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lunes, 30 de junio de 2014

Otro round en la ONU

Malvinas: otro duro contrapunto con los isleños en la ONU

Fue una nueva escena de un prolongado diálogo de sordos. Argentinos y malvinenses se cruzaron ayer en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en Nueva York con el debate de la soberanía como telón de fondo. Pero no llegaron a ninguna solución. Sólo hubo duras acusaciones mutuas y el reclamo de la ONU para que Londres y Buenos Aires reanuden "lo antes posible" el diálogo por el conflicto de las islas del Atlántico Sur.

Como ocurre todos los años, el canciller Héctor Timerman fue el primero en hablar y expresó furibundo: "La falta de diálogo sólo trae más guerras, más muertes y más injusticias. La negativa del Reino Unido a cumplir con su obligación de negociar con la Argentina es la antítesis de la idea fundacional de las Naciones Unidas", dijo.

Inmediatamente, Timerman bajó el tono de la confrontación y dijo a los presentes en el Comité de Descolonización que "si le damos una oportunidad al diálogo, habremos dado un paso de gigante hacia la solución de este diferendo que empaña nuestra relación". Como es costumbre en estas reuniones anuales de la ONU, no hubo presencia de funcionarios británicos, ya que Londres considera que en el llamado al diálogo de la Argentina deberían participar los malvinenses, hecho que Buenos Aires rechaza de plano.

A Timerman lo acompañaron ayer el secretario de Asuntos relativos a las Islas Malvinas, Daniel Filmus, además de senadores y diputados del oficialismo y la oposición. En este contexto, el canciller recordó el apoyo que recibió la Argentina en su reclamo por la soberanía de las Malvinas en foros como la Unasur, la Celac, Mercosur, la Cumbre Iberoamericana y el G-77 más China, entre otros. A su vez, Timerman dijo que "oponerse al diálogo es negar al otro el derecho a expresar en forma pacífica su posición sobre una disputa. Oponerse al diálogo significa dejar sentada una posición de fuerza frente a la debilidad del que ha sido despojado", dijo. También intervinieron Alejandro Jacobo Betts, un malvinense de cuarta generación que vive en Córdoba, y el escritor Marcelo Luis Vernet, tataranieto del primer comandante político y militar argentino en las islas.

Luego llegó el turno de los referentes de la Asamblea Legislativa de las Malvinas, que defendieron el referéndum que se hizo el año pasado en las Malvinas y que arrojó como resultado que el 99,7% de la población quiere seguir siendo un territorio de ultramar de Gran Bretaña.

Michael Summers, máximo referente de la Asamblea Legislativa de los isleños, calificó como "negativa y destructiva" la actitud de la Argentina de llevar adelante una política tendiente a asfixiar económicamente a las islas. Así, mencionó la prohibición de que haya vuelos fletados a las islas; las "actitudes violentas" en la Argentina contra los cruceros internacionales que visitan las Malvinas; la decisión de desanimar a compañías españolas que trabajan en la Argentina a que lo hagan en el sector pesquero del Atlántico Sur, y el cierre de puertos del Mercosur para barcos con bandera de Malvinas, entre otras cosas.

Roger Edwards, el otro asambleísta de las Malvinas, calificó de "jocosa" la denuncia argentina de una presunta base nuclear instalada en las islas.

No hubo intercambio de palabras y el Comité de Descolonización de la ONU aprobó nuevamente una resolución en la que se insta a Londres y Buenos Aires a reanudar "lo antes posible" las negociaciones. (Por Martín Dinatale; LaNacion)

Nuestro Mar

domingo, 29 de junio de 2014

Las operaciones de seguridad del Río de la Plata

Operaciones de seguridad en el Río de la Plata




Un escenario poco conocido fue la misión llevada a cabo por Prefectura Naval Argentina en el continente en el marco de ofrecer protección a las aguas argentinas, en especial las destinadas a dar seguridad a la navegación en el Río de la Plata, sus accesos y canales durante la guerra.
Pero sin duda pocos recuerdan el silencioso e inestimable esfuerzo de 435 prefecturianos movilizados que, durante el conflicto de Malvinas, cumplieron funciones en el Río de la Plata para controlar la navegación y mantener liberadas las vías de acceso a los puertos interiores, estando alertas de cualquier acto en contrario (léase sobretodo sabotaje). En estas operaciones estuvieron involucradas las Prefecturas de Zona Río de la Plata, Delta, Bajo Paraná y Atlántico Norte.

Operación Alerta (del 2/4 al 30/4)

Objetivo: “asegurar la libre navegavilidad de los canales de acceso a los puertos del litoral marítimo y fluvial ante eventuales actos de sabotaje”.

Acciones implementadas: “embarque  de una dotación de acompañamiento en todo buque de entrada y/o salida de bandera inglesa y/o conveniencia o de oficialidad inglesa”.

Dotación de acompañamiento: conformada por 1 oficial de navegación y entre 8 y 10 suboficiales. Una vez abordado el buque ocupaban posición en los puntos “sensibles” del mismo: puente, sala de máquinas, timón, cubierta principal de operaciones, caja de cadenas, etc.




Operación León I (del 1/5 al 25/6)

Objetivo: “control total de la navegación del Río de la Plata interior a partir del acceso al mismo – línea imaginaria que une los puntos geográficos de Punta Rasa y Punta del Este (ver mapa anterior)-, a fin de mantener libres los canales de navegación en todos los puertos. En caso necesario se contaba con una Fuerza de apoyo conformada con personal y medios de la División Salvamento y Buceo”.

Acciones implementadas: “embarque de una dotación de acompañamiento en todo buque de bandera extranjera, desde Recalada a puertos del Río de la Plata y del Río Paraná (entrada), y viceversa (salida)”.

Dotación de acompañamiento: integrada por 2 oficiales subalternos y 6 suboficiales.


Esta operación junto a la “Operación Alerta” estuvieron dentro del marco operativo y planificación estratégica de defensa del Río de la Plata. Al mando del "Operativo León I" fue designado el Contraalmirante Carlos Alfredo Vaihinger, Comandante del Área Naval Fluvial.

Si bien se descartó a mediados de abril que sucediera alguna demostración de fuerza de las Task Force británica frente a las costas de Buenos Aires, no era ilógico suponer alguna acción de sabotaje por parte de tropas especiales o de simples marinos mercantes contratados por “su majestad británica” para obstruir la navegación en el Río de la Plata y dificultar el acceso a los ríos interiores (ríos Uruguay y Paraná).

Esta hipótesis preveía entre las acciones posibles de sabotaje:

  • hundimiento o varadura de buques en los canales de acceso
  • modificación de los patrones de balizamiento
  • incluso el minado azaroso de la zona, con un solo objetivo: paralizar y obstaculizar el comercio marítimo y el movimiento portuario en el Río de la Plata.


Personal afectado
1 oficial superior
6 oficiales jefes
89 oficiales subalternos
339 suboficiales

Medios afectados:

GC-21 Lynch - lancha patrullera de mar Clase Lynch.
GC-22 Toll - lancha patrullera de mar Clase Lynch.
GC-65 Martín García - lancha guardacostas Clase Z-28.
GC-66 Río Luján - lancha guardacostas Clase Z-28.
GC-70 Río de la Plata - lancha guardacostas Clase Z-28.
GC-71 La Plata - lancha guardacostas Clase Z-28.
GC-72 Buenos Aires - lancha guardacostas Clase Z-28.
279B Quíchua - remolcador mulita (De la Secretaría de Intereses Marítimos), asignado a la fuerza de apoyo de la Div. Salvamento y Buceo.

