domingo, 16 de julio de 2017

Equipo y uniforme de Comando de los RM

Uniforme y equipo de Comando de los Royal Marines



Comando de los Royal Marines, el conflicto de las Malvinas en 1982 
Desde la armadura pesada usada por un hombre de armas Yorkista en 1485 hasta los paquetes llevados en mochilas en Puerto Argentino en las espaldas de los Royal Marines cinco siglos más tarde, la carga literal del esfuerzo de un soldado está a la vista.

viernes, 14 de julio de 2017

Drogadicción rampante en los medios británicos

En Inglaterra aseguran que militares argentinos buscan plantar una bandera en las Malvinas

Medios de ese país mencionan una "operación nocturna de 14 comandos". En Cancillería lo desmintieron por completo.
Perfil
NdA: Anualmente la prensa británica desde 1982 azuza el fantasma de la amenaza argentina sobre Malvinas. A medida que el presupuesto argentino desciende a los infiernos estas noticias de potenciales amenazas argentinas se vuelven extremadamente ridículas. Sigan la serie y verán que es real. Siempre cada año hay una noticia bomba inventada de alguna amenaza a la vida de los putos isleños.


Las Islas Malvinas.

La prensa británica señaló que existe la sospecha de que un grupo de militares argentinos planea en secreto plantar la bandera argentina en las Islas Malvinas. Según la versión, sería una "operación nocturna" a llevar a cabo en septiembre próximo, por "14 comandos" que viajarían en dos helicópteros para lograr su objetivo.

El primero en dar cuenta de la versión fue el diario sensacionalista Express. Bajo el título "Revelado: complot de argentinos para hacer un raid en las Falklands y plantar su bandera en territorio británico", este medio señaló que los presuntos militares argentinos irán a las islas (que se encuentran bajo jurisdicción argentina) en dos helicópteros Bell Huey II hacia el archipiélago.

Además, agrega que supuestamente el presidente Mauricio Macri fue informado de estos planes. Por otra parte, fuentes británicas agregaron a la prensa de allí que un helicóptero Chinook de la RAF había sido puesto en alerta para desplazar tropas si fuera necesario ante cualquier incursión argentina.

Desde el gobierno argentino desmintieron por completo que algo así pueda llegar a ocurrir. "No tiene ningún asidero la nota", señalaron a Perfil.com fuentes de Cancillería. "Es una cita a un medio de dudosa legitimidad, además de que es técnicamente imposible volar a las islas con ese tipo de helicóptero". En 1964, Miguel Fitzgerald fue el primer argentino en volar a las islas y plantar la bandera nacional. Piloteó un Cessna, dejó una proclama y regresó.

miércoles, 12 de julio de 2017

Jimenez Corbalán y Wheen, dos historias en Monte Harriet

Pudieron haberse matado en la misma batalla: Infobae los reunió 35 años después
Combatieron en Monte Harriet. Con las balas silbando sobre sus cabezas. El Coronel Mayor Lautaro Jiménez Corbalán, del Regimiento 4 de Monte Caseros, y el Teniente Coronel David Wheen, del 42 Comando de los Royal Marines, vuelven a estar frente a frente para hablar de los horrores de aquella guerra, el coraje y los miedos, la paz y reconciliación 
Por Gaby Cociffi | Directora Editorial de Infobae



-Yo te tuve en la mira, dice el marine inglés.
-¿Por qué no me mataste?, pregunta el soldado argentino.
-Porque no teníamos suficientes municiones.

Los hombres, con sus uniformes y sus medallas de guerra, se estrechan con firmeza las manos. Esas mismas manos que hace 35 años cargaban un arma, colocaban su dedo índice en el gatillo y descargaban una lluvia de fuego y sangre contra sus enemigos.

"Era matar o morir", coinciden.


El Coronel Mayor Lautaro Jiménez Corbalán -subteniente en 1982, Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, Corrientes- y el Teniente Coronel David Wheen -capitán en aquel entonces, 42 Comando de los Royal Marines- aceptaron la propuesta de Infobae en este aniversario de Malvinas: volver a estar frente a frente como en aquella lejana y cruenta batalla en Monte Harriet.

Seiscientas cuarenta y nueve cruces con los nombres de los caídos en la guerra rodean a estos veteranos. Es una réplica del cementerio de Darwin de Malvinas, pero con una cruz por cada uno de los muertos, el cenotafio en la localidad de Pilar, Provincia de Buenos Aires. Allí se produce el encuentro. La rigidez de sus uniformes no alcanza para esconder la emoción.

El soldado argentino está parado al lado de una cruz en cuya chapa se lee: Hipólito González. "Era cabo, murió en la batalla", explica. "En mi sección de 45 soldados tuve 5 muertos y 15 heridos. Todos los días de mi vida me acuerdo de mis hombres, de los que quedaron allá en las islas".

El marine británico se queda en silencio, las manos juntas, como si estuviera orando. "Por suerte yo no tuve ningún muerto, pero sí heridos de gravedad. Uno de mis marines perdió la pierna al pisar una mina antipersonal y tardamos 15 horas en sacarlo de la línea de fuego por la resistencia que ustedes hicieron esa noche".


David Wheen, capitán del 42 Comando de los Royal Marines, cavando una trinchera en Malvinas

"Esa noche" es la del 11 de junio de 1982 en Monte Harriet. Una noche muy oscura y fría -siete grados bajo cero-, donde los británicos avanzaban a través de un campo minado. Los 42 Comandos -bajo las órdenes del teniente coronel Nick Vaux- debían tomar esa posición. David Wheen comandaba la Compañía L que marchaba en la primera línea de combate.

El fuego de artillería del Regimiento 4 -a cargo del teniente Coronel Diego Soria- demoraba el avance inglés. Jiménez Corbalán y sus hombres defendían el monte bajo un increíble bombardeo que llegaba desde una fragata en la costa.

El Harriet parecía estallar en llamas. Proyectil tras proyectil, metralla tras metralla, silbaban sobre las cabezas de los soldados. Se preguntaron si alguien iba a sobrevivir a esa noche. La negra madrugada  estaba iluminada por resplandores de bombas y balas trazantes. La escena parecía irreal, la sangre de los muertos no lo era.


Algunos de los oficiales del Regimiento 4 de Monte Caseros que combatieron en Malvinas. Lautaro Jímenez Corbalán (el tercero de pie, de derecha a izquierda) era subteniente y tenía 20 años

Desde las diez y media de la noche hasta la madrugada del 12 -"nueve y media de la mañana se rinden los últimos argentinos", aclara Jiménez Corbalán- combatieron frente a frente. Uno podría haber matado al otro. Pero ahora están aquí, de pie entre estas cruces blancas. Y hablan. Escuchémoslos.

David Wheen: En el instante en que ambos sobrevivimos a la guerra, y la pelea terminó, dejamos de ser enemigos. Nos convertimos en camaradas de armas.

Lautaro Jiménez Corbalán: En el momento de la batalla tenés que sobrevivir y tenés que matar. Pero no sentís odio por tu enemigo. Sólo cuando matan a un compañero… Ahí querés matar al otro, sale el instinto salvaje de querer eliminarlo.

DW: Es extraordinario poder estar frente a frente. Puede que hayamos tratado de matarnos el uno al otro, pero no por motivos personales sino porque eso era lo que nuestros trabajos requerían de nosotros. Yo no te odiaba, ¿por qué habría de hacerlo? No te conocía…

LJC: En ese momento nosotros tampoco teníamos odio. Eran nuestros enemigos. El problema es que existe una disputa ancestral entre los dos países por Malvinas. Eso fue lo que nos motivó a estar ahí, y llegado el caso a matar o morir.


Frente a la cruz que recuerda al Capitán de Fragata Pedro Giachino, caído el 2 de abril durante la recuperación de las islas Malvinas

-¿Por qué que valía la pena matar o morir por Malvinas?

DW: Cuando me llamaron al frente, cuando la guerra parecía inminente, lo primero que pensé fue "¿Por qué yo? ¿Por qué no podría haber sido el turno de alguien más?". Fue una conversación que tuve conmigo mismo: ¿Estaba dispuesto a ir a morir a esa guerra? ¿Era una causa justa?

-¿Sentían que era una causa justa?

DW: Lo era. Me di cuenta que estábamos haciendo lo correcto, que era algo por lo que valía la pena morir. Solo después, ya en las islas, se volvió un tema de matar o ser matado. Es muy difícil darse cuenta de eso hasta que llega el momento en que uno está protegiéndose de las balas…

LJC: Yo fui por la Patria, porque era una causa justa. Pero en el día a día la supervivencia es por tu compañero. El que tenés al lado es la síntesis de la Patria, ¿sabés por qué? Porque en los Regimientos no somos todos amigos y venimos de distintos lugares y culturas, pero todos somos argentinos.


El entrenamiento de los Royal Marines en el Canberra. Antes de Malvinas Wheen había estado preparando a los comandos durante tres meses en el frío de Noruega

-¿Qué recuerdan de aquella terrible batalla?

DW: Mi compañero recibió disparos en ambas piernas a 100 metros de la línea de salida del Monte Harriet. Mi operador de radio, que estaba a mi lado, también recibió disparos en ambas piernas. Pensé: "Esta va a ser una noche terrible". Fue una noche terrible. Fue una noche memorable. Pero sobrevivimos y estamos acá para compartir la experiencia.

-¿Tiene un soldado miedo a morir en la guerra?

LJC: Es desesperante pensar tu propia muerte. Te das cuenta que te falta mucho por vivir y que en un segundo se termina todo. Pero tener la certeza de que vas a morir es la mejor forma de preparar el espíritu. Si no estás preparado para morir, no sos un soldado.

DW: Todos estábamos muertos de miedo. Pero si nos tocaba caer en la batalla iba a ser por una causa justa, porque una agresión no puede salir gratis. Dejé a mi mujer Vivian y a mis tres hijos pequeños de 7, 5 y 4 años -Lissa, Charles y Sarah- sólo porque pensé que la causa valía la pena.


Un óleo de un pintor inglés donde se representa la batalla del Harriet. El soldado con boina que aparece a la izquierda es David Wheen

La primera vez que soñó con ser un marine David Wheen tenía seis años. Vio a un comando cruzar el río colgado de una cuerda. "Quiero hacerlo", dijo. El marine tomó al niño, lo colgó en sus espaldas y se lanzó sobre las aguas. El chiquito de Devon, un condado al sureste de Inglaterra, nunca pudo sacarse de la cabeza a ese superhéroe de carne y hueso que lo había hecho vivir una aventura única. A los 17 años ingresó en el Commando Training Centre de Devon. Le siguió un durísimo entrenamiento en Noruega, mudanzas a Hong Kong, Singapur y Bangladesh, enfrentamientos en Irlanda del Norte y guerras de Irak y el Golfo para apoyar a los kurdos. "Amé ser marine durante 32 años, cada día de mi vida", resume Wheen.



Un óleo que representa a la batalla del Monte Harriet, de la pintora argentina Sonia Ruibal. Allí están los hombres de Jiménez Corbalán

Lautaro siempre jugó con soldaditos en su Corrientes natal. A los cinco años se vestía de soldado y el tío Périco era su ídolo: nada le gustaba más que verlo llegar con su uniforme del Ejército. Estaba escrito que iba a estudiar en el Liceo Militar General Espejo, en Mendonza, y lugo en el Colegio Militar en el Palomar. Malvinas lo encontró como cadete del cuarto año, encargado de la sala de armas. Allí, un viernes muy temprano, escuchó en una radio que se habían recuperado las islas. Cinco días más tarde lo ascendieron a subteniente. Y el 9 movilizaron a todos los oficiales. Lo enviaron a Monte Caseros: "Hay que custodiar las fronteras con Chile", le ordenaron. Se sintió frustrado: quería ir al Sur. Sus deseos se cumplieron solo ocho días después: pasó por Chubut, luego por Río Gallegos y el 27 de abril aterrizó en Malvinas. "Todos cantábamos felices. Queríamos estar allí", recuerda Jiménez Corbalán.


El diario que el militar argentino mantuvo durante la guerra. En la tapa escribió, en inglés y en español, su último deseo por si moría en combate: que se lo entregaran a su familia

El militar argentino saca de su bolsillo una pequeña libreta. Está envuelta en una bolsita de plástico. La toma con delicadeza, como si se tratara de un tesoro, y se la muestra all militar inglés. Tiene las hojas manchadas de barro. "Es el diario que yo escribí en la guerra", le dice.

"Al principio lo hice porque sentí la necesidad de escribir lo más importante que estaba viviendo para compartirlo con mi familia. Pero cuando empezó la guerra pensé que quizás era lo único que les iba a quedar de mí".

En la tapa del diario, en inglés y en español, Lautaro escribió: "Se ruega a quien encuentre esta libreta retornarla a la familia Jiménez Corbalán. Es el último deseo de un oficial argentino. Gracias".

"Si encontraban mi cuerpo en un campo de batalla alguien iba a enviar el diario a mi familia". David responde con tres palabras: "Fuiste muy sabio".


Jiménez Corbalán le llevó de regalo su libro “Malvinas en primera línea” (Nicolás Stulberg)

Los antiguos enemigos repasan día por día las páginas donde se detallan situaciones de guerra, batallas y reflexiones personales. En este momento la guerra no los separa, los une.

-Hace 35 años, de haber tenido oportunidad, uno le hubiese disparado al otro… Y hoy están aquí lejos de los rencores.

LJC: Lo importante acá es rescatar que es posible un acercamiento, sin odio, porque fue todo muy respetuoso. Terminado el combate había una preocupación por la salud del otro. Y no solamente por la del hombre propio sino por el enemigo. Los ingleses, lo debo decir en público, fueron muy cuidadosos con los heridos. Yo les debo respeto por eso.

DW: Los que combatimos ya no somos enemigos. Este es un problema político. Y la solución de todos estos temas, a largo plazo, es política y no militar. Fue una guerra con honor, con respeto y sin odios.

-Para un Royal Marine, ¿cómo fue enfrentarse a los soldados argentinos?

DW: Mi primer contacto fue en el Puerto de San Carlos, donde los pilotos fueron inmensamente valientes. Cada una de nuestras naves recibió algún tipo de impacto. Si daban la vuelta para volver a pasar por sobre los buques, iban a ser derribados… Y los pilotos lo seguían haciendo. Después llegaron las batallas terrestres, con mil rondas de artillería disparadas por ustedes. Y te digo, la artillería no es divertida. Tuve siete heridos graves por esquirlas. Las batallas fueron muy duras.


Foto tomada el 12 de junio de 1982 a los pies de Monte Harriet, luego de la batalla. Un marine inglés asiste a un soldado argentino herido. “Hubo respeto y cuidado por los heridos de ambos bandos”, coinciden los militares

Hablan de sus soldados, de sus muertos, de los prisioneros. Se emocionan. Revelan detalles de las batallas que hielan la sangre. Jiménez Corbalán le regala el libro que escribió: "Malvinas en primera línea". David Wheen le enseña la presentación que hizo en las academias militares norteamericanas luego de la guerra y una pintura inglesa que lo tiene como protagonista en la batalla de Harriet y que ilustra la tapa de un libro de la guerra. Cuentan anécdotas. Lautaro le habla de sus tres hijos Francisco -que es teniente-, María Juliana y María Guadalupe. David agrega que su hijo mayor también es militar "y ya tiene más medallas que yo". Hay orgullo, complicidad, respeto. Hablan un mismo idioma. Y no es el de la guerra.

Vuelven a las anécdotas. Wheen cuenta que estuvo a cargo de los prisioneros luego de la rendición. Y que dos comandantes argentinos, lo invitaron a comer con ellos. "Fue una reunión memorable: siete días antes habíamos estado tratando de matarnos, pero ahí estábamos, compartiendo una comida… ¡que era horrible, pero al menos estaba cocinada! Estuvimos en todo de acuerdo, salvo en el status de Malvinas. Pero ahí estuvimos de acuerdo en estar en desacuerdo".


Una de las fotos de la guerra que guarda el teniente coronel David Wheen. “Todas las batallas fueron muy duras”

Jiménez Corbalán relata que en el repliegue hacia Monte William, en medio de la noche cerrada, tuvo que atravesar un campo minado. David lo mira: "¿Y cómo estás entero?". "Pisé una trampa explosiva que me hizo volar por los aires y caí herido, porque yo encabezaba la fila de mis hombres. Les había dado la orden de retroceder, en caso de que alguno explotara. Me creyeron muerto, pero igual volvieron a buscarme. El soldado Carlos Salvatierra y mi operador Alberto Flores me salvaron la vida".

"Tenemos tanto que hablar", coinciden. El argentino lo invita a una cena con varios de los oficiales que estuvieron en el Harriet. Allí estarán aquellos que lo enfrentaron con sus fusiles y su coraje: Alfredo Pasolli, Alfredo Delpierre, José Lafuente, Edgardo Duarte Iachnicht, Jorge Farinella, el médico Juan Cucchiara, Alfredo Martínez, Mario Juárez, Ricardo Toran y Marcelo Llambias. "Un asado argentino para que nos permita conocernos mejor. Todos tenemos la necesidad de saber qué pasó en la batalla".


David Wheen pregunta, de pronto, por Ramón Castillo, un soldado al que conoció en septiembre de 2015 en Londres cuando Rugby sin Fronteras organizó un partido entre veteranos de ambos países. En 1982 Ramón se había presentado en el Regimiento de Monte Caseros como voluntario para ir a las islas "para cumplir con la Patria". Batalló en distintos frentes hasta que llegó la cruenta batalla del Monte Harriet, donde cayó prisionero. Cuando conoció a Wheen en Londres sintió que ese encuentro era sanador: "Somos compañeros de armas". Infobae invitó a Castillo a Buenos Aires. La emoción del encuentro se sintetiza en dos frases:

-Me alegro de que estés vivo, de no haberte matado, le dijo Wheen.
-Te bendigo a vos y a tu familia por eso, respondió el soldado argentino.

-¿Cómo fue su vida al volver a casa?

DW: Cuando volvimos a casa, los desfiles no significaban nada para mí, la gente lo era todo. Vivía para disfrutar cada día y estaba agradecido por poder vivir cada instante. Uno vuelve a la normalidad, pero la guerra es algo que está siempre en tu memoria… Tal vez no todos los días, pero sí varias veces a la semana. En mi oficina hay una foto de la batalla del Monte Harriet, y cada tanto la miro y recuerdo. Es algo que va a permanecer dentro mío para siempre.

LJC: Lo primero que hice al volver fue querer olvidarme de la guerra. Había cumplido 20 años en Malvinas y quería vivir la vida al máximo, porque a esa edad había visto mucho más de lo que otros hombres quizas pueden ver en toda su vida. La posguerra fue peor que guerra, porque los propios camaradas nos miraban como si hubiésemos sido responsables de la derrota. Los primeros cinco años fueron muy duros, con pesadillas. Uno ya sabe que la vida se puede terminar en un segundo, revaloriza todo, pero es difícil.

-Hoy están aquí juntos, pero hay 649 argentinos y 255 ingleses que quedaron en las islas. ¿Qué deuda sienten frente a los que ya no están?

LJC: Todos los días hay algo que me recuerde a Malvinas. Y veo los rostros de mis muertos, siempre me acuerdo de ellos, pero con paz.

DW: Esta gente no esta acá, lamentablemente. Muchos familiares de estos caídos deben sentir enorme tristeza. Nuestro deber es recordarlos y honrarlos. No hay muertos ingleses y argentinos. Todos fueron soldados de una misma guerra. Hay que mantener la memoria. Y luego celebrar que la vida sigue. Y que debemos seguir adelante. Es difícil de explicar.


Wheen y Jiménez Corbalán dejan una flor en la cruz de Hipólito González, muerto en la batalla del Monte Harriet (Nicolás Stulberg)

-A 35 años del conflicto ¿Es posible la reconciliación?

LJC: Me parece que el término reconciliación se da cuando dos partes resignan sus posturas, y este no es el caso. Creo que mientras exista una controversia es difícil hablar de reconciliación. Yo no me tengo que reconciliar con él, porque no tengo un problema personal con David. Lo tuve hace 35 años, no ahora. El problema de ahora lo tengo con la política del Reino Unido, que insiste en retener una colonia. No hay un problema tampoco con el pueblo inglés.

DW: El problema son los políticos. La mayoría de los oficiales argentinos fueron a academias militares en Inglaterra o a las universidades de Oxford o Eton. Cuando yo cené con los oficiales argentinos, me dijeron que las últimas personas con quienes querían ir a la guerra eran los ingleses.

LJC: Las guerras son el fracaso de la condición humana. Los soldados son quienes menos desean la guerra, aunque parezca paradójico. Y creo que el gran desafío de la humanidad es arreglar los problemas sin violencia. Pero mientras exista la violencia, hay que estar preparados para hacerle frente. De lo contrario, somos corderos que vamos al matadero. De todas maneras, apuesto fuerte a que este problema va a tener una solución sensata, la más justa que se pueda. A tantas décadas del comienzo del conflicto nos merecemos, tanto los argentinos como los británicos, sentarnos a arreglar el problema y dialogar en serio. La paz siempre es posible, pero la paz con justicia.

DW: Alguien que combatió en la guerra no quiere volver a hacerlo. Es un gran privilegio haber luchado por la Patria, pero ya está. La paz es mucho mejor. Es irrelevante que hayamos sido enemigos y que hayamos estado en bandos enfrentados. Porque todos somos seres humanos, todos estábamos muertos de miedo, todos teníamos una idea parecida de cómo íbamos a sobrevivir durante la guerra, y todos estamos agradecidos de estar vivos. Estrechar la mano de mi antiguo enemigo es algo extraordinario. Hoy podemos ser amigos, definitivamente. Y si los que peleamos sentimos eso, ¿qué pueden decir aquellos que nunca estuvieron en un campo de batalla?

domingo, 9 de julio de 2017

Cómo el buen funcionamiento de los submarinos argentinos hubiese cambiado todo

Cómo la guerra de Malvinas (gracias a un submarino furtivo) podría haber ido muy diferente





Sebastien Roblin | National Interest

La breve pero sangrienta guerra naval que ocurrió en 1982 sobre las Islas Malvinas, conocidas como las Malvinas en Argentina, es típicamente vista como un triunfo del poder naval británico. Un grupo de efectivos de la Marina Real logró vencer los fuertes ataques aéreos para recuperar el archipiélago del Atlántico Sur de las tropas argentinas.

Durante la mayor parte de la guerra, un solitario submarino diesel argentino, el ARA San Luis, se opuso a la Marina Real en el mar. No sólo el San Luis volvió a casa sin ser arrastrado por las más de doscientas municiones antisubmarinas disparadas por buques de guerra británicos y helicópteros, sino que dos veces emboscó a fragatas antisubmarinas. Si las armas funcionaran como se pretendía, la victoria británica podría haber sido comprada a un costo mucho mayor.

La junta militar gobernante de Argentina se recuperó oportunamente de las oportunidades para obtener puntos políticos en su país. No esperando una verdadera guerra, la junta calculó mal la rapidez con que la primera ministra británica Margaret Thatcher escalaría contra su uso de la fuerza con la suya propia.

Esta falta de planificación se manifestó en la falta de preparación de la flota submarina de la Armada Argentina. Una estaba en tan decrépita condición que no podía sumergirse con seguridad, mientras que la más moderna ARA Salta estaba sufriendo reparaciones. El más viejo ARA Santa Fe introdujo los hombres ranas para ayudar en la invasión inicial el 2 de abril. No fue hasta el día siguiente que el submarino más moderno disponible, el San Luis, recibió órdenes en su muelle en Mar de Plata para partir en una patrulla de combate alrededor del área de las Malvinas.

El San Luis fue un submarino diesel Tipo 209 alemán construido en grandes cantidades para servir como un submarino más pequeño y rentable para los países menos ricos. Desplazando sólo 1.200 toneladas con un grupo de tripulantes de treinta y seis, el San Luis llevó catorce torpedos antisubmarinos Mark 37 y diez torpedos con guía de alambre SST-4 de fabricación alemana para usar contra objetivos de superficie. Podía nadar a cuarenta y dos kilómetros por hora bajo el agua o veintiuno en la superficie, y tenía una profundidad máxima de buceo de quinientos metros.

Sería un cliché común a muchas historias de improbables logros militares para enfatizar la habilidad de la tripulación de San Luis, pero de hecho, los mejores oficiales submarinos de Argentina estaban en Alemania en el momento de la Guerra de las Malvinas. En su lugar, el San Luis se conformó con suboficiales menores encargados de muchos departamentos clave de la nave. Su comandante, el capitán de la Fragata, Fernando Azcueta, era un veterano del submarino, pero no tenía mucha experiencia con el modelo del Tipo 209.

Además, el San Luis estaba en pésimo estado y tuvo que someterse a reparaciones rápidas e incompletas. Su esnórquel tenía fugas, sus bombas de sentina estaban funcionando mal y uno de los cuatro motores diesel no funcionaba. Los buzos pasaron casi una semana entera tratando de limpiar los crustáceos del casco y la hélice de San Luis, lo que impedía la velocidad y el sigilo del buque.

