martes, 22 de octubre de 2013

EA: Los regimientos del Ejército Argentino en las islas

Regimientos del Ejército Argentino en Malvinas



REGIMIENTO 1 PATRICIOS




Los Patricios de Buneos Ayres, no faltaron a la obligada cita de honor con su antiguo y primer enemigo, el invasor inglés.

Ciento setenta y seis años después de su creación, participa en esta oportunidad con una Subunidad la Compañía de Infantería A “Buenos Ayres, que fue agregada al regimiento de Infantería Mecanizado 6 “General Viamonte”, como Compañía C de la mencionada Unidad
A su arribo a las Islas Malvinas, el día 13 de Abril de 1982, la Compañía se reunió en inmediaciones del Aeropuerto de Puerto Argentino
El 14 de Abril la segunda, y tercera Sección, se integraron al Regimiento de Infantería 25, formando parte del dispositivo de Defensa de Puerto Argentino, mientras que la Primera, y la sección Apoyo, fueron asignadas a la defensa del aeropuerto.

El 19 de Abril, el Jefe de Compañía Capitán Humberto Hugo Pascualetti recibió la orden de reintegrarse al Regimiento de Infantería Mecanizado 6, situación en la que permaneció hasta la finalización del conflicto.

Con la misión de defender Puerto Argentino, la Compañía de infantería “A” “Buenos Ayres” (”C” del Regimiento de Infantería Mecanizado 6), ocupó posiciones defensivas, con frente hacia Phillips Foin y a Reckeribay, hasta la rendición del 14 de junio de 1982.

El grueso del Regimiento, marchó a Comodoro Rivadavia, constituyéndose en uno de los elementos defensivos del Subsector Centro (Comodoro Rivadavia - Caleta Oliva).

En el marco de esta misión, el Regimiento de Infantería 1 “Patricios” otorgó su acostumbrada y generosa cuota de sangre a la gesta, al recibir la orden de destacar nuevamente personal y material la Islas.

Producido su arribo, el 8 de junio de 1982, la fracción se desplazó para ocupar una posición próxima al Regimiento de Infantería Mecanizado 7. El 12 de Junio durante el combate de Monte Longdon, el Patricio Claudio Alfredo Bastida, apuntador de una ametralladora, muere al ser alcanzado por fuego de morteros ingleses, renovando así el compromiso de honor de los Patricios.

Cabe destacar que el Patricio Claudio Bastida fue exceptuado de realizar el Servicio Militar por ser único sostén de madre viuda, ofreciéndose voluntariamente a cumplir con el llamado de la Patria




REGIMIENTO 3



Llegada a las islas: Con asiento en La Tablada el 11 de abril fueron trasladados a Río Gallegos y desde allí el 13 de abril llegan a las islas ubicándose en Puerto Argentino.
Destino: Defensa de Puerto Argentino




REGIMIENTO 4





Llegada a las islas: Actúa la compañía A. El 27 de abril llega a las islas, 
Destino en las islas: el 28 marcha de Puerto Argentino a Monte Wall, Monte Harriet y Challenger ocupando posiciones en Harriet y Two Sisters.




Foto del Subteniente Llambias Pravaz que perteneció a este regimiento.

REGIMIENTO 5



Llegada a las islas: La llegada se concreta el 23 de abril y el 25 de abril parten a Puerto Howard en la Isla Gran Malvina.
Destino en las islas: Puerto Howard en la Isla Gran Malvina.





REGIMIENTO 6




Llegada a las islas: Se concreta la llegada el 13 de abril a las 05:30hs a la Isla Soledad
Destino en las islas: Defensa de Puerto Argentino.





REGIMIENTO 7



Llegada a las islas: Este regimiento llega a las islas el mismo 14 de abril.
Destino en las islas: Ocuparon el llamado sector Plata de Puerto Argentino. El sector Plata estaba formado por Plata 1 (Monte Longdon) y Plata 2 (Wireless Ridge/Península de Cambers)






REGIMIENTO 8





Llegada a las islas: el 06 de abril llega a las islas a las 11hs
Destino en las islas: Defensa de Bahía Fox y controlar la isla Gran Malvina. Se le suma la Compañía de Ingenieros 9. La compañía de tiradores C del Regimiento 8 fue asignada al RI 12 que actuaron en Darwin (Isla Soledad) y el Combate de San Carlos.




REGIMIENTO 12



Llegada a las islas: Se concreta el 24 de abril, el 28 de abril fue trasladado a Darwin y Pradera del Ganso donde combatieron hasta los últimos días.







REGIMIENTO 25




Llegada a las islas: Como es sabido este regimiento llega a las islas el 2 de abril y participa de la Operacional Rosario el 3/C/25 con Seineldin a la cabeza. El 4 de abril la compañía C del RI25 es enviada a Darwin Goose Green para reforzar a la compañía A del RI 12






Militaria Malvinas

domingo, 20 de octubre de 2013

Guerra naval: DDG clase Sheffield británicos en Malvinas (1/7)

Destructores Type 42 británicos en el Conflicto del Atlántico Sur (1982) 

Parte 1 -  Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Parte 7

“En el curso del cumplimiento de sus deberes, dentro de la Zona de Exclusión Total alrededor de las Islas Falklands, HMS Sheffield, un destructor Type 42, fue atacado y alcanzado esta tarde por un misil argentino. El buque sufrió un incendio que se extendió fuera de control; se teme que haya habido bajas, pero no tenemos detalles sobre eso aún. Los familiares serán informados primero tan pronto como recibamos más detalles.” 

Ian McDonald, vocero del Ministerio de Defensa (MoD) del Reino Unido 

El anuncio, emitido en horas de la tarde del 4 de mayo de 1982 por la señal de la BBC, estremeció al mundo: era la primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, que un buque de guerra británico había sido alcanzado en combate. El estupor generalizado era comprensible: HMS Sheffield, un novísimo destructor Type 42 (comisionado en la Royal Navy – Armada Real Británica – tan solo siete años antes), diseñado específicamente para servir en su función principal como plataforma de guerra antiaérea (AAW – Anti-Air Warfare), había sido alcanzado por un misil aire-superficie AM39 Exocet; sucumbió a los daños y se fue a pique el día 10. 8 días más tarde, HMS Glasgow, buque del mismo tipo, fue impactado por bombas lanzadas por aviones argentinos. El 25 de mayo se perdería un segundo Type 42 – HMS Coventry – también a manos de la aviación de guerra argentina. 


Fig.1 – HMS 'Liverpool' (D92), un destructor Type 42 Batch 3, dispara un misil Sea Dart en un ejercicio naval en 2002. La experiencia del conflicto de las Malvinas repercutió en el diseño de esta y otras unidades navales en los años posteriores a 1982 

La experiencia de combate de la clase durante el conflicto de las islas Malvinas/Falklands, que enfrentó a Argentina y al Reino Unido de Gran Bretaña entre el 1 de mayo y el 14 de junio de 1982, puso a prueba los paradigmas y modelos teóricos existentes en torno a la doctrina de combate de la Royal Navy; las lecciones aprendidas – a sangre y fuego – en los gélidos mares del Atlántico Sur influirían posteriormente y de forma incuestionable en la construcción de buques de guerra y en la doctrina operacional de Armadas alrededor del mundo. La presente nota tiene como propósito realizar una reflexión, no únicamente en torno a las operaciones de combate propiamente tales como hechos aislados, sino por sobre todo, a las causas que conllevaron a la pérdida de dos modernos buques de guerra (y daños a un tercero) diseñados específicamente para lidiar con la amenaza aérea, entendiendo en tal sentido que existen antecedentes – políticos, económicos, técnicos, etc. – que gestionan la razón de ser, la forma y el propósito de un sistema de armas, lo cual repercute en su desempeño en combate. 