Otros Grupos de Tareas

Además de movilizar medios y hombre de la Prefectura Naval (dependiente en ese momento de la Armada), la Armada Argentina dispuso a partir del 25 de abril la conformación de un heterogéneo Grupo de Tareas conformado por las siguientes embarcaciones:

Buque escuela Fragata ARA Libertad (Q-2)
Buque escuela ARA Piloto Alsina (Q-31)
Buque oceanográfico ARA Puerto Deseado (Q-20)
Pontón Recalada (ex ARA Les Eclaireurs)

Esta fuerza tenía como misión desplegarse en la boca del Río de la Plata como primera línea de defensa cumpliendo misiones de patrullaje, alerta temprana y base para las dotaciones de registro destinadas a las embarcaciones extranjeras que quisieran ingresar al estuario. Para el traslado de los prácticos fuero utilizadas las lanchas del Servicio de Practicaje (dependiente de la PNA) Clase Stan Tender 2200 recién incorporadas, mientras que para el abordaje de las dotaciones de registro se contó con los guardacostas de Prefectura (ver entrada del 28/11/2011)



 Otro Grupo de Tareas, cuya misión consistió en el patrullado de las aguas externas del Río de la Plata, y también de heterodoxa composición estuvo integrado por:

Patrullero ARA King (P-21)
Patrullero ARA Murature (P-20)
Buque hidrográfico ARA Comodoro Rivadavia (Q-11)

Para los canales y ríos interiores se desplegaron por su parte las siguientes unidades:

Lancha hidrográfica ARA Cormorán (Q-15)
Lancha hidrográfica ARA Petrel (Q-16)
Balizadores del Ministerio de Obras Públicas (tres)

Controles también en Bahía Blanca

Para la ría de Bahía Blanca se dispuso también un operativo similar -a menor escala por supuesto- a partir del 29 de abril. Todo barco que estuviera por ingresar a puerto era abordado por una dotación de acompañamiento. Aquí el personal afectado fue de 4 oficiales subalternos y 30 suboficiales. El 25 de junio se dispuso el levantamiento de las acciones preventivas, volviendo el personal de refuerzo a sus dependencias de origen.




Las conclusiones

Si bien no se registraron incidentes ni se detectaron planes de sabotaje, el operativo “León I” tal el nombre que recibió, se llevó a cabo con celo, compromiso y profesionalismo por parte de todo el personal involucrado: navales, prefecturianos, prácticos, marinos mercantes, aduaneros, etc. Las operaciones se llevaron a cabo con alto grado de compromiso y profesionalismo, algo que destacaron las autoridades navales a cargo de la fuerza de seguridad de ese entonces. Sin duda, a pesar de estar lejos de los Teatros de Operaciones de guerra, el personal afectado sintió que su colaboración era importante para colaborar en el esfuerzo bélico que llevaba adelante el país.

Algunas embarcaciones como la motonave ARA Piloto Alsina y las lanchas balizadoras, que carecían de armamento, fueron dotadas de montajes con ametralladoras 12,7mm para darle cierto "poder intimidatorio"; y otras como los guardacostas Tipo Z-28 de Prefectura vieron incrementar su poder de fuego con la instalación de un montaje para cañón Oerlikon de 20mm en proa. Aparte de estas actividades el ARA Piloto Alsina fue designado en tres oportunidades para repatriar desde Montevideo a distintos contingentes de argentinos hechos prisioneros por los británicos: marinos y civiles capturados en Georgias del Sur, tripulantes del pesquero Narwal y combatientes de Darwin - Pradera de Ganso. Por su parte el ARA Puerto Deseado pasó a cumplir funciones de buque hospital en el mes de Junio.

A fines de Junio (poco después del cese de hostilidades en Malvinas) el Operativo “León I” fue levantando, regresando el personal y las unidades a sus funciones habituales de tiempo de paz; con la amargura de la derrota en el plano bélico, pero la satisfacción del deber cumplido.

Fuente principal:

Libro “Misión Cumplida” de Jorge Muñoz.
Libro "Prefectura en Malvinas" - Circulo de Suboficiales de la PNA.
Libro "Historia de la Prefectura de Zona Río de la Plata y sus dependencias subordinadas".

Fuente de la web:
www.patrullerasargentinas.blogspot.com.ar

sábado, 28 de junio de 2014

Los (previsiblemente) fallidos torpedos argentinos


Los incomprendidos. Algo más del estado de los torpedos SST-4 en Malvinas.
Mariano Sciaroni, ElSnorkel

Embarque de torpedo SST-4 en Submarino Tipo 209 Argentino

Los torpedos alemanes SST-4  (“Special Surface Target 4”, o “Sol Sol Taco Cuatro”) fueron recibidos entre los año 1974 / 1975 por la Armada Argentina. Se trataba, entonces, de una de las armas submarinas más modernas del globo.

Este artefacto inteligente, filoguiado (es decir unido al submarino lanzador por un cable para posibilitar su guiado remoto), posee una corrida máxima de 56.000 yardas a 23 nudos (24.000 yardas a 35 nudos) y una cabeza de combate de 573 libras.

Al llegar al país, para homologar el torpedo, se hicieron 19 lanzamientos de prueba (15 desde submarinos, 4 desde lanchas), de los cuales solamente ocho terminaron sin novedades. Ninguno de esos lanzamientos fue con torpedos con cabeza de combate.

Sin embargo, y pese al bajo índice de confiabilidad (cabe señalar, no muy diferente al de otras armas submarinas contemporáneas) el arma fue aceptada en servicio.

En el lapso que va desde diciembre de 1975 hasta mayo de 1980, no hubo lanzamientos, salvo tres de prueba y a muy corta distancia, para realizar diversas mediciones, efectuados en el año 1977.

Ya desde 1975, el Comando de la Fuerza de Submarinos le pedía a la DIAN (Dirección de Armas Navales) que se realice un lanzamiento de tiro de combate, requerimiento que se reiteró en el año 1977. En ambos casos la petición fue denegada.

En el período mayo de 1980 a marzo de 1982, se realizaron ocho lanzamientos de SST-4, con el resultado que solamente uno fue sin novedad, otro terminó con el torpedo perdido y en otras seis ocasiones hubo corte del cable de guiado. A la luz de estos resultados, se apreció que, durante este período, el arma se encontraba no operativa.

Durante el conflicto por Malvinas, los torpedos fueron cargados en los submarinos ARA Salta y ARA San Luis, realizando el último de ellos dos lanzamientos sobre buques enemigos.

Sin embargo, como podía avizorarse que sucedería, en razón de la experiencia de años anteriores, los torpedos no funcionaron como se esperaba de ellos. (para un análisis de lo que sucedió con los torpedos en Malvinas, ver del mismo autor “¿Listas para el combate? Armas submarinas en Malvinas 1982”)

En análisis de post guerra, se señalaron diversas causas para los problemas del arma durante el conflicto:
  • En lo que hace a los torpedos como un todo, según el fabricante debían recorrerse cada diez años y, teniendo en cuenta que fueron fabricados entre los años 1972 y 1973, estaban al borde de su vida útil. Sin embargo, se constató que este lapso de vida útil existe solamente si los torpedos son almacenados en diversas condiciones de humedad, presión, temperatura y, vale decir, recién en el 1981 se había habilitado un depósito con esas características. En concreto, los torpedos estaban, en la práctica, vencidos.
  • En relación a los giróscopos de los torpedos, se preveía un mantenimiento de los mismos cada 48 meses, pero en el país, se carecía de instrumental para efectuarlo. En el año 1980, seis giróscopos habían sido declarados fuera de servicio y por ello, se enviaron a Alemania, junto con otros tres, para su mantenimiento. Quedaron veintidós en Argentina, sin poder apreciarse su confiabilidad. De dos los torpedos lanzados por el submarino ARA San Luis, ninguno poseía los giróscopos recorridos.
  • Respecto a las baterías de las armas, fueron construidas entre 1971 y 1972, estimándose una vida útil entre siete y nueve años. En 1979 / 1982, se habían adquirido trece baterías nuevas (haciendo un total de cuarenta y tres disponibles). En febrero de 1981, el Comando de la Fuerza de Submarinos solicitó pruebas sobre las baterías, pero las mismas nunca se efectuaron. De los dos torpedos lanzados por el San Luis, uno de ellos poseía baterías nuevas y el otro, vencidas.
En tanto ello, es claro que el estado de mantenimiento de los torpedos no era satisfactorio.

Sin embargo, también poseían un intrínseco problema de diseño. Tal es así que, en septiembre y octubre de 1982, el fabricante (AEG) ofreció a la Armada Argentina, en forma gratuita (como una especie de compensación), repuestos de torpedos en cantidad, amén de asegurar mantenimiento y reparación de las armas existentes. Para 1984 y sorteando el embargo de armas, se envió a Alemania una parte importante de un torpedo para serle realizados estudios, volviendo luego las conclusiones a Argentina.

