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miércoles, 15 de enero de 2014

Biografía: Soldado Martiniano Gómez (EA)

Martiniano Gómez
Los Gómez, separados en las islas por la artillería enemiga
POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT
Los hermanos Antonio y Martiniano fueron juntos a la guerra y pelearon en el mismo Regimiento. Los ubicaron a 400 metros de distancia. Martiniano tenía 20 años y cayó en una batalla del final de la guerra. Dicen que peleó hasta el final, negándose al repliegue. Fue uno de los 54 chaqueños muertos en Malvinas.



RESISTENCIA, CHACO. ENVIADA ESPECIAL.
Detrás de cada hombre que fue a Malvinas hay una historia por contar. Como la de los hermanos Gómez, que pelearon en el mismo Regimiento, llegaron al final de la guerra, pero no volvieron juntos. Porque Antonio llegó vivo y Martiniano quedó en las islas. “Ahí estaban todos, los hermanos Córdoba, de Corrientes, los Gómez de Chaco. Pero a mí me faltaba algo”, suelta Antonio la tarde que Clarín lo entrevistó en sus pagos.

Cuenta el general de Brigada Diego Alejandro Soria, jefe para 1982 del Regimiento de Infantería 4, que su fuerza estaba integrada por soldados de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones, “en su mayoría de un nivel socio cultural bajo”, jóvenes que “nunca se habían alejado de la zona en la que vivían”, lo que -como se sabe- dificultó gravemente su adaptación a la dura adversidad climática y geográfica del archipiélago. Pero los Gómez eran duros. Muy duros, fortaleza que adquirieron al incorporarse desde temprana edad al trabajo. Los Gómez a la cosecha de algodón. Y a los 13 años, Martiniano ya se había conseguido una changa en el matadero municipal de Puerto Tirol, pueblito que se levanta a 15 kilómetros de Resistencia, al pie del monte chaqueño.

Ya antes de la guerra, Martiniano tenía planes para trabajar en la municipalidad de Tirol. Antonio fue conscripto, y eligió quedarse en la Fuerza, donde siguió la carrera militar. Y fue así como ya siendo cabo en los cuarteles de Monte Caseros, vio un día de 1981 entrar con la nueva camada de conscriptos a Martiniano, “Martín”.

El llamado a Malvinas les llegó a cada uno por su lado, cuenta, para estos 30 años de la guerra, Antonio, quien con este diario recorrió Tirol. Y en ese recorrido: el monumento a los 54 chaqueños muertos en la guerra, la plazoleta y la calle que llevan hoy el nombre de “Martiniano Gómez”. También la casa de Dalmacia Encina, madre de los hermanos, dos de sus diez hijos. Hoy le quedan cuatro a la señora. Pero con Martiniano, Dalmacia rompe en llanto. “Mi hijo nos dijo a mí y al papá: ‘Yo me voy. Voy a volver. Yo me voy a luchar por la patria y por la Argentina’. Y así. Juró por la bandera. Pero ahí quedó”.

Hay que subrayar que, como le ocurrió a muchas familias de Malvinas, los Gómez saben poco sobre el final de Martiniano. Tienen suerte, porque hay muchas que no saben nada. Del relato de Gómez, nutrido en lo que le contaron los jefes de Martiniano, y de lo que informa el general Soria, podría afirmarse que el joven falleció la madrugada del 9 de junio en Monte Harriet. “Martín era duro, leñero, le gustaba jugar al fútbol y si algo no le gustaba de vos te dejaba de hablar. Era apuntador de ametralladora y su jefe nos contó que el día que murió con su compañero abastecedor, Martín estaba loco por el zumbido del fuego y no lo pudieron convencer de que se replegara. Dio fuego hasta el final”.
Soria nos dice: “El 8 de junio a la noche, efectivos enemigos apreciados en una compañía se infiltraron entre los montes Harriet y Two Sisters y, al ser detectados, se produjo un intenso combate que terminó con su repliegue apoyado por un muy intenso fuego de la artillería de campaña británica”. La batalla continuó. Eran los últimos días de combate entre argentinos y británicos, que se batieron a duelo por Malvinas. “Se continuó combatiendo duramente y el enemigo progresaba en su ataque”, dice Soria, quien también ilustra que las ametralladoras 12,7 se las dieron sin funcionar, pero que ellos las pusieron en “excelente servicio”.

El 2 de junio Martiniano cumplió los 20 años. Tres días después, en los alrededores del Harriet, donde ambos se apostaban, pero a 400 metros de distancia, se vieron por última vez los Gómez. Como siempre, Antonio le dio sus cigarrillos a Martiniano, y éste la petaca de whisky a su hermano. “Nos saludamos, y me dijo que me cuidara mucho de no pisar una mina”, revive Antonio.

Clarín

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