Más fotos del conflicto
El entonces teniente Cruzado siendo interrogado por los británicos luego de su eyección del Pucará en San Carlos
Un descanso y la comida de un soldado británico se observa el arma un M16 americano lo que significa que es un comando del SAS.
Pucará sobre la arquitectura británica de la capital de las islas
Camuflado el jeep Mercedes Benz para que no sea detectado por aire ni tierra
Unos días atrás estos señores británicos muy contentos posaban para una fotografía...nunca pensaron que se enfrentarían a los comandos argentinos en el Río Murrel y en su huida dejarían en el campo desde equipos de radio encendidos hasta sus propias maquinas de fotos.....de una máquina capturada salieron algunas imágenes entre las cuales esta esta que mostramos hoy.
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lunes, 30 de septiembre de 2013
domingo, 29 de septiembre de 2013
Argentina: Fotos que buscan su dueño
Las fotos perdidas que buscan su dueño
por Alvaro Liuzzi
El 17 de junio de 1982, tres días después de finalizada la guerra de Malvinas, un isleño encontró una cámara de fotos Kodak tirada en una de las calles de Puerto Argentino. Un par de meses después, reveló el rollo y se encontró con las fotos de varios soldados argentinos.
Guardó las copias y luego de varios años las digitalizó, con la esperanza de que alguna vez pudiera darlas a conocer en forma masiva para averiguar el destino de esos soldados (Ver galería de fotos).
El 2 de abril pasado, esta periodista escuchó la historia de la cámara y las fotos relatada por el protagonista del hallazgo, Derek Pettersson, que en esa ocasión oficiaba de chofer en un viaje de Puerto Argentino a Darwin para visitar el cementerio de los soldados argentinos caídos en la guerra.
Pettersson tiene 50 años y actualmente trabaja como guía de turismo, luego de tres décadas de dedicarse a las telecomunicaciones.
Nos contó que encontró la cámara en Crozier Place, la calle en la que se encuentran los galpones de las Falkland Islands Company que se suelen ver en las fotos de la capital de las islas. La cámara estaba en medio de un montón de basura y chatarra. Todo el pueblo estaba lleno de basura y chatarra, producto de los dos meses y medio que duró el conflicto. La máquina era del tipo de las descartables y no la conservó luego de haber revelado el rollo.
Pettersson recordó también que en la noche del 1° de abril de 1982 había sido convocado por la Falkland Islands Defense Force (FIDF, fuerza de defensa de las islas) de las que formaba parte. Precisamente, la foto de abajo lo muestra con el uniforme de las Fidf en ocasión de la conmemoración del 30° aniversario de haber sido convocadas por primera vez. La agrupación reunía a varios civiles que recibían alguna instrucción militar para oponer resistencia a una posible invasión.
Cuando los marines británicos se rindieron, también lo hicieron ellos. Pettersson, que por entonces tenía 20 años, estuvo dos horas como prisionero y enseguida fue liberado. “Me dijeron que no hiciera nada que no debiera, y nada más”, dice. Se fue a Port Louis, la antigua capital de las islas, a unos 30 kilómetros de Puerto Argentino (Stanley para los isleños).
El 3 de abril, Pettersson entregó a La Voz del Interior estas fotos para que sean publicadas y alguien pueda identificar a los soldados y, tal vez, contar sus historias.
¿Encontrarán estas imágenes a sus dueños? ¿Podremos saber quiénes eran, quiénes son, qué fue de ellos? Contamos con la colaboración de los lectores para que así sea.
Guardó las copias y luego de varios años las digitalizó, con la esperanza de que alguna vez pudiera darlas a conocer en forma masiva para averiguar el destino de esos soldados (Ver galería de fotos).
El 2 de abril pasado, esta periodista escuchó la historia de la cámara y las fotos relatada por el protagonista del hallazgo, Derek Pettersson, que en esa ocasión oficiaba de chofer en un viaje de Puerto Argentino a Darwin para visitar el cementerio de los soldados argentinos caídos en la guerra.
Pettersson tiene 50 años y actualmente trabaja como guía de turismo, luego de tres décadas de dedicarse a las telecomunicaciones.
Nos contó que encontró la cámara en Crozier Place, la calle en la que se encuentran los galpones de las Falkland Islands Company que se suelen ver en las fotos de la capital de las islas. La cámara estaba en medio de un montón de basura y chatarra. Todo el pueblo estaba lleno de basura y chatarra, producto de los dos meses y medio que duró el conflicto. La máquina era del tipo de las descartables y no la conservó luego de haber revelado el rollo.
Pettersson recordó también que en la noche del 1° de abril de 1982 había sido convocado por la Falkland Islands Defense Force (FIDF, fuerza de defensa de las islas) de las que formaba parte. Precisamente, la foto de abajo lo muestra con el uniforme de las Fidf en ocasión de la conmemoración del 30° aniversario de haber sido convocadas por primera vez. La agrupación reunía a varios civiles que recibían alguna instrucción militar para oponer resistencia a una posible invasión.
Cuando los marines británicos se rindieron, también lo hicieron ellos. Pettersson, que por entonces tenía 20 años, estuvo dos horas como prisionero y enseguida fue liberado. “Me dijeron que no hiciera nada que no debiera, y nada más”, dice. Se fue a Port Louis, la antigua capital de las islas, a unos 30 kilómetros de Puerto Argentino (Stanley para los isleños).
El 3 de abril, Pettersson entregó a La Voz del Interior estas fotos para que sean publicadas y alguien pueda identificar a los soldados y, tal vez, contar sus historias.
¿Encontrarán estas imágenes a sus dueños? ¿Podremos saber quiénes eran, quiénes son, qué fue de ellos? Contamos con la colaboración de los lectores para que así sea.
Después del 14 de junio y antes de que las cuadrillas militares limpiaran todo, Derek Pettersson alcanzó a tomar estas fotos. Arriba, las tumbas provisorias de los soldados argentinos en Puerto Argentino, donde estuvieron hasta que fueron trasladados a Darwin. En el centro, un avión argentino. Abajo, la comisaría de la capital de las islas, alcanzada por un misil británico originalmente destinado a la Municipalidad, donde se reunían militares argentinos.
Aclaración:
Esta nota fue publicada originalmente en el diario La Voz del Interior. Alejandra accedió a compartir su nota en nuestro sitio para abrir la búsqueda del dueño de las fotos. Intentaremos reastrearlo en las redes sociales a través del hashtag #FotosPerdidas.
Aclaración:
Esta nota fue publicada originalmente en el diario La Voz del Interior. Alejandra accedió a compartir su nota en nuestro sitio para abrir la búsqueda del dueño de las fotos. Intentaremos reastrearlo en las redes sociales a través del hashtag #FotosPerdidas.
sábado, 28 de septiembre de 2013
FAA: Los Daggers atacan el 30 de Mayo
30 de Mayo: Glorioso día para la Fuerza Aérea Argentina
Como todos los días nos levantamos muy temprano, desayunamos y nos trasladamos a la Base. Al llegar a la Sala de Situación ya se encontraba la gente de A-4C, estaban preparando los listados de material y personal a trasladar a la Base de Río Grande, ayer estuvieron durante toda la tarde y parte de la noche alistando cinco aviones que partieron a las 21:00 Hs. para participar de una misión muy importante.
Del Departamento Operaciones nos informaron que por el momento no se preveía ninguna misión para el Escuadrón Dagger. A las 10:00 Hs. partió un C-130 con el personal de mantenimiento y con material para apoyar la operación de los A-4C.
La actividad era de relativa calma, alguna que otra tarea de verificación y comprobación, pues los aviones disponibles se encontraban en servicio. Nos turnamos en dos grupos para ir a la Parrilla Municipal a almorzar, luego al regresar muchos se dedicaron a escuchar radio, jugar a las cartas o bien escribir a algún ser querido, por mi parte me dediqué a clasificar la documentación y a guardarla en sobres.
Posteriormente me dirigí a la Sala de Pilotos a charlar con ellos, son muy amables a pesar del estado de tensión a que están sometidos, recordemos que en cada misión se juegan la vida. Ante mi consulta sobre qué se siente cuando se avista un blanco naval enemigo y éste descarga toda su artillería contra ellos, me respondieron que era una sensación indescriptible, además no tenían tiempo para pensar sino que se concentraban en los controles del avión, en programar el panel de armamento y mira de disparo, y por supuesto, rogar a Dios no ser alcanzados, tratando al mismo tiempo de penetrar en ese infierno, descargar la munición de los cañones Defa y si era posible, llegar sobre el buque y soltar las bombas para luego fugar...
En cada cabecera teníamos tres aviones con la configuración base de toda misión: tres tanques de 1300 Lts., los portabombas colocados a la espera de sujetar las bombas de 250 Kg., éstas se encontraban armadas sin colocársele sus espoletas por precaución y hasta tanto no se confirmara una misión y la configuración definitiva.
Cabecera 07: C-411, C-412 y C-432
Cabecera 25: C-416, C-420 y C-421
Avion C-420 alistandolo para la mision
Avion C-432 alistándolo
El Mayor Rodeyro ordenó poner en marcha los aviones para verificar su funcionamiento, ya que al encontrarse a la intemperie en un clima tan frío, sobre sus estructuras se forma una capa de hielo muy perjudicial que congela todos los circuitos hidráulicos y de combustible. Por esta razón se decidió que diariamente se realizara una puesta en marcha para hacer trabajar todos los sistemas y de esta forma facilitar el mantenimiento.
A las 16:30 Hs. llegaron a la Sala de Situación el Comodoro Aguirre y el Vicecomodoro Llabrés, que son los Jefes del Personal de Mantenimiento de A-4C y nos informaron que cuatro de los cinco aviones que anoche se dirigieron hacia Río Grande participaron conjuntamente con dos Super Etendard de la Marina, de una misión muy importante atacando a la flota inglesa. El objetivo, al que se le provocó graves daños, era el Portaaviones Invencible.
A las 17:15 Hs. el Comodoro Maiztegui, Jefe de la Base, convocó a una formación para comunicar esta noticia que fue recibida con gran alegría. Pero también teníamos incertidumbre ante la suerte corrida por dos pilotos de A-4C derribados por la artillería de defensa de la flota inglesa según nos habían informado anteriormente.
A las 19:30 Hs. llegó desde Río Grande un Lear Jet-35 que transportaba a los dos pilotos que intervinieron en el ataque al Invencible; en el mismo avión, para alegría de nuestro Escuadrón, llegó el Mayor Puga que era el piloto que faltaba de los cinco eyectados del Escuadrón Dagger San Julián, al bajar se abrazó con todos nosotros y nos repetía a viva voz: ¡Estoy vivo, hermanos...!.
En otro Lear Jet llegó el Brigadier Crespo y altas Autoridades de la Fuerza, se realizó una conferencia de prensa que tuve la suerte de presenciar, donde se describieron los pormenores de esta misión tan riesgosa y osada tratando de atacar el corazón de la flota inglesa. Se dijo que los aviones de la Marina eran dos y sólo uno de ellos llevaba un misil Exocet AM-39 que hizo impacto en el Portaaviones. Los A-4C también habían descargado cuatro bombas de 250 Kg. contra el Portaaviones.
En esta misión fueron derribados el 1er.Ten. José Vázquez y el Ten. Omar Castillo.
Se vivió un momento dramático cuando el hermano del 1er.Ten. Vázquez (Personal Civil de FAA y desplegado aquí) se enteró de su desaparición, fue terrible, decidieron enviarlo de regreso a Mendoza, ¡pobre muchacho, cómo sufría!. El es plegador de los paracaídas de los A-4C, cada vez que su hermano partía en una misión se encargaba de limpiarle bien la cúpula del avión y lo ayudaba a atarse.
Los pilotos que sobrevivieron a este ataque son el 1er.Ten. Ernesto Ureta y el Alférez Gerardo Isak, grabando con letras de oro sus nombres en el historial de nuestra Fuerza Aérea. Así también pasaron a la inmortalidad el 1er.Ten. Vázquez y el Ten. Castillo. El Mayor Puga explicó su odisea para alcanzar la costa de Malvinas, ya que luego de eyectarse tras el impacto de un misil enemigo, había caído sobre el mar muy lejos, permaneciendo en las aguas durante aproximadamente cinco horas, pero gracias a Dios pudo sobrevivir.
Digitalización del ataque al Invencible
Antecedente de la planificación de la Misión de Ataque al Portaviones:
LA FUERZA AEREA ARGENTINA, EL Comando Aéreo Estratégico, emitió una Directiva, la cual era complementaria al Plan de Operaciones Mantenimiento de la Soberanía de las Islas Malvinas. Día 22 de mayo 1982
Donde se ordeno la planificación de una operación aérea para destruir el o los portaaviones británicos, utilizando los medios aéreos propios de la Fuerza Aérea y los aviones Súper Etendard de la Armada.
Se desconoce con precisión cual es la posición del o los portaaviones.
La tarea era destruir un portaaviones británico en el Atlántico Sur.
Estableciéndose algunos criterios de elaboración de los modos de acción.
