miércoles, 10 de abril de 2024
lunes, 8 de abril de 2024
La estrategia diplomática del gobierno argentino
Malvinas: ¿cuáles son las claves de la estrategia diplomática argentina para recuperar la soberanía sobre las islas?
La diplomacia es una profesión clave en el reclamo por la soberanía de este territorio de ultramar y sus aguas circundantes
Por Mariano Roca || Infobae
La cuestión de las islas Malvinas es una causa que forma parte de la historia argentina y un reclamo de soberanía que se mantuvo inalterado a lo largo de los años.
Desde el acto de usurpación por parte de la Corona británica, el 3 de enero de 1833,
hasta nuestros días, la Cancillería ha protestado ante el Reino Unido y
ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por lo que respecta
una clara vulneración de los derechos soberanos.
De hecho, la disposición transitoria primera de la Constitución Nacional ratifica la “legítima e imprescriptible soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes”.
Allí
se define la recuperación de esos territorios y el ejercicio pleno de
la soberanía como “objetivo permanente e irrenunciable del pueblo
argentino”.
En el marco del derecho internacional, en la década del 60 se puso en marcha el proceso de descolonización dentro de las Naciones Unidas. En ese contexto, la resolución 1514, del 16 de diciembre de 1965, reconoció la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido
e invitó a ambos países a negociar una solución pacífica a la
controversia. Desde el fin del conflicto del Atlántico Sur, en 1982, el
gobierno británico se ha negado sistemáticamente a regresar a la mesa de
negociaciones, en una clara violación de la resolución de la ONU.
La descolonización y los antecedentes históricos del reclamo argentino
Volvamos, por un momento, al principio: ¿cómo actuó la Argentina desde el momento mismo de la ocupación británica? El 16 de enero de 1833, apenas trece días después de los hechos, tuvo lugar el pedido de explicaciones al encargado de Negocios del Reino Unido por parte de Manuel Vicente Maza, ministro de Gracia y Justicia de la Provincia de Buenos Aires y quien tenía a su cargo el Departamento de Relaciones Exteriores de la Argentina. Allí, el representante de nuestro país protestaba por la ocupación de la isla Soledad y el enarbolamiento del pabellón inglés, actos que “abiertamente comprometen los derechos de la República Argentina”.
José María Ruda, el diplomático que llevó el reclamo argentino a la ONU
En su célebre alegato de 1964, el diplomático argentino José María Ruda recordó que hasta su usurpación, las islas estaban gobernadas por autoridades argentinas y ocupadas por población argentina. “Estas autoridades y pobladores fueron despojados por la violencia, no permitiéndose su permanencia en el territorio”, agregaba el delegado argentino ante el subcomité especial de la ONU encargado del tema.
Ese desalojo por la fuerza de la población argentina, que residía en el territorio en 1833, hace que no resulte aplicable a Malvinas el principio de “libre determinación de los pueblos”, pues no existe en las islas una población sojuzgada ni sometida al colonialismo. Con esa motivación, señaló Ruda, tal principio no podía ser legítimamente utilizado para “transformar una posesión ilegítima en una soberanía plena, bajo el manto de protección que le darían las Naciones Unidas”.
A la luz de estos antecedentes, Argentina rechazó de manera contundente los resultados del referéndum convocado el 10 y 11 de marzo de 2013 por las autoridades ilegítimas del archipiélago, en el que el 99,83% de los isleños manifestaron su voluntad de mantener el estatus de las islas como territorio de ultramar del Reino Unido.
El caso de las islas Chagos, un antecedente favorable para la Argentina
En el plano jurídico, la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el archipiélago de Chagos, emitida el 5 de febrero de 2020, podría jugar a favor de la Argentina. ¿Por qué? En 1965, sus habitantes fueron expulsados del territorio por el Reino Unido, la entonces potencia colonial, que decidió crear una nueva administración colonial y arrendar la mayor de esas islas, Diego García, a EE.UU. para el establecimiento de una base militar en esa zona del océano Índico.
La República de Mauricio alcanzó su independencia del Reino Unido en 1968, pero sin la soberanía sobre Chagos, que se mantuvo bajo control británico. Fue su gobierno el que planteó el recurso ante la Asamblea General de la ONU, que sometió la controversia a la CIJ. A partir de esta opinión consultiva, el gobierno de Mauricio reclamó que el Reino Unido pusiera fin a su ocupación ilegal de Chagos y permitiera el regreso de la población autóctona al territorio del que fueron expulsados hace casi 40 años.
Esta opinión consultiva tiene relevancia para Malvinas por tratarse de una situación similar de desmembramiento territorial y de expulsión de la población local.
La CIJ concluyó que la persistencia de la administración colonial británica sobre el archipiélago constituye un “hecho ilícito” al que se debe poner fin.
