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domingo, 9 de marzo de 2025

Historia alternativa: ¿Y si un general agresivo hubiese comandado las tropas?

¿Y si en vez de Menéndez hubiese habido un general israelí?





 

Uno puede darse el lujo que el tiempo brinda de imaginar estar en el cuartel general de las fuerzas argentinas en las Islas Malvinas en 1982, durante la fase crítica del conflicto. Ese mismo escenario, podría ser abordado con una mentalidad aguerrida y táctica, inspirada en la experiencia y las estrategias empleadas por los generales israelíes que no hace falta demostrar que agresividad, mentalidad ofensiva y creatividad han demostrado en cada conflicto que se han visto envuelto. Uno podría especular un enfoque hipotético, considerando tanto las acciones previas como las respuestas inmediatas a loa ataques británicos que inician el 11 de junio.

Contexto previo al 11 de Junio

En los días previos al 11 de junio, el desembarco británico en San Carlos ya había desencadenado una serie de evaluaciones y movimientos estratégicos. La confirmación de que los británicos habían establecido una cabeza de playa en San Carlos significaba que su avance hacia Puerto Argentino era inminente. Se desplegaron unidades de reconocimiento y saboteadores para anticipar los movimientos británicos y retrasar su avance tanto como fuera posible. Estos grupos tenían la misión de hostigar continuamente al enemigo, colocando trampas y emboscadas en puntos críticos del terreno.

El ataque a Goose Green por parte del 2º Batallón de Paracaidistas británicos había servido como una lección valiosa. Las tácticas y la capacidad de despliegue rápido de los británicos fueron analizadas minuciosamente. Se identificaron las Puerto Argentino y debilidades de su enfoque, y este conocimiento se aplicó para reforzar las defensas alrededor de Puerto Argentino. Se construyeron búnkeres y trincheras reforzadas, y se establecieron campos de minas en las rutas de avance más probables.

  1. Desembarco en San Carlos:

    • Una vez que se confirmó el desembarco británico en San Carlos, la primera acción sería evaluar las rutas de avance británicas hacia Puerto Argentino. Utilizaría la inteligencia para anticipar sus movimientos y desplegar unidades de reconocimiento y saboteadores para retrasar su avance.
  2. Ataque a Goose Green:

    • El ataque a Goose Green por parte del 2 Para (2º Batallón de Paracaidistas británicos) debería haber servido como un aprendizaje clave. Identificaría las tácticas británicas, especialmente su capacidad de despliegue rápido y su eficiencia en el combate cuerpo a cuerpo.
  3. Fortificación y Preparación:

    • Fortificaría las posiciones defensivas alrededor de Puerto Argentino, especialmente en los cerros que rodean la capital. Construiría búnkeres y trincheras reforzadas, y establecería campos de minas en rutas de avance probables.
    • Entrenaría a las tropas argentinas en tácticas defensivas y de guerrilla, maximizando el conocimiento del terreno local.

 

Estrategia inmediata ante el ataque del 11 de Junio

El 11 de junio, al recibir la noticia del ataque en Monte Harriet por el 42 Commando, la respuesta hubiese sido inmediata y decidida. Se ordenaba un contraataque rápido utilizando unidades móviles y bien entrenadas. Estas tropas realizaron ataques de golpe y retiradas, diseñados para desgastar al enemigo sin comprometer demasiado a las propias fuerzas. El conocimiento superior del terreno permitió desplegar francotiradores y equipos de mortero en posiciones elevadas, desde donde podían hostigar continuamente a las fuerzas británicas.

Las órdenes debían ser claras: utilizar la cobertura natural del terreno para lanzar emboscadas y atacar las líneas de suministro británicas. Además, se coordinó el envío de refuerzos desde otras posiciones defensivas, asegurando que las unidades no quedaran aisladas y pudieran recibir apoyo mutuo. Se estableció una línea de comunicación efectiva entre las diferentes unidades para garantizar una respuesta coordinada y eficiente.

Se utilizaría la artillería de manera estratégica, realizando ataques de saturación en las zonas de concentración británicas. Estos ataques no solo causarían bajas significativas, sino que también ralentizaron el avance enemigo y afectaron su moral. Paralelamente, se emplearían tácticas de guerra no convencional, como incursiones nocturnas y sabotajes en las líneas de suministro y comunicación británicas. Los comandos argentinos se infiltraron detrás de las líneas enemigas, causando caos y confusión.

