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viernes, 16 de mayo de 2014

Los héroes de Sapper Hill


La increíble historia de los sobrevivientes del último combate de Malvinas
Son los sobrevivientes de la colina de Sapper Hill que, sin tener noticias del fin de la guerra, provocaron un daño letal a la Royal Marine en un último combate que prefirió no contabilizar.



Los integrantes de la Compañía Mar del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, el jueves en Rosario.


Por Silvia Carafa / La Capital
Eligieron Rosario para reunirse por primera vez después de 31 años. Pensaron en el Día de la Bandera porque en ella encuentran un sentido a los días heroicos que vivieron y además decidieron que había llegado el momento de hablar sobre el vínculo que los marcó a fuego. Son los sobrevivientes de la colina de Sapper Hill que, sin tener noticias del fin de la guerra de Malvinas, provocaron un daño letal a la Royal Marine en un último combate que Gran Bretaña prefirió no contabilizar. Fueron las propias viudas de los ingleses muertos las que actualizaron el tema. Después de aquel acto de arrojo de la tropa de argentinos, las armas enmudecieron en aquella geografía de frío y muerte.

"Era la primera vez que íbamos a desfilar”, dijeron los siete integrantes que pertenecieron a la Tercera Sección de Tiradores de la Compañía Mar del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, con asiento en Tierra del Fuego, que llegaron a Rosario desde distintos puntos del país pero sin saber que el formato del acto había cambiado. Por eso, como grupo sólo decidieron participar del izamiento de la bandera. Después se reunieron alrededor de una mesa, con una taza de café, en el local que los ex combatientes tienen en Ayacucho 1477. Allí y confortados quizás por el marco del lugar, hablaron con La Capital.

El grupo que llegó a Rosario estuvo conformado por Alejandro Koch (guardiamarina retirado), Daniel Benítez (suboficial mayor de infantería de Marina, en actividad), Atilio Romero, Gabriel Rodríguez, Sergio González, Ismael Torres y Jorge Santana. Todos formaron parte de los 45 argentinos que el mediodía del 14 de junio de 1982, dos horas después de que había cesado el fuego, rechazaron el aterrizaje de seis helicópteros ingleses que avanzaron sobre Sapper Hill como un trámite más en la batalla que habían ganado. Los argentinos utilizaron armas de trayectoria tendida, fusiles FAL, FAP, ametralladora Mag y lanzacohetes.

Con valentía. El equipo de retaguardia del guardiamarina Koch abrió fuego con una valentía reconocida más tarde por sus propios pares.

Un helicóptero inglés aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final. Allí perdieron la vida los conscriptos clase 1962 Roberto Leyes, Eleodoro Monzón y Sergio Robledo.

A los ingleses les fue peor, perdieron un helicóptero, otro resultó averiado y sumaron un importante número de bajas que nunca se conoció, salvo cuando comenzó el reclamo legal de sus viudas. ¿Cómo admitiría Gran Bretaña que un pequeño grupo decidiera dar una pelea tan dura cuando el final había llegado? “Ellos sí sabían que había terminado la guerra, se expusieron al combate, podrían haberlo evitado porque estaban en helicópteros y tenían la información necesaria”, explicó Koch.

“Es la primera vez que hablamos juntos y en público”, dijeron los integrantes de la Tercera Sección que después de 31 años eligieron Rosario como punto de encuentro.

Fueron llegando el miércoles para pasar la mayor cantidad de tiempo juntos.

Algunos no se reconocieron en el lobby del hotel donde se alojaron. “Estábamos de espaldas y no nos dimos cuenta, pensar que yo era radioperador y en la trinchera vivíamos hora a hora, minuto a minuto, tenía que estar siempre a su lado porque Koch era el jefe”, evocaron.

“Les presento a Koch”, cuentan que les dijo Marcos Basabilvaso, un historiador de Villa Cañás que quedó fascinado con la odisea del último combate e invirtió años en lograr el encuentro que se dio en Rosario. No tienen palabras para ponerle a la sensación de volver a estar juntos para evocar aquellos 72 días en los que conocieron el límite entre la vida y la muerte.

“El reencuentro llena el alma”, dijeron. ¿De qué forma? Son tipos fuertes, curtidos y enumerar las sensaciones no los achica: con lágrimas, risas, abrazos y emoción adentro y afuera de la piel.

En el encuentro, cada uno ayudó a completar los recuerdos, algunos tan propios del grupo que jamás habían salido a la luz.

En 1982 estaban haciendo el servicio militar en Tierra de Fuego, asiento de la compañía, cuando estalló la guerra y Malvinas estaba a tan sólo 45 minutos de navío.

Todos tenían más de seis meses de aclimatados a la zona y compartieron “segundo a segundo” la trinchera de Sapper Hill, donde escuchaban radio Carmen de Montevideo, así se enteraron del hundimiento del ARA General Belgrano.

Ahora esperan encontrarse con el resto de sus compañeros de combate. Lo sienten como una necesidad, porque retoman una parte de la vida que los marcó a fuego y que les permite ir hilvanando los recuerdos con un soporte de afecto y contención que sólo da un grupo.

El Día de la Bandera, sintieron que estaban saldando su parte de historia viviente, están orgullosos de haberla defendido y de ser parte de un grupo particular: entre los primeros en llegar y los que dieron el último de los combates.

La Capital

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