lunes, 15 de mayo de 2023

FAA: Los ataques del 12 de Mayo

Los ataques del 12 de Mayo




El 12 de mayo dos escuadrillas de A-4B Skyhawk partieron de la Base Aérea Militar Río Gallegos.
La primera escuadrilla, indicativo "Cuña", integrada por el primer teniente Manuel Oscar Bustos (C-246); los tenientes Jorge Rubén Ibarlucea (C-208) y Mario Víctor Nívoli (C-206) y el alférez Alfredo Vázquez (C-242), tenían la misión de atacar a la fragata HMS Brilliant.
Antes de llegar al blanco fallecen: el primer teniente Manuel Oscar Bustos (C-246), luego de lanzar su bomba; el teniente Jorge Rubén Ibarlucea (C-208), y el teniente Mario Víctor Nívoli (C-206), al tratar de esquivar otro misil, impactaron contra el agua. La fragata no sufrió grandes averías.
La segunda escuadrilla, indicativo "Oro", estaba integrada por el capitán Antonio Zelaya (C-225); el primer teniente Fausto Gavazzi (C-248); el teniente Juan Arrarás (C-244) y alférez Guillermo Dellepiane (C- 239).
El primer teniente Gavazzi atacó el HMS Glasgow, pero en el escape pasó muy cerca de la Base Aérea Militar Cóndor, que se hallaba en alerta roja, y es derribado por la artillería antiaérea argentina. El destructor HMS Glasgow, seriamente averiado, fue retirado del Teatro de Operaciones.
Conocé la historia de los 55 héroes de Malvinas ingresando en nuestra infografía interactiva:
Fuente: Dirección de Estudios Históricos; Comisión BANIM.

sábado, 13 de mayo de 2023

Reporte final del ataque al HMS Invincible

NO SEÑOR, NO VENDRAN, LOS DERRIBARON EN LA FINAL DE TIRO.





Fue un operativo que lastimó el orgullo inglés de tal manera que se prohibió dar información sobre el asunto de este hito militar.

30 de mayo de 1982. Horas 14,24. Imaginemos a un grupo de hombres desafiando la escarcha del hielo que se acumulaba en los parabrisas de los aviones, enfrentando las olas en un mar bravío e indomable, pero avanzando inclaudicable hacia el objetivo: el portaaviones Invincible.

Han pasado cuatro décadas y el recuerdo de los actos heroicos de la guerra de Malvinas, contra Inglaterra se repiten. En las trincheras, en el aire, o en las aguas, hay historias que se suceden en un cercano y profundo al sentimiento de amor a la patria.

La operación contra el portaaviones insignia de Inglaterra, el Invincible, se lanzó desde la Base Aérea Militar Río Grande (Tierra del Fuego), el 30 de mayo, a las 12,43 horas, aunque la estrategia final comenzó unos días antes, para limitar el poder de fuego de los aviones Sea Harrier. El portaaviones HMS Invincible, se encontraba en esos momentos a unas doscientas millas náuticas al este de Puerto Argentino. Cabe destacar que el Comando Aéreo Estratégico (CAE) de la Fuerza Aérea Argentina, por medio de una red electrónica distribuida en el planeta, que facilitaba información satelital detectó la posición del portaaviones -casi estática- desde el 28 de mayo.

A partir de allí el Comando Conjunto Argentino planificó entonces el riesgoso y difícil ataque. El 29 de mayo citan a los jefes de las distintas escuadrillas (se integran con cuatro aviones). Le informan sobre la misión contra el portaaviones. Seguidamente se ofrecen voluntariamente los tenientes Ernesto Ureta y José Daniel Vázquez. Este último, llama por teléfono esa noche a su esposa que está en Mendoza. Pregunta por su hijo, nacido pocos días antes. Luego hablan de otros temas y nada dice a su mujer sobre la misión que está por cumplir. Ella no puede saber en ese instante que será la última vez que escuche su voz. Ureta y Vázquez designaron a sus numerales: Castillo e Isaac, el más joven.