Antecedentes: la Royal Navy a comienzos de la década de 1980 
Los inicios de la década de 1980 probaron ser tiempos particularmente difíciles para las Fuerzas Armadas del Reino Unido. La crisis económica que asolaba a la nación impulsó una reexaminación del gasto de defensa, cuestión que se enfocó en la Royal Navy. El Ministro de Defensa del gobierno Conservador elegido en 1979, Sir John Nott, cuestionó la naturaleza de su existencia y de costos ante los cuales el Senior Service luchaba para responder en una manera políticamente efectiva. Era el momento más álgido de la Guerra Fría y la doctrina naval británica había sufrido importantes transformaciones, orientando el papel de una fuerza multitareas tradicionalmente flexible al de afrontar, en forma exclusiva, la amenaza proveniente del bloque soviético (la Unión Soviética y los países satélites del Pacto de Varsovia) dentro del campo de la guerra antisubmarina (ASW – Anti-Submarine Warfare), en el marco de una defensa continental europea junto a los demás países aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desplazando a estrategias de dominio marítimo y mantenimiento de un amplio rango de capacidades – tales como buques de asalto anfibio y portaaviones – que, hasta entonces, habían constituido el distintivo de la época. 

Ello, sin embargo, parecía ser consecuente con la realidad de la geopolítica mundial que afectó al Reino Unido en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando, luego de la derrota del fascismo totalitario, la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) impulsó la descolonización y emancipación de ingentes extensiones de territorio y el fin de imperios extracontinentales construidos por las potencias imperialistas en los siglos pasados. Gran Bretaña ya no constituía el vasto imperio de antaño; ergo, la necesidad de contar con una fuerza de tipo expedicionaria, capaz de proyectar poder naval allende ultramar en defensa de los intereses coloniales británicos, se vio fuertemente disminuida en favor de una estrategia que favoreciese la defensa del Reino Unido y del resto Europa ante la creciente amenaza proveniente de la Unión Soviética. Consecuentemente, durante la década de 1960 y la de 1970, sucesivos gobiernos británicos incurrieron en reestructuraciones y recortes que afectaron los presupuestos de defensa del país, aunque es importante notar que hasta 1979, cuando un gobierno Conservador liderado por la Primer Ministro Margaret Thatcher llega al poder, el presupuesto de defensa británico seguía siendo considerablemente más alto que el de muchas naciones europeas aliadas. Para 1979, sin embargo, una brecha cada vez más extensa se interponía entre lo que el país podía pagar en términos monetarios y lo que efectivamente necesitaba para satisfacer sus necesidades y compromisos de defensa (razón por la cual, entre otras cosas, el Reino Unido comenzó a replegar recursos destinados a la protección de sus territorios soberanos en ultramar – incluyendo las islas Malvinas o Falklands). 

En ese sentido, el rol de la Royal Navy – en caso la Guerra Fría estallara en un conflicto entre las superpotencias antagónicas de la época – estaba claro: una estrategia naval construida en torno a las alianzas de la OTAN y la defensa de Europa Occidental. Ello implicaría un énfasis en la protección de convoyes transatlánticos que se consideraban vitales en la guerra proyectada con la URSS. Además de esta necesidad de proteger la cadena de suministros, vital para la estrategia de la OTAN, la Royal Navy habría de ser encargada con la misión (como lo hizo en ambas Guerras Mundiales) de salvaguardar el comercio marítimo que mantenía viva la economía del Reino Unido, tanto en tiempos de paz como de guerra. La Defence Review de 1981 (denominada ‘The United Kingdom Defence Programme: The Way Forward’) impulsada por Nott demandó un re-alineamiento filosófico de la Royal Navy y efectivamente, privó a la misma de sus capacidades de proyección naval y anfibia. Se le asignó la misión principal de fungir como disuasivo estratégico nuclear – una fuerza basada en el empleo de submarinos – y de sus submarinos y naves en el rol ASW en contra de la amenaza soviética. 

Así pues, la Royal Navy se transformó en una fuerza altamente especializada y preparada para la lucha antisubmarina pero poco apropiada para algo más, ciertamente no para ejecutar las funciones de una fuerza expedicionaria, como le sería requerido en 1982. 

El destructor Type 42
Génesis de la clase
 
Luego de la cancelación – debido a los excesivos costos – del proyecto CVA-01 y de los destructores Type 82 o clase ‘Bristol’ (de los cuales solo llegó a construirse un ejemplar, HMS Bristol) que habrían de escoltar a los nuevos portaaviones y de la reducción de la fuerza de portaaviones con catapultas capaces de alojar un ala embarcada propiamente dicha para funciones de ataque y defensa de un grupo de tareas naval, surgieron alternativas económicamente más atractivas y apropiadas para la nueva función que la Royal Navy habría de desempeñar. 

La Royal Navy posterior a la era del portaaviones de catapultas aún tenía que lidiar con ataques aéreos enemigos y desempeñarse simultáneamente en guerra antisubmarina. Para 1966, cuando la fuerza de portaaviones (proyecto CVA-01) fue cancelada, helicópteros con base en portaaviones con sonares calables y armados con cargas de profundidad nucleares (a fin de lidiar con los submarinos de misiles balísticos soviéticos, que habrían de cruzar las aguas del Mar del Norte y el Círculo Polar Ártico a fin de llevar a cabo sus ataques contra blancos en Europa y los Estados Unidos) fueron considerados como alternativa para la tarea en cuestión. La Royal Navy planeaba mover los helicópteros de sus portaaviones proyectados a fin de poder liberar sus cubiertas para acomodar aviones de caza y ataque. Denominó a sus buques portahelicópteros ‘cruceros de escolta’. En las postrimerías de la decisión respecto de los portaaviones, el crucero de escolta sobrevivió porque apoyaba una misión vital de la flota. La defensa aérea de la flota entonces habría de ser encargada en gran parte a los misiles antiaéreos navales – debido a que los ahora llamados ‘portaaviones ligeros’ (reconversión de los cruceros de escolta portahelicópteros) embarcaban una cantidad mínima de novedosos aviones STOVL (Short Take-Off Vertical Landing) poco apropiada para defensa del grupo de tareas – de manera que la fuerza post-portaaviones necesitaba de buques AAW (Anti-Air Warfare). 

