miércoles, 11 de noviembre de 2020

Julio Aro y Geoffrey Cardozo serán candidatos al Nobel de la Paz

Ex combatientes

Un argentino y un inglés, veteranos de Malvinas, serán candidatos al Premio Nobel de la Paz


Julio Aro y Geoffrey Cardozo serán postulados al galardón 2021 por su trabajo en la identificación de soldados argentinos sepultados en las islas Malvinas.

Clarín


 
Julio Aro y Geoffrey Cardozo, postulados al Premio Nobel de la Paz.


El argentino Julio Aro y el británico Geoffrey Cardozo, ambos excombatientes en la Guerra de Malvinas, serán candidatos al premio Nobel de la Paz 2021, según notificó el Comité Noruego del Nobel, que cada año entrega el galardón en Oslo.

Aro y Cardozo recibieron la nominación por impulsar el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

En declaraciones al diario La Capital de Mar del Plata, de donde Aro es oriundo, dijo que se siente "muy emocionado" por la perspectiva del Nobel, pero precisó que "ya tenemos un premio noble que nos da paz: el abrazo y agradecimiento de las madres y las familias".

 
Ceremonia con la participación de familiares de excombatientes de Malvinas en la que se distinguieron al músico, Roger Waters.

El y Cardozo -agregó- están "muy contentos. Ya hablé con Geoffrey, que también está enterado. Las mamás también. Tengo el celular repleto de mensajes que me rompen el corazón. Me tratan como a un hijo y eso me emociona muchísimo".

Aro comenzó a promover el trabajo de identificación tras visitar el cementerio de Darwin, años atrás, y descubrir que casi la mitad de las tumbas mencionaban a un soldado desconocido, con la leyenda "soldado argentino solo conocido por Dios".

Así se reunió con veteranos de guerra británicos y conoció a Cardozo, que se había encargado de recoger a los muertos argentinos en la guerra y brindó información clave para la identificación.

Así surgió la fundación "No me olvides", que devolvió la identidad a decenas de caídos argentinos en las islas.

AFG

lunes, 9 de noviembre de 2020

6 de Noviembre de 1820: El día que flameó por primera vez la bandera argentina en las islas

El día que flameó por primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas: motines, desolación y un desfile muy particular

El 6 de noviembre de 1820, hace 200 años, el capitán David Jewett izó por primera vez la bandera argentina en suelo malvinense. A los capitanes de los barcos allí apostados, el corsario les dijo: “Tengo el honor de informar mi llegada para tomar posesión de estas islas en nombre del país al que naturalmente pertenecen”

Por Adrián Pignatelli || Infobae



Puerto Soledad, tal como era en las primeras décadas del 1800.

James Weddell, muy lejos de su Bélgica natal, estaba enfocado en la reparación de su bergantín “Jane” y así seguir rumbo hacia el sur, hacia los hielos antárticos. Estaba anclado al norte de Puerto Soledad en las Islas Malvinas cuando recibió una comunicación y una invitación firmada por un capitán llamado David Jewett, que con su buque estaba anclado a unas millas de Puerto Soledad. Sin saberlo, este marino, explorador y cazador de focas sería partícipe de un hecho histórico para nuestro país.

Hacia 1815, David Jewett había llegado a Buenos Aires como capitán de “La Invencible”. Había nacido en la entonces colonia inglesa de Connecticut en 1772 y le ofreció sus servicios al gobierno del Directorio, manejado en forma interina por Ignacio Álvarez Thomas. El 22 de junio el gobierno argentino le otorgó una patente de corso y lo invistió con el grado de sargento mayor.

David Jewett obtuvo del gobierno argentino una patente de corso. Había nacido en la colonia inglesa de Connecticut.

Recibió la orden de hostigar a buques españoles. Y así se sumó al significativo número de corsarios que había cerrado trato con el gobierno patriota para hacerles la vida imposible a los mercantes españoles y obtener beneficios económicos.

Jewett no era ningún improvisado ya que llevaba más de una década navegando. El 30 de junio de 1815 zarpó hacia el norte, pasó por Brasil, y en su derrotero por el Atlántico norte y el Caribe capturó barcos con importantes cargas. Regresó a Buenos Aires los primeros días de septiembre y en el interín tuvo la habilidad necesaria para contrarrestar un motín de su tripulación. No sería el único.

 

La patente de corso extendida por gobierno de las Provincias Unidas a Jewett.

El 15 de enero de 1820 fue convocado nuevamente por el gobierno. Con el grado de coronel de la marina zarpó del puerto de Buenos Aires al mando de la fragata “La Heroína”. No fue un comienzo auspicioso. A poco de partir, falleció su segundo al mando, el sargento mayor Juan Adams, y varios miembros de la tripulación -que a duras penas pudo reclutar entre ex presidiarios, algunos voluntarios y otros soldados veteranos- enfermaron a causa del agua en mal estado. El jefe de la tropa de tierra era el capitán Laureano de Anzoátegui, con el que no se llevaba bien.

Se reaprovisionaron en Cabo Verde y capturaron a la corbeta portuguesa “Carlota”, a la que habían perseguido durante un día. Tuvo que sofocar un motín y ordenó ajusticiar al cabecilla. Mientras el norteamericano se quejaba de la falta de carácter de la tripulación, el desánimo de los marineros se acentuó con el número creciente de enfermos víctimas del escorbuto.



La Fragata Heroína, que comandó Jewett y con la que llegó a Malvinas.

En ese ambiente, llegó a las islas Malvinas al atardecer del 27 de octubre. Echó anclas en la Bahía de la Anunciación, a seis millas de Puerto Soledad. Lo primero con lo que se encontró fue más de cincuenta buques, la mayoría británicos y norteamericanos, que se dedicaban a depredar la fauna local, especialmente focas, lobos marinos, ballenas y aún el ganado que habían llevado los españoles. Se calculó que un buque mataba alrededor de un millar de focas en una semana.

Al día siguiente, en un bote alcanzó la costa, en procura de carne fresca y legumbres. El panorama que encontró en tierra era desolador. Desde 1811 no había población estable en las islas y los pocos ranchos abandonados eran inhabitables. Jewett ordenó usar telas de las velas para armar carpas y alojar a las decenas de enfermos que traía a bordo.

