tropas”, la cumplió con creces. Si bien el desempeño del “San Luis” fue más lucido, la tarea del “Santa Fe” fue más épica y desigual en comparación con los medios que enfrento del enemigo, al punto que capturado por fuerzas británicas en las costas de las Islas Georgias del Sur.
Luego de la Guerra, a principios de 1985, cuando era remolcado hacia el Reino Unido como “trofeo de guerra”, resultó hundido en medio de un violento temporal. El “Santa Fe” estuvo en combate desde el primer día de la guerra, condujo Comandos Anfibios y Buzos tácticos para el Operativo “Virgen del Rosario”.
Después, la nave regresó a Mar del Plata y retornó con más tropa a las Georgias del Sur. Allí es atacado con bombas de profundidad y misiles lanzados desde un helicóptero enemigo, había fragatas y un submarino nuclear esperándolo. Todos contra el viejo “Santa Fe”. Con el buque escorado, inundado y con varios heridos abordo, se desembarca toda la dotación y se procede a inutilizar el buque destruir las claves e impedir que nada cayera en manos inglesas.
Días después siendo prisionero de guerra muere asesinado el suboficial Félix Artuso. En la vela se encontraban de guardia Feldman y Muraciole, estos tripulantes junto con Ghiglione, Mareco, Macias, Silva y Bustamante se armaron voluntariamente con los fusiles FAL de dotación y comenzaron a repeler el ataque. Esta acción les negó a los helicópteros la vertical del buque y sólo les permitió disparar con sus armas livianas de abordo.
De pronto, una de las naves enemigas lanzó un misil, que debe haber sido un AS-ll o un AS- 12 que impactó y atravezó la vela. El cabo Segundo Alberto Macias, perdió una pierna y es parte de los héroes olvidados como el capitán de fragata Horacio Biscaín, un caballero y su segundo jefe lamentablemente, fallecido de un infarto, el capitán de corbeta Horacio Michelllis.
Un dato interesante: En 1978, la empresa “Varta Argentina”, de la ciudad de Merlo, provincia de Buenos Aires, con el asesoramiento naval reprodujo una batería del glorioso “Santa Fe” y se llevó a cabo su reposición en los diques de Puerto Belgrano. Se seccionó y se soldó el casco con mayor calidad y resistencia que el que poseían los submarinos americanos y sin aplicar restricciones al plano de profundidad. Conclusión no solo se reparó el “Santa Fe”, sino que se obtuvo una licitación internacional y se reparó al submarino Venezolano “Picua”. Esta situación no fue para nada digerida por los norteamericanos, que empezaron a presionar a nuestro país por todos lados.
El “Santa Fe” zarpó el 27 de marzo de 1982 y trasladaba a trece buzos tácticos. Cumplió con su misión de desembarco en Malvinas y fue de los primeros en llegar. Los Comandos debían capturar el Faro “San Felipe” en cabo Pembroke, en Malvinas y demarcar la playa para el desembarco de los vehículos anfibios.
La Fuerza de Submarinos tenía la tarea de destruir a los buques enemigos. Técnicamente estas naves, cuentan con tanques de inmersión, a ambos lados del casco que una vez inundados le dan el peso necesario para poder subir y bajar o navegar entre dos aguas.
El 12 de abril, el “San Luis” navegaba hacia el norte de las islas, pero fuera de la Zona de Exclusión y el “Santa Fe” se alistaba para una patrulla de sesenta días.
Su sistema de tiro no era computarizado pero si efectivo. Al ser hundido tenía abordo 10 torpedos Mk 14 y 3 Mk 37 de proximidad. Su distancia de lanzamiento no estaba condicionada a 2000 yardas. En ese momento llevaba a bordo once infantes de refuerzo, provisiones, armas y municiones. Además, transportaba a veinte soldados para reforzar la guarnición en Georgias del Sur.
Los portaaviones “Hermes” e “Invencible”, entraron en alerta, debido al avistamiento de periscopios. Cundió el nerviosismo y el “Santa Fe”, debía atacar la línea de reabastecimiento británica entre Ascensión y Malvinas, pero los helicópteros de la fragata “HMS Antrim” le dispararon un torpedo, cargas de profundidad, misiles y tiros de ametralladoras. Su tripulación respondió con fuego de fusilería. Un misil le atravesó el vertical de forma horizontal.
Ya sin posibilidades de acción, los tripulantes del submarino abrieron disimuladamente válvulas y escotillas de la nave, provocando su hundimiento. El “Santa Fe”, manteniendo su gloria, quedó inutilizable.
Los hechos impactaron en las autoridades de la Armada. El “Santiago del Estero”, una virtual chatarra, fue secretamente sacado a remolque de la Base de Mar del Plata y trasladado hacia Puerto Belgrano. La maniobra buscaba confundir a la Inteligencia británica, que lo creería en operaciones. Y, efectivamente, aunque el viejo submarino no podía moverse, los británicos creyeron que estaba operando en patrulla en alta mar, lo cual los obligó a mantener constante vigilancia y desvío de recursos.
La Guerra Antisubmarina es fundamentalmente una contramedida, una reacción planeada y deliberada. La ventaja más importante del submarino sobre el buque de superficie en su capacidad para eludir la detección. Esta capacidad por si sola es tan importante, especialmente en la era de los radares, aviones patrulleros y satélites, muchos expertos piensan que el submarino es un arma dominante en cualquier conflicto.
Pero la pérdida del “Santa Fe” dejó una sola una unidad operativa: el “San Luis”, que el 29 de abril recibió la noticia de que se habían modificado las reglas de enfrentamiento. Quedaba autorizado a disparar libremente sus torpedos en las zonas de patrulla al norte de las Islas.
Realizó una campaña de 40 días, llevó a cabo tres ataques al enemigo, no obstante haber operado con solo tres de sus cuatro motores diesel y haber tenido la computadora del sistema de armas fuera de servicio. Su capacidad de lanzamiento de torpedos era limitada a las condiciones de emergencia. El 1 de mayo lanzó un proyectil SST- 4 sobre un blanco a distancia, clasificado como un destructor o una fragata y sin poder apreciar su efecto. A continuación fue hostigado casi un día entero por buques y helicópteros, por lo que debió asentarse en el lecho del mar para evitar sufrir consecuencias.
El ocho de mayo efectuó un nuevo ataque sobre un blanco apreciado como submarino, con fuerte explosión en el azimut del lanzamiento, sin poder dilucidar los efectos. Finalmente el 10 de mayo efectúa un tercer ataque con dos SST-4 sobre un blanco, también clasificado como destructor o fragata, pero sin sufrir un posterior contraataque. El 11 de mayo recibió la orden de regreso a su base de operaciones, que cumplió sin novedad. El 19 de mayo ingresó a la Base Naval de Puerto Belgrano, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión.
Veinticinco años después de la guerra, Sir Tim McClement, desveló la “contribución vital” que hicieron esos submarinos en la victoria contra Argentina.
Esa misión de los submarinos nunca fue descubierta por Argentina, reveló el alto oficial naval británico, Sir Tim McClement, segundo en el mando del “HMS Conqueror”, el mismo que hundió al crucero General Belgrano. Reconocen intento de incursionar en territorio nacional para destruir la base de aviones de Río Grande. McClement escribió un artículo con esa información para una publicación especial de la Marina Real, titulada “Royal Navy, A Global Force.
El militar afirma que los cinco submarinos nucleares estaban alineados, sumergidos, a orillas del límite territorial de 12 millas de Argentina, para dar la alerta de ataques aéreos lanzados contra las fuerzas británicas.
Los submarinos podían captar los lanzamientos de Skyhawks y otros aparatos aéreos de la base principal en Río Grande, señalando el tipo de aviones y su número y dando así la alerta 45 minutos antes de un ataque, indicó.
La amenaza de los bombarderos argentinos Skyhawk, armados con bombas de 1.500 libras y 2.000 libras, y sus Super Etendarts, con misiles Exocet, planteaban el mayor peligro para la marina británica, principalmente porque la Royal Navy carecía de sistemas apropiados de advertencia temprana.
Los dos buques portaviones de la Royal Navy, el “HMS Invincible” y el “HMS Hermes”, estaban al este de las islas y fuera de alcance de los bombarderos argentinos, había buques de guerra que estaban más cerca de Argentina y que eran altamente vulnerables, señaló.
Las tropas británicas que aterrizaban en las islas eran vulnerables a los ataques de los bombarderos, notó el militar.
La presencia de los cinco submarinos nucleares, “HMS Conqueror”, “HMS Splendid”, “HMS Spartan”, “HMS Courageous” y “HMS Valiant” y uno convencional, el “HMS Onyx”, fue la solución, tras el fracaso de un plan para atacar una de las principales bases aéreas de Argentina y destruir los Skyhawks.
Después de que abortó ese plan secreto, un grupo de soldados británicos tuvo que refugiarse en Chile. McClement, señaló que al comienzo del conflicto, una mayoría de esos submarinos estaban comprometidos en otras misiones.
El “HMS Conqueror” estaba siguiendo al crucero argentino “General Belgrano”, contra el que disparó ocho torpedos, el 2 de mayo, hundiendo al barco y causando la muerte de 323 hombres.
Los “HMS Splendid” y “HMS Spartan” estaban buscando al portaviones “25 de Mayo”, que se sospechaba se preparaba para atacar las fuerzas británicas, y el “HMS Onyx” desarrollaba operaciones ultra secretas de las fuerzas especiales, precisó.
Sin embargo, los cinco submarinos nucleares tomaron posición en el límite de 12 millas de Argentina para dar la alerta, lo que permitió la destrucción de varios bombarderos argentinos y obligó a otros a regresar a sus bases, lo que fue clave para la derrota de las fuerzas argentinas, concluyó el vicealmirante.
Nadie duda de Gran Bretaña y Estados Unidos para encarar acciones militares. En la Guerra de Malvinas Margaret Thatcher estuvo dispuesta a usar armas nucleares contra el territorio argentino, según reveló en un libro sobre el ex presidente francés Francois Mitterrand.
La intención de Thatcher de usar cargas nucleares para definir la guerra, fue abortada por la decisión de Mitterrand de colaborar con la “Dama de Hierro” y proporcionarle información sobre las armas que Francia le había vendido a Argentina. Es decir, se estuvo muy cerca de la locura.
Con el arma Submarina, cualquier país en serio, crea situaciones muy favorables, para que la fuerza de superficie o los componentes aéreos puedan realizar misiones con mayor éxito. “Los oídos debajo del mar”, alcanzan a detectar 60 – 70 u 80 veces más lejos de lo que pueden hacer los ojos del vigía de un buque y aún las ondas del radar, desarrollando así una labor importante de disuasión.
Material de consulta y fuentes: Archivos personales. Relatos del Capitán de Corbeta, Horacio Bicain, comandante del submarino “Santa Fe” en 1982.
Poder Naval. Revisión de un artículo del colega Alberto Amato, diario ”Clarín”. Nota periodística al actual Almirante Alejandro Maegli, durante el conflicto oficial subalterno del “San Luis”. Grupo de Investigaciones de Defensa. Publicación: “Submarinos de la Armada Argentina (1933-2000)” – Ricardo Burzaco – Eugenio B Ediciones. Libro: “Submarinos Argentinos” por Martín Ignacio Otero. Comunidad Submarinística Latinoamericana. Artículo Submarinos y Recursos. Submarinos nucleares en primera línea de la defensa británica en Malvinas. AFP, Londres, Reino Unido. Asesoramiento, Capitán de Fragata (RE) Osvaldo Goñi.
Palhiue Digital
Las Marinas modernas del mundo fortalecen su sistema subacuático para defensa y protección de sus territorios. Nuestro país, lamentablemente se quedó en el tiempo y tardará mucho tiempo en recuperarse.
Mar del Plata, era el otoño de 1982, turistas buscando cocinas en el puerto y café con tortas en el Torreón del Monje o excursiones a la Sierra de los Padres tratando de llegar a la “Gruta de los Pañuelos”, para venerar a la virgen agradeciendo promesas cumplidas.
Nadie imaginaba que lejos de allí, en las profundidades del mar austral tendría lugar un capítulo de la guerra submarina con Gran Bretaña. Los argentinos, estuvimos cerca de comprometer el desarrollo de la operación inglesa en el Atlántico Sur. Pero la precariedad instrumental nos jugó en contra.
La Base de Submarinos está en “Cabo Corrientes”, donde el 30 de octubre de 1826 el almirante Guillermo Brown reunió a su escuadra y navegó junto a Tomás Espora y Leonardo Rosales, hacia el Río Uruguay y frente a la Isla del Juncal el 8 de febrero de 1827 venció a los brasileños.
Nuestra Fuerza de Submarinos” (COFUERSUB) a fines de la década del setenta estaba integrada por cuatro unidades, dos de origen norteamericano, el “Santa Fe”, clase Guppy II y el “Santiago del Estero”, clase Guppy I y dos más de origen alemán, el “Salta” y el “San Luis”.
Con la llegada de los Guppy en 1971, nuestro país dio un paso fundamental en el fortalecimiento de su fuerza. Por primera vez se contó con submarinos y no sumergibles, se incorporó el snorkel, que es básicamente un tubo que permite tomar aire de la superficie para así poder conectar los motores diesel bajo el agua y recargar las baterías sin salir a la vulnerabilidad de la superficie.
