martes, 30 de abril de 2019

Cómo afectará el Brexit a los fucking kelpers

Cómo afectará el Brexit a la situación de las Islas Malvinas y los territorios de ultramar del Reino Unido 

Tres especialistas discutieron los posibles efectos que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea pueda tener en el archipiélago ubicado en Sudamérica y que Argentina reclama desde 1833 y por el cual ambos países pelearon una corta y brutal guerra en 1982


Por Germán Padinger |  Infobae
gpadinger@infobae.com



 
Federico Gómez, Juan Alberto Rial y Andrea Oelsner, junto al moderador del panel Tomás Balbino (Universidad de la Defensa Nacional)

¿Cómo puede afectar la salida británica de la Unión Europea (UE) a la situación de los territorios de ultramar del Reino Unido, especialmente a las islas Malvinas dado el histórico reclamo argentino? ¿Qué cambios pueden preverse en las negociaciones entre Londres y Buenos Aires por la soberanía del archipiélago? ¿Cómo alteraría este "Brexit" a la cooperación en seguridad a nivel europeo y global?

Estas son algunas de las preguntas que han surgido en los últimos años sobre la situación del archipiélago malvinense desde que el Reino Unido aprobara en un referéndum de 2016 la salida del bloque, y que fueron tratadas el jueves en un panel de especialistas argentinos en la Universidad de la Defensa Nacional, en Buenos Aires.

Los territorios de ultramar son los vestigios del imperio, y el Imperio Británico fue uno de los emprendimientos más ambiciosos y que más orgullo ha generando en los británicos pero sobre todo en los ingleses

Si lo que vino después de aquel referéndum, las negociaciones entre Londres y Bruselas, las divisiones internas en el Reino Unido, el auge de una nacionalismo casi populista frente a un europeísmo golpeado, se transitó en medio del caos y la incertidumbre y el plazo para el Brexit -29 de marzo- tuvo que ser extendido hasta el 31 de octubre, también el futuro de las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833 y reclamadas por Argentina desde entonces, presenta fuertes dudas.

Las Islas Malvinas, por las que Gran Bretaña y Argentina pelearon una corta pero brutal guerra en 1982 de enormes efectos políticos y diplomáticos, es uno de los 14 territorios de ultramar del Reino Unido, que no forman parte de esta unión entre Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte sino que más bien constituyen una pertenencia de la corona británica. De esta manera, nunca ingresaron formalmente a la UE, aunque gozaron en parte de los beneficios de esta sociedad, especialmente en lo económico.

 
Oelsner destacó una oportunidad y una amenaza para el reclamo argentino (Universidad de la Defensa Nacional)

"Los territorios de ultramar son los vestigios del imperio, y el Imperio Británico fue uno de los emprendimientos más ambiciosos y que más orgullo ha generando en los británicos, pero sobre todo en los ingleses. Esto nos va a decir algo sobre cómo va a ser la actitud británica y sobre todo inglesa, post Brexit", consideró Andrea Oelsner, doctora en Relaciones Internacionales por la London School of Economics y profesora en la Universidad de San Andrés.

"El mantenimiento de todos los territorios de ultramar es costoso, en términos políticos y económicos", agregó Oelsner, destacando las responsabilidades de hacer frente tanto a los trabajos de reconstrucción tras desastres naturales en algunas dependencias en el caribe como Anguilla y las Islas Vírgenes británicas, como a las necesidades militares y de defensa en Malvinas y Gibraltar o tener que lidiar con los escándalos provocados por paraísos fiscales en sitios como las Islas Caimán.

"El Brexit encarece el mantenimiento. Las pequeñas islas del Caribe dependen en gran medida de programas de ayuda de la Unión Europea. Después del Brexit no habrá derecho a esta ayuda", indicó la especialista, becaria Jean Monnet Fellow en el Instituto Universitario Europeo (IUE-Florencia) y ex profesora investigadora en el departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Aberdeen, en Escocia.



"Malvinas es mucho menos dependiente de esta ayuda, pero el problema principal que trae el Brexit es el comercio. El 80% de sus exportaciones van a España, y un poco menos de la mitad de las importaciones son europeas", indicó Oelsner, recordando que gracias a la actual pertenencia del Reino Unido en la UE el archipiélago goza de acuerdos para comerciar con el bloque sin tarifas. "Esto podría significar que una negociación con Argentina podría ser más fácil, que Gran Bretaña estaría más inclinada a negociar", agregó.

Pero por otro lado, Oelsner consideró que el triunfo del Brexit ha marcado un movimiento hacia la derecha de la sociedad británica, fenómeno que además tienen un fuerte componente inglés, ya que en Escocia, Irlanda del Norte y Gales el voto en el referéndum fue en su mayoría en contra del Brexit.

"El Brexit es una victoria de la derecha nacionalista, pero este nacionalismo no es británico, es inglés, y nace en la época del Imperio. El Brexit debilita al Reino Unido, pero potencia el nacionalismo inglés. En este contexto, la negociación puede ser más difícil. Yo no veo un escenario demasiado positivo en el corto plazo para Argentina", concluyó.

"En Malvinas están muy preocupados por el Brexit y lo que pueda llegar a pasar", consideró Federico Martín Gómez, Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales y Secretario del Departamento de Islas Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata (IRI-UNLP). "Desde hace al menos cuatro años hay un proceso de construcción de empoderamiento político, incentivado desde Londres, que tiene como objetivo preparar a la sociedad en las islas para el desafío que significa el Brexit".



 
Argentina y el Reino Unido pelearon una intensa guerra en 1982. En la foto el Monte Longdon, donde se libró una brutal batalla entre el 11 y 12 de junio de ese año

"Las Islas Malvinas no están esperando que el Brexit llegue, ya están implementando políticas públicas para enfrentar las consecuencias potenciales", señaló. Al respecto, desde el 21 de septiembre de 2018 está disponible un video en el que el gobierno de las Islas Malvinas plantea precisamente algunos de estos desafíos y sus propuestas para sortearlos.

En este sentido, Juan Alberto Rial, Magíster en Relaciones Internacionales y coordinador del Departamento de Seguridad Internacional y Defensa del IRI-UNLP, también destacó que un "Brexit desordenado", como se conoce a la posibilidad de que la salida del Reino Unido de la UE se haga sin un acuerdo, sería beneficioso para la postura argentina.

El Brexit desordenado sería más funcional a los intereses argentinos porque se prevé que el efecto económico en el Reino Unido podría llegar a implicar una contracción del 10% de su PBI, y los costos de mantener una base de la magnitud de Mount Pleasant serían más difíciles de afrontar

El acuerdo preliminar alcanzado por Londres y Bruselas para regular la nueva relación resultante entre en el Reino Unido y la UE fue rechazado tres veces en el parlamento británico, y esta incapacidad de ordenar la salida está detrás de una serie de postergaciones a la fecha final para el Brexit que han incluso alimentado la idea de un segundo referéndum.

"El Brexit desordenado sería más funcional a los intereses argentinos porque se prevé que el efecto económico en el Reino Unido podría llegar a implicar una contracción del 10% de su PBI, y los costos de mantener una base de la magnitud de Mount Pleasant serían más difíciles de afrontar", explicó, recordando también que la presencia de una "potencia extrahemisférica" en Malvinas es un desafío para toda la región.

domingo, 28 de abril de 2019

LUT8 Canal Malvinas que transmitió en Puerto Argentino durante el conflicto

Guerra de Malvinas: 40 televisores en cuotas, el increíble plan de la Junta militar para "conquistar el corazón de los isleños"

LUT8 Canal Malvinas fue uno de los intentos más extraños de los militares para seducir a los pobladores locales durante el conflicto de 1982. La emisora que funcionó en las islas hasta poco antes de terminada la guerra transmitió el noticiero oficial "60 minutos" con José Gómez Fuentes, el especial "24 horas por Malvinas" conducido por Pinky y Cacho Fontana, y los programas cómicos de Porcel


Por Ignacio Montes de Oca | Infobae


 
La junta militar decidió instalar un canal de tevé en Malvinas para seducir a los isleños

El 3 de abril de 1982 se organizó una reunión de empleados en el estudio Nº 6 de Argentina Televisora Color, dentro del imponente complejo construido por los militares para el Mundial de Fútbol que Argentina había organizado en 1978.

Ese día, el General Antonio Llamas, el militar a cargo de la Secretaría de Información Pública Argentina, dio un encendido discurso a los empleados de la emisora. Les dijo que Canal 7 y sus trabajadores tendrían un papel importante dentro de los planes argentinos para "conquistar los corazones y mentes de los malvinenses".

El General les pidió que formularan en el menor tiempo posible un plan para montar un canal de televisión en Malvinas.

Tras algunos debates, los técnicos del canal recomendaron llevar a Malvinas un transmisor de 100 vatios con su antena (suficiente para cubrir la mayor parte de las islas), una cassettera U-Matic, una cámara portátil y algunas luces y micrófonos.

Pocos días después del 2 de abril llegaron a las islas los empleados de ATC con los equipos para armar la emisora de TV.

Instalaron sus dispositivos en el edificio de radio local. La mayor parte de los aparatos fueron donados por la Gobernación Militar de la provincia de Misiones.

Sin embargo, la cuestión principal era tener alguien que viera la señal en Malvinas porque en las islas no había casi ningún aparato de TV y los pocos aparatos existentes estaban encadenados a algunas videograbadoras que, de tanto en tanto, servían para ver alguna película llegada a las islas Malvinas en los barcos o aviones que las visitaban.

La Secretaría de Información obtuvo los permisos correspondientes para enviar 40 televisores hacia Puerto Argentino.

Aunque las prioridades de la guerra eran otras, el avión de la Fuerza Aérea Argentina recibió la orden de darle preferencia a la voluminosa carga de aparatos marca Zenith y Phillips que la gobernación usaría para intentar seducir a los malvinenses.

 
La asunción del nuevo gobernador de la islas, Mario Benjamín Menéndez, fue la primera transmisión, aunque solo se emitió el sonido de la ceremonia (foto del archivo del general Menéndez)

El siguiente problema era lograr que los isleños adquirieran los aparatos. Inicialmente se pensó en regalarlos, pero con buen criterio un funcionario observó que los isleños no aceptarían "dádivas" de los argentinos.

Finalmente se decidió vender cada televisión por 100 libras a pagar en cuotas mensuales de 10 libras más un anticipo de 20 libras al recibir el aparato. Dos civiles, Everto Caballero (el encargado de la oficina telecomunicaciones) y Ernesto Dalmau (técnico de la flamante sucursal de Radio Nacional) se encargaron de visitar las casas de los habitantes para convencerlos.

Una semana más tarde, habían logrado colocar la totalidad del stock de televisores.

-Nosotros sabíamos que solo debíamos pagar las primeras cuotas ya que pronto los argentinos se irían y el precio final del aparato sería más que razonable – cuenta Verónica Fowler, una maestra británica afincada en Malvinas.

El entonces soldado conscripto Roberto Rubén Rada, recuerda haber bajado los televisores de aviones que llegaron a las islas al inicio del conflicto. Cómo él, muchos soldados se preguntaron que tenían que ver aquellos televisores con el inminente conflicto que se estaba por desatar.