“Tomar posesión”

Jewett escribió una comunicación que hizo distribuir a los capitanes de los barcos allí apostados: “Tengo el honor de informar a usted de mi llegada a este puerto, comisionado por el Superior Gobierno de las Provincias Unidas de la América del Sud, para tomar posesión de estas islas en nombre del país que naturalmente pertenecen. Al desempeñar este deber deseo obrar con la mayor deferencia y equidad hacia todos los pabellones amigos. Uno de los objetos principales es evitar esa abusiva destrucción de los recursos tan útiles para aquellos, cuyas necesidades los compelen o convidan a visitar estas islas y auxiliar a los que deseen abastecerse a poca costa. Como su objeto no es contravenir estas disposiciones y como creo que puede resultarnos alguna ventaja de una entrevista personal, invito a usted a que venga a bordo de mi buque, donde podré alojarlo todo el tiempo que usted quiera. Suplico a usted que haga saber esto a los otros súbditos británicos que se hallen en estos parajes".

Armar una colonia

El 3 de noviembre Weddell caminó seis o siete millas para visitar a Jewett. Durmió en “La Heroína”, tomando sus precauciones: lo hizo vestido y con las armas a su alcance. Según dejaría escrito, el proyecto de Jewett era el de convocar colonos y hacer traer materiales de construcción y enseres para armar un poblado formal en las islas.

Jewett preparó la ceremonia para el lunes 6 de noviembre. Había hecho emplazar un mástil e invitó a los capitanes de los barcos. Con los pocos hombres sanos con los que contaba, armó una suerte de desfile. Se marchó al son de un tambor y de un pífano. En ese ambiente, se izó por primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas.

La caza indiscriminada y sin control provocó un marcado descenso de la fauna en el Atlántico Sur.

Los extranjeros, entre recelosos y temerosos -algunos creían que terminarían siendo víctimas de los hombres de Jewett- presenciaron como desde “La Heroína” se disparaban los 21 cañonazos de rigor que la ceremonia imponía, luego de que Jewett leyera una proclama.

Los problemas no habían terminado. Debió enfrentar otro motín mientras más hombres enfermaban. Algunos fueron embarcados en un lobero inglés y remitidos a Buenos Aires. Y en otro barco despachó su pedido al gobierno de ser relevado de sus funciones.

En febrero de 1821 se aceptó su solicitud y el 23 de abril de ese año Jewett le pasó el mando al coronel Guillermo Mason.

Weddell, en su viaje al sur en su afán de cazar focas y lobos, alcanzaría el record en 1823 en navegar 3° más al sur del que lo había hecho el capitán Cook. Por su parte, la vida de Jewett seguiría por otros carriles y se radicaría en Brasil, donde falleció en 1842. No presenció la epopeya que encabezó Luis Vernet y tampoco se imaginó, que 200 años más tarde, un sello postal homenajearía el acto del 6 de noviembre de 1820 cuando, en presencia de sus marineros maltrechos y atónitos capitanes de barcos extranjeros, izaba por primera vez el pabellón nacional.


jueves, 5 de noviembre de 2020

(Pensando en) Cambios en la Royal Air Force

Pensando en pensar en la Royal Air Force

Mal Craghill || War on the Rocks




El año pasado fue fuerte para el debate sobre los desafíos del personal en la Fuerza Aérea de EE. UU. En War on the Rocks, desde la erosión de la cultura hasta el jefe de personal de la Fuerza Aérea de EE. UU. respondiendo directamente (y, lo más importante, positivamente) a un artículo anónimo sobre el sistema de promoción de oficiales. En el Reino Unido, es difícil imaginar el mismo nivel de debate en lo que respecta a la Royal Air Force. Los líderes senior jubilados no se involucran con el pensamiento del poder aéreo de la forma en que lo hacen personas como el teniente general (retirado) Dave Deptula y otros, y los oficiales senior en servicio prácticamente no contribuyen al debate. Esto es corrosivo para lo que el ejército del Reino Unido llama el componente conceptual del poder de lucha, que se encuentra junto a otros dos: el moral y el físico. La doctrina militar del Reino Unido asocia estos términos con los fundamentos intelectuales de cómo luchamos, los desafíos de inspirar a las personas a luchar y con qué luchamos.

Sin embargo, es posible que el componente conceptual de la Royal Air Force aún no sea una causa perdida. Un nuevo jefe del Estado Mayor Aéreo asumirá el cargo en julio de este año. El secretario de Estado de Defensa lo describió como un “líder transformador” con mandato de reforma. ¿Cómo podría hacer eso? El enfoque de este artículo estará firmemente en los desafíos y oportunidades para el jefe dentro del componente conceptual. Utilizaré una mezcla de experiencia personal, tanto en uniforme durante más de 30 años como ahora fuera de ella, documentos de política, revistas y otras fuentes para demostrar que la retórica no ha coincidido con la realidad en lo que respecta al compromiso de la Royal Air Force con su ventaja intelectual. . Comenzará por establecer el contexto estratégico dentro del cual opera la Royal Air Force, ya que contribuye a los objetivos de la política del gobierno del Reino Unido. Luego se analizará la respuesta algo contraintuitiva de la Royal Air Force a este entorno, antes de que el artículo concluya planteando un desafío al jefe entrante para que adopte un enfoque dinámico para devolver el componente conceptual al pensamiento convencional de la Royal Air Force.

 

 