La misión
Dos aviones Super Etendard de la Aviación Naval con el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco y Teniente de Navío Luis Collavino y cuatro, cazabombardero A-4C de la Fuerza Aérea Argentina, tripulados por el Primer Teniente Omar Jesús Castillo, Primer Teniente José Daniel Vázquez, Primer Teniente Ernesto Rubén Ureta y Alférez Gerardo Guillermo Isaac, que se reabastecieron tres veces en pleno vuelo en su marcha hacia el sudeste de las Islas Malvinas. A partir de allí comienzan a descender para cumplir el último tramo, en vuelo rasante de aproximación. Luego del lanzamiento del último Exocet naval argentino, disparado por uno de los Super Etendard, los pilotos siguen la estela del misil. El otro avión Super Etendard ejercía las funciones de radar. Estos aviones una vez cumplida su parte del objetivo regresan al continente. Los dos 4-AC (Shyhawk de la izquierda (Castillo y Vázquez) fueron derribados en el ataque, cuando atravesaban la línea del portaaviones que soportará el impacto del Exocet y de varias bombas de 250 kgs, lanzadas por los dos aviadores sobrevivientes de la Fuerza Aérea Argentina (Brigadier Ernesto Rubén Ureta y el Comodoro Guillermo Isaac).

Y sólo quedábamos dos.
Yo atacó desde la popa, casi a la altura de la cubierta y cuando estoy ya muy cerca viro a la derecha. Veo a mi compañero que dispara a estribor y sobrevuela el portaaviones rozando la arboladura. Hay un gran incendió en la nave. En realidad, no sé si me están disparando o no, si hay fragatas cerca o si me han tocado. Sé que hemos dado en el blanco. Busco con la mirada el otro A-4C pero no está por ninguna parte. Ahora me siento un poco sólo. También recuerdo que tengo mucho calor. En ese momento veo un punto en el aire delante de mí, me alarmo, puede ser un Harrier. La máquina se va agrandando. Yo estoy muy cerca cuando me percato que se trata de mi compañero. ¬No lo derribaron!, recuerda emocionado Guillermo Isaac.

Las grandes y queridas “Chanchas”
Se habló de la eficacia del Super Etendard, del valor de los pilotos de A-4C, pero no olvidemos que sin los Hércules K-C 130 la misión hubiese sido imposible.

El relato del Vicecomodoro Litrenta (Piloto del Hércules KC-130 y Comandante del reabastecedor que salvó la vida al Alférez Dellepiane destaca la pericia y la valentía de los aviones, que impresionan por su figura y son más conocidos como “La Chancha”.

“En todas las misiones de reabastecimiento que habíamos realizados, desconocíamos que blanco tenían asignados esos aguzados estiletes con una escarapela celeste y blanca, que venían veloces sobre el mar a succionar nuestro vital combustible, simplemente porque no influía en nuestra tarea”. Al comentar esa gesta de ese 30 de mayo de 1982, el Vicecomodoro, recuerda: “cuando fui descifrando los renglones de mi hoja de misión, la emoción me invadió: una escuadrilla de A-4C, una sección de dos Super Etendard y silencio absoluto de radio durante toda la operación con una navegación de ida de 2.000 kilómetros por el sur de las Malvinas, sobrepasándose hacia el este 400 Km, con una navegación de vuelta en forma directa y a máxima velocidad, para reabastecer por tercera vez a los aviones que regresen del ataque al portaaviones”.

Sobre el final del operativo relata:

Pregunté a mi tripulación si los veían.
-Negativo-, me contestaron.
No me animaba a preguntarles a los pilotos de A 4-C pues tenía miedo a la respuesta.
-Díganme muchachos si los dos que faltan pueden llegar aún.
-No señor no vendrán, los derribaron en la final de tiro del portaaviones.

En mi chocaron sentimientos encontrados.
-¬Final de tiro del portaaviones! y el no vendrán.
Miré a mi copiloto y con voz cansada le dije:
Rumbo a casa…..

Las ocho horas de vuelo, el tiempo malísimo al regreso eran secundarios, porque dos de nuestros Halcones habían sabido morir con honor.

