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lunes, 30 de septiembre de 2024

El Grupo 6 de Caza en el Sur

 Tras la Operación Rosario, el jefe del Grupo 6 de Caza, comodoro Tomás Rodríguez, ordenó a su unidad la formación de dos escuadrones aeromóviles compuestos por seis aviones cada uno para su despliegue al sur.
El oficial al mando del Grupo Técnico 6, comodoro Pedro Martínez, dispuso la formación de dos escuadrones técnicos para apoyar a las sendas unidades aéreas. El 3 de abril, la superioridad ordenó al Grupo 6 enviar un escuadrón a Río Gallegos y el otro a Comodoro Rivadavia, donde se subordinarían al Comando de la Fuerza Aérea Sur.
Algunos pilotos expertos en el avión Dagger permanecieron en Tandil entrenando nuevos aviadores con el objetivo de formar un tercer escuadrón para apoyar las operaciones en el sur o bien para apoyar un despliegue en la frontera con Chile.
El II Escuadrón, bajo el mando del mayor Carlos Napoleón Martínez, tenía previsto desplegar en la Base Aérea Militar Río Gallegos pero finalmente lo hizo en la Base Aeronaval Almirante Quijada de Río Grande —En Río Gallegos ya habían desplegado dos escuadrones de A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza—. Tras aterrizar en Río Grande, los pilotos observaron avutardas en la pista. El nombre de la unidad estaba listo: «I Escuadrón Aeromóvil “Las Avutardas Salvajes”», por la similitud guardada por estas aves con el jet Dagger configurado con el peso máximo. Con este nombre la unidad se unió al Sector de Defensa Aérea Río Grande.
El II Escuadrón Aeromóvil Dagger, comandado por el mayor Juan Carlos Sapolski, inicialmente se estableció en el aeropuerto de Comodoro Rivadavia, pero después cambió al aeropuerto de Puerto San Julián, más cercano a las Malvinas.
En este aeródromo funcionaba la Base Aérea Militar San Julián, que apoya al Grupo 4 de Caza.
Los escuadrones aeromóviles cumplimentaron misiones de ataque contra buques británicos, escolta y patrulla. Los aviones Dagger cargaban bombas en las misiones de ataque, y misiles Shafrir en las misiones de escolta y de patrulla. Los Escuadrones cumplieron sirvieron entre el 1 de mayo y el 13 de junio de 1982 cumpliendo 145 misiones de combate y perdiendo 11 aviones y cinco aviadores.



domingo, 9 de junio de 2019

Brigadier Crespo, el temido planificador de la FAS

Malvinas: el aviador admirado por los ingleses que se negó a rendirse por respeto a sus compañeros caídos en combate 

Por Gustavo Córdoba | Infobae


 
El brigadier Ernesto Crespo (quinto desde la derecha) cuando era un joven piloto de los caza Calquin en su Mendoza natal. Entonces no intuía el desafío que enfrentaría muchos años después al mando del comando de la Fuerza Aérea Sur durante el conflicto de Malvinas.

El memorable desempeño de los pilotos argentinos durante el Conflicto del Atlántico Sur debe gran parte de su éxito a la estrategia aérea planeada desde el continente por un hombre de bajo perfil, más tarde elegido por su compromiso democrático como Jefe de la Fuerza Aérea por Raúl Alfonsín. Aquel veterano de la Guerra de Malvinas, un mendocino parco inmune a los elogios, fue el brigadier Ernesto Crespo, fallecido hace un mes a los 89 años.

Crespo fue el "silencioso" estratega al mando del Comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS). Aquella legendaria cuadrilla de intrépidos cazabombarderos a bordo de A4, M3, M5 Dagger y Camberra MK62 operó albatros suicidas desde la base de Comodoro Rivadavia. En ominosos vuelos rasantes, los pilotos hundieron a los buques de la Royal Navy HMS Ardent , Antelope, Coventry, Sir Galahad, produjeron averías en otras 11 naves e inutilizaron a otros 9 más. Esa herida en orgullo británico llevó durante mucho tiempo su nombre.

 
Las bombas que lanzaban los pilotos de la FAS sobre los objetivos navales

Crespo lideró a los pilotos argentinos para que doblegaran a los buques enemigos e impidieran en un primer momento desembarcar en Malvinas. La corta pista del aeropuerto en Puerto Argentino restringía la operatoria de los cazabombarderos. Por eso se priorizó el ataque a los objetivos navales desde el continente y más tarde a los objetivos terrestres en febriles vuelos con un margen de 3 o 4 minutos para el ataque. El tiempo apremiaba y había que regresar a tierra con el último hálito de combustible.

Esta es la historia "secreta"

Era el 14 junio de 1982 cuando el Reino Unido despachó las actas de capitulación. El original estaba escrito en inglés, había una copia en español y cualquier modificación en los términos de la rendición debía ser supervisada en 10 Downing Street.

