jueves, 30 de mayo de 2019

Poltronieri, un héroe de la Historia Argentina

Oscar Poltronieri, el gran héroe de Malvinas que arriesgó su vida para salvar a 150 argentinos

Solo y con una ametralladora evitó el avance inglés en el monte Dos Hermanas. Fue condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate.
Radio Mitre




Oscar Poltronieri es el héroe no militar más importante que tiene la Argentina. Su valor en el cerro Dos Hermanas quedó representado con la Cruz al Heroico Valor en Combate, siendo el único soldado conscripto que recibió esta distinción.

“Váyanse ustedes que tienen hijos. Yo me quedó”, gritó Poltro ante el inminente ataque inglés. Solo y con una ametralladora en el cerro Dos Hermanas, combatió durante horas a los británicos y le salvó la vida a más de ciento cincuenta compañeros.

“Adelante nuestro estaba el regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata“, recuerda Poltronieri respecto del día que desembarcaron los ingleses en la zona donde se encontraba su regimiento.



“Tomaron todo a las corridas. Los gurkas mataron a un montón del regimiento 4 de Corrientes. Y a nosotros nos rodearon. Yo en el monte. Cuando los veo, serían las cinco o las seis de la mañana. Allí matan a tres o cuatro de los soldados nuestros, todos cerca mío: a uno que tiran un morterazo que cae cerca mío y una esquirla le vuela la tapa de la rodilla, limpita, y se desangra. Cuando llega al hospital de Puerto Argentino llega desangrado. A otro una esquirla le da en la espalda. Y a otro que trepa un poco el monte para montar la ametralladora también lo bajan con una ráfaga de ametralladora. Ese era Ramón, que era amigo mío. Si lo habían matado a él me iban a matar a mí también, ¿por qué me iba a salvar?“, recuerda con crudeza esa fatídica mañana del 11 de junio de 1982.

La superioridad de los británicos significaba un claro boleto de muerte para las tropas que se encontraban en el cerro. El coronel Augusto Esteban Vilgré no dudó en dar la orden de retirada, pero Poltronieri lo desobedeció y resistió solo para permitir el escape de sus compañeros.

“A mí me dio como un ataque de locura y empecé a sacudirles con la MAG, que es una ametralladora pesada. Mi abastecedor estaba cansado de ponerle las cintas de balas a la MAG, pero yo seguía tirando. Eran como las nueve de la mañana. Las balas me pasaban cerquita: a las trazantes se las veía clarito. El subteniente me decía: “Vámonos Poltronieri, que te van a matar…” Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el sargento Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a nadie”, recordó hace algunos años en una entrevista con el diario Clarín.


En su regreso de Malvinas, Poltronieri formó una familia

La educación de Poltronieri era por demás escasa. Llegó a Malvinas como un soldado analfabeto, pero su falta de instrucción no era un motivo que le impidiera no distinguir la importancia que tenía esa guerra. Tres días más tarde de su feroz resistencia se firmó la rendición en Puerto Argentino.

“Llegué a la tarde adonde estaba el batallón de Infantería de Marina 5. Les pregunté si sabían dónde estaba el 6 de Mercedes, porque yo quería juntarme con los míos”, recuerda luego de la resistencia que ofreció en el cerro Dos Hermanas. “Me dijeron que cerca del cementerio, que era el punto de reunión. Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar”.

martes, 28 de mayo de 2019

Gómez Centurión y su grupo se enfrenta a 250 paracaidistas


Historias de coraje en Malvinas: cuando Juan José Gómez Centurión y 38 soldados enfrentaron a 250 británicos

Infobae reunió a tres héroes que participaron del combate en las islas. "En la guerra se ve al ser humano en toda su dimensión", dijo el entonces subteniente de Infantería y jefe de la sección Romeo de la Compañía C del Regimiento 25
Por Adrián Pignatelli || Infobae


Hoy tiene 61 años. Fue a la guerra como subteniente de Infantería y como jefe de la sección Romeo de la Compañía C del Regimiento 25. Juan José Gómez Centurión, mayor retirado es, además, paracaidista y comando. José Eduardo Navarro, hoy general de división a punto de retirarse, era un joven subteniente de 21 años del Grupo de Artillería Aerotransportado 4. Malvinas fue su primer destino. Andrés Fernández, de 61 años, era entonces un cabo cocinero en el Regimiento 25, de 24 años. Los tres están unidos por esos lazos invisibles e indestructibles que una situación límite como es la guerra sólo puede forjar. Para ellos, mayo no es un mes más, sino que es el punto de partida de algo más profundo que, en esta nota que concedieron a Infobae, revelan.

22 de mayo: rescatar los cañones del Río Iguazú

El que comienza a hablar es el hoy general Navarro. "El 21 por la noche estaba durmiendo en mi trinchera, y me ordenan presentarme en el puesto de comando del Grupo de Artillería Aerotransportado 4. Debía trasladar dos obuses Otto Melara 105 mm de Puerto Argentino a Darwin, que servirían de apoyo a la infantería. Alistamos a la tropa, 18 hombres entre soldados y suboficiales. Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que el buque en el debíamos llevar los cañones era el Río Iguazú, muy pequeño para nuestro cometido. No entraban. Cada uno pesaba alrededor de 1.500 kilos y su volumen es similar al de un Fiat 600. Entonces resuelvo desarmarlos en 12 partes".

La principal preocupación de Navarro era esos cañones. "Yo sabía que el infante de Darwin los estaba esperando. Las piezas más voluminosas las ubicamos sobre cubierta, en popa, mientras que el resto las acomodamos en la bodega. Como no estaba previsto desarmarlos, se inició la navegación a las 5 de la mañana cuando tendría que haber sido a las 12 de la noche". "'Salimos tarde -me advirtió el capitán-. 'Hay superioridad aérea enemiga y es muy probable que suframos un ataque'".

La predicción del capitán se hizo realidad. A las 8:30, cuando estaban cumpliendo la última etapa del viaje, aparecieron dos aviones Sea Harrier, que atacaron la nave con sus cañones de 20 mm. "Vuelan las esquirlas por todos lados, hay heridos -recuerda Navarro-. Me encuentro en el subsuelo, se apagan las luces, comienza el humo, se encienden luces rojas y se ordena abandonar el buque. Busco mi casco y mi fusil. Cuando estoy en la cubierta, veo a mis soldados que ya estaban en el agua, alcanzando la costa que estaba a 40 o 50 metros. Giro la cabeza y veo que un Sea Harrier viene ametrallando el buque y me tiro al agua. Es la primera sensación que tengo, lo salado del agua. Soy correntino y en mi vida había visto una masa de agua tan grande. Cada vez que voy al mar me vuelve el recuerdo de ese 21 de mayo".

Cuando el grupo alcanzó un islote, Navarro de pronto vio que el soldado Rodolfo Sulín se había arrojado al agua nuevamente. Había vuelto al barco. En un bote salvavidas cargó ropa seca y víveres. Por dicha acción, le otorgarían la Medalla de La Nación Argentina al Valor en Combate. Más tarde se enterarían de que Sulín era hijo del capitán de un buque mercante y se había criado en el mar. "Esas provisiones nos ayudaron a sobrevivir todo ese día y el día siguiente. Mientras tanto, estábamos alerta para abrir fuego si aparecían los ingleses", explicó Navarro.

 
José Eduardo Navarro

"Un rosario de locos"

Gran alegría en Darwin cuando vieron llegar al grupo, al que daban por desaparecido. Y la providencia quiso que Navarro se encontrara allí con el subteniente de infantería Juan José Gómez Centurión, a cargo de la sección Romeo de la Compañía C del Regimiento 25.
"Encontrarme con Juan José fue como haber encontrado a un hermano. Un año antes había muerto mi único hermano, destinado en el Grupo de Artillería, 9 que comparte guarnición con el RI 25. En diciembre del año anterior fui a buscar sus restos y lo conocí a Gómez Centurión. Imaginate verlo un año después en Darwin, fue como ver a mi hermano. Abrazarlo y llorar de angustia fue mi primera reacción".
Gómez Centurión relató: "Cuando lo vi venir caminando por el muelle de Darwin, fue ver a mi amigo muerto. José es muy parecido a su hermano, hasta los dos son chuecos".

—¿Qué hacés acá?

—Mirá, acaban de hundir el buque donde traía los cañones. Quiero recuperarlos. No se cómo, pero quiero recuperarlos —le dije a Gómez Centurión.
"De por sí, eso era una locura porque el lugar estaba identificado por los ingleses, señalizados por ellos", fue lo primero que respondió Gómez Centurión. "Alguien le había dicho a Navarro que yo tenía un traje de neoprene, pero era para verano. Aún así, de la nada, comenzamos a armar la operación".

 

Navarro y Gómez Centurión contaron que hicieron participar "a un rosario de locos". Y hasta de la nada apareció un Chinook, un helicóptero de la Fuerza Aérea, piloteado por el Mayor Posse, que los llevó al lugar.

