miércoles, 30 de noviembre de 2022

El incidente de 1953

Cuando 2 soldados argentinos invadieron Malvinas en 1953






Parte de nuestra historia que pocos conocen:
Debido a esto Churchill envió una fragata para repeler la "invasión"
Para Winston Churchill era una ruptura de la soberanía británica que valía una respuesta- el envío de una fuerza de tareas para reclamar una pequeña isla rocosa en el Atlántico Sur invadida por argentinos.
El Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores Británico) ya había enviado un telegrama al gobierno de Buenos Aires quejándose de una "incursión armada en las aguas y territorios Británicos" e informando que la presencia de buques y tropas navales eran un acto de agresión.
Pero mientras un destacamento especial de 32 Royal Marines tomaba la costa por asalto para reclamar la isla Decepción, poco después del mediodía del 15 de febrero de 1953 - unos 30 años antes de que hicieran lo mismo en Malvinas - encontraron que las feroces fuerzas ocupantes consistían en dos suboficiales de marina.
Documentos en los Archivos Nacionales Británicos muestran que, durante su segundo período como Primer Ministro, Churchill estaba tan preocupado de que Argentina tuviera intenciones militaristas en las Malvinas y otros territorios "británicos" en el Atlántico Sur que envió una fragata de la Royal Navy, HMS Snipe, desde Portsmouth. En una nota personal a los jefes de Defensa, Churchill dijo: "Ciertamente una fragata debe ser mantenida en las cercanías de las islas Falklands...
Cuando se supo un poco más tarde, en febrero de 1953 que un aviso Argentino, el ARA Chiriguano, había establecido una cabaña, una tienda de campaña y una bandera en la isla Decepción, parte de las islas Shetland del Sur, a unos 400 yardas de la base británica, era el momento de la acción.
Un informe de la contraofensiva, dirigida por Marines armados con ametralladoras Sten, rifles y gas lacrimógeno, decía: "Sargento y Cabo naval argentinos los únicos ocupantes de la cabaña, "Los dos hombres detenidos" fueron acompañados por el jefe de policía de las islas Malvinas. Los argentinos fueron arrestados y deportados y su cabaña desmantelada por las tropas británicas, junto con un campamento rival dejado por los chilenos.

Introducción

Este es el relato de un episodio ocurrido en la Antártida en febrero de 1953 relacionado con la soberanía nacional en el área por el Cap de Nav Jorge Chihigaren.
En 1952 era Teniente de Fragata con destino en la Base de Submarinos de Mar del Plata integrando la Plana Mayor de la Escuela Antisubmarina, que recién se inauguraba.
Ya había estado en la Antártida como Guardiamarina, a principios del ’48, embarcado en el destructor el A.R.A. Misiones. a pesar de estar en un destino como lo es Mar del Plata, sentí el efecto del magnetismo antártico: Además, era aún una época romántica para estas incursiones, porque tenía en ese entonces mucho de aventura.
Mi idea no era ir a quedarme un año allí; era navegar y explorar los mares del área; Solicité ‘participar en la Campaña Antártica 1952-53 y fui designado a la Fuerza Naval Antártica, integrando un reducido grupo de unos seis oficiales y doce suboficiales que teníamos la tarea de establecer y ocupar refugios temporarios en tierra en los lugares que seleccionaría el Comandante de dicha Fuerza de Tareas, que era el entonces Capitán de Navío D. Rodolfo N. Panzarini, Dr. en oceanografía y meteorología y experto en asuntos antárticos, para afirmar soberanía en el sector antártico argentino.
Me tocó embarcar en el A.R.A. Bahía Buen Suceso nave insignia de la Fuerza de Tareas. Zarpamos poco después de Navidad y ascendí a Teniente de Navío en plena campaña; el 31 de diciembre del 53.
A principios de enero fondeados en la Bahía Media Luna, donde se estaba construyendo el destacamento A.R.A. Teniente Cámara y en plena operación logística de abastecimiento y habilitación del mismo, estando de guardia en el puente, dirigiendo las maniobras de las lanchas, las maniobras del aprovisionamiento etc. me hace llamar el comandante de la Fuerza de Tareas quien me dijo, más o menos, lo siguiente: Lo he designado a usted para lo siguiente:
Va a embarcar en el Bahía Aguirre con dos suboficiales que están en su grupo de refugios y se va a trasladar a con todo su equipo para ocupar un refugio en tierra: El Comandante de ese buque le dará instrucciones sobre la misión a cumplir” Se trataba de instalar un refugio en la Isla Decepción en caleta Balleneros.
Conviene recordar que la caleta Balleneros había sido utilizada, antes de la II Guerra Mundial, por una factoría noruega de procesamiento de las ballenas, abundantes en la zona, la que contaba con grandes tanque donde se almacenaba el aceite de los cetáceos, el que era trasladado a Noruega por buques tanques de esa nacionalidad para su ulterior comercialización.
Al caer Noruega bajo el dominio alemán las instalaciones fueron ocupadas por Alemania, y fue utilizada por ellos como base logística de su flota, sobre todo por los cruceros asignados a la concepción moderna de “guerra de corso” (misión que tenía el crucero Graf Spee) y para submarinos, sobre todo para reabastecimiento de combustible que se almacenaba en los mencionados tanques.
Durante la guerra, anoticiados los británicos de la existencia de esa base, enviaron una División de Cruceros que los inutilizaron.


Para 1953 las instalaciones, es decir la casa que probablemente haya sido el alojamiento de los noruegos, estaba ocupada por el personal de la base británica. A unos 500 metros existe aún el cementerio donde yacen los restos de personal de la factoría y marinos, entre ellos el famoso explorador Capitán Larsen.