Aquel día el brigadier Ernesto Crespo se encontraba en su puesto comando en Comodoro Rivadavia cuando recibió una llamada desde las islas Malvinas. Un integrante de la Fuerza Aérea Argentina le comunicó que los británicos exigían su rendición y que lo habían incluido en el acta de capitulación.

Antes de cortar intempestivamente el teléfono, Crespo fue claro:

–De ninguna manera nos vamos a rendir. Seguiremos atacando. Cargo ya con el peso de haber mandado a combatir a mucha gente. No puedo decir así como así "me rindo".

A los pocos minutos el teléfono volvió a sonar.

–Señor, los ingleses han cambiado de opinión y le piden su palabra de honor de que usted no va a atacar más.

 
Pilotos de M5 Dagger en la sala de reunión de la base antes de emprender las misiones aéreas

Crespo analizó el escenario con su Estado Mayor: el componente militar argentino en Malvinas se había rendido, entregado su armamento y todo elemento de interés para el enemigo. Continuar el combate, con el costo de vidas humanas, resultaba estéril.

Con dolor, accedió y dio su palabra de honor de que no atacaría. Aquella promesa verbal fue la única palabra de honor que se dio para cesar las hostilidades.

El almirante Sandy Woodward al mando de la Task Force durante el desembarco tenía la orden neutralizar a la Fuerza Aérea. Incluso si eso obligaba a bombardear las bases continentales.

 
El brigadier Ernesto Crespo falleció hace un mes, a los 89 años

Fue la Guerra de Malvinas la que forjó la reputación de prestigio de la FAA ante el mundo. Muchas potencias implementaron profundos cambios, reescribiendo sus manuales de doctrina, estrategia y táctica militar al estudiar la actuación de la aviación argentina.

 
El A4C, con el armamento colocado, a la espera del despegue rumbo hacia la zona del conflicto en 1982

Sólo es posible dimensionar el papel que cumplieron los aviadores al contraponer los resultados obtenidos con las dificultades que enfrentaron en la etapa de alistamiento y adiestramiento de la fuerza de ataque además de las desventajas afrontadas durante las hostilidades por las carencias tecnológicas, técnicas y materiales ante la superioridad del enemigo.

Esa asimetría sólo pudo ser subsanada con esfuerzo, ingenio y creatividad. Y se reflejó en el espíritu y valor que demostraron los pilotos y tripulantes que atacaron a los buques de superficie de la flota Británica: en 44 días se le infligió a la Royal Nayy un daño superior en proporción a cualquier daño infligido a las Armadas que intervinieron en la II Guerra Mundial.

La flota británica sufrió la pérdida de 7 barcos de guerra, otros 5 quedaron fuera de combate y 12 resultaron con averías de consideración. En total, sobre 42 naves, 24 fueron hundidas o dañadas; es decir, más de la mitad de las que llegaron para combatir al Teatro de Operaciones del Atlántico sur (TOAS).

Todo esto hizo retroceder a la Task Force causándole severos daños y obligando a los británicos a alejarse de las islas y pedir refuerzos.

 
Armeros de A4 bautizaban las bombas MK17, de 1000 libras, destinadas a la flota británica

Crespo había dicho en su momento: "Si alguien creyó que la frase 'Defender la Patria hasta perder la vida' era sólo una declaración, esta es la hora de la verdad".

Su juramento era de sangre, estaba basado en su formación y en su compromiso de honrar a la Patria. El jefe de las FAS sostenía que debía combatir "hasta el último hombre, incluso quien les habla". Ese ideario involucraba además un fuerte sentido de responsabilidad y compromiso hacia los hombres y mujeres que se desempeñaban bajo sus órdenes. Son incontables los testimonios que encomiaron su guía y su apoyo tanto en lo técnico y logístico como en lo moral y espiritual. En misiones con alto riesgo de vida, Crespo no seleccionaba pilotos, pedía voluntarios. Y siempre los había.

 
Pilotos, mecánicos, técnicos y soldados del Escuadrón M5 Dagger antes de una de las misiones en Comodoro Rivadavia

A su regreso, aun hasta en los momentos más difíciles en los que había que lamentar bajas (hubo 37 pilotos fallecidos), bajaba a la pista para conocer las condiciones en que encontraban sus subalternos e los consolaba ante las pérdidas humanas.

Había dado su palabra de que no iba a abandonar a nadie de la Fuerza Aérea bajo ninguna circunstancia, palabra que cumplió hasta el final. Incluso en los años posteriores al conflicto, acompañando a las viudas y familiares de los caídos en combate, haciendo previsiones para que no les faltara nada, para que sus hijos pudieran educarse y tuvieran dónde vivir.

¿Qué atributos y cualidades poseía Crespo que llevaron a sus hombres a seguir combatiendo sin dudarlo hasta el final, aun sabiendo que las posibilidades de lograr una victoria militar eran ínfimas?

