Páginas

domingo, 8 de junio de 2014

El combate del Monte Dos Hermanas


Combate del Monte Dos Hermanas

Así pensaba rápidamente el soldado que, con buen estilo, abría fuego por batir al ingles que se cubría detrás de la metralla rompiendo con su cadencia de fuego las rocas del risco en que se ocultaba en pleno ataque.
Bajo la noche clara era necesario aumentar el volumen de fuego aunque se perdiera un poco de eficacia del tiro y así a velocidad continua, la trayectoria del plomo que es munición trazadora, buscaba el cuerpo mortal del adversario.
EI combate era letal. Los ingleses que continuamente se in­filtraban en las posiciones Argentinas, habían llegado hasta ese lugar, llamado Dos Hermanas por ser dos riscos gemelos. Pero la patrulla de Comandos Argentinos que había caído en la con­traemboscada sabía que "Dos Hermanas" no tenía frontera y que había que salir de la sorpresa de sentirse atacados furiosamente por la fusilería inglesa.
Superada la sorpresa y ante el escozor de la batalla, en los primeros embates, cayó mortalmente herido, e1 Sargento Cisnero.
Este valiente soldado, la noche anterior, había escrito en su libreta de comando: si no vuelvo al continente es porque no se rendirme; perola fuerza superior de la tierra malvinera abrazo al Sargento Cisnero que, masticando turba, murió abriendo fuego como podía contra el ingles, el clásico invasor de nuestro país.
EI SAS (Special Air Service) alertó a la metralla que lanzo la granada y quebró la fervorosa vida del Sargento. "Perro" Cisnero, ametrallador de Mag, comando.
A su lada estaba el teniente primero Vizoso Posse (apodada el yanqui, por sus campaneros) que recibió la onda expansiva mientras, aprovechando el desconcierto, el SAS escalaba las ro­cas queriendo hacer una Abra y Shantia en Malvinas.

El teniente primero Vizoso Posse sintiendo la muerte muy de cerca, creyó que se le dislocaba el cuerpo, el plomo que atravesó el cuello parecía que a la vez lo abría y lo desangraba y en otros momentos parecía que le acariciaba el cuello porque una cuenta del Rosario que llevaba persistía en el metal letal, carne a carne, en la herida abierta. Pero el valiente soldado. Vizoso Posse, sin amedrentarse en la lid, tomo el fusil en sus manos y cuando. Los ingleses descendían replegándose por las rocas, convencidos de la abra consumada, espero la oportunidad y entonces, el argentino, disparo su fusil al león y a su corana logrando que el enemigo sufriera de esta manera, sus primeras bajas.
El jefe de la patrulla de Comandas Argentinas, sabiendo que la victoria es del que más se atreve, actuó al primer impulso de la contraemboscada, en la que el fuego enemigo buscaba desbastar todo lo que encontrara a su paso. Con energía y decisión calculo que de esa situación difícil, solo se podía salir con un volumen de fuego más agresivo; por lo que ordeno al teniente primero Vizaozo Posse, que se replegara porque iba a ser apoyado en ese momento.
EI oficial, obediente, escalo las rocas, sintiendo, como un fue­go que le ardía fuerte en el cuerpo, la herida donde la adrenalina parecía que dejaba de hacer su efecto. Pero con esfuerzo y coraje llego a donde estaban las suyos. En ese tenso momento ninguna de las partes cedía posiciones. El volumen de fuego de las dos subunidades de tropas especiales era impresionante: tales es así que ambos contendientes creyeron que se las estaban viendo en un combate encarnizado contra un regimiento completo de la línea enemiga.
Ambas contendientes, por un lado, los comandos argentinos, famosos por hacer honor a su agresividad y portando la empu­ñadura roja que ostentan con su insignia en la boina y por el otro lado, el Special Air Service los afamados y auténticos comandos británicos estaban convencidos que el enemigo con que se en­frentaban era la vanguardia de una fuerza mayor.
AI jefe de la patrulla de Comandos Argentinas le gustaba recordar esa frase que dice elige hambres y guerra y con esa consigna había elegido. Los hombres y el momento. A ellos les pidió que entregaran el máximo de su rendimiento como com­batientes, para lograr quebrar el brazo armada del adversario. Mientras tanto el médico militar de la Campania de Comandas revisaba la herida que recibiera el oficial Vizoso Posse, hacienda lo posible para que vuelva rápido al combate con el fusil en alto. Esta impartición era lo que esperaba el soldada para recuperar el ánimo y poder continuar en la lucha.
EI jefe de la patrulla de Comandos Argentinos rumiaba el combate, parecía que hacia un auto examen en el mismo fragor de la lucha y se decía para si mismo: nuestra misión no es fo­guearnos, hacer instrucción, sino. Localizar; fijar al enemigo y aniquilarlo en toda oportunidad que entremos a combatir. Se decía, que sería error no empeñarse del todo por preservar a la gente y mientras pensaba combatía, rumiaba, daba animo a su tropa, y sin necesidad le dio más tiempo al adversario, no logran­do aferrarlo y sintió fracasada la operación de dejarse sobrepasar en las alturas del risco en disputa.



Pero sin embargo procedió como si fuera la ultima ocasión para convertirse en héroes, observo que en esos niveles no hay li­mitaciones para el combate y el SAS también con su agresividad había hecho lo suyo sobre la moral de su tropa.
EI combate fue desgastante, había que pelear permanente­mente como si la batalla final dependiera de ese momento. El segundo Jefe de la Compañía de Comandos argentinos, que par­ticipaba observando el combate con mucho detalle, veía como reaccionaba nuestra gente y como atacaba el enemigo, teniendo en cuenta que era una contraemboscada.
Estaba convencido de las agallas del Jefe de la Patrulla que con ejemplo personal, arrojo y la precisión necesaria supo guiar el fuego de la artillería propia, contra el enemigo ingles que se retiraba abandonado la escena del sangriento combate.
En ese momento, el capitán medico de la patrulla de Coman­dos argentinos, con voz tensa y firme grito a viva voz el lema de las tropas especialmente adiestradas: Dios y Patria o muerte.
EI resto de la patrulla sumisa, valerosa y resignada grito la pelea, triunfa y muere, respondiendo al lema de los comandos argentinos.
Para evitar que el enemigo pudiera replegarse con éxito, la artillería argentina con precisión matemática, persiguió a la fuerza británica durante cuatrocientos metros hasta que se hizo un silencio total, silencio mezclado con euforia. En las fuerzas argentinas se respiraba por la sensación de haberse impuesto a un adversario tan fuerte y afloraba el tremendo y agotador cansancio de la ardua jornada de combate.
Mientras tanto el jefe de la patrulla de comandos argentinos, hacia su evaluación critica diciendo: "el que conduce un elemento tendría que ir desarmado, porque el combate nos atrae y se deja de conducir y es necesario situarse bien y reaccionar, dándose cuenta de lo que debe hacerse”­

Si bien la gloria consiste en vencer con el menor sacrificio po­sible, los comandos argentinos habían sido pródigos en su ardor y valor generoso. El combate había sido a sangre y fuego y esos soldados podían ser acreedores a la consideración y estimación de su Ejército.
Pero a pesar que el cerro pareció estallar con sus explosiones y en la emergencia se complicaba todo, porque el golpe de fuego inicial lo tuvieron los ingleses, las tropas argentinas supieron dar impulso al combate y salir de la sorpresa. Los comandos argentinos recordaban que el encuentro fue sumamente duro y que quizás se diera únicamente en una isla: el choque de dos patrullas de Comandos.
La fuerza de la tierra que abraza a sus hijos es más fuerte que todos ellos.
Por eso dicen que en pleno territorio dominado por el enemi­go hay un bastión argentino. Al pie de un monte de dos crestas de Malvinas. Y es el tenaz espíritu de los que pelearon en el Monte Dos Hermanas.



