Marcos Gallacher
Hace un cuarto de siglo (el 28 de mayo de 1982), comenzaron los combates terrestres en la localidad de Darwin-Prado del Ganso (Malvinas). Tras la derrota de la guarnición argentina allí ubicada, las fuerzas británicas avanzaron hacia Puerto Argentino, librando los combates que concluyeron con el resultado conocido. Aunque se ha escrito mucho sobre Malvinas, aún queda bastante por dilucidar. Un tema poco analizado es el del comportamiento de los oficiales que participaron --liderando pequeñas unidades-- en esos combates.
La importancia del liderazgo queda bien ilustrada en la clásica película El puente sobre el río Kwai : el comandante de los prisioneros británicos (el actor Alec Guinness) se resiste a que sus oficiales realicen trabajos manuales junto a sus hombres. Esta falta de colaboración lo lleva a ser brutalmente golpeado por sus captores. El argumento del comandante británico es simple: si los oficiales hacen el trabajo de los soldados rasos, toda la estructura jerárquica se desmorona. Sin oficiales, un batallón de combate --aun prisionero-- se transforma en una turba amorfa.
Traemos a colación esa referencia por lo siguiente: mirando en TV los actos conmemorativos del 2 de abril, llamó la atención que los responsables de diseñar los programas periodísticos hayan ignorado este importante principio. En esos programas se mezcla el valioso testimonio de soldados conscriptos que estuvieron en las islas con el de periodistas, historiadores populares y comentaristas políticos. Se ignoró por completo a aquellos bajo cuya conducción directa los soldados enfrentaron al enemigo. Nos referimos a los jóvenes oficiales que aportaron, en el terreno, el liderazgo necesario para que un grupo humano funcionara como una unidad de combate.
El grado militar de estos oficiales fue variado: en el Ejército, desde subtenientes recién egresados del Colegio Militar hasta mayores, teniente coroneles o coroneles. A casi ninguno de éstos se entrevistó. Una excepción a lo anterior fue el actual embajador Balza (teniente coronel en Malvinas). Los comentarios de Balza fueron --merece destacarse-- muy valiosos para entender lo que realmente ocurrió. En definitiva, el militar profesional --al igual que el médico, el abogado o el ingeniero-- conoce su oficio mejor que la mayoría de los legos. Son ellos --y no los legos-- los que mejor pueden analizar qué pasó y las enseñanzas que pueden sacarse de lo actuado. El militar profesional --en particular el oficial-- es el que vertebra un grupo de hombres y lo transforma en un instrumento de combate. Este oficial tiene una preparación que le permite poner en un contexto más amplio la experiencia cotidiana y, por lo tanto, aprender de ella.
El ciudadano medio tiene dificultad en comprender el conflicto Malvinas, pues --entre otras causas-- la mayor parte de lo que lee o ve en televisión proviene de observadores que no estuvieron en el teatro de combate o, si estuvieron allí, lo hicieron como soldados conscriptos, cuyo valor no se pone en duda, pero cuya perspectiva es necesariamente limitada. Pocos saben, por ejemplo, que el porcentaje de oficiales muertos en los combates terrestres fue superior al de suboficiales y soldados: el 2,5 por ciento de los oficiales que participaron en el teatro de operaciones fue muerto en combate, contra el 1,7 de los suboficiales y el 1,9 de los soldados. No somos especialistas en historia militar. Sin embargo, por lo poco que hemos leído, no resulta frecuente que las bajas de oficiales superen a las de soldados: en el Ejército Argentino, esto efectivamente ocurrió.
El conflicto Malvinas sigue siendo una herida abierta para muchos argentinos. Sin embargo, pueden aprovecharse lecciones positivas. Al respecto, la dura resistencia que ofrecieron nuestros compatriotas en varios de los enfrentamientos resultó --en una medida importante-- de liderazgo a nivel de las pequeñas unidades. Las organizaciones argentinas --sean privadas o públicas-- tienen una enorme falencia de liderazgo. Tal vez algunos de los ejemplos positivos de Malvinas --que los hay-- pueden servir para comprender mejor en qué consiste este liderazgo que tanto necesitamos.
Marcos Gallacher es profesor de Organización Empresaria en la Universidad del CEMA.
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