Ernesto Horacio Crespo (1929-2019) egresó como aviador de la Escuela de Aviación Militar en 1952. Quienes lo conocieron lo recuerdan como una persona recta, estricta y de extrema dedicación al trabajo. De carácter pragmático, templado y a la vez firme para tomar decisiones, era un planificador meticuloso que respetaba y escuchaba al profesional en su trabajo. Incorporaba aportes ajenos, si estos contribuían, y sabía delegar responsabilidades. Sus subalternos lo recuerdan como un líder justo y accesible. Su reconocido estilo de ayudaron a consagrarlo, tras su actuación en las FAS, como Jefe de Estado Mayor General de la FAA.

El llamado a la guerra

El 1° de abril de 1982, mientras se desempeñaba como Jefe de la IV Brigada Aérea de Mendoza, recibió la orden de presentarse de urgencia en Buenos Aires con el preaviso de que debería permanecer fuera de su destino por un largo tiempo. A su arribo en el edificio Cóndor le informaron que una Fuerza de Tareas Anfibias argentinas había desembarcado en Puerto Argentino.

Se lo nombró entonces Comandante del Componente Aéreo del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS): debía implementar todas las bases de operaciones y de despliegue establecidas por el Comando Aéreo Estratégico (CAE) en la Patagonia, además de recibir el material y el personal necesario.

Le habían asegurado, en un principio, que si se desataba la guerra –él estaba convencido de ello-, la FAA no tendría que combatir porque no era su responsabilidad primaria.

Según la Resolución Nº 01/69, el Ejército sería responsable del teatro terrestre, la Armada del marítimo y la FAA del espacio aéreo hasta las 12 millas de la costa.

No deberían volar sobre el mar, salvo para realizar tareas de exploración lejana. En consecuencia, la Fuerza Aérea no debía adiestrarse, adquirir armamento, o aeronaves para combatir en el mar.

Así, a pesar de haber volado intensamente por varios años, para los pilotos de la FAA el perfil de un barco en el mar era una incógnita: no sabían cómo estaban pintados, que largo tenían, con cuántos aviones se podía atacar, cómo influían en el océano la lluvia o la niebla. Con poco tiempo por delante, el Jefe de la FAS se puso de inmediato a organizar y preparar la nueva fuerza de ataque.

 
El mayor Piuma les relata a sus compañeros el combate aéreo frente a un Harrier y su posterior eyección. Tiene los ojos con hematomas producto de la eyección a alta velocidad

La Armada proveyó un destructor con modernas baterías de proyectiles antiaéreos y sistemas de radar similares a los de las naves de la flota británica para que los Mirage III, los M-5 Daggers y los Douglas A-4 Skyhawk de la FAA pudieran realizar ejercicios de adiestramiento.

La tarea consistía en simulacros de bombardeo contra el destructor mientras que este fingía una defensa a base de misiles y efectuaban maniobras evasivas. Los resultados no fueron alentadores: a los pilotos se les dificultaba hallar a la flota nacional, a pesar de haberse establecido de antemano las coordenadas, ubicación y frecuencias a utilizar. Ante el golpe psicológico que todo produjo, se trabajó para revertir la situación anímica y generar la confianza necesaria para que los pilotos pudieran hacer frente a los desafíos impuestos en cada misión.

 
Los pilotos de A4 antes de salir al combate en el Atlántico Sur

El brigadier Crespo, también, planificó y ejecutó las tareas de apoyo logístico a las tropas destacadas en Malvinas, situación que analizó desde el punto de vista aéreo para que los pilotos pudieran divisar a las naves enemigas. Así fue como seleccionó tres posiciones: San Carlos, Darwin y Bahía Agradable.

Consultados los asesores de la Armada en el Comando de la FAS, concluyeron que era imposible que sucediera un desembarco allí o que la flota utilizara esos lugares, ya que eran aguas poco profundas y pedregosas. No obstante, el Estado Mayor se quedó con aquellos lugares.

Se confeccionaron las órdenes fragmentarias (OF) para los tres lugares, para que las unidades cumplieran determinadas misiones. Las OF fueron entregadas a las unidades a mediados de abril, de manera que los pilotos practicaran durante sus vuelos de reconocimiento sobre aquellos lugares que desde el punto de vista aéreo se presumía iban ser utilizados. Tiempo después se revelaría que los británicos habían determinado, a priori, una veintena de posiciones posibles de desembarco, quedándose luego con dieciocho y seleccionando por último tres: San Carlos, Darwin y Bahía Agradable.