Además, entendió que el principio de la libre determinación no era aplicable a este tipo de situaciones coloniales, pues la población original había sido desterrada, tal como sucedió con las islas Malvinas.
sábado, 6 de abril de 2024
jueves, 4 de abril de 2024
martes, 2 de abril de 2024
sábado, 30 de marzo de 2024
El movimiento de pinzas de la ARA
Esquema
corresponde a una planificación de nuestra ARA. Realizar un ataque de
pinzas, el 1 de Mayo de 1982, por el Norte atacarían el
portaaviones ARA 25 de Mayo y sus escoltas mientras que por el sur
sería el ARA Belgrano con sus escoltas. En principio no se llevó
adelante solamente, por falta de viento siendo que los A4Q no podían
despegar pudiendo haber más causas.
jueves, 28 de marzo de 2024
Villarruel y la embajadora británica
Las Islas Malvinas, una cuestión de defensa hemisférica
La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, se reunió con la embajadora británica Kirsty Hayes y planteó la necesidad de un diálogo bilateral sobre la soberanía de las Malvinas, considerándolo una cuestión de política continental. Argentina busca abordar la soberanía, mientras que el Reino Unido insiste en incluir a los habitantes de las islas en las discusiones.
Hace pocos días (el 5 de marzo), la vicepresidente de nuestra República, Victoria Villarruel, recibió en el Salón Eva Perón del Senado de la Nación a la embajadora del Reino Unido de Gran Bretaña, Kirsty Hayes. Tras el encuentro, Villarruel destacó que planteó a la diplomática británica la necesidad de entablar un diálogo bilateral por la soberanía de nuestras islas, que considera que se trata de una cuestión de política continental “porque es la injerencia de una potencia extracontinental en nuestro territorio” y finalmente evocó el ejemplo de San Martín, Bolivar y Washington.
Respecto de la necesidad de un diálogo bilateral que contemple la discusión sobre la soberanía de las Islas Malvinas, podríamos decir que es la posición histórica de Argentina de los últimos años, que se contrapone con la
postura británica que se niega a considerar el tema de la soberanía y
que pretende incorporar a cualquier diálogo a los kelpers, invocando su
derecho a la autodeterminación.
Merece destacarse en este aspecto que la citada posición argentina, planteada por Villarruel en el encuentro referido, es plenamente coincidente con la posición de los EE. UU. En efecto, la potencia del Norte nunca reconoció la soberanía británica sobre nuestras Islas Malvinas,
sino sólo una ocupación de hecho o de facto. Además, en reiteradas
oportunidades, le hizo saber a Gran Bretaña que debe aceptar el diálogo bilateral, excluyendo expresamente a los kelpers y sus deseos.
Vale recordar en tal sentido las declaraciones de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuando en ocasión de visitar Bs. As. y entrevistarse con la Presidente Cristina Kirchner en marzo de 2010, ofreció colaboración para resolver la disputa de soberanía entre ambas naciones, en la que EEUU es neutral.
De igual modo actuó el siguiente Secretario de Estado, John Kerry, quién además anunció que los EE. UU. no reconocían el referéndum impulsado por Gran Bretaña entre los kelpers para determinar su soberanía.
Malvinas, una cuestión continental
Hasta aquí, entonces, nada nuevo. Pero como adelantamos, la Vicepresidente fue más allá y mencionó que la causa de las Islas Malvinas es continental, porque implica la injerencia de una potencia europea en nuestro territorio americano.
Hagamos un poco de historia.
En 1822, la Santa Alianza conformada por Francia, Rusia, Prusia y
Austria anunciaron que enviarían una flota a nuestro continente para
reconquistar las antiguas colonias españolas. Inglaterra, que ya ejercía
su influencia en estas tierras, se opuso y envió a su Ministro Canning a proponerle a EE. UU. un plan conjunto de defensa.
Fue en ese marco que el entonces Presidente Monroe proclamó su célebre doctrina, rechazando la ayuda británica y anunciando que EEUU defendería el hemisferio occidental, es decir América, de la injerencia europea.
Recuérdese que once años antes los ingleses habían invadido Washington y quemado el Capitolio. En 1833 los británicos usurparon nuestras Islas Malvinas.
EE. UU.
no contaba con un poderío naval que le permitiera ejercer la defensa de
esta zona de América del Sur, pero aplicó el principio del no
reconocimiento; es decir, no reconoce el status territorial británico.
Esta posición, fruto de la denominada Doctrina Monroe, fue invariable en la política exterior norteamericana respecto de Malvinas: nunca reconoció la soberanía británica, solo reconoce una administración de facto.
Aun durante la Guerra de Malvinas, la
intención norteamericana, a través de las diversas propuestas de paz,
fue obligar a los británicos a negociar con Argentina la soberanía sobre nuestras islas. La negativa argentina, la pretensión de continuar la guerra y el acercamiento a la URSS a través del viaje de nuestro Canciller a La Habana, no dejaron más opción a EEUU que apoyar a las fuerzas británicas.