Tanto para el Type 82 como para los porta-aeronaves de la clase ‘Invincible’ (como fue denominada la nueva generación de portaaviones de escolta ASW) se desarrolló el sistema de defensa aérea GWS30 Sea Dart. Debido a que el Sea Dart no requería de un radar tridimensional, los buques que habrían de llevarlo podían operar efectivamente sin depender de un portaaviones con un radar especial. Más aún, podían desempeñar sus funciones sin necesidad del costoso radar Type 988, proyectado para su instalación en las naves de la clase ‘Bristol’. Por tanto, se desarrolló una nueva clase de buque más pequeña que pudiese satisfacer dicho rol: el destructor Type 42 o clase ‘Sheffield’, armado con el sistema Sea Dart. 


Fig.2 – HMS 'Coventry' (D118) durante sus pruebas de mar en 1974

Sigue en Parte 2

Tecnología y Defensa Naval 

sábado, 19 de octubre de 2013

Pictorial: Fotos argentinas y británicas

Pictorial variado de fotos argentinas e inglesas


Prisioneros argentinos bajando de un helicóptero británico en uno de sus fragatas para ser interrogado se puede observar al primero que es un oficial.

Soldados cavando un pozo de zorro

Soldados británicos despojan a un piloto argentino capturado de sus insignias

Foto de Evans, un soldado que obtuvo muchas fotografías del conflicto.

El Scout derribado en Fanning Head

Imagen nocturna de tropas argentinas

Tropas circulan hacia Puerto Argentino

Comandos argentinos

Foto de reconocimiento de un Harrier de las posiciones argentinas. Noten la identificación de los vehículos ligeros argentinos

Impactos sobre el Chinook argentino

Noten la mira intensificadora de luz estelar del soldado británico

Aquí se aprecia los visores nocturnos empleados por las tropas especiales de Gendarmería argentinas

Desembarco en San Carlos

El Sea King abatido por el Tucu Cervera

viernes, 18 de octubre de 2013

Georgias: El Puma del EA

El Puma abandonado en Georgias

Muchos habrán visto las fotos del helicóptero Puma del EA que quedara en Georgias, los británicos ponen
hasta hoy imágenes del aparato dado vuelta lleno de balazos y destruido como para darle a la gente una imagen de un gran derribo... pero es todo falso.

La realidad marca que el aparato fue alcanzado por fuego de armas livianas de los Royal Marines que minutos después se rendirían a los infantes Argentinos, en esta acción pierden la vida nuestros héroes Almonacid y Águila, el Puma recibió impactos en el sistema hidráulico y fuselaje , por ello y como era imposible evacuar el aparato el personal Argentino procedió a sacar sus partes mas importantes como repuestos, en la foto se lo ve entero, sin mayores daños...tiempo después cuando los Británicos regresan lo usan como tiro al blanco jugando con su estructura, allí lo vuelven a fotografiar para dar esa imagen de derribo. La verdad está a la vista.



Página de Sapucay Malvinas 

jueves, 17 de octubre de 2013

Preguerra: Margaret Thatcher ya pedía al Foreign Office no dejar sus colonias

Revelan una discusión de Margaret Thatcher con su canciller por Malvinas en 1979

"Nos acusó en el Foreing Office de querer regalar posesiones británicas", dijo en una biografía sobre la líder un ex canciller, que había propuesto devolver el archipiélago a la Argentina


Un nuevo libro sobre la polémica ex primera ministra británica Margaret Thatcher revela nuevos detalles de la opinión de la líder conservadora respecto del conflicto en Malvinas con la Argentina desde que asumió al poder, el 4 de mayo de 1979.

En el año de la muerte de la líder conservadora, el ex secretario del gobierno de la "Dama de Hierro" Jonathan Aitken escribió Margaret Thatcher: Power and Personality (Margaret Thatcher: Poder y personalidad), que será publicado en ese país el próximo 24 de octubre, donde cuenta una pelea de la primera ministra con su canciller, que le ofreció un plan para entregar la soberanía de las Islas Malvinas a la Argentina, similar al que Gran Bretaña había pautado con China por el enclave colonial de Hong Kong.

Aitken cuenta que tres semanas después de haber asumido, Thatcher, por entonces de 54 años, se reunió en su residencia oficial de Chequers, al norte de Londres, con funcionarios del Foreign Office, entre ellos el ministro de Exteriores Peter Carrington y el diplomático Willie Whitelaw.

Según el autor de la biografía, el ministro británico reiteró que estaba a favor de un plan de entrega de la soberanía de las Malvinas a la Argentina, del mismo modo que Londres negociaba con China la soberanía de Hong Kong.



"Thatcher reaccionó furiosa a la propuesta, acusando a los diplomáticos de ser todos blandos", describió Aitken, que fue parlamentario conservador durante 24 años.

Carrington, que renunció como canciller luego del desembarco argentino a las Malvinas en abril de 1982, reveló a Aitken que Thatcher "bloqueó" todos los esfuerzos del diplomático y de su segundo, Nicholas Ridley, para llegar a un acuerdo con Buenos Aires.

"Ella tomó la palabra y no dejó de hablar, acusándonos en el Foreing Office de querer regalar posesiones británicas", contó el ex canciller en una entrevista con Aitken.

Siempre según esa versión, el esposo de la mandataria, Dennis Thatcher, "enfrió la situación", al decirle a su esposa: "Creo que estás siendo algo extravagante, querida".

Sin embargo y a pesar de las acusaciones de Thatcher, Carrington persistió en sus esfuerzos por hallar una solución, y le escribió oficialmente días después a la "Dama de Hierro" reiterándole que la mejor solución era "una forma de subarrendo" de las Malvinas a la Argentina.

El hecho ocurrió tres años antes de la Guerra de Malvinas, de 1982, cuando la Argentina y Gran Bretaña se enfrentaron en un conflicto bélico de 74 días por la soberanía del archipiélago del Atlántico Sur, que tuvo como saldo la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.

martes, 15 de octubre de 2013

FAA: El Pucará en la Guerra


BAM Malvinas, el 2 de abril de 1982 a las 16:00 hs arribaron los primeros cuatro IA-58 Pucará.

El Pucará en la guerra
Relatos del personal del Escuadrón Operativo Aeromóvil IA-58 Pucará destacado en las Islas Malvinas.

por R. Ruiz Quiroga

Alistamiento

Com. (R) Navarro —El 31 Mar '82 el Comando de Operaciones ordenó a la III Brigada Aérea alistar una escuadrilla de IA-58 con destino a la BAM Malvinas, antes de las 17:00 del 2 Abr '82. En la reunión en el puesto comando, participando los oficiales superiores y presidida por el Jefe de Brigada, efectué la exposición del despliegue de la escuadrilla y arengué a todos los participantes. Destaqué la importancia que revestía el hecho y que nuestro posible enemigo era precisamente una de las potencias más adelantadas del mundo y que tendrían, además el apoyo de la OTAN sin ninguna restricción.

S. Ay. Guastalla —Cada vez que se requiere el despliegue de unidades toda la brigada toma participación. En esa época había dos escuadrones aeromóviles: uno operativo y otro de instrucción. Sólo tardamos un par de días en alistar el escuadrón operativo.

S. Ay. Marcori —Fuimos convocados para alistar el grupo aeromóvil para un despliegue inmediato. Si bien había una convulsión general en todo el país por la recuperación de las islas, nosotros éramos profesionales y teníamos muy buena experiencia en alistamiento y despliegues, debido a continuos ejercicios, lo que permitió ejecutar las tareas en los plazos exigidos.