El Río Iguazú estaba escorado de popa, con la bodega totalmente inundada. El entonces subteniente contó: "Había que entrar a la bodega por un tambucho de 70 por 70 cm, y sumergirse en agua cuya temperatura era de cinco grados. Yo no tenía ni testera, fundamental para proteger los oídos, ni visor ni patas de rana ni tubo de oxígeno. Haría el trabajo en apnea, esto es, aguantando la respiración y, en total oscuridad, tantear lo que yo consideraba era una pieza del cañón".

Mientras hacía esa tarea, Navarro con los soldados estaban parados sobre cubierta y Gómez Centurión les iba acercando lo que encontraba. Si servía se guardaba en un bote salvavida; en caso contrario, se tiraba al agua. Al final de ese día, habían recuperado un cañón. Y al día siguiente, se recuperó casi la totalidad del otro. "Llegamos a armar un cañón entero y el otro, en unos tres cuartos. Lo importante que con esos cañones se combatió en Darwin, brindando apoyo de fuego a la infantería. Los británicos se vieron severamente sorprendidos por ese poder de fuego argentino, con el que no contaban", recordó Navarro.

El 25 de Mayo en el Río Iguazú

"Cuando Navarro partió con sus hombres, con mi sección nos quedamos en el Río Iguazú y festejamos el 25 de mayo. Teníamos la misión de desarmar el buque: romper la radio, deshacernos de las cartas naúticas y destruir el sistema de claves", información muy valiosa para los ingleses, explicó Gómez Centurión.

El capitán del barco le había dicho: "El buque es suyo, llévese lo que quiera". "Dispuse entonces tomar todo lo que nos pudiera ser útil. Recogimos ropa nueva y una cantidad importante de alimentos en conserva, que en la guerra es un verdadero tesoro".

"Cuando regresé, un mayor pretendió hacerse de esas provisiones y vestimentas y repartirlas a su parecer, a lo que me negué. 'Antes de entregárselas, las tiro de nuevo al agua', amenacé. Y ahí quedó la historia. Es lo que yo creía".

 
Andrés Fernández

28 de mayo: el enfrentamiento con 250 paracaidistas británicos

Días después, a Gómez Centurión y su sección le ordenaron dar seguridad en un puente, situado 8 km al sur de Darwin, un punto muy alejado que no tenía relevancia. Él adjudicó esta orden al entredicho que había tenido con el mayor por las provisiones unos días atrás. "Ocurrió que con esa orden lo que se hizo fue dividir la reserva, debilitándola. La reserva es el elemento que se va a usar en el peor momento, es la última opción, que la convocan para revertir una mala situación", explicó Gómez Centurión.
"Lo conveniente hubiera sido-según explicó a Infobae el ahora mayor retirado- era haber combatido todos juntos. De haber sido así, yo hubiera peleado al lado de Estévez".

¿Cuál era el panorama a esta altura? Para entonces, los británicos habían consolidado la cabeza de playa y como las fuerzas argentinas no dominaban ni el mar ni el aire, el combate en tierra tendría un tiempo limitado: la cabeza de playa era el comienzo del fin de la guerra. "Fortaleza rodeada, fortaleza tomada", es el axioma en la estrategia militar.

El 26 de mayo al mediodía, con 38 soldados, Gómez Centurión partió al punto convenido, sin comunicaciones, abastecimientos ni conectividad para recibir refuerzos.

A la noche del 27, comenzaron a oír fuego naval. Más cerca de medianoche disparos de artillería y a las dos de la mañana el tableteo de las ametralladoras. "Cuando en la guerra hablan las ametralladoras es porque hay combate cercano. Y nosotros estábamos a 15 kilómetros", expresó Gómez Centurión.

Estévez

Con sus hombres, regresó al puesto de comando en Pradera del Ganso y se presentó al jefe de la fuerza de tareas. Y escuchando al soldado Rodríguez por radio, se enteró de la peor noticia: su amigo, el Teniente Roberto Estévez, había muerto y su sección Bote estaba diezmada. "No, no puede ser, el teniente Estévez no puede estar muerto", afirmó entonces.

"Éramos amigos. Habíamos hecho todos nuestros cursos juntos, habíamos soñado un montón de cosas. Habíamos planeado distintos tipos de maniobras en caso de combatir juntos. Me retienen una hora, a la espera de refuerzos, para salir hacia el sector norte. Mientras tanto veíamos llegar a soldados heridos, mutilados, en shock; lo único que quería hacer era salir de ahí", contó Gómez Centurión.

Hay un cocinero en mi sección

A las 8.30 emprendieron la marcha hacia el norte, con muy mala información sobre dónde estaba el enemigo. Tomaron el camino de la costa y, cuando estaban por llegar a la escuela de Darwin, el fuego intenso de dos ametralladoras inglesas le cerraban el paso. Gómez Centurión recordó: "Sentía que estaba perdiendo el tiempo. Dimos vuelta, hicimos el camino para atrás".

En la sección se había sumado el cabo cocinero Andrés Fernández, de 24 años, quien de pronto se había visto sin ningún destino. Como solo estaba armado con una pistola, en la enfermería se había hecho de un FAL y así se acopló a la sección Romeo.

Fernández explicó a Infobae: "Mi vocación militar la tenía desde chico; somos diez hermanos, y los siete varones habían hecho el servicio militar y justo yo me había salvado. Cuando veía a mis hermanos en uniforme o escuchaba el Himno, tenía sentimientos muy profundos. Fue así que entré a la Escuela de Suboficiales, porque realmente así lo sentía". Y agregó: "con Juan José éramos los últimos, íbamos cubriendo a los soldados".

 

38 contra 250

El entonces jefe de la sección relató: "Volvimos a dar la vuelta para encarar el contraataque. Pasamos la escuela, llegamos a una altura y vimos a las tropas inglesas, apretadas por un campo minado que habíamos puesto con el teniente Estévez tiempo antes".

Fue cuando comenzó un intenso combate. Los 38 argentinos situados sobre una loma y 250 paracaidistas británicos disparando desde abajo. La diferencia era notoria, más aún si se tiene en cuenta que nuestros soldados disponían de solo 120 tiros.

De pronto, la sorpresa. Del tercer grupo le gritaron a Gómez Centurión: "Mi subteniente, se rinden!"

Describió: "Cel otro lado, teníamos una hondonada con una piedra muy característica. Con mis anteojos de campaña, detrás de esa piedra, veo a dos ingleses que levantan sus cascos con sus fusiles".

"¡Alto el fuego!", ordené.

Nadie disparaba. Silencio mortal.

Cientos de pensamientos se cruzaron por la mente de ese subteniente de 23 años. Era su primer combate contra los británicos. "Cómo establecer los términos de la rendición, hasta me vino la imagen del general Beresford rindiéndose ante Liniers".

Gómez Centurión bajó la loma junto al sargento García. "Nos encontramos a diez metros. El inglés era de buen porte, estaba mimetizado; en el combate, nunca le ves las caras, no sabés si es joven o viejo".

—¿Hablás inglés? —preguntó.

—Si, hablo inglés —contestó Gómez Centurión.

—Si me entregás el armamento de toda tu gente, salen todos vivos.

"Yo aún no tenía heridos. Creo que pensó que yo era una avanzada de una fuerza mayor que venía detrás. Nunca entendió que un tipo solo estaría en ese lugar", reconoció Gómez Centurión.

—Yo te garantizo la vida de todo el mundo —insistió el jefe inglés.
"Mi sorpresa fue muy grande; creí que me iba a dar la rendición, hasta se me había cruzado que debía entregarme su pistola 9mm, que sabía dónde la portaba".
—En dos minutos abro fuego —advirtió.

—¡No, pará, conversemos! —pidió el inglés.

"Me volví y comencé a subir, más confundido que cuando bajé".

La situación de los 38 soldados argentinos estaba muy comprometida. Estaban solos, sin posibilidad de que llegasen refuerzos. Estaban en un terreno donde en un flanco tenía el mar y en el otro un campo muy abierto. Pero hasta ese momento no tenían ni un solo herido.

En el momento en que Gómez Centurión subía la loma, dos ametralladoras inglesas abrieron fuego. "Apuré el paso, me di vuelta y le disparé al oficial con el que había parlamentado. Y cayó muerto".

Así moría el teniente coronel Herbert Jones, 42 años, jefe del Segundo Batallón del Regimiento de Paracaidistas. Fue el oficial de más alto rango caído en la guerra del Atlántico Sur.

Y se desencadenó el infierno. Disparos ingleses desde abajo, desde arriba, desde los costados. Y es cuando la sección argentina tiene sus primeras bajas.

Y al joven jefe argentino se le sumó la complejidad de los gritos del dolor del herido. "El clamor del herido es tremendo por lo que representa y por el impacto en la moral de la gente, sobre todo cuando no disponés de un equipo de camilleros. En una fracción de segundos hay que decidir a quien se atiende en el campo y a quien evacuar, porque si no se lo evacúa puede morirse ahí mismo y generará una disminución en la moral de combate en el resto de los soldados".

 

Uno de los heridos graves era el soldado Miguel Ángel Canyaso. "Tenía un disparo que le entró x la frente le rodeó el cuero cabelludo y que le había salido por la nuca, recuerdo que tenía la cabeza abierta como una flor. Tenía pulso -contó Centurión-. Le doy la extremaunción, rezo un Padrenuestro y le hago la señal de la Cruz".

—Cargalo y llevalo —le ordenó al Negro Aguilera.
—Está muerto.
—¡Cargalo y llevalo, que está vivo!

"Es muy peligroso cargar a una persona en combate, porque camina tres veces más despacio y es un blanco móvil para cualquiera. El que está tirando del otro lado no ve si es una bolsa de munición o un cuerpo", explicó Gómez Centurión.

Canyaso sobrevivió y fue condecorado por Herido en Combate. Luego de una hora, quedaban entre cuatro o cinco argentinos, que cubrían el repliegue de sus compañeros. Y es en ese momento cuando hirieron al Cabo Fernández.

Él lo cuenta: "Estaba cubriendo a Juan José, que estaba más adelantado. Cuando comenzó el tiroteo, disparé. Yo hacía mucha práctica de tiro en el polígono, tenía la certeza de que no iba a errar, y entonces bajé a dos ingleses. En ese momento, sentí como un fuego en la cadera y me empezaron a tirar de todos lados. Yo apenas me cubría cuerpo a tierra detrás de un poste, y otro disparo me impactó en mi pie. En el momento continué combatiendo, por la propia energía que uno tiene y por la adrenalina".

"Algo inexplicable me salvó la vida"

"Juan José se acercó y trató de llevarme, pero no pudo arrastrarme. Me cubrió y me dijo que me iba a volver a buscar. Me colocaron dentro de un pozo y me quitaron el armamento para que los ingleses vieran que no representaba un peligro. Estuve consciente hasta que vi pasar a un inglés agazapado".

De pronto, Fernández hace un alto en relato. Visiblemente emocionado relató: "En ese momento algo me cubrió, es algo que nunca pude explicar; lo único que se es que era algo celeste y blanco, que me dijo que no me preocupase, y no me acuerdo nada más. Mis compañeros me contaron que yo me quejaba. Recobré la conciencia en la salita de campaña".

Cuando cayó el sol, comenzaron a plantearse ir a buscar al cabo Fernandéz. Todos querían rescatarlo. "En la guerra se ve al ser humano en toda su dimensión: compartir la última comida, compartir el último cigarrillo, hacer el trabajo riesgoso de otro hasta los actos más grandes de miseria como el soldado enemigo que corta un dedo para sacar un anillo; eso te empieza a calibrar otra sintonía de la condición humana", reflexionó Gómez Centurión.

"Ignorábamos la gravedad de su lesión -posteriormente supimos que tenía quebrada la cabeza del fémur- y si precisaba un modelo de evacuación específico. Pedí voluntarios, aparecieron siete u ocho, elegí a los más corpulentos, el vasco Aguerrebengoa y Carobbio. Les hice dejar el armamento para que ellos no se enfrentaran con nadie. Porque nosotros no éramos camilleros".

 

A Fernández hubo que salir a buscarlo en la oscuridad de una noche completamente cerrada. Gómez Centurión recordó: "Fue muy complejo, porque los ingleses nos abrían fuego exploratorio, hasta de un helicóptero que transportaba heridos. A Fernández lo ubicamos luego de dos horas y media por sus gritos. Cuando lo quisimos mover, gritaba aún más. El vasco llegó a ponerle un pañuelo en la boca. Y así lo llevamos hasta las líneas propias".

Luego de la rendición, Fernández recordó que una noche muy fría, que nevó, los ingleses lo llevaron en helicóptero a San Carlos. Lo dejan en una especie de cueva junto a otros prisioneros. Recuerda a un inglés que le echaba whisky en sus heridas. De ahí fue al buque hospital Uganda, fue canjeado por ingleses heridos el día 5 de junio y en el Bahía Paraíso lo llevaron a Puerto Madryn y a Bahía Blanca, donde lo operaron.

El amigo que tardó en irse

"Cuando fui a identificar los cadáveres de mis camaradas para sepultarlos en una fosa común, identifiqué el de Estévez, especialmente por la forma en que se ataba los borceguíes. Cuando los ingleses nos trasladaban al continente en el Norland, creía verlo al teniente Estévez en la escalera del buque. Mucho tiempo después asumí que había muerto".

Fernández, que actualmente trabaja en una escuela, aseguró: "La guerra me enseñó a ser más humano, a ser buena persona a valorar lo que uno hace".

Navarro dijo: "La guerra fortaleció mi vocación de soldado, me probé a mi mismo, ser soldado en defensa de un objetivo patriótico, y vi eso en mis hombres. Nadie te prepara para las miserias de la guerra. Podés ser fuerte en carácter o en espíritu, pero la guerra cambia todo".

Gómez Centurión, que fue condecorado con la Cruz La Nación Argentina al heroico valor en combate, finaliza: "El único lugar donde la gente siente el cariño y no siente la hostilidad es en su fracción. Es tal el vínculo con el camarada y tanta la sensación de protección, que el domingo a la noche, cuando el veterano está en una situación límite por su vida o por su familia, llama a su cabo o a su subteniente treinta años después. Ahí estará alguien que lo va a proteger".

domingo, 26 de mayo de 2019

Las motos de los comandos argentinos



Las motos protagonistas de la Guerra de Malvinas

Flavia Iglesias Zanet | Gente de Motos





30 marzo, 2018 Flavia Iglesias Zanet

Durante el conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña, que duró 10 semanas, el despliegue de las fuerzas armadas también estuvo constituido por motocicletas. Son máquinas con una historia especial.

Para la época el ejército argentino contaba con una flota de la reconocida Zanella Surumpio, con un motor dos tiempos de 125cc, que no cumplía del todo con las exigencias militares. Si bien era una todoterreno, tenía componentes poco confiables, era bastante ruidosa y contaba con suspensiones algo rígidas.

A las Malvinas, los militares argentinos algunos llevaron ejemplares para ser usados para mensajería; aunque una vez en la isla se incautaron a los británicos unas Can Am Bombardier 250. Dichos vehículos sí estaban preparados y tenían los elementos necesarios para un soldado. Otro reconocido modelo de la guerra es la Kawasaki KE 125 que utilizaron las fuerzas de nuestro país.


La misión en dos ruedas


En los dos meses y medio que duró el conflicto hubo un suceso donde las dos ruedas tuvieron gran protagonismo. El 8 de junio la Fuerza Aérea Argentina atacó dos buques enemigos que se dirigían a la Bahía Agradable, al tiempo que la compañía de Comandos 602 debía asaltar los mismos por la retaguardia. Pero un helicóptero Puma fue embestido por la defensa británica.

Para rescatar a los soldados que quedaron aislados, se envió a la Compañía de Comandos 601 a bordó de sendas motocicletas, en las que se contaban tanto Kawas como Can Am. El primer intentó fue en vano, pero luego de esperar a la noche el grupo volvió a intentarlo. El ejército inglés descubrió el arriesgado plan y comenzó a atacar, más los argentinos pudieron cumplir la misión con éxito.

Los militares nacionales utilizaron las máquinas para transportarse hasta la posición de la Armada, donde supieron que se habían arriesgado al pasar por el corredor. Media hora antes de que pasaran en las motocicletas por el tramo recorrido se habían cerrado porque encontrarse minado.




Los modelos de Malvinas

La fábrica canadiense Bombardier comenzó a trabajar con la línea Cam Am en 1973, siendo proveedora del ejército de su país, de EEUU, Bélgica y Gran Bretaña. El modelo utilizado en la guerra de Malvinas era una motocicleta con motor monocilíndrico, de dos tiempos, de 250cc, refrigerado por aire. Los propulsores eran suministrados por la empresa austríaca Rotax.

Uno de los ejemplares secuestrados a las fuerzas armadas británicas durante el conflicto sigue en manos de los argentinos. Se puede ver, completamente restaurado, en el Museo Naval de Puerto Belgrano de Punta Alta, donde se encuentra en exposición.



La Kawasaki KE 125, de 1981, se hizo famosa en nuestro país por participar en esta guerra. Era un modelo de enduro, con motor monocilíndrico, de 125 cc, refrigerada por aire, con transmisión por cadena y caja de seis velocidades. Tenía una potencia de 10 cv y alcanzaba una velocidad de 94 km/h. Los frenos de tambor paraban esta máquina que promediaba los 110 kilos.

Si bien esos dos son los más representativos del conflicto bélico de 1982, hubo además otros ejemplares. Entre los que llevaron al enfrentamiento militar en las Islas Malvinas, se encontraba por ejemplo la Honda XL250S, de fines de los años 70.


viernes, 24 de mayo de 2019

ONU vota descolonización de Chagos y crea antecedente para Malvinas

Fallo de la ONU contra el Reino Unido sería precedente positivo en el conflicto por Malvinas



Jorge Faurie, canciller argentino.

Un total de 116 países votaron a favor de la resolución, que urge al Reino Unido a "retirar su administración colonial" de las islas de Chagos


La Cancillería argentina destacó este jueves la aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de una resolución que exige al Reino Unido "finalizar la administración colonial del Archipiélago de Chagos", ubicado en el océano Índico, y que marca un antecedente en el reclamo de Argentina por la soberanía de las Islas Malvinas.