Un campamento en el medio de una cancha de fútbol

Informado que cerca de la base británica habían preparado un espacio que servía como cancha de fútbol: allí, donde se para el centro forward, era el lugar apropiado para la instalación de nuestra casilla.
Le sugerí al Comandante de la FT que tratándose que, convendría demostrar que no se trataba de una operación militar sino de un acto de relevamiento topográfico. Que se trataba de una exploración de tipo de estudio geológico para lo cual podríamos agregar algún especialista en geología o topografía que se encontraba embarcado integrando el plantel científico del Servicio de Hidrografía Naval o del Instituto Antártico Argentino. Propuesta que fue aceptada.
También me dijo que, al finalizar la campaña, a fines de abril, un buque de la FT pasaría para embarcarnos de regreso. Aclaró que eso se haría si no se encontraba el agua congelada formando un pack que impidiera la navegación. Esta advertencia fue para mí, lógicamente, muy ‘preocupante”, como mencionaré más adelante. Varios años después siendo Segundo Comandante del A.R.A. Bahía Aguirre comprobé que esta congelación puede ocurrir mucho antes que la fecha mencionada.
Los cabos primeros de mar Acosta y Jiménez, el geólogo y yo trasbordamos al buque mencionado, el trasporte el ARA Bahía Aguirre y zarpamos hacia la Isla Decepción. No pudimos entrar a causa de un témpano que, aunque chico, impedía el acceso. Se envió un equipo de especialistas, para hacerlo volar con carga explosiva. No hubo caso. Entonces, volvimos a Bahía Media Luna y nos transfirieron al Aviso ARA Chiriguano que, como era mucho más chico, podía maniobrar adecuadamente para sortear el impedimento. Entramos y casi enseguida con caída a estribor de 90 grados arribamos al fondeadero de Caleta Balleneros.
Desembarcamos con nuestros enseres y equipos. La tripulación del buque desembarcó la carga necesaria para la construcción de la casilla en que íbamos a habitar, Mientras el grupo de construcciones preparaba el terreno y comenzaba construirla, armamos la carpa que utilizaríamos mientras tanto. La carpa era de las empleadas en las campañas hidrográficas para el personal dedicado a los trabajos topográficos, para la posterior confección de cartas o cuarterones de navegación: Paño doble impermeabilizado, con piso de madera. El equipo de construcciones iba a edificar una casilla de, más o menos, 4 metros por 4, que fue nuestro alojamiento, montada sobre cuatro pilares de unos 60 cm., que abarcaba un pequeño espacio para cocina y otro para baño (sin ducha) y, a la vez, alojamiento, un radio trasmisor y un generador para proveer energía para el mismo y luz eléctrica para la parte habitable. Cerca de la playa se estibó parte de la carga necesaria para utilizar mientras duraba la construcción, es decir algunos víveres, cuatro catres, farolas y combustible. Y lo más importante: el pabellón nacional. La dificultad que tuvimos fue encontrar algo que sirviera como mástil, ya que el pabellón era del tamaño utilizado por buque grandes los días patrios y ceremonias resultaba casi tan grande como el tamaño de la casilla. Probamos una costilla de ballena de las tantas que se encontraban en la costa, restos de la antigua factoría noruega, pero no resultó apta por su curvatura. Al fin el grupo de construcciones utilizó un trozo de madera para transformarlo en lo que necesitábamos, Cuando estuvo listo el improvisado mástil, en una breve ceremonia con todo el personal presente, instalamos el pabellón nacional. (Digo instalamos, y no izado, porque estaba clavado al mástil – en la Antártida el pabellón permanece izado las 24 horas). De inmediato y en previsión a que se levantara mal tiempo, lo que es frecuente allí, almacenamos en la carpa elementos esenciales para la subsistencia. Por suerte, alcanzamos a llevar desde la playa, a unos 60 metros, dos de esas estufas que había antes, que se bombeaban, a kerosén tipo “Volcán”, un tambor de combustible; un cajón con queso y otro cajón con galleta marinera y los 4 catres con su correspondiente ropa de cama pues, efectivamente, se desató un fuerte temporal.
Poco antes del mal tiempo aparece el jefe de la base inglesa que era un ex piloto de la Fuerza Aérea Australiana, ya civil, que había participado en la II Guerra. Vino a presentarme la queja verbal por nuestro desembarco en “Tierra de su Majestad británica” Previamente había entregado una nota de protesta. (Y recibido la nota argentina) al comandante del Aviso; Yo tenía que demostrarles a los ingleses que no era por ellos que estábamos allí, Opté por decirle, únicamente, que estaba en territorio argentino y que sería bienvenido a nuestra casilla cuando estuviera lista. ´ El australiano se retiró sin hacer ningún otro comentario. Me di cuenta que le molestaba nuestra instalación allí.
Pasado el temporal regresa el A.R.A. Chiriguano y desembarca el grupo de construcciones. Finaliza su trabajo y se completa el desembarco de la carga.
La casilla queda construida, sobre cuatro pilotes, es decir elevada un medio metro del suelo para que la nieve no nos dificultara el acceso, pero resultaba muy apta para ser una casilla de fin de semana en el Delta del Tigre pero no para la Antártida donde los vientos son de fuerte intensidad y el mal tiempo frecuente e imprevisto, y obligó no solo a interrumpir las tareas, sino al reembarco, justo a tiempo, del personal del grupo de construcciones y la zarpada del Aviso - por ser en poco apto para mantenerse fondeado- y salir al mar exterior.
Respecto del temporal mencionado, quedamos aislados, dentro de la carpa, durante 3 ó 4 días, porque era imposible salir. El viento blanco. El viento huracanado y la nieve no permitían ver ni a un metro Era un temporal tremendo. Había momentos en que debíamos salir de la carpa, Entonces, nos amarrábamos un cabo a la cintura y el chicote terminal a un parante de la carpa, procedimiento que nos servía de guía para regresar. Por suerte – mejor dicho, por previsión acertada- el queso y la galleta que mencioné, nos sirvió de alimento, aunque el único, durante nuestra obligada permanencia dentro de la carpa. Las estufas, gracias a Dios, funcionaron bien.
En cuanto a las instrucciones recibidas, me preocupaba mucho lo que me había dicho el Comandante respecto a nuestro reembarque al fin de la Campaña. Al principio creí que era una humorada – lo cual no era muy usual en él - pero más adelante me di cuenta que podía darse el caso, me recordaba bien aquello de nos iban a venir a buscar “si se podía”, porque el mar interior, de la Isla Decepción, se congela en invierno entonces no pueden entrar los buques.
Entonces ¿cómo hacíamos para invernar un año en esa casilla, con lo que ocurre en un invierno, nocturno hasta avanzada la próxima primavera, con temporales reiterados que suele haber y mucho más intensos que el mencionado, con la certeza, comprobada, que la casilla no resistiría los embates del viento, sin víveres ni abrigo suficiente? ¿Pedirles apoyo a los ingleses?:

De ninguna manera

El único recurso, si ocurría que no nos podían venir a rescatar sería trasladarnos cruzando a pie todo el mar congelado hasta el Destacamento Decepción, si lográramos llegar, donde, tal vez, podrían darnos albergue durante los largos diez meses que faltaban hasta la próxima campaña. Por tierra en invierno no era factible transitar por la costa debido a glaciares que la ocupan y, aun antes del invierno, por los desprendimientos de grandes trozos de hielo.
Entonces, mi problema era explorar todo el contorno para imaginar por donde evacuar.
Pero había otro problema a resolver: la relación con nuestros vecinos. En búsqueda de la solución me ocurrió otro asunto interesante e inesperado que me ayudó en mi trato con ellos: Resulta que en la época de los noruegos y probablemente antes de la ocupación británica que mencioné al principio y en previsión a lo que podía ocurrirle, y que les ocurrió, supongo, enterraron bajo la lava, que conforma el suelo de la isla, cargas de dinamita, explosivo utilizado en la caza ballenas. Este explosivo es muy sensible a la temperatura. Sabía, por el grave accidente sufrido por un compañero de promoción que años antes había transitado por el lugar y, sin saberlo piso un lugar donde yacía bajo la nieve uno de esos enterramientos, lo cual causó una explosión que lo hirió seriamente. Durante mis exploraciones noté que desde algunos lugares salían desde bajo la lava unos cables conductores que convergían en la casa de los británicos. Esta circunstancia me sirvió para identificar y evitar las mencionadas cargas letales en mi afanosa búsqueda del acceso a las laderas de los Fuelles.
Me di cuenta que se trataba de una acción prevista por los british para ir eliminando esos peligrosos lugares, esto lo menciono para contarle lo que sucedió días después.
