Una carta de amor desde Malvinas: “Si en el más allá se quiere, yo no voy a dejar de hacerlo”
Cristina Pérez
Mario Giraldez es uno de los 23 mil argentinos que fue a la guerra de Malvinas. El 13 de abril de 1982 embarcó hacia un destino incierto, dejando atrás al gran amor de su vida: Mónica Ávila. Durante estuvo ante la terrible disyuntiva de la existencia de pensar que él tal vez podía morir y que entonces tenía que escribirle una carta a su amada, como si realmente eso fuera una posibilidad: que ella recibiera solamente de él una carta y que ya no estuviera en este mundo. En esa carta, Mario Girladez le decía que si había algo más allá de esta vida, seguramente él la iba a seguir amando. Una historia de amor que se selló con una carta desde Malvinas. Una carta cuando no había certeza de si vivía o moría al otro día.
Mónica Ávila y Mario Giraldez.
Cristina Pérez: Estamos con Mario Giraldez, que no sólo volvió de Malvinas, sino que pudo abrazar a la mujer a la que nunca le iba a llegar la carta de amor de un hombre que había partido por el horror de la guerra. Hola Mario, buenas noches. ¿Cuánto pasó de esa carta?
Mario Giraldez: “35 años”.
Cristina Pérez: ¿Nos podés contar cuándo escribiste esa carta? ¿Dónde estabas? ¿Cómo fue ese momento?
Mario Giraldez: “Cuando nos enteramos que vamos a Malvinas, se me dio la posibilidad de creer estar bien preparado para la guerra pero siempre estaba la posibilidad de no volver. Entonces quería que mis afectos supieran cuánto los quería. Antes de partir a Malvinas, hice tres cartas. Una para mi madre, otra para la que era en su momento mi novia y una tercera a mi hermano donde le explicaba que si sabía fehacientemente que yo había muerto, entregará las cartas. Él se asustó y entregó las cartas directamente”.
Cristina Pérez: No te puedo creer. O sea, la carta llegó aún sin saber lo que te iba a pasar a vos. Mario, ¿te acordás lo que le escribiste al amor de tu vida en esa carta?
Mario Giraldez: “Si, la tengo acá”.
Cristina Pérez: ¿Nos podes leer la carta delante de ella?
Mario Giraldez: “Si, cómo no”.
‘Monica:
Espero que esta guerra no los toque en forma personal. Y que al recibo de esta carta, tanto vos como todos tus familiares se encuentren bien. Me resulta muy difícil escribir una carta para después de mi muerte estando vivo. Pero siento que es necesario. Te quiero pedir que me recuerdes bien. Si alguna vez me equivoqué, te pido me disculpes y me recuerdes de la mejor forma. También quiero pedirte que busques a otro, que te cases. Que le des ese amor que guardabas para mí. Quiero que busques al hombre, no a un chico como yo, y le entregues tu amor. Ese amor del cual yo recibí una muestra. Cuidá de mamá Olga y dale un beso de mi parte. Y le pidás me perdoné todos los males que le causé. Cuidá de tu padre y querelo. Porque todo lo que hizo y hace es porque te quiere y por tu bien. Otra cosa, y de esta quiero tu palabra. Que los llamés papá y mamá como a todos los hijos que eligen a sus padres. Me despido y podés tener la certeza que si en el más allá se quiere, yo no lo voy a dejar de hacer. Adiós, querida. Espero encuentres a un hombre que te merezca.
Mario’.
Cristina Pérez: Y volviste Mario. Y está Mónica escuchándote leer la carta en esta noche.
Mario Giraldez: “Si, está acá. Ahí te la paso”.
Mónica Ávila: “Hola, buenas noches”.
Cristina Pérez: Mónica, qué carta.
Mónica Ávila: “No, no, no. Yo lloro cada vez que la lee y es como que es un recuerdo imborrable que retorna a la mente el tiempo y la situación. Aparte que nuestro amor creo que sigue tan fuerte como en ese momento”.
Cristina Pérez: ¿Cuándo recibís la carta, sabías que él estaba vivo y te llegaba la carta por error? ¿O creíste que estaba muerto?
Mónica Ávila: “Yo tenía dieciocho años. Nunca pensé que él se iba a quedar allá. En mi adolescencia, ya empezando la juventud, yo sentía que él iba a volver. Que yo tenía que esperar y lo tenía que recibir. Recuerdo escuchar las radios de afuera porque sentía que, al saber que él iba a una guerra, lo que escuchaba en mis oídos no era del todo cierto. Entonces trataba de escuchar radios de otros países. Pero mi cabeza que él iba a regresar”.
Gonzalo Sánchez: Te temblaba el mundo supongo cuando agarraste ese papel. Aparte no tenías forma de comunicarte con él.
Mónica Ávila: “Exactamente. Él parte a Malvinas el día 13 de abril, así que ya había empezado el conflicto. Mario había tenido mucha instrucción como soldado durante todo ese año de servicio militar. Él amaba lo que estaba haciendo. Lo conocía muy bien. Estoy con el desde el año ’78”.
Cristina Pérez: Un hombre que te escribe con esa generosidad y ese amor para decirte que si hay vida después de la muerte te va a seguir queriendo pero que busques un hombre que te ame, creo que cualquier mujer anhelaría esa máxima muestra de amor. Es tremenda esa carta. ¿Creés que esa carta los unió para siempre?
Mónica Ávila: “Si, totalmente. Porque yo la leía y la leía. En los últimos años cuando Malvinas empezó a ser un tema más de diálogo con el exterior era como que esa carta era como un símbolo también de esa espera que yo hice. Yo lo amé siempre, desde el día que lo vi. Esta carta es como una afirmación de ese amor, de esa entrega, de muchas cosas para nosotros”.
Cristina Pérez: Pásamelo a Mario que quiero que me cuente el reencuentro. Te mando un beso gigante Mónica.
Mónica Ávila: “Te paso. Te mando un beso. Muchas gracias por comunicarte”.
Cristina Pérez: Mario, contanos el reencuentro. Cuando volvés con tu vida, tu amor y tu corazón latiendo, ¿cómo fue el encuentro?
Mario Giraldez: “El reencuentro fue muy frío. Mónica siempre le reclama a Malvinas que le robó la sonrisa de la persona que amaba. Pero bueno, son costos que hay que pagar”.
Cristina Pérez: Pero el amor los siguió uniendo. La seguís amando.
Mario Giraldez: “El amor está sobre todo. La sigo amando con todo el alma”.
Cristina Pérez: Cumpliste lo que dice la carta.
Mario Giraldez: “Hace cuarenta años que estamos de novios y seguimos de novios”.
Cristina Pérez: Gracias, Mario Giraldez por darnos este destello de amor en esta noche de diciembre.
Mario Giraldez: “Ojalá los argentinos pudieran encontrar su naranja. Porque no es mi media naranja. Es mi naranja. Ojalá pudieran encontrar a su par, como yo tuve la suerte de hacerlo”.
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