El archipiélago de Chagos fue separado del territorio de las Islas Mauricio antes de su independencia, siendo arrendada su principal isla, Diego García, a Estados Unidos para instalar una base militar.

"La República de Mauricio, desde su independencia en 1968, reclama la recuperación ese territorio. En febrero de 2019, la Corte Internacional de Justicia concluyó que la descolonización de ese país no se completó legalmente dado que al quebrantarse su integridad no se respetó la voluntad de su pueblo", explicó un comunicado difundido por el Palacio San Martín.

La Asamblea General votó ayer por amplia mayoría a favor de esta opinión del máximo Tribunal de la ONU y "esta decisión es una victoria para Mauricio y un precedente muy positivo para países como la Argentina y su pueblo, que también han sido privados del ejercicio pleno de su soberanía sobre una parte de su territorio que continúa sujeto a una ocupación colonial ilegítima e ilegal", añadió.

La Cancillería consignó que "Argentina patrocinó la Resolución de la Asamblea General de la ONU e intervino en todas las instancias previas ante la Corte Internacional de Justicia".

"Aunque el caso del Archipiélago de Chagos no puede igualarse a la Cuestión Malvinas, en ambos casos están involucrados principios rectores de la descolonización", remarcó la cartera conducida por Jorge Faurie.

El caso Chagos


El archipiélago del océano Índico está en el centro de una larga disputa por la decisión del Reino Unido de separarlo de Mauricio en 1965 para establecer una base militar conjunta con Estados Unidos en Diego García, la más grande de sus más de 50 islas.

Los chagosianos expulsados de la isla, que desde hace 40 años hacen campaña por el retorno, han denunciado el "doble discurso" de Londres, que defiende el derecho a la autodeterminación de los kelpers de Malvinas pero les niega a ellos ese derecho.

Un total de 116 países, entre ellos Argentina, votaron a favor de la resolución no vinculante, que fue presentada por países africanos y que urge al Reino Unido a "retirar su administración colonial" de las islas de Chagos en un plazo de seis meses.

Sólo seis países de los 193 que integran la asamblea, entre ellos el Reino Unido y Estados Unidos, votaron contra la medida, co patrocinada por Argentina, mientras que otros 56 se abstuvieron, incluyendo a Canadá, Francia y Alemania. Quince naciones no votaron.

"Vemos como algo muy positivo que la comunidad internacional haya apoyado la resolución y los principios de la legalidad internacional", dijo el embajador argentino ante la ONU, Martín García Moritán.

"Es muy importante para los procesos de descolonización", agregó.

La votación llegó tres meses después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya concluyó que el Reino Unido había separado las islas de manera ilegal y debía devolverlas a Mauricio, una ex colonia británica que se independizó en 1968.

Luego de que el Reino Unido rechazara la "opinión consultiva" de la CIJ, máximo tribunal de Naciones Unidas, Mauricio pidió la intervención de la Asamblea General.

La resolución dice que la ONU y sus organismos deben reconocer la soberanía de Mauricio sobre Chagos y llama a todos los gobiernos a "no reconocer, apoyar ni ayudar a la administración colonial ilegal" británica de Chagos, informó la cadena BBC.

Aunque las resoluciones de la Asamblea General de la ONU no son de cumplimiento obligatorio, sí tienen todo el peso moral del más democrático y amplio de los órganos de Naciones Unidas.

El conflicto por Chagos ha sido comparado al de Malvinas, otro territorio objeto de un reclamo internacional contra el Reino Unido.

En febrero pasado, el canciller Jorge Faurie celebró el fallo de la CIJ sobre Chagos y dijo que tenía "una enorme validez" para el reclamo argentino de la soberanía de las Malvinas.

"Se trata, en el caso del archipiélago de Chagos, como en el de Malvinas, de una situación de desmembramiento territorial donde la población que se encontraba en las islas fue trasladada contra su voluntad, en este caso al territorio continental argentino, en 1833", agregó entonces el ministro.

Al dirigirse a la asamblea antes de la votación, el primer ministro de Mauricio, Pravind Kumar Jugnauth, dijo que la ONU debía enviar "una clara señal de que el colonialismo ya no puede ser tolerado".

A su turno, la embajadora británica Karen Pierce dijo que la base militar de Diego García "juega un rol vital" para mantener seguros a los aliados en la región, incluyendo a Mauricio.

Estados Unidos ha utilizado aviones estacionados en la base para lanzar ataques en Irak y Afganistán.

En 2016, el Reino Unido extendió el acuerdo de arrendamiento con Estados Unidos para el uso de Diego García hasta 2036.

iProfesional

miércoles, 22 de mayo de 2019

Montañismo de argentinos en Malvinas

Andinismo en Malvinas

Estilo Andino






Al atardecer del día previo al ascenso al Usborne, planeamos desde la Pradera del Ganso por donde intentar la escalada


 Para cualquier argentino Malvinas es un sentimiento. No coincidimos seguramente en el primero que surge, pero a todos nos sacude ese nombre. Con Marcelo, un compañero de varios viajes en los Andes, decidimos ir a las Malvinas en mayo, justo 30 años después de la guerra. A ambos nos movía la aventura de la tierra por descubrir, a mi poder ir a ejercer el ser argentino haciendo andinismo como en cualquier punto del país y a él volver a las islas donde había vivido y combatido cuando tenía 19 años.

Convencido que hay que trascender la guerra y hay que visitar las Malvinas en otro carácter que el de víctima, comenzamos a buscar destinos vinculados al andinismo, pese a que la altura máxima del archipiélago es 705 metros. Dimos con un interesante trabajo de un soldado británico que vivió varias campañas en Mount Pleasant, la superpoblada base militar ubicada en la isla Soledad. De origen escocés encontró en las formas malvinenses reminiscencias de las montañas que lo hicieron escalador, de similar altura y condiciones climáticas. Supo escribir que “Durante mis dos visitas a las islas me las arreglé para escalar o caminar cada fin de semana, las dos campañas fueron durante el invierno y logré abrir 12 itinerarios. En la actualidad existe una guía con más de 300 rutas en roca y hielo para escalar en invierno. Las Malvinas son un lugar increíble, la fauna es increíble y fuera de los campos de batalla tan virgen”. En sitios como Summitpost y en la misma guía también se describían recorridos a las cumbres y travesías entre ellas. Todos coincidían en las condiciones duras por el frio y el viento y sugerían el uso de crampones y piolet para ciertos recorridos.

Con los apuntes sobre la actividad que queríamos hacer en la mochila viajamos a Rio Gallegos para desde ahí tomar el avión de LAN que los sábados viaja a Malvinas. Ni bien llegamos el frio patagónico nos aguijoneó indicándonos lo que vendría. Durante el día y pico que pasamos en la capital de Santa Cruz los silencios les ganaban a las charlas, el viaje iba girando a lo emocional y dejábamos plácidamente que así sea.

La impresión que teníamos era que nos chocaría ver la ocupación británica y que esa situación ocuparía el centro de atención durante la semana que estaríamos en las islas. Por otro lado también pensábamos que la realidad superaría la utopía que hoy pensamos que significa recuperar la soberanía sobre las Malvinas.

Todavía de noche llegamos al aeropuerto y aguardamos el llamado de la aerolínea para embarcar. La voz anunció el vuelo a las Islas Malvinas, el primer escollo estaba superado, los chilenos no nos hacían escuchar Falklands por ahora. Cuando el anuncio terminó se pararon otras 9 personas que serían nuestros compañeros de viaje, al menos no éramos los únicos. Las presentaciones dieron que eran 5 veteranos del BIM 5 que volvían a las islas, un entrerriano que iba a conocer y el líder de la banda de rock “La Perra que los Parió” que viajaba a filmar un clip con su novia. Además viajaba un curioso personaje contrera y crítico, casi diría pro británico a quien bautizamos Nelson Castro, ya que permanentemente descalificaba cualquier comentario sobre la soberanía, la guerra, el andinismo y cualquier reclamo argentino sobre las islas. En definitiva, como Nelson, que haga lo que haga el gobierno lo mata, nuestro compañero era igual, pero para hacerse una idea reemplacen el gobierno por Malvinas.

Lógicamente, al viajar a territorio argentino no hay migraciones, así que con una sonrisa pasamos frente a las autoridades y embarcamos. Subimos al avión y ahí la cosa cambió. Ya no se hablaba castellano, las caras eran blancas con ese típico color sonrojado de los anglosajones y las miradas ya no eran amistosas. Entre medio de esta generalidad viajaban chilenos y santaelinos (de Santa Elena, territorio británico de ultramar en medio del Atlántico) la mano de obra extranjera habitual de las islas.

Las pocas palabras que intercambiamos fue con los hermanos trasandinos, aunque se cuidaban de no parecer tan amistosos con los “argies” ya que nuestra presencia les recuerda la “invasión” que sufrieron en 1982.