Durante un crepúsculo (la noche era muy breve) sentimos varias explosiones que hubieran sonado alarmantes de no haber tenido la experiencia casual mencionada, ya que encontré acertada mi sospecha. Aproveché la circunstancia para trasladarme a la base inglesa provisto de un botiquín de primeros auxilios para ofrecerles ayuda aludiendo que había sentido “extrañas y sorprendentes explosiones” (strange and astonishing explotions) y concurría a ofrecer asistencia anta la posibilidad de que tuvieran algún herido.
El australiano se sintió conmovido y mucho me agradeció mi intención. Me manifestó que se trataba del festejo del cumpleaños de un miembro de la dotación, que así era la costumbre, haciendo desaparecer las cargas mencionadas. Pero no me invitó, a ingresar a su casa.
Encontrándome derritiendo nieve para tener agua, veo acercarse a Mr. Clarke, que así se llamaba el ex piloto Jefe de la Base inglesa, vestido muy prolijamente, y portando un bastón que supuse era la insignia de su mando, pues era joven y no rengueaba, que venía a expresarme su agradecimiento con una botella de whisky. Allí establecimos relaciones. Le entregué, en retribución, un buen trozo de carne que manteníamos en una “heladera natural”
Recuerdo aun los ojos de asombro del australiano quien, seguramente extrañaba desde hacía mucho tiempo, el producto ganadero luego yo, si, lo hice pasar a mi “cabaña”.
A unos cuatro o cinco días de estar ahí, llega una fragata de la Amada Chilena y desembarca un grupo de gente y, a unos 100 metros del refugio nuestro, construyen una casilla.
Terminaron de construir la casilla, pero mucho más chica que la nuestra (apenas tendría 1,50 m de altura) y dejaron víveres, pero no tripulación; sí un gran cartel que decía “Base de la Fuerza Aérea Chilena” y la bandera nacional pintados en el techo. Habrán estado 2 días haciendo esa construcción y se fueron, zarparon. Es decir que establecieron su presencia, pero sin dejar gente.
Pocos días después aparece en la caleta una fragata británica, la HMS “Bighbury Bay” que fondea en Balleneros y, al rato, desembarca de una lancha y viene directamente hacia el refugio, que estaría a unos 200 metros de la costa, un oficial inglés. Golpea la puerta, lo recibo; era un Teniente de Navío inglés vestido correctamente con uniforme “saco naval” en esa época con cuello duro, (no un equipo antártico como vestíamos nosotros) con todas las formalidades victorianas propias de la Royal Navy (cuando no utilizan torpedos desde submarinos nucleares). Lo hago pasar y me dice, en inglés (yo estaba autorizado a hablar inglés), que venía por orden del magistrado (algo así como el gobernador) de las Falklands (Por supuesto mencionó las Falklands, of course), que estaba embarcado en el Bigbury Bay, para invitarme a concurrir a bordo, a tal hora (I don’t remember, now) de Greenwich (primer meridiano) y que me enviaría la lancha para trasladarme a bordo, porque el “magistrate” quería hablar conmigo, para discutir las razones de la ocupación argentina sin autorización de Su Majestad, la Reina, y que me invitaba a desalojar las islas, porque era un inmigrante sin autorización.
Pensé: “Oh! Is that so?” o sea ¡Con esas tenemos! Entonces, le contesté casi textualmente: “Dígale a este señor que se titula ‘magistrado” de Las Malvinas y dependencias que no lo reconozco como autoridad válida porque siendo Las Malvinas e Islas del Atlántico Sur, de soberanía argentina, no pueden tener un gobernador británico y que las Islas a que se refería no se denominan Falklands”. Segundo: Que en todo caso él debería explicarme a mí las causas de su presencia en aguas territoriales argentinas; Tercero: que, si desea hablar conmigo, de cualquier otra cosa, con mucho gusto lo recibiré aquí, en esta casa que es donde reside la autoridad en la zona.
A todo esto, el inglés me miraba con ojos de sorpresa y yo imaginaba lo que él estaría sintiendo sin comprender: que un “southamerican”, (hoy día “sudaca”) !estuviera dirigiéndose en esos términos, nada menos que al gobernador y representante de Su Majestad!
Lo único que quedaba por hacer, era convidarlo con grapa marca ‘El Globo’ que tenía, pero no aceptó. No sé si por lo que estimó sobre la calidad de la bebida ofrecida, o porque se sintió molesto por mi respuesta, Lo acompañé hasta la costa, como cortesía entre hombres de mar, para que se embarcara en la lancha en la que había venido y regresara a su buque. Al embarcar, me dijo: “Señor, le confirmo que a tal hora va a venir la lancha para buscarlo”. Le respondí: “Señor teniente, ratifico lo que le he dicho y le pido que le transmita ese mensaje al titular o magistrado, ¡Good morning, Sir”!. y se fue.
Unos días después entra a la Bahía el A.R.A. Punta Ninfas, buque de reabastecimiento que formaba parte la F.T. comandado en el entonces por el Capitán de Corbeta D. Roberto Arena
Yo tenía una radio, para comunicarme, pero por un problema de antenas, era casi inútil. Cuando el buque entra a la bahía, y pasa por las cercanías me pude comunicar y le di el mensaje al comandante, de que necesitaba ir a bordo. Cuando fondeó el buque, cerca del Destacamento Decepción, me mandó un helicóptero, que era de la Fuerza Aérea, aterrizó ahí cerca del refugio; subí y aterrizamos a bordo, por supuesto en una plataforma donde apenas cabía la aeronave lo que era casi una hazaña ya que unos centímetros de error y se iba al agua. Bueno, le informe al Comandante del buque lo que pasaba; le conté todo para que él informara con los medios de comunicación y las claves correspondientes que disponía, al Comandante de la F. T. lo que había ocurrido.
En ese momento, entra otra vez la fragata inglesa y el comandante del Punta Ninfas manda una lancha con un guardiamarina con la clásica nota de protesta, y la invitación a cenar en su buque. La que no fue aceptada.
Horas después, zarpa el Bighbury Bay y envía al Punta Ninfas un mensaje por foco, que decía: “Au revoir. Remember we shall meet again”; (Hasta pronto. Recuerde que nos volveremos a encontrar”). Regresé al refugio en el helicóptero. Poco tiempo después zarpó el Punta Ninfas.
Esta segunda llagada del buque inglés, a poco de haber entrado el buque argentino, me confirmó la suposición que el Jefe de la base británica de Caleta Balleneros informaba a la autoridad del que él dependía. Y la cercanía del buque ingles en la zona, probablemente, no casual. No volvieron ni los ingleses ni los chilenos, hasta alrededor de un poco más de un mes.
Si entró el ARA Bahía Aguirre el que fondeó cerca del Destacamento Decepción, y recibí la visita del Segundo Comandante el Teniente de Navío D. Reynaldo Tettamantti a quien lo comenté lo acaecido. Aproveché para enviar de regreso al geólogo.
En los días posteriores, sufrimos varios temporales que hicieron temblar peligrosamente la estructura de la casilla
El Jefe del Destacamento Naval Decepción era el entonces Teniente de Navío D. Carlos J. Fraguio, quien iba a permanecer allí todo el año. Me envía, para invitarme y trasportarme, al Destacamento a su mando uno de los dos aviones anfibios Gruman Goose que operaban durante la campaña de verano desde ese Destacamento que oficiaba como su base.
El Comandante del avión era el Teniente de Navío, Rodríguez Blanco quien me invita a trasladarme al Destacamento con la intención de volver esa tarde o al día siguiente. Necesitaba ir porque quería que me explicaran cómo reparar el transmisor y, si era posible, traer al mecánico de radio, y me arreglara el asunto. La cosa es que fuimos, me invitan a cenar, con la intención de volver al día siguiente. Aproveché para comunicarme por radiotelefonía con mi familia y para bañarme como la gente.
No fue posible regresar al día siguiente, como era la intención, ni por dos días más a causa del mal tiempo que no permitía volar. Amainado el fuerte temporal pudimos decolar. Hicimos una gran gira por la Antártida; llegamos hasta el Estrecho de Gerlache, sobrevolamos el Destacamento Naval Almirante Brown, Bahía Esperanza, Melchior etc. En fin, al medio día, llegamos ya de vuelta a Decepción, para desembarcar en mi refugio pero, desde el aire, veía la caleta Balleneros pero no veía mi refugio y no veía la Bandera Argentina que me habían provisto, que era como dije antes casi tan grande como la casa, Y tampoco veía el refugio chileno. No los distinguía porque por que no estaban, como lo supe después del acuatizar.
Bueno, acuatizamos, el anfibio trepa a la costa, desembarco y veo que me esperaban allí, el jefe de la base inglesa con otras personas que no conocía. El que ya era “amigo”, digamos, me dice cuando desembarco:
“Señor, le recuerdo que está pisando tierra de Su Majestad británica”.