El submarino argentino finalmente salió al mar el 11 de abril y se trasladó a una posición de espera mientras la situación política continuaba deteriorándose. Las cosas no llegaron a un comienzo prometedor. El sistema de control de incendios de San Luis le permitió guiar automáticamente tres torpedos simultáneamente después del lanzamiento. Así que, por supuesto, se rompió después de sólo ocho días en el mar, y ninguno de sus subalternos inexpertos sabía cómo solucionarlo. El equipo sólo podría lanzar un torpedo a la vez bajo guía manual de alambre. Sin embargo, se decidió que el San Luis debería continuar con su misión.

Mientras tanto, el 17 de abril, el Santa Fe, un viejo submarino de la clase Balao que había servido a la Marina de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, envió a infantes de marina y técnicos para reforzar a las tropas que habían tomado la isla de Georgia del Sur. A pesar de que desplegó con éxito a las tropas el 25 de abril, no pudo despegar con la suficiente rapidez y fue detectado a las 9 de la mañana por el radar de un helicóptero británico Wessex, que pronto se unió a los helicópteros Wasp y Lynx. El Santa Fe fue dañado por dos cargas de profundidad, perdidas por un torpedo, golpeadas por misiles AS-12 antishipping, y estratificada con fuego de ametralladora. El capitán encalló en el submarino, que fue capturado junto con su tripulación por las tropas británicas poco después. El ataque a la Santa Fe marcó los primeros disparos de la campaña británica.

Al día siguiente, el San Luis fue ordenado a navegar por las aguas alrededor de las islas en disputa, y se autorizó el vigésimo noveno a disparar contra cualquier buque de guerra británico que encontró.

Sin embargo, la Royal Navy había interceptado las comunicaciones de San Luis y desplegado sus helicópteros y fragatas para cazarla. En un escrutinio, la Royal Navy tenía diez fragatas o destructores y un helicóptero asignado al menos en parte a tareas antisubmarinas, así como seis submarinos en patrulla.

El 1 de mayo, el sonar pasivo de San Luis detectó el HMS Brilliant y Yarmouth, ambas fragatas antisubmarinas especializadas. Azcueta lanzó un torpedo SST-4 a una distancia de nueve kilómetros, pero poco después del lanzamiento, los cables de guía en el torpedo se cortaron. Azcueta rápidamente se zambulló su sub en ocultar en el fondo marino. El Brilliant detectó el ataque, y las dos fragatas y sus helicópteros entraron en una frenética búsqueda de potenciales contactos de sonar. Lanzando treinta cargos de profundidad y numerosos torpedos, los barcos británicos explotaron con éxito varias ballenas por sus esfuerzos.

Al día siguiente, el submarino británico Conquistador torpedeó al crucero argentino General Belgrano, que se hundió junto con 323 miembros de su tripulación. Toda la flota de superficie argentina se retiró posteriormente a las aguas costeras, dejando a San Luis el único buque argentino que se oponía a la fuerza invasora británica. Los barcos y helicópteros británicos empezaron a reportar sonar contactos y avistamientos de periscopios por todas partes, y lanzaron nueve torpedos en aguas que el San Luis ni siquiera terminó acercándose.

El equipo de San Luis, por su parte, creyó haber sido disparado por un submarino británico el 8 de mayo y, tras realizar maniobras evasivas, lanzó un torpedo Mark 37 contra un contacto submarino. El torpedo se oyó explotar y el contacto se perdió. Esto, también, era probablemente una ballena.

Dos días más tarde, San Luis detectó las fragatas antisubmarinas Tipo 21 HMS Arrow y Alacrity en el paso norte del sonido de Falkland. Enmascarados por el ruido producido por las fragatas de rápido movimiento, el San Luis se arrastró a cinco kilómetros del Alacrity, disparó otro torpedo SST-4 y preparó un segundo para el lanzamiento.

Una vez más, los cables de la SST-4 se cortaron poco después del lanzamiento. Sin embargo, algunas cuentas indican que el torpedo golpeó realmente a un señuelo siendo remolcado por el HMS Flecha, pero falló detonar. Azcueta renunció al disparar el segundo torpedo y ordenó al San Luis que se liberara para evitar un contraataque.

Sin embargo, los buques británicos cruzaron, sin darse cuenta del ataque. El capitán de la Alacridad ni siquiera se enteró de la llamada cercana hasta después de la guerra!

Desarmado, Azcueta informó a la radio que los torpedos eran inútiles, y recibió permiso para regresar a la base, lo que logró el 19 de mayo. La guarnición argentina se rindió el 14 de junio antes de que el San Luis pudiera ser devuelto al mar. Quince años más tarde, el San Luis se convirtió en uno de los tres únicos submarinos Tipo 209 que debían ser desmantelados después de una revisión incompleta. Otros cincuenta y nueve sirven en varias marinas.

¿Qué salió mal con los torpedos del San Luis? Hay una media docena de explicaciones, manteniendo el error de la tripulación y los defectos técnicos culpables. El fabricante AEG afirmó primero que los torpedos habían sido lanzados desde muy lejos, y sin contacto sonar activo. Otra afirmación es que los equipos argentinos invirtieron erróneamente la polaridad magnética de los giroscopios en los torpedos, haciendo que se desviaran. Sin embargo, también hay evidencia de que los torpedos no lograron armar sus ojivas y no pudieron mantener la profundidad. Sugestivamente, AEG implementó numerosas mejoras al torpedo después del conflicto de las Malvinas.

El San Luis no era un super-submarino, ni tenía un super-tripulante. Sin embargo, aprovechándose de un comandante competente usando tácticas ordinarias, todavía manejaba correr círculos alrededor de una docena de fragatas antisubmarinas de una de las marinas más capaces del mundo, y fácilmente podría haber hundido varios buques de guerra si sus torpedos funcionaran como estaba previsto.

La Royal Navy, por su parte, gastó cientos de costosas municiones antisubmarinas y despachó 2.253 salidas de helicópteros persiguiendo falsos contactos, sin detectar el San Luis en ninguna de las ocasiones en que cerró dentro del alcance de tiro.

La verdadera guerra submarina ha sido, afortunadamente, extremadamente rara desde la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de Malvinas sugiere que los submarinos diesel baratos podrían ser muy difíciles de contrarrestar incluso cuando se enfrentan a adversarios bien entrenados y bien equipados.

sábado, 8 de julio de 2017

Diplomacia: Errores en los últimos 35 años

Malvinas: errores de la diplomacia a 35 años de la guerra

De poco y nada sirven las estrategias que adoptó la Argentina, propias del siglo pasado, para con las Malvinas. Pero hay espacio para redefinir la estrategia.

Por Claudio Negrete* | Noticias




Luego del 82, el Foreign Office llevó adelante una política de congelamiento del reclamo argentino hacia los países centrales y supo producir hechos de valor jurídico y diplomático que debilitó aun más nuestra posición.

El primero de ellos, y quizá más significativo, fue la inclusión de un nuevo y decisivo actor: los isleños. Y lo hizo al reconocerles su autonomía con la sanción de la Constitución del Territorio Británico de Ultramar de las Islas Malvinas aprobada el 5 de noviembre de 2008 por la reina Isabel II.

En el primer capítulo, de los 22 que tiene, se establecen los derechos y las libertades fundamentales de los isleños, poniendo énfasis en el derecho de la libre determinación. Y con este reconocimiento legal, la Unión Europea ratificó con el Tratado de Lisboa que las Malvinas son territorio británico de ultramar siendo incluido en los mapas oficiales de la comunidad.

Otro hecho jurídico-político a favor de Gran Bretaña fue el ocurrido en diciembre de 2012 cuando la diplomacia inglesa declaró que “el territorio antártico británico es parte importante y único de los 14 territorios que el Reino Unido tiene en ultramar”, entre los cuales para ellos se encuentran las Malvinas.

Lo hizo con motivo del anuncio de que 271.000 kilómetros cuadrados de territorio antártico fueron bautizados como la “Tierra de la Reina Isabel” como un regalo en honor a los 60 años de la soberana en el trono, área que también asumen como propias Chile y Argentina.

La zona en disputa, que hasta el momento no tenía nombre, aparece ahora como “Tierra de la Reina Isabel” en todos las cartografías británicas y de los países europeos. “Es un gran honor asociar de forma permanente a la Antártica con su Majestad y de esta forma reconocer el compromiso que el Reino Unido tiene con este territorio”, explicó el Foreign Office.

Fracaso

En más de un siglo y medio desde que Inglaterra usurpó las Malvinas, la Argentina sólo puede exhibir una serie de fracasos en su intento de retrotraer la situación a febrero de 1833, cuando ejercía la plena soberanía heredada de España.

A 35 años del fin de la guerra, es decir de una rotunda derrota argentina en todos los campos, la única salida que se presenta a la propia impotencia y a la encrucijada de la constante frustración pasa, ineludiblemente, por la construcción de un dialogo directo, firme, sin ambigüedades con británicos e isleños, al que pueden aportar otros actores internacionales.

Abordar una nueva relación que amalgame confianza abrirá caminos hacia un futuro acuerdo que necesariamente contemple sesiones y satisfacciones mutuas. O como define el historiador Luis Alberto Romero: “no debemos conquistar su territorio sino a su pueblo, sus corazones y su razón”.

Es desbloquear la tensión con un diálogo franco y sin que ello implique debilidades identitarias. La intransigencia unilateral impuesta por el kirchnerismo por más de una década, que fue absolutamente funcional a los intereses de Gran Bretaña ya que congeló su posición favorable de fuerza por aquello de “ellos no quieren hablar”.

La actual iniciativa del gobierno argentino, que debería ser complementada con una generosa y amplia convocatoria interna para consensuar una política de largo plazo, saca al país de una actitud infantil defensiva y victimizante, instando ahora a Gran Bretaña a exponer su real interés ante la opinión pública mundial. Se empieza así a hablar de muchas nuevas cosas y reaparece, al menos en la formalidad simbólica, la palabra soberanía.

Sin embargo, el comienzo de un nuevo diálogo político entre los gobiernos no alcanza pero sí reconoce lo que venía sucediendo desde hace muchos años en la base social. Hoy los ex combatientes de ambos países se reconocen, se admiran, comparten recuerdos, duelos, experiencias y amistades.

Con la voluntad de las dos partes se acordó construir un cementerio con los restos de nuestros combatientes cuyos familiares viajan libremente a las islas para homenajearlos. La Cruz Roja garantiza el proceso de identificación de restos de soldados argentinos; y se avanza con información argentina en el retiro de las miles de minas diseminadas en todo el territorio. Competencias deportivas unen a isleños y argentinos.

Alumnos del continente viajan para conocer las islas; y contingentes de turistas son recibidos como un hecho natural. Investigadores y periodistas producen en los mismos lugares de la guerra toda clase de documentos testimoniales. Es decir, el diálogo está siendo cincelado por la gente y los mismos protagonistas del conflicto bélico. Un proceso humano que en el fondo tiende a cerrar un pasado doloroso para todos a partir de la convicción de que nadie quiere más una guerra.

Hay un elemento exógeno nuevo que inesperadamente beneficia a la Argentina. Gran parte del sustento de los derechos de los isleños era su condición de nacidos y criados en las islas y por varias generaciones. Pero ese argumento fue perdiendo fuerza con los años. Desde 1985, Gran Bretaña condujo una campaña para atraer y radicar inmigrantes en las islas.

Hoy una porción importante de sus mil habitantes son de otros lugares. Llegaron de países como República Checa, Inglaterra, Irlanda, Alemania, África, Australia, y Nueva Zelanda, entre otros. Todos conservan su propia nacionalidad y logran sus residencias por ser europeos o integrantes de la Commonwealth británica. Además, hay que sumar la inmigración latinoamericana principalmente de Chile y Perú.

En las islas viven alrededor de 1.000 militares retirados que se jubilaron y que se quedan allí por los beneficios sociales que obtienen. Asimismo, existe una enorme base militar que es, de hecho, el principal empleador de los isleños y los residentes extranjeros. Todos los años, las islas atraen a 1.500 soldados que rotan, gastan sus ingresos en alquileres de casas, coches, comidas y turismo.

Junto a los parientes que los visitan constituyen el llamado turismo militar para el cual se usa la base como estructura logística. Entonces, ¿son los mismos derechos históricos que tenían los isleños de la época de la guerra que los actuales que no la vivieron y, además, provienen de otros países? En un futuro, ¿los actuales habitantes querrán ser argentinos y dejar de ser ciudadanos de sus naciones? Como se ve, el conflicto por las Malvinas también quedó impregnado por el problema de la inmigración mundial.

Fronteras

El mundo no es el mismo de antes. Como consecuencia del Brexit, Gran Bretaña dejará la comunidad europea en dos años y perderá apoyo político del bloque al aislarse de su continente. Cerca del 70% de la actividad económica de los isleños depende de los accesos al mercado europeo.

El nuevo poder de los Estados Unidos de Donald Trump está poniendo a prueba el statu quo de contención y seguridad internacional. Las instituciones surgidas al fin de la Segunda Guerra Mundial y sus burocracias viven en crisis y han sido superadas por la velocidad de los nuevos acontecimientos.

En política internacional nada es estático como tampoco permanente. El mundo está con una crisis sistémica y en un proceso de transición hacia una nueva organización con otros jugadores y, por lo tanto, una ampliación de espacios de decisión que renueva pujas y tensiones. Con este fenomenal escenario en movimiento, de poco y nada sirven las estrategias que adoptó la Argentina, propias del siglo pasado, para con las Malvinas. Hoy, las relaciones personales son determinantes.

El sujeto toma centralidad, un protagonismo quizá desmedido, en los acontecimientos locales y mundiales, y se instala como un factor decisorio de nuevos liderazgo que prescinden de visiones dogmáticas; son pragmáticos y por eso crecen por fuera de las viejas estructuras políticas conservadoras que los promueven e intentan contener. Un buen ejemplo de ello es la llegada al poder francés de Emmanuele Macron.

Este es el actual escenario internacional sobre el cual la Argentina debe repensar una nueva estrategia de su ubicación mundial y que contemple el tema Malvinas. Por fuera de los laberintos de la burocracia diplomática racionalista se desarrolla una diplomacia humana, de contacto directo, marcada más por vínculos de confianzas personales que por ideologías y prejuicios que ponen límites.

Y en esta dimensión ahora se igualan tanto la influencia del funcionario de un gobierno como la del isleño y de la multitud de individualidades que conforman los nuevos movimientos sociales y una opinión pública que elimina anonimatos y al mismo tiempo presiona a los poderes a escala planetaria con las redes sociales.
Son evidentes los límites de la lógica de la política tradicional para resolver conflictos irresueltos por década o centurias.

Se abre paso la construcción de acuerdos sociales locales y mundiales con los involucrados directamente en cada crisis. En definitiva, el camino hacia una solución al complejo problema de Malvinas es un montaje de conjunto, horizontal, desprovisto de manipulaciones políticas, que permita llegar a acuerdos duraderos en el tiempo basados en la aceptación del otro y también de concesiones mutuas. Porque, en última instancia, las guerras suelen instigarse casi siempre por intereses inconfesables del poder, pero alcanzar una paz justa y permanente desde la verdad histórica sólo es posible de lograr con legitimidad cuando ese proceso lo protagonizan las víctimas.


*Periodista y escritor. Magíster en Relaciones Internacionales (FLACSO) y miembro del Club Político Argentino.

jueves, 6 de julio de 2017

Un programador argentino redescubre un cráter gigantesco en Malvinas

Un aficionado argentino redescubrió un cráter gigantesco en las Islas Malvinas que cambiaría la historia
Un analista de sistemas, que dedica su tiempo libre a la geología, estudió a fondo una cuenca de 300 km de diámetro causada por un asteroide mayor que el Monte Everest. En diálogo con Infobae, detalló cómo fue su investigación que podría dar con una extinción masiva hace 270 millones de años
Por Maximiliano Fernandez | Infobae



La cuenca pudo haber sido creada por la colisión de un meteorito, tal como sucedió en el período Cretácico, que llevó a la extinción en masa de distintas formas de vida (Istock)

Quince años atrás, en 2002, Maximiliano Rocca leyó por primera vez sobre una anomalía circular inmensa en el territorio de las Islas Malvinas. Michael Rampino, el responsable de aquel trabajo, procedente de la Universidad de Nueva York, lo interpretaba en 1992 como un nuevo gran cráter de impacto. El hallazgo abría un abanico vasto de posibilidades, pero pese a su potencial, quedó en el olvido.

Rocca lo rescató del ostracismo y llevó la investigación a fondo. No bien lo descubrió, buscó más información geológica de las Islas Malvinas. Gracias al contacto que entabló con expertos británicos del British Geological Survey, logró un mapa detallado de sus anomalías gravimétricas. Rocca, que en realidad es analista de sistemas y dedica su tiempo libre a su pasión por la geología, advirtió en el documento una forma circular de valores gravimétricos negativos de unos 300 kilómetros de diámetro.

La descomunal estructura era una cuenca; una depresión con forma de plato sopero, ubicada bajo el agua del océano Atlántico, pocos kilómetros al noroeste de la isla Gran Malvina. "Técnicamente hablando, los números de la estructura gravimétrica circular de Malvinas tienen todas las características de un gran cráter de impacto y son casi idénticos a los de Chicxulub", le dijo Rocca a Infobae.


El mapa de anomalías de las Islas Malvinas

La Chicxulub es una de las cuatro cuencas multianillo de impacto más grandes de la Tierra. Se encuentra en México, con un diámetro de 180 kilómetros y 65 millones de años de edad. Los cráteres se dividen en estructuras simples –de no más de 5 kilómetros– y complejas. Dentro de las complejas, las cuencas multianillo, de más de 150 kilómetros –el tamaño de países enteros–, son las más colosales.

"El más popular de los cráteres multianillo es Chicxulub en Yucatán, México, que se identificó durante la década de los 90 y se asoció con la extinción en masa de formas de vida del final del período Cretácico, entre ellos los dinosaurios", señaló el aficionado argentino, que trabaja en el estudio de cráteres de impacto becado por The Planetary Society de Pasadena, California.

En promedio, un asteroide abre un cráter cuyo diámetro es igual a 20 veces su propio diámetro. Por caso, una roca de 1 kilómetro de diámetro abre un cráter de 20. Una vez detectada la anomalía, Rocca revisó la topografía del fondo marino de la zona, que no demostró ninguna cavidad visible, por lo cual dedujo que el área estaba totalmente tapada por sedimentos más jóvenes.


La cuenca tiene un diámetro de 300 kilómetros

Necesitó muchos años para conseguir, recién en 2015, mapas de anomalías del campo magnético del lugar gracias a la ayuda del geólogo paraguayo Jaime Báez. "Fue una sorpresa tremenda ver que en el mismo lugar había una gigantesca anomalía positiva del campo magnético. Esto nos decía que, en ese lugar, el campo magnético era más intenso que en cualquier otro lugar de la zona, lo cual es característico de los cráteres de impacto multianillo de tamaño colosal", remarcó Rocca.

Las similitudes con el afamado cráter Chicxulub eran evidentes. Cuando lo comprendió, decidió contactar por e-mail a Rampino, el primer descubridor de la anomalía. El entusiasmo por los nuevos hallazgos fue tal que Rampino no dudó en sumarse a la investigación. En 2016, consiguieron de parte de geólogos británicos y del gobierno de las Islas Malvinas copias de siete perfiles de reflexión sísmicos de la zona exacta de la cuenca.


El cráter en cuestión presenta múltiples similitudes con Chicxulub

"Los así llamados 'perfiles de reflexión sísmicos' son unos mapas de líneas grises hechos mediante ecos de ultrasonidos, algo así como ecografías. Muestran el tipo de estructuras que tienen las rocas ocultas bajo el suelo", explicó el especialista. Los mapas revelaron, tal como esperaban, una cuenca de unos 250 kilómetros de diámetro en el mismo lugar de las anomalías geofísicas.

Una vez recopilada toda la información, en abril publicaron el trabajo en la revista internacional de geología Terra Nova, de Oxford, y en agosto saldrá en la versión impresa. "Un tremendo éxito y un gran honor", comentó Rocca, que abandonó la carrera de geología, pero es parte fundamental de un hallazgo geológico histórico.

Entonces, ¿qué hay por ahora?

"Una gigantesca 'cuenca' circular de 300 kilómetros de diámetro que está tapada por el agua. Tiene asociadas una anomalía circular gravimétrica negativa, con anillo de valores positivos que la rodea, y una anomalía circular magnética positiva".

¿Un viejo cráter de impacto gigantesco? "Posiblemente, pero aún no estamos 100% seguros". Según Rocca, hay un 80% de probabilidades de que haya un gigantesco cráter de impacto bajo el agua y totalmente tapado, al Noroeste de la isla Gran Malvina. Su edad sería de unos 270 a 250 millones de años, es decir, de la era Paleozoica.


Su edad sería de unos 270 a 250 millones de años

De confirmarse su origen, estaría entre las cinco estructuras de impacto mayores del planeta. "El asteroide o núcleo de cometa que cayó en Malvinas tendría unos 15 kilómetros de diámetro. Sería mayor que el Monte Everest, la montaña más alta del mundo de 8,8 kilómetros de altura", enfatizó Rocca.

Por ahora, no hay muestras de rocas tomadas en el sitio exacto de la cuenca. Las petroleras británicas que operan en la zona jamás perforaron allí. Sin esos datos, resulta imposible conocer qué sucedió con certeza, por más que todo indica que la confirmación del cráter de impacto está cada vez más cerca.

domingo, 2 de julio de 2017

Nuevas autoridades de las fuerzas de ocupación inglesas

Nombraron un nuevo gobernador en las Islas Malvinas
Infobae



Nigel Phillips

El Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido anunció que Nigel Phillips será el nuevo gobernador de las Islas Malvinas y "comisionado de Su Majestad" en las islas Georgias y Sandwich del Sur, en reemplazo de Colin Roberts. El recambio se hará efectivo en septiembre, según la comunicación oficial.

Phillips proviene de las Fuerzas Armadas -sirvió en la RAF entre 1984 y 2000- y en los últimos 17 años trabajó como Agregado de Defensa en varias embajadas británicas, como las de Estocolmo y Varsovia. Su antecesor, Roberts, "será transferido a otro destino del servicio diplomático", indicó el texto, aunque no precisó cuál será ese lugar.


Gavin Short

Tras conocerse la noticia, el presidente de la Asamblea Legislativa kelper, Gavin Short, dijo que "celebraba el nombramiento".

"En nombre de los miembros de la Asamblea y el pueblo de las Islas Malvinas, celebro el nombramiento de Nigel Philips como el próximo gobernador de las Malvinas", aseguró Short, quien consideró que el nuevo gobernador les permitirá tener una "buena comunicación" con el gobierno británico y con el Foreign & Commonwealth Office.

sábado, 1 de julio de 2017

Entrevista: La identificación de los soldados en Darwin

Habla el ex combatiente de Malvinas que movió cielo y tierra para que fueran identificados los soldados enterrados en Darwin
Cristina Perez


Julio Aro en el Cementerio Darwin, en las Islas Malvinas
Las tumbas de los combatientes sin identificación
En el cementerio de Darwin, donde de un total de 237 tumbas hay 123 cuyos restos nunca fueron identificados.
Cementerio argentino "Darwin" en las Islas Malvinas
35 años después, una deuda empieza a pagarse.
Comenzó el reconocimiento de 123 soldados argentinos
En el cementerio de Darwin hay un total de 237 tumbas hay 123 cuyos restos nunca fueron identificados.
Julio Aro en el Cementerio Darwin, en las Islas Malvinas
Las tumbas de los combatientes sin identificación



En 2008 Julio volvió a Malvinas. Al caminar conmocionado entre las tumbas del cementerio de Darwin, descubrió que entre las 237 cruces no estaban los nombres de sus compañeros. Como ellos entonces, él no había tenido chapita identificatoria. Si su destino hubiera sido quedar en las islas, sería como ellos un soldado “solo conocido por Dios”. En medio de esa sensación de honda orfandad pensó que su madre habría hecho todo para encontrarlo. Que lo habría buscado por siempre si no regresaba de la guerra. Y pensó que, por esos compañeros muertos y por sus madres, tenía que hacerlo: tenía que lograr que fueran identificados. Entendió que esa era la causa de su vida. Así conoció al militar inglés que trazó el cementerio y enterró a los argentinos con los honores que los suyos no les rindieron. El mismo día en que comenzaron los trabajos liderados por la Cruz Roja para identificar a los soldados argentinos cuyas tumbas no tienen nombre, el ex combatiente del Regimiento 6 de Mercedes, Julio Aro compartió la emoción por una misión cumplida. Por esas madres que por fin tendrán una tumba donde hacer el duelo por sus hijos, donde dejar una flor, un abrazo, una oración.



