martes, 9 de mayo de 2023
domingo, 7 de mayo de 2023
viernes, 5 de mayo de 2023
miércoles, 3 de mayo de 2023
El plan contingente de la Fuerza Aérea Argentina frente a la Opción 13 de la RAF
El gran secreto de Malvinas: el plan de Argentina para destruir bombarderos ingleses si atacaban el continente
En 1982 la Royal Air Force tenía entre sus planes bombardear con aviones Avro Vulcan las bases argentinas en Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Recién en 2022 se conoció que la Fuerza Aérea Argentina diseñó la Operación Pampero para contrarrestar la temida amenaza. Los detalles de un operativo top secret que se guardó durante 40 años
Por Mariano SciaroniInfobae

Avión Avro Vulcan B.2 utilizado por la Real Fuerza Aérea para cumplir operaciones en el Atlántico Sur. Esta aeronave, matrícula XM597, cumplió misiones sobre Malvinas con misiles antirradar Shrike norteamericanos
Existen documentos desclasificados de la guerra de Malvinas que cuentan como la Royal Air Force británica planeó bombardear con aviones Avro Vulcan bases aéreas argentinas. Los blancos elegidos: Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Pero recién 40 años más tarde se reveló uno de los secretos mejor guardados del conflicto armado: los planes que ideó la Fuerza Aérea Argentina para contrarrestar esta temida amenaza.
Los británicos habían considerado el escenario que llevaría la guerra al continente: el ataque a bases argentinas (ver el excelente artículo de Alejandro Amendolara “Opción 13″: el plan secreto de los ingleses para bombardear Buenos Aires durante la guerra de Malvinas en Infobae), pero la decisión política de no escalar el conflicto, en base a la posición de Estados Unidos al respecto y el temor que se activara el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) poniendo a toda Latinoamérica contra Gran Bretaña, hizo que esos planes se dejaran de lado.
Sin embargo, para mediados de mayo, con las grandes pérdidas de la Royal Navy y sin avances significativos en tierra, la Fuerza Aérea Británica decidió reactivar el plan de ataque. La aviación inglesa ya había ejecutado varias de las misiones de bombardeo de largo alcance “Black Buck” (Ciervo Negro), por lo que las preguntas iniciales acerca de “largas travesías aéreas sobre el mar con múltiples reabastecimientos en vuelo” habían sido contestadas. Podía hacerse.
Hay aquí que aclarar que el planeamiento no es siempre la antesala de la ejecución. Los militares muchas veces planean operaciones o misiones para la eventualidad de necesitarlo, lo que estará sujeto a la propia dinámica de la guerra y orientada por los fines políticos que la desencadenaron.

En ese orden de cosas, es más que interesante el memo preparado en el seno de la Royal Air Force el 25 de mayo de 1982, que da cuenta que el ataque a los aeródromos del sur continental era posible y que se justificaba porque “reduciría la efectividad de las fuerzas aéreas argentinas en atacar nuestras unidades marítimas y la efectividad del apoyo terrestre y logístico para las fuerzas argentinas en las Malvinas. Asimismo, esos ataques en las bases continentales tendrían impacto en la opinión pública y oficial argentina, así como serían un visible indicador de la determinación permanente del gobierno de Su Majestad”.
El ataque sería llevado a cabo con los cuatrimotores Avro Vulcan que despegarían desde la Isla Ascensión, y requerirían el apoyo de hasta once aviones reabastecedores Handley Page Victor. Lo cierto es que la carga de bombas a llevar (por la distancia) debería ser reducida, no más de 7 bombas de 1.000 libras (el avión podía cargar 21) de caída libre o solamente 3 bombas guiadas por láser (máxima cantidad de estas bombas que admitía este avión). Las bombas guiadas necesitarían, además, un equipo en tierra que las apunte.
Se volaría a gran altura (también, para ahorrar combustible) y solo en la etapa final del ataque se reduciría la altitud, aún cuando a no menos de 8.000 pies (2.438 metros), ya que las bases argentinas (se conocía) contaban con defensas de artillería antiaérea.
Las misiones, se consideraba, podrían destruir las pistas y las instalaciones militares cercanas, por lo cual era un riesgo aceptable para correr: un único bombardeo podría destruir varios aviones y equipos y, con ello, aligerar en mucho la presión sobre la Marina Real. Esos ataques serían realmente al límite de las capacidades británicas y, vale decir, requerirían de tripulaciones altamente entrenadas y motivadas.