Saludo 1
Super Etendard Malvinas
La Unidad fue condecorada con la medalla "Honor al Valor en Combate" por su destacado accionar durante la Guerra de Malvinas en el año 1982. El nombre Super Étendard proviene de la lengua francesa y significa Súper Estandarte. Fue diseñado para la Marina Nacional Francesa en la década del ´70.

jueves, 11 de mayo de 2023

Helicópteros en las Georgias del Sur

Operación Georgias


El 3 de abril de 1982. Luego de la exitosa Operación Rosario que dio lugar el 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas argentinas comenzaron la Operación Georgias con el objetivo de recuperar las Islas Georgias del Sur, a órdenes del Capitán de Navío César Trombetta. El objetivo de la Operación, sería desembarcar en Grytviken al Grupo de Tareas 60.1.
El mencionado Grupo de Tareas 60.1., se encontraba conformado por 40 efectivos del Batallón de Infantería de Marina N°1 de la Armada Argentina, y 15 efectivos del Grupo de Buzos Tácticos y Comandos Anfibios , quienes prestaro su servicio junto al transporte polar ARA Bahía Paraíso; la corbeta ARA Guerrico; y los helicópteros Allouette III de Armada Argentina y SA-330 Puma del Ejército Argentino.
A las 11:40 partió desde la cubierta de vuelo del ARA Bahía Paraíso el helicóptero Puma del Ejército Argentino, junto a los primeros 15 efectivos de Infantería de Marina, quienes con valentía se adentraron al territorio esperando hacer cabeza de playa.
Los británicos en defensa de Grytviken abrieron fuego desde un galpón ante el helicóptero Puma que aún se encontraba sin aterrizar. Por desgracia, muchos de los disparos impactaron en la aeronave, implicando que se desarrolle un aterrizaje de emergencia, la cual se dispuso a órdenes del Jefe de la Fracción de Infantería de Marina, para continuar el despliegue y el enfrentamiento a los británicos. Luego del aterrizaje de emergencia y con la intención de buscar una acción decisiva frente al grupo británico atrincherado, se le solicitó apoyo de fuego a la corbeta ARA Guerrico, la cual había realizado su segundo avance sobre la caleta para comenzar el uso de sus armas de fuego.
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Pintura: @aviationart_argentina

domingo, 7 de mayo de 2023

Retorna el HMS Hermes


HMS Hermes volviendo a Gran Bretaña en septiembre de 1982. Todo oxidado, no como el HMS Invincible.

miércoles, 3 de mayo de 2023

El plan contingente de la Fuerza Aérea Argentina frente a la Opción 13 de la RAF

El gran secreto de Malvinas: el plan de Argentina para destruir bombarderos ingleses si atacaban el continente

En 1982 la Royal Air Force tenía entre sus planes bombardear con aviones Avro Vulcan las bases argentinas en Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Recién en 2022 se conoció que la Fuerza Aérea Argentina diseñó la Operación Pampero para contrarrestar la temida amenaza. Los detalles de un operativo top secret que se guardó durante 40 años

Por Mariano Sciaroni
Infobae



Avión Avro Vulcan B.2 utilizado por la Real Fuerza Aérea para cumplir operaciones en el Atlántico Sur. Esta aeronave, matrícula XM597, cumplió misiones sobre Malvinas con misiles antirradar Shrike norteamericanos

Existen documentos desclasificados de la guerra de Malvinas que cuentan como la Royal Air Force británica planeó bombardear con aviones Avro Vulcan bases aéreas argentinas. Los blancos elegidos: Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Pero recién 40 años más tarde se reveló uno de los secretos mejor guardados del conflicto armado: los planes que ideó la Fuerza Aérea Argentina para contrarrestar esta temida amenaza.

Los británicos habían considerado el escenario que llevaría la guerra al continente: el ataque a bases argentinas (ver el excelente artículo de Alejandro Amendolara “Opción 13″: el plan secreto de los ingleses para bombardear Buenos Aires durante la guerra de Malvinas en Infobae), pero la decisión política de no escalar el conflicto, en base a la posición de Estados Unidos al respecto y el temor que se activara el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) poniendo a toda Latinoamérica contra Gran Bretaña, hizo que esos planes se dejaran de lado.

Sin embargo, para mediados de mayo, con las grandes pérdidas de la Royal Navy y sin avances significativos en tierra, la Fuerza Aérea Británica decidió reactivar el plan de ataque. La aviación inglesa ya había ejecutado varias de las misiones de bombardeo de largo alcance “Black Buck” (Ciervo Negro), por lo que las preguntas iniciales acerca de “largas travesías aéreas sobre el mar con múltiples reabastecimientos en vuelo” habían sido contestadas. Podía hacerse.

Hay aquí que aclarar que el planeamiento no es siempre la antesala de la ejecución. Los militares muchas veces planean operaciones o misiones para la eventualidad de necesitarlo, lo que estará sujeto a la propia dinámica de la guerra y orientada por los fines políticos que la desencadenaron.