-¿De donde sacaron los argentinos que nos interesaba tener televisión? Queríamos que se fueran de vuelta al continente – recuerda un malvinense que en esos años rehusó aceptar la compra del aparato.

 
Finalizada la guerra, general Menéndez se quejó de los programas de tevé que se habían emitido en el canal argentino: dijo que él hubiera preferido que les enviaran conciertos de música clásica o folklore para “que no pensaran que éramos indios con plumas”.

Los técnicos a cargo de operar la estación del Canal 7 de Malvinas fueron Fernando Monetti y Eduardo Oderigo, dos empleados de ATC que se ofrecieron como voluntarios para viajar a la zona de conflicto.

Monetti se encargó de instalar la central de televisión en un local que anteriormente había pertenecido a la radio local Falklands Islands Broadcasting Service. Luego de un tiempo, Monetti fue reemplazado por Oderigo.

La primera emisión de prueba fue el 7 de abril cuando se transmitió la asunción del gobernador militar Mario Benjamín Menéndez, aunque solo se emitió el sonido de la ceremonia.

La emisión de Canal 7 Puerto Argentino se inició el 13 de abril de 1982 a las 18 horas. La transmisión comenzó desde ese día invariablemente con una imagen del Escudo Nacional y la música del himno argentino.

 
José Gómez Fuentes en el noticiero de ATC, “60 Minutos”

Luego, comenzaba el noticiero "24 Hours". Era un noticiario dirigido por dos personas que se dirigían a ellos hablando uno en castellano y luego el otro en inglés.

El que hablaba en castellano era Norman Carlos Powell, un argentino descendiente de ingleses que llegó a las islas el 5 de abril y que también hacia el informativo en la repetidora de Radio Nacional que se puso en funcionamiento en esos días.

En las emisiones de TV y junto a Powell, estaba el malvinense Patrick Watts, locutor de la radio local, quien encontró el modo de protestar cada vez que alteraba sutilmente el sentido de las noticias o corregir la sintaxis de Powell cuando el argentino hablaba en inglés. O cada vez que usaba términos rebuscados para no usar denominaciones argentinas de las islas y sus accidentes geográficos.

La transmisión de Canal 7 en Malvinas fue parte esencial de la propaganda argentina en las islas. Es recordado entre los malvinenses por las cuantiosas pérdidas británicas anunciadas en cada boletín, que contrastaban con la propaganda de la Radio BBC de Londres, en donde las pérdidas inglesas eran bajadas al mínimo y las argentinas aumentadas a niveles catastróficos.

 
Pinky y Cacho Fontana en las 24 horas por Malvinas

Al principio, en las 6 horas de transmisión del canal, de 18 a 24 horas y además del noticiero de Powell y Watts, se proyectaban programas populares de Buenos Aires como "La peluquería de Don Mateo" y "Polémica en el Bar". Luego se pasaban lo que algunos isleños recuerdan como "aparentemente infinitas cantidades de historietas de Tom y Jerry".

El General Menéndez dijo después de la guerra que él hubiera preferido que les enviaran conciertos de música clásica o folklore para "que no pensaran que (los argentinos) éramos indios con plumas".

Los partidos de fútbol fueron los que contaron con mayor audiencia, según recuerda el improvisado conductor televisivo de las islas, Patrick Watts, aun cuando se repetían una y otra vez el mismo encuentro.

Cuando llegó el mes de mayo, el noticiero bilingüe local fue reemplazado con una emisión del programa "60 Minutos" que conducía el periodista José Gómez Fuentes.

El comodoro Carlos Bloomer Reeve fue Secretario de la gobernación de Menéndez. Hoy retirado, recuerda el problema de los contenidos de las transmisiones:

-Lo que pasa que desde Argentina nos faltó el impulso de mantener programas. De Buenos Aires no venían programas que fueran de interés. Los malvinenses venía un partido de fútbol y había que verlos 5 o 6 veces. O alguna audición de algún cómico argentino que hablaba castellano y que no hablaba inglés y la gente se aburría de verlo. Pero eso fue lo único que se regaló… no se regaló – se corrige – se vendió para mantenerlos con su amor propio todavía activado.

 
El canal transmitía en inglés y en español

Entre las transmisiones memorables del canal que pudieron verse en Malvinas, estaba un resumen del festival "Las 24 horas de las Malvinas Argentinas" que se emitió el canal 7 de Buenos Aires el 9 de mayo de 1982 . Fue conducido por los populares conductores "Cacho" Fontana y Raquel "Pinky" Satragno.

Los militares a cargo del canal prepararon instantes de gran dramatismo dentro de la emisión para exaltar el espíritu bélico en la población. Ejemplo de esto fue el momento en que la viuda del capitán Giacchino, único oficial muerto el 2 de abril, donó frente a cámaras el cuchillo y la insignia que había llevado su difunto marido al morir.

Algunos malvinenses, recuerdan con particular irritación esa transmisión que según dicen les sirvió más para profundizar su inquietud que para estimular su afecto por la Argentina.

A modo de los modernos teletónes, numerosos artistas argentinos animaron el programa con cantos y actuaciones mientras los conductores relataban las inmensas cantidades de donaciones que eran acercadas por personas y empresas al canal.

Aunque el programa duró 24 horas, las donaciones se siguieron recibiendo en diferentes puntos del país por el resto de la guerra.

 
Un artículo periodístico informó sobre el daño de la antena de la emisora de tevé en las islas

El día de la rendición, se habían recaudado 570 millones de pesos argentinos y 38 millones de dólares. Además, habría que contabilizar numerosas cantidades de alimentos, medicamentos, obras de arte, joyas e indumentaria cuyo valor hasta el presente no fue aclarado.

Con el fin de las hostilidades, el producto del Festival fue repartido entre las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Defensa y el resto fue colocado en un fondo que sirvió para asistir a los ex combatientes y sus familiares. Oficialmente, se recaudaron unos 300 billones de pesos argentinos; 4 billones fueron a para la gobernación de las islas. Cada una de las tres fuerzas retiró 83,4 billones. El resto, es decir, 45,9 billones, se destinó a la asistencia de los veteranos y sus familiares en la posguerra.

Una parte de los bienes recaudados fue rapiñada por civiles y militares mas interesados en hacer negocios que en ganar guerras. Es así como parte de las donaciones fueron desviadas al mercado.

En su momento fue famosa la historia de un niño que luego de comprar un chocolate en una localidad patagónica tras la guerra, encontró dentro del envoltorio una carta dirigida a un soldado en Malvinas. Algunos se justificaron diciendo que no había modo de hacer llegar la carga de donaciones a las islas. Otros, solo se escudaron en la tradición argentina de sacar partido cada vez que se presenta la ocasión. Lo cierto es que los conscriptos se quedaron esperando las inmensas cantidades de comida que les prometían desde el continente, mientras hurgaban en las raciones siempre escasas e intentaban abrigarse a la espera de esas miles de bufandas que se tejían ante las cámaras de los canales del continente.

Vamos a un corte

A medida que la guerra fue ganando en intensidad, la propaganda argentina en Malvinas se hizo menos sutil. La pantalla de Canal 7 Puerto Argentino fue ganando en anuncios triunfalistas mientras los pobladores locales observaban como recrudecían los ataques contra las posiciones argentinas.

Y en esas emisiones, comenzaron a aparecer advertencias de los militares acerca del uso de radios para pasar información al enemigo y sobre las consecuencias de asistir a infiltrados llegados desde la flota adversaria.

 
Las transmisiones del canal de Malvinas se interrumpieron poco antes de la rendición argentina

Para matizar, el conductor de LUT8 anunciaba enormes cantidades de aviones británicos abatidos, decenas de buques hundidos y averiados o pasaba revista de las poderosas defensas que protegerían a las islas de un desembarco.

John Smith es un malvinense que publicó tras la guerra su diario personal con sus vivencias del conflicto. El 7 de mayo apuntó en su diario que por la noche, luego de un ataque al aeropuerto de la capital, se emitió una película cómica tras el noticiero. "El noticiero, pienso, fue la mejor comedia", anotó ese día Smith.

Las transmisiones del canal de Malvinas se interrumpieron poco antes de la rendición argentina.

La antena de la estación fue dañada por un proyectil y, a causa de los bombardeos, en las horas de transmisión los malvinenses no pasaban la mayor parte del tiempo frente a la televisión sino refugiados en los sótanos de sus casas.

Eduardo Oderigo, el técnico de ATC, escapó de Malvinas en el último avión Hércules argentino que partió de las islas. Dejó abandonadas las instalaciones y el cartel de Canal 7, que hoy es exhibido en el Museo de Puerto Argentino.

Los malvinenses que habían comprado los televisores argentinos, quedaron debiendo 70 libras cada uno. Pero nadie les reclamó por la deuda.

Solo un cártel de recuerdo

Hoy, es casi imposible encontrar alguna de las viejas televisiones vendidas por los argentinos, salvo alguno de los ejemplares guardados en el museo local.

El sistema de transmisión llevado por los argentinos resultó ser incompatible con el que luego trajeron los ingleses desde la metrópoli.

En el museo de las islas se exhibe el cartel que fuera colocado en la puerta del canal. Dicen que hubo que rescatarlo de un poblador que quiso conservarlo como trofeo de guerra.

Verónica Fowler recuerda que apenas pudieron reemplazar aquellos aparatos por ser incompatibles con las normas británicas, los pobladores locales los destruyeron. Algunos los destrozaron con hachas y otros les dispararon una y otra vez como si fueran los soldados argentinos a los que nunca se atrevieron a enfrentar.

Tanta saña podría explicarse con la necesidad de dejar atrás la prueba que ellos también se abandonaron a la tentación de sentarse a ver la televisión en sus casa como lo hacían la mayoría de los ciudadanos del mundo, aunque ello significara permitir que entrara en sus hogares algo que provenía los militares argentinos que tanto dijeron odiar.

viernes, 26 de abril de 2019

¿Falklands o Malvinas? Un resumen ruso de la guerra

¿Falkland o Malvina? La guerra anglo-argentina comenzó hace treinta y tres años.

Top War (en ruso)


A pesar del hecho de que la mayoría de las colonias asiáticas, africanas, americanas y oceánicas de las potencias europeas y de los Estados Unidos obtuvieron la independencia política durante el siglo veinte, es prematuro hablar de la salida final de la era colonial. Y ni siquiera es el hecho de que los países occidentales prácticamente controlen completamente la economía y la política en muchas posesiones coloniales anteriores. Hasta ahora, la misma Gran Bretaña tiene posesiones coloniales pequeñas, pero estratégicamente importantes, en todas partes del mundo. Una de estas propiedades, ubicadas a miles de kilómetros del propio Reino Unido, son las Islas Falkland. Desde que comenzó la colonización de estas pequeñas islas frente a las costas de la Argentina actual en 1765, han sido un territorio en disputa.