Ross Road, en la capital de las Malvinas



La visión de las Malvinas


Una hora después sobrevolábamos el archipiélago, algo más de 500 km dividen el continente de Malvinas. Aterrizamos en Mt. Pleasant, la base militar que alberga el único aeropuerto, ya que el de Puerto Argentino solo está habilitado para las avionetas que vuelan entre las islas. Con un trato duro y hosco nos recibieron, ni una palabra en castellano, los carteles de bienvenida al turismo también son en inglés, pese a que indubitablemente estamos en Sudamérica. Tramites, migraciones, firma de reglamento de convivencia y viaje a Puerto Argentino, Stanley para ellos. Con Marcelo nos alojamos en Lafone House, para nosotros lo de Arlette, quien a lo largo de los días se convertirá en nuestra amiga malvinense. Un típico Bread & Breakfast y su propietaria una agradable señora que vive en las islas desde 1983 con una de sus hijas y 2 nietos. A las 17 hs, ya casi de noche, miré por la ventana de nuestra habitación y descubrí el paisaje de Puerto Argentino que había visto tantas veces por televisión en 1982. Cenamos temprano en Shorty’s hamburguesas, papas fritas o “chacareros”, comida rápida, lo único que se consigue en la capital. Luego antes de ir a dormir lo acompañé a Marcelo al Town Hall, centro cívico del pueblo y sitio donde él estuvo apostado durante la guerra.

El frio domingo temprano salimos esquivando charcos helados con el Land Rover que alquilamos rumbo a Moody Brook, en el final de la bahía, sitio donde estaba el cuartel de los Royal Marines. La huella llega hasta las estribaciones del Monte Tumbledown y ese era nuestro primer objetivo.

Junto con nosotros venían el Colo y Alejandro, dos veteranos del BIM 5 que también iban a Tumbledown que era el sitio donde habían combatido, incluso Ale había salido herido y prisionero de los ingleses. Con la bruma que a veces se transformaba en fina lluvia fuimos ganando altura entre pastizales y terrenos anegados. Pasamos por las cocinas del batallón que todavía están en pie y continuamos hacia la cumbre. Adelante iba Alejandro en silencio buscando su posición, en el medio yo y cerraba Marcelo. Esa frase tantas veces repetida de “nuestros héroes” la notaba flotando en el aire cuando seguía paso a paso a nuestro nuevo amigo. Con alguna dificultad al caminar, producto de su herida de guerra, caminó infatigablemente durante horas buscando ese pozo donde vivió orgullosamente sus 75 días de 1982 y de donde lo sacaron las balas inglesas. Nunca lo encontramos, nunca escuche una queja de parte de él y volvimos empapados a tomar unos mates a un socavón cercano a las cocinas. A la pasada con Marcelo subimos a la cumbre misma del Tumbledown donde una cruz recuerda los caídos de la batalla y regresamos al pueblo.

Las charlas con los isleños nunca llegaron a la cordialidad, aunque no podría decir que fueron hostiles. Solo con Arlette podíamos intercambiar ideas y compartir puntos de vista. Claramente la visión imperante es que en 1982 una dictadura militar invadió su casa y eso suena tan violento como cuando Hitler invadió Polonia o Sadam Kuwait. No comprenden nuestro reclamo basado en la ocupación previa a 1833 y los derechos que surgen desde el punto de vista geográfico. El orgullo no les permite avanzar hacia una cooperación con Argentina, a una hora de vuelo. Cuando se encuentran acorralados frente a lo intransigente de la posición británica solo atinan a afirmar: acá viven familias que tienen 5 o 6 generaciones en las islas, incluso conozco a una que tiene 9”

Con nuestros amigos Ale y Colo y a veces con Nahuel, Eli, Kiko, Armando, Elvio y Ricardo visitamos San Carlos, Darwin, el cementerio argentino y también el inglés, Ganso Verde, Port William, Pembroke y el camino a Port Louis.

Los caminos y las huellas anegadas de las islas nos vieron pasar varias veces buscando conocer algo nuevo y mis compañeros veteranos hallar los sitios donde habían vivido la lejana guerra. Un día volviendo al hotel Alejandro y el Colo nos contaron que finalmente habían encontrado en Tumbledown la posición del primero, esa que no habíamos encontrado el primer día. La alegría por el deber cumplido los embargaba y Alejandro en una muestra mas de su entereza nos contaba que pese a que creía que se desmoronaría emocionalmente frente a los recuerdos, había estado en el lugar donde había caído herido sin derramar lagrimas y pensando en su familia y en simplemente continuar su camino por la vida.

Con Marcelo subimos el Monte William, empapados por la bruma y sin poder contemplar nada desde la cumbre, un lindo ascenso desde Puerto Argentino y con algunos pasos de escalada sencillos. También otro día el Monte Longdon, una larga caminata con mucho frio para llegar a la cumbre de uno de los escenarios de la gran batalla del 13 y 14 de junio de 1982.




Cumbre Mt Longdon. La niebla, una constante en todos los ascensos




Para alcanzar la cumbre del Mt William es necesario superar una serie de pasos con cierta inclinación. De hecho en la cumbre encontramos una vieja clavija en una fisura.




Cumbre en el Mt William bajo una tenue nevada. Unos metros mas abajo de la cumbre se halla esta pequeña cruz

El cocinero de Darwin

Cuando el pronóstico preveía el mejor clima partimos hacia el Monte Usborne, cumbre máxima de las Malvinas. Acá vale hacer una aclaración. La denominación de la cartografía argentina de esa altura es Monte Alberdi y la cadena donde se encuentra Alturas Rivadavia, mientras que la cartografía británica lo señala como Usborne y al sistema como Wickham. Estos nombres surgen de la expedición de Charles Darwin a bordo del Beagle y datan de sus viajes a las Malvinas en 1833 y 1834.

El científico británico que viajaba por Sudamérica durante el verano austral de 1833 arribó a las Malvinas el 1 de marzo, a dos meses de la ocupación británica. Escribe Darwin: “1º de marzo de 1833.- Temprano en la mañana llegamos a Puerto Luis. La primera noticia que recibimos fue, para nuestra sorpresa, que Inglaterra había tomado posesión de las Islas.” De este viaje proviene la denominación Usborne, hecha por el naturalista luego del ascenso del pico en honor al cocinero del Beagle y como andinistas no debemos dejar de reconocer el derecho que le asiste al primero en alcanzar la cumbre. También queda un pormenorizado estudio del zorro lobo de las Malvinas, actualmente extinto y que puede observarse embalsamado en el museo de la capital de las islas, la descripción del asado con cuero que le hicieron gauchos rioplatenses que vivían en el interior de la isla Soledad y una llamativa litografía del dibujante oficial de la expedición Conrad Martens quine registró la llegada a Port Louis dibujando una casa con un mástil con la bandera argentina, dando crédito a la historia que los ingleses en enero de ese año más que ocupar las islas, expulsaron al gobernador argentino y encargaron al colono de origen irlandés William Dickson que enarbolara la bandera del imperio los domingos o cada vez que llegara un navío. Mientras tanto, para no tener conflicto con los argentinos que seguían viviendo allí, seguía ondeando la celeste y blanca. También es cierto que el gauchaje argentino se hartó de la situación en los gélidos agosto y septiembre de 1833, se levantaron contra los representantes británicos, asesinaron al abanderado y huyeron al interior guerreando hasta marzo de 1834 cuando fueron capturados y enviados a Bs As. Esos gauchos eran liderados por el entrerriano Antonio Rivero, quien años después perdería la vida luchando contra los ingleses en la Vuelta de Obligado.

Volviendo a nuestra excusión al Usborne, salimos bien temprano de Puerto Argentino, de noche a las 7 de la mañana con Tony Smith, uno de los pocos guías locales, cuarta generación malvinense, clase 1962, como los soldados que pelearon la guerra. Pocas palabras, un pobre castellano, mate entre nosotros y solo coincidencias si en la radio sonaban los Beatles o Pink Floyd. El viaje hasta Darwin fue bajo la persistente llovizna malvinense y luego nos desviamos hacia San Carlos hasta el inicio de una huella en mal estado que ingresa en la Estancia Goose Green y lleva a Ceritos. Este sitio, según la guía es un corral de piedra construido en 1871, pero no lo vimos ya que nos rodeaba la niebla y pasamos de largo. Dejamos el vehículo y comenzamos la caminata. La bruma no nos permitía ver el paisaje y solo nos guiábamos con el GPS. Pastizales y charcos al principio, luego pasto y roqueríos grandes y luego llegando al filo grandes lajas y rocas. Finalmente alcanzamos la meseta de la cumbre y un poco más allá vimos el hito de la cima. Revisamos el libro de cumbre, no vimos ningún registro argentino, dejamos nuestro testimonio y nos fotografiamos con la bandera argentina. Desde este punto se tiene una visión amplia de todo el archipiélago y también del Negro Tarn, un lago de origen glaciar ubicado al norte del filo cumbrero, pero que en nuestro caso no pudimos ver nada.

Regresamos a Puerto Argentino y para festejar la cumbre y siendo lo último que nos quedaba por hacer en Malvinas de acuerdo al plan, nos fuimos a tomar una cerveza en el Tavern Globe, el icono anti argentino de las islas, eso si, bien temprano para no cruzarnos con ningún violento




Marcelo Bruno superando un paso rocoso durante el ascenso al Usborne



Marcelo Bruno en la cumbre del Usborne




Testimonio de cumbre en el Mt. Usborne. Revisamos todo el libro que databa de 1994 y no encontramos ningun testimonio argentino. Al regreso a la capital de las islas, nos dijeron que luego de la guerra nunca nadie que viniera de Argentina había subido a la mas alta cumbre de las islas.