 

  1. Respuesta rápida y movilidad:

    • Al recibir la noticia del ataque en Monte Harriet por el 42 Commando, ordenaría una respuesta rápida. Utilizaría unidades móviles y bien entrenadas para realizar contraataques rápidos, empleando la táctica de golpear y retroceder para desgastar al enemigo.
  2. Uso del terreno:

    • Aprovecharía el conocimiento superior del terreno. Desplegaría francotiradores y equipos de mortero en posiciones elevadas para hostigar constantemente a las fuerzas británicas.
    • Utilizaría la cobertura natural del terreno para lanzar emboscadas y atacar las líneas de suministro británicas.
  3. Refuerzos y coordinación:

    • Coordinaría refuerzos desde otras posiciones defensivas, asegurando que las unidades no quedaran aisladas y pudieran recibir apoyo mutuo.
    • Establecería una línea de comunicación clara y efectiva entre las diferentes unidades para una respuesta coordinada.
  4. Ataques de saturación:

    • Utilizaría artillería de manera estratégica para realizar ataques de saturación en las zonas de concentración británicas. Esto no solo causaría bajas, sino que también ralentizaría su avance y dañaría su moral.
  5. Operaciones no convencionales:

    • Emplearía tácticas de guerra no convencional, como incursiones nocturnas y sabotajes en las líneas de suministro y comunicación británicas.
    • Utilizaría comandos para infiltrarse detrás de las líneas enemigas, causando caos y confusión.

Adaptación continua

A lo largo de esta fase crítica del conflicto, la evaluación continua del campo de batalla permitió ajustar tácticas y estrategias según el desarrollo de la situación. La flexibilidad y la adaptabilidad fueron esenciales para enfrentar las tácticas británicas. Se trabajó incansablemente para mantener alta la moral de las tropas argentinas, asegurando un liderazgo visible y apoyando a los soldados en el frente. La motivación y el espíritu de lucha fueron elementos cruciales para resistir el asalto británico.

Además, se aseguraron suministros constantes de municiones, alimentos y equipos médicos, utilizando rutas alternativas y métodos de transporte para evitar la intercepción británica. Enfrentar el ataque británico del 11 de junio en las Malvinas requirió una combinación de tácticas defensivas bien preparadas, respuesta rápida y adaptativa, y el uso efectivo del terreno y los recursos disponibles. Inspirado en las estrategias israelíes, el enfoque se centró en maximizar la ventaja local, realizar ataques precisos y coordinados, y mantener la moral y el espíritu de lucha de las tropas argentinas en un momento crítico del conflicto.
  1. Evaluación continua del campo de batalla:

    • Mantendría una evaluación continua del campo de batalla, ajustando tácticas según el desarrollo de la situación. La flexibilidad sería clave para adaptarse a las tácticas británicas.
  2. Mantenimiento de la moral:

    • Trabajaría para mantener alta la moral de las tropas argentinas, asegurando un liderazgo visible y apoyando a los soldados en el frente. La motivación y el espíritu de lucha serían esenciales para resistir el asalto británico.
  3. Apoyo logístico:

    • Aseguraría un suministro constante de municiones, alimentos y equipos médicos, utilizando rutas alternativas y métodos de transporte para evitar la intercepción británica.

Conclusión

Enfrentar el ataque británico del 11 de junio en las Malvinas requeriría una combinación de tácticas defensivas bien preparadas, respuesta rápida y adaptativa, y el uso efectivo del terreno y los recursos disponibles. Inspirado en las estrategias israelíes, el enfoque se centraría en maximizar la ventaja local, realizar ataques precisos y coordinados, y mantener la moral y el espíritu de lucha de las tropas argentinas en un momento crítico del conflicto. Lamentablemente, el desempeño de Menéndez fue más parecido a un general chileno que a uno israelí. No hay absolutamente nada destacable de su mando, con la vergüenza de rendir la plaza engominado y perfumado. Espero su legado sea tenido en cuenta para que futuras generaciones de oficiales sepan que ese tipo de conductas merecen una corte marcial y pelotón de fusilamiento. Si les parece cruel, el sector privado ofrece otras alternativas laborales.

miércoles, 12 de junio de 2024

¿Cómo se pudo cambiar el curso de la guerra terrestre?