Territorio en disputa

Toda la historia de las Islas Falkland en el Nuevo y el Nuevo Tiempo es la historia de una gran disputa entre los británicos y los españoles (que más tarde cambiaron los argentinos) sobre quién tiene realmente el derecho prioritario de poseer las islas de importancia estratégica. Los británicos creen que las islas fueron descubiertas en los años 1591-1592. El navegante británico John Davis, quien sirvió como capitán de la nave en la expedición del famoso explorador y corsario británico Thomas Cavendish. Sin embargo, los españoles afirman que la isla fue descubierta por los navegantes españoles. Antes de la colonización por los europeos, las Malvinas estaban deshabitadas. En 1764, el navegante francés Louis Antoine de Bougainville llegó a la isla, quien creó el primer asentamiento en la isla de East Falkland - Port Saint-Louis. Sin embargo, en enero de 1765, el navegante británico John Byron, que aterrizó en la isla de Saunders, lo declaró territorio de la corona británica. En 1766 se fundó allí un asentamiento británico. Sin embargo, España, habiendo adquirido un asentamiento francés en las Malvinas de Bougainville, no iba a soportar la presencia de los británicos en las islas.



Cabe señalar aquí que la disputa entre los españoles (argentinos) y los británicos sobre la cuestión de la propiedad de las islas también se refleja en el plano toponímico. Los británicos llaman a las Islas Malvinas, después del Paso de las Malvinas entre las dos islas principales. En 1690, este estrecho fue nombrado después del vizconde de Falkland Anthony Carey. Los españoles, y luego los argentinos, usan el nombre de Malvinas para designar las islas, elevándolas al nombre francés que el capitán Bougainville le dio a las islas en honor de los primeros colonos: los marineros bretones del puerto francés de Saint-Malo.

En 1767, un gobernador español fue designado para las Islas Malvinas, y en 1770 las tropas españolas atacaron un asentamiento británico y expulsaron a los británicos de la isla. Sin embargo, según el acuerdo entre España y Gran Bretaña, ya en 1771, los británicos recuperaron su asentamiento en Port Egmont. Así, a finales del siglo XVIII, Gran Bretaña y España continuaron reclamando la propiedad de las islas. Pero los británicos en 1776 fueron evacuados de las Falkland, ya que Londres antes de la Guerra de Independencia de Estados Unidos dejó muchas colonias en el extranjero, reuniendo fuerzas. Los españoles, a diferencia de los británicos, mantuvieron un asentamiento en las Islas Malvinas hasta 1811. El asentamiento español era parte del Vice-Reino de Río de la Plata.



En 1816, como resultado de la descolonización, el virreinato de Río de la Plata declaró su independencia y se convirtió en la Argentina soberana. Las Islas Malvinas fueron declaradas parte del territorio argentino. Sin embargo, de hecho, el joven gobierno argentino controló pobremente la situación en las Malvinas. En 1828, el empresario Louis Vernet fundó un asentamiento en la isla. Las islas eran de gran interés comercial para él, por lo que recibió el permiso del gobierno argentino para establecer un asentamiento aquí. Mientras tanto, las focas y los balleneros estadounidenses estaban pescando en las aguas costeras de las Islas Falkland. A Verne no le gustó mucho esto. Se consideraba a sí mismo el dueño soberano de las islas y reclamaba la producción monopolística de focas en las aguas territoriales de las Islas Falkland. La gente de Vernet se apoderó de varios barcos estadounidenses, lo que provocó una respuesta de los Estados Unidos. El buque de guerra estadounidense llegó a las Islas Falkland y detuvo a varios habitantes del asentamiento de Werne. Este último también abandonó la isla. En 1832, las autoridades argentinas intentaron recuperar el control de las islas y enviaron al gobernador allí, pero fue asesinado. El 2 de enero de 1833, los británicos, cuyo destacamento aterrizó en las islas, declararon sus reclamaciones a las Islas Malvinas. Pero solo el 10 de enero de 1834, la bandera de Gran Bretaña se alzó oficialmente por encima de las islas y se nombró un "oficial naval residente", cuyos poderes incluían la administración de las Malvinas. En 1842, el gobernador de las Islas Falkland fue introducido. Argentina, por supuesto, no reconoció la toma de las Islas Falkland por parte de los británicos y continuó considerándolas como su territorio y las llamó las Islas Malvinas. Durante casi dos siglos, los argentinos están muy preocupados por la presencia de los británicos en las islas. Sin embargo, viven en las Malvinas, en su mayoría descendientes de inmigrantes británicos, escoceses e irlandeses. Por lo tanto, las simpatías de la población local son más probables por parte de Gran Bretaña, y Londres está aprovechando esto con éxito, justificando su derecho a la propiedad de las islas.

De la Operación Antonio Rivero a la Operación Rosario.

Las disputas entre Gran Bretaña y Argentina sobre la propiedad de las islas han estado ocurriendo durante casi doscientos años. Pero hasta la segunda mitad del siglo XX, fueron de naturaleza diplomática y no llevaron a una oposición abierta a la potencia colonial más grande del mundo y uno de los estados más grandes de América Latina. Sin embargo, en la década de 1960, se hizo un intento por la invasión armada de argentinos en el territorio de las Islas Falkland, sin embargo, no fue emprendida por las fuerzas gubernamentales, sino por miembros de la organización nacionalista argentina Takuara. Los patriotas argentinos planearon aterrizar en las Malvinas y proclamar la creación del Estado Nacional Revolucionario Argentino en las islas. La operación, planeada por los nacionalistas, fue nombrada "Antonio Rivero", en honor al legendario revolucionario argentino, desde 1833, inmediatamente después de la toma de las islas por parte de los británicos, que se rebelaron contra los colonialistas. El primer intento del "aterrizaje revolucionario" en las islas fue la acción de Miguel Fitzgerald. Este patriota argentino de origen irlandés, el 8 de septiembre de 1964, voló a las islas en un avión privado, izó la bandera argentina y entregó un ultimátum al funcionario local, ordenando el regreso inmediato de las Islas Malvinas a Argentina. Naturalmente, no hubo respuesta de las autoridades británicas al acto Fitzgerald. En 1966, un grupo de activistas del movimiento de la Nueva Argentina, liderado por Dardo Cabo, secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas y aterrizó en el aeropuerto de la capital de la isla, Stanley. Cerca de una treintena de personas que formaban parte del grupo de nacionalistas argentinos, anunciaron el regreso de las islas argentinas. Sin embargo, el intento de descolonización no tuvo éxito: los argentinos fueron deportados del territorio de las Islas Falkland por un destacamento de los infantes de marina británicos.

Sin embargo, los intentos infructuosos de reclamar los derechos de las Islas Malvinas no enfriaron a los argentinos que querían acabar con las huellas de la presencia colonial británica en la costa de su país de una vez por todas. En el mismo año de 1966, se organizó un submarino argentino "Santiago del Estero" a orillas de las Islas Malvinas. Formalmente, el submarino siguió la base naval de la flota argentina Mar del Plata, pero en realidad se le asignaron tareas completamente diferentes. A 40 kilómetros al sur de Puerto Stanley, seis fuerzas especiales argentinas de la unidad "Buzo Tactico" (un grupo de buzos tácticos de las fuerzas navales argentinas) fueron desembarcadas de un submarino. Dos grupos de tres combatientes, fuerzas especiales argentinas realizaron el reconocimiento de la zona para determinar los mejores lugares para un posible aterrizaje de una fuerza de asalto anfibio. Por lo tanto, el comando militar argentino no rechazó el posible escenario de poder de la reunificación de las Islas Falkland con la Argentina, aunque el liderazgo del país trató de resolver este problema por medios diplomáticos. Autoridades argentinas a lo largo de los años setenta. negoció el estado de las islas con el Reino Unido, a finales de la década, finalmente estancado. Además, el gobierno de Margaret Thatcher, que tenía una actitud negativa hacia la descolonización de las posesiones británicas, se estableció en Londres en 1979. Sin embargo, los cambios políticos tuvieron lugar en la propia Argentina, lo que contribuyó a agravar las contradicciones anglo-argentinas.



El 22 de diciembre de 1981, como resultado de un golpe militar, el teniente general Leopoldo Galtieri llegó al poder en Argentina. Leopoldo Fortuna Galtierí Castella (1926-2003), descendiente de inmigrantes italianos, de cincuenta y cinco años, hizo una carrera seria en el ejército argentino, comenzando el servicio de cadete en la academia militar a la edad de 17 años y en 1975 llegando al comandante del Cuerpo de Argentina. En 1980, se convirtió en comandante en jefe del ejército argentino, y un año más tarde tomó el poder en el país. El general Galtieri esperaba que con el regreso de las Islas Falkland a Argentina, ganaría popularidad entre la población del país y pasaría a la historia. Especialmente desde que llegó al poder, Galtieri visitó los Estados Unidos y fue bien recibido por Ronald Reagan. Esto convenció al general del apoyo de los Estados Unidos, que, en su opinión, desató las manos para el inicio de la operación de las Malvinas.

Como sucede a menudo en tales situaciones, el regreso de las Islas Falkland al comando militar argentino decidió comenzar con una provocación. El 19 de marzo de 1982, en la isla de Georgia del Sur, que estaba deshabitada, los trabajadores de la construcción argentinos desembarcaron en la cantidad de varias docenas de personas. Explicaron su llegada a la isla por la necesidad de demoler la antigua estación ballenera, después de lo cual levantaron la bandera argentina en la isla. Naturalmente, este truco no puede pasar desapercibido por la administración de las Islas Falkland. Los soldados de la guarnición británica intentaron deportar a los trabajadores de la isla, después de lo cual Argentina comenzó una operación militar.

El plan de desembarco para las Islas Falkland fue realizado por Jorge Anaya, de acuerdo con los planes de los cuales, después de los preparativos para el desembarco de las Fuerzas Especiales de la Armada Argentina, el 2 ° batallón de la Infantería de Marina debía desembarcarse en los transportes de personal blindados flotantes LTVP. Los marines debían lanzarse en paracaídas desde los barcos "Cabo San Antonio" y "Santísima Trinidad", y la cobertura de la operación se asignó a la conexión operativa "20", que incluía al portaaviones "Weintisinko de Mayo", cuatro destructores y otros buques. El comando de las Fuerzas Navales fue llevado a cabo por el Vicealmirante Juan Lombardo (nacido en 1927), quien participó en un ataque submarino en 1966. El comando directo del Cuerpo de Marines y las Fuerzas Especiales fue asignado al Contraalmirante Carlos Alberto Busser (1928-2012).

El 2 de abril de 1982, una operación comenzó a capturar las Islas Falkland. El desembarco de las tropas argentinas comenzó con un grupo de ocho nadadores de combate de las fuerzas especiales navales argentinas "Buzo tactical" del comando de las fuerzas submarinas navales que aterrizaron desde el submarino "Santa Fe" en la costa de la Bahía de York alrededor de las 4:30 pm del 2 de abril de 1982. Los comandos capturaron el faro y prepararon la costa para el desembarco del contingente principal del ejército argentino. Tras las fuerzas especiales en la costa desembarcaron hasta 600 infantes de marina. Las unidades argentinas lograron neutralizar rápidamente la resistencia de una compañía de marines reales británicos estacionados en las islas, con solo 70 soldados y oficiales, y un destacamento de 11 marineros. Sin embargo, durante la corta defensa de la isla, los británicos lograron matar al capitán de la Infantería de Marina argentina Pedro Giacino. Luego, el gobernador británico R. Hunt dio la orden a los infantes de marina de detener la resistencia, lo que ayudó a evitar víctimas humanas. Desde entonces, y durante los últimos treinta y tres años, el 2 de abril se celebra en Argentina como el Día de las Islas Malvinas, y se considera la fecha del inicio de la Guerra Anglo-argentina de las Malvinas en todo el mundo.