Una tecnología nueva e incomprendida, con errores de diseño y problemas de mantenimiento. Con todo esto, no es de extrañar el pobre desempeño de este torpedo en Malvinas 1982.


El autor:
Mariano Pablo Sciaroni es abogado (UCA / 1999) y Magister en Estrategia y Geopolítica (ESG-EA / 2007). 

Es autor de  “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como de numerosos artículos sobre temas navales en revistas especializadas y páginas de Internet.

Es profesor ayudante en las materias Derecho Procesal Civil y Comercial II y Seminario de Práctica Profesional, en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina. En su actividad profesional, se ha especializado en litigios y derecho de seguros, habiendo escrito varios artículos sobre la temática. 

viernes, 27 de junio de 2014

Mark Eyles-Thomas y el horror de Monte Longdon

Relato del soldado ingles Mark Eyles-Thomas

El Conflicto de Malvinas


Relato de un soldado ingles que combatió a los 17 años en Monte Longdon, la batalla más sangrienta de la guerra de Malvinas ..Cabe destacar que los soldados de las tropas británicas de paracaidistas tenían edades que iban desde los 17,18,20 y 25 años. Esto destruye la errónea idea de las campañas desmalvinizadoras que predican que tan solo los argentinos contaban en el combate con soldados jóvenes ...los británicos también los tenían..


MARK EYLES-THOMAS

El Monte Longdon apareció en la oscuridad, mi corazón se aceleró y me ganó el temor.

Entre las rocas en la cima escarpada, protegidos por bunkers fortificados, 600 soldados argentinos estaban esperando a mi batallón.

A pesar de nuestra moderna tecnología y armamento sofisticado, esta batalla iba a ser solo de hombres, cara a cara, cuerpo a cuerpo, metro a metro.

¿Qué hacía yo en esta posición, a miles de kilómetros de casa y de la gente que amaba? A los 17 años no estaba en edad ni siquiera para ver una película con clasificación X, o beber una copa en el pub de mi barrio.
Sin embargo, en cuestión de minutos, yo podría hacer el último sacrificio para mi país. ¿Cómo harían mi madre y mi hermana para hacer frente a la noticia de mi muerte?

<Mi cuerpo se estremeció. Traté de controlar mi respiración, pero mi ansiedad era demasiado grande.
Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba la orden de avanzar.

Me había unido al Ejército después de dejar la escuela, a los 16 años, como un acto de rebelión en contra de mi padre , un disciplinado hombre fuerte que había querido que yo sea un jugador de críquet profesional.

Jugué en el condado de Kent a la edad de diez años, pero la presión que puso en mí se hizo insoportable, así que me uní al Ejército.

Mi primer año me enrolé en la escuela de Paracaidistas , encargada de la formación de de los jóvenes de 16 años de edad que abandonan los estudios.

Fue difícil pero me hice de tres grandes amigos, todos de la misma edad que yo. 

Jason Burt, de Walthamstow, el tipo más alegre que puedan conocer. con una complexión tipo mediterránea y amado por las chicas.

Ian Scrivens, de Yeovil, era un tipo cabeza rapada, medía 6 pies, tan duro como el hierro, pero que podía bailar como John Travolta y su música favorita era Motown.

Scrivs fue el líder natural, con poder de convencimiento superior para su su edad y con presencia.

Neil Grose era el cuarto miembro de nuestra pandilla, un tipo tranquilo, muchacho confiable y un tirador con talento.

De todos nosotros, él era el más cercano a su familia. Ya extrañaba terriblemente durante el entrenamiento. Una vez, esperando en la cola para llamar a casa, oí que hablaba con su madre.

Era obvio que la conversación fue difícil para él, así que hablé con ella. Me dijo que extrañaba a su hijo y yo le prometí que cuidaría de él.

Todos ganamos nuestras alas y nos enviaron al Para3 (3 de Paracaidístas). En aquel entonces con 17 años se podía ingresar en el Ejército con consentimiento de tus padres, como hoy en día, pero también se podía luchar en el frente, algo que ahora no se permite.



Mark Eyles rumbo a las Malvinas

En 1982, la única restricción era que no se podía servir en Irlanda del Norte. A Nuestro batallón no se le permitió ir a Ulster (Irlanda del Norte) durante algún tiempo.

Siete meses después, sin embargo, la Argentina invadió las Malvinas, y fuimos embarcados en el crucero de línea SS Canberra en nuestro camino hacia el Atlántico Sur.

Al principio el viaje era alegre y divertido. Todos creiamos que un acuerdo diplomático sería alcanzado y que daríamos la vuelta y regresaríamos a casa.

Pero la realidad era otra. Cuando nos enteramos que el HMS Sheffield había sido hundido, nuestro regreso a casa se disolvió. A partir de entonces, sabíamos que tendríamos que desembarcar en las Malvinas.

El 21 de mayo el 3 Para desembarcó sin respuesta defensiva sobre Green Two Beach, en San Carlos, en la Isla Soledad y marchamos 80 millas tierra adentro a través de terreno hostil, con un clima atroz.

A medida que el Para se lanzaba a una velocidad vertiginosa, el ejército de conscriptos argentinos se retiraron para ocupar su posición final en la herradura de las montañas que rodean la capital, Port Stanley.

En la noche del 11 de junio, 12 de los hombres del 3Pará fueron los encargados de tomar la fuertemente defendida cumbre del almenado Monte Longdon, que cerraba el camino de la ofensiva final para liberar la capital.

Longdon estaba cuatro millas al oeste de Puerto Stanley. La ventaja de la altura desde la cima residía en que imposibilitaba cualquier ataque contra la ciudad, ya que sería vulnerable a menos que la parte trasera de la montaña fuera tomada.

Nuestra Inteligencia nos informó que un batallón de soldados argentinos de alrededor de 600 hombres del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 ocupaban una serie de búnkeres fortificados y posiciones de ametralladora entre las rocas en la cima escarpada.


Soldados argentinos con una ametralladora FM Mag de 7.62mm

Se contaba que su moral sería baja y su resistencia débil. Se nos aseguró también que no había campos de minas.

Con el apoyo de misiles Milan y morteros, además de fuego sostenido de nuestras propias ametralladoras , el 3Para debería asaltar las posiciones.

Para ayudar a la sorpresa, el ataque sería en silencio, lo que significaba que las posiciones argentinas no serían bombardeadas por la artillería.

Al amparo de la oscuridad, nuestro pelotón, 4 Pelotón B, avanzaría a la descubierta a lo largo del borde norte de la montaña, antes de trasladarse hacia el sur, hasta un punto intermedio conocido como Fly Half.

Allí se uniría con las fuerzas del 5 Pelotón para continuar el avance hacia la cumbre, con nombre en código Full Back. Nuestra fuerza atacaría una cumbre más pequeña, conocido como Wing Forward.

Justo después de la medianoche avanzábamos en formación escalonada. Menos de cinco minutos más tarde hubo una explosión seguida de gritos de dolor.

Mi comandante de sección, el cabo Brian Milne, había pisado una mina anti-personal. La inteligencia se había equivocado y el elemento de sorpresa quedaba eliminado.

Inmediatamente, rondas tras ronda de balas de ametralladoras argentinas cayeron sobre nosotros y las bengalas iluminaron el cielo. Me dejé caer sobre el terreno.




Soldados argentinos del Regimiento Mecanizado 7 en Monte Longdon
En Mount Longdon nuestro objetivo inicial, Fly Half, todavía se encontraba a 100 metros a mi derecha.

Nuestra sección, ahora en los espacios abiertos en el campo de minas, era vulnerable a los disparos del enemigo.

El Cabo Milne gritaba con los horrendos gemidos de los hombres que sufren graves heridas.

Nos quedamos allí tirados en el frío y la hierba húmeda, incredulos de lo que se estaba desarrollando ante nosotros.

Junto a mí, mi amigo Jason Burt se volvió y dijo que se acercaría a el cabo Milne para inyectarle su morfina.
Jas dijo: " Si puedo aliviar en algo su dolor le daré mi morfina."