El contexto

Se nos dice que el cielo se está cayendo. Lea cualquier literatura del gobierno del Reino Unido relacionada con la defensa y la seguridad, y verá las advertencias escritas en grande. La Estrategia de Seguridad Nacional de 2010 advirtió que "Hoy, Gran Bretaña enfrenta una gama diferente y más compleja de amenazas de una miríada de fuentes ... Estamos entrando en una era de incertidumbre". Para 2015, con la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2015, el primer ministro nos aseguró a todos que "el mundo es más peligroso e incierto hoy que hace cinco años". Solo tres años después, con la publicación de la Revisión de la capacidad de seguridad nacional de 2018, las cosas estaban alcanzando un punto álgido: “desde que se publicó [la Estrategia de seguridad nacional], las amenazas han seguido intensificándose y evolucionando y enfrentamos una serie de desafíos complejos en casa y en el extranjero ... nuestra seguridad nacional está condicionada ... a nuestra capacidad para movilizar de manera más eficaz toda la gama de nuestras capacidades en conjunto para responder a los desafíos que enfrentamos ”. Un cínico podría asumir que el gobierno exageró el caso para garantizar el apoyo a sus políticas de seguridad, y una breve revisión de la cosmovisión más allá del centro de Londres revela perspectivas diferentes. El Informe de Riesgos Globales 2018 del Foro Económico Mundial, en su revisión de las tendencias de diez años, rastrea un aumento en los riesgos ambientales a medida que los riesgos económicos han disminuido e identifica la "profunda inestabilidad social" como su mayor riesgo ponderado. Independientemente de si se adopta una visión jerárquica de los riesgos y desafíos (como hace el gobierno del Reino Unido), o una visión en red (como la mayoría de las organizaciones no gubernamentales y otros actores), está claro que el entorno contemporáneo se caracteriza por algunos grado de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Los desafíos de seguridad para el Reino Unido que surgen de África y el Medio Oriente por sí solos no necesitan ser detallados, y como BA Friedman señaló recientemente, en tiempos tan complejos “[los políticos] merecen el tipo de asesoramiento militar que solo se puede adquirir a lo largo de una carrera de estudiar la política exterior y el uso de la fuerza militar, no solo de participar en su ejecución ”. Quizás sea sorprendente, entonces, que habiendo pintado una imagen tan oscura de los desafíos que enfrenta el Reino Unido, el gobierno casi no hizo conexión en ninguno de los informes citados con la necesidad de desarrollar a su gente para enfrentar mejor este entorno. Ni la Estrategia de Seguridad Nacional ni la Revisión de la Capacidad de Seguridad Nacional contienen ninguna referencia obvia a este desafío, más allá de un solo párrafo vago en la Estrategia de Seguridad Nacional.

La respuesta de la Royal Air Force

A pesar de esta aparente falta de dirección política, la Royal Air Force ha manifestado su intención de abordar el componente conceptual en varias ocasiones, y en 2015 se produjeron varios desarrollos. En primer lugar, en la primavera de 2015, la Royal Air Force lanzó la iniciativa Thinking to Win. El mariscal en jefe del aire Pulford declaró en un discurso en septiembre de ese año que Thinking to Win se había lanzado "para incorporar el componente conceptual del poder de combate en el corazón de la Royal Air Force de 2020". Continuó explicando que Pensar para ganar “es la forma en que nuestra ventaja decisiva, todas nuestras mentes, puede aplicarse a nuestros desafíos y desbloquear nuestro potencial”, pero que “no debe malinterpretarse como una actividad de ahorro de costes. " El desafío sería claramente significativo: en la época en que se lanzó Thinking to Win, el Royal Air Force Center for Air Power Studies publicó una edición especial de Air Power Review centrada en el componente conceptual. En él, el Capitán de Grupo Paul Wilkins, entonces director de estudios de defensa de la Royal Air Force, escribió una perspectiva personal en la que reconoció que un tema central para la Royal Air Force era su "capacidad para aprovechar y explotar el Componente Conceptual" porque el contexto contemporáneo otorgó “una prima a la capacidad de las fuerzas armadas de una nación para pensar con mucho cuidado cómo se puede configurar y emplear el instrumento militar en apoyo de objetivos políticos”. Pero Wilkins pasó a identificar un problema. Señaló que, a partir de sus interacciones con los oficiales de la Royal Air Force que asisten a cursos de educación militar profesional en la Academia de Defensa con sede en Shrivenham, muchos vieron el componente conceptual como "el dominio exclusivo de oficiales muy superiores" y sintieron que había poco que pudieran hacer para influir en su desarrollo. Esto confirma que el problema es realmente profundo, y una revisión de artículos en Air Power Review desde el cambio de década revela una asombrosa desconexión entre la percepción y la realidad. Si algunos piensan que el componente conceptual es el dominio de los escalones más altos, ¿por qué ha habido solo tres artículos de Air Power Review de oficiales en servicio del rango de vice mariscal de aire (dos estrellas) o superior desde 2010 (ni uno solo)? del cual estaba pensando en el poder aéreo)? 


Volviendo nuevamente al artículo de Wilkins, identificó que una gran proporción de oficiales superiores de la Royal Air Force (es decir, líderes de escuadrón y superiores) no recibieron educación formal durante la gran mayoría de sus carreras. Durante mi tiempo como oficial al mando de la Escuela de Guerra Aérea (2011-2013), esto fue identificado formalmente por la RAF, y en 2012 se introdujo un curso titulado Programa de estudios para oficiales superiores para llenar el vacío. El Programa de estudios para oficiales superiores se diseñó como un curso de aprendizaje combinado de vanguardia (las fases residenciales se imparten en la Escuela de Guerra Aérea, junto con el socio académico del Royal Air Force College y mi personal), proporcionando MA- educación acreditada para oficiales de corriente no ejecutivos, generalmente los líderes de escuadrón y los comandantes de ala no seleccionados para el Advanced Command and Staff College. El curso cubrió el sistema internacional, el pensamiento estratégico, la ética, el análisis operativo, el mando, el liderazgo y la gestión, y la aplicación y el diseño futuro del poder aéreo, exactamente el tipo de material necesario para desarrollar a los oficiales de la Royal Air Force para el mundo distópico imaginado por el gobierno y Ministerio de Defensa. A pesar de los niveles de aprobación generalizados y muy altos del contenido del curso por parte de sus graduados, y de que no había alternativa para llenar el vacío, la Royal Air Force decidió a principios de 2018 suspender el Programa de estudios para oficiales superiores, en gran parte porque el Air Warfare Center lo veía como una carga que soportar.

Existe otro problema, quizás incluso más notable que el Programa de Estudios para Oficiales Superiores dado que la doctrina del Reino Unido identifica el componente conceptual como "la base sobre la cual se puede ejercer la creatividad, el ingenio y la iniciativa en situaciones complejas". La parte académica del curso de formación inicial de oficiales en el Royal Air Force College se ha reducido al menos a la mitad en los últimos dos años, con una reducción particularmente salvaje en el material diseñado para desarrollar la comprensión de los cadetes del mundo incierto y volátil en que se espera que operen como oficiales subalternos. Debido a esta reducción impuesta, han desaparecido muchos de los estudios de casos históricos a través de los cuales los cadetes desarrollaron su comprensión del empleo de la fuerza militar en diferentes entornos y contextos (ya no aprenden sobre Vietnam, las Malvinas, Kosovo o la Tormenta del Desierto, y aprenden mucho menos sobre el sistema internacional, las amenazas a la seguridad y el marco legal y ético dentro del cual opera el ejército). También ha desaparecido la mayor parte del tiempo para pensar que uno normalmente asociaría con el material del curso de primer año a nivel de grado. Desde que se introdujeron los cambios, cerca de 1.000 oficiales subalternos se habrán graduado del Royal Air Force College.

