domingo, 29 de junio de 2025

Georgias del Sur: Intervención británica


Fuerza de Operaciones Especiales Británica en el Conflicto Anglo-Argentino (1982)



Serguéi Kozlov || Revista Militar



 


Según los propios británicos, ellos desembarcaron por primera vez en las Islas Malvinas en 1690. Administrativamente, las islas se consideran parte de la Corona británica desde 1833. En 1982, la población de las islas ascendía a 2.000 personas. Todos hablaban inglés, aunque con un ligero acento isleño, bebían cerveza ale, conducían coches con el volante a la derecha y se consideraban británicos, a pesar de la considerable distancia (13.000 km) de la metrópoli.


El conflicto con la vecina Argentina comenzó debido a sus antiguas reivindicaciones sobre las islas, a las que los argentinos incluso llamaban a su manera: Las Malvinas. El 19 de marzo de 1982, un grupo de argentinos bajo la apariencia de recolectores de chatarra desembarcó en la isla Georgia del Sur, que administrativamente pertenecía a las Islas Malvinas, a pesar de su considerable distancia de ellas. En ese momento, solo se encontraban en la isla un equipo de investigación antártica británico y dos camarógrafos. Los argentinos se apoderaron rápidamente de la abandonada estación ballenera de Leith y, sin entrar en negociaciones con los británicos de la isla, izaron la bandera argentina. Se produjo, pues, un incidente diplomático.


Buque oceanográfico británico "Endurance"


El 31 de marzo, un escuadrón de veintidós infantes de marina reales que patrullaban en la zona atlántica a bordo de los Endurans fue enviado a la isla para realizar una presencia militar británica en Georgia del Sur, proteger a los exploradores británicos y vigilar a los argentinos.

Al mismo tiempo, a 1.100 kilómetros al noroeste, en las Malvinas Orientales, una pequeña guarnición británica de unas cuarenta personas fue puesta en alerta. El 1 de abril, el mayor noruego real Norman, que esperaba el desembarco de la fuerza de desembarco argentina, desplegó sus modestas fuerzas para proteger los puntos clave de las Tierras Populares Orientales. Sabía muy bien que durante mucho tiempo no podría hacer frente a un gran grupo de desembarco. El hecho de que los argentinos desembarcarían allí sin dudarlo lo comprendían incluso los lugareños.

Los argentinos se embarcaron a primera hora del 2 de abril en el desembarco, convocando la operación de invasión de Rosario. Las fuerzas eran demasiado desiguales, pero los británicos resistieron al enemigo durante tres horas. A las 8.30, el gobernador de las islas, Sr. Rex Hunt, para salvar las vidas de los marines y defensores civiles de las islas, ordenó que cesara la resistencia.


Reconociendo las sombrías noticias de los informes de la Fuerza Aérea, el comandante del regimiento SAS 22, el teniente coronel Michael Rose, puso inmediatamente al escuadrón D en alerta máxima. A pesar de que la información sobre la crisis en el Atlántico Sur llegó el viernes, cuando la mayor parte del personal estaba en despido y lo estaba pasando bien, al mediodía del sábado ya se había recibido de los almacenes ropa y equipo de abrigo, equipo especial, armas y municiones. El domingo por la mañana, todo el personal ya estaba en el RPM y recibió la tarea, y el grupo de avanzada voló para organizar un puesto en la isla Ascensión, ubicada cerca del ecuador. Al día siguiente, siguió el resto, así como todo el personal y los especialistas necesarios de otros escuadrones.

CAÍDA EN GEORGIA DEL SUR

Después de desembarcar el 3 de abril en Georgia del Sur, los argentinos intentaron convencer al teniente Miles y su pequeño destacamento de que se rindieran, pero fue en vano. Luego, dos grupos de marines desembarcaron desde helicópteros desde diferentes lados en las afueras del puerto de Gritviken y abrieron fuego contra las posiciones de los marines británicos en King Edward Point. A pesar de la desigualdad de fuerzas, los británicos lograron derribar uno de los dos helicópteros de transporte, así como dañar el helicóptero de reconocimiento. Y cuando la fragata enemiga intentó acercarse a la costa, los británicos abrieron fuego contra ella con lanzagranadas antitanque. Como resultado de los disparos de ametralladoras, el barco se inclinó.


Puerto de Gritviken en Georgia del Sur


Tras cumplir su misión y darse cuenta de que ya no podían influir en el resultado de los acontecimientos, los marines se rindieron.

En Ascensión se formó un grupo táctico bajo el mando del mayor Guy Sheridan del Cuerpo de Marines Reales. Incluía la compañía M42 de la división de comandos, la segunda sección del SBS y el escuadrón D del 22º regimiento SAS. El grupo se dirigió hacia el sur en los buques de la flota real Fort Austin y Tidespring, acompañados por los destructores Antrim y Plymouth. En el "Antrim" se encontraba el puesto de mando de la operación, que recibió el nombre en clave "Parakuet". Incluso antes del desembarco, el grupo debía encontrarse en el mar con el buque hidrográfico "Endurance" y el submarino nuclear "Conkeror". Se suponía que los helicópteros proporcionarían apoyo aéreo y de apoyo a la operación. Helicópteros Wessex y Links, así como el helicóptero Wasp del buque oceanográfico Endurance.