Si bien todo este planeamiento era, obviamente, secreto, la Fuerza Aérea Argentina no desconocía las capacidades británicas de atacar con bombarderos el continente. Conocían a la perfección el avión Vulcan y su alcance (la Argentina había estado interesada en adquirirlo antes de la guerra, algo que fue finalmente vetado por Gran Bretaña), así como había experimentado sus bombas sobre la pista de Puerto Argentino.
Con la amenaza del continente bombardeado, nació la Operación Pampero el 20 de mayo de 1982 en Merlo (Provincia de Buenos Aires), en el seno del Comando de Defensa Aérea. El plan tenía como claro propósito “detectar, interceptar y destruir material aéreo de bombardeo, reabastecimiento y/o reconocimiento británico en su ruta hacia o desde territorio continental”. Recién en el año 2022 vio la luz, permaneciendo secreta en los archivos hasta hoy.

La operación tenía dos fases.
La primera de ellas implicaba desplegar a la Base Aérea Militar (BAM) Mar del Plata dos aviones Mirage III, armados con cañones y un misil Matra 530, dos aviones Dagger armados con cañones y misiles Shafrir y un avión Learjet de apoyo (con matrícula LV-OAS y de la firma Ledesma S.A.A.I.)
Los Mirage III, franceses y los Dagger, una copia israelí del Mirage V, eran de las únicas aeronaves en el inventario militar argentino con posibilidades ciertas de atacar a un bombardero ágil y veloz como el Vulcan.
La segunda fase era la de ejecución. Una vez detectado un despegue de la Isla Ascensión (desde donde operaban los aviones de la Royal Air Force que podían llegar al continente), los aviones argentinos saldrían y se dirigirían a un punto de interceptación prefijado (Puntos A, B y C, según cual fuera el objetivo previsto), para esperar a los enemigos y derribarlos.

La parte más difícil era detectar un despegue de estos aviones y, los documentos de la Operación Pampero solo mencionan que esa información sería dada por una “fuente confidencial”. La Isla Ascensión está, realmente, en medio de la nada y no había casi ojos curiosos que pudieran reportar esa información.
Los únicos ojos que podrían reportarlo eran los de los marinos soviéticos del Zaporozhye, un buque espía de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase “Primorye” (Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera Clase P. Zyryanov. Este buque se encontraba desde el 29 de abril frente al aeródromo de la isla.
Sea o no fuera esta la “fuente confidencial”, los documentos indican que la misma proporcionaría específicamente la hora de despegue y el rumbo al cual se dirigían los bombarderos británicos, con lo cual podría inferirse a que base se atacaría.
La interceptación y ataque se haría en medio del océano (entre 500 y 770 kilómetros mar adentro) y, llegado el caso que no se pudiera interceptar a los bombarderos antes de atacar las bases, se procuraría hacerlo en su viaje de regreso.
Hay que tener en cuenta que iba a ser necesario por lo menos un mínimo de luz solar para poder identificar a las CHINCHES (nombre clave que se deba a los aviones enemigos), en tanto se requería identificación visual para poder disparar (solo los Mirage III poseían radar, los demás aviones solo podían detectar otros aviones a través de la visión de sus tripulantes).
Los indicativos y claves asignados requieren un párrafo aparte. La escuadrilla de interceptación serían los HALCON y el LearJet de apoyo sería LIBRA. Los aviones enemigos serían, como se dijo, las CHINCHE, con diversos colores según el tipo de avión (Vulcan: CHINCHE AZUL, Nimrod: CHINCHE ROJA, etc). Para el caso que se destruyera alguna CHINCHE, se anunciaría que se fue AL BOMBO, si el combustible estaba al mínimo se señalaría que estaba DESINFLADO, la meteorología podría estar DULCE o ACIDA, según buena o mala, entre otros. Y si el enemigo lograba escabullirse, pasando a los interceptores, solo se anunciaría PASARON.
Pero los británicos, finalmente, nunca pusieron en marcha el plan de bombardear las bases continentales, ni los argentinos desplegaron a los aviones interceptores a la BAM Mar del Plata.
Sin embargo, el día 29 de mayo a las 6:00 hs, se emitió una alerta amarilla por despegue de dos aviones bombarderos Vulcan, con rumbo sur, lo que habría ocurrido a las 3:00 hs desde la Isla Ascensión.