Por último, en cuanto a si la Royal Air Force reconoce el daño que ha hecho a su propio componente conceptual, la Estrategia de la Royal Air Force 2017 tiene una pista: establece desde el principio un "Enfoque en nuestra gente" como su máxima prioridad, pero leyendo A lo largo del documento, está claro que el enfoque está de hecho en abordar los desafíos de contratación y retención (problemas de recursos humanos, el negocio del componente físico) en lugar de mejorar el componente conceptual, que en sí mismo no se menciona una vez en todo el documento. Esto se conecta con el punto anterior de que la Royal Air Force claramente está siendo dirigida pobremente por el Ministerio de Defensa en lo que respecta al componente conceptual. En el informe del ministerio de diciembre de 2018 sobre el Programa de Modernización de la Defensa, a las "personas" se les otorga solo media página de consideración, justo al final del informe, y se enfoca completamente en temas de recursos humanos nuevamente. Parecería, a pesar de los comentarios del jefe antes mencionados en 2015, que la era Thinking to Win en realidad ha visto una erosión significativa del espacio conceptual, en contra de sus principios de diseño. Sin embargo, esto también es ahora un punto discutible: recientemente me han dicho que el programa, que mis colegas en servicio de la Royal Air Force me dicen que ha producido poco valor, aparentemente ha sido archivado en silencio.

Un desafío para el nuevo jefe del Estado Mayor Aéreo

Las noticias no son del todo malas, por supuesto. El Centro de Estudios del Poder Aéreo de la Royal Air Force ya gestiona una serie de programas y actividades exitosos, como la publicación de Air Power Review y la lista de lectura del jefe y la gestión del programa de becas del jefe, y los escuadrones de desarrollo de la fuerza se han estado ejecutando en Royal Air Force. estaciones durante varios años. Las becas emblemáticas comprenden una pequeña cantidad de oportunidades de estudio o colocación financiadas a tiempo completo y parcial, hasta el nivel de doctorado, en toda la estructura de rango de la Royal Air Force, con el objetivo de desarrollar la capacidad intelectual y ampliar el estudio del aire, el espacio y temas cibernéticos. Sin embargo, la dotación de recursos limita inevitablemente la ambición de la mayoría de estas iniciativas. Si el nuevo jefe acepta que tiene un desafío en sus manos en lo que respecta al componente conceptual, dos cosas están claras: tendrá que abordarlo alentando y permitiendo que su gente se comprometa con los fundamentos intelectuales de su servicio y el mundo en que opera, y tendrá que hacerlo articulando una visión clara, convincente y con recursos que conecte los tres pilares del poder de lucha entre sí.

No tengo ninguna duda de que habrá voces disidentes que afirmen que la mayoría de las personas están ocupadas la mayor parte del tiempo, pero la Royal Air Force haría bien en prestar atención a la advertencia ofrecida por Christopher Elliott sobre el culto al ajetreo en las fuerzas armadas. Elliott (un general de división retirado) señaló que los oficiales militares, que trabajan muchas horas, "agotan la capacidad de pensar con claridad y creatividad". Será necesario lograr un equilibrio: la experiencia personal sugiere que la actividad y el rendimiento no siempre son complementarios, y parte de la actividad de "jogging normal" que llena los días de las personas deberá eliminarse, subcontratarse o asignarse recursos para hacer espacio para la actividad intelectual. Aprender a decir “no” demostraría compromiso: hacer más con menos puede haberse convertido en algo común, pero simplemente deja a las personas con la sensación de sobrevivir en lugar de prosperar.

Es posible que el jefe también desee abordar la distribución de la actividad del componente conceptual en la Royal Air Force; algunos lectores pueden haber notado que este artículo se ha centrado mucho en los oficiales hasta ahora. Mi experiencia tanto con uniforme como sin él ha sido que la cohorte de alistados de la Royal Air Force simplemente no sabe que está “bien” que tengan voz en lo que respecta al poder aéreo. Esto se extiende a un desafío final para el jefe, sumergir a toda la Royal Air Force en su visión, y ofrezco una última anécdota para resaltar la importancia de esto. En 2012, conversé con mi gerente de carrera de la Royal Air Force, discutiendo mis opciones para futuros puestos. En ese momento yo estaba al mando de la Escuela de Guerra Aérea, el centro de posgrado de excelencia en el poder aéreo y la educación en guerra aérea. Sin rodeos, me dijeron que "el problema es que eres un experto en energía aérea y la Royal Air Force no está buscando expertos en energía aérea". Si la organización de gestión de carrera de la Royal Air Force no valora el componente conceptual, no se indicará al personal las oportunidades de desarrollo ni se lo cargará en cursos, y hay pocas posibilidades de que la fuerza más amplia adopte el desarrollo intelectual.

Existen numerosas formas en las que la red del componente conceptual podría ampliarse. La Royal Air Force podría desarrollar un complemento en línea receptivo para Air Power Review para fomentar una mayor participación y un debate en vivo sobre el poder aéreo (el Army Knowledge Exchange puede ofrecer un modelo). Se podría lanzar un componente conceptual de la Royal Air Force en Twitter, en el que se publicarían artículos diarios para estimular el pensamiento y el debate en todo el servicio y más allá. Se podría alentar al personal (incluso asesorarlo) para que haga podcasts o publique reseñas de videos de artículos o libros interesantes. Indudablemente, existen muchas más vías que podrían explorarse.

Así que le presento un desafío al nuevo jefe profesional de la fuerza aérea independiente más antigua del mundo: adoptar el componente conceptual en su visión de la RAF, dotarlo de recursos, nutrirlo y, sobre todo, asegurarse de que todos en toda la fuerza lo entiendan. y se compromete con él. Per Ardua ad Astra.

martes, 3 de noviembre de 2020

Len Carver recibe la bendición de un FAL argentino


"¡Hey, hombre!"