Sin
embargo, nunca modificaron su posición diplomática, es decir, no se
reconoce la soberanía británica, y la cuestión de soberanía se debe dirimir en un diálogo entre Argentina y Gran Bretaña, sin la intervención de los kelpers.
En otras palabras, la alianza circunstancial de los EE. UU. con Gran Bretaña en diversos escenarios no se impone sobre los intereses globales permanentes. Sirva de ejemplo la humillación impuesta a los británicos en la Guerra del Canal de Suez.
San Martín, Bolívar y Washington
Pero hay más. Nuestra Vicepresidente mencionó también el ejemplo de San Martín, Bolívar y Washington: ¿qué relación tienen con esta cuestión continental? Es claro que los tres héroes representaron el enfrentamiento del "Nuevo Mundo" contra la tiranía del Antiguo mundo.
Era natural que surgiera la concepción de que había un común interés y un destino común de las dos Américas; el Norte y el Sur. Ambos continentes comenzaron por ser colonias de las naciones europeas, Inglaterra y España. Nuestros héroes comunes pelearon por la libertad y la independencia, afirmaron los derechos del hombre, instauraron formas de gobierno republicana y proclamaron que rendían culto al bienestar de los pueblos y no a la gloria de los nobles.
Jefferson hablaba del hemisferio como si fuera un continente único, y en una carta que escribiera el 24 de octubre de 1823 al Presidente Monroe declaraba que “las Américas del Norte y del Sur tienen una serie de intereses específicamente propios y claramente distintos de los de Europa”.
El Presidente Perón abogó por una “América unida del Ártico al Antártico” proclamando de ese modo su política continental.
Relevancia geopolítica
Como vemos hasta aquí, las palabras de nuestra Vicepresidente tienen una significativa relevancia geopolítica, porque parece comprender que los intereses permanentes de los EE. UU., como es el caso de la no injerencia de potencias extracontinentales en América, son coincidentes con los nuestros.Quizás sea esta nueva política, dirigida hacia Washington y no hacia Londres, la que nos permita, a través del diálogo bilateral con Gran Bretaña, recuperar nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas.
martes, 26 de marzo de 2024
domingo, 24 de marzo de 2024
El motín y abusos en la colonia argentina antes de 1833
Abusos, el crimen de un comandante y un motín: la historia de las Malvinas antes de la usurpación
El miércoles 2 de enero de 1833 a las nueve de la mañana ingresó al puerto la corbeta Clio. Pero antes de que Inglaterra se apoderara de las islas, en el archipiélago se desarrollaron un sinfín de acontecimientos. Desde la pesca sin control de barcos extranjeros hasta el fusilamiento de rebeldes peones acusados de matar a un severo capitán
Por Adrián Pignatelli || Infobae
Cuando la Clio llegó, en el archipiélago habían pasado algunas cosas. Antes de que el miércoles 2 de enero de 1833 a las nueve de la mañana ingresara al puerto la nave de guerra inglesa, se había desatado el descontrol: pesca irrestricta de barcos extranjeros, escasez de alimentos, el crimen del comandante militar y político de la isla frente a su esposa y a su hijo recién nacido y un motín. La historia de las Islas Malvinas antes de la usurpación británica comienza ocho años antes, en 1825.
Ese año, la goleta estadounidense Grace Ann era descartada en Baltimore. Había sido concebida para el comercio de esclavos. El gobierno argentino la adquirió al año siguiente para incorporarla a la modesta flota que combatía en la guerra contra el Brasil. De 32 metros de eslora estaba armada con ocho cañones y el almirante Guillermo Brown elogiaba de ella su rapidez. La bautizaron la Sarandí.
Su comandante, desde octubre de 1829, fue José María Pinedo, un teniente coronel de 37 años que había ingresado a la marina en 1816, había sido corsario y había peleado en las guerras de la independencia y contra el Brasil. El 14 de septiembre de 1832 el gobierno de Buenos Aires le dio instrucciones: como Luis María Vernet se hallaba en Buenos Aires llevando un cargamento incautado a barcos norteamericanos al sorprenderlos pescando sin permiso, Pinedo debía tomar posesión del archipiélago, comprendiendo la isla de Soledad y las demás adyacentes hasta el Cabo de Hornos, enarbolando abordo y en tierra el Pabellón de la República y haciendo una salva de 21 cañonazos.
En La Sarandí llevaría al nuevo comandante civil y militar interino, el sargento mayor Esteban José Francisco Mestivier. El flamante funcionario iba acompañado de su esposa Gertrudis Sánchez. El barco tenía 42 tripulantes y 25 soldados con un único oficial, el ayudante de caballería José Antonio Gomila. Algunos de los tripulantes iban también con sus familias.