Combatientes de las fuerzas especiales navales argentinas "Buzos tácticos" en Puerto Argentino


El gobierno argentino anunció oficialmente la adhesión de las Islas Malvinas, que pasaron a llamarse Malvinas, a Argentina. El 7 de abril de 1982, se celebró la ceremonia de inauguración del Gobernador de las Islas Malvinas, que Galtieri nombró General Menendos. La capital de las islas Stanley pasó a llamarse Puerto Argentino. En cuanto al gobernador británico Hunt y varias docenas de infantes de marina británicos que sirvieron en la guarnición de Stanley, fueron evacuados a Uruguay. En general, el comando argentino, al no querer una guerra seria con Gran Bretaña, inicialmente buscó prescindir de víctimas humanas entre el personal militar del enemigo. Los comandos argentinos tenían la tarea de simplemente "exprimir" a los infantes de marina británicos del territorio de las islas, de ser posible sin usar armas para derrotar. Y, de hecho, la confiscación de las islas ocurrió virtualmente sin víctimas: el único muerto fue un oficial argentino que comandó una de las unidades de los marines.

Más bajas significativas siguieron en el curso de la operación para tomar la isla de Georgia del Sur. El 3 de abril, una fragata argentina "Gerrico" se acercó a la isla con 60 soldados y oficiales del 1er Batallón de Marines de la Armada Argentina a bordo. También participó en la operación del helicóptero argentino. Un destacamento de 23 infantes de marina británicos estaba estacionado en la isla de Georgia del Sur. Al darse cuenta de la aproximación de la fragata argentina, crearon una emboscada y cuando un helicóptero con un segundo grupo de paracaidistas apareció sobre la isla, los infantes de marina británicos la golpearon con un lanzagranadas. El helicóptero se quemó y dos argentinos resultaron heridos. Luego la isla fue despedida de una fragata "Gerrico", después de lo cual la guarnición británica de Georgia del Sur se rindió. Las pérdidas del lado británico durante la batalla por la isla ascendieron a un infante de marina ligeramente herido, del lado argentino murieron tres o cuatro soldados y siete resultaron heridos.

La reacción de Londres a los acontecimientos fue bastante esperada. Gran Bretaña no podía permitir la transferencia de las islas bajo el poder de Argentina, e incluso así, ensombreciendo la reputación de una gran potencia marítima. Como de costumbre, la necesidad de mantener el control sobre las Islas Falkland, fue declarada por el gobierno británico condicional a la seguridad de los ciudadanos británicos que viven en el archipiélago. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, dijo: "Si las islas son conquistadas, sabría exactamente lo que hay que hacer, es necesario devolverlas". Después de todo, allí, en las islas, nuestra gente. Su lealtad y devoción a la reina y al país nunca han sido cuestionadas. Y como sucede a menudo en la política, la pregunta no era qué hacer, sino cómo hacerlo ".

Guerra anglo-argentina en el mar y en el aire.

Inmediatamente después del desembarco de las tropas argentinas en las Malvinas el 2 de abril de 1982, Gran Bretaña rompió relaciones diplomáticas con Argentina. Los depósitos argentinos en bancos del Reino Unido fueron congelados. La respuesta de Argentina fue una prohibición de pagos a los bancos británicos. Gran Bretaña envió a las costas de la Argentina, la Armada. El 5 de abril de 1982, un escuadrón del grupo operacional de la Armada británica, formado por 2 portaaviones, 7 destructores, 7 barcos de aterrizaje, 3 submarinos nucleares, 2 fragatas, abandonó British Portsmouth. El apoyo aéreo del escuadrón fue llevado a cabo por 40 bombarderos y 35 helicópteros de despegue vertical Harrier. Se suponía que el escuadrón entregaría un contingente de ocho mil soldados británicos a las Islas Malvinas.



En respuesta, Argentina comenzó a movilizar reservistas en las fuerzas armadas del país, y el aeropuerto de Puerto Argentino comenzó a prepararse para el mantenimiento de los aviones de las fuerzas aéreas argentinas. Respondió a lo que está pasando y al Consejo de Seguridad de la ONU. Ya el 3 de abril de 1982, se adoptó una resolución que pide una solución a la situación de conflicto a través de negociaciones pacíficas. La mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU apoyaron la demanda de retiro de las unidades de las fuerzas armadas argentinas del territorio de las Islas Falkland.

La Unión Soviética se abstuvo. El único país representado en el Consejo de Seguridad de la ONU y que votó en contra de la resolución fue Panamá. La Unión Soviética tomó una postura pasiva sobre el conflicto anglo-argentino. Aunque Estados Unidos y Gran Bretaña temían que la URSS comenzara a suministrar armas a Argentina, aprovechando la situación actual para debilitar la posición de la coalición angloamericana en la política internacional, esto no sucedió. La Unión Soviética emprendió una guerra pesada y sangrienta en Afganistán y simplemente no llegó a la costa sudamericana. Además, ideológicamente, el régimen argentino del general Hasteri era ajeno al poder soviético y, en consecuencia, además del deseo de dañar a Gran Bretaña y Estados Unidos y debilitar la presencia naval británica en el Océano Atlántico, la URSS no tenía ninguna otra razón para apoyar a Argentina. En el caso de una posible participación indirecta de la Unión Soviética en el lado argentino, los Estados Unidos y Gran Bretaña desarrollaron un plan para debilitar la posición soviética, por ejemplo, Corea del Sur debía lanzar provocaciones contra la RPDC e Israel contra la resistencia palestina. Naturalmente, se asumió y la activación de los muyahidines, luchando contra el ejército soviético en Afganistán. Sin embargo, no fue necesario tomar medidas antisoviéticas de los líderes estadounidenses y británicos, la Unión Soviética y, por lo tanto, se distanció del conflicto de Falkland.


El enfrentamiento armado entre Gran Bretaña y Argentina se ha vuelto inevitable desde el desembarco de los marines argentinos en las Islas Falkland. El 7 de abril de 1982, el Reino Unido declaró el bloqueo de las Islas Falkland el 12 de abril y estableció una zona de 200 millas alrededor de las islas. Se impuso una prohibición a la permanencia en la zona de bloqueo de todos los buques y embarcaciones militares y comerciales de Argentina. Para implementar el bloqueo, se involucraron a los submarinos de la Armada británica, a cuyos comandantes se les encomendó la tarea de hundir cualquier embarcación argentina que intentara ingresar a la zona de 200 millas. La prohibición impuesta significativamente complicó la interacción de la guarnición argentina en las Malvinas con el comando militar en el continente. Por otro lado, el aeródromo de Stanley, ahora Puerto Argentino, no era adecuado para el servicio de aviones de combate. La Fuerza Aérea Argentina tuvo que actuar desde el territorio del continente, lo que también complicó su uso. Pero en las islas se concentró una gran agrupación de las fuerzas terrestres e infantes de marina argentinas, que suman más de 12 mil tropas e incluyó en su composición 4 regimientos de infantería (4º, 5º, 7º y 12º) ejército argentino, 1º El regimiento de los marines, las compañías 601 y 602 de especialidad, ingeniería y unidades auxiliares.

Aunque Ronald Reagan fue bien recibido en los Estados Unidos por el presidente general Galtieri, después del inicio del conflicto anglo-argentino, los Estados, como era de esperar, se pusieron del lado de Gran Bretaña. Sin embargo, el Pentágono dudó del éxito de la operación militar para regresar a las Islas Falkland y aconsejó a sus colegas británicos que se centren en las formas diplomáticas de devolver el territorio en disputa. Muchos políticos y generales británicos prominentes expresaron dudas sobre la efectividad de una solución militar a la disputa. La distancia colosal entre Gran Bretaña y Malvinas obligó a muchos líderes militares a dudar de la posibilidad de un suministro completo de tropas británicas y de enviar un contingente que pudiera hacer frente al ejército de un gran país de Argentina, que estaba muy cerca de las Islas Falkland.

Sin embargo, después de que el comando de la Armada británica convenció al Primer Ministro Thatcher de que la flota podía resolver la tarea de devolver a las Islas Malvinas, el Reino Unido encontró rápidamente aliados. El dictador chileno General Augusto Pinochet permitió el uso del territorio chileno para las acciones de los comandos británicos contra Argentina. Para su uso por la aviación británica fue proporcionada por la base militar estadounidense en la Isla Ascensión. Además, los aviones británicos despegaron de los portaaviones de la Armada británica. A la aviación naval se le asignó la tarea de apoyo aéreo para las unidades de los marines y las fuerzas terrestres que debían aterrizar en las Islas Falkland y llevar a cabo una operación en tierra con el objetivo de liberarlos de la ocupación argentina. El 25 de abril, las primeras unidades de las tropas británicas desembarcaron en la isla de Georgia del Sur, que se encuentra a una distancia considerable de las Islas Falkland. La guarnición argentina, estacionada en la isla, era inferior a las unidades británicas que habían aterrizado en números, entrenamiento y armas, y se había rendido. Así comenzó la operación de devolver las Islas Falkland bajo el control de la corona británica.

El 1 de mayo de 1982, la aviación naval británica y una flota bombardearon objetos de las fuerzas argentinas en Port Stanley. Al día siguiente, el submarino nuclear británico atacó y hundió el crucero de la Armada Argentina "General Belgrano". El ataque mató a 323 hombres de la marina argentina. Tales grandes pérdidas obligaron al comando naval argentino a abandonar la idea de utilizar la flota, muchas veces inferior a la de los británicos, y devolver los buques de la Armada Argentina a las bases. Después del 2 de mayo, la Armada Argentina ya no participó en la Guerra de las Malvinas, y el comando de las fuerzas armadas decidió confiar en la aviación, que los barcos británicos debían atacar desde el aire.

La fuerza aérea de Argentina en el momento de los eventos descritos tenía 200 aviones de combate, de los cuales unos 150 tomaron parte directa en las hostilidades. Los generales argentinos esperaban que el bombardeo aéreo de los barcos británicos causaría una gran pérdida de vidas y Londres ordenaría que los barcos regresaran. Pero aquí el comando de las fuerzas armadas argentinas sobreestimó las capacidades de sus aviones. La fuerza aérea argentina carecía de armas modernas. Por lo tanto, los misiles antiaéreos Exochet de fabricación francesa, que estaban equipados con aviones de ataque Super Etandar, la Fuerza Aérea Argentina solo tenía cinco. Sin embargo, también brindaron un beneficio significativo a las tropas argentinas, ya que uno de estos misiles dañó al nuevo destructor británico Sheffield, que se hundió. En cuanto a las bombas aéreas, Argentina también se quedó atrás: más de la mitad de las bombas fabricadas en Estados Unidos se dispararon en la década de 1950 y no eran adecuadas para su uso. Al entrar en los barcos británicos, no estaban desgarrados. Pero las Fuerzas Aéreas Argentinas, entre otros tipos de fuerzas armadas involucradas en la Guerra de las Malvinas, se mostraron a la cabeza. La habilidad de los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina durante mucho tiempo le permitió al país mantener una defensa decente de las Islas Falkland, causando daños significativos a la flota británica. Teniendo en cuenta que la flota argentina demostró ser prácticamente ineficiente, y que las fuerzas terrestres tenían un bajo nivel de entrenamiento y que tampoco podían ofrecer una resistencia seria a las tropas británicas, la aviación durante todo el período inicial de la guerra siguió siendo la principal fuerza de ataque de Argentina en la batalla por las Malvinas.