El documento secreto del ministerio de Defensa británico con el plan de las operaciones para los aviones Vulcano,, elegidos para bombardear Buenos Aires y otros blancos del continente

En ese orden de cosas, es más que interesante el memo preparado en el seno de la Royal Air Force el 25 de mayo de 1982, que da cuenta que el ataque a los aeródromos del sur continental era posible y que se justificaba porque “reduciría la efectividad de las fuerzas aéreas argentinas en atacar nuestras unidades marítimas y la efectividad del apoyo terrestre y logístico para las fuerzas argentinas en las Malvinas. Asimismo, esos ataques en las bases continentales tendrían impacto en la opinión pública y oficial argentina, así como serían un visible indicador de la determinación permanente del gobierno de Su Majestad”.

El ataque sería llevado a cabo con los cuatrimotores Avro Vulcan que despegarían desde la Isla Ascensión, y requerirían el apoyo de hasta once aviones reabastecedores Handley Page Victor. Lo cierto es que la carga de bombas a llevar (por la distancia) debería ser reducida, no más de 7 bombas de 1.000 libras (el avión podía cargar 21) de caída libre o solamente 3 bombas guiadas por láser (máxima cantidad de estas bombas que admitía este avión). Las bombas guiadas necesitarían, además, un equipo en tierra que las apunte.

Se volaría a gran altura (también, para ahorrar combustible) y solo en la etapa final del ataque se reduciría la altitud, aún cuando a no menos de 8.000 pies (2.438 metros), ya que las bases argentinas (se conocía) contaban con defensas de artillería antiaérea.

Un Mirage III despega desde una base área. En este caso, lleva misiles MATRA Magic

Las misiones, se consideraba, podrían destruir las pistas y las instalaciones militares cercanas, por lo cual era un riesgo aceptable para correr: un único bombardeo podría destruir varios aviones y equipos y, con ello, aligerar en mucho la presión sobre la Marina Real. Esos ataques serían realmente al límite de las capacidades británicas y, vale decir, requerirían de tripulaciones altamente entrenadas y motivadas.

Si bien todo este planeamiento era, obviamente, secreto, la Fuerza Aérea Argentina no desconocía las capacidades británicas de atacar con bombarderos el continente. Conocían a la perfección el avión Vulcan y su alcance (la Argentina había estado interesada en adquirirlo antes de la guerra, algo que fue finalmente vetado por Gran Bretaña), así como había experimentado sus bombas sobre la pista de Puerto Argentino.

Con la amenaza del continente bombardeado, nació la Operación Pampero el 20 de mayo de 1982 en Merlo (Provincia de Buenos Aires), en el seno del Comando de Defensa Aérea. El plan tenía como claro propósito “detectar, interceptar y destruir material aéreo de bombardeo, reabastecimiento y/o reconocimiento británico en su ruta hacia o desde territorio continental”. Recién en el año 2022 vio la luz, permaneciendo secreta en los archivos hasta hoy.

El Learjet matrícula LV-0AS de la firma Ledesma (enmarcado en el Escuadrón Fénix), que fue el avión que se pensó se desplegaría hacia Mar del Plata para dar apoyo a los Mirage y Dagger

La operación tenía dos fases.

La primera de ellas implicaba desplegar a la Base Aérea Militar (BAM) Mar del Plata dos aviones Mirage III, armados con cañones y un misil Matra 530, dos aviones Dagger armados con cañones y misiles Shafrir y un avión Learjet de apoyo (con matrícula LV-OAS y de la firma Ledesma S.A.A.I.)

Los Mirage III, franceses y los Dagger, una copia israelí del Mirage V, eran de las únicas aeronaves en el inventario militar argentino con posibilidades ciertas de atacar a un bombardero ágil y veloz como el Vulcan.

La segunda fase era la de ejecución. Una vez detectado un despegue de la Isla Ascensión (desde donde operaban los aviones de la Royal Air Force que podían llegar al continente), los aviones argentinos saldrían y se dirigirían a un punto de interceptación prefijado (Puntos A, B y C, según cual fuera el objetivo previsto), para esperar a los enemigos y derribarlos.