Como todo soldado sabe, la morfina syrette es llevada en el cuello para uso propio. De la manera que iban las cosas, se trataba de ser muy valiente para dar su propia morfina en una fase tan temprana de la batalla.

Ron Duffy lo arrastró hacia nosotros. "Creo que perdió la parte inferior de la pierna", susurró Jas . "OK, muchachos, no digan nada de lo que han visto aqui "- dijo Ron -"sería malo para la moral".

Rompimos nuestra posición y avanzamos a los pies de la montaña para unirnos al resto de nuestro pelotón. Arriba de nosotros se había desatado el infierno.



Aquí un soldado argentino operando una ametralladora antiaérea M2 Browning cal .50 de gran poder disuasorio
Los hombres gritaban "Muevanse a la izquierda" o "Contra el bunker de la derecha!". El caos reinaba. Los Argentinos gritaban las órdenes desde lo alto, seguido por ráfagas de armas automáticas, balas trazadoras y explosiones.

De vez en cuando se oía el fuerte sonido del golpeteo de una enorme bestia diseñada para destrozar aviones en pleno vuelo. La ametralladora pesada calibre.50, El enemigo había encontrado un nuevo objetivo para el arma: nosotros.

Se nos dijo que nos movieramos alrededor de la esquina de una pared de roca y la formada por una, pequeña cresta rocosa. Una vez en el lugar, llegó la orden de cargar de frente hacia el enemigo. Teníamos una posición Argentina con una ametralladora cal .50 a sólo 30 metros de distancia.

Los hombres estaban detrás de mí y a mi izquierda, sus bayonetas brillando bajo la luna. Jas estaba junto a mi derecha, todos esperando la orden de atacar.

En la Primera Guerra Mundial se dio la orden de ataque por el sonido de un silbato, con lo cual los chicos se lanzaban contra el enemigo. Más de 60 años más tarde, estábamos haciendo básicamente lo mismo pero sin el silbato.

"¡Carga!" Pasamos la cresta y corrimos hacia el enemigo. Disparaba mi arma y no pensaba en nada. Sin dudas, sin miedo, como un robot.

Mientras cruzaba el terreno delante de la posición, dispararon contra mí. Seguímos como imparables, sin inmutarnos por las grandes armas.




Retrato británico de la batalla de Monte Longdon. Muestra la feroz lucha
Cubriéndome detrás de un macizo de rocas, miré hacia atrás a través de la oscuridad sobre el terreno, donde vislumbré más soldados del pelotón, heridos, o inmóviles.

Consideré romper la cubierta y recordaba vagamente a Jas, que estaba a mi derecha, corriendo por el terreno.

"Jas", le llamé. Nadie me respondió. "Tom, ¿eres tú?" -preguntó una voz. Tom era mi apodo.
"¿Eres tú, Scrivs?" le dije.

-“Sí, yo” respondió. “Estoy aquí con Grose, ha recibido un disparo”. Me arrastré de nuevo a buscar a Jas. Lo encontré acostado boca abajo, a unos 30 pies de donde yo me había cubierto.

Lo llamé, pero no tuve respuesta. Mientras me acercaba yo temía lo peor. "Jas" le dije, esperando que él me contestara. Una vez más, nada. Lo tome de la ropa, su cuerpo se desplomó hacia mí y uno de sus brazos cayó a su lado. Una ronda de la ametralladora .50 había penetrado en su casco, matándolo instantáneamente.

Me quedé mirando a Jas, incapaz de separarme de él. A medida que la sangre corría por su cara, me recordé de una de las muchas situaciones que habíamos compartido en la noche, durante nuestra formación en el Brecon Beacons.

Nos habíamos jurado que ,si llegara a morir uno de nosotros, el otro le quitaría las placas de identificación y se las entregaría a sus padres como un recuerdo, un recuerdo del desinteresado y último acto de valentía.

Me preparé, pero debido a sus heridas no pude. No me atreví a hacerlo. Mental y físicamente, la tarea me superaba. Me disculpé en mi interior y lo deslicé suavemente hacia abajo.

Luego me arrastré hasta Scrivs, que estaba con Grose en el centro del campo de batalla. "Creo que a recibido un disparo en el pecho"- dijo Scrivs- "pero puedo encontrar el orificio de salida."

Cada vez que sonaba un disparo, Scrivs se tendía sobre Grose para protegerlo. Debía haber un francotirador disparando contra nosotros todo el tiempo “Jas está vivo?”. " Yo negué con la cabeza lentamente. Scrivs cerró los ojos por un segundo , con dolor. Me sentí agradecido por su simple expresión de simpatía. Su fortaleza mental, al igual que su físico, siempre fue evidente.

Con la posición de la ametralladora ahora en silencio, se oía a otros miembros del pelotón heridos gimiendo y pidiendo ayuda.

Pensé con alivio que la hemos eliminado. Nos aseguramos que el vendaje de la herida de Grose en el pecho estuviera sellado firmemente alrededor de sus bordes. Grose gemía de dolor y tenía dificultad para respirar.

Estaba a nuestro lado gravemente herido, pero dió un grito de dolor y nos rogó que no lo movieramos.

Con una herida en el pecho los pulmones pueden llenarse de liquido y Grose podría haberse ahogado en su propia sangre. Teníamos que colocarlo sobre su lado lesionado para que pudiera drenar los líquidos internos y el flujo en el pulmón dañado, dejando a su pulmón sano para funcionar.

"Grose, debe apoyarse en el lado de su lesión," dije, tratando una vez más de cambiar su posición. “No me muevan!" gritó. Otros miembros de la Compañía B llegaron para asistir a los heridos.



Soldado británico herido mira hacia la camara con furia. Monte Longdon
Le dijeron:"tranquilo amigo volveras a disfrutar de tu fiesta de cumpleaños" Scrivs en broma preguntó a Grose. "Desde luego, saben que hacer. Pero creo que los vecinos se molestan con el ruido."

Grose intentó reír, pero el dolor era demasiado. “No me hagan reír", nos dijo.

"Vas a tener que moverte", le dije a Scrivs. No podemos quedarnos aquí al descubierto." Puse mi mano sobre el hombro de Scrivs para moverle, quedando con la cabeza más cerca de la mía. En ese mismo momento se escuchó un disparo

Scrivs cayó sobre mi regazo y algo líquido salpicó en mi cara. Saqué a Scrivs de encima mio de un tirón salido de una instintiva repulsión. Se quedó inmóvil en un costado de la roca.

Me quedé sin poder creer lo que había sucedido. Un minuto antes yo estaba hablando con Scrivs, con mi mano sobre su hombro, al siguiente se había ido.

Un escalofrío me recorrió la espalda. Dondequiera que miraba, los soldados estaban heridos.

Pensé, en verdad esto no está sucediendo. Luego Grose me miró y preguntó: "Dónde está Scrivs ?"

No quería decirle la verdad, pero la veía en mis ojos. Grose entornó los ojos, esta vez en el dolor de perder un amigo, y cayeron sus lágrimas. Yo también lloré.


Dos miembros del 3Para británico refugiandose detrás de las rocas.Monte Longdon
"¿Dónde esta el maldito helicóptero?" preguntó Grose.-Le mentí que ya llegaba y le dije que me quedaría con el. Por todos lados resonaban los disparos de los francotiradores. Los demás miembros del pelotón se acercaron. Alguien le dió un poncho. Grose fue llevado colina abajo a una improvisada ayuda de emergencia del regimiento (RAP), levantado al amparo del viento en un conglomerado de rocas.

Alrededor de las 3 a.m. Grose comenzó a perder la conciencia. "Mantén tus ojos abiertos", le dije, temeroso de que se fuera. "Si te duermes perderas el helicóptero"." Grose me miró y dijo: "bien Tom, sé que el helicóptero ya viene."

Dejando a Grose por unos momentos, corrí alrededor de la RAP en busca de un médico. Contra una pared de roca, junto a un grupo de chicos heridos, hallé a uno. Se encontraba con la cabeza entre las manos, totalmente agotado.


Soldado británico herido en sus piernas, la ferrea resistencia de los soldados argentinos mantuvo a los británicos a raya. Monte Longdon
"No hay vendas, la morfina se está acabando, todo se termina."

Lo fulminé con la mirada y le dije: "Ven y le dará cierta tranquilidad. Dile que va a estar bien."