¿Qué pudo haber hecho un general argentino enfrentando la situación de la defensa de Puerto Argentino?





En su momento, el periódico británico The Guardian hizo público una denuncia en un editorial titulado "Veinte años después", señalando que el público británico solo pudo acceder a información que se les negó hace dos décadas hasta el año 2002. Después de este largo período de silencio, el almirante Sir John Woodward, comandante de la Fuerza de Tarea enviada por Margaret Thatcher para recuperar las Islas Malvinas, reveló a los periodistas de The Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos: "Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas estaban aumentando y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si hubieran resistido una semana más, la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".
Woodward también recordó haber enviado un mensaje desesperado a las fuerzas de tierra el 6 de junio de 1982, advirtiéndoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba "exhausto". Estas revelaciones coinciden con las afirmaciones de otros altos mandos militares británicos, quienes sostienen que la guerra de Malvinas distó mucho de ser el "paseo" que ciertos propagandistas del tatcherismo pretendían. En una entrevista realizada en 1996 en Londres, uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de Paracaidistas (2 Para) respaldó esta tesis, señalando que si el alto mando argentino hubiera resistido una semana más, las tropas británicas hubieran enfrentado un colapso logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward son especialmente relevantes al conocerse ahora lo que escribió en su diario durante esos días de junio: "Estamos al borde del abismo: si los argentinos nos soplan en la nuca, nos mandan al fondo. A lo mejor les pasa lo mismo: espero que así sea porque de otra manera nos espera una carnicería".



Julián Thompson, líder de los Royal Marines durante la guerra, expresó: "Si hubieran esperado un poco más, seguramente no hubiéramos podido responder de la misma manera". En efecto, a finales de 1981, debido a una crisis interna, Gran Bretaña había decidido vender sus dos portaaviones y retirar del servicio sus grandes buques de desembarco, lo que la dejaría sin capacidad para realizar operaciones anfibias a gran escala. La Royal Navy se reduciría a una fuerza de defensa costera.



El general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas en Malvinas, afirmó que sin los portaaviones y los grandes barcos anfibios, no habrían podido enfrentar a la Fuerza Aérea Argentina ni llevar a cabo un desembarco terrestre de manera profesional con sus tropas. Además, en mayo de 1982, Argentina estaba programada para recibir una entrega de veinte misiles Exocet de Francia (a pesar de su caos económico, el gasto militar era alto), pero en abril, durante la ocupación de las islas, solo contaban con cuatro. El misil Exocet y el avión Super Etendard formaban un sistema ofensivo diseñado para atacar buques, una tecnología avanzada en ese momento y que aún se mantiene operativa en la actualidad.



Nos podemos hacer la pregunta de qué faltó hacer en tierra para devolver a los soldados británicos a sus barcos. Como general argentino estacionado en las Islas Malvinas con suministros limitados y enfrentando ataques terrestres a posiciones fijas propias, la situación ciertamente presentaría desafíos importantes. A continuación se presentan algunas estrategias que potencialmente podrían cambiar la dirección de la guerra en estas circunstancias:


Fortificación y defensa
se debió priorizar la fortificación de posiciones defensivas para resistir los ataques terrestres enemigos. Mejorar los sistemas de trincheras, búnkeres y fortificaciones para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Implementar tácticas de defensa en capas para crear obstáculos y perímetros defensivos que obliguen al enemigo a exponerse al fuego defensivo.

