Un expiloto británico de Sea Harrier explicó sus vivencias durante la Guerra de las Malvinas
La Sala Canudas del Aeropuerto de Sabadell acogió la tarde del 13-6-09 una conferencia del capitán de corbeta de la Royal Navy Stephen Lord Harrison, que fue uno de los pilotos de Sea Harrier que intervino en la Guerra de la Malvinas. Harrison ya no pertenece a la Royal Navy y, seguramente, ese factor le permitió expresarse con casi total libertad y relatar algunas de sus experiencias durante el conflicto bélico.
El acto lo organizó la Fundació Parc Aeronáutic de Catalunya, que ya ha promovido otras conferencias en las que pilotos y civiles han explicado sus vivencias profesionales. Asistieron a la conferencia unas 80 personas.
Su exposición, aunque se atuvo a la cronología de los hechos más relevantes del conflicto, resultó algo desordenada pues estuvo salpicada de comentarios personales y vivencias subjetivas, muchas de ellas relatadas en tono irónico y poco autocomplaciente con la típica imagen del «top gun». Ilustró su exposición con el pase de diapositivas y de dos maquetas, una de Sea Harrier y otra del Mirage III, con las que recreó los combates aéreos. Además, aportó datos sobre la prestaciones de algunas aeronaves británicas y argentinas que intervineron en el conflicto y sobre las tácticas de combate que se emplearon. El conferenciante rehusó abordar el hundimiento del navío «Belgrano», cuestión sobre la que dijo que «no sé nada». Stephen dijo que cuando comenzó el conflicto aún no había cumplido los 21 años (nacio en 1961) y que fue el piloto más joven enviado a Malvinas.
Afirmó que una de sus grandes preocupaciones eran los cinco misiles Exocet que tenía Argentina, pues estos misiles, tras el «dispare y olvídese», volaban a baja altura para no ser detectados por el radar, con lo cual eran un arma precisa y mortífera. En el portaviones «Invencible» estaban ocho Sea Harrier y 12 pilotos y otros 12 Harrier con sus 18 pilotos, muy pocos en comparación con las aeronaves de que disponía Argentina. «No teníamos ni idea de a lo que nos estábamos enfrentando. Tenía miedo a sufrir quemaduras o quedar mutilado».
Después criticó y hasta ridiculizó los vuelos que realizaron los bombarderos Vulcan desde la lejana Isla Ascensión para, tras sucesivos reabastecimientos en vuelo, intentar bombardear la pista del aeropuerto de Las Malvinas. Comentó que estos aviones lanzaron 21 bombas y que ninguna consiguió inutilizar la pista. Tras señalar que el Reino Unido perdió siete Sea Harrier (ninguno en combate directo con los cazas argentinos), explicó los daños que sufrió el Sheffield al ser alcanzado por un misil Exocet. Afirmó que el misil no llegó a explosionar, pero que causó 20 muertos y varias decenas de heridos. «Entonces supimos que estábamos en una guerra de verdad. Supimos que podían pasar nuestras defensas y que podían matarnos. A partir de entonces, nuestra mentalidad cambió y tuve que empezar a ganarme el suelo».
Relató que algunas de sus misiones consistían en proteger a los navíos de su país, al aguardar en vuelo a baja altura la llegada de los aviones argentinos para enfrentarse a éstos. En algunas ocasiones, la presencia de los Sea Harrier disuadió al enemigo y él se alegraba de no tener que disparar. Calculó que las misiones que realizó duraban una dos horas y media.
Relató que le encargaron sobrevolar una noche la bahía de San Carlos, donde posteriormente se realizó el mayor desembarco de tropas británicas. Dijo que no conseguía ver nada y que tras realizar pasadas a baja altura recibió fuego antiaéreo. Su Sea Harrier resultó dañado y a duras penas llegó al «Invencible». Dijo que no le hacía ninguna gracia tener que ejectarse del aparato y aguardar en las gélidas aguas a que viniera en helicóptero a rescatarle el príncipe Andrés. El aterrizaje fue brusco pero llegó ileso. En la cubierta del «Invencible» apenas podía andar, estaba agarrotado y temblaba del miedo que había pasado y un superior le autorizó a tomarse unos tragos de ron para superar el trance.
Stephen elogió la actitud de los pilotos argentinos, de los que dijo que «veían como perdían a compañeros pero seguían peleando» con tenacidad y defendiendo su posición en Las Malvinas. También dijo que le encomendaron bombardear las posiciones antiaéreas y antitanque de las tropas argentinas en la isla, llevando en cada misión tres bombas de mil libras cada una. Dijo que «no tengo ni idea de dónde cayeron. Creo que maté muchas ovejas».
Asimismo, recordó que el conflicto enseñó a la Royal Navy que durante los combates tuvieron una escasa cobertura de radar y que habrían sido en este terreno más superiores si hubiesen dispuesto de radares en los helicópteros Sea King. En otro momento de su intervención elogió la táctica de los argentinos de utilizar los Learjet y otros jets civiles para confundir a los británicos y tratar de despistarlos.
El expiloto militar dio cuenta de las barcos británicos que fueron alcanzados por los argentinos. Afirmó que no «siento rencor» y recordó que algunos de sus compañeros llegaron a conocer años después a algunos de los pilotos argentinos. Tras su intervención, los asistentes le formularon preguntas que respondió, a excepción de una sobre las prestaciones de los motores del Sea Harrier. «La respuesta a tu pregunta la encontrarás en Google», respondió irónico.
Sobre los Sea Harrier, consideró que durante los primeros días de la guerra se mostraron superiores a los Mirage y Super Etendard argentinos, al poder frenarse los Harrier en vuelo, esquivar al enemigo y dejar que éste les adelantase, con lo cual se situaban en su cola y les podían atacar sin peligro, pues la velocidad mínima de los Mirage para no perder altura no podía bajar de los 300 kilómetros por hora.
TEXTO Y FOTOS: JOSE FERNANDEZ GARCIA para TODALAAVIACION/AEROSABADELL.COM
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