Esta información pudo bien haber provenido del buque de inteligencia Zaporozhye, que seguía en las cercanías de dicha isla en ese momento. Lo cierto es que los datos llegaron al CAE (Comando Aéreo Estratégico) desde Estados Unidos vía el brigadier Peña, quien alertó específicamente que los enemigos llevaban misiles anti-radar. En este caso, la inteligencia militar parece haber alertado de la misión “Black Buck 4″, que consistía en un ataque contra radares emplazados en Malvinas, por parte de un Avro Vulcan, ataque que fue abortado por no poder el avión reabastecer en vuelo.
No había, en ese momento, aviones desplegados en Mar del Plata, pero se pusieron en alerta a los interceptores Mirage argentinos en las bases del sur, por si se acercaban al continente.
La isla Ascensión desde el buque espía soviético Zaporozhye. Son visibles claramente las instalaciones militares del aeropuerto
En la planificación también se consideró defender Buenos Aires y sus alrededores de ataques aéreos británicos, por lo que había en alerta (desde el 19 de abril) dos Mirage III en la Base Mariano Moreno y dos Dagger en Tandil, complementados con aviones IA-58 Pucará en La Plata y aviones MS-760 Paris en Mar del Plata.
¿Qué podría haber sucedido si los británicos intentaban bombardear las bases continentales? Nunca lo sabremos, pero es interesante conocer que la Fuerza Aérea Argentina había previsto ese escenario y planeado como contrarrestarlo.
Quizá hubiera todo terminado con el mensaje de un piloto de Mirage de CHINCHE AZUL AL BOMBO. O un grito de guerra de los aviadores en los combates aéreos de la guerra de Malvinas: “¡No hay quien pueda!”.
lunes, 1 de mayo de 2023
sábado, 29 de abril de 2023
El frustado de ataque de gran ala del 3 de mayo
31 aviones y 64 bombas: el ataque masivo de la Fuerza Aérea que pudo cambiar el rumbo de la Guerra de Malvinas
Un día después del hundimiento del Crucero General Belgrano, informes de inteligencia establecieron la presencia de un portaaviones inglés en una zona cercana a las islas y al alcance de la aviación. La decisión de atacar el 3 de mayo de 1982. Las razones de la Armada Argentina para rehusarse y el desenlace de una operación que dejó enseñanzas
Por Mariano Sciaroni ||| Infobae

El 3 de mayo la Fuerza Aérea se desesperaba por golpear al enemigo.
Los combates habían arrancado el primer día de mayo, pero el día 2 había sido una gran pausa, mientras ambos contendientes repensaban sus estrategias.
Las primeras noticias del día no resultaban alentadoras.
El pequeño buque de la armada, ARA Alférez Sobral, en misión de búsqueda de una tripulación derribada, había sido dañado por los británicos. Más allá de esta pésima novedad, lo cierto es que, con ello, los mandos corroboraron que los ingleses no estaban lejos de la posición de ese ataque y, por tanto, podrían ser a su vez atacados.
Todo comenzó a moverse rápidamente a las 13:15 hs, cuando el teléfono sonó en la sede del Comando Aéreo Estratégico (CAE) en Comodoro Rivadavia y, desde la Agregaduría Militar en Estados Unidos, el Comodoro Massa informó que “fuentes externas” (posiblemente un satélite soviético), informaban de “un (1) portaaviones y tres (3) buques (posiblemente fragatas)” en una posición determinada, al sur de Malvinas y al alcance de la aviación continental.
Mientras las autoridades aeronáuticas se miraban perplejas y comenzaban a reaccionar para orquestar la respuesta, llegó otra información muy relevante.
La misma había sido proporcionada por el PATO, un avión Lockheed C-130 Hercules (matrícula TC-68) de la Fuerza Aérea, que había partido muy temprano y estaba tratando de aterrizar en el aeropuerto de Puerto Argentino, en un peligroso y complicado vuelo logístico. Volaba a muy baja altura, para evadir cualquier detección y a posibles aviones Harrier en su ruta.
Próximos a girar para iniciar las maniobras de aterrizaje y recién salidos de un banco de niebla, el piloto y copiloto (el Vicecomodoro “Fredy” Cano y el Capitán “Dino” Hrubik), notaron la presencia, a unas tres millas de distancia y a 40 millas de la costa, de lo que primero eran “barquitos” y luego estimaron era un buque logístico grande “acompañado por dos fragatas, estas últimas más alejadas”.
Ello hizo que la tripulación girara abruptamente, abortara el aterrizaje y pusiera rumbo hacia Río Grande. Eran las 10:30 de la mañana.
