Páginas

domingo, 15 de mayo de 2016

CF Ernesto Proni Leston ubica al HMS Sheffield

Gestas y héroes olvidados por la mayoría de los argentinos: Cazando al HMS Sheffield
Historia del silencioso trabajo que realizó un grupo de hombres, a bordo de un viejo avión de exploración desarmado, que localizó y guió un histórico ataquePOR RUBÉN DURÁN | El Intransigente

Gestas y héroes olvidados por la mayoría de los argentinos: Cazando al HMS Sheffield Capitán de Fragata Ernesto Proni Leston y de su Neptune 2-P-112



Cazando al HMS Sheffield 

Mucho se ha hablado y escrito sobre el ataque de la Aviación Naval contra el destructor HMS Sheffield, el 04 de mayo de 1982. Se ha puesto énfasis en la efectividad de los aviones Super Etendard y sus misiles Exocet y del profesionalismo de sus pilotos. Pero poco se dice del silencioso trabajo que realizó un grupo de hombres, a bordo de un viejo avión de exploración desarmado, que localizó y guió aquél histórico ataque. Esta es su historia.

Después del inicio de las hostilidades del 1 de mayo de 1982, las cosas habían tomado un cariz angustiante para la Armada Argentina: El 2 de mayo el crucero ARA General Belgrano había sido torpedeado y hundido por el submarino HMS Conqueror, el aviso ARA Alférez Sobral había sido atacado con misiles por helicópteros enemigos y se desconocía su paradero, la Flota de Mar, con el portaviones ARA 25 de Mayo a la cabeza, no había logrado montar el ataque programado en contra de la escuadra británica y recibió órdenes de dirigirse a aguas seguras por el peligro de los submarinos nucleares enemigos.

La única carta que por el momento le quedaba a la Armada era la 2ª Escuadrilla de Caza y Ataque con sus novísimos Super Etendard, armados con misiles Exocet. Los primeros cinco aviones habían llegado a la Argentina en noviembre de 1981, y desde esa fecha comenzó el programa de asimilación de dicho sistema de armas, que preveía la llegada en abril de 1982 de técnicos franceses que debían realizar la puesta a punto del sistema de disparo del misil. A raíz del desembarco argentino en Malvinas, los expertos franceses suspendieron el viaje y los integrantes de la Escuadrilla se vieron obligados a desarrollar técnicas propias para dejar a los Super Etendard plenamente operativos, lo que demandó un gran despliegue de imaginación y trabajo, que rendiría sus frutos en mayo de ese año.

Pero, para alcanzar su objetivo, los pilotos de los Super Etendard debían ser guiados hasta las proximidades del mismo por un avión explorador, quien debía transmitirles información actualizada de la ubicación de los barcos enemigos que debían atacar.


Exploradores de la Armada

Cuando comenzó el conflicto de Malvinas, la Armada contaba con la Escuadrilla Aeronaval de Exploración, conformada por sólo dos veteranos aviones Lockheed Neptune que permanecían en servicio gracias al enorme trabajo del personal de mantenimiento de la escuadrilla. Estos aparatos comenzaron a operar en la zona de conflicto a fines de marzo de 1982, participando en hechos de importancia histórica, como el hallazgo de los sobrevivientes del ARA General Belgrano, que permitió realizar una de las operaciones de rescate de náufragos más importantes de la historia de las guerras modernas.

Estas aeronaves, cuyo diseño databa de fines de la Segunda Guerra Mundial, también recibieron la peligrosa misión de efectuar vuelos de exploración antibuque en la zona de Malvinas, para informar a los aviones de la Fuerza Aérea Argentina si el camino hacia las islas estaba despejado o no de amenazas.

Así fue como en la noche del 3 de mayo de 1982, el entonces Capitán de Corbeta Ernesto Proni Leston recibió la orden de realizar un vuelo de exploración, por lo que en la madrugada del día siguiente despegó a bordo del Neptune matrícula 2-P-112, lo acompañaban diez tripulantes más: Capitán de Corbeta Sepetich (copiloto), Teniente de Fragata Pernuzzi (operador radar), Teniente de Fragata Gatti (navegante), Teniente de Corbeta Meneses, y los Suboficiales Heredia, Sosa, Del Negro, Saavedra, Yerba y Fernández..