Concluyendo

El viaje terminaba, los días habían pasado rápido y las convicciones habían ido cambiando. Ya no creo en que la realidad de la ocupación británica sea lo único que existe y que el reclamo argentino sea una utopía. Entiendo claramente que el derecho de autodeterminación es propio de los pueblos originarios no de una población implantada por una potencia extracontinental. Sé que los británicos le van a dar la cara a las islas mientras exista la generación que sufrió la guerra y luego, salvo que los intereses económicos de la FIC, sigan cotizando alto pensaran que hacer ya que con los permisos de pesca no llegan a compensar la aventura militar y petróleo no hay. La geo estrategia hoy pasa por otro lado (sin olvidar la proyección antártica), pero solo el orgullo del león británico puede justificar esta situación y algún día terminará. Por ahora como argentinos nos queda el camino de visitar las Malvinas para que esa tierra se vaya acostumbrando a nuestros pasos.



Cumbre en Mt Tumbledown. La cruz recuerda a los caídos en la batalla por Puerto Argentino


Waypoints



Mt Usborne S 51 41 30 O 58 50 05
Desvio Mt Usborne S 51 45 37 O 58 56 06
Wickham o Rivadavia S 51 43 56 O 58 37 48
Mt Challenger S 51 42 25 O 58 11 10
Mt Wall S 51 42 31 O 58 03 12
Mt Kent S 51 40 25 O 58 06 41
Mt Harriet S 51 42 28 O 58 00 43
Mt Dos Hermanas S 51 41 24 O 58 01 35
Mt William S 51 42 18 O 57 56 45
Mt Tumbledown S 51 41 43 O 57 57 46
Mt Longdon S 51 40 11 O 57 58 59
Mt Vernet S 51 37 28 O 58 05 48
Mt Simon S 51 37 58 O 58 32 05



Bahia de Puerto Argentino




Cementerio argentino en Darwin




Goose Green, una pequeña población cercana a Darwin




Pinguinos en Darwin




Globe Tabern, el reducto mas anti argentino de las islas




Iglesia anglicana en Puerto Argentino, una postal de las Malvinas

sábado, 18 de mayo de 2019

La Casa Rosada durante la recuperación

Peleas internas y desolación por la derrota: cómo se vivió la guerra de Malvinas en la Casa Rosada

Víctor Bugge, el fotógrafo que trabaja en la Casa de Gobierno hace más de 40 años le contó a Infobae en imágenes y palabras lo que se vivía en los pasillos del poder militar

Por Martín Dinatale | Infobae





Galtieri el 2 de abril de 1982 saluda desde el balcón de la Casa Rosada

Víctor Bugge tenía apenas 26 años cuando estalló la guerra de Malvinas. Había ingresado como fotógrafo oficial de la Casa Rosada en 1978 y todo lo que recuerda de aquellos días de conflicto bélico puertas dentro del palacio de gobierno es como una horrible pesadilla que pesa en su memoria y se mezcla con los recientes viajes que hizo a las islas con los familiares de los soldados caídos.

"Todo se manejó con mucho hermetismo o secreto los días previos a la guerra. El 2 de abril fue sorpresivo para mi. Después de muchos años de caminar por los pasillos de la Casa Rosada uno llega a saber lo que puede pasar. Pero en ese entonces fue todo muy sorpresivo para muchos", recuerda Bugge sobre el 2 de abril en que la junta militar encabezada por el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri declaró la guerra a Gran Bretaña en las Malvinas.

El "efecto sorpresa" que impusieron los militares ante el anuncio de la guerra y al que hace referencia el fotógrafo de la Casa Rosada tiene que ver con los días previos al 2 de abril. Bugge recuerda muy bien que el 30 de marzo hubo una feroz represión en la Plaza de Mayo por la marcha de la multipartidaria, convocada por todos los partidos políticos que reclamaban el regreso de la democracia. Nadie pensaba que en ese contexto se iba a declarar una guerra y mucho menos que Galtieri llenaría unos días después la plaza en la que sería aclamado.

"Esa fue una de las represiones más violentas en la Plaza. Y días después, aún con los gases lacrimógenos que sentíamos en la cara, Galtieri pudo ver la Plaza llena desde su balcón", expresa Bugge en una larga charla con Infobae desde el despacho que hoy sigue ocupando en el segundo piso de la Casa Rosada.

Han pasado muchos años, presidentes, crisis, renuncias, violencia y Bugge recuerda ese balcón de Galtieri como si sólo hubieran pasado un puñado de días.

En la foto que Bugge tomó el 2 de abril se ve a Galtieri levantando la mano desde la balcón ante una Plaza de Mayo desbordada por la multitud. Se pueden ver las banderas y carteles que dicen "Gracias" o "primero la Patria".

37 años después, Bugge recuerda: "Lo más terrible fue que el 30 de marzo había habido una represión feroz. Y dos días después la misma Plaza estaba llena de gente aplaudiendo". Y agrega: "Me parece que a Galtieri ese balcón lo encegueció. Ese balcón de Perón, como lo llamo yo, es terrible".

"Es difícil darse cuenta que una plaza no es tu plaza cuando estás en el balcón. Cuando creés que sos el dueño de esa plaza se terminó", sostiene el fotógrafo presidencial. Galtieri aparece solo en el balcón. Pero Bugge recuerda que detrás estaban sus edecanes de la Marina y la Fuerza Aérea.


El canciller norteamericano Alexander Haig durante la reunión con Galtieri en uno de los salones de la Casa Rosada

La reunión con Haig

El 10 de abril de 1982 hubo otra plaza llena. Otra plaza que contribuyó a inflar el ego de Galtieri. Fue el mismo día en que el canciller norteamericano Alexander Haig se reunió con el presidente de facto para iniciar una larga serie de intentos fallidos en busca de una solución pacífica entre Gran Bretaña y la Argentina.

"Galtieri sale al balcón minutos antes de la reunión con Haig. Terminada la reunión, Galtieri le propuso que salieran juntos, pero Haig le dijo que no", recuerda Bugge, que estaba allí presente.

Luego vio cómo el enviado de Ronald Reagan abandonaba la Casa Rosada desde el helicóptero que estaba en la terraza. Haig se fue abucheado por toda la plaza. "Galtieri volvió a salir al balcón y el balcón lo encegueció un poco más, a él y a toda la estructura administrativa de los militares mientras los chicos estaban peleando en Malvinas", dice Bugge.

Internas y peleas de poder

Hay otra fotografía histórica que tomó Bugge en medio de esos días de guerra. Es la que muestra a Galtieri con una copa en la mano, sonriéndole a alguien que no aparece en la foto. Se lo ve  eufórico al presidente de facto. Atrás aparecen Jorge Rafael Videla y Roberto Viola también con copas en la mano.



-¿No había internas o pujas de poder visibles en esos días en la Casa Rosada? , le preguntó Infobae a Bugge.

-Se percibía alguna diferencia entre las fuerzas.

-En la fotografía de Galtieri eufórico con una copa en la mano y Videla y Viola detrás aparece la idea de la borrachera de poder que tenía el presidente de facto…

-La copa en sí mismo no agregó mucho a la imagen, creo. Cada uno es dueño de tomar lo que quiere. Yo a la borrachera del poder la describo cuando caminás por la alfombra y te crees dueño de esa alfombra. Ahí es donde te estás mareando. Un poco lo que le pasó con el balcón. Eso de enceguecerse con el poder es lo que le pasó a Galtieri.

Hay otra fotografía inédita que Bugge se ofreció a publicar en Infobae. Allí se lo ve a Galtieri dialogando con el entonces canciller de la dictadura Nicanor Costa Méndez. En la mesa hay un mapa de las islas Malvinas, unas plumas de tinta china, los anteojos de Galtieri, un paquete de cigarrillos y el reloj que el dictador se había sacado por unos instantes. A Galtieri se lo ve distendido, con las mangas de la camisa remangadas y fumando

Costa Méndez parece más tenso, y resulta entendible: las negociaciones diplomáticas con Gran Bretaña para poner fin a la guerra naufragaban y la mediación de Estados Unidos no avanzaba. Así lo refleja el rostro adusto del canciller de la dictadura que iba y venía de Buenos Aires a Nueva York, para reunirse en la sede de Naciones Unidas con sus contrapartes británicos.


Galtieri en una reunión con el canciller Nicanor Costa Méndez con el mapa de Malvinas en la mesa

La llegada de Juan Pablo II

El 11 de junio de 1982 el Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina con la firme misión de frenar la guerra de Malvinas. Se reunió con Galtieri a solas en la Casa Rosada, ofreció una misa en el Monumento a los Españoles y pidió por la paz.

Cuatro días después de esa histórica visita, el 15 de junio, Galtieri, como jefe de la Junta Militar, anunciaba por cadena nacional la negociación entre el "gobernador" de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez y el jefe de las tropas británicas que había sido firmada un día antes. Galtieri no usó la palabra rendición y habló del retiro de las tropas argentinas de Puerto Argentino.