Carta aeronáutica que señala el rumbo que debían tomar los aviones para llegar a los puntos de interceptación A, B y C, donde se encontrarían con los bombarderos que quisieran atacar las bases argentinas en el sur del país

La parte más difícil era detectar un despegue de estos aviones y, los documentos de la Operación Pampero solo mencionan que esa información sería dada por una “fuente confidencial”. La Isla Ascensión está, realmente, en medio de la nada y no había casi ojos curiosos que pudieran reportar esa información.

Los únicos ojos que podrían reportarlo eran los de los marinos soviéticos del Zaporozhye, un buque espía de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase “Primorye” (Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera Clase P. Zyryanov. Este buque se encontraba desde el 29 de abril frente al aeródromo de la isla.

Sea o no fuera esta la “fuente confidencial”, los documentos indican que la misma proporcionaría específicamente la hora de despegue y el rumbo al cual se dirigían los bombarderos británicos, con lo cual podría inferirse a que base se atacaría.

La interceptación y ataque se haría en medio del océano (entre 500 y 770 kilómetros mar adentro) y, llegado el caso que no se pudiera interceptar a los bombarderos antes de atacar las bases, se procuraría hacerlo en su viaje de regreso.

Ficha del bombardero Avro Vulcan, según el anexo de Inteligencia de la Operación Pampero

Hay que tener en cuenta que iba a ser necesario por lo menos un mínimo de luz solar para poder identificar a las CHINCHES (nombre clave que se deba a los aviones enemigos), en tanto se requería identificación visual para poder disparar (solo los Mirage III poseían radar, los demás aviones solo podían detectar otros aviones a través de la visión de sus tripulantes).

Los indicativos y claves asignados requieren un párrafo aparte. La escuadrilla de interceptación serían los HALCON y el LearJet de apoyo sería LIBRA. Los aviones enemigos serían, como se dijo, las CHINCHE, con diversos colores según el tipo de avión (Vulcan: CHINCHE AZUL, Nimrod: CHINCHE ROJA, etc). Para el caso que se destruyera alguna CHINCHE, se anunciaría que se fue AL BOMBO, si el combustible estaba al mínimo se señalaría que estaba DESINFLADO, la meteorología podría estar DULCE o ACIDA, según buena o mala, entre otros. Y si el enemigo lograba escabullirse, pasando a los interceptores, solo se anunciaría PASARON.

Un avión Dagger despegando durante el conflicto por Malvinas

Pero los británicos, finalmente, nunca pusieron en marcha el plan de bombardear las bases continentales, ni los argentinos desplegaron a los aviones interceptores a la BAM Mar del Plata.

Sin embargo, el día 29 de mayo a las 6:00 hs, se emitió una alerta amarilla por despegue de dos aviones bombarderos Vulcan, con rumbo sur, lo que habría ocurrido a las 3:00 hs desde la Isla Ascensión.

Esta información pudo bien haber provenido del buque de inteligencia Zaporozhye, que seguía en las cercanías de dicha isla en ese momento. Lo cierto es que los datos llegaron al CAE (Comando Aéreo Estratégico) desde Estados Unidos vía el brigadier Peña, quien alertó específicamente que los enemigos llevaban misiles anti-radar. En este caso, la inteligencia militar parece haber alertado de la misión “Black Buck 4″, que consistía en un ataque contra radares emplazados en Malvinas, por parte de un Avro Vulcan, ataque que fue abortado por no poder el avión reabastecer en vuelo.

No había, en ese momento, aviones desplegados en Mar del Plata, pero se pusieron en alerta a los interceptores Mirage argentinos en las bases del sur, por si se acercaban al continente.

La isla Ascensión desde el buque espía soviético Zaporozhye. Son visibles claramente las instalaciones militares del aeropuerto

En la planificación también se consideró defender Buenos Aires y sus alrededores de ataques aéreos británicos, por lo que había en alerta (desde el 19 de abril) dos Mirage III en la Base Mariano Moreno y dos Dagger en Tandil, complementados con aviones IA-58 Pucará en La Plata y aviones MS-760 Paris en Mar del Plata.

¿Qué podría haber sucedido si los británicos intentaban bombardear las bases continentales? Nunca lo sabremos, pero es interesante conocer que la Fuerza Aérea Argentina había previsto ese escenario y planeado como contrarrestarlo.

