sábado, 8 de junio de 2013

Guerra naval: DDG clase Sheffield británicos en Malvinas (6/7)

Destructores Type 42 británicos en el Conflicto del Atlántico Sur (1982) 

Parte 1 -  Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Parte 7


Combo 42/22 a prueba 
El miércoles 12, en horas de la tarde, HMS Glasgow, pareado con la fragata HMS Brilliant y mientras efectuaba misiones de bombardeo naval, fue atacado por aviones A-4B de la Fuerza Aérea Argentina, a escasos kilómetros al este de Stanley. Ocho aeronaves pertenecientes al Grupo 5 de Caza se abalanzaron sobre el destructor y la fragata. Glasgow se aprestó a responder el ataque, pero el lanzador Mk30 sufrió una falla técnica y la nave se vio imposibilitada de hacer fuego sobre los atacantes utilizando sus misiles Sea Dart, dejando la defensa de ambas naves en manos de la Type 22. La primera oleada de cuatro aparatos fue, sin embargo, exitosamente interceptada por el sistema Sea Wolf de la Brilliant, que en ese momento se encontraba en modo automático y respondió como se esperaba, lanzado una salva de dos misiles y abatiendo al Skyhawk C-246 del Teniente Bustos y al C-208 del Teniente Ibarlucea, falleciendo lamentablemente ambos. Un tercero – C-206, pilotado por el Teniente Nivoli – golpeó la superficie del mar cuando intentaba zafarse de otro misil. El cuarto avión pasó por encima de la fragata, soltando su carga sin éxito. 

La fragata, de cuyo desempeño dependía ahora la seguridad de ambos buques, se aprestaba a repeler la segunda oleada cuando la computadora de control de tiro sufrió un desperfecto, inutilizando su sistema Sea Wolf e impidiendo, por tanto, que el buque pudiese realizar acciones defensivas. Una bomba de 500 libras (227 kilos) penetró al Glasgow por la sala posterior de máquinas, dañando líneas de combustible y las dos turbinas a gas Rolls-Royce Tyne, para luego salir, sin explotar, por la banda opuesta, dejando agujeros de entrada y salida de aproximadamente 90 centímetros de diámetro, apenas por sobre la línea de flotación, afortunadamente no causando mayores daños pero poniendo al Glasgow efectivamente fuera de combate. Luego de escapar de la zona, el grupo de ataque perdería a otro compañero de escuadrilla cuando baterías antiaéreas argentinas abrieron fuego por error contra el Skyhawk C-248, que resultó alcanzado por fuego de 35mm sobre Goose Green, falleciendo su piloto, el Primer Teniente Fausto Gavazzi, quien minutos antes había logrado impactar al Glasgow. La nave debió culminar su participación en el conflicto a fin de reunirse con el Grupo de Batalla y posteriormente, retornar al Reino Unido para efectuar reparaciones. 


Fig.27 – Un avión A-4B Skyhawk se dispone a soltar su carga de bombas sobre el 'Glasgow'. Imagen tomada desde la cubierta de vuelo de la 'Brilliant' 

Fig.28 – Nuevamente, desde la HMS 'Brilliant'; se aprecia el daño recibido por el 'Glasgow' luego del ataque, justo sobre la línea de flotación a la altura de la marca negra de identificación 

Entre el martes 18 y miércoles 19 del mes zarpó de Ascension, junto con el único crucero de su tipo, HMS Bristol, el destructor HMS Cardiff, mientras que para el sábado 22, HMS Exeter (que había puesto proa al Atlántico Sur desde las aguas del Caribe donde estaba desplegado) se unía al Grupo de Batalla de los portaaviones. Estas naves habían sido despachadas para reemplazar a sus naves hermanas, Sheffield (hundido) y Glasgow (dañado y fuera de combate). Hasta su arribo, la Task Force dependía prácticamente de forma exclusiva, para funciones de defensa antiaérea de zona, del único Type 42 que permanecía a su disposición: HMS Coventry. 

Coventry 
Para el 22 de mayo, las fuerzas británicas ya habían establecido una cabeza de playa en San Carlos. HMS Coventry y su goalkeeper, HMS Broadsword, habían sido desplazados a una posición más próxima a las islas en apoyo de la fuerza de asalto anfibia que ya había sido víctima de fuertes ataques por parte de la aviación de combate argentina en los días posteriores al ingreso de las naves británicas al Falkland Sound, resultando en algunas pérdidas. 

El Almirante Woodward había decidido, contrariamente a los deseos del Capitán Hart-Dyke, posicionar al Coventry más cerca de las islas; noche tras noche, en comunicación directa con el Almirante, el Capitán solicitaba autorización para mover su nave hacia aguas más abiertas, donde los sensores y sistemas de armas funcionaban notablemente mejor, solicitud que constantemente era denegada, como recuerda Chris Howe, Supervisor de Guerra Electrónica (EW) a bordo del Coventry: “tengo recuerdos bastante vívidos del Capitán hablando por el canal de comunicaciones seguro con el Almirante y en numerosas ocasiones, el Capitán le solicitó si nos podíamos mover mar adentro donde podíamos defendernos mejor y aún así proveer la imagen de radar aérea de largo alcance a la flota, numerosas ocasiones en las que, desafortunadamente, el permiso fue denegado.” El riesgo era muy elevado: cerca de la costa, el obsoleto radar de búsqueda aérea Type 965M simplemente dejaba de ser útil, puesto que la imagen se veía obscurecida por el clutter provisto por la masa de tierra que se ofrecía de fondo, haciendo muy difícil, sino imposible – debido a las cuestiones previamente discutidas – la detección de aeronaves argentinas que ya habían comenzado a utilizar los contornos y características del terreno de las islas para enmascararse de los sensores navales y lanzarse sobre los buques británicos. Tal decisión no debe entenderse como un error de juicio por parte del Almirante Woodward, sino todo lo contrario: como una decisión tácticamente consciente. “Él (el Almirante) dijo ‘quédense donde están’ y continuaba mandándome al mismo punto” – recuerda Hart-Dyke. “Y me di cuenta por qué lo estábamos haciendo: de ser necesario, nosotros tendríamos que sacrificarnos en lugar de otros buques que eran más importantes (como los buques de suministros, los de desembarco anfibio y los portaaviones). Y es que así es la guerra, uno debe tomar riesgos para poder ganar. Es como un juego de ajedrez, uno debe sacrificar algunas piezas para lograr jaque mate al final. Resultó que nosotros éramos una de esas piezas”. 

El 25 de mayo comenzó como un día bastante tenso: era el día de la Independencia de Argentina (día nacional por excelencia) y naturalmente se esperaba, de parte de los argentinos, un incremento en la cantidad e intensidad de ataques contra las naves de la Task Force y las fuerzas británicas que se encontraban tomando posición en la cabeza de playa y desplazándose tierra adentro. Las naves Coventry y Broadsword se encontraban en ese momento a unos 16 kilómetros al norte de Pebble Island (Isla Borbón), en West Falkland (Isla Gran Malvina). La meteorología era excepcionalmente benigna, con cielos despejados, sol y un mar calmo. 

El día había comenzado de forma favorable para el Coventry, abatiendo un avión Skyhawk A-4B del Grupo 5 de Caza (C-244 pilotado por el Capitán Hugo Palaver, quien resultó muerto en acción) sobre Pebble Island y posteriormente otro, esta vez un A-4C del Grupo 4 (C-304) al norte de dicha ubicación, con su piloto, el Capitán Jorge García, eyectándose pero pereciendo posteriormente debido a exposición a los elementos. Más tarde, sin embargo, la situación se volvería adversa, ante la presencia de más aeronaves Skyhawk detectadas primero por el radar de largo alcance Marconi Type 965M del Coventry, que captó a los aviones y los rastreó correctamente a medida que abandonaban el reabastecedor aéreo KC-130 y ponían rumbo a las islas, a una distancia de aproximadamente 240 kilómetros hacia el oeste. El oficial AAW del Coventry, Richard Lane, rastreó a los aviones mientras descendían sobre las islas. “Entonces ellos comenzaron a seguir el contorno de la costa a unos 300 pies (90 metros) de altitud, momento para el cual nuestros radares ya no podían verlos. A la altura que volaban, no lográbamos obtener un enganche del radar de control de tiro; no los podía adquirir. Los radares iluminadores Type 909 no podían blocar los contactos – debido a la altitud a la que volaban y a la masa de tierra que estaba detrás de ellos – y por tanto, un disparo de Sea Dart era imposible. En ese momento, entró en acción el más moderno radar Type 967 de la Broadsword, el cual, en modo Doppler, rastreó dos pares de contactos hostiles aproximándose por el suroeste de Pebble Island. “Podíamos ver objetivos sobre tierra, lo cual el Type 42 no podía hacer, probablemente”, explica el Capitán de la Broadsword, William ‘Bill’ Canning. “No teníamos el alcance de armas para lidiar con dicha amenaza pero el Coventry sí lo tenía y podíamos indicarle lo que nosotros estábamos viendo, electrónicamente, enviándole la información por enlace de datos (Link 10/11) directamente al sistema de control de tiro del Coventry. Y entonces el buque podía disparar un Sea Dart usando esa información de manera efectiva”. Los buques se encontraban en rumbo 090 (dirección oeste), con la fragata HMS Broadsword detrás del Coventry a unos 400 metros, sobre la banda de estribor. La primera oleada (de dos aparatos, mientras la otra se había separado para atacar desde otra dirección), compuesta por dos aviones A-4C del Grupo 4 de Caza espaciados del segundo grupo por un intervalo de un minuto y medio, emergió de la masa de tierra a una distancia de 18km y se dirigió, en rumbo 080, hacia ambas naves. 