"Históricamente no se rescata mucho de la visita de Juan Pablo II a la Casa Rosada pero su presencia aquí fue impresionante. Con esa visita canalizó en la gente la desesperación y la fe al mismo tiempo", asegura Bugge 37.


El Papa Juan Pablo II estuvo en la Casa Rosada con Galtieri y cuatro días después la Argentina declaró la rendición

-¿Cree que a Galtieri le llegó verdaderamente el mensaje de paz de Juan Pablo II o que decidió la rendición porque ya no le quedaban alternativas táctico-militares?

-No podría decir si le llegó o no a Galtieri el mensaje del Papa. Es difícil no conmoverse ante la figura de un Papa y Juan Pablo II era el líder mas importante de la humanidad. Fue muy importante su presencia para los civiles. No se si para esa junta.

En la fotografía se lo ve a Juan Pablo II de pie en uno de los salones de la Casa Rosada y a Galtieri sentado abriendo un regalo que la junta militar le obsequió al Papa. El presidente de facto sonríe abiertamente mientras el Sumo Pontífice parece incómodo con esa sonrisa y ese retrato. Como si hubiese preferido evitar esa foto.

La visita del Papa tuvo un fuerte efecto en la gente y se convirtió en una profunda presión para la junta militar. "La presencia de Juan Pablo II fue un alivio para una sociedad que estaba angustiada. Que recibía información que, después supimos, no era real. Hubo dos guerras: la que se vivió en las islas y la que vivimos acá", dice Bugge.

En rigor, esa fue otras de las batallas que se vivía puertas adentro de la Casa Rosada durante la guerra: la puja por la información.

Bugge retrató una imagen del televisor que había en uno de los despachos de los militares. Allí se lo ve al periodista estrella del oficialismo José Gómez Fuentes hablando de la guerra en el noticiero del Canal 7 de la televisión oficial.

"En los pasillos recibía comentarios de que ganábamos y en otros de que perdíamos. Siempre creí lo que decían oficialmente. Fui parte de los que creyeron todo. No se si por la ansiedad. Pero días después de la presencia de Juan Pablo II empecé a percibir alguna confusión", recuerda Bugge.


La pantalla del televisor en la Casa Rosada mostraba el periodista Gómez Fuentes

La rendición

El 14 de junio se confirmó en la Casa Rosada la rendición ante el Ejército británico en Puerto Argentino. Se respiraba un clima de desolación y Bugge recuerda perfectamente una imagen: "La noche después de la rendición yo tenía la información de que el anuncio iba a ser desde los balcones. Pero en la plaza hubo una represión impresionante. Tuve que entrar por Paseo Colón y el clima era tremendo. La Casa Rosada se había vaciado", sostiene el fotógrafo oficial. Después se supo que no hubo ninguna plaza para el anuncio y que Galtieri estaba desolado en su despacho.

Hay una fotografía de Bugge en que se lo ve a Galtieri después de la rendición. Está vestido de fajina militar y mira hacia abajo, su cabeza gacha casi como pidiendo disculpas a sus subalternos que están de espaldas. Habían regresado del campo de batalla derrotados.


Galtieri recibió a los generales que estuvieron en la guerra de las islas Malvinas

La imagen más terrible que recuerda Víctor Bugge es la del día después del anuncio de la rendición.

"Galtieri estaba en su despacho. Le hice la última foto. Allí mira el cuadro de San Martín que estaba a su lado y dice: 'A este sí que no lo cagaron'. Se puso el poncho y se fue. Ya estaba acabado. Estábamos solos, con un ayudante y un edecan. Cuando escucho eso que le dice Galtieri al cuadro de San Martín y le dice 'a vos sí que no te cagaron', me dije hacia adentro, esto se terminó". Y realmente Galtieri estaba acabado. Luego vendrían los preparativos para su salida y se empezaría a vislumbrar el regreso de la democracia tan esperada.

Años más tarde, Bugge viajó a Malvinas. Fue cuando acompañó, una vez más como fotógrafo oficial de la Casa Rosada, a un grupo de madres de soldados caídos en la guerra cuyos cuerpos fueron identificados por el equipo forense de la Cruz Roja Internacional.

En la fotografía se ve la selfie del propio Bugge con las cruces del Cementerio de Darwin detrás. Ese día, el fotógrafo de la Casa Rosada lloró largamente. Fue como un desahogo después de tantos años de guardar angustias.


Bugge volvió a Malvinas 37 años después de la guerra para acompañar a los familiares de los soldados caídos

"Creo que soy el único, lo digo desde la emoción no desde el ego, el único que pudo retratar aquel 2 de abril y uno de los pocos que retrató a los familiares de los soldados 30 años después", dice Bugge.

"No creo que haya muchos que hicieron ese recorrido. Se me mezclan las cosas. El 2 de abril se me vino a la cabeza en el cementerio de Darwin. Es que la plaza llena era la plaza que apoyaba a los chicos que el otro día fuimos a visitar al cementerio de Darwin. Eso es muy fuerte. Allí lloré en sus tumbas. Eso me clavó la historia de una manera terrible que no se resuelve fácilmente. Sentía la Plaza de Mayo en el cementerio desde el balcón. Es difícil de explicar", recuerda hoy desde su despacho.

Es difícil de explicar todo esto para alguien que lo vivió de cerca. Y que fue protagonista privilegiado de la historia. Y un argentino que sentía dolor e impotencia por los soldados que morían en las islas Malvinas.


Bugge en el cementerio de Darwin 37 años después de la guerra
Fotos Víctor Bugge

jueves, 16 de mayo de 2019

Infantes de marina reales observan el fin del Antelope

Royal Marines observan el fin del HMS Antelope





Fotos poco conocidas de Malvinas... amanece en Bahia Ajax, los miembros de los Royal Marines miran incredulos como al fondo la HMS Antelope se va al fondo del Estrecho de San Carlos pues había explotado en la Noche, el humo blanco siempre es del vapor emanado por la estructura caliente del Buque que va tocando las heladas aguas de Malvinas... la calma duraría minutos porque ya estaban en vuelo mas aviones Argentinos al lugar.


Sapucay de Malvinas

domingo, 12 de mayo de 2019

Aviones Argentinos: FMA IA-58 Pucará


Avión de ataque/ contrainsurgencia FMA IA-58 Pucará

Military Factory



Visión general

La impresionante FMA IA-58 Pucara fue desplegada por las fuerzas argentinas durante su Guerra de las Malvinas con Gran Bretaña y permanece en servicio activo hoy.

Origen: Argentina
Año: 1975
Estado: activo, en servicio
Fabricante (s): Fábrica Militar de Aviones (FMA) / Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) / Avión Lockheed Martin Argentina SA - Argentina
Producción: 155
Operadores: Argentina; Uruguay; Colombia; Sri Lanka


A menos que se indique lo contrario, las estadísticas presentadas a continuación corresponden al modelo FMA IA-58 Pucara (Fortaleza). Las mediciones comunes, y sus respectivas conversiones, se muestran cuando es posible.

Equipo: 2
Longitud: 14.25 metros
Ancho: 14.5 metros
Altura: 5.36 metros
Peso (Vacio): 8,863 libras (4,020 kilogramos)
Peso (MTOW): 14,991 libras (6,800 kilogramos)
Motor: 2 x con motores turbohélices Turbomeca Astazou XVIG que desarrolla 978 caballos de fuerza cada uno.
Velocidad (Máx): 500 kilómetros por hora
Alcance: 3,710 kilómetros
Techo: 32,808 pies (10,000 metros; 6.21 millas)



Armamento

Estándar:

2 canales de disparo automático Hispano-Suiza HS-804 montados debajo de la nariz.
4 ametralladoras Browning FM M2-20 de 7,62 mm, montadas en pares en los lados del fuselaje.

Opcional:

2 x vainas de armas de 7.62 mm
2 x vainas de armas de 12,7 mm
2 x Bombas de caída no guiadas convencionales
2 x vainas de cohetes de 2.75 "(70 mm) 
1 x Dispensadores de minas
1 x torpedo



Variantes

Variantes del modelo de serie
  • AX-2 "Delfin" - Designación de modelo de prototipo
  • IA-58A - Designación de modelo de producción inicial; Plataforma de ataque de dos asientos.
  • IA-58B "Pucara Bravo" - Ejemplo de prototipo único; suite de aviónica revisada; Equipado con 2 x 30 mm de cañones DEFA.
  • IA-58C "Pucara Charlie" - Ejemplo de prototipo único; asiento individual; aviónica mejorada; carenado sobre la cabina frontal; armadura adicional en segunda cabina ampliada; 2 cañones de 30mm; provisión para misiles aire-aire Matra Magic y misiles anti-nave Martin Pescador.
  • IA-58D - Pucaras mejorados con revisiones menores.
  • IA-66 - Ejemplar de prototipo único; equipados con 2 x motores turbopropulsores Garrett TPE331-11-601W de 1.000 hp.