  • Identificar posiciones defensivas clave: evaluar el terreno e identifique posiciones defensivas clave que ofrezcan ventajas naturales, como terrenos elevados, cuellos de botella y áreas con buena visibilidad y campos de tiro. Priorizar la fortificación defensiva de estas posiciones para establecer fortalezas que puedan dominar el área circundante y negar al enemigo objetivos estratégicos.
  • Mejorar los sistemas de trincheras: mejorar los sistemas de trincheras existentes y establecer otros nuevos para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Construir trincheras con patrones en zigzag para minimizar el impacto del fuego enemigo y crear múltiples capas de defensa. Reforzar las zanjas con sacos de arena, movimientos de tierra y otros materiales para aumentar su durabilidad y resistencia.
  • Establecer búnkeres y puntos fuertes: construir búnkeres y puntos fuertes fortificados para que sirvan como centros de comando, puestos de observación y posiciones de apoyo de fuego. Construye búnkeres con hormigón armado y acero para resistir los bombardeos aéreos y los bombardeos de artillería enemigos. Coloca ametralladoras, armas antitanques y equipos de francotiradores en posiciones fortificadas para proporcionar campos de tiro superpuestos y apoyo mutuo.
  • Crea obstáculos y perímetros defensivos: coloca obstáculos como alambre de púas, zanjas antitanques y campos minados para impedir el movimiento del enemigo y canalizar su avance hacia zonas de muerte. Establecer perímetros defensivos alrededor de posiciones clave con campos de fuego superpuestos y sectores de responsabilidad entrelazados para evitar la infiltración y el cerco del enemigo.
  • Utilice cobertura y ocultación natural: aproveche las características naturales como colinas, crestas y vegetación para proporcionar cobertura y ocultación adicional para las posiciones defensivas. Camufle trincheras, búnkeres y fortificaciones para mezclarse con el terreno circundante y minimizar el riesgo de detección por parte del reconocimiento enemigo.
  • Implementar defensas antiaéreas: instalar defensas antiaéreas como misiles tierra-aire, armas de fuego y sistemas portátiles de defensa aérea (MANPADS) para protegerse contra las amenazas aéreas enemigas. Coloque baterías antiaéreas en ubicaciones estratégicas para proporcionar cobertura de espacio aéreo superpuesto y disuadir los ataques aéreos enemigos en posiciones defensivas.
  • Establecer nodos de comando y control: establecer nodos de comando y control dentro de posiciones defensivas para coordinar el movimiento de tropas, dirigir los activos de apoyo de fuego y comunicarse con los cuarteles generales superiores. Equipe los centros de comando con equipos de comunicaciones, mapas y pantallas de inteligencia para facilitar el conocimiento de la situación y la toma de decisiones en tiempo real.

Movilidad y flexibilidad
Mantener la movilidad y la flexibilidad en las operaciones defensivas para evitar que el enemigo se afiance o explote las debilidades en las posiciones defensivas. Se debió utilizar reservas y unidades de respuesta rápida (comandos e infantes de marina) para contrarrestar los intentos de avance del enemigo y reforzar los sectores críticos bajo ataque. Realizar retiradas tácticas cuando sea necesario para consolidar las líneas defensivas y preservar la mano de obra. Algo que fue recalcado en acción los por los comandos del EA y por el mismo Capitán Robacio que solicitó que las tropas que estaban en el capital se movilizaran a las trincheras para combatir.

  • Creación urgente de unidades de respuesta rápida: Establecer unidades de respuesta rápida compuestas por infantería altamente móvil, apoyadas por vehículos blindados ligeros (AML-90) y elementos de reconocimiento. Estas unidades deben estar estacionadas en ubicaciones estratégicas en toda la isla para reaccionar rápidamente ante los intentos de avance del enemigo o para reforzar sectores críticos bajo ataque. Sobre todo puede alimentarse de tropas ya probadas en combate y descansadas.
  • Fuerzas de reserva: mantener fuerzas de reserva que puedan desplegarse rápidamente para reforzar las posiciones de primera línea o explotar oportunidades de contraataques. Estas reservas deben mantenerse preparadas y coordinar sus movimientos en función de la evolución de la situación táctica y la evaluación de las amenazas.
  • Postura de defensa ágil: se podía adoptar una postura de defensa ágil que permita la asignación flexible de fuerzas en función de los movimientos e intenciones del enemigo. En lugar de comprometer todas las fuerzas en posiciones defensivas estáticas, mantenga una reserva de tropas capaces de realizar operaciones de defensa móviles, incluidas maniobras de flanqueo y contraataques.
  • Artillería móvil: desplegar unidades de artillería móviles equipadas con obuses autopropulsados o piezas de artillería remolcadas para brindar apoyo de fuego a las posiciones defensivas en toda la isla. Estas unidades de artillería deben ser capaces de desplazarse rápidamente para evitar la detección y el fuego de contrabatería enemigo, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de brindar apoyo de fuego preciso y oportuno a las unidades comprometidas.
  • Operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo: utilizar operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo para realizar ataques profundos detrás de las líneas enemigas, interrumpir las líneas de suministro enemigas y capturar objetivos clave. Despliega fuerzas de operaciones especiales y unidades de infantería aerotransportadas mediante helicópteros o aviones de transporte para llevar a cabo misiones de reconocimiento, incursiones y sabotaje contra zonas de retaguardia enemigas.
  • Retiradas coordinadas: cuando se enfrente a una presión enemiga abrumadora o posiciones defensivas insostenibles, realiza retiradas coordinadas para consolidar las líneas defensivas y reagrupar las fuerzas en posiciones más defendibles. Utilice la movilidad y la flexibilidad para ejecutar retiradas tácticas mientras mantiene el contacto con el enemigo e inflige bajas mediante emboscadas y acciones dilatorias.
  • Redespliegue estratégico: se pudo mantener la capacidad de redistribuir fuerzas estratégicamente entre diferentes sectores de la isla en función de las amenazas cambiantes y los requisitos operativos. Utilice activos de movilidad como aviones de transporte, helicópteros y lanchas de desembarco anfibio para trasladar rápidamente tropas y equipos a las áreas de mayor necesidad.
  • Explotar las características naturales: explota el terreno accidentado y las características naturales de las Islas Malvinas, como colinas, valles y acantilados costeros, para crear oportunidades para defensa móvil y tácticas de emboscada. Usa camuflaje y enmascaramiento del terreno para ocultar movimientos y sorprender al enemigo con contraataques inesperados o maniobras de flanqueo.

Contraataques y emboscadas
Se pudo aprovechar el conocimiento local del terreno para lanzar contraataques y emboscadas contra las fuerzas enemigas. Identificar líneas de suministro enemigas vulnerables, rutas de comunicación y áreas de retaguardia para ataques selectivos que interrumpan las operaciones y la moral del enemigo. Utilizar tácticas de ataque y fuga para infligir bajas y desmoralizar a las tropas enemigas mientras conserva sus propios recursos.

Reabastecimiento y refuerzo
Establecer rutas de suministro alternativas y redes de apoyo logístico para garantizar el flujo continuo de suministros esenciales, municiones y refuerzos a las posiciones de primera línea. Se pudo utilizar lanzamientos aéreos desde helicópteros o aviones desde el continente, misiones clandestinas de reabastecimiento y logística encubierta nocturna para evitar los bloqueos enemigos y mantener la preparación operativa.

Coordinación con activos navales y aéreos
Se pudo coordinar estrechamente la labor con activos navales y aéreos argentinos para proporcionar capacidades de apoyo de fuego, reconocimiento e interdicción en apoyo de las operaciones terrestres. Utilizar fuego y ataques aéreos y tácticas de bloqueo aeronaval para interrumpir los movimientos del enemigo (tal como se intentó en sus casos extremos con los Hercules bombarderos y los Pucará torpederos), reforzar las posiciones defensivas y mantener el control de las vías marítimas de aproximación críticas.

Mantener la moral y la disciplina

En todo momento se debe fomentar un sentido de camaradería, moral y disciplina entre las tropas para mantener la resiliencia y la determinación frente a la adversidad. Proporcionar servicios adecuados de descanso, recreación y apoyo para mantener la moral y la eficacia en el combate. Implementar una disciplina y un liderazgo estrictos para garantizar la cohesión y la unidad de esfuerzo en la defensa contra los ataques enemigos. Asimismo, se debía acceder a pleno a los recursos alimenticios civiles de la población kelper (sobretodo, el abundante ganado ovino presente en el territorio).

Tácticas de guerra urbana
Finalmente, si el avance británico se tornaba indetenible, entonces enfrentar la posibilidad del combate urbano en Puerto Argentino. Si se defiende áreas urbanas o urbanizadas, se debe emplear tácticas de guerra urbana para maximizar la ventaja defensiva. Utilizar edificios, calles y otras características urbanas para crear obstáculos y puntos de emboscada para las fuerzas enemigas. Llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo y combates callejeros para negar al enemigo el control de infraestructuras y áreas urbanas clave. La infraestructura mayormente hecha de madera no brindaba un buen escenario para la creación de escombros y estructuras de cobertura y protección, pero es una alternativa que podía ser explorada.