 
Uno de los Pucará lA 58 en la base de San Julián

Antes de intervenir en el conflicto, el Brigadier Crespo y su Estado Mayor tuvieron que hacer frente a innumerables problemas:

  • La FAA tenía sólo dos aviones nodriza (KC-130s) para abastecer a todo el componente aéreo y aeronaval, por lo que la fuerza de ataque se vio limitada a realizar pequeños vuelos, generalmente de cuatro aviones a la vez, para los reabastecimiento requeridos.
  • Los Mirages III y los M-5 Daggers no estaban preparados para el reabastecimiento aéreo, lo que redujo dramáticamente su capacidad de ataque al momento de brindar cobertura de combate. La falta de autonomía de los aviones limitaba su permanencia sobre los objetivos a 5 minutos; además los aviones Mirages III y los Daggers se encontraban impedidos de utilizar su velocidad supersónica (Mach-2), dado que con tanto consumo de combustible no les alcanzaría para regresar a base, lo que hubiera resultado de gran ventaja contra los Harriers subsónicos británicos.
  • La carencia de observación de largo alcance era otra de las dificultades. Mientras que la eficacia de los ataques estuvo considerablemente disminuida por la cantidad de bombas que hicieron impacto y no explotaron, debido a que las bombas disponibles no tenían su tren de fuego preparado para blancos navales, ni para la forma de ataque empleada, única posibilidad que permitía lanzar las armas propias con alguna probabilidad de supervivencia ante las modernas armas antiaéreas enemigas.
  • Los aviones de la FAA contaban en general con una aviónica anticuada para la navegación de larga distancia pero, en Abril de 1982, solamente una tercera parte de los aviones habían sido modificados. En tanto, la longitud de la pista de aterrizaje en el aeropuerto de Puerto Argentino, única pista de superficie dura, era bastante corta y sólo apta para aviones de transporte como los C-130 (con capacidad para realizar aterrizajes y despegues cortos). Así, la totalidad del esfuerzo logístico y de refuerzo dependía de este aeropuerto.

 
Uno de los técnicos aseguran las bombas de los cazabombarderos

Después del 1º de mayo, cuando la Fuerza Aérea ya había entrado en el conflicto, Crespo ordenó evitar los ataques a gran altura y exhortó a los pilotos a utilizar la táctica de atacar en vuelo rasante, dado que esto les permitía aprovechar una de las debilidades más notables de parte de los británicos: la carencia de un sistema de alerta aérea temprana de largo alcance que pudiese identificar los aviones del enemigo que se aproximaban a baja altitud.

Esto resultaba también de gran ayuda cuando los pilotos argentinos se aproximaban a las naves de la flota británica: los directores de tiro de las naves no podían detectar si los aviones iban hacia el ataque, y, si los detectaban, se los confundían con el eco que provenía de tierra y del mar.

No obstante, esto tenía algo en contra: el CIC Malvinas -el sistema de vigilancia y control que tenía la FAA montado con el radar en Malvinas-, no podía protegerlos: los pilotos quedaban expuestos a todo riesgo posible y tenían que pasar literalmente por encima de los barcos, lo que devino en las pérdidas de vidas humanas y de material aéreo.

 
La alegría y el recibimiento en la base San Julián cuando regresaban los pilotos de la FAS

Esas bajas no impidieron que los pilotos de combate pelearan agresivamente hasta el final, como en la oportunidad en que los A-4 Skyhawks del Grupo 5 y los bombarderos Canberras desde Trelew intentaron volar misiones de apoyo de fuego aéreo cercano para el Ejército Argentino, cuando la resistencia en tierra se derrumbaba en Puerto Argentino.

 
Un Dagger carga combustible en San Julián

El Comando de Transporte también desempeñó un papel admirable. Durante el mes de abril se movilizaron casi 8,000 tropas y 5037 toneladas de equipos, armas, vehículos y abastecimientos.

Aún después de la llegada de la flota británica y del bloqueo aéreo total, los transportes siguieron volando a Puerto Argentino por la noche llevando carga y evacuando a los heridos, operaciones que se realizaban en condiciones de gran riesgo para las fuerzas empleadas en estas tareas, pero que atendían a las necesidades vitales de los medios desplegados en Malvinas.

Por su parte, tanto la artillería antiaérea como los operadores de radar desempeñaron sus trabajos de manera loable a lo largo de la campaña. Siete aviones británicos, cuatro de ellos aviones de combate, fueron derribados por las defensas antiaéreas de tierra. Los operadores de radar en Puerto Argentino fueron el único recurso eficiente para localizar los aviones y buques británicos. Durante los ataques de los aviones, los operadores vigilaban los movimientos del enemigo y mantenían informados de la proximidad de sus aeronaves. Muchas vidas y material aéreo se salvaron gracias a la gran actuación de quienes operaban el radar estacionado en Puerto Argentino.

Un capítulo aparte merecería la utilización del improvisado escuadrón Fénix, que empleó aviones ejecutivos a manera de señuelos para distraer a las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) británicas.