Fig.29 – Capacidades de respuesta de medios antiaéreos del destructor Type 42 ante amenazas a corta distancia (haga clic para ampliar) 

Con los Type 909 imposibilitados de efectuar el blocaje y por tanto, haciendo imposible un disparo de Sea Dart, nuevamente la defensa de ambas naves recayó en una fragata Type 22 – HMS Broadsword y su sistema antiaéreo de punto Sea Wolf. Los dos primeros aviones – el líder, C-225 pilotado por el Capitán Pablo Carballo seguido de su numeral, C-214, tripulado por el Teniente Carlos Rinke – estaban siendo rastreados sin inconvenientes por el radar de control de tiro Type 910 en modo automático, de manera que todo lo que la tripulación de la fragata debía hacer era esperar a que los aviones ingresaran en el rango de tiro de 5 kilómetros para que el sistema disparase los misiles de forma autónoma. En ese preciso y vital instante – tal como había ocurrido dos semanas antes con el buque hermano de la Broadsword, la segunda Type 22, HMS Brilliant – la computadora Ferranti FM1600 (que controla todo el sistema de combate ADAWS 2 de la nave) dejó de funcionar. 

El radar Type 910, hasta ese momento, venía rastreando los dos aviones que, por encontrarse volando sumamente juntos en formación, fueron interpretados como si se tratase de un solo contacto. Cuando los aviones estuvieron aproximadamente a 15 kilómetros de distancia, la computadora reconoció que en realidad se trataba de dos blancos independientes, de manera que reemplazó el único track generado previamente con dos nuevos contactos. Al hacer esto, el track original fue descartado por la computadora como espurio. Pero el mismo seguía presente en la memoria electrónica y parecía aproximarse a mayor velocidad, de manera que la computadora, en vez de discriminarlo, determinó que el mismo era más peligroso y crítico que los otros dos (verdaderos), manteniendo el haz de radar fijo en él. Eliminar el contacto falso debería haber sido un proceso rápido pero la computadora que controlaba el radar de control de tiro se había ‘congelado’ y debió ser reiniciada manualmente, proceso que consumió valioso tiempo – entre 12 y 15 segundos. 

En ese momento se encontraba en la zona una patrulla de Sea Harriers del No.800 Squadron que, para infortunio de las naves en apuros, no podía acercarse y entablar combate con los agresores a riesgo de ser alcanzada por el sistema Sea Wolf de la Broadsword. El Coventry entonces abrió fuego con su artillería de 114mm; con los aviones acercándose, la tripulación se apostó en cubierta para tirarles con lo que fuera que tuviesen a la mano. “Tenía a mi disposición un par de cañones Oerlikon de 20mm – modelo obsoleto de la Segunda Guerra Mundial – los cuales eran tripulados por un marino cada uno quien hacía puntería manualmente, tratando de atinarle a esos aviones, lo cual era simplemente inútil”, comenta el Capitán David Hart-Dyke. “Tenía marinos en la cubierta superior con fusiles, lo cual solo servía para hacernos sentir mejor pensando que estábamos tratando de tirarle a algo.” Los pilotos argentinos se aproximaron a la aparentemente impenetrable barrera de nutrido fuego antiaéreo, compuesta por fuego de 114 y 20 milímetros pero fundamentalmente, munición de 7.62mm disparada por tripulantes armados con SLRs y ametralladoras livianas. El Capitán Carballo describe vívidamente la experiencia: “nos empezaron a tirar desde mucho antes. Pegaban cortos los impactos, o sea, yo veía explosiones en el aire y el agua como si… como si danzara, como si bailara el agua delante nuestro. Pero corta, o sea que adelante. Y veíamos que esa… pared, como pared de fuego se aproximaba muy rápidamente hasta que entramos adentro de ella…” La cortina de fuego provista por el Coventry probablemente forzó a los pilotos a virar ligeramente a la izquierda y concentrarse en la fragata. Los aviones soltaron sus bombas de 1000 libras e iniciaron su escape, no sin antes recibir impactos de armas cortas en la parte inferior del fuselaje. Una bomba falló su objetivo, mas la otra rebotó en el mar, entró por un costado, atravesó la cubierta de vuelo llevándose consigo parte del helicóptero Lynx que en ese momento se encontraba posado en la popa de la nave, para luego salir por la otra banda, detonando inofensivamente en el mar. 


Fig.30 – Impresionante captura del ataque a la fragata 'Broadsword': a la izquierda de la imagen, el avión del Capitán Carballo y a la derecha, su numeral, Teniente Carlos Rinke. Nótese los impactos de artillería antiaérea en la superficie del agua 


Fig.31 – Ataque a la 'Broadsword', desde la perspectiva del aparato del Teniente Rinke – nótese una de las bombas del Capitán Carballo impactando en el agua 


Fig.32 – Daños sufridos por la fragata 'Broadsword' en su cubierta de vuelo 


Fig.33 – Helicóptero Lynx HAS Mk2 alcanzado por una de las bombas argentinas. La bomba atravesó la cubierta y se llevó parte del morro del aparato, para luego detonar en el mar 

La segunda oleada no tardó en manifestarse. A bordo del Coventry, Richard Lane y sus oficiales de Guerra Antiaérea continuaban desesperadamente tratando de lograr un enganche apropiado. “Una vez más los podía ver aproximándose en mi pantalla táctica, tratando desesperadamente de alinear los radares de control de tiro 909 y engancharlos pero, aunque apuntaban en la dirección correcta, no podía lograr una solución de tiro.” Los aviones argentinos se encontraban a unos 90 segundos de distancia. De improviso, el radar 909 pareció lograr un blocaje por tan solo un instante. La tripulación del Coventry disparó un Sea Dart en modo de emergencia – sin mayor esperanza de pegarle a un objetivo, tan solo con la intención de asustar a sus atacantes y sacarlos de la corrida de bombardeo. Lanzado sin enganche radar, el misil no tenía oportunidad de guiarse hacia su blanco y aún como esperanza de distracción, falló, pues no disuadió a los agresores quienes, a tan solo 30 segundos de sus blancos, presionaron en su ataque. 


Fig.34 – Disparo de misil Sea Dart, visto desde el puente de la fragata HMS 'Broadsword' 

A bordo de la Broadsword, la tripulación batallaba frenéticamente para poner al Sea Wolf de nuevo en línea, cuestión que se consiguió después de varios segundos de tensión. El operador de Sea Wolf decidió, esta vez, no confiar en la computadora para realizar la operación, sino más bien introducir los blancos manualmente a los radares de control de tiro ingresando los datos en la computadora, de manera que estuviese seguro de que tener un enganche sólido desde una buena distancia. Como se ha mencionado previamente, el radar Type 910 disponía de un canal óptico de reserva, cuya imagen se mostraba en un monitor de televisión monocromo mediante el cual un operador humano podía rastrear visualmente el blanco. 

Para ese momento, quedaba claro en la mente del Capitán Hart-Dyke que no podía poner sus esperanzas ni depender de un segundo buque para proteger al suyo y su tripulación; por alguna razón que desconocía, la Broadsword había fallado en derribar a los aviones enemigos con su Sea Wolf durante la primera oleada de ataque. Debía asumir entonces que, o bien la fragata había sufrido un desperfecto técnico que le impedía hacer fuego o que había perdido capacidad de combate durante el ataque, luego de ser bombardeada. Es entonces que decide maniobrar, con el fin de colocar la popa hacia los atacantes y presentar así el menor blanco posible. El Coventry realiza un fuerte viraje a estribor, tratando de poner proa en rumbo 190, sin percatarse de que, al hacerlo, se estaba colocando directamente en la línea de tiro del misil Sea Wolf que la tripulación de la Broadsword había conseguido poner en línea nuevamente y se encontraba lista para disparar. El Capitán Canning recuerda con estupor el momento: “nos preparábamos para disparar sobre el segundo blanco cuando, para horror mío y el de todos en la sala de control, repentinamente divisé en el monitor la proa del Coventry cruzando la línea de tiro. Esto interrumpió el haz de radar y por supuesto, rompió el enganche necesario para la guía del sistema Sea Wolf, viéndonos imposibilitados de disparar.” 25 segundos después, sin nada más que ninguno de los dos capitanes o sus respectivas tripulaciones pudieran hacer, a eso de las 15:20, los Skyhawk soltaron sus bombas, tres de ellas – colocadas por el C-207 del Primer Teniente Mariano Velasco – impactando al Coventry. 


Fig.35 – HMS 'Coventry' alcanzado por bombas argentinas. Nótese el daño causado por las bombas al penetrar el casco 

“En eso escuché dos golpes. No eran explosiones sino golpes, lo que para entonces sería el sonido de las bombas de 1000 libras penetrando el casco por la banda de babor”, explica Russell Ellis. Después de alrededor de 18 rondas disparadas, la pieza Mk8 de 114mm quedó en silencio, lo mismo que las armas en cubierta. En el CIC del Coventry, un silencio sepulcral parecía dominar el momento por breves segundos… 


Fig.36 – Las bombas argentinas detonan en el casco del 'Coventry' 

Dos de las bombas detonaron en la sala de máquinas frontal, llevándose la explosión consigo la mencionada sala, el CIC y la Sala de Computadoras inmediatamente debajo de este, matando instantáneamente a varios de sus ocupantes. El Capitán Hart-Dyke revive la experiencia: “lo primero que recuerdo fue una explosión increíble y calor, un calor intenso. Recuerdo haber visto caos total y devastación en este compartimiento, gente en llamas…” Un infierno dantesco y pandemonio absoluto se apoderaron de los compartimentos alrededor de la zona devastada. “Había un sujeto en la sala de computadoras un piso más abajo que trataba de subir por la escalera al CIC”, recuerda consternado Richard Lane. “Así que me arrastré por el piso para tratar de ayudarlo, pero se resbaló y cayó nuevamente al infierno de la sala inferior antes de que pudiese llegar a él.”. La mayoría de oficiales se mató en la explosión o estaban malheridos y bajo ninguna circunstancia en condiciones de dar órdenes, así que la propia tripulación tomó la decisión de abandonar el barco, ayudando a sus colegas heridos a colocarse los trajes de supervivencia y los salvavidas y saltar al agua. Aproximadamente 20 minutos después del ataque, el buque había escorado hacia babor y se encontraba prácticamente horizontal, con la tripulación afortunadamente a salvo en balsas salvavidas, siendo llevada a tierra por helicópteros o a bordo de la Broadsword. La evacuación se completó con éxito; es importante destacar que, aunque igualmente trágico y lamentable, dada la gravedad del ataque y sus consecuencias, solo 19 marinos perecieran a bordo del Coventry (víctimas de la explosión de las bombas), mientras que el resto (incluyendo los 30 heridos de consideración) pudo salir con vida de esa nave siniestrada. Momentos después, el buque se daba vuelta y, con la quilla hacia arriba, desaparecía por debajo del suave oleaje. 