Reflexiones al regreso del Monte dos Hermanas

La noche con sus ilusiones inconclusas cayó sobre Malvinas y los comandos argentinos marcharon hacia el brumoso Puerto Argentino, que los esperaba a ocho kilómetros de distancia del lugar donde se produjo el sangriento combate por el Cerro Dos Hermanas.
Los combatientes tomaban conciencia del peligro que en estas circunstancias se corría  recuerdo de los camaradas caídos en acción dejaba una profunda huella en el ánimo de los todos. Algunos de ellos recordaba las palabras del jefe de opera­ciones de la Compañía, expresadas en el continente, en vísperas a partir hacia Malvinas, cuando los preparaba diciéndoles que mientras más nos conociéramos, mayor seria el espíritu de cuerpo a formarse entre los nuestros y a la vez menor serio el número de bajas en los combates y par lo tanto, mayor seria la cantidad de comandos al volver del duro desafío de la guerra en la que estaban enfrentados y empeñados.
Los comandos argentinos aprendieron ,a partir de ese comba­te en el monte Dos Hermanas, que los comandos ingleses, si bien se comportaron como maquinas recién aceitadas para la pelea, estaban lejos de la precisión, valor y agresividad que se necesita para salir victorioso en el combate; sobre todo en estos niveles, en los que no se da ni se pide tregua , al esfuerzo impuesto por la lucha y que, dadas las circunstancias extremas, se puede dar lugar al combate con la bayoneta o a la esgrima de fusil, en un combate cuerpo a cuerpo donde la rapidez de concepción y reacción hubieran sido decisivas para imponerse al adversario.
Los comandos argentinos habían aprendido en el fragor del combate y en esa lucha no simulada, la distancia entre, el mapa de la Argentina de sus manuales de estudio, y la realidad de la sangre de los que fueron protagonistas del enfrentamiento con el Special Air Service británico; ese que había sido una ame­naza terrible en esa hora de la prueba, tan lejos de la mesa de arena y los juegos de simulación, utilizados en las técnicas de planeamiento que fueron tan comunes en su previa preparación y entrenamiento.
También los comandos argentinos reconocían el descanso psicológico tremendo que significo, para las tropas convencio­nales, la aparición oportuna de la compañía especial en el cerro Dos Hermanas; la tranquilidad de saber que adelante había gru­pos con entrenamiento superior realizando incursiones en las
cercanías y que ellos no eran la primera línea de defensa hizo que aflojaran, un tanto, las tensiones
En definitiva en este combate los comandos argentinos habían pasado por la gran prueba en la vigilia y en la lucha, lejos de las lecciones librescas y los datos útiles tan vigentes en los Estados Mayores que controlan la máquina de guerra.
Siempre será resaltado el valor del tiempo en la guerra.
Para saber cuántas bajas sufrieron las secciones del Special Air Service a manos de la compañía de comandos 602, nos re­mitimos a la información del Doctor Isidoro Ruiz Moreno en su libro "Comandos en acción".
Hasta que no se posean datos fehacientes será difícil determi­narlo con precisión, pero sin duda su número debió ser elevado, dada la violencia del enfrentamiento entre comandos, y el fuego de la artillería Argentina. El teniente primero Horacio Lauria refirió haber visto una película de la BBC (British Broadcasting Corporation) compaginada inmediatamente después de conclui­do el conflicto, sin retacear informes, y que en la misma se hacía alusión al combate diciendo que las bajas inglesas sumaban treinta y tres, cifra que comprendería muertos y heridos.
Más detallada es la versión transmitida por uno de los propios actores, según relato que efectuara el capitán Andrés Ferrero:
"Cuando yo estuve prisionero en el Saint Edmond, un día vino un oficial de Caballería y me dijo. Mi capitán venga, acá hay un ingles que está contando la operación que usted nos re­lato el otro día"
Yo me acerque a escucharlo. EI ingles contaba que intervino en el Special Air Service que, habían muerto dieciocho en esa operación, unos en el combate y otros como consecuencia de las heridas; que había sido un combate encarnizadisimo y pensaron

Que se habían enfrentado contra un regimiento completo de la línea nuestra, y que fue impresionante el fuego que recibieron.
Eso corroboraba 1o que yo pensé cuando nos enfrentemos: nosotros imaginamos que ellos eran la vanguardia de una fuerza mayor, y ellos pensaron lo mismo; lo que paso es que éramos dos fuerzas especiales muy duras. Este hombre, un suboficial que estaba de guardia, era uno de los sobrevivientes.
El otro era un oficial que estaba ahí en el barco también, pero yo no lo vi.
Y mas no se pudo obtener, porque cuando yo lo empecé, a interrogar sobre cómo había sido esa anécdota, que nos relatara algo mas, no sé si porque él se dio cuenta o porque realmente ya no le interesaba seguir hablando, dijo "'no, no basta" -Porque contaban cuando querían: no le podíamos imponer nada.
EI tiempo transcurre y mientras la demora, ladrona del tiempo, sea la clave, me pregunto si seguiremos perdiendo una oportunidad tras otra, a medida que se presentan las ocasiones para el contraataque a los británicos. Porque para nosotros, el objetivo es el acto de contraatacar y de esa manera reafirmar definitivamente nuestra identidad nacional.
En estos años de pérdidas y derrotas nos alienta un sen­timiento de ultraje en guerra por las Malvinas; por eso es importante volvernos a empeñar en tiempo.

La Perla Austral

No hay comentarios:

Publicar un comentario