Con un cielo poblado de nubes bajas, el solitario avión inició su tarea. La misma consistía en volar a escasa altura del mar, para evitar ser detectado, al llegar a un determinado punto, Proni Leston aceleró motores y elevó el avión hasta llegar a cerca de los 900 metros de altitud. En ese momento se activó el radar por unos segundos y luego el avión regresó a la relativa seguridad del vuelo bajo.

Así estuvo operando por casi una hora y media, cuando Pernuzzi le comunicó que los cristales del radar se habían quemado. Proni Leston le ordenó que los cambie, ya que con los cristales rotos la pantalla de radar se torna difusa y no es posible identificar correctamente los blancos. A las 7:50 de ese 04 de mayo volvió a elevarse por encima de las nubes. Esta vez, el radar reparado localizó un objetivo de porte mediano que emitía señales de contramedidas típicas de un buque de guerra, por lo que comunicaron de inmediato la novedad al continente.

El Neptune continuó acechando al blanco, esperando nuevas instrucciones del comando, y a las 8:45 Proni Leston volvió a elevarse, detectando en esta oportunidad a tres barcos enemigos ¡A sólo 96 km. de distancia! Es decir, dentro el alcance de las patrullas aéreas de combate de los Harrier.

Conciente del peligro, Proni Leston volvió a descender a toda velocidad y se alejó a una distancia prudencial, pero siempre vigilando a su presa. Después de las 9:00 se produjo otro inconveniente: se volvieron a quemar los cristales del radar y no quedaban más repuestos.


El último esfuerzo

El piloto avisó a sus superiores de la novedad y éstos le ordenaron utilizar una vez más el equipo, a pesar de estar averiado. A las 10:30. Proni Leston cumplió con la orden, pero esta vez, en lugar de ascender hasta los 900 metros habituales, decidió superar la barrera de los mil metros, con la intención de lograr una mejor detección con el radar parcialmente fuera de servicio.

La arriesgada maniobra rindió sus frutos, ya que permitió localizar correctamente a los tres barcos enemigos.

Ya habían cumplido. Pocos minutos después, Proni Leston se comunicó con los dos Super Etendard que ya estaban en camino y les transmitió la valiosa información. A las 11:40 de ese día, un Exocet disparado por la 2ª Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque impactó en el destructor Clase 42 HMS Sheffield, gracias al heroico trabajo realizado por los tripulantes del Neptune.

Este fue el último combate de tan noble avión, ya que al desgaste producido por el paso de los años se sumaron las duras condiciones climáticas que debió enfrentar. Por ese motivo, los dos Neptune dejaron de volar operativamente entre junio y julio de 1982. Sus fuselajes permanecieron al aire libre y expuestos al deterioro, pero gracias al esfuerzo de un grupo de hombres de la Armada, el 2-P-112 de Proni Leston fue reconstruido y actualmente se encuentra en exhibición en el Museo de la Aviación Naval, en la Base Comandante Espora, como tributo a aquellos hombres que no dudaron en enfrentar al peligro para cumplir con su compromiso con su Patria.

Lamentablemente, el destino fue menos benéfico con Proni Leston. Si bien fue condecorado por su valiente actuación, una vez retirado como Capitán de Fragata de la Armada debió trabajar como remisero, porque la jubilación no le alcanzaba para mantener su hogar.

Trabajando en un remis, precisamente, fue asaltado y sufrió una herida de arma de fuego. Una vez recuperado, siguió viviendo con bajo perfil, hasta que el día 16 de septiembre de 2007 su alma emprendió un último vuelo hacia la eternidad. La noticia de su muerte pasó desapercibida para la mayoría de los medios nacionales (privados y estatales), al parecer más interesados en el fallecimiento del comandante inglés Jeremy Moore, ocurrido un día antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario