Un santafesino en el Beagle, Malvinas, y el Golfo Pérsico
Por Javier Alfonso || La OpiniónJesús Alberto Pereyra (62), es un santafesino nacido en la localidad de Clarke (Dpto. San Lorenzo), y que lo une a nuestra ciudad el vínculo familiar, ya que es primo hermano del rafaelino Domingo Barberis.
La particularidad de Pereyra es que pertenece a un puñado de hombres que quedó grabado para siempre en la historia argentina, ya que Jesús es un soldado profesional de la Armada Argentina, que como comando anfibio (buzo), fue uno de los primeros en desembarcar y tocar tierra en la recuperación de nuestras Islas Malvinas, en la fría mañana del 2 de Abril de 1982. En aquel momento Jesús contaba con 30 años.
Y la historia no termina allí, ya que Pereyra también pertenece al selecto grupo de soldados profesionales que el Gobierno Argentino envió en 1990-1991 a participar de la Guerra del Golfo (defensa de Kuwait y primera guerra contra el gobierno del iraquí Saddam Hussein), cuando la Argentina prestó tareas de apoyo a las fuerzas de la OTAN.
Pereyra participó del desfile del 9 de Julio que tuvo lugar en Rafaela, en el grupo de veteranos de Malvinas, siendo la primera vez que participa en un acto de estas características en la provincia de Santa Fe.
Retirado en 2003 de la Marina, hoy Pereyra vive en Pehuén-Có (Pcia. de Buenos Aires) como docente en la Marina mercante. El día de la fecha patria, Jesús honró con su visita la Redacción de LA OPINION.
LOS INICIOS Y EL BEAGLE
Sobre sus inicios, contó que la elección de su carrera fue casi accidental, ya que estando de joven en Rosario, a los 17 años, se anotó en una oficina que incorporaba jóvenes para la Armada. "Ni bien llegué a la primera Plaza de Armas de la Marina me di cuenta de que eso era lo que yo quería para mi vida. Lo tomé con mucha vocación y seriedad. Curso que había me anotaba", comentó.
Así, recaló en una unidad de tropas especiales, que es la Agrupación de Comandos Anfibios de la Infantería de Marina, cumpliendo tareas de frontera, en la montaña, en la selva, saltando en paracaídas, como buzo, "todos los medios de aproximación conocidos para alcanzar objetivos especiales", señaló; aprendiendo no sólo en la Armada sino también en el Ejército. En tiempos de la guerra de Malvinas su base estaba en Mar del Plata.
Pereyra narró que también estuvo en el conflicto del canal del Beagle con Chile en 1978.
"Estaba en la selva, me subieron a un avión y bajé en Ushuaia", dijo. En ese conflicto con Chile, comentó que tuvo que participar en "tareas previas al inicio del combate", afirmando que se estuvo a un paso de iniciar esa guerra. "Ya tenía mi misión asignada, que era volar una destilería que tenían los chilenos en Cuyen (Puerto Montt). Estuvimos ahí, y horas antes nos llegó el informe por radio de cancelar la misión", afirmó.
MALVINAS
"Me enteré que iba a Malvinas el día antes de desembarcar en Malvinas, cuando ya estábamos en el barco", aseguró contundentemente. "Fue totalmente secreto, hasta para nosotros", añadió. Dijo que se dio cuenta de que iba a un combate por los aprestos: armamento nuevo, equipos y muchas municiones que llevaban. "La orden es que debía ser incruenta, sin herir ni matar a nadie", apuntó.
El marino dijo que la operación iba a ser el 1 de abril, pero que por las condiciones climáticas y el mar "picado" debió suspenderse. Al día siguiente se produjo el desembarco; "allí perdimos un helicóptero y botes. También los tambores de nafta, por eso fuimos en los botes neumáticos sólo con nafta para la ida. El buque nos desembarcó no muy lejos, a unos 5 km. de la costa", señaló.
"Los ingleses -continuó- ya nos esperaban. Se habían enterado por Radio Colonia de Uruguay, y a las 22 empezamos las tareas", dijo Jesús. Gráficamente, debió bajar en medio de la oscuridad, en un mar helado y picado a 5 kilómetros de la costa más cercana, solamente con nafta para la ida. "También estaba lleno de algas, que eran como enredaderas y nos trababan las hélices de los motores", agregó. "Yo iba a la vanguardia, teníamos un kayak y un bote neumático y así desembarcamos en una playita de 60 metros, que para el propósito servía", dijo.