Y yo le respondo: a Mr. Clarke “Ma! ¡Qué ‘Su Majestad ni qué Majestad!’ (En castellano)”. Junto a Clarke , un señor alto, de uniforme, que identifiqué por los galones y por la inscripción que tenía bajo su hombro derecho como de la “Royal Marine Corp.”. Se presenta como el Mayor Andrew. Y me dice, en inglés:
“Debo comunicarle que usted está en tierras de Su Majestad británica”; y prosigue “que la casilla que estaba acá ha sido desarmada y ha sido deshecha”. Están allí sus pertenencias las de la gente que lo ocupaba y los elementos de ustedes y sus equipos, que usted puede retirarlos”. “Y le comunico que esta noche, su refugio y la construcción chilena, van a ser incinerados.” Le contesté: “Estoy en territorio argentino y su actitud es delictuosa”:
“Voy a ir hasta mi refugio y no voy a retirar nada”. Le pregunte donde estaba el personal: su respuesta fue: han sido embarcados y trasladados a tierra. Lo mismo los elementos de cierto valor que se encontraban en el refugio que han sido inventariados y los que oportunamente serán remitidos a su país. Insistí en saber dónde llevarían a los dos suboficiales y en que buque estaban, a lo que me contestó que no podía darme ese dato. Sí me dijo que habían sido detenidos por no tener autorización para encontrase en posesiones británicas. Remarcó que se los consideraba ciudadanos civiles y no como militares para no complicar la situación. También se negó a contestarme otras preguntas como el nombre del buque, cuándo había ingresado a la bahía etc. aclarándome que no podía darme ninguna otra información. Insistí en saber dónde estaba el pabellón nacional a lo que me contestó que se encontraba incluido entre los elementos de valor que habían inventariado y que serían devueltos oportunamente.
Le comento que me negaba a retirar algo del refugio como me ofrecía el inglés porque si lo hacía, pensé, estaría reconociendo su autoridad.
Finalizado este diálogo me dirigí, acompañado por Rodríguez Blanco y seguido por el Mayor y Mr. Clarke al refugio. Al hacerlo me percibo que, a una distancia de unos cincuenta metros, en un semicírculo y en posición de cuerpo a tierra se encontraban, con armamento de infantería, apuntándonos a los argentinos y al avión una veintena de infantes de Marina. Nosotros no portábamos armas de ningún tipo y no las había en el avión en el que permanecían el copiloto Teniente de Corbeta D. Eduardo Pérez Tomas y el mecánico.
Llegamos a donde estaba el refugio. Desarmada la casilla y los paños, techo etc. prolijamente apilados y sobre ellos las pertenecían nuestras. También la carpa, los víveres etc. No estaba el pabellón nacional ni el mástil. Tampoco los elementos meteorológicos ni el trasmisor ni el generador. El mismo procedimiento con la casilla chilena. Reiteró el mayor su ofrecimiento de retirar lo que quisiera y reiteré mi negativa explicándole esta vez que él no tenía autoridad para concederme nada puesto que era yo la autoridad en la zona. Guardó silencio.
Bien, en esta situación nada, quedaba por hacer allí. Regresamos a la playa, embarqué al avión., Decolamos y ahora era mi problema era informarle al Comandante de la Fuerza de Tareas. Volamos hacia donde estimábamos que estaba la Nave Capitana y la avistamos en las cercanías de Isla Media Luna navegando rumbo a Decepción. Contactados por radio me comuniqué con el comandante de la FT. Le dije: “Tengo información de carácter secreto: no puedo decirlo por este medio”. Me responde: “Dígala”. Le informé sintéticamente lo acaecido. Me dice: “Recibido. Estamos navegando para Decepción para reunión de toda la F.T. Espérenos allí”. Comprendí que ya tenían conocimiento de lo ocurrido.
Varias horas después arriban al fondeadero todos los buques componentes de la FTA: los 2 transportes: ARA Bahía Aguirre, y el ARA Bahía Buen Suceso, los Avisos ARA Chiriguano y el ARA Diaguita, y además, el ARA Punta Ninfas. Cuando fondean todos los buques, me mandan la lancha.
Llego al Bahía Buen Suceso y me estaba esperando arriba de la escala real un oficial y me conduce hasta la cámara del comandante, por lugares no transitados para que no me viera nadie de la tripulación, sobre todo, los invitados y el personal civil. Así que, medio en secreto, me hace pasar a la cámara del comandante de la Fuerza, donde ya estaban reunidos todos los comandantes subordinados y el jefe del Estado Mayor de la FTA, que era el Capitán de Fragata D. Héctor Etchehebere. Yo interpreté eso como una suerte de consejo de guerra y me decía a mi mismo: “de aquí a Martín García, (prisión militar), en un vuelo sin escalas””.
Ese grupo de comandantes, por supuesto que eran mucho mayores y antiguos que yo, Capitanes de Corbeta Silvio Casinelli, Eugenio Fuenterosa, Roberto Arena, Carlos Brañas, y Ricardo Fitz Simon. Imponía en mí, lógicamente, cierta tensión.
Se aflojó la tensión cuando el capitán Panzarini, quien había sido Jefe del Batallón al que yo pertenecía como cadete en la Escuela Naval me dijo, con su habitual modo de expresarse reposado y preciso, que relatara lo acaecido. Terminada mi exposición me dijo que tenía información de Buenos Aires, que esto iba a ocurrir y por eso estaban ya zarpando hacia Decepción, y concentrando allí toda la FT.
Bueno, se resuelve en esta reunión de comandantes, que al día siguiente o ese mismo día (porque ya era media noche), iba a ir el Capitán Etchebehere, a la base inglesa, a hacer una formal y enérgica protesta. Yo le dije: “Señor permítame que, con el grupo de Infantes de Marina que tenemos embarcado, reconquiste la base que me han quitado”. Me dice: No, no; nada de violencia, porque no vamos a hacer eso, este es un caso que concierne a Cancillería.
La cosa es que se llevó la nota –de la que leí la copia- donde les decía, en muy correctos y diplomáticos términos, que reclamaba muy fuertemente sobre el atropello inglés, y que él se iba a abstener de hacer uso de la fuerza, en virtud de la tradicional amistad argentina británica y que reafirmaba la soberanía argentina; en fin, toda una carta redactada como para no reconocer y abstenerse del uso de la fuerza y transferir el caso a la discusión diplomática. Me autorizó el Cap. Ethebehere a acompañarlo en la lancha.
Bueno, ahí terminó el episodio en la Antártida; quedé embarcado hasta el final de la campaña en el ARA Bahía Buen Suceso, ya como oficial del buque.
Al regresar a Buenos Aires. Me enteré de cómo fue el proceso que se seguía en la Capital Federal. Tuve la oportunidad de conversar mucho con el embajador que, en Cancillería, estuvo a cargo de la parte diplomática y lo que supe también en Marina cuando busqué información de lo que había ocurrido aquí. Y esto es importante: cuando ocupamos la isla, inmediatamente, desde la base inglesa se informó a sus autoridades la ocupación nuestra, a raíz de lo cual vino la Fragata Bigbury Bay con el “gobernador” de Las Malvinas, que ya estaba embarcado y se enconaba en le zona. Y supe que los ingleses, desde mi ocupación, supongo que, a través de su embajada, habían hecho varios reclamos diplomáticos vía Cancillería. Y la contestación argentina fue en términos generales, similar a lo que le mandé decir al magistrado inglés. Y supe que el tercer reclamo que habían hecho, ya tenía forma de ultimátum. Pero ¿qué había ocurrido? Que el ultimátum lo mandaron (después, reconstruyendo los hechos con las fechas) cuando ya habían hecho la operación. Es decir, o por un problema de huso horario (tres horas de diferencia entre la Argentina y Gran Bretaña), o, tal vez, intencionalmente se daba que, cuando recibieron el ultimátum en cancillería, ya estaba concluida la operación que le conté.
Supe también que, enterado el gobierno nacional, ordenó a las Fuerzas Armadas establecer la situación de apresto; se cortaron las licencias y se prepararon las condiciones de alerta, listos a la acción; la Armada estuvo lista a zarpar. Hubo una reunión de gabinete también –según me enteré- donde se consideró un avance. También me dijeron que el ministro de Marina, porque en esa época había ministro de Marina que formaba parte del gabinete, aclaró la situación imperante en base a la información de inteligencia que se tenía en el Servicio de Inteligencia Naval: Se apreciaba que, en Malvinas, Gran Bretaña había concentrado durante ese mes, una flota, – por la interceptación de mensajes y de comunicaciones – y que se estimaba que esa flota sería muy superior a la nuestra la cual podría incluir un portaviones. Además, con un grupo embarcado –no supe de qué magnitud -de infantería de marina (”Royal Marines”).
La conclusión fue, según las fuentes de las que recibí los datos, que el asunto se concretaría mediante un reclamo enérgico a Gran Bretaña, vía cancillería.
También, me dijeron, que esa noche los diarios vespertinos iban a publicar algo de la noticia y se les convenció de no hacerlo. Este episodio de Caleta Balleneros nunca trascendió al público de modo que, oficialmente, no pasó nada.
Al encontrarme nuevamente, ya en Puerto Belgrano, con los dos suboficiales, me relataron lo sucedido en mi ausencia. Vieron que por tercera vez arribaba y fondeaba en Caleta Balleneros la fragata inglesa y que desembarcaba un grupo numeroso de gente, a lo que no le dieron mayor importancia porque ya había ocurrido eso en las anteriores oportunidades. Uno de los suboficiales estaba cocinando y el otro derritiendo nieve hasta que sienten que golpean la puerta del refugio.
***Era un agente de policía con el característico uniforme del policeman inglés (BOBBY). Se presentó como el policía Sullivan, hablando en correcto castellano porque había residido varios años en la provincia de Santa Cruz, y después se había radicado en Malvinas. Les pidió el pasaporte y la visa para estar en territorio británico. Ellos le contestaron que, de ninguna manera, porque estaban en territorio argentino. Entonces, el policeman les dijo:
*Señores, tengo orden del juez de Malvinas, de detener a todos los habitantes extranjeros en la posesión británica que no tengan la visa correspondiente.*
Los argentinos la contestaron algo así como: Nosotros estamos en territorio argentino y usted no tiene aquí ninguna autoridad ni tampoco ningún juez extranjero así que lo mejor que puede hacer es irse de aquí. La respuesta del inglés fue: Desde este momento ustedes están arrestados.
Lo que parece que le contestaron los dos fue un “rosario” en todos los idiomas. Entonces, este policeman, que entendía lo que decían, les dijo: Como ustedes saben, el policeman inglés no lleva armas. Por lo cual he pedido la colaboración de las fuerzas armadas para que apoyen la autoridad civil que yo represento; por favor, asómense”.
Estaban rodeados en un círculo por lo que vendría a equivaler a una sección de Infantes de Marina, me contaron que eran como treinta, los mismos que me rodearon cuando desembarqué del avión un par de días después. Resultaron ser marines que, en viaje de retorno a Inglaterra provenientes de Corea, que al cruzar el canal de Panamá los enviaron a Malvinas para embarcarse en la Bigbury Bay. De modo que actuó una parte de una compañía de Infantería de Marina fogueada veterana de guerra.
En el refugio, ellos no tenían armas; no tenían nada; no llevaban armas. De modo que fueron detenidos por la autoridad civil. Y fue una cosa muy importante porque no era para los ingleses una acción militar, pese a que estaba apoyada por una fragata inglesa, y por una sección de la Infantería de Marina y que, en Las Malvinas, por si acaso, habían concentrado un importante grupo de tareas naval.
La operación coincidía con lo que me había dicho el Mayor Andrews en lo referente que no se consideraba a los suboficiales como militares sino como civiles ilegales, para no complicar la situación y así no crear un conflicto diplomático.
Fueron embarcados en la fragata inglesa y trasportadas a Grietviken, a las islas Georgias hasta que los embarcaron en un buque –el buque tanque Quilmes –de la Compañía Argentina de Pesca que transportaba el aceite de ballena de las Islas Georgias directamente a Noruega, con la orden de desembarcarlos a la entrada del Río de la Plata, es decir que los dejaron en el pontón Recalada del Río de la Plata, el pontón de prácticos argentino frente a Montevideo. Y de ahí fue a buscarlos un barco de la Base Naval Río Santiago.
Al tiempo, ya destinado en el crucero ARA La Argentina recibo una citación del SIN (Servicio de Inteligencia Naval) para recibir una bolsa que contenía las cosas que los ingleses habían rescatado del refugio. Así me reencontré con mi ropa, mis uniformes etc., así como las pertenencias de los suboficiales y, ¡la Bandera Argentina! La tuve un tiempo y le hice hacer un cofre y la doné al Instituto Nacional Browniano, y está ahí, con una inscripción, “Bandera que perteneció al refugio Cándido de la Sala, ocupado por los ingleses en febrero de 1953·”.
El Teniente de Navío Cándido de la Sala fue el primer oficial argentino muerto en combate durante la Reconquista de las invasiones inglesas de 1806 y tiene su pequeño monumento en la plazoleta que está frente el Círculo Militar, en Retiro, consistente en un ancla y abajo la placa, que dice: “En memoria del Teniente de Navío Cándido de la Sala, primer oficial muerto en combate en la Reconquista”, justo en el sitio donde murió en combate. Era Teniente de Navío de la Armada Española (claro, en 1806, era Armada Española), pero él era argentino.
Como corolario de este relato cabe citar lo que expresé a un General, Director de la Escuela de Defensa Nacional con quien tenía una audiencia el 2 de abril de 1982, quien muy molesto me recibió diciéndome: “Vea señor capitán yo, general de la Nación, sé que el país está en guerra”.
Y le dije: “Señor general, le voy a contar una historia y verá que si por tres personas que ocupábamos un refugio en la Antártida movilizaron una flota que triplicaba la nuestra. Haga una regla de 3 simple.
Dicen que hay 3.000 hombres en Malvinas; los ingleses van a movilizar lo que tienen más lo que no tienen”.
Y así fue.
W/65: En memoria de un gran Jefe y amigo el Sr. Cap. Nav. D Jorge Chihigaren