 
El hangar de la FAS donde se preparaban a las naves

En el balance final, como Jefe de la FAS en el Conflicto por las Islas Malvinas, el brigadier Crespo llevó a cabo un excepcional trabajo con los medios y fuerzas disponibles, sobre todo teniendo en cuenta que tuvo tres semanas para organizar y entrenar su fuerza de ataque para la campaña aeronaval, lo que no le impidió luego aprender de sus errores y realizar los ajustes necesarios para que quienes estaban bajo sus órdenes tuvieran las mejores posibilidades frente a las desventajas presentadas.

Años después, cuando contaba con el grado de Brigadier General y se desempeñaba como Jefe del Estado Mayor General (JEMG), Crespo debería afrontar otro gran conflicto, esta vez de diferente naturaleza, pero en el que su firmeza y decisión resultarían claves al momento de brindar su apoyo al presidente Raúl Alfonsín, quien debió aplacar a las fuerzas militares sublevadas en Campo de Mayo durante la Semana Santa de 1987.

En aquel momento se interpretó que amenazaban la consolidación de la democracia en la República Argentina. Ahí Crespo demostró su fuerte compromiso con las instituciones democráticas al acompañar al ex presidente de la Nación en el helicóptero presidencial para su encuentro con los sublevados en Campo de Mayo. Crespo le aseguró a Alfonsín que la FAA actuaría con todo su personal y sus medios en caso de fuera necesario.

 
Una foto antes de la misión. Nadie sabía si regresarían con vida

Finalmente, 1989 Crespo pasó retiro. Aunque continuó participando en el asesoramiento de la superioridad aeronáutica, con su sabiduría y experiencia sobre los temas de relevancia para el futuro de la FAA. Siempre con humildad y con respeto, sin pedir nada cambio. Lo empujaba seguir siendo parte de la institución de la cual estaba orgulloso de pertenecer.

 
El desempeño de las FAS fue estudiado por las fuerza aéreas de muchos países del mundo


viernes, 30 de septiembre de 2016

FAA: Los veteranos de la FAS

VETERANOS Y EXCOMBATIENTES DE LA GUERRA DE MALVINAS Y LA FUERZA AÉREA SUR

Hace algunos años, el Estado Mayor Conjunto (EMC) de las Fuerzas Armadas (FFAA) propuso las condiciones para que un hombre, que participó de alguna forma en la guerra del Atlántico Sur, sea considerado ex combatiente o veterano de guerra en el conflicto de Malvinas. Lamentablemente la propuesta fue aceptada por los Estados Mayores Generales (EEMMGG) de las Instituciones Armadas, sin tener en cuenta ciertos aspectos que hacen a las exclusivas y excluyentes particularidades operativas de las Fuerzas involucradas, generándose situaciones que considero injustas, parciales y arbitrarias.

Al hacer esta consideración, no es mi intención cuestionar las atribuciones legales de los Señores Jefes del EMC y de la Fuerzas Armadas; antes bien, deseo contribuir a que se plantee la necesidad de rever ciertos conceptos esgrimidos para las definiciones y jurisdicciones utilizadas para determinar quiénes son acreedores a ser considerados veteranos o ex combatientes de Malvinas, por entender que los mismos lesionan y discriminan sin razón los legítimos derechos del personal de la Fuerza Aérea que tuve el alto honor de conducir durante el conflicto.

Uno a esta responsabilidad de comando para con mis subordinados, la especial circunstancia de haber ejercido la más alta jerarquía de la Institución, teniendo por seguro que todo es perfectible, en la medida en que seamos capaces de reconocer nuevas situaciones ó errores involuntarios del pasado.
Sobre el tema que nos ocupa es conveniente señalar que para definir la condición de veteranos y/o ex combatientes se utilizaron las jurisdicciones establecidas para el Teatro de Operaciones Malvinas (TOM) y Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS).

Las jurisdicciones o áreas geográficas asignadas para cada uno de los distintos Comandos Operativos creados, ante el riesgo de un potencial conflicto, fueron ordenadas y establecidas únicamente a los efectos de determinar clara y sencillamente las zonas en que cada uno de los Comandantes designados debía cumplimentar sus responsabilidades, ejercer su autoridad y llevar a cabo las tareas asignadas con los medios puestos bajo su mando, no asignándoseles prioridad o precedencia alguna. Se posibilitaba además, la coordinación indispensable entre los Comandos intervinientes, de la misma o distinta Fuerza Armada, para un posible conflicto y no señalaba ninguna forma de exclusividad o necesidad de requerir autorización para operar en ellas.

La planificación inicial preveía que las unidades aéreas y medios asignados a la futura Fuerza Aérea Sur (FAS) estaban destinados a tareas totalmente ajenas a su posible utilización en operaciones sobre el mar, reservándose las mismas para otra institución armada, por ser de su competencia jurisdiccional. Al respecto es necesario resaltar que las operaciones aeronavales estaban vedadas para la Fuerza Aérea, ya que las jurisdicciones operacionales establecidas en la Resolución 1/69 del Poder Ejecutivo Nacional, preveía y le impedía equiparse, adiestrarse y operar sobre el mar, con salvedad de las operaciones de Exploración y Reconocimiento Lejano.