La ubicación solitaria de Georgia del Sur en el Atlántico crea vientos tales que su clima es comparable al clima del norte de Islandia. Las condiciones de vida en la isla están lejos de ser cómodas. Varios asentamientos se aferran a los acantilados de los fiordos. En la segunda quincena de abril, comienza a soplar uno de los vientos antárticos más penetrantes, y el día se reduce a solo unas pocas horas. Todas estas circunstancias hicieron pensar a los argentinos que los británicos en ningún caso se decidirían a realizar un desembarco. Por lo tanto, su vigilancia se redujo.

EXPLORACIÓN FALLIDA

El 21 de abril, menos de tres semanas después de la invasión argentina, dieciséis especialistas en entrenamiento de montaña del SAS aterrizaron en la costa helada a seis mil kilómetros de la base británica más cercana. Una tormenta de nieve azotó la isla. Los pilotos de los helicópteros necesitaron mucho trabajo para levantar los helicópteros de la cubierta, pero aún más trabajo: en la oscuridad y con fuertes vientos para aterrizarlos en la plataforma no preparada del glaciar Fortuna.


A pesar del alto nivel de preparación de los soldados, en cinco horas lograron desplazarse a no más de un kilómetro del lugar de aterrizaje. Además de la tormenta de nieve, la situación se complicó por la carga de los soldados. Cada equipo pesaba unos treinta y cinco kilogramos. Además, arrastraban cuatro trineos, cada uno de los cuales también pesaba hasta noventa kilogramos. Empezó a amanecer. Para al menos esconderse de alguna manera del viento, las fuerzas especiales intentaron montar dos tiendas de campaña árticas. Pero una ráfaga de viento hizo volar una de ellas y en la otra se rompieron los postes de instalación. La mayoría de los soldados sufrieron congelación.

En tales condiciones, no se podía hablar de un desempeño efectivo de la misión de combate. Era necesario evacuar al grupo al barco lo antes posible. Debido a las difíciles condiciones meteorológicas durante la evacuación, dos helicópteros se estrellaron.

Al día siguiente se decidió realizar una exploración de Leith y otros asentamientos en el área de Stromness Bay por parte de las fuerzas de la segunda sección de SBS. Los nadadores de combate, que iban en cinco botes inflables con tres personas en cada uno, debían desembarcar en la isla. Pero el viernes por la mañana temprano, cuando aún no había amanecido, a pesar del precalentamiento de los motores, tres de los cinco se negaron a despegar. Como resultado, los tres restantes fueron remolcados por dos botes. En la oscuridad y debido a una fuerte ráfaga de viento cruzado, dos botes remolcados se perdieron. Afortunadamente, más tarde el equipo de uno de ellos logró encontrar el helicóptero de la Marina Real. La tripulación del segundo bote rastrilló el cabo de la isla, desde donde durante varios días salió a pie, escondiéndose del enemigo. El resto llegó con éxito a la orilla y organizó la observación de los objetos planificados. Pero ellos mismos no pudieron regresar al barco, ya que los botes estaban muy helados. Los nadadores de combate fueron sacados de la isla por un helicóptero Wessex en la mañana del 25 de abril.


Submarino argentino "Santa Fe"


Todos los intentos posteriores de desembarcar tropas en la isla se pospusieron temporalmente debido a la aparición en la región de Georgia del Sur del submarino argentino "Santa Fe".

Fue avistado en la superficie del océano por el piloto de un helicóptero Wessex que estaba evacuando a uno de los equipos del SBS. Atacó el barco y lanzó cargas de profundidad, causando daños. Y los helicópteros Lynx y Wasp que llamó atacaron el barco con disparos y misiles. Incapaz de sumergirse, el barco se vio obligado a navegar hacia Grytviken por sus propios medios.

Los británicos decidieron no perder la iniciativa, por lo que realizaron un asalto de emergencia. Era imposible esperar hasta que se acercaran las fuerzas principales de los marines reales. Por lo tanto, habiendo reunido todas las fuerzas disponibles de SAS, SBS y marines, que sumaban unas setenta personas, los británicos decidieron desembarcar en Georgia del Sur. Se enfrentaron a ellos al menos el doble de la guarnición más grande del enemigo. Según la doctrina militar, para el éxito de una ofensiva, los atacantes deben ser tres veces más defensivos. Pero las fuerzas especiales y los marines británicos han ignorado este hecho.

CAPTURA DE GEORGIA DEL SUR

Al amparo de la artillería de fuego del barco , los primeros equipos del SAS de Plymouth y Antrim aterrizaron en un trozo de terreno desnudo a dos kilómetros del pueblo y se atrincheraron. El resto llegó pronto en helicóptero y se reunió en la cresta, desde donde ahora podían observar Grytviken. Mientras tanto, uno de los equipos del SAS se dirigió al pueblo. Allí encontraron sábanas blancas colgando de las ventanas y argentinos ansiosos por rendirse.

La bandera nacional argentina fue retirada del asta y la Union Jack fue devuelta a su lugar habitual.


Al día siguiente, dos equipos SAS y un equipo SBS volaron en helicóptero a Leith. Y aquí un escuadrón de dieciséis argentinos de las Fuerzas Especiales británicas no ofreció resistencia seria. En total, el grupo de desembarco capturó a 156 soldados y oficiales enemigos, así como a 38 civiles argentinos en cautiverio.

El dominio argentino sobre Georgia del Sur, que duró 23 días, había terminado. Fue la primera victoria británica en el estallido de la Guerra de las Islas Malvinas.