La misión de Pinedo era la de patrullar 150 millas del litoral desde la isla Soledad hasta la Isla Nueva y controlar los buques que se dedicaban a la pesca. Tenía órdenes de no agredirlos, aunque debería responder en caso de ser “atropellado violentamente”. Y “nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia”.
La Sarandí zarpó el 23 de septiembre. Fueron quince días de navegación agitada, en la que la nave fue azotada por violentos temporales. Al entrar a la bahía en Puerto Luis -a 45 kilómetros al norte de Puerto Argentino- lo hizo con fuertes vientos y nieve. Contempló el desembarco un reducido grupo de pobladores, temerosos, que miraban con recelo la bandera del barco.
Cuando Vernet partió, había dejado instrucciones al capataz y a los peones como la de recoger a los caballos que no habían sido domados y formar una nueva caballada. Pero nada hicieron. El capataz, al no haber quien lo controlase, se sentía cómodo. Cuando llegó la Sarandí recién aceptó la autoridad de Pinedo al ver que estaba al frente de cincuenta soldados.
El floreciente poblado que había dejado Vernet había desaparecido y graves hechos ocurrieron durante su ausencia. El 28 de diciembre de 1831 apareció en Puerto Luis lo que en un principio era un barco de bandera francesa. Pero en realidad era la Lexington, norteamericana, al mando del capitán Silas Duncan, que no reconoció autoridad alguna.
Hizo desembarcar a sus hombres en tres botes y cometieron todos los abusos posibles. Mataron una decena de caballos, además de ovejas y chanchos. Los pobladores huyeron con lo puesto al interior de la isla mientras los marineros entraban a las casas, robaban lo que podían y destruían a su antojo. Amenazaron a los gauchos con armas de fuego, exigiendo comida, y en caso contrario quemarían todo. Luego destruyeron los cañones e inutilizaron la pólvora. Tomaron prisioneros que fueron llevados encadenados a Montevideo.
Duncan no registró en su bitácora este grave incidente.
Los desmanes cometidos por la tripulación de la Lexington había dejado el caserío en pésimas condiciones. El poblado ejemplar que había organizado Vernet se había transformado en casas de piedra semiarruinadas, un par de huertas, algunas ovejas y cabras, puercos de patas largas. Los hombres del capitán Duncan se habían encargado de destruir todo.
El 10 de octubre se desarrolló la ceremonia en la que el francés Mestivier quedó oficialmente a cargo de la comandancia militar y política. Hubo formación de tropa y marinería, tres vivas al gobierno, izamiento de la bandera argentina, tres cargas de fusilería y una salva de 21 cañonazos de la goleta.
El 21 de noviembre la Sarandí comenzó las tareas de patrullaje. Al zarpar, no imaginarían los graves sucesos que ocurrirían durante su ausencia.
Un exceso de severidad de Mestivier hacia el trato con los peones desató lo impensado. Al parecer, el comandante solía usar azotes para imponer castigos. Media docena de hombres, encabezados por el sargento Manuel Sáenz Valiente entraron a su casa y fueron a increparlo. Él dejó a su esposa y a su hijo recién nacido en su habitación y quiso llevarlos hacia afuera. Pero fue asesinado a tiros y a bayonetazos, a pesar de los gritos desesperados de su esposa. Dejaron el cadáver tirado en una zanja con un trozo de carne en su boca. Y escaparon hacia el interior de la isla.
Cuando Pinedo regresó, se enteró que en el pueblo había estallado un motín y por boca de la esposa del asesinado y de otros pobladores supo cómo habían sido los hechos. Con la colaboración de la tripulación de la fragata ballenera Jean Jacques, los asesinos fueron capturados.
El militar armó un proceso para castigar a los culpables, los llevó arrestados a bordo, recogió todo el armamento y dejó en tierra a un sargento con dos cabos para mantener el orden y la disciplina.
Pinedo asumió interinamente el cargo de comandante militar y político. Cuando todo parecía volver a la normalidad, el miércoles 2 de enero de 1833 a las 9 de la mañana entró al puerto una nave de guerra inglesa. Era la Clio. Comenzaba la usurpación.
Los culpables fueron remitidos a Buenos Aires en la Sarandí. Luego de ser encontrados culpables por un Consejo de Guerra, fueron fusilados y sus cuerpos colgados en la horca en los cuarteles del Retiro el 8 de febrero de 1833. A Sáenz Valiente le cortaron la mano derecha antes de ajusticiarlo. Gomila, acusado de haber hecho la vista gorda ante el asesinato, fue condenado a un año de destierro, a pesar de las protestas de la viuda de Mestivier. Así se castigó un crimen cometido en una tierra que hacía un mes y una semana que había sido usurpada. Y otra historia comenzaría.