A regañadientes, el médico me siguió a donde yacía Grose. Inspeccionó a Grose en la boca para comprobar sus vías respiratorias.

Grose tosió un coágulo de sangre. El médico carraspeó, se volvió hacia mí, sacudió la cabeza y se retiró, resignado al hecho de que no había nada que hacer.

En ese momento, yo lo odiaba más que a los enemigos. Tomé la cabeza Grosey lo acune como lo haría a un hermano. Él se agitó en un último intento desesperado para luchar por la vida.

“Gracias, Tom. " murmuro y se echó en mis brazos por un instante, antes de lanzar su último aliento. No lo podía desprender de mis manos, esperando en vano que el pudiera volver a la vida.

Las lágrimas me inundaron los ojos y después un aumento enorme de la emoción me golpeó.

Lloré incontrolablemente. Lloré por Grose, lloré por sus padres, lloré por su hermano y lloré por su hermana.

Sostuve firmemente a Grose por una última vez, puse su cabeza suavemente en el suelo, besé a mi amigo en la mejilla y dije adiós. Quedo acostado con la cabeza baja. Usé el poncho para cubrir su cuerpo y su cara.

El sargento Fuller, quien se había hecho cargo del 4 pelotón después de la muerte del sargento Ian McKay, y McLaughlin reunieron a los hombres restantes para avanzar de nuevo.



Soldado británico es fotografiado en el momento que da un horrible grito de dolor, Monte Longdon
La porción de tierra en que se combatió había sido ocupada de nuevo por las tropas argentinas. El Cpl McLaughlin me condujo a una posición de liderazgo.

Yo había perdido mi rifle cuando estaba con Grose, pero me dió una pistola Browning 9mm con nueve rondas de municiones.

Atacar en una posición de liderazgo con sólo esta arma sería suicida y sin sentido. Yo lamentablemente había dejado mi rifle, pero después me sentí culpable de que se culpara a un amigo muerto por este hecho.

Los hombres me pasaron y avanzaron con sigilo, fusiles en ristre. Inmediatamente un solo disparo sonó, seguido luego de una andanada de disparos. El soldado líder cayó muerto con una bala en la frente.
En el ataque se sufrieron otras bajas. El avance se detuvo, Estábamos perdiendo la batalla.

El peloton fue empujado hacia abajo hacia el RAP. Llegaron grupos de apoyo reforzando el ataque con misiles Milan y fuego de ametralladoras.

Una vez más, la compañía B se lanzó hacia delante. Desde su posición más alta en la ladera, el 5 pelotón inició fuego de cobertura y se hizo cargo del asalto. Un contra ataque argentino fue detenido y finalmente obligado a retroceder.

En las primeras horas de la mañana, la cumbre fue finalmente tomada.

La compañía B recibió la orden de sacar a sus heridos a una posición de ayuda más segura, al pie de la montaña. En total, 23 hombres del 3Para murieron y resultaron heridos 47. Los argentinos perdieron 31 hombres con 120 heridos y 50 prisioneros.



Los cascos sobre los fusiles marcan el lugar de muerte de dos Paras británicos
La realidad de nunca volver a verlos me golpeó. Sufro repeticiones de la batalla en mi mente. Llegué a la conclusión que la única razón por la que había sobrevivido a la carga inicial fue que a medida que el artillero argentino vacío la munición de derecha a izquierda fui corriendo en la dirección en la que se propagaban las balas.

Me sentía culpable por no retirar las placas de Jas y por no comprobar el pulso de Scrivs. También me sentía responsable por no ser capaz de salvar a Grose. Había defraudado a mis amigos.

Las pesadillas y flashbacks son parte de la vida de un soldado a la vuelta a la batalla. Comenzaron la primera noche, después de los combates en el Monte Longdon, y he vivido con ellos desde entonces.

Toman parte de tu vida y te conviertes en un esclavo de ellos. Tienes miedo de apagar la luz, o cerrar los ojos, sabiendo que tan pronto como uno se relaja, la mente divaga y lo devuelve al fondo de la batalla.

A menudo me despertaba en medio de la noche sobresaltado, bañado en sudor o gritando. Una vez que el momento había pasado, comenzaba a llorar. No he recibido ningún tipo de asesoramiento del Ejército y me sentía traicionado por el batallón, pero yo había firmado por tres años y no pude dejarlo.

Poco más de seis meses después de Longdon, me casé con mi novia Laura. Pasé a tener dos hijos, pero no fué el último matrimonio.


Muertos británicos luego de los sangrientos combates
Las Malvinas me había cambiado de manera irrevocable, y después de dos años y medio nos separamos. Al mismo tiempo, dejé el Regimiento de Paracaidistas y comencé a trabajar en la industria de seguridad privada.

Desde entonces me he vuelto a casar, tengo dos hijos más y cree mi propia empresa, que emplea a 300 personas.

Con quien me casé, por coincidencia en el aniversario de la Batalla de Longdon en 1990, ha sido testigo de las pesadillas, los flashbacks, las depresiones, culpas y, por desgracia, las sesiones inevitables para sanar.

Pero ella me ha apoyado en todo y estamos muy felices.


Marcos Eyles-Thomas en la actualidad
Nuestro hijo, Dominic, tiene 17 años y, en un giro irónico, ahora planea alistarse en el ejército como oficial.

Soy muy consciente de que podría terminar en Irak o Afganistán, pero debe seguir siendo él mismo.

Éramos jóvenes e ingenuos en ese entonces pero creo firmemente que los jóvenes de 17 años no deberían tener que arriesgar su vida por su país.


A los 17 años, sus padres tuvieron que dar su aprobación para que se unan a las Fuerzas. Ningún padre debería tener que vivir con el sentimiento de que dieron su aprobación para que fuera a morir en la guerra.

Ojalá la guerra de Malvinas nunca hubiese sucedido, yo ahora estaría disfrutando de la compañía de mis tres amigos, a quien extraño mucho. No pasa un día que yo no pienso en ellos.

Espero que al describir los acontecimientos que rodearon sus muertes, no he causado a sus familias más dolor.

A la tierna edad de 17 años, Scrivs, Grose y Jas dieron su vidas por su país en la circunstancias más valientes.

They must not be forgotten. No hay que olvidar.


Soldados británicos con la mirada perdida y cansados luego de los feroces combates en Monte Longdon


Muertos en Monte Longdon argentinos


British fallen on Mount Longdon

Fuente:
www.alfinal.com

Fuente original:
www.dailymail.co.uk

jueves, 26 de junio de 2014

Un viaje emotivo por las Malvinas bajo ocupación

Un viaje al corazón de Malvinas
El camarógrafo y editor Bernardo Boucho viajó en 2013 a las Islas Malvinas para vivir una experiencia inolvidable. Lo hizo. Y elaboró un video para tratar de transmitir lo que se siente al recorrer las islas.