Al día siguiente, el Escuadrón D estaba nuevamente en los barcos que se dirigían a Malvinas. Las fuerzas principales se movían en la misma dirección, entre las que se encontraba el Escuadrón S, el G, así como el cuartel general del 22º regimiento SAS dirigido por el teniente coronel Michael Rose.

viernes, 27 de junio de 2025

El controvertido hundimiento del ARA Gral Belgrano





El hundimiento del General Belgrano: un capítulo polémico en la historia naval

El 2 de mayo de 1982, el submarino británico HMS Conqueror hundió al crucero argentino ARA General Belgrano. Se trata de uno de los incidentes más controvertidos de la historia naval.

El suceso, que provocó la pérdida de más de 300 vidas, desató acalorados debates sobre la legalidad y proporcionalidad del ataque.


Las Malvinas

La Guerra de las Malvinas estalló en 1982 cuando Argentina, bajo la junta militar encabezada por el general Leopoldo Galtieri, invadió las Islas Malvinas, un territorio británico de ultramar. El conflicto se desarrolló en un contexto de disputas históricas y ambiciones políticas. Argentina había reclamado durante mucho tiempo la soberanía sobre las Malvinas, basándose en precedentes históricos y la proximidad geográfica. Los británicos, por otro lado, mantuvieron su soberanía sobre las islas y han estado presentes allí desde el siglo XIX.

ARA General Belgrano.

Históricamente, las Islas Malvinas han sido objeto de reclamos territoriales en pugna entre Argentina y el Reino Unido. Las islas están ubicadas en el Océano Atlántico Sur, aproximadamente a 300 millas (480 kilómetros) de la costa de América del Sur. Constan de dos islas principales, Malvina Oriental y Malvina Occidental, junto con numerosas islas más pequeñas.

El gobierno británico, a 12.800 kilómetros de distancia, bajo el mando de la primera ministra Margaret Thatcher, respondió rápidamente a la invasión argentina. Se envió una fuerza de tareas militares, compuesta por buques de guerra, tropas y apoyo aéreo, para recuperar las islas. El conflicto marcó el primer enfrentamiento militar importante entre dos potencias modernas desde la Segunda Guerra Mundial.

El contexto histórico y político que rodeó la Guerra de las Malvinas proporciona un marco para comprender las circunstancias que llevaron al hundimiento del Belgrano.

El General Belgrano

La Armada Argentina jugó un papel importante en la Guerra de las Malvinas, siendo el crucero General Belgrano uno de sus activos clave. El Belgrano, originalmente un buque de la Armada de los Estados Unidos llamado USS Phoenix, fue adquirido por Argentina en 1951 y sirvió como un orgulloso símbolo del poder naval del país.


El USS Phoenix en Pearl Harbor, 1941.

Como buque de guerra de la Segunda Guerra Mundial, el General Belgrano poseía una considerable potencia de fuego y capacidades. Era un crucero armado con quince cañones de 6 pulgadas, torpedos y defensas antiaéreas. El barco tenía una larga y distinguida historia, incluida su participación en la Batalla del Río de la Plata durante la Segunda Guerra Mundial.

El hundimiento del Belgrano

A fines de abril, la fuerza de tareas británica llegó a las Islas Malvinas e implementó una Zona de Exclusión Total (TEZ). En virtud de esta medida, la Marina Real designó un área que abarca 200 millas náuticas (230 millas, 370 km) desde el centro de las Malvinas como parte de la zona de conflicto activo. Se comunicó un mensaje claro a todos los barcos y aeronaves, independientemente de su nacionalidad, de que ingresar a la TEZ implicaba el riesgo de ser atacado sin previo aviso.

Un mapa de las Malvinas, que muestra la Zona de Exclusión Total.

En la tarde del 2 de mayo de 1982, el submarino británico HMS Conqueror, bajo el mando del capitán Christopher Wreford-Brown, había estado siguiendo al crucero argentino durante algún tiempo, monitoreando sus movimientos y evaluando las posibles amenazas a las fuerzas navales británicas. El Belgrano estaba acompañado por dos destructores. Los tres buques estaban fuera de la ZTE y se dirigían hacia el oeste, alejándose de las Malvinas.

Alrededor de las 15:00 horas, el HMS Conqueror disparó tres torpedos Mark VIII hacia el crucero argentino. Dos de los torpedos impactaron con éxito al Belgrano, causándole graves daños.

El HMS Conqueror regresa de las Malvinas.

Como consecuencia de los impactos de los torpedos, el Belgrano comenzó a hacer agua rápidamente. Los esfuerzos por controlar la inundación y estabilizar el buque se vieron obstaculizados por la magnitud de los daños sufridos. El crucero se inclinó hacia babor y a las 16:24 horas, el capitán del Belgrano dio la orden de abandonar el buque.

Los dos barcos que estaban con el Belgrano no supieron qué había pasado con el buque y continuaron su rumbo hacia el oeste.

Durante los dos días siguientes se realizó un esfuerzo de rescate para salvar a los sobrevivientes: barcos argentinos y chilenos sacaron del mar a 772 hombres.

El número exacto de víctimas del naufragio del Belgrano es tema de debate. Las cifras oficiales indican que 323 marinos argentinos perdieron la vida en el incidente.

Controversia

El hundimiento del General Belgrano ha sido objeto de mucho debate y controversia, incluidas discusiones sobre la legalidad y la clasificación del ataque como crimen de guerra.