Fig.37 – Dramática secuencia que captura en imágenes el fin de una nave de guerra. La nave, condenada, escora hacia babor. Nótese el helicóptero Lynx, todavía sujeto a la cubierta de vuelo. 


Fig.38 

Fig.39 – 'Coventry' continúa haciendo agua y escorando hacia babor. La tripulación abandona la nave que se hunde 


Fig.40 – La nave se da vuelta y desaparece bajo las aguas, luego de apenas 20 minutos de haber sido alcanzada

Tecnología y Defensa Naval 

jueves, 6 de junio de 2013

Conscriptos: Su desempeño en combate (2/3)


La reevaluación del desempeño de combate de los reclutas 
Los soldados conscriptos durante la Guerra de las Malvinas (1982)
  

Goose Green: Colimbas contra Paras

Por Alejandro L. Corbacho 
Departamento de Ciencia Política 
Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina 



Goose Green: La preparación para la batalla 
El Darwin y Goose Green istmo es una zona baja de las islas, de alrededor de diez kilómetros de longitud, en los cerca de cinco kilómetros de ancho al sur. Proporciona el único vínculo terrestre entre el norte de la Isla Soledad (East Falkland) y la parte sur de la misma (Lafonia). 
El límite norte está entre los de paso bajo y el estanque Burntside. Un fiordo profundo, Bodie Creek, que penetra en la tierra de este a oeste, establece el límite sur. Una columna vertebral que corre NNE-SSO a lo largo de su centro domina el istmo, y un grosor de tojo línea que divide a la mitad de la casa en ruinas de Boca a la cima (Darwin Hill) con vistas al establecimiento Darwin. 
Pistas precarias vincular las tres principales áreas de vivienda Casa Burntside en el noreste, el establecimiento Darwin en la costa este hasta la mitad del istmo, y el asentamiento Goose Green hacia el sur, también en la costa este. Desde la pista de aterrizaje en el norte, se puede ver el establecimiento. El Mapa 1 muestra la ubicación de los puntos de referencia diferentes de Darwin-istmo Pradera del Ganso. Los argentinos llamado la pequeña franja de aterrizaje la Base Aérea "Cóndor", y el personal de la Fuerza Aérea que tripuladas para la defensa aérea y el servicio de avión, defendiendo con seis cañones antiaéreos de 20 mm. El asentamiento de Darwin consistió en seis casas, y en Goose Green había quince casas. 

El 4 de abril, la guarnición argentina llegó por primera vez en Pradera del Ganso. Fue la Compañía C del teniente primero Carlos Esteban del RI 25 (Regimiento de Infantería) (35). Más tarde, el alto mando argentino decidió aumentar las defensas en el área y envió un regimiento de infantería reforzada con tropas de apoyo. Llegaron en diferentes escalones entre 30 de abril y 21 de mayo. 
A continuación, las tropas responsables de las defensas de la zona fueron colocados bajo un mando unificado llamado Fuerza de Tarea Mercedes. La unidad principal era el Regimiento de Infantería 12, cuya base en la Argentina estaba en Mercedes en la provincia de Corrientes, de ahí el nombre del grupo de tareas (36). Este regimiento estaba incompleto, y su Compañía B (nombre del equipo Solari) se quedó en la zona de Monte Kent, de la que fue enviado en helicóptero a Goose Green demasiado tarde para tener un impacto significativo en la batalla. El grupo Güemes, que constaba de dos pelotones de la Compañía C del RI 25 y el pelotón de apoyo de una compañía del RI 12, fue destacado al norte de Pradera del Ganso en San Carlos. 
El Regimiento 12 era parte de la Brigada de Infantería 3 de la última unidad de combate a gran escala en ser enviados a las Islas Malvinas, y gran parte de su gran apoyo, y equipos de comunicación nunca llegaron. (37)
Tres cuartas partes de la fuerza consistía en reclutas con un tiempo promedio bajo bandera de no más de seis meses, y su nivel de instrucción y capacitación era deficiente (38). El comandante del regimiento, teniente coronel Italo Piaggi, declaró que la mayoría de los reclutas eran de la clase de 1963, con sólo treinta días de instrucción militar (39). Al comienzo de la batalla, las armas de apoyo disponibles para los defensores eran tres obuses de 105 mm, tres cañones sin retroceso de 105 mm, un mortero de 120 mm, dos morteros de 81 mm, diez ametralladoras medianas (MAG), y una pesada ametralladora de 0.5. (40)
Seis armas de fuego antiaéreo de 20 mm y dos ametralladoras de 35 mm antiaéreas. Originalmente situado para proteger a la pista de aterrizaje de los ataques aéreos, estas armas se utilizaron posteriormente en el papel de defensa terrestre. 
Durante el período comprendido entre la ocupación argentina y el comienzo del combate, los soldados argentinos estaban ocupados en numerosas actividades. Principalmente, cavaron trincheras, posiciones preparadas, y limpiaron su armamento. (41) Para preparar sus posiciones de combate de las unidades tenían muy pocas palas, ya que era la provisión de una sola pala grande por pelotón. (42)

Después de los combates, recluta Walter Donado (Compañía C del RI 25) explicó la situación con toda franqueza: 

"De piedra, roca, piedra pura, mortal. Más arriba era fácil debido a la turba, pero de inmediato aparecía piedra. Y allí mismo, con una pala de mierda, me puse a cavar. Si me llevó dos días y medio para cavar mi trinchera fue poco, ¿cómo podría a los ingleses de construir una pista de aterrizaje de aluminio con perchas y todo en dos horas y media? Algo salió mal. . . Tenían máquinas, que lo tenía todo. No sé de dónde los sacaban. Así que me pregunté, ¿cómo iba a ganar la guerra con mi pequeña pala?" (43)

Durante esos días los soldados tuvieron que lidiar con el intenso frío, así como con el aislamiento y la ansiedad generada por la falta de noticias del exterior (44). Otros "enemigos" que los participantes mencionan constantemente cuando miran hacia atrás era la intensa oscuridad, la tendencia a dormir, y el aburrimiento. (45)
En este contexto, una prioridad para los agentes fue conocer a sus hombres y prepararlos para combatir. El Subteniente Juan José Gómez Centurión recuerda que "durante estos días, hemos hablado mucho con los soldados, tratando de conseguir la cohesión de las unidades que se necesitan en una situación de combate." (46)

Durante este tiempo, los reclutas y oficiales de menor rango parecen haber establecido una estrecha relación. Por ejemplo, el recluta Adrián Bravo (Compañía C del RI 25) subrayó la importancia de los oficiales de dar el ejemplo a los hombres bajo su mando:

Durante los bombardeos, el subteniente [Roberto] Estévez y otros oficiales estaban fuera de las trincheras, mientras que todos los soldados y los suboficiales estaban dentro. Nadie podía salir. También hubo otro teniente o subteniente, no me acuerdo, Reyes. El tipo parecía estar loco, gritaba, y contaban chistes sucios. Al hacer eso, él nos dio mucho coraje. (47)
La escasez de armas y los hombres no fueron la única dificultad de Piaggi. Su tarea original para protegerlo de los dos asentamientos y el aeródromo de supone un perímetro defensivo de 17 kilómetros, con un énfasis principal en la lucha contra un desembarco desde el mar. Pero, después de los desembarcos británicos en San Carlos, Piaggi recibió la orden de extender sus defensas más hacia el norte, y prepararse para enfrentar un ataque terrestre desde San Carlos. Los hombres Piaggi, que habían construido antes una línea de defensa fuerte aproximadamente a la mitad hasta el istmo protegidos por campos de minas, ahora tenía que ir más allá de los campos de minas y la construcción de nuevas defensas. Su segundo perímetro era ahora de 31 kilómetros de largo. (48) Por lo tanto, las fuerzas argentinas tuvieron que luchar en un perímetro extendido. 

La batalla de Goose Green 
Las tropas británicas comenzaron el asalto por mar en las Islas Malvinas durante la noche del 20 al 21, en San Carlos, en la esquina noreste de la Isla Soledad (East Falkland). El desembarco fue casi sin oposición. Se encontraron con la resistencia de una fuerza simbólica (el equipo de Güemes), que de inmediato se retiró, abandonando su equipo pesado.
El alto mando británico, con ganas de enfrentar a los argentinos, tan pronto como sea posible, ordenó al Segundo Batallón de Paracaidistas a desplazarse hacia el sur y recuperar los asentamientos de Darwin y Goose Green. Para la operación, se contó con el apoyo de artillería naval de la fragata HMS Arrow (49). Harriers británicos también constantemente bombardeado las posiciones argentinas, y, durante el combate, aviones argentinos de la Fuerza Aérea y la Marina también bombardearon a los británicos. A pesar de estos esfuerzos, sin embargo, la batalla se convirtió en un compromiso de infantería clásica.