Operación terrestres y el retorno de las Malvinas

En la noche del 15 de mayo de 1982, las fuerzas especiales británicas del legendario SAS destruyeron once aviones argentinos en un campo de aviación militar en Pebble Island. Preparativos para el desembarco en el inicio de Falkland de la 3ª Brigada de los Marines Reales de Gran Bretaña. En la bahía de San Carlos, la noche del 21 de mayo, las unidades de brigada comenzaron a desembarcar. La resistencia de la unidad argentina cercana fue aplastada rápidamente. Sin embargo, la aviación argentina atacó a los barcos británicos en la bahía. El 25 de mayo, el avión pilotado por el capitán de la aviación argentina, Roberto Kurilovich, logró hundir el misil Exoset por el transbordador británico Atlantic Conveyor, que llevaba helicópteros CH-47. El barco se hundió después de unos días. Sin embargo, esta pequeña victoria no pudo impedir el inicio de la operación en tierra de las tropas británicas. El 28 de mayo, el batallón del regimiento de paracaidistas logró aplastar la guarnición argentina en Darwin y Goose Green, capturando estos asentamientos. Las divisiones de la 3.ª Brigada de Infantería de Marina hicieron una marcha a pie hacia Puerto Stanley, en el área donde comenzó el desembarco de los barcos de las unidades de la 5.ª Brigada de Infantería de las Fuerzas Terrestres de Gran Bretaña. Sin embargo, el 8 de junio, la aviación argentina logró obtener una nueva victoria: dos barcos anfibios, que descargaron equipo militar y soldados británicos, fueron atacados desde el aire en Bluff Cove, lo que causó la muerte de 50 soldados británicos. Pero la posición del ejército argentino en Malvinas se volvió crítica. La 3ª Brigada de Infantería de Marina y la 5ª Brigada de Infantería de Gran Bretaña rodearon el área de Stanley, bloqueando las tropas argentinas allí.

En la noche del 12 de junio, la 3ª Brigada de Infantería de Marina británica atacó posiciones argentinas en Port Stanley. Por la mañana, los británicos lograron tomar las alturas de Mount Harriet, Two Sisters y Mount Longdon. En la noche del 14 de junio, las unidades de la Quinta Brigada de Infantería asaltaron las alturas de Mount Tumbledown, Mount William y Wireless Ridge. Como parte de la 5ta Brigada de Infantería, actuó un batallón de fusileros nepaleses famosos, los Gurkhas, que ni siquiera tuvieron que luchar. Soldados argentinos, viendo a Gurkha, prefirieron rendirse. Asociado a este episodio es un famoso ejemplo de la destreza marcial de Gurkha. Los Gurkha, quienes irrumpieron en las posiciones argentinas, sacaron a sus reyes Khukri, con la intención de unirse a la lucha mano a mano argentina, pero como estos últimos preferían prudentemente rendirse, los Gurkhas tenían que rascarse a sí mismos, de acuerdo con las tradiciones khukri nepalesas, que habían sido eliminadas de los escenarios, tenían que ser perseguidos; el enemigo Pero los Gurkhas no podrían haber pensado en cortar los brazos de los argentinos.



El mismo día, el 14 de junio, Puerto Stanley fue entregado por el mando argentino. La Guerra de las Malvinas terminó con la derrota de Argentina, aunque se considera que la fecha de su finalización es el 20 de junio, el día en que las tropas británicas aterrizaron en las islas Sandwich del Sur. El 11 de julio de 1982, el liderazgo de Argentina declaró el fin de la guerra, y el 13 de julio, el Reino Unido reconoció su final. Para garantizar la protección de las islas, cinco mil soldados y oficiales de las fuerzas armadas británicas permanecieron en ellas.

Según datos oficiales, 256 personas fueron víctimas de la Guerra de las Malvinas desde el lado británico, incluidos 87 marineros, 122 soldados de tierra, 26 infantes de marina, 1 soldado de la fuerza aérea, 16 marineros de flota comercial y auxiliar. La pérdida del lado argentino ascendió a 746 personas, incluyendo 393 marineros militares, 261 tropas de servicio en tierra, 55 tropas de la fuerza aérea, 37 infantes de marina. En cuanto a los heridos, su número en las filas del ejército y la armada británica era de 777 personas, del lado argentino: 1.100 personas. Fueron capturados 13,351 militares del ejército y la marina argentinos después del final de la guerra. La mayoría de los prisioneros de guerra fueron liberados, pero durante algún tiempo, unos seiscientos prisioneros de guerra argentinos permanecieron en las Malvinas. El comando británico los sostuvo para presionar a los líderes argentinos en el tema de concluir un acuerdo de paz.

En cuanto a las pérdidas en tecnología militar, también fueron significativas. La marina argentina y la marina mercante perdieron 1 crucero, 1 submarino, 1 barco patrullero, 4 buques de transporte y un arrastrero de pesca. En cuanto a la armada británica, las pérdidas aquí fueron más serias. Gran Bretaña se quedó sin 2 fragatas, 2 destructores, 1 barco de contenedores, 1 lancha de desembarco y 1 lancha de desembarco. Esta correlación se explica por el hecho de que después del hundimiento del crucero, el Comando argentino desvió prudentemente su marina a las bases y ya no la utilizó en el conflicto. Pero Argentina sufrió una pérdida masiva en la aviación. Los británicos lograron derribar o destruir más de 100 aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina en tierra, con 45 aviones destruidos por misiles antiaéreos, 31 aviones en batallas aéreas y 30 aviones en aeródromos. Las pérdidas de la aviación británica fueron muchas veces menores: el Reino Unido perdió solo diez aviones.



El resultado de la guerra por Gran Bretaña fue el aumento de los sentimientos patrióticos en el país y el fortalecimiento de las posiciones de gabinete de Thatcher. El 12 de octubre de 1982 en Londres, incluso el desfile de la victoria se llevó a cabo. En cuanto a Argentina, aquí la derrota en la guerra causó una reacción pública negativa. En la capital, se iniciaron protestas masivas contra el gobierno de la junta militar, el general Galtieri. El 17 de junio, el general Leopoldo Galtieri renunció. Fue reemplazado por otro líder militar, el general Reinaldo Bignone. Sin embargo, la derrota en la guerra no significó la negativa de Argentina a reclamar a las Islas Falkland. Hasta el presente, una parte significativa de la población de Argentina, y muchos políticos están a favor de unirse a las islas, considerándolas un territorio colonizado por los británicos. Sin embargo, en 1989 se restablecieron las relaciones consulares entre Argentina y el Reino Unido y las relaciones diplomáticas en 1990.

La economía de las Islas Falkland se ha basado históricamente en la pesca de focas y ballenas; luego, la cría de ovejas se ha extendido a las islas, que en la actualidad, junto con la pesca y la industria de procesamiento de pescado, proporcionan los ingresos principales para las Islas Malvinas. La mayoría de las islas están ocupadas por pastizales utilizados para la cría de ovejas. Actualmente, solo 2,840 personas viven en las Islas Malvinas. En su mayoría son descendientes de inmigrantes ingleses, escoceses, noruegos y chilenos. 12 residentes de la isla - inmigrantes de Rusia. El idioma principal que se habla en las Islas Malvinas es el inglés, solo el 12% de la población habla español, en su mayoría inmigrantes chilenos. Las autoridades británicas prohíben el uso del nombre Malvinas para designar islas, ya que en esta evidencia de los reclamos territoriales de Argentina, los argentinos ven el nombre de Malvinas como una confirmación adicional de las aspiraciones colonialistas de Gran Bretaña.

Cabe señalar que en los últimos años, se ha iniciado la exploración de posibles campos petrolíferos en las Islas Falkland. Las estimaciones preliminares consideran que las cifras de las reservas de petróleo son de 60 mil millones de barriles. Si de hecho las Islas Malvinas poseen recursos petroleros tan significativos, son potencialmente una de las regiones petroleras más grandes del mundo. En este caso, por supuesto, Gran Bretaña nunca renunciará a su jurisdicción sobre las Malvinas. Por otro lado, la población de habla inglesa de las Islas Falkland en su mayoría no va a renunciar a la ciudadanía británica y convertirse en ciudadana de Argentina. Así, el 99,8% de los que votaron en el referéndum sobre el estatus político de las islas, celebrado en 2013, estaban a favor de preservar el estatus del territorio de ultramar de Gran Bretaña. Por supuesto, los resultados del referéndum no fueron reconocidos por Argentina, lo que indica la preservación de la naturaleza "abierta" de la disputa sobre las Islas Falkland / Malvinas.

miércoles, 24 de abril de 2019

Relato de dos pilotos de Hercules sobre sus heroicas misiones

"El fragor de la guerra nos llevó a realizar misiones casi imposibles": los arriesgados vuelos de los Hércules en Malvinas contados por dos de sus protagonistas

Cristóbal Villegas y Roberto Cerruti fueron tripulantes de los aviones de la Fuerza Aérea que realizaron las operaciones secretas, recientemente desclasificadas, por las que hoy serán condecorados en el Congreso. El vuelo a ras del mar, las caídas en picada para no ser detectados por los radares enemigos, las bombas sobre la flota y el recuerdo para sus compañeros caídos

Por Adrián Pignatelli | Infobae



Adaptaron un Hércules para que pudiera arrojar bombas, navegaban en soledad para interferir en las líneas de abastecimiento de la flota inglesa, realizaban arriesgadas maniobras para localizar blancos enemigos y hasta planearon bombardear al Queen Elizabeth y al averiado portaaviones Invencible.

Así lo cuentan.

"A mí me tocó volar la noche del 7 de junio, en que se producía un desembarco inglés y, sin querer, caímos en pleno desembarco. Nos evadimos y cuando llegamos al continente dimos la posición. Y al otro día fue uno de los desastres más grandes que tuvo la flota inglesa", recuerda el comodoro retirado Cristóbal Villegas.

El aviador participó como copiloto en las misiones que le habían asignado al Escuadrón Hércules en Malvinas: la detección de blancos navales.

Villegas relata como un hecho normal que "volábamos al ras del agua y, en puntos determinados, se subía abruptamente y cuando la nave alcanzaba su máxima altura se encendía el radar para tratar de ubicar a la flota o a un blanco esporádico. Hecho eso, se pasaba la información, se apagaba el radar y caíamos casi en picada para repetir el procedimiento en otro punto asignado. Nuestra única defensa era volar bajo", explica.

Gracias a su gran autonomía de vuelo, la maniobra de subir y bajar simulando una "w" –que los pilotos la llamaban "diente de perro"- la repetían durante tres o cuatro horas, porque en cada uno de los ascensos y descensos se hacían maniobras de evasión para evitar ser detectados.


Un Hércules volando sobre Malvinas

El piloto aclara que "en el argot de los aviadores, a estas misiones todos le decíamos 'Loco', que fue lo que plasmó a todas las otras misiones que se hicieron, porque el nombre impactó".

Volaban con el riesgo al límite. "Recuerdo haber volado en un día en la desembocadura del estrecho de San Carlos y vimos hasta siete aviones caza enemigos, pero que no nos detectaron. El factor suerte también juega en estos casos", afirma Villegas.

Interdicción aérea

Cuando el alto mando dispuso interferir el apoyo logístico de la flota inglesa, concluyó que el Hércules era la aeronave adecuada para esta operación. Y apareció el ingenio argentino.

El comodoro Roberto Cerruti, navegador de esos vuelos, así explica cómo modificaron al Hércules TC 68: "Se sacaron los tanques de combustibles que posee debajo de los planos, reemplazándolos por dos portabombas, que llevaba cada uno seis bombas de 250 kilos. En el mismo sentido, esos tanques de combustibles más otros adicionales, se incorporaron a la bodega del avión, con lo que se duplicaba la autonomía de la aeronave. Y en la cabina se colocó el sistema y la mira de tiro".

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"Jerarquía, experiencia y responsabilidad", enumera Cerruti los atributos de la tripulación de los vuelos de interdicción aérea. Además, todos fueron voluntarios.


La tripulación del TC 68 luego de su primera misión del 2 de abril cuando aterrizaron en Comodoro Rivadavia

El relato de Cerruti es casi una película. "El primer día, 28 de mayo, detectamos tres buques cargueros. Al día siguiente, detectamos otros dos y cuando estábamos por regresar, al norte de las islas Georgias del Sur, vimos un buque que, llamativamente, estaba detenido. Lo identificamos como el British Way, uno de los que abastecían a la flota. Luego de un pasaje de reconocimiento, en un segundo pasaje le arrojamos las bombas. Un par de ellas lo averiaron, y emprendimos el regreso".

En ese momento no lo supieron, pero estaban haciendo historia: un Hércules había bombardeado, por primera vez, a un buque.

Una amistad que nació de un ataque

Fue a partir de ese ataque es que los ingleses dispusieron ubicar a sus naves logísticas más hacia el este con el fin de salir del radio de acción de los aviones argentinos.

"En el vuelo del 1 de junio –continua el relato Cerruti-detectamos uno, avanzamos rasante porque una intensa niebla marina nos impedía la visión, a tal punto que estando a una milla no lo veíamos y realizamos un viraje brusco a la derecha para no impactar contra el buque".


El Hércules mientras realiza un ejercicio lanzando bombas

En el momento del viraje, el que no salió de su asombro fue el teniente de navío John Osmond, de guardia en la popa del buque, que vio pasar al Hércules a escasos quince o veinte metros para luego alejarse debido a la niebla. Osmond grabó en su memoria la matrícula del avión.

Pasados 20 años, el inglés comenzó a indagar sobre quiénes integraban la tripulación y así contactó a Cerruti. Cuando vino a Buenos Aires a visitarlo, lo primero que le dijo fue "Yo cumplía con mi deber", a lo que el argentino respondió "Yo también cumplía con mi deber".

En 1982 aún hubo tiempo para planear algo mucho más arriesgado. Se pensó atacar al Queen Elizabeth, que venía de Gran Bretaña con tropas y abastecimiento para las islas. Y también incursionar en el puerto de la isla de Grytviken, donde se estaría reparando al portaaviones Invencible. Pero ambos proyectos quedaron sólo en el papel.

El recuerdo de Martel

El único Hércules derribado durante el conflicto fue el TC 63, piloteado por el capitán Rubén Martel, en inmediaciones de la isla Borbón, el 1 de junio, mientras cumplía una de las misiones de detección de blancos navales.

Cerruti cuenta que "Martel era amigo mío; un año más antiguo que yo. Unos días antes me llamó para preguntarme si me había presentado para estas misiones. "Tené cuidado", recuerdo que me dijo. Su copiloto era el capitán Krause, compañero de promoción, el navegador era el vicecomodoro Meisner, que había sido mi instructor; uno de los suboficiales era mi ayudante en mi unidad y con los otros suboficiales habíamos volado antes de la guerra unos cuantos años. Si me preguntan qué es lo que sentí, fue una gran tristeza pero al mismo tiempo una gran determinación de continuar operando".


El Hércules TC63

En el mismo sentido se expresa Villegas: "En un conflicto se comparte el almuerzo o cena y al otro día, en la misma mesa, está faltando el que no volvió. Porque los de Hércules estábamos con las tripulaciones de los A4C, Mirage, Lear Jet. Como a veces estábamos en Río Grande, Comodoro Rivadavia o Río Gallegos, nos enterábamos que no había vuelto un compañero, un amigo, un conocido. Esto no influía –como alguien pudiera pensar- para que uno pensara que no salía más a volar. Sabíamos cuándo partíamos; no sabíamos cuándo volvíamos".


El derribo del Hércules TC63

En 1983 un grupo de isleños localizaron, en la isla Borbón, restos del tren de aterrizaje del TC 63. Ezequiel, el hijo del capitán Martel, tuvo la posibilidad de visitar el lugar donde permanecen los restos de la máquina.

"El fragor de la lucha nos ha llevado a realizar misiones que son casi imposibles de llevar a cabo. Creo que todos los integrantes del Escuadrón Hércules cumplimos de la mejor manera posible", destacaron Villegas y Cerruti.

lunes, 22 de abril de 2019

Madre recibe 37 años después una carta de su hijo muerto en acción

Su hijo murió en Malvinas: 37 años después recibió la única carta que le había escrito en la guerra

Jorge Ludueña tenía 18 años cuando murió por ingerir comida en mal estado en las islas. Escribió una carta que nunca llegó a mandar y la guardó un oficial de la Armada. Casi cuatro décadas más tarde la familia del soldado recibió el mensaje


Por Fernando Soriano |  Infobae



Jorge Ludueña en 1982, y su mamá, Manuela Roldán, al recibir la carta

Durante muchos años Manuela no creyó del todo lo que vino a decirle a la puerta de su casa un comisario de su pueblo cordobés, Las Varillas, aquella tarde del 20 de mayo de 1982. Ella no aceptó por completo que su hijo Jorge Ludueña hubiera muerto en la guerra de Malvinas y fue así durante muchos años. Incluso después de visitar su tumba en las islas dos años más tarde, la mamá del soldado aún lo buscaba cada vez que viajaba a Córdoba capital. Pensaba que quizás el chico, de 18 años, andaba perdido por la gran ciudad.

Con el tiempo, Manuela Roldán (77 años) aceptó que su hijo ya no volvería a casa y que se había convertido, trístemente, en un héroe célebre por ser el único soldadito caído de su pueblo.

Durante las 36 conmemoraciones que sucedieron al fin de la guerra, cada 2 de abril la daga eterna que lleva clavada en el corazón desde aquella visita del comisario de Las Varillas gira y agiganta la herida.

Pero algo misterioso pasó este último aniversario que cambió la rutina de los recuerdos y los sentimientos. Manuela se reencontró con una parte de Jorge: los hijos de un oficial de la Armada que la había buscado durante muchos años siguieron el propósito de su padre y finalmente la encontraron.

Unos días atrás viajaron desde Santo Tomé, Santa Fe, hasta Córdoba y le golpearon la puerta de su casa en Las Varillas. Como el comisario, pero esta vez para traerle algo de su hijo, una especie de recomposición emocional: en las manos de Héctor Wilfredo Gaete había un sobre destinado a "Manuela Ludueña". Adentro, una carta de puño y letra Jorge, escrita 37 años atrás mientras estaba atrincherado en Malvinas, con pulso tembloroso por el frío y el hambre, en la que les dice que está bien, que todo pasará y que volverá al pueblo pronto. Casi cuatro décadas más tarde, Manuela recibió el mensaje.

"Queridos Padres: les escribo estas líneas, para decirles que estoy bien y espero que sepan dónde estoy y que no se hagan problemas porque no va pasar nada, rogándole a Dios. Estas líneas son para contarles que aquí hace mucho frío y que la comida es escasa y espero que esto termine pronto así estás más tranquila. Te cuento que el mes pasado nos pagaron el sueldo y cada uno sacó 20 millones y que pagan todos los fines de mes. Pero mándame el pulóver y un par de medias porque vamos a salir de licencia, todos los fin de semana si salimos de esta", dice el primer párrafo de la carta, dedicado a sus padres.

Manuela se reencontró con la caligrafía de su hijo, con una parte de él que la había esperado. "Es como vivir todo de nuevo, y tener la carta es una parte de él conmigo, son momentos donde pasaron muchas cosas muy fuertes. Cuando me avisaron que me iban a traer una carta suya me puse ansiosa, pensaba qué dirá, le hablaría a su papá, que ya no lo tiene, a sus abuelos, me sentí con mucho dolor, mucha tristeza, todavía no me lo pude sacar de la cabeza. Es como revivir el día que me avisaron que falleció", dice la mamá de Jorge a Infobae.

 
La carta que Jorge Ludueña le escribió a su familia y nunca llegó a enviar

La mujer se emociona al recordar aquel 20 de mayo de 1982. "Fue el día más triste de mi vida, quería pegarle al comisario", cuenta, y reconoce que se le cayó un universo de realidad encima con aquella noticia. "Yo no le daba magnitud a la guerra, pensé que iba a volver, no entendía bien qué pasaba, le creía a lo que decía la tele y los diarios, que estaba todo bien", admite.

Pero no estaba todo bien. Jorge, que al terminar la secundiaria decidió ponerse a trabajar en un taller hasta que lo interrumpieron para hacer el servicio militar en febrero de 1982, fue enviado a hacer la colimba a Comodoro Rivadavia. Cuando estalló la guerra, sin prácticamente instrucción, fue enviado a combatir a las islas contra el ejército británico.

Allí pasó hambre y frío, una historia patética que conocemos todos. "La comida es escasa", le dice a sus padres en la carta y también se lo cuenta a su hermana Estela, en otra parte del texto. Jorge no murió en combate. Perdió la vida por alimentarse con comida en mal estado. El, que a los 15 había sufrido hepatitis, no aguantó y murió.

La carta quedó entre sus pertenencias y fue guardada por el suboficial principal de la Armada Miguel Ángel Gaete. El hombre custodió la carta con la esperanza de que un día podría dársela a sus destinatarios. Pero nunca los encontró. "Siempre quiso entregársela pero no quería hacerlo por correo porque temía que no llegara", le contó su hijo Héctor, encargado de finalmente llevarla a Las Varillas, a Manuela.


Los hermanos Gaete junto a Manuela y Mara, madre y sobrina de Jorge, en Las Varillas

La facilidad que ofrecen las redes sociales y el contacto de un sobrino comisario de Manuela con los ex combatientes dinamizó el encuentro, cuatro años después de que Miguel Angel Gaete muriera. Los hijos del oficial leyeron la carta, un poco incómodos por la indiscreción, con la finalidad de encontrar allí nombres clave que ayudaran a localizar a la familia. Y así fue: Manuela, Estela y Marita todavía viven. Beto, el papá de Marita, la ahijada de Jorge también murió, igual que los abuelos del soldadito de Las Varillas.