Teniendo en cuenta las características rigurosas del clima de las Malvinas en esa época del año efectuamos en el Centro de Supervivencia un curso para asimilarlo, el cual incluyó el manejo del equipamiento básico.

Despliegue primera escuadrilla

Com. (R) Navarro —El 1° Abr a las 12:35 se produjo el despegue desde la III Brigada Aérea de la primera escuadrilla del SArm IA-58 Pucará al sur. Después se enviaron tripulaciones de relevo: Cap. Benítez; Ten. Jukic; 1er Ten. Navarro y Ten. Calderón.

Com. Vila —El 1º Abr, por orden del Jefe de Brigada desplegué una escuadrilla a la BAM Río Gallegos efectuando una escala técnica en la BAM Tandil. El plan original establecía pernoctar y concluir la operación al día siguiente; imprevistamente recibí en la BAM Tandil una llamada del Com. Carbo ordenando proseguir el vuelo a destino esa misma noche.
La meteorología era pésima; teníamos sobre la base un fuerte temporal pero había que cumplir la orden. Resolviendo previamente un desperfecto en uno de los aviones, despegamos a las 23:30 y atravesamos el frente de tormenta rumbo a destino.

Vcom. Cimbaro —No se nos había informado el objeto de la misión. Despegamos pasado el mediodía al mando del Cap. Vila. Completamos el grupo el Ten. Furios, el Ten. Giménez y yo, el más moderno de los tres.
Hicimos una escala en la VI Br. Aé. (Tandil) para repostar combustible, ya caída la noche; cenamos con la idea de pernoctar y continuar el vuelo al día siguiente, pero ordenaron seguir hasta Río Gallegos esa misma noche. Hicimos el vuelo en cinco horas en el nivel de 15 000 pies a 220 nudos; encontramos bastante nubosidad; mala meteorología. Y llegamos en la madrugada del 2 Abr. Habíamos volado más de nueve horas sobre un trayecto de 3 000 kilómetros. Cuando me levanto al mediodía y llego al casino de oficiales me entero de la recuperación de las Malvinas.

S. P. Piaggi —En 1982 yo era cabo principal y me desempeñaba como Inspector de Armamento en la III Brigada. El 1º Abr '82 desplegué al sur en el avión del Cap. Vila, uno de los aviones de la escuadrilla de Pucará que partió ese día.

Com. Vila —En la BAM Río Gallegos, en tanto las tripulaciones se retiraron a descansar, el Com. Rodoni me informó que la escuadrilla despegaría hacia las Islas Malvinas. La orden no me sorprendió porque, el contenido de las emisiones en VHF, me llevó a pensar que "algo" estaba por suceder. Después juntos preparamos la navegación necesaria. Al día siguiente, a las 16:00, pocas horas después de concluir la Operación Rosario, guiados por el C-130 TC-70, llegamos a la BAM Malvinas. Tuvimos el orgullo de que el Pucará fuera el primer avión de combate arribado a las islas.



Vuelo al Sur

Com. (R) Navarro —La orden del Comando de Operaciones Aéreas consistía en completar un Escuadrón Aeromóvil compuesto por doce IA-58 Pucará. El 08 Abr a las 14:40 se produce el despegue de ocho aviones desde la III Brigada Aérea con destino a la IX Brigada Aérea en C. Rivadavia, arribando a las 20:00 horas.
El vuelo se realizó directo, desde Reconquista a C. Rivadavia, después de efectuar, próximo a Tandil un chequeo de combustible de todos los aviones; era posible llegar hasta C. Rivadavia volando sobre el mar, la ruta directa. A 80 millas náuticas de nuestro destino volábamos a 6 000 m, descendimos por meteorología a 2 700 m. Esto provocó un aumento en el consumo de combustible.

Vcom. Cruzado —Llegamos muy cortos de combustible porque en el tramo desde Espora a C. Rivadavia el viento nos afectó los cálculos de navegación. En el medio del Golfo San Jorge se me plantó un motor. Me desprendí de la formación asistido por el May. Navarro, Jefe de Escuadrón. Al finalizar el aterrizaje el otro motor también se plantó. Tuvieron que remolcarme para arribar a plataforma; más tarde el Grupo Técnico detectó una falla en los indicadores de combustible. Permanecimos unos días en C. Rivadavia hasta que llegó la orden de cruzar a las islas.

Misiones sobre el mar

Com. Micheloud —Desde Santa Cruz participé en misiones de exploración y reconocimiento al NO de Malvinas de varias horas de vuelo. Se instalaba en la estación central del avión un tanque suplementario de 1000 litros que daba una autonomía de más de cuatro horas, a velocidad de crucero, en el orden de los 210 nudos. El armamento en esas misiones eran dos coheteras por plano, cañones y ametralladoras.
Creo que la guerra, o situaciones límite como ésta, lo llevan a uno, por ejemplo, a percibir detalles minúsculos que normalmente no registra; el sonido de los motores, observar, barriendo visualmente todo el espacio circundante, usar señales visuales con el numeral, estar atento a todo. En las misiones de guerra todo funcionaba óptimamente; existía una gran concentración en el trabajo desde el momento que despegabamos. Era una actitud de máxima concentración y hacer todo a conciencia.

Primer cruce a Malvinas

Com. (R) Navarro —El 2 Abr en Río Gallegos despegaron a las 14:00 cuatro aviones con destino a Malvinas, guiados por el F-27. A las 15:45 se produjo el primer sobrevuelo de aviones de combate sobre las islas. La escuadrilla aterrizó a las 16:00.

S. P. Piaggi —Con el relevo de pilotos para la escuadrilla, cruzamos a Malvinas. En ese cruce volé con el Cap. Benítez y llegamos a la BAM MLV aproximadamente a las 16:00. Las islas nos recibieron con un frío intenso y mucho viento. El clima era muy cambiante pero el paisaje me resultó parecido a nuestro sur. Fuimos los primeros miembros del GT 3 que llegamos. Nos quedamos en la pista sin saber dónde se localizaría nuestro lugar de alojamiento pero finalmente debimos pernoctar en un galpón.

Com. Micheloud —En los cruces del continente a las islas teníamos previsiones de rescate y de emergencia muy escasas. Durante el conflicto no tuvimos traje anti-exposición; llegaron prácticamente al fin de la contienda. Teníamos que arreglarnos solamente con los chalecos salvavidas, la clásica "bananita", y con el bote salvavidas incorporado al equipo de supervivencia del asiento eyectable.

Nuestra única posibilidad de ser rescatados residía en que otro piloto de la formación pudiera marcar la posición aproximada de la caída al mar y trasmitirla a los pesqueros que estaban en la zona. Naturalmente sabíamos que esa ayuda estaba condicionada a muchos factores y lo único asegurado resultaba nuestro bote de supervivencia.