Desde la perspectiva británica, el hundimiento del Belgrano se consideró una acción militar legal. El gobierno británico justificó el ataque basándose en la amenaza potencial que el crucero representaba para sus fuerzas navales. Argumentaron que el Belgrano era un objetivo militar legítimo y que su hundimiento era una respuesta proporcionada para garantizar la seguridad de sus propias fuerzas.

Por otra parte, los críticos de la acción británica sostienen que el hundimiento del General Belgrano constituyó un crimen de guerra. Sostienen que el ataque violó el principio de proporcionalidad, ya que la pérdida de vidas resultante del hundimiento superó la amenaza potencial que representaba el crucero en el momento del ataque. Argumentan que el barco se estaba alejando de la zona de conflicto y, por lo tanto, no representaba una amenaza inmediata para las fuerzas británicas.

La clasificación de un acto como crimen de guerra suele quedar dentro del ámbito de aplicación de los marcos jurídicos internacionales, como las Convenciones de Ginebra y el derecho internacional consuetudinario. Estos marcos establecen directrices y principios para la conducción de los conflictos armados y definen los crímenes de guerra como violaciones graves de esas normas.

El ARA General Belgrano se hunde tras el ataque.

En el caso específico del hundimiento del Belgrano, ningún tribunal internacional se ha pronunciado formalmente sobre si constituyó un crimen de guerra. Por lo tanto, la cuestión de si el hundimiento puede considerarse un crimen de guerra sigue siendo objeto de interpretación y debate jurídicos.

Es esencial reconocer que existen diferentes perspectivas e interpretaciones sobre la legalidad y la moralidad del ataque. Estos debates ponen de relieve las complejidades que rodean la aplicación del derecho internacional humanitario en los conflictos armados y los desafíos que plantea determinar la legalidad de las acciones militares, especialmente en situaciones dinámicas y de alta presión como las de guerra.


Conclusión

El conflicto de las Malvinas finalizó oficialmente el 14 de junio de 1982, con la rendición de las fuerzas argentinas. El conflicto duró un total de 74 días, del 2 de abril al 14 de junio de 1982. Después de una serie de enfrentamientos militares, que incluyeron batallas terrestres, enfrentamientos navales y ataques aéreos, las fuerzas británicas recuperaron con éxito las Islas Malvinas, poniendo fin de manera efectiva a las hostilidades. La junta militar argentina, al mando del general Leopoldo Galtieri, anunció la decisión de rendirse y las fuerzas británicas tomaron el control de las islas.

En el contexto de la historia naval, el hundimiento del General Belgrano es un triste testimonio del poder destructivo de la guerra moderna y del profundo costo humano que puede generar. Su legado perdura en forma de debates actuales sobre la ética militar, las reglas de enfrentamiento y el camino hacia la resolución de conflictos.

 

lunes, 23 de junio de 2025

La lista de armas provistas por USA a UK



Lista de armas provistas por USA a UK



Lista de armas y equipos entregados por Estados Unidos a Gran Bretaña por la guerra de Malvinas. Como detalle: los 200 torpedos Mk46 fueron pedidos pero no fueron entregados en su totalidad, los estadounidenses señalaron que el pedido excedía la necesidad militar.


 

domingo, 22 de junio de 2025

Francia: El enemigo invisible

No fue Chile: el enemigo invisible que Argentina debió afrontar en Malvinas y decidió la guerra


Además de la ayuda que Reino Unido recibió del país vecino, hubo otro actor determinante para definir el destino del conflicto bélico.


Por Yasmin Ali || Canal 26



Mitterrand y Thatcher. Foto: The Independent

El 2 de abril se cumplieron 43 años del inicio de la Guerra de Malvinas, un conflicto bélico que enfrentó a la Argentina con Reino Unido en reclamo legítimo de la soberanía sobre las islas. Una herida que no sana, pero que es necesaria recordar para generaciones futuras.

Si bien se ha mencionado en reiteradas veces el fundamental rol que ejerció Chile en este conflicto, ayudando a Reino Unido en reiteradas oportunidades, hay otro actor que tuvo la misma importancia y que actuó en silencio.


Soldados argentinos en Malvinas

Un enemigo silencioso

Era abril de 1982 y tras el éxito de la Operación Rosario, Argentina retoma el control de las Islas Malvinas mientras se prepara para el contraataque británico. Pero desde las sombras un enemigo en silencio se une a la "cruzada al sur" dirigida por Margaret Thatcher: Francia.

Desde París, el presidente socialista Mitterrand no tardó en contactar a la conservadora Thatcher para asegurarle el total respaldo francés en el conflicto. Dos días después, el 4 de abril, el ministro de Defensa galo recibió un pedido británico de asistencia técnica para evaluar las capacidades aéreas argentinas. La respuesta fue inmediata.

Pilotos franceses expertos en aviones Mirage volaron al Reino Unido para realizar maniobras conjuntas con los Harrier británicos. El objetivo era claro: enseñarles cómo contrarrestar el poder aéreo argentino equipado con tecnología francesa. Además, Francia bloqueó el envío de diez misiles Exocet y detuvo toda entrega de armamentos que la Armada Argentina ya había adquirido antes del conflicto, sumándose al bloqueo establecido por la comunidad europea.


Rendición británica en Malvinas. Foto: Infobae / Rafael Wollmann 

Pero el apoyo del París, además de técnico y político, fue logístico. En un acto que casi roza la declaración de guerra, Francia exigió a Senegal -una de sus ex colonias- que permitiera a los británicos operar desde el aeropuerto de Dakar para facilitarle la conexión aérea hacia la isla Ascensión. Desde esta isla controlada por Estados Unidos, despegaron los bombarderos británicos que atacaron sin cesar las Malvinas.