Al desembarco hubo combates, y no fueron gratuitos. "Tuvimos la baja del capitán Pedro Giachino que era el jefe de mi grupo, el primer argentino caído en combate", afirmó Pereyra con cierta tristeza, comentando que luego de eso volvieron a Río Gallegos y luego a su base a Mar del Plata.
No por mucho tiempo. "El 4 de abril me fueron a buscar a mi casa para decirme que tenía que volver a Malvinas, y el 7 de abril ya estaba allá. Mi primera tarea fue censar quienes vivían en el campo, quitarles armas y comunicaciones, y tomamos como prisioneros a algunos soldados ingleses infiltrados del SAS".
"Cuando los ingleses desembarcaron en San Carlos -prosiguió- la cosa se puso más difícil. Ahí mi tarea era infiltrarme, tomar información y pasarla. Luego de 7 días, el helicóptero nunca vino a buscarnos y debimos empezar una marcha a pie de retorno de 90 km hacia Puerto Argentino", señaló.
Y puntualizó que "llegando a 7 km de Puerto Argentino, ya había tropas inglesas y yo no lo sabía, así que ingresé y nos emboscaron. Caí herido con un compañero, y prisionero" detallando que recibió heridas de bala graves en el pie y esquirlas en la espalda.
Eso fue el 31 de mayo y quedó prisionero hasta el 24 de junio de 1982. "Nos recibieron -prosiguió- agentes ingleses de inteligencia que nos trataron muy mal y nos golpearon, pero más que nada era un amedrentamiento psicológico. Luego el trato fue más honorable", aseguró. Incluso fueron los mismos ingleses quienes lo operaron de sus heridas, con una "atención hospitalaria excepcional, y una segunda operación en el buque Canberra. Tenía un pie muy mal, casi para amputarlo, pero sin embargo sus médicos me lo salvaron", dijo.
Finalmente, el 24 de junio el buque Canberra lo bajó en Puerto Madryn y de allí volvió a Mar del Plata, comentando que las fuerzas argentinas ya lo habían dado por muerto. "Desaparecido en combate" estaba Pereyra técnicamente. Luego de finalizada la guerra, Jesús permaneció en la Marina hasta el 2003 cuando se retiró.
GOLFO PERSICO
Pasados los años, Pereyra se especializó en «Guerra química, biológica y nuclear» y siendo instructor en una escuela, ocurre la invasión de Irak a Kuwait y la intervención de EE.UU. y la OTAN. El gobierno argentino decidió intervenir enviando dos barcos y Pereyra recibió la orden de incorporarse a la dotación de uno de ellos, como especialista en protección contra guerra química. Allí permaneció 7 meses -en Emiratos Arabes- desde 1990 al '91.
Pasado el tiempo, en 2003, se retiró luego de un frondoso servicio. Cuando fue a Malvinas estaba casado y tenía un hijo de tres años; y al día de hoy varios nietos.
Sobre sus inicios, contó que la elección de su carrera fue casi accidental, ya que estando de joven en Rosario, a los 17 años, se anotó en una oficina que incorporaba jóvenes para la Armada. "Ni bien llegué a la primera Plaza de Armas de la Marina me di cuenta de que eso era lo que yo quería para mi vida. Lo tomé con mucha vocación y seriedad. Curso que había me anotaba", comentó.
Así, recaló en una unidad de tropas especiales, que es la Agrupación de Comandos Anfibios de la Infantería de Marina, cumpliendo tareas de frontera, en la montaña, en la selva, saltando en paracaídas, como buzo, "todos los medios de aproximación conocidos para alcanzar objetivos especiales", señaló; aprendiendo no sólo en la Armada sino también en el Ejército. En tiempos de la guerra de Malvinas su base estaba en Mar del Plata.
Pereyra narró que también estuvo en el conflicto del canal del Beagle con Chile en 1978.
"Estaba en la selva, me subieron a un avión y bajé en Ushuaia", dijo. En ese conflicto con Chile, comentó que tuvo que participar en "tareas previas al inicio del combate", afirmando que se estuvo a un paso de iniciar esa guerra. "Ya tenía mi misión asignada, que era volar una destilería que tenían los chilenos en Cuyen (Puerto Montt). Estuvimos ahí, y horas antes nos llegó el informe por radio de cancelar la misión", afirmó.