Por: Redacción 0223
por Bernardo Boucho, camarógrafo y editor




"Vimos rendirse a los ingleses". Abril de 1982. Así tituló su portada la revista gente. Marta, embarazada, cerca de dar a luz, por esas vueltas de la vida, está en Río GrandeTierra del Fuego. La ciudad vivía la guerra: los simulacros eran una constante en el día a día. Marta aprovechó la oportunidad de venirse a Mar del Plata, donde vivían sus padres. El 5 de junio de 1982 tuvo a su hijo. Me tuvo a mí.
-Viajo a Malvinas, ¿vamos?
Mayo de 2013. Guille, mi hermano, está del otro lado del teléfono con la propuesta. Nací interesado por la guerra, crecí intrigado por las historias y las imágenes que motivaban mi deseo de conocer las islas. Lloré. Era imposible no hacerlo. Por todo lo que representaba para mí, y para mi viejo que se quedó en Río Grande durante la guerra.
“Vos estás loco. Por esa guita me voy a Europa…”. Escuché esa frase y parecidas. Ni me gasté en explicarles. Ojo, también hubo quienes celebraron mi decisión. Uno de ellos fue Pablo Levingston, un amigo que me felicitó tantas veces que el 8 de noviembre se subió al colectivo que nos llevó a Buenos Aires. Y se sumó a esta experiencia inolvidable.
El 9 de noviembre salimos desde Río Gallegos. Allí nos encontramos a los primeros veteranos de guerra de Rosario y Córdoba. Intentaron graficar con anécdotas y recuerdos las sensaciones que tenían de palpitar el regreso al lugar donde transcurrieron los días más inolvidables de sus vidas. Era imposible describirlas. Es imposible describir lo que se siente.
El avión de Lan Chile nos recibió con miradas heladas. Ingleseskelperschilenos, todos atentos a los argentinos que abordaban el avión. Desde que subí a la nave tenía en claro que no quería perderme ningún detalle. Grabar absolutamente todo y con las mejores tomas. Era mi objetivo. Pero apenas puse un pie en Malvinas el objetivo se desenfocó. Lágrimas. ¿Y el encuadre de la cámara? Ni idea.
Frío. Mucho frío. También sol. Mi hermano se dio vuelta y me abrazó. Agarramos los bolsos y nos pusimos en la fila para ingresar oficialmente a las Islas Malvinas.
-¡Next! – gritó un barbudo con cara de pocos amigos.
-¿Profesión?
-Camarero
-¿Motivo de la visita?
-Las aves.
La gente con la que hablé antes del viaje me recomendó que no dijera que era periodista, ni camarógrafo. Me habían advertido que a muchos les pedían las cámaras al llegar y les borraban los archivos. Mi mentira piadosa no le hacía mal a nadie.
¡Pum! Pasaporte sellado. En una Land Rover salimos de la base militar Mount Pleasant y ahí, más tranquilo, saqué mi cámara y retomé la grabación. Llegamos a Lafone House, una pintoresca casa, típicamente inglesa, con una dueña amable y de buen humor. No todos nos recibieron así. En Globe Tavern una mujer bastante borracha se me acercó a decirme que no filme. “Don’t do that”, me dijo. Le hice caso y me tomé una cerveza. Así cerré mi primer día en las islas.
***
El Poppy Day o día del recuerdo se celebra todos los 11 de noviembre. Se homenajea a aquellos que lucharon –y todavía luchan- por Inglaterra en distintas guerras. Nigel Robert Haywood, gobernador de las islas, encabezaba el acto junto a excombatientes, militares y civiles. Ahí nadie me impidió que grabe.
-¡Fuck the Falklands!
Caminábamos por la ciudad con Guille, mi hermano; Pablo, mi amigo, y un grupo de “viejos” que conocimos en el viaje, Miguel Gigantino, Miguel Fernández y Walter Massi, cuando escuchamos ese grito. Nos sorprendimos y nos acercamos. Era un grupo de escoses que llegaron para pintar la base militar y ese día disfrutaban de una jornada libre. Nos hicieron saber su odio hacia Inglaterra, los ingleses, los kelpers y las islas Malvinas. Todo les causaba rechazo. Pero algo nos unió: “Diego, Diego, Diego Maradona…”, cantaban todos juntos. Sí, se me puso la piel de pollo.
Todos juntos seguimos caminando y pasamos por la casa del gobernador. Le dejamos un recuerdo. Eso no está grabado, no pregunten…
***
La Pingüinera era la excursión recomendada. Pero decidimos evitarla. Ya todos saben que las aves, en realidad, no me interesaban en lo más mínimo. Queríamos conocer a fondo los lugares sobre los que habíamos leído, visto fotos o escuchado anécdotas. Y hacia allí fuimos: Wireless Ridge, lugar de la última batalla.
Un viento intratable y un sol tenue nos acompañaron en la caminata hasta nuestro primer contacto con las huellas de la guerra. Los cráteres que dejaban los morteros se hundían en el piso árido. Un arma antiaérea totalmente recubierta por óxido marca el paso del tiempo. Muy cerca, un cañón apunta en soledad al monte Dos Hermanas. Nos sentamos a mirar todo e imaginar cómo vivieron los héroes aquellos días. Distinguimos unas rocas y hacia allá fuimos. Caminamos alrededor de media hora, esquivando los cráteres que dejó el bombardeo naval inglés. Llegamos hasta La Morocha, la cocina de campaña que utilizaban los soldados. Todavía hay restos que hielan la piel: latas de gaseosa y zapatillas Flecha con las suelas intactas, al lado de algunos borceguíes.
Cuando decidimos emprender la caminata de regreso se largó una lluvia helada, fina, acompañada por ráfagas de viento que, por suerte, nos empujaban hacia nuestro regreso. Con las capas de lluvia colocadas, caminamos cerca de 14 kilómetros hasta Puerto Argentino. Ninguno dijo una palabra. No había nada para decir.
***
Sabíamos que este día sería el más emotivo. ¿El destino? El cementerio de Darwin. Nos subimos otra vez a la Land Rover y hacia allá fuimos. Antes de llegar, pasamos por los campos minados que persisten. Los carteles alertan no cruzar el alambrado. Aún conviven con la guerra.
La camioneta siguió su camino, lomita, curva a la derecha y ahí estaban: más 200 cruces y una más grande en el centro. Casi como en una película, las nubes grises taparon enseguida el sol y comenzó una leve llovizna. Sacamos el celular y en medio del sonido de la lluvia irrumpió el himno. Cantamos. Lloramos. Frente a nosotros estaban las tumbas, algunas con los nombres de los caídos. En otras, apenas una inscripción: “Soldado argentino solo conocido por Dios”.
“¡Por los caídos en Malvinas, presentes, presentes!”, gritamos. Y con esa emoción nos fuimos a Ganso Verde, los galpones que se usaban para alojar a los prisioneros de guerra. La lluvia contra la chapa era lo único que se escuchaba. El olor a oveja, lo único que se sentía en ese lugar vacío, pero lleno de recuerdos.
Toda esa calma y emoción son imposibles de manejar para una persona ansiosa como yo. Necesitaba moverme. Me subí a una bici y salí sin rumbo. Las ruedas desinfladas no me dejaron llegar muy lejos. Paré en seco a un inglés que venía embalado y subiendo la loma con esfuerzo. Se bajó y me ayudó a inflar la bici. Seguí camino por Puerto Argentino. Solo y feliz.
Ya acompañado volví a subirme a la bicicleta. No es fácil usar ese transporte, tiene varios problemas: se circula por la mano contraria porque los ingleses manejan a la derecha; siempre hay viento y el camino tiene muchos desniveles y, por si fuera poco, ¡el freno derecho frena la rueda delantera! Estuve varias veces cerca de clavarme de cabeza contra el piso. Otra vez, la buena onda de la gente nos ayudó: un inglés nos hizo de “mecánico” para levantar el asiento de la bici. Con todo listo, nos dirigimos a Sapper Hill. El camino fue difícil: empedrado y en subida. Pero llegamos sin chistar.
-¡Mirá estoooo! –gritó Pablo, a unos 20 metros de donde yo estaba.
Me acerqué y me encontré con una montaña inmensa de telas, latas y restos de todo tipo que siguen estoicos allí.
***
La cena grupal fue el aviso de que el viaje estaba por terminar. Nos quedaba poco tiempo en la isla. Apenas una vuelta más para despedirnos. El 16 de noviembre nos volvimos a Río Gallegos. Ya pasaron varios meses de aquella experiencia. Y esto que leen y que ven es lo que siento; o lo que puedo contar de lo que siento, que no es lo mismo. No compartí ninguna foto en redes sociales y prácticamente no hablé con nadie del viaje. “Para entender un poco hay que estar ahí”, les repetí a todos.
Mi respeto a todos los héroes que lucharon para defender a la patria. Mi admiración para los que hoy en día siguen en pie manteniendo la lucha. Las Malvinas son y serán argentinas.

miércoles, 25 de junio de 2014

ELINT: Noruega en la Guerra de Malvinas

Estación de escucha de Noruega jugó un papel importante en la Guerra de las Malvinas 

Durante la Guerra de las Malvinas de 1982 fue la información vital de la Gran Bretaña sobre el movimiento de la marina argentina a partir de una estación de escucha noruego dirigido por los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas noruegas. 

Publicado el 05/21/2002 11:10. Actualización 21/05/2002 13:45. 


Esta información nueva y sorprendente sale del documental "Guerreros Secretos" de Brenkpunnt de NRK, que se centra en el servicio de inteligencia de Noruega PARA / E. 

