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jueves, 14 de agosto de 2014

Museo K de las Malvinas

Museo de las Malvinas: una versión de la Historia que conduce a los K
Son 5.000 metros cuadrados, en el espacio de la ex ESMA Hay objetos y videos conmovedores de la guerra. Termina con imágenes de Néstor y Cristina y sus discursos.
Clarín




La guerra de 1982 es un capítulo en este Museo. El más doloroso y desgarrador. Pero no el central. Lo fundamental, según el guión museográfico del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur que funciona en la ex ESMA, es introducir la memoria de esa guerra en una más vasta: la de la dictadura, los desaparecidos y la violación de los Derechos Humanos. Ayer hubo una recorrida para periodistas, guiada por el director Jorge Giles y sus colaboradores.

De acuerdo con ese enfoque, las tres salas permanentes sobre las islas muestran una historia más extensa, con un ojo puesto en la apropiación británica de los recursos del Atlántico Sur. Y lleva al visitante de la mano a una conclusión: ningún gobierno democrático hizo tanto por la recuperación de las Malvinas como los de los Kirchner. Como si en el medio los gobiernos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde hubieran pasado de largo por el tema.

En el extenso recorrido dedicado a la memoria de Malvinas no hay ni una sola referencia a las acciones de los cancilleres que precedieron al actual, Héctor Timerman. Ni siquiera hay registro de los ositos Winnie the Pooh que Guido Di Tella, canciller de Menem, les mandó a los kelpers en la Navidad de 1998. Pero sí una proyección continua de discursos de Néstor y Cristina sobre el tema. Entre los presidentes del siglo XX con agenda pública en Malvinas figuran sólo Arturo Illia y Juan Domingo Perón.

La construcción de este relato, en sintonía con la visión de la historia que propone el kirchnerismo, no sorprendería si no fuera porque tampoco hay referencias a las diversas asociaciones de ex combatientes. Algunas simpatizan con el kirchnerismo. Otras reclaman fuertemente. Giles se atribuye la autoría del guión museográfico. El subdirector, Mario Volpe, es un ex combatiente que peleó en la terrible batalla de Monte Longdon y perteneció al Regimiento 7 de La Plata.

La información oficial dice que el museo fue “creado para rescatar la memoria colectiva del pueblo argentino sobre las Malvinas” y rinde homenaje “a los argentinos que entregaron sus vidas en defensa de las islas a lo largo de nuestra historia como Nación”. Por eso tienen su lugar los argentinos del operativo Cóndor que en 1966, en una acción armada, desviaron un vuelo regular de Aerolíneas Argentinas hacia las islas Malvinas. Las armas que llevaban y la bandera están expuestas en el museo.

El recorrido por la guerra de 1982 no es exhaustivo sino simbólico. Por supuesto que tiene su espacio y está presente en la proyección de 10 minutos que abre la muestra permanente. Esa primera apelación al visitante no es historiográfica sino emocional. De excelente factura y muy bien musicalizado, el video comparte el amplio espacio con La asombrosa excursión de Zamba por las islas del Atlántico Sur, de Paka Paka.

Giles dice que el museo muestra las islas desde cuatro ejes: la vida, la pasión, la muerte y la resurrección. En el segundo piso, donde se aborda la guerra de 1982, hay una instalación impresionante sobre los soldados sepultados en las islas, está la referencia al papel de los medios en la guerra –muy crítica con Clarín y La Nación, como era previsible– las revistas Gente y El Gráfico, entre otros, y se exhiben ropas y botas de los soldados, cartas y poemas, testimonios multimedia de los sobrevivientes.

En un panel externo, se cuenta la historia del capitán Giacchino, primer caído en combate el 2 de abril de 1982, e identificado como “el represor Pablo”. Hay un tributo a las mujeres en Malvinas. Y a “las tres plazas”: la del 30 de marzo de 1982, que acabó en una represión brutal; la del 10 de abril de ese año, en la que Galtieri desafió a los ingleses, y la del 14 de junio de 1982, fecha de la rendición argentina. El olvido –Malvinas es parte de una memoria más extensa– está en la plaza del 30 de octubre de 1983, con la recuperación de la República.

El museo, de 5.000 metros cuadrados, tiene todos los adelantos tecnológicos para hacerlo interactivo. Uno de los guías es Juan Rattenbach, nieto de Benjamín Rattenbach que fue autor del conocido Informe homónimo sobre la responsabilidad militar en la guerra de Malvinas.

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