Hacia el norte, los argentinos habían avanzado un pelotón de exploración un kilómetro al norte de Camilla Creek. Durante parte del 27 de mayo los paracaidistas británicos examinaron el terreno para la lucha en la noche, y en ese momento hubo escaramuzas y enfrentamientos entre ambas fuerzas de patrulla. El pelotón de exploración de la 12ª RI se había desplegado tres kilómetros al norte de la línea principal de defensa, y es una compañía fue asignada a defender la zona de paso bajo-Burntside House (50). Un avance general británico por el cuello de una milla de ancho del istmo comenzó a las 2:30 am hora local el viernes, 28 de mayo (51). El conscripto Esteban Bustamante (Pelotón de Exploración, RI 12) describió este primer encuentro:

"Ellos nos atacaron el 27 de mayo. Empezamos a ver ingleses, que venían desde el norte de las columnas. . . Caía la noche, pero nos mandaron bengalas y se podía ver como de día ... Al día siguiente, cuando comenzó a amanecer, comenzaron a acercarse, y los vimos a unos 200 metros. . . Ahora bien, había disparos de artillería en ambos lados. . . y el cabo dijo: fuego, fuego, van a venir encima de nosotros." (52)
Bustamante fue capturado más tarde. Una compañía del RI 12 defendió el sector atacado con dos pelotones (unos 104 hombres) del primer teniente Antonio Manresa. Esta fue la zona en la que los argentinos habían recibido la orden de extender sus posiciones de defensa, unos días antes. (53) La Compañía B de ataque del Segundo Batallón de Paracaidistas no encontraron minas, a medida que se trasladaban a la parte superior del cuello del istmo. En la acción siguiente, alrededor de nueve argentinos fueron muertos. No fue posible saber el número exacto, debido al efecto de la quema de fósforo blanco en los pozos de zorro. (54)
En esta situación, Middlebrook describió la primera acción adecuada entre forma unidades de los dos adversarios como una lucha entre uno de los batallones más agresivo y habilidoso del ejército británico y una unidad típica de Argentina basado en el sistema de recluta. (55) Uno por uno, los puestos argentinos fueron eliminados, o los defensores se replegaron. La acción se prolongó hasta las primeras luces, y los hombres de Manresa hizo al menos detener el avance británico de llegar a Goose Green la luz del día. (56)

El conscripto Ernesto Vallejo (Compañía A del RI 12) dijo más tarde, 

"la sección de [Cabo] Pedemonte en  [Compañía A] sufrió muchas bajas, ya que tuvo el primer ataque y luchó prácticamente mano a mano." (57)



Detrás de una compañía, un pelotón formado a partir del personal del RI 12 bajo el mando de la Teniente segundo Ernesto Peluffo sirvió el centro de la línea principal de Argentina. (58) Pero antes de que las tropas británicas llegaron a la línea de defensa, dos pelotones de nuevo reforzado la línea. Uno de ellos, la 3ra Sección de la Compañía C del RI 8 en Teniente Segundo Guillermo Aliaga, se trasladó a la izquierda de la línea principal, ocupando trincheras alrededor de las ruinas de un edificio abandonado llamado Boca House. El otro refuerzo se acercó a la derecha. Esta fue la primera

El pelotón de la Compañía C del RI 25, se había quedado en el acuerdo como reserva central. El teniente coronel Piaggi ordenó el comandante de pelotón Roberto Estévez subir y contraatacar para aliviar la presión sobre una compañía. Sus tropas ocuparon posiciones en el extremo oriental de la línea, en y alrededor de la pequeña subida conocida como Darwin Hill. (59)

Estévez no tenía tiempo para contraatacar, sin embargo, porque, a medida que su pelotón avanzada, se encontró con los restos de una compañía e inmediatamente después encontró a las tropas británicas en primer lugar. Ahora, tres pelotones y, posiblemente, más de treinta o cuarenta hombres que habían caído en los combates a principios de defender la línea. Ellos no tenían apoyo de artillería y ni bombas de mortero, por lo que la lucha que se avecina sería puramente un choque de infantería ligera. (60) Las declaraciones del conscripto Guillermo Huircapán (
de la compañía C, RI 25) describen la acción:
El Teniente Estévez pasó de un lado al otro organizando la defensa hasta que a su vez le alcanzaron en un hombro. Pero con todo y eso, gravemente herido, siguió arrastrándose por las trincheras, dando órdenes, alentando a los soldados, pidiéndole para todos. Un poco más tarde lo puso en el lado, pero justo el mismo, de la zanja continuó dirigiendo el fuego de artillería por radio. Hubo una pequeña pausa y luego los ingleses comenzaron el ataque de nuevo, tratando de avanzar, y otra vez los hicimos retroceder ... Los ingleses lanzaron bombas de humo de color y en medio del humo y la confusión se dieron cuenta de que algunos de nuestros camaradas comenzado a rendirse, porque no tenían más munición. (61)
Mapa 1
La lucha aquí dio lugar a una reversión parcial de los británicos. Como paracaidistas británicos avanzaron hacia Darwin Hill, los hombres del pelotón los alcanzó Estévez al aire libre. Los británicos sufrieron varias bajas y se fue a tierra. Se intentó un ataque a la colina, pero los argentinos tenían el suelo bien cubierto, y mató a tres paracaidistas. (62)

Los comandantes de campo británico también reconoció que los informes anteriores sobre una guarnición desmoralizada y desmotivada eran inexactos. (63) Sorprendentemente, el mayor Keeble mismo había dicho que los argentinos no estaban motivados para luchar ahora declaró 

"todo esto [es] basura acerca de que ellos no querían luchar, ellos lucharon duro". (64)
Durante esta acción, en Darwin Hill, el oficial al mando del Batallón de Paracaidistas, el teniente coronel Jones, fue asesinado cuando intentó un ataque en solitario a las trincheras argentinas. (65)

El avance se agotó en Darwin Hill. A las 8:30 de la mañana, la posición de los paracaidistas no era envidiable, ya que ninguno de sus compañías de rifleros puede romper a través de la tierra abierta y poner fin al estancamiento que los argentinos habían impuesto. (66)
Cuando los paracaidistas reanudaron el asalto, que trabajaron a la derecha (de la parte británica) a la posición argentina. Con la ayuda de lanzadores de cohetes antitanque de 66 mm, los británicos tomaron una zanja tras otra en una acción descrita como "una obra lenta y dura lucha". (67)

De acuerdo con un autor británico, el pelotón del teniente Estévez "luchó bien". Él recibió tres disparos y murió, mientras que sólo tres o cuatro hombres de su pelotón escaparon a Goose Green. (68)
El estancamiento se prolongó hasta la 1 pm. Aunque la zona seguía siendo bombardeada y por mortero, los británicos finalmente tomaron Darwin Hill.
En la posición de Boca House, el pelotón Aliaga también se detuvo el avance británico. Los británicos sufrieron bajas aquí también, y los paracaidistas se vieron obligados a retirarse. (69)
Más tarde, la compañía D del Segundo Batallón de Paracaidistas desbordó la posición, y los defensores quedaron atrapados entre el fuego y el de la Compañía B. (70) Durante los combates, Aliaga fue herido en el cuello, muchos soldados fueron heridos, y un suboficial argentino y cuatro reclutas fueron muertos. Sin posibilidad de una ruptura, y sin munición, se rindieron. (71)

Al mismo tiempo, al sur de Goose Green, la compañía C del RI 12 volvió a las posiciones del sur, cerca del asentamiento. Una de sus secciones se separó como refuerzo a las posiciones en el norte. A las 12:30 pm refuerzos argentinos, provenientes de Puerto Argentino, aterrizaron al noreste del Bodie Creek Bridge, al sur de Goose Green. (72)

Mientras tanto, los restos del pelotón central de la línea principal de Argentina cayó de vuelta con su oficial al mando, el subteniente Peluffo, herido en la cabeza y la pierna. (73) Boca House finalmente cayó a las 12:30 pm. Después de la captura de los tres objetivos, el Mayor Keeble, ahora al mando de los paracaidistas, llamó el cese temporal de operaciones de las Compañía hasta que las municiones podrían ser distribuidos y las armas de apoyo colocado en su posición. Fueron particularmente útiles los ATGM Milan, que "podría tener un evidente efecto de shock" (74) (ver gráfica debajo).




La Compañía A iba a quedarse donde estaba en Darwin Hill, mientras que la Compañía C, reforzada por el pelotón de D, despejaría Darwin. La Compañía D siguió avanzando hasta las tierras altas que dominan el campo de aviación y que se ocuparía de las unidades de Argentina puestas en la escuela. La compañía B fue para hacer un amplio movimiento para flanquear al sur para bloquear Goose Green fuera de esa dirección. (75)

A las 1:30 pm los británicos reanudaron el avance hacia el sur, hacia el aeródromo y la establecimiento de Goose Green. El pelotón del Teniente segundo Gómez Centurión (el segundo pelotón de la Compañía C del RI 25) y los hombres recientemente traídos en helicóptero desde Puerto Argentino mandados ahora por el Teniente segundo Vásquez avanzaron para reforzar las posiciones de Argentina y para proteger el aeródromo. Los británicos estaban avanzando en la dirección opuesta desde el norte, y las fuerzas se enfrentaron. (76)

Lucharon entre 13:00-14:00 Gómez Centurión se describe la acción en los siguientes términos:

Me puse con treinta y seis hombres hacia el norte. Pasando la escuela, entramos en una depresión de la que hemos visto de la colina. . . Envié a un grupo de exploradores por delante, y me dijeron que los británicos estaban avanzando desde el otro lado de la loma, algunos hombres ciento cincuenta... Mis hombres estaban muy tensos, hacía un frío feroz, temblaban de frío, de miedo... Cuando estaban a unos cincuenta metros, abrieron fuego... Seguimos disparando por lo menos durante cuarenta minutos... Ellos comenzaron a atacar nuestro flanco, mis soldados tuvieron que ponerse a cubierto, los disparos disminuyeron, y la situación comenzó a ser crítica. Luego nos vimos rodeados, había heridos, la gente comenzó a perder el control... Comencé a preguntar sobre las víctimas, cada vez más víctimas. No había manera de retroceder, porque nos habían rodeado, casi rodeados ... Por eso, cuando se produjo un pausa en el tiroteo decidí que era el momento de parar, y dí la orden de retirarse. (77)
 Los británicos ganaron gradualmente la ventaja en los combates. Pero, como Frost reconoce, las compañías C y D estaban sufriendo bajas ahora. Una vez más, las granadas de fósforo blanco resultaron más eficaces en ayudar a los hombres a acercarse al enemigo, y poco a poco los paracaidistas despejaron las posiciones. (78)
Clive Livingstone describió que la combinación de artillería, morteros, ametralladoras y cañones antiaéreos contra las que la compañía C avanzó hacia la escuela de Goose Green como "aterradora". (79)
A medida que los paracaidistas lograron tomar la posición de la Escuela, la mayoría de los argentinos comenzaron a retirarse a Goose Green, mientras que, al mismo tiempo, pequeños grupos se están entregando desde posiciones alejadas de los bordes de la pista de aterrizaje. (80) El pelotón de Gómez Centurión sufrió veinte bajas, de los cuales siete fueron muertos. Los argentinos fueron empujados de nuevo a la última línea de defensa. A las 12:25 pm, Piaggi recibió órdenes de Puerto Argentino de contraatacar, pero no tenía los medios disponibles para cumplir con la orden. (81)

Los británicos habían llegado a las últimas defensas en torno a Goose Green antes de las 5:00 pm la Compañía B del Segundo Batallón de Paracaidistas habían completado su movimiento a largo rodeo, y los paracaidistas habían tomado posiciones inmediatamente al suroeste del establecimiento. (82)
A las 5:20 pm, los helicópteros argentinos llegaron inesperadamente y desembarcaron tropas en una posición a unos cinco kilómetros al sur de Goose Green. El capitán Eduardo Corsiglia ordenó este grupo conocido como Grupo de Trabajo Solari, a unos 140 hombres. (83)
Mientras los hombres desembarcaron, fueron bombardeados por la artillería enemiga. Ellos no tenían radios, por lo que no podían comunicarse con el oficial al mando en Goose Green para evaluar la situación y recibir nuevas órdenes. Más tarde en la noche, el Grupo de Tareas Solari encontró un hueco en el anillo de británicos y entró en el asentamiento. Cerca de la medianoche, el capitán Corsiglia apareció en el cuartel general de Piaggi. (84)
Según fuentes argentinas, la escena era una desorganización absoluta. Los soldados estaban dando vueltas sin rumbo, con aspecto de "zombies". (85)
En ese momento, Piaggi reconoció que los hombres bajo su mando estaban desanimados por el alto número de bajas y su cansancio. (86)





Ahora Chris Keeble podría hacer un balance de la situación. Había los argentinos embotellados en el asentamiento, con sus propias compañías y en la tierra más alta sobre el asentamiento. La Compañía J de la 42da Batallón de Comando estaba en helicópteros a una posición de tres millas al norte de Pradera del Ganso como refuerzos. Keeble también recibió otras tres piezas de artillería, morteros y gran cantidad de municiones. La lucha era inminente, pero los británicos estaban preocupados porque en el establecimiento todavía había unos 100 civiles. (87) A fin de evitar bajas innecesarias, el Mayor Keeble propuso la rendición de los argentinos. Se organizó una reunión para las 9:30 am 29 de mayo y, finalmente, el teniente coronel Piaggi se rindió. A las 11:50 am de ese día, los británicos entraron en el asentamiento.

Evaluación de la batalla 
Una lección importante de esta batalla y de la campaña en general fue que era posible luchar en inferioridad numérica y ganar. (88) En este caso, la estimación más extrema sostiene que en Goose Green, 450 paracaidistas derrotó a 1.600 argentinos. (89)
Si es cierto, los paracaidistas derrotó a una fuerza tres veces y media más grande. Al final de la batalla, los británicos afirmaron que capturaron a más de 1.000 presos, aunque, dependiendo de la fuente, esa cifra ha fluctuado entre 1.200 y 1.600. Los británicos reportaron víctimas argentinas de hasta 250 muertos. (90)
El número de bajas británicas informaron, las fuentes están de acuerdo, los 15 paracaidistas muertos y entre 30 y 40 heridos. Por otro lado, el Oficial del Ejército de los Estados argentino Informe que el número total de soldados presentes en la 
Zona Darwin- Pradera del Ganso el 27 de mayo fue 981. (91)

El oficial al mando de la Fuerza de Tareas, el teniente coronel Piaggi, informó que en la misma fecha, el número de sus soldados presentes en el área fue 684, y, cuando se considera el refuerzo enviadas por los helicópteros, el número final de sus fuerzas alcanzó los 790. (92) Cervo señala que el total de las tropas del ejército argentino presente en el área al comienzo de los combates fue de 643 y que nunca el número total final supera 881. Además, el personal de fuerza aérea llegaba a 202. (93)

El número oficial de víctimas mortales fue de 47 argentinos, con 98 heridos. (94) En su libro de 1989, "The Fight for the ‘Malvinas’", señala Martin Middlebrook que los argentinos se componían de 630 soldados, sin contar con los refuerzos. (95) Estas cifras dan cuenta de una historia importante. Cuando el número de defensores argentinos frente a los 450 paracaidistas británicos, el éxito de los británicos no puede ser visto como una trituración. Por razones políticas, ambas partes tienen incentivos para aumentar el número de su adversario, mientras que al mismo tiempo, la disminución de su propia tropa, como una manera de destacar el esfuerzo y la eficacia de sus propias fuerzas.

De hecho, la batalla de Goose Green fue muy controvertida. Ambas partes han reconocido la capacidad del enemigo para infligir daño. Los paracaidistas británicos eran una fuerza militar altamente preparada y se esperaba que tendría un buen desempeño. Llevaron a cabo las órdenes de manera eficiente, lucharon tenazmente, y fueron capaces de adaptarse rápidamente a las condiciones del teatro de operaciones. Por el contrario, las fuerzas argentinas carecían de muchos de los elementos básicos necesarios para preparar a los soldados para hacer frente a situaciones de combate. Su logística eran espantosas, su formación fue en muchos casos incompleta o deficiente, y su armamento era a veces defectuosa. A nivel táctico, debido a la falta de herramientas, las unidades de Argentina tuvo que improvisar con el fin de atrincherarse y combatir, y, por esta razón, sus esfuerzos parecían coordinados. Sin embargo, bajo estas severas restricciones, los hombres de la Fuerza de Tareas Mercedes luchó valientemente también. El grado de éxito que Estévez en Darwin Hill, Gómez Centurión en la escuela y Aliaga en la Boca House refleja el trabajo de los oficiales subalternos, suboficiales y numerosos conscriptos.

Estos hombres crearon la cohesión suficiente para enfrentar la adversidad. Finalmente, las faltas fueron en los hombres de los altos mandos argentinos, tanto a nivel operacional y el nivel estratégico. 
 