 
La estación de escucha Fauske II cerca de Fauske en Nordland. 
 
Fauske II fue la primera estación de escucha secreta luego de Fauske en Nordland que se hizo de información sobre los movimientos de la flota argentina. La información fue "robado" a los satélites espía soviéticos que eran los únicos bajo vigilancia que estaban posicionados en la zona de guerra del Atlántico Sur. Las potencias occidentales como los EE.UU. y Gran Bretaña no tenían cobertura dedicada de satélite sobre las Islas Malvinas en 1982. 

Una alta fuente militar británica habló con Brennpunkt para caracterizar la información recibida de los británicos por unidad Fauske como "de valor excepcional". 

¿Se utilizó para la guerra? 
Cuando estalló la guerra que teníamos casi nada de la inteligencia de esta zona. Fue aquí donde tenemos la ayuda de los noruegos, que nos dieron una corriente de información sobre los buques de guerra argentinos. La información llegó a nosotros todo el tiempo y se fue directo a la sede de la guerra en Northwood, cerca de Londres. La información se actualiza continuamente y nos dijo exactamente donde estaban los buques de guerra argentinos ", dijo. 

El enfoque que se ha dado a esta información confirmada por varias fuentes centrales de inteligencia de Noruega. 

 
El crucero argentino "General Belgrano" fue hundido por un submarino británico. 

Uno de los buques de guerra fue el crucero argentino "General Belgrano". El 2 de Mayo de 1982, este crucero hundido por un submarino británico de los británicos declararon la zona de guerra por las Islas Malvinas. 323 de la tripulación perecieron. Ya sea que el crucero fue hundido en base a la información proporcionada por Noruega no puede ahora decir con certeza. 

"Robado" a los rusos 
La estación de escucha Fauske II está situado en la península fuera Vetan Fauske en Nordland. Desde mediados del siglo 60, la estación ha tenido como uno de sus principales tareas consiste en recoger las señales hacia y desde los satélites de vigilancia soviética y de Rusia. De esta manera, la estación ha sido capaz de reconstruir lo que ha fotografiado como objetivos y las áreas que los rusos han estado particularmente interesados. 

 
El satélite ELINT ruso 

Otros tipos de satélites rusos han capturado las señales electrónicas a partir de señales de radar sobre el terreno se han incluido. A los operadores de servicios de inteligencia de Fauske II han sido capaces de leer estas señales y trazar la posición exacta de los buques. 

 
24 horas al día estos operadores están en alerta y escuchan para la nación

Durante la Guerra de las Malvinas la información vital, por el conocimiento de Brennpunkt, fue redirigida al Reino Unido que los utilizó en la guerra. Ambas partes sufrieron graves pérdidas en la guerra naval alrededor de las Islas Malvinas. Además del "General Belgrano" fue una serie de pequeños buques de guerra argentinos y submarinos hundidos o seriamente dañados. Además, los británicos sufrieron grandes pérdidas - incluyendo los destructores "Coventry" y "Sheffield", hundido por aviones argentinos. 

Aún en pleno funcionamiento 
Es la situación geográfica de la estación de escucha Fauske II, dentro de la cuenca electrónica de los satélites de Rusia, que le hace capaz de ejecutar este tipo de actividades de inteligencia. Originalmente, la parte emisora ​​de una cadena de cinco estaciones de escucha en todo el mundo que se reunieron en las actividades espaciales soviéticas. Las otras cuatro estaciones, que se encuentra en Japón, Pakistán, Turquía y Alaska en los EE.UU. están actualmente cerrados. Fauske II, sin embargo, ha sido considerablemente ampliado y mejorado en los últimos años y todavía está en pleno funcionamiento. 

Ningún representante del Servicio de Inteligencia de Defensa hizo comentarios sobre la información Brennpunkt sobre el papel de la estación de Fauske en la Guerra de las Malvinas. 

Consulte "Guerreros Secreto" en el Punto Focal el martes kl.22 NRK1. 

NRK

martes, 24 de junio de 2014

Malvinas: El Rapier en San Carlos

Desempeño del misil Rapier 

 

La batería T recibió sus primeras órdenes de despliegue aproximadamente una semana antes del establecimiento de la cabeza de playa, para la que se eligió la caleta de San Carlos en la isla Soledad. Comprensiblemente se descartó todo reconocimiento detallado, ya fuera por tierra o por helicóptero, por parte del personal de la batería, y las posiciones de los lanzadores fueron elegidas inicialmente mediante reconocimiento en un simple mapa y ratificada por la información computada proveniente de Royal Signals and Research Establishment, que proporcionó un panorama mas preciso sobre las dificultades del terreno y la factibilidad de su cobertura. Considerando las serias limitaciones operativas en las áreas de despliegue y las características desfavorables inherentes al terreno, los emplazamientos elegidos fueron los mejores para el cumplimiento de la misión, según se verificó posteriormente. El cable impar del teléfono fue el único no instalado en donde se había previsto. 
A medida que cambiaba la situación, el comandante de la Brigada 3 reconsideraba su evaluación de la amenaza, otorgando a sus elementos de defensa aérea (que incluían los Blowpipe lanzados desde el hombro) la misma prioridad de desembarco que a los cañones de apoyo cercano. El desembarco de asalto comenzó antes del amanecer del 21 de mayo, pero los Rapier no pudieron ser desembarcados y llevados a tierra antes del mediodía. Para entonces, los ataques argentinos habían comenzado y los pilotos de los helicópteros se vieron obligados a continuar con la descarga bajo el fuego de los ataques. En esas circunstancias hubo que atajar, arrojar, arrastrar, se produjeron caídas de materiales; se doblaron algunos rieles de lanzadores; hubo generadores fuera de lugar, seguidores ópticos no sincronizados; se dejaron caer varias plataformas con misiles y se rompieron algunos contenedores. 
Un vehículo y un seguidor óptico se estrellaron contra unas rocas, quedando inutilizados. Cuatro unidades de tiro fueron emplazadas fuera de los sitios designados, lo que produjo una reducción en la cobertura. A pesar de todo, la primera unidad de tiro informó estar lista 25 minutos después de haber recibido su última carga (a las 15:00 hs), conforme a los tiempos empleados en los adiestramientos en las épocas de paz. Los tiempos equivalentes de las otras unidades de tiro fueron todas menores a los 30 minutos, aunque de hecho, solo diez de los doce sistemas pudieron ser transportados a la costa antes de que la caída de la noche interrumpiera los vuelos. La pérdida anterior de un generador implicaba que uno de ellos no sería operativo hasta el día siguiente. 
En un principio, las diez unidades fueron instaladas en un semicírculo rodeando el brazo izquierdo de la caleta de San Carlos para proteger a las tropas que llegaban a tierra o que estaban atrincheradas en ambas márgenes a la entrada de la caleta. Cuatro de las unidades de tiro estaban emplazadas cerca de la cabeza de este brazo de la caleta (Bahía Bonners) mientras que las otras habían sido posicionadas en las montañas que lo rodeaban, las Sussex hacia el Oeste y las Verde hacia el Este. 
En el Norte, el acceso marítimo hacia el estrecho de San Carlos, estaba protegido por una línea de cañones formada por buque de la RN. Es evidente que las unidades de tiro de la Bahía Bonners debían ocuparse de aquellos aviones que lograban penetrar en los estrechos límites de la caleta San Carlos, cuya medida transversal es de 2,5 km en la zona de la cabeza de playa, con campos de tiro muy restringidos y difíciles de despejar desde el punto de vista de los defensores. Los emplazamientos en las montañas proporcionaron una amplia cobertura, pero debido a la forma convexa de las laderas, estas unidades de tiro no tenían línea visual hacia la costa o hacia los buques que se encontraban amarrados directamente debajo de ellas, y solo veían las márgenes opuestas ocupadas por tropas británicas, lo que constituía otro factor restrictivo. Igualmente irritante era el hecho de que los buques de guerra ubicados en el Estrecho de San Carlos al oeste del Mte Sussex , si bien estaban dentro del radio de acción de los Rapier, no se encontraban a cubierto de ninguno de los emplazamientos de la montaña, ni podían estarlo a menos que las unidades de tiro fueran trasladadas fuera del perímetro de defensa local (debieron transcurrir varios días hasta que se confirmó que el área estaba libre de tropas argentinas), y en ese caso se hubiera restado efectividad a la cobertura en San Carlos. 
En el Día Dos, dos de las unidades de tiro de la Bahía Bonners, junto con las unidades 11 y 12 del LSL, fueron desplegadas nuevamente hacia el norte rodeando puerto San Carlos. Este lugar se convirtió en lugar de operaciones de Harrier. El Día Cuatro se desplegó una única unidad de tiro para apoyo directo de los buques de la Marina que se encontraban bajo inmensa presión en la línea de cañones, mas accesible a los aviones argentinos que sobrevolaban las aguas mas amplias del estrecho de San Carlos. El sitio elegido fue Wreck Point , en el extremo norte de los montes Sussex, brindaba cobertura ilimitada en un ángulo muy amplio, del tipo de la aplicadas en el noroeste de Europa. 
El número de unidades de tiro en San Carlos se elevó a 20 con la llegada de los ocho Rapiers Blindfire del escuadrón 63 el día 27 de mayo. Al día siguiente, se transportó por vía aérea un destacamento de la Batería T hasta la ensenada Teal, centro de operaciones de la Brigada 3 recientemente instalado, a unos 45 km hacia el este. Unos días mas tarde, un segundo grupo fue transportado de los LSL Sir Tristam y Sir Galahad (dos unidades de tiro en cada buque) a Puerto Agradable (identificado erróneamente como Bluff Cove por los medios informativos), cerca del nuevo centro de operaciones de la Brigada 5 en Fitzroy, en la costa sur de la isla. Las cuatro unidades de tiro fueron levantadas el 8 de junio para establecer una defensa aérea del área, cubriendo la base logística y el centro de operaciones de la brigada en Fitzroy. Esta disposición defensiva no ofrecía una cobertura eficaz a los buques fondeados en Puerto Agradable. Algunos expertos propusieron frecuentemente en el pasado una versión naval del Rapier, y es interesante comprobar que en esta ocasión los usuarios aconsejaron dejar una unidad de tiro en cada una de las plataformas de popa del LSL y las otras dos en la playa para proporcionar cierta protección en dirección al mar hasta que se completara el desembarco de todos los suministros. No obstante, la idea fue rechazada porque se dijo que no había la suficiente capacidad de helitransporte para que los Rapier fueran trasladados mas de una vez. Ambos buques fueron alcanzados por el primero de los tres ataques aéreos argentinos y se incendiaron muy poco tiempo después de que la ultima unidad de tiro Rapier fuera dejada en tierra. De las tres unidades de tiro que estaban en servicio en ese momento, solo una pudo percatarse del primer ataque debido al efecto de pantalla producido por el terreno, pero lamentablemente sufrió un desperfecto. Las olas subsiguientes fueron llevadas a cabo bajo cobertura y recibieron el ataque de dos misiles, de los cuales uno, habría dado en el blanco. Informes no confirmados sugieren que algunos de los aviones enemigos que participaron en el ataque aterrizaron en Puerto Argentino para reabastecerse y que el “probable” impacto contra un Skyhawk logrado por las tropas estacionadas en la ensenada Teal correspondería a uno de estos aviones en su vuelo de regreso al continente. 
Por lo que el autor a podido constatar, no hubo nuevos despliegues de ninguna de las unidades de tiro Rapier “permanentes” (el plan para defensa de la pista aérea de Goose Green con cuatro unidades de tiro e la Fuerza Aérea británica nunca fue llevado a cabo), aunque el relevo de la batería T (batería 9, también del Regimiento 12) comenzó su despliegue inicial cerca de la capital de Malvinas, aproximadamente en el momento en que fue decretado el cese del fuego. 