Quizá hubiera todo terminado con el mensaje de un piloto de Mirage de CHINCHE AZUL AL BOMBO. O un grito de guerra de los aviadores en los combates aéreos de la guerra de Malvinas: “¡No hay quien pueda!”.


sábado, 29 de abril de 2023

El frustado de ataque de gran ala del 3 de mayo

31 aviones y 64 bombas: el ataque masivo de la Fuerza Aérea que pudo cambiar el rumbo de la Guerra de Malvinas

Un día después del hundimiento del Crucero General Belgrano, informes de inteligencia establecieron la presencia de un portaaviones inglés en una zona cercana a las islas y al alcance de la aviación. La decisión de atacar el 3 de mayo de 1982. Las razones de la Armada Argentina para rehusarse y el desenlace de una operación que dejó enseñanzas


El Douglas A-4B matrícula C-226, reabasteciendo en vuelo durante el conflicto por Malvinas, armado con 3 bombas de 500 libras

El 3 de mayo la Fuerza Aérea se desesperaba por golpear al enemigo.

Los combates habían arrancado el primer día de mayo, pero el día 2 había sido una gran pausa, mientras ambos contendientes repensaban sus estrategias.

Las primeras noticias del día no resultaban alentadoras.

El pequeño buque de la armada, ARA Alférez Sobral, en misión de búsqueda de una tripulación derribada, había sido dañado por los británicos. Más allá de esta pésima novedad, lo cierto es que, con ello, los mandos corroboraron que los ingleses no estaban lejos de la posición de ese ataque y, por tanto, podrían ser a su vez atacados.

Todo comenzó a moverse rápidamente a las 13:15 hs, cuando el teléfono sonó en la sede del Comando Aéreo Estratégico (CAE) en Comodoro Rivadavia y, desde la Agregaduría Militar en Estados Unidos, el Comodoro Massa informó que “fuentes externas” (posiblemente un satélite soviético), informaban de “un (1) portaaviones y tres (3) buques (posiblemente fragatas)” en una posición determinada, al sur de Malvinas y al alcance de la aviación continental.

Mientras las autoridades aeronáuticas se miraban perplejas y comenzaban a reaccionar para orquestar la respuesta, llegó otra información muy relevante.

La misma había sido proporcionada por el PATO, un avión Lockheed C-130 Hercules (matrícula TC-68) de la Fuerza Aérea, que había partido muy temprano y estaba tratando de aterrizar en el aeropuerto de Puerto Argentino, en un peligroso y complicado vuelo logístico. Volaba a muy baja altura, para evadir cualquier detección y a posibles aviones Harrier en su ruta.

Próximos a girar para iniciar las maniobras de aterrizaje y recién salidos de un banco de niebla, el piloto y copiloto (el Vicecomodoro “Fredy” Cano y el Capitán “Dino” Hrubik), notaron la presencia, a unas tres millas de distancia y a 40 millas de la costa, de lo que primero eran “barquitos” y luego estimaron era un buque logístico grande “acompañado por dos fragatas, estas últimas más alejadas”.

Ello hizo que la tripulación girara abruptamente, abortara el aterrizaje y pusiera rumbo hacia Río Grande. Eran las 10:30 de la mañana.

Casi tres horas después, los detalles acerca de este avistaje, que parecía corroborar la información que venía desde el exterior, estaba en el CAE.

Las órdenes, mediante líneas de comunicación seguras, comenzaron a fluir hacia las unidades de la Fuerza Aérea Sur (FAS) en Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Se estimaba que el portaaviones o el buque grande, podría tratarse del HMS Hermes, buque insignia de la flota.

Un avión Super Étendard, armado con un misil Exocet, en la base Río Grande

Los portaaviones británicos eran, realmente, el blanco prioritario de las fuerzas aéreas argentinas, en tanto se entendía que, con la pérdida de uno de ellos, toda la operación británica se resquebrajaría y hasta podría desmoronarse. Los argentinos no estaban equivocados, tanto el almirante británico Woodward (a cargo de la Fuerza de Tareas británica) y el cuartel general de la flota en Northwood tenían sumamente claro que “daños mayores en el Hermes o en el Invincible… probablemente causarían el abandono de las operaciones en las Islas Malvinas”

La Fuerza Aérea se aprestó para atacar, ordenando que se alistaran varias escuadrillas de cazas y bombarderos, junto con aviones tanqueros (que reabastecerían a los cazas en vuelo), aviones retransmisores y vuelos de engaño.