sábado, 26 de noviembre de 2022

Piloto de combate: Primer Tte. Danie Jukic



Tte. Primero Danie Jukic






Primer teniente
Alma mater Escuela de Aviación Militar
Lealtad Argentina
Rama militar Fuerza Aérea Argentina
Unidad Grupo 3 de Ataque
Condecoraciones
  • Medalla al Valor en Combate
  • Medalla al Muerto en Combate
  • Medalla a los Combatientes
Conflictos Guerra de las Malvinas
Estatus legal Muerto en combate
Información
Nombre de nacimiento Daniel Antonio Jukic
Nacimiento 05 de junio de 1955, Buenos Aires
Fallecimiento 01 de mayo de 1982 (26 años), Pradera del Ganso, islas Malvinas
Ocupaciones: piloto de aeronaves y militar



Daniel Antonio Jukic (Buenos Aires, 5 de junio de 1955 - Pradera del Ganso, 1 de mayo de 1982) fue un aviador militar de la Fuerza Aérea Argentina, miembro de la promoción 42 de la Escuela de Aviación Militar, que con el grado de primer teniente murió en combate en la guerra de las Malvinas, en la isla Soledad, fue uno de los 35 aviadores fallecidos en combate en ese conflicto. El gobierno de la nación Argentina por ley nacional N.º 24 950/98 lo incluyó en el listado de los «Héroes nacionales», fallecidos en combate en las Malvinas.

Guerra de Malvinas

El 1 de mayo a las 8:31 horas una escuadrilla de tres aviones Sea Harrier FRS.1 —teniente comandante Federiksen, teniente Hale y teniente McHars—, indicativo «Tartan», bombardeó la BAM Cóndor de forma rasante con bombas de 1000 libras (454 kg) y Beluga, impactando la pista y aviones en tierra. En este ataque un IA-58 Pucará fue destruido, cuyo piloto teniente Jukic murió, junto al cabo principal Juan Rodríguez, cabo principal Juan Duarte, cabo primero José Maldonado, cabo primero Agustín Montaño, cabo primero Andrés Brashich, cabo primero Miguel Carrizo y cabo primero José Luis Peralta.

Homenajes

El aeropuerto de Reconquista y además la Escuela de Enseñanza Media 267 de la localidad de Florencia, Departamento General Obligado de la provincia de Santa Fe, Argentina, llevan su nombre en su honor. En otro homenaje en la ciudad de Comodoro Rivadavia existe una avenida a la cual se le impuso su nombre.

En la cultura popular

Jukic es nombrado en una estrofa de la chacarera "Pucará Bravío" compuesta por Roberto Rimoldi Fraga.

Con Jukic al mando

un cóndor queda sentido

la historia ya lo recibe

un héroe nuevo ha nacido



domingo, 20 de noviembre de 2022

Darwin: La logística que no pudo ser embarcada a las islas del RI 12


La cortada logística del RI 12 en Darwin




En pelotas...

Si..literalmente en pelotas, asi cruzó a Malvinas el RI 12 de Mercedes Corrientes que terminara su largo periplo en Darwin, después de deambular por muchos destinos llegaron a Comodoro Rivadavia donde el 60% del Material del Regimiento se quedó en la Patagonia sin poder cruzar a las islas, Correntinos, Chaqueños, Misioneros y Formoseños apenas si tenían sus fusiles, una cuantas MAGs pero carecían de su dotacion ideal de Morteros, Cañones 105 y armas pesadas
POR FAVOR SIGAN LAS FOTOS....VERAN COMO FUERON CON EL TREN CARGADO DE MATERIALES Y LUEGO EN LAS ISLAS CON MENOS QUE LO JUSTO
Aún asi lo dieron TODO, hicieron que los Británicos cambien sus modos de ataque, solo de noche.

Sapucay Malvinas





miércoles, 16 de noviembre de 2022

Helicóptero ligero: La pata de pollo silbadora del Cuerpo Aéreo del British Army

La "pata de pollo silbante" del Cuerpo Aéreo del Ejército Británico

Weapons and Warfare



Cariñosamente conocido por los pilotos del Army Air Corps como "Whistling Chicken Leg" y "Tinny-Winny", el Gazelle AH.1 construido en Westland ha estado en servicio continuo durante más de cuarenta y cinco años.

Tres AH.1 fueron aceptados oficialmente en la Unidad de Ensayos de Vuelo Intensivo Gazelle (IFTU) en Middle Wallop el 3 de mayo de 1973. Nueve pilotos de los tres servicios del Reino Unido y diez técnicos de REME pasaron los siguientes seis meses y medio registrando alrededor de 2.400 horas de volador.

La aeronave de la IFTU incluía a las Gacelas del Cuerpo Aéreo del Ejército (AAC) más largas y más cortas en términos de tiempo y horas de vuelo. XW850, que fue entregado el 2 de mayo de 1973, fue cancelado el 31 del mismo mes. La causa del accidente, que mató al piloto e hirió a un tripulante, se atribuyó a un bloqueo del gato que se produjo a baja altura y peso máximo. El avión se estrelló en Fordingbridge, Hampshire, y sufrió daños irreparables.

El XW847 llevó a cabo dos años y medio de vuelo de servicio simulado en seis meses de pruebas en un esfuerzo por descubrir qué era probable que saliera mal tanto desde el punto de vista del vuelo como del mantenimiento. Cada uno de los tres helicópteros AAC iniciales promedió más de 100 horas de vuelo por mes, una tasa de más de tres veces el promedio del ejército. El objetivo principal de establecer la confiabilidad de la aeronave en condiciones operativas típicas se logró en un corto espacio de tiempo.

Con el trabajo de la IFTU completado, se programaron más pruebas con equipos de rol de varios tipos pero a una velocidad de vuelo más normal, utilizando cuatro aviones. El personal y el equipo pasarían a formar parte del Escuadrón de Demostraciones y Ensayos (D&T) a partir de diciembre de 1973. La preparación para los cursos de conversión de Gazelle fue su siguiente prioridad principal. Se preveía que sería necesario un curso de conversión de un mes para los nuevos pilotos de Gazelle. Esto implicaría alrededor de 25 horas en el aire más algo de escuela en tierra adicional para aquellos que solo tienen experiencia en motores de pistón, como el Sioux construido en Westland, que el Gazelle estaba destinado a reemplazar.

El Westland SA.341B entró en servicio operacional por primera vez el 6 de julio de 1974 con el AAC designado Gazelle AH.1, con el Escuadrón No. 660 con base en el Cuartel de Salamanca en Alemania Occidental. Al Gazelle AH.1 de cinco asientos que reemplazó al Sioux AH.1 se le asignaron las funciones de reconocimiento, despliegue de tropas, dirección del fuego de artillería, evacuación de víctimas y operaciones antitanques. El AH.1 contaba con el motor Astazou IIIN2, un reflector de sol nocturno y el radar Decca Doppler 80, y podía armarse con misiles antitanque guiados por cable Raytheon TOW más una mira en el techo. A mediados de la década de 1980, el Ejército Británico del Rin (BAOR) tenía tres regimientos blindados en su fuerza y ​​cada división tenía su propio Regimiento AAC. El 1 Regimiento AAC, con base en Hildesheim, con los Escuadrones 651 y 652, cada uno con ocho Lynx AH.1 y cuatro Gazelle AH.1, operó en los roles de ataque / antitanque, mientras que el Escuadrón No. 661, con doce Gazelle AH. 1s, era una unidad de reconocimiento. El 3 Regimiento AAC en Soest tenía los Escuadrones 653 y 662 con una mezcla de Lynx y Gazelle AH.1 y el Escuadrón 663 operando únicamente Gazelle AH.1. Finalmente, el 4 Regimiento AAC en Detmold tenía los Escuadrones N ° 654 y 659 con una mezcla de Lynx y Gazelles y el Escuadrón N ° 669 con solo Gazelle AH.1s. Un pequeño número de Gacelas fueron operadas por el Escuadrón 664 en Minden como el Vuelo de Comunicaciones de BAOR, mientras que el Vuelo No. 12 se basó en RAF Wildenrath para tareas de comunicaciones.