 
Un lanzador superficie aire Rapier FSB1 del British Army en White Rincon defendiendo a los barcos de la Task Force británica amarrados en las aguas de San Carlos. 
 
Esta es una fotografía de un lanzador de misiles Rapier denominado Alpha 32. Un sargento del BA está comprobando el radar, que sólo puede ver la `A` para Alpha en la cúpula de la izquierda. Este destacamento derribó 3 aviones argentinos durante la guerra. La batería en su conjunto derribó 14 derribos confirmados de aviones enemigos con seis probables.

Algunas enseñanzas prácticas 
A través de conversaciones mantenidas con aquellos que estuvieron presentes en la cabeza de puente de San Carlos y en despliegues posteriores se obtuvo una comprensión detallada de la realidad de los ataques de los Rapier en Malvinas. 
Se asignaron lanzamientos a todas menos a una de las doce unidades de tiro y el número máximo de impactos logrados por una unidad de tiro individual fue de cuatro, lanzados desde el emplazamiento de puerto San Carlos. Se estima que unos 16 operadores atacaron a los aviones argentinos. La tendencia natural era que el comandante del destacamento designara a un operador con antecedentes de seguimiento comprobados, aunque, de hecho, nadie logró atribuirse mas de dos impactos. 
Por el contrario, uno de los elegidos fue un operador principiante que no había disparados misiles reales durante su adiestramiento ni había hecho seguimientos antes de embarcarse y sin embargo se destacó derribando un Mirage con su primer disparo. 
Es muy probable que la combinación de demoras en el desembarco, equipos dañados o mal ajustados, nervios de los operadores, terreno y condiciones limitadas de las operaciones, hayan impedido que se registraran impactos de los destacamentos Rapier en el Día Uno de los desembarcos, si bien los argentinos dedicaron gran parte de sus esfuerzos a atacar los buques de la línea de cañones perdieron 17 aviones por la acción de otros medios. 
Se advirtió que cuando algunos operadores lanzaban misiles, el seguimiento inicial era llevado con efectividad, pero, debido posiblemente a un exceso de adrenalina o de nerviosismo, se enviaban al misil órdenes de seguimiento innecesarias. El primer día se efectuó el seguimiento de varios aviones, aunque no se los atacó por razones de seguridad ya que los misiles podían estar apuntando hacia tropas británicas. Los emplazamientos en las montañas se abstuvieron de disparar contra el fondeadero de San Carlos, pero todas las restricciones fueron levantadas a partir del Día Tres (el Día Dos la poca visibilidad impidió los lanzamientos). Posteriormente 11 misiles debieron ser desviados de sus blancos después del lanzamiento para evitar que hicieran impacto sobre propias tropas, buques o helicópteros, uno de los blancos propios conocidos fue el mástil de un buque. 
En verdad, el primer impacto logrado por un operador podía ser una experiencia muy perturbadora para él, ya que con muy pocas excepciones ese hecho disipaba cualquier ilusión de que el piloto hubiera podido eyectarse con vida. Un testigo observo que los Mirages alcanzados por un Rapier se disolvían en una bola de fuego, mientras que los Skyhawk tendían a desintegrarse sin encenderse (quizá como tributo a su resistencia; también se observó que otros se alejaban averiados y humeantes después de soportar ataques de armas no especificadas). 
El Radar individual de cada unidad de tiro, tenía un alcance nominal de unos 12 km. En San Carlos, el terreno y la visibilidad permitían que casi todos los blancos descubiertos estuvieran dentro del alcance visual y el radar no prestaba gran utilidad. Otros datos sugieren que hubo casos de interferencia mutua con los radares embarcados. Y en consecuencia los radares de los lanzadores eran casi siempre desconectados y los ataque se llevaban a cabo en forma óptica. La única excepción fue la unidad de tiro de Wreck Point, detectándose el blanco al máximo alcance y derribándolo a 5,6 km. Sin radar de vigilancia, las unidades de tiro tenían mayor dependencia de la red de alerta local de la batería basada en la radio portátil Clansman PRC 351 VHF. (misión similar al ROA argentino). 
Naturalmente, los pilotos argentinos trataron de aprovechar el terreno al máximo para protegerse y frecuentemente solo eran descubiertos de 3 ó 4 km, volando a 400 nudos a menos de 50 pies del suelo y manteniéndose bajo cobertura por un lapso inferior a 25 segundos. 
A pesar de los muchos inconvenientes sufridos se llevaron a cabo ataques exitosos. 

Extraccion de "El Rapier al desnudo" de Rupert Pengelley