Era un esfuerzo mayúsculo y coordinado, en tanto se consideraba que solo la saturación de las defensas podría hacer que el ataque tenga alguna posibilidad de éxito, frente a una flota en mar abierto. Esta saturación, en otros términos, implicaba que muchos de los aviadores argentinos no regresarían pero, mientras eran derribados, otros camaradas podrían pasar la cortina de fuego y misiles, para poder lanzar sus bombas.

La cantidad de vuelos que se programaron resulta impresionante:

  • Ocho cazabombarderos Douglas A-4B (indicativo de las escuadrillas: FIERA y TRUENO) desde Río Gallegos, armados cada uno con tres bombas de 500 libras, retardadas por paracaídas.
  • Ocho cazabombarderos Douglas A-4C (OSO y DOGO) desde San Julián, armados cada uno con tres bombas de 500 libras, retardadas por paracaídas.
  • Cuatro cazabombarderos IAI Dagger (DARDO y PANCHO), desde Río Grande, armados cada uno con dos misiles aire-aire Rafael Shafrir-2 y que darían cobertura aérea a los incursores mientras reabastecían en vuelo.
  • Cuatro bombarderos English Electric Canberra Mk.62 (LINCE y ORO), desde Trelew, en configuración de exploración radar y armados también cada uno con cuatro bombas de 1.000 libras.
  • Dos tanqueros KC-130 (KIKO y MAIO), desde Río Gallegos y Comodoro Rivadavia.
  • Cuatro aviones de enlace Gates Learjet Model 35, desde Comodoro Rivadavia y otras bases, en misiones de diversión (confundirían a los radares enemigos, simulando ser cazabombarderos, pero retirándose antes de entrar en combate).
  • Un avión Gates Learjet Model 35 como retransmisor en vuelo, en tanto las escuadrillas volando rasante perdían el contacto de radio con las bases.
Mapa con las distintas bases aéreas y los aviones de la Fuerza Aérea que desde allí despegaron. También, las posiciones estimadas del portaaviones HMS Hermes y, finalmente, la posición real en la que se encontraba ese día

Treinta y un aviones argentinos de la Fuerza Aérea en el aire simultáneamente, con 64 bombas para la flota enemiga. Cada una con capacidad de hundir un buque del tamaño de un destructor o fragata, o dañar seriamente a un portaaviones.

Apenas llegadas las órdenes fragmentarias, los mecánicos y armeros comenzaron con sus preparaciones, mientras los pilotos eran informados, en la sala de pre-vuelo de los blancos y de todo lo necesario para llegar, pegar y volver. Los nervios a flor de piel, todos sabían que el curso de la guerra podía cambiar esa tarde y, también, que muchos no regresarían, pero que el esfuerzo nunca sería en vano.

La orden de atacar llegó también a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina, en Río Grande. Venía directamente del Comandante de la Aviación Naval, en Espora.

La información que se suministró era escasa. Un blanco mediano (sin ser identificado) a unas 50 millas de las islas. El comandante de la Escuadrilla, el Capitán de Corbeta Jorge “Piti” Colombo no estaba de acuerdo con largar una misión con tan poca información inicial, ya que tenía presente que, según la doctrina (y el sentido común), debía utilizar sus aviones Super Étendard y los poderosísimos misiles Exocet (de los cuales solo había cinco en el país), contra blancos perfectamente ubicados. La sorpresa era todo para este tipo de misiones y cada uno de los misiles tenía que contar.

Su primera reacción fue señalar que su escuadrilla no volaría una misión de estas características. Pero el Comando de la Aviación Naval le requirió el cumplimiento total de la orden: en el marco del hundimiento del Belgrano (que había sucedido el día anterior), la Armada tenía que atacar.

El Contralmirante Carlos García Boll (Comandante de la Aviación Naval) también había dudado en empeñar a los Super Étendard sin una posición cierta del blanco a batir, pero había optado por avanzar con la misión, teniendo en cuenta que la Fuerza Aérea haría lo mismo.

Dos aviones (al comando de Capitán de Corbeta Augusto “Vasco” Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando “Huevo” Mayora) fueron alistados y, con sus misiles cargados, rodaron lentamente hacia la cabecera de la pista, esperando la orden de despegue. Que nunca llegaría.

