martes, 12 de mayo de 2020

Osvaldo Ardiles y sus decisiones durante el conflicto

Las dramáticas decisiones que debió tomar Osvaldo Ardiles durante la Guerra de Malvinas y la historia de su primo Pepe, derribado por un avión inglés 

Para 1982, Ossie era un mito viviente en el Tottenham inglés. Cuando el conflicto bélico estalló, sentó su postura en torno a las Islas y decidió marcharse del equipo donde era ídolo: “No puedo jugar en un país que está en guerra con el mío”. Al unísono, su primo José Leónidas combatía contra los Sea Harrier
Por Rodrigo Tamagni  ||  Infobae




Osvaldo Ardiles el 3 de abril de 1982, en la semifinal de la FA Cup ante Leicester: fue el último partido antes de abandonar el equipo por la guerra de Malvinas (Foto: Reuters)

“¡Ossie va a la guerra!”. El titular del diario sensacionalista británico era el remate de un cambio de paradigma. Osvaldo Ardiles había dejado de ser la leyenda, el héroe, el primer extranjero en enamorar a las frías tribunas inglesas. Ardiles, ahora, era el argentino símbolo de una guerra sobre el suelo de las Malvinas que había tenido su capítulo inicial de manera inesperada el 2 de abril de 1982, apenas unas pocas horas antes de que el Tottenham disputara la semifinal de la FA Cup por segundo año consecutivo con Ossie como gran estrella. Por esas mismas horas, su primo José Leonidas se preparaba para enfrentar a los ingleses en el aire malvinense con su avión Mirage.

El 3 de abril, los Spurs se impusieron 2-0 sobre el Leicester en Villa Park y sacaron el boleto para defender el título en el torneo más longevo del planeta. La temporada anterior, el equipo había conquistado por sexta vez la corona a expensas de una brillante actuación de Ardiles, que hasta se había ganado el reconocimiento de que le hicieran un tema en su honor titulado Ossie’s Dream. Pero aquella tarde de 1982 en Birminghan algo se resquebrajó: Julio Ricardo Villa fue suplente y Ardiles, por primera vez, escuchó la hostilidad de las tribunas cada vez que intervenía en el juego. “Nunca había recibido chiflidos. Eso fue un shock”, recordó aquella escena en el documental White, Blue and White de ESPN. Esa misma noche se subió a un avión, se marchó a Argentina para sumarse al plantel nacional que iba a jugar el Mundial y dejó un mensaje que hacía prever lo que ocurriría luego: “No sé cuándo volveré, simplemente no lo sé". Los titulares de los suplementos deportivos ingleses llevaron su rostro.



Las horas se consumieron de manera vertiginosa en Inglaterra, en Argentina, sobre el suelo malvinense y en la vida de Ardiles. Entre el desembarco de las tropas nacionales en las Islas, los gritos vehementes y etílicos de Galtieri en el balcón de la Casa Rosada y la primera presentación oficial del cordobés en su tierra natal pasaron doce días. El 14 de abril, fue titular en el empate amistosos 1-1 contra la Unión Soviética que el equipo del Flaco Menotti afrontó en el Monumental. Ossie ya había comenzado a carburar una idea difícil, que en su interior era controversial: “No puedo jugar en un país que está en guerra con el mío". Esa misma frase dijo ante los micrófonos ingleses en medio del conflicto.

El mediocampista por entonces tenía 29 años y, a pesar de perjuicio personal y las complicaciones filosóficas que existían en su cabeza sobre el combate entre su país de origen y el de adopción, no dudó en expresarse abiertamente –otra vez ante los periodistas ingleses– sobre el conflicto: “Yo siento que son nuestras. Estoy contento por el momento que sean nuestras. Espero que estos problemas se resuelvan de manera pacífica”.