Héctor Gaete publicó esos nombres en Facebook y el posteo llegó al primo de Marita, quien les avisó. Otra vez un comisario traía una noticia a la familia, pero esta vez una no tan trágica. "¿Querrá la tía leer una carta de Jorge?", le preguntó el primo policía a Mara. Y así se armó el contacto.

"No sabía si la carta era cierto, cuando dicen que nombra a la familia pensamos 'es cierto'. Siento mucha tristeza y un poco de alegría porque tengo algo que él tocó, que tuvo en sus manos", reflexiona Manuela y piensa en Gaete. "El estaba con mi hijo pero no sé, nadie sabe si era médico o un jefe. Los hijos dicen que estaba con mi hijo, pero no se sabe bien.

Una de las cuestiones que angustia a Manuela es que no sabe cuánto tiempo sufrió su hijo, porque la carta no está fechada. "Es mucha emoción, la carta está tan bien escrita, redactada, ver esa carta me hace pensar dónde estaría escribiendo él para mí, para su papá, que murió a los 10 años de la guerra, para sus tíos y para su sobrinita", dice.

 
Jorge Ludueña murió en Malvinas el 20 de mayo de 1982 tras ingerir comida en mal estado

En un fragmento de la carta, Jorge le pide a su hermana que cuide de "Marita", que hoy tiene 40 años y se emociona cuando piensa en su tío. "Yo tenía 3 años, él me llevaba en brazos para dos lados, pero no tengo recuerdos, sólo lo que me contaron. Esta carta es una manera de reencontrarme con él", comenta a Infobae, con esfuerzo para no llorar, pero no lo consigue.

"Querida hermana te escribo estas líneas para decirte que estoy bien y que no te asustes por lo que está pasando, espero se arregle pronto así están más tranquilos. Estela mándame una carta por lo menos, que escriba la mami que hace mucho que no escribe. Cada vez que hay cartas espero una de ustedes, y cuando no me mandan me pongo triste. Estela como andas con el Beto, se llevan bien o andan a las patadas y la Marita como esta grande, picuda no me extraña. Vos sabes como la extraño a la Marita hay soldados que extrañan a sus hermanitos y yo le dije que tengo una sobrina. Bueno estela sin más nada que contarte saludos al Beto y besos a la Marita y a vos chau hermana", escribe Jorge en el segundo párrafo.

"Me hace llorar de alegría, no se puede creer que a pesar de la distancia y lo que vivía se acordaba de todos. Yo era su única sobrina, la primera, y vivía con ellos ahí, en la casa, porque mi mamá vivía con ellos. Mi abuela me crió. Cuando pasó lo de mi tío ella estuvo mucho tiempo mal y me crió y yo de alguna manera ocupé el espacio de Jorge", relata Mara.

"El era el padrino de Marita. Llora igual que yo ella, siempre lloró por su tío. Y en los homenajes ella venía atrás mío. Era su padrino, y él la tenía siempre en brazos, la sacaba en bicicleta", cuenta su mamá.

 
El sobre de la carta, con el remitente “Ludueña Jorge”

Algo angustia a Mara y a Manuela. Es la necesidad de Jorge de recibir una carta de ellos durante esos días de frío, desolación, combate y hambre que pasó en Malvinas.

La mamá del soldadito de Las Varillas dice a Infobae que ella viajó hasta Comodoro Rivadavia para darle ropa y chocolates y que no la dejaron llegar al cuartel. Que nunca más volvió a ver su hijo desde el abrazo que se dieron en febrero de 1982. Y que no le escribió una carta porque pensó que su hijo volvería pronto. "No le di magnitud", repite.

"Para mí la carta no la escribió enfermo. La escribió al poco tiempo de llegar. Creo que todavía estaba bien", supone Mara, que no puede dejar de pensar en los últimos días con vida de su tío, mientras agonizaba por una enfermedad que no saben cuál fue.

 
El sobre que durante 37 años esperó llegar a destino

"Me sorpendió que él esperaba noticias de la familia, y él pobre se quedó esperando y nunca recibió nada. Mi abuela no vio la dimensión de lo que era. Ella pensó que volvería. Digo qué lástima porque todo el mundo algo recibió. Es muy triste morir sin noticias de nadie", se emociona Mara y encuentra rápidamente un consuelo: "Esta carta tenía que llegar y llegó, por suerte mi abuela está viva, lúcida y puede disfrutar de este momento".

La voz de Manuela se quiebra cuando evoca a su hijo. Dice que lee la carta todos los días. "Siempre la leo y la voy a hacer un cuadrito para tenerla siempre a la vista", proyecta con ternura.

Una parte de la carta de su hijo conmueve a la madre más que ninguna. "Me gusta donde habla de Marita y dice 'papi, mami quédense tranquilos'", revela. Manuela hace silencio, como si buscara sacarse la daga clavada eternamente en su corazón, y luego suelta un pensamiento, que es como un deseo, o una conexión umbilical: "Leo la carta y lo veo a Jorgito. Y me hago una idea de que está bien".

sábado, 20 de abril de 2019

Inteligencia satelital: La colaboración soviética en la ubicación de los buques capitales británicos

Malvinas, documentos desclasificados: los partes de inteligencia del "amigo invisible" soviético y los satélites que "espiaron" a la flota británica

Los informes confidenciales que la Unión Soviética le entregó a la Junta Militar de la dictadura durante el conflicto armado de 1982 se convirtieron en el secreto mejor guardado de la guerra. Nadie debía saber que los soviéticos pasaban información clasificada. La intervención de la CIA, los espías rusos y cómo los satélites rusos detectaban a los barcos de la Royal Navy para que fueran atacados por los pilotos argentinos
Por Mariano Sciaroni | Infobae




El documento secreto de 1982: “Reacción soviética a la crisis de las islas Falklands”

No se puede definir mejor a la relación que mantuvo la Argentina con la Unión Soviética durante el Proceso, como lo hizo Tato Bores. El genial humorista señaló que la Junta Militar era "anticomunista prosoviética". Ningún analista internacional fue tan preciso.

La dictadura que se inició en el año 1976 tenía una matriz ideológica de derecha, pero necesitaba de los países del Este como mercados alternativos para colocar la producción agrícola-ganadera del país, tanto que hasta motivó parcialmente la negativa del gobierno militar a plegarse al embargo cerealero que Estados Unidos realizó sobre la Unión Soviética con motivo de su intervención en Afganistán.

Con estas contradicciones, el flujo comercial entre ambos países crecía, Argentina recibía a artistas e intelectuales del bloque del Este, las selecciones de fútbol de ambos países se visitaban, se permitía que existiera el Partido Comunista Argentino y que la agencia noticiosa TASS siguiera teniendo una corresponsalía.

Pero, por otra parte, la Armada Argentina le disparaba a pesqueros soviéticos (en unos lamentables sucesos ocurridos en el Mar Argentino en 1977), el país se sumaba al boicot de los Juegos Olímpicos de Moscú y condenaba ampliamente la invasión de Afganistán.

Se trataba, realmente, de una relación agridulce entre ambos países.

Los soviéticos ofrecieron armamentos, barcos, aviones y misiles, entre otras cosas, además de información de inteligencia. Las armas nunca llegaron, pero sí los informes de los espías

El primer contacto con diplomáticos de la Unión Soviética en lo que hace a la cuestión Malvinas ocurrió el mismo 2 de abril, día de la recuperación, cuando el embajador Serguei Striganov fue citado por el Canciller argentino Nicanor Costa Méndez. Ese día también hubo una reunión en Moscú entre el embajador argentino y altas autoridades soviéticas.

En ese momento se intentaba explicar a las autoridades del bloque oriental los motivos de la recuperación y, principalmente, obtener un veto de la Unión Soviética en Naciones Unidas de cualquier resolución que intentara privilegiar los intereses británicos. Claramente, lo último no se logró por una excesiva cautela soviética en un problema que veía ajeno a su área de interés.

Sin embargo, esas reuniones fueron también el punto de partida para contactos en altas esferas. A partir de ese momento, y en plena guerra fría, Argentina y la Unión Soviética compartieron algo especial: un enemigo.

Poco después comenzaron a llegar variadas ofertas soviéticas, tanto de armamentos (barcos, aviones y misiles, entre otras cosas) como de información de inteligencia.

La Junta consideró que si los soviéticos terminaban interviniendo directamente en el conflicto de Malvinas, también lo haría Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Y que eso posiblemente podría escalar hacia la Tercera Guerra Mundial

La Cancillería argentina realizó un interesante análisis de la "alternativa soviética" durante ese mes de abril. Allí se indicó que "no resulta aconsejable, como estrategia principal", debido a los riesgos inherentes a la propuesta (se decía, perder la identidad nacional y posible falta de efectividad de cualquier apoyo de aquel país). Sin embargo, se indicaba que "no debía ser descartada ni desalentada", en tanto servía como contrapeso a las presiones de Estados Unidos y Gran Bretaña en el tema Malvinas.

La lectura que hacía Estados Unidos del acercamiento argentino a la Unión Soviética, tanto por lo que se conocía a través de los medios de prensa como por lo que obtenía de sus canales de inteligencia, era que hacía peligrar la seguridad hemisférica.

El 14 de abril, el presidente norteamericano Ronald Reagan ya había expresado: "Me gustaría que ellos (los soviéticos) dejen de entrometerse en el conflicto Malvinas".

Al día siguiente, se reunía Lawrence Eagleburger, Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y número tres de la Secretaría de Estado, con el embajador británico Nicholas Henderson. El estadounidense le señaló los temores de su país de una participación soviética más activa en el tema Malvinas. Es más, indicó que "temían que los soviéticos participaran de actividades militares", algo que conmocionó al interlocutor inglés.

La situación en Argentina cambió el 1° de mayo de 1982, cuando los británicos dejaron en claro que combatirían por las islas, por lo cual se analizaron nuevamente los ofrecimientos de la Unión Soviética.


La Junta Militar: el almirante Jorge Isaac Anaya, el general Leopoldo Fortunato Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo

A mediados de mayo el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Basilio Lami Dozo, le dijo a un interlocutor norteamericano que "los soviéticos ofrecían equipos militares y asistencia a precios moderados, pero el dinero es sólo parte del precio y la Argentina jamás pagará ese precio".

El "precio" al que se refería Lami Dozo tenía que ver con la demanda final soviética para proveer armas, la cual había sido realizada al presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri a principios de mayo por el embajador Striganov.

La misma consistía en:
  1. La inmediata retirada de los asesores argentinos de América Central.
  2. La abstención de vetar contra la Unión Soviética en Naciones Unidas, cuando se trataran temas como la ocupación de Afganistán.
  3. Se daría autorización a los soviéticos para construir pesquerías en Ushuaia.
  4. Argentina cesaría de apoyar a la junta militar de derecha del General Torello en Bolivia.
El almirante Jorge Anaya, Jefe de la Armada, pensaba en términos similares. En abril había expresado que "nunca, repito, nunca volvería hacia la Unión Soviética. Traicionaría todos los sentimientos que mantuve durante toda mi vida".

Así, la Junta no pudo más que reiterar la "imposibilidad política de recurrir a la asistencia militar soviética", agregando la percepción que si los soviéticos terminaban interviniendo directamente, también lo haría Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Y que ello posiblemente escalara hacia la Tercera Guerra Mundial.