Cruzar a las Malvinas implicaba adoptar cotas bajas a mitad de camino. En la escuadrilla que integré el 14 May, nuestro guía fue un Mitsubishi biturbohélice civil del Escuadrón Fénix. A mitad de camino descendimos a 150 m y cuando hicimos 3/4 de nuestro recorrido ya estábamos volando a 15 m sobre el mar. Al llegar a su punto de retorno el Mitsubishi Fénix rompió el silencio de radio y nos transmitió: —Diez minutos al frente, las islas... Eran las primeras de la Gran Malvina al SO. El biturbohélice volvió al continente y seguimos nuestra navegación a menos de diez metros sobre el nivel del mar. Llegar a la BAM Malvinas fue una extraordinaria alegría. Las islas hasta ese momento eran para mí algo misterioso; creo que las vi mucho más hermosas de lo que las concebía, por su relieve, su paisaje, sus colores...


El GT 3 a Malvinas

S. Ay. Marquez —Desplegamos en un Hercules C-130 aterrizando en la BAM Malvinas a las 04:00 del día siguiente. Me llamó la atención la gran actividad que se desarrollaba en ese momento: mucho material, mucho movimiento de aviones de la Fuerza Aérea, de las aerolíneas comerciales argentinas y de la Armada. A la hora que llegamos estaba muy oscuro y se pedía guardar silencio. Uno de los rasgos que más me quedan en el recuerdo fue que el espíritu de equipo se demostró una vez más en las operaciones en Malvinas. El hecho de estar predispuestos a trabajar en conjunto nos hacía cuidarnos unos a otros; todo esto en el contexto del hecho de que la Fuerza Aérea se preocupó por su personal.

S. Ay. Guastalla —Cuando llegamos a la BAM Malvinas era un día gris. Mi primera impresión fue la incertidumbre; incertidumbre en el sentido de cuál sería el entorno de circunstancias en que deberíamos trabajar. Todas esas preguntas que uno tenía se fueron contestando a través del conflicto. La primer noche pernoctamos en nuestras bolsas de dormir en el piso del improvisado depósito de materiales del escuadrón; la fuerza de una tormenta sucedida la noche anterior había derribado las carpas que se habían instalado.

S. Ay. Marcori —Nosotros llegamos a la madrugada, aproximadamente a las 03:30 y lloviznaba muchísimo. El Hercules abrió la rampa y empezó a girar tomando su posición de estacionamiento. A través de la rampa se veía todo oscuro; de pronto, debido al movimiento de giro del avión, apareció un cartel iluminado que decía: NO SMOKING. En medio de las preocupaciones que teníamos, porque sabíamos dónde estábamos y para qué estábamos allí, uno de nuestros camaradas hizo una broma: —Estamos en la isla No Smoking...

Actividad inicial en las islas

Vcom. Cimbaro —Con el correr de los días continuaron llegando nuestros Pucará. Arribaron inicialmente diez aviones, los que constituyeron el Escuadrón Aeromóvil Pucará. Empezamos a cumplir las órdenes fragmentarias que llegaban; consistían en ROF (Reconocimientos Ofensivos) para familiarizarnos con la geografía y topografía de las islas. El armamento era completo: cañones, ametralladoras y coheteras. Las velocidades y alturas en los ROF estaban estandarizados con el menor riesgo posible: nivel de 15 metros a potencia máxima continua a 220 nudos.

Vcom. Cruzado —Las islas tienen una meteorología muy particular. Yo recuerdo haber volado con tiempo bueno, totalmente claro, pocas veces; la mayoría con restricciones de techo y visibilidad... y normalmente nublado. Permanecíamos en alerta; había veces que hacíamos alertas a 10 minutos.

Vcom. Cimbaro —La meteorología obligó a abortar muchos vuelos: Hubo días que no podían volar los reactores pero, por el tipo de avión que es el Pucará nosotros podíamos hacerlo; es un avión más lento que permite hacer un vuelo marginal con visibilidad baja y techos de nubes reducidos. Los vuelos eran rasantes para patrullar las costas en todo su perímetro, previendo posibles avistajes de naves y desembarcos de comandos.

Relevamiento de pistas

Com. (R) Navarro —El 12 Abr el Com. Destri me impartió directivas para el reconocimiento de pistas aptas para la operación del IA-58 Pucará. Se procedió en primer lugar a aterrizar en Bahía Fox en un avión Islander. Fueron evaluadas las pistas de Bahía Fox, San Carlos y Establecimiento San Carlos, resultando que ninguna estaba operable para nuestro avión. Posteriormente se evaluó Bahía Elefante, descartándola por ser demasiado blando el suelo y no soportar el peso del IA-58. En horas de la tarde aterrizamos en Darwin con el Cap. Vila en el Islander, observando que era la única pista operable y semiapta de todas las que se encuentran en las islas, previa marcación de las cabeceras, ya que el lugar era prácticamente un cuadrado de campo que se utilizaba para el aterrizaje de aviones tipo C-182.

Com. Vila —Para seleccionar una base de redespliegue aterrizamos en todas las pistas de las islas. La primera que elegí fue la de San Carlos, aunque era muy corta, pero fue desechada porque estaría muy expuesta al bombardeo naval. Después de un ejercicio de tiro con cohetes realicé el primer aterrizaje con un Pucará en la BAM Cóndor, en Darwin, a las 16:00 del 24 Abr.

Despliegue a Darwin

S. P. Piaggi —Después de unos días en la BAM Malvinas nos trasladamos a Darwin a preparar una pista de alternativa, que luego pasó a ser la pista principal. Ahí ya habían desplegado elementos del RI 25 del Ejército y habían denominado el lugar Helipuerto Santiago; cuando llegó nuestro escuadrón eso se transformó en la BAM Cóndor.

10 de Mayo. El ataque a la BAM Cóndor

Com. (R) Navarro —A las 01:30 el Brig. Castellanos nos comunicó por radio que buques de la Fuerza de Tareas Británica se encontraban a menos de 150 NM y que podíamos ser atacados en cualquier momento.

Vcom. Sassone —A las 04:00 nos levantaron; los ingleses habían atacado la BAM Malvinas y se suponía que el segundo intento sería allí. Era lógico; los ingleses atacaron Puerto Argentino para destruir la pista pero también buscando destruir los Pucará. Estábamos seguros de que ellos sabían que estaban ahí.

Vcom. Cruzado —El terreno no ofrecía ninguna posibilidad de ocultar los aviones; la única forma de protegerlos era la movilidad: cambiarlos de lugar constantemente.

S. P. Piaggi —De pronto vimos en rasante sobre nosotros a los Harrier; ya habían soltado las bombas. Después la confusión: las explosiones, los gritos, el fuego, el humo. Y de pronto me encuentro en medio de incendios. El A-527, alcanzado por las beluga, estaba en llamas; estallaban los cohetes, se eyectaron solos los asientos y la munición se disparaba. Yo estaba herido; me arrastré como pude fuera de los incendios; al cabo de media hora fui rescatado por un grupo de soldados al mando del Ten. Rozas. Me llevaron a un sector en donde habían reunido a todos los heridos. Poco después aterrizó un Chinook para evacuarnos al hospital de Puerto Argentino, donde me extrajeron de la espalda y ambas piernas, cincuenta y tres esquirlas de beluga. Permanecí ocho días allí y después me evacuaron al hospital reubicable en C. Rivadavia.

