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viernes, 7 de agosto de 2015

VGM: Tony Davies comenta el conflicto

MALVINAS: 25 AÑOS DESPUES : TONY DAVIES, EX SARGENTO MAYOR DE LOS GUARDIAS GALESES Y VETERANO DE GOOSE GREEN, ENTRE OTRAS BATALLAS 

"Los británicos estuvimos a uno o dos días de perder la guerra de Malvinas" 

A 25 años de la guerra, un ex sargento inglés evoca Goose Green, el primer combate terrestre entre los dos Ejércitos.


María Laura Avignolo LONDRES CORRESPONSAL
mlavignolo@clarin.com
Clarín

El ex sargento mayor Tony Davies siempre soñó con hacer un crucero. Era su sueño en una familia de 11 hijos en Gales. La única vez que lo consiguió fue en una cabina del lujoso "Queen Elizabeth II", con el regimiento de los Guardias Galeses, rumbo a la guerra de Malvinas de 1982.

Treinta años después no le queda ni una sola foto del conflicto, El amargo recuerdo de sus amigos muertos en el bombardeo argentino al "Sir Gallahad" o en combate, la profunda depresión, lo llevaron años atrás a una decisión extrema: quemar las fotos y su diario de la guerra para "matar" una memoria, viva y dolorosa, que no se apagará jamás.

Goose Green: el principio del fin
Después del desembarco en San Carlos, los británicos se lanzaron a Puerto Argentino, un objetivo que quisieron tomar al principio de la guerra y no pudieron. Goose Green o Pradera del Ganso fue la primera gran batalla terrestre entre ambos Ejércitos. Sin embargo, esa batalla estuvo a punto de no llevarse a cabo. Los británicos, según documentos recientemente desclasificados, temían que una campaña dilatada, y cara en muertos y heridos, favoreciera las intenciones argentinas de firmar un acuerdo político.
El gabinete de guerra británico pensaba incluso que ése era el plan del gobierno militar argentino, por lo que el objetivo de la guerra, entre el 24 y el 25 de mayo de 1982, era que sus tropas se dirigieran "en forma inexorable hacia la toma de Stanley". Goose Green era un objetivo secundario y los ingleses no planificaban otras acciones "hasta que se redujera la amenaza aérea argentina", cuenta sir Lawrence Freedman en "The Official History of the Falklands Campaign".

Fue el hundimiento del buque inglés Atlantic Conveyor y la pérdida de sus helicópteros lo que decidió al gabinete de guerra de Margaret Thatcher a "recobrar la iniciativa y demostrar a la población que la recuperación de las islas experimentaba un palpable avance".

Los cañones se dirigieron entonces a las tropas argentinas emplazadas en Goose Green.

Treinta años después de la guerra, el galés Tony Davies ya no es sargento mayor sino teniente coronel y presidente del Unión Club, un hotel elegante en la zona de Waterloo que aloja a todos los veteranos de guerra británicos y sus familiares cuando llegan a Londres.

¿Volví a las Malvinas en 2000. Había jurado no volver nunca más. Tuve dos semanas de emocionantes reencuentros con soldados en Stanley y en Goose Greene. Cuando uno ve que hay más de 360 muchachos muertos sólo en un incidente como el del Belgrano, uno dice: "Dios, qué pérdida! Hermanos, padres, hijos. Una tristeza", dice Davies en su Union Club, sin ocultar las lágrimas. Hoy, trabaja para sus compañeros y para la paz. Cuando salió para Malvinas, creía que las Falklands estaban en Escocia, como la mayoría de los soldados que lo acompañaban.

«¿Creía que iba a la guerra?

¿Había estado en el Ejército por veinte años. Peleé en Aden, en Oriente Medio, en Irlanda del Norte, contra la insurgencia. Como soldado profesional, si mi país iba a la guerra, yo iba a pelear por él. Pero cuando esta task force comenzó a marchar, todos pensamos que iba a haber un acuerdo político y no una guerra. Yo siempre quise viajar en un crucero, y en el primero que fui en mi vida, fue a las Malvinas, en el Queen Elizabeth, a pelear. Muchos de nuestros soldados eran jovencitos: ni siquiera habían ido a Irlanda del Norte. Necesitaban mucho entrenamiento y cuidado. Cuando llegamos a Ascensión pasó el hundimiento del Belgrano. Allí supimos que no había vuelta atrás.