Notas
34.  Frost, 2 Para, 53-54.
35. La compañía se ​​había formado unos cuantos días antes de la invasión de la isla y originalmente compuesto por tres pelotones de infantería con 122 hombres (Speranza y Cittadini, de Partes de Guerra, 19; Ejército Argentino, Informe Oficial del Ejército Argentino Conflicto Malvinas II (np.: 1983), anexo 21).
36  Martin  Middlebrook,  The  Fight  for  the  `Malvinas’.  The  Argentine  Forces  en  the  Falklands  War  (London: Penguin Books, 1990), 177-78. El 12vo Regimiento había llegado originalmente a las islas con 733 hombres. Los regimientos argentinos eran equivalentes a los batallones de los ejércitos occidentales. Además de esta unidad del la Fuerza de Tareas consistió en la 3º Pelotón de la Compañía C del RI 8 (37 hombres); Una batería del 4to Grupo de Artillería Aerotransportada (45 hombres); 3º escuadrón del 1º pelotón de la 9na compañía de zapadores (11 hombres); la Compañía C del RI 25; y el 3º Pelotón de la Batería B del Grupo de Defensa Aérea 601 (33 hombres) (Ejército Argentino, Informe Oficial, annex 21).
37. Middlebrook,  The  Fight for the `Malvinas,’ 179. El equipo pesado se había almacenado en un buque de carga, pero debido al bloqueo no se trató de zarpar hacia las islas.
38. Francisco Cervo, “El cerco estratégico operacional y el combate de Darwin-Prado del Ganso” en  Operaciones terrestre en las Islas Malvinas  (Buenos Aires: Círculo Militar, 1985) 156.
39. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 92.
40. Originalmente, el 12 Regimiento debería haber tenido cuatro obuses de 105 mm, trece cañones sin retroceso de 105 mm, cuatro morteros de 120 mm, diez morteros de 81 mm y 25 ametralladoras (MAG), y cuatro ametralladoras pesadas de 0.5 (Italo A. Piaggi, Ganso Verde (Goose Green) (Buenos Aires: Planeta, 1989), Apéndice Documental).
41. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 53-71.
42. Piaggi, Ganso Verde, 91.
43. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 47.
44. Ibid. 61-65.
45. Ibid. 70-71.
46. Ibid. 57 see also 55)
47. Ibid. 85. Otros conscriptos confirman la opinión de Bravo. Ver también 123.
48. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 179-180.
49. La guarnición argentina había sido bombardeada desde el 1 de mayo y sus miembros reconocieron el efecto devastador del bombardeo naval (Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 81-82).
50. Piaggi, Ganso Verde, 93.
51. Ibid. 95.
52. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 129-130.
53. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 181.
54.  Fuentes británicas afirman que "la falta de voluntad o incapacidad del enemigo para defenderse era patética, posiblemente se trataba de las tropas administrativas ... La mayoría de los soldados argentinos se escondieron debajo de sus mantas, con sus rifles apoyado contra el lado de las trincheras" (Frost,  2 Para, 62-3).
55. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 182.
56. Ibid., 182; Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 131.
57 Speranza and Cittadini, Partes de Gue.rra, 132.
58. Para proporcionar esta unidad con armas, Piaggi les ordenó cambiar sus pistolas cal .45 por los fusiles FAL de las unidades de artillería (Piaggi, Ganso Verde, 100).
59.  Esta sección fue probablemente la más efectiva de los tres pelotones de dotación de la línea actual. Tenía completa dotación de armas, cuyo comandante era el soldado más viejo y con más experiencia que los comandantes de pelotón otros dos. (Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 184).
60. Ibid. 184-185.
61. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 134-35.
62. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 185.
63. Max Hastings and Simon Jenkins, The Battle for the Falklands (New York: W.W. Norton, 1983) 242.
64. Ibid. 242.
65. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 185.
66. Hastings and Jenkins, The Battle for, 245.
67. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 188.
68. Ibid.,   188.  Teniente Estévez fue honrado más tarde con la decoración más alta de la Argentina:  “Medalla al heróico valor en combate” (Medal to the Heroic Valor in Combat).
69. Ibid. 186.
70. Frost, 2 Para, 80.
71. Piaggi, Ganso Verde, 103.
72.  Esta fracción fue el Grupo de Tareas Güemes (dos pelotones de la Compañía C del RI 25) y parte de la Compañía Comando y Servicio (del Regimiento 12º), y los hombres se reunieron en primer lugar el teniente Carlos Esteban (Middlebrook, The Fight fo 'Malvinas', 187). De acuerdo con Middlebrook tenía 84 hombres; los informes de Piaggi dice que eran 106 hombres. (Piaggi,  Ganso  Verde,  120);  Cervo,  dice que eran 44 hombres (Cervo, “El cerco estratégico operacional…,”  170).
73. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’,  188; Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 137-38.
74. Frost, 2 Para, 80. Los Milans son misiles guiados por cable antitanques.
75. Ibid. 82.
76. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 189.
77. Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 143-46.
78. Frost, 2 Para, 88.
79. Hastings and Jenkins, The Battle for, 247.
80. Frost, 2 Para, 89.
81. Piaggi, Ganso Verde, 102-3; Speranza and Cittadini, Partes de Guerra, 137.
82. La Compañía D (Segundo Batallón de Paracaidistas) se reagruparon al norte de la pista de aterrizaje, mientras que la Compañía C se concentró cerca de la línea de Aliaga. En esta zona también estaban de la Compañía de Apoyo y el cuartel general del batallón. (Frost,  2 Para, 90).
83. Estas tropas eran la Compañía B del RI 12 (menos de dos secciones), que había sido retenido como una reserva de helicópteros en la zona de Monte Kent durante el mes anterior. (Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 193). Cervo dice 132 hombres (Cervo, “El cerco estratégico operacional, 170).
84. Ibid., 194;  Piaggi, Ganso Verde, 105-07.
85. Cervo, “El cerco estratégico operacional…”, 171.
86. Piaggi, Ganso Verde, 107.
87. Middlebrook,  The  Fight for the `Malvinas,’ 194-95. Piaggi decidió rendirse después de considerar que prácticamente se había quedado sin municiones, el poder de fuego del enemigo era abrumador, sus posiciones defensivas no eran las adecuadas, y 100 civiles se encontraban en el asentamiento (Piaggi, Ganso Verde, 124-25).
88. Record, “On the Lessons…”, 31.
89. Paul Eddy et al., The Falklands War, 229.
90. Frost, 2 Para, 100; Paul Eddy et al., The Falklands War; Thompson, No Picnic, 98; Fowler, Battle for the…,”  23, Hastings and Jenkins, The Battle for… 251.
91. Ejército Argentino, Informe Oficial , annex 21
92.  Se considera sólo el primer grupo de tropas que se enviaron en helicóptero. Debido a que el segundo grupo no llegó hasta muy tarde la noche del día 28 no participaron en los combates de Goose Green y llegaron sólo para ser capturados. (Piaggi, Ganso Verde, 120).
93. Cervo, “El cerco estratégico operacional …”, 155.
94. Ejército Argentino, Informe Oficial,  annex 64; Piaggi, Ganso Verde, Anexo documental.
95. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas,’ 197.

martes, 4 de junio de 2013

Conscriptos: Su desempeño en combate (1/3)

La reevaluación del desempeño de combate de los reclutas
Los soldados conscriptos durante la Guerra de las Malvinas (1982)

Parte 3 - Parte 2 - Parte 1
Por Alejandro L. Corbacho 
Departamento de Ciencias Políticas 
Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina 



Introducción 
Aunque controversial, es muy posible que, al menos en ciertas circunstancias, la eficacia de combate de un ejército de reclutas puede ser igual a la de un ejército profesional. Para cualquier ejército, la lucha contra la eficacia no sólo es influida por el grado de cohesión psicológica entre los soldados y oficiales, sino también por la cultura organizacional de cada unidad de servicio en particular a la preparación para la guerra y la conducción de conflicto en sí. La Guerra de las Malvinas de 1982 es un ejemplo de esta situación. (1)

En esta guerra, hubo dos tipos diferentes ejércitos enfrentados: el ejército británico, profesional y con toda la fuerza de voluntarios, y el ejército argentino compuesto principalmente por soldados conscriptos. En este sentido, algunos analistas afirman que el concepto británico fue reivindicado cuando una fuerza de soldados profesionales británicos derrotaron a una fuerza de oposición argentina de reclutas dos veces más numerosos. (2)

Ahora, más de una década y media después de finalizado el conflicto, con una extensa bibliografía nueva que ha comenzando a surgir, esta suposición común tiene que ser sometido a un examen más detenido. Por ejemplo, los analistas en general, han valorado las capacidades de las fuerzas de tierra argentina como pobres, aunque hubo excepciones y algunas unidades con un muy buen desempeño. Estos casos merecen mayor estudio. Mientras que los británicos enviaron la mayor parte de sus tropas de élite, como Comandos, Paracaidistas y Fuerzas Especiales, el alto mando argentino envió tropas a las islas que no eran ni las unidades de élite, ni aquellas que se adaptan mejor para el teatro de operaciones Malvinas. En cambio, las unidades de élite del Ejército Argentino esperaron de brazos cruzados en el continente con el fin de responder a cualquier posible movimiento chileno allí. 

Bajo tales circunstancias, sin el entrenamiento y el equipo, el reclutados soldados argentinos tuvieron que luchar no sólo contra el enemigo, sino también contra la falta de previsión de su propio alto mando. Sin embargo, a pesar de que algunas unidades argentinas se rindieron sin disparar ni un tiro, otros compromisos fueron acaloradamente controvertidos y muy eficaces. Las razones de estas diferencias en el comportamiento de rogar para el análisis, sobre todo a la luz de fuente argentina reciente disponible. (3)

En particular, el esfuerzo argentino más eficaz vino de algunas unidades pequeñas del ejército y de una unidad de la Armada, el Batallón de Infantería de Marina 5. Para estas unidades, dos causas principales para explicar las diferencias en la lucha contra el rendimiento. En primer lugar, los pequeños grupos del ejército lucharon bien, porque había cohesión entre sus componentes (los conscriptos, suboficiales y oficiales subalternos). En segundo lugar, en el caso del batallón de infantería de marina, su desempeño fue el producto no sólo de una buena formación y una mayor cohesión, sino también de los diferentes enfoques institucionales a los medios de hacer la guerra que la Armada Argentina emplea. Al centrarse en estas unidades y su eficacia, una imagen bastante llamativa de la Guerra de Malvinas sale a la luz que difiere de forma sustancial a partir de los elaborados en el período inmediatamente posterior a la guerra misma. También nos debe hacer repensar las "lecciones" de la guerra, incluidos los que rodean a los profesionales de la controversia contra los reclutas. 


El servicio militar y el rendimiento en combate 
Con el fin de proporcionar el personal necesario para sus fuerzas armadas, cada país debe adoptar políticas concretas en lo que respecta al servicio militar. En este sentido, la Guerra de Malvinas de 1982, inicialmente llamó la atención de los analistas militares debido a que sus combatientes representan los dos sistemas más comunes de la asignación de personal. Por un lado, la Argentina entró en guerra con un grupo/sistema de conscriptos, por el otro, Gran Bretaña libró la guerra con un ejército profesional. (4)

Según Cohen, en los servicios profesionales oficiales y suboficiales (NCO) son soldados de largos periodos de servicio, y las bases y voluntarios ven al servicio militar como una carrera. Con la excepción de breves períodos de la Primera y Segunda Guerra Mundial (5), los británicos han adoptado este sistema desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Por el contrario, los sistema cuadros /reclutas a menudo inducen reclutas por períodos de doce a treinta y seis meses para servir en el ejército, en las unidades de personal principalmente por suboficiales profesionales y oficiales. El sistema prevé que algunos de los líderes jóvenes que provienen de las filas de los conscriptos, sin embargo, en la mayoría de los cuadros / sistemas de reclutas, el liderazgo está en manos de una élite profesional. (6) 

Los hombres son reclutados a una edad determinada (entre dieciocho hasta veintiuno), aunque algunos pueden tener el servicio diferido. (7)

Este patrón puede decirse de la Argentina durante la mayor parte del siglo XX. De 1901 a 1996, la Argentina requirió del servicio militar obligatorio para todos los hombres (8). Después de 1976, los jóvenes de dieciocho años de edad fueron incluidos en el servicio. Del total disponible, algunas exenciones recibidas sobre la base de no poder cumplir con los requisitos físicos o tener consideraciones dependencia. El número total de reclutas se determinó por el presupuesto de formación actual. Todos los hombres del conjunto total fueron asignados por sorteo para el Ejército, Armada o Fuerza Aérea, y los reclutas estaban sólo un año. (9)

Las principales ventajas de este sistema de conscriptos son, primero, que proporciona una fuerza permanente de hombres jóvenes. En segundo lugar, tan pronto como reclutas terminar su período de servicio activo, se convirtieron en parte de una reserva. En tercer lugar, el sistema proporciona el estado con fuerzas considerables, inmediatamente utilizable, a un costo bastante barato. (10)
Por último, proporciona un estado con los medios para la movilización rápida en tiempos de guerra. (11)

En términos estrictamente militares, el contraste entre un profesional y un ejército de reclutas también afecta a la capacidad de las fuerzas armadas de un país a la guerra, y la eficacia de los dos sistemas depende en parte del tipo de guerra que las fuerzas armadas tienen la obligación de lucha. Según Cohen, los diferentes tipos de guerras, grandes o pequeños, los estados desafío con diferentes requisitos políticos y militares. Para las guerras pequeñas (small wars), sostiene que una más pequeña, ligeramente equipada, fuerza profesional parece ser la mejor (15). Por el contrario, las guerras grandes, una fuerza mecanizada, el recluta a menudo supone que ofrece una mejor esperanza de éxito en tiempo de guerra. (16)

Por otra parte, se reconoce que la mejora de la formación y la calidad del cuerpo de oficiales también pueden reducir o incluso eliminar las diferencias entre los reclutas y los soldados voluntarios profesionales. (17) Esto significa que es posible mejorar las capacidades de lucha de los reclutas para que se acerquen a las normas de un grupo de profesionales. 