Vcom. Cruzado —Yo estaba en medio de la pista con un compañero cuando alguien gritó ¡Harrier!... y ya estuvieron encima nuestro. Nos tiramos cuerpo a tierra. Fue una sorpresa total; la artillería no tuvo tiempo de reaccionar, pese a que unos minutos antes habían hecho prácticas de fuego. Yo estaba a menos de cuarenta metros del avión del Ten. Jukic cuando fue alcanzado por una beluga. Un golpe muy duro para el escuadrón. Después uno se preguntaba: ¡La pucha!... Si así empieza esto... ¿Cómo va a terminar?

S. Ay. Guastalla —El ataque fue a las 08:23. Esa es una referencia muy exacta porque el reloj de uno de los suboficiales que falleció quedó detenido a esa hora. Al escuchar reactores me doy vuelta y veo a dos Sea Harrier soltando las bombas. Me quedé "helado" unos instantes, durante las explosiones reaccioné cuando me empezaron a llover escombros y me tiré bajo un tractor. Después comenzamos a atacar con extinguidores un foco de incendio en el lugar donde se almacenaban las espoletas de las bombas. Ese día fue el más largo de mi vida; pareció no terminar nunca.

Com. Vilas —Al avión de Grunert se le rompió la rueda de nariz en la carrera de despegue y quedó clavado en el eje de la pista. salgo corriendo hacia el avión; es compañero mío; íntimos amigos... como un hermano; un hombre con el que estuvimos toda la vida juntos. Cuando llego al avión lo veo inclinado hacia adelante, atontado. Cuando un piloto tiene un accidente de esas características corre el riesgo de golpear con la frente en la mira y morir; cuando empiezo a sacarlo de la cabina Grunert reacciona. Es en ese momento que aparecen los Harrier; nos estamos alejando del avión cuando vemos que se desprenden las bombas; nos echamos cuerpo a tierra. Las bombas cayeron atrás y adelante pero salimos ilesos.

S. Ay. Rodríguez —Ingresábamos a una de las carpas que teníamos en la pista para retirar auriculares con mi encargado, el S.P. Carrizo. En ese momento nos atacaron. No vi los aviones pero de pronto cayeron las bombas y las esquirlas de las belugas, las bombas que tiraron los Harrier, barrieron la carpa. Quedamos heridas cuatro personas; salí de la carpa, sin darme cuenta de que estaba herido, y empecé a ayudar a los otros. Los fui dejando en un pozo de zorro donde estaban suministrando primeros auxilios. Encontré otro herido, el cabo Izaguirre, compañero mío. Estaba al lado del fuego muy próximo a un termo de oxígeno en medio de las llamas. Además de la munición que explotaba en el avión incendiado, empezó a estallar una carga de cohetes que se encontraba en un carretón. El bombardeo de los últimos dos Harrier sobre la pista cayó entre el avión del Ten. Jukic y las carpas, donde estaba la mayoría del personal, que en ese preciso momento procedían a cargar el armamento de los Pucará que debían despegar.

S. Ay. Marquez —Ese día había recibido la orden del Jefe de Servicios de retirar elementos del depósito. Y es en ese momento en que se produce el ataque de Sea Harrier a la BAM Cóndor. Cuando nos acercamos después del bombardeo vimos que todo era un caos. Los medios que empleamos para combatir el incendio fueron improvisados: por ejemplo la onda expansiva había reventado las cuatro cubiertas de un vehículo que pudimos haber empleado para evacuar los materiales inflamables y explosivos.

S. Ay. Marcori —Cuando llega el ataque yo estaba detrás del segundo avión; escuché el sonido de reactores que se aproximaban. Para nosotros ese fue el inicio de la guerra. Lo único que alcancé a hacer fue echarme a tierra... pero no llegué al suelo; por las ondas expansivas de las explosiones de las bombas la tierra se movía de tal forma que uno rebotaba en el piso. Fue un ataque impresionante; alcancé a ver una bomba que partió al avión del Ten. Jukic y el combustible inflamado que subía en forma de hongo. A uno le quedan para siempre esas imágenes. A lo largo de diecisiete años ya ha aprendido a convivir con ellas, a respetar todo lo que ha pasado, a asumirlas para poder, por ejemplo, sostener este reportaje que tal vez en otro momento no hubiera sido posible. Yo tenía las dos piernas quebradas por las esquirlas; llegó un enfermero que me aplicó morfina, me vendó las heridas y me cargó al hombro para sacarme del lugar. Después, a los heridos más graves, nos evacuaron en helicópteros a un puesto sanitario en la BAM Malvinas. Allí, desde una de las ventanas, pude ver el derribo de un Harrier con un misil; ví cuando ascendía buscando al avión hasta que lo alcanzó, derribándolo. Después, el 9 May, nos evacuaron al continente.

Vcom. Cimbaro —Despegué de la BAM Cóndor como numeral del Ten. Russo antes del ataque de los Sea Harrier. A los dos minutos mi Jefe de Sección me ordenó: —Dos. Mire hacia la pista... Cuando miro hacia la pista veo humo y explosiones en la base. Entonces pregunté al Ten. Russo: —¿Qué es eso? —Están atacando nuestra base... me contestó. En ese momento descubrí a los Sea Harrier que estaban saliendo del ataque en rasante. Pensé que nos atacarían pero no ocurrió; posiblemente no nos descubrieron porque ya habíamos ganado altura.

Vcom. Sassone —El bombardeo inglés planteó un cambio violento pero una de las cosas que me sorprendió fue que no quedamos bloqueados bajo un shock; ver a camaradas, con los que habíamos volado el día anterior y habíamos cenado juntos... y de golpe... verlos ahí... muertos. Empezaron a salir fuerzas de adentro; vi muchos actos heroicos increíbles, tratando de salvarles la vida a quienes estaban muy malheridos. El S.Ay. Dome retiró un tubo de oxígeno que amenazaba explotar entre las llamas. Nos sobrepusimos muy rápido; la mente humana reacciona por reflejo de una vida "cómoda" a semejante desastre. Al próximo día podríamos morir, porque los Harrier seguían atacando. Y uno lo tomaba pensando que, precisamente, para eso estábamos. En realidad agradeciamos estar ahí; todos teníamos un orgullo muy fuerte de estar en las islas en ese momento. Y algo que es aún más significativo: uno no quería alejarse de ese lugar. Todo lo contrario: quería quedarse para colaborar.

Com. Vilas —El ataque afectó profundamente la capacidad del GT 3 debido a que arrojó un saldo de siete suboficiales fallecidos y nueve heridos; eso nos dejó con un solo mecánico armero, el actual S.P. Tolosa. La colaboración de todos, agregados los oficiales del GT 3, los tenientes Lombardi y Santini, permitió contrarrestar el efecto de las bajas.



Emergencia

Vcom. Brest —El 1º May despegué con Giménez y efectuamos un reconocimiento en las costas: después fuimos a Puerto Argentino. Estábamos a unas 30 millas norte. Yo sabía que la artillería del Ejército ahí nos podía tirar a nosotros.

De pronto se me plantó un motor produciendo una explosión, no giraba más; se había clavado; creí que me habían tirado y pensé en eyectarme, pero Giménez que venía atrás mío, me transmitió: —Tenés el otro motor funcionando...

