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viernes, 31 de octubre de 2014

El Capitán Colombo cuenta como hundió al Sheffield

Un aviador recordó cómo hundió un barco inglés en Malvinas
La misión retrasó los planes de invasión de las islas por parte de los británicos. El capitán de navío Jorge Colombo, jefe de la escuadrilla de los Super Etendard, destacó la posición argentina por la soberanía.


Super Etendard. Uno de los aviones de la II Escuadrilla Naval de Caza y Ataque que hundieron al Sheffield.

El marino argentino que comandó la escuadrilla aérea que atacó y hundió el destructor inglés Sheffield durante la guerra de Malvinas rememoró ayer la gesta en diálogo con La Capital.
El comandante de la II Escuadrilla Naval de Caza y Ataque, que integraban los sofisticados aviones Super Etendard, capitán de navío Jorge Colombo, a 32 años de la gesta de Malvinas relató el demoledor ataque al moderno destructor Sheffield, que obligó a la segunda flota de guerra naval del mundo a alejarse de nuestros archipiélagos, tras haberle complicado sus operaciones previstas.
El jefe naval dijo que los integrantes de la Junta Militar, general Leopoldo Galtieri; almirante Jorge Anaya y brigadier Arturo Lami Dozo, "cometieron un acto de irresponsabilidad" y que "vivían de espalda a la realidad nacional". Tras destacar "la entrega, el coraje y el sacrificio personal de los ex combatientes" elogió la política exterior de nuestro país que "reclama sin descanso terminar con el colonialismo cumpliendo con las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)".
- ¿Cómo fue el ataque al destructor Sheffield?
—La operación del hundimiento comenzó la noche del 3 de mayo cuando una avión Neptune de la Armada Argentina en busca de los náufragos del crucero Belgrano detectó al sudeste de Malvinas a la flota de la Royal Navy, y nos dio la certeza de dónde teníamos que atacar. Eramos un equipo que nos entendíamos muy bien. Fijamos la misión a cumplir y sólo contábamos con un pequeño radar en la nariz del avión, que no era de búsqueda sino para la fase final de ataque. Encontrar algo en el mar es muy difícil y prueba de ello es el avión de pasajeros de Malaysia Airlines, que desapareció en el sureste asiático. La meteorología jugó un factor primordial porque no era buena y nos permitió poder escondernos dentro de las nubes. Despegamos a las 10 de la mañana de Río Grande, con un punto de ataque a 100 millas de Puerto Argentino y, tras un reabastecimiento de combustible en vuelo, el Neptune transmitió a las 10.35 las coordenadas donde se hallaba una formación naval. El ataque comenzó a 120 millas náuticas (unos 200 kilómetros) antes volando al ras de las olas para evadir el lóbulo (radar) de detección de la flota inglesa. A partir de las 40 millas (60 kilómetros) de la posición estimada se trepó para emitir con el radar y tras ser detectado el blanco se lanzaron dos misiles Exocet contra el destructor Sheffield que impactaron a las 11.04 y se regresó a Río Grande sin saber a ciencia cierta cuál fue el resultado del ataque.
- ¿No hubo resistencia por parte de otras unidades navales y de los aviones Harrier y portahelicópteros?
—Pese al potencial tecnológico de la Royal Navy, considerada la segunda flota naval en el mundo, nunca nos detectaron. Fue una operación de ataque eficiente que demostró su contundencia y un medio totalmente nuevo en la guerra en el mar y nos convertimos en los pioneros de estas nuevas técnicas ofensivas, nunca antes utilizadas en el mundo entero. Luchamos por una causa noble y en un rincón perdido del Atlántico Sur y abrimos a los ojos del mundo un nuevo capítulo en la doctrina de las operaciones aeronavales.
- ¿Cómo recibieron la noticia del hundimiento del Sheffield y como impactó en ustedes la adrenalina?
—La primera información la recibí del teniente de navío Julio Barraza, que muy eufórico y a los gritos me comunicó que así lo acaba de informar la BBC de Londres y nos pusimos contentos además por no haber desperdiciado los pocos misiles que teníamos. Después Barraza y el capitán de corbeta Roberto Curilovic hundieron el 25 de mayo, una fecha muy particular para nosotros, el porta contenedores Atlantic Conveyor, perdiendo pertrechos y repuestos muy importantes para la logística de las operaciones británicas, según el general Jeremy Moore, quien condujera las tropas inglesas en la guerra por las Malvinas. Respecto a la adrenalina, no soy médico, pero tengo entendido que es una hormona segregada por las glándulas suprarrenales que en situaciones de tensión aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la cantidad de glucosa en la sangre, acelera el metabolismo y permite sacar fuerza de la nada. Pero el combatiente siente la adrenalina de otra manera, porque debe cumplir la misión impuesta y además arriesga su vida. Discúlpeme el atrevimiento en la respuesta, que tiene algo de escatológico para el que combate en una guerra. La verdadera adrenalina es de color marrón, huele mal y se desliza entre las piernas y hay que aprender a dominarla.
- ¿Cómo fue el lanzamiento?
—El Exocet, que pesa casi 700 kilos, está bajo el ala derecha del Super Etendard y cuando se lanza el avión se aliviana mucho y permite salir de zona más rápidamente. Si es necesario se pueden eyectar los tanques auxiliares de combustible para ir mas rápido para evadir misiles.
El Exocet se lanzó a 550 nudos (cerca de mil kilómetros por hora) y a 150 metros de altura sobre el agua para que no se convierta en un torpedo y demoró segundos en encenderse en fijar blanco.
Nosotros, tras el lanzamiento, de inmediato giramos 180 grados para iniciar el escape.
- ¿Usted fue reconocido por la Nación por esta acción ponderable como luce esa distinción?
—Los orgullosos símbolos de la guerra de Malvinas lo lucen los pabellones de guerra de las unidades condecoradas y debemos rescatar para siempre a nuestros muertos, heridos y mutilados en combate: ellos exhibieron el honor supremo, viril e incomparable del guerrero, frente al cual todo lo demás es anécdota: Por derecho propio entraron en la inmortalidad. También rescato al fiel combatiente, que con su horizonte estrecho y poco claro y enalteciendo en su simplicidad el principio de disciplina militar, cumplió órdenes sin preguntar.
- ¿Las Malvinas tienen alguna similitud con el archipiélago de Chagos, que se encuentra en el centro del océano Indico, que pasó a territorio británico tras expulsar a los nativos en 1966 por el desarrollo de planes militares y la construcción de una base militar en Diego García?
—Sí. Se convirtió en una fortaleza británica por decisión de los Estados Unidos para lo cual se desalojó a unos 1.350 chagosianos y fueron a parar a la isla de Mauricio y a las Seychelles, con sus chozas, y es una muestra más del doble estándar que tienen los británicos.
Es decir, el gobierno del Reino Unido contradice el argumento que utiliza en las islas Malvinas —el derecho de autodeterminación de los pobladores— en un juicio en el que desconoció ese principio para la isla de Diego García, en el océano Indico.
Luego el ex jefe naval expresó su reconocimiento al marino de mayor edad muerto en combate, un ex capitán de la marina mercante británica que se embarcó como voluntario en el Atlantic Conveyor y tenía alrededor de 70 años y al médico cirujano de la armada británica, capitán de navío Richard Jolly, que había montado un hospital de campaña en San Carlos. Logró salvar mucha gente y atendía por gravedad y no por nacionalidad. Recordó que fue condecorado con la Orden del Libertador General San Martín, por el entonces canciller Guido Di Tella y además recibió de su gobierno la Orden del Imperio Británico y fue el único condecorado por ambas naciones.
–¿Cuáles fueron los porqué de la guerra?
–Si no se hubieran juntado en espacio y en tiempo dos personajes como la estrella declinante de Margaret Thatcher, en Londres, que tenía serios problemas de orden gubernamental y personal, con huelgas y una popularidad en disminución y un presupuesto militar muy recortado, y por el lado argentino una Junta Militar que vivía de espalda a la realidad y cometió un acto de irresponsabilidad suprema, por más que desde muchos puntos de vista parecía justificado, la historia habría sido otra. A la postre es muy fácil hablar con el diario del lunes en la mano sobre los resultados del fútbol del domingo, pero la decisión que nos llevó a esa lucha armada emergió de una interpretación errónea de la estructura del poder mundial en plena Guerra Fría, que indujo a una grave equivocación respecto del comportamiento de las alianzas político-militar a nivel global y de la gravitación de nuestro país frente a ellas. Era previsible lo que nos iba a suceder y que íbamos a retroceder en el tiempo, lo cual no quita que estemos convencidos porque así está ahora en nuestra Constitución nacional que todo gobierno electo tiene la obligación de reclamar por nuestros archipiélagos, y las islas son nuestras, y Argentina reclama sin descanso terminar con el colonialismo cumpliendo con las resoluciones de Naciones Unidas. Tenemos que pelear por ellas de manera inteligente, no niego el valor, la entrega, el coraje y el sacrificio personal de los ex combatientes, pero desde el punto de vista político-estratégico y diplomático terminamos la guerra peor que antes, estamos más lejos de recuperar las islas.
–¿El objetivo era recuperar las islas?
–La Junta Militar atravesaba una difícil situación socio-económica, con huelgas y otros reclamos, y la gesta se utilizó además para tapar esas acciones y hubo mucha ambición personal en quienes tenían el poder de decisión. Se equivocaron al creer que los ingleses no iban a venir y ese fue uno de los principales errores típicos de la Escuela de Guerra de los franceses, que especula sobre las intenciones del enemigo o del oponente y no sobre sus capacidades. Siempre se debe analizar la capacidad de su oponente y no sus intenciones, y terminó mal porque fue un acto de irresponsabilidad. Admito la necesidad del 2 de abril, pero de ninguna manera puedo justificar lo que comenzó en esa fecha y terminó el 14 de junio con tantas muertes argentinas y desde ese punto de vista fue un acto irresponsable de los miembros de la Junta Militar.
La Capital

jueves, 30 de octubre de 2014

Inédito: Ataque rasante de A-4B Skyhawk de la FAA

Filmación Inédita 

Ataque de A-4B Skyhawk de la FAA filmando en Super 8 por tropas británicas jugando al cricket.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Los espías argentinos en busca de Exocets

La historia de los Exocet que nunca llegaron
La otra cara de la guerra, la del espionaje

Margaret Thacher llegó a pensar que podía perder la guerra de Malvinas. Los responsables de semejante temor fueron los misiles franceses Exocet AM 39, un arma que tuvo su prueba de fuego en las aguas del Atlántico Sur




En "The South Atlantic Bubble" (La burbuja del Atlántico sur), un libro que se publicara en enero de 1997, se revelan por primera vez, en detalle, las operaciones de inteligencia con las que la Argentina intentó desesperadamente conseguir misiles durante la guerra y la obsesión de los servicios de inteligencia británicos para abortar esa posibilidad.

El autor del libro es el británico Nigel West, seudónimo tras el cual se esconde el diputado conservador Rupert Allason, para narrar una de las operaciones más secretas de la guerra de Malvinas.

La obra de West que ya comenzó a ser difundida en una serie de capítulos por el periódico dominical The Sunday Time, discurre como si fuera una apasionante novela de espionaje, pero donde los personajes fueron reales.

Hay dos protagonistas principales: el capitán Carlos Corti, jefe de la misión naval en Europa, que estuvo destacado en París en 1982 y había sido jefe de prensa de la Junta Militar y Alexis Ferter, veterano jefe del MI6, el servicio secreto británico en París.

El libro cuenta entre otros detalles la colaboración prestada a los británicos por los servicios de inteligencia franceses, que actuando por orden expresa del entonces presidente socialista Francois Mitterrand.

El 4 de mayo de 1982, a las 10:50 la primera ministro Margaret Thatcher y su gabinete de guerra reunidos en Chequers, se enteraron con estupor de que un avión Super Etandard de la Marina Argentina había destrozado al destructor "Sheffield". Era el primer hundimiento de un barco británico tras la Segunda Guerra Mundial, y dejaba en evidencia no solo la debilidad de la "Task Force" británica ante la nueva tecnología francesa, sino peor aún, severas fallas en las tareas de inteligencia.

El shock de los británicos ante el hundimiento del "Sheffield" se debió a que solo entonces supieron- pese a lo que les habían dicho los franceses- que los argentinos habían logrado instalar y activar los Exocet en los aviones Super Etandard: una delicada operación que requería tecnología y el dominio de complejos programas de computación. Hasta entonces la inteligencia británica creía que el proceso estaba en pañales.




"Años después los franceses se seguían quejando de que los ingleses nunca les creyeron que no habían prestado asistencia técnica a los argentinos para instalar los misiles" comento a Clarín el embajador en París Carlos Ortiz de Rozas, durante el gobierno de Alfonsín.

En junio de 1982 inmediatamente después de la guerra, la prensa franco británica reflejaba aun la tirantez por las cuestiones de inteligencia.

"Los británicos piensan que los argentinos son unos monos subdesarrollados, y tal vez lo sean política y económicamente, pero sus técnicos son buenos", le confiaba una fuente francesa al diario norteamericano The New York Times al comentar incidentes entre franceses y británicos.

"Con la llegada de la democracia y las buenas relaciones establecidas entre Alfonsín y Mitterrand, los franceses, también tuvieron `gestos´ hacia nosotros" agrega Ortiz de Rozas.

"Un día un miembro de la inteligencia francesa me informó que en un edificio contiguo al de la embajada los británicos estaban instalando una oficina, The Confederation of British Industries (CBI), que a todas luces era una pantalla. ¿Nos espiaban desde ahí?" le pregunto el embajador. "Hasta acá podemos llegar. Los argentinos son amigos, los ingleses son aliados" fue toda la definición del espía.

Pero en 1982, con el hundimiento del "Sheffield", los argentinos empezaron a recorrer el mercado negro de las armas del mundo buscando desesperadamente misiles Exocet, y los británicos elaboraron, con el apoyo de los franceses, la más maquiavélica operacion para impedirlo.

La Argentina había ordenado en 1979 quince misiles Exocet AM39 aire-mar provisto por la empresa estatal Aeroespaciale. La compra se completaba con catorce aviones Super Etandard, provistos por la compañía Dassault Breguet.

En noviembre de 1981, cinco meses antes del desembarco argentino en Malvinas, la Argentina solo había recibido 5 misiles con 5 aviones lanzadores. Los restantes serian entregados el año siguiente.

El hombre a cargo de la búsqueda en el mercado negro fue el capitán Carlos Corti, casado con una sobrina de Lucio Gelli, El capo de la Logia Propaganda Due. Años después, Corti apareció en un listado de miembros de la logia.

Un alto miembro de la Embajada argentina en París en los días del conflicto comento a Clarín que Corti tenía expresas órdenes del almirante Jorge Anaya de "conseguir los Exocet a cualquier precio".

Teléfonos pinchados



Pierre Marion, director de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), fue quien informo que solo cinco misiles Exocet y cinco aviones Super Etandart habían sido enviados a la Argentina y que el capitán Corti estaba buscando más misiles en el mercado.

"La DGSE cumplió esta misión por que el presidente Francois Mitterrand le había dado su palabra personal a Margaret Thacher de que los argentinos no recibirían asistencia militar de Francia. Pierre Marion había sido designado para que no hubiera fallas que avergonzaran al Palacio del Elíseo", dice West en el libro serializado por el Sunday Times.

"Corti tenia status diplomático y había negociado el contrato original de los Exocet y los Super Etandard", escribe Nigel West. Con sus teléfonos "pinchados" por los cuatros servicios secretos franceses, las conversaciones de Corti eran enviadas diariamente al Ministerio del Interior francés, que a su vez las giraba a los británicos.

Como Corti también compartía su oficina con la Oficina Francesa de Expertos de Materia Aeronáutica, el servicio exterior francés podía monitorear las actividades de Corti sin el conocimiento de los otros servicios de Francia, señala el libro.

Al parecer el capitán argentino no estaba solo. "Había un desfile de influyentes que pasaban por París con supuestas instrucciones del Gobierno para comprar armas y misiles", recordó a Clarín el entonces embajador argentino ante Francia Gerardo Schamis.
Autor del libro Mil días en París, Schamis asegura que pese a todas esas operaciones pronto tuvo la certeza personal de que la Argentina no obtendría ni un solo misil extra. "El embajador israelí en París Meyer Rosenne (cuyo segundo era el actual embajador en Buenos Aires Shizak Aviran), me organizo un encuentro en su residencia con el ministro de Defensa francés, a quien yo no tenía llegada", dice Schamis.

"No sigan tratando de comprar misiles. No pierdan tiempo. Nadie les venderá nada y les van a robar el dinero"., dice que le dijo el ministro Hernú en la misión israelí.

Contacto con traficantes
Pero las operaciones siguieron . Un día Marion le advirtió a su amigo británico Ferter que "Corti estaba a punto de obtener unos misiles de un traficante norteamericano que usaba el nombre de Marcos Stone. Corti había acordado pagarle 36,6 millones de dólares a Stone, más de tres veces de su precio real en el mercado, el dinero iba a ser depositado en un banco de Holanda, donde un socio de Stone había abierto una cuenta. Stone que operaba desde los Angeles, había persuadido a Corti que enviara el dinero, pero los misiles no llegaron ", dice West.

Sin detenerse – y con la ayuda del periodista pro libio Horacio Calderón – el capitán Corti trataba simultáneamente de persuadir al coronel Muamar Gadafi y a los iraquíes para que suministraran Exocets que Francia había entregado recientemente a Bagdad. Esas negociaciones tampoco prosperaron.




Para entonces promediando la guerra, el jefe del MI6 en París ya había encontrado el teléfono del capitán Corti en París: 553-7945. Con ese número Ferter ordeno a los cuarteles de espionaje y escuchas telefónicas de Cheltenham, en el centro de las islas británicas, "que interceptaran todas sus llamadas telefónicas por satélite. Eso les dejó claro que el capitán argentino aún no había logrado conseguir los misiles, pero estaba trabajando mucho y podía conseguirlos en cualquier momento" agrega el libro.

Abortar la operación

Fue en ese momento cuando el servicio secreto británico decidió interceptar la operación infiltrando a uno de sus agentes, quien jugaría el rol de intermediario de armas del mercado negro. El hombre elegido fue Anthony Divall, un traficante de armas con oficinas en Hamburgo que colaboraba con "La Firma", como los británicos llamaban a sus servicios de inteligencia .

Ex Royal Marine y con aire de banquero, Divall participo en operaciones en Rusia y en el área del Báltico y hasta compro armas para los irlandeses del IRA, que luego detallaba prolijamente al MI6. Divall estaba con su mujer en la playa Portuguesa de Algarve cuando fue llamado de urgencia por el servicio secreto británico para una cita en un hotel del aeropuerto londinense de Heathrow.

Allí Dival fue presentado a Tony Baynham, un hombre de acento aristocrático y obvió nombre falso, quien se definió como amigo de la familia real y dijo responder "directamente al comité de las fuerzas conjuntas en Downing St", la residencia de la primera ministra Thatcher. Con mucho champagne de por medio, Baynham le explico que su misión era "que los argentinos jamás obtuvieran los misiles" y que "el dinero no sería un problema". Finalmente lo fue, pero esa es otra historia.

Británicos desesperados

"Me di cuenta de que estaban desesperados", relato tiempo después Divall a Nigel West. El agente regreso a Hamburgo y comenzó con sus planes para contactar a Corti. Como supuso que el capitán sospecharía de negociar con un ingles, llamo a su amigo John Dutcher, un ex marino norteamericano de origen irlandés.

Dutcher era un playboy incorregible que había llegado a dirigir un campo de entrenamiento en Libia y entrenando a mercenarios para un golpe contra el dictador haitiano Jean Claude "Baby Doc" Duvalier.




Divall convenció al norteamericano de participar en la cuestión con el argumento más convincente: podría ganar mucho dinero. Dutcher debía viajar a París y obtener una inmediata reunión con el capitán Corti, con el argumento de que había escuchado que la Argentina necesitaba armamento sin mencionar los Exocets. Lo logro al día siguiente.

"No me sorprendí Dutcher tiene una presencia impresionante y puede conquistar a cualquiera. Una vez que convenció a Corti de que él podía conseguir Exocets, la Argentina estaba comiendo de su mano", explico Divall a Nigel West.

La trampa

Había una carta de crédito stand by de 16 millones de libras esterlinas (unos 25 millones de dólares al cambio actual) en el William and Glyns Bank en la céntrica sucursal de Whitehall, en Londres. El servicio secreto británico había previsto también la posibilidad de que un avión Caravelle de una aerolínea liberiana, pudiera transportar, si fuera necesario, los Exocet al Reino Unido para desorientar a Corti.

El plan era comprar los misiles, conseguir la plata de Corti, hacer el supuesto embarque de los misiles con rumbo a Buenos Aires, pero aterrizar con la preciada carga en el aeropuerto británico de Lutton, a unos cincuenta kilómetros de Londres.

Dutcher hablaba todo el tiempo con Corti sobre las supuestas ofertas que le llegaron a su oficina de Milan.

Un piloto portugués sostenía que Qatar podía vender cinco Exocet a 500.000 dólares cada uno (el doble del precio de mercado de entonces). Otro contacto llamado Alex, los garantizaba por valores que iban de tres a seis millones de cada uno. Pero la oferta más prometedora fue la de Glauco Partel, un traficante en Roma, y su socio suizo Gerhard Hallahuer. Ellos sostenían que, a través de un barco de Lugano, podían conseguir 30 misiles Exocet que formaban un stock en Francia, por 30 millones de dólares. La alarma de los británicos se encendió cuando Perú – uno de los pocos países de Latinoamérica que apoyaba explícitamente a la Argentina en el conflicto- comenzó a presionar para que Francia le entregara 8 misiles comprados con anterioridad.

Los británicos sospechaban que las armas serían transferidas inmediatamente a la Argentina. Por eso, cuando Perú se ofreció mandar un barco a buscarlos, Francia jugo a demorar la entrega.

Los peruanos entregaron una carta de crédito, pero los servicios secretos ingleses descubrieron que esta había sido negociada por Liceo Galli, el capo de la Logia Masónica Propaganda Due y tío político del capitán Corti.




El capitán Argentino se ponía cada vez más ansioso y el servicio secreto francés descubrió un plan para robar 30 misiles de la fábrica Aeroespaciale, en Chatillon Sur Seine, un episodio sobre el que West no abunda.

Aun después de la derrota del 14 de junio de 1982, el servicio secreto británico continúo con la operación. Los servicios británicos "temían que los argentinos consiguieran los misiles y les volaran los aviones" que estaban estacionados en las Malvinas luego de la derrota argentina, según le contó Divall a West.

El tango del Exocet

En cuanto en el Hilton de París, Corti les dejo a Dutcher y al elegante Toni, que se presento por primera vez como un mediador, que se olvidaran del negocio. Lo que él no sabía es que el servicio secreto británico había dado órdenes a todos de desaparecer y recién entonces Corti se daría cuenta de que había sido engañado.

"El capitán Corti tiene un negocio de electrónicos en Buenos Aires y no tiene malos recuerdos en torno de esta cuestión" dice West en su libro.

"Dutcher me hizo un golpe. Yo no tengo problemas con eso. El era un profesional como yo. Pero él estaba de un lado de la guerra y yo del otro. Nunca creí que íbamos a conseguir los misiles. Cuando mi jefe me ordeno que comprara los Exocet, le dije que era imposible. Pero me fue ordenado que los comprara a cualquier precio. Fue imposible rehusarme", el contó Corti a Nigel West.

Divall tiene memoria más ácida. A pesar de su azarosa misión, los servicios secretos británicos no le devolverían el dinero gastado de su bolsillo. Solo cuando amenazó con enjuiciar al gobierno y tras una fuerte presión de un amigo a las autoridades británicas, consiguió recuperar parte del dinero.

Fuente:

Diario Clarín domingo 22 de Septiembre de 1996 segunda Sección
Por María Laura Avignolo (desde Londres) y
María Luisa Mac Kay (en Buenos Aires)

lunes, 27 de octubre de 2014

Ex combatiente conmueve a niños en una clase

El ex combatiente que tocó el corazón de los chicos con su clase sobre Malvinas
Mauricio Yaco habló con alumnos de 6º y 7º grados de la escuela Albert Sabin. Pidió memoria y transmitió la confianza de que las islas se podrán recuperar con la justicia de la palabra.


Yaco pidió memoria y transmitió la confianza de que las islas se podrán recuperar con la justicia de la palabra. (Foto: S.Salinas)



“'El de Arriba' me dio la oportunidad de volver de la guerra, por eso lucho ahora para que no se olvide, y por la recuperación de Malvinas”, oyeron los chicos de 6º y 7º grados de la Escuela Particular Nº 1.283 Albert Sabin de parte del ex combatiente Mauricio Yaco. Fue durante un encuentro que mantuvieron ayer, donde la memoria y la historia más dolorosa se hicieron presentes. La charla terminó como se inició: con un fuerte aplauso para los que combatieron en las islas, una especie de abrazo entre generaciones.

“Es la posibilidad de contar la historia a través de sus protagonistas, compartirla desde las emociones y el corazón”, marcó la directora de la escuela de Rueda al 5300, Carmen Lugo. Eso explica que el 2 de Abril Día del Veterano y lo caídos en la guerra de Malvinas, y a 32 años de la recuperación de las islas, no sea para esta comunidad sólo el recordatorio de una efeméride. Así las maestras trabajaron muy a fondo el tema con diferentes lecturas y hasta con el filme “Iluminados por el fuego” (dirigida por Tristán Bauer). El cierre lo dio la visita del ex combatiente. Iniciativa liderada por las docentes Marcela Bazán, Marcela Henriquez, Stella Foresi y Andrea Muro.

En un breve cruce de saludos con La Capital, Mauricio Yaco contó que siempre visita las escuelas, igual que otros compañeros del Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Rosario (de Ayacucho 1477). “Lo más difícil no es la charla en sí, sino cómo sobreponernos a la cercanía de la fecha. La emoción es muy fuerte”, reveló.

Luego de una breve y oportuna presentación, comenzó con su relato, tratando de meter de a poco a chicos que no pasan los 12 años en la historia de Malvinas. Les contó que cuando se embarcó en el buque San Antonio el 1º de abril de 1982, lo hizo sin saber que el destino eran las islas: "Más bien pensaba que era algo con Chile, por el conflicto mantenido por el Canal de Beagle". Tenía solo 19 años.

“Habíamos aprendido que las Malvinas son argentinas. Es lo que nos enseñaron siempre nuestras maestras”, advirtió más tarde para que pudieran entender el apoyo unánime que tuvo la recuperación de las islas, aún durante el gobierno dictatorial de Galtieri. En su crónica se encargó de diferenciar “lo que fue la toma de Malvinas de la defensa”: “Nosotros no estábamos preparados para la guerra, para esa defensa, para enfrentarnos con Inglaterra que además tenía el apoyo de la Otan. Pero fuimos con el corazón abierto porque era una causa nacional”.

Llegó al colegio vestido con una camisa de combatiente, luciendo medallas honoríficas y debajo una remera azul con las islas estampadas al frente y detrás con una frase más que sentida: “En cada corazón argentino hoy sigue vivo el latido de los soldados caídos”. Siempre de pie, hablando sin micrófono, tranquilo y muy sensible a las inquietudes se ganó la atención de los chicos.

En este tiempo, fueron y vinieron las preguntas: “¿Cuándo se dieron cuenta de la guerra? ¿Cuál fue su experiencia de vida en Malvinas? ¿Cual fue su reacción cuando se enteró que tenía que ir a la guerra? ¿Es verdad que los trataban mal? ¿Cómo los recibieron al regreso? ¿Les llegaban las donaciones que hacía la gente?”, entre otras.

Alguien interrogó: “¿Y ahora de qué vivís?” Antes de responderle que había estudiado, recibido de paramédico y que trabajaba en un sistema de emergencias, eligió hacerles saber los padecimientos que tuvieron al regreso y el papel clave que jugaron los centros de ex combatientes para recuperarse y luchar por un reconocimiento: “Volvimos con una mochila muy pesada, la de la derrota. Tuvimos que pelear por la salud, por trabajo, por una pensión. Porque todos los gobiernos desde el militar a los civiles que siguieron nos olvidaron. Fue recién en la presidencia de Néstor Kirchner que recibimos una pensión, nos reconocieron como veteranos y conseguimos la obra social”.

Sin embargo, el énfasis lo puso en la tarea solidaria que hacen, como trabajar en las inundaciones o en casos de extrema necesidad para las personas. “Nuestra tarea es ser solidarios, ayudar donde nos necesitan”, recalcó sobre el valor que se propuso contagiar.

Estuvo en Malvinas casi los 74 días que duró la guerra. Fue hasta que cayó herido y lo trasladaron a un hospital en Comodoro Rivadavia. Habló de su historia pero sólo para poner en perspectiva otras miles de similares vivencias desoladoras. En ese recorrido, aludió a la dureza de Margaret Tacher, al hundimiento del ARA General Belgrano y que al regreso “a muchos les prohibieron hablar de la guerra”. “Algunos volvimos con heridas físicas, que fueron curadas, pero las del alma no fueron atendidas en su debido momento”, dijo para enumerar enseguida las consecuencias, como suicidios y adicciones.

La ausencia de novedades en todo ese tiempo, la difusión de falsas noticias y el ocultamiento de la información que caracterizó a la guerra de Malvinas es quizás algo incomprensible para una generación nacida en tiempos de redes sociales. Aún sin esa necesaria comunicación recordó que “sólo nuestras familias nos esperaban” cuando llegó la hora de volver, a lo que pudieron hacerlo.

“¿Pudo volver a Malvinas después de la guerra?” fue otra pregunta acercada. “Claro que me gustaría _respondió_, pero no puedo, porque además de que el viaje sale unos 4 mil dólares, necesito un pasaporte. Y si para visitar un país latinoamericano no lo necesito, menos lo voy a pedir para Malvinas”.

Se refirió con cariño a todos sus compañeros, en especial a dos más cercanos y que murieron en la guerra: “Falcón, Justo y Mansilla, Edgardo”, tal cual los mencionó. Más allá del dolor y la muerte no dudó en afirmar que “de nada se arrepiente y volvería a pasar por lo mismo por Malvinas”.

Hubo varios aplausos antes del de despedida. Las maestras le dejaron un presente con una dedicatoria que entre otras cosas recordaba una canción de León Gieco: “...Gracias por ser parte de nuestra historia, una historia que siempre estará guardada en la memoria”.

Mauricio Yaco se fue con el saludo de muchos chicos y nenas que se levantaron para estrechar su mano, darle un beso, reconocerlo como un héroe. Antes tuvo la oportunidad de manifestar un “gloria y honor por los 649 muertos, por sus familiares, por los que combatieron” y transmitirles la confianza y convicción de que “las Malvinas serán recuperadas pero no con la guerra, sino con la justicia de la palabra”.

La Capital

domingo, 26 de octubre de 2014

El incidente de isla Deception previo a la guerra

Isla Decepción
Conflicto de Malvinas

Aca les dejo un poco de historia antes de la guerra de 1982, la isla Decepción fue durante la década del ´40 y ´50 un punto de fricción entre ambos países al punto de una intervención militar que pudo haber causado una guerra.
Como sucedería casi 30 años después en las Georgias, no era necesario un incidente en la propia Malvinas para encender el polvorín que se gestaba en aquella zona.


Un poco de infomación de la isla

La isla Decepción pertenece al archipiélago de las Shetland del Sur en la Antártida Se sitúa al noroeste de la península Antártica.
Sobre su nombre existe una leyenda: básicamente habla del sentimiento provocado en su momento por la creencia de que existían fabulosos tesoros de piratas y bucaneros que, una vez allí, no aparecieron nunca. Aunque, eso sí, el verdadero tesoro de la isla es el puerto natural protegido de los vientos y relativamente templado, que balleneros y cazadores de focas utilizaron por muchos años para desarrollar una muy lucrativa actividad comercial.


Tira y afloje entre Argentina y Gran Bretaña

En marzo de 1941 el barco británico HMS Queen of Bermuda fue enviado a destruir depósitos de carbón y tanques de petróleo de la antigua estación ballenera noruega de la Hektor Whaling Company, que operó entre 1912 y 1931, para prevenir su posible uso por alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

La Argentina realizó en la isla Decepción su toma de posesión formal del territorio continental antártico entre los 25° y 68° 34" oeste el 8 de febrero de 1942, mediante la colocación de un cilindro que contenía un acta y una bandera pintada sobre las paredes de la Hektor Whaling Company, dejados allí por una expedición al mando del capitán de fragata Alberto J. Oddera en el transporte ARA 1° de Mayo. El 8 de enero de 1943 personal del barco británico HMS Carnarvon Castle destruyó las evidencias de la toma de posesión argentina, borró la bandera pintada, dejó escrito que la construcción era de propiedad del Gobierno británico y envió a Buenos Aires el acta. El Ministro de Relaciones Exteriores argentino replicó que su país consideraba sus derechos antárticos como herencia de España. El 5 de marzo de ese año el ARA 1° de Mayo removió la bandera británica y repintó en las paredes los colores argentinos.


HMS Snipe

El Reino Unido envió en el marco de la Operación Tabarín los barcos HMS Williant Scoresby y SS Fitzroy, que el 3 de febrero de 1944 establecieron una base permanente en la isla, la Base B en la bahía Balleneros, removiendo nuevamente la bandera argentina.
El 19 de noviembre de 1947 la Armada Argentina inauguró el Refugio Caleta Péndulo en Puerto Foster. El 25 de enero de 1948  la Argentina instaló su Destacamento Naval Decepción.


La presencia argentina termina

El 3 de enero de 1953 Argentina inauguró el Refugio Naval Thorne en la bahía Telefón de Puerto Foster. El 17 de enero de 1953 fue inaugurado en la caleta Balleneros el Refugio Teniente Lasala(una cabaña y una tienda de campaña y una bandera) por personal del aviso argentino ARA Chiriguano, quedando en él un sargento y un cabo de la Armada Argentina.Estaban a sólo 400 yardas de la base británica.
Para Winston Churchill era una ruptura de la soberanía británica que valía una respuesta muscular -el envío de una Fuerza de Tareas para reclamar una pequeña isla rocosa en el Atlántico Sur invadida por una determinada fuerza argentina.El Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores Británico)ya había enviado un telegrama al gobierno de Buenos Aires quejándose de "una incursión armada en aguas y territorios británicos" e informando que la presencia de buques y tropas navales eran un acto de agresión indefendible.


aviso ARA Chiriguano

Al mediodía del 15 de febrero desembarcaron 32 Royals Marines de la fragata británica HMS Snipe armados con ametralladoras Sten, rifles y gas lacrimógeno apresando a los dos marinos argentinos que estaban contentos de ser enviados de vuelta a casa.El informe decía "sargento y cabo naval argentinos los únicos ocupantes de la cabaña,no ofrecieron resistencia,fueron revisados por armas".Añadía "los dos hombres detenidos están descriptos como resignados y posiblemente contentos de dejar la isla".Ansiosos por no poner su "contra-invasión"como un acto de guerra,los soldados británicos fueron acompañados por el Jefe de la Policía de las Islas Malvinas.
El refugio argentino y un cercano refugio chileno deshabitado fueron destruidos y los marinos argentinos fueron entregados a un barco de ese país el 18 de febrero en las islas Georgias del Sur. Un destacamento británico permaneció tres meses en la isla mientras la fragata patrulló sus aguas hasta abril.

Fuente:
www.wikipedia.org
www.histarmar.com.ar

sábado, 25 de octubre de 2014

Se modifica la ley de ex-combatientes

Promueven modificar la ley de ex combatientes de Malvinas
El objetivo sería que los beneficiarios obtengan una "pensión de honor", tras reconocerlos como "Veteranos de Guerra". También estipula que no sean discriminados por "el hecho que el beneficiario mantenga o haya tenido un empleo militar". El proyecto de ley fue presentado por el legislador Cristian Ritondo (Pro).
       


El vicepresidente primero de la Legislatura de la Ciudad, Cristian Ritondo, presentó un proyecto de ley para que se incluya en la nómina de los beneficiarios a aquellos que "tengan acreditación de la condición de Veterano de Guerra, mediante certificado emitido por la Fuerzas Armadas, avalado por el Ministerio de Defensa", más allá de su situación laboral.

En el año 2003 se promulgó la ley 1075, creando un reconocimiento a los Soldados de Malvinas que, en el año 1982, combatieron en defensa de la Soberanía Nacional durante el conflicto armado con Gran Bretaña en las Islas Malvinas. La ley no contempla a aquellos ciudadanos que hayan integrado las Fuerzas Armadas o de Seguridad o que percibieran haber de retiro por su actividad en esas instituciones.

El proyecto de ley, impulsado por el legislador del Pro Ritondo, que corresponde al expediente N° 2887-D-2014, establece que "se le otorgue una Pensión de Honor a los Veteranos de Guerra de las Islas Malvinas, Georgias, Sandwich e Islas del Atlántico Sur, que hayan participado en efectivas acciones bélicas llevadas a cabo en las jurisdicciones del Teatro de Operaciones Malvinas (TOM) y del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), todos desde el 02 de abril de 1982 hasta el 14 de Junio de 1982".

En cambio, la Ley 1075 sancionada el 18 de diciembre de 2003, expresa la denominación de "Ex Combatientes de Malvinas", en ves de "Veteranos de Guerra", y que serán beneficiarios "de un subsidio mensual y vitalicio", en vez de "pensión de honor".

Otro punto que se modificaría es que "en nombre de los vecinos de la Ciudad, se les otorgará un diploma y medalla de reconocimiento por su actuación y la entrega de estos diplomas se hará efectiva en ceremonia pública presidida por el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires".

En este sentido, expresa que "los gastos que demande la aplicación de la norma serán imputados a la partida presupuestaria correspondiente al Presupuesto General de Gastos y Cálculo de Recursos del año 2015".

Según el autor del proyecto, "la norma original estableció distintas exclusiones y que pasado el tiempo se ha observado que esta exclusión termina resultando en realidad un acto discriminatorio".

De acuerdo a lo estipulado en la iniciativa de ley, en relación al impacto presupuestario "es mínimo dado que la cantidad de beneficiarios que se sumarían al padrón de la Ley 1075 no superaría el diez por ciento del mismo.

Parlamentario.com

viernes, 24 de octubre de 2014

Sin la ayuda estadounidense, Gran Bretaña jamás hubiese tomado las Malvinas

Para los EEUU, sin su ayuda los ingleses habrían caído en Malvinas
Así lo confesó el ex secretario de Marina norteamericano, John F. Lehman. Afirmó que sin el apoyo bélico de su país, el Reino Unido se hubiera visto obligado a replegar la Task Force del Atlántico Sur. Aún hay dudas sobre la verdadera cantidad de bajas inglesas durante el conflicto de 1982

Infobae

En diciembre de 1988, el ex secretario de Marina de los Estados Unidos, John F. Lehman, hizo pública la ayuda política y militar brindada por los norteamericanos a Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas, sin la cual el Reino Unido se hubiera visto obligado a replegar la Task Force del Atlántico Sur, de acuerdo con la conclusión de expertos militares.

La confesión del ex funcionario de Ronald Reagan fue realizada en Londres, donde blanqueó el respaldo militar a los británicos, que aunque fuera conocido por los combatientes argentinos, dejaba de ser una versión para convertirse en un hecho incontrastable.

A 29 años del conflicto, la guerra del Atlántico Sur aún sorprende cuando se revisan las causas políticas, las acciones bélicas, las alianzas militares y las rupturas de pactos internacionales y, por supuesto, los actos de valentía protagonizadas por lo que estuvieron en el teatro de operaciones.

Los británicos ganaron la guerra, pero a un costo de material y de vidas como no lo sufrían desde el final de la II Guerra Mundial. Después de Malvinas, los ingleses no intervinieron en otra contienda que les haya costado tanto.

Pese a los errores de conducción militar de los generales-dictadores que decidieron ir a la guerra, las tropas argentinas infligieron a los británicos la mayor pérdida de barcos y de aviones y aún hoy hay dudas acerca de las bajas que reconocen los ingleses: 255 muertos y 777 heridos.

La escuadra naval de la corona británica tuvo 24 naves que recibieron los proyectiles argentinos. Siete naves fueron hundidas, cinco resultaron fuera de combate y otras doce quedaron con averías de consideración.

La nave insignia, el portaviones Hermes, donde estaba el puesto de comando del jefe de la Task Force, el almirante Sandy Woodward, fue tocado y el segundo de los portaviones, el Invincible, quedó fuera de combate, no prestó más servicio en lo que era, en 1982, una de las tres flotas navales más poderosas del planeta.

Hay versiones militares argentinas que sostienen que no fueron 24 las naves hundidas, averiadas de los ingleses, sino que, en realidad, sumaron 32.

Una de las naves que los militares argentinos afirman haber tocado fue un buque auxiliar de apoyo clase Tide (RFA Tipedol), que fue entregado por el dictador chileno Augusto Pinochet a la Royal Navy hasta el final del conflicto.

La Task Force perdió entre derribados y averiados por fallas o accidentes 46 aviones y otro número importante de helicópteros.

Según fuentes militares argentinas, intervinientes en el conflicto, los británicos llevaron hasta el teatro de operaciones 171 aviones y helicópteros.

El período más encarnizado de la guerra ocurrió entre el 21 de mayo de 1982 y las jornadas posteriores, batalla que se extendió hasta el 25 de mayo.

El almirante Woodward anotaba en la bitácora de mando a las 9.30 del 21 de mayo. "Si los argentinos van a pelear, hoy es la mejor oportunidad que tienen. Ya veremos".

La intuición del almirante inglés se cumpliría, los argentinos dieron batalla porque ese día, la flota británica se había estacionado en la bahía San Carlos para desembarcar las tropas que debían caminar hasta Puerto Argentino.

El combate aéreo-marítimo fue tan feroz que los británicos quedaron grogui, según lo reconoce Woodward en su libro de memorias "Los cien días", de editorial Sudamericana, pero los argentinos se desangraron en la ofensiva, perdieron la mayor cantidad de pilotos y de aviones, y no consiguieron impedir que los soldados ingleses desembarcaran.

Woodward dice con todas las letras que los argentinos podrían haber ganado la guerra ese día: "los argentinos podrían haberla ganado también".

Antes de sufrir en carne propia la profesionalidad de los pilotos y la valentía de los demás soldados argentinos en la tundra malvinera, los EEUU ya habían enviado misiles sidewinder aire-aire para derribar los aviones de los sudamericanos.

Esa tecnología bélica norteamericana fue decisiva a la hora de establecer la diferencia con la que portaban las naves argentinas.

Entre el 21 y el 25 de mayo, las tropas argentinas perdieron 27 aviones, que equivale a casi el 50 por ciento de los derribos durante el conflicto.

"Nos quedamos sin resto", fue la dolorosa confesión de un alto jefe militar de la Fuerza Aérea a Télam, al describir el corte de la ofensiva argentina sobre la flota inglesa.

A casi tres décadas de la guerra aún hay secretos militares por revelar.

Por eso, una vez terminado el conflicto, el gobierno británico dispuso un acta de secreto militar hasta el 14 de junio de 2072.

Recién a 90 años de la Guerra de Malvinas se producirá la desclasificación militar y los investigadores podrán conocer, con prueba documental, la historia completa del conflicto.

jueves, 23 de octubre de 2014

UK: Operación Hokehamton 1984/85

Operación Hokehamton 1984/85
Conflicto de Malvinas




Durante la última parte del año 1984 y las primeras semanas de 1985, la Dirección de los Servicios de la Marina del Ministerio de Defensa de Gran Bretaña, emprendió la mayor operación de remoción de un naufragio, en las Islas Georgias del Sur.
Esta Operación única por su lejanía y carencia de bases de apoyo, fue montada para remover el Submarino Argentina “SANTA FE” (Ex USS CATFISH), hundido en el único fondeadero verdaderamente abrigado de la Isla.
El SANTA FE, estaba hundido en 21 m. de profundidad, conteniendo todavía una carga de municiones de guerra y obstruyendo seriamente el libre uso internacional del fondeadero.
La operación “HOKEHAMPTON” fue dirigida por el Jefe de Salvamento de la Marina y apoyo del personal embarcado en el Buque de Salvamento RMAS GOOSANDER y del remolcador comercial SALVAGEMAN, propiedad de la United Towing Co. of Hull.
Era conocido que el submarino estaba totalmente inundado y tenia todas las portas estancas de los mamparos transversales abiertas. No había información sobre la condición de los tanques externos, pero sé sabia que la popa estaba en parte enterrada en una cama de Fango.
Para montar esta operación en semejante y remoto lugar, sé imponía en gran parte un cuidadoso planeamiento y disponer del equipo requerido para solucionar todos los problemas esperados y los imprevistos.



Obviamente, seria necesario excavar la cama de fango para ganar el acceso debajo del costado de los tanques externos, pero con pequeña o ninguna corriente de marea para arrastrar el fango hacia fuera, un compresor de aire tradicional no seria practico.
GENFLO SUBSEA Ltd, ofreció una bomba eductora de poder, la cual no solamente daba una buena performance de excavación, sino que era también capaz de descargar los residuos a través de una tubería sumergida de 500 m. a un punto fuera de la Caleta KING EDWARD, donde no interfería con la normal navegación. Este equipo fue arrendado.
Como estaba claro que, seria necesario una considerable cantidad de operaciones de corte bajo el agua usando una gran cantidad de oxigeno, eso significo que se requiriesen grandes y pesados cilindros de almacenamiento para su provisión.
El oxigeno concentrado transportable, originalmente adquirido a RIMERALCO para una operación de recuperación prevista en una fecha anterior en el Atlántico Sur, fue reacondicionado pro el fabricante y formo una parte vital del equipo preparado.
El agua alrededor de Georgias del Sur es muy fría, por lo tanto un traje especial seco de neoprene grueso a medida, fue confeccionado para cada buzo, para reducir de esa forma los efectos de la baja temperatura del agua de mar.
Luego de casi cinco semanas de viaje desde GRAN BRETAÑA, la expedición arriba a la Caleta de KING EDWARD al amanecer del 4 de noviembre de 1984, encontrando varias pulgadas de nieve en tierra y media caleta con una delgada capa de hielo cubierta de nieve.
Los primeros cuatro días fueron ocupados en descargar el equipo en el muelle de GRYTVIKEN, el tendido de un campo de anclas alrededor del Submarino por el GOOSANDER y la recuperación, por el SALVAGEMAN de una barcaza abandonada, para ser usada como plataforma de trabajo.


COMIENZA EL SALVAMENTO

El 9 de noviembre, el GOOSANDER cobro las amarras sobre el submarinos y así se coloco, de manera que fuera posible moverse a lo largo del total de los 94 m. de eslora del submarino, sin ajustar la posición de las anclas. Permaneció en esa posición de amarre por 94 días, siendo aprovisionado con víveres, equipo, combustible y agua fresca por el SALVAGEMAN.
El buce preliminar de inspección, usando una cámara de televisión subacua, mostró que el submarino se encontraba con aproximadamente 25 gdos. de escora a estribor, enterrado ceca de 5 m. en el fango, a popa y con solamente la escotilla de la torreta abierta. También se confirmo, que el submarino tenia conexiones para desagotar los compartimentos del casco con aire de alta y baja presión.
El trabajo subsecuente probo que, seis de las ocho tuberías de descarga estaban operables, de las cuales afortunadamente algunas, no se encontraba ubicadas en compartimentos con escotillas de acceso a través del casco resistente. En el momento apropiado, estas escotillas fueron ajustadas en forma hermética, colocando grifos, válvulas de control y una tubería flexible de descarga.
Para evita los problemas de control asociado con el reflotamiento con aire solamente, de un buque totalmente sumergido, fue decidido recobrar tanta flotabilidad como fuera posible en el interior del casco resistente y en los tanques externos, disminuyendo el peso progresivamente con aire a presión, hasta que el peso sumergido sea reducido desde casi 1800 toneladas a un valor entre 100 y 200 toneladas aproximadamente.
El peso final seria entonces levantado por dos aparejos de 100 toneladas del GOOSANDER, rompiendo la mayor parte de la succión del fango y la proa seria reflotada con su propia flotabilidad
El trabajo fue comenzado en el costado de babor de proa, en el tanque de combustible N°1. Cuando la excavación se aproxima a la quilla, se encontró con una tapa registro que fue razonablemente fácil de remover.
No fue hallado combustible en este tanque y cuando fue preparado para introducirle aire, se encontró que este tanque de combustible no tenia mamparo longitudinal, estando unido alrededor del casco. Esto permitía ser soplado por cualquiera de los dos lados, o por ambas bandas, pero necesitaba ventear por ambos costados para poder inundar.
La falta de la subdivisión longitudinal, también reducía la efectividad del tanque en el control lateral de la estabilidad. Subsecuentemente los otros tres tanques destinados a combustible, fueron encontrados en condiciones similares de construcción. Fue hallado Diesel Oil en los dos tanques de atrás de combustible. La flotabilidad de estos tanque era importante, así que debía imaginarse algún método para recupera el combustible, sin contaminar las aguas.
La forma de circunferencia de los tanques, fue usada para efectuar la recuperación del combustible, mediante conveniente presión de aire desde la parte mas baja de estribor del tanque colocando una pestaña de 38 mm. De descarga en la parte alta de babor del tanque.
Fue hecho un agujero en el interior de la pestaña para permitir la salida del combustible y se adapto una manguera en la parte superior, para transferir el combustible al tanque de recepción de 3 toneladas de capacidad de la barcaza, amarrada al costado del GOOSANDER.
La tapa registro del tanque que estaba obturada, fue entonces removida, permitiendo la entrada de agua y presurizar el tanque a la presión ambiente del mar.
Soplando cuidadosamente desde el costado de estribor del tanque hasta un máximo de 4 pulgadas cuadradas de presión, sobre la presión ambiente del mar, se desplazo el combustible desde el costado de estribor, alrededor del casco resistente, sobre el nivel del agujero de entrada de agua y a través de la manguera de recuperación, al tanque de recepción en la barcaza. Desde este tanque fue bombeado al SALVAGEMAN, para ser pasado a través de sus purificadores y almacenando para su uso futuro.


 Cuando comenzó a verse salir aire de la manguera de recuperación, indicando que todo el combustible había sido desplazado desde el costado de estribor, se detuvo el soplado y el aire permitió el venteo del tanque.
Esto causo que el agua de mar entrar al tanque, arrastrando el combustible remanente sobre el costado de babor hacia arriba y por la manguera a la superficie.
La diferencia entre el peso especifico del combustible y el agua de mar, combinada con un menor efecto de sifón, aseguró la completa remoción del combustible de los tanques. Una operación similar fue ejecutada sobre ambos tanque siguiente, resultando con la recuperación de casi 90 toneladas de combustible y un volumen similar de flotabilidad.
Alguna dificultad fue experimentada en la inserción de aire a presión en los tanques externos, debido a al falta de documentación y las considerables variaciones en el espesor de la chapa de los tanques, siendo los extremos de 9,5 mm, en los tanques principales de lastre y 22 mm en los tanques de seguridad y auxiliares. Similares problemas fueron encontrados en el corte de las aberturas para inundación en tanque sin válvulas o tapas registros.
El corte bajo el agua fue llevado a cabo usando un poderoso arco eléctrico, como en soldadura, con oxigeno provisto a través de un electrodo con un efecto de corte similar a la fundición.
El arco de corriente requerido para logra el corte debajo del agua varia con el espesor del acero, habiéndose usado un máximo de 640 ameres y 200 pulgadas cuadradas de presión de oxigeno para el espesor del hacer en esta operación.
Un gran numero de orificios de proyectiles debieron ser reparado en las chapas de los tanques de lastre y en las tuberías de venteo y soplado. Esto fu logrado usando una variedad de técnicas, incluyendo soldadura bajo el agua, pequeños parches, fijando taparrumbos, soldadura directa de rajaduras, parches ajustados con ganchos, ajustando parche con equipo remachador explosivo. La renovación de una mala tubería perforada y anulando el resto de las aberturas que quedaban.
El uso de aire comprimido para desagotar el casco del submarino esta restringido por la factibilidad que todas las escotillas, válvulas y juntas estén diseñadas para soportar la presión exterior. Es necesario una muy cuidadosa aplicación de la presión interna para evitar romper la estanqueidad, la cual una vez establecida, normalmente se mantendrá, pero si se produce una perdida, es extremadamente difícil de contener.



ENTRANDO AL CASCO

Era necesario entrar al submarino para cerrar tantas portas estancaras como se pudiera llevar a cabo, para reducir el efecto de superficies libres longitudinales y dividir la presión del casco dentro de los valores manejables de soplado.
Las primeras pocas entradas fueron hechas con algún temor y requirieron una gran dosis de coraje de parte de los buzos. Con el progreso del trabajo fue desarrollada una rutina, así la distancia de trabajo desde le punto de acceso, fue extendida hasta que los buzos estuvieron trabajando a 18 m. de la escotilla de acceso, habiendo atravesado la longitud de ambas salas de maquinas, pasando a través de una porta estanca intermedio en el camino, con cero de visibilidad.
Durante estas entradas, los buzos llevaron consigo una cámara de televisión subacua de mano, con lamparas de iluminación, siendo la luminosidad de la misma controlada desde la posición del monitor de buceo del supervisor. La resolución de la cámara era cerda de 6 veces más grande que el ojo humano, así que el supervisor de buceo y el oficial de salvamento en la superficie podían a menudo ver lo suficiente para guiar e informar al buzo en sus tareas. Esto incremento la moral de los buzos y relevo al supervisor de muchas preocupaciones, ya que podía mantener contacto visual con la tarea que desarrollaba el buzo, como así también comunicación verbal.

Durante las pruebas efectuadas al tanque exterior, se había convenido que aparentemente algunos tanques eran comunes, y probablemente podían ser soplados por medio de tuberías de aire de alta presión, a través de válvulas de control que estaban abiertas, en el panel control de aire de alta presión. Un buzo dentro del cuarto de control, se dedico en forma intensa a localizara el panel control de aire de alta presión y cerrar las válvulas. Esto resolvió los problemas del tanque de lastre. Cuando la prueba de soplado del casco resistente se inicio, se descubrió que existían dos problemas más.
Estos eran, escape de aire desde el casco resistente dentro de ciertos tanques de combustible y una acción de deterioro del la estanqueidad, por una perdida en el labio de la válvulas principal de inducción.
A pesar de los valerosos esfuerzos de los buzos en localizar y cerrar las válvulas de las tuberías de compensación de combustible y de agua, la perdida de aire desde el casco a los tanques, nunca fue anulada correctamente y debió ser tomado en cuenta cuando comenzó el programa de soplado.
Resulto ser una gran tarea tratar de estancar la perdida de la válvula de inducción, sin ninguna garantía de éxito, habiéndose decidido esto en lugar de localizar y estancar las tres o cuatro válvulas de entrad del casco.
Se encontró que este buque particular, tenia dos válvulas de control de 635 mm y una de 400 mm. De diámetro las cuales fueron localizadas en la sala de maquinas. Fueron experimentadas algunas dificultades en encontrar estos controles, ya que solamente se tenia una vaga idea de sus formas.
Una vez encontradas se tropezó con la dificultad adicional del aprendizaje de su operación. Eventualmente al tener la válvula exterior con las cubiertas removidas un buzo podía observar el movimiento de la apertura y cierre y verificar su funcionamiento, procediendo a cerrar las tres válvulas.
Sin embargo, esto no significaba que había sido descubierta la forma de traba las válvulas en posición de cerrado, por lo tanto, fueron construidas mordazas con tornillos de alargamiento para sostenerlas y las válvulas fueron entonces aseguradas contra el labio de la tubería de entrada. Para completar el sellado 1680 libras de concreto fueron mezcladas a mano por los buzos y vaciadas dentro de cada una de las cajas de distribución de las válvulas, asegurando su efectividad.

Pesadas planchas de acero con mangueras de descarga y válvulas aseguradas, fueron colocadas sobre la escotilla abierta delante del cuarto de torpedos y después de la sala de maquinas, para reemplazar las tuberías de descarga rotas en esos compartimentos. Un pesado estrobo de cable de 18 mm., fue pasado debajo del casco con los ojos de los grilletes juntos en la parte superior de la cubierta para cerrar a popa, delante de los planos de profundidad.
A este estrobo fueron fijados 10 paracaídas inflables, cada unos e 5 toneladas de capacidad de izado, cinco con cable de 6 m. de longitud y cinco con cables de 3 metros de longitud.
Estos paracaídas fueron inflados como fueron colocados, para evitar que sé enrieden mas tarde. Las 50 toneladas de capacidad que se aplicaron a la parte inferior de la popa del submarino, ayudarían a romper la succión inicial del fango y luego ser progresivamente reducidas, cuidando los paracaídas rompan la superficie y el submarino flote por sus propios medios.
De esta forma fue intentado mitigar el efecto de aceleración después que despegara del fondo y entonces reducir el aire de soplado de los tanques exteriores sobre la superficie y permitir mas tiempo para reducir la presión en el compartimento interno sobre la escotilla estanca.
El GOOSANDER, se movió a popa, a lo largo del submarino filando las 31 mangueras a los tanques y espacios del casco y los buzos aseguraron las aberturas sobre la cubierta. Mientras tanto el SALVAGEMAN tendía amarras a la playa de varado elegida y algunos de los hombres del GOOSANDER se establecían en la costa con mordazas para las amarras de proa del submarino.
Con su roda sobre la popa del SANTA FE, el GOOSANDER y los buzos pasaron el cable de 210 mm. Para el izado posterior alrededor del casco, sobre el eje de las hélices y colocaron los aparejos de 100 toneladas.

El soplado cuidadosamente planificado comenzó a las 10:50 del 8 de febrero de 1985, y el submarino estuvo en superficie a las 11:17 del 11 de febrero.
Después de chequear y consolidar la flotabilidad fue iniciado el movimiento hacia la playa de varado. A las 15:15 el submarino fue varado con una pesada escora a estribor y habiendo perdido alguna flotabilidad en el camino. Ocho días de trabajo fueron necesarios para asegurar el buque y prepararlo para su remolque.
El 20 de febrero después de un cuidadoso acondicionamiento fue remolcado afuera de la Caleta King. EDWARD para ser hundido en aguas profundas.
La Operación duro 120 días, durante los cuales fueron efectuados 868 buceos separados, incluyendo 42 entradas en el caso resistente. No hubo accidentes, incidentes de buceo o de enfermedades de descompresión, la rapidez fue sacrificada por la seguridad a lo largo de toda la operación. Esta operación no hubiera podido llevarse a cabo sin la cooperación del Comandante de las Fuerza Británicas de Malvinas, el Comandante en Jefe de la Flota y la Real Flota Auxiliar, los cuales en conjunto hicieron posible el apoyo logístico, manteniendo las unidades apropiadas en el área.

Fuente:

Jane´s Defence Weekly – Volumen 4 – N°12 – 21 Septiembre de1985
Articulo Original: Salving the Santa Fe – By M.D. Walker
Autor: www.elsnorkel.com

miércoles, 22 de octubre de 2014

Armas Argentinas: Pistola Ballester Molina mod.1938

Pistola Ballester Molina Modelo 1938 

La pimera pistola de diseño y fabricación nacional producida en grandes series para el Ejército Argentino, y luego para la ARA, Gendarmeria Nacional, la infantería de Marina, Fuerza Aérea e infinidad de cuerpos policiales en todo el pais. La Ballester Molina fue exportada en cantidad durante la Segunda Guerra Mundial a Inglaterra, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela. El diseño de la Ballester Molina era una adaptación de la Colt 1911 cal. 45; pero varias revistas especializadas norteamericanas la comparan favorablemente con la Colt. Al cerrar sus puertas, la HAFDASA (Hispano Argentino Fábrica de Automoviles S.A.) produjo alrededor de 100.000 de estas pistolas: cifra muy importante para la Argentina en aquella época si consideramos que a mediados de la década de 1990 la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM) habia producido unas 550.000 pistolas Hi-Power de diversos modelos, y BERSA una cantidad similar. 

La pistola fue adoptada como arma reglamentaria por el EA que la designó mod, 1938. En un comienzo estas armas eran designadas "Ballester-Rigaud. Debemos aclarar que Rorice Rigaud era un ingeniero francés a cargo de la planta, quien fue separado de su cargo a causa de sus actitudes. 


Pistola Ballester Molina.
País de origen: Argentina.
Año de creación: 1938.
Creador: Hispano Argentino Fábrica de Automoviles S.A (HAFDASA).
Calibre: .45 ACP
Longitud: 212 mm.
Longitud del cañón: 127,8 mm.
Peso: 1.060 gramos (vacía).
Acción: Semiautomática.
Sistema de alimentación: Cargador de siete municiones + una munición en recámara.
Variantes: Calibre .22 LR. 


Claves:
- La producción de este arma terminó en 1953.
- La empresa HAFDASA también hacía buses, camiones, autos y motores.
- La Ballester Molina se inspira en la Colt M1911 estadounidense.
- El gobierno británico compro unas 25.000 Ballester Molina durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para uso de la Royal Air Force, fuerzas especiales y espías del Special Operation Executive (SOE), y el 8° ejército que combatió en África del Norte.
- Los ejemplares marcados con la leyenda “Ballester Rigaud” fueron producidos entre 1938 y 1942.
- Hasta la aparición de la pistola Ballester Molina la Policía Federal Argentina y las fuerzas armadas argentinas utilizaban reglamentariamente una copia local de la Colt M1911, que databa de 1927.
- Una diferencia técnica que se destaca entre la Ballester Molina y la Colt M1911 es la ausencia del seguro de empuñadura en la pistola de manufacura argentina.
- En la orden del día interna N° 108 del 10 de septiembre de 1968, correspondiente al ámbito de la Policía Federal Argentina, fue publicada la formación de una comisión verificadora para reemplazar las pistolas Ballester Molina calibre .45 ACP.
- Existió una serie limitada de Ballester Molina que se entregaba con un kit de conversión a calibre .22 LR. 


Fotografías 
 
Ejemplar personal de André Marois.
Ballester Rigaud 11,25 mm

Ballester-Molina 11,25 mm

Ballester Molina de la Gendarmería Nacional

Ballester Molina cal. 22 LR
Ballester Molina cal. 22 LR




martes, 21 de octubre de 2014

Malvinas: Testimonio de Nicolás Kasanzew

Nicolás Kasanzew, la cara de la TV en la guerra
Fue el periodista que cubrió para ATC y quiso luchar en las islas; "Los kelpers me querían matar", señaló; imágenes emblemáticas
 
Por Mauricio Caminos | LA NACION 



El día que la Argentina recuperó las islas Malvinas a Nicolás Kasanzew le cambió la vida. "Fue una alegría nacional, pero una depresión personal. La guerra estaba por comenzar y yo me la había perdido", recuerda que pensó cuando su amigo Víctor Sueiro lo despertó para contarle la noticia. Su sueño era estar ahí. Como argentino, como periodista o como soldado, pero estar ahí. Sin embargo, el transcurso del día le daría una sorpresa mayor. 



De traje y corbata, Kasanzew se presentó la mañana del 2 de abril de 1982 en el edificio del por entonces llamado ATC (Argentina Televisora Color), como lo habían citado. "Reconocieron mi talento", se dijo a sí mismo el periodista de origen ruso, que trabajaba en la televisión desde hacía cuatro años y ya había pasado por esa señal en 1980. Estaba convencido de que iba a grabar el anuncio de su regreso al canal. 

"El productor me recontrató a sabiendas de lo que se venía, pero yo no. Me dijo que tenía que ir a Malvinas en ese momento", explica Kasanzew. 

"Fue el pico de mi vida como profesional y como argentino. Pagué y seguiré pagando un alto precio por ello", dice en esta entrevista con LA NACION, a 30 años de la guerra, el hombre que fue conocido como "la cara de Malvinas". 

Cuando llegué a Malvinas pedí armas para luchar. Antes que periodista, yo era argentino. 
Kasanzew vive hoy con su mujer y sus hijos en Miami, donde es productor de televisión freelance porque -según dice- en la Argentina fue "prohibido" después de la guerra. Defiende a los soldados (publicó dos libros sobre la guerra y editó dos discos con canciones titulados "Quijotes de Malvinas"), critica a los generales de la dictadura y asegura que el material periodístico que recogió en el archipiélago fue censurado en un "90 por ciento". 

LLEGAR A MALVINAS 

Kasanzew no fue el único periodista que cubrió la guerra (la agencia Télam envió a dos cronistas y a dos fotógrafos), pero sí el único a quien los argentinos vieron por televisión. 

"Luego de hablar con el productor de ATC, me fui a Comodoro Rivadavia con lo que tenía puesto. Allá me compre una camperita, me morí de frío hasta que el coronel [Mohamed Alí] Seineldín me regaló una campera que era de un soldado inglés. Todavía la tengo", acota. 

-¿Por qué cree que lo eligieron a usted para ir a la guerra? 
-Puedo decir que fue una causalidad. Todo lo que uno desea se cumple. Yo quería cubrir una guerra, aunque desde chico soñaba con ser almirante de la flota que recuperara las islas. Digamos que se combinaron ambas cosas. 

-Usted no sabía que iba a ir a la guerra, pero terminó convirtiéndose en "la cara de Malvinas".
-Yo no hubiera trascendido tanto si hubieran ido más periodistas. [El gobernador en las islas, Mario Benjamín] Menéndez pidió que haya mucha gente: tenía decidido que no iba a pelear en serio y quería testigos. Y el 3 de abril llegamos a ser 40 periodistas, pero después se volvieron. Cuando cerraron los viajes, el 29, yo decidí que no iba a volver al continente y me quedé. 

-¿Qué fue lo primero que hizo cuando llegó a las islas? 
-Con mi camarógrafo, Alfrelo Lamela, pedimos armas para luchar. Antes que periodista, yo era argentino. Pero se nos rieron en la cara. "Si a vos te dan armas, yo me entierro y no salgo más", me dijo un oficial. 


EL TRABAJO PERIODÍSTICO 

Kasanzew no consiguió pelear en la guerra, pero sí participó a su manera. En una oportunidad, el 12 de junio, estaba filmando un combate de artillería cuando el jefe de la Batería A del grupo de Artillería 3, Luis Antonio Caballero, le permitió disparar un cañón. "Fue el momento más feliz en mi vida -asegura-. Creo que fue un disparo simbólico por los 200.000 voluntarios que se anotaron para ir a la guerra, aunque dejaron ir a muy pocos". 

Malvinas fue el pico de mi vida como profesional y como argentino. Pagué y seguiré pagando un alto precio por ello 
Dos semanas antes, el 30 de mayo, Kasanzew trasmitió en vivo por la televisión local la noticia de que la Argentina había atacado el portaaviones inglés "Invencible". "Leí un cable de Télam, primero en español y después en inglés. Los kelpers me querían matar". 

-Ellos no lo querían en Malvinas. 
-Vivía en una posada kelper y entrevisté a varios, pero la relación era hostil. Ellos colaboraban con los soldados ingleses: tenían radios, armas y estaban en contacto con su flota. 

-¿Cómo fue cubrir una guerra para la televisión? 
-Sentía mucha adrenalina. Cuando había una alerta roja, todo se metían adentro del pozo y nosotros salíamos para filmar. Me sentía tremendamente vivo. 

-¿Podía filmar lo que quería? 
-Era muy difícil y frustrante lidiar con la censura militar que me habían impuesto. No se podía filmar libremente, y lo que grababa en gran parte me lo borraban. Como teníamos un oficial del Ejército que siempre nos seguía, íbamos al aeropuerto, donde la Fuerza Aérea nos dejaba mover sin problemas. 

-¿Cuánto de lo que filmó fue censurado? 
-El 90 por ciento de lo que grabamos y enviamos al continente nunca se emitió y fue destruido. No teníamos retorno de lo que mandábamos y tampoco podíamos leer los medios. 

"ATERRORIZAJE" 

Kasanzew se fue de las islas la noche del 13 junio, horas antes de la capitulación argentina. No quería ver la bandera británica flamear en Malvinas. 

Cuando se enteró de que Menéndez firmaría la rendición pidió subir al buque Almirante Irízar, pero se lo negaron. No sabía qué hacer, hasta que un suboficial de la Fuerza Aérea le contó que un avión Hércules estaba por partir del aeropuerto. 

El periodista y su camarógrafo consiguieron subir a bordo, mientras la aeronave encendía sus motores. Volaron al ras del agua, bajo fuego enemigo, y cuando las luces se encendieron a las dos horas, en el piso del Hércules había vómitos. Al lado de Kasanzew, un suboficial sostenía un arma, dispuesto a suicidarse si el avión caía al mar. "Nunca recé con tanto fervor el Padre Nuestro y el Ave María -admite-. Todos los pilotos del Hércules deberían ser reconocidos como héroes: funcionaban como señuelos para atraer a los Harriers, y aterrizar en Malvinas generó un nuevo vocablo: aterrorizaje". 

-¿Cómo vio a los soldados? 
-Los soldados combatieron contra un enemigo formidable y contra elementos climáticos durísimos, y no se los ha reconocido. Se siguen agitando ideas falaces como la de los famosos "chicos de la guerra", que la Argentina fue la agresora o que todo fue culpa de un general borracho [por el entonces presidente, Leopoldo Galtieri]. Así se mata el autoestima de los ex combatientes. 

-¿Ir a la guerra no fue decisión de la Junta Militar? 
-Los generales no quisieron la guerra, hicieron un amague, un "toco y me voy"... Y por eso mandaron tropas mal preparadas. El pueblo plebiscitó la guerra en la Plaza [de Mayo] y los militares pisaron el palito de la provocación de Inglaterra. El Proceso saboteó el esfuerzo bélico argentino: coincidió cronológicamente con la guerra, pero fue su antítesis. 

-¿Cuál fue el papel de los altos mandos en Malvinas? 
-Ningún general se jugó para pasar a la historia. Ninguno murió porque no visitaban ni las trincheras. Menéndez jamás pisó la turba y los soldados nunca le vieron la cara. 

-¿Sufrieron los soldados? 
-Pasaban hambre, frío y desabastecimiento. En parte por las condiciones de la guerra, y en parte por la desidia de Menéndez, que les prohibió carnear a las ovejas de los kelpers o comprar en los supermercados. Yo los ayudaba como podía y los sentía como hermanos menores. 

-¿Usted fue acusado de venderles cigarrillos? 
-Fue una difamación lanzada por el servicio de inteligencia del Ejército cuando empecé a escribir un libro. Como creían que iba a dejarlos muy mal parado a los generales, me pintaron como un canalla. Yo cobraba el equivalente a 10.000 dólares por mi trabajo, así que es irrisorio pensar que me importaba quedarme con las pocas monedas de algunos soldados. 

-Pero cuando volvió al continente, ¿pudo trabajar? 
-Con altibajos, hasta que debí irme en 1990. Malvinas fue el pico de mi vida como profesional y como argentino, y pagué y seguiré pagando un precio alto por ello. Cuando volví de la guerra, el gobierno militar me prohibió y luego [Raúl] Alfonsín me negó el derecho a trabajar. Todos los canales eran del Estado y mi cara recordaba lo que fue Malvinas. 

-¿El gobierno quería ocultar la guerra? 
-Aquel gobierno y todos los gobiernos que vinieron después. Se oculta porque hay una necesidad política e ideológica de seguir demonizando a las Fuerzas Armadas en pleno. Una guerra es lo peor que le puede pasar a un pueblo, pero hay que tener Fuerzas Armadas justamente para no ir a la guerra. 

-A casi 30 años, ¿volvería a las islas? 
-No me interesa volver y que me sellen el pasaporte como extranjero. Si tengo que hacerlo, que sea en una lancha de desembarco

La Nación