Cristina Pérez: ¿Cómo vive usted este día después de ese momento en que sintió el frío de que no hubiera un nombre en la tumba de sus compañeros?
– “Realmente creo que todavía estoy soñando. No puedo caer en lo que se ha logrado. Fueron muchos años de sacrificio, de lucha, para lograr esto que no es un sueño personal, sino que es el sueño de muchas mamás que las vamos a poder mirar a la cara y decirles que le vamos a cumplir el sueño que ellas querían ver a sus hijos con la placa en esa tumba que dice ‘soldado sólo conocido por Dios’. Realmente todavía no lo podemos disfrutar ni sentir porque cada vez que escucho lo que está pasando me emociona.  No puedo entender y no puedo creer que esto que parecía imposible, hoy lo hemos hecho realidad”.
Cristina Pérez: Tuvieron que llegar de la manera más insólita, por un pedido del músico inglés Roger Waters”.
– “Fueron tres personas las que nos ayudaron, los tres ingleses. Tony Davis, que nos ofreció ir cuando fuimos a Londres. Geoffrey Cardozo que nos ofreció este famoso escrito donde está todo en detalle sobre cómo enterraron a nuestros compañeros. Y Roger Waters, que en la actualidad sigue mandando mails preguntando cómo están las madres de Malvinas.
Gonzalo Sánchez: ¿Y qué pensás hoy? Hoy llegaron los containers al lugar, empezó a cambiar un poco el paisaje, la desolación mutó en un lugar poblado de gente que empieza a trabajar para exhumar los cuerpos.
– “Vi las imágenes y la verdad es que me regocija el alma saber que es una inyección más que tienen esos papás para poder, dentro de muy poquito, cumplir ese sueño. Es lo que se tendría que haber hecho. Yo creo que el acto soberano más importante que se hizo es este de ponerle nombre y apellido a la placa que corresponde. Todos tenemos el derecho a la identidad. Por eso decimos que este día histórico lo tenemos que celebrar todos los argentinos. Mejor acto de soberanía que este no hay”.


Julio Aro en el Cementerio Darwin en las Islas Malvinas

Cristina Pérez: ¿Cómo fue ese día en que llegaste al cementerio de Darwin y se te reveló esta situación de angustia por eso que tal vez es matar dos veces a quien dejaste ahí abandonado en el frío del sur y sin siquiera el recordatorio de un nombre a pesar de haber dado la vida?
– “Fui solito, necesitaba encontrarme. Necesitaba buscar a ese Julio que había dejado en el ’82. Y llegar al cementerio, caminar por ese pasillito, llegar a la puerta principal, esa tranquera, pararme ahí en el medio y decir: ‘Muchachos, acá estoy. No me olvido de ustedes’. Eso es muy fuerte y está muy bueno. No olvidarse de los compañeros. Recorrer esas 230 tumbas, buscarle los nombres de mis compañeros que enterramos. Nosotros enterramos al sargento Ochoa y teníamos otros compañeros como Bordón que también los habíamos enterrado. Y buscarlos y no encontrarlos… Realmente nunca lo entendí. Por eso decimos que esa placa de ‘Soldado argentino solo conocido por Dios’ me partió literalmente la cabeza. Y lo más difícil que nos puede pasar es cuando uno se pone en el lugar del otro. Si me hubiera quedado tocarme en Malvinas, yo hubiera estado acá. Hubiera sido una de estas placas. Esa sensación que te da el cementerio de decir: ‘Están tan solos. Han perdido la vida y no por perder la vida tienen que perder el nombre‘. Es muy fuerte lo que se pasa”.
Cristina Pérez: Contanos quién es Geoffrey Cardozo.
– “Geoffrey Cardozo es un coronel que lo conocimos en el 2008 con el viaje a Londres. Es un coronel que habla perfectamente el español. Esta persona nos acompañó varias veces a todas las conferencias. Un día en una reunión nos explicaron que teníamos que armar una fundación porque ellos hablaban con las fundaciones y no con los gobiernos. Es muy importante porque Geoffrey Cardozo lo que hizo en el momento que nos despide, saca de su sobretodo un sobre de madera con un informe: ‘Esto es para ustedes, sabrán qué hacer con él‘. Ese sobre, cuando lo abrimos, era todo el entierro: dónde encontró a nuestros compañeros, cómo recorrió las islas, cómo los limpió y los revisó, y anotó las pertenencias. Los enterró con cristiana sepultura. Es un informe increíble, que gracias a él hoy se está haciendo este trabajo. No se puede creer con qué honores el coronel inglés, entre comillas “nuestro enemigo”, enterró a nuestros compañeros“.


El coronel británico Geoffrey Cardozo

Cristina Pérez: Me imagino que hoy usted, Julio, siente que hay una misión cumplida en su vida y una guerra ganada también.
– “Creo que es un paso importante. Seguimos peleando y combatiendo. Hicimos mucho y falta mucho más. Ahora nos tendremos que juntar y abrazar a esas madres una por una. Es una tarea que es mucho más linda pero que hay que hacerla. Este objetivo está logrado y es un bálsamo al alma que esas familias merecen“.
Gonzalo Sánchez: ¿Cuánta gente está hoy pendiente de eso, esperando que aparezcan los restos de aquél muchacho, su hijo que fue a Malvinas?
– “Pendientes hay 105 muestras de titulares. Más allá de la familia, hay otro tanto de personas que están esperando ansiosos. Las ansias que ellos tienen nos las transmiten a nosotros. Y yo soy el número uno de ansioso. Esperamos que este tiempo que es muy poquito pero para nosotros es mucho, pase lo más pronto posible”.
Cristina Pérez: “¿Cuándo estima, según lo que le han confirmado los forenses, que estará finalizado el proceso de identificación?
“Entre 48 y 60 días, de acuerdo a las condiciones climáticas, es lo que se va a tardar. Lo que pasa es que en el transcurso, también, se van a traer esas muestras genéticas a Córdoba para poder ser analizadas con las muestras sanguíneas que ya hay. La Cruz Roja internacional como interventora de todo esto va a dar los resultados al final, cuando se termine todo el recorrido de saber cada uno quién es. Antes de fin de año esperemos tener la gran noticia y ver a esos padres poder cerrar ese duelo“.

miércoles, 28 de junio de 2017

Un mapa de operaciones navales del HMS Invincible oculto por 20 años sale a la luz

Este mapa fascinante de la guerra de Malvinas fue ocultado dentro de un bolso del kit de marinero por 20 años
Andrew Read sirvió a bordo de HMS Invincible cuando tenía 19 años
Wales Online


Un mapa militar de la Guerra de las Malvinas que permaneció escondido dentro de la bolsa de un kit marinero de Gales durante 20 años ha revelado una perspectiva única sobre el conflicto.

El ex ingeniero marino mecánico Andrew Read de Merthyr Tydfil sirvió a bordo de HMS Invincible durante la guerra cuando tenía 19 años de edad y reclamó el mapa grande en su último día a bordo.

El mapa de 4 pies por 3 pies es un registro de las ubicaciones de los barcos hundidos, de los aviones de combate derribados y de las posiciones de los prisioneros de guerra y de las tropas argentinas durante el conflicto de diez semanas.

Usted puede ver cómo los barcos de la Armada se han dibujado en el mapa:

(Foto: Richard Swingler)

Andrew Read, de 53 años, originario de Cwmbran, dijo: "Me gustaba tomar un recuerdo de la nave. Pensé en tomar la campana de la nave - pero era demasiado grande para caber en mi bolsa de kit!

"Parte de mis deberes era sellar las habitaciones que podrían estar fuera de límites para ciertas personas.

"Fui a esta sala de operaciones a las 3 de la mañana y el gran mapa estaba extendido sobre la mesa.

"Después de que lo tomé estaba en mi kit mal por más de 20 años. Luego de vuelta hace unos 10 años lo saqué y lo enmarcó.

Esta sección se refiere a la "inserción del SAS" del 26 de mayo:


(Foto: Richard Swingler)

Esto parece mostrar la ubicación de los buques Navales justo al lado de Cabo Dolphin:

(Foto: Richard Swingler)

Las banderas de la unión se han dibujado en el mapa aquí en Goose Green:

(Foto: Andrew Read)

El mapa a escala completa:

(Foto: Richard Swingler)

Las fechas del conflicto se han grabado en su memoria

La Guerra de las Malvinas fue una guerra de 10 semanas entre el Reino Unido y la Argentina sobre dos territorios británicos de ultramar, las Islas Malvinas y Georgia del Sur y las Islas Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.

Durando entre el 2 de abril de 1982 y el 14 de junio de 1982, 255 británicos y 649 militares argentinos y 16 marineros civiles murieron con miles de heridos en total en ambos lados durante el conflicto.

Como mecánico de ingeniería naval, también conocido como 'fogonero' dentro de la marina de guerra, el Sr. Read fue encargado principalmente de cuidar de los motores de la nave.