Aunque muchas veces busca ocultarse, el apoyo de Francia, la OTAN y la comunidad europea fue clave para la victoria de Reino Unido. De otra manera, se habría visto obligado a negociar ante la valiente resistencia argentina.


Los otros hermanos sudamericanos que ayudaron a la Argentina en la Guerra de Malvinas

Se ha dicho mucho sobre aquella guerra y la postura de los países de la región. La imagen de la Selección peruana con una bandera que decía "Para el Perú, las Malvinas siempre argentinas" recorrió el mundo y afianzó el apoyo que el país le brindó a la Nación con el envío de aviones, municiones y otros materiales de guerra.

También se supo con el tiempo de la cantidad de voluntarios de uruguayos que se ofrecieron para pelear junto a sus hermanos argentinos. Pero no fueron los únicos, hay otro país del que poco de habla: Bolivia.

En la madrugada del 2 de abril, el destacamento se dividió en dos grupos: el más numeroso al mando del capitán Guillermo Sánchez Sabarots, con dirección al cuartel de los británicos en Moody Brook y otro liderado por el capitán Pedro Giachino, que buscó la casa del gobernador Rex Hunt.


Soldados argentinos en Malvinas

La misión de "Operación Rosario" fue vista como un éxito, pero ahí empezó la “verdadera” guerra. El 1 de mayo, con un bombardeo aéreo inglés al aeropuerto de Puerto Argentino y la inmediata réplica de la Fuerza Aérea Argentina.

Días después, el 26 de mayo, una solicitada del diario La Razón reportó desde Salta, provincia limítrofe con Bolivia, que el gobernador de facto Roberto Augusto Ulloa y el Centro Boliviano de Salta y la Federación de Excombatientes de la Guerra del Chaco informaban sobre 25.000 bolivianos que se habían ofrecido para sumarse como voluntarios.

Vale aclarar que, para esa época, muchos bolivianos o hijos radicaban y cumplían el servicio militar en Salta y Jujuy. El periodista y escritor Daniel Kon, autor del libro Los chicos de la guerra, no hace referencia y diferencia a los jóvenes por nacionalidad, pero deja entrever que varios conscriptos de origen boliviano fueron maltratados y lucharon por las islas reclamadas.

sábado, 21 de junio de 2025

Comandos: Críticas a "Falta de técnica y doctrina de misiones de reconocimiento"

Patrullas de reconocimiento sin técnica ni doctrina


En la imagen comandos argentinos de la 602 esperando para ser interrogados en Teal Inlet.

Extracto sacado del libro "Comandos en Malvinas -La otra historia", capítulo "Análisis de las operaciones" escrito por el ignoto De Remiro Oyón


...Sin lugar a dudas podemos decir que tanto dentro del EA, como de la ARA y la FAA no existía una doctrina clara sobre el empleo de unidades de comandos en labores de reconocimiento. Increíblemente, las misiones de reconocimiento eran consideradas como secundarias y vistas incluso con desprecio dentro de las diferentes unidades y del propio curso comando. En este curso apenas se les dedicaba tiempo a tales misiones cuando, como todos sabemos, cualquier técnica se domina precisamente dedicándole tiempo y con la repetición práctica de la misma. El problema en el caso argentino es que se desconocían muchas de estas técnicas. Muestra de la visión que se tenía dentro de las unidades argentinas sobre las operaciones de reconocimiento son, por ejemplo, los comentarios del My. Rico en varias entrevistas. El comandante de las 602 alude a que sus hombres fueron malgastados en misiones de reconocimiento cuando deberían haber sido utilizados en golpes de mano contra objetivos de alto valor. Según palabras textuales de Rico, las misiones de exploración no valen la pena y, además, pueden ser realizadas por otras unidades. (222)
Este trasnochado pensamiento de los argentinos respecto a las patrullas de reconocimiento y las consecuencias derivadas de él, chocan totalmente con la práctica vigente en aquellos años en las unidades de los países con experiencia y continuos conflictos como Israel o Sudáfrica o incluso las naciones de la OTAN. En estos países, las misiones de reconocimiento ocupaban en gran medida las horas de entrenamiento y los recursos de las unidades especiales, y eran apreciadas por los cuarteles generales como multiplicadores de fuerza y como un recurso de alto valor para el desarrollo de posteriores operaciones. Los países de la OTAN incluso habían establecido en 1979 una escuela internacional de adiestramiento para patrullas de reconocimiento en profundidad en la localidad de Weingarten, Alemania. Este centro tenía el propósito de mejorar procedimientos, unificar protocolos y reducir costes de formación. También la entonces URSS concedía gran importancia a las patrullas de reconocimiento. Después de Malvinas, las operaciones de los comandos argentinos se estudiaron en muchos centros de instrucción y en escuelas de todo el mundo, siendo utilizadas como modelo de lo que no había que hacer, como por ejemplo en el SWCS (Special Warfare Center and School/Escuela y Centro de Guerra Especial) John F. Kennedy norteamericano en Fort Bragg donde los errores de las patrullas argentinas estuvieron en el temario desde 1984 hasta al menos 1992. Pero fue sobre todo en Weingarten donde, gracias en parte a instructores británicos allí destinados, se conocieron y difundieron a nivel internacional los graves errores de las unidades de comandos argentinas. A partir de entonces dichos errores fueron utilizados en las escuelas y cursos comando de muchos países como ejemplos de los errores a evitar. Una vieja máxima militar dice: «El tiempo gastado en reconocimiento nunca es tiempo malgastado», algo que las Fuerzas Armadas Argentinas y sus unidades de comandos no parecieron tener muy interiorizado y tuvieron que aprender por las malas.