Guerra psicológica

También se pudo explotar y aprovechar las tácticas de guerra psicológica para socavar la moral y la resolución del enemigo. Utilizar propaganda, desinformación y engaño para sembrar dudas y confusión entre las filas enemigas. Explotar factores culturales, lingüísticos y psicológicos para crear divisiones y disidencia dentro de las fuerzas enemigas.

En conclusión, se debía enfrentar dificultades abrumadoras en una situación defensiva en las Islas Malvinas lo cual requeriría una combinación de ingenio táctico, resiliencia y determinación para resistir los ataques enemigos mientras se buscan oportunidades para recuperar la iniciativa y cambiar la dirección de la guerra.


miércoles, 19 de julio de 2023

Sólo una semana más...

Si hubieran aguantado una semana más





Consigna muy repetida, poco feliz y que muestra un muy escaso conocimiento de lo vivido en las islas por las tropas argentinas.
Desde el 01 de mayo los aviones britanicos se turnaban para bombardear a los soldados argentinos que aguantaban.
Desde el 01 de mayo los buques britanicos se turnaban para bombardear a los soldados argentinos que aguantaban.
Desde mediados de mayo los soldados argentinos aguantaban con una ración al día.
El 21 de mayo desembarcó la primera brigada britanica, los soldados argentinos llevaban aguantando como minimo un mes, en su pozo en Malvinas.
27 / 28 de mayo en Pradera del Ganso, soldados argentinos aguantaron un día y medio de combate.
30 de mayo, desembarca la otra brigada britanica, los soldados argentinos seguian aguantando en el pozo, ya casi un mes y medio.
01 de junio, un mes de avion - buque, buque - avion y los soldados argentinos seguian aguantando.
Estimamos que el 6 / 7 de junio a los aviones y buques que se turnaban (es decir no siempre eran los mismos buques y no siempre los mismos aviones), se sumaron los cañones de la artilleria de campaña que tambien se turnaban, algunos bombardeaban un lugar otros en otro, mientras los soldados argentinos seguian aguantando, en el pozo, en Malvinas.
Y el 11 se largó el ataque terrestre, tambien por turnos mientras una brigada britanica atacaba la otra esperaba. Y el 13 la brigada que esperaba paso al ataque y la que atacó el 11 esperó detras..... y los soldados argentinos combatieron, fueron heridos / muertos o no aguantaron mas.......
Nuestros buques y nuestros aviones dieron lo que podían y mas tambien, siempre dentro de sus limitaciónes. Debemos comprender que nuestros hombres aguantarón hasta que no se pudo mas, dieron todo lo que podían.... seamos ecuánimes y tomemos conciencia de su sacrificio. No nos hagamos eco de posturas que pontifican y desconocen lo hechos por nuestros hombres.

domingo, 22 de mayo de 2022

Si los torpedos hubiesen funcionado...


¿Pudo haber resultado diferente la guerra de las Malvinas para Gran Bretaña?


Si las armas argentinas hubieran funcionado como se esperaba, la victoria de Gran Bretaña podría haberse comprado a un costo mucho más alto.

por Sebastien Roblin || The National Interest

Esto es lo que necesita saber: Gran Bretaña, gracias a un poco de suerte, evitó grandes pérdidas.


La breve pero sangrienta guerra naval que ocurrió en 1982 sobre las Islas Malvinas, conocidas como Malvinas en Argentina, se considera típicamente como un triunfo del poder naval británico. Un grupo de trabajo de la Royal Navy logró rechazar fuertes ataques aéreos para recuperar el archipiélago del Atlántico Sur de manos de las tropas argentinas.

Durante la mayor parte de la guerra, un submarino diésel argentino solitario, el San Luis, se opuso a la Royal Navy en el mar. El San Luis no solo regresó a casa ileso por las más de doscientas municiones antisubmarinas disparadas por buques de guerra y helicópteros británicos, sino que emboscó dos veces a fragatas antisubmarinas. Si las armas hubieran funcionado según lo previsto, la victoria británica podría haberse comprado a un costo mucho mayor.

La junta militar gobernante de Argentina se apoderó de las disputadas Islas Malvinas de manera oportunista para sumar puntos políticos en casa. Sin esperar una guerra real, la junta calculó mal la rapidez con la que la primera ministra británica Margaret Thatcher escalaría contra el uso de la fuerza con la suya.