El cabo del 3er Regimiento de Paracaidistas, Len Carver, cuenta así su experiencia en Monte Longdon:
"Había una roca grande y un espacio entre las rocas. De repente un soldado argentino se para, dice: "¡Hey, hombre!" y desde la cadera nos descarga una vaina entera. Ellos tenían armas automáticas, las nuestras eran semi-automáticas. Los dos de adelante se abren para cubrirse. El que estaba frente a mi, murió. Recibimos un montón de disparos. Me lancé para cubrirme y fui herido. Una bala me atravesó el costado y el pulmón izquierdo...".
Para abatir al soldado que los había encarado antes de abrir fuego, los ingleses tuvieron que tirarle con un misil antitanque. Ellos lo bautizaron como "Pedro", pero hasta el día de hoy se desconoce su verdadero nombre.
(Quien quiera ver este testimonio, puede acceder al video que mi hijo homónimo hizo sobre Monte Longdon, y que está en mi canal de Youtube, link en perfil. También puede leerlo en el periódico Worcester News del 2 de abril del 2007).

viernes, 30 de octubre de 2020

Darwin: La valentía de Peluffo frente al 2 Para

La garra de un oficial correntino de 20 años.





Desde el aula de cuarto año del Colegio Militar, a una de las más cruentas batallas de Malvinas. Ascendido de apuro, como otros cadetes, al grado de subteniente en comisión, Ernesto Orlando Peluffo se vio comandando una sección de soldados, prácticamente de su misma edad, frente al Segundo Batallón de Paracaidistas ingleses (400 hombres) apoyado por una compañía de Royal Marines.
Afortunadamente, llega hasta sus posiciones en un audaz contraataque el teniente Roberto Estévez con su sección Bote, de soldados conscriptos de 18 años, AOR, Aspirantes a Oficiales de Reserva. Cuando Peluffo salé a recibirlos, es alcanzado por una granada en la pierna. A pesar del dolor que sentía, toma el FAP del soldado Orellana, que había quedado fuera de combate y empieza a barrer al enemigo.



Durante cinco horas resistieron los hombres de Estévez y Peluffo en las colinas de Darwin a un enemigo más numeroso, pero no superior. Los mismos británicos reconocieron después de la batalla, que esos 70 hombres, lejos de estar desmoralizados como se había pensado, pelearon "como leones". Los argentinos depusieron las armas sólo después de haber sufrido un 50 por ciento de bajas entre muertos y heridos, después de que cayera el teniente Estévez, y después de que el subteniente Peluffo recibiera un balazo en la cabeza. Tampoco fueron pocas las bajas de enemigo, entre las que se contaba el mismísimo jefe del "Para 2", Herbert Jones, abatido por el soldado Oscar Ledesma.
Cuando Peluffo cae herido, el conscripto Ponce lo auxilia, lo venda con su propio paquete de curaciones, y hasta lo alienta. Clara muestra de una hermandad entre oficial y soldados, que se conserva hasta el día de hoy.
Hace unos años visite a Peluffo en el Regimiento de Patricios. Lucía en la frente su marca de la gloria; la cicatriz del balazo inglés. Y en la boca, un rictus de amargura...

miércoles, 28 de octubre de 2020

Crucero ARA Gral Belgrano: Los valientes hermanos Ávila

Civiles en apoyo de combate.

Antes de zarpar, el comandante del “Belgrano” les ordenó a los cantineros del crucero, dos civiles, que abandonaran el buque, porque se ponía proa a una guerra. Sin embargo, la respuesta de los hermanos Heriberto y Leopoldo Avila fue tajante: “De ninguna manera señor, somos parte del crucero y vamos con la gente del crucero hasta las ultimas consecuencias”. Frente a tan decidida reacción, el capitán Héctor Bonzo cedió.
El 2 de mayo, al ser torpedeada la nave argentina, Heriberto Avila logró subir de la cantina a la cubierta principal. Podía haber embarcado en una de las balsas y salvado su vida. En vez de eso, se desesperaba, llamando a gritos a Leopoldo. Pero este no había salido; al momento del impacto, estaba durmiendo en su cucheta, dos cubiertas más abajo. Sin titubear, el hermano mayor se lanzó al rescate del menor, internándose en un pasillo colmado de humo y fuego. Logró llegar hasta Leopoldo, pero lo encontró malherido. Al tratar de sacarlo, varias explosiones activaron el cierre automático de las compuertas del sector. Quedaron atrapados.
Los dos civiles santiagueños compartieron el destino de los militares “hasta las últimas consecuencias”, tal como habían guapeado. Lo de ellos no fue bravata.
(En la foto a la izquierda, Heriberto Avila. A la derecha, Leopoldo Marcelo Avila).
Fuente: Nicolás Kasanzew

sábado, 24 de octubre de 2020

Planificación militar: (Exceso de) Optimismo y autoengaño

El autoengaño y la "conspiración del optimismo"

Charles Vandepeer || War on the Rocks


Durante su cautiverio, el teniente Vincent Eyre, uno de los pocos supervivientes de la aniquilación del ejército británico en Afganistán en 1842, escribió un relato de la desastrosa campaña que todavía sirve como advertencia contra el optimismo indebido en las operaciones militares. Eyre señaló que, antes de la masacre de unos 4.500 soldados y 12.000 civiles, los líderes superiores ignoraron en gran medida las advertencias sobre la situación de seguridad sobre el terreno y la falta de preparación de los militares en Kabul. Como resultado, concluyó: "Fue necesaria una lección terriblemente severa para quitar el velo de los ojos de aquellos que, sacando sus conclusiones de sus deseos, considerarían Afganistán como un país asentado".

La tendencia a percibir nuestras acciones y desempeño actuales y futuros de una manera demasiado positiva es una forma de autoengaño común en el comportamiento humano, incluida la historia militar. Que tendemos a calificarnos a nosotros mismos como "mejores que el promedio" es un fenómeno bien investigado. También son bien reconocidas las inclinaciones humanas hacia juicios demasiado optimistas sobre el futuro, inflando los beneficios potenciales y minimizando los riesgos. Las ilusiones positivas sobre nuestro propio desempeño y sobre el futuro son posiblemente importantes para la salud física y mental, pero causan problemas cuando se alejan demasiado de la realidad.

Norman Dixon identificó cuatro factores comunes de fallas militares: exceso de confianza; subestimar al enemigo; ignorar los informes de inteligencia; y desperdiciar la mano de obra. Si bien las estimaciones demasiado pesimistas de un adversario son seguramente problemáticas, sobrestimar las propias capacidades y el desempeño de uno parece ser el valor predeterminado más consistente y costoso. Una revisión de las operaciones militares desde las guerras mundiales hasta Corea, Vietnam, Irak y Afganistán proporciona información sobre cómo los individuos y las organizaciones albergan percepciones demasiado optimistas, minimizan las amenazas y hacen suposiciones inválidas sobre sus propias capacidades. Tal autoengaño tiene consecuencias en el campo de batalla y no se limita necesariamente a un nivel de rango, unidad, servicio o nación específicos. En contraste prometedor con esta tendencia histórica, la actual Estrategia de Defensa Nacional de los Estados Unidos brinda la oportunidad de considerar de manera realista el fracaso en el campo de batalla y evitar un optimismo infundado y una falta de preparación intelectual para la próxima guerra.