Sin embargo, la FAS desarrolló un conjunto de tareas no especificas, ajenas a las que le correspondía por doctrina, y desde su comando se planificaron, controlaron y supervisaron operaciones aéreas que ejecutaron durante cuarenta y cuatro días sus unidades dependientes, desplegadas a lo largo de la Patagonia.

Si la FAS no hubiese estado allí, en la Patagonia, con sus medios desplegados en el continente, pero con una inquebrantable voluntad de lucha y dispuestos a golpear donde al enemigo le doliese, probablemente no hubiera existido el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) y el conflicto hubiera finalizado posiblemente el primer día de combate, es decir el 1º de mayo, por no tener los medios desplegados en las islas quién los preservara de los ataques aéreos y navales ingleses, los apoyara moral y logísticamente, detuviera y rechazara el desembarco enemigo durante su primer intento.

No obstante, a pesar de las reiteradas solicitudes presentadas en los últimos años, la condición de veteranos se les niega constantemente a quienes condujeron, posibilitaron y apoyaron estas acciones, sin los cuales la participación de la FAS hubiera sido altamente quimérica e imposible.
¿Es posible suponer que un criterio de espacio territorial que no limita las operaciones, condicione el reconocimiento de una acción bélica? Los ingleses, nuestros oponentes, consideraron a la Fuerza Aérea Sur su único enemigo real en el conflicto y lo manifiestan taxativamente en sus declaraciones, libros y diversos escritos. Incluso previeron, de acuerdo con la evolución del conflicto, el ataque a sus unidades del continente y llegado el momento de dar por finalizadas las acciones bélicas, recabaron de su titular su palabra de honor de no seguir atacando a las tropas inglesas, por no aceptar éste que se incluyera a la FAS en el acta de capitulación.

Este compromiso fue solicitado a través del Comandante del Componente Aéreo de las islas, como condición y exigencia fundamental de la Fuerza de Tareas del Reino Unido para firmar la capitulación incondicional de nuestras fuerzas en las islas y por ende el reconocimiento nacional e internacional de nuestro Gobierno que había finalizado el conflicto.

Esta obligación exigió al Comandante de la FAS (CFAS), que no capituló ni se rindió, como puede verificarse en el Acta de Rendición, suscripta el día 14 de junio de 1982, a cesar las operaciones ofensivas contra los medios navales y terrestres de la flota inglesa, a requerimiento de los mandos de las islas y por imposición sobre éstos de las autoridades de la Fuerza de Tareas.

Preocupación de por si relevante, que demuestra que la FAS fue considerada en su totalidad, durante todo el conflicto, como un combatiente de real importancia a ser tenido en cuenta, inquietud que llevó al Almirante Woodward a expresar “este es un mano a mano entre la Royal Navy y la FAA”.
De este acontecimiento histórico, sin ningún tipo de concesiones hacia nuestro país, tomaron conocimiento todos los oficiales del componente aéreo de nuestra institución en las Islas, el Estado Mayor (EM) y unidades dependientes del CFAS y las autoridades superiores de la Fuerza Aérea, incluido el gobernador militar de la isla, general Menéndez y su EM, así como el gabinete militar argentino.

Creo, como una alternativa más para solucionar el desacuerdo con la definición emitida, que en lugar de considerar la delimitación geográfica de los comandos en el Atlántico Sur, hubiera resultado correcto limitar el ser considerado ex combatiente o ex veterano solamente a los que tuvieron “injerencia directa o cumplieron funciones esenciales” para el desarrollo de las operaciones del enemigo, ya fuera en las islas o desde el continente. Este concepto dejaría de lado el criterio de la distribución geográfica, que nunca existió para las operaciones ordenadas por la FAS.

Este fundamental concepto es reconocido, aceptado y aplicado por los gobiernos y fuerzas armadas de cualquier país del mundo, debido a la particular forma de operación de las fuerzas aéreas, siendo legítima esta consideración también para los comandantes, sus estados mayores y para los medios de apoyo técnico y logístico asignados para hacer posible el empleo de las unidades aéreas.
Excluirlos significaría ignorar o desconocer la doctrina, la forma de empleo de los medios aéreos en la realización de los distintos tipos de operaciones ofensivas, de apoyo y de transporte que se llevan a cabo durante un conflicto, que son planificadas, ordenadas, controladas, evaluadas e incluso soportadas logísticamente por la organización de un comando aéreo. Esta es en definitiva, el producto y esencia de una acción de comando, sin la cuál no podrían existir. De haberse observado esta sencilla disquisición la polémica y estos párrafos no existirían por haberse obrado sobre la base de estricta justicia.