“El país en el cual yo había nacido estaba en guerra con el país que me había adoptado. Para mí fue muy fuerte, increíblemente fuerte”, explicó tiempo después sobre el engranaje que trabajaba en su cabeza. Ardiles había arribado a Inglaterra junto con Villa en julio de 1978 a cambio de 750 mil libras esterlinas en una operación que sacudió al país: los campeones mundiales eran los primeros sudamericanos en sembrar una semilla en la cuna del fútbol. Cuatro años más tarde, con dos títulos sobre sus espaldas, eran parte de una sociedad conservadora que los había abrazado como propios. A punto tal, que aquel 3 de abril, mientras todos los hostigaban, los fanáticos Spurs lo defendieron y colgaron una bandera icónica: “Argentina can keep the Falklands, we’ll keep Ossie” (Argentina puede quedarse con las Malvinas, nosotros mantendremos a Ossie).

Entre fines de abril y comienzos de mayo, el furor bélico en Argentina crecía al compás del impulso mediático que inyectaba un nacionalismo cegador de la mano del “estamos ganando”. Los días de todos estaban dominados por el vértigo: el 25 de abril se registraron las primeras escaramuzas y el 1 de mayo los Ardiles se enteraron de una noticia paralizante. El avión Mirage Dagger de José Leonidas Ardiles –de 27 años y primo de Ossie– había sido derribado por un Sea Harrier. Nadie tenía noticias del Pepe pero había sospechas de que no había podido eyectarse de la aeronave.


José Pepe Ardiles, héroe de Malvinas, que fue derribado por aviones ingleses

“El 1° de mayo ellos muy temprano hicieron el primer ataque con los Vulcan al Puerto Argentino. Ahí la Fuerza Aérea sur, que estaba en Comodoro Rivadavia, organizó una serie de vuelos para ir sobre Malvinas con la idea de impedir los ataques de los ingleses sobre el Puerto. Íbamos a salir con el Pepe Ardiles y cuando estábamos yendo al avión, me dice: ‘Señor, ¿me deja que voy a hablar con mi señora?’. Lo hace y luego ponemos en marcha los aviones; el mío tenía fallas en un sistema. Empiezan a tratar de solucionarlo, no pueden y mientras tanto lo hacen rodar a Ardiles", recordó con Infobae el Brigadier Carlos Rohde, quien era el jefe de sección. “Lo hicieron despegar solo. Yo me estaba atando en otro avión, cuando vienen y me avisan que la misión se había suspendido. Me bajé tranquilo, cuando llegué al centro de operaciones, pregunté: ¿Ardiles está consumiendo combustible? No, a Ardiles lo mandaron a Malvinas... Y ahí, lamentablemente, no volvió más".

“Él no llegó a eyectarse ni nada. Cayó con un avión en una isla. Nosotros nos enteramos a la hora y media que lo habían derribado porque no regresaba, y nosotros teníamos una autonomía limitada para ir a Malvinas y regresar: no teníamos más de cinco o siete minutos para estar sobre las Islas. Todos estábamos pendientes del retorno: después nos confirmaron que por el radar habían visto que había sido derribado”, detalló Rohde, que había sido profesor del Pepe en el curso de aviador militar previamente y trataba al héroe argentino como un hijo. Pepe recibió el impacto de un misil aire-aire Sidewinder AIM-9 al ser sorprendido por dos Sea Harrier británicos tras atacar a una fragata que se dirigía a Darwin.

