La obra "Minefield" es interpretada por seis ex combatientes, tres argentinos y tres británicos en el Royal Court, principal teatro de la capital británica
La Nación
Seis veteranos, tres de cada país, que no se conocían ni tenían experiencia teatral son los protagonistas de Campo Minado
Nunca se había subido a un barco. No sabía nadar. Y cuando en 1981 fue elegido para realizar el servicio militar obligatorio en Argentina, Rubén Otero ni sospechaba que menos de un año después terminaría con medio cuerpo congelado, flotando en una balsa en medio del Océano Atlántico.
Lou Armour no sólo sabía nadar, sino también disparar un arma. Había ingresado a los infantes de marina de la Real Armada británica en 1974, era instructor de infantería, especialista en helicópteros y paracaidista militar.
Antes del 2 de abril de 1982 Rubén y Lou no tenían nada en común. Pero ese día, cuando militares argentinos desembarcaron en las islas Malvinas, una guerra los unió. Como enemigos. Hoy, 34 años después, los une un escenario. Y en pleno corazón de Londres: el del Royal Court, principal teatro de la capital británica dedicado a la nueva dramaturgia.
Distintos elementos audiovisuales son utilizados en la obra, como la proyección de este mapa con soldaditos de juguete. Foto: Archivo
Ambos son parte de Minefield (Campo Minado), la obra teatral que junta a seis veteranos de la guerra de las Falklands/Malvinas, tres argentinos y tres británicos, y reconstruye el conflicto en primera persona, a través de sus relatos. Personales, íntimos, subjetivos, y, principalmente, emotivos.
Veteranos puertas adentro
Audicionaron más de 60 veteranos entre Buenos Aires y Londres, de los que finalmente quedaron seis. Pero el objetivo del montaje, más allá de relatar el conflicto, busca explorar "qué es un veterano de guerra, qué significa y de qué manera la guerra está presente en su vida hoy", según le explica a BBC Mundo Lola Arias, creadora y directora del proyecto.Reconocida como una de las principales voces teatrales de Argentina, Arias ha enfocado su trabajo en el teatro documental, que toma gente común relacionada por un evento y construye un montaje a partir de sus vivencias.
Armour (en la foto) fue prisionero de las tropas argentinas que desembarcaron en las Falklands/Malvinas el 2 de abril de 1982
"Cuando se convierten en actores toman distancia, lo ven desde fuera, lo transforman en una historia". Como la de Armour, quien fue subido en un avión tras ser tomado prisionero por los argentinos. En la obra recuerda que sentado allí, sólo pensaba en las historias que había escuchado sobre el líder de facto argentino que tiraba personas al Atlántico para hacerlas desaparecer.
La guerra que no termina
Mientras él volaba sobre el Atlántico, Otero lo navegaba. Y en el Royal Court, también lo hacen los 380 asistentes a la función. Un par de efectos simples como humo y luces rojas, una sirena y material audiovisual logran traer el icónico hundimiento del ARA General Belgrano a la sala.Otero, quien había sido destinado al buque insignia de la Armada argentina, entraba a guardia ese día, pero se atrasó un par de minutos por afeitarse. Y al ser bombardeado se las arregló para cruzar la cubierta repleta de petróleo, lanzar la balsa al mar y saltar sobre ella. No podía fallar, había sobrevivido al bombardeo británico, pero si caía al mar se ahogaría.
El público sigue atento cada una de sus palabras, como si fuera una película de acción. No importa que todos sepamos el final: sobrevivió, sino no estaría ahí relatándolo. Lo que queremos saber es el proceso, el cómo, el "qué se siente".
Lo mismo pasa cuando Sagastume relata el momento en que se encontró con la pierna de uno de sus compañeros que voló en pedazos al pisar una mina antipersonal.
O cuando Vallejo vio morir a uno de sus amigos frente a él o cuando Jackson recuerda cómo por una oreja escuchaba códigos de radio para transcribir y por la otra a un humorista de la BBC e incluso se viste de mujer
O cuando Armour, quien antes de las Falklands/Malvinas realizó operaciones en tres continentes, relata la conversación que tuvo con un soldado argentino que murió en sus brazos quien, en inglés, le dijo que no sabía por qué estaban peleando. Y que le cambió la vida.
No es la primera vez que lo cuenta. La primera vez fue en un documental de 1987 donde llora en cámara. Por haber llorado públicamente por un argentino no volvió a asistir a ninguna reunión de veteranos.
Nunca había ido a un psicólogo. Hasta que comenzaron los ensayos de la obra. "En Argentina ver a un loquero es más común que bailar tango", relata durante el montaje.
"Los efectos colaterales son siempre impredecibles. A algunos les resultó una situación bastante difícil, pero una vez que pasaron por ese proceso pasó algo genial: se apoderaron de su propia historia y eso los empoderó", le cuenta Arias a BBC Mundo.
El principal descubrimiento para él fue precisamente darse cuenta de que esos efectos no eran exclusivos de los argentinos.
"Yo menospreciaba el efecto de la guerra en los ingleses, porque pensaba que eran profesionales, que sabían lo que hacían y que esta era una guerra más entre otras guerras. Pero me di cuenta de que no, de que nadie está preparado para la guerra, para ver morir a su compañero, para morir, para matar, sean o no soldados profesionales", asegura la directora.
No todos son recuerdos traumáticos. Hay muchas anécdotas y una manera de elaborar el discurso con tono familiar, cercano, fácil de digerir. Como si lo contara un amigo.
De la música al ruido
Relatos, luces y humo, pero también hay música. De vez en cuando aparece una batería en escena, un bajo y un par de guitarras. Tocan "Get back" de los Beatles, solos de batería, la marcha a las Malvinas.Pero en un punto, la música se transforma en ruido. Desagradable, fuerte, ensordecedor. "¿Votarías por una guerra? ¿Enviarías a tu hijo a la guerra? ¿Alguna vez te sentiste ignorado por la gente por la que peleaste?", grita el vocalista de esta canción sorda.
De pronto, se detiene. Pero las preguntas quedan flotando entre un público que reemplaza el ruido por aplausos. De pie.
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