Esta falta de planificación se manifestó en la falta de preparación de la flota de submarinos de la Armada Argentina. Uno estaba en tan decrépito estado que no podía sumergirse con seguridad, mientras que el Salta más moderno estaba siendo reparado. El Santa Fe más viejo insertó hombres rana para ayudar en la invasión inicial el 2 de abril. No fue hasta el día siguiente que el submarino más moderno disponible, el San Luis, recibió órdenes en su muelle de Mar de Plata para partir en una patrulla de combate alrededor. la zona de las Malvinas.

El San Luis era un submarino diésel alemán Tipo 209 construido en grandes cantidades para servir como un submarino más pequeño y rentable para los países menos ricos. Desplazando sólo 1.200 toneladas con un complemento de tripulación de treinta y seis, el San Luis llevaba catorce torpedos antisubmarinos Mark 37 y diez torpedos guiados por cable SST-4 fabricados en Alemania para su uso contra objetivos de superficie. Podía nadar a cuarenta y dos kilómetros por hora bajo el agua o veintiuno en la superficie, y tenía una profundidad máxima de buceo de quinientos metros.

Sería un cliché común a muchas historias de logros militares inverosímiles enfatizar la habilidad de la tripulación del San Luis, pero de hecho, los mejores oficiales de submarinos de Argentina estaban en Alemania en el momento de la Guerra de las Malvinas. En su lugar, el San Luis se conformó con suboficiales encargados de muchos departamentos claves del barco. Su comandante, el capitán de fragata Fernando Azcueta, era un submarino veterano, pero no tenía mucha experiencia con el modelo Tipo 209.

Además, el San Luis estaba en pésimas condiciones y tuvo que someterse a reparaciones rápidas e incompletas. Su snorkel tenía fugas, sus bombas de achique no funcionaban bien y uno de los cuatro motores diésel no funcionaba. Los buzos pasaron casi una semana entera tratando de limpiar los crustáceos del casco y la hélice del San Luis, que impedían la velocidad y el sigilo de la embarcación.

El submarino argentino finalmente se hizo a la mar el 11 de abril y se colocó en posición de espera mientras la situación política seguía deteriorándose. Las cosas no tuvieron un comienzo prometedor. El sistema de control de fuego del San Luis le permitió guiar automáticamente tres torpedos simultáneamente después del lanzamiento. Entonces, por supuesto, se averió después de solo ocho días en el mar, y ninguno de sus suboficiales sin experiencia sabía cómo arreglarlo. La tripulación solo podría lanzar un torpedo a la vez bajo guía manual por cable. Aún así, se decidió que el San Luis debía continuar con su misión.

Mientras tanto, el 17 de abril se envió el Santa Fe, un viejo submarino de la clase Balao que había servido a la Armada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, para transportar marines y técnicos para reforzar a las tropas que se habían apoderado de la isla de Georgia del Sur. Aunque desplegó con éxito las tropas el 25 de abril, no pudo partir con la suficiente rapidez y fue detectado a las 9 a.m. por el radar de un helicóptero Wessex británico, al que pronto se unieron helicópteros Wasp y Lynx. El Santa Fe fue dañado por dos cargas de profundidad, fallado por un torpedo, alcanzado por misiles antibuque AS-12 y ametrallado por fuego de ametralladora. El capitán hizo varar el submarino, que fue capturado junto con su tripulación por tropas británicas poco después. El ataque al Santa Fe marcó los primeros disparos de la campaña británica.

Al día siguiente, se ordenó al San Luis zarpar hacia las aguas alrededor de las islas en disputa, y el día 29 se le autorizó a disparar contra cualquier buque de guerra británico que encontrara.

Sin embargo, la Royal Navy había interceptado las comunicaciones del San Luis y desplegó sus helicópteros y fragatas para cazarlo. Según un recuento, la Royal Navy tenía diez fragatas o destructores y un porta-helicópteros asignados al menos en parte a tareas antisubmarinas, así como seis submarinos de patrulla.