Mientras su primo defendía la soberanía argentina, Osvaldo estaba concentrado con el equipo argentino y a horas de emprender el vuelo hacia España para defender el título en la Copa Mundial del 82. El fluir de lo ocurrido llegó de un modo frenético: “A mí un día me dijeron que mi primo estaba combatiendo en las Islas Malvinas y a los dos o tres días que había desaparecido, pero no se sabía si había muerto”. La desinformación era una herramienta de guerra para confundir al enemigo ante la especulación de una intercepción de las comunicaciones. Así se generó el velo de misterio en torno a la muerte del Pepe: “Era confuso. Una vez nos dijeron ‘esta noche vamos a recuperar los cuerpos de (Carlos) Perona y Ardiles’. Hubo testigos que habían visto caer el avión en la Isla Bougainville, que es una islita al sur. Después de dos o tres días, un helicóptero sobrevoló la zona, estaba el humo todavía porque el avión se clavó de punta. No vieron ningún sobreviviente. Después fueron personalmente a buscar en el agujero algún vestigio y no había nada”. El que dio los detalles ante Infobae es Mario Callejo, compañero en la fuerza desde el 72, amigo íntimo y padrino de María Inés, la hija menor del Pepe (Sebastián, el mayor, es un destacado integrante de la fuerza aérea hoy en día). “Su papá todavía esperaba verlo vivo. Pensaba que estaba prisionero en Inglaterra y no le podíamos sacar la idea. Fue a Londres y estuvo habitación por medio con el que lo había derribado. No sé si estuvo tan convencido, pero al menos se volvió tranquilo. No se sabe nunca en el corazón de un padre hasta dónde llega la esperanza”, agregó.


Ossie se enteró durante la preparación con Argentina para el Mundial 82 que su primo estaba combatiendo en las Malvinas (Foto: Reuters)

“Mi tío pasó mucho tiempo tratando de localizar su cuerpo para descubrir qué sucedió exactamente. Se hablaba de una Isla donde se encontraban prisioneros de guerra argentinos, una isla británica. Mi tío vino a Inglaterra para investigar el asunto, esperando, supongo, que encontraría vivo a mi primo”, rememoró el hecho Ardiles en su autobiografía Ossie’s Dream que se publicó en 2009. Él fue un actor central en toda esta investigación familiar: le gestionó una reunión con autoridades británicas que le brindaron a su tío precisiones sobre lo ocurrido. Aunque la confirmación definitiva llegó de una manera inesperada: “Recibí la carta del piloto que lo derribó básicamente para que mi tío no lo siguiera buscando. Explicaba que él había sido el que lo había derribado, que el avión había explotado. Y que no había tenido tiempo para saltar, absolutamente nada”, detalló en el documental español Informe Robinson sobre el texto que le envió el militar Bertie Penfold para confirmar la muerte.

Todo el drama familiar se desarrollaba mientras Ardiles era un protagonista central de la Guerra. De aquí y de allá. El 8 de mayo fue uno de los cuatro integrantes del plantel argentino que participó en Las 24 horas por Malvinas, el programa que dominó las emisiones de todo un día con la idea recaudar fondos para los soldados. “Quiero agradecer en nombre de todos mis compañeros que nos hayan invitado a este programa y que podamos estar así, juntos, de alguna manera, poniendo nuestro granito de arena para esta gran causa nacional que son las Islas Malvinas”, dijo con su mirada perdida en el vacío, con una mueca pseudo sonriente de compromiso, los brazos entrelazados como cementados y dando todas las precisiones gestuales de que no quería estar allí. Recién hablaría públicamente de lo ocurrido con su primo en junio, a horas de disputar el segundo partido de la fase de grupos contra Hungría, donde marcó su único gol en la Copa del Mundo.


Este proceso era caótico. Traumático. Feroz. Aquellos insultos y abucheos del 3 de abril se habían transformado en ataques mediáticos sin trinchera. “Fue difícil con la prensa. Me decían: ¿qué te gusta de Inglaterra? Yo decía el golf y entonces ya era pro inglés. ¿Qué te gusta de Argentina? Los bifes, entonces ya era pro argentino. Fue salvaje. Cuando hay una guerra lo primero que se olvida es la verdad”, detalló varias décadas más tarde. Tomando su paso por el servicio militar obligatorio a mediados de los 70, un periódico británico publicó durante el conflicto bélico que Ardiles estaba dispuesto a ir a Malvinas: “Salió en primera plana que yo iba a pelear contra los ingleses, que iba a matar ingleses. Partían del hecho que yo había hecho el servicio militar acá y que claramente era un reservista, por lo cual teóricamente yo podía ser llamado a combatir. A través de eso hicieron toda esa historia de que yo iba a matar ingleses. Fue muy duro”.