MALVINAS
"Me enteré que iba a Malvinas el día antes de desembarcar en Malvinas, cuando ya estábamos en el barco", aseguró contundentemente. "Fue totalmente secreto, hasta para nosotros", añadió. Dijo que se dio cuenta de que iba a un combate por los aprestos: armamento nuevo, equipos y muchas municiones que llevaban. "La orden es que debía ser incruenta, sin herir ni matar a nadie", apuntó.
El marino dijo que la operación iba a ser el 1 de abril, pero que por las condiciones climáticas y el mar "picado" debió suspenderse. Al día siguiente se produjo el desembarco; "allí perdimos un helicóptero y botes. También los tambores de nafta, por eso fuimos en los botes neumáticos sólo con nafta para la ida. El buque nos desembarcó no muy lejos, a unos 5 km. de la costa", señaló.
"Los ingleses -continuó- ya nos esperaban. Se habían enterado por Radio Colonia de Uruguay, y a las 22 empezamos las tareas", dijo Jesús. Gráficamente, debió bajar en medio de la oscuridad, en un mar helado y picado a 5 kilómetros de la costa más cercana, solamente con nafta para la ida. "También estaba lleno de algas, que eran como enredaderas y nos trababan las hélices de los motores", agregó. "Yo iba a la vanguardia, teníamos un kayak y un bote neumático y así desembarcamos en una playita de 60 metros, que para el propósito servía", dijo.
Al desembarco hubo combates, y no fueron gratuitos. "Tuvimos la baja del capitán Pedro Giachino que era el jefe de mi grupo, el primer argentino caído en combate", afirmó Pereyra con cierta tristeza, comentando que luego de eso volvieron a Río Gallegos y luego a su base a Mar del Plata.
No por mucho tiempo. "El 4 de abril me fueron a buscar a mi casa para decirme que tenía que volver a Malvinas, y el 7 de abril ya estaba allá. Mi primera tarea fue censar quienes vivían en el campo, quitarles armas y comunicaciones, y tomamos como prisioneros a algunos soldados ingleses infiltrados del SAS".
"Cuando los ingleses desembarcaron en San Carlos -prosiguió- la cosa se puso más difícil. Ahí mi tarea era infiltrarme, tomar información y pasarla. Luego de 7 días, el helicóptero nunca vino a buscarnos y debimos empezar una marcha a pie de retorno de 90 km hacia Puerto Argentino", señaló.
Y puntualizó que "llegando a 7 km de Puerto Argentino, ya había tropas inglesas y yo no lo sabía, así que ingresé y nos emboscaron. Caí herido con un compañero, y prisionero" detallando que recibió heridas de bala graves en el pie y esquirlas en la espalda.
Eso fue el 31 de mayo y quedó prisionero hasta el 24 de junio de 1982. "Nos recibieron -prosiguió- agentes ingleses de inteligencia que nos trataron muy mal y nos golpearon, pero más que nada era un amedrentamiento psicológico. Luego el trato fue más honorable", aseguró. Incluso fueron los mismos ingleses quienes lo operaron de sus heridas, con una "atención hospitalaria excepcional, y una segunda operación en el buque Canberra. Tenía un pie muy mal, casi para amputarlo, pero sin embargo sus médicos me lo salvaron", dijo.
Finalmente, el 24 de junio el buque Canberra lo bajó en Puerto Madryn y de allí volvió a Mar del Plata, comentando que las fuerzas argentinas ya lo habían dado por muerto. "Desaparecido en combate" estaba Pereyra técnicamente. Luego de finalizada la guerra, Jesús permaneció en la Marina hasta el 2003 cuando se retiró.
GOLFO PERSICO
Pasados los años, Pereyra se especializó en «Guerra química, biológica y nuclear» y siendo instructor en una escuela, ocurre la invasión de Irak a Kuwait y la intervención de EE.UU. y la OTAN. El gobierno argentino decidió intervenir enviando dos barcos y Pereyra recibió la orden de incorporarse a la dotación de uno de ellos, como especialista en protección contra guerra química. Allí permaneció 7 meses -en Emiratos Arabes- desde 1990 al '91.
Pasado el tiempo, en 2003, se retiró luego de un frondoso servicio. Cuando fue a Malvinas estaba casado y tenía un hijo de tres años; y al día de hoy varios nietos.
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