(222) Héctor R. Simmeoni. Malvinas Contrahistoria. Pag. 60.


Críticas a "Falta de técnica y doctrina de misiones de reconocimiento"


Este texto pretende analizar de forma crítica el desempeño de las unidades de comandos argentinas durante la Guerra de Malvinas, pero cae en un sensacionalismo didáctico y un tono casi condescendiente que no solo distorsiona la complejidad del contexto histórico, sino que también descalifica de manera excesiva sin ofrecer un análisis equilibrado o propositivo. Aunque el autor intenta abordar un tema relevante, el texto está plagado de generalizaciones, omisiones importantes y juicios poco rigurosos que lo convierten más en una diatriba que en un verdadero estudio crítico.

Para empezar, el texto abre con una afirmación categórica: que dentro del Ejército Argentino, la Armada y la Fuerza Aérea no existía una doctrina clara sobre el empleo de unidades de comandos en labores de reconocimiento. Si bien es cierto que la doctrina argentina en Malvinas presentaba notables deficiencias, esta declaración ignora los desafíos estructurales, históricos y logísticos que enfrentaban las fuerzas armadas en un conflicto para el cual no estaban completamente preparadas. El contexto de un enfrentamiento desigual frente a una potencia militar superior como el Reino Unido es relegado al margen, y el autor simplifica los problemas como si fueran el resultado exclusivo de la incompetencia o la falta de visión.

El uso de testimonios de figuras como el Mayor Rico es otro ejemplo de cómo el texto cae en simplificaciones. Rico menciona que sus hombres fueron "malgastados" en misiones de reconocimiento, y el autor utiliza estas declaraciones para reforzar su narrativa de que las fuerzas argentinas tenían una visión arcaica del reconocimiento militar. Sin embargo, no se explora si esta crítica de Rico estaba vinculada a limitaciones operativas, la falta de recursos o una estrategia impuesta desde niveles superiores. Al sacar las declaraciones de contexto, el texto refuerza su tono condenatorio en lugar de analizar las causas profundas de estas decisiones.

El autor procede a comparar la falta de preparación argentina con las prácticas de países como Israel, Sudáfrica o las naciones de la OTAN, describiendo cómo en estas fuerzas el reconocimiento ocupaba un lugar central en la formación y planificación. Si bien es cierto que las fuerzas especiales de estos países dedicaban una atención considerable a las patrullas de reconocimiento, el texto ignora que estos ejércitos operaban en contextos completamente diferentes, con años de experiencia acumulada en conflictos prolongados y una infraestructura militar y doctrinal muy superior. Contrastar estas realidades tan dispares sin considerar las diferencias en recursos, entrenamiento y experiencia histórica no es solo injusto, sino intelectualmente perezoso.

El texto también se apoya en el argumento de que las operaciones de los comandos argentinos fueron estudiadas internacionalmente como ejemplo de lo que no debía hacerse, mencionando su inclusión en el temario de centros como el SWCS de Fort Bragg y la escuela de Weingarten en Alemania. Aunque esto podría ser cierto, la manera en que se presenta denota un ánimo casi burlón, restando valor a los esfuerzos y sacrificios de los soldados argentinos que operaron en condiciones extremas. Además, no se reconoce que los errores son una fuente de aprendizaje en todas las fuerzas armadas, incluidas las más avanzadas, y que el análisis de los fracasos no invalida el coraje y la entrega de quienes estuvieron en el terreno.

Uno de los mayores problemas del texto es su enfoque superficial sobre el contexto estratégico y logístico de las fuerzas armadas argentinas. En lugar de analizar cómo las limitaciones estructurales, la falta de equipamiento adecuado y la improvisación producto de decisiones políticas de último minuto afectaron las operaciones, el autor opta por caricaturizar las fallas como simple ignorancia o desinterés. Frases como "las misiones de exploración no valen la pena" son repetidas sin un análisis crítico de las circunstancias que llevaron a esas declaraciones, reforzando un retrato injustamente unidimensional de las fuerzas argentinas.

Finalmente, el autor cierra con una sentencia que, aunque válida en el ámbito teórico, suena casi insultante en este contexto: "El tiempo gastado en reconocimiento nunca es tiempo malgastado". Si bien esta máxima militar es cierta, su inclusión como un golpe de cierre refuerza el tono condescendiente del texto, que parece más interesado en denostar que en comprender. La crítica no reconoce que el aprendizaje militar, como en cualquier disciplina, es un proceso continuo y que incluso las fuerzas más preparadas han cometido errores que luego han servido como base para su evolución.

En resumen, el texto presenta un análisis unilateral y superficial de las operaciones de reconocimiento de los comandos argentinos en Malvinas. Aunque señala problemas reales, lo hace con un tono despectivo que carece de empatía y profundidad. También exige que las tropas comandos, que debutaban en combate luego de haber sido creadas menos de cuatro años antes, se comportaran al nivel de los Boinas Verdes o SAS, que ya llevaban decenas de campañas al hombro. Una verdadera crítica debería abordar las limitaciones sistémicas, el contexto del conflicto y las decisiones estratégicas con mayor equilibrio, reconociendo tanto las fallas como los esfuerzos de quienes estuvieron en el terreno. Finalmente, este texto escrito por extranjeros, hablando de "los argentinos" en tercera persona, no hace más que reflejar su funcionalidad operativa como un simple panfleto de propaganda británica con el fin de menospreciar el rendimiento de las fuerzas argentinas que con muy poco hicieron lo que pudieron. Este texto, lamentablemente, se limita a juzgar desde una posición de superioridad, sin ofrecer un análisis completo ni soluciones constructivas.