El 1 de mayo, el sonar pasivo del San Luis detectó el HMS Brilliant y el Yarmouth, ambos fragatas antisubmarinas especializadas. Azcueta lanzó un torpedo SST-4 a una distancia de nueve kilómetros, pero poco después del lanzamiento, los cables de guía del torpedo se cortaron. Azcueta rápidamente se sumergió en su submarino para esconderse en el fondo del mar. El Brilliant detectó el ataque, y las dos fragatas y sus helicópteros iniciaron una frenética persecución de posibles contactos de sonar. Lanzando treinta cargas de profundidad y numerosos torpedos, los barcos británicos volaron con éxito varias ballenas por sus esfuerzos.

Al día siguiente, el submarino británico Conqueror torpedeó al crucero argentino General Belgrano, que se hundió junto a 323 miembros de su tripulación. Toda la flota de superficie argentina se retiró posteriormente a las aguas costeras, dejando al San Luis como el único buque argentino que se oponía a la fuerza de invasión británica. Los barcos y helicópteros británicos comenzaron a informar contactos de sonar y avistamientos de periscopios en todas partes, y lanzaron nueve torpedos en aguas que el San Luis nunca llegó a acercarse.

La tripulación del San Luis, por su parte, pensó que había sido atacada por un submarino británico el 8 de mayo, y luego de realizar maniobras evasivas, lanzó un torpedo Mark 37 contra un contacto submarino. Se escuchó la explosión del torpedo y se perdió el contacto. Esto también era probablemente una ballena.

Dos días después, San Luis detectó las fragatas antisubmarinas Tipo 21 HMS Arrow y Alacrity en el paso norte de Falkland Sound. Enmascarado por el ruido producido por las rápidas fragatas, el San Luis se deslizó a cinco kilómetros del Alacrity, disparó otro torpedo SST-4 y preparó un segundo para el lanzamiento.

Una vez más, los cables del SST-4 se cortaron poco después del lanzamiento. Sin embargo, algunos relatos afirman que el torpedo en realidad golpeó un señuelo remolcado por el HMS Arrow, pero no detonó. Azcueta desistió de disparar el segundo torpedo y ordenó al San Luis que se retirara para evitar un contraataque.

Sin embargo, los barcos británicos siguieron navegando sin darse cuenta del ataque. ¡El capitán de la prontitud ni siquiera se enteró de la llamada cercana hasta después de la guerra!

Desmoralizado, Azcueta comunicó por radio que los torpedos eran inútiles y recibió permiso para regresar a la base, lo que logró el 19 de mayo. La guarnición argentina se rindió el 14 de junio antes de que el San Luis pudiera ser devuelto al mar. Quince años después, el San Luis se convirtió en uno de los tres submarinos Tipo 209 que se desmantelaron después de una revisión incompleta. Otros cincuenta y nueve sirven en varias armadas.

¿Qué salió mal con los torpedos del San Luis? Hay media docena de explicaciones, que sostienen que los errores de la tripulación y las fallas técnicas son culpables. El fabricante AEG afirmó primero que los torpedos habían sido lanzados desde demasiado lejos y sin contacto activo con el sonar. Otra afirmación es que las tripulaciones argentinas invirtieron erróneamente la polaridad magnética de los giroscopios en los torpedos, lo que hizo que se descarriaran. Sin embargo, también hay evidencia que los torpedos no pudieron armar sus ojivas y no pudieron mantener la profundidad. Sugestivamente, AEG implementó numerosas mejoras al torpedo después del conflicto de las Malvinas.

El San Luis no era un súper submarino ni tenía una súper tripulación. Sin embargo, beneficiándose de un comandante competente que utilizaba tácticas ordinarias, logró dar vueltas en torno a una docena de fragatas antisubmarinas de una de las armadas más capaces del mundo, y podría haber hundido fácilmente varios buques de guerra si sus torpedos hubieran funcionado como se esperaba.

La Royal Navy, por su parte, gastó cientos de costosas municiones antisubmarinas y envió 2.253 salidas de helicópteros persiguiendo contactos falsos; sin detectar el San Luis en ninguna de las ocasiones, se acercó al campo de tiro.

La guerra submarina real ha sido, afortunadamente, extremadamente rara desde la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de Falkland sugiere que los submarinos diesel baratos podrían ser muy difíciles de contrarrestar incluso cuando se enfrentan a adversarios bien entrenados y equipados.