Casi tres horas después, los detalles acerca de este avistaje, que parecía corroborar la información que venía desde el exterior, estaba en el CAE.
Las órdenes, mediante líneas de comunicación seguras, comenzaron a fluir hacia las unidades de la Fuerza Aérea Sur (FAS) en Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Se estimaba que el portaaviones o el buque grande, podría tratarse del HMS Hermes, buque insignia de la flota.
Los portaaviones británicos eran, realmente, el blanco prioritario de las fuerzas aéreas argentinas, en tanto se entendía que, con la pérdida de uno de ellos, toda la operación británica se resquebrajaría y hasta podría desmoronarse. Los argentinos no estaban equivocados, tanto el almirante británico Woodward (a cargo de la Fuerza de Tareas británica) y el cuartel general de la flota en Northwood tenían sumamente claro que “daños mayores en el Hermes o en el Invincible… probablemente causarían el abandono de las operaciones en las Islas Malvinas”
La Fuerza Aérea se aprestó para atacar, ordenando que se alistaran varias escuadrillas de cazas y bombarderos, junto con aviones tanqueros (que reabastecerían a los cazas en vuelo), aviones retransmisores y vuelos de engaño.
Era un esfuerzo mayúsculo y coordinado, en tanto se consideraba que solo la saturación de las defensas podría hacer que el ataque tenga alguna posibilidad de éxito, frente a una flota en mar abierto. Esta saturación, en otros términos, implicaba que muchos de los aviadores argentinos no regresarían pero, mientras eran derribados, otros camaradas podrían pasar la cortina de fuego y misiles, para poder lanzar sus bombas.
La cantidad de vuelos que se programaron resulta impresionante:
- Ocho cazabombarderos Douglas A-4B (indicativo de las escuadrillas: FIERA y TRUENO) desde Río Gallegos, armados cada uno con tres bombas de 500 libras, retardadas por paracaídas.
- Ocho cazabombarderos Douglas A-4C (OSO y DOGO) desde San Julián, armados cada uno con tres bombas de 500 libras, retardadas por paracaídas.
- Cuatro cazabombarderos IAI Dagger (DARDO y PANCHO), desde Río Grande, armados cada uno con dos misiles aire-aire Rafael Shafrir-2 y que darían cobertura aérea a los incursores mientras reabastecían en vuelo.
- Cuatro bombarderos English Electric Canberra Mk.62 (LINCE y ORO), desde Trelew, en configuración de exploración radar y armados también cada uno con cuatro bombas de 1.000 libras.
- Dos tanqueros KC-130 (KIKO y MAIO), desde Río Gallegos y Comodoro Rivadavia.
- Cuatro aviones de enlace Gates Learjet Model 35, desde Comodoro Rivadavia y otras bases, en misiones de diversión (confundirían a los radares enemigos, simulando ser cazabombarderos, pero retirándose antes de entrar en combate).
- Un avión Gates Learjet Model 35 como retransmisor en vuelo, en tanto las escuadrillas volando rasante perdían el contacto de radio con las bases.

Treinta y un aviones argentinos de la Fuerza Aérea en el aire simultáneamente, con 64 bombas para la flota enemiga. Cada una con capacidad de hundir un buque del tamaño de un destructor o fragata, o dañar seriamente a un portaaviones.
Apenas llegadas las órdenes fragmentarias, los mecánicos y armeros comenzaron con sus preparaciones, mientras los pilotos eran informados, en la sala de pre-vuelo de los blancos y de todo lo necesario para llegar, pegar y volver. Los nervios a flor de piel, todos sabían que el curso de la guerra podía cambiar esa tarde y, también, que muchos no regresarían, pero que el esfuerzo nunca sería en vano.
La orden de atacar llegó también a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina, en Río Grande. Venía directamente del Comandante de la Aviación Naval, en Espora.
La información que se suministró era escasa. Un blanco mediano (sin ser identificado) a unas 50 millas de las islas. El comandante de la Escuadrilla, el Capitán de Corbeta Jorge “Piti” Colombo no estaba de acuerdo con largar una misión con tan poca información inicial, ya que tenía presente que, según la doctrina (y el sentido común), debía utilizar sus aviones Super Étendard y los poderosísimos misiles Exocet (de los cuales solo había cinco en el país), contra blancos perfectamente ubicados. La sorpresa era todo para este tipo de misiones y cada uno de los misiles tenía que contar.