Estos buques fueron el paso intermedio entre el submarino diesel eléctrico convencional y el nuclear. Este sistema lejos de ser “chatarra” como muchos lo quisieron calificar estaba en servicio en la mayoría de las armadas del mundo, empezando por los EE.UU y siguiendo por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y tenían capacidad para el trasporte de tropas, tubos lanzatorpedos en proa y popa, torpedos convencionales de corrida recta y buscadores, un sistema muy ingenioso llamado “Prairie Masker” que enmascaraba el ruido del buque fundamentalmente cuando se utilizaba propulsión diesel y carga de baterías al mismo tiempo y sobre todo una cadena logística de repuestos muy sencilla con motores General Motors de 12 cilindros en línea.
Si bien se montaron sobre cascos de submarinos de la clase “Balao”, se les introdujo toda la tecnología que le habían copiado a los U alemanes, eran unos verdaderos fierros irrompibles confiables y seguros.
Los ataques por sorpresa, por ejemplo del submarino “Conqueror” al Crucero “Belgrano” se hacen siempre a plano de periscopio, buscando confirmación del blanco y con frecuencia la maniobra de recuperación del peso perdido no es lo suficientemente rápida y ocasiona el afloramiento de la proa del sumergible, con el consiguiente peligro de ser visto por los destructores de escolta. La respuesta antisubmarina quedaría en principio a cargo de los sumergibles “San Luis” y “Salta”, incorporados ocho años antes del enfrentamiento con el Reino Unido.
El “Salta”, estaba en reparaciones y salio de las mismas con problemas, que para nada fueron mayores que los del “Santa Fe” y el “San Luis”. Su comandante adujo que se había comprobado una inusual generación de ruido, circunstancia que lo hacía fácilmente detectable a los sonares enemigos. La Armada aceptó la especie y lamentablemente lo desafecto del operativo. Con su actuación, otro habría sido el resultado de la batalla subacuática.
De esta manera, sólo quedaron a flote el “San Luis”, y el veterano, “Santa Fe”, para enfrentarse con la poderosa flota británica. El “San Luis”, construido en 1969 en el Astillero Howaldtswerke – Deutsche Werft de Alemania, y se incorporó a la Fuerza en 1974, y por su actuación en la Guerra de Malvinas, fue distinguido con la medalla al “Valor en Combate”, ya que logró burlar el bloqueo de la flota británica.
El “Santa Fe”, de origen americano, sirvió en la Armada Argentina entre 1971 y 1982. Pertenecía a la Clase Balao y había estado en la marina estadounidenense entre 1945 y 1971.
No es cierto que el “Santa Fe”, estaba por ser radiado del servicio activo y su misión de “transportar de tropas”, la cumplió con creces. Si bien el desempeño del “San Luis” fue más lucido, la tarea del “Santa Fe” fue más épica y desigual en comparación con los medios que enfrento del enemigo, al punto que capturado por fuerzas británicas en las costas de las Islas Georgias del Sur.
Luego de la Guerra, a principios de 1985, cuando era remolcado hacia el Reino Unido como “trofeo de guerra”, resultó hundido en medio de un violento temporal. El “Santa Fe” estuvo en combate desde el primer día de la guerra, condujo Comandos Anfibios y Buzos tácticos para el Operativo “Virgen del Rosario”.
Después, la nave regresó a Mar del Plata y retornó con más tropa a las Georgias del Sur. Allí es atacado con bombas de profundidad y misiles lanzados desde un helicóptero enemigo, había fragatas y un submarino nuclear esperándolo. Todos contra el viejo “Santa Fe”. Con el buque escorado, inundado y con varios heridos abordo, se desembarca toda la dotación y se procede a inutilizar el buque destruir las claves e impedir que nada cayera en manos inglesas.
Días después siendo prisionero de guerra muere asesinado el suboficial Félix Artuso. En la vela se encontraban de guardia Feldman y Muraciole, estos tripulantes junto con Ghiglione, Mareco, Macias, Silva y Bustamante se armaron voluntariamente con los fusiles FAL de dotación y comenzaron a repeler el ataque. Esta acción les negó a los helicópteros la vertical del buque y sólo les permitió disparar con sus armas livianas de abordo.
De pronto, una de las naves enemigas lanzó un misil, que debe haber sido un AS-ll o un AS- 12 que impactó y atravezó la vela. El cabo Segundo Alberto Macias, perdió una pierna y es parte de los héroes olvidados como el capitán de fragata Horacio Biscaín, un caballero y su segundo jefe lamentablemente, fallecido de un infarto, el capitán de corbeta Horacio Michelllis.
Un dato interesante: En 1978, la empresa “Varta Argentina”, de la ciudad de Merlo, provincia de Buenos Aires, con el asesoramiento naval reprodujo una batería del glorioso “Santa Fe” y se llevó a cabo su reposición en los diques de Puerto Belgrano. Se seccionó y se soldó el casco con mayor calidad y resistencia que el que poseían los submarinos americanos y sin aplicar restricciones al plano de profundidad. Conclusión no solo se reparó el “Santa Fe”, sino que se obtuvo una licitación internacional y se reparó al submarino Venezolano “Picua”. Esta situación no fue para nada digerida por los norteamericanos, que empezaron a presionar a nuestro país por todos lados.
El “Santa Fe” zarpó el 27 de marzo de 1982 y trasladaba a trece buzos tácticos. Cumplió con su misión de desembarco en Malvinas y fue de los primeros en llegar. Los Comandos debían capturar el Faro “San Felipe” en cabo Pembroke, en Malvinas y demarcar la playa para el desembarco de los vehículos anfibios.
La Fuerza de Submarinos tenía la tarea de destruir a los buques enemigos. Técnicamente estas naves, cuentan con tanques de inmersión, a ambos lados del casco que una vez inundados le dan el peso necesario para poder subir y bajar o navegar entre dos aguas.
El 12 de abril, el “San Luis” navegaba hacia el norte de las islas, pero fuera de la Zona de Exclusión y el “Santa Fe” se alistaba para una patrulla de sesenta días.
Su sistema de tiro no era computarizado pero si efectivo. Al ser hundido tenía abordo 10 torpedos Mk 14 y 3 Mk 37 de proximidad. Su distancia de lanzamiento no estaba condicionada a 2000 yardas. En ese momento llevaba a bordo once infantes de refuerzo, provisiones, armas y municiones. Además, transportaba a veinte soldados para reforzar la guarnición en Georgias del Sur.
Los portaaviones “Hermes” e “Invencible”, entraron en alerta, debido al avistamiento de periscopios. Cundió el nerviosismo y el “Santa Fe”, debía atacar la línea de reabastecimiento británica entre Ascensión y Malvinas, pero los helicópteros de la fragata “HMS Antrim” le dispararon un torpedo, cargas de profundidad, misiles y tiros de ametralladoras. Su tripulación respondió con fuego de fusilería. Un misil le atravesó el vertical de forma horizontal.
Ya sin posibilidades de acción, los tripulantes del submarino abrieron disimuladamente válvulas y escotillas de la nave, provocando su hundimiento. El “Santa Fe”, manteniendo su gloria, quedó inutilizable.
Los hechos impactaron en las autoridades de la Armada. El “Santiago del Estero”, una virtual chatarra, fue secretamente sacado a remolque de la Base de Mar del Plata y trasladado hacia Puerto Belgrano. La maniobra buscaba confundir a la Inteligencia británica, que lo creería en operaciones. Y, efectivamente, aunque el viejo submarino no podía moverse, los británicos creyeron que estaba operando en patrulla en alta mar, lo cual los obligó a mantener constante vigilancia y desvío de recursos.
La Guerra Antisubmarina es fundamentalmente una contramedida, una reacción planeada y deliberada. La ventaja más importante del submarino sobre el buque de superficie en su capacidad para eludir la detección. Esta capacidad por si sola es tan importante, especialmente en la era de los radares, aviones patrulleros y satélites, muchos expertos piensan que el submarino es un arma dominante en cualquier conflicto.
Pero la pérdida del “Santa Fe” dejó una sola una unidad operativa: el “San Luis”, que el 29 de abril recibió la noticia de que se habían modificado las reglas de enfrentamiento. Quedaba autorizado a disparar libremente sus torpedos en las zonas de patrulla al norte de las Islas.
Realizó una campaña de 40 días, llevó a cabo tres ataques al enemigo, no obstante haber operado con solo tres de sus cuatro motores diesel y haber tenido la computadora del sistema de armas fuera de servicio. Su capacidad de lanzamiento de torpedos era limitada a las condiciones de emergencia. El 1 de mayo lanzó un proyectil SST- 4 sobre un blanco a distancia, clasificado como un destructor o una fragata y sin poder apreciar su efecto. A continuación fue hostigado casi un día entero por buques y helicópteros, por lo que debió asentarse en el lecho del mar para evitar sufrir consecuencias.
El ocho de mayo efectuó un nuevo ataque sobre un blanco apreciado como submarino, con fuerte explosión en el azimut del lanzamiento, sin poder dilucidar los efectos. Finalmente el 10 de mayo efectúa un tercer ataque con dos SST-4 sobre un blanco, también clasificado como destructor o fragata, pero sin sufrir un posterior contraataque. El 11 de mayo recibió la orden de regreso a su base de operaciones, que cumplió sin novedad. El 19 de mayo ingresó a la Base Naval de Puerto Belgrano, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión.
Veinticinco años después de la guerra, Sir Tim McClement, desveló la “contribución vital” que hicieron esos submarinos en la victoria contra Argentina.
Esa misión de los submarinos nunca fue descubierta por Argentina, reveló el alto oficial naval británico, Sir Tim McClement, segundo en el mando del “HMS Conqueror”, el mismo que hundió al crucero General Belgrano. Reconocen intento de incursionar en territorio nacional para destruir la base de aviones de Río Grande. McClement escribió un artículo con esa información para una publicación especial de la Marina Real, titulada “Royal Navy, A Global Force.
El militar afirma que los cinco submarinos nucleares estaban alineados, sumergidos, a orillas del límite territorial de 12 millas de Argentina, para dar la alerta de ataques aéreos lanzados contra las fuerzas británicas.
Los submarinos podían captar los lanzamientos de Skyhawks y otros aparatos aéreos de la base principal en Río Grande, señalando el tipo de aviones y su número y dando así la alerta 45 minutos antes de un ataque, indicó.
La amenaza de los bombarderos argentinos Skyhawk, armados con bombas de 1.500 libras y 2.000 libras, y sus Super Etendarts, con misiles Exocet, planteaban el mayor peligro para la marina británica, principalmente porque la Royal Navy carecía de sistemas apropiados de advertencia temprana.
Los dos buques portaviones de la Royal Navy, el “HMS Invincible” y el “HMS Hermes”, estaban al este de las islas y fuera de alcance de los bombarderos argentinos, había buques de guerra que estaban más cerca de Argentina y que eran altamente vulnerables, señaló.
Las tropas británicas que aterrizaban en las islas eran vulnerables a los ataques de los bombarderos, notó el militar.
La presencia de los cinco submarinos nucleares, “HMS Conqueror”, “HMS Splendid”, “HMS Spartan”, “HMS Courageous” y “HMS Valiant” y uno convencional, el “HMS Onyx”, fue la solución, tras el fracaso de un plan para atacar una de las principales bases aéreas de Argentina y destruir los Skyhawks.
Después de que abortó ese plan secreto, un grupo de soldados británicos tuvo que refugiarse en Chile. McClement, señaló que al comienzo del conflicto, una mayoría de esos submarinos estaban comprometidos en otras misiones.
El “HMS Conqueror” estaba siguiendo al crucero argentino “General Belgrano”, contra el que disparó ocho torpedos, el 2 de mayo, hundiendo al barco y causando la muerte de 323 hombres.
Los “HMS Splendid” y “HMS Spartan” estaban buscando al portaviones “25 de Mayo”, que se sospechaba se preparaba para atacar las fuerzas británicas, y el “HMS Onyx” desarrollaba operaciones ultra secretas de las fuerzas especiales, precisó.
Sin embargo, los cinco submarinos nucleares tomaron posición en el límite de 12 millas de Argentina para dar la alerta, lo que permitió la destrucción de varios bombarderos argentinos y obligó a otros a regresar a sus bases, lo que fue clave para la derrota de las fuerzas argentinas, concluyó el vicealmirante.
Nadie duda de Gran Bretaña y Estados Unidos para encarar acciones militares. En la Guerra de Malvinas Margaret Thatcher estuvo dispuesta a usar armas nucleares contra el territorio argentino, según reveló en un libro sobre el ex presidente francés Francois Mitterrand.
La intención de Thatcher de usar cargas nucleares para definir la guerra, fue abortada por la decisión de Mitterrand de colaborar con la “Dama de Hierro” y proporcionarle información sobre las armas que Francia le había vendido a Argentina. Es decir, se estuvo muy cerca de la locura.
Con el arma Submarina, cualquier país en serio, crea situaciones muy favorables, para que la fuerza de superficie o los componentes aéreos puedan realizar misiones con mayor éxito. “Los oídos debajo del mar”, alcanzan a detectar 60 – 70 u 80 veces más lejos de lo que pueden hacer los ojos del vigía de un buque y aún las ondas del radar, desarrollando así una labor importante de disuasión.
Material de consulta y fuentes: Archivos personales. Relatos del Capitán de Corbeta, Horacio Bicain, comandante del submarino “Santa Fe” en 1982.