El vuelo No. 7 AAC tenía su base en RAF Gatow en Berlín Occidental en la década de 1980. Directamente bajo el control de la Brigada de Berlín, la tarea principal de esta pequeña unidad compuesta por tres Gazelle AH.1 era la vigilancia del Muro de Berlín y la observación diaria de las 55.000 tropas soviéticas con base a la vista de Gatow. Sus funciones secundarias incluían el transporte de personal militar y VIP, así como el apoyo de la policía de Alemania Occidental, a la que no se le permitió operar sus propios helicópteros sobre la ciudad.

La Brigada 24 (Aeromóvil) se formó el 1 de abril de 1987 en Catterick, North Yorkshire, como una de las brigadas de refuerzo BAOR para proporcionar al Grupo de Ejércitos del Norte de la OTAN (NORTHAG) un contraataque eficaz a los movimientos blindados enemigos masivos. Los Gazelle AH.1 de todas las unidades de primera línea asignadas a la brigada estaban equipados con la ayuda de observación Ferranti AF532. Durante su período de servicio predominantemente de la Guerra Fría en Alemania Occidental, AAC Gazelles voló más de 660.000 horas y se le hicieron más de 1.000 modificaciones a la aeronave.

Las unidades AH.1 con base en el Reino Unido incluyeron el Vuelo No. 6, parte del Escuadrón No. 658 en Netheravon, el Escuadrón No. 657 en Oakington y el Escuadrón No. 655 en Belfast-Aldergrove, junto con un destacamento en Ballykelly con el Escuadrón No. 656. El tipo también se utilizó con frecuencia para realizar patrullas aéreas en Irlanda del Norte como parte de la Operación Banner, la operación de las Fuerzas Armadas Británicas en Irlanda del Norte desde agosto de 1969 hasta julio de 2007.

El 17 de febrero de 1978, Gazelle AH.1 XX404 del No. 657 Squadron quedó incinerado cerca de Jonesborough, Condado de Armagh, después de ser atacado por el IRA Provisional durante una escaramuza terrestre, matando a uno de los tripulantes. Una unidad de servicio activo del IRA Provisional derribó Gazelle AH.1 ZB687 el 11 de febrero de 1990 a lo largo de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. El helicóptero fue alcanzado varias veces por fuego de ametralladora pesada y se estrelló en un campo abierto, hiriendo a tres miembros de su tripulación de cuatro hombres.

Otro Gazelle AH.1 fue cancelado en Irlanda del Norte el 27 de noviembre de 1992 cuando el ZB681 del Escuadrón No. 661 estuvo involucrado en una colisión en el aire con un RAF Puma en la aproximación a RAF Aldergrove. Ambos helicópteros se estrellaron, matando a los cuatro a bordo del Puma y a los dos a bordo del Gazelle gravemente heridos.

El primer despliegue en el extranjero fuera de las Islas Británicas y Europa comenzó en 1974 cuando los AAC Gazelle AH.1 reemplazaron a los helicópteros Sioux operados por el Escuadrón No. 660 en RAF Sek Kong. Sin embargo, se descubrió que no eran adecuados para las operaciones de Hong Kong y, a fines de 1975, habían sido reemplazados por el Westland Scout AH.1.

La Operación Agila tuvo lugar en Rhodesia, más tarde Zimbabwe, en el período previo a las primeras elecciones libres del país en 1980, que llevaron a la independencia del dominio británico. Para ayudar con este proceso, seis Gazelle AH.1 del Escuadrón No. 656 apoyaron al Grupo de Monitoreo de la Commonwealth (CMG) de 1.500 personas encargado de establecer puntos de encuentro y reunión antes del alto el fuego y en preparación para las elecciones posteriores. El alto el fuego entre los distintos grupos guerrilleros comenzó oficialmente a las 00:01 del 29 de diciembre de 1979, aunque los informes sobre tácticas de intimidación y amenazas de violencia continuarían empañando el proceso electoral. La Operación Agila coincidió con la temporada de lluvias en Rhodesia, los resultados fueron que las fuertes tormentas eléctricas tropicales regulares llevaron a la conexión a tierra esporádica del Escuadrón No. 656 durante los meses que sirvieron. Las tareas emprendidas por las Gacelas incluían el movimiento de hombres, material y suministros, así como salidas de enlace para los miembros superiores del personal de CMG y el Cuartel General del Frente Patriótico de Rhodesia. Cuando fue necesario, los helicópteros se emplearon en tareas de CASEVAC para los heridos de las fuerzas CMG y de Rhodesia.



Otras unidades AAC Gazelle AH.1 en el extranjero a mediados de la década de 1980 incluyeron el vuelo No. 25 con base en el Aeropuerto Internacional de Belice para tareas de apoyo y comunicación y el vuelo No. 29 en Suffield, Canadá, con cinco AH.1 en apoyo de la Unidad de Entrenamiento del Ejército Británico. Suffield (BATUS) brinda CASEVAC, control de seguridad de rango y C2, además de soporte ISTAR a las formaciones en entrenamiento. Desde 1988 hasta septiembre de 1994, el vuelo AAC de la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP) estaba equipado con Gazelle AH.1.

Los AH.1 de propiedad del ejército también entraron en servicio con el Escuadrón Aéreo de la 3 Brigada de Comando (3 CBAS), donde operaron como helicópteros de utilidad y reconocimiento en apoyo de los Royal Marines con base en RNAS Yeovilton. Los doce Gazelles para 3 CBAS habían entrado en servicio en 1975. La unidad era un escuadrón de helicópteros ligeros autosuficiente encargado de apoyar a la 3 Brigada de Comando en todo el mundo. Consistió en cuatro vuelos: dos equipados con cuatro AH.1 para observación, control aéreo avanzado (FAC), enlace y CASEVAC, uno de los seis Lynx AH.1 equipados con TOW y un vuelo HQ responsable de la administración y las tareas. Todos los aviones fueron mantenidos por personal de REME adscrito al escuadrón. Tres 3 CBAS AH.1 estaban estacionados en el Cuartel de St George en Malta durante 1977. Durante la Guerra de las Malvinas, los 3 CBAS Gazelles desempeñaron un papel valioso operando desde las cubiertas de vuelo de los barcos de la Royal Navy. Bajo un programa de ejecución rápida específicamente para la operación de las Malvinas, las Gazelles fueron equipadas con vainas de cohetes SNEB de 68 mm y varios otros equipos opcionales como IFF, blindaje, equipo de flotación y mecanismos de cuchillas plegables. Un total de quince Gazzelles fueron enviadas al Atlántico Sur en 1982 voladas por Royal Marines y dos se perdieron el primer día de los desembarcos en San Carlos Water. El 21 de mayo, dos CBAS AH.1, XX402 y XX411, escoltaban a los RN Sea King HC4 cuando fueron derribados cerca de Puerto San Carlos por fuego de armas pequeñas de tropas argentinas en retirada, y un tercero, el XX412, resultó gravemente dañado. A partir de entonces, la mayoría de las Gacelas en tierra se limitaron a CASEVAC y roles de apoyo para minimizar el contacto con el enemigo.

Sin embargo, en un incidente de alto perfil de fuego amigo el 6 de junio de 1982, un Gazelle AH.1 fue confundido con un Hércules C-130 argentino de bajo vuelo y fue derribado por un destructor británico Tipo 42. El Gazelle AH.1 XX377 estaba originalmente en la fuerza de 3 CBAS, pero fue asignado al Escuadrón No. 656 para navegar hacia las Malvinas a bordo de Nordic Ferry el 9 de mayo. Llegó a San Carlos el 3 de junio y tres días después se le encomendó llevar repuestos y combustible desde Darwin hasta Mount Pleasant. Mientras estaba a unas 2 millas del pico, volando entre 70 y 200 pies AGL con mal tiempo y poca visibilidad, el Gazelle fue alcanzado por un misil Sea Dart disparado desde el destructor HMS Cardiff.

El Gazzele se estrelló inmediatamente y fue destruido. Los cuatro ocupantes murieron en el impacto. Se informó que el HMS Cardiff había disparado dos Sea Darts a principios del 6 de junio contra aviones no identificados y de movimiento lento que se dirigían al este hacia el asentamiento de Fitzroy, pero no se confirmaron impactos. Se le había dicho al comandante del destructor que el objetivo estaba en un área donde no operaba ningún avión "amigo". El 13 de junio, otra víctima del asalto al cuartel general de la Tercera Brigada de Comando por parte de los Skyhawks argentinos fue el Gazelle ZA728, al que se le rompió el dosel de burbujas Perspex. La aeronave fue recuperada en el escalón trasero en San Carlos para su reparación, pero como el Gazelle también había sufrido daños graves en el panel de instrumentos, fue decomisionado.