Su primera reacción fue señalar que su escuadrilla no volaría una misión de estas características. Pero el Comando de la Aviación Naval le requirió el cumplimiento total de la orden: en el marco del hundimiento del Belgrano (que había sucedido el día anterior), la Armada tenía que atacar.
El Contralmirante Carlos García Boll (Comandante de la Aviación Naval) también había dudado en empeñar a los Super Étendard sin una posición cierta del blanco a batir, pero había optado por avanzar con la misión, teniendo en cuenta que la Fuerza Aérea haría lo mismo.
Dos aviones (al comando de Capitán de Corbeta Augusto “Vasco” Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando “Huevo” Mayora) fueron alistados y, con sus misiles cargados, rodaron lentamente hacia la cabecera de la pista, esperando la orden de despegue. Que nunca llegaría.
Te puede interesar: El mapa inédito del plan británico para atacar el continente en 1982 y la “Operación Pampero” para neutralizarlo
Mientras tanto, los aviones de la Fuerza Aérea ya estaban en vuelo hacia el blanco. Habían despegado casi todos, los únicos faltantes, por problemas técnicos, eran un avión Douglas A-4C y la sección ORO de aviones Canberra.
Sin embargo, se necesitaba confirmar la presencia enemiga y, por tanto, como el radar de Puerto Argentino había notado helicópteros en esa misma zona, se ordenó que decolara una sección de aviones navales Aermacchi MB-339A, aviones que, si bien de entrenamiento poseían capacidad ofensiva y operaban desde la pista de Puerto Argentino. Su misión sería buscar y atacar al buque que servía de base para esos helicópteros.
Partieron el comandante de la unidad, el Capitán de Corbeta Carlos Molteni, y también el Teniente de Fragata Carlos “Chino” Benítez. Como recordaba el Capitán “Titi” Molteni en una conferencia luego de la guerra:
“Nuestra primera acción de combate fue el día 3, para buscar un portahelicópteros y esa información venía de un satélite ruso… Salimos dos aviones, con niebla, estaríamos volando a 5 metros del suelo y estaba muy fea la visibilidad, yo pienso que no los íbamos a atacar, los íbamos a chocar…”
Sin embargo, no encontraron ningún blanco y, en la maniobra de regreso hacia la pista de las islas, volando muy bajo y con turbulencias, el Teniente Benítez hizo impacto contra el suelo y, si bien llegó a eyectarse, falleció en el terrible accidente.
Para peor, la Armada casi simultáneamente a señalar que no había blancos para atacar también informó al CAE en Comodoro Rivadavia que había buques propios en la zona y, por tanto, existía el temor que fueran atacados por equivocación. A las 16:00 hs, entonces, se ordenó a todos los aviones en vuelo que regresaran a sus bases: algunos incluso ya estaban reabasteciendo combustible de los grandes aviones Hercules.
Con bastante tensión, Bedacarratz y Mayora también bajaban de sus aviones.
Quizá se trató del ataque mejor coordinado de la guerra.

Si bien no se logró atacar ningún blanco, se obtuvieron importantes lecciones, que se aplicarían en los días subsiguientes, así como se corroboró que la Fuerza Aérea estaba en condiciones de planear y ejecutar ataques masivos contra distantes buques enemigos, con diversos tipos de aeronaves, partiendo de bases a cientos de kilómetros de distancia cada una. No es esto una cuestión menor, ya que se requiere un total profesionalismo de centenares de personas para poder lograrlo.
Asimismo, a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque la Armada le quedó claro que debería seguir insistiendo en aplicar sus propios procedimientos, si quería sacar máximo provecho de sus modernos y misiles.
¿Qué buques eran los que informaban las “fuentes externas” y habían visto los tripulantes del PATO? No queda realmente claro, ya que el grueso de la flota británica estaba a cierta distancia y, además, no había buques argentinos en aguas abiertas (aún cuando algunos partes oficiales señalaron que eran efectivamente buques nacionales). O se trató de un error de identificación de blancos o se habían divisado pesqueros (del bloque oriental), que no habían abandonado el área de operaciones.
Sin embargo, la flota británica estaba movilizándose hacia esa zona del sur de Malvinas, para realizar nuevos ataques aeronavales, que intentarían concretar el día siguiente (el día 4).
Pero esa es otra historia porque fueron detectados y esta vez, guiados por un avión Neptune de la Aviación Naval, Bedacarratz y Mayora lanzarían sus misiles Exocet, para destruir al poderoso destructor HMS Sheffield.