Poder Naval. Revisión de un artículo del colega Alberto Amato, diario ”Clarín”. Nota periodística al actual Almirante Alejandro Maegli, durante el conflicto oficial subalterno del “San Luis”. Grupo de Investigaciones de Defensa. Publicación: “Submarinos de la Armada Argentina (1933-2000)” – Ricardo Burzaco – Eugenio B Ediciones. Libro: “Submarinos Argentinos” por Martín Ignacio Otero. Comunidad Submarinística Latinoamericana. Artículo Submarinos y Recursos. Submarinos nucleares en primera línea de la defensa británica en Malvinas. AFP, Londres, Reino Unido. Asesoramiento, Capitán de Fragata (RE) Osvaldo Goñi.
martes, 7 de junio de 2016
Pipi Sánchez recuerda el raid sobre Bahía Agradable
Pipi Sanchez recuerda el 8 de Junio
El 7 de junio, sabíamos que al otro día, íbamos a operar los dos Escuadrones A4 B en forma conjunta contra el desembarco inglés en Bahía Agradable. Ese día disfrutamos cada minuto, como lo hacíamos siempre. Todos juntos, haciéndonos bromas, tratando de divertirnos y no pensar en el mañana.
El 8 por la mañana, se encontraban listas, dos escuadrillas de tres aviones por Escuadrón. Temprano dieron la orden de partida, pero sólo a los aviones del primer Escuadrón y nos dejaron en espera al resto, hasta tener resultados del primer ataque.
Todos los pilotos que quedamos en tierra (incluidos nuestros jefes), insistimos para salir juntos para no perder el factor de la sorpresa inicial; pero la orden fue mantenernos en espera.
A las 15 hs. aproximadamente, nos asignaron los blancos y ordenaron el despegue. De los seis aviones, dos volvieron por fallas técnicas; por lo cual formamos una sola escuadrilla de cuatro aviones A4 B. A pesar de la desventaja de no contar con el factor sorpresa, de las terribles condiciones climáticas reinante en la zona de operaciones para llegar al blanco y la información que nuestros "hermanos" le pasaban al enemigo, fuimos a cumplir con nuestras obligaciones.
Rindo mi homenaje y reconocimiento a los queridos "Ruso" Bolzan, "Turco" Arraras y Jorge Vázquez. Cayeron peleando como leones contra el enemigo, haciéndoles pagar caro la osadía. Pocas veces vi tremendo coraje y valor para enfrentar todas las defensas que el enemigo tenía disponible en ese momento. Serán siempre ejemplo para nosotros de lo que significa el compromiso con la patria, de defenderla aún a costa de la propia vida. No hay día que nos olvidemos de ustedes y los extrañaremos siempre! Nunca pedimos tregua... ni le dimos tregua al enemigo. Tampoco nos rendimos, sino que como soldados profesionales, tuvimos que cumplir la orden de no volar más! Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de haberlos conocido.
El 8 de junio de 1982, es conocido por los ingleses como "el día más negro de la flota".
Gloria a nuestros héroes caídos en combate, por la causa justa que es Malvinas!
Pipi Sanchez
El 7 de junio, sabíamos que al otro día, íbamos a operar los dos Escuadrones A4 B en forma conjunta contra el desembarco inglés en Bahía Agradable. Ese día disfrutamos cada minuto, como lo hacíamos siempre. Todos juntos, haciéndonos bromas, tratando de divertirnos y no pensar en el mañana.
El 8 por la mañana, se encontraban listas, dos escuadrillas de tres aviones por Escuadrón. Temprano dieron la orden de partida, pero sólo a los aviones del primer Escuadrón y nos dejaron en espera al resto, hasta tener resultados del primer ataque.
Todos los pilotos que quedamos en tierra (incluidos nuestros jefes), insistimos para salir juntos para no perder el factor de la sorpresa inicial; pero la orden fue mantenernos en espera.
A las 15 hs. aproximadamente, nos asignaron los blancos y ordenaron el despegue. De los seis aviones, dos volvieron por fallas técnicas; por lo cual formamos una sola escuadrilla de cuatro aviones A4 B. A pesar de la desventaja de no contar con el factor sorpresa, de las terribles condiciones climáticas reinante en la zona de operaciones para llegar al blanco y la información que nuestros "hermanos" le pasaban al enemigo, fuimos a cumplir con nuestras obligaciones.
Rindo mi homenaje y reconocimiento a los queridos "Ruso" Bolzan, "Turco" Arraras y Jorge Vázquez. Cayeron peleando como leones contra el enemigo, haciéndoles pagar caro la osadía. Pocas veces vi tremendo coraje y valor para enfrentar todas las defensas que el enemigo tenía disponible en ese momento. Serán siempre ejemplo para nosotros de lo que significa el compromiso con la patria, de defenderla aún a costa de la propia vida. No hay día que nos olvidemos de ustedes y los extrañaremos siempre! Nunca pedimos tregua... ni le dimos tregua al enemigo. Tampoco nos rendimos, sino que como soldados profesionales, tuvimos que cumplir la orden de no volar más! Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de haberlos conocido.
El 8 de junio de 1982, es conocido por los ingleses como "el día más negro de la flota".
Gloria a nuestros héroes caídos en combate, por la causa justa que es Malvinas!
Pipi Sanchez
lunes, 6 de junio de 2016
El bautismo de fuego del 3 de Oro
EL 3 DE ORO ENTRÓ EN COMBATE
Por el Tcnl (R) VGM Víctor Hugo Rodríguez *
13 de Junio de 1982, 22:00 hs, cerro Tumbledown mirando al valle del arroyo de Moody Brook ,a la izquierda el Longdon; enfrente el Regimiento 7 de Infantería de La Plata estaba recibiendo fuego intensivo desde hacía dos días el 11 y el 12 de Junio, era un infierno, estábamos unos cien metros en altura más arriba que ellos y allá a 5 Kms de distancia; día y noche el enemigo inglés no dejaba un centímetro sin castigar con fuego naval, artillería y morteros; estaba claro que preparaba el ataque sobre las alturas del Regimiento, de vez en cuando nos atendían a nosotros como para avisarnos que se vendrían luego hacia el Tumbledown.
Debajo del Longdon el capitán Soloaga, héroe en la guerra que supo trasladar sus valores sanmartinianos a la paz, “se aferraba como una ostra” a las rocas; ellos ya estaban en combate resistiendo el cañoneo infernal al que eran sometidos día y noche; veíamos como espectadores privilegiados y azorados su resistencia, algunas patrullas se desprendían...; pero para sacar sus muertos y depositarlos en una ambulancia abandonada y empantanada en el medio del Valle y volvían al combate! El solo verlos marchar nuevamente a esa ducha de artillería, conmovía.
Eran las 22 hs del 13 de junio, me llama el Capitán Zunino, jefe de la Compañía A Tacuarí del 3 de Oro, un capitanazo de aquellos para tenerlo de jefe en la guerra; nos convoca al Tte. Dobrovevic Jefe del grupo apoyo, al Tte. Mones Ruiz jefe de la 2da sección de tiradores, al Subte. Aristegui jefe de 3ra sección y al suscripto.
“Debemos ir a apoyar al Regimiento 7 que está siendo atacado en aquella altura”.
No conocíamos el terreno sino por las vistas, nunca habíamos hecho un reconocimiento, ya que nuestro arribo era del día anterior, no estaba previsto nuestro empleo en esa dirección, nos estábamos preparando para sostener nuestra posición contra el ataque que sería al otro día, sobre nuestras posiciones que no eran otras que unas pocas piedras bajas, ya que las palas Tempex que llevamos se rompieron antes de cumplir una semana; eran de aluminio roscado y la presión de la greda las hacía polvo, no teníamos con qué hacer pozos.
Equipo.... manta y paño de carpa terciado, solo tres cargadores.
Infrarrojo... uno solo, el del Capitán.
Radios, ninguna, sin pilas, sin comunicación con el jefe de compañía ni entre nosotros; en Malvinas la infantería de la 1ra guerra, presente.
Sí, porque solo teníamos tres cargadores, entonces ordené llevar munición dentro de medias que uníamos y nos las poníamos sobre el cuello...
Hablamos con Aristegui, era un cadete de 4to año “comisionado subteniente” para Malvinas, de la misma edad que sus soldados, no obstante siempre un ejemplo.
“Aristegui, formemos en cadena Ud. a la derecha yo a la izquierda, salgamos cuanto antes del valle, vamos a atravesarlo a paso firme para llegar a las alturas cuanto antes”.
El campo de combate era un infierno, todo rugía, todo era incandescente, el Longdon , el valle, Wirelles Ridge donde estaba el R I 7, Puerto Argentino, el Williams, las trazantes, los lanzacohetes, toda la guerra a pleno, el asalto final a full. Hacha y tiza de los dos lados.
Cruzamos el arroyo donde nos mojamos hasta la cintura, nevaba..., frío... no me acuerdo, la adrenalina a mil calentaba nuestros cuerpos.
De pronto observamos desde el valle, que donde debía estar el Regimiento 7 esperándonos, había ingleses allá arriba que estaban tirando con fuego de fusil y de cohetes sobre los ex cuarteles de los Royal Marines; nada entendíamos, sin comunicaciones solo podíamos resolver sin esperar órdenes de nadie.
“Aristegui, arriba está el enemigo tratemos de sorprenderlo, no siga derecho para no chocar, gire a su derecha y ganémosle la altura” luego de esa conversación de combate el joven oficial camina cinco metros y me gritan... "¡el subteniente cayó herido en el cuello!". Corrí hasta el lugar y luego de tocar su cuello ensangrentado escucho que uno de sus hombres le dice... golpeándolo en la mejilla con su palma de la mano... “Vos te portaste muy bien con nosotros pendejo, nosotros te vamos a sacar de acá” y rápidamente se lo llevaron para abajo.
Hoy es un ejemplar oficial malvinero, el “Nono” Aristegui, que supo ganarse el respeto de sus soldados con solo 19 años, el disparo le atravesó el cuello detrás de la columna vertebral.
El enemigo nos detecta y nos ilumina con bengalas aéreas, todavía estábamos en el valle, con cuarenta hombres de Aristegui y cuarenta míos; advirtiendo que harían fuego de eficacia mandé el asalto sobre sus posiciones que estaban unos cien metros arriba del cerro, en la alturas de Wirelles Ridge.
Segundos después caía sobre el lugar donde estábamos antes una barrera de fuego de artillería de aquellas...
No me entraba en la cabeza que mis hombres iban a contraatacar en el medio de esas bombas que conocimos esa misma noche, explotaban cincuenta metros arriba de nuestras cabezas y caían las esquirlas con una ducha encendida para destruir todo lo que tocaban.
¡Al asalto!.... ordené; no había opción para llegar arriba y apoyar al R I 7, que alegría, que emoción ver mis soldados y los de Aristegui con todos los suboficiales a la carrera que llegaban arriba, era increíble verlos al “Cata” Carballo mi estafeta veloz, al “Mono” Paz mi radiooperador sin radio, Aumasane, Izaguirre, “Bombón Díaz”, Juan Fernández hoy dirigente de la Federación, todos soldados porteños impulsados por el amor a la Patria pechando desde el valle la pulseada con los ingleses por ése pedazo de tierra malvinera. Y tenían solo 18 años y hambre y frío y sin comunicaciones, pensar que la prensa amarilla los Llamó “chicos de la guerra”; que saben los giles...
Esto dijeron los británicos del 2do Batallón de paracaidistas que actuaron apoyados por dos naves de guerra, dos baterías de artillería, dieciséis morteros de 81 milímetros y 4 tanques livianos que dispararon más de 6000 proyectiles en 48 horas sobre el Regimiento 7 y después sobre nosotros de ése choque...
“El primer pelotón del Teniente Primero Víctor Hugo Rodríguez entra en acción. Los hombres avanzan por saltos individuales, entre los componentes del segundo pelotón, tratando de encontrar cubiertas donde podían; en su avance abrieron fuego intenso y el pelotón 12 de la Compañía B del Teniente Jonathan Page y los paracaidistas del Batallón 2 no parecían retroceder, la cosa se tornó como en el lejano oeste; cada uno debía arreglarse de manera individual en forma conjunta con los paras”
.
La sección mía no alcanza a girar a la derecha y el extremo izquierdo choca contra el enemigo que se sorprende y comienza a replegarse quedando esa porción del cerro en nuestro poder; estábamos mezclados con ellos y por lo tanto el fuego de artillería y naval británico mermó.
Allí cayó Villegas... un sargento conductor motorista, el mejor jefe de grupo que tenía; quedó seriamente herido por tiro de fusil en el estómago, al caer intentó continuar el combate o al menos tomar su fusil y un preciso disparo le pegó en la mano que se dirigía a su arma en el suelo, un francotirador con mira telescópica nocturna lo vigilaba desde menos de 30 metros
Villegas queda a merced del enemigo del otro lado de unas rocas grandes, sus soldados lo quieren ayudar pero no pueden , el combate es intenso, “el Gorila” pide que le peguen un tiro porque se ve gravemente herido. Pero faltaba un criollo de ley, el soldado Esteban Tries de 20 años se desnuda el torso, sin armamento y con las manos levantadas se muestra ante los ingleses y con señas informa que buscará a su jefe, qué coraje, que ganas de morir por su jefe, qué entereza moral, cuanto amor...
Hoy Villegas trabaja en mi empresa, dos veces cruzó la cordillera con sus hijos con nuestra Asociación Cultural Sanmartiniana, Cuna de la Bandera de Rosario, www.crucedelosandes.com.ar
A Tries lo llevé dos veces a cruzar los Andes en mula porque el solo hecho de verlo me hace feliz y disfruto de su leal amistad, aparte brinda exposiciones de los combates durante la marcha.
Los ingleses se quedaron en las más cortas distancias ya que las grandes rocas y piedras del cerro permitían esconderse y combatir. Les vimos las espaldas, se replegaron creyendo que era un contraataque importante.