“Todo eso me pasaba a mí. Me sentía mal en Inglaterra. Me sentía mal en Argentina. Me sentía mal en todos lados. Malvinas me destruyó a mí, claramente. A partir de ahí no pude volver a Inglaterra. Fue un período increíblemente triste. Cada día había algo peor, y algo peor, y algo peor...”.


"Ardiles va a la guerra": uno de los titulares de los diarios británicos durante el conflicto bélico

El 14 de junio la pólvora dejó de ser el olor predominante en Malvinas. El equipo nacional de fútbol había perdido el día previo a la rendición militar contra Bélgica en el debut del Mundial y dos semanas más tarde los conducidos por Menotti, defensores de la corona, se despedían de la Copa del Mundo con una imagen deslucida. Ardiles, sin embargo, todavía tenía que afrontar las esquirlas personales del caos militar ajeno. En Inglaterra era un argentino y en Argentina era un inglés. Lo que había madurado durante la estadía con la Selección debía cristalizarse en el mercado de pases: Tottenham no quería deshacerse de su estrella, de su ídolo, a pesar de todo y el acuerdo fue que se marcharía solamente a préstamo por una temporada para apaciguar los ánimos.

El París Saint Germain, de una liga francesa que recién había puesto la piedra angular rumbo a un fútbol de elite, hizo oficial el acuerdo el 3 de julio horas después de la derrota argentina contra Brasil que marcó el adiós del Mundial: “Como es de público conocimiento mi partida es por la Guerra de Malvinas”, dijo ante la TV francesa. Allí vivió su momento más “desastroso”: sólo estuvo en 17 partidos e hizo 1 gol. “Jugué muy mal. La mente siempre domina al cuerpo. Jugaba tan mal que no podía creer que jugaba tan mal. Hacer lo básico me costaba. Estaba destruido. Los dos países que yo quería habían estado en guerra, muertos de un lado y muertos del otro. Sentía cada muerte”.


Ossie con la número 1 contra Brasil en el partido que marcó la eliminación del Mundial 82 (Foto: Reuters)

El tiempo, sin embargo, empezaba a cicatrizar las primeras heridas. Para enero de 1983, Ardiles ya estaba de vuelta en suelo inglés y se mostraba feliz ante la cadena ITN News: “Mirando atrás creo que la decisión que tomé fue la correcta. No tengo nada de qué arrepentirme porque no dije nada malo de Inglaterra. Soy muy honesto. Nunca dije nada malo. Me siento como en casa. Estoy contento. No sé cómo será la reacción del público, algunos van a estar contentos y otros no". Al final del túnel, acumularía en total 311 presentaciones, 25 goles y 4 títulos (entre los que se destacan la UEFA Cup) a lo largo de diez temporadas en los Spurs. Además, fue el primer entrenador no británico que tuvo el equipo cuando lo eligieron para comandar al plantel en 1993. Una leyenda.

Su círculo con las Malvinas lo cerró, de un modo particular, a comienzos del 2014. Visitó las Islas, recorrió el cementerio de Darwin, revivió en sus entrañas la historia de su primo héroe de guerra y tuvo un accidente vehicular por las hostiles carreteras isleñas que casi le cuesta la vida como si fuese una ironía del destino.

Ossie’s Dreams, ese lema que lo persiguió en sus días más felices adentro de una cancha, ya no es más un tema musical simpático, su sueño ahora tiene un enfoque más profundo: “La guerra no sirve absolutamente para nada. Solo sirve para enemistar a los pueblos y sostener esa enemistad. Guerra nunca más”. Osvaldo Ardiles el 3 de abril de 1982, en la semifinal de la FA Cup ante Leicester: fue el último partido antes de abandonar el equipo por la guerra de Malvinas (Foto: Reuters)





 

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