Andrew Read como un marinero de 19 años cuando sirvió en HMS Invincible (Foto: Andrew Read)

El Sr. Read dijo: "Navegamos el 6 de abril y volvimos el 28 de septiembre, y ya estaba a bordo del buque un año antes. Todavía puedo recordar esas fechas. Sin embargo, si me preguntaste qué eran mis cumpleaños de las hijas, probablemente no podría decirte.

"Cuando volví al Reino Unido, usted acaba de ir a casa - Yo estaba viviendo en Portsmouth en el momento. Eso es.

"Me uní a otra nave, el HMS Argonaut, y yo quería un barco que no iba a ninguna parte. No quería más conflictos, eso solo jugó en mi mente ".

Otro de los papeles del Sr. Read a bordo del buque era como bombero, y después de dejar la marina sirvió como bombero civil por más de 10 años.


Andrew Read en la foto ahora (Foto: Richard Swingler)

Nunca ha olvidado lo que pasó


El Sr. Read fue diagnosticado con trastorno de estrés postraumático (TEPT) hace dos años y tuvo un consejero de trauma que vio dos veces por semana durante varios meses.

El Sr. Read dijo: "Yo no diría que lo he superado, pero [el diagnóstico] me ayudó a lidiar con mis demonios.

"El color gris me sacaba bastante lloroso. Nunca supe por qué. Pero entonces me di cuenta de que era por el color de la nave.

"Cuando solían jugar el Último Mensaje el domingo, también me pondría muy lloroso.

"No me uní a la armada para luchar. Me uní a la marina para beber y viajar el mundo tanto como pude, realmente.


(Foto: Andrew Read)

Añadió: "Creo que alguien de mi edad no debería haber pasado por eso.

"Yo podría haber sido 19, pero yo era todavía un niño de Cwmbran en mi mente. Debería haber estado jugando con mis compañeros en casa ".

Aunque el territorio había sido discutido durante mucho tiempo, la guerra era relativamente inesperada, y muchos británicos no habían oído hablar de las islas conocidas como las Malvinas en Argentina.


HMS Invincible regresando de las Malvinas en 1982

"Sólo quería volver a Gales"


El Sr. Read dijo: "Mucha gente en el camino allá abajo dijo que todo terminará pronto. Estábamos todos muy felices realmente.

"Pero cuando el primer barco se hundió y la gente murió, todo cambió.

"Pasé unos cuatro años basado en Portsmouth después. Me tomó tanto tiempo para salir, tienes que dar un par de años de aviso ver.

"Simplemente pensé, esto no es para mí. Sólo quería volver a Gales.


Explosión de una bomba argentina a bordo del HMS Antelope frente a las Malvinas

El mapa detalla dónde el SAS fue "insertado" el 26 de mayo y la ruta tomada por un regimiento de paracaidistas el 11 de junio a través de las islas desafiando el terreno y muchas montañas.

El Sr. Read dijo: "A bordo del buque había un equipo de SAS. No sabíamos quiénes eran en realidad.

-Con mi deber de encerrar ciertas habitaciones, el capitán SAS me dijo que no dejara entrar a nadie en su cuarto de armas.

"Esto significaba que podían mezclarse con los soldados argentinos. Todos estaban bien curtidos y muy desaliñados.


(Foto: Richard Swingler)

Algunos recuerdos difíciles


Aunque principalmente un ingeniero, el Sr. Read llevó a cabo una serie de tareas a bordo del buque - algunos de los cuales tomó años para hundirse completamente.

Sr. Read dijo: "Yo también era parte del equipo de entierro. Otras personas que fueron heridas serían traídas encendido, y por supuesto a veces no lo harían.

Lo hice seis veces. En ese momento era como, pobre mocoso - nada realmente hundido en porque sólo estábamos haciendo un trabajo y eso fue todo. "

El Sr. Read añadió: "Tuve que vigilar tres cadáveres argentinos una noche. Había un arrastrero que viene muy cerca de nosotros, y tenía demasiadas antenas y resultó que era un barco de espionaje.

"Fue destruido, trajeron los cuerpos a bordo y tuve que vigilarlos".

El hijo de la reina, el príncipe Andrew duque de York, también sirvió en el HMS Invincible como un copiloto de helicóptero.

Después de la victoria británica en la guerra, las relaciones entre los dos países permanecieron cortadas hasta 1989 y la soberanía británica de las islas sigue siendo disputada.


domingo, 25 de junio de 2017

Identificando al soldado argentino solo conocido por Dios

La misión de la Cruz Roja, por dentro: tensión, lágrimas y el compromiso con los familiares
La dura tarea del equipo que debe tomar muestras de ADN de los 123 cuerpos no identificados
Alan Soria Guadalupe | LA NACION



El equipo de la Cruz Roja, en el cementerio de Darwin, en un alto de sus tareas


PUERTO ARGENTINO.- Después de despedirse, los ojos del jefe de los forenses se humedecieron hasta que un pestañeo parecía bastar para que cayera la primera lágrima. Pero esa lágrima resistió y nunca apareció. Morris Tidball-Binz acaba de explicar, en un tono solemne, la carga emocional que la tarea de exhumación de los 123 cuerpos de soldados argentinos enterrados sin nombre le imprime al equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que trabaja en las islas Malvinas. Todos tienen décadas de experiencia en tareas similares, pero conocer lo que pasa en el detrás de escena de la misión humanitaria muestra con claridad que, para ellos, esta tarea no es una más.

LA NACION tuvo acceso a los alrededores del cementerio de Darwin, que por los próximos dos meses permanecerá cercado a un kilómetro a la redonda y acordonado por un laboratorio, una morgue, contenedores, camiones y más de una decena de especialistas que caminan por el lugar vestidos con mameluco blanco y barbijo.

Son jornadas intensas que empiezan antes de que salga el sol y terminan bien entrada la noche, cuando llega el tiempo de la camaradería en el Darwin Lodge, donde se hospeda la comitiva.

En el equipo cuentan, sin embargo, que durante el día hay un ambiente especial que les recuerda dónde están y el compromiso que asumieron con las familias de los caídos en combate, que esperan respuestas. Y eso los aflojó. Al final de la primera jornada de exhumaciones, el martes último, los forenses se reunieron en el laboratorio que se instaló en el terreno y se fundieron en un abrazo. "No faltaron lágrimas", cuenta Morris, que hace su primer silencio después de unos diez minutos de hablar sin parar. "Fue un día agotador y ése fue el momento de soltar las tensiones que fuimos juntando", agrega.

El protocolo de ese primer día, en el que se exhumó sólo uno de los cuerpos, se repetirá todas las jornadas hasta fines de agosto si el clima lo permite. Se espera que incluso sean más trabajosas, pues el objetivo es tomar las muestras de hasta tres cuerpos por día.

Según un plan de acción elaborado antes de llegar a las islas, el trabajo en el terreno debe comenzar poco antes de las nueve de la mañana y debe terminar a las 16, poco antes del anochecer.

La excavación y la exhumación del cuerpo demora entre tres horas y cuatro. La remoción de la tierra con una excavadora es lo que demanda más tiempo. Una vez que se encuentra al cuerpo dentro de las bolsas mortuorias -que según Morris casi no se deterioraron en estos años-, se avanza con la extracción y posterior traslado a la morgue, donde los forenses le toman las muestras. Eso demora otras dos horas.

El ADN de los soldados será cotejado con el de las familias que dieron su consentimiento. De todas maneras, explicaron en el CICR, si alguna familia cambia de opinión y accede a proveer una muestra lo podrá hacer. Los datos genéticos serán conservados para ello.

Una vez que termina el trabajo en la morgue, el equipo se encarga de acondicionar el cuerpo para inhumarlo otra vez en un ataúd y en el mismo lugar, una tarea que sale del esquema convencional del trabajo forense, explicó Morris.

En medio de todo el proceso, coordinado por un patólogo, los arqueólogos forenses preparan en el laboratorio informes que ingresan en un sistema cerrado que se conecta con un servidor "la base", ubicada en Darwin, el pequeño pueblo cercano. Al final de cada jornada se escriben nuevos informes y se preparan los equipamientos para el día siguiente.

Morris despoja el gesto adusto cuando cuenta que antes de dormir recuerdan todo lo que pasó en el día. Destaca que el operativo es un tema "muy fuerte" tanto en lo profesional como en lo personal, como cuando uno de los especialistas rompió en llanto al llegar por primera vez al cementerio y ver las cruces blancas. Para el forense no fue algo tan inusual: "Dicen que nosotros tenemos piel dura, pero uno es científico de día y llora de noche. Esta vez también toca llorar de día".