En la BAM Malvinas había alerta roja y nos ordenaron hacer espera hasta tanto los aviones enemigos se alejaran de la zona. Giménez, detrás mío, me iba preguntando si estaba todo normal; después le ordenaron regresar a Darwin y yo fui al aterrizaje con un motor plantado.
La torre me advirtió que en la pista había un impacto de bomba y aterricé sobre un costado sin ningún problema. También el control me había indicado que abandonase lo antes posible el avión. Dejé el avión a un costado de la pista y me tiré de la cabina. Ahi empecé a escuchar los gritos de gente que estaba metida en los refugios; me gritaban que corriera porque estábamos en alerta roja.

S. Ay. Dome —Debido a las bajas el grupo se había reducido y realizábamos todas las tareas fuera de nuestra especialidad individual. Cambiar un motor, que insume todo un día de trabajo, en una zona tan castigada como la BAM Malvinas era poco menos que imposible; muy pocas veces estuvimos bajo alerta blanca; eran celestes o rojas y uno tenía que tener un ojo en el trabajo y el otro vigilando el cielo. Continuamente los Harrier efectuaban bombardeos en altura sin precisión; pegaban en cualquier parte pero nos mantenían en tensión.

Ataque en la isla de Borbon

S. Ay. Marquez —Fuimos a la BAM Calderón de la Armada, en la Isla de Borbon, porque uno de los Pucará había tenido una falla en el tren de aterrizaje; éramos un grupo integrado por motoristas y especialistas en hidráulica y montaje. La noche del ataque de los comandos ingleses, el 15 May, la oscuridad era total y el tiempo estaba malo. En los días anteriores había llovido copiosamente; los pozos de zorro, que ocupaban los infantes de marina que vigilaban la pista, se habían anegado lo cual determinó el repliegue de esos efectivos. La pista también había quedado inoperable por las lluvias y nuestros Pucará estaban inmovilizados. Los comandos ingleses atacaron a las 04:00 con un nutrido fuego naval; después aterrizó un helicóptero con comandos que se dedicaron a dañar los aviones. A los Pucará les destrozaron las cubiertas, a los Turbo Mentor de la Armada les destruyeron el panel de instrumentos y al Skyvan de Prefectura lo volaron completamente con explosivos; también dispararon ráfagas de ametralladora contra los aviones.

Com. Vila —Instalaron una carga explosiva en una turbina de cada avión. Fue un golpe de mano perfecto. Efectivos de la Armada hicieron estallar las cargas instaladas para destruir la pista lo cual produjo muchas bajas entre los comandos; de inmediato se replegaron en dos Sea King abandonando armamentos y equipos.

Repliegue a la BAM Malvinas

Vcom. Cruzado —El día 21, cuando empieza el desembarco inglés en San Carlos, comenzamos a recibir fuego de artillería naval sobre nuestra pista desde temprano. Los aviones ya peligraban allí y a última hora nos ordenaron trasladarlos a la BAM Malvinas; con el Ten. Giménez despegamos con los dos últimos Pucará.

Caza de helicópteros

Vcom. Cimbaro —Fue la segunda misión que hice el 28 May. A las 11:30 como numeral del Ten. Giménez, despegué desde la BAM Malvinas. Poco después avistamos un par de helicópteros enemigos; eran dos Scout con rumbo convergente a nuestra sección respecto a nuestro propio rumbo 020. De inmediato Giménez consultó a la BAM Cóndor si circulaban helicópteros propios en ese sector. El operador le contestó a los gritos: —¡Negativo! ¡Negativo! ¡Derríbenlos!

Nos fuimos acercando a los blancos; cuando nos descubrieron se separaron; uno rompió hacia el este y el otro hacia el oeste. Yo ataco el que escapa hacia el oeste. Giménez es el que primero obtiene posición de tiro y abre fuego; cuando estaba maniobrando en procura de mi objetivo vi de reojo explosiones y humo; inmediatamente después escuché a Giménez que gritaba muy exaltado: —¡Lo derribé!... ¡Lo derribé!
A todo esto yo continuaba combatiendo; tres veces el Scout efectuó maniobras evasivas violentas que me complicaron la puntería. A la tercera vez, a pesar de que me cambió el viraje, decidí dispararle cohetes; no podía pasarme todo el día persiguiéndolo. Le apunté un poco más adelante y disparé; como el helicóptero volaba rasante la onda expansiva de la explosión de los cohetes contra el suelo lo desestabilizó, cayó a tierra y quedó volcado. Cuando lo sobrevuelo en escape veo que algunos sobrevivientes lo abandonaban.

Posteriormente, en 1986, el Ten. Giménez y los restos de su avión fueron encontrados en las Alturas Rivadavia. El avión no fue derribado; fuentes británicas consignaron que la densa nubosidad limitó la visibilidad del piloto y chocó contra los cerros.

Blancos terrestres

Com. Micheloud —El 28 May fue el día que más misiones se ordenaron para Pucará. Ya se había producido el desembarco británico en San Carlos, y Darwin estaba asediada por el avance de los paracaidistas ingleses. Esa tarde se ordenaron dos salidas. Despegamos cuatro aviones desde Puerto Argentino: dos Pucará y dos AerMacchi de la Armada; mi numeral era el Ten. Cruzado y nuestro objetivo fue concretamente tropas.
Conocíamos muy bien la zona, las referencias y la situación. El Vcom. Pedrozo dirigiría el ataque por radio. En el atardecer alcanzábamos a ver el combate que se estaba librando; pudimos fijar las posiciones de tropas que estaban recortadas contra el horizonte, donde se veían las concentraciones más significativas.

Estaba armado con bombas, cañones, y ametralladora; el Ten. Cruzado, con cohetes. "Levanté" para entrar con un ángulo de 100. Para empezar a cubrir mi entrada comencé a barrer con cañones y ametralladoras a las tropas, hasta que se trabaron los cañones; continué el fuego con ametralladoras y "entro" para bombardeo rasante sobre las posiciones; recibía fuego de armas portátiles; sentí los impactos en mi avión. Arrojé las bombas y efectué maniobras evasivas; el Vcom. Pedrozo me transmitió: —Muy buenas bombas...




Vcom. Cruzado —Entramos al ataque volando muy bajito. El guía tiró sus bombas y después entré yo; "levanté" un poco para adquirir ángulo de tiro a los cohetes y disparé la primera salva. Desde la base nos indicaron que continuáramos el fuego sobre esa zona. Cuando "levanto" el avión otra vez, primero empiezo a sentir los impactos de armas livianas, después una fuerte vibración y me quedé sin comandos. Estaba a quince metros del suelo. Mucho más tarde la gente de la base me refirió que me habían disparado dos misiles: uno pasó sin explotar y el otro estalló cerca de la cola del avión. Me eyecté. No tuve la sensación de haber estado colgado del paracaídas; toqué el suelo en seguida. El asiento debe haber llegado a un pico máximo de setenta metros. En la eyección tengo retenida la imagen de mi avión abajo que sigue recibiendo impactos de trazadoras. Apenas toco tierra me pongo de pie y ya estoy rodeado por ingleses y me tomaron prisionero. Un soldado estaba muy tenso; la situación era terminal; les habíamos estado "tirando con todo".