Te puede interesar: El mapa inédito del plan británico para atacar el continente en 1982 y la “Operación Pampero” para neutralizarlo


Un avión Aermacchi MB-339A en vuelo, en este caso el 4-A-119 que no cruzó hacia las islas Malvinas

Mientras tanto, los aviones de la Fuerza Aérea ya estaban en vuelo hacia el blanco. Habían despegado casi todos, los únicos faltantes, por problemas técnicos, eran un avión Douglas A-4C y la sección ORO de aviones Canberra.

Sin embargo, se necesitaba confirmar la presencia enemiga y, por tanto, como el radar de Puerto Argentino había notado helicópteros en esa misma zona, se ordenó que decolara una sección de aviones navales Aermacchi MB-339A, aviones que, si bien de entrenamiento poseían capacidad ofensiva y operaban desde la pista de Puerto Argentino. Su misión sería buscar y atacar al buque que servía de base para esos helicópteros.

Partieron el comandante de la unidad, el Capitán de Corbeta Carlos Molteni, y también el Teniente de Fragata Carlos “Chino” Benítez. Como recordaba el Capitán “Titi” Molteni en una conferencia luego de la guerra:

“Nuestra primera acción de combate fue el día 3, para buscar un portahelicópteros y esa información venía de un satélite ruso… Salimos dos aviones, con niebla, estaríamos volando a 5 metros del suelo y estaba muy fea la visibilidad, yo pienso que no los íbamos a atacar, los íbamos a chocar…”

Sin embargo, no encontraron ningún blanco y, en la maniobra de regreso hacia la pista de las islas, volando muy bajo y con turbulencias, el Teniente Benítez hizo impacto contra el suelo y, si bien llegó a eyectarse, falleció en el terrible accidente.

Para peor, la Armada casi simultáneamente a señalar que no había blancos para atacar también informó al CAE en Comodoro Rivadavia que había buques propios en la zona y, por tanto, existía el temor que fueran atacados por equivocación. A las 16:00 hs, entonces, se ordenó a todos los aviones en vuelo que regresaran a sus bases: algunos incluso ya estaban reabasteciendo combustible de los grandes aviones Hercules.

Con bastante tensión, Bedacarratz y Mayora también bajaban de sus aviones.

Quizá se trató del ataque mejor coordinado de la guerra.

Hoja de misiones previstas para el 3 de mayo (existe un error en la fecha, parcialmente corregida en el original). Diario de Guerra del Comando Aéreo Estratégico (CAE) de la Fuerza Aérea Argentina

Si bien no se logró atacar ningún blanco, se obtuvieron importantes lecciones, que se aplicarían en los días subsiguientes, así como se corroboró que la Fuerza Aérea estaba en condiciones de planear y ejecutar ataques masivos contra distantes buques enemigos, con diversos tipos de aeronaves, partiendo de bases a cientos de kilómetros de distancia cada una. No es esto una cuestión menor, ya que se requiere un total profesionalismo de centenares de personas para poder lograrlo.

Asimismo, a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque la Armada le quedó claro que debería seguir insistiendo en aplicar sus propios procedimientos, si quería sacar máximo provecho de sus modernos y misiles.

¿Qué buques eran los que informaban las “fuentes externas” y habían visto los tripulantes del PATO? No queda realmente claro, ya que el grueso de la flota británica estaba a cierta distancia y, además, no había buques argentinos en aguas abiertas (aún cuando algunos partes oficiales señalaron que eran efectivamente buques nacionales). O se trató de un error de identificación de blancos o se habían divisado pesqueros (del bloque oriental), que no habían abandonado el área de operaciones.

Sin embargo, la flota británica estaba movilizándose hacia esa zona del sur de Malvinas, para realizar nuevos ataques aeronavales, que intentarían concretar el día siguiente (el día 4).

Pero esa es otra historia porque fueron detectados y esta vez, guiados por un avión Neptune de la Aviación Naval, Bedacarratz y Mayora lanzarían sus misiles Exocet, para destruir al poderoso destructor HMS Sheffield.



jueves, 27 de abril de 2023

Los Sea Lynx británicos


Los Sea Lynx




Equipados con misiles Sea Skua los Sea Lynx constituían una gran arma defensiva de los buques de la Task Force. Los Sea Skua son misiles ligeros de trayectoria rasante y posee un sistema de guiado semiactivo, que utiliza un radar Ferrahu Sea Spray para iluminar el blanco.
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Información extraída de www.laperlaaustral.com.ar