Por cierto, existen mayores elementos de juicio, citas e incluso publicaciones donde se documenta sobradamente la justa inclusión de todo el personal de la Fuerza Aérea Sur como Veterano o ex Combatiente en las normas legales en vigencia, ya que en las experiencias de guerra, sean de carácter mundial o no, ha quedado demostrado que son los países en su totalidad los que van a un conflicto y que para el enemigo las bases de operaciones, su personal y su comando son objetivos naturales de fundamental importancia.

¿Puede negarse al personal, las unidades y al comando de la FAS su condición de veteranos de guerra? Enfatizo y destaco que fue la Fuerza de Tareas Inglesa, nuestro adversario de aquel entonces, la que le dio a la Fuerza Aérea Sur y a sus medios el rango de beligerantes, de combatientes y que fuimos debidamente tenidos en cuenta en forma exclusiva a la hora de las decisiones fundamentales, como las que determinaron el cese de hostilidades por medios violentos.

¿Puede un criterio geográfico primar sobre el concepto operacional? A partir del desembarco en la Bahía de San Carlos, el 21 de mayo de 1982, la Fuerza de Tareas inglesa tenía previsto, dentro de los objetivos ordenados por el Gabinete de Guerra del Reino Unido, como primera prioridad la neutralización de la Fuerza Aérea Sur, hecho que sin lugar a dudas demuestra la preocupación de nuestro antagonista para que la misma no siguiera atacando; reflexión reiterada repetidas veces por el almirante Sandy Woodward a través de toda la campaña. Situación que se exige como condición fundamental previo a la capitulación de nuestras fuerzas en las islas.

Ratifica lo expresado, las disposiciones adoptadas por el Reino Unido, durante el conflicto, tendientes a debilitar al CFAS y a sus unidades dependientes, quitándole capacidad operativa y de reacción, afirmación que puede ser verificada mediante el análisis de las siguientes previsiones conocidas, puestas en vigencia:

Acercamiento nocturno al continente de una formación naval, que permitió y facilitó el traslado de un contingente integrado por voluntarios del Special Air Service (SAS), a bordo de un helicóptero Sea King, matrícula ZA-290, a cargo del Lt. Hutching, responsable de la operación planeada, que despegaron de un portaaviones en proximidades de la Isla Grande de Tierra del Fuego en cumplimiento de la tarea ordenada, de cuyo desarrollo de haber logrado éxito, podría haber estado prevista la participación de otros medios de transporte de la Royal Air Force (RAF) y un equipo más numeroso de hombres del SAS.

Su tarea, realizar observación e inteligencia de las instalaciones de las BAM Río Grande y Río Gallegos y estudiar la posibilidad de efectuar acciones tipo comando de mayor envergadura, con la participación de otros medios que afectaran la capacidad operativa de la FAS y de la Armada Nacional.

Fracasada la misión, por causas fortuitas, el helicóptero trasladó al personal comando hacia el oeste de la Tierra del Fuego, dejándolo en territorio chileno y continuó su vuelo hasta las proximidades de Punta Arenas, donde fue destruido. El personal comando fue internado en Chile hasta el final del conflicto y a la tripulación del móvil aéreo, luego de ser asistida por la Fuerza Aérea de Chile (FACH), se le posibilitó su regreso a Inglaterra, violando las normas de la Convención de Ginebra.
Extensión de la Zona de Exclusión Total (ZET) original de 200 MN, a partir de las islas, a todo el Atlántico Sur hasta el límite del mar territorial argentino, 12 MN desde el continente, medida que habilitaba a la Fuerza de Tareas Inglesa a realizar el control de una inmensa área y acciones ofensivas directas sobre cualquier tipo de medio de nuestro país que operara en la misma y que colocaba, además, a todas las bases de despliegue de la FAS y de la Armada Nacional como blancos potenciales accesibles y muy rentables.

Aproximación al anochecer del día 16 de mayo, protegido por una densa niebla, del submarino convencional inglés HMS (Her Majestic Ship) Onix, asignado a la Fuerza de Tareas, que habría dejado tres botes neumáticos con efectivos comandos en las proximidades de la Base Aeronaval Río Grande, con la intención de sabotear las instalaciones y aviones desplegados en la misma. Esta operación habría sido abortada por el destructor ARA Bouchard, que se encontraba protegiendo el Área Naval Austral, sometiendo a un intenso fuego naval a los medios en aproximación, hasta que los ecos desaparecieron de las pantallas de su radar. Información proporcionada por la Armada Nacional.
Sucesivas interferencias electrónicas sobre los radares o censores desplegados en las bases de la FAS, en la Patagonia y el relevamiento e inteligencia electrónica sobre sus instalaciones y medios, realizadas desde aeronaves que operaban en el Atlántico Sur a lo largo de la costa y desde Chile, que ratifican intenciones de anular o atenuar las posibilidades de la defensa y de una rápida respuesta.
Por otra parte, la definición aceptada estableció el 2 de abril de 1982 como marco de referencia, fecha sobre la cuál correspondería formular algunos comentarios.