El libro no es más que un producto de agentes probritánicos tendientes a disminuir el enorme valor de las tropas de fuerzas especiales en el conflicto. Sería supinamente idiota tomarlas como críticas válidas o insesgadas. Simplemente otro producto de la enorme campaña realizada por la inteligencia británica para desmerecer y desincentivar el reclamo de los derechos argentinos sobre nuestras islas.


martes, 17 de junio de 2025

Ledesma elogia a Jones en una carta a su familia

Esas cosas de la guerra...



Teniente Coronel Herbert Jones

El teniente coronel Herbert Jones fue el militar inglés de más alto rango muerto en la Guerra de Malvinas. Era el jefe de los paracaidistas británicos y toda una leyenda para su tropa. Lo abatió el conscripto Oscar Ledesma, que tenía 19 años y estaba a cargo de la única ametralladora Mag que funcionaba en su grupo. Hace unos años el soldado argentino le escribió una carta a su viuda, Sara,
Carta abierta a Sara (viuda de Herbert Jones)

"El tiempo obra en consecuencia de lo actuado y la memoria se rige por nuestros actos"
"Con escasos 19 años me tocó enfrentarme con el Regimiento 2 de Paracaidistas Británicos la mañana del 28 de mayo de 1982, en el combate de Darwin Hill. Cualquiera hubiera sido su desarrollo no modificará en mi alma y mi mente el recuerdo de aquel terrible enfrentamiento".
"Eventualmente me tocó apretar el gatillo para abatir un adversario y en momento alguno sentí odio al hacerlo, como tampoco me jacté ni alegré por aquel acto. No tenía opciones, debía salvar a mis camaradas que contemplaban aterrados cómo un Para asaltaba su posición, desconociendo que a escasos metros se encontraba mi ametralladora, de la misma manera que yo desconocía quién era tan temerario soldado que en una muestra de asombroso arrojo atacaba una posición argentina. Una vez terminada la batalla elevé una plegaria por todos los caídos y pedí a Dios por sus familias".
"Siempre tuve como pendiente el poder decirle, mirándola a los ojos, que su esposo cayó como un valiente soldado y que su ocasional adversario le honra cotidianamente con el mayor de los respetos al igual que a todos los caídos".
"Le presento mis respetos, como también a sus hijos, herederos de un valiente guerrero".
Oscar Ledesma




domingo, 15 de junio de 2025

Disparate: Con colaboración chilena, Reino Unido planeó atacar al 25 de Mayo

Reino Unido canceló misión de ataque al portaaviones argentino ARA '25 de Mayo' en 1982, a última hora

Poder Naval


Bucaneer con misiles Martel

El 8 de junio de 1982, durante la Guerra de las Malvinas, en un cambio de último minuto, el Reino Unido canceló una misión planeada para atacar al portaaviones argentino ARA Veinticinco de Mayo en el puerto. La operación implicaría dos aviones de ataque RAF Buccaneer, guiados por un avión Nimrod y reabastecidos de combustible por aviones cisterna Victor desde la Isla Ascensión, utilizando misiles Martel AJ-168 y ocho bombas de 1.000 libras.

Durante una visita a los Archivos Nacionales del Reino Unido, el “buceador de documentos” Chris Gibson descubrió una serie de documentos intrigantes enterrados en una carpeta aparentemente inocua sobre el reabastecimiento de combustible aéreo durante el conflicto de las Malvinas. El primero detallaba el uso potencial de los Buccaneers de la
RAF para llevar a cabo un atrevido ataque contra el activo naval más importante de Argentina en su puerto base.


El portaaviones ARA 25 de Mayo en Puerto Belgrano, en 1979. Al fondo, el crucero ARA General Belgrano y una corbeta A69. Foto: Marina de los EE. UU.

El plan detallado requería destruir el radar del portaaviones a distancia, luego avanzar y dejarlo inoperativo, antes de que los Buccaneers se dirigieran a Chile. Aunque la viabilidad y necesidad de tal misión eran cuestionables, el ataque habría representado una importante victoria moral para el Reino Unido.

Sin embargo, en el último momento, las autoridades británicas decidieron que la misión no era necesaria y optaron por cancelar el ataque planeado. La decisión reflejó un cambio estratégico, quizás influido por consideraciones políticas y militares, que evitó una mayor escalada del conflicto.