Las lecciones de la Guerra de Malvinas 
A pesar de esta literatura en el potencial de los ejércitos de conscriptos, un consenso general formada a partir de 1982 que la guerra de Malvinas demostró la ventaja de las fuerzas voluntarias altamente profesional, para la lucha contra las guerras repentinas, pequeñas en lugares remotos del mundo. (18) En este caso, "parecía que el concepto británico a ser reivindicada en el curso de la guerra de 1982, cuando una fuerza de unos 5.000 soldados profesionales británicas derrotaron una fuerza de conscriptos argentinos casi dos veces más numerosos".  (19)

En este caso particular, los Estados Unidos Cuerpo de Marines también se interpreta la guerra como el triunfo de largos periodos de servicio asiduos británicos contra corto-servicio de conscriptos argentinos. (20)

Por ejemplo, Cohen asume que el éxito de los británicos estaba predeterminado, porque los conscriptos argentinos estaban mal dirigidos y entrenados, y porque "muchas de las mejores tropas argentinas. . . [Se] encontraban estacionadas para vigilar la frontera con Chile ". (21)

Por otra parte, como han dicho otros, a diferencia de las fuerzas británicas, las unidades argentinas sólo unos pocos habían recibido entrenamiento en la lucha contra la noche y en las operaciones de clima frío. (22)

Otros han atribuido la derrota de Argentina a la falta de cohesión militar. En este caso, la clave del éxito británico fue su ventaja en el entrenamiento, resistencia y liderazgo, lo cual produce una fuerza altamente cohesivo. (23) La cohesión de combate, se define como "un vínculo especial que implica que los hombres están dispuestos a morir por la preservación del grupo, o el código de honor del grupo, o el valor y la dignidad de la patria", puede actuar como un "multiplicador de fuerzas". (24)

En esos momentos, la supervivencia y la victoria dependerá de la intensa cooperación de todos los niveles durante el combate. En términos más generales, la cohesión comprende la vinculación horizontal, vertical y la unión de la organización. (25) En esta misma línea de las críticas, algunos observadores apuntan a la falta de motivación de los conscriptos argentinos. (26) Un participante directo británico en la guerra habría dicho que la debilidad de los argentinos ", incluso antes de que nos habían atacado [era] que no tenía ganas de luchar. No eran 100 por ciento detrás de la acción de su gobierno en las Islas Malvinas. Toda esta mierda de ser educados desde el nacimiento de la "Malvinas". Si se tratara de que ha cometido, ¿por qué no luchar por ella? " (27)

De acuerdo con este punto de vista crítico, entonces, la experiencia de la Guerra de Malvinas demostró  en primer lugar que los ejércitos profesionales se adaptan mejor que los ejércitos de reclutas a luchar en las guerras pequeñas. En segundo lugar, la suposición común es que las fuerzas de tierra argentinas no estaban la altura de los británicos, porque carecían de cohesión, estaban mal entrenadas, tenían falta de liderazgo y fueron poco motivadas. Si es así, cualquier observador lego podría llegar a creer que los combates en las islas fueron fáciles y ligeros. En contraste con estos supuestos, sin embargo, algunas unidades argentinas lucharon bien, ya veces la batalla en el terreno fue impugnadas con eficacia. 
Por lo tanto, tenemos que explorar las razones para un buen desempeño como por algunas unidades argentinas con cierto detalle. 



Reevaluando el esfuerzo argentino 
A pesar de las afirmaciones generales sobre el pobre desempeño de las fuerzas terrestres argentinas durante la guerra en el Atlántico Sur, varias relatos presentan un punto de vista más equilibrado. Por ejemplo, Nora Stewart, una académica norteamericano que estudió la cohesión de combate de los dos ejércitos, sostiene que "los argentinos lucharon bien y con valentía en muchas partes de las islas. No en todos lados. Sin embargo, en muchos. "Es importante destacar que eso grupos argentinos" comenta. . . "son más interesantes que los que salieron huyendo ". (28)

Si seguimos esta línea de análisis, dos encuentros en particular se destacan como ejemplos de batallas que se libraron duramente: Pradera del Ganso y Monte Tumbledown. De Goose Green, una fuente británica afirma que "las posiciones del enemigo habían resultado estar muy bien situadas y defendidas con firmeza" (29), y que los argentinos "había demostrado ser capaces de luchar mucho mejor de lo que se había sugerido". (30)

Monte Tumbledown era parte del anillo defensivo alrededor de Puerto Argentino, capital de las Islas Malvinas, y ha sido descrita como parte de "las zonas del campo de batalla donde las tropas británicas lucharon contra grupos argentinos profesionales y bien entrenados. . . Unidades inglesas como la Guardia Escocesa y [la] Galesa pagaron un alto precio [para la captura de esa posición] ". (31)

El hecho de que el Monte Tumbledown "cayó sólo después de duros combates", subrayó "trajo a la luz la calidad del desempeño de las tropas argentinas y la incapacidad de los británicos para predecir qué tipo de resistencia podían esperar de cualquier acción". (32)

Del mismo modo, Julian Thompson, comandante de la Brigada de Comandos 3, desafió cualquier afirmación en contrario, cuando comenta que "en el Monte Harriet, como en otros lugares, los oficiales y suboficiales argentinos lucharon duro". (33)

Por lo tanto, es necesario tener en cuenta estos compromisos con cierto detalle, especialmente en lo que se refleja en las percepciones de aquellos que lucharon en ellas. 