¿Cómo se siente usted respecto al Belgrano?

Muy triste, porque mucha gente perdió la vida. Lo que diría a una familia que perdió a un hijo allí sería que yo estoy muy triste y que me afecta inmensamente. Yo perdí muchos amigos en esa guerra: cuarenta y cuatro amigos de mi regimiento murieron en el "Sir Gallahad" y noventa y ocho quedaron muy heridos. «éramos soldados profesionales y los dos lados hicimos lo que creíamos que era lo correcto para nuestros países. Nos pusieron en esa posición los políticos, ése es un triste hecho de la vida.

Parecen encantados de encontrarse con el enemigo.

Lo que pasó, pasó. No lo podemos cambiar. Cuando yo fui a Malvinas en el 2000, fui al cementerio argentino en Goose Greene. Recuerdo haber caminado por allí, ver los nombres (llora), recordar los días de la batalla. Viví un infierno allí. Mount Harriet, Tumbledown, Kent, Longdon, Two Sisters. Jamás lo olvidaré. Espero que se den cuenta de que los británicos estuvimos tan cerca de no conseguirlo, de no llegar a Stanley.

¿Cerca de perder la guerra?

Absolutamente. Uno o dos días más y nunca lo hubiéramos hecho.

En Argentina no imaginaron eso. ¿Lo puede explicar?

Para el desembarco de San Carlos nos habían prometido cobertura aérea, que nunca tuvimos; que iba a haber helicópteros, que no tuvimos porque ustedes habían hundido el "Atlantic Conveyor". Comida, munición, transporte estaban en extremo racionamiento una semana después de San Carlos. En mi regimiento terminamos usando lo que las tropas argentinas dejaban en la retirada: comida argentina, munición argentina y, en muchos casos, armas argentinas porque eran mejores a veces que las nuestras. El día de la rendición íbamos a atacar Sapper Hill. Pero el general Menéndez dijo "se acabó". La artillería nuestra tenía sólo para cuatro rondas, que es nada. No teníamos gasolina, ni comida y muy poca munición. Y estábamos perdiendo a muchas tropas por enfermedad, el frío, las heridas de las batallas. Un día o dos más ahí y podría haber pasado cualquier otra cosa.

¿Fue difícil la pelea con las tropas argentinas?

Muy difícil. Con el BIM 5 fue muy difícil. Y cuando avanzamos a Stanley se hacía más duro. Eran iguales a nosotros de buenos y pelearon bien. Nunca voy a olvidar a mi primer prisionero de guerra. Me creas o no, hasta cuatro meses antes había sido profesor en Swansea University, en Gales, que es de donde yo vengo. Fue en Mount Harriet, eran las cuatro de la mañana, la batalla había terminado y él estaba helado. Yo tenía una taza de té y él me habló en inglés; me dijo que había estado enseñando en Swansea University. No lo podía creer. Nunca más lo vi, no me acuerdo cómo se llamaba.

¿Cómo fue la llegada a Puerto Argentino?

¿Muy difícil. Había muchísimas minas, no teníamos apoyo aéreo ni artillería y todo era a la noche. Empezaron los rumores de la rendición. Llegaron veinte helicópteros al mediodía del 14 de junio, soleado y nevado. Llegamos a Sapper Hill y ahi paró la guerra, a quinientos metros de Stanley. Fuimos a los búnkers argentinos, tomamos los comidas, la ropa seca y las raciones.

¿Y cuál fue su sentimiento?

Estábamos encantados de que la guerra hubiera terminado y de que hubiéramos ganado. Y estábamos muy sorprendidos por el número de argentinos que había. Me fui de Stanley en 1982 dos meses después de la guerra, en un ferry. Me dije: "Jamás volveré." Pero volví. Después de la guerra empecé a tomar inmensamente. Hasta que encontré a Denzil, un ex paracaidista que perdió una pierna en la batalla de Monte Longdon. El también estaba muy mal y me dijo que quería hacer esta asociación de veteranos. Llevamos diez años trabajando juntos y juntos volvimos con la BBC a las islas por diez días. Y me sentí por horas solo, en esos cerros. Me hizo mucho bien.

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