Pero qué hacíamos combatiendo con Ingleses si la orden había sido avanzar para apoyar al 7...
Es que el Jefe del Regimiento 7 informó que se replegaba dos horas antes y a mí ni a Aristegui nadie nos pudo avisar, no solo porque no teníamos radios sino porque nos mandaron cuatro estafetas y ninguno nos pudo localizar en el campo de combate.
La orden que dio el General Jofré, Comandante de la Xma Brigada, fue de abortar el apoyo al R I 7, nosotros jamás nos enteramos, por eso nos metimos dentro de las fracciones del 2do Batallón de Paracaidistas británicos.
Nuestra compañía pudo recuperar la sección apoyo y la 2da sección, pero la velocidad de marcha por llegar a las alturas no permitió que nos encontraran.
Por eso cuando subimos combatiendo estábamos solos, sin apoyo de artillería ni de morteros, ni de nadie, es más solamente nuestro Capitán sabía que allí estábamos.
Los ingleses continúan describiendo ese combate de la siguiente manera. “Estábamos en una zona descampada y sin apoyo, parecía como si diez pelotones de fusileros nos estuvieran tirando. Varios conscriptos del Teniente Primero Rodríguez sin ser vistos tomaron posiciones en las rocas donde la compañía "D" perteneciente al Mayor británico Neame había estado anteriormente. Le preguntamos al Mayor, a fin de volver y retomar nuestra posición. Efectuó unos tumbos fuera de la posición sin importarle los proyectiles que caía a su alrededor. (Hugh Mc Manners, "The Scars of the War", pág 186).
“Aún al amanecer la compañía D permanecía bajo presión.”
Continuamos nuestro avance “tratando de encontrar al R I 7” y el enemigo nos iluminaba con sus bengalas y ordenaba fuego de artillería y naval, no nos hizo daño ya que sus proyectiles caían 50 metros a la derecha pero en distancia, exacto. Las piedras permitían una cobertura importante.
El 7 debe estar por aquí me decía yo mismo y nuestros hombres continuaban el avance, combatiendo y cayendo; así le toca al Juanjo, el Sargento Vallejos, que no pertenecía a mi sección, se me presentó en la salida del otro lado del valle y me dijo... “Perdí mi sección me voy con Ud., tengo mi grupo completo” fue gravemente herido en una pierna, que hoy patrulla sola el valle de Moody Brook, combatió cómo un héroe en el medio de la neblina y la primera nevada del año, lo rescata en un acto heroico su compañero y amigo el Sargento Domínguez, otro soldado del 3 de Oro.
Mi estafeta el Cata Carballo, un soldado de solo 18 años que le saqué al Sargento Villegas, no sin reproches del “Gorila”, por ser el más hábil y rápido, fue el encargado de sacarme una esquirla muy chica que se me incrustó en la mandíbula durante el fuego de artillería inglés. Me dieron Cata, le gritaba mientras pretendía saber qué tenía que me quemaba, al día de hoy todavía debo soportar sus cargadas por mi susto hasta ver que solo fue la esquirla más chica de toda la guerra, la que me pegó en el rostro, hoy es mi orgullo y mi suerte.
El combate continuaba en el mayor de los desórdenes en todas direcciones, con cohetes asediaban a nuestro Grupo de Artillería 4 de Córdoba disparando desde el otro lado de la ría muy cerca nuestro; al frente el enemigo avanzaba con toda la unidad, a la izquierda y al intentar recuperar dos grupos míos recibo fuego de un grupo de tiradores ingleses; ya no cabían dudas, el R I 7 no estaba, encontramos sus morteros 81 milímetros sin afustes.
Estábamos prácticamente rodeados, por derecha, por izquierda y por el frente, solo manteníamos bajo control nuestras espaldas.
De pronto escuchamos el sonido de nuestros cañones de artillería y al segundo el estallido de las municiones cerca nuestro, no sabían que estábamos allí, solo nuestro capitán Zunino, quien ordenó el alto el fuego, hacíamos señales con linternas que jamás podrían ver; los artilleros bajaron los cañones y hacían tiro directo sobre Wirelles Ridge, pensar que dirigía el fuego mi vecino en Báez el Capitán “Turco” Perandone.
Yo no quería que el amanecer nos sorprendiera arriba porque el repliegue sería imposible, ya que no había cubiertas contra las vistas. Llamé a los jefes de grupo y ordené preparar fuego en todas las direcciones a fin de desaferrarnos del enemigo, luego bajamos hacia el río a gran velocidad amparados por la neblina y el incipiente amanecer.
En el puente de Moody Brook me junté con el Capitán Zunino, quien me impuso de la real situación, cuando nosotros subíamos él recibía la orden de replegar todas la secciones.
Así combatió en Malvinas la Compañía "A" “Tacuarí” del Regimiento 3 de Infantería “General Manuel Belgrano”, como dijo el General Don José de San Martín: “en pelota como nuestros paisanos los indios” pero con todo el espíritu de los infantes del glorioso 3 de Oro que comandó el entonces Teniente Coronel David Comini.
Testigos de la fiereza de nuestros soldados, los integrantes del 2do Batallón de Paracaidistas Británicos.
Por el Tcnl (R) VGM Víctor Hugo Rodríguez *
El contraataque del 3 de Oro.
13 de Junio de 1982, 22:00 hs, cerro Tumbledown mirando al valle del arroyo de Moody Brook ,a la izquierda el Longdon; enfrente el Regimiento 7 de Infantería de La Plata estaba recibiendo fuego intensivo desde hacía dos días el 11 y el 12 de Junio, era un infierno, estábamos unos cien metros en altura más arriba que ellos y allá a 5 Kms de distancia; día y noche el enemigo inglés no dejaba un centímetro sin castigar con fuego naval, artillería y morteros; estaba claro que preparaba el ataque sobre las alturas del Regimiento, de vez en cuando nos atendían a nosotros como para avisarnos que se vendrían luego hacia el Tumbledown.
Debajo del Longdon el capitán Soloaga, héroe en la guerra que supo trasladar sus valores sanmartinianos a la paz, “se aferraba como una ostra” a las rocas; ellos ya estaban en combate resistiendo el cañoneo infernal al que eran sometidos día y noche; veíamos como espectadores privilegiados y azorados su resistencia, algunas patrullas se desprendían...; pero para sacar sus muertos y depositarlos en una ambulancia abandonada y empantanada en el medio del Valle y volvían al combate! El solo verlos marchar nuevamente a esa ducha de artillería, conmovía.
Eran las 22 hs del 13 de junio, me llama el Capitán Zunino, jefe de la Compañía A Tacuarí del 3 de Oro, un capitanazo de aquellos para tenerlo de jefe en la guerra; nos convoca al Tte. Dobrovevic Jefe del grupo apoyo, al Tte. Mones Ruiz jefe de la 2da sección de tiradores, al Subte. Aristegui jefe de 3ra sección y al suscripto.
“Debemos ir a apoyar al Regimiento 7 que está siendo atacado en aquella altura”.
No conocíamos el terreno sino por las vistas, nunca habíamos hecho un reconocimiento, ya que nuestro arribo era del día anterior, no estaba previsto nuestro empleo en esa dirección, nos estábamos preparando para sostener nuestra posición contra el ataque que sería al otro día, sobre nuestras posiciones que no eran otras que unas pocas piedras bajas, ya que las palas Tempex que llevamos se rompieron antes de cumplir una semana; eran de aluminio roscado y la presión de la greda las hacía polvo, no teníamos con qué hacer pozos.
Equipo.... manta y paño de carpa terciado, solo tres cargadores.
Infrarrojo... uno solo, el del Capitán.
Radios, ninguna, sin pilas, sin comunicación con el jefe de compañía ni entre nosotros; en Malvinas la infantería de la 1ra guerra, presente.
Sí, porque solo teníamos tres cargadores, entonces ordené llevar munición dentro de medias que uníamos y nos las poníamos sobre el cuello...
Hablamos con Aristegui, era un cadete de 4to año “comisionado subteniente” para Malvinas, de la misma edad que sus soldados, no obstante siempre un ejemplo.
“Aristegui, formemos en cadena Ud. a la derecha yo a la izquierda, salgamos cuanto antes del valle, vamos a atravesarlo a paso firme para llegar a las alturas cuanto antes”.
El campo de combate era un infierno, todo rugía, todo era incandescente, el Longdon , el valle, Wirelles Ridge donde estaba el R I 7, Puerto Argentino, el Williams, las trazantes, los lanzacohetes, toda la guerra a pleno, el asalto final a full. Hacha y tiza de los dos lados.
Cruzamos el arroyo donde nos mojamos hasta la cintura, nevaba..., frío... no me acuerdo, la adrenalina a mil calentaba nuestros cuerpos.
De pronto observamos desde el valle, que donde debía estar el Regimiento 7 esperándonos, había ingleses allá arriba que estaban tirando con fuego de fusil y de cohetes sobre los ex cuarteles de los Royal Marines; nada entendíamos, sin comunicaciones solo podíamos resolver sin esperar órdenes de nadie.
“Aristegui, arriba está el enemigo tratemos de sorprenderlo, no siga derecho para no chocar, gire a su derecha y ganémosle la altura” luego de esa conversación de combate el joven oficial camina cinco metros y me gritan... "¡el subteniente cayó herido en el cuello!". Corrí hasta el lugar y luego de tocar su cuello ensangrentado escucho que uno de sus hombres le dice... golpeándolo en la mejilla con su palma de la mano... “Vos te portaste muy bien con nosotros pendejo, nosotros te vamos a sacar de acá” y rápidamente se lo llevaron para abajo.
Hoy es un ejemplar oficial malvinero, el “Nono” Aristegui, que supo ganarse el respeto de sus soldados con solo 19 años, el disparo le atravesó el cuello detrás de la columna vertebral.
El enemigo nos detecta y nos ilumina con bengalas aéreas, todavía estábamos en el valle, con cuarenta hombres de Aristegui y cuarenta míos; advirtiendo que harían fuego de eficacia mandé el asalto sobre sus posiciones que estaban unos cien metros arriba del cerro, en la alturas de Wirelles Ridge.
Segundos después caía sobre el lugar donde estábamos antes una barrera de fuego de artillería de aquellas...
No me entraba en la cabeza que mis hombres iban a contraatacar en el medio de esas bombas que conocimos esa misma noche, explotaban cincuenta metros arriba de nuestras cabezas y caían las esquirlas con una ducha encendida para destruir todo lo que tocaban.
¡Al asalto!.... ordené; no había opción para llegar arriba y apoyar al R I 7, que alegría, que emoción ver mis soldados y los de Aristegui con todos los suboficiales a la carrera que llegaban arriba, era increíble verlos al “Cata” Carballo mi estafeta veloz, al “Mono” Paz mi radiooperador sin radio, Aumasane, Izaguirre, “Bombón Díaz”, Juan Fernández hoy dirigente de la Federación, todos soldados porteños impulsados por el amor a la Patria pechando desde el valle la pulseada con los ingleses por ése pedazo de tierra malvinera. Y tenían solo 18 años y hambre y frío y sin comunicaciones, pensar que la prensa amarilla los Llamó “chicos de la guerra”; que saben los giles...
Esto dijeron los británicos del 2do Batallón de paracaidistas que actuaron apoyados por dos naves de guerra, dos baterías de artillería, dieciséis morteros de 81 milímetros y 4 tanques livianos que dispararon más de 6000 proyectiles en 48 horas sobre el Regimiento 7 y después sobre nosotros de ése choque...
“El primer pelotón del Teniente Primero Víctor Hugo Rodríguez entra en acción. Los hombres avanzan por saltos individuales, entre los componentes del segundo pelotón, tratando de encontrar cubiertas donde podían; en su avance abrieron fuego intenso y el pelotón 12 de la Compañía B del Teniente Jonathan Page y los paracaidistas del Batallón 2 no parecían retroceder, la cosa se tornó como en el lejano oeste; cada uno debía arreglarse de manera individual en forma conjunta con los paras”
.
La sección mía no alcanza a girar a la derecha y el extremo izquierdo choca contra el enemigo que se sorprende y comienza a replegarse quedando esa porción del cerro en nuestro poder; estábamos mezclados con ellos y por lo tanto el fuego de artillería y naval británico mermó.
Allí cayó Villegas... un sargento conductor motorista, el mejor jefe de grupo que tenía; quedó seriamente herido por tiro de fusil en el estómago, al caer intentó continuar el combate o al menos tomar su fusil y un preciso disparo le pegó en la mano que se dirigía a su arma en el suelo, un francotirador con mira telescópica nocturna lo vigilaba desde menos de 30 metros
Villegas queda a merced del enemigo del otro lado de unas rocas grandes, sus soldados lo quieren ayudar pero no pueden , el combate es intenso, “el Gorila” pide que le peguen un tiro porque se ve gravemente herido. Pero faltaba un criollo de ley, el soldado Esteban Tries de 20 años se desnuda el torso, sin armamento y con las manos levantadas se muestra ante los ingleses y con señas informa que buscará a su jefe, qué coraje, que ganas de morir por su jefe, qué entereza moral, cuanto amor...
Hoy Villegas trabaja en mi empresa, dos veces cruzó la cordillera con sus hijos con nuestra Asociación Cultural Sanmartiniana, Cuna de la Bandera de Rosario, www.crucedelosandes.com.ar
A Tries lo llevé dos veces a cruzar los Andes en mula porque el solo hecho de verlo me hace feliz y disfruto de su leal amistad, aparte brinda exposiciones de los combates durante la marcha.
Los ingleses se quedaron en las más cortas distancias ya que las grandes rocas y piedras del cerro permitían esconderse y combatir. Les vimos las espaldas, se replegaron creyendo que era un contraataque importante.
Pero qué hacíamos combatiendo con Ingleses si la orden había sido avanzar para apoyar al 7...
Es que el Jefe del Regimiento 7 informó que se replegaba dos horas antes y a mí ni a Aristegui nadie nos pudo avisar, no solo porque no teníamos radios sino porque nos mandaron cuatro estafetas y ninguno nos pudo localizar en el campo de combate.
La orden que dio el General Jofré, Comandante de la Xma Brigada, fue de abortar el apoyo al R I 7, nosotros jamás nos enteramos, por eso nos metimos dentro de las fracciones del 2do Batallón de Paracaidistas británicos.
Nuestra compañía pudo recuperar la sección apoyo y la 2da sección, pero la velocidad de marcha por llegar a las alturas no permitió que nos encontraran.
Por eso cuando subimos combatiendo estábamos solos, sin apoyo de artillería ni de morteros, ni de nadie, es más solamente nuestro Capitán sabía que allí estábamos.
Los ingleses continúan describiendo ese combate de la siguiente manera. “Estábamos en una zona descampada y sin apoyo, parecía como si diez pelotones de fusileros nos estuvieran tirando. Varios conscriptos del Teniente Primero Rodríguez sin ser vistos tomaron posiciones en las rocas donde la compañía "D" perteneciente al Mayor británico Neame había estado anteriormente. Le preguntamos al Mayor, a fin de volver y retomar nuestra posición. Efectuó unos tumbos fuera de la posición sin importarle los proyectiles que caía a su alrededor. (Hugh Mc Manners, "The Scars of the War", pág 186).
“Aún al amanecer la compañía D permanecía bajo presión.”
Continuamos nuestro avance “tratando de encontrar al R I 7” y el enemigo nos iluminaba con sus bengalas y ordenaba fuego de artillería y naval, no nos hizo daño ya que sus proyectiles caían 50 metros a la derecha pero en distancia, exacto. Las piedras permitían una cobertura importante.
El 7 debe estar por aquí me decía yo mismo y nuestros hombres continuaban el avance, combatiendo y cayendo; así le toca al Juanjo, el Sargento Vallejos, que no pertenecía a mi sección, se me presentó en la salida del otro lado del valle y me dijo... “Perdí mi sección me voy con Ud., tengo mi grupo completo” fue gravemente herido en una pierna, que hoy patrulla sola el valle de Moody Brook, combatió cómo un héroe en el medio de la neblina y la primera nevada del año, lo rescata en un acto heroico su compañero y amigo el Sargento Domínguez, otro soldado del 3 de Oro.
Mi estafeta el Cata Carballo, un soldado de solo 18 años que le saqué al Sargento Villegas, no sin reproches del “Gorila”, por ser el más hábil y rápido, fue el encargado de sacarme una esquirla muy chica que se me incrustó en la mandíbula durante el fuego de artillería inglés. Me dieron Cata, le gritaba mientras pretendía saber qué tenía que me quemaba, al día de hoy todavía debo soportar sus cargadas por mi susto hasta ver que solo fue la esquirla más chica de toda la guerra, la que me pegó en el rostro, hoy es mi orgullo y mi suerte.
El combate continuaba en el mayor de los desórdenes en todas direcciones, con cohetes asediaban a nuestro Grupo de Artillería 4 de Córdoba disparando desde el otro lado de la ría muy cerca nuestro; al frente el enemigo avanzaba con toda la unidad, a la izquierda y al intentar recuperar dos grupos míos recibo fuego de un grupo de tiradores ingleses; ya no cabían dudas, el R I 7 no estaba, encontramos sus morteros 81 milímetros sin afustes.
Estábamos prácticamente rodeados, por derecha, por izquierda y por el frente, solo manteníamos bajo control nuestras espaldas.
De pronto escuchamos el sonido de nuestros cañones de artillería y al segundo el estallido de las municiones cerca nuestro, no sabían que estábamos allí, solo nuestro capitán Zunino, quien ordenó el alto el fuego, hacíamos señales con linternas que jamás podrían ver; los artilleros bajaron los cañones y hacían tiro directo sobre Wirelles Ridge, pensar que dirigía el fuego mi vecino en Báez el Capitán “Turco” Perandone.
Yo no quería que el amanecer nos sorprendiera arriba porque el repliegue sería imposible, ya que no había cubiertas contra las vistas. Llamé a los jefes de grupo y ordené preparar fuego en todas las direcciones a fin de desaferrarnos del enemigo, luego bajamos hacia el río a gran velocidad amparados por la neblina y el incipiente amanecer.
En el puente de Moody Brook me junté con el Capitán Zunino, quien me impuso de la real situación, cuando nosotros subíamos él recibía la orden de replegar todas la secciones.
Así combatió en Malvinas la Compañía "A" “Tacuarí” del Regimiento 3 de Infantería “General Manuel Belgrano”, como dijo el General Don José de San Martín: “en pelota como nuestros paisanos los indios” pero con todo el espíritu de los infantes del glorioso 3 de Oro que comandó el entonces Teniente Coronel David Comini.
Testigos de la fiereza de nuestros soldados, los integrantes del 2do Batallón de Paracaidistas Británicos.
sábado, 4 de junio de 2016
El ataque de los Halcones, en un libro
“Experiencia de Halcón”: los ataques de la Guerra de Malvinas que complicaron a los ingleses
Investigación
Entre mayo y junio de 1982, un grupo de argentinos a bordo de cazabombarderos de 20 años de antigüedad puso en aprietos a las fuerzas británicas. Más allá de la épica, la antropóloga Rosana Guber reconstruyó sus vivencias.
Cincuenta años de la V Brigada Aérea (1999), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (Foto: E. Martínez)
Juan Brodersen - Clarín
Entrar a la zona enemiga y "poner la bomba con la mano". Con este eufemismo se refieren hoy algunos de los integrantes de los dos escuadrones que lograron complicar a las fuerzas británicas durante la Guerra de Malvinas en diversos ataques entre mayo y junio de 1982, con 10 embarcaciones afectadas y cuatro buques ingleses hundidos. Lo hicieron a bordo de cazabombarderos A-4B Skyhawk (areonaves monoplaza, subsónicas y de 20 años de antigüedad) sin experiencia en este tipo de guerra pero con una convicción: que avión y piloto eran una comunión indivisa que los haría pasar a la historia como "halcones".
En efecto, lo que sucedió allí trascendió a la táctica de guerra y al contexto de la política institucional de las Fuerzas Armadas en tiempos de Leopoldo Galtieri. El desempeño de los oficiales fue algo extraordinario, ya que tenían entrenamiento aeroterrestere pero no aeronaval. Y se enfrentaron a aviones y misiles de última generación. La sinergia con los A-4B fue total: “Fueron esos mismos oficiales quienes me advirtieron de muchas maneras que el avión y el ave (el halcón) eran partes de ellos”, explica Rosana Guber, antropóloga social investigadora del Conicet especialista en la Guerra de Malvinas.
En “Experiencia de halcón”, Guber reconstruye cómo los oficiales del Grupo 5 de Caza de la V Brigada Aérea lograron sumar experiencia en sucesivas misiones, comola del 8 de junio, que terminó con dos buques logísticos, un lanchón de desembarco, numerosas guardias galeses, tripulación de origen chino, y también con la vida de tres halcones.
Se trata, como la autora dice en el libro, de “un itinerario de seis capítulos y un epílogo que comienza en la mañana del 2 de abril de 1982 y concluye con un ser ni totalmente humano ni totalmente mecánico, que decidieron llamar halcón”.
- ¿Qué fue el Grupo 5 de Caza de la V Brigada de la Fuerza Aérea Argentina?
- Los oficiales pertenecían al Grupo 5 de Caza de la Brigada Aeronáutica de la Fuerza Armada que está ubicada, todavía hoy, en Villa Reynolds, a pocos kilómetros de Villa Mercedes, en San Luis. Fue el grupo operativo que forma y entrena a sus oficiales del llamado “escalafón aire” en el avión de combate que esté en ese momento en la Brigada. Primero fue el Avro Lincoln, después fue el A-4B Skyhawk, y finalmente el A4-AR Fightinghawk.
Monumento al A-4B, V Brigada Aérea, Villa Reynolds, San Luis (G. Pavlovcic)
- ¿Cómo fue el asalto sobre buques ingleses? ¿Cómo se preparó?
- El asalto a los buques británicos se fue imaginando en abril y reinventando con cada misión. La FAA carecía de ejercicios conjuntos con la Armada Argentina, parte de cuya flota era muy similar a la británica. Fue en abril y ante la inminencia de los acontecimientos, que los aviones de la VI Brigada ensayaron el ataque sobre un buque de la Armada argentina. En la despedida volaron rasantes sobre el mar y saltaron sobre la fragata en forma de saludo. El radar del buque no detectó a los pilotos hasta que estuvieron encima. Fue este sistema de aproximación al objetivo el que desarrollaron en todo el conflicto: los radares de la flota no detectaban a sus atacantes hasta que era tarde y los aviones argentinos les arrojaban las bombas, como dicen los oficiales, “con la mano”.
- ¿Fueron mejores militarmente que los ingleses? En este sentido, ¿fueron los únicos que lograron realmente poner en jaque a la flota inglesa?
- No sé si se puede decir que “fueron mejores” y que “fueron los únicos”. En una guerra hay muchos actores de cada lado, equipados con muy distintos medios y experiencias. La flota fue atacada desde el aire (aviación de la FAA y aeronaval), desde tierra (artillería) y también desde el mar (submarinos). Pese a sus enormes e inesperadas pérdidas, los británicos lograron prevalecer. Sin embargo, no esperaban semejantes dificultades, y el ataque a buques misilísticos y logísticos, incluyendo probablemente el ataque a uno de sus dos portaaviones, aún no reconocido por Gran Bretaña, retrasó notablemente la reconquista de las Islas. El jefe de las fuerzas terrestres británicas Julian Thompson escribió un libro que tituló No Picnic.
- ¿Qué aeronaves piloteaban estos oficiales y cómo habían entrenado para llevar a cabo el ataque? ¿Qué particularidad tienen los A-4B Skyhawk?
- El A-4B fue un avión diseñado por la empresa McDonell Doglas para la Marina de los EE.UU. para ser empleado en la Guerra de Corea, a fines de los años 1950. Como ese episodio bélico terminó, fue utilizado en la Guerra de Vietnam. Su diseño respondía a las necesidades operativas de los portaaviones. El A-4 era un avión aeronaval, lo cual queda claro en un gancho que lleva bajo la cola y que sirve para “anclarlo” en la cubierta del buque. Pero la Argentina, a mediados de los años 1960 compró A-4s no sólo para la Armada (llamados A-4Q) sino también para la Fuerza Aérea (los A-4B primero y los A-4C después). El A-4B era un cazabombardero liviano, monoplaza (con sólo un tripulante), subsónico (vuela por debajo de la velocidad del sonido) y, muy importante, puede reabastecer combustible en vuelo. Es muy maniobrable, es decir, puede hacer muchas maniobras en el aire.
C-130 abasteciendo a A-4B con pérdida de combustible (1982), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (E. Martínez)
Ahora bien: los oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), quiero decir, no sólo de A-4B, tenían un entrenamiento sistemático, consistente y continuo, pero en el espacio aeroterrestre. El aeromarítimo estaba reservado para el arma aeronaval de la Armada (como se llama a la Marina Argentina). Esta disposición política, primero en los hechos y desde enero de 1969 en la letra de la ley, establecía jurisdicciones tajantes: la FAA iría a un escenario aeromarítimo como asistente de la Fuerza dueña de los mares y las islas, la Armada, e iría “con lo puesto”—sin armamento específico para atacar objetivos navales—y “con lo sabido”—sin entrenamiento específico para combatir sobre el mar. Hoy sabemos que el primer teatro bélico internacional tuvo lugar sobre el mar, y que los pilotos de la FAA tuvieron un gran desempeño, pese a carecer de experiencia (en ejercicios y prácticas, como suelen hacer los militares).
El suboficial mayor Sergio Olmedo camina hacia el carguero escocés Marjory Glen, encallado en Punta Loyola tras incendiarse en 1911 frente a Río Gallegos (R. Guber)
- En el libro hace una diferencia entre quienes habían elegido la profesión militar y los conscriptos que fueron enviados a pelear. ¿Me explicaría un poco eso acá?
- Esa diferencia es sólo para contrastar a quienes teniendo distintos grados de instrucción, no pertenecían a la organización militar y no tenían, necesariamente, un horizonte militar para sus vidas. Sin embargo, me parece una simplificación penosa reducir el desempeño de los conscriptos a un grupo informe de jóvenes llevados al matadero sin armamento ni instrucción. Mucho dependía de los jefes y de sus suboficiales y, por qué no, de ellos mismos. ¡No olvidemos que los conscriptos del 82 fueron quienes cumplieron la razón por la cual se creó el Servicio Militar Obligatorio, y masculino, en 1901! Fue por eso, y no sólo por la causa de Malvinas, que el pueblo apoyó sus partidas al sur. Con los oficiales es un poco distinto: 4 años de Escuela, más uno o dos de formación como pilotos de caza, más el privilegio y la responsabilidad de manejar un avión de muchos miles de dólares.
- No hay ni una cosa ni la otra ni un promedio. Los oficiales del Grupo 5 de Caza eran profesionales y expertos, sabían perfectamente lo que hacían y también a qué se exponían. Y lo hicieron por profesionalismo militar. Quiere decir que aún en pleno régimen de facto conducido por las FF.AA., había una excelente formación técnica y profesional. Así que cuando tuvieron que hacer su trabajo específico quienes estaban en el nivel táctico, “en el terreno” en este caso aéreo, lo hicieron bien, muy bien, asombrosamente bien. ¿No es esto lo que la comunidad le pide a los militares?
Brigadier mayor Mario “Arpón” Roca, teniente del Escuadrón 2 del G5C en 1982, posando con un Halcón Peregrino (foto: P. Cersósimo, cedida por M. Roca, 2012)
Y una última cuestión: esos militares eran argentinos. No lo digo con sesgo nacionalista, como que somos los mejores del mundo. Lo digo, más bien, como hijos de las mismas circunstancias, y la misma historia que atravesaron sus connacionales. Cierto que desde otra posición, pero ellos apelaron a un profesionalismo ingenioso como al que apelan muchos argentinos en sus otras profesiones. Los oficiales de A-4B que pude conocer gracias a la invitación del Tony Zelaya (el entonces Capitán que me propuso que escribiera sobre su experiencia), me mostraron un espejo extraordinario en que los argentinos podemos mirarnos.
Investigación
Entre mayo y junio de 1982, un grupo de argentinos a bordo de cazabombarderos de 20 años de antigüedad puso en aprietos a las fuerzas británicas. Más allá de la épica, la antropóloga Rosana Guber reconstruyó sus vivencias.
Cincuenta años de la V Brigada Aérea (1999), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (Foto: E. Martínez)
Juan Brodersen - Clarín
Nos concentramos en nuestra puntería. El buque protegido por esa pared de doscientos metros de altura (la costa de la Isla Soledad) estaba en mi mira y lancé una de las bombas que serían la causa de su destrucción. Ejercí presión hacia atrás con mi palanca de mandos en viraje ascendente hacia la derecha, tratando de pasar el acantilado. En ese momento percibí un fuerte golpe debajo de mi avión. Había impactado contra una de las antenas de la fragata con uno de los tanques suplementarios de combustible [...]. El cono de cola del tanque se desprendió quedando la antena totalmente doblada.Primer Teniente Alberto Filippini, sobre el 21 de mayo de 1982, ataque a HMS Argonaut
Entrar a la zona enemiga y "poner la bomba con la mano". Con este eufemismo se refieren hoy algunos de los integrantes de los dos escuadrones que lograron complicar a las fuerzas británicas durante la Guerra de Malvinas en diversos ataques entre mayo y junio de 1982, con 10 embarcaciones afectadas y cuatro buques ingleses hundidos. Lo hicieron a bordo de cazabombarderos A-4B Skyhawk (areonaves monoplaza, subsónicas y de 20 años de antigüedad) sin experiencia en este tipo de guerra pero con una convicción: que avión y piloto eran una comunión indivisa que los haría pasar a la historia como "halcones".
En efecto, lo que sucedió allí trascendió a la táctica de guerra y al contexto de la política institucional de las Fuerzas Armadas en tiempos de Leopoldo Galtieri. El desempeño de los oficiales fue algo extraordinario, ya que tenían entrenamiento aeroterrestere pero no aeronaval. Y se enfrentaron a aviones y misiles de última generación. La sinergia con los A-4B fue total: “Fueron esos mismos oficiales quienes me advirtieron de muchas maneras que el avión y el ave (el halcón) eran partes de ellos”, explica Rosana Guber, antropóloga social investigadora del Conicet especialista en la Guerra de Malvinas.
En “Experiencia de halcón”, Guber reconstruye cómo los oficiales del Grupo 5 de Caza de la V Brigada Aérea lograron sumar experiencia en sucesivas misiones, comola del 8 de junio, que terminó con dos buques logísticos, un lanchón de desembarco, numerosas guardias galeses, tripulación de origen chino, y también con la vida de tres halcones.
Se trata, como la autora dice en el libro, de “un itinerario de seis capítulos y un epílogo que comienza en la mañana del 2 de abril de 1982 y concluye con un ser ni totalmente humano ni totalmente mecánico, que decidieron llamar halcón”.
- ¿Qué fue el Grupo 5 de Caza de la V Brigada de la Fuerza Aérea Argentina?
- Los oficiales pertenecían al Grupo 5 de Caza de la Brigada Aeronáutica de la Fuerza Armada que está ubicada, todavía hoy, en Villa Reynolds, a pocos kilómetros de Villa Mercedes, en San Luis. Fue el grupo operativo que forma y entrena a sus oficiales del llamado “escalafón aire” en el avión de combate que esté en ese momento en la Brigada. Primero fue el Avro Lincoln, después fue el A-4B Skyhawk, y finalmente el A4-AR Fightinghawk.
Monumento al A-4B, V Brigada Aérea, Villa Reynolds, San Luis (G. Pavlovcic)
- ¿Cómo fue el asalto sobre buques ingleses? ¿Cómo se preparó?
- El asalto a los buques británicos se fue imaginando en abril y reinventando con cada misión. La FAA carecía de ejercicios conjuntos con la Armada Argentina, parte de cuya flota era muy similar a la británica. Fue en abril y ante la inminencia de los acontecimientos, que los aviones de la VI Brigada ensayaron el ataque sobre un buque de la Armada argentina. En la despedida volaron rasantes sobre el mar y saltaron sobre la fragata en forma de saludo. El radar del buque no detectó a los pilotos hasta que estuvieron encima. Fue este sistema de aproximación al objetivo el que desarrollaron en todo el conflicto: los radares de la flota no detectaban a sus atacantes hasta que era tarde y los aviones argentinos les arrojaban las bombas, como dicen los oficiales, “con la mano”.
- ¿Fueron mejores militarmente que los ingleses? En este sentido, ¿fueron los únicos que lograron realmente poner en jaque a la flota inglesa?
- No sé si se puede decir que “fueron mejores” y que “fueron los únicos”. En una guerra hay muchos actores de cada lado, equipados con muy distintos medios y experiencias. La flota fue atacada desde el aire (aviación de la FAA y aeronaval), desde tierra (artillería) y también desde el mar (submarinos). Pese a sus enormes e inesperadas pérdidas, los británicos lograron prevalecer. Sin embargo, no esperaban semejantes dificultades, y el ataque a buques misilísticos y logísticos, incluyendo probablemente el ataque a uno de sus dos portaaviones, aún no reconocido por Gran Bretaña, retrasó notablemente la reconquista de las Islas. El jefe de las fuerzas terrestres británicas Julian Thompson escribió un libro que tituló No Picnic.
"El ataque conllevó profesionalismo, imaginación e improvisación en el mejor sentido de la palabra. No improvisa quien quiere sino quien puede".
- ¿Qué aeronaves piloteaban estos oficiales y cómo habían entrenado para llevar a cabo el ataque? ¿Qué particularidad tienen los A-4B Skyhawk?
- El A-4B fue un avión diseñado por la empresa McDonell Doglas para la Marina de los EE.UU. para ser empleado en la Guerra de Corea, a fines de los años 1950. Como ese episodio bélico terminó, fue utilizado en la Guerra de Vietnam. Su diseño respondía a las necesidades operativas de los portaaviones. El A-4 era un avión aeronaval, lo cual queda claro en un gancho que lleva bajo la cola y que sirve para “anclarlo” en la cubierta del buque. Pero la Argentina, a mediados de los años 1960 compró A-4s no sólo para la Armada (llamados A-4Q) sino también para la Fuerza Aérea (los A-4B primero y los A-4C después). El A-4B era un cazabombardero liviano, monoplaza (con sólo un tripulante), subsónico (vuela por debajo de la velocidad del sonido) y, muy importante, puede reabastecer combustible en vuelo. Es muy maniobrable, es decir, puede hacer muchas maniobras en el aire.
C-130 abasteciendo a A-4B con pérdida de combustible (1982), óleo de E. Martínez, versión en blanco y negro (E. Martínez)
"Pienso que los pilotos argentinos están mostrando mucho valor", aseguró el Secretario de Defensa Británico John Nott (1982)
Ahora bien: los oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), quiero decir, no sólo de A-4B, tenían un entrenamiento sistemático, consistente y continuo, pero en el espacio aeroterrestre. El aeromarítimo estaba reservado para el arma aeronaval de la Armada (como se llama a la Marina Argentina). Esta disposición política, primero en los hechos y desde enero de 1969 en la letra de la ley, establecía jurisdicciones tajantes: la FAA iría a un escenario aeromarítimo como asistente de la Fuerza dueña de los mares y las islas, la Armada, e iría “con lo puesto”—sin armamento específico para atacar objetivos navales—y “con lo sabido”—sin entrenamiento específico para combatir sobre el mar. Hoy sabemos que el primer teatro bélico internacional tuvo lugar sobre el mar, y que los pilotos de la FAA tuvieron un gran desempeño, pese a carecer de experiencia (en ejercicios y prácticas, como suelen hacer los militares).
El suboficial mayor Sergio Olmedo camina hacia el carguero escocés Marjory Glen, encallado en Punta Loyola tras incendiarse en 1911 frente a Río Gallegos (R. Guber)
- En el libro hace una diferencia entre quienes habían elegido la profesión militar y los conscriptos que fueron enviados a pelear. ¿Me explicaría un poco eso acá?
- Esa diferencia es sólo para contrastar a quienes teniendo distintos grados de instrucción, no pertenecían a la organización militar y no tenían, necesariamente, un horizonte militar para sus vidas. Sin embargo, me parece una simplificación penosa reducir el desempeño de los conscriptos a un grupo informe de jóvenes llevados al matadero sin armamento ni instrucción. Mucho dependía de los jefes y de sus suboficiales y, por qué no, de ellos mismos. ¡No olvidemos que los conscriptos del 82 fueron quienes cumplieron la razón por la cual se creó el Servicio Militar Obligatorio, y masculino, en 1901! Fue por eso, y no sólo por la causa de Malvinas, que el pueblo apoyó sus partidas al sur. Con los oficiales es un poco distinto: 4 años de Escuela, más uno o dos de formación como pilotos de caza, más el privilegio y la responsabilidad de manejar un avión de muchos miles de dólares.
"Los ataques casi suicidas de los argentinos, los daños a los buques de superficie, los muchos actos de heroísmo y valor son de conocimiento público" (jefe de la Fuerza de Tareas Británica, almirante Sandy Woodward)- Hay una dicotomía entre verlos como “carne de cañón” o “héroes”. ¿Cómo sugiere verlos, entonces?
- No hay ni una cosa ni la otra ni un promedio. Los oficiales del Grupo 5 de Caza eran profesionales y expertos, sabían perfectamente lo que hacían y también a qué se exponían. Y lo hicieron por profesionalismo militar. Quiere decir que aún en pleno régimen de facto conducido por las FF.AA., había una excelente formación técnica y profesional. Así que cuando tuvieron que hacer su trabajo específico quienes estaban en el nivel táctico, “en el terreno” en este caso aéreo, lo hicieron bien, muy bien, asombrosamente bien. ¿No es esto lo que la comunidad le pide a los militares?
Brigadier mayor Mario “Arpón” Roca, teniente del Escuadrón 2 del G5C en 1982, posando con un Halcón Peregrino (foto: P. Cersósimo, cedida por M. Roca, 2012)
Y una última cuestión: esos militares eran argentinos. No lo digo con sesgo nacionalista, como que somos los mejores del mundo. Lo digo, más bien, como hijos de las mismas circunstancias, y la misma historia que atravesaron sus connacionales. Cierto que desde otra posición, pero ellos apelaron a un profesionalismo ingenioso como al que apelan muchos argentinos en sus otras profesiones. Los oficiales de A-4B que pude conocer gracias a la invitación del Tony Zelaya (el entonces Capitán que me propuso que escribiera sobre su experiencia), me mostraron un espejo extraordinario en que los argentinos podemos mirarnos.
viernes, 3 de junio de 2016
"Minefield", obra de teatro de VGM anglo-argentinos
"Campo minado": la obra de teatro sobre la guerra de Malvinas, en el corazón de Londres
La obra "Minefield" es interpretada por seis ex combatientes, tres argentinos y tres británicos en el Royal Court, principal teatro de la capital británica
La Nación
Seis veteranos, tres de cada país, que no se conocían ni tenían experiencia teatral son los protagonistas de Campo Minado
Nunca se había subido a un barco. No sabía nadar. Y cuando en 1981 fue elegido para realizar el servicio militar obligatorio en Argentina, Rubén Otero ni sospechaba que menos de un año después terminaría con medio cuerpo congelado, flotando en una balsa en medio del Océano Atlántico.
Lou Armour no sólo sabía nadar, sino también disparar un arma. Había ingresado a los infantes de marina de la Real Armada británica en 1974, era instructor de infantería, especialista en helicópteros y paracaidista militar.
Antes del 2 de abril de 1982 Rubén y Lou no tenían nada en común. Pero ese día, cuando militares argentinos desembarcaron en las islas Malvinas, una guerra los unió. Como enemigos. Hoy, 34 años después, los une un escenario. Y en pleno corazón de Londres: el del Royal Court, principal teatro de la capital británica dedicado a la nueva dramaturgia.
Distintos elementos audiovisuales son utilizados en la obra, como la proyección de este mapa con soldaditos de juguete. Foto: Archivo
Ambos son parte de Minefield (Campo Minado), la obra teatral que junta a seis veteranos de la guerra de las Falklands/Malvinas, tres argentinos y tres británicos, y reconstruye el conflicto en primera persona, a través de sus relatos. Personales, íntimos, subjetivos, y, principalmente, emotivos.