En primer lugar, es interesante notar que esta supuesta "misión" de la que habría que confirmar su existencia real mas allá de los dichos de este investigador se produce luego del 30 de mayo. En esa fecha, efectivamente los aviones argentinos (A-4C de la Fuerza Aérea Argentina y AMD Super Etendard del Comando de Aviación Naval) habían golpeado al HMS Invincible. En segundo lugar, desde el 4 de Mayo el portaaviones se hallaba amarrado en la Base Naval Puerto Belgrano debido a la amenaza submarina de los SSN británicos. Es decir, el portaaviones no representaba amenaza alguna a la Marina Real. Por otra parte, la principal amenaza para los Bucanners no serían los A-4Q Skyhawk que se encontraban desplegados en la Patagonia. El principal problema de este ataque serían los Tipo 42 (ARA Hércules y ARA Santísima Trinidad)  que poseían misiles antiaéreos Sea Dart con 40 km de alcance. Anular el radar del 25 de Mayo es ridículo dado que probablemente estaría apagado mientras estaba amarrado mientras que probablemente el radar operativo haya sido el de la base Comandante Espora. Más aún, los dos Tipo 42 serían mejores candidatos a estar haciendo vigilancia del espacio aéreo antes que el propio portaaviones. Suena más a un plan completamente teórico, muy lejos de cualquier implementación seria, pero probablemente sea un reconocimiento indirecto de la espina clavada en el orgullo de la Marina Real por el ataque "real" al HMS Invincible. ¿Cómo podía ser que los argentinos golpearan al HMS  Invincible y esa armada latinoamericana saliera impune?

Sobre el misil Martel

El Martel era un misil antirradiación (ARM) anglo-francés. El nombre Martel es una contracción de Missile, Anti-Radiation, Television, en referencia a las opciones de orientación. Existen dos variantes, el guiado por radar pasivo (AS 37) y el guiado por vídeo (AJ 168).

Los aviones que utilizaron estos misiles fueron el Blackburn Buccaneer (hasta tres TV o cuatro variantes ARM), el SEPECAT Jaguar (dos), el Mirage III/F1 (uno o dos) y el Hawker Siddeley Nimrod (al menos uno). El Martel era muy adecuado para ataques antibuque con su pesada ojiva de largo alcance.

En ese momento, no existía ningún misil pequeño guiado por radar como el AGM-84 Harpoon con radar activo, por lo que la única solución viable era un sensor TV o ARM. Tenía un alcance relativamente largo (60 km), una gran carga útil y una velocidad subsónica.

Fue posible adaptar el Martel ARM para usarlo contra radares de diferentes longitudes de onda. Fue una mejora en comparación con los primeros misiles ARM estándar, que solo tenían un sensor de banda estrecha. Pero el sensor ARM sólo se podía seleccionar en tierra, no en vuelo, por lo que antes del despegue era necesario saber qué tipo de radar debía atacarse.

El Reino Unido utilizó ambos tipos, los franceses sólo la variante equipada con radar. El Martel fue construido por Hawker-Siddeley en el Reino Unido y Matra en Francia.

sábado, 14 de junio de 2025

Día de Máxima Resistencia: ¡Volveremos!


Día de la Máxima Resistencia: el fin de la guerra

Gaceta Marinera


Cada 14 de junio rendimos tributo a los héroes argentinos que, en los momentos más críticos, permanecieron de pie defendiendo nuestra Patria hasta el último día, con espíritu indomable.




Malvinas - Luego de 74 días, el 14 de junio de 1982, el Conflicto del Atlántico Sur llegó a su fin, y el pabellón nacional fue arriado de aquel amado suelo. La feroz resistencia no alcanzó para el triunfo final. Superados en cantidad de hombres y armamento, las tropas defendieron hasta el último aliento cada metro de las Islas Malvinas. 


Durante la noche del 11 de junio, la presión británica fue en aumento y se produjo un fuerte incremento de intensos duelos de artillería, batiéndose con las consiguientes bajas y destrucción de posiciones. Esto anticipaba con mayor firmeza que se avecinaban los momentos más decisivos.



Uno de los ataques más severos lo sufrió la 4º Sección de la Compañía “Nácar” del Batallón de Infantería de Marina Nº5, en el extremo oeste del monte Tumbledown, que estaba a cargo del entonces Teniente de Corbeta Carlos Daniel Vázquez.


El mismo comenzó con un asalto a bayoneta en las últimas horas del 13 de junio, por parte del 2º Batallón de la Guardia Escocesa y una Compañía del 7º Regimiento Gurkha. En las primeras horas de la madrugada del 14 lanzaron sucesivamente dos asaltos más a bayoneta, con las restantes compañías del 2º Batallón.



Durante esa noche el Jefe de Sección, luego de consumir 54 proyectiles de su mortero de 60 mm disparando sobre su propia posición, solicitó el apoyo de fuego de los morteros de 81mm, de 106,6 mm, de la Batería de Artillería “Bravo” de la Infantería de Marina, y del Grupo de Artillería Aerotransportado 4 del Ejército Argentino, para que batieran con sus fuegos nuevamente su propia posición, al considerarla ya perdida.



Ejecutados esos fuegos y con una gran cantidad de bajas, la 4º Sección siguió combatiendo con su sector parcialmente ocupado por la infantería británica, hasta las 7:15 hs. Fueron cayendo en manos de los enemigos pozo tras pozo, a lo largo de las más de 8 horas de combate cuerpo a cuerpo.



En este combate murió honorablemente entre muchos otros, defendiendo a un subordinado, el Suboficial Segundo Julio Saturnino Castillo. Caída la 4° Sección, ya nada quedaba entre los ingleses y la ciudad de Puerto Argentino. Los sonidos de la guerra dieron lugar a un silencio infinito, un silencio que en muchos combatientes perduró por años. 



En el sentimiento de los que combatieron se mezclan dolor y orgullo, y es nuestro eterno deber honrar y recordar a nuestros Héroes de Malvinas. Particularmente hoy, a aquellos que defendieron la Patria hasta el último minuto.