Percepción errónea motivada

Toda guerra se basa en el engaño, dice el adagio. Esto parece aplicarse tanto al engaño de un adversario como al engaño de nosotros mismos. Barton Whaley, un líder en el estudio del engaño militar, define el autoengaño como "puedo ver pero no puedo". De esta manera, el autoengaño es una percepción errónea motivada: las personas mantienen una narrativa preferida incluso frente a información contradictoria. La motivación podría ser incentivos para informar noticias positivas, el esfuerzo y la incomodidad de cambiar de opinión, la inversión personal y el ego adjunto a las primeras declaraciones, o simplemente arrogancia.

En octubre de 1950, el general Douglas MacArthur le aseguró al presidente Harry Truman que los chinos no intervendrían militarmente en la Guerra de Corea y, si lo hacían, lo harían en un número tan reducido de personas que serían fácilmente derrotados. A pesar de las múltiples advertencias de la intención de China de actuar y de la evidencia de las fuerzas chinas que operan en Corea del Norte, MacArthur y su oficial superior de inteligencia ignoraron esas advertencias, aislados por un personal del cuartel general que parecía haber incumplido el acuerdo con el comandante. La derrota del 8. ° Ejército en el río Yalu, seguida de una retirada combativa de Corea del Norte que costó la vida a miles de soldados estadounidenses y de la ONU, mostró cuán poco preparados estaban MacArthur y su personal para la escala y severidad de las operaciones ofensivas chinas. Este "desastre autoimpuesto" no se basó en la ausencia de información, sino en un descuido de la información que no se ajustaba a la perspectiva favorita del comandante: puede ver pero no puede ver.

Sesgo de optimismo

La Investigación sobre Irak del Reino Unido, publicada en 2016, es particularmente crítica con los informes optimistas del Ministerio de Defensa y el desprecio de la información que entra en conflicto con una narrativa demasiado positiva. A lo largo del compromiso de Gran Bretaña en Irak, señala la investigación, los líderes mostraron "una tendencia a centrarse en la interpretación más positiva de los hechos". Si bien elogió la actitud positiva de los militares británicos, la investigación argumentó que este sesgo de optimismo hizo que muchos en el liderazgo ignoraran los informes negativos dentro de las filas, lo que a su vez condujo a una comprensión inexacta de la situación de seguridad, malas decisiones y oportunidades perdidas. Las visitas a Irak del primer ministro, el secretario de Relaciones Exteriores y el jefe del Estado Mayor de Defensa revelaron una situación muy diferente a la que se había informado.

El problema no es la ausencia de información, sino cómo se interpreta y se entiende esa información. El liderazgo vio los eventos negativos como sucesos aislados en lugar de indicaciones de una tendencia más amplia. A finales de 2003 y principios de 2004, por ejemplo, el aumento de los ataques en todo Iraq no se reconoció como parte de una insurgencia violenta que afectaría directamente al despliegue británico en el sur de Iraq. En cambio, el enfoque británico se centró en retirarse y entregar el control a las fuerzas de seguridad iraquíes, justo cuando la situación de seguridad se deterioraba. Los altos mandos civiles y militares estaban al tanto de las tensiones en el despliegue simultáneo de las fuerzas del Reino Unido en Afganistán e Irak, con evaluaciones de la situación de seguridad en Irak influenciadas por el deseo de reducir el número de tropas.

"Doblar la esquina"

En 2017, el general John Nicholson, entonces jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, afirmó que Estados Unidos y Afganistán habían "doblado la esquina" y estaban "en camino de ganar". Su afirmación fue recibida con escepticismo dada la situación de seguridad sobre el terreno, y algunos observadores señalaron que sus predecesores habían hecho esas declaraciones durante todo el conflicto. Las declaraciones positivas de los líderes senior sobre el progreso operativo no pueden evitar influir en el pensamiento dentro de sus organizaciones y, ya sea intencionalmente o no, impactar la forma en que los subordinados informan. A pesar de los esfuerzos por ir más allá del método inflado e inexacto de la era de Vietnam para estimar el número de insurgentes muertos, los militares lucharon por identificar formas útiles de medir el éxito de las operaciones de contrainsurgencia. La falta de métricas inequívocas dificulta la superación de la tendencia hacia evaluaciones optimistas o interpretación positiva de los datos. Un informe de RAND que revisa las evaluaciones de la contrainsurgencia en Afganistán e Irak sugiere que los altos líderes enfatizaron los aspectos más positivos de los informes, tanto si ese optimismo estaba justificado como si no. En un hallazgo que se hace eco de la experiencia británica, un informe de la CNA sobre las evaluaciones de las operaciones militares argumentó que los informes de los comandantes militares a los responsables de la formulación de políticas "a menudo reflejan un optimismo que no está presente en las evaluaciones internas de abajo hacia arriba o incluso es contrario a ellas". También se observó una presión abierta para demostrar el progreso en Afganistán durante las reuniones del Grupo de Operaciones Interagencial afgano, con evaluaciones modificadas "para indicar en la cadena de mando que sin duda se estaban haciendo progresos".


"Conspiración del optimismo"

Los juicios demasiado optimistas no se limitan a las operaciones militares. Un discurso reciente de un exministro de defensa australiano señaló que a mediados de la década de 2000, el liderazgo superior de la Fuerza de Defensa Australiana estaba brindando orientación al gobierno sobre las fechas de entrega de Joint Strike Fighter y la viabilidad de mantener operativa una flota de aviones F-111 envejecida. El ministro observó que la fecha de retiro del F-111 "muerto" se extendió incluso ante los nuevos problemas que surgían con la flota, mientras que el plan para entregar el primer escuadrón F-35 a Australia para 2012 se basaba en una serie de suposiciones cuestionables. . En lugar de evaluaciones realistas, el ministro describió enfrentarse a "una conspiración de optimismo". Haciendo caso omiso de este consejo de "sin problemas" de la Fuerza de Defensa Australiana y reconociendo los probables retrasos en el proyecto (que posteriormente ocurrieron), el gobierno australiano inició la adquisición de Super Hornets para evitar una brecha en las defensas aéreas nacionales. En este caso, el ministro evitó los efectos de la conspiración del optimismo al anular la jerarquía de la defensa.