No es mi intención polemizar o poner en situación comprometida o desmerecida a ningún mando o autoridad de aquella época, ni posteriores, pero si aportar sobre los alcances de lo que se debe entender como el verdadero conflicto o guerra de Malvinas, que en el ámbito político diplomático de las relaciones internacionales entre las naciones no empezó el 2 de abril de 1982.

La operación militar de esa fecha dio lugar a la intervención del Secretario General de la ONU y a diferentes países para evitar la guerra, ante una decisión unilateral de nuestro país de ocupar el archipiélago, luego de un discutible análisis en cuanto a la real actitud y aptitud de las fuerzas armadas argentinas para una potencial confrontación bélica con el país de mayor historial y tradición guerrera del mundo, el Reino Unido.

El inicio de una guerra, declarada o no, jurídicamente definida, es el cese definitivo o el fracaso de las gestiones políticas y esfuerzos diplomáticos de distintos niveles, de organismos nacionales e internacionales para evitarla entre dos o más naciones y el principio de acciones de fuerza, de carácter violento, mediante el uso del poderío de sus respectivas instituciones armadas, con el indispensable y necesario apoyo de toda la estructura nacional de cada una de ellas y el posible de otras.
La guerra desnuda, verdadera, según algunos autores, es la del miedo, de la soledad, la mutilación y la del maltrato cruel del llamado enemigo, la desconfianza y la resignación en los combates, mediante los cuales se trata de imponer nuestra voluntad al oponente y de hacerle deponer la suya.
La guerra es tragedia y un alud de emociones que el ser humano debe superar. Injusto o torpe sería no reconocer que el heroísmo puede a veces fulgurar entre los enfrentamientos bélicos, pero los relámpagos heroicos o gloriosos en la contienda no justifican el odio y destrucción que se genera.
Esta circunstancia así descripta, en nuestro país, se inició en forma incuestionable e innegable el 1 de mayo de 1982 y no en la fecha considerada.

El 2 de abril es, no obstante, un día muy particular, que señala por una parte la heroica y legítima recuperación de las islas, parte incuestionable de nuestro territorio y por la otra la iniciación de una etapa preparatoria previa de casi un mes, para que ambos bandos, que respondían a intereses diametralmente opuestos, iniciaran acciones de fuerza y violencia en aumento, en la escalada de sucesos que serían conocidos como Guerra de Malvinas.

La determinación del 2 de abril como fecha de iniciación de la guerra, facilitó la inclusión como veteranos, de personal y medios que de ninguna manera participaron activamente en ningún combate o acción que los hiciera posible durante el conflicto bélico.

Facilitó, por otra parte, la inserción de personal que solo visitó las islas, con periodistas e invitados especiales, durante el mes de abril, obteniendo por su fugaz visita y estadía, además de una fotografía de recuerdo acreditante, la incorporación como veterano o ex combatiente que esta lejos de corresponder. Pueden haber colaborado en la fase previa e inclusive de alguna forma, posiblemente anímica, como emocionalmente lo hizo la mayoría de la población de nuestro país, pero eso no basta para ser para ser considerado con justicia ex combatiente o veterano.

Lo afirmado, de ninguna manera trata de desmerecer la sobresaliente acción llevada a cabo por los hombres y comandos que materializaron la recuperación de nuestras Islas, que marcaron un hito histórico para nuestra patria y que no obstante los desafíos terrestres que debieron enfrentar, cumplimentaron el logro de su objetivo sin derramamiento de sangre británica, tal como les había sido impuesto. Todos ellos deben ser, con justicia, considerados veteranos de guerra, independientemente de la fecha en cuestión, por cuanto su tarea se cumplió con efectiva presencia enemiga.

Lo expuesto tan someramente, alcanza para comprender que los criterios que oportunamente se creyeron adecuados para determinar a quienes debía conferirse el honor de ser considerados veteranos de guerra o ex combatientes, tienen falencias que es menester solucionar.

Mientras por un lado se hace caso omiso al criterio operacional, subordinándolo al restringido concepto territorial, por otra parte se acepta una fecha como línea de partida del conflicto sin observar que entre las reales e incuestionables acciones bélicas de ese día, 2-Abr-82 y el 1° de mayo, fecha de iniciación real de la guerra, transcurrió un tiempo suficientemente prolongado como para que elementos que nada tuvieron que ver con las operaciones, hoy sean considerados veteranos de guerra, por el solo hecho de haber ingresado a un espacio geográfico.

¿Cómo es posible entonces, que por una definición tal vez no debidamente analizada, a “ese conjunto”, conformado por mandos, unidades y medios, que hicieron posible las operaciones aéreas ofensivas, de apoyo y de transporte durante el conflicto de Malvinas y sin los cuales hubieran sido insostenibles, se les niegue la condición de ex combatientes y veteranos de Guerra?

Brigadier General Ernesto Horacio Crespo
Ex Comandante de la Fuerza Aérea Sur