Etiquetas:
Argentina,
ataque aeronaval,
ataque antibuque,
Comando de Aviación Naval,
Fuerza Aérea Argentina,
HMS Hermes,
HMS Invincible,
planificación militar
jueves, 27 de abril de 2023
Los Sea Lynx británicos

Los Sea Lynx
Equipados con misiles Sea Skua los Sea Lynx constituían una gran arma defensiva de los buques de la Task Force. Los Sea Skua son misiles ligeros de trayectoria rasante y posee un sistema de guiado semiactivo, que utiliza un radar Ferrahu Sea Spray para iluminar el blanco.
_
Información extraída de www.laperlaaustral.com.ar
martes, 25 de abril de 2023
El Sea King en ambos bandos
Westland Sea King
Ambos
países poseían muchos del mismo tipo de helicópteros, pero a pesar
de la pérdida de la mayoría de sus helicópteros cuando un misil Exocet
se estrelló contra el barco de contenedores Atlantic Conveyor, los
helicópteros y las tripulaciones demostraron toda su destreza. Durante
la guerra corta, los helicópteros Wessex y Sea King arrancaron varias
tripulaciones aéreas derribadas de las aguas heladas de las Malvinas.
Varios
Sea King fueron desplegados durante la Guerra de las Malvinas. Fueron
transportados a la zona de combate y operados desde las cubiertas de
varios barcos de la Royal Navy. En el teatro de Operaciones
realizaron una amplia gama de misiones, desde patrullas antisubmarinas y
vuelos de reconocimiento hasta operaciones de reabastecimiento y la
inserción de fuerzas especiales. El apoyo proporcionado por los Sea
Kings en forma de transporte para hombres y suministros ha sido visto
como vital para el éxito de la operación británica. Los Sea Kings
también protegieron a la flota actuando como señuelos contra los misiles
Exocet entrantes, y algunas misiones fueron llevadas por el Príncipe
Andrew, Duque de York.
_
Pintura :
_
Información extraída de fdra- malvinas.blogspot.com

domingo, 23 de abril de 2023
Traición a la Patria: Mendoza accedió a cambiar el nombre del estadio "Malvinas Argentinas" a pedido de la FIFA
Mendoza accedió ante el pedido de la FIFA y le cambiarán el nombre al Estadio Malvinas Argentinas durante la competencia
La FIFA pidió cambiar el nombre de todos los estadios que serán sede del Mundial Sub 20. El Malvinas Argentinas pasará a llamarse Estadio Mendoza.

Foto: Prensa Gobierno Mendoza
Mendoza fue confirmada como sede para el Mundial de fútbol Sub 20 al igual que La Plata, Santiago del Estero y San Juan. Una comitiva de la FIFA visitó la provincia de Mendoza hace unos días y pidió modificar el nombre al Estadio Malvinas Argentinas por el Mundial. La provincia accedió y, por ser sede, pasará a llamarse Estadio Mendoza.
Fuentes del Gobierno de Mendoza indicaron que se
trata de una disposición general que puso la FIFA y todos los estadios
que serán sede pasarán a llamarse como la provincia o ciudad. La
decisión puede generar polémica a nivel nacional y local al tratarse de
un nombre emblemático por el reclamo de soberanía que mantiene el país.
El Malvinas Argentinas pasará a llamarse Estadio Mendoza por el Mundial Sub 20.
El Mundial Sub 20 arrancará el 20 de mayo y terminará el 11 de junio. Argentina será cabeza de serie por ser organizador y compartirá el bombo 1 con Uruguay, Estados Unidos, Francia, Senegal e Italia. El bombo 2 estará integrado por Inglaterra, República de Corea, Nueva Zelanda, Brasil, Ecuador y Colombia. El bolillero 3 lo integrarán Nigeria, Uzbekistán, Japón, Irak, Honduras y Fiyi. Por último, en el 4 estarán Guatemala, República Dominicana, Gambia, Israel, Eslovaquia y Túnez.
El sorteo se realizará este viernes en Zurich, Suiza. Las sedes que se habían postulado para albergar el Mundial y quedaron afuera son Córdoba (Mario Kempes), Salta (Padre Martearena), Chaco (Centenario de Resistencia), San Luis (La Pedrera de Villa Mercedes) y La Rioja (Carlos Augusto Luna).
viernes, 21 de abril de 2023
Suscribirse a:
Entradas (Atom)