Más allá de todo, los equipos militares nunca llegaron. Como escribió el reconocido periodista moscovita Sergei Brilev: "Nunca llegaron armas soviéticas a Argentina, eso es un mito".

Pero sí se aceptó, muy disimuladamente, cierta información de inteligencia.

El "amigo invisible" y el "ojo mágico"

El problema argentino no era menor, ya que se carecía de medios efectivos para hacer un seguimiento en alta mar de la flota británica, algo que resultaba vital para proceder correctamente tanto en el campo militar como en el diplomático.

Tanto es así que dos brigadieres de la Fuerza Aérea Argentina habían concurrido a Washington, el 12 y 13 de abril, para pedirles a los mismos norteamericanos que suministraran esa información. El argumento fue que sabían que estaban ayudando a los británicos y, en tanto resultaban neutrales, según afirmaban, debían de alguna forma compensar a la Argentina. Además dijeron que si no aceptaban -lo cual fue claramente de ese modo-, recurrirían a la oferta soviética. Y así fue.

Documentos muestran cómo se detectó a lo largo de todo el conflicto a los principales buques británicos, y cómo algunas de las misiones de la guerra -incluso el ataque al portaaviones Invencible- se apoyaron en datos que la Unión Soviética suministró

Poco después, se le suministró al Agregado Militar de la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en Buenos Aires, coronel de tanques Valentín Livtonchicov, una de las escasas líneas de teléfono de la embajada para que pudiera establecer su vínculo con altas autoridades de la Fuerza Aérea.

La información empezó a fluir.

Desde un Centro de Control en Moscú la información llegaba al télex de la embajada soviética en Buenos Aires y, en sobres cerrados y previas coordinaciones dignas de películas de espías, disimuladamente se les enviaba a oficiales de la aeronáutica.

No se entregaban imágenes (por razones técnicas, según los soviéticos), sino datos de objetivos de interés militar en cifras coordenadas.

Las carpetas de la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea Argentina muestran hoy cómo se detectó a lo largo de todo el conflicto a los principales buques británicos, y cómo algunas de las misiones de la guerra -incluso el ataque al portaaviones británico HMS Invencible- se apoyaron en datos que la Unión Soviética suministró.


30 de mayo de 1982 por la mañana. Posición real del PAL Invencible, posición del buque según el “Amigo Invisible” y posición de diversos buques pesqueros de la URSS y polacos (PL) en la zona de operaciones. Esos pesqueros también efectuaban tareas de inteligencia

Pero no fueron todas las misiones: el Jefe de Inteligencia del Comando de la Aviación Naval (COAN) durante el conflicto, rebatió enérgicamente un artículo periodístico que indicaba que la información satelital soviética permitió ciertos hundimientos de buques británicos: "No hubo participación extranjera en la obtención de las posiciones de los buques Sheffield, Coventry y Atlantic Conveyor", los cuales terminaron hundidos.

Para la Fuerza Aérea esta información la daba el "Amigo Invisible", mientras que en ciertos documentos navales se la cita como proporcionada por el "Ojo Mágico". Solo un círculo muy pequeño conocía esta colaboración y jamás se dejaba constancia sobre su origen.

Más críptico aún, a los iniciados se les decía únicamente que la información provenía de "fuentes confiables". Y punto.

Los satélites que "espiaban" a la flota británica

La información recibida era recolectada por diversos medios que se encontraban muy disimulados en el Atlántico Sur, sea debajo del mar (submarinos), sobre el mismo (pesqueros), en el aire (aviones de reconocimiento de largo alcance) y, principalmente, en el espacio.

La Unión Soviética realizó, durante 1982, 101 lanzamientos al espacio de satélites, algunos de los cuales fueron destinados a seguir el conflicto del Atlántico Sur.

El mismo 2 de abril pusieron en órbita al satélite Kosmos-1347 y el día 15 el Kosmos-1350, ambos de la serie Yantar de satélites de reconocimiento, lo que llevó a la Casa Blanca a considerar que el "grado de cubrimiento fotográfico del área por los soviéticos era inusual".

El 21 de abril fue puesto en una órbita adecuada para observar el Atlántico Sur el Kosmos-1352 y, más tarde, el 23 de abril el Kosmos-1353, ambos de la serie Zenit, con cámaras de alta resolución. Poseían una vida útil máxima de 14 días en el espacio, por tanto los últimos reemplazaban a los primeros.

También debe mencionarse al Kosmos-1368, lanzado el 21 de mayo de 1982 y que pasó a 240 km de altura sobre Malvinas todos los días a las 11:00 horas hasta el 3 de junio, cuando se terminó su misión.


Representación artística de un satélite radar soviético, realizada en 1982 (Ronald Wittmann, colección museo Smithsoniano)

Pero la inmensa mayoría de los satélites soviéticos de reconocimiento espacial por imágenes de ese momento implicaban el uso de cámaras fotográficas con film, el cual era lanzado una vez que el satélite pasaba por territorio continental soviético. La demora en el procesamiento de los datos, entonces, hacía que no fueran especialmente aptos para seguir los dinámicos movimientos de un teatro aeronaval, amén de que no eran ayudados por la siempre nubosa meteorología malvinense.

Sin embargo, la mejor información la proveyó el sistema conocido como MKRTs (Leyenda), operativo desde el año 1975. Esta constelación de satélites incluía dos subsistemas, los dos pasando información a un centro de control en Moscú (o a buques en el mar).

Los satélites proveyeron la ubicación de los buques ingleses. Con lo que sabemos hoy, la información no fue muchas veces certera. Pero allí estaba. Entregada a los argentinos. Y también robada para los británicos

El primer subsistema incluía una red de satélites denominado US-P, que interceptaba señales de radio (de cualquier tipo) que pudiera emitir un buque enemigo (US significa "Upravlayemyi Sputnik" o satélite controlado, mientras que la P es por ser el sistema pasivo de recepción de señales). Es decir, eran satélites de inteligencia electrónica.

El segundo subsistema estaba denominado US-A, siendo la A por activo, utilizando un radar para localizar buques en el mar. Estos últimos estaban alimentados por un pequeño reactor nuclear.

De esta constelación y durante el conflicto fueron puestos con órbitas adecuadas a Malvinas el Kosmos-1355, de inteligencia electrónica (US-P), que fue lanzado el 29 de abril de 1982, y los Kosmos 1365 (14 de mayo) y 1372 (1° de junio), de reconocimiento radar (US-A).


Informe 582, información suministrada por los soviéticos a las fuerzas argentinas. PAL HOTEL y PAL INDIA son los nombres dados a los portaaviones ligeros HMS Hermes y HMS Invencible

El sistema se encontraba operativo en 1982 y, en uno de los escasos reconocimientos de su existencia por parte de los soviéticos, fuentes oficiales indicaron que "la alta efectividad del sistema fue demostrada durante el conflicto Anglo-Argentino por las Islas Malvinas en 1982. El sistema permitió una completa evaluación de la situación en el mar, y por la información recibida desde el sistema, el Estado Mayor (de la Armada) pudo determinar el momento exacto en el cual comenzó el desembarco británico".

Estos satélites son los que proveían mayormente las cifras coordenadas con la ubicación de los buques ingleses. Con lo que sabemos hoy, la información no fue muchas veces certera. Pero allí estaba. Entregada a los argentinos. Y también robada para los británicos.

La ayuda de Noruega al Reino Unido

En Fauske, Noruega, cerca del círculo polar ártico, desde 1965 funciona la estación interceptora de señales "Cod Hook" (Anzuelo de Bacalao). La ventaja de la estación reside en que se encuentra situada en un lugar que, a través de enormes antenas, permite captar las emisiones de los satélites que desde el espacio envían señales al Centro Control Moscú.



Dichas emisiones, en la medida de lo posible y durante la guerra fría, eran descifradas y/o enviadas directamente a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de los Estados Unidos o a la estación de Chicksands en el Reino Unido, debiendo agregarse que el esfuerzo de los noruegos en recursos y personal para espiar electrónicamente a los soviéticos era subsidiado en gran parte por los Estados Unidos.

La estación interceptora de Noruega en el círculo polar ártico captaba las emisiones de los satélites soviéticos e informaba a los británicos sobre la posición de los buques de guerra argentinos

Los datos interceptados por dicha estación durante el conflicto habrían sido vitales para el Reino Unido, indicando un oficial de inteligencia: "Cuando la guerra empezó, nosotros no teníamos ningún tipo de información de inteligencia sobre el área. Es aquí cuando tuvimos ayuda de los noruegos, que nos dieron un flujo de información sobre la posición de los buques de guerra argentinos. La información venía a nosotros todo el tiempo y directamente a nuestro cuartel general en Northwood. La información era continuamente actualizada…".

Esto es, los británicos utilizaban los datos satelitales que recogían los soviéticos y luego estos pasaban a las fuerzas argentinas.

Dichas actividades se repitieron durante la Guerra del Golfo (1991), cuando la interceptación de satélites soviéticos permitió localizar el paradero de un piloto de la coalición que debió eyectarse sobre territorio iraquí y que no lograba ser ubicado por los satélites norteamericanos sobre la zona.

Por tanto, puede entenderse que los soviéticos ayudaron también a sus enemigos, aun involuntaria e inadvertidamente.

Para equilibrar un poco, científicos argentinos hicieron buen uso de un satélite norteamericano que pasaba por el Atlántico Sur. Pero esa es otra historia.

La CIA, el Parlamento inglés y las tres negativas soviéticas

La colaboración de inteligencia de la Unión Soviética con Argentina pasó mayormente desapercibida en los círculos de las agencias de inteligencia británicas y estadounidenses, si bien quedaba claro que aquel país estaba recolectando una cantidad de información de utilidad militar.

En efecto, para el 26 de mayo de 1982, los analistas de la CIA indicaban que "no había evidencia de que una cantidad sustancial (de inteligencia) esté siendo pasada a los argentinos", aun cuando se sugería que sería lógico que los soviéticos pasen "información con desinformación (por ejemplo, que tanqueros estadounidenses reabastecen a los bombarderos Vulcan)".


El portaaviones británico HMS Invencible fotografiado por un avión TU-95RTs de la Aviación Naval de la Unión Soviética cuando se encontraba regresando de Malvinas

Del otro lado del Océano Atlántico Norte, el 8 de junio de 1982, interrogado en el Parlamento británico, un alto funcionario del Ministerio de Defensa de aquel país Mr. Peter Blaker, señalaba que "no había evidencia que la Unión Soviética esté pasando información derivada de satélites a la Argentina".

Hay que agregar que el embajador británico en Moscú inquirió directamente a los soviéticos si estaban pasando información de inteligencia a Argentina y, como era de esperarse, estos negaron cualquier contacto.

No contentos con ello, días después insistieron en la pregunta: el Secretario de Relaciones Exteriores soviético respondió "enfáticamente" que no se estaba suministrando inteligencia a Buenos Aires.

El 6 de mayo, dos fuentes oficiales de la Unión Soviética fueron nuevamente contactadas por el ya impertinente personal diplomático británico, para establecer si se estaba suministrando información o armas a la Argentina. Y, por tercera vez, los soviéticos negaron cualquier colaboración en dicho sentido.

El "amigo invisible" fue uno de los secretos mejor guardado del conflicto. Que, aún hoy, es solo comentado entre susurros.