Sigue en Parte 2

Notas


1. Yo uso las Malvinas, cuando se refieren a nombres de las islas. Para las referencias geográficas y al utilizar fuentes argentinas voy a usar los nombres españoles en su caso. Al citar fuentes británicas voy a mantener los nombres en Inglés.
2. Eliot A. Cohen, Citizens and Soldiers. The Dilemmas of Military Service (Ithaca: Cornell University Press, 1985).
3. Graciela Speranza y Fernando Cittadini, de Partes de Guerra. Malvinas 1982 (Buenos Aires: Editorial Norma, 1997), y Carlos H. Robacio y Hernández Jorge, Desde El Frente. Batallón de Infantería de Marina N º 5 (Buenos Aires: Solaris, 1996).
4. Otras alternativas son los sistemas militares expansible, Entrenamiento Militar Universal, milicia, fuerza de voluntarios, y el selectivo (véase Cohen, ciudadanos y soldados, 23).
5. Ibíd. 23.
6. Ibíd. 28,0
7. Ibíd. 66.
8. Rodolfo Martínez Pita, Riccheri (Buenos Aires: Círculo Militar, 1995) 154. Para el proceso de aprobación y los debates acerca de su adopción, véase ibid. 79-154. En 1996 Argentina adoptó el sistema de fuerza de voluntarios.
9. Nora Kinzer Stewart, Mates & Muchachos. Unit Cohesion in the Falklands/Malvinas War (McLean, VI: Brassey, 1991), de 45 años.
10. Cohen,  Citizens and Soldiers: 28.
11. Ibíd. 67. Fuera del teatro de operaciones militares, por supuesto, el sistema de conscriptos también pueden proporcionar otros beneficios, tales como dar educación básica, disciplina y un sentido de patriotismo a los miembros de la mayoría si no todos los sectores de la sociedad nacional.
12. Ibíd. 32.
13. Ibíd. 36.
14. Ibíd. 92.
15. Véase ibíd. Leonard Wainstein, "Reflections on a Small War," Conflict 6 (2) 1985, 97-115, y Kenneth R. McGruther: "When Deterrence Fails: The Nasty Little War for the Falklands Islands", Naval War College Review 36 (2) 296 de marzo / abril de 1983, 47-56. A diferencia de las pequeñas guerras victorianas, la guerra de 1982 enfrentó a dos ejércitos regulares de dos estados-nación que la cantidad comprometida gran cantidad de recursos y tecnología sofisticada propia. En las guerras victorianas ver Byron Farwell, Queen Victoria's Little War (Nueva York: WW Norton & Co., 1985). Sobre el concepto original de las guerras pequeñas vea CE Callwell, Small Wars. Their Principles & Practice. 3 ª Edición (Lincoln: University of Nebraska Press, 1996, 1905)
16. Cohen, Citizens and Soldiers, 36; Stephen E. Ambrose, Citizen Soldiers. The U.S. Army from the Normandy Beaches to the Bulge to the Surrender of Germany. June 7, 1944-May 7, 1945 (Nueva York: Simon & Schuster, 1997), John C. McManus, The Deadly Brotherhood. The American Combat Soldier in World War II (Novato, CA: Presidio Press, 1998), John Sloan Brown, Draftee Division. The 88th Infantry Division in World War II (Lexington: University Press of Kentucky, 1986), Michael D. Doubler, Closing with the Enemy. How GIs Fought the War in Europe, 1944-1945 (Lawrence, Ka: University Press of Kansas, 1994).
17. Cohen, Citizens and Soldiers, 36.
18. Ibíd. 112.
19. Ibíd. 171.
20. Jeffrey Record, “On the Lessons of Military History,” Military Review LXV (8) August 1985, 31.
21. Cohen, Citizens and Soldiers, 172.
22. Record: "On the Lessons ...": 32.
23. Ibid, 33, Lawrence Freedman, Britain and the Falklands War (Oxford: Blackwell, 1988). 73.
24. Nora Kinzer Stewart, "A Cas e Study in Cohesion. South Atlantic Conflict 1982", Military Review, LXIX (4) abril de 1989, 32 y 38.
25. La vinculación horizontal se refiere a la relación entre los compañeros, la unión vertical de arriba a abajo las relaciones de la cadena de mando y enlace de organización son los valores de la sociedad en la que los soldados están incrustados (Stewart, Mates y muchachos. 27-29).
26. William Fowler, Battle for the Falklands 1. Land Forces (Londres: Osprey Military, 1993, 27-28).
27. Mayor Chris Keeble, segundo al mando del Batallón 2 ° de Paracaidistas. Paul Eddy et al, The Falklands War (Londres: Andre Deutsch, 1983). 229.
28. Stewart, Mates y muchachos, 127-28.
29. John Frost, 2 Para Falklands. The Batallion at War (Londres: Sphere Books, 1987), de 74 años.
30. Ibid., 91-92.
31. Stewart, "Un caso de estudio ..." 33. Militar un nalyst Harry Summers Asimismo, señaló que: "como [los británicos] se acercó a las principales alturas del Monte Tumbledown, la Guardia Escocesa se topó con una fuerte oposición. En lugar de las fortificaciones de campaña precipitadas que los británicos se habían enfrentado antes en la guerra, se toparon con una empresa fuertemente arraigada de los 5tos infantes de marina argentinos. . . Un oficial de artillería británico describió esas posiciones como "excepcionalmente bien preparada" (Harry G. Summers Jr., "Yomping a Puerto Argentino", Military Review, LXIV (3) marzo de 1984, 14).
32. Harry D. Train, "An Analysis of the Falkland/Malvinas Islands Campaign," Naval War College Review XLI
(1) 321, invierno 1988, 49. No sólo en Pradera del Ganso y el Monte Tumbledown hubo duros combates. Después de que el sangriento encuentro en el Monte Longdon, Colour-Sergeant Faulkner dijo que, "algunos de los Argies heridos habían sido heridos por granadas de fósforo ... Uno o dos tenían heridas de bayoneta, muy inusual en un moderno campo de batalla algunos estaban incluso físicamente mutilados, literalmente, de la lucha mano a mano con culatas de rifles o cualquier cosa que había venido a la mano. Los Argies habían luchado muy bien "(Middlebrook, Task Force, 352).
33. Julian Thompson, No Picnic. 3 Commando Brigade in the South Atlantic: 1982 (Glasgow: Fontana, 1986), 168. Incluso el título del libro de Thompson No Picnic (no es nada fácil), ya que, "si bien la guerra de Malvinas de 1982 era a la vez de pequeña escala y de corta duración no se trató efectivamente de un día de campo" (Ibid., xvii).

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domingo, 2 de junio de 2013

Ingenieros: La voladura del puente Fitz Roy

Voladura del Puente en Fitz Roy 



El 2 de junio de 1982 tiene un recuerdo muy especial para los integrantes del Arma de Ingenieros. Ese día, el Teniente 1ro Horacio Darío Blanco, perteneciente a la Compañía de Ingenieros de Combate 601, detonó las cargas colocadas en el puente de Fitz Roy, y con esa acción de guerra propició el que posteriormente fue llamado por los mismos ingleses “El desastre de Bluff Cove” o The disaster of Fitz Roy, en otras traducciones. 

En el testimonio brindado en el libro Historias de soldados, el mismo oficial relata la sucesión de hechos que llevaron a esta crucial instancia de combate. El 18 de mayo de 1982, Blanco se encontraba al frente de su Sección instalando un trecho de franja minada al sur de Puerto Argentino, cuando recibió la orden del Capitán Dunn (el 2do jefe de Compañía) de reunirse con él. Juntos se trasladaron al Puesto Comando del Jefe de Compañía donde fueron informados que el personal que daba la seguridad al puente cercano al establecimiento de Fitz Roy se estaba replegando hacia Puerto Argentino. 

Es de consignar que este puente estaba ubicado en un estuario, al Sudoeste de Puerto Argentino y se trataba de una obra de cien metros de largo, con calzada de madera y gruesos pilotes de hormigón. Cruzaba el profundo estuario y comunicaba las localidades de Fitz Roy, donde había un establecimiento rural, con Puerto Argentino. Los que se habían replegado no habían podido “dar fuego” a las cargas que habían instalado en el puente. La importancia estratégica de ese puente era fundamental. A través del curso de agua, podían llegar naves que desembarcarían tropas, acortando el camino hacía Puerto Argentino. 
Luego de que el Teniente Blanco seleccionara al personal, preparara el armamento y cargara el único explosivo de que disponían -unos 40 Kg de Trotyl- él, dos suboficiales y diez soldados se pusieron en camino por medio helitransportado. Una vez en la zona del puente, pudieron comprobar que las cargas colocadas anteriormente fallaban, porque el circuito pirotécnico, debido a las inclemencias del tiempo, tenían sus mechas húmedas. Los Ingenieros de Ejército procedieron entonces a la colocación de las cargas que habían transportado. 
El explosivo, a modo de carga rápida, fue colocado en el estribo de la primera orilla y también en los dos primeros apoyos del mencionado puente se afirmaron cargas de trotyl. Era dificultoso instalar un sistema de seguridad adecuada, ya que en el lugar no había vegetación para ocultar el vivac que levantaron en una hondonada, que distaba a unos 300 metros del puente. La situación no era de las mejores, pues, sumándose a las inclemencias del tiempo, no se lograba establecer comunicación radial nocturna con el Puesto Comando del Jefe de Compañía en Puerto Argentino. Durante el día, un soldado custodiada el lugar del puente y otro soldado, el lugar de vivac. De noche, la vigilancia se repartía en dos turnos y tres puestos de guardia que cubrían el terreno, en un radio de 360 grados. Cada tres días se extraían los detonadores eléctricos de las cargas, se les “daba fuego” (se los activaba) y se los reemplazaba por otros detonadores, manteniendo siempre el circuito eléctrico en aptitud operable. Los víveres no faltaban- y según relata el Teniente Blanco en su testimonio- “la dieta variaba cuando alguna oveja desprevenida se acercaba demasiado”. Pero la aparente calma en que se desenvolvían los efectivos afectados al puente Fitz Roy ya estaba terminando. 
El 30 de mayo los ingleses ocuparon el monte Kent, sobrepasando por el Noroeste la posición en que los Ingenieros se encontraban. Entre el 30 de mayo y el 1º de junio helicópteros británicos comenzaron a merodear la zona del puente Fitz Roy. Para más complicaciones, el operador de radio, Cabo Luis Ernesto Fernández, tropezó con una trampa explosiva y recibió en su pierna esquirlas de granada. El 2 de junio, el Jefe de Compañía les informó radialmente a los efectivos destacados en el puente que, debido a la superioridad aérea enemiga, sería imposible trasladarlos mediante helicópteros a Puerto Argentino. De modo que el regreso debía hacerse por sus propios medios y a pie. A las 11 horas, un vehículo 
que transportaba a un grupo de Buzos Tácticos de la Armada que iban a Puerto Argentino fueron los últimos en cruzar el puente. 
La situación empeoraba. A las 14.30 horas de aquel 2 de junio de 1982 el Teniente Blanco “dio fuego” a las cargas, destruyendo casi totalmente el puente. Enseguida se inutilizaron los medios eléctricos, se aligeró el equipo individual y se comenzó la marcha a pie con rumbo a Puerto Argentino, distante de allí unos 25 kms. Esta marcha estuvo jalonada de esfuerzos y peligros. El Cabo Fernández apenas podía marchar, luego de horas de camino y poco después sufrieron un intenso bombardeo naval que castigó una altura próxima al sitio donde los efectivos de Ingenieros habían hecho un alto, ya que estaban muy cerca de las posiciones ocupadas por el Regimiento de Infantería 4. Al amanecer, luego de vivir 
aquella odisea, encontraron el sendero hacía Puerto Argentino y fueron transportados en vehículo a la capital malvinera. 
-Las consecuencias de la voladura del puente Fitz Roy fueron desastrosas para los británicos. Dos de sus naves de guerra, el HMS “Sir Galahad” y el HMS “Sir Tristam” que habían llegado al estuario transportando un regimiento de Guardias Galeses, no pudieron desembarcarlos y debieron 
aguardar. En esas condiciones, el 8 de junio de 1982 soportaron el ataque de los aviones de la Fuerza Aérea Argentina. 
El saldo fue de casi cincuenta muertos y más de cien heridos, y los dos navíos de guerra quedaron fuera de combate. Estas acciones bélicas fueron amargamente recordadas por los británicos, quienes al referirse a ellas las denominaron “el desastre de Bluff Cove”, ya que la Guardia Galesa debía unirse a otras tropas británicas en Ensenada Bluff (Bluff Cove) o según otra versión The disaster of Fitz Roy y del lado argentino se lo denominó “El descalabro inglés en Bahía Agradable” 

(Fuente: Informe Oficial del Ejército Argentino - Conflicto Malvinas) 

Revista Soldados 7 (2012)