Con más de treinta años de experiencia aérea, Lt-Com. Bill O’Brien RM recibió la Medalla Distinguida de Vuelo (DFM) mientras volaba una Gacela en las batallas de Darwin y Goose Green. Su trabajo en Operation Corporate consistió en rescatar heridos y entregar suministros.

"Realizamos una serie de incursiones principalmente de noche en un Gazelle armado, aunque nunca usamos los cohetes SNEB de 68 mm con ira", dijo. “No estoy seguro de cuán efectivos hubieran sido si lo hubiéramos hecho: tenían un sistema de puntería bastante básico, solo una cruz de chinagrafía en el parabrisas del avión. Fueron los primeros días de los dispositivos de visión nocturna. Eran bastante rudimentarios y nos enseñamos a usarlos en el camino hacia el Atlántico Sur ".

Sin embargo, las AAC Gazelles no dejarían las Islas Malvinas hasta cinco años después de que terminara el conflicto de las Malvinas. El Escuadrón de las Islas Malvinas de la AAC operó un vuelo de Gazelle AH.1 con base en el aeropuerto de Port Stanley hasta que se inauguró la base aérea de Mount Pleasant en 1987.

Encargados de comunicaciones y vuelos VIP, además de algunos reconocimientos costeros, que incluían prácticas de aterrizaje en cubierta en barcos de la Royal Navy en patrulla, una técnica que no se enseña en Middle Wallop, se esperaba que las Gazelles operaran durante todo el año en las desafiantes condiciones climáticas de las Malvinas en su Límites de viento, peso y resistencia. El personal del ejército se refería comúnmente a este servicio como "TITS", que es el acrónimo de "Servicio de taxis entre islas".

El primer regimiento AAC completo fue enviado al Golfo en enero de 1991 como parte de la Operación Grapple, que comprende veinticuatro helicópteros Gazelle AH.1 y veinticuatro Lynx AH.7 del 4 Regimiento y extraídos de los escuadrones núms. 654, 659 y 661. . Las Gazelles ya estaban equipadas con filtros de arena y pintadas con un camuflaje "rosa" del desierto. Normalmente desarmados, los AAC Gazelles también estaban equipados con vainas de cohetes no guiados cuando se desplegaron en la Operación Desert Sabre, la campaña terrestre de la Guerra del Golfo en febrero de 1991.

Operation Haven fue la contribución del Reino Unido a Operation Provide Comfort, un esfuerzo multinacional para brindar protección y ayuda humanitaria a los refugiados kurdos que huían de la opresión de las fuerzas de Saddam Hussein después de la Guerra del Golfo. Los Royal Marines del Comando 40 y 45 y otros elementos de la Brigada del Comando 3 participaron en la operación en abril de 1991, apoyados por cuatro AH.1 de 3 CBAS desplegados en la Fuerza de Tarea Bravo.

Tras el final de la Guerra Fría a finales de 1991, la estructura de BAOR cambió y con el final del Pacto de Varsovia las Fuerzas Británicas comenzaron a planificar una retirada de Alemania, pero las AAC Gazelles pronto se desplegaron por completo en operaciones lejos de Europa.

En 2000, los AAC Gazelle AH.1 volaron para avistar equipos de morteros mientras atacaban a las fuerzas rebeldes en apoyo de la misión de rescate SAS en Sierra Leona durante la Operación Barras, mientras que 3 CBAS Gazelles apoyaron la Operación Telic, las operaciones militares del Reino Unido en Irak desde 2003. En En 2007, se informó que, si bien muchos helicópteros británicos habían luchado con las condiciones de los teatros afganos e iraquíes, el Gazelle era el avión de mejor rendimiento, con aproximadamente el 80% disponible para operaciones planificadas.

Durante los ejercicios previos a la Operación Herrick, un activo crucial al que recurrieron los grupos de batalla cuando estaban en Helmand fue Inteligencia, Vigilancia, Adquisición y Reconocimiento de Objetivos (ISTAR), y una parte importante de eso fue el uso de la vigilancia de vehículos aéreos no tripulados (UAV). Sin embargo, dado que los UAV no tienen licencia para volar en el espacio aéreo del Reino Unido; en cambio, ese papel fue asumido por un Gazelle AH.1 equipado con una torreta con sensor MX-15 EO / IR.

El Gazelle también ha sido utilizado por equipos acrobáticos de helicópteros del Army Air Corps con base en Middle Wallop, incluidos los Blue Eagles originalmente formados en 1973 con cinco Sioux AH.1 y brevemente reformados en 1982 como Silver Eagles para el 25 aniversario de AAC con Gazelles. El equipo se reconfiguró en 1992 con cuatro Gazelles y un solo Lynx. Los Sparrowhawks fueron otro equipo acrobático de cuatro gacelas que se exhibió en 1977.

Los AAC AH.1 se actualizaron en 2007 con un sistema de entrada de voz directa (DVI) desarrollado por QinetiQ que permite a la tripulación controlar los sistemas de la aeronave mediante comandos de voz y acceder a la información sin quitar las manos de los controles de vuelo o los ojos del mundo exterior.

En 2016, el equipo de Modificaciones del Servicio en el Escuadrón Aéreo Naval n. ° 1710 (NAS) desarrolló el pedido de un sistema para que el AAC Gazelle AH.1 se adapte al transporte aéreo de víctimas del campo de batalla. Cada año, el ejército se despliega en la Unidad de Entrenamiento del Ejército Británico Suffield (BATUS) en Alberta, Canadá, para ejercicios de tiro real, pero necesitaba proporcionar una instalación de evacuación médica en helicóptero para cubrir la gran pradera de 1,042 millas cuadradas. El equipo de diseño introdujo equipos de control de vida y de soporte vital que normalmente se encuentran en una ambulancia aérea del Reino Unido como parte de las modificaciones y probó sus diseños con el Escuadrón No. 667.

A principios de 2018, diez Gazelle AH.1 permanecieron en servicio con el Escuadrón No. 665, Regimiento 5 en Irlanda del Norte, más seis con el Vuelo de Conversión del Regimiento No. 7 en la Escuela de Aviación del Ejército en Middle Wallop, donde el Gazelle ha estado utilizado para entrenar a pilotos de AAC durante los últimos cuarenta y cinco años, y el Escuadrón No. 667. Cuatro más continuaron sirviendo con el No. 29 Flight BATUS en Canadá, mientras que otros diez AH.1 permanecieron en Middle Wallop, sometidos a mantenimiento o en almacenamiento.

Aunque la fecha original de Gazelle fuera de servicio (OSD) se estableció en 2018, Gama Engineering Ltd, en el aeropuerto de Fairoaks, se adjudicó un contrato en abril de 2017 para suministrar la solución de diseño y las piezas principales para un sistema de alerta de tráfico, GPS y VHF de 8,33 kHz. actualización de comunicaciones y una pantalla de vuelo principal de Aspen Avionics a varios AAC Gazelle AH.1s. En marzo de 2018, Vector Aerospace se adjudicó un contrato para proporcionar soporte de mantenimiento para la flota de helicópteros AAC Gazelle AH.1 en sus instalaciones de Fleetlands en Gosport. El trabajo bajo el contrato comenzó en abril de 2018, y con las opciones de extensión del contrato continuará hasta el 30 de junio de 2022.

Aunque el ejército británico planea reemplazar el Gazelle con un nuevo tipo para 2025, no se seleccionó ninguno a fines de 2018 y es probable que el venerable Army Air Corps 'Whistling Chicken Leg' permanezca más allá de su 50 aniversario en el servicio militar del Reino Unido. .

domingo, 6 de noviembre de 2022

ARA San Luis: El arma que pudo cambiar muchas cosas

La guerra de las Malvinas casi tuvo un final trágico para los británicos

Gracias a un poco de suerte, Gran Bretaña evitó pérdidas masivas.
por Sebastien Roblin || The National Interest



Esto es lo que necesita saber: la breve pero sangrienta guerra naval que ocurrió en 1982 sobre las Islas Malvinas, conocidas como las Malvinas en Argentina, se considera típicamente como un triunfo del poder naval británico. Un grupo de trabajo de la Royal Navy logró rechazar fuertes ataques aéreos para recuperar el archipiélago del Atlántico Sur de manos de las tropas argentinas.

La breve pero sangrienta guerra naval que ocurrió en 1982 sobre las Islas Malvinas, conocidas como Malvinas en Argentina, se considera típicamente como un triunfo del poder naval británico. Un grupo de trabajo de la Royal Navy logró rechazar fuertes ataques aéreos para recuperar el archipiélago del Atlántico Sur de manos de las tropas argentinas.

Durante la mayor parte de la guerra, un submarino diésel argentino solitario, el San Luis, se opuso a la Royal Navy en el mar. El San Luis no solo regresó a casa ileso por las más de doscientas municiones antisubmarinas disparadas por buques de guerra y helicópteros británicos, sino que emboscó dos veces a fragatas antisubmarinas. Si las armas hubieran funcionado según lo previsto, la victoria británica podría haberse comprado a un costo mucho mayor.