Las conspiraciones de optimismo no son necesariamente deliberadas. En cambio, reflejan una mentalidad militar de "puedo hacerlo" y un espíritu de optimismo arraigado en la cultura militar. La capacidad de superar las dificultades es fundamental para el éxito militar, pero presenta problemas cuando dicha perspectiva se divorcia de la realidad. Los incentivos organizativos para informes positivos, cero defectos y verificación de casillas se refuerzan mediante el avance profesional o simplemente evitando la atención negativa, un punto reconocido desde hace mucho tiempo como un problema en el ejército de los EE. UU. esto se ve agravado por la tendencia humana a seleccionar información de fuentes positivas en lugar de negativas, lo que refuerza un optimismo poco realista. La tendencia cognitiva hacia la evidencia confirmatoria y las preferencias organizacionales por informes positivos hacen que las organizaciones sean más propensas a favorecer las fuentes de información que apoyan la opinión de que un proyecto está en camino; un plan está funcionando; o una iniciativa es eficaz. La preferencia por evitar la información y la retroalimentación negativas resulta en un silencio organizacional, en el que las personas evitan denunciar inquietudes o problemas.

Evitar comentarios negativos

Un informe de 2015 de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU. Destacó una cultura en la que el Ejército imponía exigencias inalcanzables a las unidades y a los individuos, al mismo tiempo que fomentaba, aunque tácitamente, los informes falsos sobre la finalización satisfactoria de las tareas. Uno de los autores señaló que las reacciones a los hallazgos del informe parecían divididas entre los que se encontraban en el nivel de comandante posterior a la brigada y los que estaban debajo: "Vimos ira y negación de los rangos superiores y 'no es broma' de los rangos inferiores". Tal respuesta del liderazgo superior parece alentar la autocensura o la supresión de cualquier información que no sea demasiado positiva.

Un muy esperado informe sobre las lecciones aprendidas del Ejército de los EE. UU. Sobre la guerra de Irak ha puesto en tela de juicio "la capacidad de todo el sistema de defensa para la autorreflexión y el análisis". Sin embargo, incluso semanas antes de que se publicara el estudio, encargado en 2013 y finalizado en 2016, parecía que todavía había "resistencia institucional a que se ventilara tanta ropa sucia". Esta aversión a las críticas no puede evitar socavar la confianza en todo el proceso de lecciones aprendidas y suscitar sospechas de que la atención se centra en evitar la vergüenza en lugar de mejorar el desempeño militar.

Esto se alinea con el argumento de Micah Zenko de que los jefes no se rodean conscientemente de "sí, hombres" y mujeres, sino que la gente simplemente aprende a decir "sí", permanece en silencio o califica la disidencia hasta el punto de que no hace una diferencia. . En el ejército, tal cultura puede costar vidas y batallas. Teniendo en cuenta la desastrosa Batalla del Somme en la Primera Guerra Mundial, Winston Churchill escribió que la explicación más común para una política equivocada era que el personal les decía a los líderes superiores lo que querían escuchar. En consecuencia, "la perspectiva del líder de cuyas decisiones dependen los acontecimientos fatídicos suele ser mucho más optimista de lo que admiten los brutales hechos". Las preferencias organizacionales para mantener ilusiones positivas significan que es probable que las voces disidentes sigan siendo raras; el deseo de informar positivamente en la parte superior de una organización jerárquica se establece rápidamente en todos los niveles. Pero la disidencia genuina parece resultar en mejores decisiones y una evaluación más crítica de la información y las perspectivas, en contraste con los enfoques disidentes artificiales, como la designación de un "abogado del diablo".


El fracaso es una posibilidad genuina

Si el exceso de optimismo promueve el autoengaño, entonces el reconocimiento de la posibilidad genuina de fracasar en un conflicto fomenta la humildad y el realismo. La última Estrategia de Defensa Nacional ofrece al menos cierto potencial para contrarrestar el autoengaño y el exceso de confianza. En una revisión preliminar, David Barno y Nora Bensahel identificaron la frase más importante del documento: "El ejército de Estados Unidos no tiene un derecho predeterminado a la victoria en el campo de batalla". Describieron el documento como una clara advertencia del entonces secretario de Defensa Jim Mattis. La estrategia deja en claro que Estados Unidos podría perder guerras futuras, una ruptura significativa con las iteraciones anteriores que tendían a reconocer una mayor incertidumbre, complejidad y desafíos de los adversarios estatales y no estatales sin reconocer el potencial de derrota en el campo de batalla. Mattis ha mencionado anteriormente teorías militares que no se alineaban con las realidades del campo de batalla; con suerte, esta perspectiva tan realista continúa con su sucesor.

En ausencia de un combate reciente contra un adversario cercano, el sistema de defensa de Estados Unidos corre el riesgo de reforzar la tendencia hacia el exceso de confianza individual y organizacional. Los ejercicios y simulaciones proporcionan una comprensión útil pero imperfecta de cómo será el conflicto real entre estados, con el potencial de ignorar o minimizar los resultados incómodos. La Estrategia de Defensa Nacional señala que las fuerzas armadas de los Estados Unidos "tendrán que pensar, maniobrar, asociarse e innovar" a los adversarios estatales y no estatales. Lograr tal preparación intelectual requiere la voluntad de enfrentar la realidad, por incómoda que sea.

Tras el colapso de las fuerzas armadas francesas contra los alemanes en 1940 en solo seis semanas, Marc Bloch, un historiador y oficial militar francés convertido en combatiente de la resistencia (fusilado por los nazis en 1944) comenzó a investigar por qué Francia había sufrido una derrota tan rápida y total. Bloch obtuvo relatos de líderes militares en los niveles más altos que se congelaron bajo presión, incapaces de actuar con decisión frente a acciones enemigas inesperadas e imprevistas. Estos ejemplos reforzaron su conclusión de que la dirección militar francesa había demostrado ser incapaz de pensar en términos de una nueva guerra. La victoria alemana fue un triunfo del intelecto; los alemanes habían superado a los franceses en la búsqueda de una nueva forma de luchar. Bloch lamentó que el liderazgo no haya aprendido lecciones obvias de las nuevas tácticas de Alemania contra Polonia, que se utilizarían contra Francia ocho meses después. La sobreestimación de su estrategia defensiva y su capacidad para resistir y contrarrestar un ataque alemán finalmente le costó a los franceses su libertad.
 