Se preverán las operaciones con la totalidad de aviones Super Etendard configurados con Misiles Exocet, con los reabastecimientos en vuelos necesarios, despegando desde el continente y su recuperación, aterrizaje en el continente, aterrizaje en Puerto Argentino o Eyección sobre las Islas Malvinas. Estos serán apoyados con la totalidad de los aviones disponible de la Fuerza Aérea. Se coordinara con la Artillería Antiaérea propia a fin de asegurar la operación
Posibles modos de acción:
Determinar la probable ubicación de los portaaviones mediante:
Detención por parte del CIC (Centro de Información y Control) MLV (Malvinas) en caso de que estos estén aproximándose a las Islas.
Detención, seguimiento y análisis de las incursiones de los aviones Harrier sobre las islas deduciendo por tiempo de vuelo y radio de acción la ubicación del portaaviones.
En caso de existir buena condición metereologica con aviones MK 62 (Canberra) volando a mas de 45.000 pies configurado con una o dos bombas y equipado con prismáticos adecuados.
En igual condiciones con aviones B 7007 volando a 42.000 pies.
Con aviones Neptuno, Tracker y Bandeirante operando desde continente a las Islas.
Mediante información provista de fuentes externas.
Una vez determinada la correcta ubicación del portaaviones, simular ataque a las fuerzas de desembarco enemigo y los buques de apoyo con aviones M III (Mirage) y MV (Dagger) configurados para caza libre, a efectos de distraer sobre las islas la mayor cantidad de aviones Harrier.
Simultáneamente con aviones IA 58 (Pucara) atacar los objetivos que apoyen la defensa de las Fuerza propias de la Islas.
Si la aproximación al portaaviones de los aviones Súper Etendart e realiza desde el sector suroeste, efectuar operaciones de diversión desde el sector noroeste, anticipándolo lo necesario para que dificulten la detención de los Súper Etendard.
Por el mismo sector de diversión y con un ángulo de aproximación divergente en mas de cincuenta grados hacia el este se hará el ataque con los aviones MK 62 lanzando bombas desde 42.000 pies de altura sobre la zona del portaaviones.
Realizar el ataque al portaaviones simultáneamente con aviones Súper Etendard, A-4B y A-4C con reabastecimiento en vuelo.
Los aviones Super Etendard efectuaran el lanzamiento de los misiles Exocet según normas y procedimientos establecidos, serán acompañados hasta ese momento por los aviones A-4B y A-4C, los cuales continuaran la aproximación y el ataque que consolide la destrucción del objetivo material.
Es de suma importancia estudiar la posibilidad de efectuar un reconocimiento aerofotográfico sobre el portaaviones atacado para confirmar que se haya logrado el efecto deseado.
Para lo cual el Nivel Estratégico Militar ordenara la asignación a la FAS (fuerza Aérea Sur) de los aviones Súper Etendard necesarios para concretar la tarea.
De determinarse la necesidad de utilizar aviones B-707 el CAE (Comando Aéreo Estratégico) ordenara sean afectados a la FAS.
La Fuerza Aérea ponía todos sus medios para tratar de atacar la flota inglesa, es increíble pero cierto que a un avión Hércules C-130 -una mole cuatrimotor y netamente de transporte de carga- se le habían colocado dos portabombas y, con una mira adaptada de los Pucará, atacó un petrolero (probablemente el British Wye) dejándolo fuera de combate. El ataque fue realizado a gran altura, pues la configuración de este C-130 así lo requería.
Hoy imaginamos a nuestros compatriotas gritando ¡Viva la Patria! en todos los rincones del país.
Aunque los británicos enseguida salieron al cruce, tanto por los medios radiales como televisivos, informando que los aviones argentinos Super Etendard y los Skyhawk A-4C habían atacado la flota agrupada alrededor del Invencible, lanzando un misil Exocet AM-39 pero que los señuelos habían permitido desviar su trayectoria resultando intacto el Portaaviones.
Nosotros sabíamos que se trataba de una mentira: los relatos de los dos pilotos sobrevivientes lo confirmaban. La narración fue desgarradora, detallaron los pormenores de la misión y además la forma en que cayeron sus compañeros, tenían sus ojos hinchados de llorar por la pérdida de sus camaradas ¡cómo no creerles!!
Aprovechando el avión que trasladaba al Brigadier Crespo y a las otras Autoridades, regresaron a Tandil el Vicecomodoro Sapolsky -por razones de enfermedad- (en su reemplazo llegó el Vicecomodoro Villar) y el 1er.Ten. Posadas que se encontraba desde el 05 de Abril, mereciendo un reencuentro con sus familiares. El Mayor Rodeyro quedó como único Oficial de Mantenimiento.
Así concluyó este día tan glorioso para nuestra Fuerza Aérea y para la Nación Argentina.
31-MAYO : UN POCO DE DESCANSO
Amaneció lloviendo copiosamente, así que pudimos dormir hasta más tarde, el tiempo no mejoró en todo el día, aprovechamos este impasse para escribir y acomodar nuestras cosas.
Luego de almorzar fuí a las oficinas de Entel para llamar a mi familia. De regreso en el Gimnasio intercambiamos revistas, diarios y nos reunimos a escuchar las noticias radiales sobre la marcha del conflicto.
Así fue transcurriendo este día que en definitiva sirvió para recuperar un poco el sueño perdido, esta circunstancia de tener tanto tiempo para uno era inusual, pero bienvenido sea.
Como todos los días nos levantamos muy temprano, desayunamos y nos trasladamos a la Base. Al llegar a la Sala de Situación ya se encontraba la gente de A-4C, estaban preparando los listados de material y personal a trasladar a la Base de Río Grande, ayer estuvieron durante toda la tarde y parte de la noche alistando cinco aviones que partieron a las 21:00 Hs. para participar de una misión muy importante.
Del Departamento Operaciones nos informaron que por el momento no se preveía ninguna misión para el Escuadrón Dagger. A las 10:00 Hs. partió un C-130 con el personal de mantenimiento y con material para apoyar la operación de los A-4C.
La actividad era de relativa calma, alguna que otra tarea de verificación y comprobación, pues los aviones disponibles se encontraban en servicio. Nos turnamos en dos grupos para ir a la Parrilla Municipal a almorzar, luego al regresar muchos se dedicaron a escuchar radio, jugar a las cartas o bien escribir a algún ser querido, por mi parte me dediqué a clasificar la documentación y a guardarla en sobres.
Posteriormente me dirigí a la Sala de Pilotos a charlar con ellos, son muy amables a pesar del estado de tensión a que están sometidos, recordemos que en cada misión se juegan la vida. Ante mi consulta sobre qué se siente cuando se avista un blanco naval enemigo y éste descarga toda su artillería contra ellos, me respondieron que era una sensación indescriptible, además no tenían tiempo para pensar sino que se concentraban en los controles del avión, en programar el panel de armamento y mira de disparo, y por supuesto, rogar a Dios no ser alcanzados, tratando al mismo tiempo de penetrar en ese infierno, descargar la munición de los cañones Defa y si era posible, llegar sobre el buque y soltar las bombas para luego fugar...
En cada cabecera teníamos tres aviones con la configuración base de toda misión: tres tanques de 1300 Lts., los portabombas colocados a la espera de sujetar las bombas de 250 Kg., éstas se encontraban armadas sin colocársele sus espoletas por precaución y hasta tanto no se confirmara una misión y la configuración definitiva.
Cabecera 07: C-411, C-412 y C-432
Cabecera 25: C-416, C-420 y C-421
Avion C-420 alistandolo para la mision
Avion C-432 alistándolo
El Mayor Rodeyro ordenó poner en marcha los aviones para verificar su funcionamiento, ya que al encontrarse a la intemperie en un clima tan frío, sobre sus estructuras se forma una capa de hielo muy perjudicial que congela todos los circuitos hidráulicos y de combustible. Por esta razón se decidió que diariamente se realizara una puesta en marcha para hacer trabajar todos los sistemas y de esta forma facilitar el mantenimiento.
A las 16:30 Hs. llegaron a la Sala de Situación el Comodoro Aguirre y el Vicecomodoro Llabrés, que son los Jefes del Personal de Mantenimiento de A-4C y nos informaron que cuatro de los cinco aviones que anoche se dirigieron hacia Río Grande participaron conjuntamente con dos Super Etendard de la Marina, de una misión muy importante atacando a la flota inglesa. El objetivo, al que se le provocó graves daños, era el Portaaviones Invencible.
A las 17:15 Hs. el Comodoro Maiztegui, Jefe de la Base, convocó a una formación para comunicar esta noticia que fue recibida con gran alegría. Pero también teníamos incertidumbre ante la suerte corrida por dos pilotos de A-4C derribados por la artillería de defensa de la flota inglesa según nos habían informado anteriormente.
A las 19:30 Hs. llegó desde Río Grande un Lear Jet-35 que transportaba a los dos pilotos que intervinieron en el ataque al Invencible; en el mismo avión, para alegría de nuestro Escuadrón, llegó el Mayor Puga que era el piloto que faltaba de los cinco eyectados del Escuadrón Dagger San Julián, al bajar se abrazó con todos nosotros y nos repetía a viva voz: ¡Estoy vivo, hermanos...!.
En otro Lear Jet llegó el Brigadier Crespo y altas Autoridades de la Fuerza, se realizó una conferencia de prensa que tuve la suerte de presenciar, donde se describieron los pormenores de esta misión tan riesgosa y osada tratando de atacar el corazón de la flota inglesa. Se dijo que los aviones de la Marina eran dos y sólo uno de ellos llevaba un misil Exocet AM-39 que hizo impacto en el Portaaviones. Los A-4C también habían descargado cuatro bombas de 250 Kg. contra el Portaaviones.
En esta misión fueron derribados el 1er.Ten. José Vázquez y el Ten. Omar Castillo.
Se vivió un momento dramático cuando el hermano del 1er.Ten. Vázquez (Personal Civil de FAA y desplegado aquí) se enteró de su desaparición, fue terrible, decidieron enviarlo de regreso a Mendoza, ¡pobre muchacho, cómo sufría!. El es plegador de los paracaídas de los A-4C, cada vez que su hermano partía en una misión se encargaba de limpiarle bien la cúpula del avión y lo ayudaba a atarse.
Los pilotos que sobrevivieron a este ataque son el 1er.Ten. Ernesto Ureta y el Alférez Gerardo Isak, grabando con letras de oro sus nombres en el historial de nuestra Fuerza Aérea. Así también pasaron a la inmortalidad el 1er.Ten. Vázquez y el Ten. Castillo. El Mayor Puga explicó su odisea para alcanzar la costa de Malvinas, ya que luego de eyectarse tras el impacto de un misil enemigo, había caído sobre el mar muy lejos, permaneciendo en las aguas durante aproximadamente cinco horas, pero gracias a Dios pudo sobrevivir.
Digitalización del ataque al Invencible
Antecedente de la planificación de la Misión de Ataque al Portaviones:
LA FUERZA AEREA ARGENTINA, EL Comando Aéreo Estratégico, emitió una Directiva, la cual era complementaria al Plan de Operaciones Mantenimiento de la Soberanía de las Islas Malvinas. Día 22 de mayo 1982
Donde se ordeno la planificación de una operación aérea para destruir el o los portaaviones británicos, utilizando los medios aéreos propios de la Fuerza Aérea y los aviones Súper Etendard de la Armada.
Se desconoce con precisión cual es la posición del o los portaaviones.
La tarea era destruir un portaaviones británico en el Atlántico Sur.
Estableciéndose algunos criterios de elaboración de los modos de acción.
Se preverán las operaciones con la totalidad de aviones Super Etendard configurados con Misiles Exocet, con los reabastecimientos en vuelos necesarios, despegando desde el continente y su recuperación, aterrizaje en el continente, aterrizaje en Puerto Argentino o Eyección sobre las Islas Malvinas. Estos serán apoyados con la totalidad de los aviones disponible de la Fuerza Aérea. Se coordinara con la Artillería Antiaérea propia a fin de asegurar la operación
Posibles modos de acción:
Determinar la probable ubicación de los portaaviones mediante:
Detención por parte del CIC (Centro de Información y Control) MLV (Malvinas) en caso de que estos estén aproximándose a las Islas.
Detención, seguimiento y análisis de las incursiones de los aviones Harrier sobre las islas deduciendo por tiempo de vuelo y radio de acción la ubicación del portaaviones.
En caso de existir buena condición metereologica con aviones MK 62 (Canberra) volando a mas de 45.000 pies configurado con una o dos bombas y equipado con prismáticos adecuados.
En igual condiciones con aviones B 7007 volando a 42.000 pies.
Con aviones Neptuno, Tracker y Bandeirante operando desde continente a las Islas.
Mediante información provista de fuentes externas.
Una vez determinada la correcta ubicación del portaaviones, simular ataque a las fuerzas de desembarco enemigo y los buques de apoyo con aviones M III (Mirage) y MV (Dagger) configurados para caza libre, a efectos de distraer sobre las islas la mayor cantidad de aviones Harrier.
Simultáneamente con aviones IA 58 (Pucara) atacar los objetivos que apoyen la defensa de las Fuerza propias de la Islas.
Si la aproximación al portaaviones de los aviones Súper Etendart e realiza desde el sector suroeste, efectuar operaciones de diversión desde el sector noroeste, anticipándolo lo necesario para que dificulten la detención de los Súper Etendard.
Por el mismo sector de diversión y con un ángulo de aproximación divergente en mas de cincuenta grados hacia el este se hará el ataque con los aviones MK 62 lanzando bombas desde 42.000 pies de altura sobre la zona del portaaviones.
Realizar el ataque al portaaviones simultáneamente con aviones Súper Etendard, A-4B y A-4C con reabastecimiento en vuelo.
Los aviones Super Etendard efectuaran el lanzamiento de los misiles Exocet según normas y procedimientos establecidos, serán acompañados hasta ese momento por los aviones A-4B y A-4C, los cuales continuaran la aproximación y el ataque que consolide la destrucción del objetivo material.
Es de suma importancia estudiar la posibilidad de efectuar un reconocimiento aerofotográfico sobre el portaaviones atacado para confirmar que se haya logrado el efecto deseado.
Para lo cual el Nivel Estratégico Militar ordenara la asignación a la FAS (fuerza Aérea Sur) de los aviones Súper Etendard necesarios para concretar la tarea.
De determinarse la necesidad de utilizar aviones B-707 el CAE (Comando Aéreo Estratégico) ordenara sean afectados a la FAS.
La Fuerza Aérea ponía todos sus medios para tratar de atacar la flota inglesa, es increíble pero cierto que a un avión Hércules C-130 -una mole cuatrimotor y netamente de transporte de carga- se le habían colocado dos portabombas y, con una mira adaptada de los Pucará, atacó un petrolero (probablemente el British Wye) dejándolo fuera de combate. El ataque fue realizado a gran altura, pues la configuración de este C-130 así lo requería.
Hoy imaginamos a nuestros compatriotas gritando ¡Viva la Patria! en todos los rincones del país.
Aunque los británicos enseguida salieron al cruce, tanto por los medios radiales como televisivos, informando que los aviones argentinos Super Etendard y los Skyhawk A-4C habían atacado la flota agrupada alrededor del Invencible, lanzando un misil Exocet AM-39 pero que los señuelos habían permitido desviar su trayectoria resultando intacto el Portaaviones.
Nosotros sabíamos que se trataba de una mentira: los relatos de los dos pilotos sobrevivientes lo confirmaban. La narración fue desgarradora, detallaron los pormenores de la misión y además la forma en que cayeron sus compañeros, tenían sus ojos hinchados de llorar por la pérdida de sus camaradas ¡cómo no creerles!!
Aprovechando el avión que trasladaba al Brigadier Crespo y a las otras Autoridades, regresaron a Tandil el Vicecomodoro Sapolsky -por razones de enfermedad- (en su reemplazo llegó el Vicecomodoro Villar) y el 1er.Ten. Posadas que se encontraba desde el 05 de Abril, mereciendo un reencuentro con sus familiares. El Mayor Rodeyro quedó como único Oficial de Mantenimiento.
Así concluyó este día tan glorioso para nuestra Fuerza Aérea y para la Nación Argentina.
31-MAYO : UN POCO DE DESCANSO
Amaneció lloviendo copiosamente, así que pudimos dormir hasta más tarde, el tiempo no mejoró en todo el día, aprovechamos este impasse para escribir y acomodar nuestras cosas.
Luego de almorzar fuí a las oficinas de Entel para llamar a mi familia. De regreso en el Gimnasio intercambiamos revistas, diarios y nos reunimos a escuchar las noticias radiales sobre la marcha del conflicto.
Así fue transcurriendo este día que en definitiva sirvió para recuperar un poco el sueño perdido, esta circunstancia de tener tanto tiempo para uno era inusual, pero bienvenido sea.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Puerto Argentino: El día de la rendición
El cerco de Puerto Argentino
Montes tomados por las fuerzas británicas en rojo y por fuerzas argentinas en azul al amanecer del 14 de Junio de 1982.
Es elocuente como las fuerzas británicas habían rodeado a las fuerzas argentinas de lo que derivaría un combate de localidad con altísima cantidad de bajas para ambos bandos, incluyendo muchas bajas civiles. Eso lo evitó la rendición de Menéndez.
Montes tomados por las fuerzas británicas en rojo y por fuerzas argentinas en azul al amanecer del 14 de Junio de 1982.
Es elocuente como las fuerzas británicas habían rodeado a las fuerzas argentinas de lo que derivaría un combate de localidad con altísima cantidad de bajas para ambos bandos, incluyendo muchas bajas civiles. Eso lo evitó la rendición de Menéndez.
jueves, 26 de septiembre de 2013
UK: Fotos sacadas por el enemigo
Fotos británicas del conflicto terrestre
Tropas argentinas se ocupan de los heridos en el cerro Dos Hermanas. Un paracaidista los vigila.
Prisioneros argentinos transportados en un Sea King hacia un barco británico para ser interrogados. El primero es un oficial.
Paracaidistas británicos atrincherados en Goose Green. La batalla fue mucho más dura que lo esperada
Disparando un mortero de 120mm
Paracaidistas en Puerto Argentino después de la rendición. El primero tiene un L1A1 sin el cargador y el segundo sólo una radio.
Paracaidistas británicos en Goose Green ocupándose de un herido propio. La batalla fue dura.
Tropas árticas británicas interrogan a un comando argentino en Camila Creek.
Tropas argentinas se ocupan de los heridos en el cerro Dos Hermanas. Un paracaidista los vigila.
Prisioneros argentinos transportados en un Sea King hacia un barco británico para ser interrogados. El primero es un oficial.
Paracaidistas británicos atrincherados en Goose Green. La batalla fue mucho más dura que lo esperada
Disparando un mortero de 120mm
Paracaidistas en Puerto Argentino después de la rendición. El primero tiene un L1A1 sin el cargador y el segundo sólo una radio.
Paracaidistas británicos en Goose Green ocupándose de un herido propio. La batalla fue dura.
Tropas árticas británicas interrogan a un comando argentino en Camila Creek.
miércoles, 25 de septiembre de 2013
ARA: La sección de Marinería de Camber y su enfrentamiento con los SAS/SBS
El ARA Isla de los Estados en el muelle de la península Camber, frente a P. Argentino. Fuente: Jorge Muñoz
La Sección Marinería en Camber
A continuación se presenta un resumen de la actuación del personal del Apostadero Naval Malvinas que defendió la península Camber, según lo publicado en la separata número 10 de la revista Desembarco.
Introducción
La península Camber ocupaba un sector importante en la estructura defensiva de Puerto Argentino, pues esta lengua de tierra cubre todo el frente norte de la localidad desde Moody Brook a la península del Aeropuerto, separada de esta sólo por el estrecho The Narrows.
Desde sus alturas se podía observar como en un gran anfiteatro, prácticamente toda la capital y las retaguardias de las posiciones defensivas propias, desde Sapper Hill hasta Tumbledown, incluyendo además el valle del Moody. Su caída en poder del enemigo habría complicado enormemente la defensa de la localidad o la hubiera imposibilitado. Por esa razón el Comando de la Agrupación Ejercito Argentino por intermedio de la Agrupación Naval Malvinas envió efectivos a vigilar la zona desde los primeros días de la Reconquista; inicialmente sólo las instalaciones logísticas que había desarrollado la Armada Británica (de allí su nombre Armada) y luego gradualmente se ocupó toda la extensión de la península.
El sector que nos importa, desde el punto de vista de este relato, se extiende desde su extremo este en Navy Point hasta más allá de la altura Cortley Hill totalizando unos 3.200 metros de frente. Esta franja se caracteriza por una loma central que la ocupa a todo su largo. Próximo a la cresta aparecen las características afloraciones rocosas de Malvinas, muchas de ellas altas y cortadas a pique. Desde el punto de vista militar, su cresta topográfica compartimenta el terreno en un sector sur de cara a Puerto Argentino y uno norte. A su vez el eje de la loma tiene distintas ondulaciones que también compartimentan el terreno de este a oeste; esta última subdivisión del terreno, permitió luego organizar la defensa por posiciones ubicadas en ellas, las que recibieron los nombres de Loma 1 a Loma 6.
Por otra parte al norte de Camber se extiende la península Murrel separada sólo por una estrecha faja de agua. Los montes Twelve O'Clock y Low a 7 km de distancia, con sus 280 metros de altura dominan por las vistas hasta la cresta topográfica de la península, más aún a 3 km al norte, existen dos alturas de 70 metros desde las que se podía observar el arco defensivo propio.
Existen constancias que la zona de Camber fue guarnecida por el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. La Armada Británica había desarrollado facilidades logísticas en la península. Cuenta con una dársena de 130 metros por 70 metros. El muelle de la dársena es de piedra, excepto el sector norte donde gran parte del mismo es de madera. En el lado oeste (espigón) hay un pequeño muelle de combustible de hormigón de 60 metros de longitud. También hay dos tanques importantes de combustibles de 2.150.000 metros cúbicos cada uno, una casa principal, un galpón, un establo y otros locales. En su costa sur corre un camino que nace en Puerto Argentino.
A partir del 5 de abril de 1.982, en que se destaca un grupo de tiradores al muelle de Camber, comienza la preparación de la defensa de la península, que se completa el 30 de mayo con el refuerzo de la posición con la Sección de Marinería proveniente del Apostadero Naval.
Desde sus alturas se podía observar como en un gran anfiteatro, prácticamente toda la capital y las retaguardias de las posiciones defensivas propias, desde Sapper Hill hasta Tumbledown, incluyendo además el valle del Moody. Su caída en poder del enemigo habría complicado enormemente la defensa de la localidad o la hubiera imposibilitado. Por esa razón el Comando de la Agrupación Ejercito Argentino por intermedio de la Agrupación Naval Malvinas envió efectivos a vigilar la zona desde los primeros días de la Reconquista; inicialmente sólo las instalaciones logísticas que había desarrollado la Armada Británica (de allí su nombre Armada) y luego gradualmente se ocupó toda la extensión de la península.
El sector que nos importa, desde el punto de vista de este relato, se extiende desde su extremo este en Navy Point hasta más allá de la altura Cortley Hill totalizando unos 3.200 metros de frente. Esta franja se caracteriza por una loma central que la ocupa a todo su largo. Próximo a la cresta aparecen las características afloraciones rocosas de Malvinas, muchas de ellas altas y cortadas a pique. Desde el punto de vista militar, su cresta topográfica compartimenta el terreno en un sector sur de cara a Puerto Argentino y uno norte. A su vez el eje de la loma tiene distintas ondulaciones que también compartimentan el terreno de este a oeste; esta última subdivisión del terreno, permitió luego organizar la defensa por posiciones ubicadas en ellas, las que recibieron los nombres de Loma 1 a Loma 6.
Por otra parte al norte de Camber se extiende la península Murrel separada sólo por una estrecha faja de agua. Los montes Twelve O'Clock y Low a 7 km de distancia, con sus 280 metros de altura dominan por las vistas hasta la cresta topográfica de la península, más aún a 3 km al norte, existen dos alturas de 70 metros desde las que se podía observar el arco defensivo propio.
Existen constancias que la zona de Camber fue guarnecida por el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. La Armada Británica había desarrollado facilidades logísticas en la península. Cuenta con una dársena de 130 metros por 70 metros. El muelle de la dársena es de piedra, excepto el sector norte donde gran parte del mismo es de madera. En el lado oeste (espigón) hay un pequeño muelle de combustible de hormigón de 60 metros de longitud. También hay dos tanques importantes de combustibles de 2.150.000 metros cúbicos cada uno, una casa principal, un galpón, un establo y otros locales. En su costa sur corre un camino que nace en Puerto Argentino.
A partir del 5 de abril de 1.982, en que se destaca un grupo de tiradores al muelle de Camber, comienza la preparación de la defensa de la península, que se completa el 30 de mayo con el refuerzo de la posición con la Sección de Marinería proveniente del Apostadero Naval.
La Sección de Marinería
Este caso poco usual nos muestra que el personal de la Armada, pese a las distintas formaciones técnicas, en su fondo mantiene un alto espíritu militar que redunda en beneficio del servicio. Efectivamente, los hombres de esta Sección se incorporaron por pequeñas fracciones a cada "Loma" y al poco tiempo se adaptaron sin inconvenientes al proceder de cada posición. Aún hoy estos marinos se siguen reuniendo y guardan un emocionado recuerdo de su aventura como infantes de marina. El mismo teniente Gazzolo en su diario va reflejando día a día los progresos de estos infantes en formación.
El conscripto clase 62 Gabriel Asenjo del Apostadero Naval que integró la Sección formó parte de los defensores de Loma 4; específicamente su grupo debía proteger los tanques de combustible, nos dice:
El conscripto clase 62 Gabriel Asenjo del Apostadero Naval que integró la Sección formó parte de los defensores de Loma 4; específicamente su grupo debía proteger los tanques de combustible, nos dice:
" Estabamos armados con fusil; nuestro grupo se ubicó al sur de la Loma, mirando hacia los 2 tanques de combustible. Durante el día dejamos una guardia y vivíamos en un refugio construido por los ingleses posiblemente durante la Segunda Guerra Mundial; su construcción circular de pirca contaba con un hogar a turba, su altura era de 1,50 metros, el techo de madera y chapa, fue cubierto con tepes de turba. Durante los ataques y de noche hacíamos guardias en pozos de zorro con techo de chapa que miraban hacia los tanques, alojábamos 2 o 3 hombres, estaban ubicados a unos 20 metros del refugio y a 20 metros entre ellos. Nuestro grupo se mantuvo muy unido y tratábamos de aprender a combatir como infantería de los infantes cercanos. Recuerdo que el teniente Imboden nos daba e inspiraba confianza, su trato amable, siempre sonriente, pero firme nos tranquilizaba incluso en el último día de combate cuando esperábamos el asalto inglés. Nuestro grupo lo constituía el suboficial Aguirre, cabo Anauk, cabo Iñiguez y los conscriptos Corletto, Luna, Giri, Soler y yo".
A continuación se agrega la relación de esta Sección:
GRADO | NOMBRE Y APELLIDO | PUESTO DE COMBATE |
TFTE | Hugo A. PERATTA | Jefe Sec. |
TCCB | Alfredo CIDALE | 2 Jefe Sec. |
SPCA | Norberto GIORDANO | Enc. Sec. |
SSCN | Hipólito AGUIRRE | J. Gpo. |
CPPE | Aldo GAUNA | J. Gpo. |
CIEL | Adolfo IÑIGUEZ | Fusilero |
CSMA | Osvaldo RALLO | Fusilero |
CSIM | Orlando GEREZ | J. Gpo. |
CSLA | Raúl H. ARNAU | Fusilero |
CC62 | Claudio GUIDA | Fusilero |
CC62 | Juán ARIAS | Fusilero |
CC62 | Ricardo SOLER | Fusilero |
CC62 | Rubén BOGADO | Fusilero |
CC62 | Ramón REYNOSO | Fusilero |
CC62 | Antonio NIEVA | Fusilero |
CC62 | Héctor LEVA | Fusilero |
CC62 | Osvaldo CORLETTO | Fusilero |
CC62 | Eduardo MUNITZ | Fusilero |
CC62 | Osvaldo VENTURINI | Fusilero |
CC62 | Gustavo TETTI | Fusilero |
CC62 | Horacio PALOMIMO | Fusilero |
CC62 | Julio CASAS | Fusilero |
CC62 | Adrián CAMPANA | Fusilero |
CC62 | Roque GÓMEZ | Fusilero |
CC62 | Oscar LUNA | Fusilero |
CC62 | Gabriel ASENJO | Fusilero |
CC62 | Edgardo GIORGI | Fusilero |
Combates finales
Consolidado el despliegue en Camber la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final.
En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe el Mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.
El fuego se intensificó aún más a partir de las 22:00. Este cuadro de situación se percibía con toda nítidez desde Camber. Se veían los efectos del fuego sobre Tumbledown, Wireless Ridge, en la profundidad del dispositivo propio y el fuego de contrabatería. Los proyectiles iluminantes, las explosiones y las trazadoras de ametralladoras permitían "seguir" el combate de las primeras líneas en contacto. A las 22:30 Loma 6 comienza a recibir fuego de 2 ametralladoras desde la orilla opuesta del Murrell River. Las ráfagas iniciales dieron muy por debajo de la altura; en los tiros sucesivos fueron mejorando en dirección pero nunca en alcance.
Dice el CCIM Imboden:
En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe el Mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.
El fuego se intensificó aún más a partir de las 22:00. Este cuadro de situación se percibía con toda nítidez desde Camber. Se veían los efectos del fuego sobre Tumbledown, Wireless Ridge, en la profundidad del dispositivo propio y el fuego de contrabatería. Los proyectiles iluminantes, las explosiones y las trazadoras de ametralladoras permitían "seguir" el combate de las primeras líneas en contacto. A las 22:30 Loma 6 comienza a recibir fuego de 2 ametralladoras desde la orilla opuesta del Murrell River. Las ráfagas iniciales dieron muy por debajo de la altura; en los tiros sucesivos fueron mejorando en dirección pero nunca en alcance.
Dice el CCIM Imboden:
"Dado que el alcance de los fusiles no permitía repeler el fuego, ordené a los apuntadores de ametralladoras que se tomen su tiempo para ubicar las armas enemigas y batir en forma más certera posible la zona. Al poco rato de iniciado el ataque el teniente Gazzolo comunica informando que en su sector estaban tratando de repeler un desembarco inglés que se venía realizando con botes de goma.
Las 4 MAG y la 12,7 apuntaron en dirección al ataque enemigo; las MAG seguirían las trazantes de la 12,7 pues estas armas no tenían municiones trazadoras. Las ametralladoras enemigas operaban descoordinadamente, sus ráfagas eran cortas pero continuas, se decidió que la 12,7 y 2 MAG abrirían fuego sobre la ametralladora que resultaba mas eficaz y las dos MAG restantes sobre el arma que batía al oeste. A orden se abrió el fuego con ráfagas largas haciendo altos para conducirle y ver la respuesta del enemigo. El intercambio de fuego duró mas de media hora. La ametralladora enemiga que batía en el centro de la Loma 6 fue la primera en dejar de tirar; se concentra entonces el fuego de las 5 máquinas sobre la otra que rápidamente dejó de tirar".
Obviamente el ataque sobre la loma Cortley Hill fue una acción de distracción del ataque principal que se intentaba más al este, según el informe que recibió el teniente Imboden del teniente Gazzolo en Loma 1.
El combate comenzó cuando los Ojos 1 y 2, puestos adelantados de los puntos fortificados en Loma 1 y 2 respectivamente, ven aproximarse a 3 botes de los cuales desembarcaron 1 hombre por bote los que permanecieron agazapados. Esta novedad fue informada al PC en Loma 1 donde el mayor Monge y el teniente Gazzolo, ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las Lomas y de los cañones HS de la batería Aa. Los botes distaban 300/400 metros de Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes.
Simultaneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3.
Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma l y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones HS del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada.
En esas circunstancias el transporte polar Alte. Irizar ilumina con reflectores sumándose a los proyectiles iluminantes de los morteros de las Lomas; esto permite ver el espejo de agua con toda claridad.
Los primeros piques de los morteros de 120 mm caen cortos, en Camber, pero luego corrigen el tiro y baten la costa opuesta desde donde se había lanzado el ataque. Este fuego frustró el desembarco de una segunda ola de 5 botes los que regresaron a su orilla rápidamente.
En la península del Aeropuerto el TFIM Otero, jefe de la 2da. sec.amet. 12,7 agregada del RI 25 ordenó a la pieza del CIIM Duarte que concurriera a la costa este de la península en apoyo de Camber. Con gran esfuerzo, debido a la oscuridad y al terreno, el cabo logró entrar en posición en la costa de Hadassa Bay, pero ya el combate había terminado.
Dice el ahora CCIM Imboden:
El combate comenzó cuando los Ojos 1 y 2, puestos adelantados de los puntos fortificados en Loma 1 y 2 respectivamente, ven aproximarse a 3 botes de los cuales desembarcaron 1 hombre por bote los que permanecieron agazapados. Esta novedad fue informada al PC en Loma 1 donde el mayor Monge y el teniente Gazzolo, ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las Lomas y de los cañones HS de la batería Aa. Los botes distaban 300/400 metros de Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes.
Simultaneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3.
Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma l y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones HS del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada.
En esas circunstancias el transporte polar Alte. Irizar ilumina con reflectores sumándose a los proyectiles iluminantes de los morteros de las Lomas; esto permite ver el espejo de agua con toda claridad.
Los primeros piques de los morteros de 120 mm caen cortos, en Camber, pero luego corrigen el tiro y baten la costa opuesta desde donde se había lanzado el ataque. Este fuego frustró el desembarco de una segunda ola de 5 botes los que regresaron a su orilla rápidamente.
En la península del Aeropuerto el TFIM Otero, jefe de la 2da. sec.amet. 12,7 agregada del RI 25 ordenó a la pieza del CIIM Duarte que concurriera a la costa este de la península en apoyo de Camber. Con gran esfuerzo, debido a la oscuridad y al terreno, el cabo logró entrar en posición en la costa de Hadassa Bay, pero ya el combate había terminado.
Dice el ahora CCIM Imboden:
"El enfrentamiento total se desarrolló por espacio de una hora y media, con interrupciones. Al ser rechazados los botes y producido el cese de fuego, se verificó si alguien estaba herido, no registrándose ninguna novedad. Inmediatamente se recargaron las bandas de las ametralladoras y se intensificó la observación en todo el frente. Posteriormente me comuniqué con el teniente Gazzolo el cual tampoco tenía bajas y permanecía en máxima alerta. En ese momento tomé conocimiento que concurrirían por mar hacia la posición, efectivos de la ca de comandos 602 desde Puerto Argentino para ejecutar un rastrillaje según lo dispuesto por el Comando de la Agrupación EA".
Al amanecer se podía observar en la costa opuesta dos botes abandonados y otro más este, a la deriva.
EL combate final fue visto así por el teniente Gazzolo:
EL combate final fue visto así por el teniente Gazzolo:
"Día 14 : A las 01:30 Loma 6 informa que desde el norte le están abriendo fuego; éste contesta, mientras le ordeno al resto no abrir fuego para no delatar posiciones.
Mientras más tarde Ojo 1 y Ojo 2 informan ver 3 botes de goma en la orilla. Interrogo a Loma 3 (GUIM Barrios) si los observa, la respuesta es afírmativa. Ordeno a Loma 1, 2, 3 prepararse a abrir fuego cuando Loma 3 marque el blanco con la 12,7 mm. Los botes se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3. Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados.
Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua. Informo al COIM del ataque sufrido y me informan que una segunda ola de 5 botes fue divisada por radar y que se dirigía hacia nosotros. Esta nunca llegó, dado que se realizó una persecución por el fuego con las piezas de 30 mm y con apoyo de 6 Mor. de 120 mm sobre la costa enemiga. A las 04:30 se nos envía un grupo de 40 comandos de Ejército, sin saber cuál era la misión que iban a cumplir.
Realizan una protección - por fracciones pequeñas - de cada una de las piezas de 30 mm y de los tanques de combustible. A las 06:00 desde la ciudad les ordenan ocupar una posición de bloqueo en Moody Brook. Se reúnen todos en la casa (la Casa de Piedra) y a las 07:00 marchan rumbo a su objetivo. A las 08:30 el fuego de la artillería enemiga los viene corriendo desde la posición que ocuparon no más allá de 500 m de la posición del TF Imboden. Con las primeras luces observamos con el mayor Monge y el TF Imboden que delante nuestro no quedó nadie, vale decir al Reg. 7 se lo tregó la tierra.
En las posiciones del oeste se ve personal que se dirige corriendo hacia la ciudad la mayoría sin armamento. De repente el silencio invade a la isla. Nadie entiende nada dado que ya no se observan más los piques de artillería sobre la ciudad, alrededor del Hospital y sobre la Gobernación se ve gente reunida. Todo lo que se ve son incendios y humo bajo la nieve. Por la radio se nos informa cubrir alerta blanca (cese el fuego). Ya inmediatamente vemos que en frente y en la ciudad la tropa comienza a formar en las calles. Por radio y teléfono preguntamos qué debíamos hacer y se nos responde esperar. El TF Imboden a eso de las 11:00 informa que ve avanzar en su dirección a 2 km de distancia cerca de un regimiento inglés y helicópteros de avanzada.
Doy parte de ésto y se me dice que irá un buque a buscarnos. Mientras tanto atendemos a algunos heridos que vienen del oeste. A las 13:00 aproximadamente arriba la embarcación. Se procede a quemar y destruir la documentación y material de comunicaciones. (También destruyó armamento pesado y depósitos de munición)".
Mientras más tarde Ojo 1 y Ojo 2 informan ver 3 botes de goma en la orilla. Interrogo a Loma 3 (GUIM Barrios) si los observa, la respuesta es afírmativa. Ordeno a Loma 1, 2, 3 prepararse a abrir fuego cuando Loma 3 marque el blanco con la 12,7 mm. Los botes se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3. Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados.
Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua. Informo al COIM del ataque sufrido y me informan que una segunda ola de 5 botes fue divisada por radar y que se dirigía hacia nosotros. Esta nunca llegó, dado que se realizó una persecución por el fuego con las piezas de 30 mm y con apoyo de 6 Mor. de 120 mm sobre la costa enemiga. A las 04:30 se nos envía un grupo de 40 comandos de Ejército, sin saber cuál era la misión que iban a cumplir.
Realizan una protección - por fracciones pequeñas - de cada una de las piezas de 30 mm y de los tanques de combustible. A las 06:00 desde la ciudad les ordenan ocupar una posición de bloqueo en Moody Brook. Se reúnen todos en la casa (la Casa de Piedra) y a las 07:00 marchan rumbo a su objetivo. A las 08:30 el fuego de la artillería enemiga los viene corriendo desde la posición que ocuparon no más allá de 500 m de la posición del TF Imboden. Con las primeras luces observamos con el mayor Monge y el TF Imboden que delante nuestro no quedó nadie, vale decir al Reg. 7 se lo tregó la tierra.
En las posiciones del oeste se ve personal que se dirige corriendo hacia la ciudad la mayoría sin armamento. De repente el silencio invade a la isla. Nadie entiende nada dado que ya no se observan más los piques de artillería sobre la ciudad, alrededor del Hospital y sobre la Gobernación se ve gente reunida. Todo lo que se ve son incendios y humo bajo la nieve. Por la radio se nos informa cubrir alerta blanca (cese el fuego). Ya inmediatamente vemos que en frente y en la ciudad la tropa comienza a formar en las calles. Por radio y teléfono preguntamos qué debíamos hacer y se nos responde esperar. El TF Imboden a eso de las 11:00 informa que ve avanzar en su dirección a 2 km de distancia cerca de un regimiento inglés y helicópteros de avanzada.
Doy parte de ésto y se me dice que irá un buque a buscarnos. Mientras tanto atendemos a algunos heridos que vienen del oeste. A las 13:00 aproximadamente arriba la embarcación. Se procede a quemar y destruir la documentación y material de comunicaciones. (También destruyó armamento pesado y depósitos de munición)".
Las primeras luces de la mañana del 14 de junio permitieron contemplar, desde la privilegiada platea de Camber, el repliegue argentino sobre la localidad. Aproximadamente a las 09:00 el mayor Monge y el teniente Imboden reciben la orden de cese momentáneo del fuego y que debían aprestarse para replegarse sobre la localidad, la sensación de los IMs en la península era que se encontraban solos y que el fin era inminente.
El teniente Imboden desde Cortley Hill ve avanzar una columna enemiga en dirección a Camber; estaba precedida por helicópteros; posiblemente esa tropa pertenecía al 2 o al 3 PARA; se le ordena no abrir fuego sino es atacado.
A las 13:00 atraca el Forrest y la PNA Iguazú para recoger a la Guarnición y transportarla a Puerto Argentino. Los IMs destruyen todo lo no utilizable; en el PC acumulan en una caja PDEF, granadas y explosivos, los rocían con combustible y prenden fuego a distancia. Las detonaciones se prolongan por un largo rato y las columnas de humo de las Lomas despidieron a IMs que con tanta eficiencia y armonía habían operado en la península.
Es vívido el relato del teniente Gazzolo en su Diario:
El teniente Imboden desde Cortley Hill ve avanzar una columna enemiga en dirección a Camber; estaba precedida por helicópteros; posiblemente esa tropa pertenecía al 2 o al 3 PARA; se le ordena no abrir fuego sino es atacado.
A las 13:00 atraca el Forrest y la PNA Iguazú para recoger a la Guarnición y transportarla a Puerto Argentino. Los IMs destruyen todo lo no utilizable; en el PC acumulan en una caja PDEF, granadas y explosivos, los rocían con combustible y prenden fuego a distancia. Las detonaciones se prolongan por un largo rato y las columnas de humo de las Lomas despidieron a IMs que con tanta eficiencia y armonía habían operado en la península.
Es vívido el relato del teniente Gazzolo en su Diario:
"Se nos ordena replegarnos con sólo el fusil y casco. Una vez todos embarcados en el Forrest vemos alejarse el muelle y comentamos con el GUIM Barrios y el CPIM Quiñelax el dolor que sentíamos. La columna de humo del PC se va alejando cada vez mis hasta que tocamos muelle en el ex-Apostadero. Creo que es el peor momento de mi vida, la impotencia y el dolor es tal que creo que nunca me resignaré a ello. Mientras desembarcamos y voy reuniendo a la Sec. y les hablo para elevarles la moral observo cómo los kelpers con sonrisas de oreja a oreja se divierten señalando al cuadro desordenado que las tropas conforman en la calle que sale del Apostadero y la Costanera."
Acción de desembarco - Versión Británica
Esta acción fue vista por los británicos de la siguiente forma: (La batalla por las Malvinas - Hastings- y Jenkins)
"Al tiempo que los Guardias luchaban por Tumbledown, una igualmente dramatica serie de acciones se desarrollaba al extremo norte de las líneas británicas. Mientras la Brigada 5 presionaba desde el sur, el 2 de Paracaídistas debía tomar Wireless Ridge como punto inicial desde el cual el 3 de Paracaidista lanzaría la fase siguiente del ataque inglés en la noche del 14 de junio. El SAS propuso distraer la atención del ataque de los infantes de Marina. Hasta ese momento, el cuerpo de Baxter, al mando del Escuadrón de Ataque de los infantes de marina. Hasta ese momento, el Cuerpo de Baxter estaba reducido a un servicio de taxi naval en la bahía de San Carlos. El estaba ansioso por contribuir de modo más directo a la batalla. En la noche del 12 de junio 4 de sus hombres desembarcaron en la isla Kidney, al noroeste de Wireless Ridge. Se mantuvieron ocultos durante el día y en la noche del 13 salieron para cumplir una rápida gira de ataque a las posiciones enemigas en el confín este de Wireless Ridge.
Ya en ruta, se le sumaron 20 hombres del Escuadrón D, SAS que había cumplido el ataque a la isla Pebble (Borbón), junto con un equipo SBS. El objetivo de la operación consistía en una maniobra diversionista lo mas ruidosa posible para distraer de las actividades del 2 de Paracaidistas en el oeste. La partida estaba apoyada por 60 hombres de los escuadrones D y G que darían cobertura cercana de fuego de mortero, Milan y GPMG desde la orilla norte de la caleta.
Apenas tocaron la playa, se descargó sobre ellos fuego abrurnador de artillería antiaérea. Los vehículos (debe referirse a los botes) del Escuadrón de Ataque fueron alcanzados y dañados, y la partida debió batirse en retirada hasta lugar seguro. Un barco hospital argentino encendió inmediatamente sus faros rastreadores e iluminó el área. Antes de que la partida pudiera ponerse a cubierto, dos SAS y un SBS fueron heridos. Fue una operación aparatosa, que a muchos oficiales pareció más propia de la piratería que de las artes militares, y que estuvo de resultar un desastre. Pero es muy posible que haya contribuido a la convicción de los argentinos de que se encontraban atacados por tres frentes".
Red Argentina
martes, 24 de septiembre de 2013
SAS/SBS: Combate de Cambers
El intento de golpe de mano de Cambers
Adelanto de nuestro informe del combate de Cambers donde los SAS y SBS mas Ingenieros Reales planificaron una de las peores misiones de la guerra...por ello casi NO hablan de este incidente....
en la foto botes británicos destruidos después de dicha acción Los británicos estaban cerca pero se ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las lomas y de los cañones HS 30mm de la batería Anti-aérea del GADA 101. Los botes distaban 300/400 metros del puesto Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes y esperaba ordenes para disparar.
Simultáneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3....Anti aéreos de 30 mm, infantes con FAL, varias MAG mas morteros de dos Regimientos otorgarían un volumen de fuego realmente infernal.
Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma 1 y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones Hispano Suiza del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada.
Los botes que se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3. Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados.
Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua, los británicos como siempre le echan la culpa al Irizar pero NO fue asi...nuestro buque siguiendo los preceptos de las Cruz Roja jamas iluminó a los botes británicos
Alrededor de las diez de la mañana, un grupo de tres helicópteros SH-3 Sea King de la Armada Británica, se acerco a los restos de los SBS y SAS esparcidos en la playa se mantuvieron colgados en el aire, bajaron personal por sogas que comenzaron a recoger todo evidencia del combate, cargaron uno por uno los cuerpos en bolsas plásticas con cierre relámpago y recogieron todos los materiales existentes, armas, cascos, botes, radios, visores nocturnos, salvavidas, etc., subiéndolos hasta los helicópteros mediante los guinches de su costado de estribor.
Los Britanicos declararon solo 3 heridos leves.
lunes, 23 de septiembre de 2013
domingo, 22 de septiembre de 2013
Biografías: Comodoro (VGM) Guillermo Dellepiane (Argentina)
La hermandad del honor
La espectacular aventura de Guillermo Dellepiane, un piloto que atacó el campamento inglés en Malvinas, tiró bombas sobre Jeremy Moore y al escapar vivió una odisea de película. Un hombre al que los británicos reconocen y los argentinos ignoran
Jorge Fernández Díaz
Tenía veinticuatro años, volaba a ras del mar y estaba a punto de bombardear un destructor y una fragata misilística.
Le decían Piano porque se llamaba Guillermo Dellepiane, y era alférez en una fuerza que no tenía héroes ni próceres porque jamás había entrado en combate. Se trataba de la primera misión de su vida y acababa de despegar de Río Gallegos. Su padre se había muerto sin poder cumplir el sueño de realizar en el terreno de la realidad lo que a lo largo de toda su carrera había simulado hacer: la guerra del aire.
Tan inquietante como entrar en batalla debe de resultar el hecho de consagrar una vida a un acontecimiento que no ocurrirá. Guerreros de la teoría y el entrenamiento, muchos cazadores se reciben, se desarrollan y se retiran sin haber cazado jamás una presa verdadera. El padre de Piano , cerca de la jubilación, había muerto hacía dos años en un accidente absurdo, cuando se derrumbó un ala del edificio Cóndor. Volando hacia el blanco en un A-4B Skyhawk, el hijo venía a cumplir ahora la escena deseada y urdida por el fantasma de su padre.
Era el 12 de mayo de 1982 y una escuadrilla de ocho aviones argentinos avanzaba en silencio de radio hacia dos barcos británicos. Los cuatro primeros iban adelante y dispararían primero. Los cuatro halcones de atrás, a una distancia prudencial, tendrían una segunda oportunidad o entrarían a rematarlos.
Para Piano , era una misión iniciática, la última lección de un profesional de la guerra: la guerra misma. Hasta entonces todo habían sido aprendizajes y pruebas. Alférez es el primer escalafón de los oficiales, y Dellepiane ni siquiera había experimentado el reabastecimiento en vuelo, una compleja operación que en este caso consistía en acercarse volando a un Hércules, encajar la lanza de la trompa del A-4B en la canasta de combustible y cargar tanques para seguir viaje. Muchos fallaban en ese intento: se ponían nerviosos y no podían meter la lanza. "Mirá si yo no puedo, es una vergüenza", se decía. Estaba más preocupado por ese bochorno que por la muerte. Pero cuando tuvo al Hércules frente a frente no falló, y rápidamente se unió a su jefe, un primer teniente, que ordenó bajar a menos de quince metros de las olas y avanzar a toda máquina. Volaban tan bajo que dejaban estelas en el mar.
Evadiendo misiles
Con el alma en vilo escucharon que, cinco minutos antes de llegar al blanco, los primeros cuatro aviones atacaban. En el horizonte no se veía nada pero Piano se dio cuenta en seguida de que a sus compañeros no les había ido muy bien. En dos minutos supieron que tres aviones habían sido alcanzados por la artillería antiaérea y que habían sido derribados en medio de hongos de fuego y estampidos de agua. El cuarto avión regresaba por las suyas. El sol volvía espléndido un día negro. Negrísimo. Piano vio de repente los buques enemigos. Eran efectivamente dos y les estaban disparando. En ese momento no pensaba en la patria ni en Dios, sólo veía con una cierta incredulidad esa película fantástica y en technicolor. La veía como si él no fuera parte de ella. Era un espectáculo corto y alucinante pero sin ruidos, porque en la cabina no se oía nada. Fueron fracciones de segundos: Piano contuvo el aliento verificando la velocidad y la altura, y en el momento exacto en el que pasaba por encima de uno de los dos barcos, mientras recibía y eludía disparos de todo tipo, apretó el botón y soltó una bomba de mil libras.
Desde la izquierda, alférez Vázquez (fallecido en combate), alférez Dellepiane (hoy comodoro), vicecomodoro Douburg, teniente Arraráz (fallecido en combate) y el capitán Zelaya.
Desde la izquierda, alférez Dellepiane (hoy comodoro), Doubourg y Zelaya
Las bombas impactaron en el destructor y le abrieron agujeros horribles y definitivos. Quedó fuera de servicio, pero eso Piano lo supo mucho después porque en ese instante lo único que pudo hacer fue salir rápido de la ratonera evadiendo misiles y huyendo a toda velocidad. Cuando una escuadrilla dispara, los aviones se dispersan y cada uno regresa como puede. El joven alférez se sintió solo unos minutos pero de pronto divisó la nave de su jefe y la alcanzó. No podían hablarse, porque las navegaciones aéreas eran en silencio, pero volaban juntos, como hermanos, a una distancia de doscientos metros uno del otro, con el infierno atrás y el continente adelante. Habían cumplido y volvían con la gloria; era una extraña y grata sensación.
Hasta que de repente un proyectil rasante surgido de la niebla pegó en un alerón del avión del primer teniente. Fue un golpe mortal a velocidad infinita que le hizo dar una vuelta de campana, pegarse contra la superficie del océano y explotar en mil pedazos. Todo en un pestañeo de ojos. Piano lo vio sin poder creerlo pero sin dejar de apretar el acelerador. Descendió todavía más y prácticamente aró el mar con un gusto metálico en la boca. Dependía emocionalmente de su jefe. Había bajado por un momento la guardia, pensando "me va a llevar a casa", pero ahora estaba solo y desesperado. Ahora dependía únicamente de su propia pericia, o de su suerte.
Voló un rato de esa manera, huyendo del diablo, y luego, cuando estuvo seguro de que no lo seguían, avisó al Hércules C-130, que los cazadores le llaman "La Chancha", e inició el ascenso. "La Chancha" puso la canasta y sin perder el pulso el joven alférez empujó la lanza y recargó combustible. Después voló el último tramo casi a ciegas: el mar había formado una gruesa capa de salitre en el parabrisas del avión.
El salitre de la desolación le nublaba a Piano los ojos. Lo más duro era entrar en la habitación de un compañero muerto, juntar su ropa, hacer su valija y dejarla en el vestíbulo del hotel donde pernoctaba su escuadrón. Ese ritual lo esperaba en Río Gallegos al final de aquel día en el que finalmente había tenido su bautismo de fuego en el Atlántico Sur. Los dioses, como decía la vieja sentencia griega, castigan a los hombres cumpliéndoles los sueños.
En los años sucesivos sólo recordaría esa primera misión. Y la última. En el medio únicamente quedaban vuelos de reconocimiento, incursiones en la zona del Fitz Roy, nervios terribles y más caídos y duelos. También el ánimo de los mecánicos, que siempre despedían a los pilotos de combate con banderas y aclamaciones, y el regreso de la base al hotel que, con éxito o sin éxito, con muertos o sin ellos, hacían en un jeep o en una camioneta Ford F100 cantando canciones contra los ingleses.
No tenían, por supuesto, la menor idea de cómo iba la guerra. Y cuando los trasladaron a San Julián sufrieron cierta tristeza: ocuparon una hostería y anduvieron por esa pequeña ciudad en estado de alerta total.
No eran muy supersticiosos, pero tenían cábalas y de hecho no se sacaban fotos entre ellos porque creían instintivamente que eternizarse en esas imágenes significaba un pasaje directo hacia la desgracia.
Nada pensaron, sin embargo, de aquella misión en día 13: estaba nublado y frío, y a Piano y a sus compañeros les ordenaron partir hacia las islas. Decían que los ingleses habían desembarcado y que se luchaba cuerpo a cuerpo en tierra. Los A-4B llevaban bombas, cohetes y cañones. Piano estaba, como siempre, ansioso. Aunque esa ansiedad solía terminarse cuando lo ataban en la cabina y había que salir al ruedo. Los nervios entonces desaparecían, como el torero que siente un nudo en el estómago hasta que baja a la arena y enfrenta con su capote al toro.
Pero el despegue no fue tan fácil. Se rompieron unos caños de líquido hidráulico y hubo que buscar a mil quinientos metros un avión gemelo. Al alférez lo desesperaba que su escuadrilla partiera sin él, de manera que se subió al otro A-4B y empezó el rodaje sin cargar el sistema Omega, que permitía coordinar y volar con precisión. Piano no quería quedarse en San Julián, y como los suyos ya se habían marchado llamó al jefe de la segunda escuadrilla y le pidió permiso para plegarse a su grupo. Le dieron el visto bueno y despegó sin tener bien configurado el avión. Ascendió y buscó entre las nubes el rumbo, y encontró en un momento al Hércules, que llevaba doce hombres y tenía la orden de no entrar en la zona de la batalla ni quedar al alcance de los misiles enemigos por ningún motivo.
Cargó combustible y siguió a su guía por el norte de las islas Malvinas, luego tomó dirección Este a vuelo rasante y hacia el Sur bajo chaparrones. Y se sorprendió al escuchar que el operador de radar de las islas preguntó si había aviones en vuelo. El jefe de la formación le respondió con un pedido, que les proporcionaran las posiciones de las patrullas de Sea Harriers.
Cuando llegó el informe verbal los pilotos argentinos sintieron un escalofrío. Había cuatro patrullas en el aire y una quinta al norte del estrecho de San Carlos. El cielo estaba infestado de aviones ingleses. Era una trampa mortal, y la lógica indicaba regresar de inmediato al continente.
Pero ya estaban a cinco minutos del objetivo y el día se había despejado, y entonces el guía tomó la resolución de seguir. Después descubrirían que estaban atacando un enorme vivac armado por los ingleses en Monte Dos Hermanas. Más de dos manzanas con carpas, containers y helicópteros, un campamento desde donde dirigía la guerra el general Jeremy Moore.
Todo ocurría en el término de minutos. Los A-4B iban a ochocientos kilómetros por hora y a veinte metros de distancia entre unos y otros. Los pilotos temían que una fragata misilística les cortara el paso antes de llegar al blanco. No llevaban armamento para atacar un buque; las bombas tenían espoletas para objetivos terrestres. Por la gran movilización de helicópteros de esa zona los generales de Puerto Argentino habían conjeturado que allí podía estar el mismísimo centro de operaciones de los británicos. Y no se equivocaban.
Las cartas de vuelo decían que el ataque debía hacerse a las 12.15. Y faltaban dos minutos. Los cazadores pasaron por encima de la bahía San Luis y el operador del radar de Malvinas les advirtió que los Harriers los habían detectado y que ya convergían sobre ellos. Cuando faltaban un minuto y veinte segundos la escuadrilla casi despeinó a un soldado inglés que subía una loma. Ahora los aviones, en la corrida final, volaban pegados al suelo. Más allá de la elevación apareció el campamento. Y Jeremy Moore evacuó su carpa un minuto antes de que le cayeran los obuses.
Dellepiane lanzó sus tres bombas de 250 kilos, provocó destrozos, y percibió que les tiraban con todo lo que tenían. Desde misiles y artillería antiaérea hasta con armas de mano. Era un festival de fuegos artificiales. Y casi todos los pilotos se desprendieron de los tanques de reserva y de los portamisiles e hicieron una curva para regresar por el Norte, cada uno librado a su inteligencia.
Piano voló haciendo maniobras de elusión y acrobacias, y sintió impactos en el fuselaje. Era otra vez un espectáculo increíble y aterrador. A la altura de Monte Kent se topó con un helicóptero Sea King en pleno vuelo y le disparó. Salieron dos proyectiles y se le trabó el cañón, pero una bala pegó en las palas y obligó al piloto inglés a un aterrizaje de emergencia.
Enseguida, por la izquierda, vio que pasaban dos bolas de fuego que iban directamente hacia el avión de su teniente, así que le gritó por la radio "Cierre por derecha" y siguió virando hasta ver que los misiles pasaban de largo y se perdían. Más adelante se topó con otro Sea King y volvió a intentar dispararle, pero también fue en vano: el cañón no se destrababa. Así que en el último instante levantó el Skyhawk y pasó a centímetros de las aspas del helicóptero para evitar que el piloto de casco verde lo liquidara con su gatillo.
Fue más o menos en ese instante cuando se dio cuenta de que estaba sucediendo algo inesperado: se estaba quedando sin combustible. Un proyectil le había perforado el tanque, y tenía sólo 2000 libras. Precisaba más del doble para alcanzar la posición de "La Chancha". Pero no pensaba en ese momento crucial en llegar a ningún lado sino en escapar del acoso de los Harriers. Se desprendió entonces de los portamisiles y siguió volando un trecho pidiéndole al radar de Malvinas que le dijera, sin tecnicismos y con precisión, dónde estaban sus verdugos. Los Harriers volaban a una distancia considerable, así que ya sobre el norte del estrecho San Carlos dudó sobre si debía eyectarse en la isla o tratar de llegar al Hércules. Sus maestros, en las lecciones teóricas, le habían recomendado siempre que en una situación semejante intentara regresar. Eyectarse significaba perder el avión y caer prisionero. Cruzar significaba enfrentar el riesgo de no lograrlo y terminar en el mar. Si caía no podría sobrevivir más de quince minutos en las aguas heladas, y no había posibilidades operativas de que ninguna nave pudiera rescatarlo a tiempo.
Sus compañeros, por radio, trataban de darle consejos y sacarlo del dilema. Pero su jefe tronó: "Déjenlo a Piano que decida". Y entonces Piano decidió. Salió a alta mar, se puso en la frecuencia del Hércules y comenzó a conversar con el piloto que lo comandaba. Dos hombres hicieron ese día caso omiso a las órdenes de los altos mandos: el piloto de "La Chancha" salió de su posición de protección, entró en la zona de peligro y avanzó a toda máquina al encuentro del A-4B de Piano , y un oficial de San Julián tuvo un arrebato, se subió a un helicóptero y se metió doscientas millas en el mar a buscarlo, un vuelo completamente irregular y arriesgado que no ayudaba pero que mostró el coraje suicida del piloto y la desesperación con que se seguía en tierra la suerte de aquel cazador herido de combustible que intentaba volver a casa.
El alférez escuchó "Vamos a buscarte" y trató de mantener el optimismo, pero el liquidómetro le indicaba a cada rato que no conseguiría salir vivo de aquel último viaje. "¿A qué distancia están?" -preguntaba cada tres minutos-. "¿A qué distancia están?" La radio se llenaba de voces: "Dale, pendejo, con fe, con fe que llegás". El alférez sacaba cuentas sobre la cantidad de combustible, que se extinguía dramáticamente, y pronosticaba que se vendría abajo. Y sus oyentes redoblaban los gritos de aliento: "¡Tranquilo, pibe, con eso te alcanza y sobra!" Sabía que le estaban mintiendo. Cuando llegó a 200 libras se dio por perdido. De un momento a otro el motor se plantaría y se iría directamente al mar. Comida para peces. Cuando llegó a 150 libras recordó que eso equivalía, más o menos, a dos minutos de vuelo. "¡No me abandonen!" -los puteó, porque había silencio en la línea-. De repente el piloto del Hércules C-130 creyó verlo, pero era un compañero. Piano pasó de la euforia a la depresión en quince segundos.
No rezaba en esas instancias, sólo le venían relámpagos del recuerdo de su padre. El fantasma estaba dentro de aquella cabina, metido en sus auriculares. "Dame una mano, viejo", le pedía guturalmente, con las cuerdas vocales y con los ventrículos del corazón.
El liquidómetro marcó entonces cero, y de pronto Piano escuchó que lo habían divisado y vio por fin a "La Chancha". La vio cruzando el cielo, hacia la derecha y bien abajo. Le pidió al piloto que se pusiera en posición y se largó en picada sin forzar los motores, planeando hacia la canasta salvadora. Cuando la tuvo enfrente le dio máxima potencia con una lágrima de combustible en el tanque y al ponerse a tiro pulsó el freno de vuelo y metió la lanza. Todos atronaban de alegría en la radio y se abrazaban en tierra. Piano también gritaba, pero quería abastecerse rápido, retomar el control y regresar a San Julián por su propia cuenta. Pronto descubrieron que eso no era posible. Todo el combustible que entraba, pasaba al tanque y caía por el orificio. "Quedate enganchado", le dijo el piloto del Hércules. No tenían alternativa. Volaron así acoplados el resto del camino, perdiendo combustible y con el riesgo de una explosión o de no llegar a tiempo.
Fue otra carrera dramática hasta que vieron el golfo y luego la base. Entonces el A-4B se desprendió y chorreando líquido letal buscó la pista. Piano intentó bajar el tren de aterrizaje pero la rueda de nariz se resistía. Estaba todo el personal de la base de San Julián esperando, y él dando vueltas, dejando estelas de combustible de avión y tratando de lograr que esa maldita rueda bajara. Finalmente bajó, y el alférez aterrizó, se desató rápido, se quitó el casco, saltó al asfalto y se alejó corriendo del enorme lago de combustible que se formaba a los pies del A-4B.
Medalla al valor
Hubo fiesta hasta tarde y felicidad desenfrenada en San Julián. Como Piano se consideraba vivo de milagro se tomó muchas copas y tuvieron que acompañarlo hasta su habitación: se durmió con una sonrisa y se despertó muy tarde. Era el 14 de junio de 1982 y sus compañeros le informaron que la Argentina se había rendido.
Gracias a una licencia providencial, dos días después ya estaba en Buenos Aires. La ciudad permanecía hundida en la ira y en la depresión. Y también en la indiferencia. Cualquiera que se cruzaba con Piano se le acercaba con precaución y al rato le pedía que contara todo lo que había vivido. Pero Piano no tenía ganas de contar nada. Durante años soñó con aquellas piruetas mortales, aquellos vuelos rasantes, aquellas muertes: insomnio pertinaz y espectros atemorizantes que lo perseguían como Sea Harriers impiadosos.
Le dieron la Medalla al Valor en Combate, y se mantuvo dentro de la Fuerza Aérea haciendo una callada carrera con foja intachable y mucha capacitación profesional. Hace dos años fue enviado como agregado aeronáutico a Londres. Los ingleses lo recibieron como un gran guerrero. En la misma tradición de Wellington y de Napoleón, los ejércitos europeos aún practican el honor para sus antiguos y respetables enemigos.
Las aspas atravesadas del Sea King que había derribado Piano en Monte Kent están en el Museo de la Royal Navy, y el helicopterista que conducía aquel día está vivo pero retirado. Piano consiguió su teléfono y conversó afectuosamente con él. "Me alegra no haberlo matado", se dijo.
Los veteranos ingleses que lucharon en el Atlántico Sur tienen un enorme respeto por los aviadores argentinos. Y sienten nostalgias por aquellos tiempos: "Fue la última guerra convencional -dicen-. Unos frente a los otros por un territorio concreto. Hoy todo se hace a distancia, metidos en terrenos sin fronteras definidas y por causas borrosas, con terrorismos atomizados y combatientes religiosos eternos. Con esos enemigos al final no podemos juntarnos a tomar una cerveza".
Aquel alférez, convertido en comodoro, fue invitado una tarde a entregar un premio en la escuela de aviación de la RAF. Por la noche, los pilotos de guerra recién recibidos y sus señores oficiales cenaban en un salón majestuoso de mesas larguísimas. Piano ocupó un lugar privilegiado, y el director de la escuela pidió silencio y habló del piloto argentino. Se sabía su currículum bélico de memoria y en su discurso mostraba el orgullo de tener esa noche a un hombre que había luchado de verdad contra ellos.
El jueves pasado Guillermo Dellepiane asumió como director de la Escuela de Guerra Aérea en Buenos Aires. Ocupa un despacho en el Edificio Cóndor, donde murió su padre. Piano es ahora un cincuentón bajo y gordito. Se le cayó el pelo, es sumamente cordial y tiene un pensamiento moderno, y por supuesto en la calle nadie lo reconoce. Nadie sabe que forma parte de la hermandad del honor, y que es un héroe imborrable de una guerra maldita.
© LA NACION
La espectacular aventura de Guillermo Dellepiane, un piloto que atacó el campamento inglés en Malvinas, tiró bombas sobre Jeremy Moore y al escapar vivió una odisea de película. Un hombre al que los británicos reconocen y los argentinos ignoran
Jorge Fernández Díaz
Tenía veinticuatro años, volaba a ras del mar y estaba a punto de bombardear un destructor y una fragata misilística.
Le decían Piano porque se llamaba Guillermo Dellepiane, y era alférez en una fuerza que no tenía héroes ni próceres porque jamás había entrado en combate. Se trataba de la primera misión de su vida y acababa de despegar de Río Gallegos. Su padre se había muerto sin poder cumplir el sueño de realizar en el terreno de la realidad lo que a lo largo de toda su carrera había simulado hacer: la guerra del aire.
Tan inquietante como entrar en batalla debe de resultar el hecho de consagrar una vida a un acontecimiento que no ocurrirá. Guerreros de la teoría y el entrenamiento, muchos cazadores se reciben, se desarrollan y se retiran sin haber cazado jamás una presa verdadera. El padre de Piano , cerca de la jubilación, había muerto hacía dos años en un accidente absurdo, cuando se derrumbó un ala del edificio Cóndor. Volando hacia el blanco en un A-4B Skyhawk, el hijo venía a cumplir ahora la escena deseada y urdida por el fantasma de su padre.
Era el 12 de mayo de 1982 y una escuadrilla de ocho aviones argentinos avanzaba en silencio de radio hacia dos barcos británicos. Los cuatro primeros iban adelante y dispararían primero. Los cuatro halcones de atrás, a una distancia prudencial, tendrían una segunda oportunidad o entrarían a rematarlos.
Para Piano , era una misión iniciática, la última lección de un profesional de la guerra: la guerra misma. Hasta entonces todo habían sido aprendizajes y pruebas. Alférez es el primer escalafón de los oficiales, y Dellepiane ni siquiera había experimentado el reabastecimiento en vuelo, una compleja operación que en este caso consistía en acercarse volando a un Hércules, encajar la lanza de la trompa del A-4B en la canasta de combustible y cargar tanques para seguir viaje. Muchos fallaban en ese intento: se ponían nerviosos y no podían meter la lanza. "Mirá si yo no puedo, es una vergüenza", se decía. Estaba más preocupado por ese bochorno que por la muerte. Pero cuando tuvo al Hércules frente a frente no falló, y rápidamente se unió a su jefe, un primer teniente, que ordenó bajar a menos de quince metros de las olas y avanzar a toda máquina. Volaban tan bajo que dejaban estelas en el mar.
Evadiendo misiles
Con el alma en vilo escucharon que, cinco minutos antes de llegar al blanco, los primeros cuatro aviones atacaban. En el horizonte no se veía nada pero Piano se dio cuenta en seguida de que a sus compañeros no les había ido muy bien. En dos minutos supieron que tres aviones habían sido alcanzados por la artillería antiaérea y que habían sido derribados en medio de hongos de fuego y estampidos de agua. El cuarto avión regresaba por las suyas. El sol volvía espléndido un día negro. Negrísimo. Piano vio de repente los buques enemigos. Eran efectivamente dos y les estaban disparando. En ese momento no pensaba en la patria ni en Dios, sólo veía con una cierta incredulidad esa película fantástica y en technicolor. La veía como si él no fuera parte de ella. Era un espectáculo corto y alucinante pero sin ruidos, porque en la cabina no se oía nada. Fueron fracciones de segundos: Piano contuvo el aliento verificando la velocidad y la altura, y en el momento exacto en el que pasaba por encima de uno de los dos barcos, mientras recibía y eludía disparos de todo tipo, apretó el botón y soltó una bomba de mil libras.
Desde la izquierda, alférez Vázquez (fallecido en combate), alférez Dellepiane (hoy comodoro), vicecomodoro Douburg, teniente Arraráz (fallecido en combate) y el capitán Zelaya.
Desde la izquierda, alférez Dellepiane (hoy comodoro), Doubourg y Zelaya
Las bombas impactaron en el destructor y le abrieron agujeros horribles y definitivos. Quedó fuera de servicio, pero eso Piano lo supo mucho después porque en ese instante lo único que pudo hacer fue salir rápido de la ratonera evadiendo misiles y huyendo a toda velocidad. Cuando una escuadrilla dispara, los aviones se dispersan y cada uno regresa como puede. El joven alférez se sintió solo unos minutos pero de pronto divisó la nave de su jefe y la alcanzó. No podían hablarse, porque las navegaciones aéreas eran en silencio, pero volaban juntos, como hermanos, a una distancia de doscientos metros uno del otro, con el infierno atrás y el continente adelante. Habían cumplido y volvían con la gloria; era una extraña y grata sensación.
Hasta que de repente un proyectil rasante surgido de la niebla pegó en un alerón del avión del primer teniente. Fue un golpe mortal a velocidad infinita que le hizo dar una vuelta de campana, pegarse contra la superficie del océano y explotar en mil pedazos. Todo en un pestañeo de ojos. Piano lo vio sin poder creerlo pero sin dejar de apretar el acelerador. Descendió todavía más y prácticamente aró el mar con un gusto metálico en la boca. Dependía emocionalmente de su jefe. Había bajado por un momento la guardia, pensando "me va a llevar a casa", pero ahora estaba solo y desesperado. Ahora dependía únicamente de su propia pericia, o de su suerte.
Voló un rato de esa manera, huyendo del diablo, y luego, cuando estuvo seguro de que no lo seguían, avisó al Hércules C-130, que los cazadores le llaman "La Chancha", e inició el ascenso. "La Chancha" puso la canasta y sin perder el pulso el joven alférez empujó la lanza y recargó combustible. Después voló el último tramo casi a ciegas: el mar había formado una gruesa capa de salitre en el parabrisas del avión.
El salitre de la desolación le nublaba a Piano los ojos. Lo más duro era entrar en la habitación de un compañero muerto, juntar su ropa, hacer su valija y dejarla en el vestíbulo del hotel donde pernoctaba su escuadrón. Ese ritual lo esperaba en Río Gallegos al final de aquel día en el que finalmente había tenido su bautismo de fuego en el Atlántico Sur. Los dioses, como decía la vieja sentencia griega, castigan a los hombres cumpliéndoles los sueños.
En los años sucesivos sólo recordaría esa primera misión. Y la última. En el medio únicamente quedaban vuelos de reconocimiento, incursiones en la zona del Fitz Roy, nervios terribles y más caídos y duelos. También el ánimo de los mecánicos, que siempre despedían a los pilotos de combate con banderas y aclamaciones, y el regreso de la base al hotel que, con éxito o sin éxito, con muertos o sin ellos, hacían en un jeep o en una camioneta Ford F100 cantando canciones contra los ingleses.
No tenían, por supuesto, la menor idea de cómo iba la guerra. Y cuando los trasladaron a San Julián sufrieron cierta tristeza: ocuparon una hostería y anduvieron por esa pequeña ciudad en estado de alerta total.
No eran muy supersticiosos, pero tenían cábalas y de hecho no se sacaban fotos entre ellos porque creían instintivamente que eternizarse en esas imágenes significaba un pasaje directo hacia la desgracia.
Nada pensaron, sin embargo, de aquella misión en día 13: estaba nublado y frío, y a Piano y a sus compañeros les ordenaron partir hacia las islas. Decían que los ingleses habían desembarcado y que se luchaba cuerpo a cuerpo en tierra. Los A-4B llevaban bombas, cohetes y cañones. Piano estaba, como siempre, ansioso. Aunque esa ansiedad solía terminarse cuando lo ataban en la cabina y había que salir al ruedo. Los nervios entonces desaparecían, como el torero que siente un nudo en el estómago hasta que baja a la arena y enfrenta con su capote al toro.
Pero el despegue no fue tan fácil. Se rompieron unos caños de líquido hidráulico y hubo que buscar a mil quinientos metros un avión gemelo. Al alférez lo desesperaba que su escuadrilla partiera sin él, de manera que se subió al otro A-4B y empezó el rodaje sin cargar el sistema Omega, que permitía coordinar y volar con precisión. Piano no quería quedarse en San Julián, y como los suyos ya se habían marchado llamó al jefe de la segunda escuadrilla y le pidió permiso para plegarse a su grupo. Le dieron el visto bueno y despegó sin tener bien configurado el avión. Ascendió y buscó entre las nubes el rumbo, y encontró en un momento al Hércules, que llevaba doce hombres y tenía la orden de no entrar en la zona de la batalla ni quedar al alcance de los misiles enemigos por ningún motivo.
Cargó combustible y siguió a su guía por el norte de las islas Malvinas, luego tomó dirección Este a vuelo rasante y hacia el Sur bajo chaparrones. Y se sorprendió al escuchar que el operador de radar de las islas preguntó si había aviones en vuelo. El jefe de la formación le respondió con un pedido, que les proporcionaran las posiciones de las patrullas de Sea Harriers.
Cuando llegó el informe verbal los pilotos argentinos sintieron un escalofrío. Había cuatro patrullas en el aire y una quinta al norte del estrecho de San Carlos. El cielo estaba infestado de aviones ingleses. Era una trampa mortal, y la lógica indicaba regresar de inmediato al continente.
Pero ya estaban a cinco minutos del objetivo y el día se había despejado, y entonces el guía tomó la resolución de seguir. Después descubrirían que estaban atacando un enorme vivac armado por los ingleses en Monte Dos Hermanas. Más de dos manzanas con carpas, containers y helicópteros, un campamento desde donde dirigía la guerra el general Jeremy Moore.
Todo ocurría en el término de minutos. Los A-4B iban a ochocientos kilómetros por hora y a veinte metros de distancia entre unos y otros. Los pilotos temían que una fragata misilística les cortara el paso antes de llegar al blanco. No llevaban armamento para atacar un buque; las bombas tenían espoletas para objetivos terrestres. Por la gran movilización de helicópteros de esa zona los generales de Puerto Argentino habían conjeturado que allí podía estar el mismísimo centro de operaciones de los británicos. Y no se equivocaban.
Las cartas de vuelo decían que el ataque debía hacerse a las 12.15. Y faltaban dos minutos. Los cazadores pasaron por encima de la bahía San Luis y el operador del radar de Malvinas les advirtió que los Harriers los habían detectado y que ya convergían sobre ellos. Cuando faltaban un minuto y veinte segundos la escuadrilla casi despeinó a un soldado inglés que subía una loma. Ahora los aviones, en la corrida final, volaban pegados al suelo. Más allá de la elevación apareció el campamento. Y Jeremy Moore evacuó su carpa un minuto antes de que le cayeran los obuses.
Dellepiane lanzó sus tres bombas de 250 kilos, provocó destrozos, y percibió que les tiraban con todo lo que tenían. Desde misiles y artillería antiaérea hasta con armas de mano. Era un festival de fuegos artificiales. Y casi todos los pilotos se desprendieron de los tanques de reserva y de los portamisiles e hicieron una curva para regresar por el Norte, cada uno librado a su inteligencia.
Piano voló haciendo maniobras de elusión y acrobacias, y sintió impactos en el fuselaje. Era otra vez un espectáculo increíble y aterrador. A la altura de Monte Kent se topó con un helicóptero Sea King en pleno vuelo y le disparó. Salieron dos proyectiles y se le trabó el cañón, pero una bala pegó en las palas y obligó al piloto inglés a un aterrizaje de emergencia.
Enseguida, por la izquierda, vio que pasaban dos bolas de fuego que iban directamente hacia el avión de su teniente, así que le gritó por la radio "Cierre por derecha" y siguió virando hasta ver que los misiles pasaban de largo y se perdían. Más adelante se topó con otro Sea King y volvió a intentar dispararle, pero también fue en vano: el cañón no se destrababa. Así que en el último instante levantó el Skyhawk y pasó a centímetros de las aspas del helicóptero para evitar que el piloto de casco verde lo liquidara con su gatillo.
Fue más o menos en ese instante cuando se dio cuenta de que estaba sucediendo algo inesperado: se estaba quedando sin combustible. Un proyectil le había perforado el tanque, y tenía sólo 2000 libras. Precisaba más del doble para alcanzar la posición de "La Chancha". Pero no pensaba en ese momento crucial en llegar a ningún lado sino en escapar del acoso de los Harriers. Se desprendió entonces de los portamisiles y siguió volando un trecho pidiéndole al radar de Malvinas que le dijera, sin tecnicismos y con precisión, dónde estaban sus verdugos. Los Harriers volaban a una distancia considerable, así que ya sobre el norte del estrecho San Carlos dudó sobre si debía eyectarse en la isla o tratar de llegar al Hércules. Sus maestros, en las lecciones teóricas, le habían recomendado siempre que en una situación semejante intentara regresar. Eyectarse significaba perder el avión y caer prisionero. Cruzar significaba enfrentar el riesgo de no lograrlo y terminar en el mar. Si caía no podría sobrevivir más de quince minutos en las aguas heladas, y no había posibilidades operativas de que ninguna nave pudiera rescatarlo a tiempo.
Sus compañeros, por radio, trataban de darle consejos y sacarlo del dilema. Pero su jefe tronó: "Déjenlo a Piano que decida". Y entonces Piano decidió. Salió a alta mar, se puso en la frecuencia del Hércules y comenzó a conversar con el piloto que lo comandaba. Dos hombres hicieron ese día caso omiso a las órdenes de los altos mandos: el piloto de "La Chancha" salió de su posición de protección, entró en la zona de peligro y avanzó a toda máquina al encuentro del A-4B de Piano , y un oficial de San Julián tuvo un arrebato, se subió a un helicóptero y se metió doscientas millas en el mar a buscarlo, un vuelo completamente irregular y arriesgado que no ayudaba pero que mostró el coraje suicida del piloto y la desesperación con que se seguía en tierra la suerte de aquel cazador herido de combustible que intentaba volver a casa.
El alférez escuchó "Vamos a buscarte" y trató de mantener el optimismo, pero el liquidómetro le indicaba a cada rato que no conseguiría salir vivo de aquel último viaje. "¿A qué distancia están?" -preguntaba cada tres minutos-. "¿A qué distancia están?" La radio se llenaba de voces: "Dale, pendejo, con fe, con fe que llegás". El alférez sacaba cuentas sobre la cantidad de combustible, que se extinguía dramáticamente, y pronosticaba que se vendría abajo. Y sus oyentes redoblaban los gritos de aliento: "¡Tranquilo, pibe, con eso te alcanza y sobra!" Sabía que le estaban mintiendo. Cuando llegó a 200 libras se dio por perdido. De un momento a otro el motor se plantaría y se iría directamente al mar. Comida para peces. Cuando llegó a 150 libras recordó que eso equivalía, más o menos, a dos minutos de vuelo. "¡No me abandonen!" -los puteó, porque había silencio en la línea-. De repente el piloto del Hércules C-130 creyó verlo, pero era un compañero. Piano pasó de la euforia a la depresión en quince segundos.
No rezaba en esas instancias, sólo le venían relámpagos del recuerdo de su padre. El fantasma estaba dentro de aquella cabina, metido en sus auriculares. "Dame una mano, viejo", le pedía guturalmente, con las cuerdas vocales y con los ventrículos del corazón.
El liquidómetro marcó entonces cero, y de pronto Piano escuchó que lo habían divisado y vio por fin a "La Chancha". La vio cruzando el cielo, hacia la derecha y bien abajo. Le pidió al piloto que se pusiera en posición y se largó en picada sin forzar los motores, planeando hacia la canasta salvadora. Cuando la tuvo enfrente le dio máxima potencia con una lágrima de combustible en el tanque y al ponerse a tiro pulsó el freno de vuelo y metió la lanza. Todos atronaban de alegría en la radio y se abrazaban en tierra. Piano también gritaba, pero quería abastecerse rápido, retomar el control y regresar a San Julián por su propia cuenta. Pronto descubrieron que eso no era posible. Todo el combustible que entraba, pasaba al tanque y caía por el orificio. "Quedate enganchado", le dijo el piloto del Hércules. No tenían alternativa. Volaron así acoplados el resto del camino, perdiendo combustible y con el riesgo de una explosión o de no llegar a tiempo.
Fue otra carrera dramática hasta que vieron el golfo y luego la base. Entonces el A-4B se desprendió y chorreando líquido letal buscó la pista. Piano intentó bajar el tren de aterrizaje pero la rueda de nariz se resistía. Estaba todo el personal de la base de San Julián esperando, y él dando vueltas, dejando estelas de combustible de avión y tratando de lograr que esa maldita rueda bajara. Finalmente bajó, y el alférez aterrizó, se desató rápido, se quitó el casco, saltó al asfalto y se alejó corriendo del enorme lago de combustible que se formaba a los pies del A-4B.
Medalla al valor
Hubo fiesta hasta tarde y felicidad desenfrenada en San Julián. Como Piano se consideraba vivo de milagro se tomó muchas copas y tuvieron que acompañarlo hasta su habitación: se durmió con una sonrisa y se despertó muy tarde. Era el 14 de junio de 1982 y sus compañeros le informaron que la Argentina se había rendido.
Gracias a una licencia providencial, dos días después ya estaba en Buenos Aires. La ciudad permanecía hundida en la ira y en la depresión. Y también en la indiferencia. Cualquiera que se cruzaba con Piano se le acercaba con precaución y al rato le pedía que contara todo lo que había vivido. Pero Piano no tenía ganas de contar nada. Durante años soñó con aquellas piruetas mortales, aquellos vuelos rasantes, aquellas muertes: insomnio pertinaz y espectros atemorizantes que lo perseguían como Sea Harriers impiadosos.
Le dieron la Medalla al Valor en Combate, y se mantuvo dentro de la Fuerza Aérea haciendo una callada carrera con foja intachable y mucha capacitación profesional. Hace dos años fue enviado como agregado aeronáutico a Londres. Los ingleses lo recibieron como un gran guerrero. En la misma tradición de Wellington y de Napoleón, los ejércitos europeos aún practican el honor para sus antiguos y respetables enemigos.
Las aspas atravesadas del Sea King que había derribado Piano en Monte Kent están en el Museo de la Royal Navy, y el helicopterista que conducía aquel día está vivo pero retirado. Piano consiguió su teléfono y conversó afectuosamente con él. "Me alegra no haberlo matado", se dijo.
Los veteranos ingleses que lucharon en el Atlántico Sur tienen un enorme respeto por los aviadores argentinos. Y sienten nostalgias por aquellos tiempos: "Fue la última guerra convencional -dicen-. Unos frente a los otros por un territorio concreto. Hoy todo se hace a distancia, metidos en terrenos sin fronteras definidas y por causas borrosas, con terrorismos atomizados y combatientes religiosos eternos. Con esos enemigos al final no podemos juntarnos a tomar una cerveza".
Aquel alférez, convertido en comodoro, fue invitado una tarde a entregar un premio en la escuela de aviación de la RAF. Por la noche, los pilotos de guerra recién recibidos y sus señores oficiales cenaban en un salón majestuoso de mesas larguísimas. Piano ocupó un lugar privilegiado, y el director de la escuela pidió silencio y habló del piloto argentino. Se sabía su currículum bélico de memoria y en su discurso mostraba el orgullo de tener esa noche a un hombre que había luchado de verdad contra ellos.
El jueves pasado Guillermo Dellepiane asumió como director de la Escuela de Guerra Aérea en Buenos Aires. Ocupa un despacho en el Edificio Cóndor, donde murió su padre. Piano es ahora un cincuentón bajo y gordito. Se le cayó el pelo, es sumamente cordial y tiene un pensamiento moderno, y por supuesto en la calle nadie lo reconoce. Nadie sabe que forma parte de la hermandad del honor, y que es un héroe imborrable de una guerra maldita.
© LA NACION
viernes, 20 de septiembre de 2013
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Ametralladoras: Bren L4 (UK)
Ametralladora ligera Bren L4 (Reino Unido)
Datos para BREN L4A4, OTAN de 7.62mm (convertida de Mk.3, al calibre .303)
Prototipo de ametralladora checoslovaca ZGB-30 en calibre .303.
Prototipo de ametralladora checoslovaca ZGB-33 en calibre .303.
Ametralladora ligera Bren Mk.1, lado derecho.
Ametralladora ligera Bren L4A4 de calibre 7,62 x51 OTAN.
Calibre .303 Británicos (Mk.1-Mk.3); OTAN de 7,62m m (L4)
Peso 8.68 kilogramos en bípode
Largo 1156 milímetros
Largo del cañón de arma de fuego 635 milímetros
Alimentador 30 cartuchos
Índice de fuego 500 tiros por minuto
La ametralladora de BREN había sido desarrollada inicialmente en Checoslovaquia como ZB-26, y entonces reajustado para disparar la munición británica .303. La designación BREN representa (Brno-ENfield). La manufactura del Bren Mk.1 comenzó en Enfield (Reino Unido) en 1937. Brens en .303 había sido fabricado en Mk.1 a las configuraciones Mk.4, siendo levemente diferente en longitud del cañón de arma de fuego, miras y otros aspectos, y vio uso amplio y exitoso durante la Segunda Guerra Mundial. Después del estandarización del cartucho de la OTAN de 7.62x51m m, mucho BRENs había sido convertido a los cartuchos sin rebordes de la OTAN del fuego 7.62m m. Estas pistolas pueden ser visualmente distinguidas temprano de unas por alimentadores más derechos de la caja, y soportan designaciones de L4A1 a L4A6. La mayor parte de estas pistolas son actual obsoletas en el ejército de Británicos pero algunas (especialmente, L4A4 y L4A5) todavía están en servicio con el Ejército y la Armada Británicos. Los BRENs de 7.62mm también ampliamente utilizado por otros países del Commonwealth británico y algunos otros.
Montada en trípode para fuego sostenido
Técnicamente, todas los ametralladoras de BREN son operadas a gas, inclinando el cerrojo puesto el seguro, enfriadas por aire, y alimentadas por un cargador superior. El cañón de arma de fuego, la acción del gas y el conjunto del perno con el bípode pueden retroceder levemente dentro del cuerpo del receptor para reducir rechazo. El arma se puede disparar en manera de tiro simple o completamente automático. Los cañones de arma de fuego son de cambio rápido, pero los modelos L4A3, L4A4 y L4A6 tenían cañones de arma de fuego forrados en cromo, que requieren el cambio solamente durante el fuego muy intensivo. El resto de las pistolas fueron provistos con los cañones de arma de fuego no-forrados, cada arma con dos cañones de arma de fuego (uno instalado, uno de repuesto). Todo el BRENs alimentación desde la parte superior insertando alimentadores de caja de 30 cartuchos. Cada BREN se puede disparar desde un bípode que se dobla integralmente, del montaje de trípode o se puede instalar en el montaje del vehículo (clavija o torre). Según muchas fuentes, el BRENs era una de las mejores ametralladoras livianas de su tiempo.
Vistas de la Bren Mark II 1944
L4 en la Guerra de Malvinas
Fuente: World-Guns
Datos para BREN L4A4, OTAN de 7.62mm (convertida de Mk.3, al calibre .303)
Prototipo de ametralladora checoslovaca ZGB-30 en calibre .303.
Prototipo de ametralladora checoslovaca ZGB-33 en calibre .303.
Ametralladora ligera Bren Mk.1, lado derecho.
Ametralladora ligera Bren L4A4 de calibre 7,62 x51 OTAN.
Calibre .303 Británicos (Mk.1-Mk.3); OTAN de 7,62m m (L4)
Peso 8.68 kilogramos en bípode
Largo 1156 milímetros
Largo del cañón de arma de fuego 635 milímetros
Alimentador 30 cartuchos
Índice de fuego 500 tiros por minuto
La ametralladora de BREN había sido desarrollada inicialmente en Checoslovaquia como ZB-26, y entonces reajustado para disparar la munición británica .303. La designación BREN representa (Brno-ENfield). La manufactura del Bren Mk.1 comenzó en Enfield (Reino Unido) en 1937. Brens en .303 había sido fabricado en Mk.1 a las configuraciones Mk.4, siendo levemente diferente en longitud del cañón de arma de fuego, miras y otros aspectos, y vio uso amplio y exitoso durante la Segunda Guerra Mundial. Después del estandarización del cartucho de la OTAN de 7.62x51m m, mucho BRENs había sido convertido a los cartuchos sin rebordes de la OTAN del fuego 7.62m m. Estas pistolas pueden ser visualmente distinguidas temprano de unas por alimentadores más derechos de la caja, y soportan designaciones de L4A1 a L4A6. La mayor parte de estas pistolas son actual obsoletas en el ejército de Británicos pero algunas (especialmente, L4A4 y L4A5) todavía están en servicio con el Ejército y la Armada Británicos. Los BRENs de 7.62mm también ampliamente utilizado por otros países del Commonwealth británico y algunos otros.
Montada en trípode para fuego sostenido
Técnicamente, todas los ametralladoras de BREN son operadas a gas, inclinando el cerrojo puesto el seguro, enfriadas por aire, y alimentadas por un cargador superior. El cañón de arma de fuego, la acción del gas y el conjunto del perno con el bípode pueden retroceder levemente dentro del cuerpo del receptor para reducir rechazo. El arma se puede disparar en manera de tiro simple o completamente automático. Los cañones de arma de fuego son de cambio rápido, pero los modelos L4A3, L4A4 y L4A6 tenían cañones de arma de fuego forrados en cromo, que requieren el cambio solamente durante el fuego muy intensivo. El resto de las pistolas fueron provistos con los cañones de arma de fuego no-forrados, cada arma con dos cañones de arma de fuego (uno instalado, uno de repuesto). Todo el BRENs alimentación desde la parte superior insertando alimentadores de caja de 30 cartuchos. Cada BREN se puede disparar desde un bípode que se dobla integralmente, del montaje de trípode o se puede instalar en el montaje del vehículo (clavija o torre). Según muchas fuentes, el BRENs era una de las mejores ametralladoras livianas de su tiempo.
Vistas de la Bren Mark II 1944
L4 en la Guerra de Malvinas
Fuente: World-Guns