Defendiendo la BAM Cóndor

S. Ay. Mansilla —Entre el 27 y el 28 May, en esos dos días, entablamos combate con los ingleses defendiendo la BAM Cóndor. La idea de fabricar una "misilera" surgió un día que se fisuró el revestimiento de una cohetera IA-238 y quedaron los tubos sueltos. Entonces alguien sugirió que los tubos podrían ser útiles para algo. ¿Por qué no? El Ten. Lombardi dirigió la construcción. Sacamos todos los tubos; utilizando tres, un cajón de manzana, dos perfiles de hierro, alambre y algún otro elemento. El sistema de puntería para graduar el alcance por ángulo de tiro también se improvisó y fue efectivo.
Durante el ataque inglés yo tiraba los cohetes FAR del Pucará que habían quedado, con la "misilera" improvisada; el Vcom. Costa dirigía el reglaje del tiro. Apuntábamos a las tropas inglesas que avanzaban y allí pegaban los cohetes. Nuestra posición estaba cerca de la costa; muy próxima, a un costado, había una casa de dos pisos.
Cuando los ingleses nos tiran el primer misil estábamos Argüello, Olea y yo. Vi el misil que venía en vuelo y le dije a Argüello: —Mirá. Parece una gaviota. —No. Es un misil... me contestó. Era un punto negro que venía moviéndose lateralmente y en altura, largando una cola de humo "celestón". Nos resguardamos a un costado de la cohetera porque no había otro lugar para hacerlo. El misil pegó un par de metros abajo, en el faldeo del barranco, y la onda expansiva nos afectó muy poco. Siguieron tirando cuatro misiles más, pero nosotros continuamos disparando nuestra "misilera".

S. Ay. Marquez —Cerca de la pista, a unos cien metros del caserío de Darwin, había un galpón en donde los habitantes del pueblo tenían materiales y herramientas para reparar vehículos; allí se había almacenado el armamento del Pucará. Con anterioridad al ataque el personal de la especialidad armamento había alistado los cohetes FAR para que estuvieran dispuestos para su carga en las coheteras. A medida que Mansilla y los demás disparaban los cohetes en la "misilera" yo trasladaba más cohetes desde el depósito hasta la posición de la misilera cargados en un carretón enganchado a un tractor.

Vcom. Sassone —En una trinchera, con varios FAL que habíamos conseguido, resistimos el ataque inglés con el Alf. Lema, el S.P. Olea y dos soldados, que oficiaban de abastecedores, acarreando cajas de munición 7,62 mm de los Pucará.
Estuvimos los tres días del combate dentro de la trinchera, sin comer ni dormir, disparando los FAL. La artillería antiaérea de Ejército, bitubos de 35 mm tirando tierra-tierra, también hizo estragos; uno veía como barrían las filas inglesas. Esto no me lo contaron; lo vi yo mismo. Aunque los ingleses no reconocen muchas bajas, más tarde, después de la acción, nuestros médicos fueron a asistir a los heridos ingleses y nos dijeron que ese día tenían más de 250 bajas.

S. Ay. Mansilla —Después de agotar los cohetes comenzamos el fuego con una ametralladora 12,70 mm que había dejado la tripulación de un Chinook para reforzar nuestro armamento. Esa ametralladora tenía un desperfecto en el selenoide; la regulé para disparar ráfagas de doce o catorce disparos.

Rendición

El 29 May, por orden del Jefe del Regimiento de Infantería 11 del Ejército, las tropas argentinas en Darwin-Goose Green se rinden. Los efectivos de Fuerza Aérea, haciendo constar su desacuerdo, acatan la decisión. Cuando las tropas británicas ocupan la posición, inmediatamente comienzan a indagar y buscar el emplazamiento del lanzador de misiles superficie-superficie. Han recibido fuego de misiles y por lo tanto es razonable que busquen el "mortífero lanzador".

S. Ay. Mansilla —Cuando los ingleses vieron el "lanzador de misiles SS" literalmente "se querían morir". No-lo-podían-creer... Nunca se imaginaron que habíamos improvisado una "misilera" con tres tubos de la cohetera de Pucará. Alcanzamos a disparar más de ciento setenta cohetes sobre las tropas inglesas.

Vcom. Sassone —Después sucedió la rendición en la madrugada del 29. Llegó el amanecer y fue como en las películas del oeste: las carretas formadas en círculo y en las colinas de alrededor están miles de indios listos para atacar. Era igual: teníamos ingleses en los 3600 y sus helicópteros constantemente sobrevolando alrededor.
Se convino el "alto el fuego". Nos reunimos en una especie de cancha de fútbol. Empezamos a salir del pueblito y nos cruzamos con los ingleses de frente; ellos cantando, contentos; se los veía muy cansados. Alguien propuso cantar el himno; más que cantar fue un llanto; estábamos muy mal, muy mal; era como que el peso de todo lo que habíamos llevado, de la pena por los compañeros caídos, de no comer, de no dormir, se vino de golpe todo encima.


Dos banderas

Vcom. Sassone —Quiero rescatar algo; no hablo de mí; hablo de los mecánicos y del resto del Escuadrón Pucará; la vida fue una vida horrible. No teníamos donde bañarnos, no teníamos donde dormir, y además de todo eso había que volar, y además de todo eso nos tiraban bombas, cohetes y producían acción psicológica. A veces las ovejas explotaban cuando pisaban una mina; agarrábamos un pedazo, lo cuereábamos y lo tirábamos en una olla con papas. Eso era la comida.
Realmente eso fue la vida del Escuadrón, que pocos la conocen porque poco se escribió. Creo que la culpa la tuvimos nosotros. Pero lo importante es que nunca cayó el espíritu; jamás se dejó de hacer una misión. Ahí en Darwin quedan dos banderas argentinas escondidas. Nunca revelaré donde están; además hay una pistola y una carta náutica. Algún día, cuando vuelva allá, las voy a ir a buscar; estoy seguro que aún están; nunca las podrán encontrar.

Se cumplieron

Com. Vila —No obstante el hecho de encontrarse en el campo de combate propiamente dicho, operando en una pista desastrosa, con buena o mala meteorología, hostilizado por comandos, patrullas de Harrier y bombardeo naval, con los aviones acribillados a balazos, el Escuadrón en ningún momento interrumpió las operaciones; las misiones, con distintos objetivos se cumplieron.

Las alertas eran tan apremiantes que finalmente terminábamos por despegar completamente desatados del asiento y proceder a hacerlo ya despegados. Durante el conflicto, en esas condiciones de operación extremadamente adversas, el Escuadrón realizó ciento sesenta salidas cumpliendo un total de trescientas siete horas de vuelo. Es un orgullo para todo aquel que transitó sus años de joven oficial en un sistema de armas como éste, operativo mil por mil, y le tocó vivir las épocas más gloriosas de la FAA. No todos tuvieron la experiencia de vivir una guerra y a mí me tocó en este sistema de armas. Y creo que su apogeo fue en el Conflicto del Atlántico Sur.

Revista Aeroespacio 538