La junta militar gobernante de Argentina se apoderó de las disputadas Islas Malvinas de manera oportunista para sumar puntos políticos en casa. Sin esperar una guerra real, la junta calculó mal la rapidez con la que la primera ministra británica Margaret Thatcher escalaría contra el uso de la fuerza con la suya.

Esta falta de planificación se manifestó en la falta de preparación de la flota de submarinos de la Armada Argentina. Uno estaba en tan decrépito estado que no podía sumergirse con seguridad, mientras que el Salta más moderno estaba siendo reparado. El Santa Fe más viejo insertó hombres rana para ayudar en la invasión inicial el 2 de abril. No fue hasta el día siguiente que el submarino más moderno disponible, el San Luis, recibió órdenes en su muelle de Mar de Plata para partir en una patrulla de combate alrededor. la zona de las Malvinas.

El San Luis era un submarino diésel alemán Tipo 209 construido en grandes cantidades para servir como un submarino más pequeño y rentable para los países menos ricos. Desplazando sólo 1.200 toneladas con una tripulación de treinta y seis, el San Luis llevaba catorce torpedos antisubmarinos Mark 37 y diez torpedos guiados por cable SST-4 fabricados en Alemania para su uso contra objetivos de superficie. Podía nadar a cuarenta y dos kilómetros por hora bajo el agua o veintiuno en la superficie, y tenía una profundidad máxima de buceo de quinientos metros.

Sería un cliché común a muchas historias de logros militares inverosímiles enfatizar la habilidad de la tripulación del San Luis, pero de hecho, los mejores oficiales de submarinos de Argentina estaban en Alemania en el momento de la Guerra de las Malvinas. En su lugar, el San Luis se conformó con suboficiales encargados de muchos departamentos claves del barco. Su comandante, el capitán de fragata Fernando Azcueta, era un submarino veterano, pero no tenía mucha experiencia con el modelo Tipo 209.

Además, el San Luis estaba en pésimas condiciones y tuvo que someterse a reparaciones rápidas e incompletas. Su snorkel tenía fugas, sus bombas de achique no funcionaban bien y uno de los cuatro motores diésel no funcionaba. Los buzos pasaron casi una semana entera tratando de limpiar los crustáceos del casco y la hélice del San Luis, que impedían la velocidad y el sigilo de la embarcación.

El submarino argentino finalmente se hizo a la mar el 11 de abril y se colocó en una posición de espera mientras la situación política continuaba deteriorándose. Las cosas no tuvieron un comienzo prometedor. El sistema de control de fuego del San Luis le permitió guiar automáticamente tres torpedos simultáneamente después del lanzamiento. Entonces, por supuesto, se averió después de solo ocho días en el mar, y ninguno de sus suboficiales sin experiencia sabía cómo arreglarlo. La tripulación solo podría lanzar un torpedo a la vez bajo guía manual por cable. Aún así, se decidió que el San Luis debía continuar con su misión.

Mientras tanto, el 17 de abril se envió el Santa Fe, un antiguo submarino de la clase Balao que había servido a la Armada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, para transportar marines y técnicos para reforzar a las tropas que se habían apoderado de la isla de Georgia del Sur. Aunque desplegó con éxito las tropas el 25 de abril, no pudo partir lo suficientemente rápido y fue detectado a las 9 a.m. por el radar de un helicóptero Wessex británico, al que pronto se unieron helicópteros Wasp y Lynx. El Santa Fe fue dañado por dos cargas de profundidad, fallado por un torpedo, alcanzado por misiles antibuque AS-12 y ametrallado por fuego de ametralladora. El capitán hizo varar el submarino, que fue capturado junto con su tripulación por tropas británicas poco después. El ataque al Santa Fe marcó los primeros disparos de la campaña británica.

Al día siguiente, se ordenó al San Luis zarpar hacia las aguas alrededor de las islas en disputa, y el día 29 se le autorizó a disparar contra cualquier buque de guerra británico que encontrara.

Sin embargo, la Royal Navy había interceptado las comunicaciones del San Luis y desplegó sus helicópteros y fragatas para cazarlo. Según un recuento, la Royal Navy tenía diez fragatas o destructores y un porta-helicópteros asignados al menos en parte a tareas antisubmarinas, así como seis submarinos de patrulla.

El 1 de mayo, el sonar pasivo del San Luis detectó el HMS Brilliant y el Yarmouth, ambos fragatas antisubmarinas especializadas. Azcueta lanzó un torpedo SST-4 a una distancia de nueve kilómetros, pero poco después del lanzamiento, los cables de guía del torpedo se cortaron. Azcueta rápidamente se sumergió en su submarino para esconderse en el fondo del mar. El Brilliant detectó el ataque, y las dos fragatas y sus helicópteros iniciaron una frenética búsqueda de posibles contactos de sonar. Lanzando treinta cargas de profundidad y numerosos torpedos, los barcos británicos volaron con éxito varias ballenas por sus esfuerzos.

Al día siguiente, el submarino británico Conqueror torpedeó al crucero argentino General Belgrano, que se hundió junto a 323 miembros de su tripulación. Toda la flota de superficie argentina se retiró posteriormente a las aguas costeras, dejando al San Luis como el único buque argentino opuesto a la fuerza de invasión británica. Los barcos y helicópteros británicos comenzaron a informar contactos de sonar y avistamientos de periscopios en todas partes, y lanzaron nueve torpedos en aguas que el San Luis nunca llegó a acercarse.

La tripulación del San Luis, por su parte, pensó que había sido atacada por un submarino británico el 8 de mayo, y luego de realizar maniobras evasivas, lanzó un torpedo Mark 37 contra un contacto submarino. Se escuchó la explosión del torpedo y se perdió el contacto. Esto también era probablemente una ballena.

Dos días después, San Luis detectó las fragatas antisubmarinas Tipo 21 HMS Arrow y Alacrity en el paso norte del Falkland Sound. Enmascarado por el ruido producido por las rápidas fragatas, el San Luis se deslizó a cinco kilómetros del Alacrity, disparó otro torpedo SST-4 y preparó un segundo para el lanzamiento.

Una vez más, los cables del SST-4 se cortaron poco después del lanzamiento. Sin embargo, algunos relatos afirman que el torpedo en realidad golpeó un señuelo remolcado por el HMS Arrow, pero no detonó. Azcueta desistió de disparar el segundo torpedo y ordenó al San Luis que se retirara para evitar un contraataque.

Sin embargo, los barcos británicos siguieron navegando, sin darse cuenta del ataque. ¡El capitán de la prontitud ni siquiera se enteró de la llamada cercana hasta después de la guerra!

Desmoralizado, Azcueta comunicó por radio que los torpedos eran inútiles y recibió permiso para regresar a la base, lo que logró el 19 de mayo. La guarnición argentina se rindió el 14 de junio antes de que el San Luis pudiera ser devuelto al mar. Quince años después, el San Luis se convirtió en uno de los tres submarinos Tipo 209 que se desmantelaron después de una revisión incompleta. Otros cincuenta y nueve sirven en varias armadas.

¿Qué salió mal con los torpedos del San Luis? Hay media docena de explicaciones, que sostienen que los errores de la tripulación y las fallas técnicas son culpables. El fabricante AEG afirmó primero que los torpedos habían sido lanzados desde demasiado lejos y sin contacto activo con el sonar. Otro reclamo es que las tripulaciones argentinas equivocada y invirtió la polaridad magnética de los giroscopios en los torpedos, haciendo que se desvíen. Sin embargo, también hay evidencia de que los torpedos no armaron sus ojivas y no pudieron mantener la profundidad. Sugestivamente, AEG implementó numerosas mejoras al torpedo después del conflicto de las Malvinas.

El San Luis no era un súper submarino ni tenía una súper tripulación. Sin embargo, beneficiándose de un comandante competente que utilizaba tácticas ordinarias, logró dar vueltas en torno a una docena de fragatas antisubmarinas de una de las armadas más capaces del mundo, y podría haber hundido fácilmente varios buques de guerra si sus torpedos hubieran funcionado como se esperaba.

La Royal Navy, por su parte, gastó cientos de costosas municiones antisubmarinas y envió 2.253 salidas de helicópteros persiguiendo contactos falsos; sin detectar el San Luis en ninguna de las ocasiones, se acercó al campo de tiro.

La guerra submarina real ha sido, afortunadamente, extremadamente rara desde la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de Malvinas sugiere que los submarinos diesel baratos podrían ser muy difíciles de contrarrestar incluso cuando se enfrentan a adversarios bien entrenados y equipados.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Soldado británico devuelve casco a hija de VGM (fallecido) Daniel Sirtori de la IMARA

Virginia Sírtori, hija de Daniel Sírtori, dialogó con Paula García y Santiago Do Rego, por TN, sobre el emotivo suceso por el cual un soldado inglés le devolvió el casco de su padre, excombatiente de Malvinas, a su familia.