Historia

La Fucica Militar de Aviones de Argentina produjo la impresionante IA-58 Pucara (que significa "Fortaleza"). La aeronave fue clasificada como un sistema de contrainsurgencia de ataque a tierra capaz de operar en el campo y diseñado con una multitud de opciones de municiones para adaptarse a la función. El Pucara fue construido teniendo en cuenta la velocidad, la maniobrabilidad, la letalidad y la supervivencia de la tripulación. En muchos aspectos, el argentino Pucara compartió muchas similitudes, tanto en su papel de combate como en su diseño exterior, con el Rockwell OV-10 Bronco. Se cree que se han producido hasta 160 Pucaras en total.


Desarrollo

El Pucara fue diseñado para cumplir con los requisitos de las especificaciones argentinas para una plataforma de contrainsurgencia. El desarrollo de la aeronave comenzó en 1966 con el prototipo inicial logrando el primer vuelo el 20 de agosto de 1969 como el AX-2 "Delfin". El primer prototipo Delfin fue impulsado por los motores turbopropulsores gemelos Garrett AiResearch TPE331I / U-303 de 904 caballos de fuerza de eje, mientras que el segundo prototipo presentó el turbopropulsor de serie común Turbomeca Astazous. El segundo prototipo se lanzó al aire en septiembre de 1970. La primera producción de Pucara se realizó en el aire el 8 de noviembre de 1974, a la que siguió una producción cuantitativa manejada por Fabrica Militar de Aviones (FMA), dirigida por el gobierno. Las entregas a la 3ª Brigada Aérea de la Fuerza Aérea Argentina comenzaron en 1975 y continuaron hasta 1976.


Descripción

El diseño de la Pucara fue relativamente convencional. La carlinga de dos asientos en tándem estaba situada en la zona extrema delantera del fuselaje con asientos para piloto y copiloto. Esta área estaba cubierta por un dosel de cubierta con estructura de luz, dividida en dos piezas principales compuestas por la sección delantera del parabrisas y el cuerpo del dosel principal que cubre ambas posiciones del piloto. La visibilidad desde cualquiera de las cabinas fue buena a excelente gracias a su posición un tanto elevada y sus vistas despejadas.

Ambas posiciones también cuentan con asientos eyectables "Zero-Cero" Martin-Baker Mk 6AP6A, así como controles piloto dobles. Los asientos de la serie AP-6A permiten la expulsión a velocidades cero y a altitud cero (de ahí el nombre) y podrían activarse tirando del protector facial situado sobre la cabeza del operador.

Las alas eran de tipo monoplano de montaje bajo con góndolas integradas en el motor y lucían un vehículo diédrico externo en cada posición del motor. Los motores se colocaron cerca del fuselaje y de las aletas y contaban con hélices French Ratier Forest de tres palas de construcción sólida de Duraluminio. Un observador cuidadoso se daría cuenta rápidamente de la ubicación de las hélices muy por delante de la cubierta del motor; esto fue necesario por la longitud de la caja de cambios (la caja de cambios hace coincidir la velocidad del motor con la velocidad de la hélice). Las entradas del motor se calientan eléctricamente.

Las góndolas del motor también alojaban los trenes de aterrizaje principales de dos ruedas, mientras que el engranaje de morro se sentaba hacia adelante y por debajo de la posición de la cabina más delantera. El tren de rodaje era de una disposición de triciclo convencional y completamente retráctil con las patas principales retraídas hacia adelante y cubiertas por dos puertas. Del mismo modo, la pata de la nariz de una sola rueda totalmente orientable también se retrajo hacia adelante y se cubre con dos puertas. Cuando estaba en reposo, la aeronave proporcionó una distancia al suelo alta para que el trabajo debajo del avión fuera más "amigable para el personal de tierra". El fuselaje fue aerodinámico y terminó en un empenaje elevado adornado con una sola aleta vertical que contiene un timón de gran superficie. Los planos horizontales se encontraban en lo alto de la aleta en un arreglo de "estilo T". La construcción de la aeronave en su totalidad fue de metal.


Armamento

Como una aeronave de apoyo cercano / contrainsurgencia, el sistema fue inevitablemente definido por sus opciones de armamento. Esto incluía armamento estándar, como los cañones automáticos Hispano-Suiza HS-804 de 2 x 20 mm, montados en el fuselaje delantero inferior y complementados con una batería de ametralladoras Browning FM M2-20 de 4 x 7,62 mm montadas en pares a cada lado del delantero. fuselaje. Más allá de eso, el fuerte de Pucara estaba en la plétora de opciones de municiones de aire a superficie que ofrece el sistema. Esto incluía varias cápsulas de cañones de 7.62 mm y 12.7 mm, bombas de lanzamiento convencionales (con capacidad de triple cremallera), vainas de cohetes de 2.75 ", dispensadores de minas y torpedos antiaéreos en dos torres laterales y un punto duro de fuselaje de línea central.

Rendimiento

El rendimiento de la Pucara fue proporcionado por 2 motores turbohélices Astazou XVIG Turbomeca que ofrecen hasta 978 caballos de fuerza cada uno. La velocidad máxima fue de aproximadamente 310 millas por hora, con una velocidad de crucero de 267 millas por hora. Un alcance de servicio de hasta 31,800 pies complementó un alcance de 2,305 millas.


Variantes

Las variantes han sido pocas y distantes entre sí para la producción limitada de Pucara. Esto incluyó el prototipo AX-2 "Delfin" seguido del modelo de producción de dos asientos IA-58A base (y definitivo). El IA-58B "Pucara Bravo" fue un desarrollo de prototipo de asiento único propuesto que ofrece una mejora de la aviónica y un conjunto de armamento "rematado" que consta de 2 cañones DEFA de 30 mm. El primer vuelo se logró en mayo de 1979. El IA-58C fue otro diseño propuesto de prototipo para un solo asiento, pero este modelo presentaba una carlinga frontal superpuesta, un armamento de cañón de 30 mm similar, aviónica mejorada, armadura adicional para la segunda carlinga ampliada y provisión para Misiles aire-aire Matra Magic y misiles anti-barco Martin Pescador. Esta variante de prototipo voló por primera vez en diciembre de 1985, aunque la situación financiera en Argentina acabó con el proyecto a fines de los años ochenta. El IA-66 se convirtió en otro avión prototipo "único" que se ajustó a dos turbopropulsores Garrett TPE331-11-601W de 1,000 caballos de fuerza en lugar de las centrales eléctricas Turbomeca pero, nuevamente, no hubo órdenes de producción. Más allá de eso, el Pucara nunca ha evolucionado más allá de su forma original de contrainsurgencia de dos asientos.

En guerra

En su primer año de operación, el gobierno argentino aprovechó a Pucara para combatir a los elementos rebeldes en la región noroeste del país. El avión también tuvo un papel destacado en las operaciones de la Fuerza Aérea Argentina durante la próxima Guerra de las Malvinas con Gran Bretaña en 1982. En el conflicto, las limitaciones de Pucara (y la de sus planeadores de guerra) se mostraron dolorosas. De los veinticuatro que fueron desplegados por el gobierno en ese momento, todos se perdieron por destrucción en el suelo, por sabotaje por cortesía de miembros de SAS de las fuerzas especiales británicas o por cortesía del Ejército británico. Uno de esos Pucara capturado pasó a servir como pieza maestra en el RAF Museum Cosford después de someterse a una evaluación por parte de la Royal Air Force. Otro encontró una casa similar a un trofeo británico en el Museo de la Guerra Imperial. A la Fuerza Aérea Argentina se le acreditó su única matanza aérea de la guerra cuando un Pucara derribó un helicóptero Scout de Royal Marine Westland el 28 de mayo de 1982.




Futuro del Pucara

Los fracasos de Pucara en la Guerra de las Malvinas no endearon el tipo a los futuros esfuerzos militares argentinos y, como tal, el sistema se liberó generalmente del servicio con muchos fuera de la operación de primera línea en 1986. A partir de este escrito, los operadores militares actuales del Pucara aún incluye a la Fuerza Aérea Argentina (y sigue operando con la Tercera Brigada Aérea) y la Fuerza Aérea Uruguaya, aunque también en número muy limitado con esta última. Los operadores anteriores del tipo han incluido la Fuerza Aérea Colombiana y la Fuerza Aérea de Sri Lanka. Sri Lanka utilizó el tipo en sus ataques de contrainsurgencia ocurridas entre 1993 y 1999, de las cuales se sabía que tres estaban perdidas.



A pesar de su mediocre desempeño de combate en la Guerra de las Malvinas, Pucara logró algunos contratos de producción potenciales durante su permanencia en el cargo, ya que realmente era una aeronave excepcional de baja altitud y soporte cercano. Sin embargo, los contratos de producción de Egipto (50 unidades), República Centroafricana (12 unidades) e Irak (20 unidades) fueron cancelados por el comprador o vetados por el gobierno argentino.

Al menos 20 Pucaras se están modernizando para la Fuerza Aérea Argentina y se está hablando cada vez más de reiniciar las líneas de producción a una demanda completa de una plataforma convencional de contrainsurgencia en toda América del Sur.

FMA ahora es conocida bajo la etiqueta de marca Fabrica Argentina de Aviones (FAdeA).