Reconocida como una de las principales voces teatrales de Argentina, Arias ha enfocado su trabajo en el teatro documental, que toma gente común relacionada por un evento y construye un montaje a partir de sus vivencias.
Armour (en la foto) fue prisionero de las tropas argentinas que desembarcaron en las Falklands/Malvinas el 2 de abril de 1982
"Cuando se convierten en actores toman distancia, lo ven desde fuera, lo transforman en una historia". Como la de Armour, quien fue subido en un avión tras ser tomado prisionero por los argentinos. En la obra recuerda que sentado allí, sólo pensaba en las historias que había escuchado sobre el líder de facto argentino que tiraba personas al Atlántico para hacerlas desaparecer.
Otero, quien había sido destinado al buque insignia de la Armada argentina, entraba a guardia ese día, pero se atrasó un par de minutos por afeitarse. Y al ser bombardeado se las arregló para cruzar la cubierta repleta de petróleo, lanzar la balsa al mar y saltar sobre ella. No podía fallar, había sobrevivido al bombardeo británico, pero si caía al mar se ahogaría.
El público sigue atento cada una de sus palabras, como si fuera una película de acción. No importa que todos sepamos el final: sobrevivió, sino no estaría ahí relatándolo. Lo que queremos saber es el proceso, el cómo, el "qué se siente".
Lo mismo pasa cuando Sagastume relata el momento en que se encontró con la pierna de uno de sus compañeros que voló en pedazos al pisar una mina antipersonal.
O cuando Vallejo vio morir a uno de sus amigos frente a él o cuando Jackson recuerda cómo por una oreja escuchaba códigos de radio para transcribir y por la otra a un humorista de la BBC e incluso se viste de mujer
O cuando Armour, quien antes de las Falklands/Malvinas realizó operaciones en tres continentes, relata la conversación que tuvo con un soldado argentino que murió en sus brazos quien, en inglés, le dijo que no sabía por qué estaban peleando. Y que le cambió la vida.
No es la primera vez que lo cuenta. La primera vez fue en un documental de 1987 donde llora en cámara. Por haber llorado públicamente por un argentino no volvió a asistir a ninguna reunión de veteranos.
Nunca había ido a un psicólogo. Hasta que comenzaron los ensayos de la obra. "En Argentina ver a un loquero es más común que bailar tango", relata durante el montaje.
"Los efectos colaterales son siempre impredecibles. A algunos les resultó una situación bastante difícil, pero una vez que pasaron por ese proceso pasó algo genial: se apoderaron de su propia historia y eso los empoderó", le cuenta Arias a BBC Mundo.
El principal descubrimiento para él fue precisamente darse cuenta de que esos efectos no eran exclusivos de los argentinos.
"Yo menospreciaba el efecto de la guerra en los ingleses, porque pensaba que eran profesionales, que sabían lo que hacían y que esta era una guerra más entre otras guerras. Pero me di cuenta de que no, de que nadie está preparado para la guerra, para ver morir a su compañero, para morir, para matar, sean o no soldados profesionales", asegura la directora.
No todos son recuerdos traumáticos. Hay muchas anécdotas y una manera de elaborar el discurso con tono familiar, cercano, fácil de digerir. Como si lo contara un amigo.
Pero en un punto, la música se transforma en ruido. Desagradable, fuerte, ensordecedor. "¿Votarías por una guerra? ¿Enviarías a tu hijo a la guerra? ¿Alguna vez te sentiste ignorado por la gente por la que peleaste?", grita el vocalista de esta canción sorda.
De pronto, se detiene. Pero las preguntas quedan flotando entre un público que reemplaza el ruido por aplausos. De pie.
La obra "Minefield" es interpretada por seis ex combatientes, tres argentinos y tres británicos en el Royal Court, principal teatro de la capital británica
La Nación
Seis veteranos, tres de cada país, que no se conocían ni tenían experiencia teatral son los protagonistas de Campo Minado
Nunca se había subido a un barco. No sabía nadar. Y cuando en 1981 fue elegido para realizar el servicio militar obligatorio en Argentina, Rubén Otero ni sospechaba que menos de un año después terminaría con medio cuerpo congelado, flotando en una balsa en medio del Océano Atlántico.
Lou Armour no sólo sabía nadar, sino también disparar un arma. Había ingresado a los infantes de marina de la Real Armada británica en 1974, era instructor de infantería, especialista en helicópteros y paracaidista militar.
Antes del 2 de abril de 1982 Rubén y Lou no tenían nada en común. Pero ese día, cuando militares argentinos desembarcaron en las islas Malvinas, una guerra los unió. Como enemigos. Hoy, 34 años después, los une un escenario. Y en pleno corazón de Londres: el del Royal Court, principal teatro de la capital británica dedicado a la nueva dramaturgia.
Distintos elementos audiovisuales son utilizados en la obra, como la proyección de este mapa con soldaditos de juguete. Foto: Archivo
Ambos son parte de Minefield (Campo Minado), la obra teatral que junta a seis veteranos de la guerra de las Falklands/Malvinas, tres argentinos y tres británicos, y reconstruye el conflicto en primera persona, a través de sus relatos. Personales, íntimos, subjetivos, y, principalmente, emotivos.
Veteranos puertas adentro
Audicionaron más de 60 veteranos entre Buenos Aires y Londres, de los que finalmente quedaron seis. Pero el objetivo del montaje, más allá de relatar el conflicto, busca explorar "qué es un veterano de guerra, qué significa y de qué manera la guerra está presente en su vida hoy", según le explica a BBC Mundo Lola Arias, creadora y directora del proyecto.Reconocida como una de las principales voces teatrales de Argentina, Arias ha enfocado su trabajo en el teatro documental, que toma gente común relacionada por un evento y construye un montaje a partir de sus vivencias.
Armour (en la foto) fue prisionero de las tropas argentinas que desembarcaron en las Falklands/Malvinas el 2 de abril de 1982
"Cuando se convierten en actores toman distancia, lo ven desde fuera, lo transforman en una historia". Como la de Armour, quien fue subido en un avión tras ser tomado prisionero por los argentinos. En la obra recuerda que sentado allí, sólo pensaba en las historias que había escuchado sobre el líder de facto argentino que tiraba personas al Atlántico para hacerlas desaparecer.
La guerra que no termina
Mientras él volaba sobre el Atlántico, Otero lo navegaba. Y en el Royal Court, también lo hacen los 380 asistentes a la función. Un par de efectos simples como humo y luces rojas, una sirena y material audiovisual logran traer el icónico hundimiento del ARA General Belgrano a la sala.Otero, quien había sido destinado al buque insignia de la Armada argentina, entraba a guardia ese día, pero se atrasó un par de minutos por afeitarse. Y al ser bombardeado se las arregló para cruzar la cubierta repleta de petróleo, lanzar la balsa al mar y saltar sobre ella. No podía fallar, había sobrevivido al bombardeo británico, pero si caía al mar se ahogaría.
El público sigue atento cada una de sus palabras, como si fuera una película de acción. No importa que todos sepamos el final: sobrevivió, sino no estaría ahí relatándolo. Lo que queremos saber es el proceso, el cómo, el "qué se siente".
Lo mismo pasa cuando Sagastume relata el momento en que se encontró con la pierna de uno de sus compañeros que voló en pedazos al pisar una mina antipersonal.
O cuando Vallejo vio morir a uno de sus amigos frente a él o cuando Jackson recuerda cómo por una oreja escuchaba códigos de radio para transcribir y por la otra a un humorista de la BBC e incluso se viste de mujer
O cuando Armour, quien antes de las Falklands/Malvinas realizó operaciones en tres continentes, relata la conversación que tuvo con un soldado argentino que murió en sus brazos quien, en inglés, le dijo que no sabía por qué estaban peleando. Y que le cambió la vida.
No es la primera vez que lo cuenta. La primera vez fue en un documental de 1987 donde llora en cámara. Por haber llorado públicamente por un argentino no volvió a asistir a ninguna reunión de veteranos.
Nunca había ido a un psicólogo. Hasta que comenzaron los ensayos de la obra. "En Argentina ver a un loquero es más común que bailar tango", relata durante el montaje.
"Los efectos colaterales son siempre impredecibles. A algunos les resultó una situación bastante difícil, pero una vez que pasaron por ese proceso pasó algo genial: se apoderaron de su propia historia y eso los empoderó", le cuenta Arias a BBC Mundo.
El principal descubrimiento para él fue precisamente darse cuenta de que esos efectos no eran exclusivos de los argentinos.
"Yo menospreciaba el efecto de la guerra en los ingleses, porque pensaba que eran profesionales, que sabían lo que hacían y que esta era una guerra más entre otras guerras. Pero me di cuenta de que no, de que nadie está preparado para la guerra, para ver morir a su compañero, para morir, para matar, sean o no soldados profesionales", asegura la directora.
No todos son recuerdos traumáticos. Hay muchas anécdotas y una manera de elaborar el discurso con tono familiar, cercano, fácil de digerir. Como si lo contara un amigo.
De la música al ruido
Relatos, luces y humo, pero también hay música. De vez en cuando aparece una batería en escena, un bajo y un par de guitarras. Tocan "Get back" de los Beatles, solos de batería, la marcha a las Malvinas.Pero en un punto, la música se transforma en ruido. Desagradable, fuerte, ensordecedor. "¿Votarías por una guerra? ¿Enviarías a tu hijo a la guerra? ¿Alguna vez te sentiste ignorado por la gente por la que peleaste?", grita el vocalista de esta canción sorda.
De pronto, se detiene. Pero las preguntas quedan flotando entre un público que reemplaza el ruido por aplausos. De pie.
jueves, 2 de junio de 2016
miércoles, 1 de junio de 2016
30 de mayo: Aniversario del combate de Top Malo House
Recordando Malvinas: Así lucharon los Comandos
El 30 de mayo, un grupo de efectivos de la Compañía de Comandos 602, luego de una incesante marcha desde Monte Simon hacia la zona de Fitz Roy y después de cumplir una misión de observación, se detuvo a descansar en una cabaña en la zona de Top Malo House antes de una fuerte nevada. Ignoraban que, a sólo 15 km de allí, se encontraba el puesto de comando del general de Brigada inglés Julian Thompson.
En este combate, pierden la vida el teniente Espinosa y el sargento Sbert.
El 30 de mayo, un grupo de efectivos de la Compañía de Comandos 602, luego de una incesante marcha desde Monte Simon hacia la zona de Fitz Roy y después de cumplir una misión de observación, se detuvo a descansar en una cabaña en la zona de Top Malo House antes de una fuerte nevada. Ignoraban que, a sólo 15 km de allí, se encontraba el puesto de comando del general de Brigada inglés Julian Thompson.
En este combate, pierden la vida el teniente Espinosa y el sargento Sbert.
martes, 31 de mayo de 2016
La dilatada historia del USS Phoenix (CL-46)/ ARA Gral Belgrano
USS Phoenix, posteriormente bautizado ARA Gral. Belgrano
USS Phoenix (CL-46)
USS Phoenix (CL-46), fue un crucero ligero del crucero clase de Brooklyn. Ella era la tercera Phoenix de la Marina de los Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el buque fue trasladado a la Argentina en 1951 y finalmente fue rebautizado General Belgrano en 1956. General Belgrano fue hundido durante la Guerra de las Malvinas en 1982 por el submarino nuclear británico HMS Conqueror, el único barco que se han hundido en combate por un submarino de propulsión nuclear en tiempos de guerra.
Ella fue colocada el 15 de abril 1935 por el New York Shipbuilding Corporation, Camden, Nueva Jersey; lanzado el 13 de marzo 1938; patrocinado por la señora Dorothea Kays Moonan; y comisionado en Filadelfia Navy Yard el 3 de octubre de 1938, el capitán John W. Rankin en el mando. Su nombre fue en honor de la ciudad capital del estado de Arizona.
Período de entreguerras
Shakedown la llevó a Puerto de España, Trinidad. Ella continuó Santos, Brasil, luego a Buenos Aires, Argentina, a Montevideo, Uruguay, y finalmente a San Juan, Puerto Rico. El nuevo crucero regresó a Filadelfia en enero de 1939. En marzo de 1939 se transitó el Canal de Panamá para el nuevo puerto de San Pedro, California. A partir de junio 1939 hasta abril de 1940, realizó una gira por la costa oeste con puerto de escala en Santa Cruz y San Francisco, California, Portland, Oregon, y los puntos intermedios. Durante marzo 1940 estaba en camino a Lahaina Roads, Maui y luego a nuevo puerto de Pearl Harbor, Hawai.Segunda Guerra Mundial
Phoenix entonces funcionó de la costa oeste y se basó más tarde en Pearl Harbor. El 7 de diciembre 1941 durante el ataque a Pearl Harbor que estaba anclado al sureste de la isla de Ford cerca de Solace. Observadores a bordo de Phoenix avistaron el sol naciente de Japón en los aviones que llegan a baja altura sobre la isla de Ford y unos segundos más tarde cañones de la nave los llevaron bajo el fuego. Phoenix escapó ileso del desastre y poco después del mediodía estaba en marcha para unirse a los cruceros de St. Louis, Detroit y varios destructores en una búsqueda improvisada grupo de trabajo, sin éxito, de los portaaviones enemigo.Phoenix siguiente acompañó al primer convoy a los Estados Unidos desde Pearl Harbor después del ataque y regresó a la vez con otro convoy.
El 12 de enero 1942 Phoenix con dos destructores partieron de San Francisco escolta de la "Australian - Suva" convoy compuesto por los transporte de tropas SS Mariposa, SS Presidente Coolidge para Melbourne y el presidente Monroe (destinado a Suva) en el primer convoy grande a Australia después de Pearl Harbor. De particular importancia este convoy fueron las tropas, cincuenta aviones de combate P-40 crated destinados a las Filipinas y Java, municiones, materiales de construcción y los oficiales seleccionados por el departamento de guerra para formar el núcleo de lo que se convertiría en la sede de MacArthur en la zona sudoeste del Pacífico comando siendo formado en Australia como Fuerzas del Ejército de Estados Unidos en Australia (USAFIA), conocido como el Grupo "Recuerde Pearl Harbor". Desde hace algún tiempo el crucero operado en aguas australianas escolta de barcos de los guardias, una vez al vapor hasta el norte de Java.
El Phoenix acompañó a los Transporte del Ejército de Estados Unidos Willard A. Holbrook y al transporte australiano Duntroon y Katoomba, que había sido sustituido por la retirada del Mariposa, como MS.5 convoy dejando Melbourne 12 febrero por Fremantle y en última instancia con destino a Colombo, Ceilán con tropas y suministros con destino a la India. En Fremantle el portaaviones Langley y buque mercante Sea Witch se unieron a la caravana con Un informe de febrero de salida 22 para Colombo. De particular interés en la carga del convoy y en concreto la de Langley y Sea Witch eran aviones P-40, originalmente destinados a las Filipinas, que habían sido entregados a Australia antes por Mariposa y el presidente Coolidge en el convoy escoltado por Phoenix desde San Francisco . El plan había sido que en el alivio de Phoenix por un crucero británico en las proximidades de la Isla del Coco iba a acompañar a Langley y la bruja del mar de Java En lugar Langley y bruja del mar estaban destinados a romper con el convoy de Tjilatjap, Java bajo las órdenes del Almirante Helfrich recibidos el día después de la salida desde Fremantle y proceder de forma independiente para entregar sus aviones. Langley fue atacado y hundido el 27 de febrero. Sea Witch hizo la entrega con éxito el 28 de febrero al igual que los resultados de la Batalla del Mar de Java habían sellado el destino de las islas. Los aviones fueron destruidos crated entregados antes del montaje de los niegan al enemigo. [9] Phoenix entregado escolta de los buques con destino Colombo a unas 300 millas al oeste de la Isla del Coco al HMS Enterprise en 28 de febrero y volvió a Fremantle el 5 de marzo 1942.
Durante los siguientes meses, Phoenix está vigilado en el Océano Índico, escoltó un convoy a Bombay, y estuvo presente en la evacuación de Java.
Phoenix pasando los acorazados West Virginia y Arizona en Pearl Harbor en 1941.
Bajo el mando del capitán Joseph R. Redman, Phoenix era una parte de la Task Force 44 a finales de 1942. Con sus destructores que acompañan a Timón, Mugford y Patterson, participó en la Operación Lilliput, alternando con el crucero ligero australiano HMAS Hobart y sus destructores que acompañan para cubrir los convoyes al sur de Nueva Guinea.
Phoenix partió Brisbane, Queensland, Australia para el reacondicionamiento en el astillero de Filadelfia en julio de 1943 antes de llevar a Secretario de Estado Cordell Hull a Casablanca. Luego fue asignado a la 7ma flota y navegó por el Pacífico Sur.
El 26 de diciembre, en compañía del crucero Nashville, ella bombardeó la zona de Cabo Gloucester de Nueva Bretaña, rompiendo las instalaciones en tierra en un bombardeo de cuatro horas. Phoenix cubierto fuerzas de desembarco, ya que bajaron a tierra y amueblado apoyo de fuego contra puntos fuertes enemigos que no habían sido demolidas. En la noche del 25-26 de enero de 1944, la nave participó en una incursión de la noche en Madang y Alexishafen, Nueva Guinea, los bombardeos a instalaciones costeras.
El vicealmirante Thomas C. Kinkaid (centro izquierda) con el general Douglas MacArthur (centro) en el puente de mando de Phoenix durante el bombardeo antes de la invasión de Los Negros Island.
Phoenix luego se trasladó a las islas del Almirantazgo para apoyar la 1ª División de Caballería en un reconocimiento-en-vigor Los Negros Island el 29 de febrero. Cuando las tropas fueron a tierra después del bombardeo prelanding, resistencia enemiga era tan débil que una retirada no era necesario y la isla fue ocupada. General Douglas MacArthur estaba a bordo durante el curso de las operaciones.
Los días 4 y 7 de marzo de Phoenix, Nashville, y HMAS Shropshire bombardeado isla Hauwei del Grupo Almirantazgo. cañones enemigos en esta isla había amenazado posiciones aliadas en el Almirantazgo, en particular en la isla de Manus; y, a pesar de fuego de vuelta de la playa era pesado, baterías enemigas dejaron de fuego cuando las conchas de los cruceros irrumpen en sus proximidades.
Hollandia (conocido actualmente como Jayapura), Nueva Guinea, fue el siguiente en caer a la ofensiva anfibia de montaje. Este asalto más grande hasta entonces llevada a cabo por las fuerzas estadounidenses, fue lanzado por 200 barcos. Phoenix bombardeó la costa en la zona de la Bahía de Humboldt-Hollandia como las tropas desembarcaron el 22 de abril, y los apoyó, ya que consolidaron sus ganancias y se preparan para nuevos ataques a lo largo de la costa noroeste de la isla grande. Phoenix bombardeó campos de aterrizaje y áreas de dispersión de avión a través Wakde y Sawar en la noche del 29-30 de abril para neutralizar el peligro de ataques aéreos sobre las posiciones aliadas ganado recientemente en Nueva Guinea.
las tropas del general Douglas MacArthur junto aterrizaron en Arare el 17 de mayo para asegurar los campos de aviación para apoyar otras operaciones en el área de Nueva Guinea Holandesa. Esta cabeza de playa se amplió posteriormente para incluir Wakde isla por una orilla a orilla del movimiento de tropas. Phoenix bombardeó la zona Toem y acompañó a las tropas a la playa de desembarco.
Un asalto anfibio en la isla de Biak, Geelvink Bay, siguió. Allí, MacArthur previsto establecer una base avanzada para los bombarderos pesados. Con Nashville y Boise, Phoenix sortied de Humboldt Bay el 25 de mayo y dos días más tarde apoyó el aterrizaje. La resistencia fue tenaz. Mientras que el grupo de trabajo disparó contra instalaciones costeras, dos de los destructores de escolta fueron alcanzados por proyectiles de baterías de la costa. Phoenix acabó con el emplazamiento del arma con dos salvas de ella en 5 (130 mm) / 25 baterías de cal.
El 4 de junio, frente a la costa noroeste de Nueva Guinea, ocho bombarderos japoneses atacaron grupo de trabajo de Phoenix. Dos limita su atención a Phoenix. A pesar de los disparos de la nave no golpeó los planos, se desvió sus carreras de bomba. Ambos aviones lanzaron bombas, una de las cuales se revientan en el agua cerca de Phoenix, matando a un hombre e hiriendo a otros cuatro con fragmentos. El barco también sufrió algo de escape bajo el agua y daños en las hélices. La noche siguiente, el avión volvió a atacar a Phoenix. Esta vez, los bombarderos del torpedo bajo vuelo pareció que ella procedió a través del estrecho de Japón, entre la isla de Biak y Nueva Guinea, pero su fuego y tácticas evasivas evita el daño.
Phoenix y su grupo de trabajo frustraron un intento enemigo para reforzar sus guarniciones en la noche de 8-9 de junio. Cuando entraron en contacto con los barcos americanos, los destructores japoneses se volvieron y huyeron a una velocidad tan alta que sólo una división destructor estadounidense fue capaz de llegar a tiro. Después de una pelea de ejecución de tres horas a larga distancia, Phoenix y sus hermanas rompieron acción.
Con Boise y diez destructores, Phoenix sortied desde el puerto de Seeadler en los Admiralties y bombardeó las defensas en tierra antes que las fuerzas estadounidenses aterrizaron en la isla de Noemfoor el 2 de julio. Después de la batalla, muchos aviones japoneses y destrozados muertas fueron encontradas en la zona de destino asignado a Phoenix.
Boise, Nashville, Shropshire, Phoenix y HMAS Australia se unieron para la ocupación de Morotai en las Islas Molucas el 15 de septiembre. Los cruceros bombardearon cercana isla de Halmahera para cubrir el aterrizaje y proteger a las fuerzas de asalto, ya que bajaron a tierra contra la continua oposición de luz.
La reconquista tan esperado de Filipinas comenzó con el desembarco en Leyte. Phoenix, unido al Primer Grupo Cubrir, fuertemente bombardeado las playas antes del aterrizaje de gran éxito el 20 de octubre. Sus baterías silenciados un punto fuerte enemigo que soporta el avance de un batallón del 19º regimiento de infantería y continuó aportando callfire eficaz.
En la batalla del Golfo de Leyte, Phoenix era una unidad del grupo de almirante posterior Jesse Oldendorf, que aniquila la Fuerza meridional japonesa en la batalla del estrecho de Surigao. Phoenix disparó cuatro salvas manchado, y cuando el cuarto hit, se abrió con todas sus baterías de 6 pulgadas (152 mm). El objetivo más tarde demostró ser Yamashiro, que se hundió después de 27 minutos de fuego concentrado de la flota americana. El japonés también perdió Fuso y tres destructores en la batalla, y los aviones estadounidenses se hundió Mogami al día siguiente.
Phoenix continuación, patrulló la boca del Golfo de Leyte para proteger las posiciones aliadas en tierra. En la mañana del 1 de noviembre de 1944, diez enemigos torpedo-bombarderos ella y barcos atacados acompañan. En 0945, Phoenix abrió fuego y cinco minutos más tarde, Claxton fue golpeado por un kamikaze. Casi en el mismo instante, realiza desde Phoenix de 5 en armas (130 mm) fijados otro avión incendiado, pero no pudo evitar que el buceo en la amura de estribor de Ammen. En 0957, un avión haciendo una carrera de torpedo en Phoenix fue derribado por fuego de ametralladora de la nave, pero en pocos minutos un atacante golpeó Killen.
Después de una pausa de dos horas y media, más kamikazes llegaron y, en 1340, se calificó como un golpe contra el destructor Abner Lee. aviones japoneses atacaron a los otros destructores su estado actual por el barco que se hunde, pero Phoenix derribado uno de los asaltantes.
Phoenix volvió a ser atacado por los aviones enemigos, el 5 de diciembre y fue acreditado con la asistencia en la destrucción de dos atacantes. Cinco días más tarde, un kamikaze intentó chocar contra el barco, pero fue derribado por el fuego 40 mm, cuando sólo 100 yardas (100 m) de distancia. Fue en este momento Phoenix sufrió su única víctima mortal en tiempos de guerra.
El Comandante y oficiales compañeros del USS Pearl Harbor rinden homenaje a un monumento dedicado a la nave argentina ARA General Belgrano durante un servicio de recuerdo 25 aniversario
Mientras se procede a la zona de asalto fuera de Mindoro el 13 de diciembre, el barco estaba constantemente bajo ataque por aire kamikazes individuales. Ese día, un kamikaze solitario golpeó Nashville. El 15 de diciembre, una concha de 5 pulgadas (127 mm) de Phoenix derribado un avión dando vueltas a 8.500 yardas (7,8 km). La nave entonces amueblado su apoyo habitual de incendios y se cubrió las fuerzas de desembarco. Esto dio a los aliados una base desde la que atacar a las rutas de navegación de Japón a través del Mar del Sur de China y para ablandar a Luzón para las próximas aterrizajes.
En el camino al Golfo de Lingayen para la invasión de Luzón, puestos de observación a bordo de Phoenix avistaron la torreta de un submarino de buceo en el Mar de Mindanao fuera Siquijor. El submarino sumergido y disparó dos torpedos, que Phoenix esquivado. Taylor voló el submarino enano a la superficie y su apisonada.
Luego vino Bataan y Corregidor, tomada de 13-28 de febrero de 1945. Phoenix operaciones de rastreo de minas cubierta en Balikpapan, Borneo, 29 de junio al 7 de julio. La resistencia de los cañones costeros era inusualmente pesada. Las minas y artillería hundieron o dañaron 11 dragaminas. Phoenix amueblado fuego de apoyo y las olas de asalto aterrizó.
Phoenix estaba en camino a Pearl Harbor para el reacondicionamiento cuando Japón se rindió. Ella fue a su casa y, al llegar al Canal de Panamá el 6 de septiembre, se unió a la Flota del Atlántico. Su estado se redujo en comisión, en reserva, en Filadelfia el 28 de febrero 1946.
En servicio de Argentina
Fue dado de baja el 3 de julio de 1946, y se mantuvo en Filadelfia hasta que fue vendido a la Argentina el 9 de abril de 1951. Fue comisionada en la Armada Argentina como Diecisiete de Octubre (C-4) el 17 de octubre de 1951, rebautizado General Belgrano en 1956, y hundido durante la Guerra de las Malvinas el 2 de mayo de 1982 por el ataque submarino británico HMS Conqueror con la pérdida de 323 vidas.ARA Gral. Belgrano
Distinciones
Phoenix ganó once estrellas de la batalla para el servicio de la Segunda Guerra Mundial.Además de las nueve estrellas de la batalla para la cinta asiática del Pacífico, obtuvo dos más para la cinta de la liberación de Filipinas. Parece que estos dos siempre se quedan fuera de su historia.
Wikipedia
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