Evitando la trampa

La historia ofrece sugerencias para evitar conspiraciones de optimismo. En la Segunda Guerra Mundial, la preparación de los Aliados para la Operación Overlord (la campaña de Normandía) reflejó un reconocimiento genuino del riesgo y las consecuencias del fracaso, las limitaciones de las capacidades militares aliadas y el alcance de las capacidades militares alemanas. Los preparativos aliados aplicaron lecciones duramente ganadas sobre las dificultades prácticas de lograr aterrizajes anfibios exitosos contra un adversario bien preparado. Los arreglos de mando conjunto, el entrenamiento realista, las nuevas tecnologías y una campaña de engaño masiva reflejaron una preparación basada en el realismo más que en el exceso de optimismo.

El liderazgo del general Dwight Eisenhower reflejó su genuina preocupación por la escala, el alcance y las dificultades de la operación. Eisenhower aplicó activamente las lecciones de unidad de mando a Overlord, basándose en sus propios éxitos y fracasos dirigiendo operaciones y reflejando una apertura a la crítica. El comandante James Goodson, un piloto de combate de la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos, describió el enfoque de Eisenhower como "una lección de liderazgo y motivación". En una reunión para discutir el apoyo a los aviones de combate el Día D, Goodson recordó que Eisenhower buscaba activamente los comentarios de todos: "Ningún oficial era demasiado joven, ningún comentario era demasiado inapropiado para ser escuchado". La filosofía del general hacia la crítica era evidente en palabras y acciones: veía como un deber plantear preocupaciones y nadie estaba por encima de la crítica. De acuerdo con esta actitud, como presidente, Eisenhower expresó su frustración por la falta de voluntad de su personal civil para desafiarlo o estar en desacuerdo con él cara a cara, declarando: “Si hubiera tenido un personal como este durante la guerra, ¡lo habríamos perdido! "

Otro ejemplo de cómo evitar la conspiración proviene de la experiencia británica en las Islas Malvinas. Al principio, los juicios demasiado optimistas del gobierno del Reino Unido de que era poco probable que Argentina emprenda una acción militar sobre las islas en disputa llevaron a decisiones sobre importantes recortes de fondos de defensa, incluida la retirada anunciada del único buque de guerra británico en el Atlántico sur. Al no reconocer cómo se interpretarían estas acciones, los británicos quedaron completamente sorprendidos por la invasión argentina de las islas en 1982. Posteriormente, sin embargo, los británicos pudieron hacer una evaluación realista de los límites de su proyección de fuerzas y reconocieron lagunas en la inteligencia. sobre el ejército argentino. El gobierno y el ejército de Gran Bretaña reconocieron los enormes desafíos de desplegar un grupo de trabajo a 8.000 millas de casa con suficientes fuerzas navales, aéreas y terrestres para recuperar con éxito las islas. Los primeros contratiempos y la falta de preparación reconocida reforzaron una perspectiva realista, evitando el exceso de optimismo. En última instancia, la victoria resultó de que los británicos superaron su sesgo cognitivo después de las pérdidas iniciales y, finalmente, superaron a su adversario en condiciones difíciles.

Estos ejemplos tenían en común el reconocimiento genuino de la derrota potencial, la apreciación de los límites de las propias capacidades y el reconocimiento de las capacidades potenciales del adversario. Estos factores moderaron el optimismo y reforzaron un nivel de humildad que condujo a una planificación, preparación y adaptación realistas. En ambos casos, el riesgo inequívoco de fracaso militar superó la inclinación hacia el exceso de optimismo.

La realidad duele

El ejército de los EE. UU. ya lleva a cabo una capacitación y una evaluación realistas del desempeño en combate, además de mostrar una disposición para aprender de las fallas operativas. La respuesta del jefe de personal de la Fuerza Aérea de EE. UU. a una crítica del liderazgo y la gestión también brinda aliento. Sin embargo, esta cultura debe impregnar toda la organización. El ejército estadounidense no debe desperdiciar la oportunidad que brinda la Estrategia de Defensa Nacional para considerar un futuro en el que el fracaso es una opción genuina. Haciendo la pregunta ¿Cómo evitamos nuestra propia conspiración de optimismo? parece un buen lugar para empezar.

A nivel individual, los responsables de la toma de decisiones deben estructurar su entrada de información para evitar interpretaciones demasiado optimistas. A nivel organizacional, los líderes deben asegurarse de que los incentivos para informar malas noticias o opiniones contrarias sean más fuertes que los incentivos para mantener el silencio organizacional. No es suficiente que los líderes digan "Mi puerta siempre está abierta"; una política de puertas abiertas por sí sola es inadecuada para romper las capas jerárquicas y los impedimentos organizativos para obtener fuentes alternativas de información. Los líderes deben reconocer el incumplimiento humano y organizacional hacia las noticias positivas y participar activamente, buscar y recompensar las perspectivas alternativas y contrarias para garantizar que las decisiones se basen en la realidad. Los problemas, problemas y desafíos generalmente se comprenden bien y son bien conocidos dentro de las organizaciones, pero no se informarán si se perciben como negativos o no se adhieren a la narrativa deseada percibida. El desafío para cualquier ejército no es solo evitar ser engañado por sus adversarios, sino también evitar engañarse a sí mismo.

Las ilusiones positivas de las capacidades militares son más fáciles de mantener y reforzar en una cultura que promueve las buenas noticias. Alentar y aceptar solo comentarios y análisis internos positivos puede ser una estrategia cómoda a corto plazo, pero los riesgos sorprenden en el campo de batalla, donde un adversario agradecerá la oportunidad de ofrecer una prueba de la realidad catastrófica e innegable. Los líderes deberían hacer una pausa para considerar lo que supuestamente dijo Mao Zedong sobre MacArthur antes de que los chinos entraran en la Guerra de Corea: "Un enemigo arrogante es fácil de derrotar".

 

Charles Vandepeer adquirió experiencia operativa con despliegues en el Medio Oriente sirviendo como oficial de inteligencia en la Real Fuerza Aérea Australiana. Tiene un doctorado. en ciencias políticas, ha trabajado como científico de defensa civil y ocupa puestos de docencia e investigación en varias universidades de Australia y Estados Unidos. Charles es el autor de Asking Good Questions – A Practical Guide.